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1. Alimentación del Recién Nacido.

Un instinto básico que posee el bebé al nacer es el de la succión, sin él sería incapaz de
obtener alimento y se vería comprometida su supervivencia, así en niños prematuros constituye una
de las principales preocupaciones de los padres y pediatras que intentan estimularlos para que lo
desarrollen.
En un niño sano se recomienda iniciar la alimentación lo antes posible y respetando la
progresiva maduración de su tubo digestivo y, por qué no, sus gustos, ir introduciendo nuevos
alimentos.
Las etapas que señalamos a continuación no son inamovibles, en función de cada niño y sus
circunstancias, el pediatra podrá establecer pautas diferentes.
La leche materna constituye el alimento ideal para el recién nacido, cubre todas sus
necesidades y posee unas cualidades inmunológicas que le protegen contra numerosas infecciones.
Alimento indispensable y suficiente favorece también la relación afectiva entre madre e hijo.
Antes de la leche materna, propiamente dicha, el pecho segrega una sustancia rica en
proteínas y pobre en hidratos de carbono y grasa, el calostro, esto es lo que el niño toma hasta que
se produce la subida de leche.
Debido a su bajo aporte calórico, veremos que nuestro bebé durante los 4 o 5 primeros días
pierde hasta un 10% del peso que presentó al nacer. No hay que abrumarse, comprobaremos que lo
recupera paulatinamente a un ritmo de 20 g / día y que a los 14 días de vida, presentará de nuevo el
peso que tuvo al nacer.

2. Control médico infantil


La salud de los hijos es una de la mayor preocupación de todos los padres, y una cuestión
primordial a la hora de asegurar el bienestar del niño. Aunque no es cuestión de obsesionarse,
tampoco es aconsejable dejar al azar algo tan valioso como la salud de nuestros hijos.
Afortunadamente, la medicina cuenta hoy en día con conocimientos y experiencia suficientes como
para poder incidir activamente en el control y mejorar de la salud durante la infancia. Aunque siempre
es posible que se presenten imponderables, ya que no existe una fórmula que nos proporcione la
garantía absoluta de que no aparecerán problemas, sí se cuenta con medios efectivos para controlar
que el crecimiento y el desarrollo infantil evolucionen normalmente. Sólo así pueden detectarse
precozmente las complicaciones, de manera que sea posible actuar de inmediato para intentar
solucionarlas. Éste es el ámbito de la prevención, en el que han de participar tanto los médicos como
los propios padres.
Asesoramiento, la base de la prevención
Conviene, pues, que los padres estén bien informados, que conozcan las principales etapas
del proceso de crecimiento y maduración infantiles, y que se asesore adecuadamente sobre las
atenciones que requiere el niño en cada momento de su desarrollo. Sin embargo, no toda la
información que llega hasta los padres es realmente válida y, por otra parte, aunque puedan hacerse
algunas generalizaciones útiles, hay que tener en cuenta que cada niño es un caso particular, que
tiene sus propias características y unas necesidades peculiares que no pueden hacerse extensivas a
los demás. Por todo ello, la mejor fuente de información y la que ofrece mayores garantías es la que
brinda el médico pediatra que controla al niño mes a mes, año tras año que sigue paso a paso su
evolución, y que conoce al pequeño y también su entorno familiar.

Las visitas de control


No basta con acudir al médico tan sólo cuando se piensa que el niño está enfermo. En la
actualidad, el sistema de salud pone un énfasis especial en la protección de la salud infantil, y no hay
que desaprovecharlo: no debe privarse a ningún niño de un seguimiento riguroso y periódico de su
salud. Las visitas de control, que se hacen sin que aparentemente resulten indispensables,
proporcionan, sin embargo, una valiosa información, pues permiten acumular los datos necesario
para poder evaluar el estado del niño y su evolución particular. Su historia clínica cobra, así, la
máxima importancia si en algún momento se detecta un problema porque contiene una información
que puede resultar fundamental para conseguir un diagnóstico certero y par determinar la mejor
manera de proceder. Además, cada visita permite al médico dar consejos oportunos, solventar las
dudas de los padres e indicar qué conviene hacer o no en cada caso concreto.
El pediatra, en definitiva, es el mejor asesor para unos padres interesados en la salud de sus
hijos, y su tarea puede facilitarse si se le brinda toda la cooperación que necesita. Uno de los
primeros pasos para poder ayudarle es conocer los fundamentos de su actuación.

