Sie sind auf Seite 1von 14

¿Existe Dios?

William Lane Craig

¿Existe Dios? Esta es una de las preguntas más importantes que una persona puede considerar. Tu creencia en
la existencia de Dios tiene implicaciones enormes sobre tus visiones de la vida, de la humanidad, moralidad y
destino. En este artículo, Dr. Craig ofrece tres razones de porqué la vida no tendría propósito sin Dios y luego
presenta cinco fuertes argumentos a favor de la existencia de Dios, demostrando lo razonable que es creer que
Dios existe.

¿Existe Dios? C. S. Lewis una vez comentó que Dios no es el tipo de cosa en la que uno puede estar
moderadamente interesado. Sobre todo, si Dios sí existe, entonces esto es de sumo interés y nuestra
preocupación última debería ser de cómo estar relacionado apropiadamente con ese ser, del cual dependemos
momento a momento para nuestra existencia.

De modo que las personas que encogen los hombros y dicen, “¿Existe Dios?, ¿qué diferencia hace eso?”
meramente muestran que ellos todavía no han pensado profundamente acerca de este asunto. Inclusive
filósofos ateos como Sartre y Camus—quienes han pensado muy en serio sobre este problema—admiten que
la existencia de Dios hace una tremenda diferencia para el hombre. Permítanme mencionar solo tres razones
de porqué hace una gran diferencia si Dios existe.

¿Existe Dios?—Tres razones de porqué Su existencia hace una diferencia


1. Si Dios no existe, la vida al final no tiene sentido. Si tu vida está condenada a terminar con la muerte,
entonces al final no importa cómo vives. Al final, no hace ninguna diferencia última si exististe o no. Seguro,
tu vida podría tener un significado relativo en que influenciaste a otros o tuviste un efecto en el curso de la
historia. Pero al final, la humanidad está condenada a perecer en la muerte caliente del universo. Al final no
hace diferencia alguna quién eres o qué haces. Tu vida no tiene ninguna importancia.

Por lo tanto, las contribuciones del científico al avance del conocimiento humano, las investigaciones del
doctor para aliviar el dolor y el sufrimiento, los esfuerzos del diplomático por afianzar la paz en el mundo, los
sacrificios de hombres buenos en todo lugar para mejorar la condición de la raza humana: todo esto al final
llega a la nada. Por lo tanto, si el ateísmo es verdadero la vida al final no tiene significado.

2. Si Dios no existe, entonces al final debemos vivir sin esperanza. Si no hay Dios, entonces al final no hay
ninguna esperanza para la liberación de los defectos que resultan de nuestra existencia finita.

Por ejemplo, no hay esperanza de que seamos librados de la maldad. A pesar de que muchas personas hacen
la pregunta de cómo Dios pudo crear un mundo en que haya tanta maldad, hasta ahora la mayoría de los
sufrimientos en el mundo se debe a la propia inhumanidad del hombre. El horror de las dos guerras mundiales
durante el siglo pasado efectivamente destruyó el optimismo ingenuo del siglo XIX acerca del progreso
humano. Si Dios no existe, entonces estamos atrapados sin esperanza en un mundo lleno de sufrimientos
injustificados y sin redención, y no hay esperanza de que seamos librados de la maldad.
Otra vez, si no hay Dios, no hay esperanza de que seamos librados del envejecimiento, de la enfermedad y de
la muerte. Aunque pueda ser difícil para ti como estudiante universitario contemplar, el grave hecho es que al
menos que mueras a una edad joven, algún día—sí, tú mismo—serás un hombre viejo o una mujer vieja,
luchando una batalla a perder con el envejecimiento, luchando contra el avance inevitable de la deterioración,
de la enfermedad, quizás de la senilidad. Y final e inevitablemente vas a morir. No hay vida más allá de la
tumba. Por lo tanto, el ateísmo es una filosofía sin esperanza.

3. Por otro lado, si Dios existe, entonces no sólo hay significado y esperanza, sino que también existe la
posibilidad de llegar a conocer personalmente a Dios y Su amor. ¡Pensemos sobre esto! ¡Qué el Dios infinito
te deba amar y quiera ser tu amigo personal! ¡Este sería el estatus más alto que un ser humano podría
disfrutar! Claramente, si Dios existe, no sólo hace una tremenda diferencia para la humanidad en general, sino
que también podría hacer una diferencia que cambie la vida para ti.

Ahora, ciertamente nada de esto muestra que Dios existe. Pero sí muestra que hace una tremenda diferencia si
Dios existe. Por lo tanto, incluso si la evidencia a favor y en contra de la existencia de Dios fuese
absolutamente igual, la cosa racional a hacer, pienso yo, es de creer en Él. Es decir, me parece ser
positivamente irracional, cuando la evidencia es igual, preferir la muerte, futilidad y desesperación sobre la
esperanza, el significado y la felicidad.

