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Licenciatura en Pedagogía

Seminario de Filosofía de la Educación I


Dra. Araceli Reyes Berni

Universidad Nacional Autónoma de México.


Facultad de Filosofía y Letras

Seminario de Filosofía de la Educacións I

Séptimo Semestre

Asesora: Dra. Araceli Reyes Berni

Alumna: Teresita González Manzano.


90589823

Grupo: 9181

Unidad 1. Introducción a las Teorías del Aprendizaje en la


Educación

Actividad 1. REFLEXIÓN EN TORNO A LA NOCIÓN DE ETHOS

Septiembre 2019.
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Dra. Araceli Reyes Berni

REFLEXIÓN EN TORNO A LA NOCIÓN DE ETHOS

Para poder iniciar con la reflexión de las diferentes formas de describir el Ethos,
debemos partir de su definición como tal, así que la palabra “Ehtos proviene del
griego ἦθος êthos que significa costumbre, carácter. Es un conjunto de rasgos
y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una
persona o comunidad” (REA, 2019).

La palabra Ethos es por lo tanto una palabra griega que significa


comportamiento. De ella se deriva el término de ética, que es el estudio de la
actividad o conducta humana en relación con los valores. El ethos refiere al modo
de comportamiento o rasgos de la conducta humana que forman tanto la
personalidad como el carácter del ser humano. Es decir es son el conjunto de
normas de conducta, establecidas y conformadas con el paso del tiempo, por la
sociedad, con la intención de poder vivir en comunidad, de tal manera que cada
país pueblo o región tiene sus propios ethos, mismos que no son estáticos ya que
se actualizan con las generaciones nuevas.

Es ante todo la manera de estar en el mundo, en la comunidad, la forma de


comportarnos, de ser o de existir, el ethos del ser humano se distingue por la
actitud que asume y por la actitud que presenta ante el otro. Al referirlo como un
refugio, Sócrates lo visualiza como su yo interior, en el cual el hombre encuentra
su fuerza de voluntad más apreciada, o su segunda fuerza la que ha fabricado,
para lograr la humanización de su misma existencia.

Por otra parte si hablamos de la expresión del ethos filosófico, podremos apreciar
que ha cambiado e incluso se ha influenciado por la cultura, el lenguaje y la época,
sin embargo, como ideas medulares tenemos que reconocer que el ethos es
praxis, es decir una transformación interior y de auto-creación humana, tomando
en consideración el riesgo de descubrir la necesidad de ser uno mismo y lo que
esto implica.
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Algunos filósofos importantes, han otorgado ciertas características al Ethos, tal es


el caso de Sócrates, Aristóteles, Hume, Jasper entre otros, a continuación se
presenta de manera somera la apreciación de cada uno de ellos, respecto al
término de Ethos.

Sócrates.

Parte de la docta ingorantia, la cual se concentra en la propuesta del aspecto


cognoscitivo, más que en el de la eticidad, e inicia su recorrido filosófico con el
autoconocimiento, porque sabiéndose ignorante sería justamente sabio. Y es a
través de ese mismo autoconocimiento que Sócrates descubre su ignorancia y al
mismo tiempo nos obsequia el conocimiento autónomo. El filósofo se reconoce
como no sabio, ignorancia no completa, pues decía que “aquellos que se
consideraban sabios en su época poseían una perfecta ignorancia” González,
(1989), ya que la socrática, la docta, se sabe ella misma ignorante. Para persuadir
según Sócrates era necesario el mejor de los argumentos y el uso de la razón; y
esto era para él, vivir filosofando, es decir regir la vida por medio de la razón.

Otra característica más que para Sócrates tenía el Ethos consistía en el examen al
que el mismo filósofo se sometía y que además él sometía, el cual era la
indagación sobre lo bueno y malo del pensar y actuar. Ya que el pensamiento era
phonesis, buen pensamiento, un pensamiento, un pensar con virtud; la aletheia o
verdad, era una actitud ante la vida. Actuar y vivir en la verdad. Ambas, phronesis
y aletheia, pensamiento y verdad tenían el propósito de conseguir el auto
mejoramiento de la psyche, o del alma, González, (1989).

Aristóteles

La propuesta de Aristóteles la expone al hablar de la actividad contemplativa,


refiriendo que la contemplación es la actividad posible de ejercerse con
continuidad y que aun estando en soledad, el filósofo es capaz de contemplar, y lo
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podrá realizar con mayor frecuencia cuando más sea sus sabiduría, motivo por el
cual el filósofo es el más independiente de los hombres ante cualquier situación.

Aristóteles afirmaba que la vida contemplativa es la más amable, ya que en


cualquier otra actividad se pide siempre un resultado, exceptuando ésta; de tal
manera que si el hombre se apega a la actividad contemplativa, sería feliz, porque
la felicidad debe ser el propósito de vida del hombre, es decir el fin único de
cuanto hacemos. De igual manera aclara que este tipo de vida no se oponía a la
vida práctica, ya que la contemplación es una actividad en sí, que se opone a la
vida basada en honores.

Hume

Para comprender el ethos en el contexto de Hume, se presentan tres momentos.