El Pediatra, más que un médico es un amigo en el futuro


Para que la tarea del pediatra sea realmente eficaz es fundamental que tanto el pequeño
como sus padres lo consideren como un amigo, alguien en quien se puede confiar y al que se puede
tratar sin reservas ni temores, Los padres han de apreciar que el médico sabe no sólo escucharlos
sino también explicarse, y no han de dudar en reclamar su atención cuando piensen que es
necesario: un buen pediatra siempre debe estar disponible para atender a unos padres preocupados,
Y es fundamental que el niño sepa que no tiene nada que temer cuando visita a su médico: nunca
debe amenazarse al niño, como castigo, con "ir al doctor", ni hacer comentarios de este tipo.
¿Cuál es la frecuencia de los controles?
Una de las principales condiciones que deben tenerse en cuenta para que los controles de
salud sean útiles es su periodicidad. Si se respetan los intervalos de visitas indicados por el pediatra,
en caso de detectarse alguna alteración se podrá actuar positivamente antes de que se produzcan
secuelas importantes. El pediatra estipulará la frecuencia idónea en cada caso particular, aunque, en
términos generales, y si no se advierten factores que aconsejen un control más riguroso, lo habitual
es que las visitas se lleven a cabo con la siguiente periodicidad:
 Desde Recién Nacido a los 6 meses una vez al mes.
 De los 7 meses hasta el año cada dos meses
 Desde el año hasta los 3 años cada tres meses
 A partir de los tres años una vez al año.

Desde el primer instante


Si importante es mantener un seguimiento médico durante toda la infancia, tanto o más
preciso resulta el control de los primeros momentos de vida, cuando es fundamental verificar que
todo va bien para poder intervenir de inmediato si se presenta algún problema. El objetivo es que
todos los niños estén bajo control profesional desde el primer instante, y cada vez se avanza más en
la consecución de dicha meta. El pediatra en ese momento es un especialista: el neonatólogo.
En la actualidad, la inmensa mayoría de los partos se desarrollan en el medio hospitalario,
bajo un estricto y continuo control, y en unas instalaciones especialmente equipadas para ello. Así, la
progresiva ampliación de la cobertura sanitaria del parto ha permitido reducir notablemente las cifras
de morbilidad y mortalidad materno infantil, hecho que puede considerarse como uno de los mayores
avances de nuestra civilización.
El control médico del recién nacido comienza en los primeros instantes de vida, tan pronto
como su cabecita sale al exterior, y en un ambiente especialmente dispuesto para tal fin. La
comprobación de su estado y las medidas de atención iniciales sientan las bases de la actuación de
salud que se sigue, sin interrupción, durante toda la infancia

¿Qué pasa en el parto?


La monitorización del parto, con la observación continuada del estado de la madre y del feto,
es un factor imprescindible para asegurar el bienestar de ambos y para poder solucionar cualquier
problema que pueda presentarse de improviso.
Control en sala de partos
Los momentos que siguen al parto constituyen un período crítico: tras nueve meses de haber
permanecido confortablemente instalado en el cálido seno materno, el recién nacido debe afrontar un
medio nuevo, extraño y complejo, que le exige un auténtico esfuerzo de adaptación. En los primeros
minutos de vida, cualquier problema, por pequeño que sea, puede ocasionar consecuencias a veces
irreparables si no se actúa rápidamente. Pero, por fortuna, la mayor parte de las eventuales
dificultades se solventan con éxito gracias a una actuación médica inmediata y eficaz. En la
actualidad, el neonatólogo realiza la revisión inicial del pequeño en la misma sala de partos, en una
zona especialmente destinada a tal fin, acondicionada para llevar a cabo las valoraciones
imprescindibles y dotada de todo el instrumental necesario para hacer frente a cualquier problema.
Sólo cuando se constata que todo marcha bien, o se ha solucionado un eventual contratiempo,
continúan los cuidados habituales para garantizar la salud y el bienestar del recién nacido.
Los cuidados del cordón umbilical ocupan una parte primordial del control en la sala de partos se
registran las características del muñón (vascularización, grosor, consistencia), se verifica el estado
de la ligadura, colocada antes del corte, se aplica un antiséptico para infecciones.

