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DOCUMENTO PARA EL DEBATE POLÍTICO

PRESENTADO A LA XLI ASAMBLEA NACIONAL DE DELEGADOS DE


SINDESENA

Bogotá, octubre de 2019

El presente documento no puede tomarse como un informe político de la Junta


Nacional de SINDESENA, en razón a que en nuestro organismo de dirección
nacional no hemos realizado una discusión que permita establecer consensos que
unifiquen una visión política del contexto actual, a excepción, muy seguramente,
de los efectos que el desarrollo de la política nacional generan en nuestra vida
institucional. Por esta razón, desde la Secretaría de Asuntos Políticos pongo a
disposición de los delegados e invitados algunas reflexiones que pueden generar
polémica, aspirando que una discusión colectiva genere iniciativas para
comprender el momento y ayude a definir comportamiento político de las
organizaciones sociales, sindicales y las que en el campo de los partidos y
movimientos políticos se identifican como subalternativos.

Es claro que los resultados del neoliberalismo, como forma de desarrollo que
acentuó el capitalismo en las últimas décadas, son un completo fracaso en las
perspectivas del progreso social; hoy miles de millones de personas en todo el
mundo sufren las angustias de la miseria, el desempleo, las hambrunas y la
violencia que estas condiciones de vida generan. Vale recordar al premio Nobel de
Economía Joseph Stiglitz cuando afirma: “lo que preocupa es que a globalización
está produciendo países ricos con población pobre” 1

Pero además, la explotación indiscriminada de los recursos naturales condena a la


extinción de toda forma de vida en un futuro cercano, sin que los innumerables
eventos y conferencias internacionales avancen significativamente en la aplicación
de soluciones reales, muchos denominan la crisis actual como una crisis
civilizatoria que depende directamente de la forma de desarrollo capitalista, que
necesariamente involucra a la orientación tecnocrática que se le ha impregnado a
la investigación científica y el desarrollo tecnológico, lo que permite arriesgar la
sentencia de imposibilidad de superar la crisis, sin tocar los intereses del capital
mundial, tesis que entre otros desarrolla el investigador colombiano Renán Vega
Cantor:

“Es imprescindible emprender una crítica dialéctica y razonada de la


ciencia y la tecnología, resaltando su carácter de fuerza productiva
destructiva y su conversión en un dispositivo esencial para el
funcionamiento del capitalismo contemporáneo”2

1
STIGLITZ JOSEPH. CAIDA LIBRE. ED. TAURUS. 2010
2
VEGA CANTOR RENAN, EL CAPITALOCENO, ED. Teoría y Praxis. Bogotá 2019, pág. 17
Todos los días somos testigos pasivos del derretimiento de extensos glaciares, de
la extinción de especies animales y vegetales, y de algo que para nuestro sentido
común parecería inverosímil, la destrucción adrede, por fuego, de millones de
hectáreas de bosques y selvas como lo ocurrido en la Amazonía, orientadas por
dirigentes políticos que nunca entenderán que la vida misma es más importante
que sus proyectos empresariales, algo innato al desarrollo del capitalismo desde
sus orígenes, que jamás se detendrá en su afán infinito de acumulación a costa de
la explotación de los trabajadores y de la degradación de la naturaleza, como lo
evidencian los análisis históricos que desde posiciones críticas al capital se vienen
produciendo desde hace 170 años3.

Paradójicamente con esta inconveniente realidad, también se confirma lo que


hace casi 20 años declarara el ya citado Joseph Stilgitz, y es que el modelo pudo
expandirse fácilmente entre los pueblos porque estuvo acompañado de un trabajo
cultural que ha cambiado lo que se conoce como un nuevo sentido común. Donde
el individualismo estimulado por la competencia se impone a los criterios de
trabajo colectivo, se les pide a los países ser competitivos y no complementarse
en condiciones de beneficio común; se mantiene el discurso implacable contra la
posibilidad de desarrollos diferentes al del capitalismo, y si algún país toma
rumbos socialistas se le castiga con el bloqueo económico y político, manteniendo
las formas salvajes que se implantaron durante las décadas de la guerra fría, lo
vemos con Cuba, Nicaragua, Venezuela y en menor medida con Bolivia y México
en nuestra región.

La construcción de ese nuevo sentido común que lleva a los pueblos a elegir a sus
peores verdugos se realiza con técnicas similares en todo el mundo: se continúa
apelando al miedo y al odio, como sentimientos primarios, aprovechando la
desinformación, el analfabetismo funcional de grandes sectores de la población,
para ello cuentan con el dominio de los principales medios de comunicación,
tienen como aliadas cientos de agrupaciones religiosas, que en nombre de sus
dioses y doctrinas rechazan cualquier propuesta que desde las organizaciones de
derecha se señale como perversa, como atentatoria contra normas de una
moralidad judeo cristiana, caracterizada por excluir grupos sociales y personas
que no admiten sus cerrados conceptos de familia, desarrollo sexual y en general
visión de vida; está de moda en muchas empresas contratar conferencistas
llamados coachin, que con un discurso ameno, lleno de anécdotas y casi igual en
todos ellos, exaltan el individualismo a partir de generar el sentimiento de culpa
por la incapacidad personal para lograr el progreso y el limitado concepto de
felicidad.

