solidación en la literatura.
El idioma es el medio esencial de trato
Capitulo I. La Cuestion Nacional Como
Problema
Repaso Histórico De La Teoria
La cuestión nacional surgió como problema teorico en el siglo
XIX. No fue un mero azar. La historia ya había proporcionado a
Marx la materia real. Así esclarecíase la imagen de Hegel: "El
buho de Minerva no emprende su vuelo hasta la caída del cre-
púsculo". Desde un punto de vista académico la cuestión nacio-
nal era un fenómeno genuino del ascenso capitalista. Pero esta
época de guerras y revoluciones depara muchas sorpresas a
las Academias, aún las de "marxismo". La aparición del proble-
ma nacional en la edad del capital financiero habría de sumir a
muchos "marxistas" en un confuso terror.
La cuestión nacional fue para Marx, Engels y sus discípulos un
problema típico de la consolidación institucional del capitalismo.
Antes de la victoria burguesa sobre la dispersión feudal, la "na-
ción" no poseía; tal como la conocemos en nuestros días, una
estructura jurídica, una racionalización funcional de sus provin-
cias, una clara delimitación de sus límites formales. Existían
"Estados", pero su unidad económica, la correlación de su mer-
cado interno con el aparato legal y político de las naciones mo-
dernas no se obtuvieron sino con el triunfo com pleto de la bur-
guesía. La nueva clase impuso al mundo un ajuste desconoci-
do hasta ese momento. Fue entonces que el marxismo modeló
acerca de la cuestión nacional un conjunto de ideas que, en
substancia, ha permanecido eficiente para interpretar las cau-
sas profundas que originan los movimientos nacionales de hoy.
Resumiendo la experiencia acumulada por el marxismo durante
el último siglo. Lenín definía la esencia económica de la cues-
tión nacional: "En todo el mundo, la época del triunfo definitivo
del capitalismo sobre el feudalismo estuvo ligada a movimientos
nacionales. Económicamente, estos movimientos se basan en
que, para que sea posible un triunfo completo de la producción
mercantil, es preciso, que la burguesía conquiste el mercado
interior; es preciso que territorios con población de un solo idio-
ma adquieran cohesión estatal, quedando eliminados cuantos
obstáculos se opongan al desarrollo de ese idioma y a su con-
América Latina: Un
entre los hombres la unidad de idioma y su libre desarrollo es
una de las condiciones más importantes de una circulación mer- Pais
cantil realmente libre y amplia, que responda al capitalismo ac- Su Historia
tual; de una agrupación libre y amplia de la población en todas Su Economia
las diversas clases; es, por último, lo que condiciona la estrecha Su Revolución
relación del mercado con todo propietario o pequeño propietario,
vendedor y comprador".
Jorge Abelardo
Ramos
La Cuestión Nacional En Italia y Alemania
En el problema nacional se distinguen dos grandes periodos his-
tóricos. El derrumbe del feudalismo con su natural secuencia, la
expansión capitalista, es el primero. En los países occidentales
la. formación de las naciones se realizó sobre una base nacional
homogénea, coincidiendo aproximadamente con la formación
de Estados centralizados: Francia e Inglaterra, exceptuando Ir-
landa.
La actividad económica del capitalismo se expresó por primera
vez en Italia. La burguesía italiana, sin embargo, necesitaría
quinientos años para consumar la unificación nacional, compen-
sando las ventajas e inconvenientes de su primogenitura con un
plástico y rico proceso histórico. El perfil nocturno de -Dante
Alighieri domina ese momento: "el ocaso de la Edad Media feu-
dal y la aurora de la época capitalista contemporanea vieron
aparecer en escena una figura gigantesca. Dante fue al mismo
tiempo el último poeta del Medioevo y el primer poeta de la
nueva era". (Engels).
En Alemania la burguesía aborrecía más al movimiento prole-
tario y popular que la dominación de los "junkers".
El siglo XIX fue testigo del vivo duelo librado entre los treinta y
seis príncipes germanos y la alta y baja nobleza, contra los cam-
pesinos, los artesanos, los obreros y la burguesía comercial e
industrial, incluyendo alianzas precarias con esta última en per-
juicio de las masas. A pesar de que los distintos gobiernos di-
násticos alemanes arrebataban continuamente las conquistas UNTREF VIRTUAL | 1
políticas obtenidas por la burguesía, por el propio desarrollo de
las fuerzas productivas se veían obligados a otorgarle concesio-
nes en el dominio de la política económica. En 1818 se creó la
Tarifa proteccionista en Prusia -uno de los principados más
maduros- y en 1827 se fundó el Zollverein (Unión aduanera ale-
mana), que alcanzó plena vigencia después de la guerra con
Austria, en 1866. Desde esta fecha puede considerarse realiza-
da desde el punto de vista económico la revolución nacional ale-
mana. Bismarck lleva adelante en 1870 la principal consigna
política y jurídica de la burguesía, cuya importancia histórica
para la clase obrera alemana: resumió Marx en un significativo
aforismo: "Para los obreros, todo lo que centralice a la burgue-
sía es por supuesto favorable". El puño del "canciller de hierro"
cumplió esa tarea progresiva con medios reaccionarios: el ejér-
cito prusiano, guardia de corps del viejo aparato feudal, realizó
la unificación alemana a espaldas de las masas. Desde mucho
tiempo antes Marx y Engels habían juzgado imprescindible esa
expulsión de las impurezas orgánicas heredadas de los viejos
estados para fundar una moderna plataforma en la lucha políti-
ca del proletariado. La paradoja fue que un "junker", con un ejér-
cito "junker" (feudal por su espíritu y composición políticos, bur-
gués por su técnica) realizó una revolución "desde arriba cuyos
frutos aprovecharía la insignificante y cobarde burguesía alema-
na. "Al miserable estado en que se encuentra la burguesía ale-
mana le debemos el hecho de que ésta guerra haya sido ordena-
da por Guillermo I, Bismarck y Cía., y que debamos hacer decir
misas por su glorificación pasajera si la conducen con éxito. Es
por cierto muy desagradable, pero no se puede cambiar. Pero
magnificar el antibismarckismo al punto de transformarlo en el
único principio conductor, sería absurdo. En primer lugar, Bis-
marck, igual que en 1866, nos está haciendo un poquito de nues-
tro trabajo, a su manera y sin proponérselo, pero de todos modos
lo está haciendo. Nos está limpiando el terreno mejor que antes".
Así estimaba Engels el carácter contradictorio, pero inequívoco,
de la unificación alemana.
En Europa oriental la organización de los Estados centralizados
se realizó antes de la destrucción del feudalismo, por exigencias
defensivas contra las invasiones turcas y mongoles. La consti-
tución de esos estados revestió un carácter mul tinacional
(Rusia, Austria, Hungría) singularizado por la opresión de varias
nacionalidades por otras más poderosa. Las naciones burgue- América Latina: Un
sas occidentales nacían a la vida histórica sin problemas inter- Pais
nos de opresión nacional, a diferencia de los Estados multina- Su Historia
cionales del oriente europeo, que al subyugar en el seno de sus Su Economia
estados centralizados a pequeñas nacionalidades preparaban Su Revolución
inevitablemente futuros estallidos revolucionarios. De ahí la im-
portancia que para el triunfo de la revolución rusa determinó la
opresión de los grandes rusos sobre las nacionalidades "alóge-
Jorge Abelardo
nas" en el viejo imperio zarista. Ramos
El Problema En La Epoca Imperialista
El segundo período histórico de la cuestión nacional está seña-
lado por el nacimiento del imperialismo. Corresponde a esta
fase la transformación de los antiguos Estados nacionales del
Occidente capitalista en Estados "multinacionales", eufemismo
empleado para designar la desvergonzada apropiación de nue-
vos territorios por medio de la fuerza. Asistimos en esta etapa
a la integración no ya de las naciones sino de los imperios, y a
la inmersión del problema nacional en la cuestión colonial. El
imperialismo es la transición hacia una forma de capitalismo
moribundo, cuya esencia económica es el monopolio.
Para las potencias europeas qué en el "pacífico" siglo XIX con-
trolaban una ínfima parte de los continentes atrasados (Asia,
Africa, América Latina), su política colonial no era monopolista,
es decir, procedían según las reglas de la abundancia: era un
tipo de "ocupación libre". Pero en la etapa imperialista, todos los
territorios coloniales ya se han repartido, lo mismo que las zonas
de influencia. Más necesitado aún de territorios económicos que
en su afable ciclo anterior, el imperialismo procede a una redis-
tribución periódica del mundo colonial. La penetrante observa-
ción de Clausewitz cobra aquí pleno valor: "La guerra es la con-
tinuación de la política, pero por otros medios". El apetito de ma-
terias primas, combustibles y mano de obra barata, una irrefre-
nable necesidad de nuevas zonas para la inversión de capitales,
el control de las comunicaciones, y la disputa feroz por los mer-
cados mundiales, son otros tantos signos distintivos del imperi- UNTREF VIRTUAL | 2
alismo contemporaneo. Los elementos históricos nacidos del
viejo estado, nacional (la libre concurrencia, el racionalismo, la
prudente moral burguesa, la democracia parlamentaria), son
barridos como escorias del pasado. El estado nacional es tras-
cendido. Las guerras devastadoras entre las potencias imperia-
listas rivales o el "talón de hierro" fascista contra el proletariado
llegan a ser las armas primordiales en la lucha moderna por la
plusvalía mundial. El imperialismo se convierte en el más pode-
roso freno para los países atrasados que desean alcanzar el ni-
vel económico posibilitado por la técnica. Aliado con las clases
nativas más reaccionarias, estrangula la vida económica de los
países coloniales y semicoloniales al mismo tiempo que les nie-
ga el disfrute de los derechos y libertades políticas básicas.
El bolchevismo de la época de Lenín y Trotsky tuvo el privilegio
de señalar la fusión íntima del problema nacional y la cuestión
colonial, como un factor poderoso de la revolución contempo-
ranea. "¿Cuál es la idea más importante, la idea fundamental de
nuestras Tesis? - preguntaba Lenin en el Segundo Congreso de
la Internacional Comunista-. Es la distinción entre pueblos opri-
midos y pueblos opresores. Nosotros subrayamos esta distinción
en oposición a la II internacional y a la democracia burguesa".
A la época de desarrollo preimperialista del capitalismo, corres-
pondió simétricamente la consolidación de la socialdemocracia,
que de partido de la aristocracia obrera se convirtio en agente
de la burguesía entre el proletariado. En este idílico periodo de
fines de siglo los dirigentes de la II Internacional estudiaron el
problema nacional, pero con una limitación su interés fué rete-
nido únicamente por algunas nacionalidades que sin ironía po-
dríamos llamar "oprimidas privilegiadas". Los sensatos social-
demócratas no concedían su tiempo sino a irlandeses, checos,
polacos, finlandeses, servios, armenios, judíos y otras naciona-
lidades de la Europa "civilizada". Excluían casualmente de sus
eruditos estudios a los hindúes, africanos, indochinos, indone-
sios, arabes, latinoamericanos... a las tres cuartas partes de la
humanidad!
Es justamente esa importante porción de la población mundial,
la que por rara coincidencia proporcionaba a la burguesía impe-
rialista europea y americana los superbeneficios que, le han per-
mitido hasta hoy corromper a parte de su proletariado y remachar América Latina: Un
los anillos en las narices de los diputados socialdemócratas. Pais
Su Historia
La descomposición de la III Internacional después de la muerte Su Economia
de Lenín, fué un movimiento reflejo de la burocratización cre- Su Revolución
ciente del Estado soviético. Esa declinación corrompió su tradi-
ción ideológica en la cuestión nacional. La Internacional Comu-
nista jugó cada vez más el rol de oficina política de la diploma-
Jorge Abelardo
cia burocrática. El Thermidor soviético encontró su manifes- Ramos
tación trágica en la política china; de "firme aliado" puesto en las
nubes por Moscú, Chiang-Kai-Shek descendió a verdugo de los
proletarios de Oriente (1925-1927). Tal fué el resultado de la so-
breestimación del carácter "revolucionario" de la burguesía colo-
nial. La crisis histórica de la Internacional Comunista asumió un
carácter oficial con la política suicida del partido comunista ale-
mán en 1933, que cedió las calles y el poder a Hitler. A partir de
esa derrota, la burocracia tendió a obtener un acercamiento con
las "democracias" occidentales (Frentes Populares) esto aca-
rreó una ruptura aguda con la politica colonial leninista. La Inter-
nacional Comunista llegó a "fascistas" o "nazis" (y ese período
de decoloración ha sido superado) a todos los movimientos
nacidos en las colonias de los países imperialistas con los que
la burocracia soviética intentaba lograr un acuerdo: India, Amé-
rica Latina, etc. El período de "unión sagrada" durante la última
guerra imperialista representa el grado más abyecto de esa
política.
La crisis postbélica de los antiguos aliados "amantes de la paz",
obliga al stalinismo a un nuevo viraje en la cuestión colonial,
como en todas las demás. Los obreros avanzados, sin embar-
go, están aprendiendo ya a distinguir al leninismo genuino de su
actual caricatura burlesca.
Sobre la Cuarta Internacional recae la inmensa tarea de unir a
los explotados del mundo colonial bajo la bandera del marxismo.
Podemos y debemos encontrar el camino a la conciencia de los
obreros negros, chinos, hindúes, y de todos los oprimidos del
océano humano de las razas de color, a quienes pertenece la
palabra decisiva en el desarrollo del género humano". Estas pa- UNTREF VIRTUAL | 3
labras de León Trotsky están incluídas en su carta "Más cerca
de los obreros de color!"; que señala incisivamente el deber de
los revolucionarios metropolitanos hacia el proletariado de los
países atrasados y condena todo orgullo racial aun embrionario
hacia los hermanos de clase de razas diferentes. Al eminente
compañero de Lenin, corresponde, precisamente, la iniciativa
de haber planteado por primera vez en la literatura marxista la
tarea central de la revolución latinoamericana. En 1934, el Se-
cretariado de los bolcheviques-leninistas publicó un documento,
escrito por Trotsky, titulado "La Cuarta Internacional y la guerra".
En ese trabajo se expresan claramente los términos del proble-
ma nacional en América Latina: "La América del Sur y Central
sólo podrán liberarse del atraso y de la servidumbre por la unión
de todos sus estados en una poderosa federación. Esta gran-
diosa tarea histórica está destinada a ser realizada, no por la
atrasada burguesía latinoamericana, agencia totalmente prosti-
tuída del imperialismo extranjero, sino por el joven proletariado
latinoamericano, líder del destino de las masas oprimidas. En
consecuencia, la consigna de lucha contra la violencia y las intri-
gas del capitalismo mundial y contra el trabajo ensangrentado
de las camarillas indígenas de "compradores", es los Estados
Unidos Soviéticos de Centro y Sud América". La fórmula de
Trotsky poseía un contenido legítimo. Así lo ha confirmado la
historia de nuestros días; y las lecciones de esta última, a su
vez, nos han permitido descifrar la clave de nuestro pasado.
La ley del desarrollo desigual, calificada por Lenín como una ley
absoluta del capitalismo, opera de un modo acusado en el pe-
ríodo imperialista. Esta ley se manifiesta mundialmente por la
existencia de un pequeño grupo de naciones explotadoras, diri-
gidas por el capital financiero, un grupo un poco más amplió de
países capitalistas menores, algunos dependientes y un vasto
sistema colonial. La diferente correlación del proceso económi-
co y político, ya planteada en los comienzos del régimen capita-
lista, asume en nuestro tiempo enormes proporciones. Cuando
el capitalismo ingresa en la historia encuentra un mundo con
distintos grados de evolución económica, política y cultural. El
poderoso impulso del capitalismo no hace más que desarrollar
esas diferencias, agregándoles sus propias contradicciones en
una escala mundial, retrasando algunos países o continentes,
empujando otros hacia adelante, según las cambiantes condi-
ciones políticas y financieras de su curso, y la influencia de los América Latina: Un
factores geográficos e históricos previos. Pais
Su Historia
Su Economia
América Latina y Su Problema Nacional Su Revolución
Es en esta epoca en pleno siglo XX, que la cuestión nacional ha-
ce su aparición en América Latina. Si este problema despliega
Jorge Abelardo
hoy su verdadera magnitud, no es porque nuestro concepto for- Ramos
me parte de un mundo en expansión triunfante, como las nacio-
nes que pugnaban por constituirse en el pasado siglo, sino por
una infracción al esquema tradicional. Es la del capitalismo impe-
rialista y no su desarrollo la fuerza motora de este tardío proceso.
En América Latina no se ha reproducido el itinerario clásico de la
evolución económica, que comienza en el comunismo primitivo y
culmina con el capital financiero. Por el contrario, el desarrollo
combinado, que es una variante del desarrollo desigual, ha traza-
do sobre el mapa histórico del continente una extraña amalgama
de períodos diferentes: junto a la última expresión de la técnica
industrial sobreviven las formas de producción más elementales.
En las minas de estaño del grupo Patiño, en Llagaba, levantan su
imponente estructura las instalaciones mecánicas más modernas
de Bolivia. En los miserables campos adyacentes, campesinos
quechuas labran la tierra con arados de madera, inmodificados
desde los Incas. Estas aleaciones monstruosas son rasgos nor-
males de la penetración imperialista en América Latina.
En su período de consolidación nacional, los países adelanta-
dos prepararon su etapa imperialista acoplando a su economía
la de los países atrasados. Tal fue el rol de Inglaterra y Estados
Unidos. Por la desfiguración del desarrollo histórico indepen-
diente del continente latinoamericano, extrajeron la plusvalía ne-
cesaria para supercapitalizarse. El capitalismo europeo y más
tarde el imperialismo, modelaron la economía del continente de
acuerdo a las exigencias rítmicas de su política mundial, deriva-
da a su vez de la evolución al imperialismo. Los factores geográ-
ficos, climáticos y geológicos que habían originado inicialmente
ciertas características s económicas en las colonias españolas
(minería en el Bajo y Alto Perú, ganadería en Argentina, Uru- UNTREF VIRTUAL | 4
guay y Venezuela, café en Brasil, azúcar en Cuba, cacao en
Ecuador), se convirtieron por obra del capital extranjero en cate-
gorías económicas de dimensiones hipertróficas, volviéndose
insuperable? obstáculos históricos para un desarrollo diversifi-
cado de las fuerzas productivas.
Los Estados Unidos fueron en América Latina los más decididos
sostenedores de la unilateralidad económica, y al mismo tiempo
los enemigos tenaces y pérfidos de su unificación, única salida
para una incorporación efectiva del continente al mundo moder-
no. "Los Estados Unidos, que basaron su grandeza nacional en
la unificación de sus estados, impiden que los pueblos de Lati-
noamérica hagan lo mismo. Los civilizadores cierran el paso a
los que se civilizan", escribía Trotsky. Las economías monocul-
toras de los pequeños estados latinoamericanos han sido liga-
das al mercado mundial controlado por el imperialismo. Esta su-
bordinación condujo a una inestabilidad social crónica, pues las
críticas alternativas del régimen capitalista internacional casti-
gan el standard de vida de los países atrasados; la ausencia de
defensas económicas orgánicas los hace víctimas inmediatas de
las convulsiones mundiales. A este hecho se añade que el impe-
rialismo, para reducir su propia crisis redobla la explotación colo-
nial, cercenando salarios y profundizando la miseria nacional.
La política británica y norteamericana en América Latina durante
el siglo XIX consistió, según hemos visto, en paralizar el desa-
rrollo económico con la ayuda de los explotadores nativos, vin-
culados al comercio de exportación. La viabilidad de su política
constrictora quedó establecida al fragmentar el continente en un
mosaico de pequeños estados, fácilmente manejables por sepa-
rado. América Latina, por razones derivadas del atraso español,
llegó demasiado tarde a la historia mundial. Los fundamentos
materiales de su revolución burguesa, cuyo primer y más impor-
tante objetivo era la unificacion nacional, fueron ahogados por el
imperialismo. Es obvio que España había legado su particula-
rismo feudal, facilitando en cierto sentido la desarticulacion deli-
berada promovida por el capitalismo extranjero.
La creación de un estado único en América Latina ha alcanza-
do conciencia teórica solamente en nuestros días. Tampoco se
trata de un accidente. Recién ahora nuestra cuestión racional ha
manifestado la soltura y plenificación de sus fuerzas internas. América Latina: Un
Sus cimientos fueron construídos por las tres grandes crisis del Pais
imperialismo: la guerra imperialista N° 1, la depresión de 1929, Su Historia
la guerra imperialista N° 2. Al quebrantar las relaciones econó- Su Economia
micas tradicionales con las metrópolis, la crisis actuó como pro- Su Revolución
pulsora de la industria nacional: Argentina, Brasil, México y otros
estados vieron surgir una burguesía nativa. Aprovechando el
odio de las masas contra el imperialismo, esta burguesía semi-
Jorge Abelardo
colonial se apoyó algunas veces sobre ellas para negociar me- Ramos
jores condiciones con el opresor extranjero. En, todos los casos
esas fricciones ayudaron involuntariamente a elevar el nivel polí-
tico y la conciencia revolucionaria de las masas, y en primer lu-
gar, del proletariado.
En la cuestión nacional latino-americana se engendra y acentúa
cada vez más poderosamente la cuestión social. Con la fuerza de
la evidencia empieza a comprenderse que la única clase capaz
de resolver intrépida y profundamente la tarea de unificar América
Latina, consumar la revolución agraria y expulsar al imperialismo
es la clase obrera. Las medidas socialistas emergerán de tan
grandiosa lucha, para amalgamarse con las tareas nacionales en
el proceso de la revolución permanente.
La cuestión nacional en América Latina ha venido a plantearse,
en resumen, cuando la tarea histórica de nuestro tiempo es la
abolición de las fronteras nacionales y la organización socialista
de la economía mundial. Sin embargo, lejos de significar una
aberración, una debilidad o un obstáculo al proceso internacio-
nal de la revolución, la cuestión nacional y colonial en nuestra
época es uno de los más poderosos factores para que la crisis
interior y exterior del imperialismo alcance su plenitud. La reso-
lución de las tareas nacionales no verificadas por la burguesía,
ha pasado por completo a manos del proletariado moderno, tan-
to de los países avanzados como de los atrasados.
Descifrar las peculiaridades de América Latina en su incorpo-
ración a la historia mundial, es el propósito declarado de este
libro. Sin embargo, antes de abordar los problemas políticos que
todo examen teórico implica, hemos considerado necesario son- UNTREF VIRTUAL | 5
dear la historia de la fragmentación nacional de Latino América.
El desarrollo de la Argentina ocupa preferente lugar en dicho América Latina: Un
examen. Pais
Su Historia
Para comprender su presente, será forzoso conocer las causas Su Economia
remotas que lo prefiguran, y que arrancan del atraso de la vieja Su Revolución
España, de su descubrimiento y de su aventura americana.

