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Fisiología de la dopamina en el sistema


límbico: capa externa del núcleo
accumbens y extensión amigdalina
(Monografía 1)

Philippe Leff y Benito Antón*

Introducción
El estriado ventral es una estructura anatómica integrada al sistema
estriado-palidal que conforman la estructura subcortical conocida como
caudo-putamen y las porciones internas y externas del globus pallidus
(véanse monografías anteriores). Asimismo, la capa externa del núcleo
accumbens (NAc, denominada también como coraza externa) es una
estructura de transición que delimita el sistema estriado-palidal y lo que
se denomina la extensión amigdalina. El conocimiento de estas estructuras
ha influenciado mucho sobre la experimentación y la convergencia de ideas
sobre la relevancia de estas áreas neuroanatómicas en el desarrollo del
fenómeno adictivo. En este contexto, basándonos en la importancia de
estas estructuras neuroanatómicas, podemos conceptualizar la adicción
como una alteración de naturaleza motivacional caracterizada por un estado
compulsivo incontrolado en el consumo de drogas, en donde las drogas
asumen un control predominante sobre la expresión de conductas normales,
y los estímulos relacionados con la drogas actúan como potentes incentivos
en las conductas de búsqueda de psicoadictivos, y en los comportamientos
relacionados con la ingesta de los mismos. Como hemos mencionado en
varias ocasiones, desde el punto de vista sobre el término contextual de
reforzamiento, la adicción es más que un simple estado de reforzamiento
inducido por las drogas adictivas. Por ejemplo, la cafeína, el principio activo
del café, no está considerada como un droga psicoadictiva, a pesar de
sus propiedades psicoestimulantes y de reforzamiento, como lo testifican
millones de personas consumidoras de este alcaloide.
Las propiedades de reforzamiento-positivo que poseen múltiples
drogas están bien relacionadas, aunque en forma insufi ciente, con
sus propiedades psicoadictivas, por dos razones: las propiedades
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de reforzamiento de las drogas, esto es, que promueven la
autoadministración (vía intravenosa) de éstas, son instrumentos que
permiten la exposición repetida de diferentes drogas de abuso, en este
contexto, este mecanismo, determina el desarrollo y la consolidación
de una adicción. Por otro lado, las propiedades de reforzamiento de las
drogas de abuso son elementos necesarios que favorecen el desarrollo
de múltiples mecanismos de aprendizaje asociativo que, a su vez,
confi eren el valor o el contexto motivacional a un estímulo, y permiten
predecir la disponibilidad de la droga, que en forma conjunta, actúan
como potentes incentivos en la expresión de conductas asociadas a la
búsqueda de drogas. En este cuadro descriptivo, un dogma hipotético
es que las propiedades adictivas de múltiples drogas están relacionadas
con su capacidad de estimular la transmisión dopaminérgica en
la capa externa del núcleo accumbens y en lo que se denomina la
extensión amigdalina. Aunque las drogas comparten esta propiedad
con reforzadores naturales (comida, sexo), este efecto no produce una
habituación ante la exposición repetida de drogas, como es el caso
de los reforzadores convencionales. Es por ello que la estimulación
repetida del sistema de transmisión dopaminérgica, inducida por la
actividad farmacológica intrínseca de las drogas de abuso, en la lámina
externa del NAc como en las regiones que comprenden la extensión
amigdalina, facilitan en forma anormal la adquisición de propiedades
de motivación que inducen los estímulos que se asocian en forma
particular con el consumo de drogas. Finalmente, estos eventos
neurobiológicos determinan la capacidad que poseen las drogas
para controlar la expresión de conductas anormales que, entre otra
situaciones, prevalecen sobre otros contextos conductuales naturales,
estableciéndose el fenotipo de un síndrome adictivo.
Es importante señalar, que esta hipótesis mencionada (las propiedades
adictivas de las drogas de abuso están relacionadas con su capacidad de
estimular el sistema dopaminérgico en la región mesolímbica del SNC) no
debe confundirse con la teoría referida como sensibilización inducida por
incentivos en el fenómeno adictivo. Esta teoría prácticamente postula que
los estímulos asociados al consumo de drogas ilícitas, adquieren un valor
motivacional, como un resultado de un proceso independiente de la actividad
del sistema dopaminérgico que se encuentra asociada al desarrollo de la
adicción, y que estos incentivos son los que en algún momento predominan
e inducen el estado anormal adictivo relacionado con el deseo de búsqueda
de drogas (en inglés, craving) mediante la liberación sensibilizada de
dopamina por las neuronas dopaminérgicas.

