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SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0252/2018-S3

Sucre, 29 de junio de 2018

SALA TERCERA

Magistrada Relatora: MSc. Brígida Celia Vargas Barañado

Acción de amparo constitucional

Expediente: 22477-2018-45-AAC

Departamento: Chuquisaca

En revisión la Resolución 19/2018 de 23 de enero, cursante de fs. 2185 a 2189 vta., pronunciada
dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta por Juan Veliz Herrera,Gonzalo
Alberto Rocabado Mercado, José Oswaldo Quiroga Mendoza y Luis Alberto Aranda
Granados contra Iván Sandoval Fuentes y Mirna Sandra Molina Villarroel,Vocales de la Sala
Penal Primera del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca.

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la demanda

Por memoriales presentados el 6 y 17 ambos de noviembre de 2017, cursantes de fs. 2090 a


2100 vta., y 2113 a 2115 vta., los accionantes señalaron que:

I.1.1. Hechos que motivan la acción

El 10 de septiembre de 2013, Oswaldo Freddy Ávalos Limachi y Guido Gabriel Balboa Castro, a
nombre y en representación de ciento veinticinco presuntas víctimas de los hechos ocurridos en
octubre de 2003, presentaron demanda de reparación de daños ante el Juez de Sentencia Penal
de turno del departamento de Chuquisaca; la que luego de ser observada y subsanada, fue
admitida por Auto 208/2013 de 11 de septiembre.

El indicado proceso se inició el 16 de septiembre de 2013 y culminó con la emisión del Auto
Definitivo 01/2016 de 12 de febrero, que declaró probada en parte la demanda, y condenó a
Erick Alberto Reyes Villa Bacigalupi, Roberto Claros Flores, Gonzalo Alberto Rocabado, Juan Veliz
Herrera, Luis Alberto Aranda Granados y José Oswaldo Quiroga Mendoza, a la restitución de la
suma “…de 1.133.015.68 Bs…” (sic) que tiene carácter solidario y mancomunado a favor de los
demandantes -se entiende dentro del proceso de referencia-, con costas a ser calculadas en
ejecución de fallo.

El 19 de septiembre de 2016, interpusieron recurso de apelación, bajo los siguientes


argumentos: a) El “Tribunal de alzada” no consideró las ilegalidades cometidas en el proceso de
reparación del daño; toda vez que, se les sancionó sin que se haya probado la relación directa
de causa y efecto; b) Se afirmó que existe relación, sin explicar dónde radica la misma, así como
tampoco que el daño haya sido producto del actuar de cada uno de ellos; c) No se realizó una
descripción probatoria individual, tampoco fundamentó como se arribó a la determinación de
dar valor a la prueba ofrecida por los demandantes; d) No se valoró la prueba pericial de
descargo, respecto al grado de invalidez de las víctimas; el informe pericial de oficio, que
acredita que no existen elementos probatorios sobre los gastos de recuperación, internaciones
u otros de estas; y, e) Se incurrió en error al introducir a título de “otros rubros” viajes, traslados
a la ciudad de Sucre, alimentación, habitación, gastos para fotocopias, ya que obró de
manera ultra petita.

No obstante, la Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca,


mediante Auto de Vista 102/2017 de 8 de mayo, declaró improcedente la apelación presentada
por sus personas, manteniendo incólume el Auto Definitivo 01/2016: 1) Sin responder de
manera fundamentada a todos los motivos de su apelación, ya que se limitó a sostener que el
Juez de instancia al transcribir la sentencia condenatoria principal que determinó la
responsabilidad penal, refirió que existiría una relación directa que los vincula a cada uno
respecto de la responsabilidad del daño; encontrándose así ante una carencia argumentativa, la
cual concibió una relación directa que los vinculó respecto a esa responsabilidad; siendo deber
de la Sala de apelación responder de manera clara, precisa, congruente y motivada; por lo que
incurrieron en una errónea interpretación y no aplicación del art. 124 del Código de
Procedimiento Penal (CPP); 2) Sobre la existencia de relación de causalidad directa para la
atribución de la responsabilidad civil, el Tribunal de apelación no se pronunció, afectando el
derecho a la congruencia y tutela judicial efectiva; y, 3) Los errores en el juicio valorativo de la
prueba, fueron reclamados a tiempo de interponer el recurso de apelación; sin embargo, las
autoridades demandadas no respondieron a los motivos del recurso, por ello consideran que el
Auto de Vista de referencia se encuentra insuficientemente motivado, arbitrario e incongruente
y con una conducta omisiva, traducida en la falta de compulsa de los medios probatorios por
parte del Juez a quo, los cuales fueron reclamados en apelación.

I.1.2. Derechos y garantías supuestamente vulnerados

Los accionantes denuncian lesionado su derecho al debido proceso en sus vertientes de


fundamentación, motivación, congruencia, tutela judicial efectiva, aplicación objetiva de la ley
y valoración de la prueba; citando al efecto los arts. 13.I y II, 115, 116, 117.I, 180.I y 410 de la
Constitución Política del Estado (CPE); 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos;
y, 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP).

I.1.3. Petitorio

Solicitaron se conceda la tutela impetrada, dejando sin efecto el Auto de Vista 102/2017,
disponiendo se emita una nueva resolución.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de garantías

Celebrada la audiencia pública el 23 de enero de 2018, según consta en acta cursante de fs. 2180
a 2184 vta., se produjeron los siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación de la acción

Los accionantes por intermedio de su representante legal Teresa Elena Rosquellas Fernández,
ratificaron el tenor íntegro de su acción de amparo constitucional.

I.2.2. Informe de las autoridades demandadas


Iván Sandoval Fuentes y Mirna Sandra Molina Villarroel, Vocales de la Sala Penal Primera del
Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca, mediante informe escrito presentado el 28
de noviembre de 2017, cursante de fs. 2119 a 2120 vta., señalaron que: i) Los accionantes
cuestionan varios aspectos, cual se tratara de un recurso de casación; ii) El Tribunal de apelación
destacó lo que hizo el Juez de instancia al transcribir partes esenciales de la “Sentencia
Condenatoria” como prueba principal para la reparación de daño y establecer la relación de
responsabilidad. La demanda planteada no trata de determinar la existencia de un hecho
punible y su responsabilidad penal, ya que ello fue dilucidado en proceso penal; iii) Sobre la
relación de causalidad directa, se pronunciaron de manera clara y precisa, ya que el Juez a quo
comprendió que nuestro sistema no indica que deba realizarse una aplicación pura de la teoría
del riesgo y mucho menos aplicar a “raja tabla” la teoría de responsabilidad adjetiva;
y, iv) Respecto a la valoración de la prueba, los accionantes no explicaron de qué manera vincula
al caso en concreto que motive cuestionar la inferencia intelectual y descriptiva asumida por el
juzgador; por lo que solicitaron se deniegue la tutela impetrada.

I.2.3. Intervención de los terceros interesados

Oswaldo Freddy Avalos Limachi y Guido Gabriel Balboa Castro, en representación de los
demandantes del proceso penal, así como Roberto Claros Flores y Erick Alberto Reyes Villa
Bacigalupi, no presentaron informe escrito alguno ni se hicieron presentes en audiencia pese a
sus notificaciones cursantes a fs. 2117 vta. y 2158 a 2174.

I.2.4. Resolución

La Sala Penal Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca, constituida en


Tribunal de garantías, por Resolución 19/2018 de 23 de enero de 2018, cursante de fs. 2185 a
2189 vta., denegó la tutela solicitada, en base a los siguientes fundamentos: a) Los accionantes
confundieron la naturaleza jurídica de la acción de amparo constitucional, pues la formularon
como si se tratara de un recurso casacional; b) Las autoridades demandadas, procedieron a
resolver los cinco motivos del recurso de apelación con la debida y suficiente fundamentación,
la cual si bien no resulta exquisita en consideraciones de hecho y derecho, hace comprender las
razones del porque no fueron acogidos los reclamos efectuados en el recurso presentado; c) Por
la configuración procesal contenida en el Código de Procedimiento Penal y lo expresado en la
uniforme doctrina legal de la Sala Penal del Tribunal Supremo de Justicia en sus Autos Supremos,
el Tribunal de apelación carece de facultad para valorar y en su caso revalorizar la prueba
previamente evaluada por los jueces y tribunales a quo, por ser atribución privativa de éstos;
y, d) No se advierte que las autoridades demandadas tampoco se hubieran manifestado sobre
la valoración de las pericias practicadas de oficio, ya que lo hicieron al resolver el cuarto motivo
del recurso de apelación formulado, señalando que el Juez a quo no sólo se basó en tal
documental, sino y esencialmente en la “sentencia penal” pronunciada por el Tribunal Supremo
de Justicia, aplicando además la sana crítica relativa a la experiencia.

