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A)
Llega la “edad del pavo” y con ella Secundaria, clase hasta la una
y media y un profesor para cada asignatura, los primeros viajes
de varios días, los viajes “fenómeno” a la nieve, los chismorreos
varios con Paco Solsona y sus críticas constructivas, las
hormonas sudorosas y olorosas, chicas con pinturas de guerra y
chicos machotes por todos lados.
Hemos pasado aquí toda nuestra vida o una parte de ella, con
malos y buenos momentos, pero nos quedamos con los mejores,
las excursiones, las convivencias, los festivales, los primeros
amores y desamores, nuestros amigos, los viajes, nuestros
profesores, etc… y todo gracias a nuestros padres que tomaron la
decisión de traernos a este colegio y nos dieron la oportunidad de
vivir esta experiencia juntos. Muchas gracias.
Pero todos estos momentos no han servido para otra cosa que no
sea formarnos verdaderamente como somos y que algún día
lleguemos donde queramos. En esta tarea, han tenido mucho que
ver los profesores que ahora os encontráis ahí sentados, nos
habéis enseñado además de las diferentes materias a soñar, a
sentir, a creer, a no rendirnos. En esta labor me gustaría destacar
especialmente a alguien, alguien que con un pellizco en el pezón
podía hacer que te metieses los faldones en menos de un
segundo, o por el contrario que escupieras en chicle de la boca al
instante en que empezaba a apretar, alguien que al grito de ¡eres
un cínico! o ¡nene, tu no eres consciente! Te hacía saltar de la
silla y reflexionar si estaba bien lo que estabas haciendo. Sí,
estoy hablando de Felipe el de dibujo, Felipiño para algunas,
profesor del cual nunca sabremos cosas como si lleva un tatuaje
o si de joven boxeaba, pero si otras como el valor, el coraje o la
perfección. Queremos decirle, con permiso de la actual profesora
de dibujo, que a pesar de que por desgracia no haya podido estar
durante todo el año con nosotros, tiene todo nuestro apoyo y que
para nosotros siempre será nuestro profesor de dibujo que nunca
olvidaremos. Para finalizar, me gustaría resaltar, que una vez más
las ciencias se equivocan, porque yo os aseguro que algo muy
grande como pueden ser las 66.600 horas que al principio
nombrábamos, si pueden caber en algo muy pequeño como es el
corazón de todos los alumnos que hoy nos graduamos y que
siempre llevaremos en él, este colegio y todo lo que ello implica.
Muchas gracias.