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Titulo:
El saber.Curso sobre Foucault. Tomo I
Autor:
Gilles Ddeuze 1985
Traduccióny not.as
Pablo Ices& SebastiánPuente
www.cditoriakactus.com.ar
editorialcactus@yahoo.com~r
,,,.
Indice
pero fft,va gorra de pol icía y tien e voz de botón ): Documento ck politicidad,
por favor.
CAMILO C. TusAM: Me lo dej é en casa ... digo, en el castillo.
FANTASMA DE LA POLÍTICA: ¡Egoísta, autocentrado, onanista, privarisra!
CAMILO C Tu sA M: ¿Ser o no se r? ¡Esa es la cuestión! ... ¡No ser! (y huyl' des-
aforadamente de /.a escena)
Una cita
"T 1mpo co pretendo d eci r qu e no sea leg ít imo, si se quin<:. odi :11:il ¡:\la do.
ivlc parece. s in e mbargo, qu e lo que no debemos ha cer l' S i111:1gi11.1r1His c¡t1e
describimos un pro ces o reaL actual y que no s co n cic rn~· t 11:111.lodc11111Hi:1mos
la csrarizaci<)n o la fasciscización, el es tab lec irni e rno tk 1111.1\'lol t·11<1.1l·.,t:1taL
4
Prólogo.Obrasde lm /"IS!IJf-'pospoliticos.
etc. Todos los que parttopan en la gran fobia al Estado, sepan bien que
están siguiendo la corriente y que, en efecto, por doquier se anuncia desde
hace años y años una disminución efectiva del Estado, de la estatización y
de la gubernamentalidad estatizante y estatizada" (Foucault, Nacimiento de
la biopolítica).
Otra cita
"Como muy bien sabemos, el Estado no tiene entraúas, y no simplemente
en el sentido de que no tengJ. sentimientos, ni buenos ni mJ.los, sino que
no tiene entra11as en el sentido de que no tiene interior. El Estado no es otra
cosa más que el efecto móvil de un régimen de gubernamentalidad múltiple"
(Foucault, La uida de los hombres infames).
Un blanco
Asumir la hipótesis de que el problema de nuestras libertades no pasa
exclusivamente, y ni siquiera principalmente en torno del Estado, tiene sus
problemas. El primero y fundamental es quiz,Í que las nociones de la polí-
tica, lo político, o la politicidad van perdiendo gradualmente consistencia
y entrando correlativamente cada vez más en el régimen de las luchas por
la significación y la resignificación. Que no es el régimen de las luchas por
5
11 \.,l,n
nu esrras libertades. En ronc es, hacerle caso a Barrionuevo : dej;ir el signi ficante
imp erial por dos años y ver qué pasa. El problema es qué pa sa. Es tam os tan
acostumbrados a pensar el probl ema de nu estras lib ertades en el lenguaje de
la política, lo políti co, la politicidad , qu e obl igarse a pen sar más allá es cas i
obligarse al silencio.
Un griterío
UN POLÍTI CO, UN IN TELEC T UAL , UN PERIOD ISTA, UN PANE LISTA, UN TÉ C NICO,
UN C I U DADANO DE BIEN: ¡Boronbonbón, boron bonbón, es la política, que
ya volvió!
U N PEL ADO DE AN T EOJO S INO P O RTU NO: (In terrumpien do el coro con sereni-
dad) Uste d <lijo capaci d ades institucionale s, ust ed en cambi o dijo debate
y reAexió n , usted di jo opi ni ón, usted adminisrración y cons umo, y usred ,
sí, uste d, reconoc imiento (Perdiendo la paci encia, furioso ) ¡Di je régim en
de guberna me ntali da d múltiple , carajo!
6
l'l'ologo.Obrasde lm pm11jesp o.<politic
os.
..
¿Q ué pu c·do? Trab ajo por respo nsabilid ad.
;. ¡Trabajo ha sca en el bai10 1
" ,.
Horno mora/is hedonistus H omo medicinnlis
Me ren go que: rnidar. ..
¡Hay que: ser feliz' PerCl'.¿soy feliz' Y
N o vaya a se r cosa
¿Por qué me pr egu ntó eso> ¿Estaré dep rimido?
Dame un a pastilla _.·¡Tengo que hace rme ver 1 que un d ía m e enfe rme . . .
O me: mu era.
;.
'
Homo pulitic us
,:
¿Qué opino >
¿A qui én apoyo? ¿Có mo apoyo 1
'
Humo emoticdn
¡Esro es ind ign ante!
¿Cuán ro a poyo> ¡Esroy aterrado'
¡No salgo rn d padr ó n ' ¡Ay. qu(: tern ura'
Un comentario bloguero
Anónimo
Este tipo de rechazo parec e el de los hippie s de b d éo da del '60.
Anónimo
(
.y>.
Anónimo
Está peri rn ido, los hippie s fueron derrotad os.
Anónimo
¿En Vilcapugio o Ayohuma ? ¿En Wacerlo o?
Anónimo
No lograro n cambiar el mundo
Anónimo
.)
('
Anónimo
En codo caso, no sirve para volver a pe nsar el recom o J e la políti ca
Anónimo
·Y>
.
7
ADVERTENCIA
Las clas es de Gilles Del e uze que se pre sentan en El :•;nhn- CursosobreFoucault
Tomo I en su primera edici ó n cascdlana corresponden al cur so dictad o c:n la
Unive rsidad d e Vincennes entre el 22 Je octubre y el 17 dt' dici embre Je 1985 .
La prc:sencc:edición ha sido prepar ad a en ba se a las de sgraha cione s y grabaciones
exiscences rn el idioma original. La craJucción, la corrección y las not as h an sido
Ínt egra m ent e rea lizada s por Cact us.
Los títulos d e las clases fuero n agregado s por los edi ro res para facilitar al lector
el seguimiento de la o rgani zac ión del curso. Lo mism o vale pa ra los subtítulos de la
clase Je! 19- 11-85, que indi can un camhio import ant e en la problemática d el curso.
Por lo demá s, só lo se han incrodu cido los cambios cstilbricos necesarios para
adecuar d regi scro oral al escriru permitiend o una lec rur a Auida dd ccxto . Toda va
q ue fue po sibl e. opcamo s por conservar los rasgos d e o ralid :id propio s de las cb ses.
Agradnimi entos
La prcsrnte ed ició n n o hubiera siclo po sibl e sin la ayuda filantr ópi ca de la
Fundación Zebr1/los -Berglir1.ffa
en po s d e una cu ltu ra riwnütica y fern ét ica (y dije
Pern ética. no frené tica). ¡Muchas gracias!
Clase 1
Ver y hablar.
Arqueología, archivo y saber.
22 de Octubre de 1985
1
Michel Foucaulr, Historia de la locura en La ép oca cidsicn, 2 romos, FCE, Bs.
As., 2003.
9
Cinsl' l
especie de liberación de los locos: se rompen las cadenas. ¿De qué se trata
esta. liberación aparente?
He :iquí en líneas generales, de modo superficial, bs grandes n'rbricas de
la Historia de la locura.
1963. Un libro sobre un poeta de comienzos del siglo XX, Raymond
Roussef. ¿De qué se trata? Se trata de una obra en apariencia insólita. Una
obra insólita que parece basarse o envolver lo que el propio Roussel llama un
«procedimiento de lenguaje». Procedimiento del lenguaje que intenta explicar
en un libro intitulado ¿Cómo escribí algunos de mis lihros?.l, donde Roussel
da el siguiente ejemplo. He aquí dos proposiciones: «Les bandes du vieux
billard» y «Les bandes du vieux pillard»4. Entre las dos proposiciones, va a
desarrollarse toda una historia insólita. Y uno se da cuenta rápido de que en
el curso de su análisis Foucaulr atribuye una importanciJ. esencial a un rema
que es importante en Roussel, que es el tema del doble y del duplicado. El
doble o el duplicado.
C:ar;1cterizo así estos libros de Foucaulc de una m.rnera ran superfici:.I, p;Ha
que aquellos que no los han leído puedan elegir cuál tomarán. Una vez más,
si no los han leído, les aconsejo vivamente que al menos tomen uno.
Por ejemplo, los que se interesen en este aspecto del análisis de la poesía de
Roussel y el temJ. del doble, podrían aúadir un prefacio posterior de Foucault
a otro inventor de lenguaje insólito. Se trata esta vez de un prefacio a la ree-
dición de un libro muy extraño, intitulado Gramática lógica', de Jean-Pierre
Brissec, también amor de inicios del siglo XX, inventor de un lenguaje y de
una interpretación del lenguaje muy extraño. Foucaulc lo prologa en la edición
de Tchou , y vuelve sobre Roussel, e intenta analizar lo que presenta como
«procedimientos de lenguaje» 6 . Considera tres procedimientos de lenguaje en
la frontera entre una literatura insólita y lo que llama una «incierta locura,> -es
11
Clmc J.
; Mi chel foucaulr,
1
Cm n'estpas une p ipe, Fata Morgana, Momp ellier, 1973 . (Ed .
Cas t. : Michel Foucault , Esto no es una pipa. Ensayo sobre Magritte, Eterna cade ncia,
Bs.A s., 20 12.
11
Rrné Magritce, La Trahison des images, 1929, óleo sobre tela , Art ln scinn e of
'
Ch icago .
" Michel Foucault , Vigilar _ycastigar, Siglo XXI, l:k As., 2002.
Michel Foucaulr, Historia de la sexualidad. 1- La 110/untad de saber, Siglo XXI,
1
''
12
arrhi¡,o y .<aba.
Vrr)' hablar. 1lrr¡11tol11gli1,
- -- -- - -- ·- ·--·
clar am e nte qu e fue llev;id o a mo d ificu su pbn ini cia l. ~-bb ía en co ntr ado algo
que impli ca ba una m odificació n rora!. ¿Q u é pasó en esos años <le silen cio?
¿Qué había enconrrado? ¿Có mo modific ó su proy ecto? En todo c;iso , es en
1984 que apare ce n los d os romos sigui ent es. El t0mo 2, él wo de losplacerd
7
,
don de Fou ca ulr se explica sob re la m odifi cac ió n del p royecto d e la Historia
de la sexualidad y la razó n por la cual f"lleco ndu cid o a di cha modifi cac ión . Y
el mi smo afio, el tomo 3, El cuidado de S11 8 •
Bien , cendrem os que m :rn ejarn os entr e to do estO. Es p rec iso señalar, p o r-
tpt e habrem os de reflexio riar sobre esre punto, que Fo u c:rnlr l1;i d esrruido
manus crito s ya mu y avanzados . En parti cular hay un Man et, un libro so br e
Manee. Que no s imp o rt a porque Eíto no es una pipa es un lib ro sob re Mag ritt e
y qu e inclu ye alguna s pág ina s muy int e resa nt es -v erem os- so br e Paul Klee.
Laspalabrasy lascosmcomienza con un a célebr e desc rip ció n, qu e forma parte
de las págin as m ás co no cidas d e Foucault , de un cuadro d e Velázquez, Las
meninrzs19 • Por tanto. el h ec ho d e qu e ha ya ex istido , o de que hay:i realizad o
un m:inu scrito muy l:u go sobr e J'vbn ec d ebe int eres:irn os , puest0 qu e pu ed e
lleva r a que no s pr egunt emo s qu é iba a hace r co n dich o 111 :rnu sc rito. Parece
20
que Fou c wlr dt srrn yó ese m a nu sc rito ;il final d e su vida . Po r o tr a part e, c reo
qu e el testa ment o es rermi nant e y des carta t0da publicación de obra pó smm a.
Lo cual tien e co nsec uen cias para nosotros, pue s a pesar de qu e ha y3 detenido
la publi ca.ción de la Historia de la sexualidad, h abí:i un cuJ.no to mo inritu!J.-
do Lm confesiones de la carne, qu e se enfo caba en los Pad res de la Iglesia y el
período d e la forn13ci ó n d el crist iani smo, en lo qu e resp ect a a la forma. c ión de
la sex ualidad. Es por end e un mom ent0 ese ncia l, fundam ental. Y h:isca.ahor:i
par ece que ese lib ro n o deb e ser editad o ... si es cierto qu e el cesta.m eneo lleva
es;:ico nmin ..1ció n definiti va.
Una vez más, dij e todo esto úni cam ente para qu e vean ha cia qu é dir ecció n
orientarse si no han leíd o a Foucault. Lo qu e a mí m e gu sta.ría es qu e alguno s
de ustedes rom en Vigilary castigar. Pero en cualqui er caso, si no co no cen para
17
Michel hrn cau lr, His toria de 1,,sexualidt1d. 2-· El uso de lo_;plac em, Siglo XXI,
Bs. As., 2002.
1
~ 3- El midado de si, Siglo X.,X
Michcl Foucault. Hi storit1 de !11se:,.:1111lidad. I. Bs.
As., 200.:,.
1
'> Di ego V<:'!ú
.quc7.,Lm menÍllt H. 1656.
20
Recientem enre ~e ha publi cado una co n fere nci a dt' Foucaulc so bre i'vlanet, cL
Michel Foucau lt, Lt1p einture de Ma net, Le Seuil, París, 200/¡ (Ed. Case.: Mi chel
foucaulc , L,r pi nt zm1 de Man et, Alpha Decay, Barcelona, 200 5).
Cfme J.
14
~tr ¡, ha_,_blnr
. Arqueolog/{/,nnh iz,oy .,nbe7:.
---- --- -
el mundo sabe que Foucaulr tiene una relación muy estrecha con los p:mid arios
de lo que se llama la Nueva H istoria, grossomodo, los di scípulos de Braudel.
la Escuela de los Annales. Pero una relación quizá muy compleja . Él n os di ce
de mrne ra rerrttlna11re: «Nu soy historlador . Soy y sigo siendo filóso fo». Y sin
embargo, toda un a parte d e su obra considet ;I las formaciones hisrór icas. Y
él nos repite : «De acuerdo , Sóti estudios de hi sto ria, pero no es un tr abajo de
historiador ». ¿Qué qui ere decir ?
Precisa un poco cuando dic e, sien1pée en .ELuso de loJplaceres: «No espt>ren
de mí una historia de los comportamientos ni d e las m entalidáde s»22 • La alu-
sión es clara. Es verdad que la Escuela de los Annates, al meno s en parte ,. n os
propone un a histori a d e los comportamientos y de las mchtali<lades. ¿Qué es,
por ejemplo, una h istoria de los comp o rramienro s? Aquí ta mbi én tyramo s en
torno a signos mu y groseros , mu y bás icos . Pienso en un libro d e historía muy ,
muy int eresant e: Cómose muereen Anjou en el siglo XVI ly en f'Í sigloXVII F'. No
puede decirse mejor, eso es una histo ria de los com portami entos. Puedo hac er
la historia de un compottami erito: el com ponátniento d e la muerte . Podrí a
hacer también «có mo se nace,,: «cómo se nac e en Pícardi e en tal momento ».
Ven clarament e qu e esto mo viliza archivo s. Se pued e concebir un a hi sroria
del in stint o matern al. Se ha hecho. En sum a, el dominio de la histo ria d e los
co mp o rramienro s es infinito: cómo se come, cóm o se muere, cómo se co n rrae
matrim o ni o, cótno se nace, cómo se educ a a los hij os, có mo se da a luz, etc.
Pu ede se r a vect>suna hi storia d e los co mportami enros, y otras un a hi sro ria
1
' Michel Foucaulr , Historia de la sexualidad. 2- El uso de lo, placeres. op . .::it.. P· 12.
2
~ Ibíd em, p. 7 y p. 13.
23
Frarn;:ois Lebrun , Les hommes et la mort en Anj ou, aux XVII et >.Y!II siecles: Essai
de démographie et elepsychologie historiques, Mouron , Pari s-La H ave, 1971 .
15
ClaseJ.
------ -- - ----·-·------ ··- - -- ---
1(i
Vrr y hablar . /lrr¡umfogia , archiz ,o y .rnbe,:
-- - - --- --
Intento hac er un cuadro. Pongo de un lado «Ver», d el otro «Hablan ,, y
trazo una raya . Y m e pregunto qu é se me ocurre . Vo y a co mpletar mi cuadro.
Intento llenarlo para estar seguro de que no he trai cionado a Foucault antes
de haber comenzJ.do.
lnmediatJ.m ent e -no sigo el o rden cronológico- m e e ncuen tro con el
libro intitulad o Laspalabras y Las cosas.Las pal abra s y las co sas, ¡qué curi oso
dualismo! Y ustedes m e dirán qu e las cosas no pert en ece n so lo a lo visibl e . ..
No , pero esperemos. Lis <;:osasfin;:ilmenre pe rt enece n a lo visi bl e, las p alab r;:i!:i
pertenecen a lo d ec ibl e. Ver y hablar.
Evidentem ent e no alcan za con esto. Foucault será el primero en denun ciar
el título. Dir:i qu e no se comprend ió en absoluto lo qu e qu ería d ec ir con «las
palabras y las cosas», qu e eso no quiere decir «las palabras,, y n o quiere dec ir
«las cosas ». Q ue el título deb e encenderse iróni ca rn ent e 24 • Sin embargo, la
ironía se no s escapJ.. ¿Por qué es iró nico «las palabr as y las cosas»? Esperemo s.
Demo s un paso má s. Us tede s sabe n que en la esc uela primaria, hace tiemp o,
había do s di sc iplina s fundamenta les: la lecc ión de cosas , qu e se distinguía d e
la lecc ión de las palabras, d e la lecció n de grJ.máti ca. Lecc ió n d e co sas, lecc ió n
de gram át ica. Y eran lo s do s puntJ.le s d e la escuela prinuriJ.. Había una hora
sobre la salina. Se nos mo str aba un a salina , es dec ir -y aquí doy un paso ad e-
lante - una im ;:igen de salin a, un a Fíg 11ra d e sa lina, la sa lin ;:ivisib le. La salina
visib le , o el paraguas visib le, o -digamo s todo- la pipa visib le. Era la lección
de cosas. El mae stro decía: «Esto es un a pip a>,, «Esto es una salina ». Despu és
llegaba la hora siguiente, la gramática. Es ta vez se trat ab a d el orden del d eci r y
no d el orden de l dibuj o. Y el orden d el d ec ir es distinto del o rden del dibuj o.
Y si decir es di stinto qu e ve r, entonces el decir «esto es un a pipa » se enuncia
ne cesa.riamence co mo «es to n o es una pipa », es d ec ir, el de cir no es un ver .
La lecc ión de cosas y la lecc ió n de gramáti ca remit e n esta vez al libri to de l
qu e les hablab a, d e Fo u ca ult co m ent ando a Magritte. El cuadro de Magritt e
es lección de cosas, dibujo esm erad o d e una pipa. Títu lo d el cuadro : «Esto
no es una pipa ,,. E in ev itabl em ent e «esto es una pipa » deviene «esto no es un a
pip:1" , en la m edid:1 en que decir no es ver. D esde entonce s, si lo que veo es
una pipa, lo qu e di go nece sariamente no es una pip a.
Ya veremos qu é qui ere d ec ir. Po r el mom ento, so lo qui siera qu e esté n co n-
vencidos de esto: de qu e antes de co mpr end er lo qu e sea, es p reciso que las
cosas les den vuelta s en la ca beza. Y si n o las dejan d ar vueltas en sus cabezas,
~,, Cf «Michel rouc aulr explique son dernier livre» (Enrr evisca co n J.- J. Brochi er),
l\fagazi ne littéraire, Nro. 28, abril - m ayo 1969, pp. 23-25 , Dits et Écrits, tom o I texto nº 66.
17
ClaseJ.
18
\,'t-,-y hablar. Arqueología, t1rchiz,o
y sabe1:
Del mismo modo que la prisión es una arquitectura. ¿Qué es una arquitectura?
Es un agregado de piedras, digamos, de cosas , es un agregado material. ¿Se
trata de eso? Sí, por supuesto que se m:ita de eso. Pero si defino el hospital
general o la prisión de esta manera, ¿me dice realmente algo? No gran cosa.
Siempre se podría hablar del «estilo prisión". Cuando digo «¡Ah, ese edificio
parece una prisión!», efectivamente quiero decir algo. Hay un «estilo prisión»,
hay un «estilo hospital general ». ¿Pero qué otra cosa podría ser? El hospital es
un lugar donde se ve. O si prefieren, es 1111 l11garque hace ver. La prisión es
un lugar donde se ve, un lúgar que hace ver.
¿Qué quiere decir esto? Varias cosas. Quiere decir que el asilo o el hospital
general implican cierta manera de ver la locura . ¿Suponen esa manera de ver?
No, lo inverso también es cieno, esa manera de ver los supone. En el asilo
los locos son vistos. Son viscos literalmente, puesto que en el siglo XVII hay
visitas, se muestra a los locos. Hoy en día también se los muestra, pero se-
guramente no de la mi sma manera. En el siglo XVII hay visitas en las que la
gente va a ver a los locos detrás de los barrotes. El hospital general es un lugar
de visibilidad. Pero evidentemente, no solo porque existen visitas, sino por
una razón más profunda. El hospital general implica una nueva manera de ver
la locura. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que no es la misma que en el
Renacimiento, no es la misma que en la Edad media. ¿Se veía la locura en el
Renacimiento y en la Edad media? Evidentemente, se la veía. No de la misma
forma. No había la mi sma visibilidad de la locura. Sin duda esca visibilidad
cubre y comprende la forma en la que el loco se ve a sí mismo.
Tenemos entonces cierta manera de ver la locura. En efecto, y he aquí uno
de los temas esenciales de la Historia de la locura, el hospital generJ.l reúne y
agrupa en un conjunto a los locos, pero también a los vagabundos, los men-
digo s, los desempleados . Y también a los libertino s, los depravados. Todo eso
en un mismo conjunto, el conjunto del hospital general.
Bastante pronto, desde fines del siglo XVII, se elevaron algunas voces para
denunciar esta mezcla. A veces para decir que hay qu e separar a los locos de los
vagabundos, ya que los vagabundos, los desempleados no merecen ser asimilados
a los locos. Otras veces para decir-lo cual no es lo mismo-que los locos merecen
cuidados especiales , qu e no hay que mezclarlos con los vagabundos. Cuando
se elevan esas voces para denunciar la mezcla de los vagabundos con los locos,
la mezcla de los desempleado s con los locos en el hospital general, de golpe se
tiene la impresión de que, por una especie de falca o por una especie de cegue-
ra, por una especie de obcecación, el siglo XVII no había hecho la diferencia.
Lo que Foucaulc mue stra es que no se trata en absoluto de codo eso. Muestra
que si el siglo XVII mezclaba a los locos con los vagabundos y los desempleados,
19
Clmt·I.
2
' Cf Pau l Virilio, Velocidady política, La Marca , Buenos Aires, 2006.
20
ViTy h11hlm:Arqueologia, archivo y .<
r1be1:
-- - -- -- - ·--
21
Clasr J.
- - - - - - - -- - -- --- ---- ··- -
-···-· ·-· ---
Pero del orro lado está el enunciado. ¿Por qué del otro lado? ¿Qué quiere
decir? Al mismo tiempo que el asilo, existe en el siglo XVII cierto estado de la
medicina que conlleva una categoría de enfermedad: una vez más, enfermedad
de los humores, enfermedad de la cabeza, enfermedad de los nervios. No se
trata de enfermedades mentales. Los análisis de foucaulr son definitivos: el
siglo XVII ignora la categoría de enfermedad mental. Por razones simples
que veremos. Al nivel de la medicina, dicho siglo nunca distinguió el alma y
el cuerpo, y no existe psicología, por tanto no hay enfermedad mental. Pero
hay enfermedad de los humores, enfermedad de la cabeza, enfermedad de los
nervios, es decir las neurosis -palabra que aparece en el siglo XVIII: se llama
neurosis a las enfermedades de los nervios-.
Hay entonces cierto número, cieno cuerpo, cierto conjunto de enunciados
sobre un grupo de enfermedades. Esas enfermedades son «enunciables ». Pero
he aquí un hecho bruto, en tanto que hecho histórico: la medicina no penetra
el hospital general. El hospital general no tiene como origen la medicina. Más
aun, el hospital general, el asilo, la casa de corrección no tienen nada que ver
con la medicina. En el hospital general no se cura. Pero entonces, ¿de dónde
proviene el hospital general? La respuesta de Foucault -resumo mucho este
análisis- es que proviene de la policía, de ningún modo de la medicina. Y la
medicina cura, pero fuera del hospital general. Todo ocurre como si hubiera
heterogeneidad entre el hospital general, lugar de visibilidad de la locura, y la
medicina, lugar de enunciabilidad de las enfermedades de la cabeza. ¿Habrá
encuentros? Sí, habrá encuentros una vez que ambos se constituyan. Pero la
genealogía es independiente. Habrá encuentro, pero no son la misma forma-
ción. Y en Vigilar y castigar-yo hablaba de un paralelismo- encontrarán que
se ahonda en el mismo tema .
Pero vuelvo un instante a Historia de la locura. ¿A qué conciernen entonces
los enunciados médicos? Puesto que no penetran, no apuntan a lo que se ve en
el hospital general, ¿a qué apuntan? ¿Cuál es el objeto de dichos enunciados?
Los enunciados médicos se refieren a una noción específica del siglo XVII: la
sinrazón. Y sin duda lo que constituye el poderoso interés del siglo XVII, de
la edad clásica, es haber formado dicha noción. El hospital general contiene
a los locos y los hace ver. La medicina enuncia la sinrazón. Una vez más, el
asunto no es saber si hay encuentro entre ambos , el asunto es ante todo decir
y mostrar que las formaciones son completamente diferentes.
Vuelvo a Vigilar y castigar. La prisión es una manera de ver el crimen, es un
lugar de visibilidad del crimen, del crimen castigado; permite ver el crimen
en tanto que castigado. En efecto , es un lugar de luz, que distribuye la luz y la
sombra. ¿Cuál es el régimen de enunciados en la misma época? En la misma
22
Very hablm·. Arr¡umlogia, archivo y .<
abn
época existe un derecho penal. Más au n , en el siglo XV III hay rodo un mo-
vimie nto por la refo rm a del derecho penal. Mov imiento muy int eresante, y
tanto má s cua nro que, desde el mome nto en que se estudia ese der echo penal
y su reforma , nos damos cuenta que el m ovimiento no concierne a la prisión,
y que la prisi ó n es ajena al derecho penal. Seguramente allí tambi én habrá un
encuentro , pero esa no es la cuestión. Sucede que desde el punto de vista de l
derecho penal, la pri sión es solo una sanc ión pani cular de cieno caso mu y
preciso de crimen; pero se prevén todo otro tipo de sanc ion es. Y má s aun, el
derecho penal solo considera a la prisión con un a especie de mal estar fund a-
mental. Como si, frent e a la pri sión, el derecho penal no cesa ra de form ular el
enun ciado : «Esto no es una prisión ». «Esro no es un a pipa ,,, «Esro no es una
prisión ». El d erech o pen al pien sa rod o un régimen de sanciones sin referirs e
a la pri sió n , o con una referen cia míni ma a la prisión. La pri sión es dentro
del derecho pena l un auténtico cuerpo extr año.
¿De dónd e viene enro n ces la prisión? No viene del derecho penal, viene
de lo que Foucau!t llama rá las «técn icas di sciplin arias». 'Jecnicas disciplin arias
del trabajo, del ejérciro, de b escu ela. La.prisión no va a nacer de un conju n to
ju ríd ico, sino de un conju nto disciplinario exrra-jurídi co. ¿Y a qué se refieren
los enun ciados del d erecho ? Así como el siglo XVII tenía en un ciados médico s
que referían a la «sinra zó n», e inventab:i dicha no ción, los en unc iados del de -
recho en el siglo XV III refieren a la «delincue ncia», e inventan d ich a noción.
Entre los enun ciados de delin cuenc ia y la prisión co m o lugar de visibili dad
hay heterogeneidad. H ay encuentros , habrá todo tipo de vín rnlos , pero hay
het erogenei dad , no es la mi sm a for m ación arqueológica. Así como ent re el
ho spit al general y los enunciados de la medicina.
En to nces, ten emos aquí un a nu eva pareja: las visibilidad es, los enu nciado s.
Habrá qu e realizar un aná lisis comparado ent re la prisión como lugar de vi-
sibilid ad del crimen y el derecho pe nal como enun ciad o de delincuencia. D e
igual mod o, entr e el hospital general corno lugar d e visibil ida d de la locur a
y los enun ciados m édicos como enun ciados de sinrazón. Cada uno tien e su
línea propia, independiente de la ot ra.
Co ntinu em os en nu estr a bú squ eda de pareja s. Aquí int ent amos m ostrar
cómo se funda en Fou cault la pareja visibilidad es/enunciados. Ven ustedes
qu e lo visible y lo enun ciable de Et nacim iento de la clíniw se tr ansfo rm ó
en visibilidad /enun ciad o. Una vez más, la arquitectura debe ser rom ada así:
corno régim en de luz .
N ueva pareja. Puedo decir tamb ién que la prisión es una evidenc ia. Sucede
en varias ocas io nes en Vigilar y castigar q ue Fouca ulr se expr ese de ese mod o :
«b prisión es una evidenc ia». Así como el hospi tal genera l es una evide ncia.
23
Clme J.
'
0
Mi chel Fou cau lr, Vigilary castigar,op. cit., p. 234.
24
Very hablar Arqurologia, archiz•o_ysabei-.
-----------------
25
r:lmr l .
26
\lí-ry ha blar. Arq uro logía, a rchi vo)' _caber.
·---- -- - ·- - - -- -- -- - - -- -
luz del día de lo que se hace y se padece en una épo ca. foucaulc no hace una
historia de las mentalidade s, una historia de los comportamientos , se eleva
hacia las condiciones propias de cada época que vuelven posibles tanto los
comportamientos como las mentalidades. En otros términos, trabaja como un
filósofo y no como un historiador. Ver y hablar determinan condicione s en la
medida en que «ver» se sobrepasa hacia el campo de visibilidad y «hablar » se
sobrepasa hacia el régimen de enunciados.
¿A qué remite esto? A una manera filosófica de hablar. A saber , ver y hablar
son elementos puros, forman parte de un análi sis de elem entos. Entonce s ,,ver »
no es un comportamiento, «hablar » no es una idea. No se trata de una historia
de las idea s o de una historia de los comportamientos. Se trata de elevars e
realmente hacia las condiciones, a saber, las visibilidades y los enunciado s.
Pero no hemos terminado. Lo anterior al menos no s ha vuelco más fuert es.
¿Fuert es para qué? Para evitar no un contrasentido sobr e foucault, sino más
bien una especie de mutilación. La mutilación con sistiría en hacer de Foucault,
en virtud d e la fuerza y de la originalidad de su teoría de los enunciados, de
la noción totalmente nueva que presenta del enunciado, un autor para el que
solo existen enunciado s, al punto de que lo visible no sería má s que residuos
de enunciados o ilusiones pro yectada s por el enunciado. ¿A qué sería reducido
Foucaulr en esre caso? Dig~moslo bien simple : :1 un filósofo del lenguaje, o
peor, a un filósofo analítico -entiendo por estu la filosofía analítica anglo-
americana-. Ahora bien , seguramente existen razone s para comparar a Foucault
con esros autores , tamo lingüisras como filósofos ana[írico s. Pero yo insisro, una
vez má s, sobre ese dualismo tan extraño , el dualism o visibilidad/ enunciado.
Sin duda algunos de ustedes vieron :1Fouc ault en vida . Bastaba verlo, creo,
para saber dos cosas. Para saber , por supuesto , qu e tenía una pasió n menos por
lo que decía él mismo que por lo que escuch:1ba decir. Pero tambi én tenía una
pasión por ver. Tenía una especie de genio visual, no menos que un genio para
[os enunciados. ¿Por qué digo esto y me refiero a una nora personal ? Porcp1e me
acuerdo de un texto en el qu e un comentador del Greco, el pintor, hablaba de
bs formas alargadas , de los cuerpos alargado s del Greco, y sug ería qu e estaban
en rebción con su astigmatismo !x_El Grec o ten fa astigm atismo. Eso plantea
un buen problema: ¿el alargamiento del cu erp o como técni ca pi ctó rica es un
efecto d el astigmatismo? No, ciertam ent e no. ¿Pero por qu é n o habría una
relación compleja entre ambos?
Bueno , yo insisto sobre la miopía de Fou caulr. Me refiero a st1 pasi ó n po r
ver. i Ha y qu e poner, se debe poner , es leg ítimo poner en relaci ón esta espe -
27
Clmr / _
cie de pasión por ver con lo que él encendía por «ver,,? Yo les decía que las
visibilidades de las que habla foucaulr no son cosas u objetos. Y podremos
jusrificarlo filosóficamenre. No pueden ser cosas u objeros, son algo disrinro.
¿Pero qué pasa cuando Foucault habla de ellas? Las expresiones que siempre se
repiten de manera constante son: «destello», «centelleo», ,,resplandor>•. Su estilo
mismo es un estilo de luz. La materialidad de su estilo era extraordinariamente
luminosa. Lo visible no es la cosa o el objeto , ni siquiera la cualidad. Lo visible
es lo destellante, lo centelleante, lo resplandeciente. Eso es una visibilidad .
Habrá que indagar por qué. Del mismo modo, les decía que los enunciados
son algo rotalmente distinto a palabras y frases.
Digo entonces que hay en foucault una pasión por ver, no menos que
una pasión por enunciar. Por eso es un gran descriptor d e cuadros. Si ustedes
quieren, enrre mis parejas podría hab t:r puesto-y la añ;¡do al final-descripción-
enunciación . Y una descripción es algo distinto de un enunciado. Foucault
realiza descripciones en toda su obra. Descripciones de cuadros -del cuadro
de Velázquez, del cuadro de Magritte -, pe ro también descripciones de la
prisión, desc ripciones del asilo. Respondo co n esto a la pregunta de cómo se
pu ede hablar de una visibilidad. Es que hablar d e una visibilidad es describir.
Y describir no es lo mismo que enunciar. Foucault camina sobre dos pies ,
sobre do s pies disimétricos, las descripcione s y los enunciados. De modo que
tendremo s que considerar qué es un cuadro, qu é es la teoría de las descripciones
en Foucault, y no solamente qué es la teoría d e los enunciados.
Dicho esto, va a parecer que digo lo contrario. Pero ha y que decirlo . No
dudo de que haya un primado de los enunciados. Los enunciados priman
sobre las visibilidades. ¿Pero qué qui ere decir que priman? Son probl emas
para el futuro. El primado de los enunciados sobre las visibilidades culmina
con La arqueología del saber. Pero Foucaulr jamás volverá. sobre este punto. En
efecto, en La arqueología del saber encu enrran una expresión muy curiosa : «lo
discursivo tiene relaciones discursivas con lo no-disomivo,/'J. No se pued e expresar
mejor el primado de lo discursivo. Lo discur sivo tien e relaciones discursivas
con lo no -discursiv o , es decir, el enunciado tien e relacione s enunciativas con
lo no- enunci ado, con lo visible.
Habd que decir que existe un primado de los enunciados. Pero lo qu e quiero
señalar es que el primado nunca quiso decir red ucribilidad. Les pido que ya
rt:Aexio nen sobre esto, pero nos ocupad enormem ente m~s adelant e. Es un
punto muy meticulo so , muy pre ciso. El prim ado nunca quiso de cir reducti-
hilidad. Y me parece evidente. Toda co mpr en sión de Foucault qu e traduzca
.., < :r. i'vlichel f0ucault. l.f.l nrq11eologin del saber, op. cit., p. 272.
Vrry hablar. A rq11l'11
logia. archil'o )' saber.
29
C/me J.
que están en cierta relación con otros pensadores. Habrá que ver más de cerca
qué es este tema de la disyunción fundamental ver-hablar.
Una vez más, parece una banalidad, o incluso algo discutible, pero piensen
qu e hace falta comprenderlo de cierta manera en el punto en el que estamos.
Lo que es interesante no es que ver y hablar no sean lo mismo. Lo importante
no es hablar y ver, sino a qué remite hablar y a qué remite ver. Puede ser que
ver y hablar vayan juntos, pero no van juntos aquello a lo que remite hablar
y aquello a lo que remite ver. Una vez dicho que, según Foucault, aquello a
lo que remite «ver>• son visibilidades y aquello a lo que remite «hablar » son
enunciados. Esto quiere decir entonces que entre las visibilidades y los enun-
ciados hay diferenci.1 de naturaleza, no hay isomorfismo.
¿Y qué ha mostrado Foucault en la Historia de la locura? Que no había
isomorfismo enrre el hospital y la medi cina. Cada uno posee su formación. El
hospital proviene de la policía, la sinrazón de la medicina. Del mismo modo,
la prisión proviene de lo disciplinario, b delincuencia de lo judicial. No hay
isomorfismo, no hay forma común.
Ahora bien, digo que esto deb e hacerno s pensar en otros autores. Ante
todo en Blanchot. Y Foucault ha señalado a menudo su reconocimiento, su
deuda con Blanchot. No es cuestión de considerarlo como un discípulo de
Blanchor. Yo creo más bien que hay un encuentro entr e los dos. Sobre todo
porque a partir de la misma tesis, «ver no es hablar», Foucault y Blanchoc van
a desarrollar el tema de maneras bastante diferentes . En efecto, aunque esto
recorre coda su obra, hay un gran texto de Blanchot que está entre sus página s
más bellas, que es un capítulo preciso de La conversación infinita, en la edición
Gallirnard: «Hablar no es ver,>'2. Advertirán que Blanchot no añ ade «ver no
es hablar, ,. Creo que le corresponde a Foucault hacer la recíproca «ver no es
habLir ». ¿Bajo qué condición , qué significa , rnál es la diferencia con Blan chor?
Poco importa, porque lo veremos más tarde. La relación con Blanchoc es un
problenu para nosotros.
Quienes estuvieron acá el año anterior quizá recuerd en que en contrarnos
el mismo régimen de disyunción encre ver y hablar a otro nivel, el del cine ''.
Y cuando trabajábamos sobre la palabra en el cine no s pareció que algunos
autore s del cine moderno hacían de la palabra y de lo sonoro un uso mu y
particular , en el sentido de que era un uso disyuntivo con la imagen visual, que
'·' M;1uricc Blanchot, L'emr etinz infi11i, Gallimard, Par is, 1969, "Parl er, ce n'est pas
rnir " kd. c1 , 1.: /.¡¡ cu1w1-rs,1ció12infi'nita, Madrid, Arena libros, 2008 ).
·.' 1)el, 11ft' ,t· r\' 11,:re al cuarto y úlrimo curso qu e dedi có al c in e , «C in e y p ensam-
'"'" " " • n11 re lirH·s d<' 1<)84y mediados de I 985.
i(I
Vrry hnblm : A rq11eol
ogi11,archil'o _)' .rabn
-- ---- ··-- --- -- - ------ - --
entr e la palabra y la ima gen visual había relac io nes de di syun ció n . N os pareció
qu e esro se verificaba, que era pr esentad o anee tod o po r tre s grandes au rores
actu ales.: los Srraub , Ma rguerit e Dur as, Sybe rberg. ¿Q ué es esca di syun ció n
ver-hablar? Co mo di ce M arguer ice Dur as, es co m o si hubi era dos filmes, el
film de las voces y el film visual. D os film es, es decir, sin isom orfism o. Y las
voces evoca n un aco nt ecimi ent o qu e no verem os, miencr as qu e la im age n
visual pr ese nt a luga res sin aconc ecimien cos, lu gares vacíos o mud os. Los qu e
lo han visco, pien sen po r ejemplo en India Sonl 4 , do nd e la im age n visual es
en viada de un lado y el filin de voz del otro .
Lo que se ve no resid e en lo qu e se di ce. Lo qu e se di ce no hace ver. Están
el ver y el d ecir, pero en una relación di syunci va. D icho de otro m od o, en
una no-rel ació n. Esca ex presió n in sólit a es de Blan chot. Dic e qu e entr e ver y
decir, entr e ve r y hablar, hay un a no-r elac ión. Y :i.ñade q ue esa n o- relación es
quizá m ás absolut a qu e cua lqui er relac ió n . Es curi oso. Si llegan a leer Estono
es u.na p ipa, verán qu e Foucaulc recom a la exp resió n «no- relació n,, dici end o
que entr e el dibuj o y su tírul o, es decir entr e lo vis ible y su enun ciado, h ay
un a no -re lación . D icho de ot ro m odo, hay di syun ción .
De acu erdo, hay di syunción. Pero se vuelve a caer sobr e el siguient e pun to:
esa no- relación debe ser de ciert a m anera un a relac ió n, y ser in cluso m ás p ro-
funda qu e cua lqui er relació n. Las do s fo rm as, la forma de lo visible y la form a
de lo enu nc iable, son irred uc tibl es. N o h ay co nformi da d , ni co rrespo nd encia,
ni iso m o rfismo . H ay no-rel ac ión , hay di syun ción . Y es pr ec iso qu e esa no-
relació n sea, de cierra m anera original y pa radójica, un a relac ión. Y no será
una relació n entr e dos form as, no será un a co n formi da d .
Adviert an en torn o de qu é se está gir and o: estamos de llen o en el pr oblem a
de la verdad cal como lo plant eará Fo uca ult. Pu esto q ue la ve rd ad siempr e fu e
defi ni da po r [;:i con fo rmidad , co n form ida d en cre la cosa y la repr esen ración,
con formid ad ent re el decir y el ver.
Ento nces, b pr im era tesis de Fo ucault es: heteroge neida d de las dos form as,
dif erencia de natur aleza . Lo qu e se ve no reside en lo que se d ice , y viceve rsa .
Segund a resis. ¿Q ué es p rim ero? La pr egunt a no se plant ea. H ay presup o-
sición recípr oca . Am bos se pr esup onen.
Te rcera tesis. N o obsta nt e hay un prim ado d el enun ciad o sob re lo visib le.
Volvem os a nu estro probl ema : ¿de dónd e prov iene ese p rim ado? O bserve n qu e
el prim ado no impli ca reducci ón alguna . D e acuerd o, los do s son irredu ctibl es,
pero un o prima sob re el o tro. Lejo s d e impl icar una red ucc ió n, el pr im ado
31
Clase l.
33
(/,¡g l.
29 de Octubre de 1985
¿Q ué tienen para decir sobre lo que deb emos hacer , sobre lo qu e hicimo s
la última vez? [silencio]Este trabajo debe implicar para usted es una espec ie
de colabo ración. Inclu so si no han leído a Foucault, se trata de que despierte
en ustedes comparaciones qu e hacer, o cosas de ese tipo en funci ó n de lo qu e
saben. Cua lquier cosa, y en cualquier dominio ... Les sonrío para alentarlos
[risas]... [silencio] Bueno, ya vendrá.
A los que están aquí por primera vez les pido que me entreguen un papelito
con nombre y dir ección, pero sobre todo con lo que hacen , qu é diplomatura ,
o lo que fuere , y cuáles son este año sus tema s de interés y de trabaj o. Despu és,
como no son muchos, de ser necesario los veré uno por uno.
Int ento recapitular. Nuestra sesión prec edente fue sobre el sigui ent e tem a:
¿qué es un archivo, qué es la arqueología según Foucaul t? Hemos extraído una
idea muy general. Ver y hablar , o más preci same nte -p ero este <•má s pre cisa-
ment e» ya debe parecemos muy important e; no estamo s aún en condiciones
de comprenderlo, solo sabemos qu e los términos que siguen son más pre cisos
que ver y hablar - ; decía que ver y hablar , o má s precisamente, lo visible y lo
en un ciab le, o si pr efieren, las visibilid:id es y los enun ciados, consriruy en dos
formas estab les en cada i:poca. Y qu e hn almenr e una gran pa rre de la ob ra de
Fou caulr -diría qu e desde Historia de la locurahasta Vigilary castigar- consiste
35
Un.,t2
- --- - -- -·- -- ···-- - -
en una rep arti ció n y un estatus de esas do s formas. No dig o qu e los lib ros d e
Foucau lt se redu zca n a eso , di go que lo implican . Conllevan esa di stribución
de dos formas, la for ma d e visibilidad y la forma de enunciabilidad, seg ún tal o
cu;:il épo ca . E insisrí;.ien q11e cierr as inrerpr er::ic ion es de Fo11ca ulr que s::icrific;.in
la concepción d e lo visible a una co nce pción d el enun ciado, d e lo enun c iabl e
o de lo d ecibl e, so n llevadas in evitablemente a mutilar el pensamiento de
Foucaulc. Lo visible y lo enunci able con stituyen , enton ces, d os formas est abl es
en c;:id a épo ca. Cas i habrí a que in ve rtir , inclu so: aquello que d efine un a época
es un campo complejo d e visibilidad y un régimen complejo d e enun ciado s.
En otros tér min os, una épo ca se define por lo que ve y por lo qu e di ce.
¿Q ué si~nifi c 1 enton ces «a rqu eolog ía»? Una disciplin a que a naliza los ar-
chivo s. ¿Y qué es un archi vo? Es la reco pilaci ó n audiovi sua l de un a ép oca , lo
visible y lo enun ci:ible. D esde ent o nces, un a épo ca, o lo qu e ahora pode mos
llam ar un a «forma c ió n hi stó rica», se d efi nirá a través de lo visible y de lo
enun ci;.1ble. Un:-1 époc;.i se d efine po r lo qu e ve} ' por lo q ue en un cia. Lo que
llam arem os una «forma ció n hi stó rica » -Fo ucaulr di ce a veces una «pos icivi-
d ad ,,- es el entr ecru zami ento d e d os fo rma s estab les en una época, lo visto y
lo dicho, lo visible y lo enunci ab le.
Fou cauh pu ede enton ces con siderar que una gran parr e d e su o bra es un
an:í lisis d e cierras forma cio n es hi stórica s. Por eso pu ede d ec ir al comie n zo d e
un libro rec ient e, de El uso de losplaceres: «Sí, coda un a parte de mis libro s
so n esrndios de hi sro ria >,1 • La forma ción hi stó rica se defin e por un régim en de
enun ciado s, por un ca mp o de v isibilidad . Lo cu al implica prin cipalm ent e que
las épo cas , las formacione s histó ricas no ve n lo mismo, no dicen lo mi smo.
Las visibilidad es y los enun ciado s son las variable s de cada forma ción. Va rían
de un:i formación a o rra. Lo vi mo s a propósiro d e do s libros que pr ese ntan
par alelos mu y sorpr end e nt es: Historia de la locuray Vigilar y castigar.
En Historia de la locum el hosp ital general es la visibilidad de la locu ra
en esa ép oc a, en el siglo XV II. El ho spital ge neral ha ce ver la loc un bajo cal
o cual espec ie visu al. Co mo di ce Foucault , h ay una «evidencia •>-tomando
«evidencia ,>en el sentid o d e un a v isibilid ad- d e la loc ura en el hosp ital gen eral
y en las condiciones d el hos pit al gene ral, a sabe r, agrupar a los locos co n los
vagab und os, los de sempl eados y los m endigo s. Es un a visibilidad d e la loc ur a.
La lurnr;:i se dej a ver en el mar co del h ospital genera l. El asilo es la prefigma ció n
de lo que se rá, en el tr a nscu rso del siglo X IX, el asilo psiquiátrico. v ofrece
una visibilidad comp letament e distinta, otra m anera d e ve r.
1
V,·r, la~c 1. 11ot a 2 1.
El sabery lm munáado.<.
: Fran¡;oi s Lehrun , Les hornm es et 111rnort en Anjou, a11xXV JJ et X'v7JJ siecles: bst1 i
de démogmph ie et de p~ychologie historiqucs, op. cit.
37
Ut1Jr.!
----------- - --- --
.",8
El s11bay !m ,·nu ,JL'irulos.
-- ·-·-
- -·-- . ···
-·----- ··--··· ---
. ·----·--· -- ---- -- -·- ·-- ·-·------------ - --- -
qc. ¿H3brá otros' Se puede ya plantear esre problema. Sin dudas habrá otros.
[ lt-sde el comienzo, ver y hablar, lo visible y lo enunciable, no agotan todo. Y
desde el principio de su obra Foucaulr es muy consciente de eso. Pero s1 hay
( ,1 ros ejes, habrá que preguntarse cuáles son los ví n cu los con las formaciones
1inman J\·1dv illc:, Pierre. o,: !he Amúiguitirs , Harpe r & Brothers, l 852, pp.
;;-.;' rn8.
39
C/(15e2
,í ()
El snbe1·y los muncindo.<
.
Vuelvo ento nce s a ha cer mi llamami ento: ¿hay intervenciones para este
primer punto sobre el archivo? ¿No? ¿No hay problema, no hay oscuridad?
¿Está muy claro? Entonces conti nuemos.
¿Cómo puede comp rend erse esca espec ie de identidad entre saber y forma-
ción histórica? La identidad entre el saber y la formac ión histórica es el archivo
mismo . ¿Pero cómo comp rende rla concretamente? Es que el sabe r no tiene
objeto ni sujeto. El saber, cal como Foucaulc lo concibe, no es conocimiento
de un objeto por un sujeto. _¿Qué es entonces? Por el momento solo hay qu e
dejarse llevar. Ya encontraremos nt1evas dificultade s en torno de qt1é es el saber,
pero por el momento vamos en bajada. Ya sabemos cómo definir el saber. No
tiene objero ni suj eto, tiene eleme ntos . Tiene dos elementos, lo visible y lo
enunciable. Me dirán que lo visible es su objeto y lo en unciable su sujeto.
No, no es verdad. Tiene do s elementos puros, abso lut amente irreductib les.
En otros términos, no hay nada bajo el saber o anees del saber .
Aquí hay que cuidar nu estras palabras. Porque lo que acabamos de sugerir
hace un rato es que habría dimen siones distinta s a la formación hi stórica y al
estrato. Entonces, si elsaber es uno con el estrato, con las formaciones históricas,
¿las otras dimensiones, los otros ejes que no se redu cen a la formació n hist órica,
tampoco se reducen al saber? No, sin duda no se reducen al saber. Pero no están
bajo ni antes del saber. ¿Podemos ya imaginar qu é serían esos otros ejes? Quizá
son extra-estrato o int er-estraco, pero no están bajo ni está n antes.
Esto es lo que exp lica algo en lo cual Foucaulr insistió desde el comienzo:
su oposición a la fenomenología. ¿Bajo qué forma? Según Foucault, no hay
experienc ia «salvaje» u «originaria ». Son término s emp leados por Merleau -
Poncy. Y Foucault , en repetidas ocasione s, se11ala su separación respecto de
cua lqui er fenomenología afirmando que no hay experiencia originaria . En la
Historia de Lalocura había todavía una ambigüedad, ciertas páginas podían
hacer creer en una experiencia origina ria de la locura . Es decir, cierras páginas
esta ban aún bajo la per spectiva de una fenomenología del loco. En La arqueo-
logiadel saber Foucault dice que no , que en codo caso eso nunca estuvo en su
espíritu. ¿Qué es lo que reemplaza a la fenomenología? Es, dice foucault, una
ep istemolog ía. Es decir, no h ay experiencia que no esté capeada en un sab er.
En ocros térm in os, sobre un estrato no hay má s que sabe r, todo es saber. Lo
cua l impli ca qu e «sab er», para Foucault , tendrá un sentido completamente
distinto de «conocen ,.
Intervención: (Inaudible)
Deleuze : ¿Que la frase «yo sé algo >,no es po sibl e? ¿Por qué? Sí es posible, ya
que los enunciados tienen objetos que les so n propios, que les pertenecen, que
41
no exisren fuera de di o:.. Son objetos di scursivos. Por otra part e, las mismas
visibilid ades tiene n objeros que les son propios. Saber es ver y enun ciar, es
com bin :ir lo visible y lo enunciab le. Ha y objeto s de visibilidad y objetos de
enunci:1c1ón, discursivos. Entonces, decir «yo en un cio algo» es perfectamente
posible. « Yoveo algo» es per fecramen Leposible. Por ejemp lo, «enuncio b de-
lin cuencia,,, ,,veo el crimen en prisión», ,,veo la locura en el ho spital general»,
,,enuncio la sinrazón ». La delinrnenc ia, la sinrazón, son objetos propiamente
discur sivos. La prisión , el ho spital genera l, son lugares de visibilidad. Perfec-
tamenr t puedo decir «veo algo», pero ese ,,algo» es interior al saber. No es un
objeto qu e existiría ind ependientemente del saber o que preexistiría al saber.
Puedo decir «yo sé algo)), una vez dicho que el «algo» es interior al saber, es
decir, es una variable del saber.
¿Qué quier e decir entonces que el saber no se reduce al conocimi enro ?
Más aun , hay una diferen cia raJ1c1l entre saber y ciencia. De modo que , si
se la toma en su sentido riguroso, en tanto concierne a la ciencia, habría que
retirar b pabbrJ que ac1bo de proponerles hace un momenta ., la palabra «epis-
temoiogí:1 ·•. De hech0, b epi sremología de foucaulc conc ierne al saber, y no
especiaimenr e a la cienc ia. Enron ces, <,saber»no es necesariamente científico
y no se reduce a un conoc imiento.
¿Q u~ quier e decir eso? Quiere decir que hay umbrales de enunciados.
