Satanás es el jefe de todos los demonios, es la perversa “serpiente antigua” que
tentó a Adán y Eva en el Edén. Su poder e influencia sobre la Humanidad es tan grande que Jesucristo lo llamó “príncipe de este mundo” y “dios de este mundo”. Conocido como el “Padre de la Mentira”, Satanás tienta a los hombres de mil y una formas. Satanás o Satán, según la mayoría de fuentes incluyendo la perspectiva canónica del Cristianismo, no es otro que el mismo Lucifer. Así, “Satanás” o “Satán” se utilizan en general para designar al Diablo después de la caída [1] en tanto que “Lucifer” se usa generalmente para referirse al Diablo en su esplendor primigenio y previo a la caída. El nombre, derivado a partir del latín “Satāna”, tiene en realidad su raíz en el arameo, lo cual se debe a que “Satāna” se origina a partir del hebreo “satán”, término que significa “adversario”, “ enemigo” o “acusador”. El nombre “Satanás” en el Antiguo Testamento En cuanto a su aparición en el Antiguo Testamento, “Satanás” es un nombre que se ha introducido para reemplazar a la palabra hebrea “satán” en ciertos contextos; mientras, en los otros casos simplemente el vocablo “satán” ha sido traducido como “adversario”, “enemigo”, “acusador”, etc. El punto es que, en su forma original hebrea, cuando el Antiguo Testamento usó “satán” aplicado al Diablo, lo hizo no a manera de un simple nombre propio (como “Satanás” en nuestras traducciones) sino a manera de título nominal que aludía al rol (o a los roles) del Diablo. Por ello, si las traducciones hubiesen sido más fidedignas, entonces nos hallaríamos con expresiones como: “Adversario”, “Acusador”, “Enemigo”, etc. Esto es así ya que en el hebreo no existen mayúsculas pero evidentemente existen nombres propios; de modo que, por lo que se ha dicho hasta ahora, traducir “satán” como “Satanás” no es sino un artificio para convertir lo que era un título nominal en un nombre a secas, ya que en español, al igual que “David” o “Emmanuel”, no significa nada por sí mismo y solo cobra significado si se averigua su etimología…Lejos de ser una cuestión superflua, lo anterior es de gran importancia para entender la naturaleza de Satanás ya que nos permite ver que, para los judíos, el ser que nosotros conocemos como “Satanás” o “Satán” era un ser que cobraba individualidad y esencia a raíz de la oscura función que él y solo él desempeñaba en el marco de la relación entre Dios y los hombres… Concretizando, en versiones como la de la Reina Valera de 1960, el vocablo “satán” ha sido traducido 14 veces mientras que en 19 veces se ha elegido la opción del nombre propio “Satanás”; pero, como lo que interesa en este artículo es Satanás entendido como el Diablo, entonces solo nos ocuparemos de los casos en que “satán” se convirtió en “Satanás”. Esos casos son los siguientes: El Libro de Job Es el libro que más habla de Satanás en el Antiguo Testamento, 14 de las 19 menciones de Satanás en el Antiguo Testamento de la Reina Valera de 1960 están dentro de él. Éste, que para algunos habría sido el primer libro de la Biblia en escribirse (anterior incluso al Génesis), nos presenta la historia de un hombre que es virtuoso y que nunca le ha fallado a Dios. No obstante el Diablo convence a Dios para probar a Job bajo el argumento de que Job no le ha fallado porque solo ha obtenido prosperidad de Dios y que, en cuanto tenga enfermedad, miseria y otros males, no dudará en maldecirlo y por tanto le fallará. Cito: ‹‹Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová. Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa? Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida. Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza›› (Job 2:1-7). Como se ve, el libro no deja dudas de que ese Satanás es el Diablo pues se dice que salió de la presencia de Dios luego de hablar con él (por lo cual estaba en presencia de Dios) y, además, cuando Dios le preguntó de dónde venía él respondió que de rodear la tierra y andar por ella, lo cual da a entender que en poco tiempo dio la vuelta al mundo, cosa obviamente imposible para un ser humano. Ahora, lo anterior no basta para afirmar que es el Diablo pero, por sentido común y por la naturaleza de acusador que se sabe que tiene y que la tradición teológica le ha dado en gran parte a partir de este pasaje, no queda duda alguna sobre el hecho de que ese “adversario” era “El Adversario”…De ese modo, queda claro que el Libro de Job, a nivel teológico, representa a Satanás como un ser perverso que es suspicaz con la naturaleza humana y desea que Dios ponga a prueba al hombre a través de las vicisitudes de la vida. El libro de Zacarías La mención que aquí se hace de Satanás es ciertamente escueta pero tiene bastante peso por el carácter simbólico que se le ha dado. A saber: en un plano literal vemos a Satanás de forma pura en su papel de acusador, aquí él acusa al hombre ante Dios porque desea la condenación del hombre; mientras, el ángel del señor hace que le cambien las vestiduras y le den nuevas vestiduras limpias. Lo anterior, teológicamente hablando, representa lo siguiente: Satanás es el acusador de la Humanidad, el que quiere que Dios no le perdone sus pecados; no obstante, Jehová (Dios) se refiere a sí mismo en tercera persona porque la doctrina de la Trinidad está implícita en el pasaje en tanto que el “ángel de Jehová” representa a Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad: por ello, en última instancia el pasaje de Zacarías alude al hecho de que Satanás es quien acusa a la Humanidad (representada en Josué) y busca su condenación mientras que Dios, en su misericordia, purifica a la Humanidad de sus pecados (eso es el cambio de vestiduras) y la perdona volviéndola salva. El pasaje en cuestión es el que sigue (solo se lo menciona 3 veces): ‹‹Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala›› (Zacarías 3:1-2) Salmos 109, 6 En este salmo del rey David solo se lo menciona en esta línea: ‹‹Pon sobre él al impío, /y Satanás esté a su diestra››. Ciertamente es irrelevante su mención aquí si la comparamos con las menciones de los textos antes mencionados, sobre todo si tenemos en cuenta que probablemente, a diferencia de los casos anteriores, aquí los traductores pudieron haber abusado poniendo “Satanás” cuando, por el contexto del salmo, bien pudo haber ido “enemigo” o “adversario” como en tantos otros salmos del rey David en los que él habla de sus enemigos; esta, al menos, es la perspectiva de algunos grupos protestantes. En cuanto a su sentido teológico y dando por sentado que esté bien la traducción, la línea es obviamente una petición a Dios para que castigue al impío dándole la compañía constante de Satanás, actitud esta que incuestionablemente pertenece a la mentalidad sancionadora y revanchista del Antiguo Testamento. 1 Crónicas 21, 1 Aquí otra vez Satanás, al igual que en Job, busca que el hombre sea tentado para que así pueda ser castigado; solo que, a diferencia de Job, David sí cae en la tentación y así Satanás obtiene que Dios castigue a Israel en la cual mueren nada más y nada menos que 70000 israelitas inocentes que nada tenían que ver con el error del rey David…La línea en que Satanás se menciona es esta: ‹‹Satanás conspiró contra Israel e indujo a David a hacer un censo del pueblo››. Profundizando un poco mediante la interpretación teológica, este pasaje nos muestra que muchas veces Satanás tienta a los gobernantes para que cometan errores que luego habrán de repercutir en el bienestar de todo el pueblo; ya que, y consecuentemente con lo que enseña el profeta Ezequiel (la enseñanza de Ezequiel se sintetiza en que cada cual es responsable de su pecado y únicamente de su pecado), no podemos pensar que Dios haga pagar justos por pecadores, por lo cual habría que interpretar el pasaje de la manera dicha y dejar aquella situación como una excepción… Satanás en el Nuevo Testamento Aquí, a diferencia de en el apartado anterior, no nos centraremos tanto en el nombre “Satanás” como en la entidad que representa: el Diablo. La razón de esto es que, dejando de lado la presencia del Diablo en el Génesis, todo lo esencial que el Antiguo Testamento puede decir del Diablo después de su caída está presente en lo que son sus apariciones bajo el nombre de “Satanás”. Ahora bien, lo primero que hay que tener en cuenta es que es el Nuevo Testamento el que más importancia da al Demonio. De hecho es Jesucristo la figura bíblica que más habla del Diablo y prácticamente siempre lo hace llamándolo “Satanás”. Por ello los Evangelios constituyen el espacio bíblico en que por primera vez la figura del Diablo se desarrolla de manera detallada como un ser que en esencia busca oponerse a Dios al punto de ser un enemigo personal de su Hijo y por tanto de él mismo; en contraste, en el Antiguo Testamento el Diablo era básicamente un acusador y un tentador, un enemigo de la Humanidad que lógicamente era también enemigo de Dios pero no obstante era su papel de enemigo de la Humanidad (como acusador y tentador) el que cobraba relevancia bíblica. También es en los Evangelios donde por primera vez se complementa a la figura del Diablo con la teoría del infierno eterno al cual están destinados sus ángeles y todos aquellos que sigan el sendero de la oscuridad. Finalmente, son los Evangelios los que nos dan una descripción más detallada de la personalidad del Diablo (es homicida, es un mentiroso consumado) y de su poder (es “príncipe de este mundo”, tiene varios demonios a sus servicios). Pero todo lo anterior es en general, veamos pues ciertos aspectos puntuales. Los nombres y títulos de Satanás en el Nuevo Testamento Los nombres y títulos de Satanás expresan muchas veces su esencia y las actividades que éste ejerce en relación a Dios y a los hombres. El cardenal Jorge A. Medina Estévez nos da los siguientes dentro de una publicación suya titulada Satanás y su obra: Diablo (Apo, 12, 9; Jn. 8, 44); Demonio (Mt. 7, 22; Mc. 1, 34; Lc. 4, 41); Príncipe de este mundo (Jn. 12, 31; 14, 30; 16, 11); Príncipe de los demonios (Mt. 9, 34; 12, 24; Mc. 3, 22; Lc. 15, 15); Beelzebub (Mt. 10, 25; 12, 27; Mc. 3, 22; Lc. 1, 1, l5.18s); Mentiroso (Jn. 8, 44; 1 Jn. 2, 22); Padre de la mentira (Jn. 8, 44); Pecador desde el principio (1 Jn. 3, 8); Tentador (Mt. 4, 3; 1 Tes. 3, 5); Maligno o Malo (Mt. 5, 37; Jn. 17, 15; 1 Jn. 5, 18s; Ef. 6, 16); Espíritus inmundos o impuros (Mt. 12, 43; Mc. 1, 26; 9, 24; Lc. 9, 42); Homicida desde el principio (Jn. 8, 44): Señor de la muerte (Heb. 2, 14); Dragón (Apo. 12, 9); Serpiente antigua (Apo. 12, 9; ver Gén. 3, 1ss); Belial (2 Cor. 6, 15); Enemigo o Adversario (Mt. 13, 39; Zac. 3, 1s); Dios de este mundo (2 Cor. 4, 4); Poder de las tinieblas (Lc. 22, 53; Col. 1, 13); Seductor del mundo entero (Apo. 12, 9); Ángel de Satanás (2 Cor. 12, 7). Acusador (Apo. 12, 10). Satanás el “Señor de la Muerte” Una de las cuestiones teológicas más importantes en relación a Satanás es la que se deriva de la misión de Cristo. Así, se da que a Satanás se le llama “Señor de la Muerte” y Jesús nos dice que era “homicida desde el principio” por lo siguiente: teológicamente hablando fue el pecado el que introdujo la muerte entre los hombres; y, al haber sido Satanás quién indujo a pecar a Adán y Eva, fue él el principal responsable de que la muerte se haya incorporado a la dinámica de la existencia humana como una consecuencia del pecado. Pero y si los hombres morimos aún después de Cristo: ¿cómo entonces se dice que Cristo vino a “deshacer las obras del Diablo”? La respuesta es que la muerte a la cual Cristo venció no es la muerte del cuerpo sino la muerte del sujeto, la muerte del alma. Solo luego de Cristo se abren las puertas a la vida eterna, a la resurrección para aquellos que le siguen y que “comen de su cuerpo y beben de su sangre”. De ese modo, la muerte que Satanás introdujo a través del pecado es expulsada a través del sacrificio redentor de Cristo en la cruz. Padre de la mentira y astuto agente de perdición capaz de cambiar su apariencia Jesús nos dice que en Satanás no habita la verdad y que es “padre de la mentira”. Pero no es solo un mentiroso sino que también, según se nos cuenta en Corintios 11:3-1 y Timoteo 2:14, es un ser muy astuto que ya desde el Edén vino utilizando sus argucias para tentar con el instrumento de la mentira y que seguirá utilizando su astucia para hacer caer a los discípulos de el Salvador (1 Corintios 7,5; Apocalipsis 2,10). Finalmente, Satanás es un ser que es capaz de aparentar lo que no es para engañar y descarriar. Por eso en Mateo 7:15 se nos presenta como un “lobo con piel de oveja”, en muchas partes del Apocalipsis se presenta su actividad como engañosa y de extravío para “las naciones” o la “tierra entera” e incluso en 2 Corintios 11,14 se nos dice que puede disimularse “cual ángel de luz”, lo cual sorprendentemente lo vemos siglos después constatado en el libro Florecillas cuando se nos cuenta que, estando enfermo y a poco tiempo de morir, a San Francisco de Asís se le apareció Satanás con la apariencia de un Jesús esplendoroso, siendo que él logró distinguir el engaño por las cosas poco éticas que ese supuesto Jesús le decía. Satanás y su poder sobre el mundo Jesús nos dice que Satanás es “príncipe de este mundo” y, cuando lo tienta en el desierto y le ofrece todos los reinos de la Tierra, nos damos cuenta de que Jesús está en lo cierto. Para esclarecer el papel de Satanás como ente cuya influencia sobre este mundo es predominante, resultan perfectas las palabras del cardenal Jorge A. Medina Estévez, quien nos dice que: ‹‹“Príncipe de este mundo” alude al poder que el Maligno ejercita en la sociedad, infiltrando en ella antivalores y obteniendo que los hombres rechacen los designios de Dios y construyan las