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PHILIPPE BOURGOIS
Department of Anthropology, History and Social Medicine. University of California,
San Francisco. San Francisco, CA (EEUU)
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USO DE DROGAS Y DROGODEPENDENCIAS
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CRACK-COCAÍNA Y ECONOMÍA POLÍTICA DEL SUFRIMIENTO SOCIAL EN NORTEAMÉRICA
dres y vecinos. Por el contrario, a la juventud Estados Unidos provienen de ámbitos en los
urbana de los sesenta y principios de los se- que las circunstancias económicas son desfa-
tenta le llevó mucho más tiempo aprender a vorables. Un número desproporcionado lo
evitar la heroína, porque es una droga de componen niños «abandonados», por ejemplo,
efecto socialmente destructivo menos inme- aquéllos que han sufrido el rechazo de su fa-
diato, aun cuando en el plano físico es nota- milia y/o algún tipo de violencia doméstica o
blemente más adictiva a nivel celular. abusos sexuales en el seno de la misma, y un
Durante esta primera década del siglo XXI, número significativo de ellos son consumido-
en los Estados Unidos podemos sentirnos res compulsivos de segunda generación2.
afortunados de que la epidemia combinada de
marihuana, malta, licor y cerveza, cuyo inicio
se data a finales de los ochenta, se haya pro- Los mecanismos de autoadministración
longado hasta ahora con pocos signos de re- de la droga
misión. También ha habido, por supuesto,
brotes localizados de speed, éxtasis y heroína La forma en que las personas se autoad-
mezclados en este ciclo de más larga duración ministran su droga de elección es un aspecto
y enormemente popular de la marihuana en- importante de los ciclos de la droga que con
tre la juventud urbana, pero entre la mayoría frecuencia se pasa por alto. Esto es especial-
de los alumnos de instituto que no están em- mente cierto en el caso de las epidemias de
pleados sigue habiendo conatos de aprecia- crack y cocaína. Inicié la puesta en marcha de
ción de la marihuana como la droga más un trabajo de observación-participante en
prestigiosa y divertida que consumir y/o de la East Harlem justo en el momento de transi-
que abusar. Además, los grupos de subpobla- ción (1984-1985), cuando los consumidores
ción que han dado continuidad a diferentes de cocaína abandonaron la costumbre de in-
ciclos de la droga son por lo general excepcio- yectársela o esnifarla para empezar a fumarla.
nes que confirman la regla: punks blancos ex- Cuando me mudé para establecer mi residen-
travagantes y homosexuales blancos que ac- cia a tiempo completo en el barrio en marzo
túan en clubs, que se inyectan speed, o de 1985, muchos jóvenes afroamericanos y
jóvenes blancos (hippies) que se inyectan he- latinos todavía esnifaban polvo de cocaína de
roína, o ravers blancos que toman éxtasis, alta calidad a un bajo coste. En mi manzana
son subgrupos culturales relativamente espe- había puntos de venta de cocaína que ofrecían
cíficos y aislados, que son en su mayoría dis- papelinas por cinco, diez o veinticinco dólares.
