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INTRODUCCIÓN
Hector Ochoa cardénas. Compositor y musico antioqueño. El camino de la vida. “De prisa como el viento van
pasando, los dias y las noches de la infancia…despues llegan los años juveniles…cultivar un sueño…volar tras
una ilusión…y aprendemos que el dolor y la alegría son la esencia permanente de la vida…y luego cuando somos
dos luchamos por un ideal formamos un nido de amor…un hombre y una mujer unidos por la FE y la
ESPERANZA…” Describe lo que será el sendero de nuestra vida. Pero ¿Cómo lograr este sueño de Fe y Esperanza?
Sólo el diseñador de nuestra vida puede ayudarnos a construir el proyecto personal, familiar y vocacional. Para
ayudarnos envió a su amdo Hijo para abrir UN CAMINO NUEVO Y SEGURO.
A través del evento del bautismo Jesús como MODELo de Vida para la humanidad nos INVITA a SEGUIR el
CAMINO NUEVO y SEGURO que la Biblia nos REVELA.
Para andar por el CAMINO NUEVO Y SEGURO con Jesús debemos tener un corazón humilde, un carácter
obediente y una vida al servicio de los demás.
Por medio del ejemplo de Jesús se destaca además el bautismo de modo único. Los cristianos recogieron el rito
de sumergir en el agua. Poco después de la muerte y resurrección de Jesús, sus disciṕ ulos administraron el bautismo
como SIGNO DE SALVACIÓ N que otorga el Espíritu a los creyentes, los UNE AL CRISTO y así representa la
INCORPORACIÓ N en la comunidad de la Iglesia.
Lucas menciona el bautismo de Jesús casi de paso. Quiere que sus lectores noten que Jesús estaba orando
en ese momento y sobre todo que recibió una revelación divina con dos elementos.
Primero, el Espiŕ itu Santo vino sobre él a fin de equiparlo para su función profética (cf. Isaías 61:1,
citado en Lucas 4:18) y como Mesiá s (Isaiá s 11:1-5) y Siervo del Señor (Isaías 42:1).
Segundo, una voz del cielo confirmó su papel como Hijo de Dios (cf. Génesis 22:2 y Salmo 2:7 sobre
las palabras usadas) y como su siervo (cf. Isaiá s 42:1). El punto esencial de la historia es cómo Cristo
recibió el poder para lo que debía enfrentar. Podemos saltear hasta 4:1 para ver el resultado inmediato.
CONCLUSION
Joan Manuel Serrat, compositor, escritor, musico español “caminante no hay camino”, Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar…caminante no hay camino son tus
huellas el camino nada mas; caminante no hay camino, se hace camino al andar”…el poeta es peregrino…no
sirve resar
Capítulo 3:21–23 . Comentario Mundo Hispano
“Un día en que todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesú s fue bautizado tambié n. Y mientras oraba,
se abrió el cielo, y el Espíritu Santo bajó sobre é l en forma de paloma. Entonces se oyó una voz del cielo que
decía: Tu eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo. Jesú s tenía unos treinta añ os cuando comenzó
su ministerio. Era hijo, segú n se creía de José ,” Una escena especial, el mismo objeto del mensaje de Juan, el
“deseado de las naciones” había venido a cumplir con lo que Dios le había ordenado a Juan. Todos
recordamos la frase escrita en Mateo: “¿Debiendo ir yo a ti, vienes tú a mí?. La humildad y sencillez de
Dios es tan grande que muchas veces nos sorprende como le sorprendió a Juan.
Todos los que venían a Juan confesaban sus pecados, se consideraban pecadores, se arrepentían, se
purificaban en el agua y se obligaban a seguir al sucesor de Juan, quien sería el que bautizaría en Espíritu
Santo y fuego.
¿Cuá l era el motivo entonces de que el mismo Señ or Jesucristo se bautizara tambié n? En el bautismo de
Juan había confesió n de pecados. ¿Qué pecados confesaría Jesú s? Jesú s ahora estaba representando a un
pueblo pecador y al haber tomado É l mismo su lugar ante la Ley, le era necesario confesar los pecados de
ese pueblo.
