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DE LA HOSTILIDAD A LA HOSPITALIDAD

Miguel González Martín

Introducción ......................................................................................................... 3
1. Las fronteras: hostilidad simbólica y en acción ...................................... 4
1.1. Ampliar el foco de nuestra atención .................................................. 4
1.2. Fronteras: más allá, más acá y más adentro ...................................... 5
1.3. Una retórica que retuerce la lógica y construye hostilidad ............... 8
1.4. Fronteras, ¿para qué? ......................................................................... 11
1.5. ¿Las abrimos de par en par? .............................................................. 12
2. Construyendo hospitalidad ........................................................................... 16
2.1. La hospitalidad captura nuestra imaginación .................................... 16
2.2. La hospitalidad bíblica, fuente de inspiración ................................... 18
2.3. La hospitalidad se hace vecindad: de “acoger al refugiado”
a “hablar con tu vecina” ............................................................................ 21
2.4. De la vecindad a la ciudadanía: la hospitalidad en el demos ............. 25
Epílogo ................................................................................................................... 27
Notas ...................................................................................................................... 30
Cuestiones para la reflexión ............................................................................ 32
Miguel González Martín es director de la Fundación Social Ignacio Ellacuría y
coordinador del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM-España).

El Servicio Jesuita a Migrantes-España (SJME), que ha inspirado y moti-


vado la reflexión de este cuaderno, es una red de entidades sociales de la
Compañía de Jesús dedicadas al acompañamiento, el servicio y la defensa
de los inmigrantes (www.sjme.org).

Edita Cristianisme i Justícia - Roger de Llúria, 13 - 08010 Barcelona


Tel.: 93 317 23 38 - E-mail: info@fespinal.com - www.cristianismeijusticia.net
Imprime: Ediciones Rondas S.L. - Depósito Legal: B 25371-2015
ISBN: 978-84-9730-364-4 - ISSN: 0214-6509 - ISSN (virtual): 2014-6574
Impreso en papel y cartulina ecológicos - Dibujo de la portada: Roger Torres
Revisión y corrección del texto: Pilar de la Herran
Maquetación: Pilar Rubio Tugas - Noviembre 2015

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Llúria 13, Barcelona.
INTRODUCCIÓN

Hostilidad y hospitalidad. Entre una y otra nos movemos en relación


a las personas migrantes. Este cuaderno reflexiona sobre ambas. En
primer lugar, la actualidad de constantes violaciones de los derechos
humanos en la Frontera Sur nos lleva a posar en ella la mirada, como
realidad que simboliza y acciona la hostilidad hacia las personas mi-
grantes. Hostilidad que, partiendo de ese punto concreto fronterizo, se
derrama más allá, más acá y más adentro. Ciertamente, podríamos ha-
ber adoptado otro símbolo de la hostilidad hacia los migrantes: la exclu-
sión sanitaria o los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE), por
ejemplo. Creemos que la idea de frontera recoge e integra en sí esos
y otros, tal y como trataremos de mostrar en las páginas que siguen.
Situamos nuestra reflexión en la Frontera Sur española, con alguna
mención al drama más amplio y casi cotidiano del Mediterráneo. No
porque lo que suceda en otros lugares sea menos significativo. Enten-
demos que mucho de lo que aquí se dice es válido para el conjunto de
llagas en la piel de la humanidad en que se han convertido las fron-
teras. Al comenzar la escritura, hacemos el ejercicio de contemplar,
durante unos minutos y en silencio, los mapas con que periódicamente
la Organización Internacional de las Migraciones mantiene el macabro
recuento de personas muertas en las fronteras del mundo1. Hablamos
de eso, pero desde aquí.
La segunda parte se fija en la hospitalidad, como valor opuesto a la
hostilidad. En los últimos años nos está sirviendo2 como bandera bajo
la cual integrar las diferentes dimensiones que tiene el trabajo a favor
de las personas migrantes: desde el mundo de la vida y la cercanía
(acompañar), desde el ámbito de lo social (servir, sensibilizar) y desde
el ámbito más público (defender). En esta segunda parte del cuaderno
señalamos algunos retos a los que debe responder este trabajo por una
cultura de la hospitalidad.
El Servicio Jesuita a Migrantes ha consolidado en los últimos años un
rico patrimonio de textos y reflexiones3. Algunos de ellos tienen un ca-
rácter técnico: son propuestas sobre políticas concretas, que descan-
san en el conocimiento experto de las leyes. Otros, en cambio, buscan
ahondar en la reflexión, desmontar tópicos, denunciar proféticamente,
conectar con la teología y la espiritualidad, aportar a la construcción de
una narrativa alternativa a la dominante… Este texto se sitúa claramen-
te en esta segunda categoría, como otros que —con firma personal o
colectiva— han sido agraciados con la hospitalidad de la colección de
cuadernos de Cristianisme i Justícia, lo que agradecemos y nos honra.

3
1. LAS FRONTERAS: HOSTILIDAD SIMBÓLICA
Y EN ACCIÓN

Empiezo a escribir esta parte del texto sobre lo que está sucediendo
en la Frontera Sur española (Ceuta y Melilla) espoleado por un senti-
miento de contradicción. Por un lado, es tan recurrente la violación de
los derechos humanos de las personas que tratan de atravesar a Eu-
ropa por esos enclaves, que se hace inimaginable no prestar atención
y no denunciar esa realidad. Traigamos a la memoria algunas cosas.

