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Informe de lectura de “Cuando las imágenes tocan lo real” de Didi Huberman.

Las imágenes “arden en contacto con lo real” Pero, ¿Por qué arden?, es la primera pregunta
que suscita el texto, que el autor inicialmente no busca solucionar sino que plantea algunas
otras que prometen ir clarificando la inicial, preguntas como ¿En qué sentidos hay que
entender esto? ¿A qué tipo de conocimientos puede dar lugar la imagen? ¿Qué tipo de
contribución al conocimiento histórico es capaz de aportar este “conocimiento por la imagen?.

El ser humano a través de la historia ha depositado en las imágenes las mayores cuestiones,
angustias y pensamientos de su época, por lo tanto estas deben analizarse siempre en relación
con el momento histórico en el que han sido producidas y en su calidad de supervivencia, ya
que a lo largo de la historia el humano las ha censurado, manipulado o destruido
constantemente (Teniendo en cuanta acá como imagen no solamente lo puramente visual,
sino también lo textual y el archivo); “es al descubrir la memoria del fuego en cada hoja que no
ha ardido donde tenemos la experiencia de una barbarie documentada en cada documento de
la cultura”.

Resultaría imposible hacer una descripción o arqueología detallada de una cultura o época a
través de la imagen, tanto por la infinidad de archivos por un lado, como por la gran cantidad
de lagunas que puede haber por el otro. Acá el “montaje” aparece como un dispositivo útil
para el tratamiento de la imagen, ya que no se limita a un simple registro cronológico y
descriptivo para tratarla, sino que este brinda la posibilidad de seleccionar imágenes de
acuerdo a sus valores implícitos, históricos, contextuales y relacionales para ponerlas en un
mismo espacio de manera que entablen un dialogo entre ellas y con el espectador y susciten
reflexiones un poco más cercanas a la realidad de cada época, sus anacronismos y sus motivos.

La labor entonces del historiador y del productor de imágenes es plantear ese “síntoma” (eso
que la distingue del resto, el rastro legible de su época). Que pueda brindar un acercamiento al
porqué de los sucesos que retrata, al pensar del hombre de su época; “una señal secreta, una
crisis no apaciguada, un síntoma”. Identificar este “síntoma” es para Huberman saber mirar la
imagen. Cita a Walter Benjamin cuando habla de la fotografía, el cual plantea que para
desplegar una obra visual, el observador debe primero implicarse y mantenerse en ella, antes
que todo convertirla en una experiencia personal para después proceder a plasmarla.

Huberman nos plantea entonces que las imágenes arden cuando se acercan lo suficiente a la
realidad, ya sea la de nuestra época, ya sea la de una época pasada o un anacronismo. Arde
por todas las relaciones temporales y atemporales que puede suscitar, arde en su calidad de
superviviente al tiempo, a la naturaleza y al ser humano; por contener una huella imborrable
del pensamiento del hombre de su época, fundamental esto para acercarnos un poco más al
porqué de cada suceso en el tiempo.

Como arte de la memoria arde y nos invita a que nos acerquemos, soplemos sus cenizas hasta
encenderlas, la entendamos en sus múltiples valores históricos, podamos experimentar
claramente que conocimiento nos aporta y asumir las repercusiones que pueda tener en la
estructura de nuestro pensamiento.

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