II. CONCLUSIONES

Del análisis y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados, se establece lo siguiente:

II.1. El Tribunal Supremo de Justicia, constituido en Tribunal de juicio de responsabilidades,


mediante Sentencia de 4 de octubre de 2011, declaró a Roberto Claros Flores y a Juan Veliz
Herrera, autores del delito de genocidio bajo la modalidad de masacre sangrienta, por lo que se
les condenó a la pena de presidio de quince años y seis meses; asimismo autores a José Oswaldo
Quiroga Mendoza y Luis Alberto Aranda Granados, por el mismo delito, condenándoles con
privación de libertad de once años; a Gonzalo Alberto Rocabado Mercado, autor mediato del
mismo delito, por el que se le condenó a la pena de reclusión por diez años; y, a Erick Alberto
Reyes Villa Bacigalupi y Adalberto Kuajara Arandia, autores mediatos en grado de complicidad
del delito de genocidio condenándoseles a la pena de presidio de tres años (fs. 1 a 1143).

II.2. Oswaldo Freddy Ávalos Limachi y Guido Gabriel Balboa Castro, en representación de las
“...víctimas de la masacre de septiembre y octubre del 2003…” (sic), interpusieron demanda de
reparación de daños y perjuicios ante el “…JUEZ DE SENTENCIA DE TURNO DE LA CIUDAD DE
SUCRE” (sic) contra Juan Veliz Herrera, Gonzalo Alberto Rocabado Mercado, Roberto Claros
Flores, José Oswaldo Quiroga Mendoza, Luis Alberto Aranda Granados, Erick Alberto Reyes Villa
Bacigalupi y Adalberto Kuajara Arandia y otros (fs. 1200 a 1255 vta.).

II.3. Cursa Auto Definitivo 01/2016 de 12 de febrero. Asimismo, se tiene que el Juez de
Sentencia Penal Primero del departamento de Chuquisaca, emitió el Auto 235b/16 de 3 de
agosto de 2016 de explicación, complementación y enmienda (fs. 1789 a 1905 vta. y 1921 a 1924
vta.).

II.4. Juan Veliz Herrera, Gonzalo Alberto Rocabado Mercado, José Oswaldo Quiroga Mendoza
y Luis Alberto Aranda Granados, por memorial presentado el 19 de septiembre de 2016,
interpusieron recurso de apelación contra el “Auto Interlocutorio Nº 01/2016 de 11 de
febrero…” (sic [fs. 1987 a 2007 vta.]).

II.5. La Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca, por Auto de
Vista 102/2017 de 8 de mayo, declaró inadmisible el recurso de apelación presentado por
Oswaldo Freddy Ávalos Limachi y Guido Gabriel Balboa Castro e improcedentes las apelaciones
interpuestas por Erick Reyes Villa Bacigalupi, Roberto Claros Flores, Juan Véliz Herrera, Gonzalo
Alberto Rocabado Mercado, José Oswaldo Quiroga Mendoza y Luis Alberto Aranda Granados;
manteniendo en consecuencia incólume el Auto Definitivo 01/2016 (fs. 2044 a 2064 vta.).

III. FUNDAMENTOS JURIDÍCOS DEL FALLO

Los accionantes denuncian la vulneración de su derecho al debido proceso en sus vertientes de


fundamentación, motivación, congruencia, tutela judicial efectiva, aplicación objetiva de la ley
y valoración de la prueba; puesto que, las autoridades demandadas, dentro el referido proceso
de reparación de daños, emitieron el Auto de Vista 102/2017 de 8 de mayo, declarando
improcedente la apelación presentada por sus personas y por ende mantuvieron incólume el
Auto Definitivo 01/2016 de 12 de febrero: 1) Sin responder de manera fundamentada a todos
los motivos de su apelación, por lo que incurrieron en una errónea interpretación “…y no
aplicación del art. 124 del Código de Procedimiento Penal” (sic); 2) No se pronunciaron respecto
a la existencia de relación de causalidad directa para la atribución de la responsabilidad civil;
y, 3) Sobre los errores en el juicio valorativo de la prueba, por parte del Juez a quo.

En consecuencia, corresponde en revisión, verificar si tales extremos son evidentes a fin de


conceder o denegar la tutela solicitada.

III.1. El delito de genocidio en la normativa internacional y nacional

La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, de 9 de diciembre de


1948, ratificada por Bolivia mediante Ley 3061 de 30 de mayo, señala en su parte introductoria,
que:
“Considerando que la Asamblea General de las Naciones Unidas, por su resolución 96 (I) de 11
de diciembre de 1946, ha declarado que el genocidio es un delito de derecho
internacional contrario al espíritu y a los fines de las Naciones Unidas y que el mundo civilizado
condena,

Reconociendo que todos los períodos de la historia el genocidio ha infligido grandes pérdidas a
la humanidad…” (el resaltado es nuestro).

Asimismo, en el art. I de la citada Convención, se indica que:

“Las Partes contratantes confirman que el genocidio, ya sea cometido en tiempo de paz o en
tiempo de guerra, es un delito de derecho internacional que ellas se comprometen a prevenir y
sancionar” (lo subrayado nos pertenece).

En el art. II de la precitada norma internacional, se señaló que:

“En la presente Convención, se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a
continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo
nacional, étnico, racial o religioso, como tal:

a) Matanza de miembros del grupo;

b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo;

c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su


destrucción física, total o parcial;

d) Medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo;

e) Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo” (las negrillas son agregadas).

Respecto a las personas que serán castigadas por cometer este delito, las medidas legislativas a
asumir y los tribunales competentes, expresó lo siguiente:

“Artículo IV

Las personas que hayan cometido genocidio o cualquiera de los otros actos enumerados en el
artículo III, serán castigadas, ya se trate de gobernantes funcionarios o particulares.

Artículo V

Las Partes contratantes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus Constituciones


respectivas, las medidas legislativas necesarias para asegurar la aplicación de las disposiciones
de la presente Convención, y especialmente a establecer sanciones penales eficaces para
castigar a las personas culpables de genocidio o de cualquier otro de los actos enumerados en
el artículo III.

Artículo VI

Las personas acusadas de genocidio o de uno cualquiera de los actos enumerados en el artículo
III, serán juzgadas por un tribunal competente del Estado en cuyo territorio el acto fue
cometido, o ante la corte penal internacional que sea competente respecto a aquellas de las
Partes contratantes que hayan reconocido su jurisdicción” (lo resaltado y subrayado nos
corresponden).
En este sentido, la Constitución Política del Estado de Bolivia de 2009, cumpliendo estos
mandatos internacionales, incorporó y mencionó en su art. 111 al delito de genocidio, indicando
que:

“Los delitos de genocidio, de lesa humanidad, de traición a la patria, crímenes de guerra son
imprescriptibles” (las negrillas son nuestras).

Asimismo, se incorporó en el Código Penal de Bolivia, al indicado delito en el art. 138, bajo el
siguiente texto:

“ARTÍCULO 138.- (Genocidio) Quién o quienes con propósito de destruir total o parcialmente a
la población boliviana, nación o pueblo indígena originario campesino, comunidades
interculturales, afrobolivianas, o segmento de ellos, o grupo de un credo religioso, diere muerte
o causare lesiones a sus miembros, o los sometiere a condiciones de inhumana subsistencia o
de asimilación forzosa, o les impusiere medidas destinadas a impedir su reproducción, o
realizare con violencia el desplazamiento de niños o adultos hacia otros grupos, será sancionado
con privación de libertad de quince (15) a treinta (30) años.