1. Cuando el filósofo descubre la necesidad de renunciar a convicciones tan


arraigadas como las que conforman la propia identidad y que son la base
de las relaciones interpersonales.
2. El momento en el cual se persigue la salida del círculo vicioso y lo único a
lo que se llega es a la comprensión del poder de la naturaleza y nuestra
incapacidad para vencerla,
3. El escepticismo filosófico, el cual se ha de entender como el constante
recuerdo de la limitación del conocimiento que el hombre tiene de sí mismo.
El ethos del filósofo humano se resume pues en la limitación del uso de la
razón, se han de buscar razones hasta donde se pueda llegar, a falta de
ellas ha de aceptarse sin más la ignorancia.

Jaspers

Para comprender el ethos filosófico en su contexto, conviene visualizar su


concepción del hombre, para Jaspers el hombre es existencia y se da a sí mismo
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su propio ser en la medida en que responde a situaciones conocidas como


situaciones límite. Algunas de ellas son el dolor, las responsabilidades, y la muerte
de los otros. Estas vivencias revelan al hombre su propia grandeza pero además,
le muestran que él mismo es un ser posible. El ser humano comprende con ello la
verdad de su ser. El ámbito de la verdad pasa entonces del dominio cognoscitivo
hacia uno existencial. La verdad exige un ejercicio permanente de comprensión
para asimilar vivencialmente el ser del hombre abierto a la posibilidad.

El origen de la filosofía según Jaspers radica justamente en la voluntad de


comunicar y será tan en ella en que la filosofía alcanzará su fin. Si para Jaspers
todo ser humano está capacitado para filosofar, para adueñarse de la filosofía se
requerirá de tres rutas:

a. El tomar parte en la investigación científica,


b. Estudiar a los grandes filósofos y
c. Vivir a conciencia diariamente.

De otro modo la posesión de la filosofía se hace imposible.

CONCLUSIONES

Para concluir podemos apreciar entonces que un ethos es el espíritu presente en


un grupo social, un conjunto de actitudes y valores, de hábitos arraigados en el
grupo. Identificando así que se puede hablar de un ethos militar, religioso, de la
economía, de una familia en específico, etc.

De tal manera que en la misma sociedad se podrán visualizar ethos dominantes y


ethos dominados, por ejemplo en tiempos de guerra el ethos militar se hace
dominante de todos los otros ethos que forman a la sociedad. Filosóficamente
hablando el ideal de un ethos filosófico, no puede ser otro que el de una filiación
en la verdad: una comunidad de seres humanos integrada en torno a la verdad, al
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rechazo a permitir que en sus relaciones no se valida la mentira, González, J,


(1989).

La filosofía entendida como se debería entender, como el empeño en hacer surgir


y mantener la verdad como proceder, tal y como es entendida en el mito socrático,
nunca se ha podido constituir en un ethos dominante, en un ethos en términos del
cual se estructure toda una sociedad.

El individuo sólo podrá acceder a la verdad objetiva en la medida en que su


sociedad no lo obligue a engañarse a sí mismo, a participar del engaño social.
Sería este el surgimiento de una verdadera sociedad civil inmune a la colonización
por parte de cualquier tipo de dominación y de la dignificación del individuo como
ser pensante que puede fundar su autoestima en esta capacidad.

Las alianzas persisten mientras persisten las relaciones humanas, mismas que se
mueven entre dos polos: la cooperación en la que el interés individual se funde en
el interés colectivo creando el poder político y la dominación en la que este poder
es usado para sacar ventaja unos individuos de otros usando sus posiciones de
privilegio.

Es precisamente la capacidad intelectual del individuo la que le lleva a renunciar a


su propia capacidad crítica cuando comprende que el ejercicio de esta última solo
podría ponerlo en conflicto con su entorno social y hacerlo víctima de la represalia
del sistema que no solo reprime la separación sino que usa esta represión como
escarmiento para desacuerdos. En sociedades con ethos arraigados de
obediencia y domesticación la mera noción de crítica es desconocida.

Como ejemplo podremos referir que en nuestra sociedad de consumo, el elemento


ideológico, la necesidad de mantener la dominación a través del mito y del rito,
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pasa a un segundo plano. Las manifestaciones culturales pasan a convertirse ellas


mismas en productos para el consumo. La verdadera ideología de esta sociedad
es la publicidad orientada a convencer sobre la bondad de sus productos y la
necesidad de consumirlos. Nuestro ethos es el ethos del consumo y nuestra
filosofía tradicional no es la excepción. No podría serlo: no se puede ir en
contracorriente a un ethos fuertemente establecido.

Habrá que reeducar a los seres humanos para que retomen como estandarte de
comportamiento la ética y la verdad ante todas sus acciones, que si ante sus ojos
no se pudieran visualizar como beneficios de poder económico o de liderazgo, si lo
puedan apreciar como la oportunidad de alcanzar la felicidad, ante el bienestar
que te otorga la convicción y la felicidad del deber cumplido, en una sociedad
corrompida y con falta de ética, se requiere de la creación propia de un Ethos
social que domine a la avaricia, el menosprecio, el racismo, el consumismo, y este
puede ser el Ethos de la consciencia, la dignidad y el bien común como único y
dominante.

Referencia

González, J, (1989) “Introducción. I. Los problemas de la libertad. II Libertad dialéctica”,


“Capítulo I LOS PRINCIPIOS DE LA ÉTICA: HERÁCLITO”, “Capítulo II LA ÉTICA
COMO FORMA DE VIDA: SÓCRATES” y “Capítulo III EROS Y ETHOS: PLATÓN”
en Ética y libertad. México: UNAM.

RAE, (2019). Real Academia Española. Diccionario consultado en


https://dle.rae.es/?id=H3xAc5s el 04 de septiembre de 2019.

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