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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE

HONDURAS

Materia: Filosofía

Catedrático: Guillermo Brand

Fecha límite de
Entrega: 03 de Julio del 2019

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Nombre de integrantes V.B. Observaciones
Christian Contreras ✔
Daniela Salgado ✔
Daniela Tercero X
Denia Pérez ✔
Doris Vásquez X
Eduardo Sagastume X

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El alma es incorruptible

¿Qué nos sucede después de morir? ¿Hay “vida” después de la muerte? Y si es así ¿A dónde va
nuestra alma?

Estas pudieran ser algunas de las preguntas más profundas e incluso más antiguas que se ha hecho
el ser humano a lo largo de la historia, preguntas que siempre han sembrado incógnita, preguntas
que nuestros antepasados se las hicieron y las futuras generaciones se las seguirán planteando.

Es interesante que dependiendo de la zona geográfica en que hayamos nacido en el planeta,


tendremos ciertas influencias en nuestras creencias referente a este tema, por ejemplo, una
persona que nació en la India tendrá una visión diferente de la muerte a la que la tiene una
persona nacida en el continente americano y que es cristiana.

Pero más interesante aun es que lo que creamos acerca de este tema puede influir en gran
manera en la forma en como nosotros vivamos nuestros días restantes en la Tierra.

La teoría de la inmortalidad del alma se remonta a tiempos antiguos, más antiguos a los que
vivieron Sócrates y Platón, sin embargo, estos pulieron el concepto y lo transformaron en
enseñanza filosófica, de esta manera lograron que esta doctrina fuera fácil de adoptar para las
personas cultas de sus días y de los siglos posteriores.

Unos de tales que pensó que el alma es inmortal y propuso esta teoría antes de Sócrates y Platón,
fue el famoso matemático Pitágoras, él vivió en el siglo VI a.E.C, él sostenía que el alma es inmortal
y que transmigra. Pero antes que incluso Pitágoras propusiera esta idea, un famoso filósofo, que
vivió antes que él, ya había propuesto una idea bastante parecida, nos referimos a Tales de Mileto,
este es el más antiguo filósofo griego conocido ¿Qué proponía Tales de Mileto referente a la
inmortalidad del alma? Él alegaba que no solo los seres humanos poseían un alma inmortal, sino
que también los animales, las plantas e incluso objetos tales como los imanes y lo proponía porque
observaba que los imanes podían mover el hierro.

Así fue como la teoría de la inmortalidad del alma se extendió en la antigua Grecia debido a la
influencia de estos famosos filósofos, de hecho, los antiguos tenían la idea muy arraigada de que

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las almas de los muertos cruzaban en una barca el rio Estigia, para entrar en una inmensa región
subterránea conocida como la región de los muertos.

¿Pero en que consiste la teoría de la inmortalidad del alma?

Esta teoría consiste en que nuestro cuerpo muere, pero nuestra alma sobrevive y sobrevivirá
siempre.

Así que basados en este principio se puede sacar algunas conclusiones de esta teoría.

 La vida de nuestra alma no está unida a la de nuestro cuerpo.


Se entiende que los animales tienen un alma con sentidos, según los filósofos griegos solo
los animales poseían este tipo de alma.
En el momento en que el cuerpo de los animales muere, en ese mismo momento el alma
de este animal muere.
Esto es diferente a la teoría que se tiene en cuanto al alma de los hombres, porque el alma
del hombre es espiritual, posee una vida (la vida de la inteligencia) esto hace que esta
alma sea totalmente independiente al cuerpo.
Debido a la naturaleza espiritual de nuestra alma los humanos aspiramos a ser felices y
poseer la verdad, lamentablemente en la vida terrenal tenemos una ligera idea acerca de
estos dos conceptos. Debido a que en vida no podemos ser totalmente felices o conocer
por completo la verdad, es necesario que nuestra alma sea inmortal para así de esta
manera llegar a conocer a su Dios verdadero, cuyo conocimiento dejara satisfecha el alma
del humano.

 Dios tiene atributos y estos permiten que el alma no sea destruida.


Dios tiene muchos atributos entre ellos la sabiduría, la bondad y la justicia.
Dios es un ser omnipotente así que él tiene la capacidad de destruir nuestra alma si así lo
desea, pero debido a los atributos que se enumeraron anteriormente estos no permiten
que el haga este tipo de cosas.