En la misma sanción incurrirán el o los autores, u otros culpables directos o indirectos de


masacres sangrientas en el Estado Plurinacional”.

III.2. Normativa internacional respecto a la reparación integral a las víctimas de violaciones de


derechos humanos y del derecho internacional humanitario

La Asamblea General de las Naciones Unidas, por Resolución 60/147 de 16 de diciembre de


2005, aprobó los “Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones
manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del
derecho internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones”,
recomendando que los Estados lo tomen en cuenta para promover el respeto de los mismos y
“…los señalen a la atención de los miembros de los órganos ejecutivos de gobierno, en particular
los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y las fuerzas militares y de seguridad, los
órganos legislativos, el poder judicial, las víctimas y sus representantes, los defensores y
abogados de derechos humanos, los medios de comunicación y el público en general” (lo
subrayado es agregado).

Asimismo, en su preámbulo señala que:

“Afirmando que los Principios y directrices básicos aquí enunciados se aplican a las violaciones
manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y a las violaciones graves del
derecho internacional humanitario, que por su carácter muy grave constituyen una afrenta a la
dignidad humana,

Destacando que los Principios y directrices básicos que figuran en el presente documento no
entrañan nuevas obligaciones jurídicas internacionales o nacionales, sino que indican
mecanismos, modalidades, procedimientos y métodos para el cumplimiento de las
obligaciones jurídicas existentes conforme a las normas internacionales de derechos humanos
y al derecho internacional humanitario, que son complementarios, aunque diferentes en su
contenido,

Recordando que el derecho internacional contiene la obligación de enjuiciar a los responsables


de determinados crímenes internacionales conforme a las obligaciones internacionales de los
Estados y a los requisitos del derecho interno o conforme a lo dispuesto en los estatutos
aplicables de los órganos judiciales internacionales, y que la obligación de enjuiciar refuerza las
obligaciones jurídicas internacionales que deben cumplirse de conformidad con los requisitos y
procedimientos jurídicos nacionales y favorece el concepto de complementariedad,

(…)

Reconociendo que, al hacer valer el derecho de las víctimas a interponer recursos y obtener
reparaciones, la comunidad internacional hace honor a su palabra respecto del sufrimiento de
las víctimas, los supervivientes y las generaciones futuras y reafirma los principios jurídicos
internacionales de responsabilidad, justicia y Estado de derecho” (lo resaltado es ilustrativo).

Sobre los alcances de la obligación que contiene dicho documento, señaló que:

“3. La obligación de respetar, asegurar que se respeten y aplicar las normas internacionales de
derechos humanos y el derecho internacional humanitario según lo previsto en los respectivos
ordenamientos jurídicos comprende, entre otros, el deber de:

a) Adoptar disposiciones legislativas y administrativas y otras medidas apropiadas para


impedir las violaciones;

b) Investigar las violaciones de forma eficaz, rápida, completa e imparcial y, en su caso, adoptar
medidas contra los presuntos responsables de conformidad con el derecho interno e
internacional;

c) Dar a quienes afirman ser víctimas de una violación de sus derechos humanos o del derecho
humanitario un acceso equitativo y efectivo a la justicia, como se describe más adelante, con
independencia de quién resulte ser en definitiva el responsable de la violación; y

d) Proporcionar a las víctimas recursos eficaces, incluso reparación, como se describe más
adelante” (las negrillas son nuestras).

Es así que respecto a la reparación de daños sufridos a las víctimas, precisó que:

“18. Conforme al derecho interno y al derecho internacional, y teniendo en cuenta las


circunstancias de cada caso, se debería dar a las víctimas de violaciones manifiestas de las
normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del derecho internacional
humanitario, de forma apropiada y proporcional a la gravedad de la violación y a las
circunstancias de cada caso, una reparación plena y efectiva, según se indica en los principios 19
a 23, en las formas siguientes: restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y
garantías de no repetición.

19. La restitución, siempre que sea posible, ha de devolver a la víctima a la situación anterior a
la violación manifiesta de las normas internacionales de derechos humanos o la violación grave
del derecho internacional humanitario. La restitución comprende, según corresponda, el
restablecimiento de la libertad, el disfrute de los derechos humanos, la identidad, la vida familiar
y la ciudadanía, el regreso a su lugar de residencia, la reintegración en su empleo y la devolución
de sus bienes.

20. La indemnización ha de concederse, de forma apropiada y proporcional a la gravedad de la


violación y a las circunstancias de cada caso, por todos los perjuicios económicamente
evaluables que sean consecuencia de violaciones manifiestas de las normas internacionales de
derechos humanos o de violaciones graves del derecho internacional humanitario, tales como
los siguientes:
a) El daño físico o mental;

b) La pérdida de oportunidades, en particular las de empleo, educación y prestaciones sociales;

c) Los daños materiales y la pérdida de ingresos, incluido el lucro cesante;

d) Los perjuicios morales;

e) Los gastos de asistencia jurídica o de expertos, medicamentos y servicios médicos y servicios


psicológicos y sociales.

21. La rehabilitación ha de incluir la atención médica y psicológica, así como servicios jurídicos
y sociales.

22. La satisfacción ha de incluir, cuando sea pertinente y procedente, la totalidad o parte de las
medidas siguientes:

a) Medidas eficaces para conseguir que no continúen las violaciones;

b) La verificación de los hechos y la revelación pública y completa de la verdad, en la medida en


que esa revelación no provoque más daños o amenace la seguridad y los intereses de la víctima,
de sus familiares, de los testigos o de personas que han intervenido para ayudar a la víctima o
impedir que se produzcan nuevas violaciones;

c) La búsqueda de las personas desaparecidas, de las identidades de los niños secuestrados y de


los cadáveres de las personas asesinadas, y la ayuda para recuperarlos, identificarlos y volver a
inhumarlos según el deseo explícito o presunto de la víctima o las prácticas culturales de su
familia y comunidad;

d) Una declaración oficial o decisión judicial que restablezca la dignidad, la reputación y los
derechos de la víctima y de las personas estrechamente vinculadas a ella;

e) Una disculpa pública que incluya el reconocimiento de los hechos y la aceptación de


responsabilidades;

f) La aplicación de sanciones judiciales o administrativas a los responsables de las violaciones;

g) Conmemoraciones y homenajes a las víctimas;

h) La inclusión de una exposición precisa de las violaciones ocurridas en la enseñanza de las


normas internacionales de derechos humanos y del derecho internacional humanitario, así
como en el material didáctico a todos los niveles.

23. Las garantías de no repeticiónhan de incluir, según proceda, la totalidad o parte de las
medidas siguientes, que también contribuirán a la prevención:

a) El ejercicio de un control efectivo por las autoridades civiles sobre las fuerzas armadas y de
seguridad;

b) La garantía de que todos los procedimientos civiles y militares se ajustan a las normas
internacionales relativas a las garantías procesales, la equidad y la imparcialidad;

c) El fortalecimiento de la independencia del poder judicial;

d) La protección de los profesionales del derecho, la salud y la asistencia sanitaria, la


información y otros sectores conexos, así como de los defensores de los derechos humanos;
e) La educación, de modo prioritario y permanente, de todos los sectores de la sociedad
respecto de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario y la capacitación
en esta materia de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, así como de las fuerzas
armadas y de seguridad;

f) La promoción de la observancia de los códigos de conducta y de las normas éticas, en


particular las normas internacionales, por los funcionarios públicos, inclusive el personal de
las fuerzas de seguridad, los establecimientos penitenciarios, los medios de información, el
personal de servicios médicos, psicológicos, sociales y de las fuerzas armadas, además del
personal de empresas comerciales;

g) La promoción de mecanismos destinados a prevenir, vigilar y resolver los conflictos sociales;

h) La revisión y reforma de las leyes que contribuyan a las violaciones manifiestas de las
normas internacionales de derechos humanos y a las violaciones graves del derecho
humanitario o las permitan” (lo resaltado y subrayado es nuestro).

