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DISCRIMINACIÓÓ N,
DESIGUALDAD Y TERRITÓRIÓ:
NUEVAS Y VIEJAS JERARQUÍAS EN DEFINICIÓN (PERÚ)1
PATRICIA AMES
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Este trabajo se basa en una revisión más amplia de la literatura peruana en torno a los temas de cultura y
desigualdad, realizada en el marco del Programa Institucional del Instituto de Estudios Peruanos. Cesar
Nureña y Danilo de Asís Clímaco me asistieron en dicha revisión. Una versión previa se publicó en la revista
Argumentos (año 3, n.° 1).
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aparecen hacia fines de la deó cada de 1980 y los primeros arios de la de 1990. Estos
estudios se abocan a discutir el tema del racismo en la sociedad peruana,
particularmente desde la perspectiva de su origen histoó rico y su vigencia en el Peruó de
entonces.
Asíó, se enfatiza, en estos trabajos, el origen colonial del racismo actual, el cual
habríóa sido heredado por la naciente republica, y como esta "herencia colonial"
habríóa persistido hasta nuestros díóas como una suerte de estructura invariable
(Flores-Galindo 1988, Portocarrero 1993, Callirgos 1993, Manrique 1992, 1999).
Se resaltan, asíó, tanto la singularidad histoó rica particular como la continuidad en el
tiempo del racismo peruano, a la vez que se lo posiciona en el terreno de las
mentalidades, que seríóan maó s difíóciles de cambiar a pesar de las transformaciones
sociales.
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Especialmente cuando el país se vela desgarrado por el conflicto armado interno (1980-2000).
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Estos trabajos nos recuerdan que las representaciones eó tnicas y raciales son
construcciones y, en tal medida, no solo se reproducen, sino que se configuran y
recrean constantemente en los diversos y cambiantes contextos histoó ricos
examinados. De la Cadena (2004), particularmente, analiza los discursos en torno
a los conceptos de “raza” y “cultura”, y presupone que el primero en el Peruó , es
definido en gran medida en funcioó n del segundo: “la raza fue construida
culturalmente y la cultura fue definida radicalmente”. En el proceso de determinar
quieó n es indio mestizo en la sociedad cusquenñ a, la educacioó n, la alfabetizacioó n, el
lugar de residencia (urbano), el eó xito econoó mico, e incluso el compartir praó cticas
indíógenas constituyen rasgos que definen al segundo en contraposicioó n con el
primero, al cual, ademaó s, se l atribuye una existencia miserable, razoó n por la cual
nadie quiere ser etiquetado como tal. Se trata de una muestra de la forma compleja
e híóbrida en que lo racial se define y expresa. Indios y mestizos son, entonces,
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Quizaó s el dato que maó s llamoó la atencioó n de la opinioó n puó blica y obligoó a
reconocer la desigualdad con que la violencia tratoó los peruanos fue la estadíóstica
respecto de las víóctimas de la violencia, como esta se concentroó en la poblacioó n de
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Para una discusión sobre el origen del discurso racial desde distintas perspectivas y tradiciones
académicas y el papel de América en la constitución de la categoría de la “raza”, véase Thompson
(2007); también De la Cadena(2007), quien rastrea la “genealogía” de la raza; y Stolcke (1994),, que
vincula la discriminación religiosa del siglo XV con el surgimiento del racismo, de manera similar a lo
planteado por Manrique (1999)
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origen indíógena, como lo expresa la cita anterior. Los resultados del trabajo de la
CVR senñ alan que la discriminacioó n eó tnica y racial fue un elemento presente en el
conjunto del proceso de violencia, y que este factor influyoó significativamente
sobre los comportamientos y percepciones de los diversos actores, aunque casi
siempre de manera encubierta.
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La postura de Tanaka puede revisarse en su blog, <http://martintanaka.blogspot.com/2007/02/ sobre-la-
persistencia-del-racismo-y-la.html>, el cual incluye también sus columnas de opinión publicadas en los
diarios Perú 21 y La Republica.
