Sie sind auf Seite 1von 7

Ramón Castilla y Marquesado (San Lorenzo de Tarapacá, 31 de agosto de 1797-

Tiliviche, Tarapacá, 30 de mayo de 1867) fue


un militar, estadista y político peruano, presidente del Perú en los períodos de 1845 a 1851
(como presidente constitucional) y de 1855 a 1862 (inicialmente como presidente
provisorio y luego constitucional).
En 1863 asumió también por unos días la presidencia provisoria, por fallecimiento del
presidente Miguel de San Román. Gobernó en total 12 años, siendo el presidente que más
años rigió en el Perú republicano, después de Augusto B. Leguía. Es considerado el primer
presidente progresista e innovador de la República peruana,1 y a decir del
historiador Jorge Basadre, con él empezó realmente el período republicano en el Perú,
pues sus antecesores habían dedicado más tiempo a las guerras y contiendas civiles.
Sus importantes reformas en la política y la sociedad de su tiempo confirman estos
asertos; la más recordada de sus obras es la manumisión de los esclavos negros,
decretada oficialmente en 1854.2 Pero también dio la ley de la libertad de prensa;3 abolió el
tributo indígena;4 abolió la pena de muerte;5 fundó el servicio diplomático;6 reformó la
administración pública;7 estableció el presupuesto;8 pagó la deuda externa e interna;
organizó el Consejo de Ministros, creando su presidencia;9 inició la reforma educativa
abandonando los moldes coloniales; modernizó el ejército; creó una fuerza naval
respetable.
Su mandato coincidió con la introducción de varios adelantos técnicos en el Perú como el
telégrafo;10 el alumbrado a gas;11 y los ferrocarriles. Ramón Castilla también inició el
desarrollo de la Amazonía peruana,12 entre otras obras. Es considerado como el patrón del
Arma de Caballería del Ejército Peruano.

Índice

 1Biografía
 2Descripción física y psicológica
 3Infancia
 4Carrera militar
o 4.1En el ejército realista
o 4.2En el ejército patriota
o 4.3En las guerras y revoluciones republicanas
 5La revolución constitucionalista de 1843-1844
 6Elecciones de 1845
 7Primera Presidencia Constitucional (1845-1851)
 8Aspecto económico
o 8.1La defensa nacional
o 8.2Política internacional americanista
o 8.3Aspecto educativo
o 8.4Aspecto intelectual
o 8.5Otras obras
o 8.6Elecciones de 1850
 9La revolución liberal de 1854
 10Presidencia Provisoria (1855-1858)
o 10.1La Constitución Liberal de 1856
o 10.2Guerra civil de 1856-1858
 11Segunda Presidencia Constitucional (1858-1862)
o 11.1La Constitución moderada de 1860
o 11.2Auge del guano
o 11.3La obra educacional
o 11.4Política americanista
o 11.5Desarrollo de la Amazonía
o 11.6Defensa nacional
o 11.7Guerra con el Ecuador
o 11.8Otras obras y hechos importantes
o 11.9Las elecciones de 1862
 12Presidencia Provisoria (1863)
 13Últimos años
 14Descendencia
 15Efigie de Castilla
 16La casa de Castilla
 17Homenajes
 18Referencias
 19Bibliografía
 20Véase también
 21Enlaces externos