III.3. Jurisprudencia convencional sobre la reparación integral del daño sufrido por vulneración
de derechos humanos

III.3.1. Base normativa y fundamento para la reparación de daños, en el Sistema


Interamericano de Derechos Humanos

La Convención Americana sobre Derechos Humanos en su art. 63.1 señala:

“Cuando decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos en esta Convención,
la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad
conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se reparen las consecuencias
de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago de una
justa indemnización a la parte lesionada” (lo subrayado es ilustrativo).

La Corte Interamericana de Derechos Humanos (IDH) en el Caso Aloeboetoe y otros vs.


Surinam, Sentencia de 10 de septiembre de 1993, señaló:

“48. Antes de analizar estas reglas en el plano jurídico, es preciso hacer algunas
consideraciones sobre los actos humanos en general y cómo éstos se presentan en la realidad.

Todo acto humano es causa de muchas consecuencias, próximas unas y otras remotas. Un
viejo aforismo dice en este sentido: causa causæ est causa causati. Piénsese en la imagen de
una piedra que se arroja a un lago y que va produciendo en las aguas círculos concéntricos
cada vez más lejanos y menos perceptibles. Así, cada acto humano produce efectos remotos y
lejanos.

Obligar al autor de un hecho ilícito a borrar todas las consecuencias que su acto causó es
enteramente imposible porque su acción tuvo efectos que se multiplicaron de modo
inconmensurable.

49. El Derecho se ha ocupado de tiempo atrás del tema de cómo se presentan los actos
humanos en la realidad, de sus efectos y de la responsabilidad que originan. En el orden
internacional, la sentencia arbitral en el caso del “Alabama” se ocupa ya de esta cuestión
(Moore, History and Digest of International Arbitrations to which the United States has been
a Party, Washington, D.C., 1898, vol. I, pp. 653-659).
La solución que da el Derecho en esta materia consiste en exigir del responsable la reparación
de los efectos inmediatos de los actos ilícitos, pero sólo en la medida jurídicamente tutelada.
Por otra parte, en cuanto a las diversas formas y modalidades de reparación, la regla de la in
integrum restitutio se refiere a un modo como puede ser reparado el efecto de un acto ilícito
internacional, pero no es la única forma como debe ser reparado, porque puede haber casos
en que aquella no sea posible, suficiente o adecuada (cfr. Usine de Chorzów, fond, supra 43, p.
48). De esta manera, a juicio de la Corte, debe ser interpretado el artículo 63.1 de la
Convención Americana” (lo resaltado es ilustrativo).

Por su parte, en el Caso Garrido y Baigorria vs. Argentina, Sentencia de 27 de agosto de 1998,
la Corte señaló:

“La reparación, como la palabra lo indica, está dada por las medidas que tienden a hacer
desaparecer los efectos de la violación cometida. Su calidad y su monto dependen del daño
ocasionado tanto en el plano material como moral. La reparación no puede implicar ni un
enriquecimiento ni un empobrecimiento para la víctima o sus sucesores (Cfr.: caso del
ferrocarril de la bahía de Delagoa, LA FONTAINE, Pasicrisie internationale, Berne, 1902, p.
406)” (las negrillas y el subrayado nos corresponden).

III.3.2. Modalidades de reparación desarrolladas en la jurisprudencia emitida por la Corte


Interamericana de Derechos Humanos

Así entre las modalidades de reparación del daño sufrido, estableció la Corte IDH, en el caso
de la “MASACRE DE MAPIRIPÁN” vs. COLOMBIA, Sentencia de 15 de septiembre de 2005, lo
siguiente:

“69. (…) la Corte estima que el dictar una sentencia en la cual se determine la verdad de los
hechos y todos los elementos del fondo del asunto, así como las correspondientes
consecuencias, constituye una forma de reparación para las víctimas de la masacre de
Mapiripán y sus familiares y, a su vez, una manera de evitar que se vuelvan a repetir hechos
similares” (lo resaltado es nuestro).

En el Caso Trujillo Oroza vs. Bolivia, Sentencia de 27 de febrero de 2002, la Corte


Interamericana respecto al daño material, señaló:

“65. Esta Corte entra a determinar en este acápite lo correspondiente al daño material, el cual
supone la pérdida o detrimento de los ingresos de las víctimas, los gastos efectuados con
motivo de los hechos y las consecuencias de carácter pecuniario que tengan un nexo causal
con los hechos del caso sub judice, para lo cual fijará un monto indemnizatorio que busque
compensar las consecuencias patrimoniales de las violaciones que han sido declaradas en la
sentencia de 26 de enero de 2000” (las negrillas y subrayado nos corresponden).

Última modalidad que se encuentra integrada por el lucro cesante y daño


emergente, debiendo considerarse respecto al primero, según lo expresado en el Caso
Velásquez Rodríguez vs.Honduras, Sentencia de 21 de julio de 1989, lo siguiente:

“47. Sin embargo es preciso tener en cuenta que el cálculo del lucro cesante debe hacerse
considerando dos situaciones distintas. Cuando el destinatario de la indemnización es la
víctima afectada de incapacidad total y absoluta, la indemnización debe comprender todo lo
que dejó de percibir con los ajustes correspondientes según su expectativa probable de
vida. En este supuesto, el único ingreso para la víctima es lo que habría recibido como importe
de ese lucro cesante y que ya no percibirá.
48. Si los beneficiarios de la indemnización son los familiares, la cuestión se plantea en
términos distintos. Los familiares tienen, en principio, la posibilidad actual o futura de
trabajar o tener ingresos por sí mismos. Los hijos, a los que debe garantizarse la posibilidad
de estudiar hasta una edad que puede estimarse en los veinticinco años, podrían, por ejemplo,
trabajar a partir de ese momento. No es procedente, entonces, en estos casos atenerse a
criterios rígidos, más propios de la situación descrita en el párrafo anterior, sino hacer una
apreciación prudente de los daños, vistas las circunstancias de cada caso” (lo resaltado y
subrayado son nuestros).

Sobre el daño emergente, en el Caso Vélez Loor vs. Panamá, Sentencia de 23 de noviembre de
2010, determinó que los esfuerzos económicos para reclamar justicia, constituyen daño
emergente, bajo el siguiente razonamiento:

“305. La Comisión solicita a la Corte que fije en equidad el monto de dicho daño. Por su parte,
las representantes manifestaron que en el momento en que la víctima fue deportada, intentó
obtener justicia por las violaciones de las que fue objeto. Para ello, indicaron que Vélez Loor
solicitó asistencia letrada y junto con su abogado dieron seguimiento a la denuncia que
presentaron ante la Embajada de Panamá en Quito, manteniendo comunicación con la
Embajada. Adicionalmente, señalaron que en el marco del proceso internacional, la víctima
incurrió en gastos de abogado, papelería, envío de comunicaciones, un viaje a Washington
para participar en la audiencia de admisibilidad ante la Comisión y un viaje de Santa Cruz a La
Paz, Bolivia, para documentar y preparar el caso en conjunto con las representantes.
Señalaron que todo esto generó gastos y que la Corte debe fijar el monto en equidad. El Estado
no realizó alegato al respecto.

306. Aunque las representantes identificaron las erogaciones en las que incurrió la víctima
como parte de las costas y gastos, esta Corte considera que las mismas hacen parte del daño
emergente, pues las mismas obedecen a los esfuerzos económicos que realizó el señor Vélez
Loor para reclamar justicia” (las negrillas y subrayado nos corresponden).

Por otro lado, también desarrolló en el Caso Loayza Tamayo vs.Perú, Sentencia de 27 de
noviembre de 1998, el daño al proyecto de vida, distinguiendo al mismo del lucro cesante y
daño emergente:

“147. Por lo que respecta a la reclamación de daño al ‘proyecto de vida’, conviene manifestar
que este concepto ha sido materia de análisis por parte de la doctrina y la jurisprudencia
recientes. Se trata de una noción distinta del ‘daño emergente’ y el ‘lucro
cesante’. Ciertamente no corresponde a la afectación patrimonial derivada inmediata y
directamente de los hechos, como sucede en el ‘daño emergente’. Por lo que hace al ‘lucro
cesante’, corresponde señalar que mientras éste se refiere en forma exclusiva a la pérdida de
ingresos económicos futuros, que es posible cuantificar a partir de ciertos indicadores
mensurables y objetivos, el denominado ‘proyecto de vida’ atiende a la realización integral de
la persona afectada, considerando su vocación, aptitudes, circunstancias, potencialidades y
aspiraciones, que le permiten fijarse razonablemente determinadas expectativas y acceder a
ellas.