Pero en efecto, no pienso que la evidencia sea absolutamente igual. Pienso que existen buenas razones para
creer en Dios. Y hoy quiero compartir brevemente cinco razones. Se han escrito libros completos sobre cada
una de estas razones, de manera que todo lo que tengo tiempo para hacer es presentar un bosquejo breve de
cada argumento y luego durante el tiempo de discusión podemos ir más profundo sobre cualquiera de ellas
que ustedes quisieran hablar.

¿Existe Dios? Como viajantes a lo largo del camino de la vida, es nuestra meta de hacer sentido de las cosas,
tratar de entender la manera que es el mundo. La hipótesis “Dios existe” le da sentido a una amplia gama de
los hechos de la experiencia.

¿Existe Dios?—Dios le da sentido al origen del universo

¿Te has preguntado alguna vez de donde vino el universo? ¿Por qué todo existe en lugar de simplemente
nada? Típicamente, los ateos han dicho que el universo es simplemente eterno y punto.
Pero ciertamente eso es irracional. Sólo pensemos acerca de esto por un minuto. Si el universo nunca tuvo un
comienzo, eso significa que el número de acontecimientos pasados en la historia del universo es infinito. Pero
los matemáticos admiten que la existencia de un número realmente infinito de cosas lleva a auto-
contradicciones. Por ejemplo, ¿qué es infinidad menos (-) infinidad? Bueno, matemáticamente, obtienes
respuestas auto-contradictorias. Eso demuestra que la infinidad es sólo una idea en tu mente, no es algo que
exista en realidad. David Hilbert, quizás el matemático más grande del siglo XX, declara,

El infinito no se encuentra en parte alguna en la realidad. Ni tampoco existe en la naturaleza ni proporciona


una base legítima para el pensamiento racional. El papel que le queda jugar al infinito es simplemente el de
una idea.[1]

Pero eso implica que como los acontecimientos pasados no son simplemente ideas, sino que son reales, el
número de acontecimientos pasados debe ser finito. Por lo tanto, la serie de acontecimientos pasados no puede
ir hacia atrás para siempre. Más bien, el universo debió haber comenzado a existir.

Esta conclusión ha sido confirmada por los descubrimientos increíbles en la astronomía y la astrofísica. En
uno de los desarrollos más sorprendentes de la ciencia moderna, ahora tenemos evidencia muy fuerte de que
el universo no es eterno en el pasado sino que tuvo un comienzo absoluto alrededor de 13 billones de años
atrás en un acontecimiento cataclísmico que se conoce como el Big Bang. Lo que hace que el Big Bang sea
tan sorprendente es que este representa el origen del universo literalmente de la nada, ya que toda la materia y
energía, inclusive el espacio y el tiempo físico mismos, vinieron a la existencia en el Big Bang. Como explica
el físico P. C. W. Davies, “la llegada del universo a la existencia, como se discute en la ciencia moderna […]
no es simplemente un asunto de imponer algún tipo de organización […] sobre un estado incoherente previo,
sino literalmente la llegada a la existencia de la nada de todas las cosas físicas”.[2]
Por supuesto, a través de los años se han desarrollado teorías alternas para tratar de evitar este comienzo
absoluto, pero ninguna de esas teorías se ha impuesto en la comunidad científica como más plausible que el
Big Bang. De hecho en el 2003, los cosmólogos Arvind Borde, Alan Guth, y Alexander Vilenkin pudieron
demostrar que cualquier universo que esté, en promedio, en un estado de expansión cósmico no puede ser
eterno en el pasado sino que debe tener un comienzo absoluto. Vilenkin no vacila ni por un minuto:
Se dice que un argumento es lo que convence a los hombres razonables y una prueba es lo que se toma para
convencer inclusive a un hombre irracional. Los cosmólogos ya no pueden esconderse detrás de la posibilidad
de un universo con un pasado eterno. No hay ninguna salida, tienen que enfrentar el problema de un principio
cósmico".[3]
Antony Kenny de la Universidad de Oxford entendió ese problema muy bien. Él escribe, “Un proponente de
la teoría del Big Bang, por lo menos si es un ateo, debe creer que el universo vino de la nada y por la
nada."[4] ¡Pero seguramente que eso no tiene sentido! De la nada, no viene nada. De modo que ¿por qué existe
el universo en lugar de simplemente nada? ¿De donde vino este? Debe haber existido una causa que trajo el
universo a la existencia.

Hasta ahora, podemos resumir nuestro argumento de la siguiente manera:

1. Todo lo que comienza a existir tiene una causa.

2. El universo comenzó a existir.

3. Por lo tanto, el universo tiene una causa.

Dada la verdad de las dos premisas, se deduce la conclusión de una manera necesaria.

De la naturaleza misma del caso, esta causa debe ser un ser no causado, incambiable, atemporal e inmaterial
quien creó el universo. Este debe ser un ser no causado porque hemos visto que no puede haber una regresión
infinita de causas. Debe ser atemporal y por lo tanto debe ser incambiable—por lo menos sin el universo—ya
que creó el tiempo. Debido a que también creó el espacio, ese ser también debe trascender el espacio y por
eso debe ser inmaterial y no físico.