Tambié n fue una forma de dar honra al oficio de precursor que tenía Juan. En el mismo acto de bautismo
Jesú s oró . Tal vez lo que pidió en esa oració n, ademá s de adorar y alabar al Padre, fue una investidura del
Espíritu Santo sobre é l.
En el momento de salir del agua, se escuchó una voz que acompañ aba a una paloma que bajaba sobre Je-
sú s. “Tú eres mi Hijo amado, estoy muy complacido contigo”. Que emocionante habrá sido, pero a la vez
la sencillez de la escena casi deja pasar desapercibido el suceso. El mismo Dios hablando su complacencia,
el Espíritu Santo visible en una paloma, y el Hijo de Dios saliendo del agua despué s de haber cumplido lo
que era necesario y justo segú n su misma expresió n.
La paloma tambié n nos recuerda a la que envió Noé desde el arca, significando entonces que una nueva
é poca se establecía. Había un mundo nuevo. Así tambié n ahora la paloma daba la pauta de que algo nuevo
estaba sucediendo al comenzar el ministerio el Señ or Jesucristo.
La alta realeza del cielo mediante sus autoridades superiores, el mismo Dios en las tres personas, daban
testimonio de su trabajo coordinado a los efectos de salvar al hombre mediante el sacrificio del mismo Hijo
de Dios.
Tal vez el agua del río Jordá n siguiera discurriendo apaciblemente, los que estaban notarían la misma brisa
y el mismo sol, las colinas cercanas permanecían en el mismo lugar, los que miraban la escena tal vez nunca
imaginaron la magnitud de lo que en ese lugar había sucedido. Dios comenzaba sus operaciones, sus tareas,
como un ejé rcito en maniobras para dar las buenas noticias entre los hombres, de la manera má s sencilla
que alguien jamá s podría imaginar.
Todo el poder de Dios presente, el Padre Creador, organizador, estable, poderoso, eterno en los tiempos de
los tiempos, brindando en la muestra de amor má s grande que podría haber, a su mismo Hijo para que
muera, para rescatar a los otros que tambié n somos sus hijos, pero que nos habíamos descarriado por
nuestro camino. Los que somos padres, sabemos como se sentiría. Abraham tambié n sabía lo que sentía, era
lo mismo que experimentó é l cuando llevó a Isaac al Monte Moriah.
El cielo entero estaba jugá ndose a pleno por nuestro rescate, por la formació n de un pueblo, por una
experiencia ú nica, jamá s concebida en nadie por la magnitud de que el Creador de todo cuanto existe, estaba
presente manifiestamente haciendo oír su voz . El Espíritu Santo en forma de paloma haciendo sombra otra
vez, ahora sobre Jesucristo mismo, como cuando lo hizo sobre María, para el nacimiento humano de quien
existía desde la eternidad y era el primero y tambié n el ú ltimo.
Ademá s del nacimiento por el agua, se produjo allí el nacimiento oficial del ministerio de Dios entre los
hombres. Como cuando fue necesario que el Espíritu Santo hiciera sombra sobre María para el nacimiento
humano de Jesú s, ahora simbó licamente tambié n estaba haciendo sombra sobre el nacimiento del
ministerio o servicio humano de Dios entre los hombres.
Para Juan el momento del bautismo de Jesú s fue el momento cumbre de su ministerio, Juan ya había
despertado al pueblo de su letargo. El mismo Señ or se había presentado, ahora ya estaba todo hecho. Vemos
que lo que sucedió a continuació n fue lo ordenado en el mismo cielo, Juan desaparecía y el mismo hijo de
Dios comenzaba ahora su turno camino a la cruz.