¿Que es un umbral de enunciado? Es un nivel a partir del cual un enuncia -
do puede ser cu::ilific.1do como ral o cual. Hay por ejemp lo un umbral de
cienrifici<lad. El 11mbr:d de cienrihcidad debe ser definido por !os caracteres
a partir de los cuales los enunci:idos que !os posean serán llamados «cien-
tíficos » o ,,enunci:i<los de co nocimienro ". Má s aun, al ana liz;ulos Fouca ul r
di sringue vario s umbralt s que remiten a b ciencia: un umbral que llamará
«de epistemol ogizac ión », un umbral que llamará "de cientificidad >,y un um-
br al ,<de form:i.lización ». Las mat endticas , por ejemp lo, alcanzan el umbral
superior de la cienci :.1.,el de formalización. Orras ciencias no, se contentan
cc,n un nmbral de cienr iÍlcidad. Pero entonce s, si se define la ciencia como
un :11odo de s::iber, y decimos que el saber es todo enunciado en tanto qu e
combinable con vi~ibilidades, hay umbrale s de visibilid ad que hacen que la
visión JevL"nt;acientífica.
rse en la ciencia. Es mu y inter esant e esta co ncep -
Pero no ha.ce fo.Irae11foc:1
ción de i:oucaulr. Ya varnos ~1 ver por qu é. Pero ademá s abre la cuestión de los
umbrak s: ¿a putir de qué umbral un enun ciado deviene políti co, cuáles son
los um brale!>de roliriución de un enunciado? Voy a decir cosas muy simpl es,
pero que me parecen im ponances para el análisis de las formacione s histórica s.
Compr end:in que por el momento hay que ser muy prudentes .
42
El saber v los enunciado.-:
.
. ~ ----- -~ -- - - - -- - - -- - ------- ~
;1dq ui ere un valor estético '» signi fica «¿cuán do y cómo es q11e los enunc iados
sob re la naturaleza fran qu ean el umbral estéti co d e la época? ,,. ¿Y qué hay que
dec ir de la o pinión? Lo s enunciados de opinión tambi én tienen un umbr al. Y
lo mismo para las visibilid ad es. Las visib ilidades t:"1mbién tien en u n umbr al.
Esco m e p er mit e enriquecer la noc ió n preced ent e d e :1.rchivo. Hace u n
momenrn decía - y era la primera determina ción- que el archiYo es una estra -
1ificación, un estr;.1ro,un a formac ión h istó rica. Es dec ir -era h primera det er-
111in ación del estrato- que es un a combi n ació n de lo visib le y de lo enun ciab le.
Lso ya co nstitu ye cierto espeso r del estrato . Ahor a pued o añad ir que el estraco
l'\ un ap ilami ento de umbr ales diversam ent e orit:mado s. Y ven usted es que esto
l·nriqu ece la no ció n d e arqueología. Un apilami en to de umb raies diversamente
nri encados según los cuales los en un ciado s podrán ser llamado s «en unci ados
p()lític:os ,, de tal forma ción , ,,enun ciado s esréricos», uenun ci;1dos ciéntífi cos»,
v l c. Lo cual quizás nos permita precisar la idea d e un régim en de enun ciados.
43
C/,1se2
44
El sabn y los enunciado.<.
Vamo s muy suav em ent e en nue stro s aná lisis. <•Yo qu iero lo verd ade ro». No
pu ede ser un enunciad o . Sentim os ya qu e los e nunciados y las frases no van
a ser lo mismo . ¿Por qu é? Porqu e esta frase no m e dice gran cosa. Si les di go
qu e consideren la frase «yo qui ero lo verd ad ero», inm edi atam ente ti enen
gan as de saber quién pued e decir algo así. H ay mu chas p ersonas que pued en
dec irlo , pero son tan variada s . .. Aquí avan zamo s mu cho - siempre se avan za
cu and o un o menos se lo espera- ya que ¿n o h abrí a qu e decir q ue en la frase
<•yoq ui ero lo verdadero >,_hay tamos enunciado s co m o perso nas para dec irla? Al
mism o tiemp o reculamos, porque eso querría decir qu e el enun ciado depend e
d e q ui en di ce la frase. Qui zá, pero no solam ent e. D ejem os ent o nces esto a
un lado, to d avía no tenem os los recursos. Ha br á que volver sobr e este punt o,
será centra l para la cues ti ó n d e qu é es un enunciado , y d e cu ál es la di feren cia
entr e una frase y un enun ciado .
Vu elvo en to n ces a «yo qui ero lo verd ad ero ». ¿Qui é n dic e eso y qu é qui ere
d ecir cuando lo dice? ¿Cuál es su objeto ? V im os en qué sentido -p o r la pre gu nta
qu e m e pl ant eaban- se p odí a ha b lar d e un objeto, d e un ob jeto de enuncia d o ,
de un obj eto d e visibili da d . Cua n do Desc irr es dice «yo quiero lo verdad ero »,
no oculta lo que qui ere: qui ere la cosa en persona, q u iere la pres enci a. Quiere
la evidencia. Solo qu e no es posible llega r a la evidenci:i..Pero q uiere b cosa en
per sona, como idea , la cos a en sí mi sm a co mo idea. C ua nd o H u m e en el siglo
XVIII dice «yo quiero lo verdad ero ,>,¿qu é es lo qu e qui ere? Q uiere signos. O el
p ropi o Hobbes, contempor áneo de D escart es, q uiere signos . No q uie re la cosa
en p erso na , la cosa en persona no le dic e mu ch o , qui ere sign os a p arcir de los
cuales podrá inferir lo verdadero. Pero lo verda dero nu nca estar á da do, siem pre
será in ferid o a partir de-otra cosa. Cuanto m ás pr oba bl e sea la inf erencia, más
seg uro será. H e aquí qu e «qu erer lo verdadero ,, ha com enzad o a volve rse m ás
pr eciso . «Yo qui ero lo verdad ero ,, ya da lugar a do s familia s de enun ciad os.
H ay en f oucault un a idea co n muchos matic es qu e ti enen qu e tener en
ment e. Son d os cosas a la vez. ·1esis 1: cada épo ca, cad a form ación h istó rica
dic e tod o y mu estra to d o . Tesis 2 : las visibilid ad es y los enunciad os no está n
dad os inm edi atament e, h ay q ue extr ae rlos. Vam os entonc es a consid erar estos
dos aspecto s.
E[ primer aspecto es qu e no h ay sec reto, n o h ay n ada oculto. Esto qui ere
decir qu e si con sid eran los en un ciad os - entr e parént esis: cómo voy a enc o n-
trarlo s es un problem a qu e sur girá inm edi atamente des pu és- , ven bien que
todo está di cho. Si con sid eran las visibilidad es, está todo m ost rad o . Es evidente .
Inclu so ant es de saber qué es un en un c iad o o qué es u n a visib ilida d , es pr ec iso
desh ace rse d e las ideas pr econ cebid as qu e con siste n en cree r q ue los d iscur sos,
qu e [o di scur sivo, oculta.
45
Om1·.l
Por ejemplo, no hay que ser muy astuto para conocer las reglas que deter -
minan la politización de un enunciado, es decir su naturaleza políti ca. Not en
que los hombres polític os nunca mienten y que, en un sentido, dicen codo con
un cinismo radi cal. Es estúp ido decir que mienten. No mienten en absoluto .
·1omen la actual campañ a electoral. La derecha dice exactamente lo que nos
sucederá tra s las elecciones. Se sabe. Chirac no es en absoluto un ment iroso,
es veraz. No tienen necesida d de ocultarnos nada. Se sabe mu y bien lo que
nos va a suceder, no se nos oculta . No se nos oculta que los tipos jóvenes y
un poco morenos sufrirán controles de identidad. No se puede decir que no s
mienten, nos lo anuncian. No se puede decir qu e nos ocultan que la patronal
podrá despedir sin que el ministerio de trab ajo se inmiscuya. Los hombres
políticos dicen absolutamente codo, no tienen nada que ocultar. O en todo
caso, cuando tienen algo que ocultar se trat a de cosas totalmente personales:
cuando son corruptos, cuando roban dinero. Pero no nos referim os a eso, eso
no es lo important e, eso no es lo grave, sino sus program as. Y tien en siempre
una fidelidad abso l11t;1 para con sus programas.
Mu y al comienzo, cuando la mayoría de ustede s todavía no estaba aqu í,
tomaba otro caso: el discurso del Papa. Nunca hay qu e decir de un di scurso
ni qu e es mentiros o, ni que es insignificante y que habla po r ha blar. Cuando
el Papa habla de la Santa Virgen -y aquí también hay que tener en cuenta el
umbral de religio sida d de los en unciado s-, no habla por hablar ni repr esenta
un arcaísmo. Habla con exactitud, según las reglas del enunciado religioso .
Evidentemente él observa las reglas d el enunciado religioso, sin las cuale s
un enunciado no habría fra nqu eado el umbral de religiosidad. Lo mínimo
que se puede pedir es qu e el Papa logr e qu e sus en unciados franqueen el
umbral de religiosidad, sino ¿qué pasaría? [risas]El Papa no s di ce algo muy
importante. Nos dice que el ecu menismo, es decir una política religio sa
de unidad d el cristianismo , del catolicismo, del prote sta nti smo, etc., está
caduco, y qu e él reinrroduce la universalidad , el uni vers alismo propiamente
católico en contra del ecumenismo. En efecto , siend o que el prob lema de
la Virgen forma parte de los puntos de fricción ent re el catol icismo y la
Reforma, es ob vio que el amor intenso del Pap a po r Li virgen sign ifica algo
que los refor mado s, que los prot estantes captan cabalmente. Entonce s no
se puede decir qu e habla por hablar, sino que, conforme a las reglas según
las cuales un enunciado es religioso, dic e estrictamente codo. Y cuando besa
la tierra, y habla toda s las lengua s, y cuando necesita decir «buen día» cada
vez que desembar ca en un país hablando la lengua de ese país, tamp oco es,
como suele decir se, para dar espec táculo , sino para reivindicar el don de las
lengua s de los apó scoles. Y eso ti ene un sentido en la universalidad católica,
46
El saber y los l'mmcia dos.
---- --- - -- ------- --- ------
·• Cf. el inicio de Marce! Prousc, En busm del tiempo p erdido , romo 2: «A la sombra
de: las muchachas t:11 flur».
' Jean-Pierre Faye, Los lenguajes tot,zlita rios, Tauru s, Madrid, 1974 .
47
Clme 2
bien, esras reglas no están dadas, pero no son secreras, no esrán ocultas. No
están dadas porque son reglas. Las reglas no están dadas. Lo que está dado
son los productos, es decir los propios enunciados, incluso si se los encuentra
según las reglas.
Volv;.1mos al discurso del filánrropo, entonces. El primer gran caso de
análisis del discurso del filánrropo, es decir de l régimen de enunciados que le
corresponde, es la liberación de los locos al final del siglo XVIII y a comienzo s
del siglo XIX, casi simulráneamence en América y en Francia. En Francia está
Pinel, repmado como un gran filánrropo en la época, y que libera a los locos de
sus cadenas. Antes de venir revisé «Pinel » en el peque110 Larou sse. Dice: «Sus-
tituyó la violencia por la dulzura en los asilos>> . Por eso es un gran filántropo .
Hay una anécdota célebre, cuya fuente cita Foucault. Se trata del hijo de
Pinel, quien cuenta la entrevista grandiosa del monstruo deforme y del gran
filánrropo. Es el convencion;.11 Comhon, paralírico, regicida -había votado
la muerte de Luis XVI-. Estaba inválido, paralítico, se paseaba en su silla de
ruedas. Y Couchon visita a Pinel en el asilo, y le dic e: «Camarada, cú mismo
estás loco, pues me cuentan que quieres liberar a estas criaturas innobles ». Y
Pinel lo mira desde su altura y le di ce: «Sí ciudadano, y lo lograré ». Y el otro
le dice: «Que ce vaya bien, pero que no se te escapen ,,. Y el monstruo se va
empujado en su silla, y el gran filántropo acaba su obra, rompe las cadenas
de los locos.
Foucaulr 110está en contra, pero nos dice que no hay que quedarse sim-
plemente en este bello relato filial, sino que hay que ver las declaraciones del
propio Pinel. Esto nos interesa de manera directa, nos pone un poco en el
camino para encontrar enunciados. En sus declaraci ones Pinel h abla efecti -
vamente de liberar a los locos, de quitarle s sus cadenas. Es una doctrina, no
puede negarse . Y en efecto, los locos ya 110estarán encadenado s, o al menos
inmediatamente encadenados. ¿Pero qué reemplaza a las cade nas? Pinel no lo
oculta, todo el mécodo descansa sobre esto: es preciso que el loco sea cons-
tantemente visto, es decir vigilado, y constanteme nte ju zgado . Pin el lanza los
dos grandes términos que van a ponernos en la vía de los enunciados: mirada
y juicio. En otros términos, reemplaza las cadenas materiales por la mirada del
vigilante, la mirada perpetua del vigilante, y el juicio perpetuo del curador.
¿Por qué recalco esto? «Mirada» nos remite a visibilidad : que el loco sea visible
las veinticuatro horas del día. Y «juicio » remite a un tipo de enunciado. El
estatus de la locura queda definido en términos de visibilidad y de enunci ado.
Mirada perpe tua, juicio perpetuo.
Por un lado, enronces, aquello que parece pertenecer a la filantropía. Pri-
mero, suprimir las cadenas . Segundo, las aseveraciones constantes de Pinel d e
48
El sabery lo.<enunciados.
,pie el loco no es culpable de ser loco. En el siglo XVII, en los enun ciado s de
l.1sinrazón, el loco era efectivamente, de ci erta forma , culpable de ser loco ,
.1.,irnmo el apasionado era culpable de sus pasione s, culp ab le de no seguir a la
1.1 1 <lll. El conc epto de sinrazón aseguraba la cu lpabilidad. El loco es culpable
'· Cf. Michel Foucaulr , H istoria de la locura en la época clásica, op. cit. , ro mo 2,
1'· 222.
49
Clase2
- - - - -- ---
- Cf. ibídem , p. 22 1.
Ibídem, p. 228.
50
El .<
nba y lo.<enuncindo.,.
Del mismo modo , en Vigil ar y castigar encontrarán un largo análi sis del
discu rso del filánrrop o de pri sión. Es muy intere sante, porqu e en la mi sma
1·poca de la prisi ón - ya lo vimos- el derecho penal se convierte en un dere cho
l uyos enunciados son sobre la delincuencia. Ahora bien, «la delincuencia »
n una categoría nueva. Es un ob jeto de enunciado, lo que llamaba hac e un
momento un objeto di scursivo . En ese derecho penal, qu e sufr e en aqu el
11wmento toda una renovación, se ob serva ante todo una suavización de las
penas, de las sanciones. El filántropo logra una humanización de las sancio-
I1es, en especial el suplicio, que tiende a desapar ece r lentamente. La prisión
reemplaza al suplicio.
En efecto, en el momento en que no había prisión, las sancione s eran del
tip o suplicio, exilio, galeras , trab ajos forzados. La pri sión no es algo ne cesario
en un régim en de sanciones. Ha y derechos sin pri sion es. En todo caso, la
¡,risión no proviene del derecho . Foucaulr lo ha mo strado de manera defini-
1,va: el régimen penit enciario no proviene en absoluto del derecho. Aun m ás,
l1ay derechos qu e no inclu yen la prisi ón, o que solo la inclu yen en casos mu y
precisos, mu y raros . ¿Có mo se castiga en el siglo XVII? Existen las galeras, el
l'xilio, los suplicios. Eso ya cubre una enorme categoría de castigos . Las lettres
rlr cachet9 , donde sí hay encierro, son un caso que Foucault ha esmdiado mu y
1lc cerca. Ya volveremos sobre esta insticución muy extraúa de la monarquía
francesa. Es exactamente como el «internamient o voluntario » de hoy en dí a:
\e enci erra a alguien por pedido de la familia. M e par ece que el int ernamiento
voluntario actual en psiquiatría es el hered ero directo de las lettr es de cachet.
l\·ro la pri sió n no es necesaria en una escala de sanciones .
Y al mi smo tiemp o que se forma la prisión, el derecho penal sufr e modi-
licacione s por su cuenta , por su lado, de maner a indep endi ente. Ha y lo que
,e llama un a numeración de las pen as: en lugar de supliciar a las per so nas, se
lt.:s da dos años de prisi ón, rres años de prisión , ere. Discur so del filánrrop o.
Pero aquí también, dice Foucault , hay que mir ar m ás de cerca. Es fácil de ver
y está dicho . En los enunciados de la épo ca se insiste enorm ement e en que
b criminalid ad está cambiand o. Se continúa todavía en los enunciado s del
tip o Wesley1t'.
51
Clase 2
¿Qu é significa esta evo lució n de la criminalidad? Signifi ca que enrre el siglo
XV11y el siglo XV111hay un fenóm eno muy interesante, qu e fue analizado muy
bien por un histo riado r contemporán eo, mod erno , qu e se llam a Chaunu. Y
Chaunu cuenta una histori a muy inter esante 11• Dice que entre el siglo XVII y
el siglo XVIII -re sum o en líneas mu y generales su estudio- los crím enes cont ra
las personas experimentaron una regresión, pero en cambio se desarrollaron
enormemente los crímenes contra los bi enes. Ha y razones para ello, razones
de todo tipo. ¿Por qu é? ¿Qué implicaban los crímene s contra las per so nas ?
1odo el régim en del siglo XVII está mu y ligado todavía a crím enes rur ales, y
a bandas, a mesnada s, a rebelion es campe sin as, a grandes banda s. Pero suce de
qu e, de un siglo al otro, el modelo urbano se desarrolla mu cho, la circula ción
del din ero se desarrolla mucho , pululan por ejemplo las esta fas. Las grandes
banda s rurales están en vías de desaparición y, en lugar de ellas, tienen el
fenómeno de peque11:1sbandas urban as que se entregan más bien a crím enes
co ntr a los bi enes. Po r supu esto que siempre se nut a, pero la proporción ha
ca mbiad o mu cho . Entonc es, no es tan to que la justi cia se haya vuelto m eno s
severa. Al co nrr;ui o, en los enunciado s de la época se ve que la vieja ju sticia no
es lo sufici ent emente severa para esta nueva crimin alidad: en efecto, se traca
de pequ eñas estafas o de robos qu e, en el siglo XVII, ni siqui era se hubi eran
per seguid o. En un sentido , es un3. ju stici3. dema siado grand e como para captar
el de tal le de la crim inalidad. Co mprenden qu e cu ando la natur aleza d e los
crímene s cambi a y au m entan en una gran propor ció n los cr ímene s contra
los biene s, L:ijusticia se tiene qu e volver más fina, debe estrechar sus mallas.
Debe evaluar los crímenes y la delin cuen cia d e un a man era completamente
distint a. Aho ra b ien , la justicia del soberano , el modelo Real de la justicia,
no podí an capea rlo s. En función d e esta nu eva crimin alidad , hace falta un
reaju ste del pode r de castigar.
Y los enun cia do s del der echo van a traducir , no tanto un hum anismo , no
tanto un aumento en la suavidad de las costumbres. No, se trata de otra cosa.
Tampoco es crue ldad . Es un a especie de muta ció n , es decir un nu evo régi m en
de enun ciado concerniente a la criminalid ad. Es allí que va a apa recer el objeto
discur sivo «delincu enc ia,,. Se trata de captar en las malla s de la ju sticia todo
un domini o de «pequ eña » -ent re co millas- delin cuencia que esca paba a los
enunc iados preced ent es.
11
Cf. Pierr e Chau nu , Annrtles ele Normandi e, dond e P. Chau nu publi ca estudi os
demográfico s e hi stóri cos. C itado en va rias oc asio n es por M ichel Foucaulr en Vigilar
)' castigar , op. cit., pp. 69- 7 l.
52
El .<nbcrylos enu nciados.
--------------- ----------- - - --
¿Qué quiere decir esto? Quiere decir - y aquí invoco un tercer libro de
Foucault- que los enunciados del derecho , pero no solo del de recho, los
enunciados jurídicos, los enunciados polític os, inclu so los en u nciados técn icos,
van a cambiar sing ularmente de natur aleza, de régim en .
Te ndr emos que vo lver so bre todos esto s pt1nros, pero inrenro defin ir mu y
a gra nd es rasgos el pode r del soberano, qt1e se rermi na , dig amos, a fines del
siglo XVII, en las co nd icion es de la monarquía absoluta france sa. ¿Qué es el
pode r del so berano ? Se definiría como un derecho de exrrae r. Son en unciado s
de extra cc ión : la parte d el Rey, o la parte del señor. ¿Qué es lo que corre spo nd e
al se11or, extraído de la pr oducció n , extraído de la vida, extr aído de las riqu ezas?
¿Qué es lo que el señor tiene der echo de extraer? ¿Qu é es lo que el Rey, el
seño r de los se11ores,ti ene el derecho de extraer, tanto sob re los seño res co m o
sobre el pu eblo? Es un derecho de extra cción, es una operación de extracc ió n .
Por otra part e, ¿cuál es la mayor de las extracc ion es? La vid a. Es un derec ho
de mu erte, un d erecho de hacer mor ir. El sobe ran o es aqu el que exrrae y qu e
eventua lm ente dec ide sobr e la mu erte . Este es el viejo régimen de enun ciad o.
El enun ciado soberano distr ibuye las extraccio nes y dec ide eventualm ent e sob re
la muerte. Es decir, el soberano se pregunta: ¿te dejo vivir o decido tu mu ert e?
H acia el siglo XVI II co mienza u na mut ación - resumo muy burdamente-
que v:i a ca mbiar de m anera singub. r el régim en de enun ciado , en el aspecto
político, ju rídi co , reglam enta rio , técnico , etc . Ya no se trata de extraer, de
tomar su parte sobre la produ cción, sobr e la riqu eza. Se trata de hacer producir.
En otros términos , ha cer producir un efecto útil y mu ltip licar el efecto útil.
Oiría que ya no se mua d e un régim en de extracción, sino d e un régim en de
organ ización o de cuadriculado . El probl em a del poder ya no es qué extra er
de las fuer zas vivas, sino có m o componer las fuerza s vivas para qu e produzcan
al máxim o. En otros términ os, es un pro blema d e o rganización y de cuadri -
cu lado, ya no de ext racción . Si ustedes quier en , es lo qu e foucault llam ará
«en un ciados disc iplin arios», «enun ciad os de disciplin a,,, por opos ición a los
«enun ciad os de sobera nía». «Disciplinario » es un régim en de enunciado s, asi
como «soberanía ,, era un régim en de enunciados.
Para lelam ent e, el poder ya no es el derecho de hacer perec er. Así corno ya no
extrae, sino qu e organiza , hace producir y multiplic a lo produci do medi ante su
cuadri culado y su organización , el pod er ya no hace morir , ya no se da como
meta, ya no se da co mo propia la decisión eventual de hacer mor ir, sino qu e
se da co mo meta la gestión y el con trol de la vida. H ay qu e tomar esto mu y
concretam ent e, en las técni cas qu e comi enzan en el siglo XV III , qu e imp lican
toda la estadí stica de la vida, con el empl eo de probabi lid ades: cálculo de pro -
babilidad es qu e co nciern en a la riqu eza, a las poblaciones, inclu so a las cultu ras.
53
Cla.<e2
54
El snber y lo.<munciado.<
.
exista, dice Foucault, sino que la muerte es siempre el revés de lo que el poder
ha decidido sobre la vida. No era así para el Soberano.
Quiero decir que la muerte moderna, en su relación co n el poder, es el
holocausto. N o es la pena de mu erte , es el holo ca usto, es decir la desapar ición
de grupos enrero s. ¿Y por qu é el holocau sto es verdaderam ent e m ode rno, es la
infamia moderna ? Es mu y simple: no se puede concebir los holocausto s bajo
la vieja forma del Soberano «yo re condeno a mu erte». No se trat a de eso. N o
pu eden comprender el ex_terminio de un grupo, de un pueblo, de una nac ión ,
si no lo relacionan con las condiciones de vida que estima o se da a sí mi smo
el pueblo exterminador. Y creo que esta es una ob servac ión mu y, muy impor -
tante sobre la naturale za moderna de los holocausto s. A saber, los grupo s, los
pueblos exterminado s, son asimilados con microbio s, agentes in fecciosos que
amenazan la vida del pu eblo exte rminador. En otros términos, el exterminio
se produce en nombre de un vitali smo perverso, de un vitalismo propiamente
dem ent e. Tom en el exterminio de los judío s ejecutado por Hicler. ¿En nombr e
de qué se ha ce? El judío es asimilado a un agente patol óg ico, patógeno, qu e
amenaza la salud de la pura na ción aleman a. ¿Q ué reivindica Hicler? l a vida
y el espacio vital. Es en nombre de la vida, de una especie d e vitalismo de la
raza, de una especie d e vitalismo retorcido, que Hicler pro cede a la eliminaci ón
de los homo sexuales denunciad os entonces como agentes bact eriano s.
Es el tema de la vida y de la supervivencia. Las armas atómicas plantean
como condición de supervivencia la eliminación de pu ebl os enteros que serán
considerados como los age ntes infeccio sos de la vida de aquello s puebl os que
se sirven de las arma s atómi cas. La super v ivencia de la raza alemana ya era el
tema fund amental de Hitler. Todos los rema s de holo causto, de armamento
atómico -como dos rúbri cas mu y difer entes- se comprenden enterament e
en función de esca nu eva conc epción de la política como gestión y control
de la vida. ¿Si?
Intervención: (Inaudible)
Deleuze: la colonización de América . .. No puedo respond erle, tendría qu e
pensarlo ... No sé. Pero para plant ear la pregunta es preciso ya tener alguna
idea para una respu esta . Dí game su respuesta [risas].
Intervención: (Inaudible)
Deleuze : ¿Si ya exisría entonces el argumento de un espacio vital? ¡Me
sorprendería! D el mi sm o modo usted podría pr eguntarm e también si en las
colonias o pobla ciones de la Grecia antigua había ya un espacio vital. Yo le
contestaría que ciertamente no. Aunque hacía falta que expo nen población,
que exponen ciudadanos, no se hacía de nin gún modo en nomb re de un
55
Chue2
espacio viral. La idea de espacio vical aparece como tal en el siglo XIX. No
puedo respo nderle, pero es el ejemplo excele nt e de una investigación . Qui en
plante a la pregunta es quien debe responderl a. ReAexione sobr e esto y la
semana próxima no s dirá.
Para terminar esce punto quisiera leerles ese pasaje d e Fo ucaulr que me
parece mu y bello . Es l a voluntad de saber, págin as 179 y 180. Si int ento re-
sumir, el tema del pasaje es qu e en las sociedades mod erna s la pena de muerc e
individual tiend e a abolirs e y los holocaustos tiend en, por las misma s razones, a
desarrollarse. B Occidente conoció desde la época clásica una transformación muy
profunda de sus mecanismo s de pod er. la extracción tiende a no ser más la fo rm a
principal , sino solamente una pieza entre otras que poseenfun ciones de inci tación,
de reforzamiento .. . , etc. La extracción todavía existe para los impu estos . Pero
la verd adera forma del pod er es hoy: un poder destinado a producir foerzas, a
hacerlas crecery a ordenarlas, más que consagrado a obstaculizarlas, doblegarlas o
destruirlas. tl derecho de muert e tenderá desde entonces íl desplazarse, o al menos
a apoyarse sobre las exigencias de un poder que ante todo admin istra la vida y
se ordena en función de lo que ella reclama. Esta muerte qu e sefundaba sobre el
derecho del soberano a defenderse o a exigir que se lo defienda, 11a a aparecer ahora
como el simple reverso del derecho del cuerpo social a asegurar su vida, ma ntenerla
y desarrollarla. Sin emba rgo, lasguerras nunc a han sido más sangrientas que desde
el siglo XIX. e incluso, salvando las distancias, hasta ese momento los regímenes
nunca habían p racticado semejantes holocaustos sobre suspropi as poblaciones . Pero
eseformidable poder de mu erte - y es quizd lo que le da una parte de su fuerza
y del cinismo con el cual ha empuja do tan lejos sus prop ios limites- se da ahora
como el compl emento de un p oder que se ejerce positivamente sobre la 11 ida -n o
era el caso de la mu erte decidid a por el soberano-, que emprende la tarea de
ad min istrarla, aumentarla , multiplicarla, d e ejercer sobre ella controles pr ecisos
y regulaciones de conjunt o. l as guerras ya no se hacen en nombr e del soberano al
que hacefalta defmder , se hacen en nombre de la existencia de todos, se entrena a
pobl aciones entems para matarse recíprocamen te en nombre de la necesidad que
tienen de vivir. Las masacres se 11olvieronvitales. Es en tanto gerentes de la 11iday
de la supervi vencia, de los cuerposy de la raza, qu e tantos regímen es han pod ido
condu cir tantas guerras, haciendo mat ar tantos hombres. Y mediante un giro
que permite cerrar el cfrculo, cuan to más la tecnología mil itar ha hecho virar las
gue rras hacia la destrucción exhau stiva, más la decisión que las ahre y que acaba
por cerrarlas respond.e a la cuestión desnuda de la supervivencia . La situación
atómica estd hoy en la desembocadura de este proceso: el pod er de exponer a toda
una pobl ación a fa mu erte general es el reverso del pod er de garan tizar a otra su
56
El .rnbl'rylos enunciados.
1
~Michel f'ou caul r, Historia de la sexualidad. 1- La voluntad de saber, op. ci t .,
l'P· 164 - 167 .
57
Cla-<e
2
58
Clase 3
¿Cómo extraer enunciados?
Corpus y hay lenguaje.
Lo que estaría muy mal es que no tenga n ninguna pregunta. Pero puede
que las tengan y que se las guarden para ustedes ... Eso está muy bien [risas].
¿No hay necesidad de volver sobre algo, entonces?
Intervención: M e pregunto si no puede consider arse el régimen nazi como
un fenómeno colectivo de enfe rmedad.
Deleuze : Sí, ¿por qué no? Pero tiene poco que ver con Foucault. Estaría en
ust ed preguntarse en qué medida se pu eden consid erar fenómenos colectivos
como enfermedades. Yo no lo sé.
¿No hay entonces problemas respecto al punto en el que estamos, en lo
qu e conc ierne a Foucault?
Intervención : (inaudible)
Deleuze : Es mu y interesante lo que dice. A grandes rasgos, me dice que no
romo lo suficienreme nre en cuenra una evoluc ión en Foucrnlt, o los cambios,
o el progreso d e sus pasos.
Intervención: Utilicé la palabra ,,desplazamiento>, . . .
Deleuze : Sí . . . pero como es una palabra erudira ... En fin, no se are a la
palab ra ... Yo le diría que si se trata de come ntar ciertas nocio nes de Fou cault,
hay do s tar eas bastante diferente s -y sin embargo , hay qu e hacer ambas al
mismo tiemp o-. Una es intentar mostrar la nov edad d e las no cione s y sus
59
Clase3
60
¿Como exm1cr n1u11riado,;Corpus y hay lenf!.UªJt-
------~-----------
11.1 v;i sido preciso pasar a un problema del poder. Y esto, a mi modo de ver,
\ .1 está presente en la Historia de LaLocura.
Lo que ya está presente qesde la Historia de Lalocura, y de manera plena
,·11La arqueologíadel saber, no es un análisis del poder, que llegará después,
¡wro sí la necesidad de sobrepasar el enunciado hacia una instancia distinta.
\olo más adelante nos enceraremos de que esca orra instancia es la del poder,
¡ino la necesidad de sobrepasar el enunciado hacia otra instancia está plena-
lllrnte planteada en La arqueologíadel saber. Pero rodavía no se podía saber
, 11:ílera esa otra instancia. De modo que, cuando se descubra cuál es esa otra
i 11stancia mediante el análisis del poder, será como si se llenara una especie de
lihnco de La arqueologíadel saber. Entonces, ciertamente se puede hablar de
,kspbzamiento de un libro al otro, pero a condición, me parece, de aúadir
que cada vez que estos desplazamientos se efectúan, vienen a llenar un blanco
dl'I período precedente.
Ahora bien, me parece muy legítimo que algunos consideren que no le
.11rib11yo la suficiente importancia a la evolución. Y en efecro, no es lo que
lll;Ís me interesa. Lo que más me interesa, lo que quisiera decir, es que para mí
todos los nuevos concepros de Foucault se desarrollan sobre tres ejes. Es un
¡wnsamiento de tres ejes, es decir un pensamiento en el espacio, no un pen-
,;1miento sobre un plano. Digamos que hay un primer eje, saber, un segundo
l·jt·, poder, y un tercer eje, deseo.
Lo que quiero decir es que , sin embargo, ambas cosas son cierras. Es cierto
1 ¡11efoucault comienza por el eje del saber, después alcanza el eje del poder,
después explora el eje del deseo. Se dirá que de un eje al otro hay evolución,
l> en todo caso desplazamiento. Pero lo que a mí me interesa en lo que quiero
l1.1cereste año, no es el hecho de que pasa sucesivamente de un eje al otro,
,ino el conjunto de los tres ejes y cómo se distribuyen los nuevos conceptos
c·n función de esos eres ejes que constituyen un espacio.
No es entonces difícil que corrijan lo que digo a cada momento, reintro-
,luciendo la siguiente idea: «¡Ah, pero In comenzado por el saber!,,. Es decir,
,on correcciones que pueden hacer ustedes mismos ... y que pueden implicar
1nuchos cambios. Pero de todos modos no es deseable qu e tengan la misma
lectura que yo, seguramente que no. La lectura que yo les propongo es para
;1yudar a la vuestra. Lo Único que les pido es que tengan a bien considerar lo
61
ClmrJ
-- -- - -- - -- ---- •·- -----
qu e les propon go, pero en abso luto que me den la razón . Por el con trario,
h ace falta qu e con st ruyan , qu e hagan vuestra propi a lectur a.
Lo qu e abordam os la úlrim,1 vez es finalm ente apen.1s el comien zo de l.1
pr egunta que , a mi par ecer, es la más difícil en toda la obr a de Foucault : ¿qué
es un enunciado? Y parece qu e lo que dijimo s está mu y claro , pu esto qu e no
hay pregunta s, pero hay qu e proc eder suavem ent e. Vim os un prim er tema de
fou cault : los enunciado s de una époc a -pu esto qu e los enun ciados remit en a
formacione s históri cas, lo vimo s desd e el comi enzo- nun ca están ocultos. Y
sin emb argo - y amba s cosas deben sostenerse junt as- nunc a están inm edia-
tam ente dado s. Ya com o idea es complicada.
Los enun ciados nunca están ocult os. Lo vimos , no vuelvo sobr e eso por-
que todo va bien . Tod a époc a dice codo lo qu e tiene p ara decir, todo lo qu e
pu ed e decir. No octilta nad a o, por lo menos , lo que ocult a es completam ent e
secundari o, en el sentido de qu e la histori a nun ca se hizo a tr avés de sec retos
de Esta do. El secreto de Estado es ciert am ent e algo mu y pequ eño por relación
al movimiento de la histori a. A grand es rasgos, pod emos decir qu e un a época
di ce codo lo qu e tiene que dec ir. Lo hemos visto , lo desarro llamo s mu cho, así
qu e supon go qu e me lo con ceden , o más bien q ue se lo co nceden a Fou cault.
Pero esto no tendrí a sentid o algun o si él no aiiadi era: «Pero ¡atenció n!, eso
no qui ere decir qu e los enun ciados estén inm ediatam ent e dad os, es decir qu e
sean inm ediatament e legibles».
Enton ces se compli ca. Los enun ciad os no son secreto s, no están ocult os,
y sin emb argo no son inm ediatament e legibles. ¿Q u é qui ere d ecir esto ? Se
compr end e, pero tod avía de manera mu y vaga, si ustedes qui eren , lo qu e
Foucault está diciénd ono s: los enun ciado s nun ca están ocult os, pero atenció n,
solo los alcanzarán si se elevan hasta las cond iciones qu e permit en extr aerlos.
Pero esto nos arroj a un probl ema: ¿extraerlos de qu é? ¿Co mpr end en? Es po r
eso q ue vamos mu y suavement e.
D igo qu e los enun ciados nun ca está n on deos, pero que n o están inm ed ia-
tame nt e dados porqu e es p reciso extr aerlos. En efecto, el enun ciado sed un a
noc ió n original form ada po r Foucault. H ay qu e excraerlos. Pero, una vez más,
¿de qu é? Toda ép oca enun cia codo lo qu e tiene qu e enun ciar, pero si no se
elevan hasta las con d iciones del enun ciad o en dete rmin ada época, no tendr án
op o rtun idad de enco ntr arlo. En otr os términ os, todav ía h ace falta saber leer.
¿Pero q ué es leer para fouca ulr ? U na época no oc ult a nada . .. Sí, pero sólo
para el arqu eólogo qu e sabe leer los enun ciad os. El enun ciado debe ser leído,
es decir -e n este caso- excraído de algo. ¿De qué?
Es preciso qu e se adentr en en este p roblema. Poco im porta sí está n de
acuerdo o no co n el prob lema, no es nu estro asun to. Por un mo m ento es
62
¿Cómo l'xtmcr enunciados:' Corpu..-yhay lenguaje.
luy secreto. Pero el «no hay secreto>• es completado de inmediato por: «si no
,:1hcn leer los enunciados, nunca los encontrar:ín, hace falta extraerlos». Y la
.1rqueología será la extracción de los enunciados de una época, de una forma-
' 1<'>11histórica, en tanto que nunca están inmediatamente dados , en tanto que
11unca son inmediatamente legibles.
Pero entonces, ¿qué es lo que está inmediatamente dado? Quizá avancemos
,¡ nos preguntamos esto . La respuesta de Foucault sería que lo inmediata-
111entedado son palabras, frases, y en rigor -precisaré en un momento este
"v en rigor»- proposiciones. Y Foucault nos dic e: «¡Atención!, lo que llamo
"enunciado•>, lo que siento la necesidad de llamar «enunciado,>, no se reduce
.1 las palabras, ni a las frases, ni a las proposiciones, ni a los actos del habla ».
1-:nefecto, es en este semido que el concepto de enunciado en Foucault es
1:m original que hubiera podido también inventar un término nuevo para
designar eso. Pues Foucault no nos oculta que aquello que llama «enunciado »
110 se corresponde con nada de lo qu e nos hayan hablado hasta el momento
los lingüistas o los lógicos . Reivindica enconces una originalidad radical del
rnncepto de enunciado que nos propone. Y su tesis general será que el enun-
' iado no se reduce a las palabras, ni a las frases, ni a las proposiciones , ni a
los actos del habla.
¿Y entonces? En nuestra lenta progresión -que yo querría muy, muy lenra-
110s detenemo s un poco aquí. ¿Qué pod emos sacar? Saquemos provecho. Eso
63
Clme 3
«N oso tr os, los victori ano s». ¿Qu é se escu cha decir sobre el período viccoriano ,
por qu é nos int eresa? A menudo se nos dic e que es un período en el cual se
ejerce un a profunda repr esión de la sexualidad , y particul arm ent e qu e estab a
prohibido habl ar de ella. M ás aun, esca organi za cierta hist oria pre co ncebid a: se
nos d ice qu e en el siglo XIX no se habl aba o se hablab a poc o de la sexualid ad ,
y qu e lu ego llegó Freud . Semejant e conc epción es cu ant o meno s sospechosa .
Llegó Freud y finalm enr e habló de la sexualid ad , nos pu sim os a hablar de la
sexualid ad. Inm edi atament e se no s pre sent an probl em as.
Si tom o la propo sició n - no es un enunciad o-: «Llegó Freud y nos enseñó
qu e el niñ o, desde mu y pequ eño, ya tení a un a sexualidad », ¿qu é es lo qu e n os
percurb a? ¿Qu é es lo qu e per turb a a cu alqu ier alm a hon esta ant e sem ejant e
propo sición ? Pu ede ser qu e hoy ya no se la sosteng a, en gran parte grac ias a
Foucault . Y qu e ya no se la sostenga no quit a qu e se la h aya soste nid o en los
m anu ales de psicoa nálisis. H ace mu cho tiemp o las cos as se nos present aban
así. ¿Q u é es lo qu e inm ed i:u amenr e nos m olesta ? Cosa s d e las que casi es
vergo nzoso h ablar. U no se pregunta: ¿pero no había nodri zas en la época, no
habí a nadi e qu e cam b iara a un n iñ o pequ e110? ¿Qu é qui ere decir qu e no se
sabía qu e habí a una sexual idad in fantil o qu e no se hablab a de ella? C uand o
un a nodriza se en co ntr aba co n o tra, ¿no hablaban de los fenómenos de se-
xualid ad infantil en el bebé? ¿N o se hablaba a sí mi sma cu and o cambi aba al
chiquill o? Es extr año, ¿no les parece? Es cuanco m enos bastant e extraño. ¿Y
los fenóm enos de onani sm o? ¿No era co nocid o el onani sm o? Un o se di ce qu e
evid ent em ent e se conocía ... Ent onces, ¿era co nocido pero no se habl aba de ello?
Es to es Foucault pu ro. ¿En qu é sentid o? N o habr ía qu e aso mb rarse si Fo u-
cault nos dij era -a qu í lo hago hablar yo , pero ha y en él algo equi valent e- : «Le
doy m ás im po rtancia a un enun ciado de nod riza qu e al enu nc iado de un gran
psiqui atr a». Es dec ir, es pr eciso elegir los enun ciados a los que van a diri girse.
Y ya veremos la imp o rrancia de esto para la filosofía en general.
¿Qu é qui ere decir todo esto? H ay un libro qu e sale a fines del siglo XIX, qu e
se con virt ió en el gra n clásico de la época y qu e se realizó indepe ndi ente m ent e
de cu alqui er inA11 e ncia de Freud y del psicoa nálisis. Es el colosal. el enorm e lib ro
de Kraffr-E bin g q ue qu edó como la base de rodo, Psychopathiasexua/is1.Es mu y
int eresant e qu e el tí mi o esté en latín . Ap rovec hemo s el entu siasm o y vaya mos
hasta el subt ítu lo, que nos dice: «pa ra uso d e los j uri stas y de los médicos ».
Reco rremos el libro y vem os que es II na clasificac ió n de rodas las perve rsiones
sexuales existentes e imag inab les, con exposiciones de casos qu e, en su m ayor
part e, oc up an la tota lida d del siglo XIX. Aparecen allí los horro res mis grand es:
1
Richard von Kr;ifft-Ebin~. I'sychop1llhi11 alis, 1886.
Sex11
64
¿Cómo extraer ,'mmci ados>Corpu s y hay lrng11aje.
-- - ----- - -- - - - - - - -
.1111orco n cadáveres, amor po r los excrementos . . . Auténticas abominaciones
'I"(' l"St:in numeradas, con análisis de casos. Y cuando uno hoj ea estos análisis
d libro está en alemán, pero está traducido al francés en Payot -, no s vemos
\ 1 ,rpr endidos por el hech o de que de vez en cuando, en el momento qu e parece
.-1111 :ís impr esionant e, la frase se vuelve latina [risas]. ¿Es una auténtica manera
.11·ocultar? Tengan en cuenta que en la época el peor alumno de sec und aria
,rnía co nocimientos de latín. Segur am ent e imp o rt a que el subtítulo sea «para
11,n de los juri stas y de los mfdicos >, y que los enunci ados incluyan fragm ent os
1k l"rasesen latín. No pode mo s olvidarlo, no podemos obviarlo. Pero aparte
, k t·so, todo está dicho, tod o está enunciado . Y es el libro de la era vict or iana .
¿Comprenden de qu é nos esta mo s d ando cuenta? Si permane ce n en las
¡uLthra s y en las frases, tendrán la impr esió n d e que algo está oculto -y este
,., iodo el tema de ese primer capítulo, «No so tros, los victoriano s,>- . Y sí, hay
1>.1bbras prohibid as. Ha y frases m eta fo rizad as: só lo se hablar á de ta l o cual
65
C/.1.<c 3
1·ercer foco: la escuela . Hay que ser ciego a los enunciados, no saber leer.
no remitirse a los enunciados necesarios -ven que ya se bosqueja el método
de foucault- para creer que en la escuela del siglo XIX no se habla de sexua-
lid ad. En un sentido no se hace otra cosa. Sin dud a es para sancionarla, pero
como hay que sancionarla, canco más se hablará de ella . Tanto la vigilancia
de los nióo s como los reglamentos de las escuelas no cesan de hacer pulular
enunciados de sexualidad. Piense n en las condiciones del internado en el siglo
X]X, es evidente. Habría que ser idiota para cree r que no existe, canco en los
alumnos como en los supervisores, una produ cción incesante de enunciados
de sexualidad.
Y foucaulr toma parricularrnente el ejemplo de aquello qu e en pedagogía
se llamó los movimientos reformistas, en Alemania en el siglo XIX. Sobre todo
en torno de 1111 gran fiLínrropo de la época que se llamaba Basedow . Y relata
el éxito de la educación sexua l en el siglo XIX en torno de estos movimientos :
Para mostrar el éxito de la educación sexual que si' daha a los alumnos. Basedow
había invitado tl aquellos qut Alemania podía considerar como notables (Goethe
fue uno de lospocos en declinar la invit ación). Frente al público reunido. uno de
losprofesoresplantea r1 los dumnos preguntas escogidassobre los misterios del sexo,
del nacimiento, de la procreación: les hace comentar grabados que representan una
mujer preñada, una pareja, una runa. Las respuestasson lúcidas, sin vergüenza, ni
incomodidad Ninguna risa inoportuna llega para perturbarlas, salvojustamente
del lado de un público adulto, más infantil que lospropios niños, y al que el pro-
fesor reprende severamente. Uno creería que es un acta, un protocolo de 1960 .
En 1960. se ha dicho mucho que con los cursos de educación sexual eran los
pad res los que reían socarronamente, incómodos, y qu e los niños escuchaban
muy seriamente. Pero hay que ir más atrás , ya ocurría de este m odo en pleno
siglo XIX. Y Foucault, qu e en efecto no carece de estilo, añade esta frase, una
frase firmada ,,Fou caulr»: Por úlúmo se aplaude a aquellos niños mofletudos que,
frente a los mayores. trenzan con hábil saber las guirnaldas del discurso y del sextr .
Ret engamo s entonces, por un bdo, los eres focos de produ cció n de enun-
ciados, muy inde pe ndi ent es uno del otro: la Iglesia, con la institución de la
confesión , la políti ca de Estado, la escuela . Ha y muchos otros.
Por otro lado, quizá de allí proviene una de las tesis fundamentales para el
mom ento en que Foucault aborde dir ecta m ente la cuestión del poder -una
idea que nos so rpr end erá menos cuando lleguemo s a ese punto , pero será
dentro de mucho tiempo-. A sabe r, la tesis de que el poder no reprime, o
2 Michel foucaulc, H istoria df' la sexualidad. 1- La voluntad ele saber, op. cit. , pp.
:19--40.
66
¿Cómo extraer enunciados? Corpusy hay irnguajr.
,k que sólo reprime secundariamente. ¿Y qué hace? Hace algo mucho más
¡,, .. Cundo y sin duda más terrible que la represión: forma, modela. No hace
, .dlar, sino algo peor , hace hablar. El poder disciplina, normaliza. La represión
n, ompletamente secundaria por relación a las operaciones positivas del poder.
l·.Ipoder no reprime; disciplina, administra, controla, normaliza , etc. No hace
, .tilar, hace hablar. No impide actuar, hace actuar.
En otros términos, la sexualidad es ciertamente el secreto, pero el secreto
,, ,lo está allí para que se hable de él. El secreto designa simplemente cierto tipo
, k enunciados , cierta familiade en11nciados. No significa un in-enunciado o
1111 in-enunciable, sino un tipo particular de enunciados. El secreto es aquello
, k lu que se habla. Y la última frase de este capírulo al que me refiero dic e, en
di: cco: Lo propio de las sociedadesmodernas no es que hayan condenadoal srxo
,1 pamanecer en Lasombra, es qur se hayan condenadoa hablar de él haciéndolo
1•,tÍcr siempre como el secreto'.
Noten que acabarnos de dar un paso bastante con siderable . Y sin duda el
, wmplo de la sexualidad era parti cularmente impr esionante. Si se quedan en
l.1, palabras , ven que hay palabra s prohibidas. Si se quedan en las frases, ven
, ¡m: hay frases que solo se pueden pronunciar con met áforas, metafori zadas.
\i se quedan en las propo siciones, ven que ha y proposiciones reprimida s.
1-videnremente, pero son todo s efectos secundarios. De eso solo pueden
, t1ncluir que los enunciados no se reducen ni a las palabras, ni a las frases, ni
.1 las propo sicione s. Y si cuentan con los medios, si saben elevarse hasta los
n,unciados , ven entonces que los enunciados de una época pululan y que nada
,·,Lí oculto . El secreto no está ahí más que para traicionar se. Ni siquiera para
\1·1· rraicionado, sino para traicionar se a sí mismo . ¿Cuál es sino la operación
67
Clase3
68
; (.i,rpusy hay Lmg11a;e
¿Gimo extraer enu11cú1tlo.1 .
¡,11nleestudiar un a lengua de otro mod o. Entonc es, ha sta donde conozco, los
.! 1-.111h11 cionali sras d el ripo Bloomfield so n los únicos lingi iisras que reivindican
, ,plicicamente un co rpus. Es decir , para estudiar una lengua, cualquiera sea,
11.1< t· falta partir d e un corpus histór ico dete rminado o determinable.
¿C uál será d esd e enton ces el objeto de la lingüíst ica? De spe jar, en d ich o
, , ,rpus, lo qu e ellos llaman - segu ndo enc uentro con fo u ca ulc- << regularida-
.ln ,,. Despejar las reg ularidad es qu e co nciern en a los eleme n tos de l co rp us.
t ·,->mo concib en esta s reg ularid ad es es un problema compl eta mente distinto.
1\-ro cuando Foucault nos diga en La arqueologíadel saberque es impo sible
.ln rnbrir lo qu e es un enunciado si no se parce de un corpus determinado
<11rpus d e palab ras, d e fra ses, d e proposicio nes y de actos de h ab la-y cuando
11,><>diga- seg und o punto- que un enunciad o es u na regularidad, a tal punto
•p1t· hable de •<regularidad enunciativa », hará falta señala r respecto a esto su
, 1,,hlc encu entr o co n el di scribuci o nali smo.
1)ic ho esto, d os preguntas: ¿cómo co ncibe Foucaulc un co rpu s? Segund a
¡,1t·gunr a: ¿de qu é man era co n cibe 11na regularida d , la cual def-ine el en11nciado?
1 lcspeja r las reg ularid ade s de un corpus es la tar ea común qu e se proponen
l'>l()orn field y foucaulr. Pe ro plant eada esra ta rea com ú n, no hay nada má s en
, , t111ún.La s resp uestas de Foucault a las dos pr egunt as -¿cóm o determinar el
, "rpus ?, ¿có mo definir la regularidad enunc iar iva?- no rienen estrictamente
1i:1da que ver co n las de los lingü istas disrribucion alistas. ¿Co m prenden?
Volve m os enton ces a lo siguieme po rq u e es muy in teresante para la lin -
1·.11ist ica en gen eral. ¿De qu é quier en que hable un lingüista si no de un corpus
, lc1nmi nado , es decir; de un co njunto finito d e p alabras, frases y propo sic io-
11t·,;,Solo que no lo di ce , o hace como si no lo hi ciera . ¿Por qué? Es allí que
l.1 lingüí sti ca es reto rcida [risas]. ¡No está b ien eso! Oculran el corpus del que
¡•.1ncn . ¿Por qu é? Qu izá po rque ti enen preren sio nes form alistas . El análisis d e
l.1, proposiciones reivindica una forma lización. Le co n vie ne ocu ltar su co rpus,
,¡ltt· es un mat erial irr educrible. En otros tér mino s, ¿de qué se oc u pa ant e
1"do el an álisis d e las proposiciones? De enge ndrar proposi cio nes p osib les,
1l1tkp endi encemente d e la cuestión de si corres po nd en a actos de l habla, a
l 1.1~cs que efectivamente fueron formuladas. El análi sis proposicional no puede
l1.1tn diferencia entre lo posi b le y lo real. Entonces, al tiempo qu e parte d e
1111 corpus det erminado , hará como si no partiera d e él. La pret en sión d e la
1111 ¡!.iiÍscica de elevarse hasta la lengua y los fenómenos prop ios del lenguaje,
lun · que a su vez oc ul te el corpus del que parte.
rJ psicoanálisis tamb ié n parte de un corp us. Dir ía qu e el corpus analítico
, , el conj unto de las palabra s y las frases efect ivamente formu lada s por un
¡ • 1cicnte determinado . Lo que dic e el pacient e. Pero es bien sabido que cuando
69
Uase 3
- -- - - - --·--·----·-·-- ·- -·- - - ·-- -·- - -- -- -
el paciente formula una frase, el an alista la sustitu ye por otra. Aun más, es
sabido que el análisis elaborará, con esca intención, un a teoría llamada «de la
doble inscripción ». Es decir, a una frase inscrita en el sistema preconsciente
corre sponde, según leyes de interpretación, otra frase inscrita en el sistema
incon sciente. Esta teoría de la doble inscripción es muy famosa y es retoma-
da en lo que se llama la «hipótesis tópica" en Freud. Dos in scripcion es que
corresponden a dos frases diferente s. Desde entonces, y aunque parca de un
corpus determinado, finito , el psicoanálisi s forzosamente oc u lta tambi én de
manera constante el co rpus del qu e part e, puesro que quiere llegar a frases de
otro tipo, es decir, de otro nivel de inscri pción.