148. El ‘proyecto de vida’ se asocia al concepto de realización personal, que a su vez se sustenta
en las opciones que el sujeto puede tener para conducir su vida y alcanzar el destino que se
propone. En rigor, las opciones son la expresión y garantía de la libertad. Difícilmente se
podría decir que una persona es verdaderamente libre si carece de opciones para encaminar
su existencia y llevarla a su natural culminación. Esas opciones poseen, en sí mismas, un alto
valor existencial. Por lo tanto, su cancelación o menoscabo implican la reducción objetiva de
la libertad y la pérdida de un valor que no puede ser ajeno a la observación de esta Corte” (las
negrillas y subrayado son ilustrativos).

En relación al daño inmaterial, en el Caso Vélez Loor vs. Panamá, Sentencia de 23 de


noviembre de 2010, señaló:

“310. La Corte ha desarrollado en su jurisprudencia el concepto de daño inmaterial y los


supuestos en que corresponde indemnizarlo. El daño inmaterial puede comprender tanto los
sufrimientos y las aflicciones causados a las víctimas directas y a sus allegados, como el
menoscabo de valores muy significativos para las personas, así como las alteraciones, de
carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la víctima o su familia. Por cuanto
no es posible asignar al daño inmaterial un preciso equivalente monetario, sólo puede ser
objeto de compensación, en dos formas. En primer lugar, mediante el pago de una cantidad
de dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero, que el Tribunal determine
en aplicación razonable del arbitrio judicial y en términos de equidad. Y, en segundo lugar,
mediante la realización de actos u obras de alcance o repercusión públicos, tales como la
transmisión de un mensaje de reprobación oficial a las violaciones de los derechos humanos
de que se trata y de compromiso con los esfuerzos tendientes a que no vuelvan a ocurrir, que
tengan como efecto, entre otros, el reconocimiento de la dignidad de la víctima [317]” (el
resaltado y subrayado nos corresponden).

Según lo expresado en el Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras, Sentencia de 21 de julio de


1989, el daño moral como una forma de daño inmaterial, puede ser igualmente resarcido:

“26. La reparación del daño ocasionado por la infracción de una obligación internacional
consiste en la plena restitución (restitutio in integrum), lo que incluye el restablecimiento de
la situación anterior y la reparación de las consecuencias que la infracción produjo y el pago
de una indemnización como compensación por los daños patrimoniales y extrapatrimoniales
incluyendo el daño moral.

27. En lo que se refiere al daño moral, la Corte declara que éste es resarcible según el Derecho
internacional y, en particular, en los casos de violación de los derechos humanos. Su
liquidación debe ajustarse a los principios de la equidad” (las negrillas y subrayado nos
pertenecen).

Finalmente cabe precisar, que la Corte IDH, Caso "Instituto de Reeducación del Menor" vs.
Paraguay. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, Sentencia de 2 de
septiembre de 2004, Serie C No. 112, Párrafo 303, indicó que los daños inmateriales
sufridos por el fallecimiento de una persona, pueden ser resarcidos a sus familiares, por el
profundo sufrimiento y angustia que padecieron ante la pérdida de un ser querido, bajo el
siguiente razonamiento:

“303. Teniendo en cuenta las distintas facetas del daño aducidas por la Comisión y las
representantes, y aplicando las anteriores presunciones, la Corte fija en equidad el valor de las
compensaciones por concepto de daño inmaterial, en los términos que se indican en el cuadro
que se transcribe más adelante (infra párr. 309), de conformidad con los siguientes
parámetros:

a) para fijar las indemnizaciones por los daños inmateriales sufridos por los internos
fallecidos[220] (…).
b) en la determinación de las indemnizaciones que corresponden a los familiares identificados
de los fallecidos y los heridos, declarados víctimas por esta Corte, se debe tomar en
consideración los sufrimientos que han padecido como consecuencia directa de las heridas y/o
de la muerte de estos internos. En este sentido, dichos familiares han padecido un profundo
sufrimiento y angustia en detrimento de su integridad psíquica y moral. Además, los hechos a
que se vieron sometidos les generaron gran dolor, impotencia, inseguridad, tristeza y
frustración, lo cual les ha causado una grave alteración en sus condiciones de existencia y en
sus relaciones familiares y sociales, representado un serio menoscabo en su forma de vida” (el
resaltado es nuestro).

III.4. Toda víctima de vulneraciones manifiestas de derechos humanos y de violaciones graves


del derecho internacional humanitario, debe ser reparada por los daños sufridos ocasionados

De lo precisado en el Fundamento Jurídico III.2 de la presente Sentencia Constitucional


Plurinacional, se advierte que la Asamblea General de las Naciones Unidas, por Resolución
60/147 de 16 de diciembre de 2005, aprobó los principios y directrices básicos sobre el derecho
de las víctimas de violaciones a derechos humanos y el derecho internacional humanitario a
interponer recursos y obtener reparaciones, en el que se recomienda que los Estados tomen
en cuenta y promuevan su respeto en especial a la atención de los miembros del órgano
ejecutivo de un gobierno, los funcionarios de hacer cumplir la ley, las fuerzas militares y de
seguridad, los órganos legislativos, el poder judicial, las víctimas y sus representantes, en
resguardo de la dignidad humana; ya que existe la obligación internacional de todo Estado,
de otorgar a las víctimas de una violación a sus derechos, un acceso equitativo y efectivo a la
justicia; enjuiciar a los responsables de dicha vulneración; y reparar el daño causado de
manera plena y efectiva, mediante la restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y
garantías de no repetición.

En este comprendido, tomando en cuenta que dicho documento, tiene como sustento
normativo al art. 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre otras
normas internacionales, se establece que la jurisprudencia emitida por la Corte IDH en el tema
de reparación de daños, debe ser analizada, comprendida y asimilada por nuestro Estado, en
el marco de lo dispuesto por la SCP 0084/2017 de 28 de noviembre, que dice: «Como se ha
precisado muchas veces por parte de la doctrina, la Corte Interamericana recuerda a los
tribunales que se sometieron bajo su jurisdicción, como es el caso boliviano, que
deben “ejercer una especie de ‘control de convencionalidad' entre las normas jurídicas
internas que aplican en los casos concretos y la Convención Americana sobre derechos
Humanos. En esta tarea, el poder judicial o constitucional como en el presente caso, debe tener
en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la
Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana”» (las negrillas nos
pertenecen); y por lo tanto establecer que toda vulneración manifiesta de derechos humanos,
cometida por personas particulares o servidores públicos en el ejercicio de sus funciones, debe
dar lugar a la reparación integral del daño ocasionado a la víctima, para lo cual podrá
asumirse la jurisprudencia convencional desarrollada sobre la temática, mientras no exista
normativa legal en nuestro Estado, que regule lo dispuesto en el art. 113 de la CPE, que dice:
“I. La vulneración de los derechos concede a las víctimas el derecho a la indemnización,
reparación y resarcimiento de daños y perjuicios en forma oportuna. II. En caso de que el
Estado sea condenado a la reparación patrimonial de daños y perjuicios, deberá interponer la
acción de repetición contra la autoridad o servidor público responsable de la acción u omisión
que provocó el daño”; normativa legal, que este Tribunal exhortó a la Asamblea Legislativa
Plurinacional sea emitida, mediante la SCP 0990/2016-S2 de 7 de octubre.

En consecuencia, se comprenderá que es una obligación internacional asumida por nuestro


Estado, exigir al responsable de la vulneración de derechos, la reparación integral de los
efectos inmediatos emergentes de los actos ilícitos cometidos, con la finalidad de hacer
desaparecer los efectos de la violación cometida, reparación que de ninguna manera debe
implicar un enriquecimiento o empobrecimiento para la víctima o sus sucesores.