1.1. Ampliar el foco de nuestra ¿Cómo callar ante la práctica coti-


atención diana de las “devoluciones en caliente”
y toda la ristra de vulneraciones de de-
¿Cómo mirar hacia otro lado en Tarajal?
Ya ha pasado más de un año de la tragedia rechos que comportan? Después de ser
que allí se produjo. Un grupo de migrantes cuestionadas por organismos europeos,
trataban de acceder a nado hasta Ceuta. por la abogacía, la justicia, por la aca-
El intento fue repelido por la Guardia demia, por la Iglesia, por las entidades
Civil con instrumental antidisturbios, sociales, etc., el gobierno las ha “lega-
incluyendo pelotas de goma. Quince lizado” por la puerta trasera. ¿Cómo
personas jóvenes murieron ahogadas en permanecer impasible ante la creciente
la refriega. No todos los cadáveres han violencia con que las fuerzas de segu-
sido identificados. Los restos reposan en ridad marroquíes —haciendo el trabajo
tumbas numeradas. No se ha depurado sucio de Europa— repelen los saltos de
responsabilidad política alguna, y las ju- la valla o/y desmantelan los campamen-
rídicas parece que transitan por vía tos de quienes esperan su oportunidad?6
muerta, debido a la parálisis de la justicia4. Demasiado dolor para no recogerlo, no
Las versiones oficiales estuvieron pla- hacerle eco y no mostrarlo.
gadas de contradicciones5. Se retorció el Por otro lado, uno no puede dejar de
derecho al basar la actuación en un deno- preguntarse si una atención tan intensa a
minado “concepto operativo de frontera”. “la valla” —por decirlo gráficamente—
4
no sirve para reforzar la sensación de 1.2. Fronteras más allá, más acá y
emergencia que, sin duda, el gobier- más adentro8
no está muy interesado en proyectar,
¿Qué realidades quedan excluidas cuan-
como caldo de cultivo para la apli-
do centramos nuestra atención solo en
cación de “medidas extraordinarias”
aquellas más reconocibles, en las más
y —quizá también— al estilo de las
fotografiables, en las más “campaña-
malas ONG, para dar pena en Bruse-
bles”? Esa es una pregunta que no
las y recoger más fondos. Claramente,
la emergencia que percibimos desde debemos dejar de plantearnos. El mo-
las entidades sociales es de naturaleza mento del “salto”, y la respuesta que se
“humanitaria”, donde están en juego da, forman parte de una realidad más
los derechos humanos. Mientras que amplia. Apenas es un momento, el más
el relato gubernamental —bien refle- visible, del entramado “fronterizo”, que
jado y amplificado por determinados se extiende más allá (externalización
medios de comunicación— se sustenta de fronteras), más acá (internalización)
más bien en transmitir una emergencia y más en profundidad (interiorización
por “invasión” del territorio nacional, de la frontera), en auténticas “fronteras
incluyendo cifras inverosímiles que invisibles”. Y todo ello, con el telón
meten en el mismo saco a quien quiere de fondo de un contexto de creciente
saltar, a quien lo intentó y ya desistió, e desigualdad entre países y grupos socia-
incluso al que optó por regularizarse7. les, de conflictos bélicos enquistados
Todo ello, convenientemente adereza- o de nuevo cuño, de prácticas demasiado
do de elementos generadores de mie- parecidas al saqueo colonial.
do: que si por la valla entra el ébola; Prestando un poco de atención no
que si la amenaza terrorista; que si las es difícil darse cuenta de una doble pa-
mafias, etc. Un miedo que prende so- radoja. En primer lugar, por más que
cialmente en el contexto de angustia se haya reforzado y militarizado el
vital, inseguridad y falta de expectati- control de los puntos fronterizos, por
vas provocadas por la crisis y por las más alto que los muros y vallas hayan
medidas que supuestamente nos han de crecido, por más concertinas que las
sacar de ella. hayan coronado, la entrada de perso-
Por eso, frente a la atención selec- nas no se ha detenido. Se ha puesto
tiva y descontextualizada hacia lo “es- más difícil, sin duda. La gente arries-
pectacular” de la valla o la embarcación ga más. Al calor de un mayor control,
atestada de gente, creo que a la ciudada- también han florecido los negocios de
nía preocupada por los derechos huma- quienes conocen los caminos o tienen
nos le corresponde abrir el zoom, par- los recursos y contactos para pasar.
tiendo desde esas realidades concretas. Se ha ampliado el área a “controlar”,
Quizá de esa manera evitaremos contri- porque se diversifican las rutas. Es de-
buir a consolidar el relato que interesa cir, el endurecimiento convoca y hace
al poder y en el que, con mayor o menor necesario un endurecimiento mayor,
conciencia, con mayor o menor volun- en una espiral inagotable y autojusti-
tad, también participamos. ficativa, que sepulta recursos públicos
5
y estándares de derechos humanos en vés de su frontera). Paradójicamente,
la misma fosa. Y a la vez, en segundo como después repetiremos, una parte
lugar, con una mirada amplia, las per- de estas funciones se financian con
sonas que acceden de manera irregu- fondos de cooperación al desarrollo
lar por los puntos fronterizos son una dedicados, por ejemplo, a formar a las
ínfima minoría, una gota en el río del fuerzas de seguridad en la “lucha con-
flujo de movilidad humana (de entra- tra la inmigración irregular”, a la com-
da y de salida) que atestiguan nuestros pra de equipamientos para la vigilancia
aeropuertos cada año. Por eso, merece o al desarrollo de patrullas mixtas.
la pena fijarse no solo en la valla, sino, Podemos decir que a través de este
como decíamos, en las otras ramifica- mecanismo de externalización, Europa
ciones “fronterizas”, aquellas que sue- transfiere su hostilidad al migrante a
len quedar invisibilizadas. países donde la figura del “migrante
irregular” no ha existido nunca. Asume
1.2.1. Fronteras externalizadas que toda la migración africana en trán-
La frontera española y, por ende, la sito tiene a Europa como destino, igno-
europea, ya no se sitúa en Ceuta y Me- rando así las rutas de migración intra-
lilla. Comienza antes. A través de un africana. Y una cuestión especialmente
conjunto de acuerdos y transacciones peliaguda desde nuestra perspectiva:
con países del norte de África, Europa ¿hasta qué punto se responsabiliza Eu-
les encarga una parte del control de los ropa de los abusos de derechos huma-
flujos y la represión de la migración nos cometidos en el ejercicio de estas
en tránsito9. Como se dice en los do- funciones “subcontratadas”? Existe un
cumentos oficiales europeos, se trata gran espacio de sombra jurídica en
de la “dimensión exterior de la política estos acuerdos, que favorece la impu-
migratoria”, e involucra a países que ni nidad ante el sufrimiento infligido a
siquiera cuentan con lindes territoria- las personas migrantes en su trayecto
les con la UE. La colaboración en tales hacia el norte.
funciones suele establecerse como con-
dición para que dichos países accedan 1.2.2. Fronteras internalizadas
a fondos de cooperación europeos, o a
tratos comerciales favorables. Muchos Nos referimos a la internalización de
de estos acuerdos (“memorandos de las fronteras cuando éstas se desplazan
entendimiento”) no están abiertos al al interior del territorio estatal. Es el
escrutinio público. Las labores subcon- caso de los centros de detención para
tratadas incluyen el control de docu- extranjeros que salpican la geografía
mentación de migrantes en tránsito, la europea y norteafricana10, en los que
construcción de centros de detención o los migrantes indocumentados son re-
la ejecución de deportaciones. “Traba- cluidos con el fin de devolverlos a sus
jo sucio”. Muchas veces, se sustancian países. En el caso español, se trata de
acuerdos de readmisión (los países han los ocho Centros de Internamiento de
de aceptar de vuelta a aquellas personas Extranjeros (CIE) distribuidos en el
que hayan accedido al territorio a tra- territorio.
6
En ellos se aplica, ni más ni menos, 1.2.3. Fronteras interiorizadas
la privación forzosa de libertad a perso- Las fronteras poseen un valor simbóli-
nas que no han cometido ningún delito, co y performativo, es decir, configuran
sino una irregularidad administrativa. la forma en que vemos y “decimos” la
Una medida que debiera ser de ultima realidad. Quienes las atraviesan de for-
ratio, absolutamente excepcional y ma irregular (o de forma regular con
controlada judicialmente, se convierte vigencia limitada) cargan con ella a
muchas veces en la primera respuesta y sus espaldas, no se la quitan de encima.
con un ratificación judicial formal. Esta vez, en forma del estigma social
Las condiciones de internamiento, construido entorno al migrante “clan-
como muestran los informes de las en- destino”, “sin papeles” o “ilegal”.
tidades especializadas11 pueden ser ex- Las personas en situación adminis-
tremadamente duras. Con acceso limi- trativa irregular son excluidas de deter-
tado o nulo a derechos básicos, como minados derechos sociales. En nuestro
la salud o la asistencia letrada, no es contexto, la exclusión sanitaria que
extraño que con frecuencia se produz- arranca en abril de 2012 es un ejem-
can denuncias por las propias personas plo muy claro, aunque no el único.
internas de la insalubridad de las con- Evidentemente, las personas en situa-
diciones. También se han reportado y ción administrativa irregular tampoco
documentado casos de violencia poli- pueden trabajar “regularmente”. Sin
cial, o muerte de internos por falta de embargo, muchos —y especialmente,
atención médica. muchas—, trabajan en la economía su-
Las personas detenidas varían en mergida. Esto ha sido así especialmen-
sus perfiles. Muchas veces, se trata de te en épocas en las que el mercado de
gentes con un gran arraigo en el país, trabajo ha convocado a numerosa ma-
donde llevan viviendo largos años, no de obra del exterior. Es como si to-
bien asentadas, con familia. Sin embar- do el entramado fronterizo del que ve-
go, no han podido regularizar su situa- nimos hablando estuviera diseñado, de
ción —en general por falta de empleo hecho, para que la inseguridad jurídica
“regular”—, o porque sus permisos y la vulnerabilidad social que emanan
han expirado sin poder ser renovados, de él domeñen a todo un colectivo de
por haberse quedado en el paro. Otras trabajadoras y trabajadores pobres.
veces, bajo la categoría y tratamiento El miedo a ser identificado en una
como “inmigrante irregular” se aglu- redada, recluido en un CIE y depor-
tinan situaciones que van desde la ex- tado en un vuelo express actúa como
plotación sexual a la enfermedad men- un poderoso mecanismo de disciplina
tal, pasando por personas que tendrían social. Aunque después muchas de las
derecho a alguna forma de protección órdenes de expulsión no llegan a eje-
internacional. Todo este muestrario de cutarse, la existencia de la amenaza es
precariedades existenciales, que exigi- suficiente. Mucha gente interioriza es-
rían una respuesta personalizada, pasa te miedo y se protege de él haciéndose
inadvertida ante esta maquinaria que invisible socialmente. De esa forma,
consagra la exclusión. el estigma de la irregularidad no solo
7
empuja a aceptar condiciones labora- en humo al atravesar el cedazo de la
les cada vez peores, sino que dificulta práctica cotidiana. “¿Por qué no lo in-
sobremanera la creación de vínculos y tentas legalmente en vez de jugarte la
la integración en el cuerpo social. La vida?”, parece que dicen las autorida-
frontera se ha interiorizado. des en tono condescendiente. Porque
esa posibilidad, simple y llanamente,
no está disponible.
1.3. Una retórica que retuerce la Mención especial, dentro de esta
lógica y construye hostilidad retórica, merece el caso de las perso-
Además de agitar el espantajo del mie- nas que son potenciales solicitantes
do y de la situación de emergencia, es- de asilo, porque huyen de conflictos y