Estimulación in vivo del sistema


dopaminérgico por drogas psicoadictivas
En los años setenta tres importantes descubrimientos dieron pauta a la
investigación neurobiológica del fenómeno adictivo. Por un lado, diversas
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investigaciones dieron por hecho que la dopamina no sólo estaba confinada
a regiones cerebrales que involucran el sistema motor extrarpiramidal, sino
que se extendía a áreas límbicas y regiones corticales. Por otro lado, diversos
resultados confirmaban que el NAc mediaba efectos locomotores inducidos
por psicoestimulantes y agonistas dopaminérgicos y, finalmente, existían
múltiples evidencias que apoyaban el papel funcional de la dopamina en
mediar los efectos de la autoestimulación eléctrica del cerebro, así como los
efectos motivacionales que producían los psicoestimulantes.
Sin embargo, a principios de los años ochenta, se empezaron a realizar
estudios formales sobre los mecanismos de acción de la dopamina inducidos
tanto por drogas de abuso como por drogas no psicoestimulantes. Una de
las técnicas experimentales que favorecieron el estudio de los efectos de las
drogas de abuso —particularmente los psicoestimulantes— fue la aplicación
de técnicas de microdiálisis, que permitían estimar in vivo la actividad del
sistema dopaminérgico en regiones representativas del estriado dorsal
(caudo-putamen) y del estriado ventral (NAc). Estos estudios dieron
por hecho que no sólo los psicoestimulantes, como la cocaína y las
anfetaminas, incrementaban la concentración de dopamina en el NAc, en
comparación con la región del caudo-putamen (CPu), sino que por igual
lo hacían los analgésicos narcóticos, la nicotina, el etanol y la fenciclidina.
Estos resultados fueron confirmados por muchos otros laboratorios,
cuando empleaban drogas como la cocaína, nicotina y alcaloides opiáceos
tipo morfina y heroína. Sin embargo, en el caso de la anfetamina, no se
observaban diferencias contundentes sobre la liberación incrementada de
DA en el NAc en comparación con el CPu. Dado que en estos estudios se
emplearon cánulas concéntricas verticales y no cánulas transcerebrales,
los resultados obtenidos sobre la estimación comparativa de dopamina
en la región ventral dorsal del estriado, se debían a las diferencias en la
localización topográfica de las cánulas, lo que explicaría la discrepancia en
la medición de la dopamina extracelular. Por tanto, una de las formas para
resolver estas discrepancias en la estimación de DA en el NAc y CPu en
respuesta a la infusión de anfetamina, era precisar la colocación topográfica
de cánulas concéntricas, como por ejemplo, la implantación de cánulas de
microdiálisis en la porción dorso-lateral en la región del CPu y la colocación
de estas mismas, en la porción ventro-medial y anterior del NAc. Por lo
tanto, mediante esta disposición, se podrían estimar diferencias minuciosas
de DA en subregiones específicas del estriado dorsal y ventral. De la misma
forma, esta disposición permitía realizar estimaciones comparativas de DA
inducida por el efecto farmacológico de los psicoestimulantes, en la región
dorsal del CPu o la región centro-lateral del NAc, donde no se observaban
diferencias notorias.
Más aún, durante la ejecución de estos experimentos, se empezó
a dicotomizar el concepto, catalogar al NAc en dos subregiones: la
corteza externa o caparazón/porción central (en inglés, shell/core). Esta
nomenclatura, por un lado, permitía señalar la heterogeneidad topográfica
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del sistema de transmisión dopaminérgica en ambas regiones. Por otro
lado, dio pauta para diferenciar la actividad del sistema dopaminérgico en
ambas subregiones, en respuesta al efecto de las drogas psicoadictivas.
De esta forma, diversos resultados experimentales hacían entrever que
los efectos más importantes de las anfetaminas y otras drogas de abuso
en el NAc, se relacionaban por las diferencias en las respuestas obtenidas
sobre la estimulación del sistema dopaminérgico en la región del CPu
y la capa externa del NAc. Estos resultados fueron determinantes para
demostrar que el efecto de la mayoría de las drogas de abuso inducen
un incremento en la actividad del sistema dopaminérgico en la región del
NAc (capa externa), en comparación con la estimación de DA en la región
dorsal del CPu. Para corroborar esta hipótesis, múltiples experimentos
fueron realizados empleando diferentes drogas psicoadictivas en adición
del mejoramiento de las técnicas de microdiálisis para estimar y comparar
cambios de concentración muy pequeñas de DA entre la región central
y la capa externa del NAc. De esta forma, se logró implantar cánulas de
microdiálisis en la porción de la capa externa del NAc en un lado del cerebro
del animal, y en la porción contraletral del mismo se podían implantar
cánulas en la región central de esta región neuroanatómica. Para distinguir
la localización de ambas cánulas en diferentes regiones del NAc en el
cerebro del animal, se emplearon técnicas de inmuhistoquímica específicas
que permitían distinguir entre la corteza y la porción central del NAc.

