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1. ¿Por qué “cualquiera que habla mal de un hermano [...] habla mal de la ley”? (Snt 4:11, 12)
[7 de oct., w97 15/11 20 párr. 8]. Si condenamos a un hermano que Jehová no condena,
¿no estaríamos ‘juzgando la ley de Dios’ y pecando al dar a entender que esta es inadecuada?
Y, al criticar injustamente a nuestro hermano, no cumpliríamos la ley del amor (Ro 13:8-10).
2. ¿Quién es el Superintendente Supremo? (1Pe 2:25) [14 de oct., it-2 1075 párr. 1]. El “pastor y
superintendente” tiene que ser Jehová, pues aquellos a quienes Pedro escribió no habían
andado errantes ni se habían apartado de Cristo Jesús, sino que, más bien, por medio de él
habían sido conducidos de regreso a Jehová Dios, el Gran Pastor de su pueblo (Sl 23:1; 80:1;
Jer 23:3; Eze 34:12). Jehová también es un superintendente, alguien que inspecciona (Sl 17:3).
3. ¿Quiénes eran “los muertos” a los que “se les anunciaron las buenas noticias”? (1Pe 4:6) [21 de
oct., w08 15/11 21 párr. 8]. Eran los que antes de escuchar las buenas nuevas “estaban muertos
en sus ofensas y pecados”, es decir, muertos espiritualmente (Ef 2:1). Cuando aceptaron las
buenas nuevas, empezaron a vivir en sentido espiritual.
4. ¿Quién es “el lucero”? ¿Cuándo se levanta, y cómo sabemos que esto ya ha ocurrido? (2Pe 1:19)
[28 de oct., w08 15/11 22 párr. 2]. “El lucero” es Jesucristo después de ser coronado rey (Ap
22:16). En 1914, Jesús se “levantó” ante toda la creación como Rey Mesiánico, anunciando el
amanecer de un nuevo día. La transfiguración fue una vista por anticipado de la gloria y
el poder real de Jesús y puso de relieve lo confiable que es la palabra profética de Dios.
Si prestamos atención a esta palabra, se iluminarán nuestros corazones y sabremos que el
Lucero se ha levantado.
lma19.10-S