Una forma de reparación del daño, será la dictación de una sentencia, que determine la verdad
de los hechos y todos los elementos del asunto; pero si la misma no resultara suficiente, por
estar ante violaciones manifiestas de derechos humanos, corresponderá también proceder a
la reparación del daño material, que supone la pérdida o detrimento de los ingresos de las
víctimas, los gastos efectuados con motivo de los hechos y las consecuencias de carácter
pecuniario que tengan un nexo causal con los hechos del caso; mediante una compensación
de las consecuencias patrimoniales, con el pago de un monto indemnizatorio; en este tipo de
reparación se tomará en cuenta el lucro cesante (pérdida de ingresos económicos futuros) y
daño emergente (afectación patrimonial derivada inmediata y directamente de los hechos),
así como el proyecto de vida (atiende a la realización integral de la persona afectada).

De igual manera, podrá también disponerse en determinados casos, la reparación del daño
inmaterial causado, comprendido por la Corte IDH, como “...los sufrimientos y las aflicciones
causados a las víctimas directas y a sus allegados, como el menoscabo de valores muy
significativos para las personas, así como las alteraciones, de carácter no pecuniario, en las
condiciones de existencia de la víctima o su familia”, mediante el pago de una cantidad de
dinero o la entrega de bienes o servicios apreciables en dinero; o en su caso mediante la
realización de actos u obras de alcance o repercusión públicos. En este comprendido, la
reparación del daño moral o extrapatrimonial, como una forma de daño inmaterial, deberá
ser reparada en casos de violación de derechos humanos, en base al criterio prudente del
juzgador y al principio de equidad (no siendo por tal motivo necesario exigir prueba objetiva
para su acreditación); más aún si se trata de hechos en los que las víctimas perdieron la vida,
en cuyo caso corresponderá otorgar la reparación moral a los familiares del mismo, por el
profundo sufrimiento y angustia que padecieron ante la pérdida de un ser querido.

Así, en el caso del delito de genocidio, al tratarse de un hecho repudiable y condenable a nivel
internacional, en el que la víctima pudo haber perdido la vida, tal como se precisó en el
Fundamento Jurídico III.1 del presente fallo constitucional, resulta ser mayor la exigencia de
que los responsables, sean condenados a la reparación integral del daño ocasionado, en las
modalidades mencionadas en el Fundamento Jurídico III.3 de esta Sentencia Constitucional
Plurinacional y en el marco de la tutela judicial brindada inicialmente. En mérito a ello, se
entiende que el Estado Plurinacional de Bolivia, mediante sus jueces y tribunales que
administran justicia, deberá disponer en caso de evidenciarse la comisión de este delito, que
los autores de la violación grave de derechos humanos y el derecho internacional humanitario,
reparen de manera integral el daño causado.

En el marco de lo expresado en la Resolución 60/147, debemos señalar que toda persona


particular o servidor público en el ejercicio de sus funciones, que viole manifiestamente
derechos humanos y el derecho internacional humanitario, deberá ser condenado al pago de
los daños ocasionados sean estos materiales o inmateriales -luego de haberse emitido
resolución que disponga su culpabilidad en un debido proceso previo-, con mayor razón si se
trata del delito de genocidio cometido por los gobernantes, los miembros de las Fuerzas
Armadas (FF.AA.) o la Policía Boliviana; ya que no es admisible que en un Estado constitucional
de derecho, un gobierno o las fuerzas militares y policiales, atenten contra la vida de la
población a quien tienen que cuidar por mandato constitucional; toda vez que, el art. 224 de
la CPE, señala que las FF.AA. tienen la misión fundamental de: “…defender y conservar la
independencia, seguridad y estabilidad del Estado, su honor y la soberanía del país; asegurar
el imperio de la Constitución, garantizar la estabilidad del Gobierno legalmente constituido, y
participar en el desarrollo integral del país”(el resaltado es nuestro); lo que quiere decir, que
su misión es defender la seguridad y estabilidad del Estado, en todos sus componentes
(gobierno, territorio y el pueblo), por lo que no puede alzar sus armas ni disparar contra la
población que tiene que cuidar. Asimismo, por disposición del art. 251.I de la Norma Suprema,
se tiene la misión específica de la Policía Boliviana la cual es: “…la defensa de la sociedad y la
conservación del orden público, y el cumplimiento de las leyes en todo el territorio boliviano.
Ejercerá la función policial de manera integral, indivisible y bajo mando único, en conformidad
con la Ley Orgánica de la Policía Boliviana y las demás leyes del Estado” (las negrillas nos
corresponden); lo que quiere decir, que la Policía al ser la destinataria de dicho mandato
constitucional, no puede ni debe ser la entidad que viole las disposiciones Constitucionales,
Convencionales y legales, en las que se establece imperativamente el respeto de los derechos
humanos, bajo el argumento de conservar el orden público, puesto que su actuar en todo
momento debe estar destinado a buscar la pacífica solución de conflictos, sin uso desmedido
de la fuerza, ni con violencia contra la población a la que debe cuidar y defender; es decir, sin
atentar la integridad física o vida de habitantes del Estado; ya que de hacerlo podrían incurrir
en vulneraciones manifiestas de los derechos de los habitantes de éste, y por ende luego de
comprobarse los mismos, ser condenados a la reparación del daño causado.

Así como a la Policía Boliviana, se le encomendó por mandato constitucional, cuidar el orden
público y hacer cumplir las leyes; se entenderá que sus integrantes deben ser los funcionarios
con mayor preparación en el conocimiento de las leyes y el respeto de los derechos humanos;
el no hacerlo y más bien atentar dolosamente contra la integridad física y vida de la población,
con el uso desmedido de la fuerza en el ejercicio de sus funciones, puede dar lugar a una
violación manifiesta de los derechos humanos, haciéndoles directamente responsables por sus
actos, así como también a sus superiores y autoridades que dieron la orden, sea en gobiernos
de facto o legalmente constituidos; en ese mismo sentido cabe acotar, que cuando sus actos
resultaran ser irregulares, ilegales o lesivos de derechos fundamentales, éstos podrán ser
documentados mediante cualquier medio de prueba, como las filmaciones, fotografías, etc.,
con la finalidad de acreditar dichos aspectos ante las instancias correspondientes, y solicitar
el cese de los mismos, el enjuiciamiento de los responsables de dicha vulneración; y la
reparación del daño causado.

III.5. Sobre la fundamentación, motivación y congruencia de las resoluciones

La SCP 0386/2015-S2 de 8 de abril, señaló que: “…el derecho a una debida fundamentación y
motivación de las resoluciones, se constituye en la garantía del sujeto procesal de que el
juzgador al momento de emitir una decisión, explicará de manera clara, sustentada en
derecho, los motivos que lo llevaron a tomar una decisión; argumentación que deberá seguir
un orden coherente respecto a los hechos demandados y exponer con puntualidad los
elementos jurídico-legales que determinaron su posición.

Dicho de otra forma, toda autoridad que dicte una resolución, debe imprescindiblemente
exponer los hechos, realizar la fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte
dispositiva de la misma, por cuanto la estructura de una resolución tanto en el fondo como en
la forma, dejará pleno convencimiento a las partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a
las normas sustantivas y procesales aplicables al caso, sino que también la decisión está regida
por los principios y valores supremos rectores que orientan al juzgador, eliminándose cualquier
interés y parcialidad, dando al administrado el pleno convencimiento de que no había otra
forma de resolver los hechos juzgados sino de la forma en que se decidió (SSCC 0863/2007-R,
0752/2002-R, SC 1369/2001-R, entre otras).

En cuanto a la motivación, la SC 1365/2005-R de 31 de octubre, determinó lo siguiente: ‘…la


motivación no implicará la exposición ampulosa de consideraciones y citas legales, sino que
exige una estructura de forma y de fondo. En cuanto a esta segunda, la motivación puede ser
concisa, pero clara y satisfacer todos los puntos demandados, debiendo expresar el Juez sus
convicciones determinativas que justifiquen razonablemente su decisión en cuyo caso las
normas del debido proceso se tendrán por fielmente cumplidas. En sentido contrario, cuando
la resolución aún siendo extensa no traduce las razones o motivos por los cuales se toma una
decisión, dichas normas se tendrán por vulneradas’, coligiéndose que toda resolución emitida
dentro de un proceso judicial o administrativo, debe inexcusablemente contener una
adecuada motivación respecto a los hechos en los que se base, a las pruebas que se aportaron
y a las disposiciones legales en las que se sustente su decisión, puesto que el relacionamiento
de estas con los hechos que le dieron origen, constituye la fundamentación y motivación a la
que el debido proceso se refiere.