Jorge Abelardo
Ramos

UNTREF VIRTUAL | 6

Capitulo XI. La Revolución
De Junio y Su Proceso
A burguesía industrial argentina encontró las fuerzas motrices
de su desarrollo en las cuatro crisis mundiales del régimen capi-
talista: 1873, 1914, 1929 y 1939. Es indiscutible que la ley del
desarrollo desigual del capitalismo postergó históricamente el
crecimiento industrial de los países atrasados; las convulsiones
imperialistas aflojaron su asfixiante abrazo empujando al mundo
colonial a una intensa y breve industrialización: Argentina, India,
Egipto, Australia.
El significado de esta evolución así como el de la lucha contra
el imperialismo fue trazado claramente por Lenin en sus "Tesis
sobre la cuestión nacional y colonial": "La dominación extranjera
obstaculiza el libre desarrollo de las fuerzas económicas. Es por
esto que su destrucción es el primer paso de la revolución en las
colonias y es por esto que la ayuda aportada a la destrucción de
la dominación extranjera en las colonias no es, en realidad, una
ayuda al movimiento nacionalista de la burguesía indígena, sino
la abertura del camino para el proletariado oprimido. Existen en
los países oprimidos dos movimientos que cada día se separan
de más en más: el primero es el movimiento burgués democráti-
co nacionalista que tiene un programa de independencia políti-
ca y de orden burgués; el otro es el de los campesinos y obre-
ros, ignorantes y pobres, por su emancipación de toda clase de
explotación".
El Gobierno Militar
Cuando estalló la revolución militar, la burguesía industrial no
existía políticamente. La economía había sufrido, sin embargo,
un cambio en su estructura. El poder monopolizado por los te-
rratenientes ya no representaba la verdadera relación de fuer-
zas de la clase dominante. La oligarquía dirigía el país como por
derecho divino. Pero las cifras prepararon sarcásticamente su
respuesta a un régimen político sentenciado.
En 1937, según Bunge, el valor de la producción agropecuaria
América Latina: Un
alcanzó a $ 4.017 millones de pesos y el valor agregado por la
industria a $ 2.633 millones. En 1943, el valor agregado por la Pais
industria superaba en varios centenares de millones a la produc- Su Historia
ción agropecuaria. Su Economia
Su Revolución
Orientada como siempre hacia los mercados exteriores, la oligar-
quía ya se sobrevivía en el poder. Un millón de obreros industria-
les (en 1949, ya un millón y medio) permanecían al margen de la
Jorge Abelardo
vida pública y aún de la vida sindical, pues las grandes organiza- Ramos
ciones obreras dirigidas por los burócratas socialistas y comunis-
tas sólo agrupaban a las capas obreras más privilegiadas, influí-
das generalmente por la propaganda "democrática". La burguesía
industrial se había concentrado, siguiendo la orientación geográ-
fico-económica impuesta por el imperialismo, en la periferia de la
Gran Buenos Aires; con ella se había creado un cinturón proleta-
rio que daría una sorpresa plebeya a la política argentina.
Rawson, Ramírez y Farrell fueron los jefes públicos de las tenden-
cias militares después del 4 de junio. Todos ellos fueron expresión
de las luchas internas del ejército, que buscaba una solución es-
table para los formidables problemas que acarreaba el goce del
poder. La neutralidad sostenida por el ejército frente a la guerra
imperialista, estableció una paradoja. Mientras los civiles "demo-
cráticos" (pacifistas profesionales), pugnaban por sumergir al país
en la guerra mundial de bandidos, los militares "nazis" (profesio-
nales de la guerra) lo apartaban del sucio y sangriento negocio.
Pero un análisis de las clases actuantes mostraría que la parado-
ja era más aparente que real. El ejército creyó que defendía la
"soberanía nacional". Aunque no le faltaba algo de razón, lo cier-
to es que protegía en su gran oportunidad a la burguesía indus-
trial. El ejército fue su partido político inconsciente; la burguesía
industrial no comprendió tampoco el rol objetivo de los militares.
Perón se elevó sobre ambos como el político consciente de la
nueva clase; la inepcia de ésta última lo movió a buscar en el e-
jército y en el proletariado los dos puños de su política.
A pesar del régimen convulsivo del período militar, el coronel
Perón dirigió basicamente la orientación económica, la política
social y las relaciones exteriores. De su perspicacia sobre el dis- UNTREF VIRTUAL | 7
positivo de las clases actuantes extrajo todo su poder. Su ambi-
ción personal, que la ceguera opositora exageró monstruosa-
mente hasta convertirla en el origen de vagos complots "nazis", no
jugó en el proceso más que un rol conexo, aunque espectacular.
El régimen militar disolvió el Parlamento, intervino las provincias,
removió algunos jueces, prohibió los partidos tradicionales. Estos
últimos, por el tipo combinado de nuestra economía, tenían un
carácter contradictorio, pues coexistían en ellos tendencias repre-
sentativas de la burguesía nacional o del imperialismo. La revolu-
ción de junio puso en marcha un proceso crítico que reubicó a las
tendencias políticas, según sus fundamentos de clase.
La Corte Suprema, amaestrada históricamente en el servicio
doméstico de la oligarquía, se apresuró en una acordada a re-
conocer el nuevo gobierno, mostrando el más doctrinario interes
en conservarse a si misma.
Continuando y profundizando la política de Castillo, el gobierno
militar inició abiertamente una política nacional burguesa: allanó
la Compañía Argentina de Electricidad y la Italo, interviniendo su
contabilidad; intervino la Corporación de Transporte; expropió la
Compañía Primitiva de Gas; estudió las bases para una nueva
tarifa de avalúos aduaneros; creó el Banco de Crédito Industrial;
desarrolló las industrias militares. Después de diez años de in-
terrupción volvió a funcionar el Ferrocarril Trasandino, que une
el país a Chile, iniciando una política destinada a culminar con
la unión aduanera. Se fletaron las primeras unidades para la
Flota fluvial de carga, con el fin de incrementar la vida comercial
de los pueblos del interior.
A todo esto el imperialismo vigilaba. El momento de poner el
grito en el cielo había llegado: los gobiernos del interior (Cór-
doba, Buenos Aires, Catamarca, Corrientes, Tucumán, Mendo-
za, Santa Fe y Salta) expropiaron servicios de agua corriente,
electricidad (yanquis) y tranvías. ¡El gobierno argentino era "fas-
cista"! La balanza estaba inclinada por la frase feliz.
Se desató entonces una violenta campaña continental - con un
substancioso apoyo local- en pro de "la libertad de comercio" y
de las otras libertades. El imperialismo yanqui olvidaba pruden-
temente -Londres prefirió no recordárselo- que hacía dos siglos América Latina: Un
la burguesía norteamericana era proteccionista contra la libre- Pais
cambista Inglaterra. Es cierto que en aquella época la oligarquía Su Historia
algodonera del Sur estadounidense era socia de la industria tex- Su Economia
til inglesa. La historia se repetía, aunque Wall Street omitiera sus Su Revolución
lecciones.
Durante toda esta campaña, que fundamentalmente no ha termi-
Jorge Abelardo
nado, el imperialismo yanqui no disimuló su propósito de reser- Ramos
var para sí la herencia colonial inglesa. La política nacionalista
argentina era un serio obstáculo, a la vez que un pernicioso ejem-
plo. La industrialización argentina y la unificación latinoamericana
surcaban como fugaces espectros por el Departamento de Esta-
do. Por su parte, Gran Bretaña mantenía una despechada pasivi-
dad frente a la ofensiva yanqui.
El Nuevo Régimen Y La Clase Obrera
En los seis primeros meses del régimen militar se desarrolló con-
tra el movimiento obrero una brutal ofensiva: clausura de sindica-
tos, detención de sus dirigentes y activistas, supresión de la pren-
sa revolucionaria. A partir del 2 de diciembre de 1943, en que el
coronel Perón tomó la dirección de la Secretaría de Trabajo y Pre-
visión, la orientación gubernamental modificó su rumbo.
Las grandes organizaciones sindicales estaban dirigidas por vie-
jos burócratas educados en el servilismo hacia la burguesía na-
cional (tendencia de la USA) o del imperialismo "democrítico"
(tendencia de la CGT, orientada por socialistas, sindicalistas y
comunistas).
"Desde la invasión de Rusia por los ejércitos hitleristas - decía
"Frente Obrero"- se llevó por parte de los stalinistas y socialistas
del grupo Pérez Leirós, una política obrera coincidente que ten-
día a transformar toda lucha proletaria por reivindicaciones in-
mediatas en una lucha por la unidad nacional, que impulsaría la
declaración de guerra al Eje. Por ejemplo: la agitación en el gre-
mio metalúrgico -en el que se presentaban condiciones por de- UNTREF VIRTUAL | 8
más favorables- se desvió en el sentido de vocingleros pedidos
al gobierno de Castillo para que rompiera relaciones con el Eje
y evitara la paralización de la industria metalúrgica, que, según
ellos, sobrevendría a consecuencia del bloqueo económico de
los Estados Unidos (el ingente desarrollo posterior de la indus-
tria metalúrgica demostró que la previsión de Girardi y Cía. era
una patraña miserable, tendiente a desviar el movimiento de su
propio cauce).
"En otros gremios, como los frigoríficos, en que el principal mer-
cado consumidor lo constituían las Naciones Unidas, la política
stalinista tuvo una variante no menos canallesca. Mientras hipó-
critamente simulaban hacer gestiones para conseguir mejoras,
sembraban un terrorismo ideológico contra cualquier brote huel-
guístico, afirmando: no hay que entorpecer la producción para
los ejércitos de la libertad. Mientras los obreros rojos dan su vi-
da en los campos de Ucrania, ningún obrero debe dejar de tra-
bajar (¡como si disminuir en algo las ganancias de los dueños
de los frigoríficos, pudiera influir en la defensa de la URSS!).
Despertaban la desconfianza contra los obreros que no resigna-
ban a dejar pasar ese momento favorable, acusándolos velada-
mente de agentes nazis".
La deserción del stalinismo asumió un doble carácter, nacional
y social: traicionó al proletariado como clase y al país como se-
mi-colonia oprimida. Esa traición de los viejos partidos obreros
prostituídos por el imperialismo o la burocracia soviética fue un
regalo del cielo para el coronel Perón. En realidad, formó su ca-
pital político.
Sin disminuir la intensidad de la represión hacia los sindicatos
dirigidos por stalinistas y socialistas, el coronel realizó una políti-
ca de división y absorción de los sindicatos, promovió la forma-
ción de nuevos dirigentes dóciles a su propia política, y conce-
dió mejoras económicas a grandes sectores del proletariado
que nunca habían sido organizados por los partidos tradiciona-
les y que constituían la nueva generación obrera. Apoyado en la
ola de prosperidad, dictó una serie de decretosleyes que forma-
ron un cuerpo de legislación social protectora de la clase obrera.
Aunque la burguesía industrial se mostró reacia a esas medi-
das, la lluvia de oro nacional permitió que Perón las impusiese
desde arriba, a la bonapartista. No vaciló en llamar al proleta- América Latina: Un
riado a defender sus conquistas con la lucha abierta. En ciertas Pais
oportunidades los obreros tomaron al pie de la letra la invitación Su Historia
y la sobrepasaron más allá de los límites del derecho burgués. Su Economia
En efecto, en numerosos conflictos, - rápidamente sofocados o Su Revolución
arreglados- los obreros ocuparon las fábricas, inaugurando en el
país los métodos revolucionarios más audaces.
Jorge Abelardo
El coronel Perón perseguía varios objetivos: barrer a los partidos Ramos
obreros desprestigiados en el movimiento obrero, creare una
base popular y subordinar al mismo tiempo las organizaciones
sindicales a la tutela del Estado, es decir, de la burguesía nacio-
nal. Es preciso recordar que el movimiento obrero había estado
durante décadas bajo la influencia del imperialismo y sus agen-
tes. La política de Perón, basada en el ascenso económico de la
burguesía industrial, encontró su más sorpresivo apoyo en el
abandono de sus deberes de clase por los viejos partidos y en el
impetuoso carácter que imprimió el alto índice de ocupación obre-
ra a la lucha por la organización sindical.
La inexistencia de un verdadero partido revolucionario le permi-
tió canalizar ese "boom" proletario. y utilizarlo para sus propios
fines. Sin embargo, el conjunto de la legislación social arranca-
do por el proletariado por su acción de clase a la burguesía, con
el apoyo de Perón, habría sido conseguido aún en mejores con-
diciones por una lucha independiente. El vacío dejado por el
partido revolucionario decapitó la autonomía del movimiento
obrero, en un momento excepcionalmente favorable para desli-
garse de la corrompida burocracia stalinista-socialista. No es o-
cioso aclarar que la "independencia" del proletariado en la épo-
ca del imperialismo es una ficción; esa "independencia" sólo
puede ser conquistada a condición de que los sindicatos sean
dirigidos por militantes revolucionarios, sin compromisos con las
clases enemigas o sus agentes políticos "obreristas".
El coronel Perón actuó sin estorbos. La radicalización mundial
de postguerra, cuyas profundas ondas afluyeron a la Argentina,
coincidió con el surgimiento de la burguesía nacional. Ella en-
contró en Perón a su más resuelto y lúcido político. Si la bur- UNTREF VIRTUAL | 9
guesía argentina en su rápido ascenso se halló personificada en
un militar, la radicalización del joven proletariado nacional no
encontró debidamente formado a su propio partido. Esos dos
caminos de clases diferentes cruzados en un punto. dieron por
resultado el peronismo. El apoyo del proletariado permitió al co-