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En este debate, la historiadora Cecilia Meó ndez, a cuyo trabajo ya nos hemos
referido, propone una salida a las dicotomíóas planteadas entre la herencia colonial y la
democratizacioó n actual. Asíó, lejos de negar la existencia del racismo, senñ ala que este debe
ser leíódo maó s bien como un fenoó meno actual que es respuesta tambieó n a una situacioó n
actual. Partiendo de ejemplos en otras latitudes y de la propia historia peruana, indica
que justamente la democratizacioó n social habríóa generado respuestas excluyentes
desde los sectores que se resisten a la "igualacioó n", y crean sus propias estrategias y
espacios de segregacioó n. Asíó, senñ ala que:
Imágenes de la geografía
A inicios de la deó cada de los noventa, mientras el debate en torno al "racismo
peruano" estaba en su apogeo, el antropoó logo norteamericano Benjamin Órlove
publicoó un artíóculo (que nunca se tradujo al espanñ ol) en el que comparaba los
sistemas de pensamiento geograó fico sobre el territorio peruano en la eó poca colonial y
republicana, y prestaba particular atencioó n a la relacioó n entre ordenamiento espacial,
racial y social (Órlove 1993). En este trabajo, Órlove analiza el surgimiento de un nuevo
discurso geograó fico durante los inicios de la Republica, principalmente en el siglo XIX.
Asíó, nos muestra coó mo, en contraste con la concepcioó n del territorio en la Colonia,
que se describíóa predominantemente a partir de zonas acotadas y en funcioó n de sus
caracteríósticas de temperatura y humedad, durante la Repuó blica se instaura una visioó n
tripartita del territorio (costa, sierra, selva) sobre la base de un nuevo criterio: el de la
altura. Esta visioó n tripartita del territorio ocupa auó n hoy un lugar dominante en la
representacioó n actual de la geografíóa nacional, se difunde en instituciones masivas
como la escuela y en los textos escolares, estaó presente en el lenguaje cotidiano, y
adquiere tal "naturalidad" que es difíócil cuestionar su "autoridad". Mesclier (2001),
al analizar los discursos políóticos y econoó micos del siglo XX, senñ ala que las tres
"regiones naturales" del Peruó son un instrumento para pensar el territorio y atribuir
roles (a veces complementarios, pero no necesariamente equivalentes) a cada porcioó n
de este, y para legitimar políóticas que se refieren a una loó gica territorial.
Justamente, el trabajo de Órlove (1993) pone en evidencia que existen
diversas formas de pensar y representar un mismo territorio, al mostrar que, en la
visioó n colonial, se describe la diversidad geograó fica del territorio peruano en
teó rminos positivos, puesto que promueve la riqueza de la zona, y permite admirar
la creacioó n de Dios. El discurso republicano, por el contrario, presenta los Andes de
manera negativa, como un obstaó culo para la integracioó n nacional, al obstruir la
circulacioó n de bienes y personas hacia la costa. Es particularmente notorio como,
durante la republica del siglo XIX, en el marco de la construccioó n del Estado nacional,
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Garcíóa tambieó n hace referencia a la poblacioó n en este texto, pero para recalcar
justamente su caraó cter de "obstaó culo". Asíó, se refiere al pequenñ o productor rural, la
comunidad campesina (muchas veces indíógena), el "nativo selvaó tico" e incluso los
pescadores artesanales como una poblacioó n que no aprovecha lo que tiene, debido a
sus carencias: "[Existen] tierras ociosas porque el duenñ o no tiene formacioó n ni recursos
econoó micos". Ello, al parecer, se debe a políóticas previas equivocadas (como la reforma
agraria, por ejemplo): "Para que haya inversioó n se necesita propiedad segura, pero
hemos caíódo en el enganñ o de entregar pequenñ os lotes de terreno a familias pobres
que no tienen un centavo para invertir".