Drogas psicoadictivas activan la


transmisión dopaminérgica en la corteza del NAc
Mediante el empleo de cánulas de microdiálisis implantadas en las dos
regiones del NAc, se pudo comprobar que diferentes drogas psicoadictivas,
como el tetrahidrocanabinol (0.15 mg y 0.30 mg/kg de peso), morfina
y heroína (0.018 mg y 0.30 mg/kg de peso), nicotina (0.15 y 0.30 mg/
kg de peso) administradas en dosis bajas y altas por vía intravenosa (IV)
(empleando animales modelos sujetos a esquemas de autoadministración
de drogas) son capaces de incrementar, en forma selectiva, la concentración
de dopamina en la coraza externa (shell) del NAc. Asimismo, la infusión IV
de cocaína también mostró tener capacidad de incrementar la concentración
de dopamina en esta estructura nerviosa, tanto en dosis muy pequeñas
como en dosis altas. Incluso, la administración intraperitoneal (IP) de
anfetamina mostró tener un efecto en el incremento de DA en esta región
anatómica, cuando esta es administrada en dosis bajas (0.15 mg/kg de
peso); sin embargo, cuando se incrementa la dosis administrada de este
psicoestimulante (0.5 mg/kg de peso) la concentración de dopamina
estimada en la porción interna y externa del NAc resultan similares.
Observaciones experimentales semejantes fueron obtenidas cuando se varía
la ruta de administración de diferentes drogas como morfina y anfetamina
(vía subcutánea) o cocaína administrada por vía intraperitoneal. Más aún,
se ha demostrado que la administración local de anfetamina directamente
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a la porción anterior de la coraza externa del NAc (infusión intracerebral)
produce cambios importantes en la concentración basal de DA extracelular.
Asimismo, diversos estudios han demostrado morfina, heroína, nicotina
y cocaína poseen un efecto preferencial en inducir una elevación en la
concentración de DA en esta región del NAc, en comparación con las
estimaciones realizadas del mismo neurotransmisor en el estriado dorsal
o en la porción interna del mismo NAc. No obstante, este efecto no ha
sido demostrado del todo durante la administración IV o IP de anfetaminas,
pues aunque este psicoestimulante induce un cambio significativo en la
concentración de DA cuando se comparan las estimaciones obtenidas ente la
porción externa del NAc versus la porción interna y el estriado dorsal, mas
no cuando se compara la porción central/interna del NAc con el estriado
dorsal. Similarmente, estudios experimentales paralelos han demostrado
que el metabolismo energético (medido por medio de la infusión de un
derivado sintético de la glucosa, como la 2-deoxiglucosa) es activado en
forma específica en la capa externa del NAc, en respuesta de la infusión
de dosis muy pequeñas de diferentes drogas adictivas, comúnmente
empleadas por usuarios adictos, como la morfina, la heroína, la nicotina,
el tetrahidrocanabinol, la cocaína y las anfetaminas. Estos resultados
indican que en su mayoría las drogas de abuso tienen una alta capacidad
de estimular el sistema de neurotransmisión dopaminérgico en esta región
cerebral, y asimismo activar tanto circuitos neuronales intrínsecos de esta
área como vías aferentes que penetran esta estructura anatómica.