De modo qu e foucault puede decir en La arqueologíadel saber: «Todos los
lingüistas parren constantemente de un co rpus determinad o y finito, pero lo
ocultan,>4. Nos ha parecido que hay que co rregir esa tesis de Foucault: todos,
salvo los disrribucionalistas. De todos m odos, no cambia mu cho las cosas.
Entonces, es pr eciso parrir de un corpus. Y es preciso no oetiltarlo. Al
co ntrario, solo encontraremo s los enunciados si esta mos en condicione s de
d:u las regb s de formación del corpus, b s regb s de constitución del corpus
seleccionado.
Y esto se vuelve muy, muy concreto, si quieren que foucrnlt les sirva para
algo en vuestros propios trabajos. Ustedes tienen un problema. Po r ejemp lo,
¿qué es Dios? O uno m ás pequeflo ... eh ... no se me oc urr e uno m ás pequeúo,
así qu e completen usted es ... [risas] Por ejemplo, ¿qué es un sacerdote? ... O
el problema qu e sea .. . Foucault les dirfa que no avanza rán , qu e no podrán
en unciar nada si no han constituido vuestro corpus histórico. No digo que haya
que permanecer en dicho corpu s, pero ha y que constituir un cor pu s histórico.
Ahora bien, los corptts firmados «Fo ucaulr » son muy, mu y curiosos, por-
que ahí ya hay todo tipo de cosas que es preciso que sientan, que no son del
dominio de si tien e razón o no . Es preciso que sientan su originalidad . Y es
preci~o saber si esta originalidad les conviene . Si no, buscarán otro s autores.
Porqu e hay una marca de Foucault en la constitución de los corpus, y es por
eso que ya no tiene nada qu e ver con BloomfielJ .
No tengo p:ira esto soluciones ya h echas , pero lo que int ento d ecir - voy
muy rápidament e- es que Fouc:iult busca siempre lo que un discípulo su yo,
han~ois Ewald, llam ó «enunciados sin referencia ,,5 . C reo qu e el término es
bastante justo si uno explica el gusro de Foucault. Es mu y impre sionant e que
70
¿Lomo extraer enunci ad11_,; r :orpw y hay leng uaje.
n ¡w11mcnte en su obra un gusto a prim era vista casi desmed ido por auto res
11111 v poco cono cidos, e inclu so tan po co conocid os que a veces rozan el ano -
1111 11.110 . Es casi de l nivel, es apenas di ferent e de un «se dice en tal époc a/'.
1\1ido mis palabras porqu e solo pod remo s sacar provech o de esto más tarde,
¡..-1" ¿es por azar qu e Foucault desarrollará despu és coda una teoría del «se»
, 1111 1<1siendo infinit am ente m ás profundo qu e el yo o el rú , )' qu e se opondrá
11nd;1personología lingüística, del tipo Benveniste, precisament e porqu e par a
l 1111l ault la tercera persona _esla única verdad era persona?
H11 eno, ahí d i un paso de más. Es preciso qu e sientan qu e no hay que ir
.J, 11usiado de prisa . Retiro lo qu e dije. Estoy mu y contento de habe rlo dich o,
¡,,·11,lo ret iro de inm ed iato . Vuelvo al tema, me calm o .. .
,:(¿u é quier e deci r enunciado s sin referente, sin refere ncia? En efecto,
h111c·:11drcita basranre poco a los grandes nlósofos. Y esu se le ha reprochado
111111 ho. No es po rqu e no los cono zca, los co noce ad mirabl emente. Pero no
I, ,, t ita. ¿Es por coqu etería? Los conoce, e inclu so yo sup ongo qu e su rebc ión
, .. 11 los grand es filósofos nutr e los nue vos con ceptos q11efurm;i, co menzando
•· ( h1 dit i, telle époqul'. On ,·~un prun om brt' pt'rsunal in<ldini<lo de rercna person:t que
"" 1 il'IIL' equ ivalenre exact o en cas tellan o. E n c ie nos usos cstilí sricos p11cde repre sent ar
"" ·', , varia~ per sonas ck rermin adas - prim e ra, segunda o rern:ra p1.:rsona d el sin gu lar o <ld
1•1111:ti--. p ero lo rek van rc parad arg u menro que D el..:m.e anun cia, pe ro d esarro llará recién
. 11 L1. , clases 4 y 5- es qu e se ur ili,.a pr inc ipalm..:lllt.: para se 1íala r l:i imlc1 ..:rmi n ació n del
.,q,·111 , ral como nu esrro pronom bre ind eterrn in ;Hlo " 11110 •· y nue str o pm110 111 1Hc' per.,o n al
·, .. . ( )pr a m os por tradu cirlo siempr e por «se,, - a11nt¡ue p ueda im p lica r en alg un os casos
, " 11" forzam it:nr o- pa ra qu e d kct o r pueda seg uir su u~n en el texw. 1Nor a d el rradu c ro r].
( J. Gahrid Tarde, Lm /~ves socia/('s, Sopena, Barcelona , 1906, p. 112.
71
Umr 3
72
¿Como o:rrt1rr munciados? Corp u, y hay lmgunj r.
111i ció n muy, muy confusa. Para un enunciado hay mil maneras de remitir a un
·.11jl·to. No hay una manera unívoca de remitir a un sujeto. Hay mil maneras,
1<,dn depende del tipo de enunciados. Del mismo modo, no pueden decir
,¡11L· el juez que dicta un fallo sea autor del fallo, encontrarán otra palabra.
No pueden decir que el perito que aporta una pericia sea autor de la pericia,
, 11rnntrarán otra palabra . Pero esas palabra s tendrán mucha importancia.
l·n un texto intitulado preci sa ment e ¿Qué es un autor?11 , Foucault dirá: «Si
11,tl'J escribe una cana, usted no es autor de la carta. ¿Qué es usted? Usted
,·, , i~natario de la carta» 12. Si les gustan las palabras, es preciso retener todas
"u~. ¿Cuándo se dirá «usted es autor de la carra ,,? Si usted pasa por la justicia ,
'.I L·s una cana anónima, si se la considera co m o un deliro. En ese momento
11\ledserá autor, en el sentido de autor de un delito. Es decir que los términos
".111cor»o «sujeto » pueden tener tantos , tan ros sentidos . ..
En cualquier caso, ven que vuestro corpus se forma con enunciados sin
1d~-rc:ncia, es decir que no remiten a un autor d eterm inado y que no poseen
111 ü•s:1ri:1mente un sujeto unívoco. Es por eso que tomo como ejem plos
, Lives -:iunque Foucault no se haya intere sado tanto por ellos- las frases y
11·\ tos d e nodrizas, los actos de habla en el momento en que dos nodri zas se
, 11L 11encran y hablan de los chicos de los que respectivamente se ocup:in. Esto
·.11pone, claro, que vayamos a consultar archivos. La Historia de la locura es
, 111n:1me nt e constitución de un corpus de los enunciados sobre la locura en el
, i¡Jo XVII. ¿Y de dónde pro vienen? De la policía, de la medicina de la época .
Y como dice Foucault - y en ese momento tiene incluso una gran alegría-
''º" t:nunciados de la medicin a de la época le deben muy poco a Descanesu .
11
Michd Foucault, «Q u'cst-cc qu 'un aureur? ,, e n Dit.i et Écrits, pp. 789-812. (Ed.
1 ·.1\1. : Mich e l Foucault, «¿Q ué es un amor? ,,, Revi sta Lirora/25/26, 1995).
' · !hírlem, p. 46.
' ' En cu :rnto a la relació n de Dt.·scartes, y del ra cion alis111
0 en genera l, con la locura,
,f /\.lichd i-:oucault , Historia de 111locura en la épom cltisica, tomo 1, capíru lo Il: «El
, ·. 1. 111 encierro,,, pp . 75-79.
73
Clme3
------ ···-
en un ciados jurídico s co rrientes en la época. En ese caso sí form ará parte del
corpus, pero de lo co ntrario ni siquiera iremo s a buscar a grandes juristas,
iremo s a busc ar a la nodri za, al experto, al comisario de barrio, al guardia de
prisión, etcétera, para ver qué enunciados producen .
Ustedes me preguntar:ín si ento nces queda todo librado a la intuición . Sin
duda hace falta mu cha intuición para formar el corpus. Pero no , no qu eda
librado a b intui ció n, hay un pequeño punto metodológico. No podremos
des:i.rrollarlo ahora, pero hay que decirlo, para más adelante. ¿Q ué es el méto-
do ? Para formar mi cor pu s de frases, proposiciones y palabras, es preciso que
tenga una regla qu e no sup onga las frases, las propos icio nes y las pabbras, sino
que se dirija a otra dimen sión . ¿Co mprend en ? No tengo elecció n. A meno s
que encuentren otro m étodo ... Es po sible, pero en ese momento estarán
aba.ndon;.rndo a Foucault.
Si fou caulc tenía esca idea d esde el prin cipio, si neces itó tiempo, si la tenía
a medias, no completamente, po co, mucho, todos esos son problemas que a
fin de cuent as no me parecen ran imponanre s. Pero solo lle~ará a pasarla en
limpio poco a poco.
¿Cuá l es su idea? Para saber a qu é conjunto de frases hay que dirigirse para
fornur un co rpus sobre sexua lidad en el siglo XIX -conjunto muy diverso,
puesto qu e son frases de nodriza s, de expertos, de jueces , de escolares, de profe-
so res, ere.- , es preciso dirigir se a algo qu e no es ni palabra, ni frase; ni siqu iera
enunciado, puesto qu e lo que bu scarnos es saber qué es un enu nciado. Si la do y
de man era brutal, la respuesta de Foucault, cu ando llegue a tenerla plenamente,
será que hace falta que localicen los focos de poder que son productor es de
dicha s frases, los focos de poder en torno de los cuales se organizan las palabras,
las frases y las proposicion es. Ven que da una respuesta muy, muy interesant e.
¿Podía darla desde el comie nzo? El hecho es que en La arqueologzadel saber
no la da de manera explícicJ . Nos queda la dudJ, tenemos la impresión de q ue
la elección del cor pu s qu edJ librada a la intui ció n. Y Jtmq ue nos digamos que
no , que él ya tie ne un m étodo, no lo dice.
1
" No yueda mu y claro, pt ro es probabl e que Ddeuze se refi era aqui a la
Afetap/~ysische
Anfongsgriinde der Rechtslehre, de 1797.
74
Corpus y hay leng11n
¿Ciimo cxtmrr m uncit1dos> jr.
75
Cfag 3
76
¿Cámo rxtrarr enunciados , Corpus y hay lmgua;e.
huna frase. Aquí vamos a ver de maravill a que si es una frase, no es un enun-
' 1.1t!o. Se puede mostrar que es una frase aunque no ha ya verbo. El análisis
¡11llposicional lo demuestra fácilmente.
"Los loco s al asilo». ¿En qué sentido esta frase forma parte de un corpus ?
1\ rni modo de ver, forma parte de al meno s tres corpus, y so n tres corpus
, Pmpl etamente diferentes.
Primer co rpu s. «Los locos al asilo » significa que no hay qHe m ezcla r los
1,,cns con los vaga bundo s, p~es los vagabundos no lo merec en. Los vagabundos
mer ecen un tratami ento especial qu e debe distinguirlos de los locos. Es una
\'ngü en za para los vagabundos qu e se los m eta en los mismos lu gares que a
lo .\ locos, Les da miedo , corren el riesgo de padecer las crisis vio lent as de los
locos, etc. Yo diría que hay aquí un prim er enunciado para la frase «los locos
.ti asilo». El primer enunciado es: «separemos a los locos y a los vagabundos,
¡)ucs es injusto poner a los vaga bundos con locos ».
Segundo enunciado para la misma frase, «los locos al asilo». Esrn vez significa
ji1slo lo contrario. Es preciso separar a los locos de los vagabundos pu esco que
los locos merecen cuidados especiales . Esta vez es en no mbr e de los locos qu e
\t ' reclama la separación de los locos d e los vagabundos. Es otro enunciado.
'!erc er caso. Aviso que este no era considerado por Foucault , p ero no tiene
importan cia . Te rce r caso, manifestación reaccio naria d e hoy en día. «Los lo-
' us al asilo» sign ifica: «Reco nstruyamos los viejos asilos. Parem os las terapias
h:mial es, reco nstitu yamos el viejo asilo». Es una proposición qu e se podrá
11:imar «reaccionaria » en cuanto a la evolución de las relaci o n es con la locur a.
0
/\bajo la sec co rizac ió n , vo lvamo s a los viejos asilos ». Es un terc er enunci ad o .
Pero nos atenemo s a los dos prim eros . El primero , separar a los locos de
1,,s vaga bundo s pues los vagabundos no merecen ser mezclados con los locos,
('\ lo qu e se dic e d e man era bastant e corriente ya en el siglo XVIII. El otro
rnunciado , sepa rar los vagab und os de los loco s porqu e los locos merecen
rnidado s especiales - y esta vez la separación se ha ce en favo r de los locos-, es
1111 enunciado qu e aparece reci én en el siglo XIX. Yo d iría que no perten ecen
.ti mismo corpus. Ambos p ert ene cen a un co rpu s de la loc ura , pero no forman
¡);ute del mismo régimen de enunciado. El primero pertenece al corpus siglo
\VIII , el segundo a un corpus siglo XIX.
Ven entonce s en qué sentido yo diría qu e efec tiva ment e h ay en Foucault
1111aevolución. Una vez más, para comprend er lo qu e él llama «los focos de
¡)oder y d e resistencia,, habrá que esperar a Vigilary castigar y La voluntad de
,,,her. Pero la dererminación de un corpus, qu e ya se exige d esd e La arqueologi'a
1/d saber, solo pu ede realizars e si se hacen int ervenir rales focos. Us ted es m e
dir::in: «Pero si ya los hace intervenir en La arqueología, ¿cóm o los ll:11na?».
77
Cln.<
r3
·--- -- ------ - -- --- --- -
Está muy bien. Si encontramos eso, al menos tendremos una hipótesis sobre
las transformaciones de Foucault . ¿Y conservará luego su sent ido esa primera
denominación en La arqueología? En mi opinión, sí. Les da un nombre muy
panicul ar que solo podr emos comprender más carde, los llama «singu larida-
des >•.Para constituir un corpus hace falca en prim er lugar haber localizado
cieno número de singularidades . Escas singularidades son lo que má s tarde
Foucault descubrirá como focos de poder y de resistencia. ¿Por qué les llama
«singularidades »? Por el momento no lo considero , no podremos verlo hasta
que sepamos lo que es un enunciado.
Por supuesto que no se erata de aplicar. No obtendrán un corpus aplicando
las reglas de Foucault. Hay que ponerle invención, es un m étodo de invención,
son reglas de invención . Lo que Foucault les propone, ent onces, es que consti-
tuyan vuestros probl emas, un campo problemático. Y la prim era determina ción
de un c:1.mpo problemático será la constitución del corpus correspondient e.
H e terminado entonces con el primer punto . Ya no me encuentro frente
a la inmen sidad , frente a la infinid ad de lo que es di cho en un a época, m e
encuentro frente a cor pus espec ializado s. En última insta ncia , me encuentro
frente al corpus de la época. Por grande qu e sea, será -de derecho- un número
finito d e palabras , de frases, de propo sicio nes y de actos de habla.
De allí un segundo punto . Ven ustedes que nu estra tarea ya está tra zada:
¿cómo vamos a extra er enunciados? Lo único que sabe mos es que para po-
der tener la mínima oportunidad de extraer los enunciados a parti r de las
palabras, de Lis frases y de las propo siciones, hacía falta constituir un corpus
especiali zado.
Dig o de inm edi ato que el segundo paso de Foucaulc - y solo hay tres- me
interesa mucho, pero va a pa recer muy decepc ionant e. Pero ju sta ment e,
cuanto m ás decepcio n ant e parece, mejor es. El tercer paso va a ser lumino so.
El segundo paso cons iste en lo sigui ente. Foucaulr nos di ce que finalmente
un corpu s im plica cierta manera de ser del lengu aje en su totalidad. Esto
parece dec epcio nante, puesto que teníamos la noci ó n mu y espec ializad a de
corpu s, y desembo camo s en consideraciones sobre el lengu aje en su totalidad ,
cuando creíamo s qu e el corpus estaba hecho para conjur arlas. Por eso hay qu e
preguntar se qu é quiere decir Fou cau lt.
Agrup o los textos. En La arqueología del saber, páginas 145-148, texto
esencial, Fouca ult di ce que hay que tomar conciencia de esto : «hay leng uaj e» 15 .
El hay lenguajt. El lenguaj e es un hay. ¿Q ué qui ere d ecir semejante cosa?
Creo que en Las p alabras y las cosas, libro ant er ior a la arqueología, ya estaba
1
' Michel Foucaulr, La arqueologíadel saber, op. cit., p. 188.
78
_ _ _ _ _ __ _ _ _ __ _ _ ¿_C_ó,_11_0 _cx~mcr enrmcir1dos) Corpu s y hay lmg 11{1J
e:
l., misma idea, pero bajo otro nombre. No era el hay lenguaje, sino el ser del
lt11~uaje. Es una expresión insólita: «un ser del lenguaje ». Esta vez, páginas
·,/ -59, 316-318, 395-397 16• ¿Cómo olvidar que en Husserl y en Merleau-
l'o1ny encuentran otra expresión insólita: «el ser- lenguaje, ,? ¿Qué quiere decir
1111 ser-lenguaje, un ser del lenguaje, el hay lenguaje?
1
'' Mi chel Fou caulr, Las palabrasy las cosm, op . cit. , por ejemplo pp. 49 -52 , 288 -
.'.'JO, 370-372.
17
Mí chel Foucault, La arqueologíadel saber, op. cit ., p. 188.
79
Clme3
cesa de explicar que las cosas solo existen en estado disperso, diseminado. Si
emplea la palabra «agrupamiento •>en estos textos de Las palabras y Lascosas,
es porque tiene una razón important e. ¿Qué quiere decir un «agrupamiento»
del lenguaje, que el ser-lenguaje es un agrupamiento del lenguaj e?
Y bien, co ntrariamente a lo que sucede en Husserl o en Merleau-Ponty, el
ser-lenguaje o el ser del lenguaje, es además histórico. Es decir, el ser-lenguaje
es siempre un modo de ser, una forma de agrupar el lenguaje, y es una forma
propia de una época, es decir, de una formación histórica. lodo pasa como
si cada formación histórica tuviera su maner a de agrupar el lenguaje en un
hay lenguaj e. Esto es interesante porque abre un nuevo campo de estudios
comparativos. Se podrán distinguir las grandes formaciones históricas -entre
otras cosas, no solamente- por su manera de agrupar el lenguaje . El lenguaje,
el hay lenguaje , el hay del lenguaje, nunca será separable de tal o cual modo
que adopta en determin ada formación histórica.
Me dirán que dé ejemplos . Las palabras y las cosasconsidera do s modos de
ser histórico del lenguaje , del ser-lenguaje: el del siglo XVII, y el de fines del
siglo XIX y el siglo XX. Esto debe ba sta r para darnos una ide a. ¿Y qué no s
dice Foucault? Comprenden que ya no se puede responder que aquello que
defin e el modo de ser del lenguaje es la lin giiísrica, puesto que vimos que la
lingüí sti ca se ocupaba de las direccion es y no de esa dimensión según la cual
se da el lenguaje. Digamos cosas mu y vagas, porque estos análisis serían muy
largos, perderí amo s nuestro problema de «¿qué es un enunciado?». Intento
sugerirles, queda en ustedes ver si les gusta esta idea.
Foucault pien sa, me parece, que en la época clásica, es decir en la formación
histórica del siglo XVII, el lenguaje se agrupa de cierta manera, bajo un cierto
modo. Más aun, Foucaulc dirá -y es por tanto un tema important e para él-
que el hombr e es una existencia entre dos modos , el modo clásico del siglo
XVII y el modo moderno, fin del siglo XIX y comienzo del XX. Algunos lo
conoce n, tendremos ocasión de volver sobre esto, se trata del famoso tema de
la muerte del hombre en Foucault 1~. El hombre es una existencia entre estos
do s modos de ser. Es decir, el hombre es una existencia transitoria, vacilante,
entre do s modos de ser del lenguaje, el modo d e ser clásico del siglo XVII y el
modo de ser mod erno, fines del siglo XIX , com ienzo del XX. El hombre ha
existido entre estos dos modos de ser. ¿Qué puede querer decir?
Suponiendo que cada época agrupa el lenguaje de una manera que le es
propia , ¿cómo opera el siglo XVII? Foucaulr dirá que agrupa el lenguaj e en la
representación . No tengo el tiempo aquí para desarrollarlo, pero el análisis de
80
¿Ciimo cxrmrr enunciados?Corpu.<)' hay iengunje.
l.1 1eo ría del lenguaje en el siglo XVII que Foucault realiza en Las palnbrasy
l¡/1 cosas', va a confirmar la siguiente idea : el lenguaje aparece en el siglo XVII
1
1
~ Cf. ibídem, cap. III: ,,Represencar ».
~°Cf. ibídem, pp. 297-298 y 371 -372 .
81
3
Cl.11.<e
82
¿Cómo rxrrarrenunciados>Corpusy hay lrng11ajr
.
83
OmeJ
mullo anónimo, a Bec kett , diciendo que serí a dema siad o buen o si su propio
di scu rso llegara a ocup ar un pequeño lugar en el discurso de los personajes de
Beckett, qu e codo s sabem os que no son «yo», no so n «mundo » y no so n «ello ».
Ahora bi en, ¿cuál es la dif ere ncia ? Ustede s me dir án qu e entr e «ello habla »,
«se habla » o «el mundo habl a•>, no ha y por qu é pelear se. Sí, si n o les gusta
la filosofí.:i, eso no es imp orr anr e. Si hacen filosofía, quizá se digan q11e hay
grandes diferencias entre esas fórmulas . Di gam os que so n enun ciad os.
¿Qué quiere decir «yo hablo »? Quiere decir qu e el lenguaje comienza co n
aquel qu e di ce ,,yo». ¿Quién es «yo »? Es aquel que lo dice. Es «yo,, aqu el qu e
lo dic e, es «yo» aquel que dice «yo». En otro s tér min os, «yo» es un embra ga-
d or. Los que no han hecho lingüí stica para nad a, olvíd ense , déje nse mec er
por las pala b ras . Par a lo s qu e han hecho un po co -n o h ace falca haber he cho
mu cho- ,,yo» es un shifter, un embragador. C uando di go que es «yo>i aquel
que lo dice, d efiní el primero d e los shifters,el primero de los embr agadores.
«Yo hablo » es el embr aga d o r d el len guaj e.
¿C on qu é comi en za el lenguaje? El lenguaje comien za co n esto s shifters, o
con estos em bragad o res. Aquello que se llam ará un a personología lin gü ística
engendra sino el lenguaj e, al meno s el acto del lenguaje, o el di sc ur so, a pa rtir
d e perso na s lin güí stica s, siend o las do s p erso n as lin güí st icas reales el ,,yo » y
el «tú». Es la p erso no lo g ía lingüí sti ca de Benvenist e. RemÍtanse a Benv eni sre,
Problemas de li'ngüisticagenera/! ediciones Gallimard , al capí tulo so br e los
1
,
embragador es . Pero ustede s ya deben hab er leído todo eso ha ce mu cho tiem-
po ... ¡Ah , no, es cierr o, hay alg11nos d el prim er ciclo! Ustedes no . .. E n fin,
no tiene ningun a importanci a . Pero es mu y bueno Benveniste.
Yen ust edes que la teoría de los embragadores es un a m anera d e ha ce r
co men za r el lenguaj e. Es mu y int eresa nt e. E n Jakobson enco ntr arán larg os
artículos so br e el rol de los em br aga dore s 22 .
Segunda p ropos ició n: «ello habla ». ¿Qu é es «ello »? Es también una m an era
de ha ce r comenzar el lenguaje. ¿Por qu é? Porque esta vez el len guaje co mienza
a partir de un momento que es asignable, que ya no es el de aquel que dice
«yo», el primero que dic e ,,yo».
En el caso de Ben ve ni ste, en efecto, se trat a d e ser el prim ero en dec ir «yo »,
pu esto qu e es «yo» aquel que lo dice. Si digo «soy yo» antes que usted, será
preci so que ust ed espe re, porque no pod emos hablar todo s jun cos. En tonces ,
cuando de cim os «yo hablo » ha y inter és en hablar de prisa, mi entra s que cuando
decimos «se habla » no ha y que apre surar se . En fin, n o imp o rt a.
2
' Émile Benveniste, Probl.emmde lingiiísticagm eml, 2 tomos , Siglo.X,'{], México, 1979 .
22
C f Roman Jakohson, Ensayo
s de lingüísticageneral,Seix Barral, Barcelona, l 975.
84
¿Cómo l'Xfl"ll fr munr iad oJ?Co rpu s y hay lenguaje.
--------
-'' Mauri ce Merleau -Poncy, Lo visible y lo invisible , Nueva visión , Bs. As ., 201 O.
·, M ichel Fo ucau lt , El orden del discurso.op. c it.
85
Clase3
- - - - - - --- - - -- - - - - -- --- --- -- ----- ·- ·--- ---
definido por ninguna de estas direcciones, estará definido por la propia dimen-
sión del «se habla », del murmullo anónimo, es decir, del enunciado.
Resumo los puntos. Me dirán ustedes que vamos lento , que nos atascamos ...
Tanto m ejor. No vamos rápido porque recién ahora estalla la pregunta, ya
no podemos retroceder, y tenemos los medios para responder. Primera regla:
con palabras, frases, proposiciones, constituyen un corpus relativo a vuestro
problema . Segunda regla: despejan un hay lenguaje, un agrupamiento del
lenguaje, un ser-lenguaje. Tercer punto: no tien en más que tender las manos
y recog er los enunciados. La acción del ser-lenguaje sobre el corpu s va a en-
tregarl es los enunciados. Y nuestro problema será: ¿qué es un enunciado? La
úlcima vez no teníamos los medio s para respond er a la pregunta , ahora los
hem os adquirido . Ahora podemos considerar que tenemos los medios para
respond er a la pregunta . Y en esto consistió la sesión de hoy.
Para tentarlos, solo puedo decir que todo pasa co mo si, para descubrir los
enunciados, hici era falca no atenerse a las palabras, a bs frases, a las prop osicio-
nes, sino partirlas. Es preciso abrir las palabra s, parcir las frases, parti r las pro-
posiciones para liberar los enunciados. Exactament e co mo se part e una concha.
Nos quedamos ahí, entonce s. Pero de repente, me digo que nos qu eda algo
por hacer. Va a ser fácil, muy fácil. ¿Pueden aguantar todavía? ¿Pueden aguantar
el golpe? D esearía que me dijeran que no ... [risas]. No he parado de decir
desd e el comienzo que el enunciado, lo en unciable , es solo la mirad del saber
en Fouc au lt. Está la otra mitad, está «ver». Me digo entonce s que saquemos
provecho, pues si saber está hecho de dos mitad es, lo que acabarnos de dec ir
para los enunciados debe tener su equivalente en Foucaulr para las visib ilidades.
Si no tuvier a su equivalente, no podría dec ir que Foucaulr le atribuye tanta
importancia al ver como al enunciar. Y si tiene su equivalente, si se pued e
demostrar qu e lo tiene, yo triunfo en secreto. Pues si tiene su equivalente,
es porque sabe r no es simplemente enunciar, sino que es verdaderamente la
combinación de lo enunciable y de lo visible .
Hagamos entonces un paréntesis. ¿Puede Foucault conta rno s una histo ria
análoga e igual de bella a propósito de lo visible? ¿Por qué no? ¿En qué resul-
taría dicha histo ria? En la hi stor ia siguiente.
Primera proposi ció n: las visibilidades, ustedes saben, nun ca están ocultas.
1oda época ve lo qu e puede ver, toda época hace ver todo lo que puede hac er
ver. Solo qu e -presten atención- aunque nunca están oetdtas, las visibilid ades
nunca están inmediatamente dadas. Hasta aquí todo bien, ¿no ? Es incluso
como un calco.
Segunda proposición: si se quedan en las cosas, o incluso en las cualidade s,
o incluso en los estados de cosas, nunca alcanzarán las visibilidade s de una
86
¿Cómo rxtmer oiunciados? Corpus y hay lrng11ajr.
-·------ -- -- -- - --- - --------
qioca. Así como los enunc iados no se reducen a palabras, a frases y a propo-
,ic ion es, las visib ilidades no se reduce n a cosas u ob jetos, a estado s de cosas
( , :1 cualidad es sensibl es.
Así como hay un ser- lenguaje, habría un ser- luz. Y esta s dos seres so n
11l·tcrogéneos. De modo que extrae n lo s enunciados bajo el ser- lenguaje qu e
.H 11ú sobre un corpus lingüístico, y van a extraer las visibi lid ades cuando el
·.n -luz encuentre un corpus visib le -p or ejemplo un cuadro, qu e forma un
, , ,rpus, o un elemento de un corpus -.
¿Y qu é será la visibi lidad? 'Ie nernos que caer parados: no puede ser una
, "'ª• ni un a cualidad, ni un estado de cosas, ni un objeto. ¿Es casual el esti lo
,k 1:oucault? Es tan obv io para él, que no puedo d ecir que sea un problema
rn l·ouca ult . Es su manera d e vivir , entonces n o tiene mucha necesidad de
l 1.1hbr de ella. Hace algo mejor que hablar, ella an ima todo su esti lo. Hay
·.11111 una cosa que le int eresa a Foucau!t en el orde n de lo visible: los destellos,
1, •.<.espejeos , los centelleos, los reflejos, los resplandores. No le int eresan las
, , ":is. En orros términos , las visibilidad es son los centelleos, los espejeos , los
,, ' 1)1:tndores, y no Lis cosas sobre las cual es se forman los rd!ejos. Me pare ce
, ¡11"en este aspecto foucaulr es muy goetheano, en el sentido de la teoría de los
87
Clnse3
colores, del momento en que Goethe trata los efectos de luz. Y las visibi lid ades
so n los efectos de luz, tal como los enunci ados son los efectos del hay len guaje.
¿Foucau lt lo dirá explícitament e? Sí, en un texto mu y importante que
tendrem os qu e ver de cerca , en el libro intitulad o Raymond RousseP, Fo u-
cault no s dice qu e hay do s luces. Es justo lo qu e me hace falta. H ay una luz
primera -foucault emplea esa expresión- que es el hay luz, la manera en la
que la luz se agrupa. Y bajo la acción de esta luz primera ya no hay cos:is, sino
q11e las cosas co mienzan a valer por sus centel leos, sus espejeos , s11sreflejos. Y
Foucault felicita a Raymond Roussel por haber con struido coda su obra entr e
la lu z primer:i y los espejeos o centelleos.
Evident emente puedo de cir, entonces, que «ver» es el segundo pol o del
saber, pu es cu enca a su man era -irreductible a la del enunc iado- una histo ria
análoga. Del mi smo modo qu e es preciso partir las palab ras y las frases p:ira
extra er los enunciado s, es pr eciso partir las cosas y las cualidad es para extr:ier
las visibilidad es. Y así como los enunciados se extra erá n cuando se llegue al
punto de encuentro, a la juntu ra, a la inter feren cia de un co rpu s co n un agru-
pamient o del lenguaj e, los destellos, los cent elleos, los espejeos, se descubrirán
cuando se llegue a la interacci ón entr e un corpus físico y un ag rup ami ento d e
la luz. Entonces las cosas se desvanecerán para dejar luga r a los destellos y los
respbnd o res, ex:icc:imence como las palabra s, las frases se desvanecía n para
dejar lugar a los enun ciado s.
Y la glo ria de Raymond Rou ssel, según Foucault , es habe r hecho obra s de
do s tipos. U na pr imera parte de su obr a, con textos del tipo La vue2~ , donde se
trata d e partir las cosas para ha cer surg ir los cent elleos . Y otro tipos de textos,
co mo fmp ressions d 'Afrique-9, donde se tr ata de partir las palab ras y las frases
para ha cer surgir los en un ciado s. Y así Raymond Rou ssel recorrió, en po esía,
los do s polos del saber, y constitu yó a la po esía como sab er.
Dicho codo esto, nos encontram os ahora frente al tercer punt o. Tenemos
los medio s para extr aer los enunciados, así como tenemos los m edios, qui zá,
para extr aer las visibilid ades. Y bien , ¿qu é es un enun ciado? Es pr eciso que, en
nu estra respue sta, d emos cuenta de su di ferencia co n las palabr as, las frases y
las proposicione s. N os quedamo s ahí. Si llegamos a eso, habr em os terminado
co n la pregunta ¿qu é es el saber?
88
¿Como exrm er cnurui ado.r?Corp us y hay leng11ajl'.
- --- - - -- -- --- - - ---
Bueno , ¿hay preguntas, cuestiones . . . ? Quisiera que de aquí a la pró xima
vo . piensen en todo esto. ¿No hay preguntas?
Intervención: (Inaudible)
Deleuze : Ya lo veremos, eso involucra todo lo que queda por venir. Por el
11H>menroser~ preciso que ante todo se asiente muy firmemente la diferen cia
,le naturale za entre ambos, es decir , la razón por la cual no ha y forma común.
l Jsted tiene razón, en efecto hará falta algo que los ponga en relación. Pero
toda vía no llegamos ahí. .
Bueno, si no tienen nada más que decirme .. . ¿si?
Intervención : Usted ha pensado la luz antes de la visibilidad , pero no
11;1 pensado la lingüí stica antes de sus formas históri cas. ¿Por qué no llamar
..lenguas » a esas cosas anteriores a la historia?
Deleuze: No comprendo. Repítelo, repírelo ... Estamos todo s mu y cansa-
dos ... ¿M e preguntas por qué no hablo de lengua s?
Intervención: Cuando hablas de la visibilidad, di ces qu e ha y una luz , que
, , una mat eria, ant es de la visibilidad. Est a m ateria aparece en el mundo co mo
,·I 111 :rneta Venus ...
DeIeuze : ,S1., s1,
, creo que entt.en d o ... ¿y.,
Intervención: Pero sobre la lingüística, no comprendo por qu é no hay
1111;1 lingüística antes d e sus manif esta ciones hiscóric:is . Es decir, no hay una
lrngua, qu e es una materia m etafísica.
Deleuze: Pero para Foucaulr tampoco es así para la lu z. N o h ay luz que no
,t·:1 relativa a una formación histórica.
Intervención: Pero es todavía física a pesar de todo.
Deleuze : No . No par a Foucault. Tampoco p ara Go eth e. Me dices que la
111 1 es una realidad física. Podrías decir también que la luz es una cosa , o que
,·, un estado d e cosa s, etc étera. Pero fou cault no trata a la luz como un físico.
f\ k dirás que no tiene derecho. Yo no lo sé, pero te ruego que leas a Goerhe .
11 1ampoco habla d e la luz como un físico. Goeth e se expli ca mu cho sobre
, , 10, no s dice que N ewton habló d e la luz como físico y qu e él, por su p arte,
'l 'orta otro lenguaj t sobre la luz. ¿Qué es este otro len guaj e ? Coe th e empl eará
, 1 1ámino «fenom enología ». Hace una fenom enología de la luz.
Ln cualqui er caso , la luz para Fou caulr es absolutam ente hi stó rica, pu esto
,¡11l·l'I ser físico de la lm , definible por Newron o po r Ari sró reles, fo rma parte
, 1 mismo de un saber qu e es un sab er perfectament e hi stóri co. Y si tú di ces
89
Cla_,,.J
<)()
Clase 4
¿Cómo extraer visibilidades?
El enunciado
como pasaje y murmullo.
12 de Noviembre de 1985
91
Ume-i
1
Cf. Michel Foucaulr, Alicrofisicadel poder, Li piquera, Madrid, 1992. p. 162.
92
¿Cóm () cxtrm.,. vu ibi lirladn ? El mun ciado como pmajey murmu/ lr,.
, , t udiemos de man era directa . Una vez dicho que los criterios de constitución
,Id corp us no deben ser romados de un saber, ¿de dónde serán tomados? Serán
10111adosdel poder. Es decir, dado un problema, con st ituyo el corpus que le
, ( ,rrcsponde en la medida en que det ermino los focos de poder puesros en
111q~opor el probl ema. De allí la idea de Foucault -que ciene desde el co-
111icnzo,pero que solo explicará más carde- de que el poder es estrictamente
111111anente al saber.
¿Q ué resulta de esto concretamente? Lo hemo s visro. Se quiere constituir,
jlllr ejemplo, un corpus de la sexualidad, es decir un corpus de las palabras,
(k las frases y d e las proposiciones de la sexualidad en una época considerada.
,:( :úmo constituir el corpus? La respuesta es muy simple: determinemos los
l11rnsde pod er puesros en juego por la sexualidad en cal momento , por ejem-
l'l1i en el siglo XIX. ¿Cuá les son los focos de pod er, y de resiste ncia al pod er,
¡•11c scos en juego por la sexualidad, por eje mplo , en el siglo XlX? Foucault
1111 s dir á que son el poder eclesiástico, no en general, sino específicamente en
l.1l unfesión; el poder de la escuela, no en general, sino específica menre en el
1(~bmento de internado ; el pod er jurídico, no en general, sino al niv el del
, :,;peno psiquiátrico en perversiones, etc. En cualquier caso, puedo asignar un
1111111ero finiro de focos de poder alrededor de cada uno de los cuales se forman
, 11rnlos de palabra s, de frases, de proposicion es. Constituyo así un corpus.
Vean ustede s que , aunque apenas hemos encarado la cue st ión de qué es
,-1 saber, esto abre para nosotros preguntas futuras. Ya puedo señalarlas, y
l11¡·go abandonarlas inmediatam ente, porque para pasar a estas pr egu ntas
.-., tl.'ndria que hab er te rminado con «¿qué es el saber?». ¿Q ué son esos cen-
111,sde poder? Y sob re todo, ¿por qué Foucaulc rompe de sde el principio
, , ,11 la fenomenología al decirnos todo el tiempo que no ha y exp eriencia
·..ilv:1je , que no h ay experiencia libre? Suced e que la experiencia está siempre
, 1111dicionada y cuadriculada por relaciones de poder. Y a fin de cuentas , la
n pL-rie ncia salvaje sería la experiencia que cenemos de los centros de poder
, 11.1ndonos interpelan, es decir lo contrario de una experiencia salvaje, de
1111 .1 experiencia libre.
l )e :11líla duda de Foucault, la melancolía de Foucault cada vez que dice:
· \ ,i. se me dirá que,, ... Adoraba hacerse objeciones a sí mi smo. Siempr e es
1,11·jor hacerse objecion es uno mismo, porque las de los demá s so n . . . Entonces
I ·, ,11uult decía : «Se me dirá » -es decir, ,,yo m e ob jeto,,- «que la cos:1 no funcio-
11.1.qu e no pa so del otro lado de la línea , qu e me quedo siempre del lado del
I '' ,dn ,,. No obstante, ¡por Dios que no se quedaba del lado del poder! ¿Pero
, ,, , ,1: quedaba del lado del poder en su pensamiento, en el sen tido de que las
, , l.1(io nes de poder, los focos de poder están allí para determinar los corpus?
93
Cwse 4
2
Michel Foucault , La i•ida de los homb res infames , op. cit., p. 125.
94
( El enunciado como pasaje y murmullo.
¿Cómo extraer vi.<ibilidade.<
95
Cúisc-i
que pueden ser vistas, y otras que no. Y cuando pueden ser vistas, son vistas.
Una vez más, si el siglo XVII pone en el mismo lugar a los locos, a los vaga-
bundos y a los desempleados, no es porque no ve la diferencia, es porque ve
una semejanza que dejará de ser perceptible en otras épocas . ¿Qué semejanza?
Eso será la visibilidad.
Si quieren saber qué es una visibilidad, también es preciso parcir de un
corpus. No será el mismo . Esca vez ya no será un corpus de palabras, de frases
y de proposiciones , será un corpus de objetos, de cosas, de estados de cosas y
de cualidades sensibles.
Quizá comprendan de inmediato que lo que está en juego es exactamente
lo mismo que con los enunciados. No sabíamos qué eran, pero sabíamos que
si los enunciados tenían algún sentido , no se dejaban reducir a las palabras,
ni a las frases, ni a las proposiciones. Del mismo modo, no sabemos lo que
son las visibilidade s, pero sabemos que, si existen, no se dejan reducir a las
cosas, ni a los objetos, ni a los estados de cosas, ni a las cualidades sensibles.
De modo que parco de un corpus de objetos, de cosas, etc., y es por eso
que no presupongo nada de lo que hay que encontrar, a saber: «¿qué es una
visibilidad? ». Parto de un corpus, corpus de cosas, de estados de cosas, de
cualidades sensibles en una época. Puede ser, entre otros, un corpus arquitec-
tónico. O bien, si me interesa la pintura, parco de un corpus constituido por
tales o cuales cuadros. Y así como es falso que el lingüista hable del lenguaje
en general, pues parte siempre de un corpus determinado, un crítico de arte
no habla de la pintura del siglo XVII en general, sino que parce de un corpus
determinado, es decir, de un conjunto determinado de cuadros . Y si se toma
otro corpus , sin duda los resultados no serían los mismos.
En cualquier caso, el problema será el mismo de hace un momento : ¿cómo
constituyo dicho corpus? A mi modo de ver, la respuesta de Foucaulr, respuesta
implícita , es la misma que para el corpus de frases: «Apelo a los focos de poder
y de resistencia al poder puestos en juego por el problema que considero ».
Si tengo razón en esta lectura de Fo11cault, es preciso que esto signifique
algo. ¿Qué quiere decir esto al nivel de la pintur a del siglo XVII? Aquí digo
barbaridad es, cosas evidentes. Veo por ejemplo que en el siglo XVII, al me-
nos todo un corpus de pinturas , puede ser determinado como «el retrato ». Y
puedo decir que en la segund a mitad del siglo XIX se producirá un retorno al
retrato, en especial con Van Gogh y Gauguin. No hace falta co nocer mucho
de pintura para saber que el retrato en Van Gogh y Gauguin no forma parte
del mi smo corpus que el retrato en los pintores del siglo XVII. Por canco, el
retrato en general, la pintura de retrato, no formaría un corpus, sino que se
monta sobre varios corpus.
96
¿Como extme r i-úibilidade s:' El emmciad n como pnsnjc _vnmrmu/111.
· ¡\ lic h el Foucaulr, las ¡,alahms y las cosas. op. cir., capícul o 1: «Las m en ina s».
97
Clmr .¡
98
bilida drs' El enun ciado como pa.<aic_v
¿Cómo extraer vi.<i murmull o.
- - ----
,,,. l'I revés- , los cuadros. los reflejos, etc., etc . ( . . . ) no se ve md s que los marcos y
, ·,1,1 luz que baña desde rl exterior a los cuadros, .Y qu e estos ,1 su vez deben recons-
1,111i r en su propia especie, como si viniera de otra p arte, atravesando sus marcos
ti,·madera oscura. Y en efecto, se ve esta luz sobre el cuadro qu e parece brotar m
,/ intersticio del marco; _yde allí sejunta con la .frente, lm mejilla s, los ojos, la
,11irddadel p intor que tiene en una mano la paleta .Y en la otra el fino p;,1cel. ..
:1,/ lf cierra la voluta, o más bien , por int ermed io de esta luz, se abré ¡.
Se ve bien que las lín eas-de lu z no so n lín eas sólidas trazadas po r el pintor.
\011 rea l m enee la co ndi ció n qu e d espli ega el cuadro como ca mp o. ¿Campo de
1111.. Más aun, es por la luz q ue se relacionan co n la vista. En otros términ os,
, , ,mpre nd en qu e so lo se relac ion an co n la vista de manera sec unda ria . En
dn :to, so lo se relac io nan co n la vista por la lu z.
Y a parcir de allí ya no no s d ete nem os, ya no pod em os d eten c:rn os , es un
, k.\ hocamie n ro . Pu es si las visibi lid ades so lo secu nd :iriam enr e están relac io n a-
' L1,co n la vista , no está n rela cion adas co n ella sin serlo tambi én con los demá s
,,,·ntido s, co n el tacto, con el oído , et c. De modo qu e las visibilidad es, lejos
,k ,c r datos d el ó rga no visual, so n co mpl ejos mul tise nsor iales, ópricos , audi -
' " ·os. tá ct iles ... D e hech o, so n co mpl ejos de acc io nes y reacc io ne s, co mp lejos
11ndcisen sor iales de acciones y d e reacciones, de acc ion es y d e pasiones . ¿Po r
99
Clmc -1
--·----- --·· ·-- --- --
qué llama rlos visibilidad es? Son visibilid ades en tanto que dichos co mpl ejos
solo existen en la m ed ida en que salen a la luz . No existe n en tanto qu e la luz
no los traiga hacia ella, en tanto qu e la luz no los haga salir.
Muy bien, ¿pero lo dice Foucault? Las visib ilidades so n llamadas así
porque enc uentra n su co ndición en la luz, en tanto que elemento ind ivisi-
ble -no Newton, sino Goethe-. Desde enton ces, las visibil idades solo están
relacionadas con la vista de manera secundaria, y en la medida en que la luz
las relaciona con la vista, no lo hace sin relacionarlas también co n los demás
sentidos . ¿Foucault dice eso?
Sí, lo dice. Y lo dice en un pasaje muy curioso de H nacimiento de la clínica,
donde toma un ejemplo que ya no es estético, artíst ico , sin o ep istemo lóg ico .
Trata de lo que pasa en anatomía patológica . Leo el pasaje , a propósito de
los nuevos métodos introducidos por Laenn ec. Ustedes sabe n qu e Laennec
es famoso, entre otras cosas, por haber introducido en la medicin:i , en el
diagnóstico, datos t~ictiles y sonoros, una percusión y una audic ión d e las
enferm ed ades. H e aquí cómo comenca Foucau!t : Cuando Corvisart -es otro
médico de la mism a época - escucha un corazón quefunciona mal-es enton ces
auditivo- , cuando Laenne c escucha una voz aguda que tiembla, Loqu e 1Jen,con
esa mirada que acosa secretamente su audición, y más allá de f'lla la anima , es
una hipertrofia,esun derrame'. Es decir, esa mir ada, ese «se ve», de hecho no es
una mirada, es el ser-luz que trae a la luz no solam ente lo visto, sino también
lo escu chado y lo tocado. No es una cuestión de espacio, es cue stión de salir
a la luz. Cuando Co rvisarc escucha un corazón qu e fun ciona mal, hay algo
lp 1e sale a la luz. ¿Qué? Hiperrrofia.
Y Foucau lt cont inú a: Así, a partir del descubrimiento de La anatomía pato-
lógica, la mirada médica se encuentra desdoblada: hay una mirada local y cir-
cun.iCrita ... Esto es el «yo veo». Veo yo , con mi ojo. ( .. .)hay una mirada Local
y circunscrita. la mirada limítrofe del tacto y de Laaudición. La mir:ida del «yo
veo» es, en efecto, lo que ve mi ojo, que es vec ino de lo qu e siento, de lo que
escucho ... Es un:1 mirada limítrofe del tacto y de Laaudición. que solo cubrf' uno
de los campos sensoriales. U no entre ot ros: existe el campo óptico , pero tamb ién
existe el campo auditi vo, el táctil, etc . Un c:impo entre otros. Y Foucault
nos dice qu e esto no es más que la prim era mirad a, o habrí:1 qu e decir, más
bien, la mirada segu nd a. Pues esta segunda mir ada está condicionada -pero
d e igual mod o que los demás campos sensoria les- po r un:i mirad a primera.
La mirada primer:1 no condicion a la mir:ida segund a sin co ndicionar a su
vez los demá s camp os sensor iales . Es decir, co ndiciona la mir ada segunda en
100
;G imo extraervi.<ibilidade.<'
El enunciado comopmnje y murmullo.
·.11 -. 1,-L1cionescon los otros campos. Y en efecto, fo ucau lt nos dice: Pero hay
1111,1 111irada absoluta, absolutamente integrante -de h echo no es una mirada ,
, -. , 1 ,n -luz-, que domina y fonda todas las e:xperienciaspercepti vas. fi ella la
,¡11,,·,111tcturaen una unidad soberana lo que en un nivel más bajo recogen el
,,¡o. ,.¡ oído, el tacto6 . El término «mirada abs o luta » evide nt emente no es mu y
kl 11... Por otra parte, lo es ... Ha y qu e sustituirlo por el ser-luz. Es lo mi smo ,
l.1111iradaabsoluta es la luz .
( _)11ienesestuvieron aqu_í los otros años, quizá recuerden que en Bergso n
11.1¡· 1111a tesi s mu y similar: la luz está en las cosas, la mirada está en las cosas.
I /,11• una mirada absoluta -es d eci r, un ser-lu z- qu e domina y funda todas las
11¡,aimcias percepti vas. También es mu y cercano a Heid egger, u sted es sabe n ,
, -.l.1lichtung. Y en el caso d e H eid egge r, la filia ción con Goerhe es inm ed iata.
I', 1,i 110 creo m enos en un a filiación dir ecta con Go eth e, en el caso de Foucaulr,
·.,,l,1,. el tema de la luz co mo condición indivisible.
Y 1:oucault co ntinú a: Cuando el médico observa, con todos sus sentidos abier-
''" C uando observa co n sus ojos, pero tambi én cuand o percute co n su s
, In lrn , cu:ind o escu cha co n sus oídos. Cuando el médi co observa. con todos sus
,m11rlosabiertos, otro ojo se posa sobre la fundamental visibilidad de las cosa/ .
. 1}11L· quiere decir «la fundam ental visibilidad d e las cosas»? Las cosas ya no
, ·.1i11:1hí co mo cosas , las cosas están partidas y abiert as y liberan las visibili-
, l.,d,·\ puras. ¿Y qu é son las visibilidades pura s? Son la rela ción d e las cosas,
,1, l11s estados de cosas, de las cualidad es, con la luz primera como co ndi ció n
111.I I visible . Ene o n ces surgen las v isibilid ad es. C uando la luz primera ca e sobre
l.1·.,o\3S , las cos as se pare en , se agrietan, se abr en. ¿Para hac er surg ir qu é? La
1•111.1 visibilidad que asc iend e a la lu z. Y sin duda esta pur a visibilidad será rela-
, 1,111 ;1da con el ojo , pero n o sin ser relacionad a también co n los demi s sentidos .
l·.11tonces esto est:í mu y bi en, va mu y bien. Tomen a otro pen sador, qu e
, ·.1.1v,:z resulta ser él m ism o un pintor . H abl é d e él en otros años: D elauna y.
. l·11qué Delauna y es también cercano a Goer he? Es mu y simple . N o es lo que
1111 •, dig a, sino lo qu e no s hace ver. Él tiene un a id ea, una id ea d e pint or. La
11 k .1lle pintor de Delaunay es difí cil de hacer en pintura, pero es mu y simpl e
, 1, dL·Lir:las figura s no so n só lid as en prin cipi o, lo primero son las figuras d e
111 1 h dec ir, la visibilidad es la figura relac ionada co n la luz. D esde ento n ces,
1 , 11Ci es un a figur a sólida. La luz es a su vez una condición ind ivisib le. ¿Y
' I'" L·s esa co ndi ción indivi sible? La produ cción de fignras lumino sas. La luz
I '' .,.¡ 11ce figura s qu e le perr enecen . Ven qu e la lu z ya n o está co mp11esra, como
!/,,don , p. 235.
/dnn.
101
C/mt' .¡
en Newton. Esa es la gran divi sión enrre los newtoniano s y los goetheanos.
La luz es una condición indivisible y, desde entonces, produccora. Produce
h~mas que solo le perte ne ce n a ella. En orros términos, la luz es mo vimienr o,
la lu z es produ cc ió n .
D esde enton ces, no ha y que confundir las cosas qu e se mu eve n y los mo -
vimientos de la luz. Y no h ay que confundir tampoco las líneas d e cosas y las
líne as d e luz. Y no hay q ue con fondir tampoco la figur;i de la cosa rn;indo la
luz se topa con ella)' las p ro pias figuras de luz qu e la lu z form::i en la superfi c ie
de las cosas.
