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Titulo: Que duro es mi matrimonio

Tema:vivir junto a alguien difícil


La joven estaba llorando. Eran apenas las nueve de la mañana de un domingo precioso en
mi amada ciudad, y el grupo de alabanza estaba dando comienzo a servicio matinal. “No
puedes dejar que esa situación con tu esposo te robe la tranquilidad, Sandra”, le dije aun
cuando sabía que en ese momento, mis palabras no resultaban alentadoras.

Su esposo Jairo, es agresivo. Usted lo encuentra en la iglesia muy amable, siempre con
una amplia sonrisa. Es encantador, en criterio de muchas personas; no obstante, apenas
llega a casa, es distinto. Pareciera que cruzar el umbral de la puerta lo transforma. Se
torna irritable y, en cierta medida, pareciera estar endemoniado

--Creo que no puedo seguir más con esta relación—dijo Sandra, con evidentes señales
de cansancio.

Convivir con una persona difícil

No hay nada más complejo y en cierta medida desalentador, que compartir la vida con
alguien conflictivo. “No lo puedo soportar”, me dijo un joven a quien su esposa le hacía la
vida imposible. “Ella es muy especial, sonriente, con todas las personas alrededor. Incluso,
es muy comprensiva; pero en casa, es un verdadero problema” se lamentó.

No es nada nuevo. Estas personas complejas en su comportamiento, generalmente tienen


comportamientos distintos, según sea el escenario, tal como lo relata la novela “El extraño
caso del Dr. Jekyll y Mr. Hoyde”, del autor R.L. Stevenson.

Hay una dualidad en su comportamiento. Son una persona en sociedad y otra bien distinta
en el hogar. Los especialistas coinciden en asegurar que en muchos casos obedece a una
búsqueda de aceptación, que les asiste y permanece en el tiempo. Estas personas
encierran temores, sensación de insuficiencia, insatisfacción consigo mismas, ansiedad,
depresión y una actitud autoritaria.

El siquiatra colombiano, Carlos E. Climent, hace una aproximación a este tipo de


comportamientos duales, enseñando que: “Como su familia ha sido entrenada para no
criticarle, gracias a las posturas que asume, retoma el control absoluto de la interacción
con los suyos y de una forma primitiva, se tranquiliza. Si los demás quieren arreglar las
cosas para que retorne la paz al hogar, deben disculparse pero no de cualquier forma. El
perdón sólo vendrá si su cónyuge o familiar se humilla”(Diario El País. 15/04/2012. Pg C-4)

A esto obedece el hecho de que se aíslan. Si llegan a casa, dejan de hablar o se enojan
ante la más mínima provocación o lo que estas personas interpretan como una
provocación. A este hecho suman una actitud arrogante. ¿Qué debemos hacer si
tenemos junto a nosotros un cónyuge difícil? Renunciar… En absoluto…

¿Cómo podemos convivir con una persona difícil?


La vida no es color de rosa. No me canso de repetirlo. Jamás las cosas saldrán a pedir de
boca, como quisiéramos, como en los finales de las telenovelas. Es una realidad que no
podemos ocultar. Forma parte de las condiciones que encontraremos a nuestro paso. Y
eso ocurre justamente con nuestro cónyuge: no siempre es perfecto. Me atrevo a decirlo:
Nunca lo será. Pero es necesario que, si optamos por compartir nuestra vida al lado de
esa persona, debemos orar que Dios trate su vida y nos permita aceptar y ayudarle a
superar sus errores.

A partir de un texto maravilloso que encontramos en la carta a los creyentes de Roma,


comparto con usted cuatro consejos para compartir la vida junto a un cónyuge conflicto.

1. Bendiga a su pareja

Conozco infinidad de personas que, en medio de la rabia por las dificultades que tienen
con su cónyuge, profieren palabras de maldición en contra suya, lo que a su vez trae
ataduras que perduran en el tiempo.

El apóstol Pablo dejó sentado lo peligroso de pronunciar palabras maldiciones, cuando


animó a los creyentes de Roma: “Bendigan a quienes los persiguen. No los maldigan, sino
pídanle a Dios en oración que los bendiga.”(Romanos 12:14. Nueva Traducción Viviente)

Dios es el único que transforma corazones (Cf. Ezequiel 36:26). Es nuestro amado Señor
y Salvador quien transformará a su cónyuge. No son sus enojos ni veladas formas de
presión. Es el Supremo Hacedor quien lo hará.

No maldiga—bien sea que esté muy molesto—a su cónyuge. Por el contrario, bendígalo.
Declare cambio sobre su vida. ¡Dios lo hará!

2. Aprenda a reconocer los cambios en el estado de ánimo

Los seres humanos tenemos un corazón engañoso; ni nosotros mismos podemos


conocerlo a plenitud, como enseñan las Escrituras (Cf. Jeremías 17:9) Por ese motivo,
cuando el estado de ánimo de su pareja cambie—quizá de manera sorpresiva—no se deje
arrastrar por las circunstancias ni caiga en la trampa de ponerse a pelear.

