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trastornos de la
comunicación
Los trastornos de la comunicación
El lenguaje es un sistema complejo y dinámico de símbolos convencionales que
forma parte del desarrollo general del individuo e incide fuertemente en su calidad
de vida. Se rige por reglas y se describe por los parámetros morfológico
fonológico, sintáctico, semántico y pragmático (ASHA, 1982, American Speech
Language Hearing Association).
En general, los autores proponen tener en cuenta los criterios evolutivos para
diferenciar retraso del trastorno, delimitar el desarrollo y detectar síntomas de
alarma (comprensión, vocalizaciones, léxico) en distintas edades[1].
Martos J. indica que un tercio de los niños/as con inicio tardío del lenguaje
desarrollará finalmente un TEL[2]. Según Aguado G., el porcentaje de niños y
niñas con TEL rondaría alrededor de un 6% en niños y niñas en edad escolar de
entre 5 y 8/9 años[3] y generalmente han tenido un inicio tardío del lenguaje.
En general, los autores proponen tener en cuenta los criterios evolutivos para
diferenciar retraso del trastorno, delimitar el desarrollo y detectar síntomas de
alarma (comprensión, vocalizaciones, léxico) en distintas edades[4]. Existe un
gradiente de gravedad creciente en la dificultad, desde las dislalias, el retraso
fonológico, el retraso simple a la disfasia (Serra 2002, comparativa HI, RL y TEL).
Definición y clasificación
Trastorno específico del lenguaje
El trastorno específico del lenguaje es un trastorno significativo muy heterogéneo,
que incluye alteraciones en uno en varios componentes del lenguaje comprensión,
expresión), en los aspectos léxicos, fonológicos, morfosintácticos y/o en el uso
comunicativo del lenguaje no esperables para la edad y lengua materna. El
retraso debe ser de al menos dos años e interferir en otras áreas del aprendizaje
escolar y en la comunicación social y no puede explicarse por discapacidad
sensorial, motora, intelectual o influencia de factores socioculturales. Esta
variabilidad complica el establecimiento de unos criterios claros y concretos, para
poder decidir, si un niño o niña presenta un TEL.
Todas estas circunstancias hacen que la evaluación e identificación del alumnado
con TEL sea muy compleja y requiera de unos criterios cuantitativos como
cualitativos, para identificar sus necesidades educativas específicas.
La clasificación con base clínica de los subtipos de TEL, aceptada por casi toda la
comunidad científica, aunque cuestionada, es la propuesta por Rapin y Allen
(Clasificación clínica de Rapin y Allen (1987, 1988), revisada por Monfort (1993ª) y
C. Muller (1997)).
– En relación a la comorbilidad TEL-TEA, decir que en los primeros años los niños
y niñas con ambos diagnósticos presentan una sintomatología similar en
alteraciones del lenguaje y comunicación, característica que dificulta la tarea del
diagnóstico. Martos y Ayuda (6) concluyen que, si bien, la relación TEL-TEA y el
cuestionamiento sobre si son extremos de un mismo continuo o cuadros
separados en categorías excluyentes es todavía discusión entre los profesionales,
existen señales tempranas diferentes en el desarrollo entre ambos trastornos,
señalando la imitación como recurso de adquisición de aprendizajes en niños y
niñas con TEL, y, las estereotipias, aislamiento y escaso contacto ocular como los
síntomas más diferenciales entre ambos. Bishop ha incidido más concretamente
en las características y en el diagnóstico diferencial de niños con TSP (Trastorno
Semántico Pragmático), TEL, Autismo y TGD no especificado, señalando la
debilidad entre las líneas divisorias de dichos grupos.
Trastorno fonológico
Denominado anteriormente trastorno del desarrollo de la articulación, se trata de
un trastorno específico, en el que la pronunciación de los fonemas por parte del
niño o niña está a un nivel inferior al adecuado a su edad mental. Incluye errores
de la producción fonológica que comporta incapacidad para producir
correctamente los sonidos del habla.
En los manuales DSM se establece la significación clínica del trastorno con arreglo
al grado de interferencia sobre los logros académicos y laborales o de la
comunicación social. En la CIE-10, en cambio, se basan en una duración mínima
de 3 meses para determinar su significación clínica.
Se caracteriza por una dificultad primaria con la pragmática o el uso social del
lenguaje y la comunicación manifestado en forma de deficiencias en la
comprensión, seguimiento de las reglas sociales de comunicación verbal y no
verbal en contextos naturales, de las normas de conversación y narración.
C. Los síntomas comienzan en las primeras fases del período de desarrollo (pero
las deficiencias pueden no manifestarse totalmente hasta que la necesidad de
comunicación social supera las capacidades limitadas).
En la CIE-10 se incluye como Trastorno del desarrollo del habla y del lenguaje sin
especificación y argumentan que esta categoría no debe utilizarse, y hacerlo
únicamente en los casos donde haya un deterioro significativo del desarrollo del
habla o lenguaje.