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MARTIN HEIDEGGER
La Epoca de la Imagen del Mundo (“Die Heidegger con las autoridades a causa de la
Zeit des Weltbildes”) es una conferencia pro- conferencia.
nunciada por Heidegger en Friburgo en Veinte años mas tarde no ha perdido, sin
Brisgovia (Alemania) -de cuya Universi- embargo, actualidad la voz de Heidegger: si
dad es profesor ordinario- el 8 de junio de en 1938 señalaba y denunciaba la cosmovi-
1938 bajo el título de “La fundamentación sión y la imagen del mundo nazi, los mis-
de la moderna imagen del mundo por la mos conceptos valen para otras cosmovisio-
Metafísica”. Era ella la disertación final de nes e imágenes del mundo que actualmente
una serie que tenía por tema los presupues- se nos ofrecen con no menos insistencia. Y
tos de la imagen contemporánea del mun- el diagnóstico filosófico de la Edad Moder-
do. Los Complementos, también escritos en na y nuestra situación contemporanea nos
esa ocasión, no fueron publicados hasta que, aparece aún más lacerante y profundo.
con la conferencia, vieron la luz en el tomo La Epoca de la Imagen del Mundo es
Holzwege, en que Heidegger reunió seis una obra marginal en la producción heideg-
opiísculos, aparecido en Francfort del Main geriana, pero tiene una ubicación dentro de
(Editorial Vittorio Klostermann), en 1950. ella que la hace especialmente importante.
Heidegger fué Rector de la Universidad De un lado, es un testimonio sobre el espi-
de Friburgo en Brisgovia, poco después dei ritu de la ciencia moderna, del otro, una in-
ascenso al poder del nacionalsocialismo en terpretación de Descartes que sirve para fun-
Alemania (1933), pero rapidamente se pro- damentar ese testimonio. Pero, precisamen-
dujo un profundo distanciamiento entre el te, esta interpretación de Descartes toca lo
régimen político imperante y el filósofo, más hondo del filosofar de Heidegger, y su-
que abandonó el rectorado. En la conferen- giere la pregunta latente que se nos impone:
cia sobre la Imagen del Mundo, en 1938, ex- ¿Está Heidegger aún dentro de los supues-
pone Heidegger nitidamente su oposición al tos cartesianos o- los ha superado? O dicho
nacismo que, por aquel entonces, se empe- de otro modo: ¿Es la filosofia heideggeria-
ñaba en imponer su cosmovisión y buscaba na adn Metafísica o ya no lo es más? O aún
establecer su propia imagen del mundo. La en otra fórmula: ¿Trata ella, en cuanto pen-
dura crítica que hace del hombre contem- sar, del ser, o so pretexto de llegar a él se
poráneo que asume esta actitud, fué entendi- detiene en el ente?
da por el amplio público en que repercutie- El tono de La Epoca de la Imagen del
ron las ideas expuestas, pero también por los ø
teóricos de la corriente politica que fustigó (*) Primera edición en español, autorizada por
Martín Heidegger y la Casa Editorial Vittorio Klos-
con directas alusiones. Más de un tropiezo termann de Frankfurt. Traducción y prólogo de
--que no es del caso detallar aquí- tuvo Alberto Wagner de Reyna.
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ANALES DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE
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LA EPOCA 12; LA IMAGEN DEL MUNDO __ , , , , ,_ , , 271
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ANALES DE LA UNtvaRs11:›AD DE CI-nu-1
más temprana y a la vez determinante cien- puesto como {sobre} entendido, de la natu-
cia moderna, la Física matemática, aclara lo raleza se insertan, entre otras, las siguientes
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sólo de aquellas que han asumido ya las po- deza. Tan pronto, empero, como lo gigan-
siciones fundamentales extremas del hombre tesco del planeamiento y del cálculo y de la
con la máxima decisión. Por esta lucha de instalación y del afianzamiento se transfor-
Cosmovisiones, y de acuerdo con el sentido ma de un salto de cuantitativo en una cuali-
de esta lucha, pone el hombre en juego la dad propia, se convierte lo gigantesco y lo
irrestricta fuerza del cálculo, del planeamien- -al parecer- siempre y totalmente calcula-
to y del dominio sobre todas las cosas. La ble, precisamente por eso, en lo incalculable.