Como no podía ser de otra manera, el comienzo del ministerio estaría auspiciado por un descenso sobre
Jesucristo del Espíritu Santo, es así siempre. Como en la especial experiencia de Isaías con la visió n de los
serafines y el tizó n encendido que tocaba su boca, cuando Isaías expresaba su indignidad para cumplir con
el llamado que Dios mismo le estaba haciendo.
Otro llamado de importancia, por su lugar en el proyecto eterno fue el especial y sobrenatural llamamiento
de Jeremías, por la misma palabra de Dios, que ahora hablaba sobre Jesú s en el río Jordá n . Ahora Dios
mismo le hablaba y lo enviaba a Jeremías a una tarea muy dura. La Biblia declara que la misma mano del
Señ or se extendió y tocó su boca.
Le pasó tambié n a Ezequiel cuando estaba orando por su pueblo, la visió n impresionante que tuvo la lla- mó
“la expresió n de la Gloria Divina” Fue esa escena maravillosa a orillas del río Quebar en Babilonia. Eze- quiel
vio algo tan espectacular que todavía hoy es difícil describirlo. En ese momento recibió el llamado de Dios
para dar un mensaje de fe y esperanza a los israelitas que estaban expatriados en tierra extrañ a. Tam- bié n
una mano con un rollo se extendió sobre Ezequiel y le dijo: “Hijo de hombre, có mete este rollo escrito, y
luego ve a hablarles a los israelitas” y otra vez : “Hijo de hombre, có mete el rollo que te estoy dando hasta
que te sacies”. Ezequiel lo comió y é l mismo relató que ese rollo que había comido era tan dulce como la
miel.
Para Isaías, Jeremías y Ezequiel tambié n hubo un llamado y una experiencia inicial sobrenatural que
mostraba el interé s y la participació n de Dios en la obra que se les había encomendado.
Para Jesú s la escena fue muy sencilla, era casi familiar, pero su parte humana se impresionaría con la visió n
de la paloma y la voz que daba testimonio: “Este es mi hijo amado en quien estoy muy complacido”. Muy
familiar, má s que familiar ya que se demostraba en esta sencillez un acto en el cual estaban presentes las
TRES PERSONAS DE LA TRINIDAD. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, juntos y en la armonía que existe en
las entrañ as mismas de nuestro ú nico Dios.
Cada ministro de Dios, cada obrero que desarrolla su ministerio, que es llamado por Dios para trabajar para
el Reino de los Cielos que se ha acercado, y usa a hombres de carne como nosotros, lleva en su interior bien
guardada, la especial experiencia del llamado a servir a Dios. Ese momento especial y sublime siempre
estará presente y esa marca en nuestro espíritu tambié n es un hecho definitivo en nosotros, que nos da una
fuerza recordatoria especial de parte de quien nos encomendó a trabajar en su viñ a.
Muchos han escrito sobre la probable perplejidad en la que se encontraría Juan cuando pensaba acerca del
regreso del Mesías que é l había anunciado. Los mismos apó stoles habían tardado unos añ os má s en com-
prender la verdadera misió n de Jesucristo. La duda de Juan cuando mandó a preguntar al Señ or, es una duda
que siempre estará presente en cada ser humano, nuestra famosa dualidad, que batalla dentro nuestro y
que cada día debemos entregar. Nuestra incredulidad, como la del padre del joven que fue liberado de
demonios por el Señ or Jesucristo y que decía: “Creo, ayuda mi incredulidad”.
Juan comenzaba a salir de la escena, ya había entrado en ella el Hijo del Hombre e Hijo de Dios que vino
a rescatar lo que se había perdido.
Primero, el Espíritu Santo vino sobre él a fin de equiparlo para su función profética (cf. Isaías 61:1,
citado en Lucas 4:18) y como Mesiá s (Isaiá s 11:1-5) y Siervo del Señor (Isaiá s 42:1).
Segundo, una voz del cielo confirmó su papel como Hijo de Dios (cf. Génesis 22:2 y Salmo 2:7 sobre
las palabras usadas) y como su siervo (cf. Isaías 42:1). El punto esencial de la historia es cómo Cristo
recibió el poder para lo que debiá enfrentar. Podemos saltear hasta 4:1 para ver el resultado inmediato.