tintos, o están incluso alienados respecto a la Al margen de la cocaína había también dife-
mayor parte de su cohorte generacional. Ade- rentes puntos de venta de marihuana con
más, tras un análisis más exhaustivo, la in- nombres de marca activos. También era fácil
mensa mayoría de los jóvenes blancos que adquirir heroína en las calles, pero este tipo
consumen heroína y speed inyectados en los de compra lo realizaban fundamentalmente
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personas de más de treinta años. Los pocos gar, muchos de ellos optaron por fumar crack
adolescentes y veinteañeros que pude ver tras sus inyecciones de heroína. Encontré a
comprando heroína habitualmente la esnifa- bastantes adictos a la heroína, en la mayoría
ban. Además, por lo general, intentaban es- de los casos individuos que seguían un trata-
conder ese tipo de consumo a sus colegas. Los miento a base de metadona, que a través de
jóvenes que consumían heroína por vía intra- esta nueva moda suya de fumar crack se ha-
venosa eran pocos en ese medio y en su ma- bían desintoxicado de manera fortuita de los
yoría blancos. La palabra «crack» no corría to- opiáceos. De la manera más drástica, en 1990
davía por las calles, aunque los jóvenes el propietario de la franquicia de fumaderos
hablaban entusiásticamente sobre el «free-ba- de crack en los que llevé a cabo el trabajo de
sing». Ellos mismos procesaban su producto observación-participante dejó de ofrecer co-
de base, en cualquier caso, a partir del polvo caína en polvo como uno de los dos productos
de cocaína, y había cierta confusión sobre que vendía. No había suficiente cuota de mer-
cómo hacerlo exactamente. A finales de 1985, cado para él en East Harlem como para que se
la palabra «crack» ya estaba reconocida, y en molestara en preparar los envoltorios de la co-
1986 esta droga había pasado a formar parte caína en polvo. Empezó a vender crack exclu-
de la vida de la mayoría de las personas a las sivamente. Pronto, durante la epidemia de
que yo conocía, que anteriormente habían es- crack, el término «cabeza de crack» se convir-
nifado cocaína. Incluso afectó a muchas per- tió en un insulto. Los adolescentes a veces
sonas que en etapas precedentes habían limi- vendían crack, pero no lo fumaban, al menos
tado su consumo de droga a la marihuana. públicamente. Estos jóvenes formaron el nue-
Mis visitas más dramáticas fueron las que tu- vo núcleo de la generación de «rudos y cua-
vieron lugar en los puntos de consumo del ve- rentones» fumadores de marihuana, empa-
cindario, las llamadas «galerias para pinchar- quetada en puros vacíos conocidos como
se». Al principio observé a clientes que se «rudos», y bebedores de botellas de licor de
inyectaban heroína o «speed-ball» (mezcal de malta de cuarenta onzas («cuarentones»).
heroína y cocaína), mientras una significativa Ellos han persistido a través de estos prime-
minoría se inyectaba sólo cocaína. Sin embar- ros años del siglo XXI. Mientras tanto, la ge-
go, en 1990 no había galerias dedicadas ex- neración de la heroína simplemente continuó
clusivamente a la heroína o la cocaína. Se ha- envejeciendo. Muchos perecieron a causa del
bían convertido virtualmente en fumaderos de sida, de sobredosis o de enfermedad hepática
crack de facto, además de ser galerías para provocada por el VHC; otros fueron encarcela-
pincharse. En estos lugares en los que se dos; y otros alcanzaron su madurez al margen
practicaba la inyección de drogas, los heroinó- de la heroína. Estos individuos fueron reem-
manos más mayores siguieron consumiendo plazados, por supuesto, por consumidores de
su heroína por vía inyectable, pero por lo ge- droga inyectada más jóvenes, pero no en la
neral dejaron de inyectarse cocaína. En su lu- misma proporción en la que lo había hecho la
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generación que ya tenía una cierta edad a fi- Sólo puedo aventurar una hipótesis para
nales de los sesenta y principios de los seten- explicar la excepcionalidad canadiense. Pue-
ta, que todavía representaban el núcleo demo- de que se deba a la estructura particularmen-
gráfico de los adictos a la heroína en los te disruptiva de la migración rural-urbana,
Estados Unidos alrededor de 20034. encabezada por los nativos americanos en
Vancouver y por los francófonos en Québec,
exacerbada por lo etnocéntrico, excesiva-
La excepcionalidad canadiense mente centralizado y condescendiente de los
servicios de bienestar social. La provisión de
El trabajo de campo etnográfico preliminar jeringuillas y de servicios de acogida y sani-
que llevé a cabo en Canadá5 me obliga a intro- tarios se ven a menudo concentrados en cen-
ducir mayor complejidad en mi forma de en- tros únicos de multiservicio, situados dentro
tender cómo la farmacología de las drogas in- de las ciudades, en los barrios con bajos ni-