ronel Perón elaborar, una política nacional consistente frente al
imperialismo. Simultáneamente, la clase obrera rompía sus la-
zos con los partidos obreros descompuestos hasta los huesos y
daba un nuevo paso de avance hacia su próxima e inevitable
independencia de clase.
Dicho de otro modo, la clase obrera retiró su apoyo al imperia-
lismo y lo otorgó a la burguesía nacional. La vanguardia revolu-
cionaria pagaba con esos altos intereses la lentitud de su desa-
rrollo como partido.
La política obrera de Perón ha sido calificada muy diversamente
por la "oposición democrática". Lo cierto es que en su realiza-
ción el coronel se vio obligado a emplear un lenguaje que era el
único que podía entender la clase trabajadora. Desde los bal-
cones de la Secretaría de Trabajo y Previsión llegó a citar las
palabras de Marx: "La emancipación de los trabajadores ha de
ser obra de los trabajadores mismos".
Toda una generación obrera ha sido educada en ese idioma po-
lítico que, bajo las guirnaldas patrióticas, inasimilables por el
proletariado, constituyen las primeras letras de su alfabeto revo-
lucionario. El orgullo de clase despertado no volverá atrás. Y las
conquistas sociales serán un clavo ardiendo en las manos de la
burguesía. En tales elementos se encierra el explosivo secreto
de las batallas que librará nuestro proletariado en el proximo
mañana.
¿Cómo explicar la "demagogía" de Perón? No hay en esto nada
enigmático. El coronel representó a la misma burguesía lati-
noamericana que, con el general Lázaro Cárdenas, expropió el
petróleo imperialista, apoyada en las amplias masas obreras y
campesinas.
La brutal extorsión económica que el imperialismo realiza en los
países atrasados y que ya hemos aludido repetidas veces, mue- América Latina: Un
ve a veces a la burguesía nacional a apoyarse en su propio pro- Pais
letariado. Su Historia
Su Economia
Trotsky ha escrito luminosas líneas sobre este asunto: "... el Su Revolución
gobierno nacional, en la medida en que procura resistir al capi-
talismo extranjero, está obligado en mayor o menor grado a apo-
yarse en el proletariado. Por otra parte, los gobiernos de esos
Jorge Abelardo
países atrasados que consideran inevitable o mas provechoso Ramos
marchar hombro contra hombro con el capitalismo extranjero,
destruyen las organizaciones obreras e implantan un régimen
más o menos totalitario. Así, la debilidad de la burguesía nacio-
nal, la ausencia de una tradición de gobierno comunal propio, la
presión del capitalismo extranjero y el crecimiento relativamente
rápido del proletariado mina las bases de cualquier clase de ré-
gimen democrático estable. Los gobiernos de países atrasados,
es decir, coloniales y semi-coloniales, asumen en todas partes
un carácter bonapartista o semi-bonapartista; difieren uno de
otro en esto: que algunos tratan de orientarse en una dirección
democrática, buscando apoyo en los trabajadores y campesi-
nos, mientras que otros instauran una forma de gobierno cerca-
na a la dictadura policíaco-militar. Esto determina asimismo el
destino de los sindicatos. Ellos están bajo el patronato especial
del Estado o sometidos a cruel persecución. El tutelaje por parte
del Estado está dictado por dos tareas que éste tiene que
afrontar: 1) : Atraer a la clase obrera, ganando así un apoyo para
su resistencia contra las pretensiones excesivas de parte del im-
perialismo; 2) : Al mismo tiempo, regimentar a los trabajadores,
poniéndolos bajo el control de una burocracia".
A diferencia de Chile, Brasil o Perú, la burguesía argentina se ha
orientado, hasta ahora, en un sentido democrático, utilizando a
la clase obrera en sus escaramuzas con el imperialismo. Este
apoyo no lo obtuvo sin pago riguroso. Una formidable red de
sindicatos y una legislación social de lo más completa que pue-
de esperarse en un país semi-colonial en la época del imperia-
lismo, ayudaron al proletariado argentino para expandir su fuer-
UNTREF VIRTUAL | 10
za y estructurarla. Dejando de lado su cubierta "nacional" esa
fuerza desnudará en el momento oportuno su fisonomía revolu-
cionaria: es una bomba de tiempo.
La Situación Nacional. La Politica Mundial. La Presión
Del Imperialismo
La revolución de junio estalló en momentos en que la suerte de la
guerra imperialista no había madurado para una decisión. El régi-
men militar evolucionó rítmicamente con la situación europea.
Sus primeras medidas económicas fueron replicadas por el im-
perialismo yanqui con una campaña redoblada -periodística, di-
plomática, financiera- que por su perfidia y particular carácter
canallesco evocó la ofensiva británica contra México con moti-
vo del petróleo. La oligarquía, con sus cohortes estudiantiles y
los partidos "democráticos" amplió su eco en el país. Hasta ese
momento el proletariado se mantuvo políticamente indiferente:
los denodados intentos del stalinismo para movilizar en defensa
de la "democracia" a los obreros qué había traicionado hasta el
día anterior, concluyeron en uri fracaso patético. La clase obrera
les volvió la espalda.
Las fracciones militares que luchaban por el poder estaban in-
fluídas por fuerzas de distinta naturaleza. Los principales círcu-
los de la Armada escuchaban con preferencia la arrulladora voz
del imperialismo; el Ejército era predominantemente "naciona-
lista". Pero cuando la derrota del Eje fué evidente en la arena
mundial y la política obrera de Perón aterró a la propia y mez-
quina burguesía industrial, que no veía más allá de sus planillas
de pago, la ofensiva oligárquica imperialista alcanzó su "climax".
La personalidad del embajador Braden, que en el Caribe llama-
ran "embajador en mangas de camisa", determinó férreamente
la orientación de la "oposición democrática".
Los núcleos de la pequeña burguesía estudiantil -la triste gene-
ración del 45- asumieron cada vez más un franco caracter impe-
rialista. El dinero de la oligarquía terrateniente proveyó impren-
tas clandestinas y armas automáticas: fué el cemento del hero-
ico "maquis" yanqui-argentino. La Marcha de la Constitución y
de la Libertad, realizada el 17 de septiembre de 1945 como un América Latina: Un
desfile arrogante de la coalición imperialista "democrática", per- Pais
mitió reunir a Rodolfo Ghioldi, Antonio Santamarina, Nicolás Su Historia
Repetto y Joaquín de Anchorena bajo una misma bandera. ¡Qué Su Economia
noble unión! Se suponía en el Departamento de Estado que esa Su Revolución
imponente demostración de fuerzas bastaría para decidir a las
cumbres del Ejército a desplazar del poder a Perón. No se equi-
vocaban los "expertos" de Washington.
Jorge Abelardo
Ramos
El predominio mundial de los Estados Unidos después de la de-
rrota de Alemania tiñó su política de un carácter provocador. La
diplomacia yanqui veía en la política nacionalista del grupo Fa-
rrell - Perón una base eventual para la creación de un Estado la-
tinoamericano que destruiría el poder yanqui en el continente.
Sobre dicha valoración Braden realizó intensos preparativos pa-
ra el derrocamiento del gobierno. La presión sobre las fuerzas
armadas llegó a una concentración tal, que el 8 - 9 de octubre de
1945 la oficialidad de Campo de Mayo dio un golpe de estado.
Detenido Perón, como resultado del "clamor público", se ofreció al
Procurador General de la Nación, Dr. Juan Alvarez, la formación
de oun gabinete oligárquico de "conciliación nacional". Planteada
la nueva situación, las fuerzas se dividieron: la Armada propuso
entregar el gobierno a la Suprema Corte (agente directo de la oli-
garquía, pero el Ejército, representado por el coronel Avalos, trató
de llegar a un acuerdo con el jefe del radicalismo yrigoyenista-
nacionalista, Sabattini, para una continuación de la política ante-
rior bajo nuevas formas.
Mientras la oligarquía semi triunfante elevaba himnos en sus sa-
lones, en las altas esferas militares se jugaba la suerte del po-
der. Algo extraño -no obstante- comprometió el delicado equili-
brio obtenido. El cinturón rojo de Buenos Aires realizó el 17 de
octubre una impresionante demostración de las fuerzas obreras.
La clase obrera argentina barrió de las calles, en una marea
incontenible, a la conspiración imperialista e impuso el regreso
de Perón, personificación episódica de sus conquistas sociales.
Con vertiginosa continuidad los acontecimientos mostraron a las
clases en su verdadera articulación. A muchos e insignificantes UNTREF VIRTUAL | 11
"marxistas" la política argentina de esos días hirvientes los vol-
vió menos marxistas y más insignificantes. Se les antojó que el
17 de octubre era una demostración de la "barbarie política" del
proletariado: tal juicio mostraba inequívocamente su propia bar-
barie. Bajo la hipnosis de la propaganda imperialista, el periódi-
co stalinista "Orientación" destiló el 24 de octubre su despecho
antiobrero:
"Pero también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de
desclasados haciendo vanguardia del presunto orden perònista.
Los pequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la
ciudad, no representan ninguna clase de la sociedad argentina.
Era el malevaje reclutado por la policía y los funcionarios de la
Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a la pobla-
ción". Así hablaba el stalinismo del proletariado argentino, al que
simultáneamente traicionaba.
La clase obrera cambió en pocas horas el curso de la política
nacional. Con la fuerza motriz del proletariado, el movimiento
nacional alcanzó su manifestación más acusada. Al defender a
Perón probó su voluntad de salvarguardar sus condiciones de
vida y de batir al imperialismo yanqui.
Cuando fué detenido el coronel, la burguesía industrial no com-
prendía aún su verdadero rol. Se replegó sin lucha, implorando
al cielo una buena solución aduanera. ¡Eso era todo! Los pelu-
cones de la oligarquía fueron extraídos de sus gabinetes. Las
venerables sombras conspiraron junto a Braden, seleccionando
fórmulas para devolver el poder al viejo régimen. En ese instan-
te preciso el proletariado impuso su vigoroso sello a los barrios
céntricos de la ciudad, transformando la situación bruscamente.
En un verdadero ensayo general revolucionario, a pesar de los
símbolos primarios que defendía, el proletariado expresó su
fuerza de clase derrotando a la coalición imperialista de un solo
golpe. La burguesía nacional, por medio de Perón, fué a su za-
ga, limando hábilmente las aristas del movimiento desplegado.
Las manifestaciones del 17 y 18 de octubre demostraron al Ejér-
cito que la política de Perón tenía un fuerte apoyo nacional. La
impopularidad de las fuerzas "democráticas" fué notoria: el gabi-
nete oligárquico del Dr. Alvarez se disipó en el curso de la lucha América Latina: Un
de masas. Las distintas fracciones militares no tuvieron más Pais
remedio que llegar a un acuerdo. Sus términos fueron simples y Su Historia
retrataron la verdadera situación del país: gobierno "neutral", Su Economia
manos libres a Perón para presentar su candidatura a la presi- Su Revolución
dencia con el apoyo del aparato oficial y garantía de comicios
limpios. El imperialismo había sufrido una nueva derrota. Las
"chusmas" obreras impusieron su propia decisión, inaugurando
Jorge Abelardo
una nueva época en la política argentina. Ramos
Farrell Y La Nacionalización Del Banco Central
Durante la última fase del gobierno de Farrell, influído todavía
por Perón, se preparó el camino a la política económica del futu-
ro gabinete con la nacionalización del Banco Central.
Los "socialistas" se apresuraron a pontificar desde "La Van-
guardia". Densos editoriales se esforzaron en probar que esa
nacionalización era un síntoma más de la "nazificación" del Es-
tado. Sin embargo, el Banco Central -que el imperialismo inglés
no pudo imponer ni a la India- estaba en manos del capital fi-
nanciero británico. Según podía comprobar cualquier escolar en
la contratapa de sus "Memorias", el directorio se integraba con
un representante del Banco de la Nación, con tino del Banco de
la Provincia, con uno por el Poder Ejecutivo, por tres de los ban-
cos nacionales, por dos de los bancos extranjeros y por cuatro
directores en calidad de agricultor (léase terrateniente), ganade-
ro, comerciante e industrial. La mayoría virtual de votos estaba en
manos de la banca inglesa, por medio de los múltiples lazos que
la unían a todo el sistema económico argentino. Gran Bretaña re-
gulaba de hecho la política económica nacional (que por casuali-
dad siempre coincidía con los intereses británicos) ; discernía el
manejo de divisas (indispensables para la selección del inter-
cambio y llaves maestras de la industrialización); y la emisión de
moneda (derecho privativo de cualquier país soberano). La na-
cionalización del Banco Central restituyó al Estado el manejo de
su política financiera. Como buen gobierno burgués, el de Fa-
UNTREF VIRTUAL | 12
rrell nacionalizó el Banco Central, indemnizando a los accionis-
tas por inversiones que ya habían reembolsado varias veces
con el sudor y la sangre de los trabajadores argentinos.
Wall Street Y La Lucha Electoral
La campaña electoral se desarrolló bajó la monstruosa presión
de la prensa y la radio imperialista, en el país y en el continente.
Esa propaganda intimidatoria desnaturalizó los términos reales
del problema político en juego. La publicidad norteamericana
desplegó su huracán de dólares en las tres Américas, tendien-
do una cortina de falsedad y cinismo pocas veces superada en
su rica história. El dramático duelo entre la "libertad" y el "despo-
tismo" volvía inútil toda explicación sensata, es decir, revolucio-
naria.
El Partido Socialista, al servicio de la oligarquía, conmovía su
público de estudiantes y abogados con vibrantes apelaciones a
la "ciudadanía". El stalinismo vivía un idilio público con Antonio