Además, yo argumentaría que ese ser también debe ser personal, ya que ¿cómo más pudiera una causa
atemporal ocasionar un efecto temporal como el universo? Si la causa fuese un conjunto de condiciones
necesarias y suficientes que operase mecánicamente, entonces la causa nunca podría existir sin el efecto. Por
ejemplo, la causa del congelamiento del agua es la temperatura estando bajo 0˚ Centígrados. Si la temperatura
estuviese bajo 0˚ desde la eternidad pasada, entonces cualquier agua que estuviera alrededor estaría congelada
desde la eternidad. Sería imposible de que el agua se comenzara a congelar un tiempo finito atrás.

De manera que si la causa está permanentemente presente, entonces el efecto también debería estar
permanentemente presente. La única manera para que la causa sea atemporal y para que su efecto comience
en el tiempo es que la causa sea un agente personal, quien libremente escoja crear un efecto en el tiempo sin
que haya algunas condiciones determinadas previas. Por ejemplo, un hombre sentado desde la eternidad
podría libremente desear pararse. Por lo tanto, fuimos traídos, no meramente a una causa trascendente del
universo sino a su Creador Personal.

¿No es increíble que la teoría del Big Bang confirme lo que el teísta cristiano ha siempre creído: que en el
principio Dios creó el universo? Ahora bien, te lo presento: ¿cuál tiene más sentido: que el teísta cristiano
tenga razón o que el universo saltó de la nada a la existencia sin haber sido causado? ¡Yo, por lo menos, no
tengo problema evaluando estas alternativas!
¿Existe Dios?—Dios le da sentido al ajuste fino del universo para la vida inteligente.

Durante aproximadamente los últimos 40 años, los científicos han descubierto que la existencia de la vida
inteligente depende de un complejo y delicado balance de las condiciones iniciales que se dan en el propio
Big Bang. Los científicos una vez creían que cualquier cosa que fuesen las condiciones iniciales del universo,
con el tiempo podía evolucionar la vida inteligente. Sin embargo, ahora sabemos que nuestra existencia está
balanceada sobre el filo de una cuchilla. La existencia de la vida inteligente depende de una conspiración de
las condiciones iniciales que deben estar bien ajustadas a un grado que es literalmente incomprensible e
incalculable.

Este ajuste fino es de dos tipos. En primer lugar, cuando las leyes de la naturaleza se expresan como
ecuaciones matemáticas, encuentras que aparecen en ellas ciertas constantes, tales como la constante que
representa la fuerza de la gravedad. Esas constantes no están determinadas por las leyes de la naturaleza. Las
leyes de la naturaleza son consistentes con una amplia gama de los valores para esas constantes. En segundo
lugar, además de esas constantes, hay ciertas cantidades arbitrarias que están puestas precisamente como
condiciones iniciales sobre las cuales opera la naturaleza, por ejemplo, la cantidad de entropía o el balance
entre la materia y la anti-materia en el universo. Ahora bien, todas estas constantes y condiciones caen en un
rango extremadamente estrecho de valores que permiten la vida. Si estas constantes o cantidades han de ser
alteradas en lo más mínimo, el equilibrio que permite la vida se destruiría y la vida no podría existir.
Por ejemplo, el físico P. C. W. Davies ha calculado que un cambio en la fuerza de la gravedad o en la fuerza
atómica débil sólo por una parte en 10100 hubiese prevenido un universo que permita vida. La constante
cosmológica que conduce la inflación del universo y que es responsable por la aceleración que recientemente
se descubrió de la expansión del universo está inexplicablemente bien ajustada a más o menos una parte en
10120. Roger Penrose de la Universidad de Oxford ha calculado que la probabilidad de la condición de la baja
entropía del Big Bang que existe al azar está en el orden de una parte de 10 10 (123)
. Penrose comenta, “ni
siquiera me puedo recordar haber visto otra cosa en la física cuya precisión se conozca acercarse, inclusive
remotamente, a una figura como una parte en 10 10(123).”[5] Y no es sólo que cada constante o cantidad debe
estar exquisitamente bien ajustada, sus proporciones una a la otra también deben estar bien ajustadas. Así que
la improbabilidad se multiplica por improbabilidad por improbabilidad hasta que nuestras mentes se enredan
con números incomprensibles.

Ahora hay tres posibilidades para explicar la presencia de este increíble ajuste fino del universo: la necesidad
física, el azar, o el diseño. La primera alternativa sostiene que hay alguna desconocida Teoría del Todo (TDT)
que explicaría la manera que es el universo. Tenía que ser de esa manera y realmente no hubo (o hubo un
poco de) azar de que el universo no sea uno que permita vida. Por el contrario, la segunda alternativa dice que
el ajuste fino se debe por completo al azar. Simplemente es un accidente el que el universo sea uno que
permita vida y somos los afortunados beneficiarios. La tercera alternativa rechaza esos dos relatos a favor de
una Mente inteligente detrás del cosmos, quien diseñó el universo para que permita vida. ¿Cuál de estas
alternativas es la más plausible?
La primera alternativa parece ser extraordinariamente improbable. Sencillamente no hay ninguna razón física
de porqué estas constantes y cantidades deban poseer el valor que poseen. Como declara P. C. W. Davies,

