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DEL BURRO A LA BURRA

Desde el primer momento de su existencia, el hombre se mueve, anda y desplaza,


quiere ir cada vez más lejos, y para satisfacer sus propósitos, indudablemente tiene
que inventar.

Así es como la evolución del hombre hizo que no se conformara con los transportes
terrestres, pues quería cruzar los mares, de manera que también inventó los
transportes marítimos para navegar por las aguas. Pero con el paso del tiempo,
necesitó inventar un medio más veloz, que surcara tierra y agua. Además desde la
antigüedad hubo un afán de imitar a las aves en su desplazamiento. Y allí no se
detuvo su afán de explorar, pronto se logran naves y cohetes para recorrer el
espacio, y viajar hacia el satélite de la Tierra y hacia planetas distantes.
Todo el mundo viaja más lejos y más deprisa. Esta tendencia, favorecida por los
niveles crecientes de bienestar, origina cambios en las técnicas de transporte
predominantes.
¿Cuánto viajará la gente en el futuro? ¿Qué medios de transporte se usarán? Las
respuestas que se den a estas preguntas son decisivas para planear las
infraestructuras y para estimar las consecuencias de la movilidad. Ayudarán a las
sociedades a anticipar problemas ambientales tales como la lluvia ácida regional y
el calentamiento global, que en parte están causados por las emisiones de los
medios de transporte. También resultan esenciales para estimar las dimensiones
futuras de los mercados de elementos de transporte: aviones, automóviles,
autobuses y trenes.
El hombre es un ser de curiosidad insaciable que lo largo de su existencia no ha
descansado hasta lograr el dominio del medio que le rodea. De moverse con sus
propios pies llegó a surcar los mares y el cielo recorriendo distancias que alguna
vez fueron inimaginables.

Ante una visión tradicional del transporte que analiza y estudia mucho más el
movimiento que el lugar, donde persiste la convicción de que la vida pasa en los
sitios, pero nada significativo puede suceder durante el trayecto, donde el espacio
y el tiempo de los desplazamientos son costes que hay que reducir o superar; frente
a todo ello comienza a desarrollarse una visión diferente.

Se explica un nuevo concepto de movilidad tras escalar que reformula las


delimitaciones del territorio. Desaparecen unos umbrales pero aparecen otros
según sea el tipo de movilidad; si cogemos un avión que haga escalas vemos que
ha cambiado el concepto de la frontera territorial (los aeropuertos tienen zonas
francas por donde circulan los pasajeros y las mercancías de múltiples países), otro
ejemplo lo encontramos con las fronteras estatales de Europa occidental pues en
muchas ocasiones quedan desdibujadas cuando vamos en coche y no nos damos
cuenta que ya hemos pasado de un Estado a otro, sin embargo aparecen otras
delimitaciones, como por ejemplo las divisiones tarifarias del transporte público en
base al territorio, donde los usuarios visualizan esos nuevos límites por encima de
los tradicionales términos municipales.
En el nuevo modelo de movilidad el lugar ya no es sólo origen y destino de nuestro
viaje, sino que adquiere el atributo de escala o etapa en nuestra constante
circulación, donde el tiempo de tránsito adquiere un nuevo valor.
La nueva movilidad amplía los usos que nos aporta el transporte con el valor
intrínseco que tiene el desplazamiento de un sitio a otro y descubre valores como la
religancia que no es otra cosa que las nuevas relaciones que podemos tener
mientras viajamos, sean casuales o propiciadas, así como las oportunidades que
podemos descrubrir no sólo al relacionarnos con otras personas sino también con
los entornos por los que nos desplazamos o la adherencia al territorio que aportan
los modos de transporte activos: caminar, ir en bicicleta, patinar, deslizarse por la
nieve... que nos permiten establecer más fácilmente una relación sensitiva y
emocional -positiva o negativa- con todo aquello que nos rodea.
George Amar nos indica que el movimiento ya no es sólo un instrumento para
conseguir algo, el movimiento es un fin en sí mismo, un atributo con el que nos
estamos refiriendo a las personas, a los bienes, a la energía e incluso a la
información.
La movilidad física tradicionalmente nos ha servido para conquistar nuevos
territorios, ahora tenemos además la movilidad digital, que nos abre nuevos ámbitos
virtuales por explorar, donde la forma de desplazarnos también va a ser totalmente
novedosa.

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