cuchamos habitualmente tres o cuatro persecuciones. Una de las vulneracio-
argumentaciones en los portavoces gu- nes de la legislación nacional e inter-
bernamentales y en las declaraciones nacional en las que incurren las llama-
internacionales sobre las migraciones das “devoluciones en caliente” es que
a las que merece la pena mirar con ojo imposibilita que las personas ejerzan
crítico. su derecho a la solicitud de asilo. Ya
pueden concurrir en ti las circunstan-
cias que te hacen sujeto de protección
1.3.1. No hay forma de migrar internacional, que si te atrapo en el
legalmente vallado, abro la portezuela y te mando
En primer lugar, aparece la retórica de de vuelta. Pues bien, hace unos meses,
la apuesta por la inmigración regular, el gobierno español, ante la crítica a
frente a la irregular, que genera inmen- esas prácticas, decidió establecer dos
so sufrimiento humano. Es difícil no puestos en la frontera donde se podría
estar de acuerdo con esta formulación solicitar el asilo. Fue un movimiento
genérica. Es una opinión que acude que algunas organizaciones saludamos
rápido a la mente y boca de muchas como positivo, si bien advertíamos
personas de buena voluntad al dialogar que en ningún caso podía utilizarse la
sobre inmigración. Su lógica es inape- existencia de esos puntos para seguir
lable. El problema viene cuando cae- justificando —y cuánto menos inclu-
mos en la cuenta de que, en la práctica, yendo en una ley— las devoluciones
la posibilidad que tiene una persona de en caliente. Nuestro temor era que el
conseguir un visado para migrar regu- gobierno dijera: “si usted tiene moti-
larmente se acerca a cero. Para la gente vos para solicitar el asilo, solo tiene
africana que se pone en marcha, atra- que acercarse al puesto habilitado a tal
viesa varios países, el desierto, acam- efecto, y no tiene que intentar saltar la
pa en precario durante meses e intenta valla”. El tiempo transcurrido no ha
saltar, pasar en embarcación o a nado hecho sino confirmar dicha previsión.
no hay forma legal de entrar a Europa. El dato de que después de varios meses
Por lo tanto, una afirmación que en la ninguna persona subsahariana ha podi-
teoría es capaz de concitar el beneplá- do acercarse a dichos puestos (no se lo
cito de casi todo el mundo se convierte permiten las fuerzas de seguridad ma-
8
rroquíes, que solo granjean el acceso a agolpan bandadas de aves carroñeras
personas sirias), no ha sido obstáculo dispuestas a succionar el tuétano de los
para que el gobierno utilice la retórica migrantes, convertidos en mercancía
de la existencia de posibilidades regu- y objeto de negocio. Y en el caso de
lares frente a las irregulares. Pero, tam- las mujeres migrantes, esta situación
poco en este caso, están disponibles en se ve agravada. Para ellas, el riesgo
la práctica. de sufrir abusos sexuales —y no so-
lo por parte de los “pasadores”, tam-
bién por parte de los “pasados”— las
1.3.2. Las mafias no producen la
empuja muchas veces a buscarse un
migración
“marido del camino”: un varón que, a
El segundo gran relato con el que se cambio de sus favores y exclusividad
trata de legitimar las actuaciones en las sexual, la “protegerá” de la rapiña de
fronteras nos habla de la lucha contra los demás. Por otra parte, no sólo los
las mafias. La sensación que uno tiene y las migrantes pueden ser objeto de
es que aquí se malogró la flecha que vulneración de los mínimos derechos
une causa y efecto, y se dio la vuelta por parte de los negociantes. También
completamente, como una brújula ba- existe gente desesperada o necesitada
jo el efecto de un imán. Las llamadas que forma parte del último eslabón del
mafias —sería más exacto hablar de negocio y que no pocas veces corre el
gente que hace negocio pasando las mismo riesgo que los propios migran-
fronteras a gente y conectándolos con tes. Así, por ejemplo, los menores que
los siguientes pasadores— no son la cada vez más frecuentemente son en-
causa de que haya personas que se pon- viados al mando de las embarcaciones
gan en marcha para llegar a Europa. Lo que parten de la costa africana a cruzar
hacen como fruto de su voluntad, con el Mediterráneo. Su condición de me-
todos los condicionantes, circunstan- nores les puede ahorrar la imputación
cias, incentivos, fuerzas repulsoras y penal en Europa en caso de ser apre-
restricciones que acompañan a eso que sados. Insistimos, no obstante, que el
llamamos libertad. A la inversa, la rela- rechazo y la denuncia de esta realidad
ción de causalidad se hace más plausi- no pueden llevarnos a considerarlas el
ble. Como apuntábamos antes, a mayor motor principal que pone en marcha
presión, a mayor dificultades, mejor ne- los trayectos migratorios.
gocio para quienes conocen las rutas y De nuevo mención a parte merece
tienen los contactos adecuados. aquí una realidad distinta y sangrante,
Apuntar a esta perversión de la ló- como es la de la trata de mujeres con
gica en la narrativa oficial no nos im- fines de explotación sexual. En este
pide en absoluto conocer y denunciar caso sí se puede hablar de redes orga-
las situaciones de abuso, inhumanidad nizadas, de personas retenidas en con-
y vulneración de la dignidad de las tra de su voluntad, utilizando violencia
personas en las que estos negociantes física o psicológica (a veces, basadas
incurren con frecuencia. No cabe du- en creencias tribales). En ocasiones,
da de que, junto a quien quiere echar este tráfico de personas para la explo-
una mano honesta al que transita, se tación se disimula entre los flujos del
9
resto de migrantes, haciendo difícil su das la responsabilidad por la xenofo-
identificación. La gente que está en el bia que estaríamos generando en la
terreno es muy consciente de las difi- sociedad. “Inmigración + buenismo
cultades de intervenir en estos casos. = xenofobia”12, parece ser la fórmula
Aquí sí sería necesaria una acción mu- que disuelve las manchas y devuelve
cho más decidida frente a estas autén- el blanco a las políticas en este ámbito.
ticas mafias. Una acción que debería Es decir, que si señalamos las vulnera-
ser consciente de que el origen de esta ciones de los derechos humanos de los
práctica degradante hay que localizar- migrantes, estamos haciendo que nues-
lo allá donde se produce la demanda, tros vecinos y vecinas les tengan más
en nuestra sociedad, y dirigirse hacia odio. En esta argumentación hay, al
ella. Y ser absolutamente impecable menos, un elemento implícito inquie-
en la intervención para evitar, como tante. Parece que parte del supuesto de
hemos visto en no pocas ocasiones, que nuestra sociedad alberga una pul-
una doble victimización de las muje- sión sádica hacia el débil: para aceptar
res explotadas. Primero, son traficadas a los inmigrantes, para no odiarles, re-
y vendidas como ganado, y obligadas sulta que nos gusta que les den buenos
a ejercer la prostitución a destajo para, palos. Que les pongan en su sitio. Es
además, pagar sus deudas. Y, segundo, como si nos dijeran: “vamos a ponér-
a pesar de los esfuerzos legislativos selo complicado para que veáis que les
que se vienen realizando en esta ma- tratamos duro y no os hagáis xenófo-
teria, no han sido pocos los casos en bos, porque si veis que los tratamos
que, cuando la policía interviene en un con las garantías que nos pide la ley,
prostíbulo, las mujeres, en vez de ser no vais a poder soportarlo”. Por cierto,
consideradas como víctimas de trata y dicho de paso, una lógica parecida es-
tener la posibilidad de acogerse a la le- taría en la base de la exclusión sanita-
gislación protectora ante la misma, son ria decretada por el gobierno contra las
puestas a disposición de la brigada de personas migrantes en situación irregu-
extranjería, donde reciben una orden lar, y tímida y parcialmente rectificada
de expulsión cuando no un traslado al tres años después. Todavía estamos
Centro de Internamiento de Extranje- por ver alguna evidencia de que tal
ros (CIE). expulsión del sistema supusiera ahorro
alguno a las arcas públicas —cosa que
por sí misma tampoco hubiera sido un
1.3.3. La defensa de los derechos no argumento para la exclusión—. Sin
causa la xenofobia embargo, sí entendemos que se utilizó
En el tercer tipo de argumentación, la medida para preparar el clima social
nos volvemos a encontrar con otro frente a la voladura del sistema de sa-
desajuste en la dirección de la causali- lud universal que supuso la reforma.
dad. Cuando la ciudadanía organizada No nos dimos cuenta de que dejába-
levanta su voz contra lo que considera mos de ser ciudadanos y pasábamos a
una política injusta de gestión de las ser “asegurados”, porque esto era algo
fronteras, la respuesta gubernamental que afectaba a los inmigrantes sin pa-
tiende a poner sobre nuestras espal- peles, los “otros” por antonomasia.
10
Frente a esta lógica, pensamos que estas decisiones tan carentes de huma-
lo que alimenta la xenofobia es preci- nidad y moralidad (¡estamos permi-
samente el tratamiento indigno hacia tiendo que niños mueran ahogados!),
los inmigrantes por parte de las auto- están mirando de reojo a las fuerzas
ridades. Con sus políticas excluyentes, populistas xenófobas, cuyo apoyo
sus prácticas vulneradoras de derechos creciente ven como una amenaza. ¡Y
y su discurso del miedo favorecen un quieren aplacar a la fiera dándole de
clima social en el que las personas mi- comer! No sin razón, hay quien dice
grantes son despreciadas. Miremos por que el populismo xenófobo celebra su
un momento a Europa y sus políticas. victoria no tanto por el número de es-
El Mediterráneo se ha convertido en caños que obtiene en las elecciones, si-
una gran fosa de cadáveres. En 2014, no porque ha capturado el corazón y la
el balance de víctimas es escalofriante. mente de los partidos democráticos13.
Más de 3.000 personas murieron aho- Y en vez de realizar una función peda-
gadas, o de frío o de sed, tratando de gógica con la ciudadanía, compran el
alcanzar por mar las costas europeas. discurso y la práctica, que, a la postre,
Pero es que cerca de 200.000 fueron hace más fuerte al monstruo. Por eso,
rescatados, gracias a la operación Ma- sostenemos que la sordera y ceguera
re Nostrum, articulada por Italia con ante el drama de las fronteras, lejos
apoyo europeo. Fundamentalmente, de apaciguar a una sociedad supuesta-
las personas rescatadas que parten en mente xenófoba —como se nos quiere
embarcación desde Libia —un Es- hacer creer— ejerce como fuelle sobre
tado descompuesto— provenían de los rescoldos de miedo y egoísmo que
Siria, Eritrea, Somalia… países des- albergan nuestros corazones persona-
garrados por la guerra. ¿Por qué es les y alma colectiva. Es la construcción
previsible que el balance en 2015 sea de la hostilidad.
más dramático? La operación Mare
Nostrum ha sido reemplazada por la
1.4. Fronteras, ¿para qué?
Tritón. Mucho más barata y limitada,
en cuanto a su alcance (30 millas Después de todo, las preguntas emer-
marinas desde las costas), y en cuanto gen casi espontáneamente: ¿para qué
al número y tipo de barcos de rescate. sirven las fronteras? ¿Por qué semejan-
La argumentación para el cambio de te despliegue, que incapaz de cumplir
operativo discurría por dos sendas. lo que promete, deja a la vez un regue-
Por un lado, la económica. Al parecer, ro de sufrimiento humano injustifica-
los 9 millones de euros mensuales que ble a su vera? Algunas respuestas que
costaba la Mare Nostrum constituyen se van perfilando14 nos ayudan, como
una losa insoportable. Pero, en segun- decíamos antes, a agrandar el ángulo
do lugar, se apelaba al “efecto llama- de vista.
da” de esta operación, que incentivaría En primer lugar, pareciera que la
a la gente a embarcarse en la travesía. importancia de los muros “no reside