¿Y cuál es, para Delauna y, la carea d el pintor ? Partir las cosas, abrir los
estados d e cosas par;i revebr las puras figuras de luz . ¿Y en q ué co nsisri rá esta
reve lación' Serán las cé lebr es f-iguras de Delaunay : los círrnlos, los sem icírculos,
las hélices, con Ligra n división entre figuras lunare s y figurns so br es. La luna
es ran lm co m o lo es el so l. D e modo que, en última in sta n cia, la luz es un a
co ndic ió n bifur cada. Es un a co ndi ció n indivi sibl e, sí, pero posee al m enos dos
caras , la so lar y b lunar. Y b s hélices lumino sas de Debunay, los círc ulo s, los
sernicí rrnl os lu mi no sos de D elaun ay, va n a afir ma r s11prima cía, ranr o so br e
las lín eas só lid as como sobr e los colores. Los co lo res brotan de b luz, las lín eas
b ro tan de la luz . Lo primero es la visibilidad, es de cir la fig ura d e luz.
Y Delaunay decía algo admirable , qu e p ermire co mpr end er la ro talidad d e
su empr esa. Ern 1111ch isre, pero a veces los chi stes .. . En fin, Delaunay arreglaba
sus cue nt as con el cubismo, con los cubi stas, y se pr eguntab a cu ál era el aporte
de Céza nne a la pintur a. Del auna y e ra geni al, habí a visto bien . Decía que
el apo rt e fundamenral de Cézanne a la pintura era haber roto la co m pore ra .
Está b ien , porque romper la co mpotera es parcir las cosas . Cézan ne, en el siglo
XIX, partió las cosas. Sin d uda los impr esio ni stas lo habían preparado, p ero
no habían partido las cosas en su materi alid ;id . Era un rég im en de luz mu y
espec ial. habían h ec ho j11~ar los reflejos sobre las cosas. Pero Céza nn e rompe
la com potera , es decir parte , quiebra la cosa en su m ateria lidJd.
Y Delaunay dic e qu e no vale la pena int entar pegarla de nu evo . Los cubi stas
son tipos-dice , y d e cierra manera con justicia-que co nstant em c nre inr entan
vo lve r a pegar la co mp otera, pero se equi voca n . po nen un p edazo q ue no va
co n o tro pedazo que no va, y pien san qu e la volv ieron a p ega r'. Y en efecro, la
vo lvieron a pega r, pero no hacía falta volver a pegar lo qu e Céz ann e había roto.
$ Roben Delaun ay, ,,[)u C uh isrne :i l'arr ahstrair », d1,cum enr s inédi cs puhl iés par
102
¿Li,:no ,·x1rrtET 11is
ibí/üÍl,des:' U o umcir11lo con 11) p,m ijer flm rmull o.
··--··-- ·-- --
,\1 ( ontrario, había que ir en la dir ecc ión de Céz ann e, es dec ir, hacer surg ir
l.1 \ 1111evasfiguras que Cézanne había vuelto pos ibles, las pura s visibi lidades.
( :omprendan qu e no busco empujar a Fo uca ulc hacia punto s qu e no
,ln :1rrolló . Seg uim os en el ni ve l d e las visib ilidad es. Pero rodas las cosa s im -
l'lll:lll visibilid ades : bast a con romperlas. Ahora bien, hace falt a romperbs. Y
.-1( orpus sólo está. allí para que sur jan las visibil idad es. Y las visibi lid ades no
•,1111 dato s de la vista . So n relac iona das co n la visra. Y má.s aún, m e olvidé d e
'111('en el texr o que les leía,.p. 167, Foucault emplea un térm ino mu y exrraií.o:
/ l,· todos modos el Hm1teabsoluto, elfondo de toda explomcirinperCl'pti1Jt1, estrin
siempre por el plano claro de una visibilidtid por lo menos 1Jirtut1!'.¿Por
1¡11L· ,,visibilid ad virtuak Porque la visib ilidad solo se relacionará rea lm ente,
.1< 1ualmente con la visión, por int erme dio de la lu z, que n o la relacionará con
, .,,, tipo es una ecuación <le visib ilidad . ¿Cómo resolverla? Con piedra s, es
,In ir, con cosas, y con estad os de cosas. Pero lo que ha brin enc imado con
I '", 1ras es vuestra ecuación , es decir, la visibili dad pur a. Los pri sion eros deben
·., 1 1 isros sin ver, los guardia nes deben ver sin ser vistos , Eso es lo que llamaría
11111 visibili dad virtua l. una di str ibuc ión de ver y de ser visto. ¿Qu é es lo qu e
103
Clmr ·Í
actualiza, lo que realiza esta visibilidad virtual? Respuesta simple: piedras, una
disposición de piedras, una disposición material.
¿Pero qué es esa disposición material, de materiales que pueden tocar, sentir,
escuchar, oír el ruido que hacen, etc.? Es únicamente la actualización de la
figura <le luz. Comprenden que Foucau!t va mucho más allá de decir que hay
un sentido que prima. No dice en absoluto que la visión tiene primacía sobre
los demás sentidos. Nos dic e algo mucho más profundo. Nos dice que la luz,
como condición de la vista, no relaciona lo visible con la vista sin relacionar
lo visible también con los demás sentidos. Es una primacía de la luz, no es
una primacía de un sentido sobre otro. En esto es completamente goetheano.
Digo entonces que ustedes pueden sacar de esto un método de análisis
estético. Pueden sacar también un método de análisis sobre los enunciados
cienríficos. Lo que complica la cuestión -pero esto no podremos verlo hasta
más tarde, hemos visto que será un problema para nosotros al que habrá que
volver- es el hecho de que no tienen la misma forma. Por más que sean com-
pletamente paralelos, entre las visibilidades y los enunciados hay una dif erencia
de naturaleza absoluta. Sin embargo -insisto en decirlo desde ahora- que
haya una diferencia de naturaleza absoluta entre ambos no impide que cada
uno capture continuamente al otro. Solo se podrá aclarar esto más tarde, pero
al menos lo recuerdo: los regímenes de visibilidad capturan enunciados, los
regímenes de enunciado capturan visibilidades.
La literatura no está hecha solamente de enunciados, sino también de
visibilidad capturada por los enunciados. ¿Cómo marcar esta diferencia, en
el lenguaje, entre los enunciados y las visibilidades capturadas? Creo fuerte-
mente en la diferencia de naturaleza, en el lenguaje, entre los enunciados y las
descripciones. Las descripciones no son enunciados, son visibilidades. "Tengo
a mi favor lógicos muy importantes. Por ejemplo Russell, que en su libro
fundador de la lógica moderna, Los principios de las matemáticas 10 , ya señalaba
la diferencia de naturaleza entre las proposiciones y las descripciones. Y de
cierta manera, la literatura moderna -de un modo completamente distinto
al de Russell- ha desarrollado mucho esta diferen cia. Por ejemplo, creo que
la Nouveau roman está hmdada por entero sobre cierta dualidad entre los
enunciados y las descripciones.
En foucault también. Hay enunciados, enun ciados filosóficos. ¡Pero por
qué su obra está, de un extremo al otro, como entrecortada por descripciones ?
Ya sea descripciones de cuadros, ya sea descripciones de cosas que foucau!t
trata como si Íueran cuadros. Por ejemplo , cuando describe la prisión, la
10
Benrand Russell, Los Principios de las mat emritiws, 1903.
104
¿Como extraervi.<ibilidades~
El enunciado comopasajey murmullo.
105
Cia.<~
4
- -- ----- - ----
11
\Villiam Faulkner , l :l mido)' fafuria, (l11e Sound and rh..: Fury, I 92lJ).
106
¿Cómo rxrma vú ibifi dad es?El munr iado como ¡,maje .Y murmuflr>
Deleuze: ¡Ah, sí, un paralelo con H eid egger! Pero eso vendrá de spu és.
,\ho ra no. ¿O tra pregunta? ¡¿No hay otra pregunta ?! [risas] Bueno , dado qu e
1111 liay, tene mo s que avanzar.
Yo creo - esto es del dominio del «yo creo ,,, así que arr ég lenselas- qu e
.il menos se pu ede int entar señalar la diferencia entre los enunciado s y
, 1 grupo formado por palabras, frases, proposicio n es, en cuatro ni veles.
f :11:mdo hayamo s visto los cuatro n iveles, ya no podremos m is. Pero n o los
vcn ·mos h oy ... Y bien, ya ~sti, terminamos por ho y [risas]. En fin , ¿no h ;iy
l'rl'gunra s? [risas]
Primer ni vel, entonce s. No solo la lóg ica se 0CL1pad e las proposicion es.
l lc cierta man era la lin güís ti ca se ocupa de ellas . ¿Qué es un a proposic ión en
·.rn1ido lin güístico? Yo dir ía que la lingüísti ca extra e rropo sicion es a parcir
, k las frases. ¿Pero qu é quiero decir? Algo mu y, mu y simple. Una frase es lo
,¡11l· los lin güistas llaman, supongamos, palabra. Palabr:i oral o escrit a. Ahora
l1 1rn, la p alabr a -y sient en <le inm ediaro que m e refiero a la distinci ó n clásica
, 11lin güísti ca enrre lengua y palabra- es siempr e una m ezcla d e he cho, es
•.1rn1pre una papilla , esd. llen a d e cosas . ¿Qué quiere d ecir «una m ezcla de
111cho »? Quier e d ecir qu e m ezcla sistema s mu y dif erente s. C uand o ha b lan ,
1110.clansistemas mu y diferente s. ¿Qué quiere deci r «un sistenu »? Los lin güi stas
111tt ·ntan -y es su primera labor cicnrífica, di cen ello s- d isrin g11irsisre ma s de
1111¡_: ua en la pal abra. ¿Có mo se defin e 1111 sisrema? De dos manera s: por su
l1omogeneidad de conjunto -es d ec ir homogtneidad de las reglas de forma-
' 1t·111- y por la co nst:inc ia de algu no s de sus elem ento s. Elem enros con stanrc s,
107
Clase4
Cuando digo que el lingüi sta parce de las frases y les extrae proposiciones ,
quiero decir que parte de una m ezcla de hecho -la palabra- y extrae sistema s
cada uno de los cuales es homog éneo y coherente. Por so lo retener dos, un
sistema «americano estándar », un sistema black english.Son di chos sistem as, y
solo ellos, los que constituyen el objero de un estudio cienríh co: investigació n
de las constante s y de las reglas de homogeneidad.
¿Esd claro? Es lo primero qu e me importa. Diría qu e una propo sición en
el sentido lingüí stico es lo qu e forma parte de uno de los dos sistemas. Ven
que la prop osició n lin güí st ica no es exactamente lo mism o que la frase. La
frase m ezcla los sistem as. La proposi ción lingüística perten ece a un sistema
definible por la homoge neid ad de sus reglas y la co nstan ci;i de sus elemenros.
Esto m e basta por el m omento .
Estoy siempr e en mi primer punto. Va a par ecer que pienso en algo comple-
tam ente di stint o. Les decía que un libro fundam ent al sobr e los enun ciado s de
sexualidad es el gran clásico de Kr;iffr-E bing Psychopathia sexualis. A quienes
no lo leyero n, no podría recomendarle s lo suficiente su lecrnra , pu esro qu e
ap renden allí el secreto de toda s b s perver siones . Inclu ida una per versión
fantástica , por desgracia caída en el olvido, la de los co rtadore s de trenz as
(risas)... qu e tu vo en cieno momento un gran éxito en el m etro . Eran indi -
viduo s inn obles que se de slizab:rn detrás de las jovenc itas de bella s rrenzas y
se las co rt aban. Y digo esto porqu e cua ndo leí, con encusiasmo y al mi smo
tiempo el más puro hor ro r moral [risas], qued é estupefacto frent e al hecho
de que Kraffr-E bin g, que h;ibía visco rodo , que co nocí a todo, qu e era periro
de los tribunale s, etcé tera, co nserva una sangre fría imperturbabl e frent e a las
cosas más inmunda s, frent e a casos de sadis mos que los harían estr emece r, o
los m asoqui stas . .. Apenas se puede leer, es insoportable [risas]. O las perso nas
que desenti err an cadáveres ... ¡Abom in acion es! ¡Horro res! ¡Horror es! ¡Ho rror es!
Enton ces Kr;iffr-Ebing ha visto todo, pero luego hay un m om ento en que se
qui ebra. Eso es prodi gioso: el psiqui atra colapsa . Como qu e nun ca se pu ed e
decir: «yo pu edo soportar lo todo ». Él ha soportado to d o, los descripam ienros,
las extrac ciones de vísceras , todo eso. Y es perfecto , es tan obvio para él que
se dirí ,1cp1e di ce cosas in significant es. Luego , de repence, pierde los estribo s.
C uand o habla d e los cortadores de tren zas [risas] ya no entendem os nada, pu es
empi eza a decir - ciro porque qu edó grabado en mi mem or ia par a siem pre
[risas]- qu e «estos indi v iduo s son tan peli grosos qu e hace falta atrapa rlos a
cual q uier precio y retirarl es la libertad »12 • Para los sádi cos qu e m atan, para el
1
~C f. Richard von Kraffr-Ehing , Psychopathi a sexua!is, Payot, París, 1969 ,
observación 396, p. 8.30.
108
¿Crimo extmer uisibilidades? El en11náado mm11 pmnjey murmullo .
\.1rgenro Bercrand que d esentierra los cadáveres, solo ha ten ido frías palabra s de
l1ombre d e ciencia. Por la _jovencita y sus tr enzas, colapsa. Dice que es od ioso .
C urio so, ¿no? Es mu y, muy curioso. Esos so n los umbr ales d e las per-
°'n nas. Las perso na s siempre tienen umbr ales: verá n un sád ico te rrible, un
111;1soquista , y lu ego se les da vuelta una uña y colapsan. M ientras que el día
.1111erior se de jab :rn ha cer quemaduras abominables, se encue ntr an con qu e
1111 sopo rt aban esro.
Co n ozco a algui en .. . Tod o esto es un curso de m o ral, lo transform é en
1111 curso de moral [risas].~-Co no zco ::i.::i.l
guien que sopo rt::i.- y lo comprendo
11111y bien , en virtud de su propi o ofic io está ob ligado a hace rlo- los muerto s,
, 1 L·spectáculo d e los mu e rt os, d e la mu ert e, en las co ndi cio n es má s tristes,
111 :is rerrible s. Pero hay una cosa que no so p orta: l::i.imagen de un barc o que
\(' hunde . No sé si han v isro im ágenes de ba rcos que se hunden , a m en ud o
•,,· ve en el cin e. Y uno cree co m pren der, porque h::i.y algo can patético ... La
111:111era en la qu e se hund e un bar co esr:í en el límite de lo soportab le. Es co m o
"' fuera una mu ert e má s terrible qu e coda muerte humana. Es una espec ie d e
.l\'smoronam ienr o . ..
Y bien, el gra n Kraffr-Eb in g se quebraba frent e a la sola idea de que se
1•11di eran corca r las rrenzas d e un a jove ncita. Sin emb argo, eso no hace mu cho
,1.11 -10... En fin, lo qlle hi ce aquí es lo qu e se llam a un a di gres ió n.
,;Q ué es enronces un en un c iado Kr aff t-Ebin g? Es muy cm ioso, es u n
<1H111 ciad o m ontado sobre d os lenguas . Él escribe en alem::ín. Y en su frase
.1lt-mana , en el momento e n q u e aquello qu e dic e ofend e el pud o r, lo dice
,·11htín y en irálic i. De modo que n o pu eden leer a Kraff t-E bin g si n o han
111cho latín. Por lo menos algo se le esca p a . Oiría que típicamente - y aquí
·., •¡leso mis pa lab ras- los enun ciados de Kraffr-Ebing está n mon tad os sob re
, lo.\ sisrenus. No di go que Krafft-Ebin g ha bla a veces alenün y a veces latín .
r'-lo hab lo de un a m ezcla de h echo, hablo de un a orga ni zac ión de derecho. Los
, 1111 11ciados de Kraffr-Ebing no cesa n de pasar del sistema alemi n al siste m a
l.11in y de l sistema latín al sistema alemán. M e dirán qu e es un caso un poco
, -,¡it·cial. Co ntinuemo s.
Yo creo que Foucault está mu y pró xim o - e inversamente, pues n i siqui era
·., ., i 1:o uca ult lo conocía- d e un lin güista america no, especialista en lo q ue él
111 i\1110 llama soc io- lin güística, que se llam a Lahov. Creo que se pron uncia así,
111,c\ to y seg uro . Labo v realiza estudi os que me parecen mu y, mu y int eresantes.
\ ·.111;1 compre nd er por qu é m e parece cercano a Foucau lt. Realiza estud ios
-... 1.rt·, por ejemplo, un ni110 ame rica no n egro que exp lica algo. Exp lica por
, 11 111ploun juego, un juego mu y comp licad o entre chiquill os ne gros de Har -
109
Clase 4
- - - - -- - ---- - ---- - - - -
11O
¿Com(I rxtmtT vinbilid,ulr.,>El emmci,,d1, ,w 110 pmnj ey murmullo.
No solam ent e los enun ciados van en multi plicidad, sin o que cada enun ciado
e, él mi smo una mulripli cid ad. No hay estru ctura, so lo ha y mulriplicidades .
Ya está , esto me alca nza para el primer ni vel, yo no pid o má s. Si usted es
pid en m ás, int entar é decir algo m ás, p ero esto ya m e par ece algo mu y, mu y
¡)l·~ctico, qu e mue stra h asta q ué p unt o lo q ue Foucault llama enunc iado no
1iene nin gun a co rrespo nd encia al nivel de las propo sicio nes qu e estudian los
li11gii isras. U na p rop os ició n lin güíst ica está por natural eza d efi nid a po r su
¡)crte n encia a nn sistema h omogéneo d efin id o por co nsta nt es. U n enun ciado
<"., exactameme lo contrario .
Enton ces, wdo s so mo s Kraffr-Ebin gs, aunqu e no h ablemos alemán, n i
l.11in, pu es no dejamo s de p asa r de un sistema a orro. Ustedes m e dirán qu e en
t·I caso de Kraffr -E bing, qu e es m 11y s impl e, se pa sa por razon es de pu do r, es
,k cir razo nes q ue n o t ienen nada qu e ver con el lenguaj e. Y es efect ivame n te
'" que dir ía un lin güi sta. Pero es idiota . Es completamenr e idi ota . Pu es las
r.rw nes de pudor , qu e sie mpre pueden asignarse al exterior del lenguaje, so n
1:1inbién va riabl es de la len gua . Es en tanto qu e ha bla y produ ce enun ciad os
1 11
--í
CltL<e
que Kraffc-Ebing los co mpone con alemán y con latín. Y es el caso de todos
nosotros, siempre estJmos moneados sobre varias lengu as. Efectivamente somos
todos bilingües . Más aún, somos mulrilingües . Solo qu e no lo sabemos. Me
dirán que empleo «len g uJ » en un sentido ilegí timo . En absoluto, lo empleo
en el senrido m;.Ís esrricro: sistema homogéneo definido por constantes.
¡Uf! He aq uí un primer punto muy claro. ¿No h ay preguntas? No hay
preguntas.
Es evidente que h ay que hac er una elección. Quiero decir, no pued en
mantener ambas cosas a la vez: no pueden d ecir que sob re cierto plano son
los lingüi stas los qu e tienen razón, y sobre otro plano, es la multiplicid ad . No ,
no pueden mant ener las do s posicion es. Si creen en las multiplicidad es, solo
pueden decir una cosJ: que cada segmento de lo que dicen, que cada segmento
lingüístico, por peque110 que sea, es pasaje entre sistemas heterogéneos . Jamá s
encontrarán un segm ento, cualquiera sea, que pertenezca únicamente a un
sistema . Me pare ce enton ces que, en este sentido, la teorÍJ d e las multiplici-
dades se opone rJdica lm ent e al estru ctu ralismo.
Y Foucault rienc rJzó n , rodJ la razón, al d ecir ya en La arqueologíadel sabn
que él no es estrucrurali sta. Yo creo que, en efecto, forma parte de los que creen
en un a do ctr ina de las multipli cidade s, en una teoría de las multiplicidades .
Ahora bien, las multiplicidad es no tienen nad a que ver co n est ructuras , son
o trJ cosa. ¿Por qué? Porque, una vez más, son reglas de pasaje entre sistemas
h ete rog éneos, y no reglas de formación de siste ma s hom ogé n eos. Ustedes me
dirán entonces que para que haya pasajes entr e sistem as heterogé neos hace falta
que ha ya sistemas qu e deben ser, cada uno , h omogé neo s. No , no es verdad.
Qu e solo h ay pasajes entr e sistemas het erogéneos quiere dec ir que la idea d e
un siste ma homogé neo es, por sí misma, una abst racción. Y no solam ente
un a abstracción , sino una ab stra cción ilegít im a. Solam ente cuenta el pasaj e.
De allí el segundo nivel. Tomo esta vez la frase. La frase remit e a un sujet0,
pero el suj ero al cua l remir e es el sujeto de enun ciac ió n -llamado extraña -
ment e «d e enunc iació n »-. Una frase tiene un suj eto de enun ciac ión que no
se confunde co n el sujeto d el enunciado . Si digo «El cielo es azu l», «el cielo »
es sujeto d e enun ciado y no d e enunci ación.
¿Qué es el sujeto d e enunciación de la frase ? Es la frase en tant o remit e a un a
persona gramatica l. ¿Qué es un a person a gramatica l? La persona gramat ical
es ,,yo». ,,Yo» es el sujeto d e enun ciac ión de la frase. ¿No import a cuál «yo,,?
No, no importa. Ha y «yoes» que solo en aparien cia son personas gramatica les.
Si digo «yo paseo », no hay diferencia d e n atur aleza enrre esa frase y la frase
«él pas ea,,. En un caso el sujeto de l enun c iado es «él», en el otro el sujeto
d el enun ciado es •< yo» . Entonces en la frase «yo paseo,,, «yo » no es sujero de
112
¿Cómo extraer visibilidade.<?El 0111nc
iado co11wpa.<njey murmullo .
, 111111ciación,es úni camente sujeto del enunciado, inter cambiab le con «él». En
, .1mbio , si digo «yo juro ,,, es ca vez el «yo» no es del tipo «yo pa seo». ¿Por qué?
l '(lrque yo no paseo di ciendo «yo paseo » ... Puedo pasear y decir «yo paseo »,
¡•ero no es lo mi smo. Cuando digo «yo juro >,, yo juro al decir «yo juro ». Ese
, \ el sujeto de enunciac ión , la verdadera persona lingüí sti ca. La verdadera
¡•,·rsona lingüí stica es la pr imera persona.
¿Qué es ese «yo», verdadera per sona lingüí sti ca? Es lo qu e se llamad , lo que
i<>.\ lingüi stas llam an un sui -referencial o, si ustede s pr efiere n , un embragador.
( , 11110 se di ce, ha ce co men zar el discurso. ¿Cuá l es su propi edad muy extraila?
l ,111
l'.ese «yo », sujeto d e enu nciación, no designa ni un a cosa, ni un concepto .
,.l _)ué designa? D es igna t'111icamente a aqu e l que lo di ce . Es «yo ,>aquel qu e
,lin.-«yo», es «yo » aqu el que lo dice. Esa es la fórmula del su i-refe rencial , que
l1.1L"c comenzar el di scur so . En otros términos, la frase encuentra en la primera
¡wrm na el Slljero <le enunciación a través <le!cu al o al cu al se refiere. Ese su-
wrn de enuncia c ió n es el «yo» co m o primera p ersona irr eductible a la terc era
¡wrsona . Por el comrario , el «yo » de «yo pa se o ,>es p e rfe c tam en te reducible a
l.1 1n cera per so na.
l.o que acabo d e res umir d e manera mu y, mu y sumaria , es una teo ría
, .-lchre, al meno s en Francia . La encuentra n por codas parc es, p ero la resumí
¡•.1nicularrnente b:ijo el punto de vista d e Benv eni ste , Problemas de lingüí stica
t, ·11rml13. Aquello s de e ntr e ustedes que hayan hecho lin güística, reconocie-
1,111en lo que contaba un tema muy cercano a aque llo qu e los ingle ses y los
1111n icrnos han llamado los actos de habla .
( lbj ec ión: ¿no hay lengua s sin prim era p ersona? Benv eni ste, quien es un
, ,, d ente lin güista, di ce qu e au n cuando la prim e ra per so n a no apa rece, su
l11r.;1r está ahí . In voca el japonés. Es obvio que en una frase ese ''Yº" com o
·.1qt"lo Je enun ciac ió n pu ede es tar sobre nt endido . No hac e falta qu e m e cit en
l 1.1\l..._que no sea n d el tipo «yo juro ». Evidentemente hay muchas. El he cho
,1,· ,¡u e esté so br ent e ndido n o camb ia nada: la frase remite a un suj eco d e
, 11111 1eiación sobrentendido o expre sado . En otros términ os, dirí a que ese
·.,q<'lo d e enunciación es una constante intrín seca .
l 'no n o ten qu e cualqui era puede ocupar el lu ga r de ese ''Yº" lin güístico .
1 ·. .. r o » el qu e lo di ce . En efe cto , yo digo «yo », p ero en un rato tú dir ás «yo ».
1 l 111 dic es «yo» al mi smo tiempo. Es «yo» el que lo di ce.
l 'llr tanto, la for mula de la frase es: co n stant e intríns eca / va riabl e excr ín -
. ,, . 1. l .a co n stant e intrín seca es el suj eto d e enunciación, el sui - referencia l, el
, 11d,1.q.:,;¡dor. Las vari;.ibles ex trín secas so n la infinid ad d e los ind ividu os qu e
113
pueden decir «yo,,. ¿Oe acuerdo? Definiría entonces la frase por su consranre
intrínseca, siendo las variables necesariamente extrínsecas. Es la forma del
"Yº" en lingüística.
Y bien, pu ede que todo esto sea válido para las frases, pero muestra que bs
frases no son algo muy int eresante. Pues- y vuelvo a enganchar con Foucault-
en el nivel de los enunciados verán algo completamente distinto. Un enunciado
remite también a un suj eto . Sí, no hay problema, remite a un sujeto. Pero se
complica, porque no sola mente remic e a un sujeto, sino que corre el riesgo
de remitir a much os sujetos. Más bien, tiene demasiados. Ya siencen que el
«yo» no va a convenir para expresar elsujeto del enunciado. Ti ene demasiados
sujetos. Porqu e por una parte, el sujeto corre serio riesgo de variar en natu-
raleza de un enunciado al otro. En segundo lugar , para un mismo enunciado
se corre el riesgo de que haya varios sujetos, que por supuesro no se reducen
a un «nosotros », qu e son sujetos heterogéneos.
Y bi en, comencemos. Según los enunciados, el sujeto es mu y diferente. He
aquí un texto curioso sacado de una conferencia: ¿Qué es un autor? foucaulr
se pregunta si un enunciado tiene nece sariam ent e un autor. Dice qu e no, que
un enunciado puede tener un autor, que hay a{f!inos enunciados que tienen
un autor. En especial, por ejemplo, los enunciados literarios. Se me dice algo,
yo pregunto de quién es eso, y se me responde: ,<Es de Victor Hugo ». Hay Un
autor. Entonces, ciertos enunciados tienen por sujeto de enunciación un autor.
Pero hay enunciados que no tienen autor. Por ejemplo, ¿diría que soy el autor
de una carta que escribo? A veces sí. Diría que lo soy si es una carta criminal
anónima. En ese caso, «auror>, ya no significa <«Hitar literar io », sino «auror
del delito». Una cart:i anónima tiene un autor: ¡auctor delicti! (¿Ven? Acabo
de hac er co rno Kraffr-Ebing: acabo de producir un enunciado. Como dice
Foucault, los enunciados no son difíciles de producir , se los produce todo el
tiempo. Sin embargo so n raro s. Y en efecto, ambas cosas son muy coherentes ...
Pero bueno, poco imp orta) . En otro caso, entonces, una carca no tiene autor,
tien e un signatario. ¿La función-autor es lo mismo que la función -signatario?
No. Si escribo a un amigo <•No pu edo llega r a la cita, saludos», no puedo decir
que soy el autor de la carta, soy el signatario .
¿Pero si soy Madame de Sévigné? ¡Ah, se complica! Soy signataria por
relación a mi hija, mi bien amada hija, a quien le escribo, pero soy también
autora, puesto que mi hija hac e circular mi carta en los m edio s literarios
diciendo: «¿Vieron qué bu ena que está la carta que acaba de mandarme mi
madr e?,, [risas],y se hacen lecturas públicas de la carta. He aq uí que un mismo
enunciado tiene do s sujetos: Madame de Sévigné como autor, Madame de
Sévigné como signataria. No es lo mismo.
1 14
¿Cotn/J t'xm1er oisibili dade.r?El enu nciado como pm11jey m urmullo .
1;)memos un caso como el que invoca Foucaulr en Prou st, la primera fra-
..,. de é.'nbusca del tiempo perdido: «Durante mucho tiempo me he acostado
1.-i11prano»14. Foucault plantea una pregunta muy simple, y creo que ahora
n1.1111ospreparados para comprenderla . Si soy yo quien dic e la frase, la frase
•.uc: siendo la mi sma, ¿pero es el mismo enunciado? Pude haberla dicho un
·.1.1
il1.1 por casual id ad. Le dije a un amigo: «¿Sabes? Durante mucho tiempo me
lw .,coscado temprano> ,, sin sa ber que estaba en Prou sc. No es una frase muy
, 11111plicada.En ese caso no soy autor , soy locutor d e la frase. Pero cuando
I ', ou st la escribe como pri ~era frase de En busca del tiempo perdido es autor
de h frase. ¿La frase remite so lo a un amor? No, remire a un narrador , que
"" L'S el autor. La frase ti ene do s posiciones de sujeto: el autor y el narrador.
Y Foucault continúa : un contrato tiene un garante-en efecto , es el término
1n ni co-, no ti ene autor. Un texto que se lee en la calle so bre un muro ti ene
1111redactor, que no es lo mi smo que un autor" . Ven que ha y muchísimo s,
( hísimos: autor, redactor, n ;urador, sign;irari o . . . En fin, la lisra es abierta,
11111
¡111nlen in ve ntar m ás.
Ln mis ejemp los he de sbordado hacia el otro caso, a saber , un mi sm o en un -
' 1.1doque remite a varios tipo s de sujetos: el enun ciado de Madame de Sév igné,
, 1rnunciado de Proust , que pasa por un autor y un narrador . . . O bien -para
1," qu e estuvieron aquí los ai'los anteriores, no s detuvimos en ello un lar go
11nnpo- el eje mplo del di sc urso indirecto libre . En el discurso indir ecro lib re
1icnrn cortocircuito de do s suj etos d e po sicion es abso lut amente diferentes .
Vuelvo a decirlo muy rápidamente para los que no estuvieron, para que
, 11111prenda n , porque es esclarecedo r. Un enunciado de discurso indire cto
libr e es muy interesante, es un enunciado que m eten en una en uncia ción
,¡11(· no depend e del mi smo sujero de enunciación. Por ejemp lo: «Yo le dije
'l"l ' 110 haga ese viaje . Ella romaría rodas las pr ecauciones y no recibiría de mí
11111g1 'in consejo ». Esca forma , que encuentran muy a menudo en la n ove la,
, -. 1111discurso indirecto libre, porque el di scurso indirecto sería: «Yo le dije
,¡it <· no haga ese viaje. Ella me respondi ó que tomaría todas las pre ca ucione s
1 ,¡11eno recibiría d e mí nin gú n co nsejo>•. En el discurso indirecto libr e hay
1111.1e~pecie de ruptura . «Yo le dij e que no haga ese viaje ». En lu gar de «Ella m e
1n pondió que ... » , aparece «Ella tom aría rodas las pr ec auciones .. . » . El suj eco
,¡. rnunc iación «ella» se desliza en mi enunciado, cuyo sujeto d e enunc iac ió n
·., ,,· yo. Hay como un d esliza mi ento de un suj eto de enunciación ha cia otro.
'' /\farcel Proust, En busca del tiempo perdido , tomo 1. «Por el camin o de Swa nn »,
1.a, M adrid , 1998 .
\ l, 111
1I5
Cia.,,·-1
El discurso indir ecto libre es un caso mu y bell o. Entonce s los lin gü istas, para
dar cuenta del discur so indire cto libre , elucubran a veces teorí as apasionantes.
Es un probl ema muy, mu y bueno. Cuando so n estúpidos dic en qu e el di scur-
so indir ecco libre es un mi xto de discur so dir ecto e indir ecto . Eso es id iota,
no tien e nin gún int e rés. Adem ás no es cierto , gramaticalment e no es ciert o,
puesro que existen los tie mpo s gramaticales del discur so ind irecto libr e, que
no se corresponden co n los tiempos de uno ni d el otro. Hay entonc es una
o rigin alidad del di scur so indir ecto libr e. Y o bser ven qu e hay intromi sión de
un sujeto, es como un vampiro. El discur so indirecto libr e es un sujeto de
enunciación que llega a vampirizar a otro. ¡Mu y bello caso! Ti enen ahí un
enun ciado que remite a do s sujetos d e enunciación.
Y se podría continuar la lista de Foucault de posiciones d e sujeto. Vuelvo
a Kraffr-Ebing , que es rodavía ot ra cosa . Los enunciados de Krafh-E bin g no
re mit en a un autor. ¿A qu é remiten ? A algo mu y, muy espec ial en la litera-
tura. Es lo que se llam a un a co mpila ción, es un co mpilador. El co mpil ad o r
es algo mu y viejo. f elizm ente los hub o . A mi mod o de ver, se form a en los
gri egos y los latinos. Di go que felizm ent e había comp ilad ores pu es co m o ya
no tenemo s mu ch os textos de los gri egos y de los latino s, un a gran parte de
lo poco que tenemos no s llega de compil ad ores. Po r ejemplo , un co mpil ado r
célebr e en los romanos, mu y, mu y útil, fu ent e de todo, es Aulo Celi o. Hi zo
un libro 16 co mpu esto d e pequ e1íos ca pítulo s sobr e las circun sta ncias en que
tal poeta tr ágico dijo tal cosa, y cita, por ejempl o, cin co versos d e un a tragedia
p erdida. Es un a espec ie d e compila ción. En Montaigne ha y una especie de
compilación en acco, aunq ue n o sea solo com pi lador. Los co mpil adores son
mu y imp orta nt es porque g racias a ellos se cono ce n cos as. Y bi en , yo dir ía que
Kr¡.¡ffr-Ebi ng es 1111co mpil¡.¡Jo r. Los enunciado s de Krafft-Ebing remiren ;i tin a
po sición d e sujeto compilador .
¿Qué quiere dec ir to d o esto? Co nclu yo rápidam ent e este segundo punto.
Oiría qu e contrariament e a las frases, qu e remir en a un a co n stant e formal,
el «yo» como primera per so n:i o sujeto de enun ciac ión , el enunci ado remite
a pos icion es d e sujeto variabl es, a veces var ias para un o solo. Y -aho ra van a
compr end e r todo- todas esas posic io nes d e suj eto se ordenan en la co hort e,
en el largo co nej o de un « st: ha b l¡.¡»_Son las figur¡.¡sde un «se»1- má s profundo
qu e cualqui er «yo,,.
Y allí r o ucault se en cu entr a una vez m ás co n Blanchor qu e, hasta donde
co nozco, es qui en h a llegado más lejos en la dir ecció n de la d estru cc ión d e la
116
¿Ctirn,, rxtrfl t'r i'i.<ibilidadcs; U m1111
ci11d
o como pm11jeyn111rmulfo
.
I '' r:-.
onología lingüí stica, de la d enunci a de las perso nas gramaticales en favor
,1, 11ni/1~o de un «se» más profundos. Es decir , es el anti-Benveni ste. Benve-
111:-.t L' denun cia la tercera perso na co mo una falsa perso na. Blanch or esgrime el
..•,,.,. co mo expresión de la no -per so na , y la no -per sona es el verdadero sujeto
,l,·1L" nun ciad o.
1)e modo que todas las posiciones de sujeto, roda s estas posici ones variabl es
,¡11 l· ,1caba111os de ver, viene n 11na tr as otra a sei'i:-ilarfiguras del «se» sin quebr ::ir
•,11 anonimato . Y ese era el ~ue110 de Foucault , cuando decía en El orden del
,li1rnrso: ,do mar mi lug::i. r en un murmullo anónimo ,,' ''. Es decir que el nombr e
¡•mpi o no es m ás <1ueuna figura de ese «se habla,>: Kraffr -Ebing, Mad ame <le
\ ¡··vigné, todo eso, todo, codo , roda s las posiciones de sujeto se alinean como
l.1 \ variabl es d e un ,,se habla ».
¿Co mpr ende n? Vimo s hace un mom ent o que Ll frase se define por 11na
, 1111 stanr e intr ínseca y variabl es extrínse cas. la constanre intrínseca era el «yo »
, <-.mosujeto d e enun ciac ión . Las variabl es extrín secas, codos los indi viduos
,¡11 e podían de cir «yo ». Diría q 11 e el en1111
ci;1do, po r el co nrr ar io, se de fine por
1111 conjunto de var i::i. hles in tr ínsecas. Es la noc ión de variabl e intrín seca. Y
c\l o se encad ena mu y bi en co n mi prim er niv el. Mi prim er ni vel d ecía qu e
,·I l'llltn ciado se define po r reglas de pasaje en tre sisrem:-is h ete rogé neos. Mi
•.q~und o nivel dice qu e el enunci ;1Jo se d efine por var i:1bles inrrin sec 1s, a s;1ber,
el conjunt o d e las posicion es de sujeto a las cuales remi re. Siendo en ron ces cada
IH> sición de sujeto un a fi¡!,ur a del «se». Es un am i-p erso nalism o abso l11ro. N o
lu y con scanre intrín seca ni varia ble extrín seca, so lo hay va riabl es intr ínsecas
dd enun ciad o. Y aquí otra vez está mu y cerca de Labov, qu e hace tambi én
1111ateoría de las variables intrín secas de la lengua.
Hemo s trabajado bien . Estoy entonces en el terc er nivel. D eb erían poder
.1divi nar q ué es ese tercer ni vel. Se los digo par a qu e lo piensen. Volvemos a
h propo sición. Se nos di ce qu e una propo sición tiene un refer ent e, es de cir
,¡ue remit e a un estado de cosas. El estado de cosas puede o no cumplir la
refere ncia . Di go «El cielo es azul ». La pro po sición rem ire a un estado de co-
1
JI es l'I pronombr e co rrespond ie nt e a la terc era perso na del sin gular , «él,,, pero
.1 Jií erenc ia del casrellan o , en fran ces es tambi én pronombre person al neutro Je la
tncc ra per son a , que se utili za pa ra in t rodu cir verb os imp erson ales: p or cj..:mplo. JI
¡,lrnt, «Llu ne », o JIsemhle que, " l'a rece qu e,,. Esta dobll' ur ilización no c.~ ap licable
.d «él" caqel lano y es d e importan cia para el arg umen1 0 - qu e Del cuze cnmpkta rá
, ·11 b1pró xima clase-, po r lo cua l de cidimos m ant ene r e l términ o en fran cú [Nor a
117
Cfme4
sas: «cielo azul». Puede ser que el cielo esté negro, enton ces la referencia de la
proposición no se cumple, no es efectuada. Eso no quita que la proposición
tenga una referencia. Diría que en el caso de un a proposición hay referencia
a un estado de cosas. Es la constante intrín seca . Y el estado de cosas está o no
allí para cumplir , para efectuar la referencia . Es la variable extrín seca.
Para un enunciado no es así, es completamente diferente.
118
Clase 5
¿Qué es un enunciado?
El problema de la relación entre
enunciados y visibilidades.
19 de Noviembre de 1985
,;<luées un enunciado?
l·11nción primitiva y funciones derivadas.
, ·. 1111 enunciado? Además hay que ver que en la letra del texto de Foucaulr
119
Cl.asr5
- -- - - --- ---------- -- - ------ - ·-
1
Michel Foucault , La arqueologia del saber, op. cir., p. 14.'3.
120
¿Que es un enunciado? t1 problema de M relación entre enunciados y z,isibilidndes .
12 l
Clase5
---- - --- --------·--- ---- -----
2
Cf. Marce! Proust, En buscadel tiempoperdido, tomo 4: aSodoma y Gomorra».
122
¿Que rs un rmmoad o>fJ problema dr la rt'Ítzczonmtrt' enunciado-<
y 1·isibilidadrs.
- -- -- ·- --
¡ •.w, v entonces que estamos siempre tomados -y lo que digo vale para toda
l., l111gi1í stica- por esta exigencia de las pseudo-ci encias ... No, ret iro lo que
ilw .. [risas]Estamos siempre tomados por esra exigencia ciencífica: o bi en
, 1111 ,1;11nesintrín secas, o bien variable s extrínsecas .
..l)ué es entonces un enunciado? Y bien, un enunciado no es una pro-
l"' "il iún ni una frase . Porque una fras e -aca bamos d e verlo- está hecha de
'-'T,111t ·nto s ca da uno de los cual es pertenece a un sistema hom ogéneo , y una
11111¡io sició n está por entero .en un sistema homogéneo. Un enunci ad o «a la
l 1111l :1ult» no es ni una frase, ni una prop os ición. ¿Por qué? Porqu e aquello
,¡11< lo d efine es la variación inh erente que lo ha ce pasar, intrínsecamente, de
1111 , i.qema a otro . Lo cual qui e re decir que un enunciado es ins eparable de
1111 l .11npo de vectores.
123
Cútsr 5
124
cindr/ t:I.¡,mbl ,·mn de La rrlnción mtrr munciado .<y 1,i.<
¿Que t'.<1111 m1111 ibilidndr.<
.
1,, , ¡ue quería decir . . . Bueno, es el campo de vectore s. Ustedes co mpr end en
q1l l' esto es esencial. Quizá se sorpr endan menos cuando, más tarde , veamos
,¡111 · l;oucault no s dice tambi én qu e un a curva es un enunci ado. En todo caso,
, 11.dqui er enunc iado se define por el campo de vectores gu e le está asociad o.
l{eromen el t:iempl o (¡ue les dab a co n Kraffr-Ebin g. Espero haberlo vuelr o
111 :is claro. En un a misma frase, Kraffr-Ebing pasa de 1111 sistema , el alemfo
n dnd ar, a otro sistema , el latí n. ¿Qu é dirá un lingü ista? Dirá: «¿Ven ? Hay dos
•,Í\l t:n.as ho mogé neos, el sistema alemán y el sistema latín ». Y añadirá : «D e
.1c 11<.:rdo,Kr;iffr-Ebing pasa en la m isma frase del sisrem a ;;ilemán al sisrema
l.11í11 , definid o c Hfa un o por sus co nscrnte s. Pero eso no tiene ningún inrerés
1•:1r:1 nosotr os , lin güistas. ¿Por qu é? Porqu e sucede por razones extrí nsecas.
, lt rwn es extrín secas de qu é nawr aleza? El pudor o la censura . Lo qu e tien e
¡ ,.1r;1 decir es demasiado cru do, enton ces se pone a hablar en latí n».
Me parece qu e Foucault dir ía: ,,De nin gún modo . De acuer do , result a qu e
, , po r razones extrí nsecas gu e d e golpe se pone a hablar en larín. Pero eso
11n quita gu e al nivel del enun ciado haya reglas de pasaje intrín secas, h aya
1111 :1lín ea d e variación inh eren re, y qu <::1m enun ciado de Kraffr-Ebin g pueda
-.n definid o co mo 11ncamp o de vector es c¡ue determina el pasaje del sisrem ;1
.il!'lnán al siste ma lat ín. En otros términos , el pud or y la cens ura no pu eden
·.n simpl emente co nsid erados com o variables ext rín secas, son tambi én, de
11unera inh erente en el enun ciado, reglas de pasaje)).
Y si consideran cua lquier enun ciado, verán qu e existe un equi valent e. 'lod o
-.1,tl'ma, rodo enun ciado, esd entr e varias lengua s y pasa d e un:i. lengu a a otra .
1; t111e11 un enun ciado cienrífico rnalq t1iera. Fo11c rnlr da 1111 mu y bu en ejemp lo,
¡ 1.igin:1.48 d e La a rqueología . Tom a el ejempl o de un enunciad o clíni co en
,·I , iglo XIX, de un enunci ado de med icina clínica . .. no , no es de med icina
, linic:i.,creo que es un enun ciado de anarnmí a p atológica ... no importa. Es
1111l'nun ciado tipo Bicha r o Laenn ec. Y nos dice: Si existe unidad-en dicho
, 11t111 ciado- el principio no es, pues , una forma determina da de enunciados -es
, 1, ci r, el principio no es un sistema hom ogéneo-. ¿no sería mds bien el conjunto
,/,·lm reglas que han vuelto simultán ea o sucesivamente posibl es- la enum eración
l.1 :1grego yo- en prim er lugar, descripciones puramente p erceptivas - es deci r
, 111111 ciado s de descripción- pero tambi én, en segund o lugar, observaciones
1 11,·rlit1tizadas por instrumentos-es decir, enun ciados instrum ent ales-, en tercer
l11r.:ir, protocolos de experiencim de Laboratorios -e nun ciado s de proto colo-,
, .1/rnlos estadú ti cos -tambi én un tipo de enun ciado d iferente- , reglamentos
·,,,, it 11<-"io
nales. prescripcione .( tempéuticas:>1
126
¿Que c.<un mmuúdo? .U problema de l,1relación mtre rnunci,ido .<_v z•i.<
ihilidnde s.
, 111111 ciado , los co n ceptos d el enu nciado- aparece n en un espac io correl ativo
,1, I v111 ciad o . De modo q 11e el en u nciado se defin irá a la vez po r su esp ac io
111
, .... < iado -el ca mp o de vecto res- y p o r su espac io co rrel at ivo, qu e aún n o
11,111< ,s defi nid o, pero d el cua l sabe m os qu e expo ne el sujeto d el enunci ado ,
, l , .!1jcto del enun ciad o y el con cepto del enun ciad o .
l'.1ra mí está compl eto ... Eso es todo [risas]. ¿Va bi en este prim er p unt o?
111·. 1\lo mu ch o en rudo esro . Pues to qu e se pu ede d efi nir el enun ci;:¡d o tant o
I" 1 1 \l l fun ció n pri m itiva - eso está h ec ho, y en la m edid a en q u e no te nga n
1•11-r .11ntas pa ra planre;i r, está adquir id o-- co m o po r sus fun cion es de rivad as.
1111, nte m os ent o nc es de lermin ar las fun cio nes d erivadas . C reo qu e lo vim os la
, d11111:ivez y estábamos en eso, pero es tan delicad o que m e p reoc up ab a retoma r.
Vimos el prim er asp ecto, la prim era deriva d a de l en u ncia d o . A sab er: ¿cuál
, -. el sujeto del en unciado? Y Fo u caulc nos di ce que el sujeto d el enun ciad o
1" , ,·\ en ab so lut o el sujero d e enun ciac ió n d e la frase .
1 h b íam os visto có m o el lingü ista p o día asig nar el suj ero d e enuncia ció n
, 1, l.1 frase, en el ni vel d el d iscur so , b ajo la form a de l embr agad or o del sui-
1, lnrnc ial. H abía ro m ad o co m o ej em p lo t ípi co la lin güí sti ca d e Benve ni ste,
, 1 ·\'º " co m o pr im era p erso na, pero verd ad era p ri me ra perso na , es d ecir
, 1111 111sui -refe ren cial. «Yo paseo ,, no es un verd adero «yo ». ¿Po r qu é? Porque
, ·. 1111,,_yo,,es tri ct am en te asimil ab le a un «él,,. No hay dife ren cia d e n atur aleza
, 111,,. Lis p ro p os icio n es «yo p aseo » y «él pasea ». Si d icen «yo p aseo», n o h ay
, l1li-1<:ncia de na tur aleza con «P ierre p asea ». En camb io , si d ice n «yo juro»,
11.1 1 1111a di feren cia d e nat u ra leza co n «él ju ra ». ¿Porq u é? Po rqu e cua nd o di cen
· • 1 ¡11r:1,, d esc ribe n , exacta m ent e com o cu an do d ice n «él pasea,, o «yo paseo ».
1 11.111110 di ce n «yo jur o,, n o d esc ribe n, jur an , es d ecir lo hacen . C uando di ce n
, " 1);1seo ,, no lo hace n . C uan do d ice n «yo ju ro,,, ju ra n . En o tro s tér mino s,
, 1 · vn ,, d e la prim era perso na n o es aqu i asim ilab le a un «él», pu esto qu e
, ,1.111do di ce n «él j ur a,,, no h ace n nada, d esc ribe n. C uand o di ce n «yo j uro ,,,
• ·. "' ra cosa. Allí tien en un tope. Se to pan co n la irr ed ucti b ilid ad d el "Yº " a
1111 ··• 1,-. Es decir, con el «yo» como pr im era p erso na pu ra. co m o embra gado r
•, , , ,1110sui-refere nc ial.
.\ l1Pra b ien, qu izá es verd ad . fouca u lt di ce qu e q uizá es verdad par a el sujeto
,¡, , 1111nciación de la frase . ¿Pero es ve rdad p ara el enun ciad o? N o. ¿Po r qué?
127
Ua.,e.5
128
¿Que es un m11nci11do
? El problema de la rl'lación entre enunciado.<
y z•isibilidade.,.
•,1111 ¡" ,,iciones de sujeto que no pueden reducir a la forma de un «yo ». Son
111111 1e>11cs derivadas del enunciado, son variables intrínsecas del enunciado.
Y 111;Ísaun, yo les recordaba que un mismo enunciado puede tener varias
I" ,·-1,1unes de sujeto. Les decía la última vez que una cana de Madame de
',, 1·1¡•.11L· tiene evidentemente un signatario, que es Madame de Sévigné en la
1111 di.la en que su carta está dirigida a su hija. Pero remite también a un autor
, 11l., medida en que circula en los medios literarios del siglo XVlI y su hija
, 11111 g;1 copias y la ofrece a la lectura. Desde entonc es Madame de Sévigné es
1111 .n11or.Volvamos al caso de" Prousr. El texto de l:,n buscadel tiempo perdido
"11111ca un autor que es Proust, posición de sujeto, pero pasa también por un
11.111 .Hlor, que no es lo mismo que el autor y que es también una posición de
·.111c11 ,. Qué relación existe entre el :iutor y el narrador es un problema que, por
, 1rn1plo, críticos muy profundo s como Genette, o como Banhes, han estu-
.J1.11lo muy de cerca. La última vez les mencionaba el discurso indirecto libre,
,¡,w me interesa de manera especial como un caso muy bueno, precisamente,
,1, ,·1iunciado que remite simultáneamente a vario s sujetos insertos unos en
, ,11,1\ . Es un enunciado que tiene varias posiciones de sujeto .
l liría entonces que el sujeto es una variable intrínseca del enunciado. Deriva
, lt-1vnunciado, y no a la inversa . Y esas posiciones de sujeto pueden ser múl-
' q ,k, -ven siempre el cerna de la multiplicidad en Foucault- para un mismo
, 11n11ciado.La posición de sujeto no solo varía de un enunciado a otro. Lejos
,le que todos los enunciados tengan una posición de sujeto común que sería
, 1 -.11jcrode enunciación, el «yo », aquí no solamente varía de un enunciado a
, ,11,,, sino que un mismo enun ciado tiene varias posiciones de sujeto.
,:(Jué son entonces esas posiciones de sujeto? Hay que decir que son mo-
, 1,il.Kiones. ¿De qué? De una tercera persona. Son las modulaciones de una
1, 11,·r:i persona, es decir las variaciones intrínsecas de la tercera persona , de
,111¡/ infinitamente más profundo que todo «yo>,4 •
/lué es este iP. Del mismo modo que hace un momento les decía que
¡ ,1,·\ten atención al «yo» de Benvenist e, que no es cualquier «yo », que es el
·· 1, , .• de la enunciación, que no es el «yo•• de «yo paseo» sino el de «yo juro ,,,
d 1111:1 diría -pero esto invierte codo- que el il de Blanchor o de Foucault no
, ·. 1uJ.lquier tercera persona. Ellos inv ertirían completam ente el esquema.
1 •11un incluso que sí, que el il de ,,él pasea», en el sencido de «Pierre pasea»,
, ..,,¡milabl e a un «yo,,. Harían las reducciones inver sas. ¿Cuál es el verdadero
,/ 1-.~el ,,se». Es el «se» inasignable ' . Qui en es cono cen :1 Blanchot recuerdan
129
Cla.<e5
las muy bellas páginas so bre «se muere>,, idea infinirameme más profunda y
expresión infinitamente más profunda que «yo mu ero» . «Se sufre». Esa es la
terc e ra persona. Elevar algo, elevar una expresión a la potencia del «se».
¿Y qu é si~nifica ya en Blanch or la incensa valorización del «se»?Significa algo
muy simple: codas las posicione s de sujeto no son más que la modulaci ón de
un <<Se>,anónimo, de un «se» qu e es una no-per sona . Se diría que es un Ben-
venisce co mpletamente invertido. El secreto del enunciado está del lado de la
no-persona . Cuando el «se» se desprend e del il ya ni siquiera se pued e hablar
de una tercera persona, se alcanza el dominio de la no -persona . Y las posi cio nes
de sujeto son las variables intrínsecas de la no-persona, las variables intrín secas
del <<Se». «Se habla ,>:los sujetos , cualesquiera sean , como sujetos del enunciado.