ciencia como investigación es una forma im- Esta será siempre la sombra invisible que
prescindible de este instalarse en el mundo, cae sobre todas las cosas cuando el hombre
una de las vías por las cuales corre -a una ha devenido sujeto y el mundo imagen (13).
velocidad desconocida para los participan- A través de esta sombra se vierte el mun-
tes- la Edad Moderna hacia la plenitud de do moderno a sí mismo en un espacio priva-
su esencia. Sólo con esta lucha de Cosmovi- do de representación y confiere así a este in-
siones entra la Edad Moderna en el capítulo calculable la determinación que le es propia
decisivo y presumiblemente más durable de y la singularidad histórica. Esta sombra se-
su historia (11). ñala hacia otra cosa que nos está vedado sa-
Señal de este proceso es que en todas par- ber a nosotros, gente de hogaño (14). Pero
tes, y bajo las formas y disfraces más diver- el hombre no podrá siquiera percibir esto
sos, aparezca lo gigantesco. Con ello se pre- que le está vedado, o pensar en ello, mientras
senta lo gigante simultáneamente en la di- se afane en la simple negación de la época.
rección de lo cada vez más pequeño. Pen- La fuga hacia la tradición -mezcla de hu-
samos en los números de la Física atómica. mildad y orgullo- no puede, en sí misma,
Lo gigantesco se nos impone en una forma nada; a no ser el cerrar los ojos y la ceguera
que precisamente lo hace, al parecer, des- frente al momento histórico.
aparecer: en la supresión de las grandes dis- El hombre sólo podrá saber -esto es: guar-
tancias por el avión, en la re-presentación de dar en su verdad- aquello incalculable en
cualquier mundo extraño y lejano -en su el preguntar creador y en el plasmar a partir
vida cotidiana- presentada por un gesto de de la fuerza de la genuina reflexión. Ella
la mano, en la radio. Pero se piensa superfi- transporta al hombre venidero a aquel “en-
cialmente si se cree que lo gigantesco es me- tre”, en el cual pertenece al ser y sigue sien-
ramente el vacío estirado al infinito de lo do, sin (embargo, un extraño para el ente
sólo cuantitativo. Se piensa con alcances de- (15). Hoelderlin sabía de eso. Su poema ti-
masiado cortos si se considera que lo gigan- tulado A los alemanes termina así:
tesco de lo continuamente nunca-visto nace
de la ciega pasión por la exageración y por Cierto que es estrechamente llnåttado aaestro
el sobrepujar. Y no se piensa del todo cuan- [tiempo de aida,
do se cree que se ha interpretado este fenó- y el número de nuestros años los z/emos y
meno de lo gigantesco con el tópico “ameri- [eo†ztamos,
canismo” (12). pero los años de los pz-telålos '
Lo gigantesco es más bien aquello por lo ¿los han eisto ojos pereeederos?
cual lo cuantitativo deviene una propia cua-
lidad y con ello una especie señalada de lo Aaa si el alma solwre ta propio tiempo
grande. Cada época no sólo es diferentemen- rzos-ta'lgz'ea elote, doliente quedas td
te grande con relación a otras; tiene también, ea la fría rtóera
en cada caso, un propio concepto de la gran- donde los tayos, jr jamás los conoces.
'LA EPocA DE LA IMAGEN DEL MUNDO , D ,D 133
COMPLEMENTOS
(1) Tal reflexión ni es para todos necesaria, ni ción. Cuanto más puro funcionamiento se hace la
investigación -así aumentan sus rendimientos-
realizable, 0 aun soportable, para cada cual.: Por lo
. 'Í con tanto mayor persistencia crece en ella el peli-
contrario: falta de reflexion pertenece ampliamente
gro de la laboriosidad. Por fin surge un estado en
a determinados niveles del consumar y_ trajin-ar. E.
preguntar de la reflexión no recae, sin embargo, que la diferencia entre servicio y trajín no sólo
es incognoscible, sino que también irre-al. Precisa-
en lo infundado o incuestionable, pues de ante-
I
mente este estado de equilibrio entre esencia y des-
mano pregunta por el ser. Este es y sera para ella
lo más digno de ser preguntado. En él encuentra naturalización en el término medio de lo sobre-
entendido hace duradera la investigación como for-
el reflexionar la extrema resistencia, que lo com-
ma de la ciencia y, en general, también a la Edad
pele a tomar en serio el ente que se ha acercado
Moderna. ¿De dónde, empero, tom.a la investiga-
a la luz de su ser. La reflexión sobre la esencia de
la Edad Moderna coloca al pensar y decidir en el ción los contrapesos contra el simple trajín dentro
ámbito de acción de las fuerzas esenciales, propia- de su servicio?