Parece ser que la mayoría de los go- tanto en su dudosa eficiencia como en
bernantes europeos, a la hora de tomar su ostentosa visibilidad”. Estaríamos,
11
por tanto, ante una función simbólica, ayudan a configurarla. Como veíamos
casi teatral, de una soberanía estatal antes, poseen un efecto performativo:
en crisis galopante. “Los nuevos mu- señalan quiénes quedan dentro y quié-
ros marcan los límites, existentes o nes fuera de la comunidad política.
deseados, de los Estados nación, pero Quién goza del estatus de ciudadanía
no llegan a constituirse en fortalezas y quién no. Contribuyen, junto con el
contra ejércitos invasores y, ni siquie- resto del aparato de extranjería, a la
ra, en manifestaciones de la soberanía construcción de la categoría “irregu-
nacional. Más bien, consagran la mis- lar”, a la exclusión del “no-ciudadano”.
ma corrupción fronteriza que quisieran
impedir y representan, de forma tea-
tral, una soberanía que ha entrado en 1.5. ¿Las abrimos de par en par?
una crisis irreversible” 15. Y, entonces, ¿qué hacemos con las
Esta tesis que enfatiza lo importan- fronteras? ¿Las abrimos de par en par?
te que es mantener la “apariencia” de También suele ser ésta una cuestión
control más que el control en sí, que con que se confronta cualquier crítica
quedaría fuera del alcance y de las de la actual gestión fronteriza, mu-
posibilidades de los Estados, encuen- chas veces con ánimo dar por cerrada
tra su complemento en las ideas que la conversación con quien apunta a
surgen de la investigación de Hein de las limitaciones del actual modelo. Al
Hass. Realmente las políticas de con- menos, considero, es ésta una cuestión
trol migratorio son muy poco eficaces en la que merece la pena detenerse, re-
para sus fines declarados. Reducen de flexionar y compartir dudas y perple-
manera muy limitada los flujos y, ade- jidades. Muchas veces está planteada
más, tienen efectos colaterales que, no con honestidad y buena voluntad. No
solo compensan dicha reducción, sino creo que pueda decirse lo mismo de
que las hacen directamente contrapro- otros intentos dialécticos. Reciente-
ducentes para sus fines: la búsqueda de mente, el ministro del interior desafió
rutas alternativas, el surgimiento de las a quienes cuestionaban su gestión de la
mafias, el freno que supone para las sa- frontera a que acogieran en casa a uno
lidas el conocimiento de las restriccio- de esos inmigrantes16. Son unas pala-
nes en ciernes, o las dificultades para bras que, además de situar el nivel de
el retorno que generan. la deliberación pública a la altura del
Y más allá de si se puede o si se Sálvame, ignoran y desprecian la la-
quiere de verdad controlar el flujo mi- bor de hospitalidad y acogida de miles
gratorio, aquí consideramos cruciales de personas y organizaciones, cuyas
las consecuencias humanas de cómo se direcciones son bien conocidas en el
lleva a cabo esa política, sea “teatro” ministerio.
o no. Porque, además de los derechos Por un lado, no cabe duda de que
pisoteados a pie de valla, el hecho de jurídicamente los Estados están en el
que la función de los muros sea simbó- derecho y el deber, como parte de su
lica no debe conducirnos a pensar que soberanía, de controlar sus fronteras
no tienen efecto en la realidad, ya que (pese a que, como hemos señalado,
12
dicha acción tiene un componente im- na, en un mundo donde nacer a uno u
portante de “apariencia de control”, en otro lado de la raya significa —en el
un contexto en que la idea tradicional mejor de los casos— una brecha abis-
de soberanía hace aguas). En segundo mal de oportunidades para desarrollar
lugar, dicho ejercicio debe conducirse el proyecto de vida considerado va-
de acuerdo a la legislación y con res- lioso, y —en el peor— la propia posi-
peto de los derechos humanos. Aquí, bilidad o imposibilidad de desarrollar
vistas las prácticas, se nos empiezan a alguno. Honestamente, creo que no,
encender las alarmas. En otros lugares mirado desde la perspectiva de nuestra
hemos abogado por un “control demo- tradición cristiana, entre cuyos prin-
crático de las fronteras”, entendiendo cipios más hondamente arraigados se
por tal el que cumple con los estánda- encuentran el del destino universal de
res de derechos humanos. Esto inclu- los bienes y el del derecho de todos los
ye la necesidad de exigir y garantizar seres humanos a la vida.
también dichos requisitos a aquellos Al reflexionar sobre muchas cues-
países a los que, como veíamos antes, tiones sociales y especialmente sobre
hemos “subcontratado” o externaliza- la inmigración partimos del dato in-
do la frontera.
cuestionado e incuestionable de las
Y, ¿esto es todo? Ciertamente, no fronteras. Parece que estos constructos
es poco. Aspirar a que en la frontera sociales e históricos que son las fronte-
sur se reestablezca el Estado de de- ras territoriales siempre han estado ahí,
recho —¡se cumpla la ley!— puede y hemos armado toda nuestra reflexión
parecer poco ambicioso, algo de míni- sobre lo que es justo partiendo de ese
mos. Y, sin embargo, debemos seguir presupuesto tácito, del “nacionalismo
vigilantes y en acción para que algo tan metodológico”. Sin embargo, cree-
elemental suceda.
mos que una mirada universalista debe
cuestionar esta asunción, aunque como
1.5.1. ¿Legitimidad? Más allá del señala Kymlicka, parece que casi nadie
status quo está dispuesto a hacerlo, porque parece
Pero es cierto que necesitamos poner algo sumamente irrealista17. Precisa-
las luces largas. Ampliar el zoom, co- mente este autor realiza una explora-
mo decíamos al principio. Señalar un ción desde el liberalismo igualitarista,
horizonte utópico que vaya más allá del tratando de encontrar una justificación
necesario cumplimiento de la ley, y se moral a la delimitación fronteriza, al-
sitúe en perspectiva de justicia social go con tantas y tan graves repercusio-
internacional. Exigir el cumplimiento nes humanas. Al final de su trayecto,
de la ley no puede implicar que demos después de encontrar argumentos para
por bueno el status quo internacional, admitir formas limitadas del uso de
el reparto groseramente injusto de la fronteras para proteger bienes cultura-
riqueza, los intereses que, por activa o les, se topa con la cuestión más com-
por pasiva, están detrás de determina- plicada de superar: la distribución de la
dos conflictos. La pregunta radical es riqueza. ¿Cómo justificar la reserva de
si las fronteras tienen legitimidad algu- los recursos de un país18 para el disfru-
13
te exclusivo de sus ciudadanos, cuando y también la propia política migratoria,
el bienestar de todas y cada una de las que es una poderosa herramienta de lu-
personas importa por igual? La única cha contra la pobreza. Esto quiere de-
manera sería un compromiso firme y cir que una política cicatera y restric-
real por asegurar a todas las personas tiva en materia migratoria erosiona la
un nivel de vida digno en su país de na- propia legitimidad de la misma.
cimiento. Si los países ricos se negaran A veces ante tanta complejidad,
a esta distribución de la riqueza “per- dolor e impotencia nos agarramos a la
derían por ello el derecho a dificultar afirmación “para evitar que vengan hay
la entrada a sus fronteras, puesto que que ayudarles en sus propios países”.
desde el punto de vista igualitarista, La verdad albergada en esta afirmación
no es permisible restringir la admisión es que, efectivamente, todas las perso-
cuando ésta se limita para acaparar re- nas y países tienen el derecho al desa-
cursos” (p. 78). rrollo, a vivir dignamente y no verse
forzadas a huir para poder que desple-
1.5.2. ¿Ayudar para que “no vengan”? gar el proyecto de vida que consideran
Considero sugerente esta vinculación valioso. Pero, a la vez, esta afirmación
entre la legitimidad de las fronteras parece sugerir que la obligación de re-
con el compromiso hacia la redistri- distribución internacional de la riqueza
bución internacional de la riqueza. Si nace principal y únicamente de su po-
analizamos el caso español, es llamati- sible valor instrumental en relación a
vo el desmoronamiento que en los úl- frenar las migraciones. Por otro lado,
timos años ha sufrido la ayuda oficial es necesario cohonestar el derecho al
al desarrollo, situándose en la actuali- desarrollo en el propio lugar de naci-
dad en un magro 0,17% del PIB, des- miento con el derecho que asiste a to-
pués de haber sufrido una reducción das las personas a migrar libremente,
del 62% en los últimos cinco años. independientemente de que exista o no
Otros países también en dificultades la opción de no hacerlo. Y, por último,
económicas, como Portugal, no se han esta afirmación ha de ser cruzada con
acercado ni de lejos a la escabechina la evidencia empírica, que señala de
española19. A esto se le añade, que una forma bastante consistente la idea de
parte no despreciable de los fondos de que el incremento en los niveles de de-
cooperación que se destinan a África sarrollo de los países, lejos de mitigar
Occidental son utilizados… ¡para re- los movimientos de personas al exte-
forzar los controles fronterizos!20 Por rior, los animan21. No en vano, como
otra parte, el compromiso con la re- se suele decir, el equipaje que menos
distribución de la riqueza de un país pesa a la hora de viajar es la educación,
no puede medirse únicamente por sus y junto con ella, la red de contactos (el
políticas de cooperación. Es necesario capital social que se atesora como red
incluir otras muchas cosas: políticas de soporte, en destino), por no mencio-
comerciales, financieras, de control de nar la inversión en el propio viaje. Y
transnacionales, de venta de armamen- esos recursos no están precisamente al
to, de gestión del cambio climático… alcance de los más pobres.
14
1.5.3. ¿Qué hacer “mientras tanto”? una esperanza. La expresión “vallas
Con la mirada y los pasos encaminados impermeables” nunca describirá lo que
decididamente hacia el horizonte utópi- son las vallas, sino los riesgos cada vez
co de la justicia internacional, trabaja- mayores que habrán de asumir los so-
mos en el día a día y con tanta gente, ñadores para alcanzar lo que sueñan.
acompañando, sirviendo y defendiendo La única disuasión posible sería el
a las gentes a éste y otro lado de las di- conocimiento de la realidad, conoci-
ferentes fronteras visibles e invisibles miento que se haría posible, razonable
que hemos señalado. Una reclamación y práctico si, en vez de acorralar a los
básica, como apuntábamos, es la del emigrantes en caminos de muerte, se
cumplimiento de la legalidad en mate- les diese la ocasión de entrar normal-
ria de extranjería y asilo, que entende- mente en los países, la ocasión de ver,
mos a día de hoy no está garantizado. la ocasión de quedar si encuentran algo
Otra segunda línea de acción es el tra- mejor de lo que tienen, o de regresar
bajo para transformar el marco legal22. sin humillación si lo que han visto no
Nos parece, que más allá de los es lo que esperaban ver. Pero, contra
desarrollos técnicos pertinentes, las toda racionalidad, se les obliga a gas-
palabras del arzobispo de Tánger, San- tar lo que tienen, a arriesgar la salud, la
tiago Agrelo23, a la pregunta sobre si dignidad, la integridad física, la vida, a
es posible disuadir a quienes buscan poner sobre la mesa tanto sufrimiento
una vida mejor para que permanezcan que ya no podrán nunca volver atrás sin
en sus países, aporta en su brevedad echar a los perros la propia vida.
y hondura, una síntesis de por dónde Y, como tercera línea debemos
podrían caminar algunas de esas refor- proponer una alternativa axiológica y
mas. Responde el arzobispo: ético-política a la hostilidad. Esto es la
No se puede. Nada hay más peligroso hospitalidad, a la que dedicamos el se-
que un sueño, nada más poderoso que gundo bloque de este escrito.