Drogas adictivas activan la transmisión


dopaminérgica en el núcleo de la estría terminalis
Diversos trabajos de investigación han demostrado que la coraza externa
del NAc representa una área de transición entre el estriado y las estructuras
que integran la extensión amigdalina. Si bien el sistema de transmisión
dopaminérgica inerva el NAc, asimismo, este sistema se proyecta a regiones
adyacentes, inervando diferentes áreas que pertenecen a la subdivisión
lateral de la extensión amigdalina, como el núcleo basal de la estría
terminalis, el núcleo central de la amígdala y el núcleo centro-medial de
la estría terminalis. En estas diferentes subregiones mesolímbicas, se ha
demostrado que las drogas adictivas descritas son capaces de inducir una
elevación importante de dopamina, incluyendo la administración de etanol.
Estos estudios han demostrado que estas áreas son mucho más sensibles a
los efectos de los psicoadictivos en comparación con los efectos observados
en el NAc. Por tanto, las drogas psicoadictivas tienen la capacidad de activar
el sistema dopaminérgico en diferentes regiones de la extensión amigdalina,
de forma similar como lo inducen en el NAc.
Se ha demostrado que en adición a los efectos que inducen las
diferentes drogas adictivas, en incrementar la concentración basal de DA
en el NAc y regiones de la extensión amigdalina, los neurolépticos son
por igual capaces de incrementar la concentración de DA, cuando éste es
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cuantificado en el dializado, cuya recolección se realiza mediante cánulas
de microdiálisis. Este efecto, producido por diferentes neurolépticos,
se debe a su capacidad de bloquear la actividad de los receptores
dopaminérgicos, particularmente los autoreceptores del tipo D2 y D3,
incluyendo los receptores posinápticos D2, y los subtipo de receptores
D1. Por lo tanto, la estimulación de la liberación de DA en el NAc, inducido
por los neurolépticos, mediante el bloqueo secundario de los receptores
dopaminérgicos, tiene un significado funcional importante, pero opuesta
al efecto que inducen las drogas de abuso.
Por ejemplo, la cafeína, prototipo de fármaco psicoestimulante y
desprovista de propiedades psicoadictivas, produce cambios importantes
en la concentración de dopamina en diferentes áreas de inervación del
sistema dopaminérgico. En la corteza prefrontal, la cafeína produce una
elevación de DA, en forma dosis-dependiente; sin embargo, no es capaz
de producir similares cambios de concentracion basal de DA, en cualquiera
de las dos subregiones del NAc. De hecho, se ha demostrado que el
efecto que induce la cafeína en la corteza prefrontal (PFCX) así como en
otras áreas límbicas está dado por su capacidad (efecto secundario) de
bloquear un número de receptores no dopaminérgicos, como los receptores
de adenosina tipo A1 y A2. Por tanto, la elevación de dopamina en la
PCFX inducido por la cafeína no la hace responsable de tener o poseer
efectos psicoadictivos, en comparación con otras drogas de abuso. Por
ello, podemos afirmar que la incapacidad de la cafeína para estimular los
niveles basales de DA en el NAc, claramente, es señal de que cualquier
droga que induzca un incremento importante en la concentración de DA
en esta área mesolímbica posee propiedades psicoadictivas, y por tanto,
se debe enmarcarla potencialmente como una droga de abuso.
Un hecho importante que demuestra el efecto específico de las drogas
adictivas en general, se basa en que éstas incrementan la concentración
basal de DA en forma selectiva en la región del NAc, sin incrementar los
niveles de este neurotransmisor en la corteza prefrontal medial, donde
terminan las neuronas dopaminérgicas mesocortico-límbicas. Sin embargo,
existen excepciones a esta regla. La cocaína, como la anfetamina, produce
efectos más significativos en la elevación de la concentración de DA en la
corteza prefrontal que en la región del NAc. Este efecto producido por estos
psicoestimulantes no se debe a su capacidad de bloquear el transportador de
la recaptura sináptica de DA, sino a su capacidad preferencial de bloquear el
transportador sináptico de noradrenalina (NA) en esta región mesolímbica.
Estas observaciones experimentales están sustentadas por el hecho de que
estos dos psicoadictivos elevan significativamente la concentración basal
de NA en la corteza prefrontal. Drogas sintéticas que tienen capacidad
exclusiva de bloquear el transportador de DA en neuronas dopaminérgicas
en el NAc, como es el caso del GBR 12909, no producen ningún efecto
sobre el transportador de NA en la corteza prefrontal. Esto demuestra
la eficiencia que poseen los psicoestimulantes en inhibir la actividad de
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este transportador en áreas corticales. Otros estudios experimentales han
demostrado que la cocaína es incapaz de incrementar la concentración
de dopamina en la corteza prefrontal cuando el transportador de NA es
bloqueado por la desipramina. La capacidad de los psicoestimulantes para
bloquear el transportador de NA, se debe a observaciones previas que
demuestran que la PCFX contiene una proporción de 1,000 terminales por
cada terminal dopaminérgica que arriba a esta región, en comparación
con el NAc y, asimismo, este transportador posee una mayor eficiencia en
capturar DA que NA (4 veces más que la NA). Estos resultados demuestran
que el transportador de NA en la PCFX depura con mayor eficiencia la
DA extracelular, de forma que el bloqueo de este neurotransportador,
incrementa los niveles de DA y NA, permitiendo incrementar la proporción
basal de estos dos neurotransmisores en esta región cortical.
Si bien se han descubierto los mecanismos que regulan los efectos
psicoadictivos de los psicoestimulantes, poco se conoce sobre el papel
de la DA en la corteza prefrontal. No obstante, es poco probable que los
incrementos de DA inducidos por los psicoestimulantes sean tan importantes
dado que las drogas antidepresivas, con propiedades psicoestimulantes,
carecen de propiedades psicoadictivas.