mente dichas, de la época. Estas actúan, como ac- (3) La creciente significación de la actividad
túan, intangibles para toda valoración cotidiana. editorial' no tiene su fundamento sólo en que los
Frente a ellas sólo cabe la disposición a la resolu- editores (por ejemplo, a través del comercio de
ción o de otro modo el desvío hacia lo a-histórico. libros) tengan una sensibilidad más fina para apre-
Al hacer esto no basta, v. g., aceptar la técnica o ciar las necesidades del público o que dominen
postular en forma absoluta la “movilización total”, mejor el negocio que los autores. Más bien tiene
cuando se advierte que estamos ante ella (lo que su propio trabajo la forma de un proceder plani-
nace de una postura incomparablemente más esen- ficante y que se encauza a cómo -por la mejor y
cial). Es menester, ante todo y siempre, concebir más coherente producción de libros y escritos- ha
la esencia de la época desde la verdad del ser que de ser hecha pública la imagen del mundo y conso-
lo rige, porque sólo así se percibe aquello que es lidada en el público. El predominio de las obras
más digno de ser preguntado, que desde la base colectivas, series de libros, publicaciones escalona-
sostiene y vincula un obrar hacia lo futuro, por en- das, ediciones de bolsillo, es ya la consecuencia de
cima del presente, y convierte la transfiguración este trabajo editorial, que a suvez se toca con las
del hombre en una necesidad que nace del propio intenciones de los investigadores ya que éstos, cuan-
ser. Ninguna época se deja eliminar por la sen- do editados en series o colecciones, no sólo se ha-
tencia autoritaria de la negación. Esta sólo saca de cen más fácil y rápidamente conocidos y aprecia-
cauce al que niega. La Edad Moderna, empero, dos, sino que logran, gracias a este frente más am-
exige -para ser en lo futuro soportada en su esen- plio, inmediatamente influencia dentro de la efi-
cia y, precisamente, a causa de ella- una origina- cacia dirigida.
lidad y una amplitud de reflexión, para la cual los (4) La posición metafísica fundamental de Des-
hombres de hoy preparamos tal' vez algo, pero a lo cartes está sustentada en la metafísica platónico-
que no podemos todavía sobreponernos. aristotélica y se mueve, pese al nuevo punto de
(2) La palabra servicio (en alemán sinónima de partida, en la misma pregunta: ¿Qué es el ente?
trajín) no ha de tomarse aquí en sentido peyora- Que esta pregunta no aparezca formulada en la
tivo. Pero como la investigación es en su esencia Meditatíones de Descartes, sólo demuestra cuán
un servicio, despierta la siempre posible laboriosi- esencialmente determina la modificada respuesta a
dad del trajín la apariencia de ser ella la más alta ella la posición fundamental. La interpretación car-
realidad y eficacia, a la zaga de la cual' se realiza tesiana del ente y de la verdad crea -y esto sólo a
la socavación de la labor investigatoria. El servicio partir de ella- los presupuestos para la posibilidad
deviene mero trajín cuando el -procedimiento no de una teoría del conocimiento 0 metafísica del
se mantiene abierto gracias a la siempre nueva rea- conocimiento. Sólo por Descartes es puesto el rea-
lización del proyecto, sino que deja a éste -en lismo en condiciones de demostrar la realidad del
cuanto ya dado- detrás de sí, sin ni siquiera con- mundo exterior y de salvar el ente en sí.