15
2. CONSTRUYENDO HOSPITALIDAD

Como señalábamos en la “Introducción” a este cuaderno, en el reverso


de las prácticas políticas de hostilidad hacia las personas migrantes
nos encontramos con la idea, las prácticas y las políticas de hospita-
lidad.

2.1. La hospitalidad captura Tiene que ver con abrirse al extra-


nuestra imaginación ño y hacerlo parte de nuestro mundo.
Especialmente, cuando ese extraño es,
Algo tiene la hospitalidad, que captura
además, vulnerable. Hospitalidad es
nuestro ánimo. Se trata, sin duda, de un hacer más amplio el “nosotros” que
concepto cargado de connotaciones y pronunciamos. Es la acogida de aquel
significados; nos evoca y nos convoca; diferente de mí. Pero no se trata de
resuena en nuestro corazón y nos enca- una acogida cualquiera: es una “buena
mina a la acción. Quizá en esto radique acogida”. Seguro que tenemos la expe-
su poderosa vis atractiva: la aparente riencia de saber y, sobre todo, sentir, si
sencillez del gesto de acogida que en- somos o no bienvenidos a un espacio.
carna, desata dinamismos personales, En la “buena acogida”, quien llega no
relacionales y políticos de largo reco- es meramente tolerado, sino celebrado.
rrido. Adelanto tres elementos que tra- No es solamente atendido, sino cuida-
tan de recoger el contenido de idea de do y agasajado. No encuentra solo ali-
hospitalidad, la razón del fuerte eco que mento y cama, sino empatía y escucha.
encuentra en nuestro interior, personal No hay asimetría en el encuentro, sino
y comunitario, y su virtualidad para reciprocidad. Cuando parte, no vuelve
orientar prácticas sociales y políticas. todo a la “normalidad”, sino que algo
En primer lugar, la hospitalidad24 ha cambiado en la identidad de ambas
es abrir las puertas de nuestra casa. partes, la anfitriona y la hospedada.
16
Una cuestión martillea en el fondo de re, actual director del JRS Europa, “en
la conciencia: ¿quién acogió a quién? las condiciones actuales, una iniciativa
En segundo lugar, creo que hay al- privada —de una familia o una comu-
go hondamente humano que vibra al nidad— resulta un acto político”, que
hablar de hospitalidad. Ésta conecta puede tener como efecto desde el cam-
con experiencias muy profundas del bio del sentido del voto del anfitrión,
ser humano, en tanto especie y como hasta la reactivación de una tradición
individuos. Leonardo Boff afirma que nacional (se refiere a Francia) “perdida
“la acogida saca a la luz la estructura en los meandros de las decisiones de
básica del ser humano […] existimos políticas migratorias”27. Esta cuestión
porque, de alguna manera hemos si- nos remite a cómo los valores perso-
do acogidos”25. Hemos sido acogidos nales se extienden a la esfera comu-
por la Tierra, por la corriente de Vi- nitaria y cívica, y desde ahí informan
da, por la naturaleza, por nuestros pa- la adopción de políticas concretas. O
dres, por la sociedad. La acogida, pues, dicho de otro modo, cómo determina-
nos constituye. La hospitalidad conec- das políticas encuentran un suelo fér-
ta con nuestra condición de seres de- til donde arraigar en sociedades con
pendientes, necesitados de cuidado y ciertos valores. Algunos valores hacen
vulnerables. Quizá, antes que otra co- viables ciertas políticas y legislacio-
sa, seamos eso. El filósofo vasco Da- nes. Y, viceversa, ciertas legislaciones
niel Innerarity señala que “frente a los promueven determinados valores y
ideales de una vida asegurada contra desincentivan otros.
todo riesgo […] la idea de hospitalidad Esta relación es compleja y dialéc-
nos recuerda algo peculiar de nuestra tica, como se sugería unas páginas más
condición: nuestra existencia quebra- arriba, y nos da pie a abordar la dimen-
diza y frágil, necesitada y dependiente sión pública de la hospitalidad. Leonar-
de cosas que no están a nuestra abso- do Boff, en la obra ya citada, se refiere
luta disposición, expuesta a la fortuna. a la “hospitalidad incondicional” y la
Por eso, sufrimos penalidades, necesi- “hospitalidad condicional”. La prime-
tamos de los otros, buscamos su reco- ra sería el ideal de hospitalidad, que se
nocimiento, aprobación o amistad”26. puede producir en el ámbito personal y
En tercer lugar, la hospitalidad no comunitario, y “debe ayudar a elaborar
es tan solo un valor privado, sino que buenas leyes y a inspirar políticas públi-
se despliega y verifica en la esfera pú- cas generosas que hagan viable la aco-
blica. En sus orígenes históricos, como gida del extranjero, del inmigrante, del
veremos, la hospitalidad, además de un refugiado y del diferente”. La segunda
valor y una práctica, es un deber, inclu- —“condicional”— sería la hospitalidad
so legal. Aunque eso haya cambiado, mediada por leyes e instituciones —co-
no cabe duda de que podemos hablar mo política pública, diríamos—, y “tie-
de “políticas” de hospitalidad. En este ne necesidad de la hospitalidad incon-
ámbito hacemos nuestra la lección del dicional para no caer en el burocratismo
feminismo de que “lo privado es polí- y no perder el espíritu de apertura, esen-
tico”. Como señala Jean-Marie Carriè- cial a toda acogida” (p. 90 y ss.).
17
En definitiva, la hospitalidad pre- sión académica del dicho popular “el
senta una naturaleza expansiva e in- roce hace el cariño”). En tercer lugar,
clusiva. Se va abriendo a diferentes abordaremos la dimensión más pro-
esferas: nace en el ámbito personal, va piamente política de la hospitalidad, y
madurando en el terreno comunitario para ello nos preguntaremos qué im-
y social, y alcanza su plenitud cuando plicaciones tiene pasar de la hospitali-
fecunda las políticas públicas. García dad “en casa” a la hospitalidad en el
Roca lo expresa con claridad y belleza: “demos”. Porque, como nos recuerdan
“para ser ciudadanos se debe ejercer la diversos pensadores, “existir es existir
vecindad, y para ser vecinos, se debe políticamente”.
ejercer la hospitalidad”28. Las esferas
políticas, comunitarias/relacionales y
personales se entrelazan. 2.2. La hospitalidad bíblica,
Esta dinámica de entrelazamien- fuente de inspiración
to de esferas va a guiar las siguientes Está fuera del alcance de este cuaderno
páginas. En primer lugar, si como se- y de la capacidad de quien esto escribe
ñala Habermas, “todo el entramado de el ofrecer algo más que unas pincela-
instituciones políticas y jurídicas de das sobre la abrumadora presencia de
nuestras sociedades se asienta sobre la hospitalidad y la figura del migrante
cimientos morales de carácter preopo- en los textos bíblicos, en la reflexión
lítico y con un fuerte compontente nor- teológica, en el magisterio y en el pen-
mativo”29, debemos explorar dichos samiento social cristiano30. La preten-
cimientos. En nuestro contexto, tales sión de este apartado es mucho más
pilares están erigidos sobre una amal- modesta. Se trata de asomarnos a unos
gama donde confluyen las mitologías poquitos relatos bíblicos —del Anti-
grecorromanas e indoeuropeas con la guo y Nuevo Testamento— y mostrar
tradición bíblica y el pensamiento filo- tanto la centralidad teológica de la
sófico, desde Platón y Kant a Levinas hospitalidad como varios de sus ras-
y Derrida. Nuestra mirada se detendrá gos, que hoy nos siguen interpelando
particularmente en la tradición cristia- y pidiendo a gritos hacerlos realidad.
na. En este primer punto buscaremos Me centro aquí en cuatro rasgos de la
caracterizar la hospitalidad desde las hospitalidad “bíblica” de los que hoy
narraciones y los mitos fundantes de en día podemos aprender.
nuestra tradición.
En segundo lugar, analizaremos
cómo esa hospitalidad ejercida en la 2.2.1. La acogida al forastero nos
esfera comunitaria se torna en vecin- conecta con lo transcendente: hacer
dad, y las implicaciones de este pro- sitio para el otro es hacer sitio para
ceso. Nos preguntaremos por algunos el “Otro”
“disolventes” de esos lazos comunita- Una parte importante de lo que apren-
rios (desigualdad, desinformación), y demos en la Biblia sobre la hospitali-
exploraremos hasta qué punto se veri- dad no es patrimonio exclusivo de la
fica la “hipótesis del contacto” (la ver- tradición judeocristiana, sino que está
18
muy presente en civilizaciones anti- tará que el pueblo de Israel tenga futu-
guas. Pueblos viajeros como el griego ro, pues Dios no se marcha sin antes
comparten con el seminómada judío prometer un vástago a los ya ancianos
el hecho de sacralizar la figura del ex- Sara y Abraham. No es exagerado de-
tranjero. Así aparece, por ejemplo, en cir, por tanto, que la hospitalidad cons-
La Odisea de Homero o en el mito de tituye al pueblo de creyentes.
Filemón y Baucis. No dejan de portar Y si del “principio” (Génesis) salta-
un cierto aire de familia la idea, por un mos al “final” (el juicio del evangelio
lado, de que los dioses —bajo el disfraz de Mateo) encontramos el mismo hilo:
de extranjeros menesterosos— recom- el valor teológico de la hospitalidad.
pensan a los humanos hospitalarios y, Pero aquí de manera contundente y
por otro, la recompensa de salvación como criterio definitivo de salvación:
a quien acoja al extranjero, del juicio “[…] Fui forastero y me recibisteis en
final de Mateo 25. vuestra casa […] ¿cuándo te vimos
La escena bajo los árboles de Mam- forastero y te recibimos? […] Cuando
bré que relata el capítulo 18 del Géne- lo hicisteis con alguno de los más pe-
sis es quizá el primer relato bíblico en queños de éstos mis hermanos, me lo
el que aparece la hospitalidad como hicisteis a mí”.
algo central. Abraham —padre de los Por tanto, acoger al necesitado es
creyentes— está sentado junto a su acoger al mismo Jesús. Y no acoger al
tienda en el momento más caluroso del necesitado es rechazarlo. Para los y las
día cuando divisa a tres hombres. En cristianas, por tanto, el gesto de aco-
vez de sospechar de ellos u ocultarse, gida no supone únicamente repetir una
sale corriendo, se postra a sus pies, y praxis característica del Jesús históri-
tanto él como su esposa Sara comien- co, sino que en este texto apreciamos la
zan a servirlos. Agua para refrescarse; identificación de Jesús con el migrante
pan, cordero, mantequilla y leche para hasta un grado máximo. Desde la fe, la
alimentarse. Abraham ha reconocido a acogida hospitalaria del extranjero es
Yahvé en ellos. Por cierto, Dios no apa- un gesto con el mismo Jesús.
rece solo, sino acompañado de lo que
se interpreta como dos ángeles ¿Qui-
zá se adivina una incipiente alusión al 2.2.2. Abrirnos al extraño cambia
Dios-comunidad trinitaria, dinamismo nuestra forma de ver el mundo y
de unidad en la diversidad? La acogi- de entendernos a nosotros mismos
da nos lleva al encuentro con la divi- Hay algunos relatos evangélicos que
nidad. Dejar caer las barreras ante los muestran con claridad que quien abre
otros nos conduce a una experiencia de las puertas de su casa y de su corazón al
transcendencia. El descentramiento de extraño no se queda igual, es transfor-
uno mismo nos adentra en el misterio. mado. El relato del camino de Emaús
En la segunda parte de la historia nos (Lc 24,13 y ss.) nos ofrece un bello
aguarda un regalo que revela lo crucial ejemplo de esto. Los discípulos cami-
del gesto de acogida: es justamente es- nan abatidos, avergonzados, en huida,
te acto de hospitalidad el que posibili- después de la ejecución de Jesús. En
19
su marcha, se les une un nuevo viajero 2.2.3. Gestos de hospitalidad31
que les inquiere por su desánimo. Bien Como señala José Carlos Bermejo, la
podían haberse callado, y seguir el acogida y la hospitalidad le entran al
camino en silencio y cabizbajos. Pero huésped por los sentidos. Hay una aco-
optan por abrirse al extraño. Permiten gida que tiene que ver con el lenguaje
que penetre en sus atribulados corazo- que utilizamos para con quien llega.
nes. Le cuentan su relato, su versión de Hay también una acogida espacial, en
los hechos. Se hacen vulnerables ante el lugar. Y, en tercer lugar, hay una
el desconocido. Y éste les “rompe la
acogida en el corazón32. Los relatos
cintura” con una reinterpretación de la
bíblicos de hospitalidad contienen una
historia. Les ofrece una lectura diferen-
gran riqueza de detalles, gestos y sím-
te sobre lo que ellos mismos han sido
bolos que reflejan esa consideración
y vivido. El desconocido les cambia el
hacia la persona acogida. Son gestos
punto de vista y pone sus corazones a
de amor, cuidado y ternura que sim-
arder. La hospitalidad, pues, nos cam-
bolizan la bienvenida total, desde esa
bia “el relato”. Claro que el extraño es
el Señor, al que invitaron a pasar la no- triple perspectiva.
che con ellos, y que reconocen al partir Hay, en primer lugar, un lenguaje
el pan, justo antes de desvanecerse de no verbal fácilmente comprensible a
su vista. quien llega: la inclinación en reveren-
Hay otros muchos episodios narra- cia. En algunos pasaje de la Biblia, el
dos por los evangelios donde el Jesús huésped es recibido con grandes mues-
itinerante recibe hospitalidad de la tras de agradecimiento y de reverencia:
gente, a la vez que la practica con sus recibir de rodillas, inclinando el cuer-
anfitriones: el corazón de éstos sale re- po hasta tocar con la cabeza el suelo,
confortado. Jesús lleva a la casa que lo besar los pies o las vestiduras, etc. (Gn
acoge amistad, consuelo y salud. Con- 18,2-3; Mt 18,26; Hech 10,25). El beso
versa con sus anfitriones sobre el senti- es otro de los símbolos de la acogida
do de la vida y de la existencia. Amplía personal. Cuando Jesús fue invitado a
el círculo del “nosotros”, reconociendo casa por un fariseo, entre las conductas
a quienes son considerados como “de que aquel le “afea” a éste, por contras-
los otros”. Practica el “diálogo inter- te con las de la pecadora, está el no ha-
cultural”. Es la historia de Zaqueo. Son berle dado un beso (Lc 7,44- 45).
los lazos forjados en casa de Lázaro, En cuanto al espacio, podemos en-
Marta y María. Es el reconocimiento de tender la invitación a descalzarse co-
la mujer siriofenicia, en la comarca mo expresión de entrar en tu propia
de Tiro, y de la samaritana en el Pozo de casa, incluso en un terreno sagrado.
Sicar… Estos episodios nos traen el A ello, además, se le acompaña con el
sabor de la horizontalidad y el aroma gesto de lavar los pies al invitado, ac-
de la reciprocidad. Nos hablan del ción que con Jesús adquirirá una pro-
dinamismo del dar y el recibir que se funda resonancia teológica. La unción
produce entre la persona anfitriona y con aceite al invitado es otra de las
la acogida, desdibujando la claridad de costumbres de acogida, y sirve no solo
sus límites. para suavizar la piel de quien llega, si-
20
no también para impregnar la estancia tro pasado, personal y colectivo, como
con un olor agradable. fuente de pautas de comportamiento
Por último, la acogida en el corazón con quien vive una situación por la que
tiene que ver con la capacidad de escu- hemos pasado.
cha y de empatía con el huésped. Éste La acogida como norma nos remite
se siente en terreno emocionalmente a una incipiente forma de relacionarse
seguro, no sometido a prejuicios ni entre los pueblos y de mantenimiento
juicios. Y la acogida en el corazón es de la paz entre ellos, cuando no exis-
recíproca, aporta horizontalidad. Men- tían tratados internacionales. Sonia
cionábamos antes todos los episodios Adames33 insiste en que, en el desierto
en los que el consuelo entra en la casa y con medios precarios de transporte,
hospitalaria junto con Jesús, huésped. la hospitalidad es una cuestión de vida
En el espacio de acogida se genera un o muerte. La hospitalidad está inscrita
clima de gratuidad, un diálogo sincero. a fuego como un valor social y como
La persona acogida trae temas y aires una norma en los códigos de comporta-
nuevos, perspectivas diferentes desde mientos del pueblo. Es difícil no ver el
las que mirar la vida. paralelismo con la situación actual de
las personas refugiadas huyendo de Si-
2.2.4. La hospitalidad y la acogida ria o Eritrea, y ahogándose en el Me-
tienen carácter normativo diterráneo. Para ellas y ellos, la hospi-
talidad también es cuestión de vida o
También está presente en la Biblia, y muerte. Por cierto, la hospitalidad con
en otras tradiciones de la antigüedad, el los refugiados también es, antes que
carácter normativo de la hospitalidad. nada, ley internacional, pese a que su
Así se observa en numerosos preceptos
cumplimiento esté mediado por la vo-
que, esparcidos a lo largo del Pentateu-
luntad de los estados, que se demues-