Se narra la venida de Jesús al Jordán como cumplimiento de la actividad del Bautista. Con ocasión de su bautismo
por Juan, a través de una visión se explica quién es verdaderamente Jesús. Después se mencionan sus
«tentaciones» para mostrar que él triunfa donde fue vencido el pueblo de Israel por Satanás, en el desierto.
En el v. 9 comienza una nueva parte con la fórmula griega «Y sucedió en aquellos días que llegó Jesús...»
(literalmente). Después de la simple mención de que Jesús fue bautizado (v. 9), se narra una visión (v. 10) y la
escucha de una voz del cielo por parte de Jesús (v. 11). En el v. 12 se cambia la ubicación de Jesús y en el v. 13 se
cuenta su victoria sobre las tentaciones.
Esta «visión», narrada por el evangelio después del bautismo de Jesús, no pretende revelarle a él su misión como
Mesías, más bien hace entender correctamente el bautismo de Jesús: él no pretendía hacerse seguidor de Juan,
ni que le fueran perdonados sus pecados. Como en la literatura judiá , la paloma significa al mismo tiempo el
Espíritu divino y la comunidad en la cual éste realiza su acción: el pueblo de Israel. De la misma manera, desde el
cristianismo primitivo, la paloma significa el Espiŕ itu Santo y la Iglesia. La aparición del Espiŕ itu sobre Jesús y la
voz del cielo muestran en imágenes que es él quién bautiza con el Espíritu (v. 8).
Las palabras de la voz del cielo testimonian explić itamente que es el «Hijo de Dios» mencionado ya en el v. 1 del
evangelio. El contenido de esta voz es de nuevo una composición de citas de la Escritura: «Hijo de Dios» en el
AT fue Israel, É x 4,22s; Jer 31,9.20; Is l,2ss; 30,9; Is 43,6ss, 63,16; cfr. Os ll,lss; Mal 1,6; 3,17. Esta tradición
asume las ideas de la alianza, del pueblo elegido; pero incluye también el pecado y la apostasiá del pueblo, así
como la misericordia de Dios, su padre. El «hijo» de Dios es también el rey, Sal 2,7: «Tú eres mi hijo». La segunda
parte se encuentra en Is 42,1: «mi elegido a quien prefiero»
En otros lugares de la Escritura se encuentra el calificativo «querido» para el hijo, especialmente para el hijo único
o preferido, Gen 22,2.12.16 (Isaac); Jue 11,34 (hija de Jefté), Am 8,10; Zac 12,10; Jer 6,26 (llanto sobre el hijo
único). Pero, históricamente, la razón de por qué se llama a Jesús «hijo de Dios» son sus propias palabras que
expresan su convicción de una relación especial con Dios «como hijo». Mediante los elementos de la «VISIÓN»
y las palabras de «LA VOZ DEL CIELO», se comprende QUIÉN ES JESÚS y CUÁL ES SU PAPEL EN
LA HISTORIA DE SALVACIÓN. Al mismo tiempo, se destaca el significado de su bautismo: acudiendo al
bautismo, Jesús reconoce la acción salvadora de Dios presente ya en la actividad de Juan, su precursor. Según el
plan de Dios, el ministerio del Bautista y el bautismo de Jesús preparan la actividad del Hijo de Dios. Jesús mismo
asocia su venida a la venida del Bautista. De esta manera se lleva a cabo el «principio» de su ministerio.
Por medio del ejemplo de Jesús se destaca además el bautismo de modo único. Los cristianos recogieron el rito
de sumergir en el agua. Poco después de la muerte y resurrección de Jesús, sus disciṕ ulos administraron el bautismo
como SIGNO DE SALVACIÓ N que otorga el Espíritu a los creyentes, los UNE AL CRISTO y así representa la
INCORPORACIÓ N en la comunidad de la Iglesia.