firmarlo, por correr tras los resultados que se amon- Las esenciales mudanzas de la posición funda-
tonan y su calculación. El mero funcionamiento mental' de Descartes -que han sido alcanzadas en
del servicio debe ser siempre combatido precisa- el pensamiento alemán desde Leibniz- no superan
mente porque la investigación es en su esencia en modo alguno esta posición fundamental. Ellas
servicio. Si se busca lo cientifico de la ciencia en desenvuelven sólo ahora su amplitud metafísica y
la silenciosa erudición, entonces está claro que la crean los presupuestos d-el siglo XIX, el aún más
renuncia al trajín significa también la negación oscuro de los siglos que van corridos de la Edad
del carácter esencialmente servicial de la investiga- Moderna. Ellas consolidan niediatamente la posi-
$
do de la objetividad del ente devenido insignifican- y extrañante en él. La frase de Protágoras reza:
te y sin hondura. Nadie muere por simples valo- pdnton clzremáton métron estìii ¿nt/zropos, tôn mèn
res. Obsérvese, para aclarar el siglo XIX, la sin- órzton /:os éstin, tôrz de me órzton /:os ouk éstin
gular posición intermedia de Hermann Lotze, que (ver Platón, T/zeaetet, 152).
al par interpretó las ideas platónicas como valores “De todas las cosas (que el hombre tiene en uso
y bajo el título “Microcosmos” emprendió el Eri- y empleo y por eso siempre alrededor de sí, elzré-
sayo de ima Antropología (1856), que alimentaba mata chrêst/tai) es el hombre (cada cual) la medi-
aún con el espíritu del idealismo alemán lo noble da, de los presentes de que así se presenten como
y sencillo de su modo de pensar, pero que tam- se presentan, de aquellos empero a los que está
bién lo abría al positivismo. Porque el pensar de vedado presentarse, de que no se presenten”. El
Nietzsche quedó preso en la representación del va- ente, cuyo ser está por decidirse, es comprendido
lor, tiene que expresar lo que le es esencial en aquí como lo presente, que rodea al hombre, y
una forma retrospectiva, como transmutación de que desde sí se presenta en este ámbito. Pero ¿quién
todos los valores. Sólo cuando se logra compren- es el hombre? Platón da en ese mismo lugar la
der el pensar de Nietzsche independientemente de información, al hacer decir a Sócrates: Oukoân
la representación de valor, llegamos al punto des- ozítos pos légez', /ios /:oía men /zékasta emoì phai-
de el cual la obra del último pensador de la Meta- netai, toiaúta men éstin emoi, /¡oía de soì toiaâta
física es concebida como una tarea del preguntar y de ati soi. dm:/zropos de sú te kai egó (“¿No en-
la oposición de Nietzsche contra Wagner como la tiende él (Protágoras) en algún modo así: como
necesidad de nuestra historia. en cada caso cada cosa se me presenta, de ese as-
(7) La correspondencia, pensada como rasgo pecto es (también) para mí; y como, empero, a ti,
fundamental del ser del ente, anticipa muy deter- de tal modo es para ti? Hombre eres tú, empero,
minadas posibilidades y modos de poner en obra como yo”.
la verdad de este ser dentro del ente. La obra de El' hombre es aquí -según esto- cada cual (yo
arte de la Edad Media y la falta de imagen del y tú y él y ella) ¿Y este egó (yo) no ha de iden-
mundo en esa época van emparejadas. tificarse con el ego cogito de Descartes? Iamás;
(8) ¿Pero no se atrevió, en época de Sócrates, pues todo lo esencial que con igual necesidad de-
un sofista a decir: el hombre es la medida de to- termina las posiciones fundamentales metafísicas
das las cosas, de las que son, que sean, y de las en Descartes y Protágoras es, en ambas, diferente.
que no son, que no sean? ¿No suena esta frase de Lo esencial de una posición fundamental metafísi-
Protágoras como si fuese de Descartes? ¿No es fi- ca comprende:
nalmente concebido por Platón el ser del ente co- 1. El modo y manera en que el hombre es hom-
mo lo mirado, como idea? ¿No es para Aristóteles bre, es decir, él mismo; el modo esencial de la
la referencia al ente como tal la theoría, el puro “mismidad”, que no se confunde con la “yoidad”,
mirar? Sin embargo, aquella frase sofística de Pro- sino que se determina desde la referencia al ser
tágoras está tan alejada del subjetivismo como de como tal;
Descartes la posibilidad de invertir el pensar grie- 2. La _interpretación esencial del ser del ente;
go. Ciertamente se realiza por el pensar de Platón 3. El proyecto esencial de la verdad;
y por el preguntar de Aristóteles un cambio de- 4. El sentido en que el hombre es, aquí y allá,
cisivo en la interpretación del ente y del hombre, medida.
