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Español y Comunicación

ENSAYO

Grupo 4

Álvaro Smith Aldana Cabrera

¿Es posible pensionarse en Colombia?

Seguramente en algún momento de la vida muchos se harán esta pregunta, y es probable que la respuesta sea
negativa. Sin embargo, en este ensayo se sustenta que, con adecuada planificación e interés por el tema, la mayoría
de los colombianos podría llegar a pensionarse a pesar de las deficiencias del sistema de pensiones.

En Colombia, según el DANE, tan solo el 23% de los adultos mayores es pensionado y se estima que en el futuro
este porcentaje será menor, lo cual no es muy alentador, pues significa que la vejez seguirá siendo una de las
principales causas de la pobreza y desigualdad en el país. Al respecto, Santos y Valencia (2015) advierten que para
“el año 2020 se espera que el porcentaje de personas mayores de 59 años se sitúe en torno al 12,64%, hasta llegar
al 23,12% en 2050” (p. 7). Es decir, en los próximos años aumentará el número de personas en edad de jubilación
y, por el contrario, descenderá la tasa de natalidad, lo que implica que habrá más personas mayores dependiendo de
una mesada pensional y menos jóvenes aportando al sistema público de pensiones. Sin duda, esta situación hace
inviable el modelo de pensiones colombiano.

No obstante, algo que muchos desconocen es que desde la expedición de la Ley 100 de 1993 en el sistema general
de pensiones colombiano existen dos regímenes: Uno público, controlado por Colpensiones, y el otro privado,
manejado por las Administradoras de Fondos de Pensiones o (AFP), este último conformado por cuatro
administradoras de pensiones y cesantías (Porvernir, Proteccion, Colfondos y Old Mutual). Por lo tanto, alguien
que planee su retiro desde el inicio de su edad productiva cuenta con dos alternativas para pensionarse, y la elección
entre una de ellas dependerá de su perfil de riesgo, edad, nivel de ingresos, entre otros factores.

Como se mencionó al inicio del ensayo, una de las causas que impide que muchos de los colombianos lleguen a
pensionarse es la falta de interés o de conocimiento en el tema, ya que la mayoría de las personas comienza a prestar
atención a esto cuando está cerca de la edad de retiro y, en algunos casos, ya no cuenta con suficiente tiempo para
cumplir con algunos de los requisitos mínimos para pensionarse. En el caso del régimen público o de prima media
la persona debe tener la edad de pensión, que es de 57 años para las mujeres y 62 años para los hombres, además
debe haber cotizado un mínimo de 1.300 semanas, que son aproximadamente 25 años.

Por su parte, en el régimen público o de prima media se “parte del supuesto de solidaridad generacional, lo cual
implica que los cotizantes de hoy fondean la caja con la cual se pagan las prestaciones ya reconocidas” (Ochoa,
2010, p.2). Es decir que los recursos de los afiliados a este régimen están en un mismo fondo o cuenta, en el cual es
posible pagar las pensiones de los mayores gracias a los aportes de los jóvenes en edad laborar. Precisamente en
este punto radica la debilidad del sistema, pues la pirámide poblacional está cambiando y con el paso de los años
habrá más ancianos y menos jóvenes.

Por esta razón, “en la reforma financiera contenida en la Ley 1328 de 2009 se establece la implantación de un
sistema de multifondos” (Ochoa, 2010, p. 10), el cual está compuesto por tres fondos: el de alto riesgo, el moderado
y el conservador. Cada uno de estos fondos tiene diferentes alternativas de inversión y nivel de riesgo con el
propósito de generar altas rentabilidades a largo plazo y ofrecer un tipo de fondo que se ajuste a las etapas de la
vida de cada cotizante, ya que es posible cambiar de un fondo a otro a lo largo de los años de cotización.
Adicionalmente, a diferencia del régimen público, en este sistema cada persona tiene cuenta individual.

Asimismo, en el régimen privado o de multifondos, el cotizante que realice aportes voluntarios puede llegar a
obtener una mesada pensional más alta y anticipada debido a que en el este régimen no hay edad mínima para
pensionarse y pueden hacerse aportes periódicos voluntarios, los cuales finalmente aumentan el capital y los
rendimientos generados en la cuenta individual a lo largo de los años. Por esta razón, comparado con el régimen
público, en el mejor de los casos esto hace posible que una persona pueda jubilarse con anticipación, para lo cual
es necesario acumular el capital suficiente que garantice por lo menos una mesada equivalente al 110% del promedio
salarial del cotizante.

Ante este panorama, argumento que es erróneo pensar que los recursos que cada persona destina a su pensión son
un gasto. Por el contrario, es necesario cambiar esta persecución y pensar estos aportes como una inversión a largo
plazo, pues a pesar de que al inicio de la edad productiva no generan evidentes beneficios, en el final de la vida
laboral harán la diferencia entre una vejez tranquila o una pasada por dificultades económicas. Como afirma en un
comunicado Asofondos, “el ahorro pensional es un proyecto de largo plazo que inicia con el primer trabajo y se
construye por décadas, hasta alcanzar la anhelada pensión de vejez” (p.1).

Desde la perspectiva de la inversión, el sistema multifondos es el que genera mayores rendimientos comparado con
el régimen de prima media. No obstante, como algunos saben, aunque los altos beneficios implican mayores riesgos,
estos recursos están asegurados y protegidos mediante toda clase de mecanismos.
En conclusión, una persona que planee y esté al pendiente desde el comienzo de su vida laboral de los diferentes
aspectos que tienen que ver con su pensión tiene dos alternativas para ahorrar sus recursos. Cada quien debe
informarse de manera adecuada para escoger la mejor alternativa, porque no hay una única opción que se ajuste al
perfil de todos, pues para algunos es mejor un régimen privado o viceversa. Así pues, el porcentaje de personas que
definan pensionarse en el país dependerá de las decisiones que tomen desde que inicie a aportar al sistema.

Referencias

Asofondos. (2018). Que las ramas no impidan ver el bosque [documento en línea]. Recuperado:
https://www.asofondos.org.co/sites/default/files/Que%20las%20ramas%20no%20impidan%20ver%20el%20bosq
ue_0.pdf

Ochoa Maldonado, O. A. (2010). Administración del sistema colombiano de pensiones obligatorias. Studiositas,
5(1), 71–82. Recuperado de: http://hdl.handle.net/10983/580.

Santos Pérez, M. L., & Valencia Olivero, N. Y. (2015). Envejecer en Colombia. América Latina Hoy, 71, 61–81.
https://doi.org/10.14201/alh2015716181.

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