Santamarina; su prensa desbordaba desprecio hacia "los ma-
leantes del peronismo". Los radicales del Comité Nacional aren-
gaban a la pequeña burguesía urbana desde la tribuna costea-
da por la Compañía Argentina de Electricidad. El jockey Club y
el Centro de Ingenieros, la Universidad y los desiertos sindica-
tos "libres", el comercio y la ganadería, "La Prensa" y "La Na-
ción", la gente seria y solvente, las columnas del país, en fin, se
estrechaban en una compacta voluntad. Nadie estaba excluído
de ese sólido frente. Nadie, salvo la clase obrera. Porque el pro-
letariado se inclinaba hacia Perón, jefe de la burguesía nacional.
Ya liemos indicado las razones objetivas de ese apoyo. ¿Cuál
fue la posición de la vanguardia revolucionaria?
El Trotskysmo Y El "Apoyo Critico"
En la revista "Octubre", escribimos: "1°) Que la "Unión Demo-
crática" era el agente político directo del imperialismo yanqui en
el país, bajó la inspiración inmediata de la oligarquía indígena;
2°) Que Perón representaba a la nueva burguesía industrial
argentina, cuyos intereses entraban en relativo conflicto con los
grupos agropecuarios ligados al imperialismo anglóyanqui; 3°) América Latina: Un
Que la inexistencia de un partido revolucionario y las medidas Pais
obreristas y "antiimperialistas" de Perón habían movilizado a la Su Historia
clase obrera en su apoyo, despertándola de un letargo político Su Economia
de años; que en una lucha en la cual interveníandesnudamente Su Revolución
el imperialismo yanqui y la burguesía nacional industrial de un
país semicólónial, con el apoyo de amplias masas, era deber de
los revolucionarios apoyar críticamente a la burguesía del país
Jorge Abelardo
semi-colonial; 4°) Que este apoyo condicional nó significaba en Ramos
modo alguno sembrar ilusiones sobre el "antiimperialismo" de
Perón, sino ayudar a las masas, con el ritmo de su propia expe-
riencia, a comprender que solamente el proletariado argentino y
latinoamericano podrá luchar decididamente contra el imperia-
lismo, implantando su propio poder como caudillo de todas las
clases oprimidas y explotadas; 5°) Que este apoyo crítico debía
servir a la luz de los hechos sucesivos del peronismo en el
poder, para que las masas comprobaran la impotencia histórica
de la burguesía nacional de realizar las premisas de su propia
revolución y de unir a América Latina en un poderoso Estado na-
cional) ; 6°) Que esa circunstancia hacía recaer sobre los hom-
bros del proletariado la misión de resolver las medidas demo-
crático-burguesas que la burguesía era incapaz de realizar por
sí misma; y que, finalmente, la colocación en primer plano de la
lucha antiimperialista significaba, en este momento, un pasó im-
prescindible para la educación política del proletariado, para la
maduración de su conciencia acerca de sus tareas nacionales,
para el transito a un agudizado desarrollo de la lucha de clases
en el país".
La expresión "apoyo crítico" tuvo un curioso destino. Excluyendo
a los calumniadores profesionales que nos designaron como
"peronistas" -quizá para disimular que bebían en secreto el néc-
tar ideológico de Walter Lippman-, esta fórmula condicionada
originó comentarios más sutiles, pero no menos reaccionarios.
En realidad, nuestra posición no reclamaba para sí el mérito de
la "originalidad". Marx, Engels, Lenín y Trotsky fueron los emi-
nentes forjadores de la política nacional y colonial del proleta-
riado moderno. Si algún mérito podría reclamarse, es el de ha-
berla aplicado en el momento oportuno, arte específico de la UNTREF VIRTUAL | 13
función política. "Frente Obrero" ante todo, y "Octubre", tienen
derecho a reclamar ese privilegio, que destacó al trotskysmo ar-
gentino como la fracción más clarividente, profunda y audaz del
movimiento obrero.
Cuando Marx y Engels apoyaron a Lincoln, jefe de la burguesía
industrial norteamericana en su guerra contra la oligarquía agrí-
cola del Sur, diseñaban una pedagogía revolucionaria que no ha
perdido hoy un átomo de validez: ese apoyo situaba histórica-
mente los planos de la lucha política del proletariado. Su deber
en ese momento era limpiar la barbarie esclavista para unificar
la nación norteamericana y abrir la ruta a una verdadera lucha
de clases en todo el país, lucha que debería culminar con el de-
rrocamiento del propio Lincoln.
En el primer capítulo de este libro hemos citado las palabras con
que Engels reconocía la tarea cumplida por Bismarck en la unifi-
cación alemana: "...nos está haciendo un poquito de nuestro tra-
bajo, a su manera y sin proponérselo, pero de todos modos lo
está haciendo. Nos está limpiando el terreno mejor que antes".
Marx y Engels enjuiciaron la guerra contra el Segundo Imperio
de Napoleón III, en su primera etapa, como una lucha de interés
nacional para el pueblo alemán.
Como incluso la mala fe supone cierta consistencia, nuestros re-
gocijantes jueces se han visto forzados a tomar por un atajo (oh,
¡un inocente atajo!) : nuestro "apoyo crítico" no habría sido a la
lucha electoral o a determinadas medidas de nacionalización,
como explícitamente consta en "Octubre", sino a la "política de
la burguesía nacional en su conjunto". ¡ La mentira y la imbeci-
lidad forman aquí una tierna pareja! Pero todo aquello que no
llena un fin legítimo tiene vi a breve. Responderemos con Lenín:
"...la política del proletariado, en el problema nacional (como en
todos los demás problemas), sólo apoya a la burguesía en una
dirección determinada, pero nunca coincide con su política". A-
poyar la nacionalización de los ferrocarriles es propio de la polí-
tica marxista, pero obviamente no lo es sostener, por ejemplo,
la indemnización con que el gobierno burgués satisface a los
accionistas británicos. Si justipreciar progresivo el monopolio
estatal de la comercialización de cereales es correcto, deja de
serlo defender la enseñanza religiosa. ¡Etcétera, etcétera! América Latina: Un
Pais
Cuando Lenín luchó por el derecho de Irlanda a separarse de Su Historia
Inglaterra y elogió el heroísmo de los terroristas irlandeses -aun- Su Economia
que no era partidario, como es sabido, del terrorismo como prin- Su Revolución
cipio- no hacía más que aplicar consecuentemente la política
nacional del marxismo, a pesar de que no ignoraba la presencia
de la burguesía irlandesa al frente del ejército republicano irlan-
Jorge Abelardo
dés. Lo mismo podemos decir de su apoyo a la independencia Ramos
nacional de Polonia con respecto a la Rusia zarista o de las pe-
queñas nacionalidades alógenas en la Gran Rusia bajo el domi-
nio de los Soviets. Trotsky expresó de una manera particularmen-
te notable esta posición en nuestra época: "Cuando Abd-el-Krim
se levantó contra Francia, los demócratas y los socialdemócratas
hablaron con desprecio de la lucha de un tirano salvaje contra la
democracia; el partido de León Blum sostenía este punto de vista.
Pero nosotros, marxistas y bolcheviques, considerábamos la gue-
rra de los rifeños contra la dominación francesa como una guerra
progresiva".
En 1938, el general Lázaro Cárdenas expropió con indemniza-
ción los yacimientos petrolíferos mexicanos de capital anglo-
yanqui. Un escándalo internacional siguió a esta justa medida.
El imperialismo enfiló sus habituales baterías de calumnias con-
tra el gobierno mexicano. Aunque el stalinismo de México apoyó
la nacionalización, el stalinismo internacional la atacó en virtud
de las sagradas obligaciones que el "Frente Popular" imponía a
sus pobres defensores. Gran Bretaña declaró el boycott al pe-
tróleo mexicano. Cárdenas se vio obligado entonces a venderlo
a los países fascistas. Como era de esperar, la Gran Bretaña,
que en ese momento estrangulaba la revolución española, acu-
só a Cárdenas de "fascista". ¡La democracia del petróleo! Aun
algunos trotskystas se permitieron en esa oportunidad atacar al
gobierno mexicano. ¡Eran muy izquierdistas! Trotsky asumió la
defensa del gobierno y del pueblo de México. Para sostener esa
actitud no tuvo que violar sus principios; al contrario, fueron sus
principios revolucionarios los que movieron al gran caudillo a a-
poyar a la burguesía mexicana por un acto que calificó de "atre-
UNTREF VIRTUAL | 14
vido y progresivo". "Sin forjarse ilusiones y sin asustarse por las
calumnias -escribió- los obreros avanzados prestarán un firme
sostén al pueblo mexicano en su lucha contra los imperialistas.
La expropiación del petróleo no es ni comunismo ni socialismo:
es una medida profundamente progresiva de autodefensa na-
cional... El proletariado internacional no necesita identificar su
programa con el del gobierno mexicano. Para nada sirve a los
revolucionarios disfrazar, falsificar ni" mentir, como lo hacen los
cortesanos de la escuela de la GPU que, en los momentos de
peligro, venden y traicionan al más débil. Sin abandonar su
propia fisonomía, toda organización obrera del mundo entero, y
ante todo de Gran Bretaña, tiene la obligación de atacar impla-
cablemente a los bandidos imperialistas, su diplomacia, su
prensa y sus lacayos fascistas. La causa de México, como la
causa de España, como la causa de China, es la causa de toda
la clase obrera del mundo. La lucha alrededor del petróleo mexi-
cano es una de las escaramuzas de vanguardia de los comba-
tes futuros entre oprimidos y opresores". Los que no compren-
dieron a Trostky en 1938, de igual manera que aquéllos que
identificaron el trotskysmo con el antiperonismo en 1945, no tie-
nen, evidentemente, obligación alguna de entender nuestra po-
lítica en 1949. El imperialismo piensa por ellos. Pero ellos, eso
sí, apoyan objetivamente -y "críticamente"- al imperialismo con
su lucha de roedores contra el partido revolucionario.
En el curso de la ofensiva imperialista contra la Argentina, Perón
fué acusado de "fascista", como Cárdenas. El contenido de
clase de esta acusación fué descifrado en -"Octubre" y "Frente
Obrero".
Existe sobre el sentido histórico concreto del "antifascismo" y
del "antiimperialismo" un testimonio elocuente. El militante obre-
ro argentino Mateo Fossa visitó a León Trotsky en México, hace
once años. Interrogado por Fossa sobre el problema del fascis-
mo en América Latina, el "Viejo" contestó: "Los agentes de los
Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Lewis, Jouheaux, Lom-
bardo Toledano, los stalinistas, tratan de substituir la lucha con-
tra el imperialismo por la lucha contra el fascismo. En los paí-
ses de América Latina los agentes de los imperialistas "demo-
cráticos" son especialmente peligrosos, desde que son más ca-
paces de engañar a las masas que los agentes declarados de
los bandidos fascistas. América Latina: Un
Pais
"Tomaré el más simple y demostrativo ejemplo. En Brasil existe Su Historia
hoy un régimen semi-fascista que ningún revolucionario puede Su Economia
ver sino con odio. Supongamos, sin embargo, que mañana In- Su Revolución
glaterra entrara en un conflicto militar con el Brasil. Yo le pregun-
to: ¿de qué lado del conflicto estará la clase obrera? Le contes-
taré por mí mismo, personalmente: en este caso yo estaré de
Jorge Abelardo
parte del Brasil "fascista" contra la Inglaterra "democrática". Ramos
¿Por qué? Porque en el conflicto entre esos dos países no será
una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra triunfara,
pondría otro dictador fascismo en Río de Janeiro y colocaría una
doble cadena alrededor del Brasil. Si, por el contrario, triunfara
Brasil, ello daría un poderoso impulso a la conciencia nacional y
democrática del país y llevaría al derrocamiento de la dictadura
de Vargas. La derrota de Inglaterra, al mismo tiempo, daría un
golpe al imperialismo británico e impulsaría el movimiento re-
volucionario del proletariado inglés.
"Verdaderamente hay que tener la cabeza vacía para reducir
los antagonismos mundiales y los conflictos militares a la lucha
entre fascismo y democracia. Bajo cualquier máscara hay que
aprender a distinguir a los explotadores, dueños de esclavos y
ladrones".
La cuestión argentina en 1945 no difería, en, lo esencial, de los
antecedentes históricos a que hemos aludido. El mérito político
del movimiento nacional burgués encabezado por Perón consis-
tió en haber arrojado una desnuda luz sobre las clases sociales
argentinas.
Como resultado de su impulso, todos los partidos se reagrupa-
ron según sus verdaderos fundamentos sociales. El atraso ge-
neral del país había constituído un freno para el surgimiento de
un partido que representase los intereses nacionales de la bur-
guesía. En los partidos clásicos se movían tendencias que se
inclinaban a una estimación común de los fenómenos económi-
cos. Su cristalización contradictoria obedecía a la ausencia de
una burguesía industrial consolidada. El conservadorismo y sus UNTREF VIRTUAL | 15
órganos periodísticos afines -"independientes"- había contado
con un siglo de dominación política para afirmarse como partido. América Latina: Un
En cambio, la burguesía industrial, nacida de los estertores del Pais
imperialismo, era muy débil y estaba demasiado comprometida Su Historia
con las viejas potencias para arriesgarse a formar un partido Su Economia
propio. El golpe bonapartismo del 4 de junio liberó las tendencias Su Revolución
reprimidas y las clasificó según los intereses emanados de las
clases. Antiguos socialistas, conservadores proteccionistas, radi-
cales yrigoyenismos de la pequeña burguesía agraria del inte-
Jorge Abelardo
rior, viejos nacionalistas extremistas, los miembros de FORJA, Ramos
formaron los cuadros dirigentes del peronismo. Aunque aspira a
transformarse en partido, en realidad es demasiado heterogé-
neo, como la clase que representa, para augurarle vida perma-
nente y sólida. Pero toda profecía en este terreno es aventurada.

