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Numerosas civilizaciones amerindias se esparcieron en El Salvador actual mucho antes de la

consquista española, a comienzos del siglo XVI, y la región estaba poblada mayoritariamente por
Pipils, indios de lengua nahuatl, durante su conquista, en 1524, por el español Pedro de Alvarado.
La región fue a continuación administrada por la capitanería general de Guatemala, y los pueblos
indígenas fueron diezmados.

Después de dos tentativas infructuosas, en 1811 y en 1814, El Salvador accedió a la independencia


en 1821, para ser enseguida englobado en el efímero imperio de México de Agustín de Iturbide.

En 1823, después del derrumbe del imperio, el Salvador y sus vecinos formaron las Provincias
Unidas de América Central; una vez la federación disuelta (1838), El Salvador pudo proclamar su
completa soberanía en 1841.

Durante varias décadas, el país conoció una sucesión de conflictos entre liberales y conservadores.
El cultivo del café tuvo su pleno desarrollo en los años '50 y se volvió la base de la economía de El
Salvador.

La crisis de 1929, responsable de la caida de los precios del café, exacerbó las tensiones sociales.
En 1931, un levantamiento paisano, en el oeste del país, fue reprimido violentamente (30.000
muertos) por el general Maximiliano Hernández Martínez, dictador del país hasta 1944. Los
militares continuaron dirigiendo El Salvador hasta comienzos de los años '80.

En 1979, un golpe de estado dirigido por una junta compuesta de militares y civiles permitió a
Duarte acceder a la cabeza del Estado el año siguiente (fue elegido presidente en mayo de 1994),
sin que cesaran por tanto los combates entre los guerrilleros del FFMLN y el ejército salvadoreño,
sostenido financieramente en lo sucesivo por los Estados Unidos. La guerra civil, simbolizada por el
asesinato, en su catedral, de monseñor Romero, arzobispo de San Salvador y defensor de los
paisanos (marzo de 1980), dejó 100.000 muertos en diez años y paralizó la economía del país.

Las negociaciones de paz entre el gobierno y el FFMLN, entabladas por Duarte, se prosiguieron
después de la elección, en 1989, del candidato del Arena, Alfredo Cristiani. Las dos partes
aceptaron la mediación de las Naciones Unidas y, después de largos meses de negociaciones
difíciles, firmaron acuerdos de paz bajo el arbitrio de la ONU en enero de 1992 (tratado de
Chapultepec). El fin de la guerra fue proclamado oficialmente en diciembre de 1992.
En virtud de los acuerdos de paz, las fuerzas rebeldes aceptaron deponer las armas y tomar parte
en el proceso político; se reunieron en una coalición de partidos bautizada Convergencia
democrática. La transición hacia una reconciliación nacional y la democracia tuvo tropiezos a lo
largo de todo el año 1993, pero tuvieron lugar las elecciones como estaba previsto en abril de
1994. Armando Calderón Sol, dirigente del Arena, fue entonces elegido al frente del Estado.

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