relaciones sociales prescindiendo de Él e incluso contrariando su voluntad. Este «nombre» está relacionado con la afirmación de San Juan de que “el mundo entero yace en el Maligno” (1 Jn. 5, 19) y es vecino a la expresión “dios de este mundo” (2 Cor. 4, 4), la que implica que Satanás logra que haya hombres que sustituyan a Dios por otras realidades: de ahí las diferentes y variadas formas de idolatría que esclavizan a la Humanidad›› Satanás y la Demonología Para Peter Binsfeld, dentro de su De confessionibus maleficorum et sagarum (De las confesiones de los hechiceros y las brujas) publicado en 1589, Satanás sería uno de los siete príncipes del infierno, el cual sería el grupo de demonios encargados de gobernar el lugar de las almas condenadas y de representar a los siete pecados capitales siendo cada príncipe la encarnación de un pecado capital. En el caso de Satanás, él es el cuarto príncipe y representa a la ira, siendo que Lucifer es un demonio distinto y ocupa el rango de primer príncipe representando al pecado de la soberbia. Collin Plancy, que en su Diccionario Infernal de1863 creó la jerarquía demoníaca más completa hasta la fecha, nos dijo que el gobierno del infierno se dividía en los siguientes grupos (que a continuación están en orden decreciente de importancia): príncipes y dignidades, con 10 miembros; ministros de despacho, con cinco miembros; embajadores, con 7 miembros; encargados de la justicia, con apenas dos miembros; encargados de las distintas funciones dentro de la llamada Casa de los Príncipes, con 12 miembros. Para Plancy, Satanás está en el primer grupo (príncipes y dignidades) y es el segundo al mando después de Belcebú, siendo un príncipe destronado y encargándose del llamado “partido de la oposición”. Cabe mencionar que, para Plancy, Satanás no es el mismo demonio que Lucifer, siendo Lucifer en el sistema de gobierno el principal encargado de la justicia. La Biblia Satánica, escrita por LaVey en 1969, nos habla de que el infierno está gobernado por los llamados “cuatro príncipes de la Corona del Infierno”, un cuarteto de demonios donde cada miembro representa a uno de los elementos principales (aire, tierra, fuego y agua), gobierna una de las cuatro grandes zonas (Norte, Sur, Este y Oeste) del infierno e influencia la correspondiente zona en la Tierra, además de tener ciertos títulos particulares. Allí Satanás representa al elemento del fuego, controla el Sur y encarna las características de la rebeldía, la resistencia, la heterodoxa búsqueda de cambios y la voluntad de progreso. El Padre Antonio Fortea, quien a la fecha es el mayor exorcista de España y ha escrito un tratado de Demonología titulado Summa Daemoniaca, nos dice que Satanás es el demonio que gobierna sobre todos los otros demonios; cito: ‹‹Aunque se suele hablar del Demonio, en realidad hay muchos demonios, cada uno distinto, pero hay uno que es el jefe de todos los demonios, el más poderoso: Satanás››. También, y contra la imagen. del demonio cornudo y barbón que hay de Satanás en el imaginario social, el Padre Fortea nos dice de Satanás que: ‹‹no tiene cuerpo, no tiene color, ni una forma visual, ni cuernos, ni alas, ni colas. Es una entidad incorpórea, invisible››. Por su parte, el Padre Gabriele Amorth ―que es hasta el día de hoy el exorcista que más exorcismos ha realizado y que además tiene el mérito de haber escrito varios libros sobre la actividad exorcista y ciertos asuntos de la Demonología― nos ha hecho saber a través de ciertas entrevistas y de algunos de sus libros lo siguiente: 1. Satanás ha conseguido y sigue consiguiendo sus éxitos más significativos a través de la incredulidad con respecto a su existencia. Es así que ha influenciado para que la sociedad sea cada vez más permisiva, más arreligiosa, más carente de temor a Dios y apegada al hedonismo. 2. El gobierno de Satanás se basa puramente en el miedo ya que entre los demonios solo hay odio y no cabe el amor o la admiración como sucede en el gobierno celestial. 3. Satanás le teme a la Virgen. más que a cualquier otra cosa ya que, aunque Cristo sea más fuerte que la Virgen, Satanás aborrece ser expulsado por “una criatura humana” como es la Virgen, la cual es el espíritu humano con mayor poder para interferir en su contra. Finalmente y para ya acabar, algo que muy pocos conocen es la lista puntual de lo que en este siglo XX más le agrada y desagrada a Satanás. La fuente que nos informa sobre las preferencias del Príncipe de los Demonios es una fuente tan confiable como el sacerdote y monje benedictino Marcello Pellegrino Ernetti, quien murió hace poco (1994) en Venecia pero fue en vida uno de los mayores exorcistas que hayan nacido en suelo italiano. Él, que además de sacerdote y teólogo era científico, nos dejo en una de sus obras un recopilatorio de respuestas que obtuvo de Satanás durante todas las veces que se lo encontró a lo largo de su extensa carrera como exorcista. La lista es esta: Lo que más le agrada a Satanás * La profanación de las hostias consagradas. * El aborto, porque trae la muerte de niños inocentes. * La droga, porque priva a los jóvenes de la cordura. * El divorcio, porque destruye la armonía familiar. * Los atuendos exhibicionistas (escotes generosos, minifaldas, etc.) de las mujeres (obvias razones…) * Los eclesiásticos que niegan su existencia, ya que así le dan más poder de influir… Lo que más le desagrada a Satanás * La confesión, porque libra de culpa a los sujetos y la culpa los acerca a él. * La Eucaristía, ya que vuelve a los sujetos más resistentes a su influencia. * La adoración eucarística, porque los acerca a Dios. * El amor a María y el rezo del rosario, ya que la Virgen. es la mayor adversaria de él después de Dios * Las apariciones de la Virgen, ya que causan conversiones masivas. * La obediencia al Papa, puesto que conserva la unidad cristiana. * La oración de las almas contemplativas, puesto eleva espiritualmente a los hombres. FUENTES: 1 – 2 – 3 – 4 – 5 – 6 – 7 – 8 – 9 – 10 [1] Aquí no hablaremos del Diablo antes de la caída, eso ya lo hicimos en el artículo titulado “Lucifer – El ángel caído”. En este artículo hablaremos solamente del Diablo después de la caída y lo haremos sobre todo a partir de la visión del mismo como Satanás. [2] http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=235 «El objetivo de las organizaciones ocultas y satánicas es, sencillamente, eliminar la presencia de Dios de la sociedad, e inician por confundir tu conciencia y razón del bien y del mal». La idea, muy difundida entre los jóvenes, del «haz lo que quieras» es «una invitación al relativismo moral y a una vida sin reglas». «Es la presunción del hombre que quiere ponerse en lugar de Dios y vivir bajo la enseña del propio placer egoísta», señala. «Además, en la base del satanismo está la muerte de la esperanza. La invitación a replegarse sobre uno mismo y a no creer en nada, en el hecho de que la vida es sólo una jungla en la que los más fuertes triunfan sobre los más débiles» «El fenómeno del satanismo está además unido a plagas igualmente dañinas y peligrosas como son la prostitución, la pedofilia y la trata de niños». El mal es una presencia operante en la historia de la humanidad», lo que constituye además, «según la doctrina de la Iglesia, una verdad irrefutable». «Sólo la oración puede derrotarlo»a. Para el exorcista más célebre del mundo, las tres formas por las que se producen posesiones diabólicas son «la magia, las sesiones de espiritismo y el satanismo». «También ciertas canciones, cierto rock satánico, ciertos videojuegos y cierta televisión son usados por el demonio para entrar en la vida del hombre» 2004-06-23 “En el combate espiritual contra el imperio de las tinieblas solemos subestimar su poder, por encontrarnos indefensos y desconocer sus estrategias. Pensamos que el mal intenta con nosotros una guerra abierta, y no es así... El Demonio no interviene, normalmente, de forma directa en la historia, lo hace por medio de intermediarios. Su manera de actuar consiste en manejar la mente humana... El Demonio puede jugar con nosotros y hacer que, creyendo que estamos haciendo la voluntad de Dios, en realidad destruyamos su obra; como sucedió con aquellos personajes de La Pasión que -cumpliendo la Ley de Moisés- mataban a Cristo, el Mesías, nuestro Salvador... La estrategia del mal consiste en levantarnos lo más alto posible para luego dejarnos caer, y duro...” ¿Por qué cayó luzbel? Todo aquel que se encuentre en estado de gracia y aunque solo sea medianamente, le preocupen los temas del alma. El, sabe perfectamente que su mayor enemigo es el demonio, y tiene dentro de su mente muchas preguntas incontestadas sobre este tema de demonio, preguntas que nadie, ha sabido contestarle, y estoy seguro que ello, es más por desconocimiento que por falta de voluntad, lo cual es normal, si pensamos que no es mucho lo que el Señor quiere que sepamos sobre este tema y lo poco que sabemos son retazos de textos bíblicos sacados de aquí y de allá e interpretada a nuestro mejor saber y entender pues la simbología que muchas veces estos textos encierran, puede interpretarse de varias formas o maneras. Por otra parte, es de reconocer, que si existen revelaciones privadas, pero que tampoco nos ayudan mucho. En cuanto a las revelaciones públicas del Señor, de ellas se desprende un algo totalmente evidente, que acaba con todas las ideas, que el propio demonio hace creer, incluso a teólogos y personas consagradas al servicio del Señor, de que “el demonio no existe”. ¡Vamos! que el demonio es una invención de las oscuras mentes de los clérigos medievales. Qué más quisiera el demonio, que nadie creyese en su existencia, de lo que desgraciadamente ahora mismo lo está siendo a nuestro alrededor, para poder así hacer más efectiva su labor. En el Antiguo Testamento la palabra Satán figura 18 veces. En el Nuevo Testamento en 35 ocasiones se menciona la palabra diablo y 21 veces se utiliza la palabra demonio. Y mencionemos solo de pasada las tentaciones demoniacas que soportó el Señor en el Desierto de Judá. (Mt. 4,1-11). El cardenal Ratzinger, entonces prefecto del Santo oficio, hoy en día Benedicto XVI, acerca de una pregunta que el periodista Vittorio le hizo sobre la existencia del demonio, le contestó: La Iglesia no lo ha declarado nunca dogma, la existencia del demonio, porque su existencia es de una evidencia y rotundidad que nunca lo ha creído necesario. En los evangelios hay evidencias que no dejan lugar a dudas en las manifestaciones de nuestro Señor, pero quizás haya que plantearse este problema. El demonio es nuestro tentador e instigador por excelencia. El demonio es un ser oscuro y perturbador que verdaderamente existe, aunque a muchos haya logrado convencerles de su no existencia, y que actúa sobre nosotros con astucia utilizando su superioridad mental sobre la nuestra; es el enemigo oculto que siembra errores y desventuras en la historia humana. Todo el sufrimiento que existe en el mundo es consecuencia y ha sido generado por el mal, y este ha sido generado por el pecado que es la ofensa a ofensa a Dios. El pecado, la ofensa a Dios, es siempre a su vez, instigada por el demonio, que es nuestro enemigo número uno, el cual arrastrado por su odio a Dios quiere apartarnos de Él, nos porque él nos ame, pues nos odia de la misma forma que odia a todos y a todo, incluidos los demás demonios ya que lo suyo es el reino del odio que es la antítesis del amor. El, lo que desea con nuestra condenación, es tratar de vengarse de Dios, pues sabe perfectamente que nosotros somos todos criaturas extremadamente amadas por Dios. Santo Tomás de Aquino por un lado y San Juan de la Cruz por otro, afirman ambos, que tenemos tres tentadores: el demonio, el mundo de nos rodea y nosotros mismos, o sea, nuestro dichoso amor propio. Y de estos tres peligros San Juan de la Cruz, sostiene que el tentador más peligroso somos nosotros mismos porque nos engañamos solos. Y así es como entramos en el tema que nos ocupa, porque en definitiva fue el amor propio, si no la causa única si la más esencial que determinó la caída de Luzbel. Sabido es que los ángeles son espíritus puros, creados por Dios al igual que nosotros hemos sido creados también por Él, nuestra diferencia esencial con ellos estriba en que nosotros somos a la vez cuerpo y alma, y como quiera que el orden corporal o material es inferior al orden espiritual, el resultado es una mayor superioridad de los ángeles sobre nosotros, al ser estos solamente espíritus puros. Pero es de ver que nosotros podemos minimizar esa diferencia en cuanto más nos espiritualicemos y menos nos materialicemos. Y este proceso está en nuestras manos sin límite alguno de crecimiento en nuestra espiritualización, que nos la proporciona el amor al Señor. A la pregunta que plantea el título de esta glosa, la contestación la da Juan Pablo II el 23 de julio de 1986. Y nos dice: “Como dice claramente la Revelación, el mundo de los espíritus puros [ángeles] aparece dividido en buenos y malos. Pues bien, esta división no se obró por la creación de Dios, sino con base en la propia libertad de la naturaleza espiritual de cada uno de ellos... Los espíritus puros han sido sometidos a una prueba de carácter moral. Fue una opción decisiva.... La opción realizada sobre la base de la verdad de Dios, conocida de forma superior dada la lucidez de sus inteligencias, ha dividido también el mundo de los espíritus puros en buenos y malos. Los buenos han elegido a Dios como Bien supremo y definitivo... Los otros, en cambio, han vuelto la espalda a Dios... Han hecho una elección contra la revelación del misterio de Dios, contra su gracia... Basándose en su libertad creada, han realizado una opción radical