Biografía[editar]
Era originario de Tarapacá, en la jurisdicción del Virreinato del Perú. Comenzó su carrera
militar muy joven, en el ejército realista que fue derrotado en la batalla de Chacabuco.
Llevado prisionero a Buenos Aires, obtuvo permiso para salir del país y pasó a Brasil,
desde donde se encaminó de regreso al Perú. Reincorporado en el ejército español, al año
siguiente de la proclamación de la independencia del Perú se plegó al ejército patriota.
Contribuyó en la formación del cuerpo de caballería de la Legión Peruana, que luego se
llamó los Húsares de Junín, y se destacó en la batalla de Ayacucho, en 1824. Siguió luego
una ascendente carrera militar y política, participando en las guerras y revoluciones de la
naciente República Peruana, y ocupando los más altos puestos públicos en los gobiernos
de Agustín Gamarra y Luis José de Orbegoso. En 1836, poco antes del establecimiento de
la Confederación Perú Boliviana, pasó a Chile, desde donde volvió con las expediciones
restauradores que pusieron fin a dicho proyecto político. Sirvió como ministro de guerra del
segundo gobierno de Gamarra, a quien acompañó en la campaña a Bolivia, hasta su fin en
la batalla de Ingavi en 1841. Tomado prisionero por los bolivianos, fue liberado al firmarse
la paz en 1842, regresando a su país, convulsionado entonces por la anarquía militar. Se
propuso entonces restablecer el imperio de la Constitución y a las autoridades legítimas,
encabezando una revolución constitucionalista contra el gobierno de facto de Manuel
Ignacio de Vivanco, que triunfó finalmente en la batalla de Carmen Alto, en 1844. Tras el
gobierno interino de Manuel Menéndez asumió la presidencia constitucional de la
República en 1845, hasta 1851, seis años en total, en los cuales organizó al país y realizó
muchas obras en todos los campos, con el respaldo de las rentas producidas por la
riqueza guanera. El Perú entró entonces en una etapa de paz y progreso interno, así como
de poderío y prestigio internacional. Esta política no fue seguida por su sucesor, el
general Echenique, bajo cuyo gobierno estalló el escándalo de la consolidación de la
deuda interna, lo que obligó a Castilla a encabezar la llamada Revolución Liberal de 1854,
en el transcurso de la cual decretó la abolición del tributo indígena estando en Ayacucho (5
de julio de 1854), y la libertad de los esclavos negros estando en Huancayo (5 de
diciembre del mismo año). Triunfó finalmente en la batalla de La Palma, el 5 de enero de
1855. Asumió entonces como Presidente Provisorio, apoyado por los liberales. Convocó a
un Congreso Constituyente, que proclamó la Constitución liberal de 1856, lo que ocasionó
la revolución conservadora de Vivanco, que derivó en la sangrienta Guerra Civil de 1856 a
1858. Al finalizar este conflicto, Ramón Castilla se apartó de los liberales y convocó a
un Congreso que lo ratificó como Presidente Constitucional, el 24 de octubre de 1858, para
un período de cuatro años. Dicho congreso fue relevado de sus funciones, instalándose
otro en 1860 de carácter constituyente, que ese mismo año discutió y promulgó una
nueva Constitución, de carácter moderado, que vendría a ser la Carta Política de mayor
vigencia en la historia del Perú, ya que rigió hasta 1920. Al igual que en su primer
gobierno, en este segundo Castilla hizo una buena labor, modernizando al país y
estableciendo la supremacía del Perú en el continente, defendiendo su integridad territorial
durante el conflicto con el Ecuador de 1859 a 1860. Fue también la época
del boom del guano, que se convirtió en la principal fuente de recursos del Estado. Tras
terminar su gobierno, ejerció interinamente el poder por unos días, en abril de 1863. Fue
elegido senador por Tarapacá y presidente del Senado en 1864, y ante el conflicto
con España, criticó el Tratado Vivanco-Pareja, por lo que fue desterrado
en 1865 a Gibraltar por el gobierno de Juan Antonio Pezet. Vuelto a Lima en 1866, se
radicó en Tarapacá, donde encabezó una revolución contra el presidente Mariano Ignacio
Prado en defensa de la Constitución de 1860, pero falleció en el valle de Tiliviche en 1867
a los 69 años de edad. «Redentor del indio, libertador del negro, fundador de la libertad de
prensa, demoledor del cadalso político», así evocó el diario El Comercio la memoria de
Castilla.1

Descripción física y psicológica[editar]

Ramón Castilla, como Presidente del Perú.

Bajo de cuerpo, Castilla tenía una constitución de hierro y admirable resistencia física. Su continente
marcial acompañado de una mirada penetrante, le daba aire de superioridad. Valiente y rápido en la
acción, era excelente capitán y se conquistaba el afecto del soldado. Conocedor de los hombres
intuitivamente, sabía la manera de gobernarlos. Su energía irresistible y su gran fuerza de voluntad
lo elevaron sobre la multitud de caudillos de la primera etapa de nuestra vida republicana.
Carlos Wiesse13