pero este cambio permanece aún dentro de la ex- Ninguno de los momentos esenciales de la po-
periencia fundamental griega del ente. Esta inter- sición fundamental metafísica se puede entender
pretación es precisamente como lucha contra la segreg-ado de los demás. Cada uno indica ya el
sofística tan decisiva que se hace dependiente de todo de una posición fundamental metafísica. Por
ella y se convierte en el acabamiento de lo griego, qué y en qué medida, precisamente, estos cuatro
acabamiento que, mediatamente, prepara, en par- momentos sostienen y ensamblan, con antelación,
te, la posibilidad de la Edad Moderna. Por ello ha una posición fundamental metafísica, esto -digo-
podido ser considerado más tarde -no sólo en la no es preguntable ni respondible a partir de la Me-
Edad Media sino a través de la Edad Moderna- tafísica ni a través de ella. Esto ya está dicho a
el pensar platónico y aristotélico como el pensar partir de la superación de la Metafísica.
griego por antonomasia, y todo pensar pre-plató- Para Protágoras, es cierto, está el ente referido
nico únicamente como una preparación para Pla- al hombre como egó (yo). ¿De qué especie es esta
tón. Porque se ve, a causa de una larga costum- referencia al yo? El egó (yo) permanece en el ám-
bre, lo griego a través de una interpretación hu- bito de la descobertura que le es adjudicado como
manística, por ello nos está vedado re-pensar el cada cual. De esta suerte intelige todo lo presente
ser, que se abrió a la antigüedad griega, de modo en este ámbito como siendo. El' inteligir de lo pre-
que le dejemos conservar lo que hay de propio sente se funda en el permanecer dentro del ám-
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propio saber. Esto sólo es posible si el hombre que en este sentido esencial y nuevo. El subjectum, la
se liberaba afianzaba en sí mismo la certeza de lo certeza fundamental, es el siempre afianzado es-
sabible. Tal cosa podía, sólo, empero, acontecer en tar-también-representado del hombre re-presentan-
cuanto que el hombre decidiese por sí y para sí te juntamente con el ente humano o no-humano
lo que es sabible para él y lo que debe significar representado, esto es lo objetivo. La certeza funda-
saber y afianzamiento de lo sabido, es decir, certe- mental es el indudable en todo momento represen-
za. La tarea metafísica de Descartes se hizo, pues, table y representado me cogitare :-._ me esse. Esta
ésta: crear el fundamento metafísico a la libera- es- la ecuación fundamental de todo calcular del re-
ción del hombre a la libertad, como autodetermi- presentar que se afianza a sí mismo. En esta cer-
nación cierta de sí misma. Este fundamento no te- te-za fundamental está seguro el hombre de que
nía solamente que ser a su vez cierto sino que él', como el re-presentante de todo re-presentar (y
-porque estaba vedado el recurso a medidas de con ello de todo el ámbito de todo lo que está
otro ámbito- había de ser de tal modo que por representado y así de toda certeza y verdad) está
él fuese estatuída la esencia de la libertad preten- afianzado, lo que significa ahora: es. Sólo porque
dida como -auto-certeza. Pero todo lo que es cierto el hombre está de este modo co-representado en
desde sí mismo tiene que afianzar al mismo tiempo la certeza fundamental (en el ƒzmdamentum abso-
a aquel ente para el cual es cierto tal saber y por latum ineozzcussum del me eogitare : me esse),
el cual ha de ser afianzado todo lo sabible. El ,sólo porque el hombre que se liberta hacia sí pro-
ƒundamentum, el fondo de esta libertad, lo que le pio, pertenece necesariamente al sabjeetum de esta
subyace, el subjectum tiene que ser cierto, un algo libertad, únicamente por eso puede este hombre y
con certeza que satisfaga los requerimientos esen- tiene este hombre que devenir el ente privilegiado,
ciales citados. Un subjectum privilegiado en todos un sztbjeetum, que en vista de ser el ente 'primera-
estos respectos se hace necesario. ¿Cuál es este mente verdadero (esto es: cierto) tiene preceden-
[algo] cierto que forma el fundamento y da fon- cia sobre todos los demás subƒeeta. Que en la ecua-
do? El ego cogito (ergo) sum. Lo cierto es una ción fundamental de la certeza sea nombrado el