e irreversible, al igual que la de los ángeles buenos, pero diametralmente opuesta: en lugar de una aceptación de Dios, plena de amor, le han opuesto un rechazo inspirado por un falso sentido de autosuficiencia, de aversión y hasta de odio, que se ha convertido en rebelión”. Ante nosotros este tema de la rebelión de los ángeles aparece como una decisión de ellos, inexplicable, aparece como incomprensible que un numeroso grupo de ángeles se revelara contra Dios después de haber tenido, si no la visión beatífica definitiva, sí una experiencia sobrenatural de la Divinidad, innegable y bellísima, y que decidieran romper con el Altísimo con aquel famoso “Non serviam”, no te serviré. En nuestra lucha espiritual o ascética, siempre al final tenemos que enfrentarnos a una disyuntiva, o amamos al Señor, o nos amamos a nosotros mismos. Explica el Papa Wojtyla: “¿Cómo comprender esta oposición y rebelión a Dios en seres dotados de unas inteligencias tan vivas y enriquecidas con tanta luz? ¿Cuál puede ser el motivo de esta radical e irreversible opción contra Dios, de un odio tan profundo que puede aparecer como fruto de la locura? Los Padres de la Iglesia y los teólogos no dudan en hablar de “ceguera”, producida por la supervaloración de la perfección del propio ser, impulsada hasta el punto develar la supremacía de Dios que exigía, en cambio, un acto de dócil y obediente sumisión. Todo esto parece expresado de modo conciso en las palabras No te serviré (Jer. 2,20), que manifiestan el radical e irreversible rechazo de tomar parte en la edificación del Reino de Dios en el mundo creado. Satanás, el espíritu rebelde, quiere su propio reino, no el de Dios, y se yergue como el primer adversario del Creador, como antagonista de la amorosa sabiduría de Dios. De la rebelión y del pecado de satanás, como también del pecado del hombre, debemos concluir acogiendo la sabia experiencia de la Escritura que afirma: En el orgullo está la perdición. (Tob. 4,14). Su amor propio les hizo mirarse solo a sí mismos y de ahí les llegó su perdición. Solo Dios es increado, todos los demás ángeles y humanos hemos sido creados por Dios y cuando el objeto de la creación divina, sean ángeles o personas, lo son con plena libertad tienen la capacidad regalada por Dios de escoger entre el Amor que Dios nos ofrece, o el amor solo a nosotros mismos. Mientras el amor a Dios genera humildad y fortaleza, el amor a uno mismos, el amor propio genera soberbia y debilidad adobada con odio. El que voluntariamente renuncia al Reino de Dios, renuncia al amor, pues solo Dios que es amor (Jn. 4,16) es el que genera todo el amor. El que renuncia al amor de Dios, escoge el reino del odio que es la antítesis del amor. Y el que se integra en el reino del odio, ese mismo odio le impide su posible arrepentimiento, para poder dar el salto al reino del amor. En referencia al carácter eterno del castigo del demonio, y de las almas de los hombres condenados, el papa Virgilio promulgó contra Orígenes el siguiente canon dogmático: “Si alguno dice o siente que el castigo del demonio o de los hombres impíos es temporal y que en algún momento tendrá fin, o que se dará la integración de los demonios o de los hombres impíos sea anatema”. El infierno amén de tener una existencia eterna, al igual que el cielo, nunca se acabará y se encuentra estructurado jerárquicamente. Las penas de los condenados no son todas iguales. El P. Gabriele Amorth, exorcista de la diócesis de Roma, y gran especialista en el tema escribe: “El Apocalipsis nos dice que los demonios fueron precipitados sobre la tierra: su condena definitiva aún no se ha producido, si bien la selección efectuada en su momento que distinguió a los ángeles de los demonios, es irreversible. Los demonios, todavía conservan por tanto, un poder permitido por Dios, aunque “por poco tiempo”’. Por eso apostrofan a Jesús: “¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?”. (Mt. 8,29)”. Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga. Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema. - Libro BUSCAR A DIOS.- ISBN. 978-84-611-6451-6. - Libro MOSAICO ESPIRITUAL.- ISBN. 978-84-612-2059-5. - Actuaciones demoniacas. Glosa del 20-05-09 - Demonio y demonios Glosa del 11-02-10 - El mal y su instigador Glosa del 19-02-10 - Las armas del enemigo. Glosa del 08-10-10 http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=12521 Juan del Carmelo 09.XII. MMX Es. DEMONIO - EL TEÓLOGO RESPONDE SOBRE EL DEMONIO Y LAS ENSEÑANZAS DEL PADRE ÁLVAREZ VALDÉS Responde el Padre Miguel Ángel FUENTES. V.E. Estimado Padre: Hace un tiempo atrás me dieron a leer un artículo escrito por el sacerdote Ariel Álvarez Valdés donde, según me pareció entender, la Iglesia ya no sostenía más la existencia del demonio y se decía que los casos de posesión diabólica que aparecen en los Evangelios no eran tales sino en realidad enfermedades psicológicas que, en los tiempos de Jesús, se pensaban causados por el diablo. Esto ha dejado tambaleando mis creencias al respecto. ¿Es así, en realidad? ¿Por qué, entonces, la Iglesia no lo dice públicamente para que no sigamos engañados? Estimado: La existencia del demonio es una verdad de nuestra fe; y los casos que en los Evangelios son relatados como posesiones diabólicas y exorcismos realizados por Jesús, son realmente lo que dicen ser. No hay que dejarse llevar por cualquier viento de doctrina ni aceptar acríticamente las opiniones personales de cualquier aventurero teológico, por más títulos que ostente. Tenga en cuenta que la norma de fe es la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, no los teólogos ni los exegetas. Estos se equivocan cada vez que se apartan de la doctrina definida por la Iglesia. Respecto al caso que usted menciona, el artículo en cuestión fue publicado en diciembre de 1995 bajo el título: «¿El diablo y el demonio son lo mismo?». Las posiciones sostenidas allí por el autor han sido criticadas por la autoridad de la Iglesia y, en mérito del autor hay que indicar que públicamente se ha retractado de ellas. En efecto, según noticia de Aciprensa 11/09/2001, el P. Álvarez Valdés ha sintetizado sus posiciones erróneas en las siguientes: AFIRMACIONES ERRÓNEAS 1.“No es posible la posesión diabólica, en el sentido de que un ser personal se introduzca dentro de otra persona, lo posea y lo obligue a tender hacia el mal en contra de su voluntad”. 2. “Los casos de posesión diabólica siempre son enfermedades a las que la ciencia de aquel tiempo no encontraba respuesta natural”. 3. “Jesús vino a enseñar religión, no medicina. En este sentido Jesús permaneció dentro de los límites de la concepción judía de aquel tiempo. Los presuntamente poseídos eran en realidad enfermos, pero como la gente explicaba aquellos trastornos y su curación mediante el lenguaje de ‘posesión’ y ‘exorcismo’, Jesús no tenía porqué hablar con términos distintos de los que eran familiares en aquel tiempo”. 4. “A la altura de nuestros actuales conocimientos, tanto científicos como bíblicos, no es posible seguir creyendo en la existencia de los demonios”. 5. “(La Iglesia) lentamente ha ido abandonando su creencia en las posesiones”. 6. “En 1984 Juan Pablo II publicó el nuevo Ritual Romano en el que elimina definitivamente la ceremonia misma del exorcismo, de la Iglesia Católica”. 7. “En el siglo II la Iglesia preguntó a los científicos de la época por qué ciertas personas tenían comportamientos sumamente extraños y le contestaron: están endemoniados. Ante esto, creó la ceremonia del exorcismo. En el siglo XX la Iglesia vuelve a hacer la misma pregunta a los científicos, y ahora éstos contestan: tienen raras patologías, cuyas causas a medias ya se conocen. Entonces (la Iglesia) suprimió el exorcismo”. De estas afirmaciones el Padre Álvarez Valdés ha dicho en una carta pública: “Por medio de la presente quiero retractarme de estas afirmaciones, y reconocer que eran erróneas y contrarias a las enseñanzas de la Iglesia Católica, a la que amo y deseo servir fielmente desde mi ministerio. Especialmente a la luz del nuevo Ritual del Exorcismo, recientemente aparecido... Asimismo quiero dejar en claro que me someto, como siempre procuré hacerlo, a todo lo que la Santa Madre Iglesia cree y enseña, y que deseo permanecer siempre unido a ella”. Esperamos que el sacerdote cuestionado continúe con la revisión de sus enseñanzas en los demás temas que también sostiene de modo controvertido, como es la historicidad de muchos hechos bíblicos, en particular del Antiguo Testamento y de la infancia de Nuestro Señor, del pecado original, etc. Para que se conciencien... de la existencia del demonio El editorial de Hispanidad.com correspondiente a la edición del lunes 30 de septiembre es largo, pero les aseguro que merece la pena. Es una descripción, en primera persona, de una ceremonia de exorcismo celebrada en una capilla de Alcalá de Henares (Madrid), y cuyo objetivo era liberar a una joven poseída por un demonio. En esa sesión, de dos horas y media de duración, estuvieron presentes el director de Opinión de Hispanidad, Javier Paredes, y Luis Losada, que es el narrador. Otra sesión anterior, narrada por el director de Religión del diario El Mundo, José Manuel Vidal, y por el responsable de esa misma sección en la agencia EFE, ha provocado un gran revuelo. La sesión se contó en El Mundo, y Vidal concluía diciendo que lo que él vio "no era un montaje". De inmediato, la reacción de muchos (por ejemplo, la de algunos lectores de El Mundo) ha sido la misma: ¿Cómo es posible que un periódico serio cuente estas cosas? Eso sí, al parecer, nadie se ha preocupado de adoptar la actitud más científica de todas: comprobar los hechos. En este caso, como en cualquier otro descubrimiento o testimonio humano, caben tres actitudes: o alguien engañó a los testigos del exorcismo, o los testigos engañan, o es verdad que los demonios existen y que pueden poseer el cuerpo de otro espíritu, porque los seres humanos no son más que un anfibio de cuerpo y espíritu. Sin embargo, miren por dónde, muchos han decidido, sin comprobarlo científicamente, que lo narrado es falso. Porque sí, porque no están dispuestos a aceptar la existencia de espíritus, aunque los hechos les desmientan. Peor para los hechos, concluyen. Y además se enfadan e insultan a los testigos: ¡Qué cosas! Les animo a leer el testimonio de Luis Losada, ratificado por Javier Paredes, sin prejuicios. De sus conclusiones sobre el relato puede depender todo o no depender nada, pero seguramente pondrá a prueba su ecuanimidad. Allá va: Regreso de una de las sesiones de exorcismo realizadas por el padre Fortea. Escribo impresionado. Los gritos de Zabulón, y los rezos del sacerdote y de la madre de la poseída, todavía martillean mi conciencia. Creo en el "No prevalecerán", pero tengo miedo. Si pudiera dar marcha atrás, lo haría, sin ninguna duda, y no hubiera acudido a esa sesión. Mi alma se encuentra inquieta tras el brutal encuentro con el demonio. Pero tengo que escribir lo que he visto, porque Dios ha permitido que el demonio Zabulón se apodere del cuerpo de Marta (nombre supuesto de la poseída) "para que se conciencien" de la existencia del demonio. Esa es una de las respuestas que Zabulón dio al exorcista cuando le preguntó por qué no salía de ese cuerpo. Por eso, María (nombre igualmente supuesto), la madre de Marta, me pidió, al despedirnos, que se lo contáramos a todo el mundo, para que, cuanto antes, se produzca la liberación de su hija. -"Padre, ¿podemos contar algo de lo que hemos visto?" -Podéis contar lo que queráis. Las obras de la luz no tienen miedo de la luz, las obras de las tinieblas buscan las tinieblas. Sin duda, algún sentido debe tener mi presencia en ese exorcismo, que, con el paso del tiempo, acabaré descubriendo. Entretanto, sólo puedo manifestar motivaciones a ras de suelo. La inquietud periodística, la curiosidad malsana y sin duda la ingenuidad y la inconsciencia me hicieron aceptar la oferta de mi amigo y compañero de Radio Intereconomía, Javier Paredes, para acompañarle a una sesión de exorcismo. Sin preparación psicológica, agarro el coche rumbo a la parroquia madrileña donde el P. Fortea celebrará la sesión decimoséptima del exorcismo de Marta. Marta es una chica joven, de apariencia dulce, que acude con una mezcla de miedo y esperanza a la sesión, con el objetivo de que la "pesadilla" desaparezca. Al terminar "todo" nos confesará estar cansada, aunque se siente incapaz de recordar lo que hemos vivido durante más de dos larguísimas, interminables horas. María, su madre, es baja, delgada, muy menuda... Está consumida, triturada, pero es muy fuerte, ha aguantado todo el exorcismo de rodillas junto a su hija. Sin largas charlas ni preparación alguna, el P. Fortea nos sienta a Javier y a mí en un banco de la capilla. No hay nadie más. Tan sólo dos indicaciones: apagar los móviles y permiso para abandonar la sesión cuando lo deseemos. No es un gran bagaje para asistir a lo más impactante que una persona jamás podrá asistir. Sin preámbulos, Marta se tumba en la colchoneta que, previamente, ha ayudado a colocar. Su madre se arrodilla a su lado. Javier y yo permanecemos en el banco en una actitud discreta, expectante... y acobardada. El P. Fortea se arrodilla y reza en silencio durante unos minutos. Después se sienta en la colchoneta delante de la cabeza de Marta. Le pone la mano encima de la cabeza y comienza a invocar a Dios. Sólo con pronunciar su nombre el cuerpo de Marta sufre un espasmo, sus pupilas se ocultan y sus ojos permanecerán en blanco durante toda la sesión. Después, invoca a San Jorge y Marta vuelve a convulsionarse en medio de gritos desgarradores. Lo que vivimos Javier y yo durante dos horas y media fue una prolongación de