teractúa con la economía política de la veles de renta y pobres viviendas, aislados
exclusión social; de ahí la utilidad de centrar- por las estructuras económicas de la clase
se en la experiencia íntima de las fuerzas es- acomodada que les rodea. Significativamen-
tructurales o de lo que puede llamarse la eco- te, la historia canadiense ha sido testigo de
nomía política del sufrimiento social. Para mi las imposiciones que este país ha ejercido en
sorpresa, en Canadá se ha dado una prolon- las reservas de nativos americanos, absor-
gada epidemia urbana de cocaína inyectada biéndolos en su sistema de servicios sociales
que perduró desde finales de los ochenta has- centralizados, de manera que han obligado a
ta finales de los noventa. Por alguna razón, el unos pueblos cazadores y recolectores a es-
fumar crack no reemplazó a la inyección de tablecerse de manera inadecuada en habitá-
cocaína. Dada la relativa solidez del sistema culos urbanos que destrozan su cultura, su
de apoyo al bienestar social en Québec y en la independencia económica y su dignidad. Los
Columbia Británica, yo había imaginado que ejemplos extremos de la forma en que Cana-
sería difícil que el crack se estableciera como dá asaltó a pueblos nativos vulnerables, in-
droga de elección. Lo que seguramente no hu- vocando la eficiencia de la provisión de ser-
biera anticipado, sin embargo, es que la cocaí- vicios públicos destinados a ellos en sus
na inyectada hubiera podido persistir como la reservas, arrojan luz sobre cómo han mane-
droga de elección durante más o menos una jado los servicios de atención a los drogadic-
década en Canadá, y menos aún que fuera es- tos en el interior de las ciudades.
pecialmente popular, teniendo en cuenta su Cualesquiera que sean las causas precisas
extrema destructividad farmacológica, y dada de tipo económico, político, histórico, y de la
la inversión institucional del gobierno para la política contemporánea, nunca antes he visto,
promoción de la integración social de los gru- en el mundo industrializado, un grupo de po-
pos de población marginados. blación urbana tan vejado durante un período
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de tiempo tan largo por una forma de consumo to de los padres abusivos, que azotan y con-
tan destructiva como la que se daba en el ba- sienten a sus hijos alternativamente. Por uti-
rrio Downtown Eastside de Vancouver y, en lizar una metáfora náutica, a los consumi-
menor grado, en el barrio de Sainte Catherine dores de droga canadienses unos rescatado-
de Montreal7. Vancouver presentó los niveles res les han lanzado un endeble flotador, a la
más altos de seroconversión para el VIH entre vez que los golpean en la cabeza con sus re-
los consumidores de droga por vía intravenosa mos cada vez que los primeros intentan sa-
en Norteamérica -si no en el mundo industria- car la barbilla del agua, por no hablar de su-
lizado- a pesar de contar con un activo sistema bir a bordo del barco de la vida.
de provisión de jeringuillas8. Esto se debió pro- A diferencia de esto último, en los Estados
bablemente al estricto límite que impusieron Unidos no se le lanzan flotadores a la pobla-
sobre el número de consumidores a los que se ción que está ahogándose; prefieren, en su lu-
permitía tener acceso a este programa en Van- gar, golpearla sin piedad y de manera definiti-
couver, y señala la importancia de la previa va en la cabeza desde una distancia de
distribución de jeringuillas, antes de que se seguridad. Los residentes de los núcleos ur-
produzcan epidemias de infección por VIH banos de las grandes ciudades en los Estados
como las que a menudo acompañan a las de Unidos tocan fondo rápidamente. Cuando no
cocaína inyectada, en lugar de recurrir, como se son encarcelados durante largos períodos de
da en estos casos, al reparto individualizado. tiempo, a menudo mueren por haber estado
Las personas adictas a la cocaína inyecta- expuestos a algún peligro a causa de la violen-
da en Canadá sufren también la política con- cia interpersonal o del sida, en la calle, sin ha-
tra la droga conducida por el modelo carcela- ber tenido acceso real a los servicios de asis-
rio de sus vecinos estadounidenses. Están tencia. El sistema canadiense de refuerzo del
esquizofrénicamente atrapados entre lo peor bienestar social reduce la destructividad far-
de los dos ámbitos políticos: por un lado, la macológica de la cocaína inyectada, pero no es
represión neoliberal y, por el otro, los autori- sustancial o lo suficientemente coherente en
tarios servicios biomedicalizados de bienes- ofrecer a los drogadictos urbanizados y margi-
tar social. La mano izquierda del estado trata nales una alternativa viable e integrarles de
de suavizar la represión de la derecha a tra- una manera digna en el mercado laboral.