Mariscal Ramón Castilla, patriota esforzado que se consagró por entero a la grandeza de la nación,
la cual él soñaba unida, próspera y fuerte. Comenzó a gobernar cuando ya había alcanzado esa
madurez que dan los años y la experiencia del trato con los hombres. Castilla no era una persona
imaginativa, pero vivía de realidades. Tenía un innato talento práctico y un espíritu penetrante. Era
un hombre rudo y tosco, sus maneras ciertamente distaban de ser elegantes. Su amigo, el mariscal
Nieto, decía que Castilla era «terco y de indomable carácter»; a veces dio muestras de
magnanimidad y liberalidad, pero en la dictadura fue implacable con sus enemigos, a los que aplastó
sin piedad y no sin rasgos de mezquina política, debido sobre todo a las difíciles circunstancias que
tuvo que afrontar en el poder. Tenía en su haber dos cosas importantes: la una, conocer a la
perfección el territorio peruano y el de las vecinas repúblicas, y la otra, haber tratado a casi todos los
caudillos políticos de la época, de ahí que nadie le aventajase en la, conducción del gobierno.
Durante su gobierno comenzó la era del progreso en el Perú.
Rubén Vargas Ugarte14
Infancia[editar]
Nació en el poblado de San Lorenzo de Tarapacá el 31 de agosto de 1797, durante
el Virreinato del Perú. Fue hijo del porteño Pedro de Castilla y Manzano y de Juana
Marquesado y Romero. Su abuelo paterno, el español Pedro Pablo Castilla, fue empleado
de hacienda durante el virreinato. Mientras que su abuelo materno, el genovés Giovanni
Batistta Marchese (quien castellanizó su nombre a Juan Bautista Marquesado) fue coronel
del Ejército Realista de España. Ramón, durante su niñez, ayudó como leñador a su
padre, e hizo viajes al desierto para recoger ramas secas de algarrobos. Confiado a la
custodia de su hermano Leandro, pasó a Lima en 1810 y luego a la ciudad chilena
de Concepción.

Carrera militar[editar]
En el ejército realista[editar]
En 1812, se enroló junto con su hermano Leandro, en el ejército realista.15 Contaba
entonces con quince años. Participó activamente en las campañas contra la patria vieja
chilena. Tras la derrota de los insurrectos independentistas recibió en Santiago, en 1816,
el despacho de cadete efectivo en el regimiento de caballería Dragones de la Frontera.16
A los veinte años, como oficial de escolta del Brigadier Casimiro Marcó del Pont en el
ejército español, cayó prisionero con él tras la Batalla de Chacabuco el 12 de
febrero de 1817en la hacienda "Las Tablas" cercana a El Quisco. Enviado al campo de
detención de Las Bruscas en Buenos Aires, logró escapar junto al también prisionero
realista Fernando Cacho. Pasó a Montevideo y de allí viajó a Río de Janeiro, desde donde
retornó al Perú atravesando las selvas del Mato Grosso (Brasil) hasta Santa Cruz de la
Sierra (actual Bolivia), y de allí a Lima, en una marcha a pie que duró 5 meses
atravesando 7 mil millas, muchas veces por territorios salvajes, y que resultó de por si una
hazaña no repetida. Reintegrado al ejército realista, en 1820 recibió el grado de alférez y
continuó en filas realistas, sumándose al regimiento de Dragones de la Unión que
guarnecía Arequipa. Sin embargo, tras la proclamación de la independencia del Perú, se
unió al ejército patriota al mando del general José de San Martín, a principios de 1822.

En el ejército patriota[editar]
Fue incorporado a un escuadrón de la Legión Peruana de la Guardia (que luego se llamó
los Húsares de Junín), que se hallaba entonces en formación. Trabajó intensamente en el
reclutamiento e instrucción de voluntarios. Tras la renuncia de San Martín como Protector
del Perú, se puso a las órdenes del nuevo gobierno establecido en Lima. Por sus servicios
en la organización de tropas peruanas, fue ascendido a mayor y luego a teniente coronel
de caballería.
Sirvió lealmente al presidente José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, hasta que se
enteró que éste había intentado negociar con los españoles, por lo que secundó al
coronel Antonio Gutiérrez de la Fuente en su apresamiento, en noviembre de 1823. Se
puso luego al servicio de la dictadura de Bolívar, que preparaba la campaña final de la
independencia, pero al negarse a cumplir la orden de Bolívar de entregar sus fuerzas al
teniente coronel venezolano Trinidad Morán fue arrestado y engrilletado. Se le liberó con la
condición de que se presentara ante el jefe de la división peruana, José de La Mar, para
que éste lo destinara como tuviera conveniente. La Mar lo incorporó como ayudante del
estado mayor del ejército unido libertador.
La Batalla de Ayacucho, donde Castilla tuvo una destacada actuación, al punto de ser mencionado
por Sucre en el parte respectivo, «juzgándolo muy digno de una distinción singular».

