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Los rasgos ‘andinos’ de Tapay son varios. El distrito es marginal no sólo geo-
gráficamente por la ubicación en el fondo del Valle del Colca sino también
fı́sicamente por la ausencia de carreteras. La mayorı́a de la población habla el
quechua,2 los hombres todavı́a usan lliklla (una manta de lana atada a la espal-
da), las mujeres utilizan polleras y vestimentas que tradicionalmente han sido
consideradas como tı́picas para la población indı́gena. El manejo de los recur-
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Es importante destacar que el Valle del Colca fue poco afectado por el conflic-
to polı́tico en los ochenta y noventa, y que los tapeños nunca se vieron obliga-
dos a migrar por la violencia como se ha visto en otras partes del Perú. Esto
descarta que el proceso migratorio en Tapay sea de carácter involuntario en el
sentido que el término ha sido utilizado en otras zonas andinas en el Perú
donde el conflicto polı́tico en los ochenta y primeros años de los noventa obligó
a cientos de miles de campesinos a huir (Coronel 1999).5 Entonces ¿cómo po-
demos definir el éxodo rural-urbano de los tapeños? Ya que no es el conflicto
polı́tico o otros factores externos lo que engendra el proceso migratorio en
Tapay ¿se puede denominar el éxodo tapeño como migración voluntaria?
Los vı́nculos entre los tapeños dentro y fuera de Tapay son múltiples, cu-
briendo las remesas económicas, los movimientos demográficos, los lazos de
parentesco y matrimonio, la participación en eventos rituales y la noción de
que los tapeños dentro y fuera de Tapay comparten la misma identidad cultu-
ral. Considerando que el 80 por ciento de los tapeños que migran salen de
Tapay antes de cumplir los 18 años, y que entre los tapeños en Lima y Arequipa
la edad promedia de migrar es once años, es cierto que son pocos los tapeños
que personalmente toman la decisión de migrar. Mientras que un pequeño
grupo de migrantes informa que para ellos la migración se presentó como la
única opción que les quedó después de haber huido de sus hogares como niños,
la mayorı́a de la población tapeña en Lima y Arequipa confirma que ellos
fueron traı́dos a la ciudad por sus padres, hermanos mayores u otras familiares.
El fin de este éxodo del campo a la ciudad es que los jóvenes tengan la oportu-
nidad de estudias y aprender como desenvolverse en el mundo criollo. En otras
palabras, son muy pocos para quienes el éxodo del campo a la ciudad realmen-
te fue el resultado de una decisión personal o fue motivado por factores volun-
tarios.
Si bien son pocos los tapeños que salen de Tapay por voluntad propia, para la
mayorı́a de los que regresan a Tapay como adultos después de haber pasado la
juventud en Lima o Arequipa, el retorno es parte de una estrategia diseñada
para complementar las actividades económicas que desarrollan en la ciudad
con otras fuentes de ingreso en su distrito de origen. Otro motivo del migrante
para retornar es el deseo de asegurarse el derecho a sus tierras, un problema
que sobre todo surge después la muerte de uno de los padres y la siguiente
repartición de la herencia familiar. Sin familiares en Tapay, los herederos se
ven obligados a buscar a alguien que pueda cuidar de sus terrenos y defender
los intereses de la familia en el distrito. Por otro lado, entre los migrantes de
mayor edad el motivo más frecuente de retornar a Tapay es el de querer dis-
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frutar la vejez en sus tierras natales y pasar los últimos dı́as entre sus familiares
y paisanos. No obstante, son pocos los tapeños que realmente logran realizar
este sueño.
En la última década, el flujo de gente que migra entre Tapay y las ciudades ha
aumentado considerablemente, lo cual ha causado un cambio del proceso mi-
gratorio tanto en forma y en frecuencia. La migración ya no se caracteriza por
un movimiento unidireccional sino como un conjunto de movimientos entre el
campo y la ciudad. Además muchos tapeños tienden a concebir la migración ya
no como una opción excluyente entre vivir en Tapay o en Lima y Arequipa,
sino como una posibilidad que siempre tienen a mano permitiéndoles manejar
el mundo urbano y rural con más certeza. Este cambio en el proceso migratorio
hacia movimientos circulares forma parte de una nueva tendencia entre los
tapeños a desarrollar estrategias para aprovechar el máximo de los recursos
económicos tanto en Tapay como en Lima y Arequipa y ası́ sacar partido de su
posición intermediaria entre el campo y la ciudad y entre el mundo andino y el
mundo urbano.