Para los obreros, Perón significó el sacudimiento del yugo "de-

mocrático", representado por los sindicatos amarillos de "socia-
listas" y "comunistas" al servicio del imperialismo. Lo reemplazó
por otros sindicatos estatales y por otra burocracia que sin la au-
reola socialista - comunismo, dará más viabilidad a !a lucha irre-
nunciable por la independencia de clase del proletariado.

La irrupción del proletariado en la arena política paralizó de ho-

rror a los intelectuales de "izquierda".

No fué difícil prever un natural desplazamiento a la reacción

abierta (Estados Unidos y su edén "democrático"). La intelec-
tualidad se convirtió sin esfuerzo en una cínica apologista del
imperialismo. Pero el proletariado pasó por encima de ella sin
preocuparse de su traición, mucho más que de su existencia. El
advenimiento del peronismo, que para la clase trabajadora im-
plicó un enorme progreso en su educación, perspicacia y osadía
políticas, para los intelectuales argentinos fué la señal de des-
pedida de su antigua hipocresía "obrerismo" que floreció largos
años bajo el pabellón de "izquierda". De los obreros "cultos" de
Juan B. Justo o Rodolfo Ghioldi, a la gran Democracia del Norte:
tal fué, para nuestra "intelligentsia" ávida de purificación, su ca-
mino de Damasco.