este comienzo, en un estado de tensión que todavía ahora oprime mi alma. Son las dos y media de la madrugada. Han pasado más de doce horas desde la finalización del exorcismo. Sigo tenso y sin paz. Pero rezo. Por Marta y por su madre. Pero también por todos los testigos que hemos pasado por esa capilla donde Zabulón se ha hecho palpablemente presente. En un momento dado, el sacerdote ordena al demonio: -¡En nombre de Jesucristo, sal de la chica! -¡No! -responde la voz de ultratumba que sale del cuerpo de Marta. No es la voz de Marta, es una voz ronca, fuerte y cargada de odio. Hay odio en todas las respuestas de Zabulón. Hasta un simple sí o un no, se pronuncia envuelto en odio. Lo palpas. -"Por mi poder sacerdotal, te ordeno que salgas de esa mujer", prosigue el padre Fortea. -¡Aggghh! -responde Zabulón, en medio de espasmos, convulsiones y gritos. Marta se retuerce. Desde su posición yacente, bota con una elasticidad extraña. Si no fuera por la colchoneta, se provocaría lesiones graves... Aunque vaya usted a saber, porque, después de haber estado gritando, muy fuerte, durante más de dos horas, cuando nos despedimos no apreciamos en Marta el menor signo de ronquera. El exorcista ordena a Zabulón, una y otra vez, que abandone ese cuerpo, pero el demonio se resiste. Para presionarle, el P. Fortea le recordaba a Zabulón que estaba haciendo mucho bien, porque, a través de él, muchos creerían en su existencia. Marta -o lo que vive dentro de ella- se retorcía con violencia. Entonces, el P. Fortea volvía al ataque recordando al demonio que le esperaba la condenación eterna, que no tenía nada que hacer. Zabulón aullaba desesperadamente. Posteriormente, el P. Fortea "se armó" con una estampa de la Virgen. de Fátima y una cruz. Con la estampa en ristre instó a Zabulón a que la besara. -¡Aggggghh! ¡Nooooo! -respondía la voz de ultratumba que salía del femenino y adolescente cuerpo de Marta. -En nombre de Jesucristo, te lo ordeno, besa esta estampa -insistía el exorcista. -¡No quiero! -respondía Zabulón, entre espasmos, gritos y convulsiones del cuerpo de Marta. El P. Fortea hace un pequeño receso y pide a San Jorge que le ayude. Ante el nombre de San Jorge, Marta se revuelve. De entre todas las invocaciones a los ángeles y a los santos, la de San Jorge, para este demonio en concreto, es la más eficaz. Pronunciar su nombre produce un efecto inmediato. Ante los espasmos y alaridos de la chica, siento lástima por Marta, pero miro a su madre, quien, con gesto sereno, aprueba el ceremonial. Porque no es Marta la que se retuerce, es Zabulón a quien está martirizando el exorcista. -Sabes que lo tendrás que hacer tarde o temprano. Te lo ordeno: ¡sal! -Noggghhh! -responde Zabulón. -Muy bien, tú lo has querido -responde el P. Fortea- voy a echarte agua bendita... -¡Aggg! -Zabulón se retuerce ante la idea de ser rociado por agua bendita. El cuerpo de Marta bota ante las gotas que caen del agua que vierte el exorcista. Javier y yo seguimos sentados. Él tiene un rosario entre sus manos. De regreso, en el coche, me dijo que durante las dos horas estuvo pasando las cuentas, rezando Avemarías y jaculatorias, pidiendo por Marta... y para que no nos pasara nada a nosotros. Permanezco inmóvil, tratando de pasar desapercibido. Creo que a Javier le pasa lo mismo. Tenemos a un demonio delante de nuestras narices en plena "exhibición" de su poder, odio y furia. Estoy asustado. Sigo temeroso. En un momento, Marta arroja uno de los rosarios de su madre. Lo cojo y ya no lo soltaré en toda la sesión. Durante toda la sesión, sólo en alguna ocasión Marta giró un poco el cuello y nos miró de reojo, con sus ojos en blanco, pero en ningún momento nos miró de frente: eso gracias a Dios no lo hizo nunca. Parecía como si hubiera una barrera entre ella y nosotros. Era una barrera muy fina, invisible y frágil, pero yo temía que se pudiera romper en cualquier momento. Afortunadamente, durante las dos horas y media de la sesión no nos miró de frente. El exorcismo continúa. En un momento dado, el P. Fortea sale a descansar, rezando una parte de la liturgia de las horas. ¿No podría rezar en otro momento?, pienso para mis adentros. -¡En nombre de Jesús, besa el crucifijo! -¡Aggg!, -gime Zabulón. La madre de Marta se dirige directamente al demonio y le dice: "Yo soy sólo una criatura, pero amo al Señor, y en su nombre te digo, besa el crucifijo". -No, -dice Zabulón, amenazando a la madre con las manos de Marta en forma de garras. -¡No te atrevas a hacerme nada! ¡Atrás! Las manos de Marta convertidas en garras prosiguen su acoso sobre la madre: -¡Atrás! Entonces la mano se convierte en un cuerno dispuesto a sacar los ojos de la sufriente madre, forzadamente metida a exorcista. -He dicho que no te atrevas a hacer nada a esta criatura de Dios, en el nombre del arcángel San Gabriel, de San Jorge y de todos los santos. El P. Fortea calla ante esta intervención de la madre y sigue rezando en silencio, consciente de que el amor de una madre, puede ser una de las fuerzas más poderosas de este mundo. La imprecación de la madre al demonio continúa durante un tiempo, que se me hace eterno. Ella le ordena que se incorpore. Tras varias negativas, finalmente lo hace. Una vez sentada, la madre le exige que incline su cabeza ante la estampa de la Virgen. En este momento el cuello de Marta, de un golpe seco, se estira hacia atrás hasta límites insospechados. -No ?responde el discípulo de Satanás por boca de Marta. Es impresionante ver el cuello estirado y la cabeza hacia atrás, en actitud y postura soberbias, empecinado en no doblegar la cabeza ante la estampa de la Virgen. La madre, insiste, testaruda, y Zabulón responde con el mismo tono desafiante. Pero la madre no se rinde. Finalmente, en medio de espasmos y gritos, el cuello empieza a ceder hasta tocar el pecho con la barbilla. Un proceso duro, que no se hace sin resistencia de Zabulón, que se niega a prestar reverencia a la Virgen. Entretanto la poseída ha cerrado los ojos para no contemplar la estampa, mientras inclina su cabeza. Y María le ordena que los abra. Los abre, pero la expresión es espantosa, los ojos están totalmente blancos, pero más espantosa es la mirada odiosa, dirigida como un dardo hacia la imagen. de la Virgen. María. El exorcista toma la iniciativa. Ordena al demonio: "Besa el crucifijo": ¡Noooo! Cuando la sesión parecía que no avanzaba, ni hacia adelante ni hacia atrás, Zabulón, mudo, hace con la mano el signo de "querer escribir". Inmediatamente, el P. Fortea se va a la sacristía a por papel y bolígrafo. No parece encontrarlo y yo estoy a punto de ofrecerle mi pluma y mi cuaderno. No lo hago por miedo a acercarme y por mi apego material a mi pluma de marca. Afortunadamente, el sacerdote encuentra los utensilios de escritura: un bloc grande que la madre coloca sobre su vientre, y sobre el bloc coloca un folio. El bolígrafo no funciona y se sustituye por un lápiz. Marta esta ahora tumbada boca arriba, con la cabeza hacia atrás y estira el brazo para llegar al folio. En esta postura es imposible que puede ver su propia mano escribiendo. A toda velocidad y, por supuesto, sin mirar al papel, la mano de Marta comienza a deslizarse por el folio. Si los gritos y la voz ronca te hacen sentir la presencia de Zabulón, ahora, mientras escribe, se le siente todavía más cerca. Javier y yo no entendíamos bien lo que pasaba. Sólo oíamos las preguntas del exorcista, pero no veíamos las respuestas escritas. Cuando acabó el exorcismo, Fortea le entregó los dos folios a Javier, que obran en su poder. De vuelta a casa, ambos tratamos de reconstruir la escena. Fue entonces cuando Javier me hizo notar que las letras no se metían unas por otras: la escritura era clarísima y las tildes de las íes estaban colocadas perfectamente encima de la letra correspondiente. Los caracteres eran los propios de la letra impresa, no de la escritura manual. El diálogo oral-escrito, en el que el padre Fortea pregunta y Zabulón responde escribiendo a través de la mano de Marta, dice lo siguiente: -Quería desesperaros porque tenía refuerzos. Con esa frase escrita, Zabulón explica el estancamiento del exorcismo que se había producido durante la primera hora. -¿Qué refuerzos, quién ha venido? -pregunta el exorcista. -¿Satán? responde Zabulón-, pero ya se ha ido. Y, a continuación, y sin preguntarle nada, vuelve a escribir: "Falta 1 persona". Y subraya el "1" varias veces. -¿Qué persona? Ante esta pregunta, la mano suelta el lápiz y Marta cierra fuertemente los labios.Zabulón no quiere responder. -Dame un signo para que sepa quién es -insiste el exorcista, pero los labios de la endemoniada permanecen sellados. En este punto ya estábamos agotados, habían pasado casi dos horas. No respiramos durante toda la sesión y mantuvimos un estado de tensión y miedo como jamás he atravesado en mi vida. El exorcista sigue tratando de que Zabulón bese el crucifijo, reconozca a su Rey, etc, con escaso éxito. Entonces llega uno de los momentos para mí más impactantes. El sacerdote cambia de postura y, sin querer, da una patada a la vasija del agua bendita, que se derrama por toda la capilla. Escucho una risa sorda, y odiosa del más allá. Zabulón se regocija del error del P. Fortea. Me estremezco. El exorcista no parece darle ninguna importancia. Estoy impresionado. No le importa nada, no le impresiona nada. Todo es normal. Yo estoy que me subo por las paredes... Entonces, el sacerdote decide darle de comulgar a la poseída. Se reviste con una estola, va hacia el Sagrario y se coloca a los pies de la endemoniada. Coge una sagrada forma y la levanta en alto. La endemoniada, tendida en el suelo, boca arriba, cambia la expresión de su rostro, es todo terror y comienza a arrastrarse hacia atrás, para alejarse lo más posible del sacerdote. Repta boca arriba con los mismos movimientos de un lagarto. Entonces, en nombre de Cristo, presente en la hostia, el sacerdote le ordena que se arrodille diciéndole: "Ante el nombre de Cristo, toda rodilla se doble". Zabulón-Marta, tras una cierta resistencia, se arrodilla. Javier y yo, desde que se abrió el Sagrario, caímos de rodillas y vamos a permanecer así hasta que vuelva a introducir el copón en el Sagrario. -Al fin y al cabo, te deberíamos estar agradecidos, -dice el P. Fortea-, gracias a ti, muchos creerán en los demonios. ¿Te das cuenta cómo tú también sirves a Dios? -¡Noooo! -responde escuetamente Zabulón. -Mira a tu Rey y Señor, -ordena el exorcista con la hostia en la mano. El alarido gutural del demonio se hace más estruendoso: -¡Aggg! ¡Nooo! El Padre Fortea insiste y, tras varios intentos, Zabulón tiene que obedecer y abre la boca. La hostia permanece en la lengua de Marta, quien mantiene la boca abierta durante varios minutos. Se niega a tragarla. Mientras tanto, Zabulón emite gritos, y el cuerpo de Marta se convulsiona. Al terminar todo, Javier y yo coincidimos en el temor a que Zabulón hubiera escupido la sagrada comunión. Pero, en ese momento del exorcismo, el demonio, agotado, ya no puede sino obedecer las órdenes del sacerdote. Pasados unos minutos, y tras las órdenes, tanto del exorcista como de la madre, para que tragara la forma, la hostia entró en el cuerpo de Marta. t; Entonces se produjo la mayor de las convulsiones de toda la sesión. Gritos, alaridos, gemidos, zarpas, movimientos acelerados del cuerpo. Varios minutos de tensión máxima. No sabía dónde meterme. Sólo recordarlo me da pánico. El P. Fortea, permanece impasible. Prosigue el exorcismo musitando palabras que no entiendo. No es español, tampoco latín, el idioma utilizado en varias de las exhortaciones de la sesión. Al terminar, le pregunto: "No te lo puedo decir ahora, te lo diré más tarde". No entiendo la respuesta. En realidad, no entiendo nada... Tampoco el exorcista entiende el idioma en el que habla Zabulón. El espíritu maligno repite con insistencia una expresión extraña. El exorcista cree que se trata de varias palabras que pueden tener algún significado. Pero se trata de una lengua extrañísima. Casi al final de la sesión, el sacerdote recuerda lo escrito en el papel: "Falta 1 persona". Se supone que un tercer testigo, y le ordena que le diga la identidad. Todo esfuerzo es inútil, así que, como "castigo" le ordena que bese el sagrario. Marta se incorpora con la ayuda del exorcista y de su madre. Caminan y, antes de llegar al Sagrario, pasan por delante de una imagen. gótica de la Virgen. María: -Besa los pies que han de aplastar tu cabeza -le ordena Fortea. Y la endemoniada, tras emitir unos sonidos que sugieren asco y repugnancia, ante la imagen. de la Virgen. -sonidos emitidos a lo largo del exorcismo antes de besar las estampas o el crucifijo- besa los pies de la imagen. Javier y yo permanecemos en nuestro sitio, mientras la posesa y el exorcista se diriGén. al Sagrario. Tras mucha insistencia, Zabulón pronuncia un nombre que para el exorcista resulta muy claro y que yo, a pesar de encontrarme a tan sólo 5 metros, no escucho con claridad. Al parecer, se trata de una persona conocida que permitiría cumplir el objetivo verbalizado en anteriores sesiones: "Que se conciencien"... de la existencia de los demonios. El exorcista se da por contento con el nombre, pues es el nombre de una persona que había pensado invitar, varios días antes de comenzar esta sesión. Aunque el demonio sigue dentro, decide entonces terminar la sesión. Tumba a Marta en la colchoneta y no hace nada más. Tan sólo recoge el "material"; agua bendita, breviario, Biblia, crucifijo, rosario, etc. De repente, Marta abandona la crisis. Recupera sus ojos y su sonrisa tímida. No recuerda nada. Sólo tiene la sensación de haber salido de una pesadilla, pero no recuerda nada más. No es capaz de explicar tampoco cómo entra en "crisis". Le