Aún si las leyes de la física fueran únicas, no se deduce de ello que el universo físico sea único […] las leyes
de la física deben ser aumentadas por las condiciones iniciales cósmicas [...] No hay nada en las ideas
presentes sobre ‘leyes de las condiciones iniciales’ que remotamente sugiera que su consistencia con las leyes
de la física pudiera implicar unicidad. Lejos de ello […] Parece, entonces, que el universo físico no tiene que
ser necesariamente de la forma que es: pudiera haber sido de otra manera. [6]
Por ejemplo, el candidato más prometedor para una Teoría del Todo (TDT) que existe hasta ahora, la teoría de
supercuerdas o la teoría-M, no predice de una manera única nuestro universo. De hecho, la teoría de cuerdas
permite un "paisaje cósmico" de alrededor de 10 500 diferentes universos, regidos por las leyes actuales de la
naturaleza, de manera que no hace nada para presentar los valores observados de las constantes y cantidades
físicamente necesarias.

¿Qué podemos decir acerca de la segunda alternativa, de que el ajuste fino del universo se debe al azar? El
problema con esta alternativa es que las probabilidades en contra de que el universo sea uno que permita vida
son tan incomprensiblemente grandes que ellas no se pueden confrontar de una manera racional. A pesar de
que habrá un gran número de universos que permitan vida que yacen dentro del paisaje cósmico, sin embargo,
el número de mundos que permiten vida será insondablemente pequeño en comparación con el paisaje
completo. De modo que la existencia de un universo que permita vida es fantásticamente improbable.
Estudiantes o laicos que alegremente afirman “¡pudo haber sucedido al azar!” simplemente no tienen ninguna
concepción de la fantástica precisión del requisito del ajuste fino para la vida. Ellos nunca irían a apoyar dicha
hipótesis en cualquier otra área de sus vidas—por ejemplo, para explicar cómo de la noche a la mañana
apareció un auto en su estacionamiento.

Algunas personas han intentado escapar de este problema al afirmar que no deberíamos estar sorprendidos
con las condiciones finamente ajustadas del universo, ya que si el universo no estuviera bien ajustado,
entonces no estaríamos aquí para sorprendernos acerca de ello. Dado que estamos aquí, deberíamos tener la
expectativa de que el universo esté bien ajustado. Pero dicho razonamiento es lógicamente falaz. Podemos
mostrar esto por medio de una ilustración paralela. Imagínate que estés viajando hacia el extranjero y seas
arrestado con cargos inventados de drogas y te arrastran y te ponen al frente a un pelotón de fusilamiento de
100 tiradores entrenados, todos con rifles apuntando a tu corazón, para fusilarte. Tú escuchas al comandante
decir “¡preparen, apunten, fuego! y escuchas el ensordecedor ruido de las armas. ¡Luego observas que aun
estás con vida, y que todos los 100 francotiradores fallaron! ¿Cuál sería tu conclusión? “Pues, me imagino que
realmente yo no debería estar sorprendido de que todos ellos fallaron. ¡Sobre todo, si todos ellos no hubiesen
fallado, entonces yo no debería estar aquí para sorprenderme de eso! Dado que estoy aquí,
debería esperar que todos ellos fallaron”. ¡Por supuesto que no! De inmediato sospecharías de que todos ellos
fallaron a propósito, de que todo ese asunto fue tramado, ingeniado por alguien por alguna razón. Aunque no
deberías estar sorprendido que no observas que estás muerto, de hecho deberías estar sorprendido que tú sí
observas que estás con vida. De la misma manera, dada la increíble improbabilidad del ajuste fino del
universo para la vida inteligente, es racional concluir que esto no se debe al azar, sino al diseño.

Para poder rescatar la alternativa del azar, sus proponentes han sido forzados a adoptar la hipótesis de que
existe un número infinito de universos ordenados aleatoriamente formando un tipo de Conjunto de Mundos o
multiverso del cual nuestro universo no es más que una parte. En algún lugar en este Conjunto infinito de
Mundos van a aparecer universos finamente ajustados únicamente al azar y nosotros por casualidad somos
uno de esos mundos.

Sin embargo, hay por lo menos dos errores principales con la hipótesis del Conjunto de Mundos: En primer
lugar, no hay evidencia de que exista ese Conjunto de Mundos. Nadie sabe si existen otros mundos. Además,
recordemos que Borde, Guth y Vilenkin probaron que cualquier universo que esté en un estado continuo de
expansión cósmica no puede ser infinito en el pasado. El teorema de ellos también se aplica al multiverso. Por
lo tanto, como el pasado del multiverso es finito, sólo un número finito de otros mundos se pudieron haber
generado hasta ahora, de modo que no hay garantía de que un mundo finamente ajustado habrá aparecido en
el conjunto.