Cuando escribió a los creyentes de Roma, el apóstol Pablo dijo: “Alégrense con los que
están alegres y lloren con los que lloran.”(Romanos 12:15. Nueva Traducción Viviente)

Es evidente que, si usted se somete a Dios y no deja de clamar por su pareja, Él operará
cambios sorprendentes en su vida de matrimonio. No renuncie; no ahora. Nuestro
amoroso Padre celestial está por hacer algo nuevo en su existencia y la de su pareja.

3. Procure la convivencia en armonía

Es cierto que compartir la vida junto a alguien conflictivo, no es nada fácil. Sentimos que,
en cualquier circunstancia, el panorama nuestro cambia y queda ensombrecido. ¿Qué
hacer? El más grande compromiso que tenemos como cristianos, es dar lo mejor de
nosotros para que haya armonía en esa relación, como lo recomienda el apóstol Pablo:
“Vivan en armonía unos con otros. No sean tan orgullosos como para no disfrutar de la
compañía de la gente común. ¡Y no piensen que lo saben todo!”(Romanos 12: 16. Nueva
Traducción Viviente)

Es fundamental que no permitamos que las circunstancias, por adversas que luzcan
delante de nosotros nos roben la paz; tampoco, permitir que las contrariedades aniden en
nuestro corazón al llenarnos de amargura, rencor u otra emoción negativa. Por eso es
fundamental que, si tuvo una discusión, ore a Dios pidiendo que sane su corazón para que
su mundo interior no resulte contaminado.

4- No pague con la misma moneda

Con frecuencia encuentro esposos y esposas que pagan con la misma moneda al mal que
le causó su cónyuge. ¡Tremendo error! Eso no hace más que avivar el resentimiento y
ahondar las heridas emocionales.

El apóstol Pablo recomendó: “Nunca devuelvan a nadie mal por mal. Compórtense de tal
manera que todo el mundo vea que ustedes son personas honradas. ”(Romanos 12:17.
Nueva Traducción Viviente)

Un hombre o una mujer de Dios llevan a la presencia del Señor todo aquello que les hiere;
no pelean en sus fuerzas sino que someten sus batallas en manos del amado Salvador
Jesucristo, quien nos asegura la victoria (Cf. 1 Corintios 15:57)

Obre bien con quien procura su mal. No se deje arrastrar por la rabia o el resentimiento.
No son buenos consejeros. En cambio si lleva esa situación al Creador, Él cambiará las
circunstancias y será Él y no usted en sus fuerzas, quienes traerán transformación a los
pensamientos y actuaciones de su pareja.

5.-Un pecado que no deja avanzar. Revisemos lo siguiente en


nosotros.

El perfeccionista patológico se caracteriza por un exceso de control y exigencia que se hace


obsesivo hacia él mismo y hacia los demás, supervisa a cada instante cuando delega
funciones, exige prever las situaciones hasta lo imprevisible, planea las situaciones con gran
anterioridad, no admite fallos y errores, busca siempre lo mejor -que, como ya se sabe, «es
enemigo de lo bueno»- y para ello es capaz de pasar por encima de actividades de descanso,
el ocio y las relaciones familiares.
En definitiva parece querer moverse con el sentido de posesión de la realidad y del mundo que
le rodea sin entender las limitaciones humanas, las circunstancias imprevisibles y ni siquiera
los factores de intuición y creatividad que tantas veces mueven, por fortuna, la actividad
humana. Son personas, en el fondo infelices en el trabajo, en la familia, tienen un don de
liderazgo excesivo aunque no lo demuestran algunas veces y solo están tranquilos cuando
todo está «atado y bien atado» y no son capaces de dejar nada al fluir normal de la vida.
Por un momento piense en todo lo que pierde cuando vive bajo el esquema de todo o nada.
Mientras que usted espera el trabajo perfecto, puede quedarse con un dia con un ataque al
corazón cuando vea lo contrario.

El dejar que la vida pase mientras espera la solución perfecta para todos sus problemas es la
esencia de la maldición del perfeccionismo. el perfecto considera a los demás mediocres., y
esto es orgullo, soberbia y altivez en el corazón, el cual nunca reconocerá en su corazón. El
perfeccionista patológico todo lo ve mal, y su vida diaria es de reclamo hacia los demás. y todo
esto lo encierra una palabra: ORGULLO; soy excelente.

A propósito, ¿Usted ya recibió a Jesucristo como el Señor de su existencia? No deje pasar


esta oportunidad. Hoy es el día para que le abra las puertas de su corazón. Puedo
asegurarle que nos se arrepentirá jamás porque Dios traerá cambio a su vida personal y
espiritual.

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