Uno de los recursos que los migrantes explotan en Tapay es la cochinilla, que
en los últimos diez años ha sido objeto de un boom en el mercado internacio-
nal.6 La cochinilla es un gusano que vive sobre las tablas del cáctus. El cactus
encuentra las condiciones óptimas para crecer en climas secos y templado co-
mo en Tapay y otras zonas andinas en el sur del Perú. El gusanito es de un color
rojo que en forma seca sirve como tinte. Debido a una alza repentina en la
demanda de tintes naturales en la industria de textiles, cosméticos y alimentos
en Europa, los EE.UU. y el Japón, la venta de la cochinilla ha aumentado en
forma explosiva en Tapay subiendo de cuatro dólares el kilo seco en 1993 a más
de 100 dólares el kilo seco en 1997.
Esta subida del precio ha tenido un impacto tremendo en la vida económica
y social de Tapay. Hoy en dı́a, muchos tapeños se dedican a la producción de la
cochinilla, sustituyendo la agricultura y la producción frutal que tradicional-
mente han sido las dos actividades económicas principales en Tapay. De forma
similar es notable el aumento del número de migrantes de retorno en Tapay.
Indudablemente, la venta de la cochinilla hoy provee a los tapeños con un
ingreso en efectivo que hasta hace poco era inconcebible para un agricultor en
Tapay o un negociante ambulante en Lima y Arequipa.
Pero la subida del precio de la cochinilla también ha causado un cambio
importante en el proceso migratorio de los tapeños. Una gran parte de los
migrantes que regresan ya no retornan con la intención de quedarse, tampoco
llevan a sus familias a Tapay cuando viajan de visita. Ahora el principal motivo
de visitar es aprovecharse de la venta del tinte. En efecto, la mayorı́a de los
migrantes sólo se quedan en el distrito por un par de semanas cada tres meses
en enero, abril, julio y octubre, cuando se colecciona la cochinilla. Sus movi-
mientos toman la forma de un constante giro entre el campo y la ciudad. Aun-
que no quepa duda que el objetivo principal de sus viajes es el negocio de la
cochinilla, las visitas en Tapay también les permite dedicarse a otras activida-
des como arreglar sus casas, atender las propiedades de la familia y cumplir con
Revista Europea de Estudios Latinoamericanos y del Caribe 69, octubre de 2000 앚 75
ingresos urbanos que para la mayorı́a son sumamente modestos, sino también
les permite girar constantemente entre Lima, Arequipa y su tierra natal. Indu-
dablemente para muchos tapeños este tipo de migración circular representa
una forma ideal de ejercer el control migratorio de un máximo de recursos
urbanos y rurales y ası́ conducir una vida hı́brida con un pie en el mundo andi-
no y otro en el mundo criollo.8
Conclusión
que muchos tapeños retornan no porque realmente desean sino porque las
circunstancias les obligan como es el caso de los migrantes que regresan a
Tapay para cuidar las propiedades de la familia después la muerte de los pa-
dres. En vez de servir como herramienta metodológica para diferenciar los
contextos económicos, polı́ticos y sociales que motivan u obligan a gente a
migrar, la distinción migración voluntaria/involuntaria crea una oposición fal-
sa entre dos tipos de movimientos, que resultan ser muy difı́ciles de mantener
en los estudios etnográficos como es el caso de los tapeños. Pero si no encaja la
migración tapeña en la distinción voluntaria/involuntaria, ¿cómo la podemos
explicar?