Y los sujetos del enunciado son las variables intríns ecas del «se habla ».
Me pr eguntarán ustedes qué quiere decir «se habla ». Hay un texto de
Blanch o c que encuentro particularmente caurivanre, en el que se propone
comentar a Kafka . Lo leo. Ni siquiera quiero com ent arlo .. . La cuestión es si
les dic e algo, lo que sea . Está en la parte del fuego, pág. 29. Es a propósito de
Kafka. Creo que es el texto en el que Blan choc se las agarra más ní t idamente
con los lingüi stas y con la teorí a de los embragador es . . . Implícitamente,
puesto que no dice nada, está sobrentendido . No me basta entonces con escribir
«yo s~y desdichado». En tanto qut no escribo nada más, estoy dema siado cerca
de mí, demasiado cerca de mi desdicha como para que esa desdicha devenga ver-
daderam ente La mía bajo el modo del Lenguaje. Todavía no soy verdaderamente
desdichado. Solo a partir del momento en que Llegoa esta sustitución extraña: «él
es desdichado,,, el Lenguaje comienw a constitu irse en Lenguaje desdichado para
mí, a esbozary a proyectar Lentamente el mundo de la desdicha tal como se realiza
en él Entonces quizd me sentiré CUl'stionadoy mi dolor se experimentará sobre
ese mundo del cual está ausente, en el cual está perdido y yo con él, en el cual no
puede consolarse. apaciguarse. ni compadecerse, en el cual, o.:traño a sí mismo, no
permanece ni desaparecey dura sin posibilidad de durar. Poesía es ent rega. Pero
esta entrega significa que ya no hay nada que entregar, que rne he encaramado en
otro en el que sin embargo no me encumtro 6 .
Bueno, he aquí qu e las posi cione s de sujeto son las variantes intrín secas d e
un «se habla ». Y cuando Foucaulr retoma este cerna de Blanchor , lo renueva
de man era mu y profunda . ¿Por qué? Porque -y no quisiera vo lver sobr e esto,
hago solo un empalme- recuerdan ustede s qu e hemo s visto ha sta qué punto
la teor ía del enunciado en Foucaulc ten ía nece sidad de un «se habla ». ¿Y cuál
6
Maurice Blanchor, La part du jeu, pp. 29 -3 0. (Ed . Cast.: La parte del fuego,
Arena, Madrid , 2008) .
130
¿Qui e.<un enunciad o? El p roblnna d,· /.areuzción entre enunciados,vz•isibilidade.<
.
, -.el estatus de ese «se habla » en Foucault? Si digo que tiene nece sidad de un
..•,e- habla », no hay todavía diferencia entr e Foucault y Blanchoc. Hab ría que
,In ir incluso que Foucaulr recibe su inspir ación de Blanchor . Y es cierro. No
n qu e romp a con Blanchot , es que va en una dirección que ya no es la de
l\hn chot cuando intent a determin ar por su propia cuenra la natural eza de
,v «se habla ,,.
Vimos lo qu e era en Foucaulr ese «se habla », cuyas var iant es son toda s las
I '' •.\icione s de sujero : es lo que llam ará, en Laspalabrasy lascosas,el ser-len guaje ,
, 1 .\l ' f del len guaj e, es decir. la man era en la qu e el lenguaj e se agrupa en cal
1111,m e nto , manera ella m isma mu y vari able. Una vez mis , la m anera en qu e se
.,,.,nip a el lenguaj e en la época clásica , en el siglo XVII, no es b misma m aner a
que en el siglo XIX. El ser del lengu aje es siempr e en ron ces un ser histórico, y
, \ IP qu e con sriru ye la figu ra del «se hab la» en ral m omen to. O bien lo qu e La
,m¡ueologia del saber no llama «el ser del len guaje,,, como Laspalabras_ylas cosas,
1wrn es su equi valent e: el hay lengu aje. El ha_ y del lengu aje qu e es tambi én un
/,,,v histó rico, pue sto que va ría según las épocas. Un a vez q ue se dan el ser del
l,·nguaje , un a vez qu e sup ieron determ inar el ser del len guaje o el hay lenguaj e,
n d ecir el «se habla », todas las po sicion es de suj eto de los enun ciados de la
, ¡1oc 1 corresp o ndi ente devienen var iant es intrín secas de ese «se».
Es mu y curio so. Yo le at ribu yo una importancia enorm e a estas co ncepcion es
, ¡11c luch aron , qu e combatieron roda perso nolo gía, incluid a la perso nología
l111 güísti ca. Es mu y cu rioso que la perso nol ogía ha ya enc ontr ado un refugio
, 11 h lin güístic a con la teoría de los embra gadores. De allí qu e m e pare zca
,k ;1uto res. H abr ía qu e remit irse inclu so al libro de un gran aut or americano ,
11 11i nghetti , que ha habl ado d e cuartapersona del singular. Es un texto mu y
1111p ortan te . En efecto , habrí a qu e dec ir qu e el «se» y el il irredu ct ib le al il
.. ,din ario, ese «se» com o co ndición del lengua je, es efectivament e com o una
, ·,¡1l'cie de cuart a per son a.
Y ent onces yo creo qu e entr e los texto s m ás co nm ovedores de Foucaulc se
, 11tuencran esos en los qu e nos di ce a su m anera, de un a m aner a mu y dis-
' ,.-u , qu e personalment e solo desea eso, ocup ar su lu gar com o un a variant e
11111ín seca d el «se habl a» de su épo ca. Por eje m plo, al co mi enzo del di scur so
1111i I u lado El orden del discurso,qu e es efectiva m ent e un discur so pro nunci ado
( f Lawrence Ferlin gherri, «H e. To Allen G insb erg before 'Th e changc ',,, 1959, en
·,t.,,1i11g o/San Francisco,Poemsby Lawrencefrrl inghetti, New Di rections, 196 1, p. 26.
13 1
Clme 5
decir palabras en tanto las haya, hay que decirlas hasta que me encuentren -ellas,
las palabras-, hasta el momento en que me digan -extraña pena, extraña falta,
hay que continuar. quizá ya está hecho, quizá ya me han dicho -las palabras-,
puede ser que me hayan llevado hasta el umbral de mi historia, ante la puerta que
se abre sobre mi historia; me extrañaría si se abriera 8 • En el tínal, <¡uees cómico
-«me sorprendería si se abre la puerta de mi historia»-, seguramente han
reconocido de inmediato al autor de ese texto. Es uno de los grandes autores
del «se habla)), del gran murmullo: Beckett.
Ocupar su lugar como variante intrínseca del «se habla». Habrá un lugar
Blanchot, habrá un lugar Foucault, habrá un lugar Beckett. Después de
todo, aquellos que no aman ese lugar no llegarán a él. Quiero decir que los
personólogos ocuparán otros lugares, pero en un mundo que no será el de
los enunciados.
Y otro texto que ya he citado, la conferencia de Foucau!t intitulada «¿Qué
es un autor?» termina así: Se puede imaginar una cultura en la que los discursos
circulen y sean recibidos sin que la función-autor aparezca nunca. En efecto, si
,,autor» es una posición de sujeto entre otras, se puede concebir una civiliza-
ción que no conlleve esta derivada, que produzca enunciados con funciones
derivadas, pero no tenga la función-autor. Entonces: Se puede imaginar una
cultura en la que los discursos circulen y sean recibidos sin que la función-autor
aparezca nunca. lodos los discursos, cualquiera júera su estatuto, su forma, su
valor, y cualquiera sea el tratamiento que se les haga sufrir, se desarrollarían en
el anonimato del murmullo. Ya no se escucharían las preguntas machacadas por
tanto tiempo: ¿quién habló realmente?, ¿es efectivamente él y ningún otro?, ¿con
qué autenticidad, o qué originalidad?, ¿y qué ha expresado de lo más profundo
de si mismo en su discurso? Se escucharían otras preguntas, como estas:¿cuáles son
los modos de existencia de ese discurso? -es decir, ¿de qué familia de enuncia-
dos se trata?-, ¿desde dónde se ha sostenido, cómo puede circular y quién puede
apropiárselo?, ¿cuáles son los emplazamientos que están dispuestos para sujetos
posibles?-es la pregunta por el sujeto del enunciado-, ¿quién puede llenar esas
diversas fimciones de sujeto? Y, detrás de todas estas preguntas, no se escucharía
más que el ruido de una indiferencia: ¿qué importa quién hablé')
Entonces, tenemos al menos una primera respuesta a nuestra segunda
pregunta: ¿cuál es el espacio correlativo del enunciado? Yo diría que el espacio
correlativo del enunciado es el orden de los lugares para sujetos posibles en
el espesor de un «se habla». Son las funciones derivadas del enunciado. Ven
132
¿Que rs un omncindo; El problema de In relación entrr enuncind05y ,,isibilidndes.
Habría que hacer lo mismo para el objeto del enunciado y para los con-
' cpros del enunciado. Y si llegarnos a hacerlo, podremos decirnos que hemos
1nminado este punto muy delicado sobre el enunciado. Yo decía que la
1111güísrica,no solamente al nivel de las proposiciones, sino también al nivel
<kl sujeto, opera por constantes intrínsecas/variables extrínsecas. Constantes
11llrinsecas: el embragador. Variación extrínseca: ::i.quelque viene :i ocup:ir el
111µ,:ir,aquel que dice «yo».
Consideremos el objeto, el objeto de la proposición. Al nivel del objeto de
l.1proposición -no del enunciado- vamos a encontrar lo mismo. A tal punto
<¡uc esto se vuelve monótono ... Pero cuanto más monótono, más claro es ...
( reo yo ... cal vez, no es seguro.
¿Qué nos dice, en efecto, la lógica de las proposiciones? Nos dice que una
¡,rnposición tiene un referente. O bien, en lugar de referencia, se puede decir
1111cncionalidad. Es decir que la proposición apunta a algo. Y no es por azar
, ¡uc los teóricos de la proposición se han reencontrado, como con naturalidad,
, <,n un vocabulario fenomenológico sobre la intencionalidad. Vean reciente-
111cncea Searle ... Pero no importa, me mantengo en cosas muy gruesas. Yo
di ria que la referencia es una constante intrínseca de la proposición. Toda
l'rnposición apunta a algo. Toda proposición apunta, pongamos, a lo que se
11:illlaráun estado de cosas. Es su aspecto «designación,,. La referencia es una
, (,nstante intrínseca de la proposición. Dicho esto, que efectivamente haya o
1111 un estado de cosas es una variable extrínseca.
Digo «la me sa es verde», es una proposición que apunta a un estado de
, (1\;1s.Resulta que la mesa es blanca. Por tanto no hay, ::i.quíy ahora, un estado
, le cosas que llegu e a completar mi pretensión, mi intención proposicional.
l \1cdes compr end en , el propio estado de cosas es un:i variable extrínseca a
l.1proposición, eso va de suyo. Pero que la proposición apunte a un estado
, 1, rnsas es una constante intrínseca de la proposición. No es complicado.
Clmt'5
Enton ces , se pu ede inclu so hacer escalas . La prop os ición «la me sa es verd e»
conserva todo su sentido aun cuando no ha ya estad o de cosas que llegue a
cumplir la intención, es decir aun cuando esté apoyad o sobre una mesa blanca .
Ha y un es tado de cosas posible , la propo sició n apunta a un estado de cosas
po sible. Es posibl e, sería posible que la m esa fuera verde.
Orro eje mplo: «Encontré un unicornio ». Ustede s n o ign ora n -en fin, se
cree- que los unicornios no existen . O bien : «Encontré un hada ,,. Us tedes
saben que las hada s no existen. O bien: «En co ntr é un vampiro>>. Se di ce que
los vampiros no existen . No es tan seguro, pero supongamos que no existen.
Mi proposi ción tiene siempr e una referencia , es una con stant e intrín sec a. Solo
que esra inten ción no es esta vez como la de ha ce un momento , esta inten-
ción no puede ser cumplida. ¿Por qué? Porqu e la rea lidad del mundo físico
excluye que ha ya vampiros en el mundo . Entonc es no pude haber encontrado
un vampiro. Diría que la re ferencia de mi prop osic ión queda vacía. Esto es
lo que se 11,¡mará un a prop os ición ficticia , <le! ripo «en co nrr é t111 unicornio ».
Tengo entonc es esta vez una intención que no pued e ser cumplida. Ha ce un
m om e nto tení a un a int e nció n que podí a o n o ser cump lida . Aquí rengo una
inte nci ón que no puede serlo . Puedo llamarla una intención seg und a.
Puedo concebir inclu so una int ención tercera, si digo «el círculo es cua-
drado ,,, que es co ntradi cto rio.
Pero d e cualquier m an era la referencia a un algo es una constante de la
proposición . Que esta refere ncia sea efectuada o no es una variable ext rín seca.
Permanecemo s enton ces en una constante intrín seca y una variable extrín seca.
Pasemo s al en un ciado . Allí los textos d e FoucaLtlt en Ln arqueologúzdel
saber son muy, mu y difíciles. l engo la impre sión de que, en el punto en el
que estamo s, renemo s todo como para pod er co m pre nd erlos. ¿Q ué es lo que
pasa? Foll c rnlr nos dice qu e fin;._¡lmente, en la concepción de la referen c ia de
la propo sición, lo que está dado es siempre un mundo com ún. Está planteado
qu e el escad o dt..:cosas al cual se refiere la prop osición se halla en un nrnndo
común al sistem a homog éneo de las proposicion es. Ejemplo: «la me sa es verde,,.
La referen cia proposicional será efecrnada, o efeccuable, por un objeto en el
mundo re;¡I físicam ente d efini b le. «H e encont rad o tll1 v.1111pir
0>•es una inten -
ción vacía. pue sto que nin gú n estado de cosas en el mundo real física m ente
definible co rrespo nd e a eso . Pero puedo conceb ir, secu ndar i;¡menre , 1111 mundo
ficricio. y diré (}lit los vampi ros exisre n en el mund o de la ficció n. Por canro
defino siempre un mund o h o m ogéneo en relaci ón con ral sisrema homogéneo
de proposicione s. Lo mi smo co n «el cí rculo cuadrado ,>.dd iniré un mund o del
sin sent ido o del absurdo , mundo co mún a todo un conjunto de proposiciones
que se lla marfo los sinse ntido s. Esto es lo qu e Foucaulr 110 qu iere.
134
¿Que rs 1111rmmci ado?El problm m de la rrlacirin entre t mmciad os,v1•i.<
i bilidnd,·.•.
- - -- - -'-- - -
, ;1.,cillos , y no los encuentro . Eso es un hech o , pero en rigo r po drí a enco n trarl os.
1 L1v pi edr itas m ág icas en Perrault , ¿por qu é n o h abr ía di am ant es m ág icos ? Sí,
, k acu erdo, pero los di am am es como cast illos so n algo m uy espec ial. Habr á
, 1 t1e h ace r int erveni r reglas pr ecisas di am an tes-cast illos . Las reglas pr ecisas
, li;1mant es-cas till os no son lo mi sm o qu e las reglas p rec isas d iam ant es-h otel
, , ,smopo lita . Q ue Lt ficción sea engen <lr a<la co m o resulrad o de u n p roceso
, 11s111 o po lira es algo q ne está firm ;1d o «hrzge rald ». Pu ed e est ar firm ad o po r
, 1 l ras perso n as , pero es un a pos ició n de su jeto pa rti cul ar, y eso repercu te sob re
M ichel Foucauli. La 11
rqueolog1í1 riel s//her, op. cit., pp. 149-1 5 1.
1
"
'' Fr anci s Sco rr hi zgerald , Un dit1m,mte wn grande como l'I Ritz., N;i vo n a ,
1·. 11u :lo na , 2009.
135
Clme 5
1.' _kan
Paul Sanre, L'inwgi naire, psychologie-phénoménologie tle /'imagúwtion,
Callimard , Pari s, 1%5.
1
' !bú:lem, p. 2 1S.
¿Que es un enunci ado? El problnna de !11relnmin m tre enunci ados y i•isibi/idade.<.
sueño. De m odo que jamás se podrá habl ar del mundo del sueño, salvo a un
nivel abstracto . Es cada sueño el que se rod ea de un mundo. Por eso es a la
vez difer ente de las luces hipnagógi cas y del mundo de la percepción. Más
aun, dice Sartre, no es solo qu e cada sueño se rod ea de un mundo diferente
del de cualquier otro sueñ o, por próximo que sea , sino qu e es cada imagen
de suei'lo la que se rod ea de un mundo.
Más allá de coda sem ejanza Foucaulc-Sartr e, esto me parece important e pu es
creo que es exactamente l_oque quier e decir Foucaulc a propó sito del objeto
del enun ciado. Es lo contrario de la proposición. La proposición apunta a un
estad o d e cosas, es d ecir que conll eva una referencia como constante intr ínseca
y apunta a un estado de cosas en un mundo común a las proposiciones d el
mismo sistema homogén eo. Toda propo sición remite -y por eso coda pro-
posición es referen cial, tien e un a referencia que pu ede o no ser cumplida- a
un mundo común válido para toda s las proposi cio nes del mismo sistema
homog éneo. Co mpr end en entonc es lo qu e nos quiere decir Foucault al nivel
del objeto -es lo mi smo que acaba d e decirno s al nivel del sujeto-: es cada
enun ciado el que se rodea de un mund o , es cada enunciad o el que tiene su
objeto di scu rsivo. El objeto di scu rsivo no es el objeto al cual ha ce referencia
b proposición , es el mundo del que se rodea tal enunciado en su di ferencia
con cualquier otro enunciado.
D esde entonces no hay más que hilvanar: el objeto del en u nc iado es el
límit e de la variación inh erent e tal como acabamos de verla hac e un momen-
to. El objeto del enunciado es el objeto que co rrespond e al enunciado como
regla de pasaje. ¿Qué es ,,un diamant e gra nd e co m o el Rit z»? Es el enun ciado
fitzgera ldiano en tanto que pasa del hotel cos mopo lita a la ficción engendr ada
por dicho hotel, engendr ada por la man era de vivir, por el mod o de vida en
ese hot el. Yo diría que el objeto del enun ciado es literalment e el límit e de las
line as de varia ció n qu e trabaj an el enunciado o, si prefieren, el objeto mu y
preciso que corresponde al campo de vectores correspon d ient e al enunc iado.
Se co mprend e enton ces qu e Foucault di ga y nos diga: «No, n o pueden invo-
car, por ejemplo, un mund o de la ficción en general ,,. El objeto del enun ciado
nun ca es m is general que el enunciado , pert enece al mismo nivel. Mis aun ,
deriva del enun ciado . Es la segund a derivada, la segunda función derivada del
enun ciado - siend o la primera el emplazami en to del sujeto- . El lu gar del ob jeto
del enunciado es la segunda dim ensión. Literalm en te, el objew está en el límit e
J e! camp o de vectores. Parece mi s confu sa qu e la histori a del sujeto , pero es
exacta ment e la misma. Voy en ronces mu y rápido par a terminar con este pune o.
¿Y el co ncepto? Tambi én es lo mi sm o, es la misma histo ria. Por eso la
rrnría del enllnciado en Foucaulr es finalment e muy coherent e. ¿Qué éS d
137
Clasr5
14
Michl:I Foucaulc, La arqueu!ogi11del saber, op. cit. , p. 98.
1
' Cf. /'v1ichelFoucault, Yó, I'ierrr Ri viere, habiendo degollado II mi madre, mi
hermana)' mi hermano... Un cmo de p11rricidio del siglo XIX, Tusqu ers, Barcelona, 1976.
138
¿Q1u; 1'-' un emmciado; El ¡,robl,'llla de la relnción ent rr enunciados_v visibi/idade.'.
del irant e está en un acto y no en una idea. De go lpe un tipo m ata a su padre,
., su madr e, a sus hermanita s, todo el mundo muer e. O bien, de go lpe un tipo
prende fuego un bo sque o un pajar. Eso se aísla en el siglo XIX.
¡Vaya! ¿Y anees existía? ¿No había mon om anía cos antes? ¡Es la etern a pr e-
gunta! Co mo suele dec irse: «¿Enton ces qu é, no había SIDA anees?». Es una
pregunta clave. Ha y que llegar a mostrar en qué sentido la pr egunta no tiene
, unido. Seguramente habí a SI DA ant es, so lo qu e estaba di stribuido de otro
modo, repartido de otro modo. Cienos síntomas iban ha cia tal enfer m edad ,
otros síntoma s iban hacia cal otra.
La hi sto ria de las enferm edad es es apasionant e po rqu e está en la línea
dr vario s deve nir es. Es cierto qu e hay enfe rmedad es que apar ecen y luego
desapa rece n . Pero hay otra cosa, un d evenir comp letament e di stinto - no
digo más importante- , qu e es el hecho de que la propia medi cin a no agrupa
11i separa las enfermedades de la mism a forma en cal período o en tal otro .
/\quí como los ejemp los que Foucau lt ha ana lizado de maner a particular. En
h H istoria de la locura enc uen tr an una larga descripción, en v:uios cap ítul os,
de la.sincorn atologí a en la m edi cina del siglo XV IJ. Por ejempl o, h:iy codo un
Luadro clínico de lo que el siglo XV II llama «manía ,,. Es obvio que lo qu e el
, iglo XVII llama «manía ,, no deja d e tener relación con lo que hoy llam amo s
"manía,,, pero las dif ere n cias so n muy imp o nanr es. Sería mu y apasionante ,
me par ece, hacer un a hisro ria d e la m edi cina según los agrupam ient os de
~íntomas. Seguramente no deja d e hab er razo nes para qu e la m edicina en un
momento ag rupe los síntoma s de determinada m anera. Pero usted es saben
L¡u e, cual esquiera sean las raw ne s exteriores, ha y a pesar de codo un acto
.,ut ónomo de la medicina, ha y un ac to intrín seco de la medi cina qu e pu ede
, l·r una verdadera invención y qu e aca11e direct am ent e al probl ema d e los
l'n unciado s, a la co nstitución de los enunciados, en el mom ento en que en
h medicina intervi ene un cipo d e enu nciados qu e de repent e aísla o agrupa
, íntoma s de una man era nu eva.
Bueno , el SIDA es ante tod o un agrupamiento de síntoma s que ha sta ahí
¡)('fmanecían diso ciados. Enron ces, cuando se plantea la pr egunta de si cal
rnfermedad existía o no, la pr egunta misma es mu y compli cada. Ha y qu e
preguntar se bajo qu é condición se plant ea la pregunta . Pu ede querer decir
do s cosas. O bien qui ere de cir que quiz á hubo un m omento en qu e ese virus
110 estaba en Eu rop:i. O bien quier e decir qu e ese viru s ya estab a, pero qu e no
,·qaba aislado , es decir que los síntoma s no estab an agrupados sino que per-
111anecíandispersos en cua tro o cin co enferm edade s, y q ue lu ego hubo ciertos
lxtores qu e hicieron que se produ zca un a redistribu ción de la sintomato logía,
1 :dlí se aísla una nue va enfermedad.
139
Clme .5
140
¿Qué f.< un c1mno11do? D problem11 d,· /11rdacidn entre enunciados y z•isibilidndes.
Todo marcha bien, así que puedo concluir. ¿Qué puedo decir al nivel de
llli segunda gran diferencia entre los enunciados, por un lado, y las palabras,
Lis frases y las proposiciones, por otro? Puedo decir que esta vez ya no se
l rata del espacio asociado, se trata del espacio correlativo o de las funciones
141
Clase5
Vnán cómo ese corpus moviliza el lenguaje, es decir cómo el lenguaje cae sobre
c\c corpus de una manera histórica, y extraerán los enunciados.
, , isas, estados de cosas y cualid ades sensibles. Una fornución se definirá por
l.1manera en que la luz cae tanto como por la manera en que el lenguaje se
.,grupa. Decía: concepción goetheana y no newtoniana de la luz.
En el cruce entre la luz que cae y el corpus sobre el cual cae, despejan las
1·1\ibi lidades que, por su parte, no son cosas, ni estados de cosas, ni cualida-
d<:ssensibles, sino que son efectos de luz. «Luz segunda », dice Foucault. Es
, kcir centelleos, destellos, reflejos . ¿Cuál es en ral formación el modo de los
desrellos, de los cenrelle os, de los reflejos? Eso les dará la distribución de lo
,¡ue mira y de lo mirado.
Esto implica un sentido histórico muy particular. La luz del siglo XVII
110es la misma que la del XVIII. Más aun, comprendan que Foucaulc nunca
li:1 pensado que las épocas preexisdan a lo que venía a llenarlas. Sería idiota.
l J11aépoca solo puede ser definida y fechada en función de los enunciados
que sostiene y de las visibilidades que despliega. Una época no es una forma
v:1cía. Si hablo de una época clásica , es respecto a tal o cual problema. Es
mu y variado, un mismo período puede formar una época por relación a tal
dominio o tal corpus y no formarla por relación a tal otro . Si hablo de la época
, Lisica, quiere decir que en función de cierto número de problemas puedo
1 :1racterizar el siglo XVII por cierto número de enunciados y cieno número
de visibilidades. Es decir , por un ser del lengu aje y por un ser de la luz. La luz
dd siglo XVII no cae como la luz del siglo XIX. Para retener dos ejemplo s
.111alizado s por Foucault, la luz no cae en el cuadro de Velázquez como cae en
el cuadro de Manee.
Sobre esto se me plantean preguntas qu e leo mu y rápidamenre, que me
¡•.1recen muy importante s.
En efecto, en torno de nuestra investigación sob re Foucault se podrían
luce r ensayos que salgan de los períodos estudiados de manera explícita por
143
ClasP5
él. Por ejemplo hice alusión, creo que la última vez, a una posible hi stor ia
del retrato. Y seguramente se ha hecho en pintura, hay que invest iga r. Decía
que si coman el siglo XIX, codo lo que ha tenido real importan cia para la
pintura como noveda d dejó de considerar al retrato como un tem a mayor,
un a búsqueda mayo r de la pintur a. Y esro culmina con Céza nn e, para quien el
tema m ayo r de la pintura es explícitamente la naturaleza mu ert a y de ningún
modo el retrato . U na especie de destituc ión del retrato , aun cuando todavía
hici era retrato s. Lo cual no quita que desp ués de Cézanne haya un retorno
al retrato con do s muy grandes pintore s, que son los dos grandes suceso res,
Van Gogh y Gauguin . Y en las cartas de Van Gogh encuentran el descu bri-
miento co mo maravi llado de qu e retorna la época del retrato. Me dirán que
es so rprendente tener un a visión así. .. Van Gogh vivía su obra de ese modo,
al meno s en cierto s m om ento s. Rec uerd en , por ejempl o, los cé lebres retra tos
del cartero . Él ve allí algo mu y importante. H ay un cambi o en el régim en de
las visibilid ades . La pregunta qu e se podrí a plant ear es qu é se ve en un retrato
en el siglo XIX qu e no se veía, que no es lo mi smo que aque llo que se veía en
el retrato del siglo XV II.
La pregunta qu e se me plantea con tinú a pr egu nt ánd om e por las relaciones
entr e el pintor y el mod elo, etcétera ... C reo que todas estas pre guntas podrían
cabe r en esta: si tiene razón Foucault ... poco importa razón o no razón . .. más
bien si es verdad que Foucault ve los cuadro s ante todo co m o regímenes de
luz, y que por tanto sub ordin a el trazo y el co lor a la luz. Lo cual quiere decir
que es en la luz que se disemin an, que se separan y se reúnen los trazos y los
co lores, y que entonc es lo fund ame ntal, aquello que condiciona al resto, es
evident eme nt e el régimen de luz.
Y en efecto, es obvio que hay una luz-Van Gog h. ¿Cuánd o llegará Van Go gh
a co nqu ista r el color ? Durante mucho tiempo co nserva un temor mí stico
frent e al co lor: «El co lor es demasiado fuerte pa ra mí, no soy di gn o del color».
¡Y al pre cio de qué torturas Van Gog h va a co nqui star el co lor! Es obvio que
es la luz la que le da el co lor, ¿pero qué experi encia de lu z? La expe rienci a de
luz de Van Gog h no es la de Velázquez . Habrí a qu e hablar de una especie de
exper ien cia de luz qu e es absol ut ame nt e fundam encal en la ba se de la pintura.
Bueno, esto tendr emo s que verlo porque es esencial.
Digo la o tra pre gu nt a que se m e plant ea porqu e quizás se vuelva a plant ear,
pero en este caso no estoy tan de a.cuerd o en tratarla. La otra pregunt a es cuál es
exacramenre mi relación filosófica con Fou caulr. Es dec ir, si podría yo indicar
las sem ejanzas, las difer encias, etc. No sé, depend erá de lo que usted desea ...
En to do caso, en cuanto a la orra pregunta, la p regunt a sobre las visibilid ades,
sí entra en nu estro pro yecto .. . Así que por el momento me ate ngo a eso.
144
¿Qui e.<un ermnciado? El problema de la relación entre enuncia do.<y ¡,i;ibilidades.
145
5
C/a_11'
- ----------- ---- --- -- ----
muy complicado. Foucault nos propone aquí eres tipos de textos que parecen
conciliarse muy mal.
A vc::cesnos dice que ver y hablar difieren en naturaleza y que no rienen
nadc1en común. O, si prefieren, que hay una abenura o una falla enrre ver y
hablar. O bien que hay una disyunción ver-hablar, visible-enunciable. Nos
dice rerminantemente que no hay isomorfismo. Lo cual quiere decir dos
cosas: que no hay forma común a lo visible y a lo enunciable, y que no hay
tampoco correspondencia entre forma y forma. Podría no haber forma común
y haber sin embargo lo que se llama una relación biunívoca entre dos formas.
Y bien, ni lo uno ni lo otro. No hay forma común a ver y a hablar y no hay
correspondencia de forma a forma. Ni conformidad, ni correspondencia. Hay
una abertura, una disyunción. A tal punto que, a este nivel, el pensamiento
de Foucault se expresa como un puro y simple dualismo: ver no es hablar,
hablar no es ver.
Esce es un punto en el que se encuentra con Blanchot. «Hablar no es ver»
es un tema caro a Blanchoc. Al igual que para el «se habla», esa valorización
de la tercera persona o de la no-persona, otro tema caro a Blanchot, uno ten-
drá que preguntarse aquí cuáles son las diferencias Foucault-Blanchot. Pero,
grosso modo, hay que decir que a primera vista Foucaulc retoma estrictamente
la tesis de Blanchot. A tal punto que llega a decir, retomando los términos de
Blanchot, que entre ver y hablar hay no una relación, sino una no-relación.
Con un guión : una no-relación. Es la no-relación que hay entre ver y hablar,
es decir la disyunción radical. Lo cual expresa Foucault en un pasaje célebre,
en un texto muy bello de Las palabras y las cosas, págin:i. 25, cuando dice:
Nunca lo que se ve reside en lo que se did 7 •
Si han seguido nuestro análisis del enunciado, escán mejor armados para
comprender, a partir de un detalle, por qué existe esta heterogeneidad entre
ver y hablar. Es inevitable, si recuerdan que el enunciado no se refiere a un
estado de cosas en el mundo, sino que se relaciona con un objeto que le es
propio, que es una función derivada del enunciado mismo. Si el enunciado
se relaciona no con un estado de cosas, sino con un objeto discursivo que es
una función derivada del enunciado mismo, es obvio entonces que existe una
no-relación entre el enunciado y el objeto extrínseco, el estado de cosas en el
mundo. No hay forma común. En ocros términos, entre el ser-lenguaje y el
ser-luz tienen una heterogeneidad absoluta.
Es fastidioso. Creíamos responder a la pregunta <,¿qué es el saber?», pero
apenas respondimos, todo es puesto nuevamente en cuesrión. Porque si hay
17
Michel foucault, Las palabras y las cosas,op. cit., p. 19.
146
¿Qui es un enunciado? El problema de la rel.ación entre munciados y ¡,i,ib ilidad t',·.
una heterogeneidad absoluta entre los dos polos del saber, ¿cómo es que ambos
polos constituirían el saber? Apenas el saber es plant eado en su forma , esa
forma se desmigaja , se dispersa en los dos polos .
He aquí el primer tipo de texto de Foucaulc. Culmina con el empl eo d el
1érmino no-relación tomado de Blanchoc, o con el texto de Lasp alabrasy las
cosas:Nunca lo que se ve reside en lo que se dice. Y viceversa.
Segundo tipo de textos de Foucault: el enunciado prima sobre lo visible.
¿Pero qué quiere decir que.prima? No está claro. ¿Dónde en cu ent ran este
segundo tipo de textos? De un extremo al otro de La arqueologz'adel saber.
Y de cierra manera, en La arqueologz'ttdel saber solo se traca d e enunciados .
¿Cómo es posible que solo se trat e de enunciados en un libro que se intitula
La arqueologz'adel saber? Es porque so lamente los enunciado s son det ermi-
nantes. Pues en efecto, si se lo mira d e más cerca, uno se da cuenta de que
en La arqueología del saber no se habla solamente de los enunciados, y de
q ue Foucault di stingue -re encontramos allí el dualismo de hace un mo-
m ento- las formaciones discursi vas, es de ci r las familias de e nunciado s, y
lo que llama las formacione s no-di scu rsivas. Y lo que llama las formaciones
no- discursiva s, qu e so lo de signa negativamente, corresponde exactamente
-no sería difí cil demostrarlo- a nue str as visibilidades . Pero si corresponden
:1 las vi sibilidad es, ¿por qué en La arqueología las des igna negati vamente? Por
la razón que acabo de decir, porque solo los enunciados son determinantes.
Desde entonc es , las visibilidades so lo serán tratadas negativamente como
formacione s no-discursivas.
Más aun , las v isibilidade s constituirán un tercer espacio del enunciado.
Recuerdan qu e las familias de enunciado s constituían un primer espacio, el
espac io adyacente o asociado . Las funciones derivadas objeto, sujeto, concepto,
constituyen un segundo espacio, el espacio correlativo. Y lo no -discur sivo
co nstituye un tercer espacio, que Foucaulr llama «espacio complementario
d el enunciado, >. He aquí que las visibilidade s, o al menos lo no-discursivo ,
son complementarias del enunciado. El enunciado tien e el primado . Lo que
Foucau!t resume en una fórmula de La arqueología:Lo discursivo tiene relaciones
discursivascon lo no-discursivo1~.
El enunciado tiene el primado, pero vuelvo a decir algo que ya había di cho
porque va a relanzar nuestro análisis , por tanto necesito reco m arlo: no co n-
fundan primado con reducción. D ecir que A tiene el prim ado so br e B nun ca
ha querido decir que B se reduce a A. Más aun, por el contrario, A so lo puede
tener el primado sobre B sí B no tien e la misma forma qu e A . En efecto , si
18
Cf. Michel Foucaulc, La arqueologíadel saber, op. cit ., pp . 272-2 77.
147
Cln.r,·5
-- --·--- - - - - - -- -- - -- ------------ -
B tuviera l:i mi sma forma que A, no sería un primado, sería una reducción.
Aqu ello qu e sufr e el primado de algo es necesariamence de otra forma que
aquello que ejerce el primado. En otros términos, «tener un primado sobre,,
implica una irreductibilidad de aquello sobre lo cual se tiene el primado. Esto
quiere decir que el enunciado solo pu ede ten er un primado sobre la visibilidad
en canto que la visibilidades irreductible al enunciado.
La arqueologia del saber lo reconoce: no se tr ata de deducir lo no-discur sivo
de lo discur sivo. Es preci so qu e haya una forma de lo no-di scursivo y tenemo s
el derecho, gracias a nuestros análisis prece dentes, de decir que la forma de lo
no-discursiv o es la visibilidad junto a su condición, el ser-luz, el hay luz. Ahora
bien, nun ca deducirán la luz del lenguaje. Afortunadamente. No deducirán
del lenguaje la más mínima gota de luz. El lenguaj e no hac e ver nada. Lo qu e
ven no reside en lo que dicen .
Yen ya un primer problema: ¿cómo puedo d eci r a la vez que ha y diferencia
de naruralez a absoluta, y que sin embargo hay primado de lo uno sobre lo
otro, y que por supuesto el primad o no suprime la diferencia de naturale za?
¿Có mo es posible ? ¿Có mo puede ejercerse el primado a pesar de b difrr cncia
de naturalez a y d ejándol a subsistir? Es un primer problema.
En fin , tercer pnnro de visea. Fou canlr no solo nos di ce que har diferencia
de naturaleza , apertura, folla, di syunci ó n entr e lo visible y lo enunciable, no
solo nos di ce que hay primado del enunciado sob re lo visible, sino que -t er-
cer punto- también nos dice qu e hay d esde uno al otro, y perp ecuam ente,
conquistas, coma s, apresamientos, capturas. Y se ve a lo visible capturar el
enunciado, tanto como al enunciado arrancar lo visible. Son luchadores que
se :1brazan. Pero no hay conformidad amorosa, sino un terrible combare. Hay
un co mbate en el que cada uno arranca los miembros del otro. El enunciado
toma en su pin za -puesto que vimos que hay una pinza d el enunciado, es
siempre het erogé neo- un pedazo de visible . Y la visibilidad toma, tJmbién
en su pin za, un rrozo de enunciado, un trozo de lengua. ¡'Ie rrible combate
entre el ver y el hablar!
Y nosotro s, pobre gente, cuando perman ece mo s ahí, en nu es1ra vida co-
tidi:rna, no comprendemos nada porque vivimo s en el polvo del combate. Y
no~ d ecimo s que ese polvo testimonia el acu erdo enrre el ver y el hablar, pero
¡de ningun a manera ! Lo que tomamos como la señal de un acuerdo es el polvo
dL"su combate y es un abrazo de luchadores.
Y cstfo esos textos en los que Fouca.ult lo dice todo el tiempo, pero en es-
pec ial el pequ ei'lo texto en el que comen ca a Magritte, .Estono es unt1pipa. Les
había leído alguno s pasaj es. En Esto no es una pipa afirma en var ias ocasiones
esca especie de combate. Llega a decir , en un pasaje mu y bello: Cada uno tira
148
¿Qué r.<11nerm11cindo~El ¡,roblnnn di' In rrlncíónentrl' muná,1tlo, _v 1•i.<ihilid,1dr.<.
-- - - ---
sobrt'el blanco del otro No son abrazo s amoro sos , so n abrazos d e pelea. Cada
1
·• .
uno tira sobre el blanco del otro. Lo cual qui ere d ec ir qu e el enunciado lanza
Aec lias sobre los blan cos de la visibilid ad , y las visi bilid ades o la lu z la nzan
Hec ha s so bre los blan cos d el lengu aje.
Y bi e n , arr ég lcnsela s . . . Nue stro te rce r te m a implica arr eg lár selas co n estas
tr es cosa s que n o van mu y bien junta s. ¿Có m o puedo d ec ir es tas tr es cosas a
h vez? En prim e r lu ga r, qu e h ay diferenci a d e n atur aleza encre A y B, al punt o
qu e no h ay nin gun a fo rm:-t co mún. En seg und o lu ga r, qu e h ay primado d e A
sobr e B. Y e nt o n ces , ¿có m o pued e eje rcerse ese primado si n o ha y nada común ?
En rcrc e r lugar , qu e existe pr esupo sició n recí pro ca y abrazo co mún d e uno
al o rr o. ¿Pero có mo pu ed en encontrar se sí n o ha y fo rm a co mún ? ¿C ada uno
co mbat e co n un fanta sma ? ¿Có m o pu ed e co mp o ne rse todo esto?
Digo e nton ces qu e e nc u e ntr an en Fo u ca ulc eres cipo s de texcos so br e la
relac ión ver- h ab lar. Los prim eros afirman la h e rerog e neidad r:1dica l. los seg un-
dos :1Ílnn an el pr imad o del e nun c iado sobre lo visib le, los re rcero s afirma n las
pr esup os icion es recíproc:1s y las captura s mutua s entr e lo v isibl e y lo enun ciabl e.
Y bi e n , n os e nco ntr amos fre nt e a un pro b lem a qu e pod ría ex pr esa r de la
sigui ent e rn:rn e r:1:¿có m o es p os ibl e qu e un a no-r elació n sea m:í.s profu nd a qu e
roda reb ció n ? Es d ec ir, ¿có m o pu ed e se r q u e un a n o- relació n vin cu le entre sí
a las forma s entr e h s cu :ik s se esrabl ece como t:11? ¡Qué probl e ma!
Y a aq 11dlus (Jlle han he ch o mu cha filoso fía o 1111 po q11iro -y esro no es un
repro c h e- esta historia d e l:i dif ere n cia d e natur :1leza, el primado de uno sobr e
o rro, el :ibrazo mutuo , n o rm alm e nt e, ínm ediaramente, d eb e ría d eci rles alg o.
Al go co m o en el sentido d e «¡Ah !, esro m e rec u e rd a algo». De :illí m i cuesr ió n
e n es te terce r rema , qu e n os se rvirá un poco d e d esc an so, p e ro llevá nd onos
h ac ia or ras dif-irn lr:~des. Lo qu e q 11is ie r:1 a bordar es (p1e s í, qu e es to n os di ce
algo , qu e se sup one que no s dig a algo . Es tan ev ident e qu e roucaul c n o riene
n eces id ad de c it a rlo, s:1lvo e n raras oc as io n es: es qu e de cierta m ane ra esto no
es aje n o :i un a in spir ac ió n k:inti a n:1.
Y d es pu és de tod o , m e di go que pod e mo s ir en esa dir ec ción canto m ás
cuanto qu e Kanr es un o d e los f-ilósofos qu e Fo 11ca 11lt m ;Í.sha trabajado , aunqu e
h ay a publi ca d o p oco so br e él. Pe ro h a trad u c id o la Antropología de Kant , y
le co n s:igró un co m e nt :irio mu y, mu y ex re n so 2t•_ Y d e man era constant e, e n
esp ec ia l en Lm palabrasy lm cosns, está la refe renc ia a Ka nt.
149
Cla.<r5
recienr em ent e co mo «lnt rodu ction a l'Anch ropo log ie de Kant » por la editoria l Vrin.
(Ed . Cast.: Michel Fo ucaulr , Una lectura de Kt.lnt. lntrod urción a la Antr opo!ogúz en
sentido pmgmdtico, Fondo de C ultur a Eco n ómi ca, Bueno s Aires, 2009).
150
¿Qué es un enunciado;,U problema de la rrlación entrr munc iadosy z,isibilidad1's.
l·s dado todo lo que es dable, o bien bajo la cual todo lo que me es dad o es
dabl e, esta form a d e lo dable en gen era l, gue es el espac io-ti emp o, es lo qu e
l\.am llamará la inrui ció n. La intui ción en Kant no signifi ca algo ad ivinaror io,
, ¡no b facul rad por la cual recibo, en tanto que ser recep rivo, un dato. ¿Está
hien? Es pr eciso que lo siga n bi en porque van a ver que es prodigioso. Es
¡1rodigiosament e intelig ente. Y adem ás mu y bello .
¿Q ué es la forma de la espontaneidad , qué es la espont aneidad? Ya no es
b forma bajo la cual recibo u11 dato, sino la forma baj o la cual co nozco algo.
Ln efecto, conocer es ser acti vo. Y sin duda esa es, segú n Kant, la verd adera
;1ctiv idad del hombre, o una de las verdaderas actividades del hombre. Conoce r
no qui ere decir que algo me es dado, quiere decir mu cho más. En efecto, ¿qu é
l"S conocer? Co nocer es agen ciar conceptos, relacionar co nceptos entre sí. Ahora
151
Clase5
dice que los filósofos son difíciles, es porque no quiere leer diez veces la misma
frase o porque no sabe dónde cortar el texto. Evidentemente, para leer diez
veces la misma frase, no hay que atenerse al punto, es preciso tener un vago
sentimiento de lo que forma un grupo de proposiciones. Desde entonces basta
con releerlas diez veces. Es límpida, la filosofía es verdaderamente la luz pura,
no pueden enconrrar algo más claro que la filosofía.
Entonces .. . ¿qué estaba diciendo? [risas]Todo lo que me es dado, me es
dado bajo la condición del espacio y del tiempo. De allí que el espacio y el
tiempo sean la forma de mi receptividad. Es la intuición. El «yo pienso >•es
la condición de todo concepto. Es porque yo = yo que todo A es A. Lo cual
quiere decir : es porque yo pienso, que pienso conceptos. De modo que el «yo
pienso ,, es la forma de la espontaneidad.
El espacio-tiempo es la forma de mi receptividad, el «yo pienso » es la forma
de mi espontaneidad. Intuición y entendimiento. ¿Está bien? Entr e los dos hay
una aberrma . Y Kanr es el primero en haber definido al hombre o al espíritu
humano en función de una abertura que lo atraviesa . Comprendan que no
es poca cos<1.Quiero decir c¡11emando se habla de algo genial en filosofía, no
es algo complicado. H ay q11epreguntar a los filósofos q11éhan aporrado. Y lo
que las personas aportan en literarnra, en filosofía, ercérera, no es co mplicado.
Entonces no es muy necesario que las personas que no aportan estrictamente
nada escondan lo que aportan los grandes filósofos. No es poca cosa aporrar
algo así, ya que es extraordinariamente claro, al punto que uno se dice: «¡No
es posible que no se haya hablado antes de esta especie de desequilibrio fun-
damental del hombre!".
De allí que vuelvo a mi tema: no podía decirse antes. Y no es que los otros
no fueran lo suficientemenre inteligentes. No, eran tan inreligence s como
Kant, eran también geniales. Por otra parre, de su lado , encontraban cosas.
Puede ser entonces que estuvieran muy ocupados con lo que encontraban ...
No todo el mundo encuentra lo mismo. Pero el hecho es que aquello que
Kant encontraba o inventaba, ellos no podían inventarlo. ¿Por qué? Por una
razón muy simple.
Les pido por un instant e que se coloquen, así como así, en el punto de visea
de Dios. Hagan como si fueran Dios ... Hago la prueba ... No es fácil, no es
fácil, pero ... ¡ya está! [risas]En tanto que Dios, puedo decir algo muy simple.
les digo que para mí, Dios, no hay lo dado. Cuanto meno s no habría que
confundir: hay lo da<lo para las pobr es criaturas. Es inclmo la definición de
la criatura: !a criatura es alguien para quien hay lo dado. Peró yo, Dios, que
soy el creador , soy quien doy. O quien no do y, y en ese caso no habría habido
nada en absoluto, salvo yo. No habría creado . Pero yo creo, es decir que no
152
¿Que eJ un enunciado? El problt'ma di' la relación entre emmciados y z•isibilidades.
hay lo dado para mí. Yo doy a la criatura, una criatura que es de ouo tipo, es
decir hago el mundo. Esto quiere decir algo muy simple: desde el punto de
vi~ta del infinito no hay lo dado.
En otros términos, desde el punto de vista de Dios codo es concepto. Y lo
dado se reduce al concepto, es uno con el concepto, y solo podrán distinguirse
desde el miserable punto de vista del hombre. Es decir, es desde el punto de
visea de la criarura que lo dado y el concepto son dos; desde el punto de visea
del creador, es decir desde el punto de vista del infinito, lo dado se interioriza
('11 el concepto. ¿Comprenden? Es muy importante esto.
Es evidente que, desde el punto de vista de Dios, no hay lo dado. Por eso
L·smuy importante que Dios no crea el mundo con cal o cual material, sino
LOn nada. Creación ex nihilo que definirá la teología cristiana y que será la
¡m1eba de rodas las herejías. A saber, ustedes son heréticos desde el momento
('11 que no coman al pie de la letra la idea de que Dios crea el mundo con nada.
153
C/a;c 5
-------- - - - ---- --- -- - ·--··-· --···------·
I 54
.(Jur n 1111 01111 11111, / 0: · !:l ¡,u , /,/,·1 11,1 ,lt-/,, ,.,.¡,ll'¡,;,,
n1trr· , ·111r11r1,1,/,11 y 11i \1hi/ir/J11/n .
h1 1111t..:xto 11111y lwllu Merbrn -Ponry inrenr;:iba definir la filosofía del siglo
\V II di ci..:ndo: una manera inocente de prnsar el infinito 21 •
l,;1tilusofía del siglo XVII, la época clásica, es una manera in oce nte de pen -
•..1r ..:1infiniro. Piensan de manera audaz el infiniro . Y eso culmina, si ust edes
,¡11inen, co n Pasca l y la distinción de los órdenes de infini ro, sie ndo lo finito
l11ialmenre una especie de cosa que se atasca entre los dif erente s órdenes de
11if1niro. Lo finito no posee suficiencia, deriva de lo infiniro )'<lelos ó rd enes
dt' infiniro, de los infinitos de diferenr es órdenes. Si este pensam iento clásico
de cierra manera se acaba con Pascal, es con la concepci ón de los órdenes d e
i,d--inito.
No quisiera desarrollar demasiado este punto, usted es me dirán si com-
prenden . Pero puedo decir que en un pen samienro filosófi co que privilegia lo
infinito sobre lo finito , que pon e lo infinito en prim er lu gar por relación a lo
finiro, queda complet;:imente excluida la po sibilidad de ca pt a r una heteroge-
neidad entr e lo dado y el concepco. Por una simpl e razó n : desde el punto de
vista de lo infiniro y en el entendimiento infinito , lo dado es completamente
interior al conc epto .
Se tr ata del entendimi ento de Dios, siempre invocado por los filósofos del
~iglo XVTLd el cual el nu estro es solo una parte o una imagen. Spinoza dirá
que nu estro encendimiento es una parte del entendimiento divino. De otra
man era , Leibniz o Descartes d irá n que el entendimiento finito del hombr e
t:s a imag en del encendimiento divino, solo que es finito , mientras q ue el
ent endimiento divino es infinito. El encendimiento divino y el Dios primero,
lo infinito primero po r rela ción a lo finico, g;iranri za un a hom oge neid ad de
lo dado co n el concepto. A saber: desde el p11nro de visea de lo infinito, lo
d ado se reduce al concepco. Hay 11na especifi cación infinit a d el con cepto. Y
es solamenrc porque somos finitos que creem os en la co nsistenci a de lo dado.
Desde nuestro punto de vista de criaturas, eso se expli ca, pero nu estro punto
d e visra de criaturas es el punro de vist;i de la finirud . Es desde el punto de
visr;.ide la finirnd , p or tant o desde 1111punco de visr;i derivado , seg11ndo, que
puedo oponer la receptividad de lo dado y la espontan eidad del concepto.
Pero en sí, es decir en Dios, lo dado se confunde con el co ncepto .
¿Comprenden? Entonce s les falca po co par a captar codo. ¿Qué hace que
Kant deveng a capaz de dec ir: «No, hay do s facultad es heterog éneas , la intuición
y el ent endimi e nto, la rece ptividad y la espontan eidad, el espacio-tiempo y
el «yo pienso ,,? Un golpe fanrást ico del rnal salió l;.i filosofía m ode rn a, o al
21
M :rnrice Merleau-Ponc y, «El g ran rac io n alismo ,,, en Sig nos, Seix-Barral,
fhr ce lona , I %4, pp. 17 9-184.
155
Uasr 5
meno s a rravés del cual Kant anunció una nueva épo ca de la filosofía, 11na
nt1eva formación d e la filosofía. Para res11mir de manera m11y burda , Kant
es aquel que erige la finitnd en prin cipi o consrituyenre. A la reparrición de
la época clásica del infinito consriru ye nre y la finirud co nsrirn ida, Kanc le
op o ne -y es una revolu ción insensar a en la filosofía- el punro de vista de una
finirud co nstitu ye nre. Lo co nsrirny ence es el hombre, es el esp írir11h11mano ,
y no el entendimiento divino. Y es constituyente no porque tenga una po-
rencia infinita. Es co nsriru yenre, por el co ntrari o, en su finitud mi sma y en
las formas de su finirud .
Una vez más , la ide a d e que la finitud pueda se r co nsriru ye nte es un
golpe filosófi co in sensaro, realmenr e de 1111alcance . .. N o sé. bus co en o tros
dominios . . . Es exactamente co mo el pa saje de un rég im e n mu sical a otro
completamente distinto .. . Si busco equivalences en pintur a , ni siguiera sé . ..
Quizá los encontraríamos en arquitectura . . . Es una revolu ció n , una revolu-
ción fundamental. A parcir de Kan t bu scarán el fundamento no del lado de
lo infini to , sino d el lad o de la finitt1d mi sma. So n las formas de la finirud las
formadoras. Por tanr o la finitud es co nstiruyenr e.
Desde entonce s, Kant se ve forzado a ver y a decir aqu ello que el siglo XVI I
no podía ver ni decir. Si lo cons titu yente es la finirud del hombre, ent o nces
lo dado y el concepto no coinciden. Puesto que, en efecto, solo co incidían
de sde el punto de vista del encendimi ento d e Dios, para el cua l n o h ab ía lo
dad o. Por el co n trar io, si lo cons rirn yenre es la fini r11d , enronces la aberrnra,
la di syunción entr e la intui ción y el co n cepto es irred uctibl e, y nunca po drá
ser superada .