UNTREF VIRTUAL | 16

Capitulo XII. La Burguesia Industrial
En El Poder
Dos problemas básicos enfrentó Perón en el poder. El primero
fue abrir el mercado latinoamericano a la producción industrial y
agrícola argentina. La obtención de ese mercado de 140 millo-
nes de personas hubiera resuelto no sólo los problemas de la
burguesía industrial en proporciones colosales, sino que hubie-
se sido la única autodeterminación nacional auténtica y la solu-
ción del programa no manifiesto de Perón. Pero ese mercado -
que amputaria a EE. UU. su más rico botín en la explotación con-
tinental- tiene como prerrequisito la unificación política de las
veinte repúblicas. Al análisis de sus tentativas y a la explicación
de su fracaso previsible consagramos el próximo capítulo.
El otro gran problema que la historia ofreció a la burguesía, y
que está ligado al anterior, fué el de la creación de la industria
pesada.
La Industria Pesada Y El Ejército
El insuficiente desarrollo nacional, deformado por el imperialismo
durante cien años, había impedido alcanzar el grado de capitali-
zación necesaria para fundar la industria pesada. La elabora-
ción de aceros en cantidad y calidad es indispensable para ali-
mentar a la industria constructora de máquinas. Esta proporciona
a la industria ligera la maquinaria y utililaje necesarios para su
continuidad productiva y su ulterior expansión.
La industria pesada es la clave de toda verdadera soberanía na-
cional. Para fundarla hacen falta dos recursos naturales: carbón
y hierro, así como levantar altos hornos. Aunque la Argentina no
posee ninguna cuenca carbonífera importante, tiene yacimien-
tos de hierro en Jujuy (Zapla) y se explotan actualmente minas
de carbón en Río Negro (Río Turbio).
La política minera tradicional de la oligarquía fué impedir la ex-
plotación de las minas por todos los medios. Desde las famosas
"reservas", asignadas a agentes del imperialismo, que las man-
tenían sin explotar, hasta los fletes ferroviarios prohibitivos, todo América Latina: Un
convergió a neutralizar hasta la más mínima posibilidad de una Pais
industria minera fuerte. A esa deliberada política del imperialis- Su Historia
mo se unió la ausencia de los cuantiosos capitales necesarios. Su Economia
Como es obvio, el capital financiero internacional no "provee di- Su Revolución
nero destinado a crear una industria competitiva a las metrópo-
lis, que aflojaría inevitablemente los lazos de su dominación
política.
Jorge Abelardo
Ramos
Así como la inexistencia de una fuerza política propia obligó a la
burguesía a empuñar el ejército como partido, de la misma ma-
nera utilizó al Estado como banquero para echar los cimientos
de la industria pesada. La Dirección de Fabricaciones Militares
condujo la organización de ese sector económico fundamental.
Cuando los voceros imperialistas nativos invocaron a los "aman-
tes de la paz" por la militarización del país, fingían ignorar que la
industria militar que levantó altos hornos en el Norte, así como
la Marina que administra la explotación carbonífera en el Sur,
suplían -claro está que a costa del pueblo argentino- el raqui-
tismo capitalista de la burguesía nacional.
Esas fábricas y yacimientos no producen solamente armas, sino
que, como es público, proporcionan a la industria ligera privada
accesorios y materias primas elaboradas para la producción
civil. Los círculos militares más ligados a estas especialidades
técnicas y que, por consiguiente, poseen más aptitudes de ge-
neralización, se distinguen por su tendencia nacionalista intransi-
gente. Estas fracciones militares encontraron en el nacionalismo
tradicional extremista su lógico aliado en la política de oposición
a todo acuerdo comprometedor con los Estados Unidos.
El sector de la industria pesada coincide con la burguesía liga-
da a la industria liviana en la defensa del mercado interno de la
competencia imperialista y en la política general de nacionaliza-
ciones de servicios públicos, así como en su hostilidad común
hacia el proletariado. En el terreno de la política financiera y las
relaciones exteriores los separan algunas contradicciones que
mencionaremos en seguida.
UNTREF VIRTUAL | 17
La historia de la industria liviana es rica en compromisos con el
imperialismo. En realidad, toda su historia es un compromiso:
"to be or not to be?". La burguesía nacional nació de las crisis
del imperialismo; y vivió siempre bajo su sombra, tiritando a la
espera de un Mesías. Durante muchos años dependió de las
viejas potencias para el abastecimiento de materias primas y
máquinas indispensables. Su dependencia se remachó con el
sistema de créditos bancarios controlado por la City. Pero tenía,
a veces, algunos arrestos juveniles.
En 1938 la Unión Industrial Argentina, a cuya cabeza se encon-
traba Luis Colombo, ligado a Leng, Roberts and Co., compró el
periódico ilustrado "Ahora", para realizar una tentativa lateral de
expresar sus intereses en alta voz. Por temor a las represalias
imperialistas, dejó morir en 1940 el diario "Reconquista", que al
defender la neutralidad frente a la guerra, sostenía directamente
los intereses fundamentales de la industria.
Deslumbrada por el golpe de 1943 y su política proteccionista,
siguió, sin embargo, atada al carro de la política extranjera. Su
cobardía fue insuperable. ¡Ella formó en las filas de la "oposi-
ción democrática"! Solamente el poderoso ascenso del movi-
miento peronista despertó a sus jefes mas agudos y la lanzo
como clase a reconocer como suyo un gobierno que ya lo era
desde hacía dos años. Miguel Miranda se destacó como su diri-
gente más cínico y capaz -un verdadero "patrón de combate".
El primer período del gobierno de Perón se caracterizó por el
absoluto predominio de la industria liviana. La política de Mi-
randa osciló entre dos puntos focales: apoyar el desarrollo veloz
de la industria pesada, capaz de proporcionarle con el tiempo
las máquinas necesarias a la industria liviana o negociar un
acuerdo con el imperialismo, susceptible de poner de inmediato
en sus manos equipos técnicos. En el primer caso Miranda
comprendía demasiado bien que la industria pesada no puede
levantarse de la noche a la mañana. Además del lapso nece-
sario para organizarla y ponerla en producción satisfactoria -el
carbón es escaso y la Unión Aduanera con Chile, que podría
proporcionarlo, estaba paralizada- había que sumar la lucha po-
lítica contra el imperialismo, poco dispuesto a admitir un compe-
tidor latinoamericano. Un boycott a la industria ligera para pre-
sionarla, no sería difícil en ese caso. América Latina: Un
Pais
En el segundo camino, Miranda hubiera estado dispuesto a sac- Su Historia
rificar el resto de la economía argentina y a hacer substanciales Su Economia
concesiones políticas, con tal de salvar los intereses de la indus- Su Revolución
tria liviana.. Pero la obstinada negativa del ala militar nacionalista
le cerraba el paso. Por otra parte, Miranda no podía desconocer
que una industria pesada argentina es imposible sin el mercado
Jorge Abelardo
latinoamericano, hoy obstruido por el imperialismo y la barbarie Ramos
agraria. Esa gigantesca implicación política -la unificación del con-
tinente- habría hecho flaquear el corazón no sólo a hojalateros,
sino aún a burgueses más "férreos". Coincidieron con la actitud
del ala militar los grupos nacionalistas representados por el diario
"Tribuna", que a pesar de sus divagaciones sobre la "ética admi-
nistrativa" y la "corrupción", no ignoraban el fondo del asunto.
El Nacionalismo Y Su Politica
Antes del 4 de junio los nacionalistas influyeron ideológicamente
sobre la oficialidad joven del ejército. A ellos debe en parte la
revolución militar su programa, su mito, su atmósfera. Después
del golpe de estado, mantuvo contacto con la oficialidad más
irreductible. Durante muchos años el nacionalismo no había si-
do más que una anticipación teórica de la burguesía nacional. El
desarrollo económico ofreció una base material a su programa,
el 4 de junio abrió la era de su realización. Muchos nacionalis-
tas de la primera hora descendían de familias oligárquicas, y su
ideología a veces reflejaba su origen social.
La hostilidad contra el imperialismo yanqui, común a la oligarquía
por sus relaciones con el imperialismo inglés, era parte importan-
te de sus ideas; como la misma oligarquía, esos nacionalistas no
comprendían el problema latinoamericano; como los terrate-
nientes, eran antipanamericanistas, pero no latinoamericanistas
("Frente Obrero"). Eso prueba la enorme influencia británica, aún
en el pensamiento de los nacionalistas. Recién después del sur-
gimiento de la burguesía industrial, el nacionalismo argentino vis-
lumbró parte del problema. UNTREF VIRTUAL | 18
Cuando Miranda desarrolló la política a que nos hemos referido,
el nacionalismo agrupado en torno a "Tribuna" hizo un frente
único con el ala nacionalista del ejército, que representaba a la
industria pesada. Oscilando entre ambas tendencias se encon-
traba Perón, que manifestaba los intereses generales de la
clase.
Hacia él confluyeron y por él se expresaron los distintos grupos
de intereses. Se apoyó alternativamente en uno o en otro, se-
gún la coyuntura nacional e internacional. La eliminación de
Miranda parece haber dado al ala nacionalista mayor ingerencia
en la orientación general. Pero su triunfo no es definitivo ni mu-
cho menos. La soberanía económica nacional sólo es concebi-
ble dentro de los marcos de los Estados Unidos Socialistas de
América Latina.
Los nacionalistas profesan una invencible repulsión de clase -
muy justa, por otra parte- a toda política que implique una clara
visión continental con la dirección proletaria que le es inevitable.
Su limitación los lleva a circunscribir la "soberanía" nacional
dentro de los límites argentinos, ignorando el problema latino-
americano que es su necesaria órbita. Los más audaces musi-
tan a veces una vaga aspiración de reconstituir el Virreynato; los
más cautos imponen silencio: "no hay que provocar dificultades
diplomáticas".
Todos los teóricos y apologistas pequeños burgueses de la so-
beranía, que se han ocupado de nuestra historia, parten de la
siguiente premisa: los fundadores de la patria nos han traiciona-
do, la dispersión del Virreynato es cosa hecha. Ahora hay que
conservar la "soberanía argentina". Los "padres de la patria", es
cierto, perdieron la patria continental. Y sus pequeños hijos vol-
verán a traicionarla. Esto también es incuestionable. Ellos reflejan
en la esfera teórica la impotencia de la burguesía en la esfera
política y militar. Ya ni sueñan en la solución prusiana. ¡Mejor
todavía! La clase obrera latinoamericana, única fuerza capaz de
unificar por medios revolucionarios el continente, tendrá ancho y
libre el camino.
De grupo insignificante, agresivo y groseramente chauvinista
aparecido durante la dictadura de Uriburu, el nacionalismo cre-
ció, aunque profundamente dividido, hasta contar con una con-
cepción más o menos coherente de su programa. Sus distintas América Latina: Un
tendencias defendían la soberanía política argentina, la recupe- Pais
ración de las fuentes de producción y servicios públicos (con Su Historia
indemnización, la creación de un ejército fuerte y la industriali- Su Economia
zación del país. Las inclinaciones fascistizantes del movimiento Su Revolución
nacionalista se originaron en el peso económico de la burguesía
y en la calidad y número de nuestro proletariado: la cuestión
social asume cada vez más en la Argentina su poderoso rostro
Jorge Abelardo
en el curso de la cuestión nacional. Este hecho vuelve más in- Ramos
consecuente el antiimperialismo de los nacionalistas pequeño
burgueses. No pueden olvidar ni un momento que toda la fuerza
política de la burguesía en sus fricciones con el imperialismo, se
extrajo no del ejército, que fue doblegado por la diplomacia yan-
qui en 1945, sino del proletariado.
Su marcado carácter antiobrero, disimulado hoy por la euforia del
nuevo régimen y la dulcificación económica, convertirá al nacio-
nalismo en una fuerza de choque contrarrevolucionaria. En ese
momento se desvanecerá su antiimperialismo lírico; en unión de
Wall Strett y la burguesía nacional tratará de aplastar a las orga-
nizaciones obreras, olvidándose de la "soberanía nacional" y trai-
cionando al mismo tiempo su propio programa. Nuevas Ligas Pa-
trióticas querrán extirpar con cachiporras los males "sociales" de
la patria burguesa.
En el pasado período, así como los nacionalistas fueron la ex-
presión histórica de la burguesía argentina (y al mismo tiempo
que su anhelo, el despecho maligno de su limitación), los trots-
kistas asumieron la plena conciencia histórica del proletariado.
De ahí surge la razón de que ambos sectores antagónicos ha-
yan comprendido más claramente el proceso histórico argentino
que aquellos partidos de la pequeña burguesía narcotizados por
el imperialismo, o que los sectores tradicionales de la oligarquía,
cegados por su propia ruina.
El Ejército Y Los Sindicatos
El Partido Peronista es un elenco inestable. La inexistencia de UNTREF VIRTUAL | 19
un partido nacional burgués sólido hizo depender a Perón de
dos fuerzas fundamentales para su política:, el ejército y los sin-
dicatos.
Como en el ejército se refleja siempre la presión del dispositivo
de las clases, las fuerzas armadas estaban divididas. El ejérci-
to tenía un ala nacionalista y una ala "democrática", con preemi-
nencia de la primera. La Armada contaba con agrupamientos
internos semejantes, pero con una tendencia "democrática" ma-
yoritaria. Al ejército van generalmente, elementos de la burgue-
sía o pequeña burguesía plebeya. Los oficiales de la Marina se
reclutan en cambio con preferencia entre las familias de la aris-
tocracia tradicional. De la misma manera que en España, frente
al carácter centrífugo de la nación, el ejército, la monarquía y la
iglesia eran los factores "centralizadores" del poder, en los paí-
ses coloniales y semi-coloniales, sometidos a la presión o a la
intervención del imperialismo en su vida económica y política, el
ejército resulta ser por lo general el factor político más "nacional".
La explicación económica es simple: las fuerzas militares viven
del aparato del Estado. El florecimiento o decadencia de éste,
afecta directamente su "standard" de vida y sus prerrogativas.
De ahí que no sea extraño que en América Latina, sobre todo
en los oficiales jóvenes, la penetración imperialista origine agru-
pamientos políticos militares que inicialmente encabezan cual-
quier resistencia contra el imperialismo, aunque con la debili-
dad, inconsecuencia y obscuridad que les son peculiares. En
otros casos, esos agrupamientos, por lo general en oficiales de
alta graduación, se ponen al servicio de la oligarquía dominante
o del imperialismo.
En la Argentina el ejército asumió un franco rol político, no desa-
parecido todavía. Continúa siendo hasta hoy el principal respal-
do burgués de Perón, que juega, sin embargo, constantemente
con la peligrosa carta del proletariado, su arma prohibida. Los
poderosos sindicatos levantados en el curso del movimiento
nacional, están todavía bajo su influencia. Centenares de miles
de obreros industriales aprenden en las organizaciones sindi-
cales, el ABC del socialismo; bajo los frágiles símbolos del día,
los trabajadores no pueden disolver, sin embargo, su condición
de clase. Destruídas las formas efímeras de una prosperidad
artificial, el proletariado pondrá en movimiento las formidables
armas adquiridas. Perón se apoyará entonces en el ejército, y América Latina: Un
toda la clase dominante, incluído el imperialismo, formará un Pais
compacto bloque a sus espaldas. La lucha social se despren- Su Historia
derá de su envoltura nacional: el proletariado resolverá con fuer- Su Economia
za irresistible las tareas abandonadas por la burguesía, y llegará Su Revolución
en el mismo proceso victorioso hasta su propio estadio.
Jorge Abelardo
La Politica De Nacionalizaciones Ramos
La burguesía industrial en el poder reorganizó el país según
moldes capitalistas. Redujo la vieja dependencia del imperialis-
mo en el orden interno hasta su más ínfima expresión. A dife-
rencia de otros movimientos nacionales, el de la burguesía ar-
gentina se basó en una ola de prosperidad sin precedentes.
Esta circunstancia le permitió, mediante la conocida política de
salarios, obtener cierto grado de "paz social", y, por consiguien-
te, dar estabilidad a su gobierno. Las conspiraciones que la oli-
garquía y sus partidos realizan como tareas de rutina, no dejan
de ignorar el significativo hecho de que el proletariado continúa
apoyando a la burguesía.
En su política de nacionalizaciones es donde pudo apreciarse la
hora aúrea que vive el país, así como el apoyo popular que es
su natural resultado. La nacionalización de los ferrocarriles de
capital británico fue la más importante, tanto desde el punto de
vista financiero como desde el punto de vista político. La expira-
ción de la Ley 5.315, llamada Ley Mitre, planteaba el destino de
los ferrocarriles.
Aunque por sus altos costos de mantenimiento ya era una inver-
sión antieconómica -desde 1930 no pagaba intereses- la red fe-
rroviaria tenía una alta importancia nacional. En manos del im-
perialismo servía como palanca decisiva para la orientación de
la vida económica interna (a través de sus tarifas). Y era un
magno cliente para la industria británica.
Las disposiciones de la Ley Mitre establecían que los accesorios
de todo orden, desde locomotoras hasta artículos sanitarios, UNTREF VIRTUAL | 20
debían ser provistos por fábricas inglesas. Estas fábricas eran,
por lo general, propiedad del principal grupo de accionistas. Esa
ley, y la misma red ferroviaria, reprimieron el desarrollo de la
industria. Su nacionalización puso en manos de la burguesía
nacional un instrumento vital para reorganizar el mapa económi-
co argentino.
El saldo en libras esterlinas bloqueado en Gran Bretaña durante
la guerra imperialista, como pago de la producción agropecua-
ria, sirvió para solventar la indemnización burguesa que, como
dijimos en "Octubre", debía ser rechazada. ¡Las masas ya ha-
bían pagado con un siglo de explotación! Pero con indemniza-
ción o sin ella el carácter burgués y progresivo de la medida no
podía ser desconocido.
Nosotros lanzamos la consigna de que en reemplazo de los ge-
rentes y administradores británicos, debían ser las organizacio-
nes sindicales ferroviarias quienes tomasen bajo su control la
dirección de los ferrocarriles. No ignorábamos los poderosos
medios de corrupción que la burguesía posee para desmoralizar
a las altas cumbres de los sindicatos. Pero esa consigna tendía
a familiarizar a los obreros con el manejo de la cosa pública. De-
bían ser delegados obreros revocables, señalados por las orga-
nizaciones de masas, quienes asumiesen la dirección de la red
ferroviaria que el pueblo había superpagado.
Como era lógico esperar, el gobierno de los grandes capitalistas
argentinos pudo lanzar con doble sentido su propia consigna:
"¡Ya son nuestros!" Sí, sobre todo de ellos. Los obreros ya tie-
nen un nuevo y nítido enemigo ante sus ojos: la burguesía na-
cional. La era de las inversiones imperialistas va quedando
atrás. La lucha de clases en el propio país amplía su curso y
prepara un vasto teatro nacional de operaciones.
Los teléfonos, la Corporación de Transportes, la comercializa-
ción estatal de los cereales, la flota fluvial y aérea, los reasegu-
ros, la repatriación de la deuda pública, la construcción de
diques y usinas, el gasoducto de Comodoro Rivadavia, la línea
ferroviaria de Santa Cruz a Río Turbio para servir la expansión
carbonífera, la coordinación bancaria y financiera, son los prin-
cipales elementos de la política de nacionalización económica América Latina: Un
emprendida por la burguesía. Dicha política, unida a las medi- Pais
das del período militar, ha redibujado el país en seis años. Sus Su Historia
resultados han sido convertir a la Argentina en el sector lati- Su Economia
noamericano más desarrollado desde el punto de vista capita- Su Revolución
lista y preparar, por consiguiente, gigantescas explosiones re-
volucionarias en el próximo futuro.
Jorge Abelardo
Ramos
El Gobierno Y Su Politica Agraria
El general Perón ha comprendido rápidamente el problema del
campo de acuerdo a los intereses de su clase.
El monopolio de la propiedad privada del suelo por la clase te-
rrateniente, cuyos orígenes se remontan a la colonia española, la
enfiteusis rivadaviana, el regalo de tierras públicas en la época de
Rosas y la voracidad oligárquica después de Caseros, constituyó
siempre una barrera formidable para un mercado interno con fuer-