pregunto si es como cuando uno es anestesiado para una operación y me responde que no. Todavía no lo comprendo. Ella sabía que iban a "ocurrir cosas". Antes de la sesión se quitó cuidadosamente los pendientes y los zapatos. Se tumbó "religiosamente" en la colchoneta y se sometió al "tratamiento" del sacerdote. Más sorprendente resulta que Marta se encuentre en gracia de Dios y acuda cada domingo a la celebración eucarística. ¿Cómo es posible que en una misma persona habite la gracia santificante y el demonio? Todavía no tengo respuesta. No tengo respuesta para muchas cosas... Sólo sé que lo que Ud. lee, yo lo vi con mis ojos descreídos y morbosos. ¿Para que se conciencien de la existencia de los demonios? No entiendo de psiquiatría ni de teología. Simplemente doy testimonio de lo que vi, y como notario de la realidad, certifico que lo que aquí se contiene es cierto. Espero que para el bien del lector, de Marta, de su madre y de cuantos testigos hemos pasado por esa capilla. Que así sea. Luis Losada. Economista y periodista. Testimonio ratificado por Javier Paredes, historiador y periodista, director de opinión de Hispanidad.com - 2002 [3] http://llamaardiente.blogspot.com/2011/04/confesiones-de-satanas.html Ya no está el blog [4] http://www.las21tesisdetito.com/satanas.htm En libro: Toda la verdad sobre el coludo [5] http://gramena.blogspot.com/2012/02/satanas-y-el-concepto-del-mal-i.html SATANÁS Y EL CONCEPTO DEL MAL I PARTE I: EL DIABLO Y SUS PODERES 1. El Antiguo Testamento dice muy poco acerca del Diablo y ni siquiera apunta a una conspiración de los seres humanos bajo la dirección del Diablo. Para los hebreos primitivos Yahvé era un dios tribal, y pensaban a los dioses de los pueblos vecinos como antagonistas a ellos y a Yahvé, y no necesitaban ninguna otra grandiosa encarnación del mal. Más tarde la religión tribal se desarrolló en un monoteísmo; pero entonces el monoteísmo era tan absoluto, la omnipotencia y omnipresencia de Dios eran tan constantemente afirmadas, que los poderes del mal parecían insignificantes en comparación. El demonio del desierto Azazel en Levítico, el demonio nocturno Lilith y los demonios machos cabríos en Isaías –son todos residuos de la religión preYavista y permanecen fuera de los límites de la religión de Yahvé; difícilmente entran en relación con Dios y no son en absoluto poderes que se enfrentan a Dios. Como ocurre con el dragón que aparece en el Antiguo Testamento bajo los nombres de Rahab, Leviatán, y Tehom Rabbah- que son tomados de los mitos de creación del Cercano Oriente y simbolizan el caos primordial en lugar del mal actuando en el mundo creado. Tampoco el Antiguo Testamento sabe nada sobre Satán en tanto que gran oponente de Dios y suprema encarnación del mal. Estamos acostumbrados a ver la serpiente, que engaño a Eva en el Jardín del Edén, como Satán en guerra con Dios; pero no hay garantía alguna de nada de esto en el texto. Al contrario, en las pocas ocasiones cuando Satán aparece en el Antiguo Testamento, figura menos como antagonista de Yahvé que como cómplice. Satán, de hecho, se desarrolló partiendo del mismo Yahvé, en respuesta a ideas cambiantes acerca de la naturaleza de Dios. (1) Cuando Yahvé dejó de ser un dios tribal y se convirtió en Dios del universo, fue visto al comienzo como autor de todo lo que ocurría, bueno y malo. Así leemos en Amos (siglo VIII a.C.): “… Sobreviene una desgracia a una ciudad sin que la haya provocado Yahvé?”(2). Incluso el Deutero-Isaías (siglo VI a.C.) hace decir a Yahvé: “Yo modelo la luz y creo la tiniebla, yo hago la dicha y creo la desgracia, y soy Yahvé, el que hago todo esto”(3). Pero gradualmente la conciencia religiosa cambió hasta que se llegó a considerar una incongruencia que Dios fuese el responsable directo del mal. En este punto las funciones amenazantes y dañinas de Dios se separan de éste y son personificadas en Satán. (4) En el prólogo del libro de Job (probablemente siglo V a.C.) Satán aparece como cortesano en la corte de Dios, y el hecho notable es que induce a Dios a infligir sufrimiento sobre un hombre inocente. En épocas más tempranas, Dios podría haber sido perfectamente capaz de realizar esto sin ser inducido, y es que la misma idea que Dios puede ser inducido o influenciado a hacer algo habría sido teológicamente intolerable. Esta visión más antigua, pues, impregna todo el relato de Job en oposición al prólogo; en este antiguo cuento popular Job no duda en adscribir su desgracia a Yahvé, y no sabe absolutamente nada de Satán. Un desarrollo similar se puede observar si uno contrasta un relato del Libro Segundo de Samuel, que puede datar del siglo X a.C., con la misma historia relatada en el Libro de las Crónicas, no más antiguo del siglo IV a.C. 2 Samuel 24 relata como el Señor tentó a David para hacer un censo del pueblo, y con qué consecuencias. Cualquier censo era visto como una violación del poder divino porque hacía a los seres humanos conscientes de su poder. Por lo tanto, para castigar a David por realizar el censo, el Señor envió una plaga para reducir la población; después de lo cual el Señor “se arrepintió”. Seis o siete siglos más tarde semejante conducta era vista como incompatible con la naturaleza divina. En 1 Crónicas 21, el mismo relato es narrado, y con las mismas palabras, excepto una diferencia vital: la responsabilidad de tentar a David es transferida de Dios a Satán. Ésta historia en Crónicas parece ser un ejemplo en todo el Antiguo Testamento que sugiere que Satán existe como principio del mal; también es el ejemplo donde el nombre “Satán” –que significa “adversario”- es usado sin el artículo, de manera que se convierte en nombre propio. Ya no es un función de la personalidad de Dios, Satán surge aquí como ser autónomo, un poder que tiente a los hombres a pecar contra Dios. Este un momento crucial; pues durante los tres siglos siguientes los Judíos produjeron una demonología nueve, compleja y de gran amplitud. Desde el siglo II a.C. hasta el fin del siglo I d.C. apareció un nuevo cuerpo de literatura comúnmente conocida como apocalíptica, porque está llena de revelaciones supuestamente sobrenaturales acerca del futuro. Esta literatura abunda en referencias a los malos espíritus trabajando para impedir el plan de Dios para el mundo. (5) Aunque esta noción es bastante extraña al Antiguo Testamento, había, en cierto sentido, sido aprobada por la autoridad del Antiguo Testamento. Esto se llevó a cabo invocando un par de frases de Génesis 6: “… vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran atractivas, y tomaron por mujeres a las que prefirieron de entre todas ellas…..Los nefilim (Gigantes) aparecieron en la tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y éstas les dieron hijos; estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos”. Este misterioso pasaje parece reflejar una leyenda popular referente a los gigantes y su origen; y y se debe haber requerido una considerable ingenuidad para relacionarlos con los malos espíritus y su origen. Pero los Apocalipsis se las arreglan pare ello. El Libro de Enoch, o I Enoch, relata como los ángeles, liderados por Semjaza y Azazael, cayeron del cielo debido a su lujuria para con las hijas de los hombres; de este cruce de razas viene el mal y la impiedad de la destructiva raza de los Gigantes se extendió a lo largo de la tierra hasta que, en un esfuerzo para restaurar el orden, Dios envió el Diluvio para destruir la mayor parte de la humanidad y encadenó a los ángeles en lugares oscuros de la tierra hasta el Juicio Final, cuando serán echados al Fuego Eterno(6). Pero los Gigantes permanecieron en la tierra, y dieron lugar a los malos espíritus. Cómo ocurrió esto no está claro, pero el punto es inmaterial; lo que importa es que los malos espíritus “se levantaron contra los hijos de los hombres y contra las mujeres”(7). En otras palabras, son demonios, que atormentan a los seres humanos. También los extravían haciendo que ofrezcan sacrificios a los dioses paganos(8) –un papel que existiendo bajo el Cristianismo, como una de las actividades principales y más siniestras de los demonios. Este relato en I Enoch data del siglo II a.C., y los Apocalipsis posteriores se basaron en éste. Muchos de ellos tratan de esos demonios y las nefastas actividades que llevan a cabo bajo el mandato de su líder, llamado Mastema, o Belial, o Beliar, o Satán. En el “Libro de los Jubileos” (135-105 a.C.) Mastema está al mando de una décima parte de los malos espíritus, las otras nueve décimas partes permanecen confinadas en “el lugar de la condenación”. Dentro de los límites prescritos por Dios los malos espíritus o demonios llevan a cabo la destrucción en la tierra –aunque también se dedican a seducir, tentar a los seres humanos con todo tipo de pecados(9). Todo esto está más claro en el “Testamento de los Doce Patriarcas” (109-106 a.C.). Aquí el jefe de los ángeles caídos, Belial, emerge como antagonista y rival de Dios, con quien compite para obtener la alianza de los hombres: “Elijes las tinieblas o la luz, la ley del Señor o las obras de Belial?(10). Sus subordinados tientan a los hombres para que forniquen, con celos, envidia, enfado, crimen –y también idolatría, o culto a los dioses paganos. Algunos de los Rollos del Mar Muerto presentan un cuadro muy similar. En algunos de sus escritos se encuentra la idea que iba a sufrir un espectacular desarrollo en siglos posteriores: la idea que el Diablo (Beliar, Satán, etc.) tiene sus siervos entre hombres y mujeres vivientes –colaboradores humanos de las huestes de malos espíritus. En el documento conocido como “La guerra de los Hijos de la Luz y los Hijos de las Tinieblas” que data aproximadamente de los tiempos de Jesús, la secta espera una guerra de cincuenta años donde sus miembros, como “hijos de la luz”, exterminarán a los “hijos de las tinieblas”, los “hijos de Belial”. Este será un tiempo de salvación para la gente de Dios, una época de dominio para todos los miembros de Su compañía, y de total destrucción para toda la compañía de Satán. 2. La demonología que figura en algunos Apocalipsis y algunos de los Rollos del Mar Muerto también está presente, modificada, claro, en el Nuevo Testamento. (11) Al contrario de Yahvé en el Antiguo Testamento, Dios, en el Nuevo Testamento, tiene a un formidables antagonista en Satán y sus huestes de demonios subordinados; los Evangelios, Hechos, Epístolas Paulinas, y Libro del Apocalipsis, están llenos de referencias a esta prodigiosa lucha. Satán lucha para impedir la expansión del Cristianismo. Hay que admitir cierta incertidumbre referente a la etapa precisa alcanzada en la lucha entre Jesús y Satán. Algunas veces parece que la crucifixión de Jesús ha definitivamente expulsado a Satán. Juan pone en boca de Jesús poco antes de su muerte, “el príncipe de este mundo ya está juzgado”(12); Pablo mantiene que mediante su muerte Jesús ha destruido el poder del Diablo(13). Pero en otros pasajes Satán aparece completamente activo: “…vuestro adversario, el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar”(14). Y el libro del Apocalipsis deja claro que la lucha nunca pude ser decidida definitivamente hasta la segunda Venida de Cristo; solo en el Juicio Final Satán será “arrojado al lago de fuego y azufre…..”(15). Aunque estas aparentes inconsistencias son meras diferencias en énfasis; no pueden oscurecerle gran optimismo y certeza de victoria que inspiraba a los Cristianos del siglo I. 3. Aunque en la historia de la primera Iglesia Satán y sus demonios era imaginado como lo es en el NT, gradualmente fue siendo integrado en la doctrina Central del Cristianismo, la doctrina la caída del hombre, pecado original, y la redención de la humanidad mediante al crucifixión de Cristo. Ya en siglo I a.C., el Libro de Enoch señalaba que fue uno de los muchos satanes menores seguidores de Satán el que extravió a Eva(16). En el primer siglo d.C., Satán estaba, al menos explícitamente, en relación con la serpiente en el Jardín del Edén. Sea la serpiente era Satán disfrazado, o Satán actuó a través de la serpiente. La conexión fue claramente establecida en un número de Apocalipsis del siglo primero, todos de origen. Cristiano o con tendencias Cristianas. En particular el “Libro de Adán y Eva”, que fue compuesto en el último cuarto de siglo, elaborado sobre el papel jugado por Satán en la caída. Para extraviar a Eva se colgó de los muros del Paraíso, apareciendo como un ángel y cantando himnos como un ángel; también persuadió a la serpiente para que ésta le dejase hablar por su boca(17). Este mismo Satán fue una vez uno de esos ángeles de Dios, pero desobedeció el mandamiento de Dios y llevó a la desobediencia a otros ángeles, con el resultado que él y sus seguidores fueron expulsados del cielo. Este punto de vista acerca de la caída de Satán y la caída del hombre fue adoptado por los Padres de la Iglesia, desde el siglo II d.C. el apologista Justino Mártir en adelante. El único punto en disputa concernía a la caída, no a Satán mismo, sino a los ángeles inferiores. Cualquier cosa que sea lo que quiere decir el Libro de Adán y Eva, la mayoría de los Padres no podían pasar por alto la doctrina de fuentes más venerables. El Libro de Enoch, como hemos visto, mantenía que esos ángeles habían caído porque desearon a las hijas de los hombres; de lo que sigue que, diferente a Satán, estos no había caído hasta bien después de la caída del hombre. Pero en el siglo III esta dificultad fue evadida por el preeminente teólogo Orígenes. Éste proclamó que el pasaje en Génesis referente a los hijos de Dios y las hijas de los hombres había de ser tomado alegóricamente; la verdadera caída de los ángeles tuvo lugar antes de la creación del