frase que dice que simultáneamente con el pensar ego, así como es también después nombrado en el
del hombre él mismo está indudablemente presen- subjectum propiamente dicho, no significa que el
te, lo que quiere decir ahora: es dado también a hombre sea determinado ahora como “yoico” y
sí mismo. Pensar es re-presentar, referencia re- egoísta. Sólo quiere decir esto: el ser sujeto es aho-
presentante a lo representado (idea como pereeptio). ra el distintivo del hombre como ser pensante y re-
Representar significa aquí: desde sí mismo colo- presentante. El yo del hombre no se pone al servi-
car algo delante de sí y poner en [lugar] seguro cio de este subjectum. La certeza que yace en el
lo colocado. Este colocar en [lugar] seguro tiene fondo de éste es -por cierto- subjetiva, esto es
que ser ,un calcular, pues sólo la calculabilidad ga- que rige en la esencia del subƒectum, pero no egoís-
rantiza de antemano y permanentemente el estar ta. La certeza es ob-ligatoria para todo yo como
cierto de lo que ha de representarse. El (re)pre- tal, es decir como sabjectum. De igual modo es
sentar no es más el inteligir (advertir) de lo pre- obligatorio para cada cual todo aquello que quiere
sente, ai cuya descobertura pertenece el inteligir ser comprobado como afianzado por la objetiva-
mismo, siendo -en verdad- una manera de pre- ción re-presentante, y por lo tanto como siendo. A
sentarse a lo presente descubierto. El representar esta objetivación, empero, que al mismo tiempo
no es más el des-cubrirse para.. ., sino el concebir 'sigue siendo lo decisivo respecto de lo que podrá
y apoderarse de. _ . No rige lo presente, sino domi- ser considerado como objeto, no puede sustraerse
na el ataque. El representar es ahora, según la nada. A la esencia de la subjetividad del subjec-
nueva libertad, un proceder por sí en el ámbito tum, y del hombre como sujeto, pertenece la in-
-que todavía ha de afianzarse- de lo afianzado. condicionada ilimitación del ámbito de posible ob-
El ente ya no es más lo presente sino lo o-puesto jetivación y del derecho a decidir sobre ésta.
por la representación, lo ob-jetivo. Re-presentación Ahora se ha aclarado también en qué sentido
es ob-jetivación pro-cedente y dominante. El repre- quiere y tiene que ser el hombre como sujeto me-
sentar junta así todo en la unidad de lo así objeti- dida y centro del ente, es decir, ahora, de los obje-
vo. Representar es coagitatio. tos. El hombre no es más métron en el sentido de
Toda relación a algo, el querer, el tomar posi- la mesura del' inteligir, en cada caso, en el ám-
ción, el sentir, es de plano re-presentatio, es cogi- bito de la descobertura de lo presente, que en cada
rans, aquello que se traduce por "pensar". Por eso caso presencia el hombre. Como subjeetum es el
puede Descartes aplicar el nombre, al comienzo hombre la co-agitatio del ego. El hombre se esta-
extraño, de cogitatio a todos los modos de la vo- tuye a sí mismo como el patrón de todas las me-
limtas y del aƒƒeetus, a todas las actíones y passio- didas, con las cuales se mide y calcula lo que ha
aes. En el ego cogito sum se entiende el eogitare de considerarse como cierto, esto es: verdadero, es-
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La EPOCA DE LA IMAGEN DEL MUNDO , ,___ 3 _ s s 289
- APENDICE
Nos es grato presentar -como colaboración del Qué no es y qué debe ser la persona, “Revista Cu-
profesor Manuel Gonzalo Casas, de la Universidad bana de Filosofía”, número 2, La Hab-ana,
de Tucumán- una lista de textos de Heidegger en 1951.
traducción castellana: El origen de la cbra de arre, traducción de Fran-
La esencia del ƒzindamenzo, traducción por A. Go- cisco Soler Grìma, en “Cuadernos Hispano-
ller de `š/Valther, “Sustancia”, número 4, Tucu- americanos”, números 25-27, Madrid, 1952. Pu-
mán, Argentina, 1940; traducción por I. D. blicado junto con una introducción de Fran-
García Bacca, México, Séneca, 1944 (junto con cisco Soler y un vocabulario filosófico de Hei-
Hölderlin y la esencia de la poesía). degger, bajo el título “El origen de la obra de
Que' es la metafísica, traducción X. Zubiri, “Cruz arte y la verdad en Heidegger”, por Ediciones
y Raya”, 6, 1933, Madrid (El Clavo ardiendo, de la Universidad Nacional de Colombia, Bo-
México, 1941); traducción Raimundo Lida, gotá, 1953.