La migración urbana toma parte de lo que se puede llamar un rito de transi-
ción para los tapeños, es decir una experiencia considerada indispensable para
familiarizarse con el mundo criollo y aprender como progresar en la vida. Sin
embargo, esta búsqueda de la modernidad y la vida moderna y este deseo para
cambiar estatus social y progresar económicamente no implican una ruptura
con el pasado rural o un rechazo al mundo andino por parte del migrante; más
bien para él/ella la migración significa una posibilidad de poder girar entre el
mundo criollo y el mundo andino y ası́ ejercer el control migratorio de un
máximo de recursos rurales y urbanos. El material presentado en este artı́culo
sugiere que el reciente boom en la venta de cochinilla en la parte sur de la sierra
peruana ha fomentado un interés entre los migrantes urbanos de viajar a sus
pueblos de origen con el fin de desarrollar actividades económicas que comple-
mentan sus fuentes de ingreso en la urbe. En efecto, el uso de la migración
circular surge como un medio a través del cual campesinos y migrantes circulan
continuamente entre el campo y la ciudad.
Si bien el reciente debate entre antropólogos y historiadores sobre lo andino
critica los estudios andinos de esencializar la sociedad andina y ası́ ignorar la
importancia de los migrantes en la vida rural, los estudios de migración corren
el riesgo de re-inventar el concepto de lo andino como una entidad confinada y
desconectada con el resto de la sociedad nacional. Como lo demuestra en el
material de este artı́culo, los tapeños no sólo constituyen una población suma-
mente heterogénea sino encarnan una cultura y una identidad que engloban
tanto el mundo andino como el mundo criollo y que están sometidas al cambio
constantemente. En otras palabras, si bien los estudios de migrantes urbanos
contribuyen a los estudios etnográficos sobre la población andina con informa-
ción valiosa y substanciosa para entender la dinámica de la sociedad andina,
también es cierto que todavı́a hace falta una sı́ntesis tanto metodológica como
conceptual de los dos tipos de estudios. En este artı́culo propongo que sólo a
través de un estudio sobre todos los vı́nculos económicos y sociales entre los
migrantes urbanos y su pueblo de origen se puede combinar los estudios sobre
comunidades andinas y migrantes urbanos en el mismo análisis.
* * *
Notas
1. Muy por el contrario de lo que sostiene Starn (1991), Isbell en su estudio clásico sobre la
comunidad de Chuschi (1978) no sólo incluye los migrantes urbanos en su análisis, sino los
examina como una variable cuya importancia transciende en el proceso de cambio social. Si
bien Isbell trata de integrar el mundo urbano en el estudio sobre lo andino, no logra explicar
que papel juega en el flujo continuo de remesas, información etc. entre los dos mundos para la
vida cotidiana de los que quedan en la comunidad. Tampoco examina el proceso económico y
social que causa la migración o los procesos de diferenciación entre los migrantes en la ciudad.
2. El 67 por ciento de la población de Tapay es bilingüe, mientras el 30 por ciento (la mayorı́a
niños de menor edad y ancianos) sólo habla quechua.
3. No todos los tapeños son católicos. Hace 15 años un pequeño grupo de habitantes de Tapay se
convirtió al protestantismo y hoy en dı́a los evangelistas representan el cinco por ciento de la
población.
4. Los datos sobre la distribución de la población tapeña fueron recogidos a través de un censo
hecho un Tapay en 1986 y otro hecho entre la población migrante en distintas partes del Perú
entre 1989 y 1991.
5. En la literatura sobre el conflicto polı́tico y la violencia de los años ochenta y noventa en el
Perú también se aplica el término desplazamiento para la migración involuntaria.
6. El cáctus sobre el cual la cochinilla vive viene de Méjico donde se le conoce como nopal (Véase
Dahlgren 1963). Los departamentos con la mayor producción del tinte de la cochinilla en el
Perú son Ayacucho, Apurı́mac y Arequipa.
7. En 1993 una tapeña que vive en Lima y no habı́a vuelto a Tapay por más de 15 años se encargó
de organizar la Candelaria. La mujer contrató una banda de más de 40 músicos que cada uno
recibió un juego de ropa con su nombre de la altarera para llevar durante toda la fiesta. Según
ella, el evento le costó más de 8,000 dólares.
8. En cierto sentido se puede comparar este modelo sobre el control migratorio de un máximo de
recursos en el mundo rural y andino de la población andina con el clásico modelo sobre el
control vertical de un máximo de pisos ecológicos (veáse Masuda, Shimada & Morris 1985).
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