co, Yahvé dirige al Pueblo de Israel y
tra raquítica. Sin embargo, en este caso
a sus líderes. Una formulación contun-
la apelación a la historia no hace sino
dente la encontramos en el Levítico 19,
aumentar nuestro sentimiento de ver-
34: “El extranjero que resida con vo-
güenza y escándalo con lo que está pa-
sotros os será como uno nacido entre
sando34.
vosotros, y lo amarás como a ti mismo,
porque extranjeros fuisteis vosotros en
la tierra de Egipto”. En Números 35, 2.3. La hospitalidad se hace
19 Yahvé ordena a Moisés que funde vecindad: de “acoger al refugiado”
seis ciudades de asilo: “Tanto para los a “hablar con tu vecina”
israelitas como para el forastero y para
el peregrino que vive en medio de vo- Si la hospitalidad con las personas re-
sotros”. Es interesante resaltar cómo la fugiadas ya es ley, ¿por qué no funcio-
fuente de dicha normatividad radica en na? Seguramente concurren diversos
la propia experiencia del pueblo israe- factores. En este apartado queremos
lita, en su propia condición originaria detenernos en revisar el sustrato social
de extranjero en tierra hostil. Esto nos que precede al acuerdo legal, sin el cual
enseña el potencial de recordar nues- éste puede ser “papel mojado”. Sin du-
21
da, ese humus favorable tiene que fer- de manifiesto el contraste entre las opi-
mentar en las relaciones cercanas, las niones abstractas sobre los colectivos
que se producen en el barrio, en la co- (estereotipadas y negativas) y la opi-
munidad, en la convivencia cotidiana. nión que se forman sobre las personas
Es decir, allí donde nos sentimos veci- concretas con quien entablan relación,
nos y vecinas. La hospitalidad, al tras- mucho más positivas o “normales”.
pasar la puerta de la casa que acoge, se
convierte en vecindad. Ésta se amasa a 2.3.1. ¿El roce hará el cariño?
partir de vínculos sociales de confian-
za y apoyo mutuo, y se fermenta en di- Parece, por tanto, que el incremento de
námicas compartidas de participación la diversidad en nuestros barrios produ-
y deliberación. ¿Está sucediendo esto ciría —o, al menos, coincidiría— con
en nuestros barrios? Es difícil dar una un debilitamiento de las interacciones
respuesta general. Ésta es una esfera en sociales y de la trama comunitaria.
la que se están impulsando numerosas Al menos, en un primer momento, de
experiencias35, en la conciencia de lo rápido cambio en los barrios. En las
crucial de fomentar lazos comunitarios ciencias sociales se ha analizado con
y de vecindad. Se trata de un trabajo profusión y en diferentes contextos los
auténtico de “micropolítica del contac- efectos que el aumento de la diversi-
to y el encuentro”. dad produce sobre el capital social, es
En un importante estudio de hace decir, sobre la densidad de los lazos de
unos años —cuando la fisonomía y confianza37.
el paisaje humano de nuestros barrios Hay tres miradas o resultados posi-
consolidaba su cambio producto de la bles. En primer lugar, la “hipótesis del
inmigración—, las investigadoras Car- contacto” señala que la diversidad aca-
men González y Berta Álvarez36 cons- ba por reforzar la solidaridad social.
tataban las dificultades experimenta- En la medida en que nos relacionamos
das por vecinos y vecinas de diferentes más frecuentemente con personas que
procedencias para establecer lazos de no son de nuestro grupo, vamos su-
sociabilidad. Los autóctonos añoran perando nuestras dudas e ignorancias
los lazos del pasado y las personas mi- iniciales, y surge la confianza. Frente
grantes, los que dejaron atrás. “Ambos a esta hipótesis, se sitúan quienes de-
indican que el trato con los vecinos se fienden la “teoría del conflicto”, que
reduce a menudo al saludo” (p. 166). sugiere que la diversidad fomenta la
Los inmigrantes —desvela la inves- desconfianza extragrupal, a la vez que
tigación— sustituyen esa falta de so- incrementa los lazos intragrupales. En
ciabilidad con una densificación de los tercer lugar, están quienes observan el
vínculos y redes con los nacionales de “efecto tortuga”: el incremento de la
su país, lo cual, a su vez, despierta re- diversidad no es que desencadene la
celos entre las personas autóctonas. A división intra y extragrupo, sino que
pesar de esta realidad de escasa trama diluye los lazos comunitarios de todos,
relacional intercultural, despunta algu- generando desafección y aislamiento
na intuición sobre la importancia de social. Es decir, todos se retraen a su
las relaciones cercanas: ambos ponen caparazón, se abandona lo público, e
22
incluso los lazos con el propio grupo del vecindario diverso. Del mismo mo-
sufren de corrosión. do que señalábamos antes la existencia
Entonces, ¿el roce hace el cariño, de una “hospitalidad espacial” (el pro-
nos acerca más a “los nuestros”, ale- pio lugar nos da o no la bienvenida),
jándonos de “los otros”, o nos aísla a en el ámbito comunitario debemos pre-
todos por igual? Las conclusiones a las guntarnos si los espacios barriales están
que llegan los científicos sociales en construidos para fomentar el encuentro
nuestro contexto apuntan a que, efecti- o el aislamiento, y ver qué espacios
vamente, el roce acaba haciendo el ca- debemos recuperar para la convivencia
riño (es decir, verifican la hipótesis del y cómo lo hacemos.
contacto) siempre que se den algunas Si nos fijamos bien, en los puntos
condiciones de contorno. Una de ellas anteriores aparece la conexión que
es, sin lugar a dudas, unos mínimos de venimos mencionando entre la esfera
igualdad socioeconómica. La desigual- social y la de las políticas públicas. Si
dad ejerce como disolvente de los la- antes señalábamos cómo los valores
zos sociales antes y por encima de las vividos socialmente hacen de condi-
diferencias culturales. A veces, tende- ción de posibilidad de determinadas
mos a sobreestimar la importancia de políticas, ahora subrayamos el otro ca-
estas últimas, cuando la brecha real mino que las conecta. Las iniciativas
que nos aleja es la producida por las comunitarias de encuentro y conviven-
desigualdades estructurales. Allí don- cia —que nacen de la conciencia ciu-
de existen políticas sociales universa- dadana y de la búsqueda de la “amistad
listas, es más difícil que se desdibujen cívica”— exigen ir acompañadas de
los vínculos sociales. Y allí donde el políticas concretas que las enmarquen
neoliberalismo campa a sus anchas con y potencien. O, cuando menos, tales
menor resistencia, las virtudes cívicas iniciativas necesitan no sufrir de políti-
y el sentimiento de comunidad se des- cas hostiles que ahoguen la semilla de
moronan. fraternidad que albergan.
Otra de las condiciones que favo-
rece el surgimiento de densidad rela- 2.3.2. Vecindad y Bien decir
cional en espacios de diversidad es la La vecindad comienza cuando recono-
existencia de proyectos, objetivos e cemos al otro diferente como parte de
iniciativas compartidas en el nivel co- un nosotros, con capacidad para cons-
munitario. La alegría de hacer juntos y truir algo diferente a lo que tenemos.
juntas, en aras de un objetivo compar- Ese reconocimiento es lo contrario al
tido, ejerce de argamasa social. Todas menosprecio, que hace inviable el vín-
las iniciativas participativas, delibera- culo social. La hostilidad de las leyes
tivas, celebrativas, reivindicativas que, se alimenta —y retroalimenta a su
con mirada inclusiva, podamos lanzar vez— de la hostilidad social. Romper
y animar ayudarán a construir esta ve- esa espiral demanda, en primer lugar,
cindad que venimos reclamando. que establezcamos cortafuegos para la
No menos importante es que los propagación de maledicencias sobre
espacios urbanos faciliten el encuentro nuestros vecinos y vecinas.
23
En los últimos años, nuestra ex- nación cuando se da un contexto pro-
periencia personal constata lo que picio para ello: cuando, por ejemplo,
también desvelan diferentes estudios quien actúa se siente legitimado para
de opinión: la consideración hacia las hacerlo, por factores políticos, sociales
personas migrantes se ha endurecido o históricos. Entre estos factores, uno
y la atribución a las mismas de dife- de particular relevancia es el hecho de
rentes comportamientos no ha hecho que las autoridades, u otros prescrip-
sino crecer. “Abusan del sistema de tores sociales de opinión, avalen e in-
prestaciones”, “bajan el nivel de las cluso alimenten esos climas de opinión
escuelas”, “con esa cultura o religión contra las personas inmigrantes. En tal
son imposibles de integrar”, etc. Las clima enrarecido y con la conviven-
imágenes estereotipadas, los prejuicios cia crispada, no es difícil que surjan
y los bulos sobre las personas inmi- episodios concretos de racismo, como
grantes encuentran un amplio eco en agresiones o humillaciones públicas39.
muchos sectores de la sociedad. Algunos autores denominan “zonas de
Como señalábamos antes, reco- aquiescencia” a esta zona gris en la que
giendo la experiencia de convivencia se legitiman y extienden los discursos y
en barrios, la relación personal con- las prácticas xenófobas.
creta ayuda a cuestionar las opiniones Ejercer la vecindad significa tam-
abstractas sobre un colectivo. Sin em- bién poner diques de contención a es-
bargo, considero que la propagación tas zonas de aquiescencia, empezando
e instalación de estas imágenes sobre por nuestra red cercana, familiar y co-
las personas inmigrantes contribuyen a munitaria, donde los bulos encuentran
ensanchar la distancia que nos mantie- el caldo de cultivo para su reproduc-
ne acomodados entre “los míos”. En- ción y extensión. Cuando todo invita a
torpecen el descubrimiento de nuestra callar, ejercer de vecinos es tomarnos
común humanidad y de los valores co- la molestia de sembrar la duda con una
munes sobre los que edificar una nueva pregunta, de suscitar la curiosidad de
sociedad de hospitalidad e inclusión. tus interlocutores, de narrar una ex-
Esto en sí mismo ya es suficiente periencia positiva de convivencia, de
como para trabajar decididamente en utilizar el humor para cuestionar…
detener estos rumores38. Hay que des- siempre desde el respecto y la escucha
terrarlos para pasar de la coexistencia a las emociones latentes (miedo, an-
a la convivencia. Este racismo difuso gustia, inseguridad, etc.) que puedan
o de baja intensidad, es cierto, no tiene subyacer.
necesariamente por qué desembocar en Hay quien ha querido ver en este
comportamientos discriminatorios con- combate contra las zonas de aquies-
cretos. Sin embargo, a veces el estereo- cencia una dictadura de lo “política-
tipo (ámbito cognitivo), trasmutado en mente correcto”. Algunos dirigentes
prejuicio (ámbito emocional) llega al se jactan de poner en palabras aquello
terreno conductual. Este deslizamiento que “la gente piensa y no se atreve a
por la pendiente del desprecio puede decir”. Ir de díscolos e incorrectos es
acabar en actos concretos de discrimi- una pose que puede atraer votos u opi-
24
niones favorables, o limpiar imágenes emigración, de pertenencia simultánea
maltrechas por otros asuntos. Ante es- a varios espacios (transnacionalismo).
to, nos puede ayudar recuperar la idea Proyectos que van evolucionando y
de Todorov sobre lo “políticamente mutando con las trayectorias vitales de
abyecto”40. Lo políticamente correcto las personas. Aquí nos vamos a referir
puede ser un error, pero no convierte a aquellas personas que se establecen
en verdad lo supuestamente “incorrec- con voluntad y proyecto a largo plazo
to”, que, además, puede ser abyecto (independientemente de que luego eso
políticamente. pueda variar por las circunstancias que
sean).
Cuando hablamos de inmigración,
2.4. De la vecindad a la ciudadanía: suelen distinguirse dos tipos de políti-
la hospitalidad en el demos cas. Por un lado, aquella que regula los
Cuando suceden episodios como los flujos migratorios y las posibilidades
que señalábamos en el apartado ante- y condiciones de acceso al país, y por
rior (responsables institucionales dan- otro, aquella que regula la integración
do pábulo a maledicencias sobre un o incorporación de las personas mi-
grupo de vecinos y vecinas), se suele grantes a la sociedad receptora. Ambas
apuntar al hecho de que quienes son políticas pueden parecer desconecta-
objeto de las diatribas carecen de po- das o ser independientes. Incluso su
der para defenderse. Y esto apunta al dependencia orgánica se sitúa en mi-
meollo de la cuestión sobre cómo hacer nisterios diferentes, y en niveles ad-
de las personas inmigrantes miembros ministrativos distintos. Sin embargo,
plenos de la comunidad política, con las dos están más conectadas de lo que
voz y voto, con igualdad plena de de- puede parecer a simple vista.
rechos, también políticos. Cómo pasar, Según cómo se establezcan las con-
por tanto, del vínculo personal y social diciones de acceso al territorio, la po-
al vínculo político. Del sentimiento de lítica de integración se orientará o su-
pertenencia al barrio, al sentimiento brayará aspectos diferentes. En el caso
de pertenencia a la polis. español, la política de regulación de
Como apuntábamos al principio, flujos ha estado históricamente ligada
los valores, prácticas y leyes de hos- a las necesidades del mercado de tra-
pitalidad nacen mayormente referi- bajo, bajo una concepción instrumen-
dos a viajeros, es decir, a personas en tal de la inmigración. La idea de fondo
tránsito, aunque también hemos visto es la de que la persona migrante es una
preceptos antiguos sobre el trato al trabajadora invitada, que, concluida su
“extranjero” que se establece perma- aportación a las necesidades del mer-
nentemente. Hoy, la realidad global de cado español, regresará por donde ha
la movilidad humana presenta rostros venido (o, si no, se la expulsa). De ahí,
muy diversos. Hay diferentes tipos de que las políticas de integración han
proyectos migratorios: desplazamien- tendido a dar primacía a aspectos rela-
tos forzosos y voluntarios, de mayor o cionados con la inserción en el merca-
menor duración, de circularidad, de re- do laboral y el acceso a otros derechos
25
sociales, que a la inclusión en la comu- acceso al empleo, a los servicios y a
nidad política. Como señala Javier de las prestaciones del estado social son
Lucas, el “contrato de extranjería” es claves, porque, evidentemente, existen
ajeno al “contrato de ciudadanía”41. unas bases materiales mínimas que
De ahí que la siguiente “frontera” soportan la condición ciudadana.
o esfera de expansión de la hospita- Sin embargo, la participación polí-
lidad ha de ser la cuestión del senti- tica y electoral suele estar ausente del
miento de pertenencia a la comunidad trabajo por la integración. Cierto que
política, a través de la instauración en nuestro entorno existen limitaciones
de la capacidad de influir y codecidir legales importantes, empezando por el 
en los temas que nos afectan a todos. artículo 13.2 de la Constitución Espa-
Se trata, en definitiva, de plantear ñola, que condiciona la participación
con seriedad la participación políti- a la existencia de tratados internacio-
ca de las personas inmigrantes. Por- nales bajo el principio de reciprocidad.
que hoy, la ampliación del círculo Se trata, sin duda, de un marco legal in-
de la ciudadanía encuentra un último suficiente, que debería modificarse para
reducto que abrazar en las personas abrirse a la plena posibilidad de sufra-
inmigrantes, que de hecho son ex- gio activo y pasivo de los extranjeros
cluidas de la capacidad de elegir a los residentes. Dicha modificación debería
representantes en los lugares donde tomar como principio básico la des-
viven, trabajan, contribuyen y crean vinculación de la condición ciudadana
sociedad. Se trata, a nuestro juicio, de respecto de la nacionalidad, para ligarla
una  anomalía democrática de primer a la idea de residencia. Mientras tanto,
orden. Está claro que la participación, es necesario hacer uso del margen legal
como veíamos en el apartado anterior, existente, por pequeño que sea. De esa
no se puede reducir al derecho al voto. manera, se podrá comenzar a revertir la
Hay un amplio margen de trabajo tendencia a la infra-representación polí-
participativo en lo local, de impulso tica de las personas residentes de origen
del asociacionismo, de presencia en el extranjero, con la consiguiente dificultad
ámbito laboral, de compromiso en las para hacer valer sus intereses y voces
escuelas, iglesias, etc. Y también es —también diversos— en la esfera pú-
evidente que la preocupación por el blica.