Sabiduría: Dios ha creado las cosas de tal manera que cumplan un objetivo según su
propósito, al crear el alma del ser humano de manera inmortal, la creó con el objetivo de
que esta alma estuviera en la búsqueda constante de la sabiduría y la felicidad, por lo

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tanto, si el decidiera eliminarla, estaría faltando el mismo a sus principios y sabiduría, por
lo tanto, se puede concluir que, aunque Dios es omnipotente y tiene la capacidad de
destruir un alma si lo desea, su sabiduría se lo impediría.

Bondad: Como ya se mencionó anteriormente nosotros en esta vida no podemos disfrutar


completamente de felicidad, hasta que pasemos por el aguijón de la muerte, ya que
después de atravesar esta vida y unirnos con nuestro Dios lograremos completar el
sentido que tienen nuestra existencia.
En esta vida terrenal es imposible gozar de felicidad completa debido a que siempre habrá
situaciones que nos roben el gozo, por ello Dios al ser un Dios de amor sería imposible que
destruyera nuestra alma, ya que nos limitaría del disfrute celestial.

Justicia: Aunque en este mundo no reina la justicia, se toma en cuenta que tenemos un
Dios todo poderoso que todo lo ve y recompensa todo acto virtuoso y castiga las
injusticias. La justicia verdadera no existe en este mundo, sino en la otra vida. Si Dios
aniquilase nuestra alma en el momento de nuestra muerte, pondría un obstáculo en el
cumplimiento de las eternas leyes de justicia.

El alma presupone uno de los pensamientos más estudiados dentro de la filosofía. Encontramos
preguntas frecuentes como “¿el alma o el alma humana, el cuerpo como materia y medio en que
se desenvuelve el alma?”.

La idea del alma ha sufrido una evolución desde el pensamiento antiguo y medieval en el que era
entendida como principios de vida, viendo en un sentido universal en el que era entendida como
principio de vida vegetativa, sensitiva e intelectual al pensamiento moderno en que es entendida o
bien como conciencia o como sentimiento. La idea del alma no se encuentra en los primitivos; en
su lugar se presenta, por regla general, la idea de una de la otra o varias participaciones que se
dan y se entrecruzan al mismo tiempo, sin que se disuelvan en la conciencia de una individual
unitaria. El hombre primitivo desconoce una línea de separación entre lo propio y lo ajeno, entre
la vida y la muerte, pero reconoce en sí y fuera de sí un mundo de poderes extraños entre los
cuales figura el alma, esta no designa el alma simplemente la vida o la conciencia. Nuestra alma
siendo aire nos mantiene unidos así también el aliento y el aire circundan todo el cosmos.

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Aun suponiendo que el alma fuese compuesta de materia y forma como algunos pretenden, sería
preciso también reconocer que es incorruptible porque no hay corrupción donde no hay
contrariedad puesto que la generación y la corrupción suponen elementos contrarios, combinados
por aquella y disueltos por esta. Así los cuerpos celestes son incorruptibles precisamente porque
no tienen una materia sometida a esa contrariedad que tampoco puede existir de modo alguno en
la alma intelectiva por cuanto recibe según su modo de ser y todo en cuanto en ella es recibido
está libre de contrariedad, pues aún las razones contrarias no son opuestas en el entendimiento
siendo una sola en la ciencia de los contrarios. Puede todavía deducirse una prueba del deseo que
naturalmente tiene cada ser de existir según su modo de ser, el deseo que los seres inteligentes
tienen es consecuencia del conocimiento. Por esta razón todo ser dotado de entendimiento desea
por su naturaleza misma existir siempre y como el deseo no puede ser vano, síguese que toda
sustancia intelectual es incorruptible.

Aristóteles afirmó que gracias al entendimiento los seres humanos podemos alcanzar el
conocimiento intelectual de la realidad y señala que es incorpóreo e inmortal, para demostrar su
inmaterialidad destacó que el entendimiento es capaz de conocer la naturaleza de todos los
cuerpos cosa que no podría ocurrir si fuese corpóreo: si el entendimiento o intelecto fuese
material, su naturaleza física determinaría el tipo de conocimiento que podría alcanzar del mismo
modo que cuando utilizamos un cristal para ver un objeto, el color de dicho cristal modifica la
cualidad del color que gracias a él vemos. Este conocimiento es objetivo, es preciso concluir que el
órgano o facultad que utilizamos para ello no puede tener naturaleza material alguna. Santo
Tomás también consideró que las almas de los animales y de las plantas se destruyen con sus
cuerpos y a que no son subsistentes por sí mismas, sino formas de la materia, pero esto no es así,
en el caso del alma humana, el principio intelectivo de cada alma humana es inmaterial e
incorruptible o inmortal. Es imposible que algo subsistente se genere o se corrompa
accidentalmente, esto es por la generación o corrupción de otra cosa. Por eso lo que sustancial
tiene ser no puede generarse o corromperse más que sustancialmente. En cambio lo que no
subsiste, por ejemplo, los accidentes y las formas materiales se dice que es hecho y se corrompe
por generación o corrupción.

