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Tractor:

es una máquina agrícola


muy útil, con ruedas o
cadenas diseñadas para
moverse con facilidad en el
terreno y potencia de
tracción que permite realizar
grandes tareas agrícolas, aun en terrenos encharcados. Tiene dos
pedales de freno y está acondicionando para halar rastras. Hay
dos tipos de tractores: el de oruga, de gran estabilidad y fuerza,
y el de ruedas, capaz de desplazarse hasta por carreteras; posee
mayor velocidad que el de oruga.
Motocultor:
es una máquina agrícola de un solo eje
y se opera por manillar; suele tener
mediana potencia pero, en cambio
puede ser muy versátil con los
numerosos aperos e implementos que
se han venido desarrollando. Es la
maquinaria ideal para parcelas
pequeñas o minifundios, muy
frecuentes en los países del Sur de Europa, y también del sudeste
asiático, así como de otras partes del mundo; la fuerza del motor
es bastante reducida (motores monocilíndricos de gasolina o
diésel de unos 200 cc en promedio) pero queda compensada por
la escasa velocidad, lo que le da una gran potencia. Aunque
también puede emplearse en parcelas relativamente grandes con
un asiento para el conductor, su empleo ha venido siendo
sustituido parcialmente por los tractores más grandes, esenciales
en las labores de integración parcelaria, como la que se ha llevado
a cabo en Francia y en otros países, por lo que su uso ha venido
limitándose cada vez más para las labores hortícolas, en
jardinería y de ornamento en las parcelas minifundistas. Los
implementos del motocultor pueden variar desde las
cosechadores, sembradoras, fumigadoras, transporte y hasta
toma de fuerza para bombas de riego y otros fines. Seguirá siendo
esencial en las parcelas en los terrenos bastante desnivelados y
fragmentados por el relieve.
Cosechadora:
o segadora es una
máquina agrícola de
motor potente, peine
cortador para segar las
plantas maduras de
cereales y un largo
rastrillo que va delante
de la máquina y gira
sobre un eje horizontal.
Subsolador:
Descompactar el suelo para
facilitar la penetración de las
raíces
La compactación del suelo es un
problema que va a más, cada vez
tenemos equipos más pesados, y
con los años la compactación puede llegar a comprometer las
producciones de los cultivos. Por este motivo, disponer de un
subsolador permite romper la suela de labor y facilitar la
penetración de las raíces a mayor profundidad. No es necesario
labrar con el subsolador todos los campos cada año, si no que
puedes establecer un plan a varios años vista, y cada año labrar
unos cuantos campos.
Cultivador:
una herramienta indispensable
Son una de las herramientas más
polivalentes que tenemos. Permiten
preparar el lecho de siembra para
dejarlo en perfectas condiciones antes
de sembrar, así como hacer un buen desherbaje. Dentro de los
cultivadores encontraremos una gran variedad, según el sistema
de reja, de amortiguación (muelles, pistones, gomas, el propio
arco de la pata del cultivador…). Para un cultivador es
fundamental que tanto los materiales del chasis como los
elementos que forman parte de él sean de una gran capacidad
para resistir los esfuerzos a los que se somete durante la labor.
Sembradora:
implantando el cultivo con
precisión
Como dice el refrán, para
cosechar hay que sembrar, y
las sembradoras son la
maquinaria agrícola que nos
permite colocar de una forma
óptima las semillas que
darán lugar a nuestros
cultivos. Hay quien todavía sigue sembrando cereales con el
“cono”, es decir, una abonadora suspendida, aunque no se
considera una muy buena práctica ya que no se consigue una
buena uniformidad y se desperdician muchas semillas.
Efectos de los plaguicidas sobre el medio ambiente