26
EPÍLOGO

El proceso de producción de un cuaderno como éste da ocasión para


que quien lo escribe se vea sobrepasado por la actualidad. Afortunada-
mente, también para que cuente con un poco de margen de reacción.
Abríamos el cuaderno sobrecogidos por el ninguneo a los derechos
humanos en la frontera sur española, y lo cerramos indignados, estu-
pefactos, casi incrédulos, ante la dimensión de la crisis de refugiados
en las puertas de Europa, durante el verano de 2015.

No es que las líneas precedentes estén das ocasiones a la vulneración de los


sujetas a los vaivenes de cada momen- derechos humanos. Por eso, en primer
to. Somos de la opinión de que esta lugar, debemos exigir que cualquier
crisis, gestada en los últimos años an- medida de regulación de la circulación
te unas autoridades pasivo-agresivas de las personas sea compatible con los
y una mayor o menor indiferencia de derechos humanos y esté sometida al
las opiniones públicas europeas, nos control legal, judicial y político que
ayudan a poner algunos acentos a las sea efectivo. Pero, en segundo lugar,
reflexiones esbozadas previamente. no podemos obviar el hecho de que
Quisiera ofrecer en estas líneas las fronteras hoy en día están sirvien-
unas reflexiones finales, que en parte do para el mantenimiento de un orden
sinteticen y en parte dejen abierto el global injusto. Desafiar este último im-
camino para profundizar en las cues- plica cuestionarse aquellas. No darlas
tiones planteadas. como un dato inamovible de la realidad
Las fronteras se han convertido en (¡nunca lo han sido!), sino atrevernos a
un lugar de dolor y muerte. Las políticas colocar un interrogante sobre su legiti-
que los estados ponen en marcha para midad. ¿Al servicio de la protección de
su protección conducen en demasia- qué se erigen las fronteras? ¿El qué pro-
27
tegen y el cómo lo hacen tienen alguna años respecto de las migraciones no ha
conexión? (Si no queremos llegar tan sido pequeño.
lejos, porque lo consideramos irrealista Es aquí donde emerge y encuentra
o poco práctico, un enfoque utilitarista su lugar la tradición de la hospitalidad.
también daría mucho juego). Éste es un valor humano y social que
Junto al endurecimiento de las po- aunque últimamente parece yacer olvi-
líticas de control de fronteras, nos en- dado en un rincón oscuro del trastero
contramos con la construcción de la de las cosas en desuso, no ha dejado de
hostilidad hacia el migrante, a través de resplandecer —siempre sereno, humil-
discursos públicos y de prácticas que de y pequeño— en numerosas prác-
estigmatizan y que se retroalimentan. ticas de personas y comunidades que
No es necesario abundar en ejemplos, abren sus casas y corazones al ex-
porque en los últimos meses hemos te- tranjero. Algunas, alentadas desde las
nido que escuchar un rosario de des- raíces de la fe y desde la sabiduría de
propósitos por parte de las autoridades, los textos sagrados de las tradiciones
que nos han tenido recorriendo ida y religiosas. Otras, desde la concien-
vuelta la senda que va del profundo cia cívica y lo mejor de la tradición
bochorno a la indignación. Afortuna- humanista y solidaria. Muchas, des-
damente, también hemos asistido a una de ambas. Y todas, entrelazadas en la
respuesta social de signo favorable a la defensa del otro vulnerable. Ese res-
acogida y la solidaridad, que en parte plandor, en momentos tan dramáticos
puede contribuir a que cambien deter- como los vividos en los últimos tiem-
minadas políticas. En los tiempos ve- pos, se torna fulgor, cuando numerosas
nideros vamos a comprobar hasta qué personas, grupos e instituciones optan
punto ha calado el ácido corrosivo de por no “ponerse de perfil” y dan un
determinados relatos hostiles, y cómo paso de responsabilidad y civismo.
el antídoto activado facilita una alter- Rescato ahora algunas pistas que
nativa sostenible. hemos ido apuntado en el cuaderno,
Quizá la crisis de personas refugia- para actualizar la tradición de la hospi-
das actual, además de la intrínseca gra- talidad y ayudar a que hoy contribuya
vedad y necesidad de acción decidida de manera significativa. En primer lu-
que presenta, nos ayuda a caer en la gar, considero necesario conectar con
cuenta que la movilidad de personas, nuestra condición de seres vulnerables
y no solo por la guerra, va a seguir y necesitados de cuidados. Desde lue-
marcando el futuro de la vieja Europa. go, como individuos, huyendo de la
Y que tenemos la imperiosa urgencia hybris que nos hace incapaces de dar-
de replantear los valores, principios nos cuenta que necesitamos al otro, a
y políticas que afectan a dicha reali- los otros, para vivir. También como
dad. En este contexto, debemos echar sociedades y naciones, colectivamente.
mano de todos los recursos morales y Esto supone, entre otras cosas, mirar a
axiológicos disponibles, pues el reto es nuestra historia. Si en algún lugar se ha
enorme, y el repliegue defensivo de so- conocido la necesidad de salir huyendo
ciedades y autoridades de los últimos del hambre, de la intolerancia religio-
28
sa, de la guerra y las represalias, de la señalado más atrás una dinámica ex-
falta de oportunidad… ha sido en Eu- pansiva de la hospitalidad, de la casa,
ropa. “Mi padre fue un arameo errante al barrio y a la comunidad política, que
que bajó a Egipto”…y “mi madre una debemos alentar. Entendida de esta
campesina empobrecida que llegó a la manera, la hospitalidad disuelve fron-
ciudad a buscar trabajo”, y “mi abuelo teras.
un exiliado político”… Concluyo con una conocida leyen-
En segundo lugar, debemos subra- da nativa americana que estos días me
yar el aspecto de la hospitalidad en venía al recuerdo una y otra vez. Una
cuanto valor o virtud que se expresa abuela le explica a su nieto que en el in-
en lo público, a través de leyes e ins- terior de cada persona dos lobos libran
tituciones. Las prácticas personales y una permanente lucha. Uno de ellos, es
comunitarias son el sustrato sobre el el lobo del egoísmo, la insolidaridad,
que se ha de construir política pública. el odio, la agresión… la hostilidad. El
Tenemos que preguntarnos cómo ha- otro representa la compasión, la so-
cer el puente entra unas y otras, para lidaridad, la alegría, el cuidado… la
romper el hiato que quiere desconectar hospitalidad. “Y, ¿cuál de los dos ga-
las iniciativas personales y sociales de na, abuela?”, pregunta el nieto. “Aquel
las responsabilidades públicas. Hemos que tú alimentes, mi amor”.

