Materia: Relaciones Filosofía -Teología

Profesor: Carlos Arboleda Mora

María Eugenia Herrera Herrera
ID 000093212
ESCUELA DE TEOLOGÍA, FILOSOFÍA Y HUMANIDADES

Análisis de la Carta Encíclica “Fides Et Ratio” (la fe y la razón). Capítulo III

El siguiente texto propone un análisis del capítulo tercero: “Intellego ut Credam” de la

Encíclica “Fe y Razón”, específicamente sobre la búsqueda de la verdad como camino.

El Papa Juan Pablo II, argumenta y defiende el hecho de que las personas tienen la
capacidad, desde la razón, para llegar a la verdad, y aboga porque la fe y la filosofía se
encuentren nuevamente.

Basados en Hch 17, 22-23, el Apóstol Pablo en la ciudad de los filósofos: Atenas, presenta
un discurso kerigmático de Jesús y habla de Dios como creador, que transciende todas las
cosas y que ha dado vida a todo. Con ello da inicio a una verdad que ha sido custodiada
siempre por la iglesia: “en lo más profundo del corazón del hombre está el deseo y la
nostalgia de Dios“, (FeR n.24), dejándo trazado un camino, que por voluntad de hombre,
le permitirá ir mas allá, en búsqueda de un absoluto que sea capaz de dar respuesta a la
verdad última de su existencia y le de sentido a su vida; es decir, el hombre siempre está
en la búsqueda de una explicación definitiva de su existencia, que le impulse a su
realización1 y se perciba en un estado de paz cuando encuentre las respuestas desde su
razón y su fe.

Desde la perspectiva del arte y de su inteligencia creadora, Juan Pablo II, también habla de
que el hombre ha demostrado que sabe expresar el deseo íntimo de Dios, y ellos se
convierten en caminos por los cuales puede manifestar su búsqueda.

Así mismo, es importante anotar que los filósofos y teólogos, a lo largo de la historia, han
intentado expresar la verdad de la existencia humana desde un punto de vista científico,
cada uno, de acuerdo a su pensamiento o escuela; así pues, encontramos por ejemplo a
Nicolás de Cusa (1401-1464) quien expresa que la verdad es “tan profunda y vasta, que

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Entiéndase por realización personal el desarrollo de la persona como individuo que llega a ser sí mismo y que
para por un proceso de transformación a partir del cual adopta nuevas ideas o formas de pensamiento que le
llevan a mejores comportamientos y actitudes y que le traen como resultado un mejoramiento de su calidad de
vida.

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escapa de todo intento científico o racional por comprenderla” (Novoa, 1999). Michel
Foucault (1926-1984), advierte que la verdad es relativa y ha tenido evolucion histórica de
acuerdo a los grupos de poder que han estado al frente de la igelsia, quienes determinan
quien es el paradigma dominante.

El Papa, en la encíclica, postula el carácter inagotable de la comprensión de la verdad,

desde la ciencias y el arte, como un proceso de búsqueda constantante por parte de todos
hombres, resaltando el carácter único entre todo lo creado, de su capacidad de saber y de
su consciencia de saber que sabe y más aún sabe distinguir entre lo que es bueno y lo que
no lo es, llevándolo a tomar una posición y una opción por el bien, sabiendo que con ello
logra entrar al camino de la felicidad y la perfección. Aquí entramos entonces al campo de
la moral, argumentando que no existe “moral sin libertad” (Encíclica Veritatis splendor), y
con ella a los valores, como elemento indispensable para buscar la perfección.

En este mismo sentido, la Encíclica hace frente a la pregunta que el hombre hace por el
sentido de su vida, hacia dónde se dirige, y mas aún, por la finitud de su existencia
y si la muerte es lo último y definitivo o si hay algo más y de estas respuestas depende
la posibilidad de alcanzar una verdad universal y absoluta.

El hombre, frente al hecho de querer descubrir y expresar esa verdad, más allá de los
sistemas filosóficos, busca dar forma a una propia “filosofía” (FeR n.27), apoyándose en su
sistema de convicciones, experiencias personales, tradiciones familiares, su sistema
cultural, con “el deseo de logar tener la certeza de la verdad y de su valor absoluto”.

Es así como la Encíclica, da cuenta de diversas facetas de la verdad en el hombre (FeR

n.28):
- El hombre que busca la verdad, pero cuando la observa tiene miedo de sus
exigencia, por lo que tiende a evitarla. Aquí la verdad influencia su existencia, pues a
pesar del miedo, lo afronta porque nunca podría fundar su vida sobre la duda, la
incertidumbre o la mentira.