hombre, es más, antes de la creación del mundo. la Iglesia Griega siguió a Orígenes; un tiempo después San Jerónimo (c. 340-420) y San Agustín de Hipona (354-430) implantaron la misma idea en la Iglesia Latina. A finales del siglo IV se aceptaba generalmente en el Este y el Oeste que la caída del hombre era parte de una prodigiosa lucha cósmica que había comenzado cuando algunas de las huestes celestiales se habían rebelado contra Dios y habían sido expulsadas del cielo. Mientras que los ángeles habitan el alto cielo, cerca del Trono de Dios, los demonios estaban confinados al aire oscuro inmediatamente sobre la tierra. Este es el significado original de la famosa frase de Pablo acerca de la “maldad espiritual en las alturas.” (18), los Padres compartían este punto de vista. Agustín, por ejemplo, mantenía que “el Diablo fue expulsado, junto con sus ángeles, de la alta esfera de los ángeles, y fue arrojado a las tinieblas, o sea en nuestra atmósfera, donde están encarcelados. (19) También se estaba de acuerdo en que dado que los ángeles poseían cuerpos etéreos, compuestos de aire y luz, los demonios han de estar igualmente equipados. De acuerdo con Agustín, esos cuerpos etéreos le otorgaban a los demonios tremendo poder y percepción y les posibilitaba transportarse a través del aire a extraordinaria velocidad. (20) Desde su hábitat en el aire Satán y sus demonios mantienen una guerra incesante contra los Cristianos. Así es como Pablo los imagina. (21) Y los Padres se explayan ampliamente sobre las diferentes maneras mediante las cuales estos persiguen a la nueva fe y a sus adherentes. Pues el Diablo, que no conoce paz alguna, no puede dejar en paz a los hombres(22), junto con sus demonios causa tanto la enfermedad individual(23) como los desastres colectivos tales como la sequía, malas cosechas, epidemias entre los hombres y las bestias (24). Además, los demonios han ideado nuevas métodos para afligir a la Iglesia. Por un lado inspiran a las autoridades Romanas para que persigan a los Cristianos (25), por otro seducen a los Cristianos para que abandonen la verdadera fe, para caer en el cisma y la herejía. (26) San Cipriano mantenía incluso que respecto a la actividad de los diablos no habría ni herejía ni cisma alguno. (27) Para Pablo como para los Padres, los demonios están presentes en los dioses del mundo antiguo. Si un Cristiano se atreve a criticar nuevas prácticas o creencias, después que éstas hayan sido aprobadas por la Iglesia, esto debe estar instigado por un dios pagano, operando como demonio. Cuando un monje llamado Vigilantius escribió contra le creciente culto a los huesos de los mártires, Jerónimo le contesta: “El espíritu impuro que te hace escribir esto ha sido a menudo atormentado por este humilde polvo (de los huesos de los mártires)…. Este mi consejo. Vete y confiesa, que lo que ahora niegas, es Mercurio quien habla a través de la boca de Vigilantius.” (28) La prueba más segura de la verdad del Cristianismo está en la habilidad de los Cristianos para exorcizar los demonios de los seres humanos a los que han poseído. Pues cada exorcismo representa una victoria de Cristo sobre un dios pagano. Este es el punto de vista de Tertuliano y Cipriano a comienzos del siglo III (29), y era también el punto de vista de Sulpicio Severus en su vida de San Martín de Tours, escrita a comienzos del siglo V: “Cada vez que Martín venía a la iglesia, los demoniacos que estaban presentes aullaban y temblaban como los criminales cuando llega el juez… Cuando Martín exorcizaba los demonios… Los miserables demonios expresaban de diferentes maneras los apuros en los que se encontraban… uno admitía que era Júpiter, otro Mercurio… (30) La más grande ofensa de Satán, de hecho, está en la persistencia de la religión pagana. Todos lo que a ésta se adherían estaban adorando a demonios. Esta interpretación del ritual de la religión Greco-Romana es como un anticipo de aquellas fantasías del culto a Satán que los clérigos medievales blandirían para tratar con las actividades de las sectas discrepantes, mil años después. Sin embargo, las similitudes entre el Cristianismo temprano y las actitudes del Cristianismo medieval no han de ser exageradas. La atmósfera de mórbida fascinación que llenaba las descripciones medievales está ausente en las polémicas de los primeros Padres; es fácil ver por qué. En los días de los Padres la Iglesia estaba llena de optimismo, todavía segura de su fe y del triunfo de esta fe. Satán podía ser fuerte, pero estaba dentro del poder de cualquier Cristiano resistirle. La obra conocida como “El Pastor de Hermas”, que data de la primera mitad del siglo II, es empático en un punto: el que teme a Dios no puede ser afectado por ningún Diablo. Satán huye cuando se enfrenta a una fuerte resistencia, por ellos sólo aquellos sin fe Cristiana han de temerle. (31) En la segunda mitad del siglo II Ireneo afirmaba que el Diablo huye ante las oraciones de los Cristianos (32), y Tertuliano estaba convencido que es suficiente con pronunciar el nombre de Cristo. (33) Si Dios permite que los demonios tienten a los Cristianos, es en orden a que los Cristianos pueden avergonzarlo y al mismo tiempo fortalezcan su propia fe. Desde el punto de vista de Orígenes el poder de Satán y sus huestes ya estaba declinando. Cada vez que un demonio es resistido con éxito por un Cristiano, es arrojado al infierno y pierde el poder de tentar de nuevo. Como resultado el número de demonios en servicio activo está disminuyendo, el poder de los dioses paganos mengua, y a los paganos se les hace cada vez más fácil convertirse en Cristianos. (34) Esta sublime confianza aún inspiraba a la Iglesia cuando cristianizó a los pueblos Germanos y Celtas de Europa. Pero gradualmente a lo largo de los siglos nuevas y terribles ansiedades comenzaron a hacerse sentir en las mentes Cristianas, hasta que llegó a parecer que el mundo estaba poseído por los demonios y que sus aliados humanos estaban por todas partes, incluso en el mismo corazón de la Cristiandad. ------------------------------------------------------- 1. Roskoff, “Geschichte des Teufels”, Leipzig, 1869, aunque antigua, es una de las historia más completas acerca de Satán y las huestes demoniacas. Ver también, aunque es más breve, E. Langton, “Satan, a portrait”, London, 1945, y H.A. Kelly, “Towards the death of Satan”, London, 1968. Para un desarrollo de las ideas Cristiana y Judía hasta el Nuevo Testamento ver E. Langton, “Essentials of demonology”, London, 1949. Un estupendo estudios sobre el desarrollo del concepto de Satán en K.G. Jung “Satanás en el Antiguo Testamento, Simbología del Espíritu”, Fondo de Cultura Económica, 1962. 2. Amos 3:6 3. Isaías 45:7 4. Ver H. V. Kluger, “Satan in the Old Testament”, traducc. H. Nagel, North- western University Press, Evanston, USA, 1967. 5. R. H. Charles, “The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Old Testament”, 2 vol., Oxford 1913. Hasta que punto la demonología Judía dependía de una influencia Iraní, y cuanto le debe Satán al espíritu de destrucción Zoroastriano, Ahriman, ha sido debatido y no hay conclusión definitiva. Contribuciones acerca de este tema en J. Duchesne-Guillemin, “Ormazd et Ahriman”, Paris, 1953, y R.C. Zaehner, “The dawn and twilight of Zoroastrianism”, London, 1961. 6. I Enoch 10:1-11. 7. I Enoch 15:11. 8. I Enoch 19:1. 9. Jubileos 11:4 10. Testamento de Leví 19:1. 11. G. b. Caird, “Principalities and Powers: a study in Pauline Theology”, Oxford, 1956. 12. Juan 16:11. 13. Hebreos 2:14 14. I Pedro 5:8. 15. Apocalipsis 20:10 16. I Enoch 69:4-6 17. Latín, Vita, 9:1. Ver “Apocalypsis Mosis”, 16-20. 18. Efesios 6:12; 2:2. 19. Agustín, “Enarratio in Psalmum CXLVIII”, 9. 20. Agustín, “De divinatione daemonum”, cap. LII, 7. 21. Efesios 6:12. 22. Ireneo, “Adversus haereses”, lib. V, Cap. XXIV 23. Tertuliano, “Apologeticum”, cap. XXII 24. Orígenes, “Contra Celsum”, lib. VIII, 31-2. 25. Justino, “Apología I”, 55. 26. Justino, “Apología I”, 5, 12 y 14; Orígenes, “Exhortatio ad martyrium”, 18 y 32 27. Cipriano, “Liber de úntate Ecclesiae” 15 28. Jerónimo, “Liber contra Vigilantium”, 9 29. Tertuliano, “Apologeticum”, cap. XXXIII; Cipriano, “Ad Demetrianum”, 15. 30. Sulpicio Severus, “Dialogus”, III, cap. VI 31. Pastor de Hermas, “Mandatos” VII y XII 32. Ireneo, “Adversus haereses”, lib. II, cap. XXXII 33. Tertuliano, “Apologeticum”, cap. XXIII 34. Orígenes, “Homilia in librum Jesu Nave”, XV. [6] http://www.labiblia.com/estudios/doctrinas/satanas.htm Satanás en el Antiguo Testamento El uso del vocablo hebreo 'satan' en los manuscritos originales Satanás es la forma castellanizada de un vocablo que aparece 33 veces en el texto hebreo del Antiguo Testamento en la forma satán. Se cree comúnmente que la palabra "Satanás" designa en sí un malvado y poderoso ser sobrenatural, pero esta creencia carece de fundamento bíblico. El propósito del presente ensayo es mostrar el verdadero significado de la palabra "Satanás" tal como se emplea en el Antiguo Testamento. Es importante reconocer que la palabra hebrea original satán no es un nombre propio, es decir, el nombre de una persona, sino sencillamente un vocablo común y corriente que significa adversario, enemigo, acusador o calumniador. En muchas ocasiones la palabra hebrea satán aparece traducida al castellano en nuestra Biblia, pero en otras ocasiones los traductores la han dejado sin traducir y con mayúscula, dando la falsa impresión de que se trata de un nombre propio. (La palabra satán nunca se escribe con mayúscula en hebreo porque las letras mayúsculas no existen en hebreo.) Para saber quién es el adversario o enemigo a que se refiere el vocablo satán en un versículo determinado es necesario leer todo el pasaje y estudiarlo en su contexto. Como veremos, generalmente resulta fácil identificar al adversario, aunque esto puede ser problemático en algunos casos. La palabra satanás traducida al castellano La prueba de que satán es un vocablo hebreo común y corriente es el hecho de que a menudo aparece en la versión castellana del Antiguo Testamento en forma traducida al castellano, de manera que el lector inadvertido de la Biblia se encuentra muchas veces con la palabra satán sin darse cuenta de ello. En la Biblia Reina-Valera de 1960, satán es traducida al castellano en 14 ocasiones: 1. Números 22:22 En este versículo el ángel de Dios es un adversario (hebreo satán) para Balaam, poniéndose en el camino para impedir que Balaam salga a maldecir al pueblo de Israel. 2. Números 22:32 La frase "yo he salido para resistirte" es la traducción al castellano de una frase hebrea que dice literalmente, "yo he salido como adversario (satán) tuyo." Nuevamente, el adversario en referencia es el ángel de Dios. En estos dos casos, el satán o adversario a que se refiere es el mismo ángel de Dios, por lo que se puede ver claramente que la palabra satán no se refiere necesariamente a un ser maligno o malvado. El ángel de Dios fue un satán para Balaam simplemente porque se opuso a que fuera con los embajadores de Balac. 3. 1 Samuel 29:4 Los filisteos temen que David se les vuelva enemigo (hebreo satán) si sale a la guerra con ellos. 4. Samuel 19:22 David dice que los hijos de su hermana Sarvia (Joab y Abisai) le son adversarios (hebreo satán) porque quieren dar muerte a Simei, mientras que David ha decidido perdonarlo. 5. 1 Reyes 5:4 Salomón dice que no hay adversarios (hebreo satán), es decir, que está en paz con las naciones circunvecinas. 6. 1 Reyes 11:14 Hadad edomita es un adversario (hebreo satán) de Salomón. 7. (2 veces)1 Reyes 11:23 y 11:25 Rezón hijo de Eliada es otro adversario (hebreo satán) de Salomón. 8. Salmos 38:20 David dice que los que le pagan mal por bien le son contrarios (hebreo satán). 9. Salmos 71:13 David desea que perezcan sus adversarios (hebreo satán). 10. Salmos 109:4 David se queja de sus adversarios (hebreo satán). 11. (2 veces) Salmos 109:20 y 29 David se queja nuevamente de los que lo calumnian (hebreo satán). 12. Zacarías 3:1 El verbo acusarle es una forma de la palabra hebrea satán. Este versículo y el siguiente, en los que la palabra satán también aparece sin traducir, serán explicados más adelante. La palabra satán sin traducción Ya hemos visto que en el Antiguo Testamento de la Biblia castellana (versión Reina-Valera de 1960) la palabra satán está traducida al castellano en 14 ocasiones. Los restantes 19 veces que el vocablo satán aparece en el texto hebreo del Antiguo Testamento, los traductores lo han dejado sin traducir (trasliterado) y con mayúscula, dando la impresión de que se trata de un nombre propio, aunque no lo es. Esta forma errónea de representar en castellano la palabra hebrea original tiende a reforzar la falsa creencia de que satán es el nombre de un ser sobrenatural, poderoso y malvado, que merodea en el mundo con el propósito de inducir a los hombres al pecado. Al examinar los pasajes en los que la palabra satán es dejada sin traducir, veremos que los traductores habrían cumplido más fielmente su tarea si hubieran simplemente traducido la palabra al castellano, dándole su significado de adversario o acusador, así como lo hicieron en los 14 casos arriba mencionados. Estudiaremos primeramente la palabra satán en el libro de Job, ya que aparece sin traducir en 14 ocasiones en los capítulos 1 y 2 de este libro, y sólo cinco veces más en todo el resto del Antiguo Testamento (tres veces en Zacarías 3,1 y 2, una vez en Salmos 109:6, y una vez en 1 Crónicas 21, 1). Satanás en el libro de Job El "Satanás" más célebre del Antiguo Testamento es, sin duda alguna, el del libro de Job. En los capítulos 1 y 2 del libro aparece un individuo que pone en tela de juicio la piedad de Job, sugiriendo que obedece a Dios por interés. Este individuo persuade al Todopoderoso a que ponga a prueba la fe de Job, quitándole sus bienes, sus hijos, y finalmente su salud. Este pasaje es considerado como el principal punto de apoyo en el Antiguo Testamento, por las personas que afirman la existencia de un diablo sobrenatural; sin embargo, al analizar estos capítulos, nos daremos cuenta de que no respaldan en absoluto tal argumento, por las razones que a continuación se detallarán: (1) La palabra satán en el Antiguo Testamento no es un nombre propio y debería ser traducida como adversario o enemigo en lugar de aparecer trasliterada (sin traducir) y con mayúscula como si se tratara del nombre de una persona. La mayoría de las traducciones modernas de la Biblia reconocen esta verdad, traduciendo la palabra en el texto o por lo menos añadiendo una nota en el margen. De la Biblia para explicar que la palabra original satán significa, sencillamente, adversario. Por ejemplo, en la traducción moderna (en inglés) de James Moffat, y en las dos traducciones (también en inglés) publicadas en 1917 y en 1980 por la Jewish Publication Society (Sociedad Judía de Publicaciones), Satanás no figura en el libro de Job, pues la palabra satán ha sido traducida Adversary (Adversario). Otras cuatro traducciones en inglés: la Versión Autorizada de 1611, la Versión Revisada de 1881, la Revised Standard Version de 1952 y la New English Bible de 1970, dicen Satan (Satanás) en el libro de Job, pero agregan una nota marginal explicando al lector que la palabra hebrea significa simplemente the adversary (el adversario). 