Solo estos grupos, entonces, podríóan lograr que el Peruó aproveche sus ingentes
cantidades de recursos naturales, lo que permitiríóa el desarrollo y el crecimiento
econoó mico. El discurso presidencial parece ir acompanñ ado de decisiones políóticas
agresivas que estaó n reconfigurando el panorama social y econoó mico de la regioó n: un
estudio reciente (Finer y Órta-Martíónez 2010) senñ ala que, en los uó ltimos cuatro anñ os,
se han concesionado mas tierras de la Amazonia peruana para la exploracioó n y
explotacioó n de petroó leo y gas que en ninguó n otro periodo registrado desde 1970. Para
diciembre del 2009, existen 52 concesiones de hidrocarburos activas, que cubren maó s
del 41% de la regioó n —frente al 7% en el 2003—, con previsiones de que podríóan
llegar a alcanzar el 70% de este territorio selvaó tico en los proó ximos anñ os. Las
concesiones activas de hidrocarburos cubren el 55% de las tierras tituladas de las
comunidades indíógenas, el 17% de las aó reas naturales protegidas por el Estado
peruano, y el 61% de las reservas territoriales donde se ubican pueblos en
aislamiento voluntario. Quizaó s, si la Amazonia fuera en efec to un territorio
"vacio", en el cual sus recursos no estaó n "en uso", como senñ ala Garcíóa, esto no seríóa un
problema. Pero, al no ser asíó, este panorama nos pone frente a la posibilidad de una
multiplicacioó n de conflictos. En efecto, las imaó genes del territorio, la poblacioó n que
lo habita y las actividades que se desarrollan en el vuelven a ser objeto de disputa.
Maó s auó n las identificaciones eó tnico-raciales emergen nuevamente entre los teó rminos de
discusioó n.
Los imaginarios a los que nos hemos referido en las secciones anteriores no son meras
curiosidades antropoloó gicas, sino que tienen implicancias concretas en la vida de las
personas. Una forma de ver esto es a partir de los servicios que el Estado ofrece y como
estos se vinculan, consciente o inconscientemente, con este entrelazamiento de
delimitaciones espaciales y eó tnico-raciales. Diversos ejemplos provenientes del campo de
la salud, la educacioó n y la lucha contra la pobreza resultan ilustrativos.
explíócita por un enfoque maó s intercultural en el aó mbito de las políóticas puó blicas, a una
escala micro, se siguen identificando un conjunto de problemas en relacioó n con el
trato que reciben los usuarios, mas aun si son indíógenas y rurales. Asíó, estudios sobre
la atencioó n en establecimientos de salud a mujeres indíógenas rurales en el Cusco
muestran evidencias de maltrato, trato desigual, imposicioó n de tratamientos y
"castigos" cuando no cumplen las demandas del centro de salud, asíó como la
existencia de supuestos estereotipados sobre las mujeres indíógenas (Huayhua 2006,
Caó rdenas 2007).
Por otro lado, el hecho de que, orgaó nicamente, la Direccioó n de EBI esta
subsumida en la Direccioó n de Educacioó n Rural y Bilinguü e Intercultural y no al mismo
nivel que las direcciones de educacioó n inicial, primaria y secundaria nos muestra
que esta se encuentra relegada a un espacio marginal, y que las decisiones que
afectan al conjunto de la educacioó n nacional se toman al margen de ella.
Reflexiones finales
Para enfrentar esta situacioó n, necesitamos propuestas teoó ricas y metodoloó gicas
mas flexibles, que nos permitan ver las formas y mecanismos mediante los cuales lo
eó tnico racial se estaó expresando, re-creando, actualizando y fundiendo con otros
criterios de jerarquizacioó n.
Asíó, maó s que ofrecer una respuesta, este trabajo quiere plantear preguntas para
una agenda de investigacioó n que indaguen como se estaó recreando la desigualdad, en que
nuevos teó rminos, a que nuevos elementos de diferenciacioó n y "distincioó n" se apela, que
nuevas delimitaciones se establecen dentro y entre grupos sociales, y que "viejas" jerarquíóas
se "cuelan" en estas nuevas categoríóas. Ello nos permitiraó sorprender mejor la complejidad
de los procesos en marcha y sugerir quizaó s las formas en que debemos enfrentarlos para
lograr una efectiva inclusioó n e integracioó n.