Ahora bien, de manera inescindible, el derecho a una debida fundamentación y motivación de


las resoluciones, se halla interrelacionado con el principio de congruencia entendido como
‘…la estricta correspondencia que debe existir entre lo peticionado y lo resuelto, en materia
penal la congruencia se refiere estrictamente a que el imputado no podrá ser condenado por
un hecho distinto al atribuido en la acusación o su ampliación. Esa definición general, no es
limitativa de la congruencia que debe tener toda resolución ya sea judicial o administrativa y
que implica también la concordancia entre la parte considerativa y dispositiva, y que debe
mantenerse en todo su contenido, efectuando un razonamiento integral y armonizado entre
los distintos considerandos y juicios de valor emitidos por la resolución, esta concordancia de
contenido de la resolución y su estricta correspondencia entre lo pedido, lo considerado y lo
resuelto, conlleva a su vez la cita de las disposiciones, legales que apoyan la razón que llevó a
la determinación que se asume’ (SCP 0387/2012 de 22 de junio); de donde se infiere que las
resoluciones judiciales, deben emitirse, en función al sentido y alcance de las peticiones
formuladas por las partes procesales”’ (las negrillas son nuestras).

III.6. Análisis del caso concreto

De los antecedentes adjuntos a la presente acción tutelar, se tiene que el Tribunal Supremo de
Justicia, constituido en Tribunal de Juicio de Responsabilidades, mediante Sentencia de 4 de
octubre de 2011, declaró a Roberto Claros Flores y a Juan Veliz Herrera, autores del delito de
genocidio bajo la modalidad de masacre sangrienta, por lo que se les condenó a la pena de
presidio de quince años y seis meses; asimismo a José Oswaldo Quiroga Mendoza y Luis
Alberto Aranda Granados, autores del mismo delito, condenándoles a la pena de presidio de
once años; a Gonzalo Alberto Rocabado Mercado, autor mediato del mismo delito, por el que
se le condenó a la pena de presidio de diez años; y, a Erick Alberto Reyes Villa Bacigalupi y
Adalberto Kuajara Arandia, autores mediatos en grado de complicidad del delito de genocidio
por el que se les condenó a la pena de presidio de tres años.
Asimismo, se tiene que Oswaldo Freddy Ávalos Limachi y Guido Gabriel Balboa Castro, en
representación de las “víctimas de la masacre de septiembre y octubre de 2003”, interpusieron
demanda de reparación de daños y perjuicios ante el Juez de Sentencia Penal de turno del
departamento de Chuquisaca contra Juan Veliz Herrera, Gonzalo Alberto Rocabado Mercado,
Roberto Claro Flores, José Oswaldo Quiroga Mendoza, Luis Alberto Aranda Granados, Erick
Alberto Reyes Villa Bacigalupi, Adalberto Kuajara Arandia y otros, por cuyo motivo el Juez de
Sentencia Penal Primero del mencionado departamento, emitió el Auto Definitivo 01/2016 de
12 de febrero, disponiendo la reparación de daños por parte de los demandados.

En mérito a esta determinación, Juan Veliz Herrera, Gonzalo Alberto Rocabado Mercado, José
Oswaldo Quiroga Mendoza y Luis Alberto Aranda Granados, mediante memorial presentado
el 19 de septiembre de 2016, interpusieron recurso de apelación contra el “Auto Interlocutorio
01/2016…” (sic), en base a los siguientes argumentos: primer motivo: Existe ausencia de
motivación, ya que se no se tienen expresados de manera clara y sustentada, los motivos que
lo llevaron a tomar la decisión de declarar probada la demanda, puesto que debió explicar de
modo ordenado y coherente respecto a los hechos demandados y exponer con precisión los
elementos jurídicos legales que establecieron su posición, debido a que solo se realizó una
transcripción literal de la Sentencia dictada por el Tribunal Supremo de Justicia, sobre la
responsabilidad en el ámbito penal. El Juez se limitó a desarrollar y exponer los hechos
juzgados, pero no realizó esa operación lógica y racional de identificar esos hechos con el
accionar individual de cada uno de los demandados, por lo que se afectó el principio de
congruencia. No se explicó la relación directa entre el hecho objeto del procesamiento penal a
los demandados y el daño sufrido por las presuntas víctimas; tampoco se determinó que el
daño sea producto del actuar de los demandados y su comportamiento culposo. Se está ante
el Auto Definitivo 01/2016 en el que el Juez suple la ausencia probatoria, con la remisión de
otros actuados; segundo motivo: No se explicó cómo se llegó a la conclusión de que existe
concurrencia de conexitud o vinculación entre el hecho juzgado ante un Tribunal de Juicio de
Responsabilidades, y la reparación del daño, por lo que se lesionó el principio de
congruencia; tercer motivo: Defectuosa valoración de la prueba; ya que, no se realizó la
descripción probatoria individual ni se advirtió la aplicación de las reglas de la sana crítica,
como tampoco se justificó de qué forma se arribó a la determinación de dar valor a la prueba
ofrecida por los demandantes ni cuales fueron los parámetros en base a los cuales arribó al
convencimiento de que se probó la demanda; cuarto motivo: Existe ausencia de los elementos
objetivos del daño, como presupuestos de la responsabilidad; ya que debió acreditar
congruentemente la relación entre los hechos juzgados en el proceso penal fenecido y la
relación directa de éstos con la presunta reparación que se pretende, en el marco de la
legitimación de quien está siendo demandado; y, quinto motivo: No se valoró la prueba de
descargo, consistente en Resoluciones Ministeriales 56 a 80 y 193 a 203, vinculada a los
beneficios y pago recibidos por parte del Estado, en favor de varios de los demandados, en el
marco de la Ley 3955 de 6 de noviembre de 2008.

En mérito a ello, la Sala Penal Primera del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca,
emitió el Auto de Vista 102/2017 de 8 de mayo, declarando improcedente la apelación
presentada por Juan Véliz Herrera, Gonzalo Alberto Rocabado Mercado, José Oswaldo
Quiroga Mendoza y Luis Alberto Aranda Granados; y manteniendo en consecuencia incólume
el Auto Definitivo 01/2016, bajo los siguientes razonamientos: i) “…Por tener vinculación los
puntos i y ii de la apelación se las resuelven ambos de manera conjunta al acusar falta de
fundamentación, motivación y congruencia…” (sic), en tal sentido el Juez a quo expuso y
transcribió lo esencial de la sentencia emitida por el Tribunal de Juicio de Responsabilidades,
que constituye la prueba principal de la demanda de reparación del daño civil; por ello, resultó
necesario referirse in extenso a los hechos probados en dicha sentencia, para establecer la
relación directa que los vinculada a cada uno respecto a la responsabilidad del daño. El Auto
Definitivo apelado, contiene consideraciones legales y doctrinales sobre los modelos
normativos que rigen el tema de reparación del daño ocasionado emergente de
responsabilidad penal con sentencia condenatoria ejecutoriada, que fue tomado en cuenta
por el Juez a quo para la determinación del daño e ingresar a considerar el nexo de
responsabilidad civil con los demandados y lo inteligible de la sentencia penal. A partir del
punto IV de la resolución apelada, se fundamentó sobre la relación causal directa que atribuye
la responsabilidad civil en grado de autoría mediata, por lo que no resulta evidente lo alegado
por los recurrentes, encontrándose por ello con la suficiente motivación;

ii) Sobre la defectuosa valoración de la prueba, el Juez de la causa valoró la misma conforme
los principios rectores que rigen el sistema procesal penal, publicidad y contradictoriedad. Al
margen de ello, los recurrentes además de transcribir la pertinencia del Auto Supremo
014/2013 sobre la valoración de la prueba, sólo reflexionaron diciendo que el Juez debe
observar las reglas de la lógica y la experiencia, sin dar mayor explicación que vincule al caso
concreto que motive a cuestionar la inferencia intelectual y descriptiva asumida; y, si los
recurrentes consideraban que se hubiera incluido a personas que no acreditaron la condición
de víctimas, tenían todo el derecho de interponer incidentes en el curso de la tramitación;

