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Índice
1Biografía
2Descripción física y psicológica
3Infancia
4Carrera militar
o 4.1En el ejército realista
o 4.2En el ejército patriota
o 4.3En las guerras y revoluciones republicanas
5La revolución constitucionalista de 1843-1844
6Elecciones de 1845
7Primera Presidencia Constitucional (1845-1851)
8Aspecto económico
o 8.1La defensa nacional
o 8.2Política internacional americanista
o 8.3Aspecto educativo
o 8.4Aspecto intelectual
o 8.5Otras obras
o 8.6Elecciones de 1850
9La revolución liberal de 1854
10Presidencia Provisoria (1855-1858)
o 10.1La Constitución Liberal de 1856
o 10.2Guerra civil de 1856-1858
11Segunda Presidencia Constitucional (1858-1862)
o 11.1La Constitución moderada de 1860
o 11.2Auge del guano
o 11.3La obra educacional
o 11.4Política americanista
o 11.5Desarrollo de la Amazonía
o 11.6Defensa nacional
o 11.7Guerra con el Ecuador
o 11.8Otras obras y hechos importantes
o 11.9Las elecciones de 1862
12Presidencia Provisoria (1863)
13Últimos años
14Descendencia
15Efigie de Castilla
16La casa de Castilla
17Homenajes
18Referencias
19Bibliografía
20Véase también
21Enlaces externos
Biografía[editar]
Era originario de Tarapacá, en la jurisdicción del Virreinato del Perú. Comenzó su carrera
militar muy joven, en el ejército realista que fue derrotado en la batalla de Chacabuco.
Llevado prisionero a Buenos Aires, obtuvo permiso para salir del país y pasó a Brasil,
desde donde se encaminó de regreso al Perú. Reincorporado en el ejército español, al año
siguiente de la proclamación de la independencia del Perú se plegó al ejército patriota.
Contribuyó en la formación del cuerpo de caballería de la Legión Peruana, que luego se
llamó los Húsares de Junín, y se destacó en la batalla de Ayacucho, en 1824. Siguió luego
una ascendente carrera militar y política, participando en las guerras y revoluciones de la
naciente República Peruana, y ocupando los más altos puestos públicos en los gobiernos
de Agustín Gamarra y Luis José de Orbegoso. En 1836, poco antes del establecimiento de
la Confederación Perú Boliviana, pasó a Chile, desde donde volvió con las expediciones
restauradores que pusieron fin a dicho proyecto político. Sirvió como ministro de guerra del
segundo gobierno de Gamarra, a quien acompañó en la campaña a Bolivia, hasta su fin en
la batalla de Ingavi en 1841. Tomado prisionero por los bolivianos, fue liberado al firmarse
la paz en 1842, regresando a su país, convulsionado entonces por la anarquía militar. Se
propuso entonces restablecer el imperio de la Constitución y a las autoridades legítimas,
encabezando una revolución constitucionalista contra el gobierno de facto de Manuel
Ignacio de Vivanco, que triunfó finalmente en la batalla de Carmen Alto, en 1844. Tras el
gobierno interino de Manuel Menéndez asumió la presidencia constitucional de la
República en 1845, hasta 1851, seis años en total, en los cuales organizó al país y realizó
muchas obras en todos los campos, con el respaldo de las rentas producidas por la
riqueza guanera. El Perú entró entonces en una etapa de paz y progreso interno, así como
de poderío y prestigio internacional. Esta política no fue seguida por su sucesor, el
general Echenique, bajo cuyo gobierno estalló el escándalo de la consolidación de la
deuda interna, lo que obligó a Castilla a encabezar la llamada Revolución Liberal de 1854,
en el transcurso de la cual decretó la abolición del tributo indígena estando en Ayacucho (5
de julio de 1854), y la libertad de los esclavos negros estando en Huancayo (5 de
diciembre del mismo año). Triunfó finalmente en la batalla de La Palma, el 5 de enero de
1855. Asumió entonces como Presidente Provisorio, apoyado por los liberales. Convocó a
un Congreso Constituyente, que proclamó la Constitución liberal de 1856, lo que ocasionó
la revolución conservadora de Vivanco, que derivó en la sangrienta Guerra Civil de 1856 a
1858. Al finalizar este conflicto, Ramón Castilla se apartó de los liberales y convocó a
un Congreso que lo ratificó como Presidente Constitucional, el 24 de octubre de 1858, para
un período de cuatro años. Dicho congreso fue relevado de sus funciones, instalándose
otro en 1860 de carácter constituyente, que ese mismo año discutió y promulgó una
nueva Constitución, de carácter moderado, que vendría a ser la Carta Política de mayor
vigencia en la historia del Perú, ya que rigió hasta 1920. Al igual que en su primer
gobierno, en este segundo Castilla hizo una buena labor, modernizando al país y
estableciendo la supremacía del Perú en el continente, defendiendo su integridad territorial