No participó en la batalla de Junín, pero supo que esta acción fue decidida por la caballería
formada por sus esfuerzos, e hizo la campaña que culminó en la batalla de Ayacucho,
donde fue el primer combatiente que penetró en campo realista y sufrió heridas de bala y
lanza al transmitir las órdenes del comando,17 y Sucre lo mencionó elogiosamente en el
parte respectivo.18 Por tal actuación ascendió a teniente coronel efectivo. En el hospital de
sangre donde fue conducido para atender sus heridas tendría ocasión de reencontrarse
con su hermano Leandro quien habíase mantenido leal a la causa del rey y como él
también había resultado herido.1920 En 1825 pidió licencia para visitar a su familia en su
provincia natal, y a su paso por Arequipa conoció personalmente a Simón Bolívar, quien
como recompensa a sus servicios lo nombró subprefecto de la provincia de Tarapacá. En
Arequipa contrajo matrimonio con Francisca Diez Canseco.

En las guerras y revoluciones republicanas[editar]


Como subprefecto de Tarapacá se opuso a la Constitución Vitalicia de Bolívar y al
proyecto político de crear la Federación de los Andes. Al frustrarse la reunión del
Congreso, se decidió que dicha Constitución se aprobaría a través de los Colegios
Electorales. Todos la aprobaron, menos el de Tarapacá, debido a la oposición de Castilla
(1826).
Finalizada ya la influencia bolivariana y establecido el gobierno de José de La Mar, ante el
inminente conflicto con la Gran Colombia fue trasladado a Arequipa, con la misión de
organizar la reserva; allí sorprendió una conspiración tramada por los partidarios del
presidente de Bolivia Andrés de Santa Cruz para segregar los departamentos del sur, en
agosto de 1829, y actuó como fiscal en la causa seguida contra ellos. Ascendido a coronel,
pasó a Lima en 1830. El presidente Agustín Gamarra lo nombró su edecán y en su
compañía partió hacia Cuzco para combatir a la revolución federalista iniciada por el
coronel Gregorio Escobedo, que fue sofocada el mismo día por los mismos cuzqueños. No
obstante, Castilla continuó hasta la frontera con Bolivia y asumió la jefatura de Estado
Mayor en la división de reserva que guarnecía la región; finalmente, el conflicto con Bolivia
se resolvió con la paz de Tiquina, el 25 de agosto de 1831.
Ya de vuelta a Lima, Castilla censuró la política seguida por el presidente Gamarra y fue
acusado de conspirador. Apresado, fue recluido primero en la Fortaleza del Real Felipe y
luego en un pontón anclado en el Callao; pero enfermó y fue trasladado al hospital, de
donde fugó a Chile, en marzo de 1833.
Reapareció en Tarapacá, donde respaldó la proclamación del general Luis José de
Orbegoso como presidente provisorio. Pasó a Arequipa y al estallar la rebelión del
general Pedro Pablo Bermúdez se mantuvo leal al gobierno y participó en la batalla de
Cangallo, librada el 6 de abril de 1834. Restablecida la paz interna, fue ascendido
a General de Brigada.
El presidente Agustín Gamarra, a quien Castilla sirvió hasta su muerte en la batalla de Ingavi.

Fue nombrado prefecto y comandante general del departamento de Puno el 20 de junio de