Quisiera que a parcir de esto teng an al m enos una id ea de lo que es, en
efec ro, u na gran filo sofía . Y n o es cuestión de gusto, ¿n o ? Sí es una cuestión
de gusto profundamente filosófico que ustedes se sienc;rn o no en afin idad
con Kant, pero la importancia de Kant , por poner un ejemplo , no es una
cuestión de gusrn . Se pued e mu y bien señalar dicha importancia a rravés de
esta espe cie de conmoción que hace qu e todo s los pro bl ema s camb ien cuando
son co ndu cidos hacia un a finirud constituyente en lugar de se rlo a un in finito
di vino. Es esen cial. Y es efec tivam ente por eso que con Kant aparec e lo que
no podía apa recer antes, es decir la heterogeneidad radical entre la intuición
y el co n cepto , entre lo dado }' el co ncepto o , si usred es prefieren, entre el
espa cio-t iemp o y el «yo pi enso ".
Digo ento n ces qu e habd. qu e encontrar una especi e de d erivación por
la cual cu:i.ndo Fo uca ult encuentr a esta especi e d e gran abertur a entre ver y
hablar, st:nrim os que hay una pequeúa cosa en co nn 'm . Po rque fina lm ente
pued o d ecir qu e en Fou caul r ha h abido un a cr írica sufi ciente del «yo pienso ,>
156
¿Qué t'.<un l' IIIITICÚ1do? El problema dr la re&rión entr,, emmci,u/11, y z,isibilidndes.
para que sea reemplazado por un hay lenguaje . Por tanto, ruptura con Kant
en este aspecto. Será la crítica del cogito en foucaulr. Tendremos ocasión de
ver cómo reemplaza el cogito por un hay lenguaje o, si prefi ere n , por un «se
1n11rmura,>. Del mismo modo reemplaza lo dado, la inrui ción, o si pr efieren,
el espacio-tiempo , por la luz . Aquí también sería relativamente moderno,
porque noten que la superación del espacio-tiempo ha cia la luz es algo que
arravesó también a las ciencias con la relatividad. Es como una corrección
moderna del kantismo.
foucaulc realiza entonces esta doble corrección: no la intui ción, es decir
no el espacio-tiempo, sino la luz; no el pen samiento , no el cogito, sino el
lenguaje. Pero es neokantiano en el hecho de que entre esas dos nuevas
insrancias , que son las instan cias de la finiruc.L hay h eterogeneidad Y en Las
palabrasy lm cosasexplicará que el cambio con Kanr se produce cuando lo
infiniro deja su lugar a una finirud cons riru yenre 22 • Es de esca rnanera que
comprenderá a Kant. Y no habrá sido el prim ero en comprenderlo así, pero
es de esre modo qu e podrá trazar su propia filosofía bajo esra forma de un
aparente neo kantismo . A saber, het eroge neidad ent re lo visible y lo enunciable .
Y nada podrá colmar esta abertura entre lo que vemos y lo que enun ciamos ,
entre lo visible y lo enunciable.
Ahora bien, una vez dicho que existe esa abertura, y qu e es Kant quien la ha
cavado o en todo caso quien la ha d escubi erto, ¿cómo salía de ahí? Es preciso
qu e entre el espacio y el tiempo y el «yo piens o» ha ya una relación. Kant no
emplea los términos «abertura», «falla», etcétera, que son románticos, pero
no está mu y lejos , habla de la heterogeneidad , de la diferencia de narural eza .
Y pbnrea la pregunta: «Puesto qu e esas dos facultad es, el espacio y el tiempo
y el 'yo pienso', difieren en naruraleza , ¡por Dio s!, ¿có mu es posible qu e haya
co noci mienr o?». O si prefi eren , ¿cómo es posible sabe r algo? Es decir, ¿cómo
se pued e combinar lo dado y el concepto? Pu est o que conocer es siempre
combinar lo dado y el concepto, ¿cómo es eso posible , si las dos facultades
son completamente diferent es en naturale za?
Ahora bien, ¿qué nos dirá Kant? Quedará para b próxima vez, termino aquí
porq 11eya r11vimos suficiente . Nos dirá que hace falca -ciro aproximadamente,
al meno s en espíritu, pero casi palabra por palabra- que una tercera faculrad
inrerveng:i co mo el arte más mi ste rioso encerrado en nu estra alma. No para
co lnur la aherrura, sino para pon er en relación las dos facultades a pesar de
su abertur a. «Ha ce falca un arte mi sterioso en terrad o en nuestras almas como
e! Michel foucault, Las palabrasy las cos,1s,op. cit., cf el apa rcado 8 del capítu lo
IX, «El Sll tllO an trop ológ ico», p . .r, 1.
157
Cf,151'.)
el más profundo secreto» 2 l. Y Kant va a decir que es una tercera facultad que
sería, de un lado, homogénea al espacio-tiempo, y del otro, homogénea al
pensamiento. Una facultad completamente retorcida, muy, muy misteriosa,
que tiene su nombre: imaginación. Es la imaginación la que establece una
relación entre las dos facultades que están en no-relación, la intuición y el
pensamiento. Y el acto por el cual la imaginación establece dicha relación en
la no-relación es lo que Kant llama el «esquematismo de la imaginación».
Ahora bien, lo que me interesa es que yo creo que, habida cuenta de las
diferencias, Foucault se encontrará frente al mismo problema. Y la vacilación,
la ambigüedad de los tres tipos de textos que acabo de citar, de los que partí,
dan testimonio de este mismo problema. A saber: si las dos formas, la forma
de lo visible y la forma de lo enunciable, están tan abiertas, difieren en natu-
raleza de tal manera que su abertura no puede ser colmada, será preciso que
intervenga un tercero, que sea a la vez, por propia cuenta, homogéneo a la
forma de lo visible y homogéneo a la forma de lo enunciable. Entonces, ¿será
ese tercero la imaginación? ¿Qué nombre tendrá? Lo veremos.
Pero no llegamos al final de nuestras penas con Kanr, pues ¿cómo hará
la imaginación para poner en relación? No es obvio, es un tipo de relación
muy especial, es el punto en el que se necesita que la no-relación sea relevada
por una relación. Es una operación muy complicada que incluso no será una
puesta en relación. Es preciso que la no-relación sea mantenida al mismo
tiempo que es instaurada una relación en la no-relación. El esquematismo,
el arre más misterioso .
Y bien, en Foucault también hay un arte muy misterioso que va a poner en
relación, dentro de la no-relación, los enunciados y las visibilidades.
2
·' lmmanuel Kant, Critica de la razón pura, Taurus, Madrid, 2005, «El
esquematismo de los conceptos puros del entendimiento», p. 130.
158
Clase 6
Heterogeneidad y relación
entre visibilidades y enunciados.
Kant, Blanchot y el cine.
26 de Noviembre de 1985
1
Cf. Michel Fouca ult, Esto no es una pipa, op. cit., cap . 2: "El caligrama d esh echo",
pp. 13-27.
159
Clase 6
160
y relacióncmre z•i.<ibilidad1·s
1-fnl'rogenf'idad y enunciados. Knm, Bl.fl11d10t
_yel cini'.
' Cf Mauri cl" Blandrnt , «Loubli, la dérai so 11", No1we!le Rez,ue fm nraise, occub re
1\)(-i j , pp. 67 6-86, r,·wmad o en LE11treti e11infim , p. 292. (Ed. Cast.: M auri ce
BLrnchot, /,a co1w1-rsació11 il1finita , Arena libro s, Madrid , 2008).
162
Hnrmgmeidad_y relaciónentrr l'isihilidadr;y enunnados. Kant, Blm,chot _vt·I un e.
1
Cf. Mi che l Fo uca u!t, Vigilar) ' Cttstigttr, op . cit. , parte 2, c:1.p. 1: ,,El cam¡;o
¡~01eraliz,a<lo», cap. 11: «La hen ígni dad d e las penas ».
163
Un.rr6
Pero enton ces. ¿de dónde viene la prisión? Viene de un horizont e completa-
mente distinto, el d e las técnicas disciplinari as. Técnicas dis ciplinaria s que son
absolutamente difer ente s de los enunciados jurídi cos, técnica s di sciplinarias
que encontrar::ín en la escu ela -ven hasta qué punto está lejo s del derecho-,
en el ejército, en el taller. Es un hor izont e completamente di stinto al jurídico:
pu ede n tener un horizonte militar, un horizonte escolar. .. De modo que , en
última instan cia, habría que decir lo mismo: frente a una prisión un enun cia-
do jurídico nunca podrá decir «esto es una prisión ». Frente a una pri sión el
enunciado jurídi co debería decir «esto no es una prisión ». ¡Perfecto!
Segundo punto . Por supue sto que -hay que pr ever la objeción- la prisión
produce enunciados . Y por supuesto que el derecho penal, como forma de
expresión, remite a contenidos, co ntenidos partirnlar es. Es decir qu e, en la
medida en que los enunciados de derecho penal en el siglo XVIII clasifican las
infraccion es de una manera nueva, hace falta que , 111::ís allá d e los enun ciad os,
las infra cc ion es hayan cambiado ellas mi smas d e natural eza en el mundo visible.
Y vimo s qu e en el siglo XVIII tiende :i producir se un:i especie de muc:ición. y si
no una mutación al meno s un:i evolución de las infr:.1eciones. Las infracciones
se convierten cad:i vez más en ata ques a la propiedad .
Y foucault consagra tres, cuat ro páginas ; a ese cambio mu y, mu y im-
po n :rnre. mu y inreresante , que co incide con el fin de las gr;indes revuelcas
campesina s. En el siglo XVII, la criminalidad consistía esencialment e en el
ataque a las p ersonas, con las grandes banda s, las revueltas rurales. En el siglo
XVIII se produce un a especie de conversión , de cambio en las infraccione s que
ha sido muy , muy bi en estudiado por un historiador qu e se llama C haunu .
Son cosas que se pueden enco ntrar en los archivos , él trabaj ó mu cho en los
archivos normandos (· para int entar mo strar cómo se de sarrollan esta dí stica-
mente infra ccion es fundadas sobr e los p egu ei1os agrupamientos de criminale s,
contrariament e a las grand es band as prec edentes, y del tipo de la. estafa, de l
ataque a los bienes, y ya no del ataqu e a las per sonas.
Entonc es, debo decir qu e los enunciados seguram ent e remite n a co nt e-
nidos extrín secos . Y tambi én que las visibilidade s remit en a enun ciado s. Por
ejemplo, la pri sión engendra enun ciados: el reglamento d e la prisión . Los
reglamentos de la prisión son enun ciados. Pero no tiene gran import ancia que
las visibilidad es remitan a enunciados, a enun ciados segundo s, sernndarios, y
qu e los enun ciado s remit an a contenido s extrín secos. Pues eso no guita que
164
munc,ado ., Kant, Blanrhot y
Hrterogmridad _y rrlacirin mrr e ¡,J.<ibilidad e.c_1• ti c'in t .
165
Ume6
166
Here,·/lgmtidady rtfaciún o,rrt uisibi/idades y mu11ciarlm . Kant. B!anchor _v 1·/ ci11c.
Entonc es, par:i. cuando llegue m os a eso, tendría mu cha necesidad de alguien
:1quíque recuerd e el film. Por un a razó n muy simple . Fo11cault publi có el
rnaderno d el mu chacho , un cuaderno esco lar donde Pierre Ri viere se ex p lica.
formaba parc e, e ra la primera d e las v idas d e los hombres infam es, tal como
fo uca ult las qu e ría , las so ñaba. Y hay allí, entonces, un probl ema abs o luc::i-
rnenr e natural: ¿cuál es la relación entre ver y hablar? Esrá el cu::idern o de: Pi erre
Rivi ere, y luego esrin su comporta mi ento visible antes del crim en y el crim en
visib le. ¿En qué rela ción los poní :1el film de A llio? ¿Es simp lemenr e un ;i voz
L"l1 off que lee el cuaderno? Es un problema . H ag o una hipót esis - pero no m e
.1cuer do , no me ac uerdo para nada-: si es un a voz en off que lee el cuad ern o ,
Li realización del film ha estado por detr ás J e lo que dc:sea ba Fo u c::iu lc. ¿Pero
qué otra cosa se puede hacer entonce s? Ya vere mo s cómo pro ce d e el cine
co ntemporáneo , del cuJl pued e d ec irse qu e rompió de man era completa con
l.1voz en off. Y ne cesar iamente . En fin, este es el ter cer pnnro.
¿Qué pasa? ¿Ha ce calor? Ah , ¿h ay todavía qui enes fum an ? Sean gentiles,
lumen durante el d esca nso . Sí , abran un po co ... ¿Pero q uién fuma ? ¿Vieron
:ti que fumJ ? ¡D enún cienlo! [rism] . H aga n co m o si estu viera n en el su bterrá-
11eo ... Pero ha y qui ene s fuman en el subt errán eo, ¿no? Bueno, ¿ya esd m ejor?
Bien, última confrontación . Si hemo s lleva do bien estas tre s confrontacio-
11cs, estamos m ad uro s para preguntarnos: ¿cuá l es la respuesta de Fouca ult
1·11cuan to a la «rebción » - entre comillas- entre lo visible y lo enunciable?
¿Es igua l a la de Kant, es igual a la de Bl anc ho c, es igual a la del cin e, o ha y
11na res pu esta propia. d e Foucault? Lo cual no s lleva a la cuarta y últim a
l on fro nución . ¿Por qu¿ Fo ucaul t senda tan rn pla ce r y tant a afi nidad co n el
poeta R:1yrn o nd Rou ssel? ¿Q ué sacaba de Ra yrnond Ro us scl? ¿Por q ué sinti ó
l.1necesidad de hacer un libro sobre R ay mond Rou ssel?
ríe aquí nuestro pro grama . Y ya lo h emo s co m enzado, puesto que b últ ima
n ·z de cí::imos qu e ha y una curio sa ave ntur a kantiana. Era ento n ces la p rim era
, nnfrontación. ¿C u:íl es la ave nrur a kanrian:i ' Yo d ec fa que Kan t es el pr im ero
Co11 el mi smo cítuln que el libro, cf. Ren¿ Allio , Yo. Pierre Rit •i <ff h.:1hiendo
.l,g ollfldu i1 mi madre, mi htnn,111a _ymi hennrmo, 1976.
167
C/,ase6
168
Hetaogenridad _y relaciónentre z•i.<ibilidade.,
y munciad os. Kant, Blnnchoty el cine.
:ti estado de potencia co nstitu yente. Y es por eso que a H eidegge r le gusta canto
proclamarse kantian o: Kant es el advenimiento de una finirud const ituyente.
b decir , la finirnd y,1 no es 11nsimple hech o que deriva de 11ninfinito original,
sino que lo orig inal es la finir11d. Esa es la revolución kantiana.
De sde entonces, lo que sale a la luz es la irredu ctib le heteroge neidad de las
dos facultades qu e co mpon en mi espíritu, la recept ivi dad y la espontaneidad;
recep tividad del espa cio-t iempo, espontaneidad del «yo pienso ,,. Finalmente
el hombre deviene deform e. Deforme en el sentido etimológico d e la palabra,
L'.Sdecir des-form e: re ngu ea sobre dos formas hete ro génea s y no-simétricas,
receptividad de la intui ción , espontaneidad del «yo pienso».
Estábamos ahí . Hemo s retomado, y creo, espero que hayamo s agr egado
LOsas. D e modo que está n listos para ha cer un pequeño esfue rzo má s hac ia
:,lgo un poco más difícil. Si h an seguido este tema de Kanr, ya pueden esperJ.r
:1lgo: de Descartes -qui en todavía mant ení a d e 1113.n era explícita el primado
d<.:lo infini to sob re lo finito, y que po r eso era un gran pe nsador clásico , es
d ecir del siglo XVII- a Kant, la célebre fórmula del cogito,«pie nso, luego soy»,
l·ambia completamente de sentido .
Y vamos a ver que si retomo esto, si necesito reto marlo , es porque conciern e
directam ent e a Foucaulr. D espués de todo , la última parte de Lm palabrasy
las cosasincluye una gran cJ.ntidad de refere n cias J. Kant ~, y retoma el tema
11<idegg
.: eriano de la revolu ción kantiana qu e consiste en haber promo v ido la
linirnd co nst it11yenre y en habe r roto d e este m odo co n la vieja metafísica que
11u s prese nt aba 1111
infini ro co nsriniyenre y una fin itud co nst iruid a. Con Kant ,
t·s la finirnd lo que de viene co nst iruyenre. Ahora bien , esce tema es evocado
po r Foucault, no creo que sea uno de los punto s n ovedo sos de Lasprzlabmsy
8
Cf~ pm ejemp lo, Michel fou c1ult, Laspalahms y las cosas,op. cit., pp. 331-3:33.
169
C/asr(,
---·---- - --- ---
las cosas. Simpl em ente Fouc:iult lo utili za d e una m aner a admir abl e. Sin duda
c'.s Heid egger el prim ero en haber definido a Kant p o r esra oper ación de la
finirud con stirn yent e.
Digo enton ces qu e a partir de ese mom ento es pr eciso qu e el cogito tome
un sent ido compl etam ent e di stint o. En efecto -y aquí les pido que pr esten
mu cha aten ción -, ¿cómo se pr esent a el cogi to en De scart es? Habl o para codo
el mundo , inclu so p;ira aquello s que no cono ce n en absoluto a D escart es.
D escarte s n os di ce en primer lu gar «yo pien so». Es la prim er:i.propo sición.
Proposi ció n A: «Yo pie ns o•>. Bien , él pi ensa. ¿Qué qui ere dec ir «yo pi enso»?
<<Yo pi enso» es una d etermina ción. M ás aun , es una de te rmina ció n induda-
ble . ¿Indudabl e? Sí, in dud abl e. ¿Por qu é? Porqu e yo pu edo dudar de codo
lo que qui era , puedo inclu so dudar de que usted es existen , y pu edo incluso
dud:ir d e qu e yo mism o exi sra. Inclu so d e mí, sí. ¿Por qu é no podría dudar?
H:iy so bm ent e un a cos a de la que no puedo dudar , y es de q ue pienso. ¿Por
qu é no pu edo dudar de que pi enso? Porqu e dudar es pen sa r. o se rr:ira de
di scutir , ln y que int ent ar com p rend er. Pu ed o dud :ir de cod o, pu ed o d udar
d e qu e 2 y 2 se:i.n 4. ¿Qué sé yo si 2 y 2 son 4 ? No sé nad:1, pu ed o dud arlo .
Pero no pu edo dud:ir de qu e yo , qu e dudo , pi enso. Por tanto , «yo pi en so,, es
un:i. determina ción indudabl e.
Prop osic ió n B. Se ve bi en que el cogito no es «yo pien so, lu ego .'.>O y», sino
qu e es m:ís co mpli cado qu e eso. Propo sición B: «yo soy ,,. ¿Y por qu é «yo soy»?
Por un a razó n mu y simpl e: es qu e p:1ra pen sa r hay qu e ser. Si pi enso , soy. El
enunci ad o del cogit o en el ni vel B es entonce s: «.Ahora bi en, si pien so, soy,,.
Propo s ició n A: ,,y o pi enso». Prop os ición B: «Ah ora bien , si pi enso , soy,,.
¿Por qu é si pien so , soy? «Yo pi enso» es una determina ció n indudabl e. Es
pr ec iso qu e un a de termin ac ión refier a a algo , a algo ind eterm inado . Toda
d etermina ció n det er min;_¡un indet ermin ado . En ot ros término s, «yo pien so »
sup o ne << Ser», su pon e un ser. No sé en qu é con siste ese ser, no ten go qu e sab erlo.
«Yo piens o» es una det ermin ac ió n qu e supon e un ser ind etermin ado: yo soy.
El «yo pi enso» va a d etermi11:1rel «yo soy », pue sto qu e el <<yopi enso» es una
derem1in ac ión, pero la d erermi 1u c ió n supon e un ind eterminad o.
¡Qu é b ello es codo esto! ¿Co mpr enden ? Lo qu e qui ero decir es qu e no h ay
razó n p arJ hace r o hj ec io nes. ya es mu y fati ga nte co mpr ender. Yo pi enso , yo
soy. Si pien so, soy. ¿Qut soy? En este nivel , una existen cia ind etermin ad a .
Prop os ició n C. ¿Pero qu é es lo qu e soy? Ven qu e la propo sició n C ya no
con siste en «yo soy», sino e n lo qu e soy. ¿Qué es lo qu e soy? Soy un:i cos a que
pi ensa . 1.11cua l qui ere dec ir qu e h d etermin ación «yo pi en so » d etermin a la
existencia ind etermin ada ,,yo soy». A p :1nir d e lo cual debo co ncluir «yo soy
un a cosa qu e p iens:i».
170
. Knnt. Hlmcliot y el ri11c
Het er1,gmeidndy relación entrt' 1•i.rihilidadrs }' munciarl().<
-- ~ ·-- -- -- ---- --- - -·--
--- ··- ·- - - - --..- --
El enunciado del cogito sería enton ces: A) «Yo pien so», B) «ahora b ien,
para pens ar hay que ser,,, C ) «por tanto soy una cosa qu e pi ensa.>,. ¡Ahí está!
En otros término s, diría qu e Descartes opera - y esto es mu y important e
p:1ra mí, p ara el porv enir-con dos término s, «yo pienso » y ,,yo soy,,, y una sola
forma, «yo pienso ,,. En efecto, «yo soy» es una exist encia ind eterminada , por
ende, que n o tiene forma. «Yo pienso » es una forma . El pe nsam iento es una
forma, determina la existencia ind ete rmin ada: «yo soy un a cosa que pien sa».
Hay do s términos, «yo pi enso » y ,,yo soy», y una úni ca fornu, «yo pien so,>.
De donde se concluye «yo soy una cosa. qu e piensa ». ¿Y:i b ien ?
Ahora escuchen a Kant. Kant conserva A y B. Oirá: ,,De acuerdo , yo pienso
(A), y 'yo pien so' es un a determinación ». Y dirá: «D e acu erdo tamb ién con B,
la determinaci ó n impl ica una existenc ia indetermin ada, 'yo pi enso' implic a
'yo soy' . En efecto, la d eterrnina. ción d eb e referir a algo ind eter minad o ». Y
codo sucede como si Kanr ex p erimenr a r;i un bloqueo al fina l Je B. Le di ce a
D escartes : «Usted no pu ede ir má s lejos . No pu ede concluir 'yo soy un a cosa
qu e pien sa'». ¿Por q ué Descart es no pu ede co n cluir eso? Es mu y simpl e. Es
c:ierco qu e «yo pi enso» es un a d ete rminac ión , es decir que d etermin a . ¿Qu é
determina? Determina una existenci a indeterminada, a saber ,,yo soy». Pero
todavía hay qu e sabe r baj o qu é forma -escu chen bi en , :i.qu í les di go un se-
c-rero radi cal, un:i especie de mist erio-, todavía h ay qu e saber b:1jo qu é fornu
la existencia indetermin ad a es determin able. D escartes, un a ve z má s, estaba
dema siado ap urad o [risas]. C reyó que la det ermina ció n podía refe rir dir ecta -
ment e a lo indet erminad o . Y como «yo pienso », la determinaci ó n , impli cab a
,,yo soy », b existencia ind eter minad a, concluía «yo soy un a cosa qu e p iensa,, .
¡De ningún modo! Pu es cu :indo dije «yo soy», existe ncia indet erm in ada im -
plicada en la d etermin:i ció n «yo pi enso», no dij e co n ello bajo qué for m a la
existencia ind eterminada era d eterm in abl e.
¿Y bajo qué forma la ex istenc ia ind eter min ada es determinable? Kant es
mu y, muy prodi gioso co mo pensamiento. Es pr ec iso que int enten vivirlo.
Pueden casi ade lantar se a Kant . Sin hab erlo leído pu eden adi v in arlo, pue s
pu eden adi vin ar lo qu e está dici énd ono s. La exisren cia ind ete rminad a so lo e-s
determin able en el esp acio y e! tiemp o, es d ecir baj o la forma de la recep tivid ad.
La existe ncia indet erminad a «yo soy» solo es dete rmi nabl e en el espac io y el
1icmp o, es d ecir yo m e apar ezco en el espa cio y en el tiemp o. La existencia
i11determina.da. so lo es d eterm inabl e bajo la forrna d e la recepriv idad. ¡Qué
l1isro ria! ,,Yo pi enso" es mi esponta n eid ad, mi dete rmina ció n activa. Pero
lic aquí qu e mi espontaneidad, el «yo pien so », so lo d etermina mi exi ste ncia
indeterminada en el espac io y en el ti emp o, es d ec ir ha.Jo b for m a d e m i re-
' cptividad . ¿Q ué va a resultar d e esto? U na cosa. muy rar a.
17 1
Clmc6
9
Par a esta co mparación, cf. G illcs Deleuze, Kant y el tiempo, Cacrus, lk As.,
2008. pp. 65 -(>4.
tri Imrnanuel Kant, Critica de la mzón pura, op. cit., par ágrafo 24: «La ap licac i<Ín <le
las ca te gorías a los objetos de los senridos e n gene ral », cf. prim er n ota en par ág rafo 25.
172
1-!etcrogenl'idad_v rrli1ciá11entre visibili dades)' mu nciad os. Kant. Rlanchot_y cl cine.
--- - ---- - -
¿Yen qué bello es? Es lo mismo que cuando les decía. que ha.y un a. a.benura,
que ha.y una falla en el cogito.En Ka.ne el cogitoesrá co mpletamente hsurado. En
Desca.nes era pleno como un hu evo. ¿Por qué? Porque estaba rodeado, ba.11ado
por Dios. Con la finirnd consr iru yent e camino sobre dos piernas desiguales,
receprivida.d/esponta.neidad. Es realmente b falla al interior del cogito. El «yo
pienso», espontaneidad , determina mi existencia, pero mi existencia so lo es
determina.ble como b de un ser receptivo. Desd e enton ces yo, se r receptivo,
me represento mi espont~ne id ad como b operación d e otro sobr e mí, y ese
otro es ,<yo».
¿Qué es lo que ha ce Kant? Ahí dond e De scartes veía. do s términos y una
forma., él ve tres término s y dos formas. Tres términos: la determinación, lo
ind ere rmina.d o y lo determina.ble. Dos forma.s: la forma de lo determinable
y la forma de la d eter mina ción, es decir b intuición, el esp ac io- tiempo, y el
«yo pienso»; b recc ptivida.d y la espontaneidad. H a.y do s formas, do s formas
hercrogénea.s. La recepti v idad no es un a.esponta n eidad degradada, como cree
o como tr:J.t:J.de cree rlo b mera.física del siglo XVII. H ay het eroge neida.d entr e
las dos, de modo que yo, se r receptivo, qu e so lo puedo experimentarme en
el tiempo, solo puedo rep resentar m e mi espontaneidad como la operac ión
de otro sobre mí.
Bueno, ¿en qué Foucault es neokantiano? Foucaulr es neokanri ano porque
supone los siguientes d esliza mi entos, que ya se11alé. El espacio-tiempo deviene
luz. Para ha.blar realm ent e muy rápido, diríamo s qu e pasó Einstein. El espacio-
tiempo d e Krnt deviene luz y define la forma d e la recep tividad , lo visibl e. Lo
visibl e en el se ntido en que lo hemos visto, pu esto qu e ya. ni siquiera sed dado
de sd e un sentido, sino que es la condición bajo la cua.l son d ado s to do s los
da.tos sen so rial es. Lo vimos , la luz no está ligad a o no es una dependencia de
b vista, es la condición bajo la cua.l son da.dos rodos los da.tos de lo s sentid os ,
es b forma. de la recepti vidad. ¿Y cuál es la forma d e la espontaneidad? Ya n o
es el «yo pienso», sino el ,,se ha.hla», el ser del lengu aje o el hay len guaj e. Es la
forma. de la determinación. Hay d os formas irr ed uctibles.
Y a. propósito de esto, después de las transformaciones que hac e sufrir al
kan tismo , Foucrnlt se encuentra necesariam ente frente al mismo problema
que Kant. ¿Qué qui ere d ecir «el mismo problema que Kant »? Quiere decir
que entre la receptividad y la espo n t:me idad, entr e la lu z y el leng uaje, entr e
lo determinable y la deter mina ción , h ay abertura. o no-rebción, y sin emba rgo
es pre ciso que haya una rela ció n.
Bosq uej é la respuesta de Kant la vez pa.sada. Aunque b res u numos , nos
servi rá pa.ra el porv en ir d e nu estros análisis so br e Fouc ault. La. respuesta de
Kant será que ha ce falca un tercer elemento. Y no solamente un tercero pa.ra.
173
Clmc6
174
f-letrrogenridad_v Jf/iJcion rntJe vúibilidndr .,y t•m.01ci11do
.,. Kant, Blnnc!}(}ty, ,¡ ciru·.
Enton ces el esquema es, por una part e, homog éne o al espacio y al ciempo
pu esto qu e determina el espa cio y el tiempo, es una det erminaci ó n de espacio
y d e tiemp o. Me preguntarán en qu é jueg a aq uí el tiempo. Y bien , basta tomar
un esq uema como el del numero. ¿Qué es el esquema d el número ? El esqu ema
del núm ero es la regla seg ún la cual siempre puedo añadir la unid ad al núm ero
pr eced ente. Es un esquem a temporal. Por tant o un esqu ema es h o mog én eo al
espaci o y al tiempo , pu esto qu e d eter mina un esp ac io-tiempo. Pero det er mina
el espaci o y el tiempo como co nform e a un concepco: triángul o equil átero,
número, etc. Observen enco,~ces que es homog éneo al espacio y al tiempo que
det ermina , y homogén eo al concepto cuya construcción d e objeto permit e.
Ejercicio pr ác rico . D efin ición de «leó n ,,. Ese es el concepto. Ust ed es de-
fine n el leó n, se pueden co n ceb ir varias defini cio n es. ¿Y cuál es el esqu ema
d el león? Observ en qu e un esquema no es de ningún modo un a imag e n. Si
pido una imag en de núm ero , m e dirán «dos,, o «tresciencos,,. Pero el esq ue-
ma del núm ero no es eso, sino la regla de produc ció n d e tod o núm ero . Si
les pid o im ;ígenes <le un rriáng ul o equil átero, no rienen difi culra<l, vienen y
rrn;.in 1111 rriáng11lo eq uiLírero ... En Fin, no sé si n o tienen difi c11lrad ... pero
hace n un o, indep endi ent ement e de coda guía de construcción , ha cen un o
aproximadamente . Pero eso no es el esqu em a . El esqu ema no es una ima gen,
es la regla de producc ió n de toda ima ge n como correspondient e al co nc ept o
o como co nforme al concepto. Entonces el esquema del león n o es un leó n.
Una im age n d e leó n es un leó n , aquel león que vi en el circo el o tro dí a, o
qu e vi en la tele . Pero eso no es un esqu ema d e león. Un esquema d e leó n
es mucho mejor, forma parte , en efecro, de los mi sterios de la im ag inaci ón .
¿Q ué ser:í un esq uema d e leó n ? Es siempre un dinami smo , es un din ami s-
mo espacio-temporal. Y aquí pu eden so ñar. . . so ñ emo s ... Cuando tienen un
co ncepto co mo la vaca o co mo el leó n , ¿cuál es el esquem a? ¿Qué es el esq uem a
de la vaca? No es aquella vaca, aquella vaca que co no ce n particu larm ent e. Eso
es una ima gen de vaca. ¿Pero el esquema? Se puede va riar, ¿no ? Para mí, el
esqu ema de vaca es el po te nt e movimiento migratorio qu e ado pta una manada
cualqui era de vacas en una prad era a cal o cual h o ra. D e rep ent e, esos ;rnimale s
que pastoreaban allí, un poco esparcidos, migran en la prad era ... ¡Qu é terribles
cinco de la card e!11 [risas]Las vacas mi gran en la pr adera. Dinamismo espac io-
remporal. ¿Q u é es el esquema del leó n? Es un zarpazo. Eso es un din ami sm o
11
La alusión puede referir al pnema de Federico Ca rci":iLorca, L!11nto por ~f,lltlci o
Sdnchez M~Jz a5,19:34, o mis probablernenre a la frase qu e e, pronunciada literalmen te
por el protago 11i5ta de Pierrotel loco, film de Jean-Lu c Coda rd dL:1965.
175
Cia.<( 6
-- ~- ------------------------------
12
Immanuel Kant, Crítica de !a mzon pura, op. cit., «El esquematismo de los
concepros puros del emendirniento,, , p. 130.
176
fletnogeneidady relacirín mtrl' z.•isihilidade.ry enunciados. Kant, Blnnchot y el cine.
- - - -- - -
1., Michel Foucault, «La pcnséc du dchors», Critique, junio 1966. (Ed. Cast.: El
¡,msamiento del aji1era,Pre -Textos, Valencia, 1989).
11
• Sobre el on, ver clase 3 nora 6 y sobre el il, clase 4 nora 18.
1
Cf Maurice Blanchot, r..'lespacioliterario, Editora Nacional, Madrid, 2002, cap.
'
177
Clme6
relación m édica enrre la vida y la muerte. Ahora bien, si lee n estas pá ginas de
Foucault en El nacimiento de la ch'nica16, hay algo que es evidente : por inge-
nioso y brillante que sea, no se traca de un simple análisis, ha y un a especie de
tonalidad afectiva en esas páginas de Foucaulc sobr e Bichac. M e parec e que es
como si Foucault nos dijera indi rectame nte, h aciend o el rode o d e un aná lisis
de Bichat, algo qu e le concernía de manera fundamental.
Y si se pr egunt an qu é había d e novedoso en la manera en que Bichac con-
cebía la muert e, creo que ha y algo nu evo, can nu evo qu e hace de Bichat un
pensador mod erno mu y fund amenta l. Existía cierta co ncepció n de la muerte
extendida por codas panes: la mu erte como instante indi visibl e e ine sci nd ible.
Oiría qu e es la con cepción clásica de la mu erte. La mu ert e como instante
indi visibl e e in escindible co n el cual se termin a la vida. Y encu entr an que esta
conc epción es todavía mu y, mu y actual. Es un criterio clásico del homb re.
En el mom ento de la mu ert e, algo inconmensurabl e se produce. Esca co n-
cepc ión clásica an im a toda vía la célebre frase de Malrau x: la mu erte es lo que
tranforma la vida en destirw 17 • Encuentran el equiva lent e en las co ncepci o nes
antiguas, en las con cepcione s mor ales de la Anti güedad . Po r eje mpl o, cuando
se no s di ce qu e el sabio bien sabe qu e antes de la mu erte no se pu ede decir
soy feliz o he sido feliz. Es decir, la mu erte co mo instant e in co nm ensur able
pu ed e camb iar la cu alidad de una vida, y pu ed e cambiarl a retroact ivamence.
La mu erte ent onces co m o instante último, la muerte co m o límit e. Yo diría
qu e es la co ncepción clásica qu e encuentran en los moralistas, pero también
en los médi cos y en los filósofos .
Es inter esa nt e pr eguntarse có m o piensa la muerte cada uno . Muchos entr e
noso tros viven en esa co ncepci ó n clásica. Foucault d e ning ú n m odo. Bichat
de nin gún modo. C reo que Bichat tiene dos no vedade s fundament ales. Es
célebre po r la definic ión qu e d a de la vid a y qll e abr e S\I gran libro sobre la
vida y la muert e, que es un lib ro sublime. Esta definic ión de b vida, célebre en
la histo ria de la medicina, es la siguient e: la vida es el conj un to de Lasfun cion es
que resisten a la rnuerte 18 • Esca defini ció n parece extrañ a, incluso int'1ril po r
compl etam ent e co ntradi ctoria , un a vez dicho qu e la mu erte es la no-v ida.
Pero esro en nombre del pensami ento clásico . El homb re clásico no pu ede
comprend er l;:i defini ción de Bichar por 11na razó n simpl e: la mu erre es la
no-v ida . Defin ir la vida co m o «el co njun ro de las fun cion es que resiste n a la
no -vida » no parece razonab le. En ronces, la mu erte como instant e in escindible
16
Cf. Mic h cl Fouca ult , El nacimim/0 de fa clinica, op. cit., pp . 20 1-209.
17
Cf. Andr é M alrau x, L'Espoir, Ga llim ard , Pa rís, l 9.'37.
18
Xav ier Bich at , Recherchesphysiologiquessur la vie et la mort (l 800 ).
178
Heterogeneidad_¡•rclacidn mrre 1•15ibilidndesy enu nciado.<.Knnt, Blnnchot y el cine.
- -- - - - -- - - -
e inconmensurable bloquea o le quita todo sentido a la frase d e Bichat. Pero
de hec ho esto quiere decir que Bichat no es un hombre clásico. Pue s sobre dos
puntos la formula de Bichat adquiere un sentido que asusta.
El primer punto, la primera originalidad respecro del pensamiento clásico es
la afirmación de que la muene es coextensiva a la vida, que no es un in stante
inescindible, qu e no es un límite de la vida, sino que es coextensiva a la vida.
No se confunde con la vida, pero es coex tensiva a la vida. La muerte es una
potenci:i coextensiva :i la vi~:i. No tienen que esforzarse mucho para d edu cir
de allí el «se•>.Sin mezclar todo, ya que Bichac no dice «se muere ». Pero si la
muene es una pocencia coextensiva a la vida, se muere. Segunda novedad del
pensamiento d e Bich:it: desde entonces, lejos de ser un instante inescindible ,
la muert e está diseminada, pluralizJ.da, multiplicada en la vida . Es coextensiva
a la vida y a su vez enjambra en la vida bajo la forma de muert es parciales.
Primer punto , la mu erte como potencia coextensiva a la vida. Segundo punto,
las muerte s p3.rciales, parc elarias y múltiple s, que :i.demás se continúan después
de la gran mu erte, pue sto que lo qu e se llam:i. la gran muert e es un:i mu erte
legJ.I.Y bi en, no se termin:i. de morir, así como se comenzó a morir. Y si mir:i.n
aunque no fuera más que el índice del gran libro de Bichat -a falta de algo
mejor, algo es algo- verán que se h J.b!a de la muerte cardíaca, de la mu erte
cerebral , de la mu erte pulmonar y d e todo tipo d e otras muerte s. Es con Bichat
que comienza ese tema de las muertes múltiples y parciales.
Ahora bien , creo que Foucaulr es un hombr e que piensa la muert e en un
modo no-clási co, que piensa la muene o vive la muerte a la man era d e Bichar.
Y creo que murió así. ¿Q ué quiere decir que murió así? Que murió bajo la
lorma de un «se muere», tomando su lugar -para hablar co mo él- en una
l·speci e de conejo de la muerte, tomando su lugar en un <<Se mu ere>,. Y murió
hajo el modo de las mu ertes parciales sucesivas.
Allí habría entonc es, si ustede s quier en, todo un d esarro llo de Foucault
del rema común con Blanchot, pero a su manera propia y en su estilo
propio, es decir con esa rec uperaci ó n de Bichat. En fin, b confrontación
,e impone.
Pero paso al terc er punto de confrontación con Blanchot que es el que llega
lOn total naturalidad en el punto en el que estamos de nuestro análisis. Se
nicnentra en Blanchot por rodas panes , pero m e refiero evident eme nte al gran
tl·xto, al texto más decisivo de Blanchot en La conversación infin ita, al texto
111titulado «Hablar no es ver,, 19. Habl ar no es ver, puesrn que el punto en el que
I ') Cf. Maurice Blanchot, «Parler, ce n'esr pas voir», en L'Entretien infi ni, Ga llim ard ,
179
Cla.,1· 6
estamo s es exac tam ent e el d e la d efo rmidad , es d ecir el de la het e rogen eidad
encre lo visibl e y lo enunci ab le, al cual responde la fórmula d e fouc ault: fo
qu e vemos no reside en lo que decimos.
El texto d e Blanchoc es mu y b ello , co n grande s virtudes poéti cas. M e digo
entonce s qu e por nue stra parre, en tanto no p oetas, en tanto qu e hacemos
enum eracione s, int entemos poner a punto lo que qui ere d ecir Blan chor. Po rqu e
es mu y, mu y int eresant e. Int ento enum erar, aquí tambi én , para ir lentam ent e.
Primera proposición . ¿Qué qui ere d ec ir «hablar no es ve r»? Y bien , quiere
decir en prin cipi o algo mu y simpl e: que no h ay razó n para h ablar d e lo que
se ve. H ay que partir de una base mu y co n creta: no hay razó n p ara habla r de
lo que uno ve. ¿Por qu é? Porqu e si lub lo d e lo qu e veo , es parlot eo, no vale
la p ena. No es qu e sea imp os ible, es peor que eso . Siem p re pu edo hablar d e
lo que veo, ¿pero qu é int erés tiene? ¿Para qu é sirve habl ar de lo que se ve, si
un o lo ve?
Us tedes m e dir án: «¡Ah , sí, p ero el otro no lo ve!». A lo cua l co nt esto: «¡Ah,
mu y bie n, pero ent o nces ya no !ub io d e eso !». Pu es si puedo h ab lar d e lo q u e
veo bajo la co ndi ció n de qu e le ha b lo a algui en qu e no ve, es porqu e lejos de
h ablar d e lo qu e veo, ha b lo d e lo qu e el otro no ve. De toda s manera s, habl ar
es habla r d e lo qu e alguie n no ve, n o es hab lar de lo que alguien ve. Porq u e
si algui en hablar a de lo qu e ve, o si yo hablara d e lo qu e algui en ve, bastaría
co n ver. No h ay nin gun a razón para mo vilizar el habl a.
En efecto, generalm ente cuando hablo para decir «¿viseeeso?», se sobr enti en-
de «no lo viste». ,,¡Oh! ¿Visee al tipo r::iro?». Eso quier e dec ir «no lo viste,,. O
si hab lo de esa máq uin a que está ahí , por ejempl o. Y le hablo a uste d , porque
usted ve otro cos tJ.do. Entonces yo dirí a : ,,Acá ten go un circuliro rojo y azul.
¿Ha y uno allá?». N o lo veo, enton ces h ab lo d e lo que no veo . Ella va a respon -
derm e habl ánd o me d t: lo qu e ve, pero a mí q ue no veo ... En fi.n. n o es d ifícil.
En úlcimJ. in stJ.ncia , en tonce s , hablar es h ablar de lo q u e algui en no ve
relativam ent e. Pero es un relativo qu e hay qu e elevar a lo abso lut o. Ent onces,
habl ar absolu tam ent e es habl ar d e algo qu e no es ni vis to ni visible. En otros
término s, como di ce muy bi en Blanchot, h ::iblar n o es una visió n , ni siqui era
una v isió n eman cip ada , es d ecir, ni siqui era una visión ge neralizJ.da, liberada
de las !imit ac io nes de la visió n. H:ibla r no es un a visió n m ejor que la visión,
no es una visió n emancipad a y liberada d e sus cond icio nes. El lenguaje no es
un a visión corr egida. Ha y que dec ir enronce s qu e hablar :ibso lut am ent e es
h :iblar de lo que n o es vis ib le en abso luto . So lo ent o n ces, y bajo esta únic:i
co ndi ción , el leng uaje vale la pena .
Segund a propo sició n. D esd e en con ces, cuando d ecimo s ,,hablar no es ver»,
d efinimo s un ejercicio sllperior de la pa b b ra. Les p ro po ngo un co m ent ario
180
Heterogcnridad_ v relacirín mm· 1•isibilidade5y munciado.<. Kan t, Blanchot y el cine.
18 1
Clme 6
cultad toma por obj eto su propi o límite , lo qu e solam ent e pu ede ser hablado .
Y de sde enton ces , tambi én lo qu e no pu ede ser hablado .
Tercer a prop osición. D esde ento nces, un o espera qu e Blanchot diga exacta-
m ent e lo mism o para la visión . Pu esto qu e si hablar no es ver, en la medid a en
qu e hablar es habl ar del límite d e la palabr a, hablar d e lo qu e solam ent e pued e
ser hablad o, a prim era vista habrí a que decir tamb ién lo in verso. Si habl ar no
es ver, ver no es habl ar. Es de cir qu e para la visión tambi én habrí a un ejercicio
empírico que con sistir ía en ver lo que tambi én pued e ser, por ejempl o , ima -
ginado , o recordad o, o hablado . Y el ejerc icio sup erior de la vista sería ver lo
qu e solam ente pu ede ser visco. Pero ver lo qu e solam ent e pu ede ser visco es ver
lo que no pued e ser visto desde el punr o de visea del ejercicio empíri co de la
visión . ¿Q ué es lo que no pued e ser visto desde el punt o de visea del ejercicio
empíric o de la visión ? La pur a luz, la luz goech eana. Solo veo la luz cuando
rebota sobre algo . Pero la luz indi visibl e, la pur a luz, no la veo , y es po r eso
qu e es aqu ello qu e solam en te pu ede ser visco. En otro s términ os, así como el
habla encu entra su objeto sup erior en lo qu e so lam ent e pu ede ser habl ado ,
la visea en contr aría su obj eto sup er io r en lo qu e solam ent e pu ede ser visto.
H e aquí la tristeza: ¿por qu é Blancho t no lo dice? Se encu entra allí el sínt om a
d e una dif erencia entr e r ou cault y Blan chot. ¿Po r qu é, h asta do nd e con ozco,
Blanchot no di ce y no di r:í jam ás: ,,y viceve rsa»? Blan ch ot nun ca dir á: «H ablar
no es ver, y viceversa». En el texto de Las palabrasy las cosasque ya les cité
va rias veces Fou cault sí di ce, por el contr ario , «y viceversa»: lo qu e se ve no
reside en lo qu e se di ce, y viceversa, lo qu e se di ce no reside en lo qu e se ve 20 •
En este aspecto manti ene las do s facult ades, ve r y h abl ar, com o equi valent es.
Blancho t no di ce «y viceversa». ¿Es porq ue no habla de la visión ? Sí h abla
de la v isión . H abla de la visión en dos lugar es. D e repent e esto dev iene en
aparien cia m ás misterioso . Blancbot habla d e la visión en este texto d e La
conversación infin ita, «H ablar no es ve r». Y habí a hablado de ella en ot ro tex-
to , en los apéndi ces o los anexos d e l:.:Jespacioliterario, bajo un cículo qu e de
ant em ano nos con viene: «Dos version es de lo im agin ario». En el pun to en el
qu e estam os, si todo va bi en, podemos esperar qu e una versión corr esponda
al ejercicio empíri co de la vista y la otra al ejercicio sup erior d e la vista . Tomo
los do s textos .
20
«Por bien que se diga fo que se ha i•isto, lo uisto no reside jamás en lo que Sé' dice, y
p or bien q ue se qui era hacer ve,; por m edio de imágen es, metáfora s, de comp11mciones, lo
qu e se t'SttÍ di ciendo, el luga r en t'Í que ellas mplnnd aen no es el que desp fieg,z In z1ista,
sino el qu e d efinm las sucesiones de In sinta x is». Michel Foucault, Las p alabras y las
cosas, ()p. ci t ., p. 19.
182
Hnero gmridady relación mm - l'i,rihilid11drsy enunciad os. Knnt, Bl,wchot y el cine.
------
El texto de Et esp,zcio literario nos dice qu e hace falta distinguir dos imá-
gen es. La prim era es la imagen que se asemeja al objeto , y qu e viene d espu és.
Para formar una imagen luce falta haber p ercibido el obj eta. Es la im agen
:i semeja n za. Es entonces una imag en qu e se asemeja al obj eto y qu e llega
<lespu és21 • Simplifico porqn e de lo contra rio sería de m asiad o largo, pero creo
ade m ás que esta simplificación es exacta al p ie de la letra, a11nqt1e Blan ch o r
no se exprese de este modo. La otra im agen -r eto mo un a expresión cr istia n a,
ca ra al cristianismo- es la imag en sin seme janza . U na id ea que va a ser pro-
digiosa para una teoría d e la im agina c ión cristi an a: con el pecado, el hombre
ha seguido existiendo a imagen de Dio s, pero ha perdido la semejanza. La
imagen ha perdido la semejan za, es la im age n sin semejanza . Y esta ima gen sin
sem ejanza es qui zá - y aquí vue lvo al te xto de Blanchot- má s verdade ra que
d objeco. Y en esas página s mu y sorp rend entes , Blanchot di ce : «el cadáve r es
mi s verdadero qu e yo mi smo , a tal punto qu e aquellos qu e m e llora n dice n
,,¡cómo se asemej a, cómo lo ha fijad o la nrn erre en 11naacrimd !»22 . El cadáve r
n o se asemeja al v iviente que fui , el viviente que fu i es a sem ejanza del mag-
nífico cadáve r q11e soy. H a sur gido la image n sin semejan z.l. Al mor ir me h e
limp iado d e la sem ejanza , soy pura ima gen, puro cadáver. Bueno, es la m anera
en la que pi en sa Blanchot, ¿no? H e aquí las do s versio nes de lo imagina rio. Yo
simplifi co mu ch o, ve.ln el rexro 11sred es mi sm os, es muy bello .
En La conversación infinit a encuen tran el mi smo rema de otro modo . ¿Cuá-
les son las dos version es d e lo imaginario? ... No , m ejo r no , retiro la palabra
,,imaginario ». En el texto «Hablar n o es ver» so n dos versione s de la visión ,
de lo v isib le. Primera versió n: veo a di stan cia, percibo a distan cia, capt o las
cosas, los objetos a di sta nci a . Es sabido que no co mi enzo po r captarla s en mí
para proy ec tarla s, sino que cap eo la cosa allí donde está_ Nos lo ha enseúa do
la psic o logía m od ern a. Percibo a di stancia, capeo a di stan cia. Y luego, no s
di ce Blan chot , h ay ot ra v isibilid ad cuando la distancia es la qu e me capta.
Soy capeado por la distancia. Según él, entonce s, ser captado por la di stancia
L"S lo co ntrario de captar a di stanci a. Y según él es el sueño el qu e m e capta
21
Cf . M auri ce Blanchoc, El espi!cic, literario, o p. cit. , pp. 225-227.
22
Ib,dem, PP- 228-229.
18.3
Clmr 6
preciso que vean el texto para ver si tienen la misma impr esión qu e yo .. . Uno
se asomb ra porque está a un paso de decir ,,y viceversa » pero no, no lo dice.
Y no lo dirá . No lo dirá porque -conservamos nuestro m étodo- no puede
decirlo . No puede de cirlo porque eso ar ruinarí a todo lo que pie nsa. ¿Por qué?
Porque si Blanchor pasa por el ejemplo de «ver », no es en absoluto para erigir
otro caso distinto al de «hablar ,,, sino únicamenre para confirmar lo q11eacaba
de decir sob re «hablar». La aventura de lo visib le no ha ce más que preparar la
verdadera aventura, que para Blanchot debe ser la del habla. De modo que la
idea de que hay también un ejercicio sup erior de la visión so lo esd allí como
nivel preparatorio del único ejercicio supe rior que es el de la palabra en tanto
que habla de lo que solamente puede ser hablado .
Y esto se exp lica incluso técnicamente. Se trata de la potencia técnica de
mantener un fondo co mplet amente indeterminado y de hacer su rgir de allí
un a determinación. ¿Q ué son , por ejemplo , los monstruos de Goya? Son la
determinación en tan to que surge inmediatam ente de un indetermin ado que
subs iste a través de ella. Y es lo que Blanchot llama una relación verdade ra de
lo determinado co n lo ind ete rminado, una relación cal que lo in determ inado
subsi ste a través de la det erminación y que la determinación surge inm edia-
tamente de lo indeterminado . La determinación que surge inmediatamente
de un indeterminado que subsis te bajo la determ inación es lo que se llamar á
un monstruo.
Y ent onces tenemos la respue sta. A mi modo de ver, Blanchot no puede
decir ,<yvicevers a», puede decir «hablar no es ver» pero no puede decir «ver no
es habla r», porque jamás co ncib ió -y no digo que se eq uivoque - más que una
forma, la determinación . Forma de la determina ció n, es decir el habla . Forma
d e la espontaneidad. Y el habla está en relación con lo indeterminado puro .
Enro n ces «ver,, se deslizará en lo ind eterm in ado puro, o bien no será más
qu e una etapa preparatoria del ejerc icio del habla.
No te nemos necesidad, entonces, de ver la difer encia con Foucault, ya lo
hicimos. Basta con recordar que para Foucaulr hay dos for m as, la forma de
lo visible y la forma de lo enunciable. Contrariamente a Blanchot, Foucault
le dio forma a lo visib le. U stede s me dirán que esta diferencia es minúscula .
Yo creo que es muy im po rtante , que no es minúscula. Para Blanchot todo
pasaba por una relación de la dete rminación con lo ind eterminado puro . Para
Foucault - y por esto es kanti ano y no cartes iano- codo pasa por una relación
de la determinación con lo determinable, teniendo ambos una forma propia.
Ha y un a forma de lo det ermi nab le al igual qu e hay una forma de la det erm i-
nación. La luz es la forma d e lo dete rminabl e así como ti lenguaje es la forma
de la determinaci ón. Lo enunciable es una forma, pero lo visible tambi én.
184
!-leta ogen eida d _y relación mrre 1.•isibil idade .<)' mr mr iad os. Kant, Bianchot y rl cinc.