durante el conflicto con el Ecuador de 1859 a 1860. Fue también la época
del boom del guano, que se convirtió en la principal fuente de recursos del Estado. Tras
terminar su gobierno, ejerció interinamente el poder por unos días, en abril de 1863. Fue
elegido senador por Tarapacá y presidente del Senado en 1864, y ante el conflicto
con España, criticó el Tratado Vivanco-Pareja, por lo que fue desterrado
en 1865 a Gibraltar por el gobierno de Juan Antonio Pezet. Vuelto a Lima en 1866, se
radicó en Tarapacá, donde encabezó una revolución contra el presidente Mariano Ignacio
Prado en defensa de la Constitución de 1860, pero falleció en el valle de Tiliviche en 1867
a los 69 años de edad. «Redentor del indio, libertador del negro, fundador de la libertad de
prensa, demoledor del cadalso político», así evocó el diario El Comercio la memoria de
Castilla.1
Bajo de cuerpo, Castilla tenía una constitución de hierro y admirable resistencia física. Su continente
marcial acompañado de una mirada penetrante, le daba aire de superioridad. Valiente y rápido en la
acción, era excelente capitán y se conquistaba el afecto del soldado. Conocedor de los hombres
intuitivamente, sabía la manera de gobernarlos. Su energía irresistible y su gran fuerza de voluntad
lo elevaron sobre la multitud de caudillos de la primera etapa de nuestra vida republicana.
Carlos Wiesse13
Mariscal Ramón Castilla, patriota esforzado que se consagró por entero a la grandeza de la nación,
la cual él soñaba unida, próspera y fuerte. Comenzó a gobernar cuando ya había alcanzado esa
madurez que dan los años y la experiencia del trato con los hombres. Castilla no era una persona
imaginativa, pero vivía de realidades. Tenía un innato talento práctico y un espíritu penetrante. Era
un hombre rudo y tosco, sus maneras ciertamente distaban de ser elegantes. Su amigo, el mariscal
Nieto, decía que Castilla era «terco y de indomable carácter»; a veces dio muestras de
magnanimidad y liberalidad, pero en la dictadura fue implacable con sus enemigos, a los que aplastó
sin piedad y no sin rasgos de mezquina política, debido sobre todo a las difíciles circunstancias que
tuvo que afrontar en el poder. Tenía en su haber dos cosas importantes: la una, conocer a la
perfección el territorio peruano y el de las vecinas repúblicas, y la otra, haber tratado a casi todos los
caudillos políticos de la época, de ahí que nadie le aventajase en la, conducción del gobierno.
Durante su gobierno comenzó la era del progreso en el Perú.
Rubén Vargas Ugarte14
Infancia[editar]
Nació en el poblado de San Lorenzo de Tarapacá el 31 de agosto de 1797, durante
el Virreinato del Perú. Fue hijo del porteño Pedro de Castilla y Manzano y de Juana
Marquesado y Romero. Su abuelo paterno, el español Pedro Pablo Castilla, fue empleado
de hacienda durante el virreinato. Mientras que su abuelo materno, el genovés Giovanni
Batistta Marchese (quien castellanizó su nombre a Juan Bautista Marquesado) fue coronel
del Ejército Realista de España. Ramón, durante su niñez, ayudó como leñador a su
padre, e hizo viajes al desierto para recoger ramas secas de algarrobos. Confiado a la
custodia de su hermano Leandro, pasó a Lima en 1810 y luego a la ciudad chilena
de Concepción.
Carrera militar[editar]
En el ejército realista[editar]
En 1812, se enroló junto con su hermano Leandro, en el ejército realista.15 Contaba
entonces con quince años. Participó activamente en las campañas contra la patria vieja
chilena. Tras la derrota de los insurrectos independentistas recibió en Santiago, en 1816,
el despacho de cadete efectivo en el regimiento de caballería Dragones de la Frontera.16
A los veinte años, como oficial de escolta del Brigadier Casimiro Marcó del Pont en el
ejército español, cayó prisionero con él tras la Batalla de Chacabuco el 12 de
febrero de 1817en la hacienda "Las Tablas" cercana a El Quisco. Enviado al campo de
detención de Las Bruscas en Buenos Aires, logró escapar junto al también prisionero
realista Fernando Cacho. Pasó a Montevideo y de allí viajó a Río de Janeiro, desde donde
retornó al Perú atravesando las selvas del Mato Grosso (Brasil) hasta Santa Cruz de la
Sierra (actual Bolivia), y de allí a Lima, en una marcha a pie que duró 5 meses
atravesando 7 mil millas, muchas veces por territorios salvajes, y que resultó de por si una
hazaña no repetida. Reintegrado al ejército realista, en 1820 recibió el grado de alférez y
continuó en filas realistas, sumándose al regimiento de Dragones de la Unión que
guarnecía Arequipa. Sin embargo, tras la proclamación de la independencia del Perú, se
unió al ejército patriota al mando del general José de San Martín, a principios de 1822.