Revista “Sur”, 5, 1932., Buenos Aires. ¿Qué significa pensar?, traducción por Hernán
El retorno al fundamento de la mezafisica. (Intro- Zucchi, en “Sur”, 215-216, Buenos Aires, 1952.
ducción a la quinta edición alemana de Qué Traducción de Francisco Soler, Rev. “Mito”,
es metafísica, aparecida en Alemania en 1949). 3, Bogotá, 1956.
Traducción de Aníbal del Campo, Revista De la experiencia del pensar, traducción por I. M.
“Número”, 13-14, Montevideo, 1951; traduc- Valverde, “Cuadernos Hispanoarnericanos”,
ción de Rafael Gutiérrez Girardot, “Ideas y número 20, Madrid, 1954.
Valores”, 34-4, Bogotá, 1952; “Alcalá”, 5, Ma- La doctrina de Platón acerca de la verdad, traduc-
drid, 1952. ción por Norberto V. Silvetti, “Cuaderno-s de
Hölderlin y la esencia de la poesía, traducción G. Filosofía”, 10-12, Buenos Aires, 1953; traduc-
F., Revista “Escorial”, número 10, Madrid, ción de I. D. García Bacca, Universidad de
1943; traducción de I. D. García Bacca, colec. Chile, 1955.
Arbol, edit. Séneca, México, 1944. (Iunto con La cosa, traducción por Rafael Gutiérrez Girardot,
La esencia del fundamento). en “Ideas y Valores”, 7-8, Bogotá, 1953; la
El ser y el tiempo, traducción de Iosé Gaos, Fondo misma, “Revista de la Universidad Nacional
de Cultura Económica, México, 1951. (Cono- de Córdoba", Argentina, año XI_.,_número 1,
cemos una publicación de la Introducción, he- 1953.
cha por Gaos en “Filosofía y Letras”, número
Kant y el problema de la metafísica, traducción de
8, México, 1942, con ligeras variantes respecto
Gred Ibschev Roth, que revisó Elsa C. Frost,
de la edición definitiva en el libro).
Fondo de Cultura Económica, México, 1954.
Carta sobre el humanismo, traducción por Alberto
Introducción a la metafísica, Estudio preliminar
Wagner de Reyna, “Realidad”, 7-8, Buenos
y traducción de Emilio Estiú, edit. Nova, Bue-
Aires, 1948; lns. de Invest. Culturales Fac. de
nos Aires, 1956.
Filosofía-, Universidad de Chile, 1955.
De la esencia de la verdad, traducción por Carlos Georg Tralçl, una localización de su poesía, traduc-
Astrada, “Cuadernos de Filosofía”, número 1, ción del estudio preliminar de Heidegger por
Buenos Aires, 1948. (Esta traducción se hizo Hernán Zucchi y traducción de los poemas de
sobre una versión taquigráfica de la conferen- Trakl por Wolfgang von Harder, Narciso
cia que editó Klostermann, en 1943),|_traduc- Poussa y I. Rémy, Ediciones Carmina, Buenos
ción por Humberto Piñera Llera, en “Revista Aires, 1956.
Cubana de Filosofía”, número 10, 1952 (de la De la experiencia del pensar, traducción de Ramón
segunda edición de Klostermann, 1949). Barce, Indice, números 100-101, Madrid, abril-
La voz del camino,_traducción en “Cuadernos His- mayo de 1957.
panoamericanos”, número 5, Madrid, 1950 (da- ¿Qué es eso, la Filosofía? traducción de Víctor Li
to no controlado, que tomo de Salvador Gó- Carrillo, con introducción especial de Martín
mez Negales, Bibliografía principalmente bis- I-leidëgger. Editorial Universitaria, San Mar-
prínica sobre el exisrencia.lismo, “Pensamiento”, cos, Lima, Perú, 1958.
número 38, Madrid, 1954); traducción en “No- La pregunta por la técnica, traducción de Francisco
tas y Estudios de Filosofía”, número 5, Tu- Soler Grìma, Revista de Filosofía, Santiago de
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