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Su esposo Jairo, es agresivo. Usted lo encuentra en la iglesia muy amable, siempre con
una amplia sonrisa. Es encantador, en criterio de muchas personas; no obstante, apenas
llega a casa, es distinto. Pareciera que cruzar el umbral de la puerta lo transforma. Se
torna irritable y, en cierta medida, pareciera estar endemoniado
--Creo que no puedo seguir más con esta relación—dijo Sandra, con evidentes señales
de cansancio.
No hay nada más complejo y en cierta medida desalentador, que compartir la vida con
alguien conflictivo. “No lo puedo soportar”, me dijo un joven a quien su esposa le hacía la
vida imposible. “Ella es muy especial, sonriente, con todas las personas alrededor. Incluso,
es muy comprensiva; pero en casa, es un verdadero problema” se lamentó.
Hay una dualidad en su comportamiento. Son una persona en sociedad y otra bien distinta
en el hogar. Los especialistas coinciden en asegurar que en muchos casos obedece a una
búsqueda de aceptación, que les asiste y permanece en el tiempo. Estas personas
encierran temores, sensación de insuficiencia, insatisfacción consigo mismas, ansiedad,
depresión y una actitud autoritaria.
A esto obedece el hecho de que se aíslan. Si llegan a casa, dejan de hablar o se enojan
ante la más mínima provocación o lo que estas personas interpretan como una
provocación. A este hecho suman una actitud arrogante. ¿Qué debemos hacer si
tenemos junto a nosotros un cónyuge difícil? Renunciar… En absoluto…
1. Bendiga a su pareja
Conozco infinidad de personas que, en medio de la rabia por las dificultades que tienen
con su cónyuge, profieren palabras de maldición en contra suya, lo que a su vez trae
ataduras que perduran en el tiempo.
Dios es el único que transforma corazones (Cf. Ezequiel 36:26). Es nuestro amado Señor
y Salvador quien transformará a su cónyuge. No son sus enojos ni veladas formas de
presión. Es el Supremo Hacedor quien lo hará.
No maldiga—bien sea que esté muy molesto—a su cónyuge. Por el contrario, bendígalo.
Declare cambio sobre su vida. ¡Dios lo hará!
Cuando escribió a los creyentes de Roma, el apóstol Pablo dijo: “Alégrense con los que
están alegres y lloren con los que lloran.”(Romanos 12:15. Nueva Traducción Viviente)
Es evidente que, si usted se somete a Dios y no deja de clamar por su pareja, Él operará
cambios sorprendentes en su vida de matrimonio. No renuncie; no ahora. Nuestro
amoroso Padre celestial está por hacer algo nuevo en su existencia y la de su pareja.
Es cierto que compartir la vida junto a alguien conflictivo, no es nada fácil. Sentimos que,
en cualquier circunstancia, el panorama nuestro cambia y queda ensombrecido. ¿Qué
hacer? El más grande compromiso que tenemos como cristianos, es dar lo mejor de
nosotros para que haya armonía en esa relación, como lo recomienda el apóstol Pablo:
“Vivan en armonía unos con otros. No sean tan orgullosos como para no disfrutar de la
compañía de la gente común. ¡Y no piensen que lo saben todo!”(Romanos 12: 16. Nueva
Traducción Viviente)
Es fundamental que no permitamos que las circunstancias, por adversas que luzcan
delante de nosotros nos roben la paz; tampoco, permitir que las contrariedades aniden en
nuestro corazón al llenarnos de amargura, rencor u otra emoción negativa. Por eso es
fundamental que, si tuvo una discusión, ore a Dios pidiendo que sane su corazón para que
su mundo interior no resulte contaminado.
Con frecuencia encuentro esposos y esposas que pagan con la misma moneda al mal que
le causó su cónyuge. ¡Tremendo error! Eso no hace más que avivar el resentimiento y
ahondar las heridas emocionales.
El apóstol Pablo recomendó: “Nunca devuelvan a nadie mal por mal. Compórtense de tal
manera que todo el mundo vea que ustedes son personas honradas. ”(Romanos 12:17.
Nueva Traducción Viviente)
Un hombre o una mujer de Dios llevan a la presencia del Señor todo aquello que les hiere;
no pelean en sus fuerzas sino que someten sus batallas en manos del amado Salvador
Jesucristo, quien nos asegura la victoria (Cf. 1 Corintios 15:57)
Obre bien con quien procura su mal. No se deje arrastrar por la rabia o el resentimiento.
No son buenos consejeros. En cambio si lleva esa situación al Creador, Él cambiará las
circunstancias y será Él y no usted en sus fuerzas, quienes traerán transformación a los
pensamientos y actuaciones de su pareja.
El dejar que la vida pase mientras espera la solución perfecta para todos sus problemas es la
esencia de la maldición del perfeccionismo. el perfecto considera a los demás mediocres., y
esto es orgullo, soberbia y altivez en el corazón, el cual nunca reconocerá en su corazón. El
perfeccionista patológico todo lo ve mal, y su vida diaria es de reclamo hacia los demás. y todo
esto lo encierra una palabra: ORGULLO; soy excelente.