za adquisitiva. Ese fue otro de los factores que retardó una gran
industria en la Argentina. Es lógico suponer que una burguesía
industrial tendría interés en quebrar la espina dorsal de las gran-
des explotaciones agrícolaganaderas que impiden aumentar el
poder de compra de arrendatarios, pequeños campesinos y peo-
nes agrícolas. Sin embargo, el complejo entrelazamiento de todos
los sectores de la clase dominante -agropecuarios, comerciales,
industriales, bancarios, imperialistas- ha detenido en la Argentina
el desenvolvimiento de las fuerzas productivas en el campo. No
se trata de un fenómeno local. El mismo está presente en toda la
historia del capitalismo. Para la burguesía industrial la naciona-
lización de la tierra sería la primera medida en su programa de
conquista del mercado interno. Al suprimir con ese acto revolu-
cionario la propiedad del suelo -que es una forma de sobreviven-
cia feudal- permitiría el surgimiento de una fuerte clase campe-
sina cuyas necesidades industriales estarían de acuerdo con el
tipo de producción industrial corriente. Esto no ocurre con los
grandes terratenientes, reducido núcleo adquirente de pocos y
suntuosos artículos, por lo general importados. Por otra parte, la
UNTREF VIRTUAL | 21
posesión de la tierra en pocas manos obliga a métodos de pro-
ducción extensivos, que impiden la diversificación de los cul-
tivos y un elevado nivel de vida para los campesinos.
Con el desarrollo del capitalismo en la Argentina, cuyas grandes
líneas hemos trazado en capítulos anteriores, se ligó a la eco-
nomía nacional el capital financiero internacional. Su proceso de
fusión se verificó por medio de los Bancos, de los créditos hipo-
tecarios o por medio de inversiones directas en el campo: so-
ciedades anónimas, que explotan determinados productos que
luego industrializan o simples propietarios de latifundios. En es-
tas sociedades anónimas fueron absorbidos grandes nombres
de la aristocracia terrateniente argentina, que por su mismo ca-
rácter parasitario cayeron en manos del pulpo crediticio y per-
dieron su antigua hegemonía agraria.
A este ensamblamiento de intereses se sumó la burguesía indus-
trial, cuyas inversiones en tierras, ganado y explotaciones agrarias
la ligó por múltiples y firmes hilos a la clase dominante. No hay que
olvidar, por otra parte, que muchos terratenientes tienen a su vez
intereses en la industria de la capital o del interior.
De todo lo dicho se deduce que aunque a la burguesía indus-
trial, hoy en el poder, la nacionalización de la tierra le abriría un
notable mercado para sus productos industriales baratos, "en la
práctica, dice Marx, le falta valor para acometer esa medida,
pues ese ataque contra una forma de propiedad -contra una
forma de propiedad privada sobre las condiciones de trabajo-
sería harto peligroso para la otra forma". Por esa tazón el desar-
rollo armónico de las fuerzas productivas en el campo no ha se-
guido el impetuoso curso alcanzado en la industria. Como lógi-
ca consecuencia, la pequeño-burguesía agraria no se desarro-
lló seriamente hasta capitalizarse en un grado compatible con la
calificación histórica de burguesía agrícola, tal cual se elevó en
cierto sentido la pequeña burguesía artesanal del Medioevo.
Separado de la producción misma, el monopolio de la tierra le
ha cerrado el camino. El terrateniente, esgrimiendo su título de
propiedad, absorbió la renta de su latifundio; el pequeño cam-
pesino, como capitalista arrendatario, cobró el beneficio como
empresario; el proletario agrícola, su salario de trabajo. Como
vemos, se trataba de un círculo de hierro. De su parasitismo
social insuperable, la oligarquía terrateniente derivó su parasi- América Latina: Un
tismo político: la burguesía industrial hubo de quebrantar éste Pais
último por medio de 'la revolución de junio. Su Historia
Su Economia
No se encuentran en mejor situación los pequeños propietarios Su Revolución
de la tierra. Al mismo tiempo que desarrolló la industria argenti-
na, la primera guerra imperialista ejerció sus efectos particulares
en el campo. Al finalizar la contienda, los productos agrícolas
Jorge Abelardo
alcanzaron altos precios en el mercado mundial, por la desorga- Ramos
nización de la producción europea. Esta ola de prosperidad per-
mitió a nuevas capas de campesinos acomodados adquirir en
propiedad las tierras que cultivaban; asimismo facilitó a otros
arrendatarios formas más capitalistas de relaciones, como por
ejemplo substitución de los arriendos en especie por arriendos
en dinero, etc. Según una estimación de Horne, hay en el país
un 70% de campesinado de tipo capitalista, arrendatarios aco-
modados y propietarios. Esta clase media campesina, aunque
no decisiva en el conjunto de la economía agraria, también es
un factor de compra que ha contribuído a enfriar todo sueño bur-
gués para una política de nacionalización de la tierra.
Sin embargo, la pequeña burguesía agraria formada por la cri-
sis imperialista, a pesar de ser, en algunos sectores, "propie-
taria", no ha podido liberarse del despojo sistemático. Substituyó
simplemente al terrateniente que le succionaba la renta del
suelo, por el Banco (o el usurero), que le extrae por el interés del
préstamo, el mismo o mayor porcentaje de beneficio que el te-
rrateniente. Dicha extorsión es el producto de las desfavorables
condiciones de producción del pequeño campesino cori respec-
to a las grandes explotaciones mecanizadas. A pesar de todas
estas circunstancias, dice Boglich, "si bien la propiedad privada
de la tierra fue un obstáculo para el desarrollo industrial del capi-
talismo en la agricultura, éste se ha apoderado de la economía
agraria, sin destruir la propiedad territorial".
A partir de 1870, aproximadamente, se entabla mundialmente la
competencia por los productos agrícolas, que al bajar sus pre-
cios estimularon el advenimiento de nuevas formas de produc-
ción. En esa época comienza la mecanización de la agricultura. UNTREF VIRTUAL | 22
En la Argentina, por la ley del desarrollo combinado, la mecani-
zación penetró en los latifundios ganaderos y en las explota-
ciones agrarias, como resultado de la necesidad de Gran Bre-
taña de obtener carne y cereales a bajo costo y en cantidad sufi-
ciente. Este hecho creó al mismo tiempo que formas capitalistas
de producción en los latifundios, un importante proletariado agrí-
cola. La clase de pequeños campesinos creada después de
1914, tuvo que emplear a su vez a nuevos obreros rurales, que
llegaron a formar la clase más explotada del campo argentino.
Sobre la base del Censo Agropecuario de 1937, puede 11 calcu-
larse que la producción agraria se basaba en un 80 sobre la
explotación del proletariado agrícola. Este puesto en la produc-
ción confiere a los obreros rurales un rol político fundamental en
el campo argentino.
En los primeros momentos de la revolución militar, el gobierno
había dado cierto impulso al Consejo Agrario Nacional, fundado
por mandato de la ley 12.636, llamada de "colonización".
Esta ley era una formulación jurídica de la aspiración de la pe-
queña burguesía de arrendatarios para obtener tierra barata, ya
sea en propiedad o mediante el régimen enfitéutico, propuesto
por la enmienda Palacios. En el fondo, no pasaba de ser una
desfalleciente utopía para resolver el problema agrario pasando
por alto todo el conjunto de intereses -oligarquía, imperialismo,
burguesía nacional- que impiden su realización en la sociedad
actual. Según era previsible, el Consejo se encontró en un calle-
jón sin salida, pues la oligarquía terrateniente, poseedora de las
mejores tierras -el Litoral- se negó a presentarse en las licitacio-
nes que el Consejo convocó para adquirir tierras y distribuirlas.
Aún si los terratenientes hubiesen deseado voluntariamente
desprenderse de sus latifundios -hipótesis absurda- los precios
ficticiós alcanzados por la tierra habrían tornado prohibitiva su
adquisición.
El gobierno de Perón frenó el Consejo, demostrando que cono-
ce bien los bueyes con que ara. Por el contrario, la naturaleza
de clase de la pequeña burguesía campesina, unida a la red de
intermediarios ligados al imperialismo y que no ha desapareci-
do, influyó durante los últimos años para que el gobierno encon- América Latina: Un
trase en el campo un ambiente hostil. Esta animosidad fue agra- Pais
vada por el hecho de que Perón llevó la lucha de clases al cam- Su Historia
po, imponiendo el Estatuto del Peón. El peón, o sea el proletario Su Economia
agrícola, había sido el paria eterno, el gaucho sin derecho, ni Su Revolución
caballo, ni tierra, ni casa. Dormía en un rincón de la chacra o de
la estancia. No tenía sueldo fijo, o, según las zonas, era pagado
con bonos de circulación interna en el establecimiento, que no
Jorge Abelardo
podía gastarse sino en la pulpería patronal. El Estatuto diferen- Ramos
ció más aún las clases en el campo; podría decirse que les con-
firió carácter oficial. Dio a los obreros rurales una valiosa plata-
forma de lucha, tanto frente a la clase media agraria como frente
a los grandes obrajes, estancias, ingenios y latifundios de pro-
piedad argentina o extranjera. A pesar de todo, la burguesía
argentina ha sido incapaz de desempeñar un rol decisivo en el
problema agrario.
El proletariado agrícola, no por su número, sino por el lugar
esencial que ocupa en el proceso productivo, es el dirigente na-
tural de las masas agrarias explotadas de la Argentina, y her-
mano del proletariado industrial de las ciudades. A la clase obre-
ra en el poder le corresponde la misión de nacionalizar la tierra,
mecanizar la agricultura, dar crédito barato a la pequeña bur-
guesía campesina y preparar las condiciones técnicas para el
tránsito a un régimen socialista de la economía agraria.
La Politica Exterior: URSS, EE.UU, Inglaterra
La política exterior de la burguesía argentina es una continua-
ción estilizada de su política interior. Su famosa "tercera posi-
ción" no tiene otro significado que su temor de verse envuelta en
un conflicto militar que interrumpiría la lluvia de oro, sofocando
su industrialización y atándola a la cureña del imperialismo. Sin
embargo, la burguesía industrial por medio de Perón atacó a la
oligarquía pero no se atreve a desenmascarar al imperialismo.
Comprendía muy bien que en caso de una revolución europea
o asiática, para no hablar de una revolución latinoamericana,
UNTREF VIRTUAL | 23
tendrá que unirse con el imperialismo sólidamente, y de buen
grado, en contra de cualquier tentativa de las masas por su total
liberación. Allí trazará el limite de su "progresividad".
La política oficial argentina frente a la URSS sigue esa ruta. En
tanto que su reconocimiento fue parte de la estrategia peronista
para obtener un más amplio campo de maniobras ante el impe-
rialismo yanqui, las relaciones comerciales con la burocracia
soviética fueron un producto accesorio de esa misma estrategia.
Están en "reserva".
Toda la política exterior del gobierno argentino se orienta en el
sentido de formar ya sea un bloque "latino", un bloque latino-
americano o un bloque con los países pequeños que en la ONU
resisten débilmente las pretensiones del imperialismo. Con-
secuencia de esa orientación es la política de acercamiento al
verdugo Franca, que además de proporcionar a la Argentina
ciertos productos, le permite clavar banderillas laterales al impe-
rialismo, sin mostrar mucho el cuerpo. ¡Pura moneda política!
En todas las votaciones decisivas de la ONU, no obstante, el
gobierno argentino declara que estará con "Occidente". Cuando
el proletariado argentino o latinoamericano levante su cabeza y
hable su idioma, la burguesía nacional también estará "con Oc-
cidente".
Con Inglaterra su política es simple. El viejo John Bull, después
de tanto ambular por los mares, sufre de gota y fuma su pipa.
Pero no la fuma en paz. Desplazado del agua y la tierra por el
imperialismo yanqui, lo han disminuido a un rango de segundo
orden. Se ve obligado a contemplar su pasada grandeza con los
ojos puestos en un derrumbe cada vez más inevitable. ¡Gran
Bretaña espera en las antesalas del Tesoro norteamericano su
cuota semestral de oxígeno!
No tiene más remedio que dejar la iniciativa política en manos
de su temible amigo y adversario. Su política, propia, en reali-
dad, ha desaparecido. Después de elaborar durante un siglo y
medio el arte del equilibrio europeo, debe apelar a toda su
sabiduría -con la ayuda redoblada de sus esclavos coloniales-
para recrear su propio equilibrio.
La religión del "statu quo" ya no le sirve para nada. Pero como
toda religión, aun conquista creyentes. El "statu quo" se ha con- América Latina: Un
vertido en el credo universalmente aceptado por todos los par- Pais
tidos de las islas británicas. Hasta el laborismo lo aclama como Su Historia
una panacea milagrosa. Es cierto que sólo un milagro puede Su Economia
salvar al viejo Imperio, como a todos los demás. Su Revolución
Las posiciones de Gran Bretaña en la Argentina han sido arra-
sadas, tanto en lo político como en lo económico, aunque el
Jorge Abelardo
imperialismo yanqui haya tenido bien poco que ver en este Ramos
asunto. La joven burguesía argentina mantiene con Gran Bre-
taña las relaciones propias de la nueva situación. La comple-
mentación relativa de sus economías, resultado de la secular
denominación británica en el país, continúa rindiendo sus frutos,
-cada vez más agrios en materia de precios- para la regulación
de un intercambio comercial estable. El imperialismo británico,
con sus dientes limados por la historia, retrocede paso a paso,
sin resignación y sin esperanza.
Las relaciones con el Estado de Israel son el resultado de dos
factores. El factor interno -no despreciable- lo constituye una
colectividad judía de 350.000 personas, que ocupan muchas
posiciones llaves en el comercio y la industria, en las actividades
profesionales y culturales. Su reducido proletariado no cuenta
en este examen. La colectividad judía, por razones que no ana-
lizaremos aquí, estuvo tradicionalmente vinculada al imperialis-
mo "democrático". Esa vinculación, además de convertir a los
judíos de Europa en un instrumento del capital financiero, deter-
minó que en la Argentina los judíos asumieran en la política
interna un rol semejante.
La colectividad judía apoyó à los partidos "democráticos", in-
fluyendo en ellos política y financieramente. Formó en las filas
del antiperonismo, no comprendiendo ni una sílaba del proble-
ma nacional; así pagó su tributo al terrorismo ideológico practi-
cado por el imperialismo yanqui en su campaña antiargentina.
Los futuros "progroms" peronistas llegaron a ser cosa aceptada.
Este pobre papel fue utilizado por la pequeña burguesía nacio-
nalista para recrudecer su odio antisemita, creyendo que lucha-
ba de tal manera contra el capitalismo. A esa ceguera racista se UNTREF VIRTUAL | 24
refirió Federico Engels cuando dijo que "el antisemitismo era el
socialismo de los imbéciles".
La situación cambió con el ascenso al poder de la burguesía
nacional. Con la facilidad de adaptación política que le es carac-
terística, la burguesía y pequeña burguesía judía pesaron la
nueva política y una parte de ella -el sector industrial y el sector
más modesto, sobre todo. apoyó al gobierno, aun cuando la
clase media judía continuó, más prudentemente, en la "oposi-
ción" o se retiró de la vida política, escarmentada de sus amigos
"democráticos".
La creación del Estado de Israel estimuló las esperanzas en una
solución independiente de la cuestión judía en la sociedad capi-
talista. Mientras que los pueblos arabes, verdadero eje de la
revolución en el Medio Oriente, continúan divididos en peque-
ños estados por la acción dispersiva del imperialismo, los judíos
siguen sin comprender que su única salvación reside en su
apoyo a la lucha por la unificación nacional y la liberación social del
mundo árabe, lucha que les permitiría crearse auténticos aliados.
Los judíos argentinos continúan sujetos a la propaganda reac-
cionaria de la burguesía sionista, que aisla el problema en los
estrechos límites de la Palestina judía, facilitando las maniobras
de los bandidos imperialistas alrededor del petróleo y por la con-
tinuación de la explotación de las masas campesinas árabes. La
política de la burocracia soviética, alejada de la revolución, faci-
litó el incremento del prestigio sionista, restando simpatías al
movimiento revolucionario de todos los países. Este último y su
triunfo conquistarán la autodeterminación de todas las naciona-
lidades oprimidas y humilladas del mundo actual.
El hábil reconocimiento del nuevo Estado de Israel neutralizó
gran parte de la oposición judía al gobierno. Con ese acto la bur-
guesía argentina obtuvo nuevos aliados para la lucha en la
ONU. Aunque los pueblos arabes no la contemplaron con sim-
patía, el gobierno trató de acercarse a ellos en las reuniones
internacionales, apoyándolos en sus demandas generales.
La actitud frente a EE. UU. está determinada por la imposibili-
dad virtual de un acuerdo permanente. La célebre "fiebre aftosa"
del ganado argentino era una expresión veterinaria grata a la
fértil fantasía de los ganaderos del Oeste norteamericano, que América Latina: Un
se opusieron siempre a la competencia de la carne argentina en Pais
su propio mercado. Su Historia
Su Economia
La carne argentina -de mejor calidad y más barata-no logró nun- Su Revolución
ca convertirse en un artículo de consumo corriente en los Esta-
dos Unidos. Solemnes senadores influyeron en Washington
para levantar barreras "sanitarias". Como EE. UU. es también
Jorge Abelardo
uno de los grandes exportadores de trigo, la similitud de los pro- Ramos
ductos exportables argentinos básicos impidió establecer rela-
ciones comerciales importantes. El saldo desfavorable para la
balanza de pagos transformaría el intercambio en un mal nego-
cio para los Estados Unidos. Aunque podrían enviar máquinas y
utilaje necesarios para la industria argentina, no seria economi-
camente posible hacerlo sino sobre la base de un crédito. Ni los
exportadores yanquis ni el gobierno de Washington tienen in-
terés alguno en concederlo en frío. La otra posibilidad para
estimular el intercambio sería el otorgamiento de un empréstito.
En este caso, el capital financiero norteamericano prestaría
dólares. Pero... todo empréstito debe pagarse no sólo con servi-
cios anuales, sino con dividendos políticos. La línea general de
EE. UU. es impedir la industrialización de la Argentina para dis-
minuir el peligro de una posible unificación continental, trágica
para su prominente rol en América Latina.
Por otra parte, el mercado interno argentino tiene una capacidad
de compra mayor que la del resto de Latino América en su con-
junto. Este hecho abre el apetito a los exportadores yanquis y
estimula su agresividad hacia la industria ligera ar, gentina. El
problema central de Estados Unidos, cuyo aparato productivo
ha emergido cuadruplicado de la última guerra, es exportar, no
promover los programas de industrialización de los países atra-
sados que se volverán contra los intereses del imperialismo,
restringiendo más aún los ya mezquinos mercados mundiales.
La política del capital financiero está inspirada por el pensa-
miento de Cecil Rodhes, político inglés que en 1895 resumió
con impresionante elocuencia las razones del imperialismo:
"Ayer estuve en el East-End londinense -decía Rodhes a un UNTREF VIRTUAL | 25
amigo, refiriéndose a la barriada obrera- y asistí a una asamblea
de los sin-trabajo. Al oir, en dicha reunión, discursos exaltados, conquista del gran mercado latinoamericano es imposible sin la
cuya nota dominante era: ¡pan!, ¡pan!, y al reflexionar, cuando unificación política de sus 140 millones de oprimidos. Esa tarea América Latina: Un
regresaba a casa, sobre lo que había oído, me convencí, más histórica supera las fueras de la burguesía semi-colonial. Al pro- Pais
que nunca, de la importancia del imperialismo. Estoy íntima- letariado del continente corresponde plantar esa grandiosa ban- Su Historia
mente convencido de que mi idea representa la solución del pro- dera para que ondee desde México hasta el Cabo de Hornos. Su Economia
blema social, a saber: que para salvar a cuarenta millones de Su Revolución
habitantes del Reino Unido de una guerra civil funesta, no-
sotros, los políticos coloniales, debemos dominar nuevos territo-
rios para colocar en los mismos el exceso de población, para
Jorge Abelardo
adquirir nuevas esferas para la colocación de las mercancías, Ramos
producidas en las fábricas y en las minas. El Imperio, lo he dicho
siempre, es una cuestión de estómago. Si no queréis la guerra
civil, debéis convertiros en imperialistas".