Mecanismos involucrados en la estimulación de


la dopamina en regiones mesolímbicas del cerebro
Es un hecho ya demostrable que las drogas psicoadictivas estimulan la
transmisión dopaminérgica mediante diferentes mecanismos, dependiendo
del tipo y clase de droga de que se trate. Los psicoestimulantes (cocaína,
anfetamina) así como las drogas no psicoestimulantes (narcóticos, nicotina,
etanol y tetrahidrocanabinol) difieren por el hecho de que los primeros
inhiben la actividad de disparo de las neuronas dopaminérgicas, mediante
la acumulación de DA en el espacio extracelular, provocado por el bloqueo
del transportador de DA (efecto mediado por la cocaína) o por la inversión
del mecanismo de recaptura del mismo neurotransmisor, incrementado la
liberación de DA al espacio sináptico (efecto mediado por las anfetaminas);
en tanto que los segundos incrementan la actividad de disparo neuronal
de este sistema de transmisión mesocortico-límbico. Este efecto inducido
por las drogas no psicoestimulantes se da, particularmente, a nivel del
área ventro-tegmental, región de donde nacen las fibras de proyección
dopaminérgica. Estas observaciones ponen de relevancia el porqué las
drogas psicoadictivas ejercen sus efectos sobre neuronas dopaminérgicas y
no en otras, incrementando la concentración de DA en el NAc. Sin embargo,
muchos investigadores postulan, que la baja eficiencia que posee la cocaína
en bloquear el transportador de DA en el NAc, en comparación con el mismo
efecto observable en el estriado dorsal, es prueba suficiente para demostrar
el efecto preferencial de esta sustancia en el NAc.
Otra cualidad importante que diferencia a las drogas no psicoestimulantes
de los psicoestimulantes es su dependencia diferencial por los receptores
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opioides mu y receptores serotoninérgicos tipo 5-HT3. Por ejemplo, la
administración sistémica de naloxonazina, un antagonista irreversible
del receptor opioide mu, inhibe la capacidad de los alcaloides opiáceos
tipo, morfina y heroína, el etanol, el tetrahidrocanabinol y la nicotina para
estimular el sistema dopaminérgico in vivo. Aunque se ha demostrado
que los efectos de los narcóticos dependen en gran parte de su capacidad
para activar directamente los receptores opioides tipo m1, los efectos
del etanol y la nicotina no están circunscritos a la activación directa de
los receptores opioides mu, por lo que su acción debe de ser indirecta.
Asimismo, la activación de los receptores serotoninérgicos tipo 5-HT3,
por drogas no psicoestimulantes, es también un mecanismo indirecto que
ocurre en forma secundaria por los efectos de la morfina, etanol, nicotina,
que no muestran ningún grado de afinidad y selectividad por este subtipo
de receptor serotoninérgico.