iii) En cuanto a la ausencia de elementos objetivos del daño, la Sentencia Condenatoria


dictada, como prueba esencial estableció la responsabilidad penal y se tornó en prueba
objetiva, dejando claro que la responsabilidad civil, es solidaria, indivisible y mancomunada,
quedando pendiente el derecho de repetición. El Juez de instancia llegó a la conclusión de que
no existe prueba que permita determinar gastos directos por concepto de asistencia médica,
empero también señaló que aplicando las reglas de la experiencia como componente de la
sana crítica, hace una estimación sobre la necesidad de cubrir ciertos gastos médicos,
tratándose de familiares heridos o internados en centros hospitalarios y otros gastos como
pasajes y alimentación; aspecto que no fue atacado por los recurrentes; pues se debe tomar
en cuenta que la reparación del daño implica también compensar no solo por el menoscabo
material sino también el inmaterial tal como sucedió en el presente; y,

iv) Respecto a la falta de valoración de las Resoluciones Ministeriales, se refirieron


ampliamente en el punto III, relativo a que el Estado se halla facultado a establecer la
repetición si así fuese, pues la presente demanda reparatoria, tiene una vinculación entre lo
resuelto en la Sentencia Condenatoria penal, con el daño sufrido por las víctimas directas del
hecho y sus familiares que se vieron afectados, cuyo costo corresponde ser cubierto por
quienes resultaron responsables penalmente.

De los antecedentes descritos, se puede observar que el Auto de Vista ahora cuestionado, se
pronunció sobre todos y cada uno de los puntos apelados por los ahora accionantes, por lo que
no se advierte lesión al derecho al debido proceso en su vertiente de congruencia externa de
las resoluciones.

Asimismo, se evidencia que las autoridades demandadas, expresaron de manera clara, precisa
y concisa, los fundamentos y motivos por los que consideraron que la resolución apelada,
contiene consideraciones legales y doctrinales sobre la reparación de daños; la importancia de
la cita de la Sentencia Condenatoria que determina el nexo de responsabilidad civil con los
demandados, es decir la relación causal directa que atribuye la responsabilidad civil en grado
de autoría mediata; por lo que no se advierte lesión al debido proceso en su elemento de
fundamentación de las resoluciones. Sobre la supuesta errónea interpretación y no aplicación
del art. 124 del CPP, aludida por los accionantes, cabe indicar que no cumplieron con los
presupuestos de procedencia (SCP 0340/2016-S2 de 8 de abril) para que este Tribunal pueda
ingresar a analizar la misma; toda vez que, no precisaron ni explicaron por qué la labor
interpretativa impugnada resulta insuficientemente motivada, arbitraria, incongruente,
absurda, ilógica o con error evidente, identificado; no señalaron las reglas de interpretación
que fueron omitidas por el órgano judicial; no precisaron los derechos o garantías
constitucionales que fueron lesionados por el intérprete, con dicha interpretación; y, el nexo
de causalidad entre la ausencia de motivación, arbitrariedad u otra situación absurda, por no
aplicar la interpretación que consideran debió efectuarse; por no lo que no corresponde
realizar dicha labor revisora.

Sobre la defectuosa valoración de la prueba, se advierte que el Tribunal de apelación, señaló


que los recurrentes -hoy accionantes- se limitaron a transcribir el Auto Supremo 014/2013 e
hicieron una reflexión de cómo el Juez debe observar las reglas de la lógica y experiencia, sin
realizar mayores explicaciones; además de ello, señaló que sobre la falta de acreditación de
las víctimas se pudo haber interpuesto incidentes procesales; y, que el Juez a quo realizó un
valoración conforme los principios rectores que rigen el sistema procesal penal, publicidad y
contradictoriedad; razones que nos hacen ver que las autoridades demandadas, se
pronunciaron y resolvieron dicho aspecto de manera motivada. Al margen de ello, cabe indicar
que para verificar si el Tribunal de apelación, incurrió en una defectuosa valoración de la
prueba, los accionantes debieron haber señalado qué prueba o pruebas fueron valoradas
apartándose de los marcos legales de razonabilidad y equidad previsibles para decidir; cuáles
fueron omitidas en su valoración; además del nexo de causalidad entre dichos aspectos y la
decisión asumida, señalando su incidencia en la Resolución final, tal como la uniforme
jurisprudencia constitucional desarrolló (SCP 0340/2016-S2 de 8 de abril), como presupuestos
para que la jurisdicción constitucional pueda ingresar a revisar la labor probatoria efectuada
por las autoridades dentro de un proceso judicial o administrativo.

En relación a la ausencia de elementos objetivos del daño, por haberse calificado y ponderado
aspectos que no fueron motivo de la demanda, el Tribunal de apelación señaló entre otros
aspectos que la reparación del daño implica también compensar no solo por el menoscabo
material sino también el inmaterial de quienes sufrieron directa e indirectamente un daño y
sus repercusiones que no siempre pueden ser calificadas monetariamente, tal como sucedió
en el presente; razonamiento, que guarda coherencia y compatibilidad con lo desarrollado en
los Fundamentos Jurídicos III.2, 3 y 4 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional,
debido a que la reparación de daños, no se circunscribe únicamente a establecer la reparación
del lucro cesante y daño emergente, como componentes del daño material, sino también al
daño inmaterial, por las aflicciones causadas por el delito, más aún si se trata del delito de
genocidio, cuyas repercusiones son nefastas y repudiables a nivel internacional, tal como se
indicó en el Fundamento Jurídico III.1 del presente fallo constitucional. Consecuentemente, no
se advierte sobre este punto una carente fundamentación, por la que se haya vulnerado el
derecho al debido proceso de los accionantes.

Finalmente, respecto a la falta de valoración de las Resoluciones Ministeriales, presentadas


como prueba, se evidencia que sobre las mismas, si bien no se realizó una ampulosa expresión
de los motivos por los que se desestimó su impugnación; sin embargo, las autoridades
demandadas, al señalar que la demanda de reparación de daños tiene directa vinculación
entre lo resuelto en la Sentencia Condenatoria penal de juicio de responsabilidades, con el
daño sufrido por las víctimas directas del hecho y sus familiares afectados, otorgaron una clara
y precisa expresión de los motivos por los que hicieron conocer que no se tomó en cuenta
aquellas Resoluciones en la decisión de reparación de daños; por lo que, no se advierte que las
autoridades demandadas hayan lesionado el derecho al debido proceso de los accionantes, en
su elemento de fundamentación de las resoluciones.

Por consiguiente, como la presente acción tutelar, versa principalmente sobre la supuesta
vulneración del derecho al debido proceso en sus vertientes de fundamentación, motivación
aunque se haya alegado congruencia, valoración de la prueba y aplicación objetiva de la ley;
se tiene que, no es evidente la lesión de este derecho, tal como se expresó precedentemente;
toda vez que, la resolución cuestionada cuenta con la debida fundamentación y exposición de
motivos que expresaron las razones por las que se declaró improcedente la apelación
presentada; asimismo, no se advierte lesión al referido derecho en sus elementos de
congruencia, valoración de la prueba y aplicación objetiva de la ley, tal como se tiene
precisado en el presente fallo constitucional, por lo que corresponde denegar la tutela
solicitada.

En consecuencia, el Tribunal de garantías, al haber denegado la tutela impetrada, obró


correctamente.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Tercera; en virtud de la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Estado y el art. 12.7 de la Ley del Tribunal Constitucional
Plurinacional; en revisión, resuelve: CONFIRMAR la Resolución 19/2018 de 23 de enero,
cursante de fs. 2185 a 2189 vta., pronunciada por la Sala Penal Segunda del Tribunal
Departamental de Justicia de Chuquisaca; y en consecuencia, DENEGAR la tutela solicitada, de
acuerdo a los fundamentos jurídicos precedentemente desarrollados.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

MSc. Brígida Celia Vargas Barañado

MAGISTRADA

Orlando Ceballos Acuña

MAGISTRADO

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