Rodhes era un caballero de las finanzas británicas y uno de los

principales artífices de la guerra anglo-boer. Sus ideas orientan
en esencia la política del imperialismo contemporáneo, cuya
expresión más potente se ha logrado en Estados Unidos. En su
política exterior el gobierno burgués argentino se ha enfrentado
constantemente con la imposibilidad de obtener un acuerdo con
la "democracia del Norte", impelida a una política de expoliación
mundial para descartar "adentro", su inevitable "guerra civil".

El desarrollo industrial argentino -su embrionaria industria pesa-

da, la red de nacionalizaciones, el nuevo sistema financiero y
aduanero, un millón y medio de obreros, diez y siete millones de
habitantes-, plantea dramáticamente la necesidad de un merca-
do más allá de las fronteras políticas. Los límites formales de la
Argentina serán muy pronto totalmente insuficientes para colo-
car la producción fabril del país. Este problema básico enfren-
tará a Perón con su propio programa y con el imperialismo del
dólar. Desde el primer momento esto fué, incuestionablemente
claro, tanto para la burguesía argentina como para el gobierno
de Washington.

De allí que Perón se orientara en su etapa inicial hacia los esta-

dos limítrofes. Los agentes de Washington inventaron entonces
el "imperialismo argentino". No merecen respuesta. La política
continental de la burguesía argentina fué el más terminante tes-
timonio de su total impotencia para realizarse como clase. La UNTREF VIRTUAL | 26