En segundo lugar, si nuestro universo es sólo un miembro al azar de un Conjunto infinito de Mundos,
entonces es abrumadoramente más probable de que deberíamos estar observando un universo muy diferente a
ese que de hecho estamos observando. Roger Penrose ha calculado que es inconcebiblemente más probable
que nuestro sistema solar debiera formarse de manera instantánea por la colisión al azar de partículas de que
un universo finamente ajustado debería existir. (Penrose le llama “completamente alimento para pollos” en
comparación[7]). Así que si nuestro universo fuese simplemente un miembro de un Conjunto de Mundos, es
concebiblemente más probable que debiéramos estar observando un universo más pequeño que nuestro
sistema solar. Otra vez, si nuestro universo sólo fuese un miembro al azar de un Conjunto de Mundos,
entonces deberíamos estar observando acontecimientos altamente extraordinarios, como caballos entrando y
saliendo de la existencia por colisiones al azar, o máquinas de moción perpetua, ya que esos acontecimientos
son mucho más probables que todas las constantes y cantidades de la naturaleza que caen por casualidad en el
rango virtualmente infinitesimal que permite vida. Universos observables como esos son muchos más
abundantes en el Conjunto de Mundos que los mundos como el nuestro y por lo tanto, deberían ser
observados por nosotros. Dado que no tenemos esas observaciones, este hecho invalida fuertemente la
hipótesis del multiverso. En el ateísmo, por lo menos, es pues altamente probable que no haya un Conjunto de
Mundos.

Así que una vez más, la visión que los teístas cristianos siempre han sostenido, de que hay un diseñador
inteligente del universo, parece tener mucho más sentido que la visión atea de que el universo simplemente
por casualidad está bien afinado (al azar) a una precisión incompresible para la existencia de la vida
inteligente.
Podemos resumir este segundo argumento de la siguiente manera:

1. El ajuste fino del universo se debe ya sea a la necesidad física, al azar o a al diseño.

2. No se debe a la necesidad física o al azar.

3. Por lo tanto, se debe al diseño.

¿Existe Dios?—Dios le da sentido a los valores morales objetivos en el mundo.

¿Existe Dios? Si Dios no existe, entonces los valores morales objetivos no existen. Decir que hay valores
morales objetivos es decir que algo está bien o mal, independientemente de si alguien cree que lo está o no.
Esto es decir, por ejemplo, que el antisemitismo nazi era moralmente malo, a pesar de que los nazis que
llevaron a cabo el Holocausto pensaban que era algo bueno, y estaría mal aun si los nazis hubieran ganado la
Segunda Guerra Mundial y hubiesen tenido éxito exterminando o lavándoles el cerebro a todos los que no
estaban en acuerdo con ellos. Y la afirmación es que a falta de Dios, los valores morales no son objetivos en
ese sentido.

Muchos teístas como ateos por igual están de acuerdo en este punto. Por ejemplo, el fallecido J. L. Mackie de
la Universidad de Oxford, uno de los ateos más influyentes de nuestro tiempo, admitió: Si […] hay […]
valores objetivos, ellos hacen la existencia de Dios más probable que lo hubiese sido sin ellos. Por lo tanto,
tenemos un argumento defendible desde la moralidad hasta la existencia de un Dios”. [8]Pero para evitar la
existencia de Dios, Mackie, pues, negaba que existieran los valores morales objetivos. Él escribió, “es fácil
explicar este sentido moral como un producto natural de la evolución biológica y social […]” [9]

Michael Ruse, un filósofo de la ciencia, concuerda y explica,

La moralidad es una adaptación biológica no menos que [lo son] las manos, los pies y los dientes.
Considerada como un conjunto de afirmaciones racionalmente justificables acerca de una cosa objetiva, la
ética es ilusoria. Aprecio que cuando alguien dice, ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo,’ ellos creen que se
están refiriendo, sobre todo, a ellos mismos. Sin embargo, esa referencia verdaderamente no tiene
fundamento. La moralidad sólo es una ayuda para la supervivencia y la reproducción, […] y cualquier
significado más profundo es ilusorio.[10]

El gran ateo del siglo XIX, Friedrich Nietzche, quien proclamó la muerte de Dios, entendía que la muerte de
Dios significaba la destrucción de todo significado y valor en la vida.

Creo que Friedrich Nietzsche tenía razón.