En el papel de la educación se prescinde de la enseñanza de la historia y en


general de las ciencias sociales, se anula la capacidad crítica de niños y jóvenes
mostrando como únicas alternativas de vida el empresarismo, la competencia y el
consumo de tecnología como concepto de felicidad, al punto que algunos
candidatos presidenciales ya no ocultan sus intenciones, porque saben que en

3
Marx Carl. Engels Friederich. Manifiesto del Partido Comunista.
muchas conciencias el trabajo ya está hecho para aceptar sus discursos, ejemplos
de ello son la cantidad de votos que obtuvieron Jair Bolsonaro en el Brasil e Iván
Duque en Colombia, representantes del sector financiero internacional con
posiciones ideológicas de indiscutible tendencia fascista. Recordemos los
discursos en los que Duque decía que trabajaría por una “educación
desideologizada” en las universidades públicas.

Las oscilaciones en la definición política en nuestro continente son muy


particulares, luego de un ascenso de los sectores progresistas y de izquierda a
comienzos de siglo XXI, algunos países como Chile, Brasil y Argentina volvieron a
reelegir a candidatos de sus clases explotadoras. Otros como Honduras y
Paraguay fueron víctimas de golpes de estado particulares o como en Ecuador de
la traición, todos ellos debieron pagar las consecuencias de estos retrocesos para
entender los errores cometidos y con esperanzas hoy vemos como las fuerzas
progresistas desplazadas nuevamente repuntan en sus procesos electorales.
Seguramente que la tarea inmediata será el análisis de los errores cometidos y
asumir políticas que no permitan nuevos retrocesos.

Venezuela debe ocupar un puesto en nuestras preocupaciones, no en el sentido


intervencionista que pretende liderar el actual presidente de Colombia y su grupo
de gobierno, sino en la necesidad de exigir el respeto a la autodeterminación que
tiene el pueblo venezolano, y sin duda alguna condenar en todos los escenarios
posibles toda forma de bloqueo económico y político decretado desde los Estados
Unidos.

Es claro, una vez más, que la derecha colombiana si combina todas las formas de
lucha, desde las que les brinda la legalidad creada bajo su clasista concepto de
estado social de derecho hasta las más bellacas y terroristas, como quedó claro
en el vergonzoso episodio de las fotos de Juan Guaidó con una de las peores
bandas narco terroristas y criminales, como son los llamados rastrojos, banda
involucrada en amenazas, desaparición y asesinato de líderes sociales
colombianos, los hechos conocidos no dejan dudas del conocimiento que el
gobierno de Iván Duque debió tener para facilitar el ingreso ilegal del mequetrefe
golpista venezolano. Hecho que desde los puestos de poder obedientes al capital
norteamericano se trata de minimizar y hasta justificar, como lo hemos visto en las
torpes declaraciones de Iván Duque y sus copartidarios. Este episodio, así como
el de los crímenes de estado, mal llamados falsos positivos, y tantos otros donde
las instituciones colombianas aparecen comprometidas con organizaciones
delictivas, demuestran que nuestra nación está lejos de ser una democracia
liberal, como se empeñan en denominar los sectores explotadores que gobiernan
a Colombia desde hace ya 200 años.

ALGUNOS RASGOS DEL GOBIERNO DE IVAN DUQUE

Nuestra última Asamblea Nacional de delegados se realizó en medio de la


campaña electoral que eligió el actual Congreso de la República y al presidente
Iván Duque, nada tenemos que extrañarnos sobre el desarrollo legislativo que ha
tenido el primer año de gobierno, conocíamos el historial de Duque, como servidor
de los intereses financieros del imperialismo norteamericano, sus concepciones de
extrema derecha que lo llevaron a definirse como un uribista auténtico, al punto de
pretender imitar a su ídolo, incluso en sus formas expresivas, defensor acérrimo
del esquema neoliberal, al punto de pretender profundizar todas las reformas que
favorecen la tasa de ganancia de los explotadores a costa de la precariedad
extrema de los trabajadores y comunidades campesinas e indígenas, profundizar
igualmente en el proceso de extinción del estado como aparato regulador de la
economía, para que esta obedezca a la utopía capitalista de la auto regulación o
mano invisible del mercado, como la definió Adam Smith hace casi ya tres siglos,
pero cuya ineficacia fue científicamente demostrada en la obra cumbre de Marx, El
Capital como Crítica de la Economía Política, publicado hace exactamente 152
años.

Hoy está demostrado que los aliados de Duque para su triunfo sobre el candidato
de La Colombia Humana fueron las estrategias rastreras de apelar al odio y al
miedo de grandes franjas de la población, tampoco se descarta el fraude directo
en la Registraduría Nacional de Estado Civil, tesis que toma fuerza ante la
negativa del Registrador para someter a pruebas el software empleado en el
conteo de votos.

Debemos destacar, eso sí, la confluencia de la casi totalidad de fuerzas políticas


críticas al modelo en torno a la candidatura de Gustavo Petro, pero tampoco
podemos dejar de ser críticos frente al sectarismo que no permitió a una de esas
fuerzas consolidarse en dicha campaña, fuerza que tampoco apoyo la segunda
vuelta de Juan Manuel Santos en el 2014 como alternativa para evitar en ese
entonces la continuidad del uribismo, que de haberse consolidado con el entonces
candidato hoy no estarían saboteando los acuerdos de La Habana, porque jamás
los hubiesen firmado, profundizando las condiciones de violencia a que nos había
llevado la degradación de las confrontaciones armadas en la década anterior.
Paradójicamente para las elecciones que se avecinan vemos al Polo Democrático
hacer alianzas con quienes fueron funcionarios de alto nivel de Juan Manuel
Santos, con explicaciones que solamente las consideran válidas cuando son ellos
quienes pactan esos acuerdos, pero ue criticaron duramente cuando la casi
totalidad de la izquierda

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