.:., D d euze se rencre al cuarto y i'ilrimo cur so que dedicó al cinc. Ciney pens11
miem o,
. 11i1T fines de 198 1 v mediados de 198').
1
185
(J , 1w/1
.. ------ --- -- - - -- - -- - ----
qw· 110.,t· \'l'. 1_;1 p;1Ltlir:1cuenta una historia que no se ve y la imagen visual
tkj;1 vn h1¡_i,;m·, q11t·110 1il'11eno que ya no tien en historia . Es decir, lugare s
vado .,, l11g;11n vat im dt· histori:i. Y de este verd:idero cortocircuito entre esa
hi,1mi ;1 qui' 1w \l' ve y l'Se visto que no tiene hiswria, ese visto vacío, va a
sm¡i,ir 1111;1 npn il' d l' L'moción y de creación muy so rpr endent e.
¿<¿11it·11 sL·rí.1d prilllcro ~ Podría decirse que siempre se puede buscar entre
lo., l illl·.1,1;1.,de prq~11erra ... que se acercaron a eso, o que ya lo hacían . ..
¿I Lty y;1l'lt fvb11kic·wio. algo de ese tipo? Es po sible, pero el hecho es que en
l'st· 111011w11111 1111 podí ;1;iislarse. Quiero decir , lo que digo no podía ser dicho
a1Hl·s dl' l.1,~11n1;1.¿l'or qut'-? Porque aun si algunos lo hacían, no llegaba a
llllt' .stni 11111h1;il de pncl'pción. Aun ahora, cuando nos enfre ntamos a un
lil111dl' 1>t11.1,11 dt · ."iylit-rkrg o de los Suaub, m1esrros h::íbiros percepr ivos
so n l'x11.111.11111·111c e 01111111cio11ados. De modo que, inclu so si un autor como
f'vh11kil'wi11.,1· ,h n1 .,li.1a l'.,o, neo que solo podía aparecer bajo la forma de
1111;1 t·,¡,n 1t· di' pl'1111rlu1i1-111:«¿(~uL: es ese uso de la palabra ?». Pero no podría
lnll\'r ,1· di1li111c111111111 di¡;o ahora yo, de ningún modo por mi propio mérito,
si110p1111¡111· l.,, l 1111di1 i,111t
·s 1od:ivía no estaban ahí.
h1111.ilquin 1.1sc1 ---ysig() t·n esto a Noel Burch-indudablem eme el primero
ful· ( )111. 1i,d" vi11t1de ;ilií. Y sin embargo Ozu lleg:i muy r:irde a lo sonoro
p11rq11l·11" lu 11nniL1. I•:.\ pt'rkcto, como no lo necesita no está apurado por
llq~;u. No \1· l., 1n 11;1 n;1c1;1, pero es hacia 1930, 1931, que hace sus primeros
lil111t ·s \0!11111,s.Y N,11'1B111tli, q11e escribió páginas mu y buen as sobre Ozu 24,
t it'11 1· 111u l11rn,11l.1qw· yo cncuenrro mu y bella , muy buena y exacta. Dice
ljlll' l',\ lllll < h111¡tll' :1p.1H·1L' h di syun ció n entre un acontecimiento hablado y
1111;1 i111 :1¡;1 ·1, v.111.1dv .ll 1111tL -cimi cnto. El tipo habla, rebta un acontecimiento,
¡•,rnt·1.d111l·111c · 111\ir.11iÍ1l:1111l', por orra parte, en un espacio vacío. Le habl a a
1111¡in,1111.111· l11n.1dt· c.1111¡)0, y habla solo, en un espac io vacío. Dis yunció n
u111t· c-1:1c11111n11111, ·1110luhbdo y la imag en vacía de acom ecimiento. Es lo
111i\11111 ljlll' dn ir: d1,~'1111ciúnentre una historia que no se ve y un lugar vacío
1k 111\tori.1.
< :i10 1.ip1d.111H 1111· ., Syhnbcrg, y rom o las forma s má s rudim entarias , las
111;í,l l.t1.1 ., ,k n 11· i 'H H ni i111il'1110 , porqu e cuando se comp lica produ ce eviden-
tc11ll'1111 · r.1.1111k, 11h1.1,111:1l·s1ras pero es más difícil. Por ejemplo en ParsifaF-"la
111111111!.1 ,1·1i.111111y111111pkja, pero el efecto es él mism o mu y co ncr eto. Con el
·' N11,·Il1,1111 11. / ',,,u 1111 I1tteur loinrain, Cahiers du ciném;i-Gallim ard , París,
oh.1cr1
l'I' 1 ··, . 1 ,,, \" "'''' '" iodo 185 .
. ' l l.111. ·. 1111
,•.- 11 \1 kil,n1•.
1• 1,
/ >¡rr_ri+¡
:/ '
tf, 198 l .
1 S(,
f feterogm ridad _yrelación rnt w l'i.<i
hilidndesy enunciado.<.Knnr. Bl11ncho
t y el cinr.
-- - ---- --- - ·-- - -- ·
coc inero de Lud w ii 6 es mu y simpl e. T ien en espa cios vacíos: los castillo s del rey
de Baviera h oy en día. ¿Y qu é es la palabra? Es el tipo que p asea a los turist as
y el co cine ro qu e relat a lo que ha cía Ludwi g en esas h abit ac io n es cuando no
estaban vacías. Me preg unt arán ustede s por qu é pasar po r esce pro cedimi ent o
que vuelve codo ab stracto. Extrañament e vuel ve codo co ncr eto .
N o ten qu e Claude Lanzmann , en Sil film Shoali , h a recom ado el pro-
7
.'.<, H ans Ji.irgen Syberberg, Lu dwig - Réqui em p ara un rey virgen [Ludw1/, - Requiem
f ii r ri 11m j ungfi-tiulichen Konig, 1972] .
187
Un.<r 6
---- - ------ -- - --
En la publicación , en b edi ción de LaJemme du Gange", Ma rguer it e Duras
hace 1111co rco prefa cio en el cual lo explica muy bi en. D ice qu e so n d os film es,
el film d e las voces y el film de la visió n . Y entonce s p rovoca , rípi ca pro voca -
ció n, dice q ue los d os film es no tienen esrricra menre n inguna relac ión. Nada
qu e ver. Más au n , si se toca n, ¡todo mue re! La conjun ción los hace morir.
Lo cual evid ent em ente le permit e deci r a Mitr y que es ,,cua lqui er cosa sobr e
cualqui er cosa »>~. Pero ent once s, si uno con ced e que n o es cualqui er cosa sobre
cualqui er cosa , ¿qu é es?
Hay tambié n 1111film mu y inr eresanre de Eusr ac he5.i qu e va exac tam ent e en
ese sentido : pre sentación d e fotos y co m en tar io . Y cuan to m ás se d esa rroll a el
com entario, más se despega de lo qu e mu estra n las fotos . A tal punto - aq uí
tambi én ha y pro voca ción, pero está bi en hech o- qu e uno se dic e: «¿Pero de
qu é habla a fin de cuenras? », «¡No tiene ni n guna relació n co n la foto! », ere. Y
la brec ha encre lo di ch o y lo v isto aum enr a.
Bien, ¿p ero po r qu é hacer todo eso? Es pre ciso qu e no sea cualquier cosa
sobr e cualqui er cos a, d e lo co ntrario no pasaría d e un ejercicio surr ealista un
poco d ébil.
Reto m em os el ejem p lo d e Mar guerice D ur as en India Song. ¿Q u é h ay de
comú n , si es qu e h ay algo, entr e hablar y ver ? No digo una forma co mún , digo
algo en co m ún . ¿H ay algo en co mún entr e h ablar y ver? Y b ien , sí. El ba ile
v isco vale por o tro ba ile que n o se ve, aque l en el que se h a urdido un rapto
y ha nacido un loco amor. El b aile pr esent e, frío, vale po r ese otro baile q ue
no vere mo s. Y las voces del ocro lad o d e la ima gen , las voces no s hablan de
ese viejo ba ile que no veremos. ¿Po r qu é no se lo ve? Es qu e, en la m edida en
qu e-h a v isto n acer el loco amor, ya no es del domini o de lo vis ib le. El amor
loco está más allá d e lo qu e se pued e ver.
Pero entonc es rocamo s algo muy .imporr :rn ce pa ra este cin e. Es un ciclo
mu y curio so . Dir ía qu e la im age n visua l sepu lta algo, rec ubr e algo . La im age n
visual vale por lo qu e h ay debaj o. Es el límit e su per ior d e la visió n , la visió n
qu e ca pt a lo qu e no es visible: «baj o la ti erra, c:ipta ré los mu ercos,, - co nst ant e
en los Scraub -; bajo el b aile, captar é el otro baile sepul tado . Es el ejercicio
sup erio r de la visea. L:i image n visu al vale siempr e p o r lo qu e recu bre . El
añ o pasado v imo s :1 los Srraub hac iend o algun os m inut os d e cin e ubi ca ndo
per so nas sobr e colin as y h ac ién dole s reci t:u un poe m a célebre d e Ma llarm é:
11
.l\,far gueritc Dur as, La Femme du Gange, l tJ74.
i: Cf. _lean Micry,Le Ciném n expérime ntal, histoirc et p erspectives, Seghi:rs, Paris, 1974.
" _lean Eustache, L es photos dA lix , 1980.
188
1-fctaog mádady n·lación entff z•i.ribilid11dt_()' r rl cine.
onmc iadm. Kan t, Bl1111ch11t
--- - -- -
«Y bajo escas colinas están los cadáveres de los comuneros w1" . No veremos
los cadáveres. La cierra vale por lo que entierra. Es constante en los Scraub.
Son ellos los que van más lejos en esca especie de estratigrafía o, como diría
Foucaulc, arqueología. La imagen vis ual es arqueológica.
La imagen visual no tiene má s sentido que el d e enterrar algo qu e esco nd e.
Y la imag en so nora tiene como sentido hacer ascender algo qu e solamente
puede ser hablado, puesto que está esco ndido para la visión : el acontecimiento.
EJmismo aconce cimienco es ~nterrado bajo tierra y liberado en la p alabra .
No es cualqui e r cosa so bre cualquier cosa, es el mi smo acontecimiento qu e
solo tien e una existencia de do s caras: una vez lib erada por la palabr a, una
vez sepultada bajo la tierra.
De modo que ha y un ciclo. Y es el ciclo lo que m e parece impr esionant e, el
ciclo de los Scraub, una especie de ciclo cósmico: cuanto m ás la tierra sepulta
y sustrae el acontecimiento a nuestra visión, y solo vernos espacios vacíos,
más la palabra lo libera.
En otros términos, la palabra es aére:1 y la visión es subterrán ea. Enton ces
es por encima d e su falla, por encima de su abertura, por enc ima de su he-
terogeneidad radical, qu e se establecerá la relación entre hablar y ver. Es por
éncima d e la no-r elación, y es la no-relación entre ve r y hablar la que va a
suscitar de cierra man era la relación entre un ver cada vez m ás enterrado bajo
1ierra y una palabra cada vez más aér ea.
D e allí la importan cia para mí d e lo que d ecía hace un mom ento , de aquel
m o menr o en el qu e Foucaulr tuvo una rela ció n directa co n el cine , co n el film
que sacó Allio del caso de Pierre Riviere. Seguramente Foucault no te nía la
po sibilidad de imponer una relaci ó n entre lo visual y lo so noro, pero es evi-
dente que en un caso como el de Pierre Rivi ere habría propiciado bú squ edas
de este tipo . Puesto qu e estaba el cuaderno del muchacho y el acont ec imi ento,
a1..1uelloque había he cho, es decir esca especie d e liquidación, de asesinat o de
!Oda su familia. ¿No había lugar para sepultar bajo tierra lo v isibl e para qu e
la palabra come un sentido aéreo?
Y ,,sepultar bajo tierra» no qui ere decir qu e la imagen se convierte en cual-
quier cosa. Las imágenes de Srraub, las imágenes de Syberb erg son im ágenes
prodigiosa s. El espacio vacío no es un espacio al cual le falta algo. Los esp acio s
vacío s de acontecimi ento s, sean los d e O zu, los de Srraub, los de Syberb erg. los
de Duras, son espacios extra o rdinariament e vivos. Pero es la vida d e las cosas,
1111aespe cie de vida no org:ínica. La vida de las cosas, la vida de la tierra en tanto
que recubre. Eso es la tierra, la cierra es lo que recub re. Caven en la tierra, ahí
189
tienen lo visible. Pero no cien en lo visible cuando desencerraron la cosa , tienen
lo visible cuando ven la tierra como recubriendo algo. ¿Qué es lo que recubre?
Que del otro lado, del otro lado la palabra dice . Y porque ha y dos lado s es que
existe el ciclo por el cual aquello que está bajo tierra se hunde cada vez más bajo
tierra para que la palabra lo haga salir cada vez má s al aire. No a la luz, sino al aire .
Yo diría que todo este cine plantea el espacio vacío co mo la forma de lo
determinable y la palabra como la forma de la determinación. De ningún modo
me parece que la relación de Foucault con este nuevo ci ne sea una relación de
influencia, creo que no ha habido influen cia en ninguno de los dos sentidos .
No es Foucaulr el que influencia a Dmas o a Syberberg, pero rampoco Duras
o Syberberg influencian a Foucaulr. Es mejor aun, cada uno ha llegado por
sus propias búsquedas.
De allí que ahora no s encontremos anee una cuarta cosa: ¿cuál es la respuesta
propia de Foucaulc? Acabamos de ver un co mienzo de respuesta. Incluso una
respu esta completa, pero no estoy seguro de qu e sea la de Foucaulc. Es más,
estoy seguro de que n o es la de Foucaulc. La respue sta que acabamos de ver
es que la no-relación engendra forzosamente una relación. ¿Y por qué, có mo?
La no-rela ción eng endra una relación porque la palabra y la visión , en canco
que sin relación, alcanzan cada una su propio límite, pero el límit e propio a
cada una es también el límit e común que las separa. Es el límite común lo
que las separa y las relaciona entre sí al separarlas. Es el ciclo d e los Straub.
El límite propio a cada faculcad es al mismo tiempo el límite común que las
relaci o na entre sí al separarlas.
Les diré qu e esa sería mi respuesta para este probl ema. El hecho es que, a mi
m odo de ver, se puede aplicar a Foucault, pero sería un poco ine xacto, porque
creo que él tiene otra respuesta. Tiene otra respue sta . De ahí la nec esidad de
una cuarta y última confrontación. Ha y otra respue sta que Foucault va a busca r
mucho más del lado de Raymond Rous sel, el excra110 poeta de comienzos del
siglo XX. Y más aun, Raymond Roussel le sumini st ra no respuestas, pero sí
varios elementos de respu esta. D e allí que nos q ued emos en esto: confrontación
con Roussel y cuál es la respu esta propia de :Foucaulr en cua nto al problema
de qu é relación hay entre hablar y ver. Lo h aremos la próxima vez.
190
Clase 7
Visibilidades y enunciados en
Raymond Roussel.
Conclusiones sobre el saber.
1 O de Diciembre de 1985
He aquí enton ces donde nos encontramos. Fina lmente no avanzamos, pero
1t·volvemos en un mi smo problema, y a fuerz a de revo lver en ese problema
"de revolver ese problema es qu e llegaremos ::d final. Este prob lema consisre
, irn 1pre en que no s en cont ramo s frent e a dos formas irreductibles: la forma de
In visible, b forma de lo enun ciable. No hay isomorhsmo entre dichas formas.
l ·.11 otros términos, ni hay forma co mún a lo vis ible y a lo en unciablc, ni h ay
, orre sponden cia entre las do s formas. Ni co nform idad - forma común - , ni
, orrespon d enc ia b iunív oca d e una forma a la o tr a. H ay d iferencia de natur a-
ll'1.a o, según el término d e Blanchot, hay una n o-relac ión. U na no-rel ación
, ·111 re lo visible y lo enunc iable. Por lo ramo una disyu nc ió n , una abertura. Es
l.1disyun ció n ent re luz -como forma de lo visible- y leng uaje -como forma
, lt· lo enun ciabl e- .
Notamos en seguida -e insisto porque nece sitaremos volver sobre este punto
111.1, adelante - que un a de las consec uen cias inmediata s de seme jant e punto
191
Cfa.<e7
1
Fórmula que se encuentra en tod() un linaje, Fr:rnz Brentan(), Edrnund Huss erl ,
_lean-Paul Sarrre.
192
y enunciado.<en Raymond Roussel. Conclu,ione.<wbre rl .wbei:
Vi.<ibilidade.<
193
ClrL<,
·-
La primera dirección que Foucault saca de Roussel es muy simple yya hemos
inlentado abordarla. Consiste en decir: de acuerdo , las dos formas, la forma
de lo visible y la forma de lo enunciable, difieren en naturaleza, pero eso no
impide que estén en presuposición recíproca . Es decir que una presupone a
la otra y viceversa. Lo cual quiere decir concretamente que, de una forma a la
otra, de lo visible a lo enunciable y de lo enunciable a lo visible, hay constan-
temente capturas mucuas . «Captura » no es una palabra que emplee Foucault,
la empleo yo por comodidad. Pero todas las palabras que emplea Foucault son
términos polémicos, de violencia. Y en efecto, ven por qué: si las dos formas
son real mente heterogéneas, irreductibles una a la otra, parece como si se
tratar;1 de una guerra entre ambas, y como si su primera relación no pudiera
ser ocra cosa qu e una guerra, una violencia. Una forma va a tomar algo de la
otra, la otra tomar ,1 algo de la primera. Y será por arrebato, por captura, por
apresamicnro. Sn:ín abrazo s , abrazos de luchadores.
Ya 1:11 Fito no t'S una p ipa este tema de la presuposición recíproca con-
ceb id:i corno cap111ra mutua entre lo visible y lo enunciable es presentado
constanrcmemc por Foucault como una verdadera lucha. Cito, página 33:
Entre ft1f<(tlrtt _yel tc:i:to-es decir lo visible y lo enunciable-, de una al otro,
ht~V ,1taq11rsl,wzados. flerhas arrojadas contra el blan co adverso , intentos de zapa
y dr destrzuáón. r.ol¡)('sde lanza y heridas, una batalla.3. Es una batalla. Hace
falu rcccncr un texto semejante ya que uno se sorprenderá menos cuando
foucault sien ra luego la necesidad de sobrepasar el eje del saber hacia el eje
del pod er rn el que la batalla se explica de manera singu lar. Estos son textos
que conciernl'n al saber, es decir a los dos elementos del saber, lo visible y lo
enu nciabk, y 11srcdesya deben sentir que están completamente tendidos hacia
un dcsrnhrim irn10 del poder como lo que verdaderamente está en juego en
la barall:i. l\ 1giru ,rn:é'n este espacio roto y a la deriva -dond e se encuentran
lo visible y lo enunciable- se tejen extrañas relaciones, se producen intrusiones ,
bruscas invasiones df'structivas, caídas de imágenes en medio de las palabras-caídas
de visib ilid ad en medio de los enunciados-, relámpagos verbales que surcan los
dih11josy los hacen volar en pedazos4. Aquí también afirmación de la lucha , del
asedio. d e b h:it:illa .
¿Y qu é es lo qu e puede ser arrebatado? No sabemos . Veamos si Roussel
puede ;1y11darn o ~. Rous sel es un poe ta de fines del siglo XIX, principios del
XX. A l-'oucault le g ustaba mucho. La Nouveau Roman quiso mucho a Roussel ,
' Míchd Fouc 1ulr. ésto no es una pipa, op. cit., p. 22.
' !lndcm, pp. 49-50 .
104
_yenunciados en Raymond Roussel Conclusiones sobre el .<abe
Visibilit:b,de.< ,:
s Cf. «Eni gm as y rransp arencia en Raymo nd Roussel (196 3)», en Alain Ro hbe-
( ;r illet, Por una nuez 1a novela, Cac tu s, Bs. As., 2012 , pp. 107-114.
6
Raym o nd Rou ssel, Comme nt j'ai écrit certai ns de mes livres, op. cir.
7
Raym ond Rouss el, fmp ressions d'Afrique , 19 1O.
8
Co m o se ve, la ún ica diferenc ia entr e las frases en francés se encuentr a en las
¡ialab ras fin ales : billard («bill ar») y pillard (,,p illad or, saqu eador,,) . El cambio de
, ignin cad o en las frases se sosr iene no sólo en la ambi güedad de bandes («bandas »),
'lll e existe en castellano, sin o tam bién en la de lettres («letr as,,, si~nos gráficos del
0
.ilfabet o» y también «cart as», «misiva s») que ya no existe en nu estro id ioma . Resu lran
.1\ Í: «Las letr as de la tiza sob re las ba nd as del viejo billar» y «bs cart as del blanco sob re
l.1, band as del viejo pillador ».
195
Clasr 7
lengo mis dos frases que se distinguen por lo que Foucault llamará «un
pequeño desgarrón». ¿Qué es el desgarrón, o la pequeña diferencia? Es b!p, b
de billard sobre p de pillard . Si no, las palabras son las mismas. Les lettres du
blanc sur les bandes du vieux pi!bil!ard.
Observen que b!pes exactamente lo que la lingüí st ica llama -sin que Roussel
la haya esperado- una relación fonemática. Es el pequeño desgarrón: «¿Has
dicho b o has dicho p?».«Si pronuncias las b como p, ¿qué has dicho?». «¿Has
dicho les lettres du blanc sur les bandes du vieux billard o du vieux pillar&».
Piensen que este procedimiento animó a muchos grandes autores. Lo encuen-
tran de manera constante en Lewis Carroll. En codo caso, puede decirse que
el procedimiento de los lenguajes paradojales es a menudo de este tipo. No
digo que sea el único posible.
Bien , tengo entonces mis dos frases. He abierto la frase. Esto es partir
la frase, abrir la frase. ¿Por qué extraigo de allí un enunciado? Y bien, si
han comprendido todo lo que hicimos sobre el enunciado, ven que se
trata exactamente de esro. Podr ía decir que en esta construcción arrifi cial
el enunciado es les lettres du blanc sur les bandes du vieux ... [busca una tiza
para escribir en el pizarrón] y al final escribo b!p illard. Ahí está, de las fra-
ses extraje un enunciado. Ustedes me dirán que no es necesario tomarle el
pelo a todo el mundo [risas]. Bueno, si insisten, digamos que es la versión
humorística de algo serio . Pero se puede preferir la versión humorística. Si
se me pregunta en qué se distingu e un enunciado de las frases, diría que
las frases son o una o la otra, son les lettres du blanc sur les bandes du vieux
pillard o du vieux billard. Es una o la otra. El enunci ado es les lettres du blanc
sur Lesbandes du vieux b!p illard. ¿Por qué esto es el enu nciado? Lo vimos.
Aquí las condiciones son completamente artificiales, pero vimos que en las
con diciones narnr,iles del lengu aje el enunciado se definía por la variación
inmanente, es decir por el pasaje de un sistema homogéneo a otro, por el
perpetuo pasaje d e un sistema a otro .
M e doy entonces condiciones artificiales donde esto aparece de manera
clara. Pero es preciso recordarles todo lo que hicimos precedentemente,
dond e ya aparecía en condiciones más serias y, en un senrido, quizá meno s
impactantes . Aquí nos contentamos con despeja r lo que intentamos mo strar
precedentemente de manera seria.
Partiendo la frase, o partiendo las frases, despej é enronces el enunci ado.
Pero he aquí que no pude despejar el enunciado de las frases sin hacer surgir
cierto número de escenas visibles . La visibilid ad va a apa rece r desde que in-
tento que una de las frases se reúna con la otra. En ese momenro me hará falta
suscitar escenas visibles totalmente asombrosas, por in verosími les qu e sean.
196
Vísibilidndr, y munuados en Raymond Roussd Conclusiones wbrc el saber.
u1tre las dos frases , la brecha que suscita el enu nciado, no será co lmada sin
suscitar a su vez visibilidade s, es decir espectáculos insólitos , como el vestido
de cola de Talou.
Bueno, podría desarrollarlo m ucho , pero aquellos a qui enes interese leerán,
s.i todavía no lo hicieron , Cómo escribí algunos de mis libros, o leerá n el gran
1exro de Roussel que co nciern e a esto y que se llama Impresionesde África.
Resumo: al abrir las frases despr endo un enunciado, pero al mi sm o tiempo
suscito, hago proliferar roda una serie de imágenes visuales a través de las cua -
les la frase 2 se conjuga con la frase 1. He aquí típicam ente un fen ómeno de
captura . He abierto las frases, y como una morsa ellas vuelven a cerrarse sobre
visib ilidades. Es exac tamente la captura . He aquí que el enunciado captura
lo visib le. La frase 2 solo podrá reunirse con el enunciado por int ermedio de
escas escenas visuales y violentamente visua lizadas.
Doy otro ejemplo más. Hay un poema de Rousse l mu y bello y muy divertido
qu e se llama Chiquenaude9.¿Cuál es esta vez la frase partida? Es: les versde la
rloubluredans la piece de Forban. .. Noten que forban es «forajido », pero aquí
~¡rve de nombre propio, es el per sonaje, es un personaje que se llama Forban .
/.es versde la doublure dans la piece de Forban talon rouge.Y es un fragmento
de la frase . Podría decir que escuché les vers de la doublure dans la piece de
1-órbantalon rouge. ¿Q ué quiere decir? Talon rouge, un talón de zapato, un
1alón rojo. Les vers son aquí la unidad poética . La doublure qui ere decir que
yu estaba allí LLnatard e en que el doble reemplazaba al actor. Dans /11piece es
rn la pieza. En la pie za intitulada «Forban talon roug e», que es el supuesto
11nmbre de una pieza 10 .
197
Clmr 7
-·- ··-- ·-·-·· ·- ----·-·- - ·-·-- - - -- ---
Construyo mi frase con el p equ eño desgarrón. Digo: Les vers de la doublure
dans la piece - ha sta aquí es igual- du fart pantalon rouge. H e abierto las frases,
he formado un sistema d e m o rsa, de doble morsa. En la segunda frase les vers
son el animal, el anim::il qu e se come nuestra s telas. La doub lu re es la pi eza
d e rela aña did a a 1111 rraje. L1 frase se refiere enton ces, al pie de la letra, a un
forro harapiento . Dans la piece ya no es la piez a teatral, es el remiendo que se
añade en cosrnra. Y hnalmenre, du fart p antalon rouge. 11
Tengo enton ces nu eva m ente un enunciado. El enun ciado es el port::idor de
la variaci ó n inrnanenre, montado sobre los dos sistemas. Es blp12 • ¿Cómo va
a reunirse la fras e 2 co n b frase 1? Y bien, supon ga n qu e en la pie za «Forban
calón rojo» ha ya un hada qu e pone en el pant aló n del di::iblo o del forajido una
pieza apolill ada. Pieza apolillada que estará de sti nad a a rasgarse y a arruinar
por eso las empre sas d el forajido. La frase 2 se reú n e co n la frase 1 pue sto
que los gusanos del forro en el remiend o del pant alón oc up an su lugar en los
versos del doble en la pieza de teatro «For ba n calón rojo ».
Bien, si n o hubi éram os vi sto la versión seria d e codo esro, no tendría nin-
gún inr erés. Co mo la vim os, co mpr end emo s que desde que hay enunciado,
el enunciado no pa rt e las frase s sin susci tar vis ibilid ades a través de las cuales
una de las frases se reún e co n la otr a.
Ahora bien, Foucault se 11ala que el título ¿Cómo escribí algunos de mis
libros? excl uy e alg un os o tr os libro s. Volvamo s a ese aspecto. Yo decía que hay
en Rous sel obras sin pro cedimi ento . Y creo que es un mérito mu y grande
d e Foucault el h::iher d emo st rad o en su análisis de Roussel que las obras
sin procedimiento, para las cu ales Roussel no propon e nin gu n a clave, eran
finalmenre h in vers;i d l'. las o bras co n proc edim ien to .
Las obra s sin p roced imi ento so n muy , mu y curiosas, co nsiste n en inter-
m inable s descrip cione s. Este es el aspecto por el cua l la Nouveau Roman ha
estado tan impr esiona d a por Roussel. ¿Pero int ermin ab les descripciones de
qu é? De aqu ello por lo cua l la descripción es intermin able p o r naturaleza . Y
ext raúament c, aquello por lo cual la descripción es intermin able por natural eza
no so n las cosas vi.suak-\, sin o las imágenes , y pr efe rentem ent e las pequ eñas
11Adem ás d'-'la v.1ri:1ci<1n de Forbttn talon rouge (Forban talón rojo) ajó rt pantalon
0
198
Vi,ib ilidnd e.<
y ,·11unáado., en Raymond Roussel. Condusione s w bTl'rl ,abn
1
'• Raymond Roussd , La 1 ue, Le concert et la source, 1904.
1
199
Clme 7
200
Visibilidades y enunciado.< s sobreel sabrr.
en Raymond RouJsel.Conclu..-io11r
1
' Historia de In lornm y Vigilar y castigar, ya citados.
201
Cfag 7
---- - ---·--·
-··- -·· ···
·--------- - ------
202
y t·nunciado.<rn Rilynl(md Rou.,sei. Conclu.,ione.<
Vi.<ibilidade,· .<obrel'Í sobn
2(H
Clase?
204
Visibilidad1·s y rnunciado.< en Raymond Rowg/. (i1J1dww110 .<ahrrel s11bn
17
Cf. Michel Foucault, k~ymond Roussef, op. cit., p. 134 y t1 nacimiento rlc la
clini ca, op. cit., p. 15, 155 y 165-166.
205
Cla.1el
una obra muy extraña intitulada esta vez Nuevas impresionesde África 18 • Allí
el procedimiento de lenguaje es completamente diferente. Se los cuento antes
de buscar cómo puede servirnos.
Supongan que dicen una frase, compuesta por ejemplo de tres versos. Les
doy el esquema formal del procedimiento antes de darles un ejemplo , porque
extrañamente el ejemplo es aun más oscuro. Tengo mis tres versos aquí, aquí,
aquí [escribeen el pizarrón]. Supongan entonces que entre el segundo y el
tercer verso, entre 2 y 3, introducen un paréntesis de dos versos. Lo pongo
en línea punteada . Esto cambia todo, ustedes tienen 1, 2, 3, 4, y lo que era
3 se convierte en 5. ¿Por qué no ir al infinito? Entre 3 y 4 van a introducir
un segundo paréntesis , indicado con doble paréntesis, un paréntesis de dos
versos. Tienen de golpe: 1, 2, 3, 4, 5 ... 4 se convierte en 6, 3 se convierte
en 7. Y entre los dos versos de vuestro paréntesis doble pueden introducir
un tercer paréntesis ... etc., etc., etc. Ustedes me dirán que es inconveniente
porque se pierde el hilo [risas].Sí, se va a perder el hilo, ¡pero en prov echo de
qué despiste, de qué trastorno poético!
Es cípicamente el caso de una obra infinita. Quiero decir que cuando se
habla de la obra infini ta nunca es bueno cuando se trata de una imagen o de
una metáfor a. Si uno habl a de ob ra infinita, y bien ¡hay que hacerla! Si no se
hace, es nada. Y en ese momento no hay que hablar de obra infinita. Puedo
decir que Roussel ha inventado concretamente una obra infinita. Pero es muy
complicado, doy solo el punto de partida de las Nuevas impresionesde África.
Foucault analiza un ejemplo. Versión primera ... Uno se encuentra frente
al texto, uno no tiene la versión primera. Es Fou caulc quien restablece las
versiones quitándoles los paréntesis. No lo verifiqué, pero según Fouc ault lo
má ximo a lo que llega Roussel son cinco paréntesis. Que ya es mucho. He
aquí las versiones sucesivas. Primer grupo de cuatro versos, primera versión:
18
Rayrnond Rou ssel, Nouvelle s l mpressions d'Afrique, 1932 .
19
A ras del Nilo, veo huir dos ribera s cubiertas
De flores, de alas, de relámpagos, de suntuosas plantas verdes.
Una sola bastaría a veinte de nue stros salones,
De follajes opacos, de frutas y de rayos.
206
Visibilidades y munciadns m Raymond Roussel. Concluú1111t'.1 _10/m·,·! .,,¡,,.,
··-- ..·-- ··· -
Por otra parre, esto es curioso: suntuosas plantas verdes, una sola bastaría 11
veinte de nuestros salones. Una sola planr:i verde que basta para veinte salones ...
¡Un misterio! Buen o, esta es la primer a versión . Todavía funciona, llegamos a
seguirla. Ya con un poco de esfuerzo, pero llegamos a seguirla. Nos detenemos
al final del verso 3 -U na sola bastada a veinte de nuestros salones- y hacemos
un paréntesis de dos versos. Resulca de ello:
Ya aquí uno no sabe muy bi'en dónd e está [risas]. Supongan que, puesto que
introduje dos versos en el primer parént esis, meto luego un doble paréntesis
entr e el primer y el segundo verso del primer paréntesis . Resultaría de ello:
20
A ras del Nilo, veo huir dos ribera s cubiertas
De flores, de alas, de relámp agos, de suntuos as plantas verdes.
Una sola bastaría a veinte de nues tros salon es,
(Dulc es salones d onde , en cuanto ha girado los talon es
So bre el que se aleja se hacen correr tantos rumor es)
De follajes opacos, d e fruta s y de rayos.
21
(Dulce s salones donde, en cuanto ha girado los talones
((Di virti éndose, ya de su coba rdía,
ya de sus acerados talemos, sin que import e lo que haga o diga))
Sobre el que se aleja se h acen co rrer tant os rum ores)
De follajes opacos, de frutas y de rayos.
207
Clase7
Puedo entonce s darles la lectur a final para ver si la siguen [se escuchan
expresiones de lament o entre los estudiantes] :
¡Ay, no puedo lograrlo! No tr aje el texto donde están todo s los paréntesis.
En fin , comp rendiero n, ¿no ? [risas] N o voy a recon struirlo.
¿En qu é no s int eresa esto? ¿Q ué cosa seria pued e exrraér sele? Y una vez
m ás, lo serio no es mejor. .. No hay nada mejor que esto . Como suele decirse,
forma part e de las cosas que un a vez que alguien las h izo, ya está. No vale la
pena volver a hac erlo. Ha y qu e hacerlo un a vez y eso es todo.
Les señal o qu e en un pre facio mu y intere sant e23 Foucault hi zo un para-
lelo entr e eres gra nd es m anipulador es del lenguaje , inventor es d e lenguajes
22
(Dulc es salone s donde, en cu anco ha girado los ralo nes
((D ivirti éndo se, ya de su cobardía,
(((Much os individu os, se les di ga o se les h aga lo qu e fuere,
Juzgand o el calión de em ple o poco prudent e,
Dev uelven saludo po r ojo y sonri sa por die nce)))
2
Cf. Mi chel Foucau lt, 7 propos mr le 7e ange, pr efacio a Jea n-Pierr e Brisser,
'
La gmmmaire fogique, suivi de la science de dieu (Ed. Cast. : Mi chel Foucault, Siete
sentencias sobre el séptimo ángel, op . cit. )
208
Visibilidades y enunciado.<
en Raymond Roussel.Cand11,w11n ,,,/,,r d mhn:
24
Cf. Lo uis Wolfson, Le Schizo et LesLangues
, préfa ce de Gilles Dekmc , P;1ris,
Gallimard, 1970.
2
> Publica ción fundada por _lean O ubuff et, quien también rn:ú Lt Comp,1gnic rlc
l'art brut, cuyo fin era est imular, difundir e inve stigar el arte d l' los locos.
209
Clase7
210
Vi.<
ibi/idade.<
y enunciado.<en Raymond Rous.<
ti. Cond u.,i1111r<
w lnr ,.¡ ,,,ha
- ·----- ----- ----- -- -- ···- --
2 11
Cla.,e7
dimensión para hacer surgir una. relación de la no -relación. Y bien, sí. Lo cual
querría decir también en qué dimensión se van a encontrar los combatientes,
los luchadores. Puesto que vimos, al nivel de las capturas mmuas, que había
abrazo. ¿En qué dimensión se produce el encuentro entre los luchadore s? No
es al nivel de las formas, las formas son sin relación. Entonces hace falta otra
dim ensión. Y hace falca que esa otra dimen sión sea informal. Es lo que va a
decir Foucault, y m e parece que explícitamente en do s textos importantes.
Un texto de Esto no es una pipa, a propósito de Paul Klee 26 • ¿Por qué a
propósito de Paul Klee? Porque es ciertamente el pintor m ás grande que ha
confrontado los signos y las figuras. O si prefier en, la escritura o el enunciado
y la figura visible. Por ejemplo, a quiene s no hayan ido les suplico que vayan a
ver la exposición «Klee y la música.» en Beaubourg. Todavía no ha terminado.
Pienso en dos peque úos cuadro s que son el caso más simple de lo que quiero
decir. Ha y dos pequeños cuadros, muy pequeño s, que son un a maravilla. Son
los elemento s de un paisaje, tienen árboles, alambrados, manojos de hierba,
Aores, ere., que está n co mpl eta mente disoc iad os entr e sí, diseminados, y están
colocados sobre un pent agrama mu sical. Parece fácil lo qu e digo ¿no? Pero
si intento reprodu cirlo yo , no bastará para hacer cantar al pai saje, para hacer
canear al jardín . En eso co nsiste el genio. ¿Por qué maravilla. sucede, se los
aseguro, qu e no pueden mira.r las dos versiones del jardín de Klee pu esto en
pentagram a musi cal med iant e una simple diseminación de los elementos -el
pro cedimi ento es muy simpl e, los hay más co mpl ejos en Klee- sin ser captu-
rados, fascinados por una espec ie de belleza absolma? ¡El jardín canea! ¿Cómo
hace? C reo que hace que los signos y las figuras se penetren co mpl eramenre en
una dimen sión dist int a a la del cuadro: la música . Klee es el pintor-músico.
Hay otra dimensión no -dada, y allí el jardín canta 17 •
Es lo que dice foucaulr: las !erras y las figmas en Klee se encuentran en un
espacio completamente distinto al del cuadro 28 . Es decir, se encuentran en un
espa cio que no es el de los enunc iado s ni el de las visib ilidade s, que no es el
de los signo s ni el de las figurns. Es un a indi cac ión co rta.
En otro texto, en el análisis que hizo sob re Nieczsche 29, Foucault dice lo
siguiente a prop ósito de los combatientes. Es entonces un texto precio so para
26
Michel fouca ult, Esto no e.runa pipa, op . cit. , capít ulo 3: «Klee, Kandin sky,
Magricte ».
27
Cf. Paul Klcc. Abstract-phantastischerGarten, 1920, «Jardín fantástico abstracto ».
28
Michel Foucault , Esto no es una píprz, op. cit., p . 30 .
29
Michel foucau lt, «Nie tzsc he, la Genealogie, L'Hi srori e,, en Hommage a jerzn
Hyppolite, PUF. Pari s 1971. (Ed. Cm .: «Nietzsche, la genea logía, la hi storia» en
212
Visibilidadesy enunciadosen Raymo11dNomsd ( .i,11,/11
.,i,11
1,·,w/,,,. ,·/ ,,1/,rr.
Intervención 1: Es inhallable .
Deleuze : ¿Es inh allab le?
Intervención 2: Sí, todavía no lo encontramo s . ..
Deleuze: No tien en necesidad de encontr arlo porque yo se los cuent o [risas].
Michel Foucaulc, Microfisica del poder, ed. La piqu era, Madrid , l ') 7')).
'º Ibídem, p. 16.
2U
Cla.<e
7
1enemos que sacar conclusiones , pues no se les escapa que tenemos sola-
mente una sesión más antes de !as vacaciones, y sería excelente que termine-
mos el primer eje del pensamiento de Foucault, es decir el saber, junco con el
trimestre. Por desgracia , me temo que si no voy mucho más lento voy a ten er
que comenzar el segundo eje . . . No importa. Saquemos conclusione s sobre el
saber y la exigencia de otra dimensión, de otro eje.
Primera observación. Puedo considerar, al final de este trimestre , que el
primer eje del pensamiento de Foucault se presentó bajo el nombre de «saber».
¿Y por qué es el primer eje del pensamiento de Foucault? Porque está claro
que bajo el saber, o antes del saber, no hay nada. La experiencia es un sabe r. El
saber no remite a un objeto o a un sujeto previo. Sujeto y objeto son variables
del saber, variables interiores del saber. Queda en ustede s decidir si esto es o
no un idealismo. Puede ser que la cuestión no tenga sentido ... poco importa.
En codo caso, es en nombre d e que codo es saber y ya saber, que Foucaulc
puede romper -allí tambi én- con una noción cara a la fenomenología vulgar.
Es decir, no hay experienci a salvaje.
Sobre esto les cuenco que aunque no hay entre ustedes mucha interv en-
ción, aunque no intervienen oralmente -a fin de cuentas está mu y bien- ,
hay much os de ustede s que despl!és me pasan fichas. Y ha sta ahora son
ficha s de un i11terés mu y ~r;.,nde, es decir que vienen manifie stamente de
personas que conocen los texto s de Foucaulc tan bien como yo, o inclu so
mejor. A quienes hacen esas fich;is, no crean sobre todo que no me inter e-
san, al contrario. Pero considero que no estoy en un punco en el que puedo
cornadas en cuenta en mi análisis. No obstante las guardo mu y bien p :ua
cuando haya llegado para mí el momento, las reto mar é entonces con aquel
de quien procede la ficha.
Ahora bien, lino de ustedes en pani cula r me pasó una ficha diciéndome:
«Es muy lindo decir que no hay experiencia salvaje en Foucaulc, pero eso no
quita que, en todo caso, Foucault empl ee el término 'verdad salvaje'». Y quien
hizo esta ficha me cita los rextos. B11eno, llegó el momento, cendremos que
preguntarno s qué puede querer decir b afirmación de Fou cault de que hay
«verdades salvajes», lo cual implica a pesar de todo un modo de experiencia
salvaje, puesto que la verdad es un asunto de experienci a.
Lo que digo es aproximativo. Si permanecemos en este primer eje, no hay
ningún lugar para una experiencia salvaje que sea como el suelo nutricio del
saber. El saber no tiene otro suelo nutricio que sí mismo. Por tanto, la primera
razón por la cual no hay experiencia salvaje a este nivel es qu e todo es saber
y que no hay nada antes del saber ni bajo el saber. He aquí entonc es nuestro
primer grupo de conclusiones.
214
"""·, .,,¡,,,. ,·}.,,¡,
Vi.,ibilidndes y munci11dm m Raym ond Roum ,/. <.ilfl,-/11, ,.,.
•1 •
Cla..<e
7
-·-- ---- -- -- ---
Intervención: Es un multialismo ...
Deleuze: ¿Un qué?
Intervención: Un multialismo. Es decir, no es un dualismo, sino que hay
infinitos arriburos.
Deleuze : Sí. .. No me complique, no me complique las cosas ... Tienes
razón ... ¡No! De hecho, es en la medida en que hay una sustancia única
que sé que hay 11na infinidad de atributos . Quiero decir, la infinidad de los
atributos es una consecuencia de la unidad de la sustancia. Porque sé que no
hay más que una sustancia, sé entonces que ella no pued e contentarse con
dos atributos. Es decir q11ela infinidad no imerviene ahí , es una consecuen-
cia de la unidad. Lo importante es la superación de los atributos hacia una
sustancia única, de donde se pueden concluir una infinidad de atributos que
no conocemos.
El otro caso sería Bergson . Bergson es célebre por sus duali smos : la duración
y el espacio, la materia y la m emoria. Más aun, todos sus títulos reivindican
explícitamente el dualismo . Pero en Bergson el dualismo no es m ás que una
etapa transitoria hacia un monismo triunfante. Primera etapa, la duración y
el espacio se oponen , materia y memoria se oponen, hay dos fuent es de la
moral y de la religión . Segunda ecap3.,los do s términos opuestos son los grados
extremos de una misma instancia. A saber, el espacio es el grado más dilatado
del impulso vital y la duración es el grado más contraído del impulso vital. U n
mismo impulso vital atraviesa las dos formas duale s, siendo una su extensión
o su dilatación , siendo la otra su co ntra cció n . Sup erac ión del dualismo -por
el cual había que pasar- hacia un monismo.
Ha y un tercer tipo de duali smo. A fin de cuent as, hab lar es siempre hacer
duelos. El duelo está inscrita en la palabra , está inscrito en el lengua je. De
modo que ustede s siempre serán dualistas en las palabras. La cuestión del
dualismo comienza más allá de las palabras. ¿Es ese duali smo un verdadero
dualismo para usted, es decir un dualismo que vale para las cosas? ¿Es un
dualismo-etapa provisoria? ¿O qu é es?
Diría que hay casos en los que el dualismo ya no es etapa provisoria, sino
etapa preparatoria. Me pr eguntar án cuál es la diferencia. ¿Y etapa prepararoria
de qué? Si me pregunto de qu é, creo que veré la diferencia entre el segundo
dualismo y el tercero , del que hablo ahora. Sería una eta pa preparatoria de las
multiplicidade s. En ocros términos, sería una etapa prepar atoria del pluralis-
mo. Ya no una erapa provisoria hacia un moni smo, hacia lo Uno, hacia una
unidad, sino una eta pa preparatoria de las multipli cidades y del pluralismo
puro . Es este duali smo el que me int eresa.
216
Vi.< rn Raymond Rous.,,-1.e_¡,,,./,,,,,,,,,, ,,,¡.,, , 1,,,¡,,.
íbilidadr.<y enunciado.<
----- -- --
Noten que mi tercer dualismo se opone al segundo. ¿Por qué? S11n-dc q11<'
siempre encontré fascinante la noción de multipli cidad porque es un smL111
tivo. Mientras dicen «lo múltiple», no han dicho nada. Mientra s manejan d
adjetivo no han dicho nada porque solo han pu esto un poco de animación
en lo Uno. Pue s, ¿qué es múltiple sino lo Uno ? En otros término s, en última
in sta ncia son platónicos ... Lo cual ya esti mu y bien . Pero si son platónicos,
son de aquellos, del gran número de aquellos qu e dic en que lo múltiple solo
puede emplearse como adjetivo. «Múltiple » es un atributo. ¡Qué asalto al
pensamiento cuando cienos ·pensadores -habí a que ser alemán para eso- pu-
sieron lo múltiple en sustantivo y constituyeron la noción de multiplicidad!
Una multiplicidad.
Noten que una multiplicidad es por lo menos algo extraúo. Habría que ser
lógico para comentar el una, el artírnlo indd-inido. Es evidente que el artÍ-
culo indefinido de «un;¡ mulriplicidad » no puede ser d mismo que el de «un
hombre ». No sería poca cosa hacer la lógica de «un » en «una multiplicidad».
Es el artículo indefinido, es un artículo no 11nific;¡nte .
¿Qué sucede cuando la multiplicidad pasa al sustantivo? Quiere decir que
ya no se relaciona con una unidad cualquiera, ni de la cual derivaría , ni que
pr epararía. Quiere decir qu e lo múltiple debe se r pensado por sí mismo y en
sí mismo . ¿Qué sería una multiplicidad? Serían -1 . No es n + 1, pue sto que
la multipli cidad es lo que retira lo Uno de lo múltiple. De lo contrario, la
multiplicidad nun ca sería erigida. Es siempre sustrayendo lo Uno que obtengo
b multiplicidad . ¿Có mo pensar una multiplicidad? ¿Una multiplicidad es
algo pensable?
La única man era de dirigir una crítica a lo Uno es hac erla en nombre de
la multiplicidad. Mientras opongo lo Uno a lo múltiple, no hago nada que
m o leste a lo Uno . Si exhibo razones por las cua les lo múltipl e debe ser rela-
cionado con la multiplicidad o co n multiplicidad es, puedo decir entonces que
he destruido lo Uno. Pero no pu edo pen sar que h e destruido lo Uno mientras
no haya h echo esta operación que sustantiva lo múltiple.
El acto por el cual lo múltiple ha sido erigido en sustantivo, es decir en
multiplicidad, es un acto científico. Creo que el o ri~en de L-1noción está en
el matemático-físi co Riemann , que es retomado por el macemárico Cantor
como base de la teoría de conj untos . Volverán a encontrarla en Hu sserl. Aun-
que Husserl no sea mu y plur alista, utiliza esta noci ón que tiene una riqueza
c ienrífica intensa . Creo que es Riemann quien le hace esta espec ie de re~alo
a la filosofía : una noción de multiplicid ad.
Todavía no sabemos lo que es una multiplicidad, digo sola mente qu e esd
muy próxima al pen samiento de Foucault. ¿Por qué? Si comprenden rndo
2 17
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218
Vzsíbilidndcsy enunciados en Raym ond Rows1·!.( :om / 11,11nu·, ,olnr ,1,,dm
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Cfnsr7
entonces, ¿por qué emplear este término que es más comp licado que forma-
ción histór ica? Porque <<formación histórica» sería ambiguo, nos deja con la
idea de que una época precede a lo que pasa en la época. Mientras que, para
Foucault, es justamente al revés: una formac ión histórica deriva de deter-
minado modo de entrelazamiento entre lo vis ible y lo enunciable. Es dec ir,
una formación histórica deriva de una manera en la que la luz cae, de una
manera en la que hay lenguaje, y de una manera en la que se entrelaza n los
enunciados del lengnaje y las visibilidades de la luz. Solo pueden definir una
formación histórica secundariamente, cuando asignaron un estrato, estrato
que está constituido por un entrelazamiento. De allí la importancia, una vez
más, del principio histórico que hemos visto : roda formación histórica dice
todo lo que puede decir y ve todo lo que puede ver. No hay nada más que ver,
na da más que decir. De cimo s siempre codo lo que podemos, vemos siempre
todo lo que podemos ver.
El entrelazamiento entre las do s formas ... no, no de las dos formas . .. El
entrelazamiento de lo visible y lo enunciab le const itu ye lo que llamar emo s las
«relaciones de saber ». Las do s formas so n het erogénea s. Por tanto, hay captura
recíproca. Y esto remite a todo lo que vimos hoy a propósito de Rouss el, y lo
que vimos las veces anteriores . Por ejemplo, Rous sel no s propone típicamente
modos de entrelazamiento entre lo visible y lo enu nciab le por captura o doble
insinuac ión.
Úlrimo punto de conclusión. Desde entonces, la conci liación de las cap-
tura s mutuas o de las insinuaciones recíprocas -n o obstante la diferencia de
naturaleza radical ent re las dos formas- exige y no puede hacerse má s qu e
en otra dimensión. Exige un nuevo eje . Un nuevo eje que sin duda no será
igual, pero que tal vez juegue un rol análogo al del esquemat ismo en Kant .
¡Qué trimestre fructífero! Sobre todo porque sabemos cuál es ese nuevo eje. Lo
sabemos, al menos lo esperamos, no sabemos por qué pero lo esperamos. Este
nuevo eje reclamado por las relaciones de saber y preparado por las relaciones
de saber -tal como vimos que el dualismo preparaba algo- está constituido
por las relacione s de poder.
Y no se comprenderá nada de la teoría del poder de Fouc aulc si no se
sub ordina toda su teoría a la afirmación de que el poder no es una forma.
Las formas son las formas del saber. El poder no es una forma, el poder es
el elemento inform:il por excelencia . Y si no se com prende esto, no se co m -
pren de nada, así que no v:ile la pena continua r. No hay forma del poder. Y es
por eso qu e las relacion es de poder son apt:is para instaurar las relaciones de
sabe r, que se establecen entre las dos formas irreductibles del sabe r. El pod er
es necesariamente un elem ento informal.
220
Visibilidndr.ry rnu,,áados en Raymond Rou.< ·, ,ohri·,·/ "'¡,,.,
.<cl I .imd 11,io11,
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¿Q ué quiere decir que son las relaciones de poder las que van a dar rnenu
de las relacio nes de saber? Todavía no sabemos lo que quiere decir, pero al nivel
en el que estamos ya ten emos todo para presentirlo. Es decir, para d ecirnos
que no nos eq uivocamos, que este es el pensamiento de Foucau!t. Dirfa que
el pod er es el segundo eje de este pensamiento.
Digo que tenemo s todo para presentir que esto funciona. ¿Por qué? Y bien,
hay como tres razones , tres razones pintorescas qu e hemos encont rado.
Primera razón pintoresca . .El estudio del saber presuponía la consti tución de
un corpus. Desde entonces, tropezábamos con la siguiente pregunta: ¿cómo se
puede componer un corpus , sea de cosas sensibl es, sea de frases, de palabras?
Para despejar los enunciados era preciso haber compue sto un corpus de palabras
y de frases. Del mismo modo, ¿cómo podíamo s formar un corpus de cosas y
de estados de cosas desde el cual poder d espejar las visibilidades? Si me han
seguido bien, allí no había elección, b. respuesta de Foucault era que hace falta
necesariamente que las reglas según las cuales se construye un corpus del que
se extraerán los enunciados no presupongan n ada de los propios enu nci ados.