Pero aquí debemos tener mucho cuidado. La pregunta no es: “¿debemos creer en Dios para vivir una vida
moral?” No estoy afirmando que debemos. Tampoco la pregunta es: “¿Podemos reconocer o admitir los
valores morales objetivos sin creer en Dios?” Pienso que sí podemos.
Más bien, la pregunta es: “Si Dios no existe, ¿existen los valores morales objetivos?” Al igual que Mackie y
Ruse, no veo ninguna razón para pensar que a falta de Dios, la moralidad humana sea objetiva. Después de
todo, si no hay Dios, ¿qué tienen de tan especial los seres humanos? Son simplemente subproductos
accidentales de la naturaleza que han evolucionado relativamente hace poco tiempo en una infinitesimal mota
de polvo, perdido en algún lugar en un universo hostil y sin sentido, y que están condenados a perecer
individual y colectivamente en un período de tiempo relativamente corto. En la visión atea, alguna acción (por
ejemplo, la violación) no pudiera ser socialmente ventajosa y de esa manera en el transcurso de la evolución
se ha convertido en un tabú. Sin embargo, eso no hace absolutamente nada para probar que la violación sea
algo realmente malo. En la visión atea, además de las consecuencias sociales, no hay nada
realmente malo con que tú violes a alguien. Por lo tanto, sin Dios no hay un bien o mal absoluto que se
imponga en nuestra conciencia.
Pero el problema es que los valores morales objetivos sí existen y en lo profundo todos lo sabemos. No hay
más razón en negar la existencia objetiva de valores morales que en negar la realidad objetiva del mundo
físico. El razonamiento de Ruse, como mejor, sólo prueba que nuestra percepción objetiva de los valores
morales objetivos ha evolucionado. Pero si los valores morales se descubren gradualmente, no se inventan,
entonces nuestra comprensión gradual y falible de la esfera moral no más socava la realidad objetiva de esa
esfera que nuestra percepción gradual y falible del mundo físico socava la objetividad de esa esfera. La
mayoría de nosotros pensamos que comprendemos los valores objetivos. Como el mismo Ruse confiesa, "El
hombre que dice que es moralmente aceptable violar a los niños pequeños está tan equivocado como el
hombre que dice que, 2+2=5.[11]

Acciones como la violación, la tortura y el maltrato o abuso infantil no sólo son socialmente inaceptables—
[sino que] son abominaciones morales. Algunas cosas son realmente malas. Del mismo modo, el amor, la
igualdad y el autosacrificio son muy buenos. Pero si los valores objetivos no pueden existir sin Dios, y los
valores objetivos sí existen, entonces se deduce lógica e ineludiblemente que Dios existe.

Podemos resumir este argumento de la siguiente manera:

1. Si Dios no existe, los valores morales objetivos no existen.

2. Los valores morales objetivos existen.

3. Por lo tanto, Dios existe.


¿Existe Dios?—Dios le da sentido a los hechos históricos referentes a la vida, muerte y resurrección de
Jesús.

La persona histórica, Jesús de Nazaret, era un individuo extraordinario. Los críticos del Nuevo Testamento
han alcanzado un tipo de consenso de que el Jesús histórico llegó al escenario con un sentido sin precedente
de autoridad divina: la autoridad de levantarse y hablar en lugar de Dios. Es por eso que el liderazgo judío
instigó su crucifixión por el cargo de blasfemia. Él afirmó que con él había llegado el Reino de Dios y como
demostraciones visibles de ese hecho, llevó a cabo un ministerio de hacedor de milagros y de exorcismos.
Pero la confirmación suprema de su afirmación fue su resurrección de entre los muertos. Si Jesús resucitó de
entre los muertos, entonces parecería que tenemos un milagro divino en nuestras manos y por lo tanto,
tenemos una evidencia para la existencia de Dios.

Ahora bien, la mayoría de las personas probablemente pensarían que la resurrección de Jesús es algo que tú
simplemente aceptas o no por fe. Pero realmente hay tres hechos establecidos, admitidos por la mayoría de los
historiadores del Nuevo Testamento de hoy, los cuales yo creo que se explican mejor por la resurrección de
Jesús: Su tumba vacía, sus apariciones post-mortem y el origen de la creencia de los discípulos en su
resurrección. Veamos de manera breve cada uno de ellos.

Hecho # 1: El domingo en la mañana un grupo de sus seguidoras encontraron la tumba de Jesús vacía.
Según Jacob Kremer, un erudito austriaco que se ha especializado en el estudio de la resurrección, "hasta
ahora, la mayoría de los eruditos sostienen firmemente la fiabilidad de las declaraciones bíblicas acerca de la
tumba vacía”.[12] Según D. H. Van Daalen, es extremadamente difícil objetar a la tumba vacía sobre bases
históricas. Aquellas personas que lo niegan, lo hacen sobre la base de suposiciones teológicas o filosóficas.
Hecho # 2: En ocasiones separadas diferentes individuos y grupos de personas vieron apariciones de Jesús
vivo después de su muerte. Según Gerd Lüdemann, un prominente crítico alemán del Nuevo Testamento, “se
pudiera considerar como históricamente cierto que Pedro y los discípulos tuvieron experiencias después de la
muerte de Jesús en las cuales Jesús se les apareció como el Cristo resucitado." [13] Esas apariciones fueron
atestiguadas no sólo por creyentes, sino también por no creyentes, por escépticos y hasta por enemigos.
Hecho # 3: Los discípulos originales de repente vinieron a creer en la resurrección de Jesús a pesar de tener
toda predisposición al contrario. Pensemos en la situación que los discípulos enfrentaron después de la
crucifixión de Jesús:

1. Su líder estaba muerto y las expectativas judías mesiánicas no incluían ninguna idea de un Mesías que, en
lugar de triunfar sobre los enemigos de Israel, iba a ser ejecutado vergonzosamente por ellos como un
criminal.

