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A favor de la pena de muerte suele alegarse bien que es una pena justa y moral (argumento
ético), bien que es una pena eficaz para prevenir delitos (argumento utilitarista), bien el
argumento religioso o de autoridad:
Argumentos éticos
Justicia
Es la única pena justa para determinados delitos atroces (asesinato, violación de niños...), sobre
todo los que privan a otros de sus vidas, que son bienes irremplazables.
Argumentos utilitaristas
La pena de muerte es la única pena posible o la más eficaz para impedir determinados delitos.
Prevención general
La pena de muerte previene nuevos delitos, sobre todo cuando es comúnmente conocida su
aplicabilidad y se publicita su aplicación efectiva (con noticias sobre ejecuciones, ejecuciones
públicas, o retransmisiones televisadas): Asusta a los posibles futuros autores de los delitos
castigados con ella más eficazmente que otro tipo de penas, previniendo así mejor esos delitos
que otros tipos de pena que infunden menos miedo a los criminales.
Prevención específica
Además, evita que los criminales ejecutados puedan estar nuevamente en situación de cometer
más delitos, por ejemplo fugándose de la prisión. Determinados delincuentes encerrados en
prisión pueden continuar siendo peligrosos, ya sea para los demás reclusos o funcionarios de
prisiones, ya sea para la población en general (jefes de bandas terroristas o mafiosas). Mantener
a ciertos criminales en prisión puede estimular a bandas criminales a liberarlos por la fuerza o
por métodos extorsivos.
Estado de necesidad
En situaciones de guerra, en las que el Estado está en una situación de necesidad, aunque la
pena sea extremadamente dura para los delitos por los que se la aplica, que normalmente no
serían merecedores de ella es la única pena eficaz para impedir deserciones, actos de cobardía,
traiciones, derrotismo, o contrabando, pues de otro modo, los autores de tales crímenes podrían
preferir la cárcel a arriesgarse a morir en el campo de batalla, o los traidores podrían esperar ser
salvados por el enemigo si saliera finalmente triunfante. (Este argumento no justifica
directamente la pena de muerte con carácter general, pero la admite o comprende basándose
en una situación de necesidad que hace variar las reglas provisionalmente).