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Dentro del destino de la inmortalidad del alma, se entiende por muerte a la separación del cuerpo
y del alma que de tal manera que aquel llegue a corromperse, mientras que esta es, por el
contrario incorruptible, entonces la muerte se considera como exclusivamente del hombre.

Por lo que Santo Tomás atribuye en el concepto de muerte e indica que el alma se separa del
cuerpo, pero no a una muerte en general, toma en cuenta la muerte de Cristo que fue conforme a
una muerte común; sin embargo, fue distinta, ya que morimos como sujetos a la muerte como
necesidad natural o forzado como alguna violencia, sin embargo Cristo no murió por necesidad, si
no por propia potestad y propia voluntad. Si podemos hablar de alguna inmortalidad atribuida de
sentido no al alma, si no al hombre ya que está compuesto de alma y cuerpo; sin embargo,
entrando a tallar lo que Santo Tomás de Aquino dice es que él no nombra lo que es la inmortalidad
del alma, sino más bien habla de alma como indestructible, incorruptible.

Pues si el alma es en forma esencial incorruptible naturalmente le conviene estar separada de


alguna manera al cuerpo y así consiste en no aniquilarse con la desaparición del sujeto, aunque
separada de este se mantiene en su naturaleza operando.

Si hablamos de la relación que existe entre el cuerpo y el alma, cabe la analogía de que por un lado
se habla del cerebro que trabaja y por otro lado una conciencia que siente, que piensa y que
quiere, si hubiese una equivalencia cerebral entre lo cerebral y lo mental la experiencia del
hombre diría lo contrario, pues el hombre va conociendo de modo que su conciencia es la que
atribuye vida y después de la muerte es que el cuerpo sería capaz de descomponerse y esta razón
carece de valor pues mata la conciencia respecto al cuerpo.

En tanto la argumentación filosófica, la antropología llega a señalar las facultades cognoscitivas del
hombre, el intelecto y el sentido, por lo que el hombre al morir estas dos facultades quedarían
destruidas, entonces la desintegración del cuerpo se desorganiza como la facultad sensitiva que es
capaz de entender al mundo mediante imágenes sensibles, las cuales no son necesarias para la
vida normal. Pero esta argumentación filosófica no está capacitada para negar que el alma tras la
muerte pudiera captar y entender representaciones por el influjo de la luz divina, como lo afirma
Santo Tomás de Aquino. Y por eso él explica que el alma se une al cuerpo para existir y obras
conforme a su naturaleza.

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Por un lado, el alma humana es separable al cuerpo y lo es porque tiene una operación en la que
no depende del cuerpo, tal separación no le conviene en su propia naturaleza, pues el alma como
tal debe estar unido a la materia, lo que el alma racional se perfecciona por la unión con el cuerpo,
efectivamente tiene una inclinación a toda la eternidad.

Todo cuerpo natural viviente es sustancia en el sentido que está compuesto por materia y forma,
entonces el cuerpo no podrá ser sin el alma, de ahí surge la definición aristotélica del alma “El
alma es sustancia, en el sentido de forma, de un cuerpo natural que en potencia tiene vida. Ahora
bien la sustancia que es forma es acto, por consiguiente el alma es el acto de un cuerpo de esa
índole“.

La inmaterialidad del alma humana se descubre por la inmaterialidad de sus facultades. Las
potencias inmateriales del alma humana son la inteligencia y la voluntad. Cada una de ellas posee
distintos y variados actos u operaciones que permiten conocer o querer, y cada uno de esos actos
posee objetos conocidos distintos, o tiende a realidades queridas distintas. Debemos, por tanto,
demostrar la inmaterialidad de los actos y de los objetos de la inteligencia y la voluntad, pues la
espiritualidad del alma se demuestra por la espiritualidad de las facultades: la de éstas, por la
inmaterialidad de sus respectivos actos, y la de éstos por la inmaterialidad de sus objetos.

No afirmo que la energía que impulsa el aliento vital desaparezca al momento de la muerte, ya
que es una ley natural que la energía no se destruye, sino que se transforma. De la misma manera,
el cuerpo sin vida no se desvanece instantáneamente al momento de la muerte, sino que inicia un
proceso de descomposición. Sólo que nuestros sentidos no nos permiten percibir en qué se
convierte la energía del alma por ser ésta inmaterial.

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