2. Las creencias judías acerca de la vida después de la muerte excluían que alguien resucitara de entre los
muertos a la gloria e inmortalidad antes de la resurrección general que ocurría en el fin del mundo.
Sin embargo, los discípulos originales de inmediato llegaron a creer tan fuertemente que Dios había
resucitado a Jesús de entre los muertos que ellos estaban dispuestos a morir por la verdad de esa creencia.
Luke Johnson, un erudito del Nuevo Testamento de la Universidad de Emory, declara, "se requiere de alguna
clase experiencia poderosa y transformadora para generar el tipo de movimiento que era el Cristianismo más
primitivo".[14] N. T. Wright, un eminente erudito británico, concluye, "es por eso que, como historiador, no
puedo explicar el surgimiento del cristianismo primitivo a menos que Jesús se haya levantado nuevamente,
dejando una tumba vacía tras él.[15]

Los intentos de explicar estos tres grandes hechos—por ejemplo, aquellos que dicen que los discípulos se
robaron el cuerpo o que Jesús realmente no estaba muerto—han sido rechazados universalmente por la
erudición contemporánea. El simple hecho es que no hay ninguna explicación plausible, naturalista de estos
hechos. Por lo tanto, me parece que el cristiano está completamente justificado en creer que Jesús resucitó de
entre los muertos y que él era quien afirmaba ser. Pero eso implica que Dios existe.

Podemos resumir este argumento de la siguiente manera:

1. Hay tres hechos establecidos referentes al destino de Jesús de Nazaret: el descubrimiento de su tumba
vacía, sus apariciones post-mortem, y el origen de la creencia de sus discípulos en su resurrección.

2. La hipótesis: “Dios resucitó a Jesús de entre los muertos” es la mejor explicación de estos hechos.

3. La hipótesis “Dios resucitó a Jesús de entre los muertos” implica que el Dios revelado por Jesús de Nazaret
existe.

4. Por lo tanto, el Dios revelado por Jesús de Nazaret existe.

¿Existe Dios?—A Dios se le puede conocer y experimentar de inmediato.

Realmente este no es un argumento a favor de la existencia de Dios. Más bien, es la afirmación de que puedes
saber que Dios existe totalmente aparte de argumentos simplemente al experimentarlo de inmediato. Esta fue
la forma que las personas en la Biblia conocieron a Dios, como el profesor John Hick explica:

Dios les fue conocido a ellos como una voluntad dinámica que interactuaba con la voluntad propia de ellos—
una pura realidad dada, tan inescapable para ser tomada en cuenta como una tormenta destructible y la luz de
sol que da vida [...] Ellos no pensaban de Dios como una entidad inferida, sino como una realidad
experimentada. Para ellos, Dios no era […] una idea adoptada por la mente, sino una realidad experimental
que le daba significado a sus vidas.[16]
Los filósofos llaman a las creencias como esta “creencias propiamente básicas”. No están basadas en algunas
otras creencias, más bien son partes del fundamento del sistema de creencias de una persona. Otras creencias
propiamente básicas serían la creencia en la realidad del pasado, la existencia del mundo externo y la
presencia de otras mentes como la tuya. Cuando lo piensas, ninguna de esas creencias se puede comprobar.
¿Cómo podrías probar que el mundo no fue creado hace cinco minutos atrás con apariencias integradas de
edad como comida en nuestros estómagos de desayunos que nunca nos comimos y como rastros de memoria
en nuestros cerebros de acontecimientos que realmente nunca experimentamos? ¿Cómo puedes probar que no
eres un cerebro en una cubeta de productos químicos siendo estimulado con electrodos por un científico loco
para hacerte creer que estás aquí escuchando esta charla? ¿Cómo puedes probar que otras personas no son
realmente androides que muestran todo el comportamiento externo de las personas con mentes, cuando en
realidad no tienen almas, como entidades semejantes a los robots?

Aunque esos tipos de creencias son básicas para nosotros, eso no significa que sean arbitrarias. Más bien,
están basadas en el sentido de que están formadas en el contexto de ciertas experiencias. En el contexto
experimental de ver, sentir y escuchar cosas, yo naturalmente formo la creencia de que hay ciertos objetos
físicos que estoy sintiendo. Por lo tanto, mis creencias básicas no son arbitrarias, sino que están
apropiadamente fundamentadas en la experiencia. Puede que no hay manera de probar tales creencias, y sin
embargo es perfectamente racional sostenerlas. ¡Tendrías que estar loco para pensar que el mundo fue creado
hace cinco minutos atrás o para creer que eres un cerebro en una cubeta! Por lo tanto, tales creencias no son
simplemente básicas, sino propiamente básicas.

De la misma manera, la creencia en Dios para aquellos que le buscan es una creencia propiamente básica,
fundamentada en nuestra experiencia de Dios.

Podemos resumir esta consideración de la siguiente manera:

1. Las creencias que están apropiadamente fundamentadas podrían ser racionalmente aceptadas como
creencias básicas que no están fundamentadas en el argumento.