29
NOTAS

1. Missing Migrants Project, accesible online el 9. Esta dinámica de externalización también se


15/02/2015 en: http://mmp.iom.int/. aprecia en la frontera México-Estados Unidos,
2. Me refiero, por ejemplo, al documento base del gru- extendiéndose hacia países centroamericanos.
po de migraciones de las Redes Globales Ignacia- 10. Véase en la página web de Global Detention
nas de Incidencia (GIAN), titulado Por una cul- Project, accesible online el 15/02/2015 en:
tura de la hospitalidad y la inclusión (accesible www.globaldetentionproject.org.
online el 15/02/2015 en http://issuu.com/prensa- 11. Imprescindible la lectura de los informes perió-
jesuitas/docs/retos_por_la_justicia); la campaña dicos sobre los CIE que elaboran las entidades
impulsada en Latinoamérica y Caribe por distin- de SJM Pueblos Unidos y Migra Studium, ac-
tas redes vinculadas a la Compañía de Jesús (ac- cesibles online el 15/02/2015 en www.sjme.org,
cesible online el 15/02/2015 en http://campaña donde se documentan estos casos y situaciones.
porlahospitalidad.com/ ) o la reflexión sobre co- 12. Argumento publicado en un artículo del Huff-
munidades de hospitalidad en el seno del JRS– ington Post publicado el 20/01/2015, acce-
Europa, o del propio SJM España. sible online el 15/02/2015 en: http://www.
3. Se pueden consultar en su página web, accesible huffingtonpost.es/2015/01/20/ministro-inte
online el 15/02/2015 en: www.sjme.org. rior-inmigrantes_n_6505606.html.
4. Al cierre de este texto hemos conocido que, un 13. Las negociaciones sobre las “cuotas” de refu-
año después de los hechos, el juzgado de Ceuta giados a acoger en Europa, o las propuestas
encargado del caso ha imputado a varios agen- para militarizar la respuesta a una crisis hu-
tes de la Guardia Civil que utilizaron material manitaria (acabar a cañonazos con las embar-
antidisturbios. caciones con las que cruzan el mar) son una
5. Véase el especial dedicado por eldiario.es, en muestra más de esto.
el aniversario de las muertes, accesible online 14. Ver por ejemplo, el trabajo de Hein de Hass
el 15/02/2015 en http://lasmuertesdeceuta.eldia sobre la (in)eficacia de los controles fronteri-
rio.es/home.html. zos (accesible online el 15/02/2015 en www.
6. Al cierre de este texto asistimos con dolor e indig- heindehaas.com), o, más recientemente, Wen-
nación al desmantelamiento de los campamen- dy Brown en Estados amurallados, soberanía
tos, detención y traslados forzosos de cientos de en declive, Herder, 2015. Más cerca, véase el
migrantes subsaharianos en el entorno del monte ensayo Qué hacemos con las fronteras (AA.
Gurugú y de Nador. Todavía con la información VV., Akal, 2013).
confusa e incompleta, parece que estamos asis- 15. Wendy Brown, óp. cit, “Prólogo” e “Introduc-
tiendo a una auténtica caza del migrante subsa- ción”.
hariano, con extrema violencia, sin el más mí- 16. “Si me dan la dirección donde podemos tras-
nimo respeto a la dignidad de las personas, con ladar a esa pobre gente, y que garanticen su
la impunidad que da a Europa y a España tener manutención y les den trabajo le aseguro que
“subcontratada” esta labor a un socio, Marrue- les enviamos” fueron sus palabras, tal como
cos, que aprieta o afloja el control como baza las recogieron los medios de comunicación.
para ganar posición de poder en la relación. 17. Will Kymlicka, Fronteras Territoriales, Trotta,
7. Las cifras oficiales de 2014 hablan de 775 per- 2006.
sonas que entraron en España forzando el perí- 18. Si entramos en la cuestión de cómo se obtienen
metro fronterizo en Ceuta y Melilla. y se han obtenido históricamente dichos recur-
8. Para la elaboración de este apartado, agradezco sos, la cuestión se hace aún más espinosa. En
mucho el intercambio mantenido con Sabina este asunto no se detiene el autor.
Barone, responsable de la Campaña por la 19. Datos extraídos de los informes La realidad de
Hospitalidad de la Red Jesuita con Migrantes, la ayuda¸ de Oxfam-Intermon, accesibles on-
de América Latina y Caribe. line el 15/02/2015 en www.realidadayuda.org.
30
20. Véase el informe de ALBOAN y Entreculturas: Eusebio Francisco Kino sj, México, 20008. D.
Políticas de control migratorio y cooperación Izuzquiza, Al partir el pan. Notas para una teo-
al desarrollo entre España y África Occidental logía política de las migraciones, Cristianisme
durante la ejecución del primer Plan África, i Justícia, Cuadernos nº 169 (2010).
accesible online el 15/02/2015 en http://centro 31. Agradezco a Alberto Ares su apoyo para la con-
derecursos.alboan.org/es/registros/6127-poli fección de esta parte del texto.
ticas-de-control-migrat. 32. José Carlos Bermejo, “Hospitalidad para el co-
21. Véanse, entre otros, los trabajos de Michael razón”, Revista Humanizar, Marzo/abril 2011.
Clemens sobre migración y desarrollo para el 33. Sonia Adames, “La hospitalidad en el Antiguo
Center for Global Development (accesibles Testamento y en el proyecto de Jesús”, presen-
online el 15/02/2015 en www.cgdev.org). tación en el marco de la Campaña por la Hos-
22. Hemos abordado propuestas de reformas en pitalidad del RJM-LAC http://www.campaña
“¿Merece la pena plantear una reforma de la porlahospitalidad.com/documentos/30.pdf.
política migratoria?”, Razón y Fe, diciembre 34. Argumentos similares a los que escuchamos
2014 (accesible online el 15/02/2015 en www. estos días respecto a los refugiados sirios ya
sjme.org). fueron esgrimidos hace más de setenta años
23. Entrevista en Noticias Obreras (1558, 2014). respecto a los refugiados judíos huyendo de
24. Preparando este texto, he aprendido que existe la Alemania nazi. Ver http://heindehaas.blogs-
una rama del “saber” llamado ciencias de la pot.com.es/2015/05/how-much-do-we-really-
hospitalidad, en referencia a la formación aca- learn-from-history.html
démica para gestionar hoteles y alojamientos. 35. Recomendamos especialmente el trabajo coor-
No dejo de sentir que el mercado ha coloniza- dinado por Josep Buades y Carlos Giménez
do una esfera de la vida y un valor de profunda Hagamos de nuestro barrio un lugar habita-
humanidad. ble. Manual de intervención comunitaria en
25. Leonardo Boff, Virtudes para otro mundo po- Barrios. CeiMigra/IMEDES, 2013.
sible. (I) Hospitalidad: derecho y deber de to- 36. C. González Enríquez, y B. Álvarez Miranda,
dos, Sal Terrae, 2006, p. 82. Inmigrantes en el barrio. Un estudio cuali-
26. Daniel Innerarity, Ética de la hospitalidad. tativo de opinión pública. Documentos del
Península, 2001, p. 38. Observatorio Permanente de la Inmigración
27. J. M. Carrière, L’hospitalité: vertu privée, vertu 6. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales,
politique? Conférence aux Anciens de l’École Madrid, 2006.
Sainte Geneviève. Centre Sèvres, 2013. El 37. Sigo en este apartado a I. Zubero, Confianza
autor fue, asimismo, director del JRS Francia ciudadana y capital social en sociedades mul-
e impulsor del proyecto de hospitalidad “Wel- ticulturales. Cuadernos Ikuspegi 1. Observa-
come”. Ver http://es.jrs.net/campana_detalle?T torio Vasco de la Inmigración, 2010.
N=PROJECT-20140624031928. 38. En los últimos años, numerosas ciudades euro-
28. J. García Roca, Reinvención de la exclusión en peas están lanzando iniciativas “antirumores”,
tiempos de crisis, Madrid, Cáritas Española/ impulsadas por municipios o gobiernos auto-
Fundación FOESSA, 2012, p. 71. nómicos.
29. El diario La Vanguardia (1/05/2005) recoge el 39. Lo sucedido en Vitoria-Gasteiz bajo el manda-
debate entre el filósofo alemán y el entonces to del ya exalcalde J.Maroto se ajusta bastante
cardenal J. Ratzinger, titulado “Fundamentos a esta descripción.
morales prepolíticos del Estado liberal, desde 40. Ver el artículo con este título de Agustín Un-
las fuentes de la razón y la fe”. zurrunzaga en http://www.mugak.eu/news/
30. Quien esté interesado, no deje de consultar, lo-politicamente-abyecto
entre otros, F. Torralba, “No olvidéis la hos- 41. J. de Lucas, Sobre los fundamentos de la igual-
pitalidad” (Heb 13,2). Una exploración teo- dad y del reconocimiento. Un análisis crítico
lógica, PPC, 2004. J. L. Pinilla (ed.), Lo que de las condiciones de las políticas europeas de
dice la Biblia sobre el extranjero, Edice, 2012. integración ante la inmigración. X Premio a la
G. Campese, Hacia una teología de la realidad investigación Francisco Javier de Landáburu
de las migraciones. Método y desafíos. Cátedra Universitas 2011. Eurobask, Vitoria, 2012.

31
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

 1. En el cuaderno se habla de fronteras exteriores, interiores e internali-


zadas. ¿Habías caído en la cuenta de esta naturaleza de la frontera?
¿En qué aspectos de tu realidad cercana se manifiestan las “fronteras
invisibles”?

 2. De los argumentos que el cuaderno señala como creadores de hostilidad


hacia las personas migrantes, ¿cuál te parece más común en tu entorno?
¿Cuál te parece más discutible o matizable?

 3. El cuaderno apunta que las fronteras territoriales protegen un orden glo-
bal injusto. ¿Te imaginas un mundo sin fronteras? ¿Lo consideras viable
y/o deseable? ¿En qué términos y condiciones?

 4. Trae a tu recuerdo alguna experiencia de dar o recibir hospitalidad: ¿qué


recuerdas? ¿Cómo fue? ¿Encaja con algunas de las características que
aquí se describen? ¿Sentiste tu persona transformada de algún modo?

 5. ¿Cómo podemos hacer de nuestro barrio, centro educativo, comunidad,


asociación…un lugar presidido por la hospitalidad?

 6. ¿Crees que el valor de la hospitalidad puede nutrir algunas legislaciones


y/o instituciones?

32

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