2. En nuestra Biblia castellana, Job 1:6 se lee de la siguiente manera: "Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás." Ahora, algunos sacan de este versículo la conclusión de que el adversario de Job es un ángel malo, alegando en primer lugar que la frase "hijos de Dios" quiere decir "ángeles," y en segundo lugar que sólo un ángel podría presentarse delante de Jehová, ya que para hacerlo es necesario llegar hasta la morada de Dios en los cielos, lo cual es posible únicamente para los ángeles. Sin embargo, este razonamiento es totalmente equivocado, por las siguientes razones: (a) La expresión "hijos de Dios" no quiere decir "ángeles." A los hombres que han sido llamados para servirle, Dios les llama comúnmente sus hijos, tanto en el Nuevo como en el Antiguo Testamento; de manera que los hijos de Dios en el libro de Job son aparentemente los miembros de una congregación de adoradores de Dios. Véanse los siguientes pasajes: Antiguo Testamento, Éxodo 4, 22; Deuteronomio 14, 1; Salmos 82, 6; Isaías 1, 2 y 30, 1; Isaías 30, 9, 43, 6, 63, 8, 63, 16, 64, 8; Jeremías 3, 14, 3, 22, 4, 22, 10, 20; Ezequiel 16, 21; Oseas 1, 10, 11, 1, 11, 10. Nuevo Testamento. Mateo 5, 9, 5, 45; Lucas 20, 36; Juan 1, 12, 11, 52; Romanos 8, 14, 8, 19, 9, 8, 9, 26; 2 Corintios 6, 18; Gálatas 3, 26, 4, 6; Efesios 1, 5; Filipenses 2, 15; Hebreos 2, 10, 12, 7, 12, 8; 1 Juan 3, 1, 3, 2, 3, 10. También es de notarse que el Hijo de Dios por excelencia, Jesucristo, es hombre y no ángel. (A propósito, esta evidencia nos ayudará también a interpretar correctamente Génesis 6:2, reconociendo que los hijos de Dios en este pasaje también son hombres y no ángeles, como afirman algunos.) (b) La Biblia en ningún momento afirma que la conversación entre Jehová y el adversario de Job tuvo lugar en los cielos. La expresión "presentarse delante de Jehová" y otras parecidas se ocupan con frecuencia en ambos testamentos para describir el momento en que un siervo de Dios se acerca a Jehová por medio de un holocausto o de la oración. Véanse los siguientes versículos: Antiguo Testamento. Génesis 4, 16, 6, 11, 7, 1, 10, 9, 18, 22, 19, 27; Levítico 4, 6, 4, 17, 16, 7, 23, 11, 23, 20; Josué 24, 1; 1 Samuel 2, 21, 10, 19; Daniel 6, 10, 6, 26. Véanse especialmente Job 1, 11 y 2, 5. Nuevo Testamento. Lucas 1, 76, 2, 22; Gálatas 1, 20; Efesios 1, 4; 1 Timoteo 5, 21; 2 Timoteo 2, 14, 4, 1. En muchas ocasiones en la Biblia, Dios conversa con los hombres mientras éstos están delante de su presencia aquí en la tierra. El adversario de Job es simplemente un miembro de la congregación de adoradores de Dios de aquella localidad. Conoce a Job y duda de la sinceridad de su fe, o quizá tiene envidia de su prosperidad. Expresa sus dudas a Dios cuando está reunido con los demás "hijos de Dios" en su acostumbrado lugar de reunión y persuade a Jehová a que ponga a prueba la fe y la piedad de Job. (3) Otro argumento para apoyar la idea de que el adversario de Job es un ser sobrenatural, es la afirmación de que las tragedias que sufrió Job fueron causadas por el poder de su adversario. Esta afirmación es incorrecta; la Biblia expresa clara y repetidamente que las tragedias que sobrevinieron a Job fueron producidas por el poder de Jehová mismo. Por ejemplo, en Job 1:11 el adversario dice a Jehová, "Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia." O sea, el adversario sugiere a Jehová que aflija a Job; no hay indicio alguno de que el adversario tenga el poder de hacerlo (véase también Job 2:5). Ahora bien, existe un solo versículo que pareciera indicar, a primera vista, que fue el adversario quien afligió a Job: "Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna..." (Job 2:7). Pero si leemos los dos versículos anteriores (Job 2:5,6), veremos que el adversario había pedido a Jehová que tocara a Job en su hueso y carne, y que Jehová le había respondido, "He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida," accediendo a realizar con su poder divino los deseos del adversario, con el fin de permitir que Job fuera probado. El deseo de afligir a Job era del adversario, pero el poder para hacerlo era de Jehová. El hecho de que Job fue afligido por el poder de Dios se enfatiza en repetidas ocasiones en el libro. Por ejemplo, en Job 2, 3, Jehová dice al adversario, aludiendo a las primeras tragedias que le sobrevinieron a Job, "tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa." Job mismo reconoce que los males que le han sobrevenido fueron causados por Dios. En Job 1, 21, después de haber recibido la infausta noticia de la destrucción de sus bienes y la muerte de sus hijos, Job exclama, "Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito." Y en Job 2, 9 y 10, la mujer de Job le dice, "Maldice a Jehová, y muérete," y Job responde, "¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no recibiremos?" En los restantes capítulos del libro, Job responsabiliza reiteradamente a Jehová por sus males; véanse Job 6, 4, 7, 20, 10, 2, 19, 6 y sobre todo 42, 11, donde se nos relata que los parientes y amigos de Job "le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él." La mayor parte de libro relata el esfuerzo que hace Job para comprender por qué Dios le ha afligido; el libro carecería totalmente de sentido si Job no hubiera sido afligido por Jehová, sino por algún otro personaje sobrenatural. Y en su respuesta a Job (capítulos 38 a 41), Jehová en ningún momento niega o evade su responsabilidad por lo que le había acontecido a Job; simplemente le hace ver que un mero hombre no está facultado para cuestionar la actuación del Todopoderoso. Satanás en el libro de Zacarías Como se mencionó anteriormente, en todo el Antiguo Testamento la palabra "Satanás," sin traducción, sólo se encuentra en tres pasajes fuera del libro de Job. Uno de estos pasajes es Zacarías 3, 1,2, donde la palabra "Satanás" aparece tres veces en nuestra Biblia castellana: Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Ahora, esto es obviamente la continuación de las visiones proféticas de los capítulos anteriores y no un relato literal. No se nos dice explícitamente quién es el adversario del sumo sacerdote Josué, pero un estudio de la situación histórica en medio de la cual Zacarías profetizó nos sugiere una respuesta. Zacarías pronunció su profecía alrededor del año 520 antes de Jesucristo. Casi 70 años antes, los judíos habían sido llevados cautivos a Babilonia cuando el emperador Nabucodonosor destruyó la ciudad de Jerusalén. Pero en el año 539, un nuevo emperador llamado Ciro había dado permiso a los judíos para que regresaran a su país y reedificaran su templo en Jerusalén (véase Esdras 1, 1-4). Bajo el mando de Zorobabel y el sumo sacerdote Josué, llamado también Jesúa (véase Esdras 2, 2), algunos judíos regresaron y comenzaron a reedificar el templo. Restauraron el altar y lograron colocar los cimientos de un nuevo templo (Esdras capítulo 3), pero la obra fue detenida por las amenazas de los enemigos de los judíos que vivían en la tierra, principalmente los samaritanos. Este era un pueblo bastardo formado de una mescolanza de israelitas con gente traída de otras regiones por el rey de Asiria (Esdras 4:1-5). Los profetas Zacarías y Hageo fueron levantados por Jehová para animar a sus compatriotas a que perseveraran con la obra de edificar el templo, haciendo caso omiso de las amenazas de sus enemigos (Esdras 5:1,2). En este contexto histórico, el satán que acusa al sumo sacerdote Jesúa en la visión de Zacarías simboliza la oposición de los samaritanos que estaban dispuestos a desafiar aun al sumo sacerdote del Dios viviente para impedir que los judíos realizaran su obra. El resto del capítulo 3 de Zacarías describe la forma en que Dios justifica a Josué y reprende al satán samaritano. La visión se cumplió cuando los judíos, bajo el liderazgo de Josué y Zorobabel, se negaron a seguir dejándose intimidar por sus enemigos y completaron la construcción del templo (Esdras capítulos 5 y 6). Se notará que al igual que en los casos anteriores examinados, el uso de la palabra satán no implica en lo más mínimo que se trata de un ángel caído, sino simplemente de algún adversario cuya identidad ha de buscarse analizando el contexto histórico de la profecía. Satanás en los Salmos Otro pasaje del Antiguo Testamento donde ocurre la palabra "Satanás" es Salmos 109, 6: "Pon sobre él al impío, y Satanás esté a su diestra." En este salmo David clama a Dios para que le proteja de sus enemigos, que obviamente son seres humanos: "Porque boca de impío y boca de engañador se han abierto contra mí; han hablado de mí con lengua mentirosa; con palabras de odio me han rodeado, y pelearon contra mí sin causa." (vv. 2, 3) Lo raro de este caso es que la palabra satán aparece un total de cuatro veces en el texto hebreo del salmo, en los versículos 4, 6, 20 y 29, refiriéndose a seres humanos, pero sólo en el versículo 6 los traductores de la Biblia RVR de 1960 la han dejado sin traducción. En los otros tres casos la han traducido al castellano conforme a su significado verdadero. Por ejemplo, en el versículo 4 la palabra "adversarios" es la traducción correcta de la palabra hebrea satanás, y en los versículos 20 y 29 la frase "los que me calumnian" es la traducción de una frase hebrea que dice literalmente "mis satanases." No existe la menor evidencia de que la palabra satán que aparece en el versículo 6 se refiera a algo que no sea un ser humano, por lo que es difícil de entender por qué los traductores optaron por dejarla sin traducir, dando la impresión de que se trata del tentador sobrenatural de la mitología. La vasta mayoría de las traducciones modernas de la Biblia traducen la palabra satán del versículo 6 conforme a su significado real de "acusador" o algo por el estilo, evitando toda sugestión de que se trata del ángel caído de la superstición popular. Por ejemplo, la Versión Reina-Valera Actualizada, corrigiendo la versión de 1960, traduce "un acusador"; la Biblia de Jerusalén traduce "fiscal"; la versión Dios Habla Hoy dice "abogado"; la Biblia francesa de Segond traduce un accusateur (un acusador); la Revised Version de la Biblia inglesa dice adversary (adversario) y la Revised Standard Version en inglés dice "an accuser" (un acusador) al igual que la New English Bible, la traducción de la Jewish Publication Society (Sociedad Judía de Publicaciones), y la de James Moffat. Por lo que se ve claramente que el aparecimiento de la palabra "Satanás" en Salmos 109, 6 de la versión RVR de 1960 es una traducción equivocada que de ninguna manera apoya la existencia de un tentador angelical. Satanás en el libro de Crónicas El capítulo 21 de 1 Crónicas comienza de la siguiente manera: "Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa." A continuación, la narrativa revela la forma en que Joab intenta disuadir al rey de que lleve a cabo el censo, advirtiéndole que sería pecado. Sin embargo David insiste, y Joab se ve obligado a obedecer. Pero la actitud de David desagrada a Dios, quien castiga al pueblo con una peste que causa la muerte de setenta mil hombres. Finalmente, cuando el ángel destructor se apresta a devastar la ciudad de Jerusalén, David logra detener su mano y construye un altar en el sitio donde el ángel se detuvo. En este mismo sitio se edificaría más tarde el glorioso templo de Salomón. Ahora, las personas que creen en un diablo sobrenatural ven en la alusión a Satanás en el versículo 1 evidencia de la existencia de un poderoso diablo sobrenatural. Sin embargo, la realidad es muy distinta, porque al consultar el relato del mismo incidente tal como se describe en 2 Samuel capítulo 24, descubrimos que Dios mismo fue quien incitó a David a que hiciese el censo: "Volvió a encenderse la ira de Jehová contra Israel, e incitó a David contra ellos a que dijese: Ve, haz un censo de Israel y de Judá." De manera que la incitación que 1 Crónicas atribuye a "Satanás," 2 Samuel la atribuye a Jehová. ¿Cómo se ha de resolver esta aparente contradicción? La respuesta es que no hay contradicción. En este caso, Dios mismo hizo el papel de adversario para con el pueblo y su rey. Acordémonos de que