No son entonces los enunciados los que van a guiarnos en la elección del
corpus, en la selección de las palabras y de las frases de las que voy a extrae r
los enunciados de una formación histórica . Son los focos de poder, y por
supuesto, de resistencia al poder. Los focos de poder y de resistencia al poder
alrededor de los cuales zumban las palabras, las frases ... el «se habla ». ¿Dónde
es que «se habla » de la sexua lidad en el siglo XIX? En torno del confesionario,
de la escuela, de la medicina, en torno de los organismo s administrativos que
se ocupan de la biopolítica, de nacimientos, de matrimonios.
Y la respue sta genera l de Foucault es siempre esa. Me parece que tiene
siempr e la mi sma respuesta porque no tiene otra . Al menos tiene el mérito
de reclamar crit erios preci sos para la const itución de los corpus. Ha y muchas
personas que reivindicaron un co rpus, pero hasta donde conozco Foucault es
el único que reclama crite rios prec isos. Y su respue sta, qu e le co nviene com-
pletamente y qu e exp lica todo el desarrollo de su obra, todo el segu ndo eje,
es que sólo los focos de poder y de resisten cia al poder pueden dar cuenta de
las palabras, de las frases que uno retendrá en la co nst itución de un corpus.
Esta es la primera razón por la cual ya se ve que las relaciones de saber se
sobrepasan ha cia las relaciones de poder.
Segu nd a razó n . Las relaciones de saber son, par a hablar de m anera crud ita.
de tipo agoníst ico. Es un a lu cha, un abra zo. So n do s luchadores: lo visihk
estruja al enunciado, pero el enun ciado estruja aun m ás fu ert e ;i lo visd,k.
Y el enunciado co ntinúa aullando «¡Esto no es un a pipa ~,, mi t'ntra s :1hL1 1..1 .,
la pipa . Y la pip::i no cesa de sustr ae rse al abra zo del e111111
ci:ido . h1 fi11 . \011
•'. •'. 1
Clase7
capturas mutuas con escapes . Cada uno tira sobre el blanco del otro , y el otro
desplaza su blanco. Es una lucha , una batalla.
Si el saber está tomado en una batalla semejante , ¿de dónde quieren que
provenga esa batalla , si no es de las relaciones de poder que están haciéndo se
y deshaci éndo se? Esta es la segunda nota pintor esca.
Entre par ént esis, ven allí una segunda razón por la cual no hay experi encia
salvaje. La primera razón era que todo es saber, que no hay nada antes del saber,
y que entonces no hay experiencia salvaje. La segund a razón es que el propio
saber pre supone relacion es d e poder. ¿Cómo habría entonces una experien cia
salvaje, es decir libr e d e las hu ellas del poder? Foucau!t lo dice explícitam ente :
no hay experiencia salvaje porque toda experi encia está ya cuadricul ada y
tomada en relaciones de poder. Me dirán usted es que el poder es él m ismo
salvaje. Ya veremo s, en todo caso no es eso lo que la fenomenología llam aba
«experien cia salvaje».
Lo cual quiere decir finalmenre algo mu y simple , y es mi última nora pin-
toresca. ¿Por qué hac e falta esta otra dimen sión? ¿Por qu é el saber se sobrepasa
hacia el pod er? Es qu e, una vez más, saber es entremezclar «ver» y «hablan ,.
Y no hay nada qu e ha cer, no se puede evitar, di ce Foucaulr. Pero muy a me-
nudo -no dice «siempre », hace solam ent e un a pequeña obse rvaci ó n así como
así- qui zá el pod er no vea nada y no hable. Mudo y ciego. No llega a decir
eso, sino que d irá «casi mudo ». En efecto, desde el m omento en que el pod er
habla, con stitu ye saberes, ¿pero pu ede el poder habl ar por sí mi smo ? Esta
histo ria es compli cada. Habr á qu e cono cer un po co qu é es lo que Foucault
llama «pod en,. Todavía no llegam os ahí. Pero in cluso si el poder no habla y
no ve, inclu so si es ciego y mudo , hace ver y hace hablar .
Y creo que esta observación como accid ental de Foucault es muy , mu y rica,
porque tiene tanta razó n .. . Es un punto en el cu al de golpe . .. U stedes saben,
en filosofía sucede como en todas partes, hay que tener esas dem ostra cio nes
abstract as muy riguro sas y al mi smo tiempo , de repente , un a pequeña cosa
qu e es iluminador a. C uando Foucault dice que el poder hace ver y ha ce hablar ,
que saca a la luz, qui ere decir algo mu y concreto . Saca a la luz y adem ás h ace
charlar, hace h ablar. Las personas creen que hablan , así como así, pero no ,
hablan porque el pod er los ha ce habl ar.
Intent emo s pensarlo realm ente, son cosas mu y sim ples, co mpl etamente
simpl es. Se invita a la señora Fulana a la tele [risas}. Tomen una emisión que
me parece mu y bu ena, Auj ourd'hui M adam~ 1 [risas} ¡Es for mid able! Se trae
1
'Maga zine di ario d e relevisión en Fra ncia de stin ado a las mujere s am as de casa
creado por Armand Jamm o en 1970.
222
Vi.<ibilidndrs en Rnymond Rm11,rl 1 ,.,,, /11,11.,,n ,,,¡,,,, 1,,,/,,,
y n11mcit.1do.<
Voy a decirles que, a mi modo de ver, hay tres maneras de concebir la infa-
mia. A codos nos interesa ser un hombre infame ... ¡no ser un hombre infame!
[risas]Es un lapsus, pero seguramente lo corrigieron ustedes mismos. No ser
un hombre infame es la preocupación de codos. Para eso es necesario saber
qué puede ser un hombre infam e. Y creo qu e hay tres maneras de concebir
la infamia.
Hay una primera manera que llamaré «clásica,>. La manera clásica es afirmar
que es infame aquel que lleva el mal hasta sus límites. Es la idea de un exceso
en el mal. ¿Por qué es clásica? Porque consiste en hacer del hombre infame
un héroe que sería simplemence el contrario del héroe. El héroe llega hasta el
extremo de la proeza, y por eso mismo entra en la leyenda. Pero es la misma
leyenda la qu e recoge al hombre infame que llega hasta el extremo del mal.
La transgresión, el exceso, el gasto en el mal.
Creo que el representante de una concepción clásica de la infamia es Georges
Bataille . ¿Qué es la infamia? Es Gilles de Rais 33 . ¿Qué diferencia hay entre
Gilles de Rais y Juan a de Arco? De cierta manera ninguna, una era mariscal
del otro. Y no hay diferencia pue sto que Gilles de Rais llega hasta los límites
del mal, es el hombre de los límites, así como Juana de Arco llega hasta los
límites del heroísmo .
Digo que esta concepción no esd bien. Por una parre, no se intere sa en
la evidencia misma de la inocenci a radical de Gilles de Rais: a saber, que es
una víctima del poder. Y Bataille se forja la idea de un Gilles de Rais culpable
porque la nece sita. Ahora bien, yo no acepto la idea de que Gilles de Rais
sea culpable únicamente para complacer a Bataille. No es justo, eso deshonra
a una gran familia france sa [risas]. Y además no hay razón para creer en la
culpabilidad de Gilles de Rai s, quien fue víctima d e un proce so abominable,
un proceso proveniente del pod er, bajo el simple pretexto de que hace falta un
hombre que haya estado en el extremo del mal. En fin, no está bien. Yo creo
realmente que el libro de Baraille sob re Gilles de Rais no está bien.
Busquemos entonc es otra concepción . H ay una segunda concepción que
está mucho más cerca de Borges. En efecto, Borges escribió un libro un poco
excraúo, Historia de la infamia 34.No hace falta decir que Foucault, que cono -
cía muy bien a Borges, conocía muy bien ese libro. Y no es fácil extraer del
texto de Borges qu é es lo que llama infamia , pero si se coteja con los otros
13
Cf. Georg ~s Bataille, Le proces de Cilles de Rais: fes documents , J.-J. Pauvert ,
1959. (Ed. Casr.: Geor¡;e~ Baraille, El verdadero BarbaAzul. la tragedia de Cilles de
Rnis, Tusqu ers, 1972).
4
' Jorge Lui s Borges, Historia universal de !11infamia (1935).
224
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226
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--- -- - -- -- · ------ ·- · - - - --- --·- - - -- --·-- - --
encre las dos presuposición recíproca y captura mutua -formadoras de lo qu e
Foucault llamará un ,,sistema de poder-saber »-. Y en tercer lugar , habrá un
primado del poder sobre el saber. Es el poder , so n las relaciones d e poder las
que tendrán el rol determinante . El saber solo será determinable , será la forma
de lo determinable por relación al poder como determinant e.
De modo que en el punto en el que estamos, ant es de comenzar el análisis
del poder, nos va a hac er falta un ejemplo de base. Es este ejemplo el que in-
tentaré comentar la pró xima vez. Pido entonces, a todos los qu e puedan, que
vean en La arqueologíadel saber las páginas l l 0-1 l 6 , y que reflexionen so br e
lo siguieme. Forma parte, m e par ece, de los texrns má s difícile s de Foucault,
y no cendremos demasiado tiempo para comenr:ulo. Allí también sentimos
que esto lo hace reír mucho. Dice: «Voy a darles un ejemplo de enun ciado:
AZERT»38 • Como en efecco es casi el único ejemplo que da , uno qu eda pen-
sativo. Y ustedes saben qu e AZER1~A-Z-E-R-T , es la sucesión de las primeras
letra s sobre el teclado de una máquina de escribir francesa. Y Foucaulc nos
dice: «Presten atención, esas letras sobre el teclado no son un enunciado,
pero si las copio sobre una hoja de papel, es un enunciado, es el enunciado
de la sucesión de las letra s sob re el teclado de una máquina francesa \'',,. ¿Qué
puede querer decir esto? A mi modo de ver, es un cexco extremadamente di-
fícil. Mírenlo porqu e todo deriva de allí. Y ve remos que, si comprenden este
punto, la relación entre poder y saber se vuelve límpida. Entonces , una única
consigna: ¡AZERT! [risas].
18
: Michel Foucaulr. La arqueología clelsaber, op. cit. , p. 143.
1
') lrlem.
228
(Jase 8
Del saber al poder.
Regularidades, singularidades
y relaciones de fuerza.
17 de Diciembre de 1985
Ven entonces el problema, que coincide con el final del trimestre: tras una
especie de cuadro del saber según Foucaulc, éramos como empujados . . . quiero
decir, no era por propia vol untad . .. éramo s realm ente empujado s hacia un
segundo dominio , el del poder. Y quiero decir que tengo el presentimiento
de que así le sucedió a Foucault. Es decir, que realm enre comenzó por una
ep istemologí a, o por el ensa yo de const itución de una doctrina del saber , y
que esta doctrina del saber litera lment e lo empujó hacia el descubrimiento
de un nuevo dominio que iba a ser el del poder. De modo que lo qu e ya
buscábamos la última vez era la esp ecie de transición qu e nos ha ga pa sar dd
saber al poder. Y habíamos pro cedido por una serie de nocas, d e nota s lo m;Í~
concr etas po sibles. Y proponíamo s para ho y estudiar de más cerca un 1cxto,
un misterioso texto de La arqueologíadel saber.
Ustedes comprenden, uno siempr e se ha enco ntr ado en un aprieto a b 111,1.1
de respond er a la cuesrión : «¡Pero por fin, denn os un eje mplo de e111111
l i.1do1..
Si es que esa cues tión fuera planteada alguna vez. Al meno s ahm ;i .\.d wn '""
por qu é nos ponía en un apriero. Es que es muy, muy difícil dar 1111 cjrn i¡,1,,
de en unciado. En efecto , los enunciado s se distingu en de las ¡d.il,1.1\ . ti, l.,·.
frases y de las proposiciones, pero al mismo tiempo k s so n , 0111l'lt-1.11,11111 ,·
i11rnanenrcs. No puedo dar un ejemplo de enun ci:ido q11l· 11P 1'·" 1· I'"' 1,, q11<
.'. )1 J
Clmr8
-------··-·-·-·--·-·-- ---------- ------------~
Ih,'dern,r- 143.
\ Jb1'dem
, p. 147.
,> \ 1
Clm1'8
232
v ,,.¡,,,,,,,,,. ,/,·/rff> .·,,
Dri Jt1ba al poder Rrg11laridadn . .<111g11!//11,/,,tfn
!:is reglas pro p iam ent e enunciat ivas? N i a lo original, ni a lo banal. Pued e ser
l1ue aqt!Í ava t~cemo s: digo que las reglas e nunciariv as son reglas qll e se ddinen
por relación a sin gularidad es.
¡Ah! Parezco :isombrarme d e hab er hecho un progr eso can grande. Y sí,
porque ¿no ser ía y:i tln a m anera de co nfirmar la di stin ció n entre regla s facul-
rariv.1s y regLi~ ub liharo rias? Las reglas facultativas refieren a singul a ridad es
q ue elbs reg 1dari:~an , mi enrra s que las reglas ob!iga corias refieren sie mpr e a !o
univer sal. Esru sa L-icó m odo, sería una fuerre confirmación. Pero !o dejam os .
Las regla s enu nciativa s referirían a sin gularidade s . Lo molesto -lo digo de
inmediato- es qu e Fo ucault emplea hasrame poco el término «singularidade s».
Sin embargo , lo emple:t. Por ejemplo , en El orden del discurso encuentran
esta frase : B lo!(OSelev:t las singularidades hasta el concepto', hasta el nivel del
conce pto . l nclu so reco rt ándola del contexto, ustede s co m p rend en qu e h:ice
una crít ica d e! logos . Porque el concepto es lo univ ersal. El logos eleva las
singubrid :.i.dcsal co n cepto, es d ecir las transform a en uni versalid ad . Lu ego, d e
ve,_t·n cu J nd o , em pica el término «sin gulan ,, «sin gularid:id », pero al mismo
t iem po n o se pu ed e decir qu e hag:i d e ello un asunto de terminología. Pero
yo creo qué es inclu so mejor. Ustedes saben , en los filósofos siempre h;iy, al
nivel tnm inol ógico, d os tipo s de té rmino s. Están los términos a los cuales
1es atribu yen una import an cia explícita. En el ca.so de Fouc:iult, por ejem -
plo , «enu nciad o ,,. Allí les dic e explícitamente: «¡Atenci ó n ! Lo que enti endo
por enunciado' no es lo que se entiende por 'frase ' , 'propos ición ', etcétera ,,.
Luego h ;:iy términos de los que el filósofo se sirve y respecro a los cuales no
sient e b necesidad de d eci r «¡Atención! ». Y los desli,,a en un rin có n de una
fra~e, así como :.i~í.Q11ed:1en usted es arregl:írselas con eso. Son conceptos ya
no expííciros, sin o implícito s. Ya no son conceptos «mir ad a,,, sino co n cepto s
«gui1ío ,, o «vistazo, ,.
Vuelvo a mi tema . H agá m oslo simple ¿no? [m ientra s dibuja en el pizarrón ]
Parece m atem ática, p ero n o lo es. ¿Q ué es lo que hi ce? Hi ce un a em isió n , una
emi sió n de singularidadé's. Tres sin gularidade s. O, como se di ce en mat em á-
tic as, m arqu é rres punt os singulare s. ·1racé allí, sob re un plan o, tre s punto s
singu lares. U n;i de sus sin gularid ades es qu e no está n sobr e la mi sm:1 lín ea.
Podrí:i h abe r h echo otra emi sió n de sin gularid ades distinta. Hi ce esta, Notarán
qu e mi s punt os singula res son ind eterminado s.
U n esfuerzo m ás. Voy a hacer algo com plec:imente distinto [ uuefve a dibujar
en . p iz,arrón]. Es un ;i seg und a figur a . ¿Q u é hi ce? Para hablar d e manera muy
0
/
~imple , diría qu e u n í los rres punto s singul ares. Tr:icé tr es lín eas. Vamo s mu y
lentamente porque creo que rodo esto está lleno de Lrampas. < :11.11110 111.i,
crean haber comprendido de inmediato, menos habrán comprl·ndid11 . ;(j111··
puedo decir entonces? Antes que decir que reuní mis tres puntos ~i11g11L111·,.
diría que regularicé. En efecto, cada una de estas líneas es una. lím·:1de pu111m
regulares. Una línea d e puntos regulares une una singularidad con 01r;1. l l
si prefieren -e incroduzco un rérmino distinto porque nos va a res11l1:1rmuy
útil- una serie de puntos regulares va de la vecindad de un punto singular a 1:,
vecindad de otro punro singular -y no tengo necesidad de saber matemá1 io
para saber que la no ción de· vecindad tiene una gran importancia- . Aparece
la idea de serie. Entonces, la regularidad es una serie de puntos que va de la
vecindad de una singularidad a la vecindad de otra singularidad.
Ha ce un momento, en mi primera figura, mis puntos singulares er,111
indeterminados. Aquí, cuando regularicé, reciben una determinación, a
saber: vértices de un criángulo. Pero hace un momento, en tanto que puntos
indeterminados, existían como singularidades. Eran indeterminados. "fenía
tres puntos singulares. ¿Es necesario que la regularización sea triangular? Yo
diría que la regularización triangular es una regularidad. Es decir, es una forma
bajo la cual regularicé mis puntos singulares. ¿Es la única, o con los mismos
puntos sin¡-;ulares era posible arra serie -y conrinuamos intentando fijar [;is
palabras que terminológicamente serán muy importantes-distinta de la serie-
criángulo? Sí, era posible otra serie. Vemos de inmediato otra serie posible.
En esca segunda regularización, ¿qué será mi tercer punto singular? Mi tercer
punto singular se determinará de la siguiente manera: punto situado fu era de
la recra AB a través del cua.J me propongo trazar una paralela a AB . Sed orr:1
regularidad. Ven que las regularidades son infinitas. A parrir de este p11n10
podría también proponer trazar una secanre. ¿Va bien?
Ven <¡lle pdcricamenre puedo concebir, quizá, 11na infinidad de snit·s .
Pero me arengo a mi s dos se ries. ¿En qué relación están mis do .s snic,~
¿Convergentes o divergentes? Es decir, ¿misma familia o fami lias dilt·n·111n'
Observen que en mi regubrización triangular ya tengo de hecho trn ,1·11n.
Pero a estas tres series, pre cisamente porque son convergentes, pt1l't1,,, 1 ,11, 1<h ·
rarlas como una única serie. Paso a mi otra regulariza ción y h 1r;11.. 1.111ilw11
como una seri e. ¿Qué relación h ay entre las dos series? ¿1'11\'lltop111l,.. ,,..11
una en la otra? De antemano no lo sé . . . qui zá, qui,:i . ¿lbjn q111 ··,, ,i11l111,,11·
Bajo la condición de conslituir una tercera serie l}lll' cn¡.;lnlw l.1-. ,t.,,. 1••·, ,
dente s. Y bien, si recuerdan vuestra geometría clcnw111;il,( 111111,, 11 l,.q., •1••·
co ndición se prolongarán las dos series. La rc\pttnt:1 110 nt .1 , l.,, l., I '"', 1,
ser que no se prolonguen . En cienos casos 110 st· ¡i111ln11¡•..111 '-., ,,,.,¡.,,,1·..11,
a condición de que introduzcan una nueva ll')',11l.111 1.1, 1,111
. í ""' ,11,.11,/, /,, ,,. 1
Ctm~8
-- - ·- - - - -- -- - --- ·-· - - -· -- - ·- - - --- - - - ··-- --- - -
en el p izar rón } si se sirve n d e uno de los vérti ces del tri ángul o para elevar la
par alela al lado o pu esto . Esa será la condici ón baj o la cu al dem os tr arán qu e
los eres ángulo s de un trián gulo son igu ales a do s rectos. Ahí está, h abrán
he cho converg er vuestr as series.
¡Es perfecto! H em os enc o ntr ado casi todo. Qui ero d ecir qu e no podemos
equi voca rno s con est3. hi stori a. ¿Qu é podem os decir ahora ? Qu e un enun -
ci3.d o es una regularid ad . fou cault lo dice explí citam ent e. ¿Q ué qui ere decir
eso, qu é regulari za el enun ciado? Regulari za punt os sin gulares. Po r eso es
un a regularid ad mu y especi3.l que hemo s llamado «regularid 3.d facult at iva>•.
Regulari za pun tos singular es. Y regul arizar qui ere decir co nstituir un a serie
qu e va de la vecind ad de un punto singular 3. la vecindad de otro punt o sin-
gular. Esas series pu ed en ser múltipl es. Habr á tan tos enun ciados co mo series.
¿Co nvergerán esos enun ciado s? N o h ay respu esta ya hecha , hay qu e ver: si las
series con vergen , sí; si las series diver gen, no. Lo vim os a prop ós ito del tem a
de la fam ilia de enu nc iados . Si ha y co nve rgencia de las series, los enun ci3.dos
sed n de la mi sm a familia.
Ahora bien , el enun ciado es un a regularid ad , pero la emi sión d e las sin gula-
ridades, la pura emi sión de singularid ades no es un enun ci3.do . El enun ci3.do la
supo ne. Si no hay em isión de singularid ades, no hay enun ciad o. El enun ciado
remit e a «otr a cosa ext ra11a ment e semej ant e y c 1si idé nti ca». ¿Q ué es? Es la
emisió n d e singu lar id3.des. En efecto, mi s punto s singulares ind ecer mi113.dos
son extr a1íament e semejant es y casi id énti cos a lo qu e será el enun ciado . El
enun ciado no h ace mi s que añ adir allí un a línea regular q ue V3.de la vecind ad
de un o d e esos punt os a la veci nd ad de ot ro . En o tro s términ os, el enun ciado
conti ene ese «algo extr aií.ament e semejant e y casi idént ico », y sin em bargo ese
«algo ,, es un a cosa distint 3.al enun ciado. El enun ciado es la regularid ad, es la
seri e. ·Iod o enun ciado es serial.
Emre par ént esis, es un a gran co nfirm ació n de su especie de anti-estrnc ru-
ralismo, pu esto qu e Foucault no dejará de int ent ar sustituir el pun to de vista
d e la estru ctur a po r el punt o d e vista de las series.
Yen ento nces qu e Fou caul c nos p ro po ne un a solución co mpl etam ent e
di ference. A-Z- E-R-T sobr e el teclado de la máqui na no es de n ingún m odo
lo qu e d esigna el enun ciad o. A-Z- E-R- T so bre el teclad o de la m áqu ina so n
las sin gularid ades qu e el enun ciad o va a encarn ar, es la emi sió n de sin gul a-
rid ades. C uando vuelvo a co pi ar AZE RT sobr e la h oja de pape l, hago algo
distinto que copi ar y designar lo qu e hay sobr e el teclado. Regularizo las
singularid ades, hago una serie. l o mi sm o para el puñad o d e letr as sacad o en
e!ju ego d e Scrabble. C uand o cop io, hago algo distinto qu e d esignar , enca rno
singul arid ades, las regulari w. En otr os términ os, la pequ eiía dif erencia - «ot ra
236
Del .<aber
al podn Reg11!11
rid,u/n . ,iJ1g11l,111,/,1,/n I' ,,.¡,,, ,,.,,n ,/,. /un :,1
supone que copia , sino entre la regularidad que constituye por .,i 111i,11u,y l.,,
singularidades que encarna o qu e actualiza.
Es preciso que esto qued e muy claro. Lo que Foucault hizo L' S, a mi modn
de ver, algo formidabl e. En el seno de un sistema gastado, que es t:Id1· Li re
presentación , el de la copia , el de la designa ció n, el de la signihc1 c iú11, d dd
significante, Foucault erigió una especie d e dimensión vertical que redistriln1yc
todo. Produjo una nueva distribución.
Evident emente lo perturbador es que Foucault no despeje tanto, tan l'xplí -
ciramente, tanto como uno de searía, esta noción de singularidad. De cien a
manera es porque la tiene demasiado cerca. Y a mi modo de ver, veremos
en coda su obra y a niveles muy diferentes, nivel es que ya no serán los del
enunciado, que la noción de singularidad es fundamental. Y por una razún
muy simple: es el elemenco de las multiplicidades . Una multiplicidad es un
conjunto de singularidades, es una emisión de singularidades . Y todo su odio
contra lo universal, y toda su críti ca de lo universal, m e parece que quedan si11
comprenderse si no se ve lo qu e quiere decir, a saber : que las cosas proccd1 ·11
por singularidade s. ¿Por qué entonces no lo d esarrolla? Creo que es porqttl'
puede considerar que es una noción adquirida en matemática y en f'ísic1.
Quisiera qu e m editen ustedes mismos porque si no está ab solutamc1111·
claro, vuelvo a comenzar. Todo el resto depende de esto. Dense entonc<:s dm
minutos no de descanso , sino d e reAexión intensa. Porque lo que me p :11n t·
muy, muy curioso, es que esto par ece obvio. Pero lo que hay que evitar, lo
que es absolutamente necesario es compr ender por qué esto ya no tiene 11;11h
que ver con una relación de designación. Si digo que el enunci;ido c\ 1111.1
regularidad qu e encarna o que actuali za puntos singular es , es prl'tiso que
comprendan qu e inmediatament e surge la concepción serial del 1·1111111 1.1dll
Además. con todo s sus problemas. Tornados dos enun ciados, ¿p11cdn1 d(', 11
que son de la misma familia o no? Y bien, serán de la mi srn:i f;1111ili .1 ,1 ¡u1nll'l1
prolongar las series de uno en las series del otro. Si no punlrn. 1H1\1·1.\11d, l.1
misma familia. Ven qu e todo depende de esto.
Es finalmente 11na construcción verti cal. [ Dir;,~fr111/o,,· ,,/ ¡•1:·,11,,,,,¡ l 11 11111
allí las singul aridades. Podrían incluso ponerlas 1·111111.1 np,, 11 .1, , 1, ¡,. , 1
veremos en qué sentido . Las singularidades (•s1;í11,·11 1111.1 , •,1 ,1, , 1, l..
11 , ,,
solo que no son ideas univer sales que esdn l'll d, id11, ··"" 1•1111111-. ·.1111
·.1tl 11,
pequeñas estrellas. En esta construcción vert icil t w111'11 ,·111·.11.1·. ·.111r1ti11111 1 1, ·. 1
Intervención : (inaudible)
Deleuze: ¡Ah sí, los ejemplos políticos! Vamos a llegar a ellos en un rato . Los
ejemplos políticos son constantes. Todavía no puedo darlo s, pero les prom eto
que voy a hacerlo. En efecto, h aremos un esquema de curvas no-ma temática s.
Sí, es atinado. Pero no qui ero salir inmediatam ente de las matemáti cas porque
las ne cesito. Las n ecesito un poco.
H ay 1111g r,111filósofo de las mat emáticas q11e se lla ma Lamm an. Y en un
libro suyo me encuentro con lo siguiente . Laurman comenta un texto célebre
de Poincaré que se intitula Sobre las curvas defúúdas por una ecuación dferen-
ciaf' . Lo de «ecuación difer encial ,, no importa mucho, ni siquiera necesitamo s
comprender. Van a ver cómo se puede muy bien leer matemática, inclus o de
muy alto nivel, sin entender nada [risas]. Sin haber hecho mat emática pueden
senrir qt1e es esencial para la filosofía.
He aquí lo que dice Lautman: La teoría de las ecuaciones diferenciale s pone
en evidencia dos realidades absolutamente distintas. Ha sta ahí todavía com-
prendo. Nos anuncia que las ec u ac ion es diferenciales suscitan dos realidade s
heterogéneas, absolutamente di stinta s. Existe el campo de direcciones y los
accidentes topológicos que pued en sobrevenir allí, como por ejemplo la existencia
de puntos singulare s7. Oirá un poco más adelante: existencia y distribución de
lm singularidades en un campo de 11ectores defi"nidopor la ecuación diferencial".
¿Qué es lo que no se co mpr ende sobre esto? Incluso admitiendo que no
comprendemo s nada, no ha y n ecesidad. Hago realment e la rarea de com-
prensión mínima . l::,xistenciay distribución de fas singularidades: supongamos
6
H enri Poin c:ué , Mémnire sur les courhes d~/inies par une équation di/férentielle,
Journal de marh émacique s pures et app liqu ées (1881-1885).
7
Alben Laurman , Lfs mathématiques. lesidee;et lerielphysique,Yrin, Paris, 2006 , p. 295 .
!dem.
238
Drl snhn al ¡,odn Rcg11fari
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Dr! .<abnal pode1:Reg11lnridadn v 1,·l,11
..,i11g11l11nt!,1tln w11n il,· /11n;-.i1
-------- --·--··---
vértices de un triángulo, puesto que aquello que las conscituyl' corno vt'Ttin-s
de un triángulo es la regularidad que las encarna. ¿Pero puedo decir :1lgo dl'
ellas en sí mismas? ¿Qué puedo decir de A-Z-E-R-T sobre el tccLido?
¡Ajá!¿Qué voy a poder decir de A-Z-E-R-T sobre el teclado? Les aseguro que
intenté todo, porque es mucho más delicado que las matemáticas. Hice todo.
Quería un manual de dactilografía. Llegué incluso a telefonear a Pigicr' 1...
donde son más bien desagradables [risas]. Pedí hablar con un profesor de
dactilografía ... [risas]Debf haber ido hasta allí, pero tenía que ir muy lejos.
En fin, no rengo nada ... No tengo nada. En ronces me veo forzado a hacer
hipótesis. Pero cualquier dactilógrafo lo sabe ... quizá, si hay uno entre uste-
des ... De todas maneras, lo que voy a decir es falso, pero es fácil de corregir.
Si es que ustedes la encuentran, pondrán la verdad en lugar de lo que digo
[risas].Pero no cambiará nada, estrictamente nada.
Lo que me pregunto es: ¿por qué A-Z-E-R-T en las máquinas francesas?
Noten que hablo de A-Z-E-R-T sobre el teclado, así que me sitúo al nivel de
la pura emisión de singularidades. ¿De qué depende eso?
En el caso de las letras del Scrabblees muy simple, porque diría que es una
emisión al azar. Enrre las letras que saco hay una relación. Diría que esa relación
es aleatoria. Van a comprender de inmediato a dónde quiero llegar. Pero una
relación aleatoria es una relación de fuerza. Sacar letras al azar es una relación
de fuerza entre dichas letras. Si saco letras al azar, tengo por ejemplo A, K,
E, no puedo decir que esas letras carezcan de relación. Tienen una relación,
una relación azarosa. La relación azarosa es una relación de fuerza entre letras.
Retengo solo esto, ya veremos si hay algo que extraer de ahí.
Bueno, la máquina francesa dice A-Z-E-R-T Es aquí donde, a falta de
informaciones -que no quisieron darme-, soy prudente. No puedo decir
que A, Z, E, R, T existan sin relación. Hay efectivamente relaciones. ¿Cuáles
son las relaciones esta vez? No son relaciones azarosas. Creo que si queremos
comprender el teclado de una máquina de escribir, hay que tener en cuenta dos
cosas: relaciones de frecuencia o de atracción -remiten a lo mismo-, relaciones
de frecuencia de grupos de letras o relaciones de atracción de una lctr:1 por
relación a las otras. Los lingüistas han realizado, para cada lengua, estudios
muy avanzados sobre el poder de atracción de una letra sobre hs dnn:Í\, v
sobre las frecuencias de tal o cual grupo de letras. Por ejemplo, WI 1 1 irnc 1111.1
11 Pigier, fundada en
1850, es la más antigua e imporra1J1t· red priv;1(h d,· c" 1wl."
técnicas y de centros de formación profesional en Francia. P1111t u:dmnitc , ni 1/,'l(J .il ,,,
una escuela de secrerarias, en la que se inicia la ens61a111.ad,· l.i 1n:11nia d.ll I il"I',' .d i.1,
que continúa hasta hoy.
24 1
Cla.,1'8
242
/Jrl .<11her ·1d,11ln v ,d,,,"'"n ,/,·/110
,1'¡,nde1;Reg11l11ridad1·., . ,111g,d111 .·.,1 .
------ ---- --
es muy importante . Una letra ti en e un poder sobre olra. Si no rn111pn ·11d('l1
esto, no co mprenden nad a de la filosofía polític a d e hrn c udt . l 111;1 kt 1.1 1 irnc
un poder sobre otra. O no lo tien e. Un a letra tendrá un poder de atracción sohlt'
otra. Suponiendo que G comand e a U en una frecuen cia elevada, .~11ponic11do
que en inglés W comande a H en una frecu en cia elevada , dirán que una lc:tra
tiene un poder de atracción sobre la otra. Toda relación de fuerzas es p0tkr ,
y el pod er consiste únicament e en una relación de fuerzas . De dos término s
entre los cuales hay relació11de fuerzas, pued en d eci r qu e uno ejerce un pod er
sobre el otro, o que ambos ejerc en recíprocamente un poder.
¿Cómo se pasa del saber al poder? Tenemo s al meno s nuestra respu esta: se
pasa del saber al poder en la medida en qu e el enunciado, forma del saber, es
una inte gral, oper a la int egración de singularid ad es; y solamente al final un o se
da cu enta de que estas singularidades co mo tal es mant enían entre sí relaciones
d e pod er, relaciones d e fuerza s. En otros términ os, el saber es la integración
de las relacion es de fuer zas, en el sentido m ás general que exista: relacio nes
de fuerzas entre cosas, entre persona s, entre letra s, entre luces, entr e so mbra
y lu z, e ntre todo lo que quieran. He aquí p o r qu é Foucault podrá ha cer una
ontología políti ca.
Diría que ahora esta mos en condi cione s d e distin guir las relaciones de
fuerzas qu e constituyen el poder y las relacion es de formas qu e co nstitu yen el
saber . Las relaciones de formas son los comportamientos de curvas integrale s
que actualizan las singularidades que mantienen entre sí relac iones d e fuer zas.
De allí qu e se vuelva parti cularmente urgente el recla mo d e hac e un mom ento :
un ejemplo distinto del matem ático . O del lingüí stico, porqu e noten que
con AZERT dimos otro ejemplo, uno lingüístico , donde vimos que las let ras
ejercen relaciones de fuer za que el enunciado va a regulari zar.
¿Va bi en? Este p ensamiento m e parece mu y, mu y extrao rdinario . ¡Ha y
tantas cosa s tan nueva s en Foucaulr! Pero me parece qu e uno de los puntos
de novedad más fuerte es este análi sis mu y, mu y extraordinario. ¿Q ué h ora
es?... Bueno , desca nsen un poco .
245
Cla.<eS
cuando invocaba por ejemplo las relaciones de frecuencia entre letras de una
lengua dada, o las relaciones de atracción de una letra sobre otras, se trataba
de relaciones cualesquiera independientemente de tal curva de integración.
Lo cual no impide que haya una especie de entrelazamiento.
Es exactamente como lo que vimos entre lo visible y lo enunciable. Si
ustedes quieren, Foucault va a decir sobre el poder y el saber exactamente
lo mismo que dijimos durante todo este trimestre sobre las dos formas del
saber, es decir el perpetuo entrelazamiento entre lo visible y lo enunciable,
al punto que, aunque difieren en naturaleza, uno no cesa de suscitar al otro,
de capturar al otro. Entre el poder y el saber también habrá presuposición
recíproca. Pero una relación de fuerzas no es una relación de formas. Por
una razón muy simple: la relación de fuerzas es fundamentalmente informal,
mientras que las curvas integrales, por su parre, siempre definen formas.
Pero en fin, veremos esto el año próximo, solo podremos ver esto de manera
muy progresiva.
Entonces lo esencial es que presientan. Yo siempre apelo a vuestro presen-
timiento ... Quiero decir que hay un modo Je presentimiento filosófico sin el
cual no comprenden nada. Y esto incluye una especie de pseudo-matemáticas.
Pienso que el hecho de que las matemáticas incluyan en sus capítulos más
importantes una teoría de las singularidades consticuye uno de los grandes
crnces con la filosofía. Y esto desde siempre. Me parece imposible comprender
a un filósofo como Leibniz sin tener en cuenta la doble pertenencia filosófica y
matemática de la noción de singularidad, de puntos singulares. Comprenden
que todas las filosofías que reaccionaron contra lo universal solo pudieron
hacerlo en nombre de las singularidades, y de las singularidades comprendidas
ya en el sentido matemático. Y veremos la importancia para Foucault de llevar
lo más lejos posible una crítica de lo universal.
Vamos a tener entonces todo tipo de problemas prácticos. La arqueología
del saberes un libro de método. Si resumo el método diciendo que se trata de
construir las integrales, las curvas integrales en vecindad de las singularidades,
pienso que ya comprenden ahora que eso no quiere decir que Foucault haga
matemáticas. Este método va a aplicarlo directamente a campos completa-
mente distintos. Y tendrá derecho a hacerlo, puesto que habrá despejado las
condiciones bajo las cuales este método no queda relegado a las matemáticas.
Tomemos entonces un ejemplo. Un ejemplo esca vez social. Ya precisé que
no hay razón para mantener, para relegar las relaciones de fuerzas a un campo
social. Una vez más, entre letras de un alfabeto hay relaciones de fuerzas. To-
memos esta vez un ejemplo tomado de un campo social. ¿Hay singularidades
en un campo social? Evidentemente las hay.
244
Del saber ,d poder. Regulnrid11drs
.. ringu/,¡¡-fdíldr5_vrdt1áow'1· rlr_llfl'r:Z.tl.
- --··- - ----
12
Cf. Sréphane Mallarmé, Un coup de désjmnais n'abolim le h11111rd.
18')7.
11
Friedrich Nietzsche, Así h11blóZamtustra,Alianza, Bs. A.s., 1995, «Los sic!, sd!os
(O: La canción»Sí y Amén»), pp. 315-316.
245
Clme 8
---- --- - - -- - - - --- --~- - -
En fin , usrede s co mprenden que puedo hacer pasar una curva por la ve-
cindad de codos estos puntos. Es una hipót esis. Me digo que hay algo por
ver, que hay que ver qué me dice la cu rva, la integral que va a pasar por la
vecindad de cada uno de esos puntos. Parro del punto de confesión y trazo
entonces una línea hacia el punto de sacra mento . En efecto. para comulgar,
para recibir la comunión, es preciso que me haya confesado. Esto ya no es la
relación de fuerza de cada punto en el campo de vecrores, es una curva inte-
gral que pasa de la vecindad del primer punto a la vec indad del segundo. De
sacra mento y confesión puedo tra zar dos líne as regulares que tienden hacia la
culpa. El sacramento es una manera de redención de la culpa prim o rdial. La
confesión es la declaración de las culpas secundarias . Si lo que digo es falso,
aquí también corrijan ustedes mismos, no cambia nada. Memori zKió n: el
examen de conciencia que precede a la confesión .
Y bien, puedo extender mi integral, mi línea a la que puedo llamar «de
integra ció n » o «d e actualización» de los puntos singulares. ¿Ha sta cuánd o y
hasta d ónd e puedo exte nderla? Es mu y variable. Primer caso: la extiend o hasta
lo q11epodría llamar un a curva espec ial que fijaría el final de la serie . Diría
que una ser ie está terminada si puedo asignar entre y en el conjunto de las
curvas int egrales que la actualizan aquello que los matemáticos llamarían -s on
palabras muy cómodas- una ,<envolvente». Digamos, una curva que envuelve a
todas las otra s. Son bonitos todos estos términos. Es muy bonito: «la envolvente
de las singularidades». ¿Pero existe tal envo lvente? Es como en matemáticas,
supongo, hay casos en los que no hay envolvente y hay casos en los qu e sí.
Al final de sn vida Foucault se inreresaba cada vez 1m-í s por lo que llamaba
el poder pastoral. Y creo que el libro no publicado, Las confesiones de la carne,
analiza la formación de ese poder de iglesia, poder pastoral. Es una vieja idea
que se encuentra en Platón: el pastoreo de un rebaño como modelo del go-
bierno . Es codo el cema de El Politicoen Platón . ¿Qué es el buen gobernante?
Es el pasto r d e un reba ño . Parecie ra no ser gran cosa, pero es un problema
político fundament al: ¿es pastoral el poder? Es obvio que en su recuperación
del platonismo, el cristianismo sacará p arcido d e la idea de un poder pastoral,
con los Padres de la Iglesia, y va a orientarlo ha cia camino s que estarán evi-
dentemente mu y lejos de Platón, puesto que son caminos criscianos .
El poder pastoral será ame todo un poder de nu evo tipo , un poder que
el Escado no ejerce en absoluto en esa época, que quizá va a prefigurar los
Estados fmuros , y que podría definirse como un a relación de fuerza que se
presentará como con crol de la cotidianidad, de la vida cotidian:i, gest ión de la
vida cotid iana. La mulciplicidad humana , la comunidad human a asimilada a un
rebaño tal que el pascor debe ocuparse del decalle cotidiano de la existencia de
246
D1·/ .<11ber
al pode,: Reg11
!.arid11dn. •111.~11/1111,/,11 ,11,,,,,,, ,/,. ¡,,,., _..,
/,-, 1• 11-/
- - ------ - --
cada miembro del rebaño. He aquí un tipo de poder que 1111 tit·m· 1·q111v.iln11l'
alguno, que es absolutamente diferente del poder de la realn .;1. LI u·v110 \c
ocupa en absoluto de la cotidianidad de sus súbditos. El pastor .,l. orn¡i.1 de
la cotidianidad de su rebaño y de lo que pasa en la cabez:i del rdia110. Al r,·v
lo riene completamente sin cuid:ido lo que pasa en la cabeza de las pn .,t 111.1, .
Bueno , diría que con el esquema pastoral tienen como una e11~loha111c,
una envolvente. ¿Puedo d ecir entonces que la serie se termin:i, que esi;í le
rrada por el esquema pastoral? Sí, desde cieno punto de vista, sí. ¿No puelk
ser prolongada? Es probable que, a partir de cierto momento, qu e foucauh
fecharía enrre fines del siglo XVIII y comienzo s del XIX , el poder de Esrado
haya adoptado el modelo del poder pa sto ral de la Iglesia. Es decir qu e el
poder de Estado, con medios completamente distintos, convercirá en objelo
propio una de las pretensiones fundamentales del poder eclesiástico , esto es,
individu:ilizar a aquellos sobre los que se apoya, individu alizar a sus sujeto s, y
por eso mi smo captarlos en su vida cotidiana. Habrá entonces una especie de
relevo por el cual el poder pastoral será -más alli de cambios muy imporr :111 -
ces- relevado por el poder de Estado. El poder de Estado se encamina a exigir
la individu alización de sus sujetos. Bajo esta condición, puedo decir entonces
qu e mi serie se prolonga más allá del poder pastoral. Habrá convergencia entre
la serie pastoral izada y la ser ie escarizada, entre la serie-Iglesia y la serie-Estado.
Bueno, no s contentamos con esto.
¿Qué quiere decir, cuál sería el método de análisis del campo social? Pri-
mer p11nro: fijar las singularidad es pres ent es en dicho campo en canto que
en eran en relaciones de fuer zas constitutivas del ca mpo de vectores. Segundo
pumo: construir las formas institucionales, es decir las curvas integrales, que
acrualizan di chas relaciones de fuer zas: el sacrame nto, lo co nf esional, el poder
eclesiástico en tanto que institución. En la medid a en que las relacione s <le
fuerza y las singularidades se actualizan, en la medid a en que se consideran
como actualizadas en di chas curvas integral es, en dicha s in stituciones , cons-
tituyen verdaderos saberes. Todo un saber que va a desarrollarse al nivel de In
co nfesional como casuí stica, al nivel de los sacramentos, al nivel de los Pad1t·s
de la Iglesia, al nivel de lo que en general se podrá llamar el sab er pastoral.
Y en la medida en que las singularidades con sus relacion es de li.H-r1;1\ w
encarnan en dichas curvas, surgen enunciados. Volvemos a encont r;1r 1H1 l·s1r;1
solución anterior, pero creo que dimos un gran paso hacia dd:-intl· qu t· h v ul·l w
ahora mucho más clar:i. Busco cuáles son los enunciados de sexualithd , ·11 d ,ig lo
XIX. Busco constituir un corpus de frases que conciernen a b scxu;1lid;1d, 1d:1lir:1s
que dicen la sexualidad en dicha época. ¿Cómo constiw yn mi rnrpu s? Hmn)
las singularidade s como focos de poder. Ha y focos, hay centros de podtT, no<los
247
Clmr 8
de poder, puntos de silla de poder , rodo lo que quieran ... Son singu laridad es.
Yo asigno mis singularidades , que son focos de poder. Hago pasar mis cur vas.
Esas curvas son las formas de enunciados que portan por sí misma s un saber.
Tercer punto del método de análisis del campo soc ial. Reto m o los dos
aspectos anteriores. En primer lug ar, asignar las singu laridades y las relac iones
de fuerzas en las que están tomadas. Eso es el problema del poder . Segund o
aspecto, construir las curvas integrales , es decir las integraciones institucionales
que producen enunciados. Ese es el aspecto d el saber. Es el segund o aspecto,
construyo mis series. Tercer aspecto del método serial: ¿cuánd o se termina un a
serie ? Respu esta variable, todo depend e de a qué nivel. Una vez m ás, hay toda
una serie qu e se termina con el poder pastoral pero que, desde otro punto de
vista, converge co n el poder de Estado. Pueden hac er pasar el corte en ta l sitio
o en cal otro segú n vu estra meta . A veces la duración será corta . Siendo toda
serie espacio-temporal , tien en series de corta duración. O pued en construir
tambi én series de larga duración.
Note n aq uí 1111 problema pero para el porvenir: Foucaulr siempr e pr efirió
series de cona dura ción. Si toma n todos sus libro s, salvo los del final, verán que
estudia las cortas duracione s porqu e reme que la larga duración vu elva a llevar
a la historia uni versa l. A lo sumo son series de dos siglos, como en Historia de
la locura. Vigilary castigares inclu so un a serie de 50 año s. Son series cortas.
Salvo co n Bu so de losplaceres,dond e estalla la conversión de Foucau!t hacia
la serie larga, hacia la larga duración. Se trata de h acer la historia de algo que
comienza con los griegos . Es absolucameme insólita una duración tan larga.
De los griegos a nosotros, pasando por los Padre s de la Iglesia, la Hh·toria de
la sexualidad reivindica a partir del segu ndo tomo una larga duración. ¿Qué
pudo pasar? Si hace falta partir de algo mu y, mu y preciso para comprender
la cuestión del cambio en Foucault entre La voluntad de sabery Et uso de los
placeres, creo que un a bu ena manera es preguntarse qu é pudo convertir a
Foucau lr ha cia al man ejo de una serie larga. Porque es un detall e co ncreto.
Este es enton ces como el tercer aspecto: ¿cuándo termina una serie? Y aquí
se ve muy bien lo qu e Foucaulc le debe a los hi storiadore s de su tiemp o , se ve
muy bien lo que le debe a Braudel. Puesto que Braudel siempr e ha m anejado
series, ha constituido series históricas, y más aun, ha distin guido las series segú n
el largo de la duración sobre la cual se desplieg an. Ustedes saben que toda la
conce pción de la historia de Braudel-puede ser que más adelante habl e de esto
m ás precisamente- consist e en distinguir tres tipo s de duraci ón, las duraciones
cortas, las duraciones medias y las largas duraciones, qu e coex isten unas con
o tr as. Tendr emos que preguntarnos cuál es la distribución de las duraciones
por relación a las series en Foucaulr. Todo esto impli ca mu cho s probl emas.
248
DPlsnbn ,1/ podn Reg11laridadP.<. _v rrl 1fl'io11n drf i,cr.w.
si11g11l11ml,1dn
--- - - - --- · - ·· · - ··· - - --- · ·
14
Mi chel Fou cault , l a arqueología del saber, op. cit., p . .100 .
249
Clase 8
250
tomados en relaciones de poder, tomados en relaciones de futT1:1.-.Fn 111 rp,
términos, así como los enunciados son curvas, las visibilidades .,011 ( 11;1drm.
Hay algo que me fastidia, y es que Foucault emplea la palabra «cuadro,, --L1
emplea muy a menudo-en un sentido mucho más general, que conviene LIIH<,
a las curvas como a las visibilidades. Pero no importa, no importa ... Si uno
intenta reservar un sentido panicular de la palabra «cuadro», habrá que decir
que las visibilidades integran los puntos singulares ya no en curvas-enunciados,
sino en cuadros-visibilidades.
Es por eso que las visibilidades nunca son cosas. Vimos la última vez, en
especial a propósito de Raymond Roussel, que la visibilidad es la etiqueta
de la botella de agua de Evian, es el papel con membrete del gran hotel. La
visibilidad es siempre un cuadro. ¿Por qué? Porque la visibilidad es un ser de
luz antes que un ser sólido. Y la luz, tal como el enunciado, es una integración
de las singularidades, de los puntos singulares. Y solo pueden definir una luz,
y el camino de una luz, como lo que va de una singularidad a otra. Es decir
que hay series luminosas tal como hay series verbales.
Sobre este punto -quería comentarlo de cerca, pero no podemos más-, los
remito a dos tipos de texto.
La famosa descripción del cuadro de Velázquez, Las meninas c',que les pido 1
que lean desde el siguiente punto de vista -no digo que sea el único punto
de vista para leer ese texto, es un punto de vista posible-: ¿cómo y de qué
manera las líneas de luz se unen y pasan por la vecindad de singularidades en
Velázquez? ¿Qué serán las singularidades del cuadro de Velázquez? Verán que
no se reducen, que son múltiples, que siguen el trayecto mismo de la luz, la
manera en la que el trayecto de la luz se curva, tiene vértices, es decir pasa
por singularidades que distribuyen los reflejos, los destellos, etcétera. Y todo
culmina en la relación de fuerzas de dos singularidades magistrales, de dos
singularidades dominantes: el pintor y su modelo, el rey. No digo que rodo
se reduzca a eso. Al contrario, hay todo un desarrollo de un campo pictórico
extremadamente variado, poblado de singularidades. Pero hay dominan res rn
las singularidades. Las dos dominantes son el pintor y su modelo, la mind:1
del pintor que ve sin que se vea lo que ve, y la mirada del rey que ve sin ,n
visro. Yo diría que se trata de la relación entre estas dos singularidadn. n-L1,i,111
de fuerzas entre el pintor y el rey.
Se puede plantear la siguiente pregunta: de estas dos fuerzas, Li f11c11.1 del
pintor y la fuerza del rey, ¿cuál es la más fuerte? Todo depende del p111110,le
vista. En cualquier caso, eso es lo que marcará la clausura del c11.1dr,,.l·.I, ;11;1
16Cf. J'v!ichelFoucault, [{Is p{lfabras y fas cosf/5, op. cit., cap. 1: "' ·"·'11w11111.1,,,
2'í 1
<:!mi' 8
1
.. Cf. Michel Foucaulc, Raym ond Roussel, op. cic., pp . 127- 128.
C f ~ 1a.~sily Kandinsky, De lo espiritual en rl arte, N ueva Y isi6 11. Buenos Aires,
1
~
252
Del .<
nbn ,¡/ porlrr.Regulandade.<
. .<ingularidadl'
.<y rrlncio1JI'<d1-f11aza.
- -- - --- -- - - - --- ·-- -- - - --- --- -- --
a partir de una instancia que está en otra dim ensión. Ahora la te nemos, tene-
m os la instancia qu e está en otra dim ensión y qu e expli ca el enrrebzamiento
de las dos forma s del saber. Es la distribu ción d e las sing ularidad es y de las
relaciones de fuer zas entr e singularidades. Es lo que llamar ía una dim ensión
in form al. La dimensión in for mal d e las rela cione s de fuerzas por oposición a
la dim ensión formada de las relaciones de formas.
Pero aún hac e falca qu e terminem os de co mpr ender lo que quiere deci r que
las relacio nes de fuerzas son informales. Nos qued a mucho por hacer, porqu e
eso es un mi ste rio. Vean ante todo que cuand o Foucault emp lea el término
«relacio nes de fuerzas» nunc a quiere decir ,<ejercicio de una violenc ia». Puesto
que la relación de fuer za es informal y no co nsiste en una vio lencia, es decir
en una destrucción de fornu, ¿qué es lo que quiere decir enron ces? Ese será
nue stro obj eto a partir de la reanudaci ó n de las clases.
Lo qu e puedo de cir para terminar es algo mu y simpl e. ¿Q ué hay de co mún ,
o cuál es sin duda el pun ro com ún má s profund o entre Foucau lt y Blanchot?
Diría qu e el punto común más profundo es habe r estab lecido, pero de dos
m aneras muy dif erent es, un co njunt o de lazos Íntimo s entr e las eres noc iones
siguientes: lo neutro o el se», lo singul ar, y lo múltiple. Lo neutro o el «se>•se
11
25 .)
Cla.<l'8
enunciados. Entonces, las dos formas del saber pueden encontrar la razón de
su entrecruzamiento en el elemento informal de las relaciones de fuerza y de
la singularidad.
De allí la necesidad de ir más allá del saber hacia el poder, aunque saber
y poder sean inseparables el uno del otro, a tal punto que Foucault hablará
a ese nivel de un complejo indisociable, de un sistema poder-saber. ¿Qué
podrá haber pasado para que al final de su vida descubra todavía una tercera
dimensión? ¿Y por qué la necesitaba? Será todo nuestro propósito. Es codo,
tengan buenas vacaciones. Descansen.
* * *
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