El Test de APGAR
Para valorar el estado vital del recién nacido suele recurrirse al denominado "test de Apgar!!,
Una exploración que se realiza justo en el primer minuto de vida y, de nuevo, al cabo de cinco o diez
minutos. Tiene en cuenta cinco parámetros físicos: la coloración de la piel, la frecuencia cardiaca la
respuesta refleja a los estímulos, el tono muscular y la respiración. A cada uno de los parámetros se
le asigna una puntuación del cero al dos, y la suma de todos los puntos se valora en una escala del
cero al diez. Con este dato se conoce el estado general del recién nacido y se tiene una pauta eficaz
para determinar si todo se desarrolla correctamente.

Valoración:
 De 7 a 10 puntos: el bebé está en perfectas condiciones
 De 3 a 6 puntos: puede ser precisa la administración de oxígeno; el niño debe estar bajo
control riguroso.
 inferior a 3 puntos: deben llevarse a cabo de inmediato las técnicas de reanimación
necesarias.
3. Alimentación en la madre durante la lactancia.
La madre que da el pecho a su hijo tiene unas necesidades nutricionales mayores porque parte
de los nutrientes se destinarán a la producción de leche. Existen pues, unas recomendaciones
específicas en cuanto a la ingesta de nutrientes y hábitos alimentarios.

Unas necesidades nutricionales mayores


Con la leche materna, la madre ofrece al recién nacido un alimento completo destinado a
cubrir sus necesidades nutricionales y perfectamente adaptado a sus posibilidades digestivas y
metabólicas.
Las necesidades nutricionales de la madre aumentan como consecuencia del esfuerzo
metabólico que supone la lactancia. Durante varios meses, gran parte de los nutrientes ingeridos con
la dieta se destinarán a la producción de leche para alimentar al bebé.
El tipo de alimentación y el estado nutricional de la madre influirán en la cantidad y
composición de la leche producida. La madre deberá alimentarse teniendo en cuenta las
modificaciones que sufre la leche materna durante este periodo y el tipo de alimentación que
necesita recibir el bebé de acuerdo a su edad.
La alimentación de la madre durante la lactancia debe ser variada y rica en energía, lípidos,
proteínas y vitaminas con el fin de cubrir de forma óptima sus necesidades y las del lactante.

¿Qué debe aportar la dieta ideal en la madre?


Las necesidades de energía y de cada uno de los nutrientes están aumentadas. Por ello la
dieta ideal debe aportar lo que demandan estas necesidades.