En el ejército patriota[editar]
Fue incorporado a un escuadrón de la Legión Peruana de la Guardia (que luego se llamó
los Húsares de Junín), que se hallaba entonces en formación. Trabajó intensamente en el
reclutamiento e instrucción de voluntarios. Tras la renuncia de San Martín como Protector
del Perú, se puso a las órdenes del nuevo gobierno establecido en Lima. Por sus servicios
en la organización de tropas peruanas, fue ascendido a mayor y luego a teniente coronel
de caballería.
Sirvió lealmente al presidente José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, hasta que se
enteró que éste había intentado negociar con los españoles, por lo que secundó al
coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente en su apresamiento, en noviembre de 1823. Se
puso luego al servicio de la dictadura de Bolívar, que preparaba la campaña final de la
independencia, pero al negarse a cumplir la orden de Bolívar de entregar sus fuerzas al
teniente coronel venezolano Trinidad Morán fue arrestado y engrilletado. Se le liberó con la
condición de que se presentara ante el jefe de la división peruana, José de La Mar, para
que éste lo destinara como tuviera conveniente. La Mar lo incorporó como ayudante del
estado mayor del ejército unido libertador.
La Batalla de Ayacucho, donde Castilla tuvo una destacada actuación, al punto de ser mencionado
por Sucre en el parte respectivo, «juzgándolo muy digno de una distinción singular».
No participó en la batalla de Junín, pero supo que esta acción fue decidida por la caballería
formada por sus esfuerzos, e hizo la campaña que culminó en la batalla de Ayacucho,
donde fue el primer combatiente que penetró en campo realista y sufrió heridas de bala y
lanza al transmitir las órdenes del comando,17 y Sucre lo mencionó elogiosamente en el
parte respectivo.18 Por tal actuación ascendió a teniente coronel efectivo. En el hospital de
sangre donde fue conducido para atender sus heridas tendría ocasión de reencontrarse
con su hermano Leandro quien habíase mantenido leal a la causa del rey y como él
también había resultado herido.1920 En 1825 pidió licencia para visitar a su familia en su
provincia natal, y a su paso por Arequipa conoció personalmente a Simón Bolívar, quien
como recompensa a sus servicios lo nombró subprefecto de la provincia de Tarapacá. En
Arequipa contrajo matrimonio con Francisca Diez Canseco.
Por entonces el Perú se debatía en una anarquía militar y Castilla se propuso acabar con
las guerras de facciones y restablecer el imperio de la Constitución de 1839, contando con
la alianza de los generales Domingo Nieto y Manuel de Mendiburu. La meta de esta
“revolución constitucionalista” iniciada en Tacna el 17 de mayo de 1843 era acabar con el
gobierno de facto del Directorio encabezado por Vivanco y restablecer a la autoridad
legítima, es decir, a Manuel Menéndez, el mismo que sucediera a Gamarra en 1841, en su
calidad de presidente del Consejo de Estado (cargo equivalente a vicepresidente).
Las primeras victorias sobre las fuerzas vivanquistas se obtuvieron en Pachía, cerca de
Tacna, el 29 de agosto de 1843 y en San Antonio, cerca de Moquegua, el 28 de octubre.
Con los generales Domingo Nieto y José Félix Iguaín, Castilla integró el 3 de
septiembre de ese año una Junta de Gobierno Provisorio en el Cuzco, cuya presidencia
asumió tras el fallecimiento de Nieto, el 17 de febrero de 1844.
Un episodio de esta guerra fue la llamada “Semana Magna”, en la que el prefecto de
Lima Domingo Elías, hasta entonces leal a Vivanco, se alzó contra el Directorio y organizó
la defensa de la capital ante la amenaza de las fuerzas vivanquistas comandadas por José
Rufino Echenique. Pero este ataque no se produjo porque Felipe Pardo y Aliaga advirtió a
Echenique que Vivanco y Castilla se preparaban para un encuentro definitivo cerca de
Arequipa. En efecto, los