2. La creencia de que el Dios de la Biblia existe está apropiadamente fundamentada.

3. Por lo tanto, la creencia de que el Dios de la Biblia existe podría ser racionalmente aceptada como una
creencia básica que no está fundamentada en el argumento.

Ahora bien, si esto está correcto, entonces hay un peligro de que los argumentos a favor de la existencia de
Dios en realidad pudieran distraer la atención de Dios mismo. Si estás buscando a Dios con sinceridad, Dios
hará que Su existencia se haga evidente a ti. La Biblia dice: "Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros"
(Santiago 4.8). No debemos concentrarnos en las pruebas de que no escuchamos la voz interior de Dios
hablándole a nuestro corazón. Para los que escuchan, Dios se convierte en una realidad inmediata en sus
vidas.

¿Existe Dios?—Cinco buenas razones para pensar que Dios existe

¿Existe Dios? Hemos visto cinco buenas razones para pensar que Dios existe:

1. Dios le da sentido al origen del universo.

2. Dios le da sentido al ajuste fino del universo para la vida inteligente.

3. Dios le da sentido a los valores morales objetivos en el mundo.

4. Dios le da sentido a la vida, la muerte y la resurrección de Jesús.

5. A Dios se le puede conocer y experimentar de inmediato.

Estos son sólo una parte de la evidencia de la existencia de Dios. Alvin Plantinga, uno de los filósofos más
destacados del mundo, ha establecido dos docenas de argumentos a favor de la existencia de Dios. [17] En
conjunto, estos argumentos constituyen un caso acumulativo poderoso a favor de la existencia de Dios.

Por lo tanto, creo que el teísmo cristiano es una cosmovisión plausible que se encomienda en sí misma a la
consideración pensadora de cada ser humano racional.

[1] David Hilbert, "On the Infinite," [Sobre el Infinito] en Philosophy of Mathematics, ed. Con una
introducción por Paul Benacerraf y Hillary Putnam (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1964), páginas
139, 141.
[2] ABC Science Online, "The Big Questions: In the Beginning," [Las Grandes Preguntas: En el Principio],
Entrevista de Paul Davis realizada por Philp Adams, http://aca.mq.edu.au/pdavies.html.
[3] Alex Vilenkin, Many Words in One: The Search for Other Universes [Muchos Mundo en Uno: La
Búsqueda de Otros Universos] (New York: Hill and Wang, 2006), p. 176.
[4] Anthony Kenny, The Five Ways: St. Thomas Aquinas' Proofs of God's Existence [Las Cinco Maneras: La
Pruebas de Santo Tomás de Aquino de la Evidencia de Dios] (New York: Schocken Books, 1969), página 66.
[5] Roger Penrose, "Time-Asymmetry and Quantum Gravity," [La Asimetría del Tiempo y la Gravedad
Cuántica] in Quantum Gravity 2, ed. C. J. Isham, R. Penrose, y D. W. Sciama (Oxford: Clarendon Press,
1981), página 249.
[6] Paul Davies, The Mind of God [La Mente de Dios] (New York: Simon & Schuster, 1992), página 169.
[7] Véase Roger Penrose, The Road to Reality [El Camino a la Realidad](New York: Alfred A. Knopf, 2005),
páginas 762-765.
[8] J. L. Mackie, The Miracle of Theism [El Milagro del Teísmo] (Oxford: Clarendon Press, 1982), páginas
115-16.
[9] Ibíd., páginas 117-18.
[10] Michael Ruse, "Evolutionary Theory and Christian Ethics," [La Teoría de la Evolución y la Ética
Cristiana] en The Darwinian Paradigm (London: Routledge, 1989), páginas 262, 268, 289.
[11] Michael Ruse, Darwinism Defended [El Darwinismo Defendido] (London: Addison-Wesley, 1982),
página 275.
[12] Jacob Kremer, Die Osterevangelien—Geschichten um Geschichte (Stuttgart: Katholisches Bibelwerk,
1977), páginas 49-50.
[13] Gerd Lüdemann, What Really Happened to Jesus? [¿Qué Realmente le Sucedió a Jesús?] traducido por
John Bowden (Louisville, Kent. Westminster John Knox Press, 1995), página 80.
[14] Luke Timothy Johnson, The Real Jesus [El Jesús Real] (San Francisco: Harper San Francisco, 1996),
página136.
[15] N. T. Wright, "The New Unimproved Jesus," [El Subdesarrollado Jesús] Christianity Today (Septiembre
13, 1993), página 26
[16] John Hick, "Introduction," [Introducción] in The Existence of God, ed. Con una introducción por John
Hick, Problems of Philosophy Series (New York: Macmillan Publishing Co., 1964), pp. 13-14.
[17] Alvin Plantinga, "Two Dozen (or so) Theistic Arguments," [Doce Docenas (más o menos) Argumentos
Teístas] Charla presentada en la Conferencia Anual de Filosofía 33va, Wheaton College, Wheaton, Illinois,
octubre 23-25, 1986.

Das könnte Ihnen auch gefallen