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Sentido del Humor. Terapéutica para la Vida.

Una de las paradojas de la vida es que el hombre que sufre, ha inventado el humor; o
como dice Nietzsche: “el animal más sufriente de la tierra se vio obligado a inventar la
risa”.

El Sentido de Humor es una actitud a partir de la cual interpretamos y respondemos a


la vida, ante sus desafíos circunstancias difíciles, lo cotidiano. Es la capacidad de
desdramatizar situaciones de vida o problematizarlas. Los dramas tienen una
estructura lógica dilemática y por lo tanto, no tienen solución. Por su parte, los
problemas, cuando están bien planteados, siempre nos conducen lógicamente a una
solución.

El sentido del humor es la actitud y la aptitud de desdramatizar o problematizar


aquello que nos toca vivir.

Diversas investigaciones han demostrado que el sentido del humor implica sostener
actitudes más creativas ante la vida, favoreciendo una estimulación específica a nivel
cerebral, afectando toda la corteza, manteniendo en mejor estado de conservación el
ejercicio de las funciones superiores, las más sofisticadas, lo que tiene repercusiones
en el proceso de envejecimiento.

Humor y comicidad

Es importante identificar las diferencias entre sentido del humor y chiste. El humor es
una actitud y no un acto como lo es el chiste. Se trata de una disposición habitual a
interpretar las situaciones buscando algo más que el mero proceso de distensión ante
el cuestionamiento que cada situación planteada de la vida nos presenta.

El chiste es un recurso que se puede actualizar circunstancialmente, el humor es una


disposición natural, permanentemente actualizada desde el momento que se descubre
como hábito.

El chiste busca destensar las situaciones, mientras que el sentido del humor busca
“intencionarlas”.

El chiste necesita casi intencionalmente un interlocutor, ya que sin otro que reciba el
chiste, prácticamente no hay chiste. Para el humor el otro es prescindible, porque
fundamentalmente se orienta a la búsqueda de una interpretación personal de las
situaciones por vivir. El chiste, de alguna manera, tiene validez para los otros, ante los
otros. Pero el humor de uno, puede no tener validez para el otro y si la tuviera, esta
circunstancia no marca ni define su intencionalidad.

El chiste, en tanto acto y en virtud de sus objetivos, es una expresión más espontánea,
refleja. Por su parte, el humor, en tanto actitud, nos refiere a una mayor maduración
como respuesta. El chiste es una ocurrencia, es la emergencia espontánea de un
recurso, en tanto el humor, como disposición, implica la modulación de una actitud,
una modalidad de enfrentamiento y respuesta a las situaciones por vivir. Una toma de
posición ante la vida y como tal, no responde a ocurrencias circunstanciales.

El chiste es expresión de la dimensión psicológica, mientras que el humor es


expresión de la persona espiritual.

Esto no significa privilegiar uno sobre el otro. Ambas son expresiones genuinas y
necesarias que, en una persona madura, se complementan funcionalmente y se
integran solidariamente al servicio de la voluntad de sentido.

Queda claro que el humor está al servicio de una “voluntad” que busca sentido para la
propia vida. Por eso mismo no todos podemos ser chistosos, pero todos podemos
tener sentido del humor. Es connatural del hombre. La comicidad depende de ciertas
características de personalidad (es un recurso psicológico); pero el sentido del humor,
como expresión del noodinamismo, es universal, nadie carece de él.

Podríamos decir que el humor, incluso, se encuentra a mitad de camino entre la


comicidad y la seriedad. El cómico puede llegar a reírse de todo, ser molesto, frívolo y
hasta hiriente. La persona extremadamente seria no se ríe de nada, nunca tiene algo
distendido para decir. La persona que manifiesta sentido del humor, es aquella que
puede vivir la vida “divirtiéndose”! El sentido del humor permite ver lo que los demás
no perciben, ser consciente de la relatividad de todas las cosas y revelar con una lógica
sutil lo serio de lo tonto y lo tonto de lo serio. Nos posibilita ver los problemas en
potra dimensión sin subestimarlos ni sobrestimarlos.

Sentido del Humor y Psicoterapia

Existen tres clases de miedos que son naturales y los experimentamos todos. Sin
embargo en algunas personas, alguno de estos miedos se constituyen en eje de sus
vidas y ellas se estructuran en torno a ellos. En tales casos, se elaboran patrones de
conducta (neuróticos) que intentan proteger al individuo de esas vivencias
desagradables ocasionadas por ese miedo central. Según Frankl, podemos categorizar
esos patrones de comportamiento de la siguiente manera:

Miedo Patrón de Conducta Ejemplo


Miedo al exterior Fobias Fobia Social
Miedo a sí-mismo Obsesiones Neurosis Obsesivas
Miedo al miedo Ansiedad Anticipatoria Neurosis sexuales.

El autodistanciamiento me permite salir de la absorción que genera en mí lo que está


sucediendo o por suceder, separando mi respuesta emocional ante la experiencia de
mis propias posibilidades personales. Al tomar distancia con el humor, me siento
menos inmerso en la crisis de lo traumático, puedo discernir en mis otras emociones,
tomar distancia de lo sucedido y ver (verme) más allá del suceso, respondiendo de
alguna forma operativa.
Sentido del Humor e Intención Paradojal

La utilización del sentido del humor como estrategia terapéutica es implementada


desde ya hace muchos años. Sin embargo, en el ámbito de la psicoterapia debemos
reconocer en Frankl a uno de los pioneros de este terreno. La psicoterapia ha sido
siempre un ámbito de seriedad, de enmascaramientos, de cuestiones encriptadas que
reclaman una minuciosa tarea desenmascaradora. Sin embargo, Frankl nos introduce
en la implementación técnica del humor, especialmente a través de una de sus
técnicas más conocidas, la intención paradojal o paradójica.

Conclusión

La AATH (American Association of Therapeutic Humour), presentó oficialmente en


junio del año 2000, una definición sobre la utilización del humor como terapia,
diciendo que se trata de cualquier intervención que promueva la salud y el bienestar,
estimulando la mejor percepción de las situaciones de vida a través del absurdo. Estas
intervenciones pueden promover salud o facilitar, como tratamiento complementario, el
abordaje de la enfermedad física, emocional, cognitiva, social o espiritual.

Por eso mismo, el sentido del humor tiene un altísimo potencial terapéutico. El
sentido del humor como recurso terapéutico, está al servicio de la capacidad de
oposición del espíritu, favoreciendo la dupla autodistanciamiento/autotrascendencia,
potencia la capacidad personal de elaborar respuestas operativas, liberando recursos
genuinos que de por sí resuelvan situaciones de vida o ayuden al individuo a lograrlo,
en complemento con otros tratamientos.

Preguntas

Cada ser humano tiene un componente ridículo que se encuentra escondido y que rara
vez dejamos que emerja a la superficie, debido al orgullo y la presunción. ¿Cómo
utilizar nuestro ridículo como recurso terapéutico?

¿Es posible desarrollar nuestra “humanidad” a través del fracaso, y en ese caso es
posible perder el miedo al fracaso cuando lo recreamos intencionalmente y nos
reímos de él? ¿La intención paradójica sirve en todos los casos y para todo el mundo o
es necesario haber desarrollado el sentido del humor?

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