la palabra satán simplemente designa un enemigo o adversario, quienquiera que sea, y que la identificación del adversario en una situación determinada se ha de deducir del contexto. Puede que parezca extraño para algunos que Jehová mismo haga el papel de satán para con su pueblo, pero en realidad los advirtió en repetidas ocasiones de que se les volvería enemigo si se apartaran de sus mandamientos. Ya vimos un caso en que Su ángel hizo el papel de satán para con Balaam. En el libro de Isaías el profeta describe la actitud de Dios para con los israelitas de la siguiente manera: "Mas ellos fueron rebeldes, e hicieron enojar su santo espíritu; por lo cual se les volvió enemigo, y él mismo peleó contra ellos." (Isaías 63:10) En Jeremías 30:14 la palabra de Jehová dice: "Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan; porque como hiere un enemigo te herí, con azote de adversario cruel, a causa de la magnitud de tu maldad y de la multitud de tus pecados..." y en Lamentaciones 2:4-5 el mismo profeta Jeremías recalca: "Entesó su arco como enemigo, afirmó su mano derecha como adversario, y destruyó cuanto era hermoso. En la tienda de la hija de Sion derramó como fuego su enojo. El Señor llegó a ser como enemigo, destruyó a Israel..." Habiendo contemplado esta evidencia de la forma en que Dios dijo que se había comportado con su pueblo escogido, y teniendo en mente el hecho de que la palabra satán significa precisamente enemigo o adversario, estamos en condición de apreciar la realidad de que por extraño que parezca a primera vista, Jehová mismo es el "Satanás" de 1 Crónicas 21:1, de la misma manera que su ángel lo fue en dos ocasiones en Números 22. Conclusión Así se concluye el examen de los pasajes donde ocurre la palabra "Satanás" en el Antiguo Testamento de nuestra biblia castellana. El primer hecho fundamental que hemos descubierto es que la palabra hebrea satán ha sido traducido muchas veces en el texto bíblico, pasando inadvertida de la mayoría de los lectores de la Biblia. El segundo hecho sorprendente es con cuán poca frecuencia satán es vertida "Satanás" en la Biblia castellana; ¡solamente en cuatro lugares en todo el Antiguo Testamento! El tercer hecho importante es que el Antiguo Testamento en ningún momento asocia a "Satanás" con la idea de un ángel caído. En el libro de Job designa a algún conocido envidioso de Job. En Zacarías, describe a los samaritanos que se oponían a la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén. En Salmos 106 obviamente se refiere a un ser humano y en 1 Crónicas ¡denota a Dios mismo! Ahora, el Antiguo Testamento cubre unos 1,500 años de la historia de Israel, el pueblo de Dios, revelando con suma franqueza y lujo de detalles sus constantes transgresiones. Si un poderoso ser malvado realmente fue quien instigó a los israelitas y a otros a que se rebelaran continuamente contra su Dios, es extraño, por decir lo menos, que la Biblia no lo revele. En su lugar, clara y repetidamente culpa a los seres humanos mismos por su dureza de corazón, absteniéndose totalmente de echar la culpa sobre un supuesto ángel rebelde cuya existencia en ningún momento menciona. La realidad es que satán es, repetimos, sencillamente una palabra hebrea que significa adversario, enemigo o algo por el estilo. Generalmente designa un hombre o grupo de hombres, pero ocasionalmente denota al ángel de Dios o incluso Dios mismo cuando éste se coloca en la posición de antagonista para con determinada persona o grupo de personas. La idea de un ángel caído que deambula por el mundo tentando a los hombres es un mito pagano que no encuentra ningún apoyo en la Biblia y que por lo tanto debe ser rechazado por todo cristiano que desea fundar su fe sobre la Palabra de Dios. James Hunter Publicado por la Misión Bíblica Cristadelfiana [7] http://lascosasquenuncaexistieron.com/2010/11/26/corte-infernal/ Al igual que los ángeles que tienen una jerarquía angelical, conocida también como Triadas, los demonios están organizados jerárquicamente. Conforme a la demonología, se cree que la jerarquía infernal es tan compleja que asemeja a un estado feudal en donde cada uno de sus miembros poseen diferentes atributos y funciones otorgados por Satanás. Desde luego, aunque los demonólogos coincidían en que existía una corte infernal, resultaba difícil, si no imposible, coincidir en una organización específica. Nosotros les presentamos las propuestas más conocidas a lo largo de la historia: Alfonso de Spira propuso la siguiente jerarquía en 1467: Demonios del destino. Trasgos. Íncubos y Súcubos. Ejércitos y Hordas. Domésticos o familiares: demonios con forma animal que conviven con las brujas. Drudes, demonios en su mayoría femeninos. Demonios de la unión con hombres. Demonios del engaño. Demonios que tientan a los Santos. Demonios que guían a las personas, generalmente ancianos a los aquelarres. De acuerdo De Praestigiis Daemonum et Incantationibus ac Venificiis (1563), escrito por Johannes Wier, los principales jefes del infierno son Astaroth, Andras, Leonardo y Asmodeo y la Corte Infernal se compondría de la siguiente manera: 1,111 legiones, cada una con 6,666 demonios. 72 príncipes 7, 405, 926 diablos. Por su parte, Peter Binsfeld publicó en 1589 su famoso De confessionibus maleficorum et sagarum (De las confesiones de los hechiceros y las brujas) en el cuál la Corte Infernal estaba organizada por demonios relacionados con los 7 pecados capitales: 1. Soberbia, Lucifer 2. Avaricia, Mammon 3. Lujuria, Asmodeo 4. Satanás, ira 5. Gula, Belcebú 6. Celos, Leviatán 7. Pereza, Belfegor En el Compendio Maleficarum, escrito por Francesco Maria Guazzo en 1608 se habla de la siguiente jerarquización: Demonios de las casas superiores del aire. Demonios de las casas inferiores del aire, principales responsables de las tormentas. Demonios que viven en el campo y el bosque. Demonios femeninos del agua. Demonios subterráneos: responsables de los sismos. Demonios de la noche. Sebastián Midhaelis habló de 3 categorías en 1613: 1er categoría compuesta por Asmodeo (lujuria), Astaroth (pereza y vanidad), Baalberith (asesinato y blasfemia), Belcebú (altivez), Gresil (impureza), Leviatán (ataca las creencias religiosas), Sonnilón (odio) y Verrin (impaciencia). 2a categoría: Camal (lujuria), Clavel (seduce a los que se oponen a la pobreza), Karo (compasión), Rosal (sensualidad) y Soplador (demonio de la desobediencia). 3er categoría: Belial (arrogancia), Olivier (codicia) y Juvart (se encarna en los cuerpos de otras personas). Pero es quizá gracias a Collin Plancy y su Diccionario Infernal, publicado en 1863, que debemos la jerarquización más completa, basada en los siguientes grupos: Primer grupo: Príncipes y Dignidades: Belcebú, jefe supremo del imperio del infierno y fundador de la orden de la mosca; Satanás, príncipe destronado, jefe del partido de la oposición; Eurinomo, príncipe de la muerte; Moloch, príncipe del país de las lágrimas; Plutón, gobernador de las regiones inflamadas; Pan, príncipe de los íncubos; Lilith, princesa de los súcubos; Leonardo, caballero de la mosca; Baalberito, gran pontífice y señor de las alianzas; Prosperina, princesa de los espíritus malignos. Segundo grupo: Cuerpo de Ministros del Despacho: Adramelech, gran canciller; Astaroth, tesorero general; Nargal, jefe de la policía secreta; Baal, general en jefe de los ejércitos infernales; Leviatán, gran almirante. Tercer grupo: Embajadores: Belfegor, embajador en Francia; Mammón, embajador en Inglaterra; Belial, embajador en Italia; Rimmón, embajador en Rusia; Thamuz, embajador en España; Hutgin, embajador en Turquía; Mautinat, embajador en Suiza. Cuarto grupo: Justicias: Lucifer, justicia mayor; Alastor, el que ejecuta de sentencias. Quinto grupo: Casa de los Príncipes: Verdelet, maestro de ceremonias, jefe de los eunucos del serrallo; Chamoos, gran chamberlán; Melchom, tesorero; Nisroth, jefe de cocina; Behemus, copero mayor del infierno; Dagón, panadero; Mullin, primer ayudante de cámara; Roboals, director de los teatros; Asmodeo, superintendente de la casa de juegos; Nibes, gran farsante burlesco; Anticristo, charlatán; Boquet, llamado también “El mono de Dios.” Por último, en El gran diccionario del ocultismo (2005), Roberto Mares propone la siguiente Corte Infernal: 1 Emperador: Belcebú 7 Siete Reyes: Asmodeo, Bael, Belial, Bylethm, Paymon, Pursan y Zapan 17 Duques: Agares, Alocer, Astartoth, Batymb, Berith, Bune, Busas, Chas, Eligar, Gusayn, Muros, Pricel, Sytry, Velefar, Vepar, Zepar, 13 Marqueses: Andrias, Androlag, Arias, Cimeries, Farreas, Fénix, Gamigym, Lamón, Loroy, Marchacias, Naberus, Riere y Sabnac, 10 Condes: Barbetos, Botin, Decaridia, Futur, Halfas, Ipex, Morux, Raym, Vine y Zalcos 10 Presidentes: Amy, Buer, Caim, Forcas, Haagenty, Glasialabolas, Goap, Marbas, Oze, Volac Varios Cortesanos y Seguidores. [8] http://llamaardiente.blogspot.com/2011/05/confesiones-de-satanas-ii.html Ya no está el blog [9] http://religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=19130 No aparece; dice que se han recibido encabezados duplicados desde el servidor. [10] http://www.grupotortuga.com/Padre-Fortea-Hay-muchos-demonios Padre Fortea: ’Hay muchos demonios, pero el más poderoso es Satanás’ Viernes.24 de septiembre de 2010 1749 visitas Sin comentarios Que lo sepas... El padre José Antonio Fortea pertenece a la Diócesis de Alcalá de Henares (Madrid), pero actualmente vive en Roma. Las leyendas sobre el diablo con cuernos, cola y tridente nunca llegaron a la casa de José Antonio Fortea, en Barbastro (España). Su hogar no era nada religioso y por eso no se preguntó si esa criatura maligna existía o no. A los 15 años sintió la vocación y decidió ser sacerdote. En ese camino primero conoció a Dios, y luego, al diablo. El sacerdote, de 42 años, terminaba estudios en historia de la Iglesia y le pidieron que su tesis la hiciera sobre el exorcismo. Sin pretenderlo -aclara- se convirtió en especialista en demonología (estudia a los demonios) al punto de ser designado como uno de los pocos sacerdotes exorcistas que tiene el Vaticano (vive en Roma). Desde hace 16 años, se dedica -literalmente- a liberar personas poseídas por el demonio. Vino a Colombia, no a realizar exorcismos, sino a hablar de fe y conversión cristianas. ¿El diablo existe? Creer en Dios supone creer en lo que Él ha dicho. Y Él ha hablado de la existencia del demonio y ha advertido, al final del Padre Nuestro: "líbranos del mal", que se puede traducir como "líbranos del maligno". ¿Hay evidencia del demonio? Nunca he visto a ningún demonio. Ni me han tocado ni me hacen cosas. En eso he actuado como un científico; así lleve hábito, no estoy desprovisto de la razón. He visto muchos posesos a lo largo de mi vida, hay fenómenos que no son enfermedades mentales y que se han liberado con exorcismos. No se puede sanar a un esquizofrénico con un exorcismo. ¿Hay un único demonio? Aunque se suele hablar del demonio, en realidad hay muchos demonios, cada uno distinto, pero hay uno que es el jefe de todos los demonios, el más poderoso: Satanás. ¿Por qué suceden las posesiones? Todos aquellos que acuden al espiritismo, la brujería y, peor todavía, al satanismo, quedan en peligro de ser poseídos. Esa es la ley general, pero hay casos que no se explica por qué ocurren, así no hayan acudido a esas prácticas. ¿Cómo ocurre una posesión? Un espíritu posee un cuerpo y lo mueve a su voluntad: habla a través de él, grita, convulsiona... ¿Cómo se realiza un exorcismo? A través de lecturas sucesivas de la Biblia y de un intenso trabajo de oración. ¿El exorcismo es suficiente para una liberación? Cuando un poseso recibe el exorcismo, pasa un tiempo razonable en ser liberado. Se requiere un número de sesiones. El demonio se resiste, porque sabe que está condenado a salir. ¿Qué tan frecuentes son los casos? Hay pocos casos de posesión, siempre ha habido pocos casos; siempre los exorcistas han sido pocos. Un caso que recuerde... El más impactante, por la violencia, la furia de los gritos y de las convulsiones, le ocurrió a una chica; mucha gente fue a orar con el equipo de oración y muchos tuvieron problemas para dormir durante una semana. ¿Ha sentido al demonio? Un cierto número de veces, estando solo en mi casa o en otros lugares, he sentido una presencia maligna. Y yo no soy nada sugestionable. Y mentiría si no reconociera que sentí esa presencia maligna de un modo intenso y poderoso. Yo tenía un gato y vi cómo se agazapaba detrás de las cortinas, mirando un punto concreto del aire; no es normal que un gato se esconda, tiemble y mire hacia un punto concreto. ¿Se siente perseguido? No me siento especialmente acosado, pero la razón me dice que el demonio, dado que existe, tiene unas cuentas pendientes conmigo. ¿La figura del diablo con cuernos y cola, es correcta? El demonio no tiene cuerpo, no tiene color, ni una forma visual, ni cuernos, ni alas, ni colas. Es una entidad incorpórea, invisible. ¿Qué debe hacer una persona en estos casos? Debe pedir ayuda a un sacerdote. ¿Hay que tenerle miedo al demonio? Hay que tener miedo a pecar, a ofender a Dios. Conectado con la tecnología4 El padre Fortea lleva 16 años practicando exorcismos, labor que ha combinado con la vida de parroquia. Pertenece a la Diócesis de Alcalá de Henares (Madrid), pero actualmente vive en Roma, donde adelanta su doctorado en teología. Ha escrito 12 libros, de los cuales cinco han sido sobre el exorcismo. Uno de los más vendidos es ’Memorias de un exorcista’. Tiene una página en Internet (www.fortea.ws) y un blog que alimenta a diario con diversas reflexiones sobre la fe. JOSÉ ALBERTO MOJICA P. REDACCIÓN VIDA DE HOY - Fuente: http://www.grupotortuga.com/Padre-Fortea-Hay-muchos- demonios#sthash.yOZJo7Jd.dpuf