vés de servicios sociales y sanitarios alta-
mente tecnificados, prestados de manera
ineficaz. Esto ha resultado en una destructi- La exacerbación del sufrimiento social
va epidemia de cocaína que se prolonga en el a través del encarcelamiento
tiempo, en la que ha intervenido el «concur-
so» institucional. Puede considerarse que el La bipolar política canadiense contra la
modelo canadiense de servicio de atención a droga ilustra la importancia de analizar las
los drogadictos es análogo al comportamien- consecuencias no intencionadas de la política
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estatal a la hora de dar forma a las epidemias La epidemia de crack entre los afroameri-
de droga. Los historiadores han documentado canos, los latinos (especialmente puertorri-
bien cómo el modelo carcelario de la política queños), la clase trabajadora y personas de
estadounidense hacia las drogas ha tomado raza blanca pertenecientes al mundo del
forma a partir de fobias, que a menudo van lumpen (mayormente descendientes de italo-
unidas a estereotipos raciales promovidos por americanos), fue el producto lógico de la po-
políticos oportunistas9,10. Desde una perspecti- lítica neoliberal de Ronald Reagan, que des-
va teórica de la economía política, estas fobias manteló la red de seguridad del bienestar
morales, evidentemente, tanto reflejaban social y la reemplazó por la «redada carcela-
como ofuscaban las más profundas contradic- ria»13. En realidad, cualquier explicación ac-
ciones estructurales de la sociedad, que hizo tual de las epidemias de droga en curso en
vulnerables frente a la adicción a grupos de los Estados Unidos ha de examinar el extra-
población específicos. Así, a la vuelta del siglo ordinario fenómeno de la expansión expo-
XX, en el sur profundo, podemos reinterpretar nencial del complejo carcelario-industrial. El
el centro de atención del refuerzo médico y le- número de personas encarceladas práctica-
gal de la comunidad cuando encontramos que mente se ha cuadruplicado entre 1975 y
«en este momento los negros que eran ino- 200013. Según la mayor parte de las defini-
fensivos y respetuosos con la ley...devienen ciones públicas de salud, estos presos son
conflictivos» y sus «...deseos sexuales son adictos, y la mayoría de estos adictos están
mayores y están pervertidos» debido a la co- cumpliendo condena por delitos no violentos
caína11, como expresión de la disrupción es- relacionados con la droga.
tructural de la represión de Jim Crow en el Este incremento en el número de presos
contexto de la titubeante economía de los en los Estados Unidos se debe al draconiano
aparceros de algodón. Los sheriffs del sur endurecimiento de las leyes contra la droga.
profundo justificaron aumentar el calibre de Desde 1980 hasta 1997, se multiplicó por
sus armas amparándose en el «incremento de doce el número de presos que cumplían con-
la vitalidad de los negros enloquecidos por la dena por cargos relacionados con la droga14.
cocaína»12. El mismo análisis puede aplicarse Quizás más sorprendente es la actual política
a los temores frente al opio chino en la Cali- de los Estados Unidos relativa a la epidemia
fornia de finales de la década de los ochenta de marihuana que afecta actualmente a su
del siglo XIX, cuando la cantidad de puestos juventud urbana. A veces, algunas personas
de trabajo disponibles hubo de reducirse tras destrozan sus vidas a través del abuso cróni-
la finalización del ferrocarril transatlántico; o co de marihuana, pero, comparada con otras
la persecución en 1930 de trabajadores meji- drogas que han devastado comunidades ur-
canos por consumo de marihuana en el suro- banas, entre ellas sustancias legales como el
este, cuando la Depresión provocó un desem- alcohol, la marihuana es el menor de los ma-
pleo masivo9,10. les desde una perspectiva farmacológica.
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