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- El hombre que es capaz de buscar la verdad y plantearse preguntas ya ha

encontrado una primera respuesta. El hombre no busca lo que desconoce del todo
o considera que es inalcanzable, solo la posibilidad de lograr una respuesta puede
llevarlo a dar el primer paso, pues su deseo de conocer la verdad es tan fuerte que
compromete su propia vida.
- El hombre que busca la verdad, es también el que vive de creencias, pues éste nace
y crece inserto en una familia y en una sociedad, de las que recibe no solo el lenguaje,
también las tradiciones y la cultura, además de las verdades en las cree y confía

Ahora bien, el Papa también hace mención a las existencia de diferentes formas de la
verdad (FeR, n30):

- Las verdades que se apoyan sobre evidencias inmediatas o confirmadas

experimentalmente: propio de la vida diaria y de la investigación científica.
- Las verdades de carácter filosófico: son las verdades a las que el hombre llega mediante
su razón.
- Las verdades religiosas, apoyadas en la filosfía y que se constituyen en respuesta dadas
por las diferentes religiones mediante sus tradiciones.
- Las verdades filosóficas, que no se quedan con las doctrinas de los filósofos de
profesión, sino que tiene en cuenta las propias consideraciones filosóficas de cada
hombre en particular desde las cuales dirige su vida.

Para finalizar el análisis del capítulo III de la Encíclia, el Sumo Pontífice, advierte que el
hombre, por su naturaleza, busca la verdad y no se contenta con verdades incompletas, ya
dadas o científicas, sino que su busqueda va encaminda a obtener la verdad última, que a
mi juicio, se logra por la vía de la razón y de la fé (que le ha llegado de otras personas y
que no está puesta en tela de juicio). Esta verdad es la que Dios nos revela en
Jesucristo, como nos lo afirma San Pablo en Ef 4, 21: Él es la Palabra eterna, en quien
todo ha sido creado, y a la vez es la Palabra encarnada, que en toda su persona revela al
Padre (Jn 1, 14.18). De esta manera la búsqueda de la verdad se puede lograr solo a través
de Cristo: lo que Él revela es la “plena verdad” (Jn 1, 14-16).

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De lo expuesto arriba, puedo presentar a manera de conclusión, que la búsqueda de la

verdad es un camino y no una meta: el hombre siempre estará buscando la verdad y para
ello tendrá siempre la referencia de las personas que le ayudaron a creer, que le hablaron
por primera vez de Dios y de su amor, llaménse padres, maestros, amigos, etc., de este
modo la fe se convierte en una forma de cohesión de la comunidad para el desarrollo
humano del individuo y del colectivo eclesial. La Fe juega un papel de transformación en el
ser humano y de su modo de pensar para vivir su vida en el proyecto de Dios a través de
las predicas y mensajes de Jesús.

En este sentido, es importante tener en cuenta que la fe corresponde a un ejercicio espiritual

y racional asumido como compromiso para responder al llamado de Dios (su revelación).
Esto, señala que precisamente la fe procede de un ejercicio de reflexión sobre la existencia
y el sentido de la vida y que el sentimiento que despierta la revelación no se separa de la
razón, que se aplica para comprenderlo e incorporarlo, lo cual sugiere un carácter integral
a la fe, el mismo que le permite el diálogo con disciplinas del conocimiento.

La búsqueda de la verdad, desde una perspectiva escatológica y animados por la fe,

permite tener esperanza, confiar y vivir para el futuro en Dios; la presencia de Dios, Jesús,
se da a través del Espíritu Santo. Pero la fe es también una actitud teologal para responder
a la revelación en el sentido en que esta debe ser integral. La actitud de fe también
representa un modo de vivirla y el compromiso de “construir un mundo que desde ya sea la
realización del Reino de Dios”, de tal modo que la confianza del futuro se construye en vida.

Bibliografía:

BIBLIA DE JERUSALÉN. Ed. 2009. Ed. Desclée de Brower

JUAN PABLO II. Encíclica Fides et Ratio. Sobre las Relaciones entre Fe y Razón. Roma,
1998.

JUAN PABLO II. Carta Encíclica Veritatis Splendor. Sobre algunas cuestiones
fundamentales de la enseñanza moral de la Iglesia. Roma, 1993.

NOVOA, Carlos J. El carácter mistérico de la verdad en la encíclica «Fe y Razón».

Theologica Xaveriana 49, 1999. 189-184.

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RAMÍREZ ZULUGA, Alberto. Cuestiones de Teología Fundamental; Revelación y Fe.

Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, Primera Edición, 2013. Pág. 53-84.