1834, pero se vio obligado a renunciar el 24 de marzo de 1835 cuando allí se abrió paso la
tendencia federalista. Pasó a Arequipa, para ponerse a órdenes del gobierno de Orbegoso,
quien enfrentaba entonces la sublevación del general Felipe Santiago Salaverry; asumió la
secretaria general de dicho gobierno y la jefatura de Estado Mayor. Pero cuando Orbegoso
pactó el 15 de junio de 1835 la intervención boliviana para restaurar su autoridad en todo
el país, Castilla se apartó de él. Pasó entonces a Lima, donde ofreció sus servicios a
Salaverry, pero cuando éste no quiso comprometerse a favorecer una restauración
constitucional, viajó a Chile, en febrero de 1836.
En Chile, Castilla conformó el grupo de emigrados peruanos que se oponían al proyecto de
la Confederación Perú-Boliviana y que esperaban retornar con el apoyo de una fuerza
expedicionaria chilena, que el omnipotente ministro chileno Diego Portales alistaba
meticulosamente. Pero un grupo de oficiales chilenos se mostró contrario a ir al Perú y se
sublevó en Quillota el 3 de junio de 1837, apresando a Portales. A las fuerzas chilenas
enviadas a debelar la sublevación se sumó Castilla al mando de los “Coraceros de Junín”,
cuerpo integrado por 150 voluntarios peruanos. Los amotinados fueron derrotados en
el combate del Cerro Barón, pero Portales resultó asesinado; no obstante, los planes de
guerra del gobierno chileno siguieron su curso.
Desde Chile se enviaron hacia el Perú dos Expediciones Restauradoras, conformadas por
ejércitos aliados chilenos y peruanos (Ejército Unido Restaurador), a las que se sumó
Castilla. La primera expedición fracasó en Arequipa, pero la segunda, comandada por el
general chileno Manuel Bulnes y el peruano Agustín Gamarra, logró su objetivo. En esta
última expedición Castilla peleó en el combate de Portada de Guías del 27 de
agosto de 1838, y en la definitiva batalla de Yungay del 20 de enero de 1839, donde su
energía y su visión táctica evitaron la retirada de los restauradores y decidieron su triunfo.
A propósito, se dice que cuando el general Bulnes ordenó la retirada con estas palabras:
«Nos han sobado, retirémonos a San Miguel donde podremos proseguir el ataque»,
Castilla, que comandaba la caballería, le respondió: «No hemos venido a correr», y
tomando unos batallones los condujo a la boca de la quebrada de Áncash y fue así como
decidió el triunfo de los restauradores.21 Por su brillante actuación se hizo merecedor a su
inmediato ascenso a General de División.
En el segundo gobierno de Gamarra fue ministro de guerra, de 1839 a 1840, y como tal
contribuyó a pacificar el país y a restablecer el orden administrativo. Fue enviado a sofocar
la revolución regeneracionista iniciada en Arequipa por el coronel Manuel Ignacio de
Vivanco, a quien derrotó en Cuevillas el 6 de abril de 1841; esto fue el inicio de una de las
más enconadas rivalidades republicanas: Castilla versus Vivanco.
Como jefe de Estado Mayor Castilla acompañó al presidente Gamarra en la guerra contra
Bolivia, combatiendo tenazmente en la batalla de Ingavi el 18 de noviembre de 1841,
donde falleció Gamarra. Hecho prisionero en el campo de batalla, fue conducido a pie
hasta Oruro, de donde fue trasladado a Cochabamba y luego a Santa Cruz de la Sierra.
Firmada la paz con Bolivia, retornó al Perú, arribando a Tacna el 5 de
septiembre de 1842.2223

La revolución constitucionalista de 1843-1844[editar]


Artículo principal: Guerra civil peruana de 1843-1844

Por entonces el Perú se debatía en una anarquía militar y Castilla se propuso acabar con
las guerras de facciones y restablecer el imperio de la Constitución de 1839, contando con
la alianza de los generales Domingo Nieto y Manuel de Mendiburu. La meta de esta
“revolución constitucionalista” iniciada en Tacna el 17 de mayo de 1843 era acabar con el
gobierno de facto del Directorio encabezado por Vivanco y restablecer a la autoridad
legítima, es decir, a Manuel Menéndez, el mismo que sucediera a Gamarra en 1841, en su
calidad de presidente del Consejo de Estado (cargo equivalente a vicepresidente).
Las primeras victorias sobre las fuerzas vivanquistas se obtuvieron en Pachía, cerca de
Tacna, el 29 de agosto de 1843 y en San Antonio, cerca de Moquegua, el 28 de octubre.
Con los generales Domingo Nieto y José Félix Iguaín, Castilla integró el 3 de
septiembre de ese año una Junta de Gobierno Provisorio en el Cuzco, cuya presidencia
asumió tras el fallecimiento de Nieto, el 17 de febrero de 1844.
Un episodio de esta guerra fue la llamada “Semana Magna”, en la que el prefecto de
Lima Domingo Elías, hasta entonces leal a Vivanco, se alzó contra el Directorio y organizó
la defensa de la capital ante la amenaza de las fuerzas vivanquistas comandadas por José
Rufino Echenique. Pero este ataque no se produjo porque Felipe Pardo y Aliaga advirtió a
Echenique que Vivanco y Castilla se preparaban para un encuentro definitivo cerca de
Arequipa. En efecto, los

Das könnte Ihnen auch gefallen