 Energía: Las necesidades energéticas aumentan un 22% respecto a las calorías


recomendadas para una mujer no lactante, sin tener en cuenta la energía obtenida por
movilización de la grasa acumulada por la madre durante el embarazo.
 Proteínas: Se aconseja aumentar la cantidad de proteínas aportadas por la dieta sobre todo
en los primeros seis meses mediante un aumento en el consumo de lácteos, carne, pescado,
legumbres.
 Hidratos de carbono: Es preferible que sean hidratos de carbono de absorción lenta
presentes en el pan integral, pastas, legumbres, patatas y arroz.
 Grasas: La grasa de la dieta influye en el tipo y cantidad de grasa de la leche que recibe el
niño.
Aunque no es preciso ningún aporte suplementario sobre las grasas aportadas por dieta sana
y equilibrada, se aconseja que se tomen alimentos ricos en ácidos grasos esenciales y ácidos
grasos omega-3 como frutos secos, pescados y leches enriquecidas en omega-3, así como
usar aceite de oliva preferentemente.
Al principio la leche es rica en colesterol para después ir decreciendo sus niveles a medida
que avanza la lactancia.
 Vitaminas: En cuanto a vitaminas, se encuentran aumentadas las necesidades tanto de
vitaminas hidrosolubles como liposolubles.
Se recomienda tomar lácteos, ricos en vitaminas A y D, frutas y verduras, ricas en vitaminas A
y C, carnes, cereales y legumbres, ricos en vitaminas del grupo B.
 Minerales: Se recomienda cuidar el aporte de calcio y fósforo, necesarios para mantener la
estructura ósea y para el crecimiento del lactante. Para ello se consumirán alimentos ricos en
estos minerales como leche y derivados, pescados, frutos secos, legumbres y cereales.
Aunque las necesidades de hierro son iguales que para mujer no lactante, en general se
deberán consumir alimentos ricos en hierro como hígado, carnes, espinacas..., para recuperar
los depósitos de hierro del organismo perdidos durante la gestación y por las hemorragias del
parto.
Es muy importante un adecuado aporte de yodo en el recién nacido para evitar posibles
problemas de enanismo y cretinismo. El yodo está presente en pescados y mariscos, sal
yodada, productos lácteos, frutas y verduras.
Otros minerales como cinc, selenio y cobre también deberán estar presentes en la dieta por
sus importantes funciones y su repercusión sobre la salud de ambos.
 Agua: Consumir abundante agua y líquidos procurando que no sean menos de 1,5 litros al
día.

Recomendaciones generales
 Limitar o evitar el consumo de bebidas alcohólicas, ya que el alcohol pasa a la leche y resulta
tóxico para el lactante.
 Evitar el consumo de cafeína que pasa a la leche y puede provocar nerviosismo, irritabilidad y
trastornos de sueño en el niño.
 No fumar, el tabaco pasa a la leche e inhibe la secreción de la misma.
 Evitar el consumo de algunos alimentos de sabor fuerte que pueden comunicar un sabor
desagradable a la leche como coles, espárragos, alcachofas, rábanos y especias en general.
 Antes de tomar algún tipo de fármacos se debe consultar al médico o al farmacéutico ya que
muchos fármacos se excretan por la leche y son peligrosos para el niño.

4. Lactancia
La lactancia materna es la alimentación con leche de madre. La OMS y el UNICEF señalan
asimismo que "es una forma inigualable de facilitar el alimento ideal para el crecimiento y desarrollo
correcto de los niños"...

La OMS (Organización Mundial de la Salud) y el UNICEF (Fondo de Naciones Unidas para la


Infancia) recomiendan como imprescindible la lactancia materna exclusiva durante los seis primeros
meses del recién nacido. También recomiendan seguir amamantando a partir de los seis meses, al
mismo tiempo que se va ofreciendo al bebé otros alimentos complementarios, hasta un mínimo de
dos años. La Academia Americana de Pediatría recomienda mantener la lactancia al menos durante
el primer año. El Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría coincide en sus
recomendaciones con OMS y UNICEF.

Según la OMS y el UNICEF, a partir de los dos primeros años la lactancia materna debería
mantenerse hasta que el niño o la madre decidan, sin que exista ningún límite de tiempo. No se sabe
cuál es la duración "normal" de la lactancia materna en la especie humana. En nuestra cultura se
tiende a considerar la lactancia materna como algo propio únicamente de bebés de pocas semanas
o meses. Sin embargo, también se han descrito casos en los que se ha mantenido la lactancia
durante varios años. Los estudios antropológicos publicados concluyen que la franja natural de
lactancia en bebés humanos se encuentra situada entre los dos años y medio y los siete.

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