Especificidad topográfica de las respuestas de motivación


inducida por el sistema de transmisión dopaminergica en el NAc
Una de las funciones más importantes del sistema de transmisión
dopaminérgica en el Nac es la capacidad de responder a estímulos que
poseen un valor de tipo motivacional (véase monografías anteriores). Estos
estímulos pueden ser divididos en positivos y negativos, dependiendo de
su naturaleza sobre las consecuencias biológicas que producen; esto es,
pueden traer un beneficio o dañar al organismo.
Los estímulos positivos, a su vez, pueden ser clasificados en dos categorías:
aperitivos o consumatorios, dependiendo del tipo de comportamiento que
estos producen. Por ejemplo, aquellos estímulos que producen patrones
flexibles de búsqueda de un estímulo recompensante y su acercamiento a
éste, se denominan estímulos aperitivos (alimentos), y aquellos estímulos
que inducen un patrón flexible de extinción de una conducta recompensante
se denominan estímulos de extinción o consumatorios.
El consumo de alimentos gustativos o apetitosos estimula la transmisión
dopaminérgica en la corteza prefrontal, en la coraza externa del Nac y,
en menor proporción, en la porción central (core) del Nac. La presencia
repetida de estímulos asociativos, como el olor de un alimento o la
presencia de estímulos extrínsecos de tipo visual o táctil en asociación con
la presencia de un alimento gustativo (alimentación) produce la adquisición,
inducida por el mismo estímulo, de respuestas de tipo condicionantes (de
tipo apetitivo), que consisten en que el animal es capaz de orientarse
hacia el estímulo, acercarse al objetivo (caja de plástico) y asimismo la
expresión de conductas como lamer y mordisuqear la caja. Estas respuestas
condicionantes de apetito, producen un incremento en la concentración
basal de DA en la corteza prefrontal y en la región central (core) del Nac,
mas no en la capa externa de este último. Estos resultados hacen hincapié
en la región externa del Nac (shell) responde, primariamente, a estímulos
de extinción o consumatorios y no a estímulos aperitivos condicionados de
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naturaleza olfatoria y no olfatoria. Diversos estudios psicoconductuales han
demostrado que cuando un animal es expuesto a estímulos condicionantes
olfatorios de naturaleza aperitiva, durante 10-40 minutos antes de ser
expuesto a un estímulo de reforzamiento como la presencia de un alimento
aperitivo, las respuestas obtenidas sobre la actividad del sistema de
transmisión dopaminérgica en la porción externa del Nac, se reducen, en
tanto que el consumo del alimento incrementa la actividad de este sistema
en la región central del Nac.
En adición, otro aspecto fundamental sobre las propiedades de las
respuestas obtenidas sobre la actividad del sistema dopaminérgico a estímulos
de naturaleza motivacional, son los cambios neuroadaptativos que ocurren
ante la exposición de un estímulo alimenticio de tipo consumatorio. Estas
respuestas son muy diferentes en las regiones de la coraza externa del Nac
y, respectivamente, la porción central y la corteza prefrontal. Por ejemplo,
la exposición de un animal ante un alimento apetitoso, aun en un sólo
ensayo, produce una respuesta de habituación del sistema dopaminérgico
en el Nac (capa externa), pero sensibiliza la respuestas del mismo sistema
de transmisión en la porción central de esta misma región. En la corteza
prefrontal no se observan cambios importantes significativos que predigan
que este sistema se ha potenciado o depotenciado en respuesta al estímulo
motivacional.
Todas estas observaciones experimentales indican que el sistema de
transmisión dopaminérgico en estas regiones límbicas, responde en forma
variable a estímulos motivacionales y, asimismo, es afectado por mecanismos
neuroadaptativos diferentes, dependiendo del subsistema de transmisión
específica que lo regula o modula. Por ejemplo, este sistema de transmisión del
Nac (capa externa) responde a estímulos motivacionales con los que el animal
no está familiarizado, esto es, a estímulos consumatorios no predecibles. En
tanto que la región central del Nac y la corteza prefrontal responden a estímulos
motivacionales genéricos, ya sean estímulos aperitivos o gustativos o estímulos
consumatorios, predecibles o no predecibles, familiares o no familiares.
En este contexto, podemos resumir que el sistema dopaminérgico en
el Nac, en su porción externa, tiene un papel más importante relacionado
con aprendizajes de tipo asociativo, en tanto que este mismo sistema, en
la porción central de esta región neuroanatómica y en la corteza prefrontal
medial, está relacionada con la ejecución de conductas motoras, asu vez,
relacionadas con comportamientos de naturaleza motivacional.

Notas
* Investigadores del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente”
(INPRF)
Agradecimientos: Proyecto INP-2040 y Fundación Gonzalo del Río Arronte.

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