La contaminación ambiental por


plaguicidas está dada
fundamentalmente por
aplicaciones directas en los
cultivos agrícolas, lavado
inadecuado de tanques
contenedores, filtraciones en los
depósitos de almacenamiento y
residuos descargados y dispuestos en el suelo, derrames
accidentales, el uso inadecuado de los mismos por parte de la
población, que frecuentemente son empleados para contener
agua y alimentos en los hogares ante el desconocimiento de los
efectos adversos que provocan en la salud. La unión de estos
factores provoca su distribución en la naturaleza. Los restos de
estos plaguicidas se dispersan en el ambiente y se convierten en
contaminantes para los sistemas biótico (animales y plantas
principalmente) y abiótico (suelo, aire y agua) amenazando su
estabilidad y representando un peligro de salud pública (Fig. 1).
Factores como sus propiedades físicas y químicas, el clima, las
condiciones geomorfológicas de los suelos y las condiciones
hidrogeológicas y meteorológicas de las zonas, definen la ruta que
siguen los mismos en el ambiente.
El grado de lixiviación (el movimiento de las sustancias a través
de las fases del suelo) depende de la solubilidad del compuesto
en agua, de su naturaleza química y del valor del pH del suelo,
que se favorece por la capacidad de adsorción de este, esto varia
principalmente por el porcentaje de arcillas, arenas y limos
presentes en el, por las altas temperaturas y por la precipitación
pluvial.
Contaminación del aire por plaguicidas
La contaminación del aire
tiene importancia cuando se
trata de aplicaciones por
medios aéreos; la gran
extensión que abarcan éstas y
el pequeño tamaño de las
partículas contribuyen a sus
efectos, entre los que se
cuenta el "arrastre" de
partículas a las zonas vecinas,
fuera del área de tratamiento.
Este efecto tiene importancia
si contamina zonas habitadas
o con cultivos, y se hace muy evidente cuando se emplean
herbicidas de contacto que llegan hasta cultivos que son muy
sensibles a los mismos.
La dispersión de plaguicidas en forma líquida o en polvo para
exterminar las plagas es hoy en día una práctica aceptada por
muchos países.

Contaminación del suelo por


plaguicidas La
contaminación del suelo se
debe tanto a tratamientos
específicos (por ejemplo:
insecticidas aplicados al suelo),
como a contaminaciones
provenientes de tratamientos al
caer al suelo el excedente de los
plaguicidas, o ser arrastradas
por las lluvias las partículas
depositadas en las plantas.
La mayoría de los herbicidas, los derivados
fosforados y los carbamatos, sufren degradaciones microbianas y
sus residuos desaparecen en tiempo relativamente corto. En la
acumulación de residuos de plaguicidas influye el tipo de suelo;
los arcillosos y orgánicos retienen más residuos que los arenosos.
Los mayores riesgos se presentan con la aplicación de algunos
plaguicidas organoclorados, que son de eliminación más difícil,
persistiendo en el suelo más tiempo.
Contaminación del agua por plaguicidas
Los plaguicidas constituyen impurezas que pueden llegar al
hombre directamente a través del agua potable y en forma
indirecta a través de la cadena biológica de los alimentos. Estas
sustancias químicas pueden ser resistentes a la degradación, y
en consecuencia, persistir por largos períodos de tiempo en las
aguas subterráneas y superficiales.

Efectos de los plaguicidas sobre la


salud
Los plaguicidas entran en contacto
con el hombre a través de todas las
vías de exposición posibles:
respiratoria, digestiva y dérmica,
pues estos pueden encontrarse en
función de sus características, en el aire inhalado, en el agua y
en los alimentos, entre otros medios ambientales.
Los plaguicidas tienen efectos agudos y crónicos en la salud; se
entiende por agudos aquellas intoxicaciones vinculadas a una
exposición de corto tiempo con efectos sistémicos o localizados, y
por crónicos aquellas manifestaciones o patologías vinculadas a
la exposición a bajas dosis por largo tiempo.
PROBLEMAS AMBIENTALES CON EL USO DE PLAGUICIDAS
En la tierra:
Causan la pérdida de fertilidad en la tierra al matar a los
animalillos que son beneficiosos para la tierra y a los que
provocan las plagas, es decir el plaguicida no sabe distinguir
entre los buenos y los malos.

En el agua:
Se puede contaminar el agua del río o de la fuente si fumigamos
cerca de ellos. También se pueden contaminar las aguas
subterráneas al filtrarse los plaguicidas con las aguas de la lluvia.

En el aire:
Algunos plaguicidas se evaporan y contaminan el aire.

En los árboles:
A través de sus raíces el árbol absorbe el veneno que hay en el
suelo y que proviene de los plaguicidas. Se nos puede transmitir
esa contaminación a través de las semillas y frutos de los árboles,
cuando nos los comemos.

En los animales:
Los animales al comer plantas o beber agua contaminada con
plaguicidas guardan el veneno en su cuerpo. Cuando nosotros
comemos carne, huevos u otros productos de estos animales, el
veneno entra en nuestro cuerpo.

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