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en Colombia
Martín Agudelo Ramírez
ISBN : 978-958-8869-40-7
I. 1. CINE COLOMBIANO
2. CONFLICTO ARMADO - COLOMBIA
3. VIOLENCIA EN EL CINE
4. CINE COLOMBIANO – ASPECTOS SOCIALES
Serie Humanismo
Ediciones UNAULA
Marca registrada del Fondo Editorial Unaula
ISBN: 978-958-8869-40-7
Hechos todos los depósitos legales
© Universidad Autónoma Latinoamericana
© Martín Agudelo Ramírez
Impresión
Editorial Artes y Letras s.a.s.
Prólogo
El cine, la voz de un país dolido............................................. 11
Presentación. .......................................................................... 19
Capítulo I
El día en que Bojayá dejó de soñar........................................ 21
Capítulo II
El averno en la tragedia colombiana..................................... 35
Capítulo III
Testimonio fílmico sobre el conflicto
armado en Colombia................................................................. 45
Capítulo IV
Víctimas que aunque vivan se convierten
en espectros............................................................................. 57
Capítulo V
Unos seres de mirada extraviada en
un mar de mentiras.................................................................. 67
Capítulo VI
“Para acabar con un sueño sólo hace falta
el engaño”................................................................................ 77
Capítulo VII
Según los niños “cualquier hombre armado
inspira terror”......................................................................... 85
Conclusión....................................................................................93
Bibliografía................................................................................101
Filmografía.................................................................................105
Prólogo
1
Revista Semana, noviembre 8, 2015, p. 89. El año de los récords.
11
Riesgosa apuesta la de establecer lazos entre un conflicto
secular nacional y una manifestación artística como el cine.
Sólo un pedagogo del derecho se atreve a hacerlo por las
virtudes intrínsecas que lo formaron desde joven.
El arte es una manera de discernir sobre el dolor. A par-
tir de la tragedia de Bojayá, la destrucción de su iglesia y
la muerte de algunos de sus habitantes (recreadas en pelí-
cula), el filósofo reflexiona sobre las maneras que tenemos
los hombres de no entender lo sucedido para no repetir el
dolor, para no herir más a los otros.
Bojayá representa un momento trágico del largo camino
dantesco emprendido por un pueblo sin memoria. Un in-
fierno que emergió en medio de la sociedad olvidadiza. Bo-
jayá enrostra nuestra cobardía. El suceso desgraciado debe
decirnos que es hora de asumir como obligación “el deber
de la memoria”, mandato que, por cierto, permite compren-
der la secularización de la violencia.
Las palabras tienen poder evocador; el cine lo enseña
a partir de las imágenes y el sonido, sean documentales
o ficción. De cualquier manera los espíritus del arrepenti-
miento se hacen manifiestos. “No es lícito olvidar, no es lí-
cito callar; si nosotros callamos, ¿quién hablará”?, nos dice
Primo Levi2.
Colombia, singular en su historia de violencias repeti-
das, desde su origen republicano, ha sido caldo de cultivo
para la conformación de unas patologías bien denunciadas
en el cine. Y este es un medio que no puede quedar ajeno a
los propósitos de los hombres que intentan comprender esa
espiral de violencia. Como lo expresa de manera convin-
cente el autor, “tendrá que hacerse del cine un auténtico
espejo en el que puedan verse reflejadas las múltiples des-
dichas padecidas en distintas partes del país”. Por esto, qué
2
Levi, Primo. Vivir para contar; Escribir tras Auschwitz. Tr. por Albert Fuentes. Barce-
lona: Alpha Decay, 2010. p. 30.
12
bueno que el espectador, a partir del cine, pueda contribuir
a generar espacios de consciencia, reconociendo su propia
vergüenza.
Lo que se traduce de las explicaciones de cada película
colombiana abordada por el analista es que ya el grueso de
los artistas ha dado voz a un país dolido, y dotado de un
canto memorable por el que se registra un turbio pasado.
Es tautológico decirlo: la ausencia de Estado es la géne-
sis de los infiernos sin ley que son nuestros territorios de
frontera, los montes y valles sin gobierno, con hombres sin
normas que los civilicen: esos territorios son el espacio de
reflexión para el artista. “El cine hace visible lo que desde
las instancias de poder es invisible”. Las víctimas vuelven
a tener palabra con el cine de testimonio. Lo olvidado se
rescata con cada fotograma que se filma. Rico que haya
cine así, diría Alberto Aguirre. El arte se alimenta del ho-
rror, transformando el dolor que produce en los hombres,
en imágenes sutiles que rescatan sus historias sin nombre
de la violencia colombiana.
Es necesario que se establezcan responsabilidades: me-
morar, señalar culpabilidades, condenar moralmente a los
victimarios. Enrostrar permanentemente la maldad del ser
humano que gobierna, que ordena, que abusa del poder. El
caso de los “falsos positivos” de Soacha. ¡Horror! Terrible
comportamiento humano, azaroso ese ejército de bestias
que recorre el país en busca de inocentes para asesinar.
Así, ¿qué puede decirse sobre los puentes establecidos
por un analista perspicaz entre el conflicto armado en Co-
lombia y el cine local? Esta cuestión es la que motiva el
desarrollo del trabajo del profesor Martín Agudelo. El texto
Cine y conflicto armado en Colombia constituye un atisbo
metódico sobre distintos filmes realizados por cineastas co-
lombianos en treinta y seis años, período en el que, en el
país, la muerte se instaló en el espacio en el cual se creía
que la vida humana podía estar a salvo, en un paraíso terrenal
13
de aguas abundosas y verdes generosos donde alguna vez
se creyó que podría darse rienda suelta al mandato bíblico:
Henchid la tierra y sojuzgadla.
A partir de las diversas piezas fílmicas analizadas se
comprende la política como ausencia y como defecto; se avi-
zora una actitud que no se hace visible en la vida cotidiana
para salvaguardar las libertades, bastante indiferente fren-
te al actuar de los actores armados no estatales. Cada uno
de los documentos fílmicos –bien desde la ficción, la recrea-
ción estética del hecho histórico o el documental– pueden
constituir un alimento intelectual, una caja de resonancia
para un ejercicio de memoria. Y esto es muy importante en
una “sociedad olvidadiza”, nación amnésica, irónicamente
calificada como un país de gentes felices.
En Colombia, ante la imposibilidad de parar las tra-
gedias –las de la naturaleza, las de todas las indolencias
e imprevisiones, las del llamado conflicto armado que se
expresa en una dinámica terrorífica–, una guerra absurda
termina desfigurando las identidades de sus participantes
y sumergiendo a la sociedad civil en un letargo dañino. El
arte, en esta dirección, encuentra un terreno fértil. Hay
que recrear la dura realidad para no sucumbir en ella, para
entenderla, para exorcizarla. Para no olvidarla.
El autor se traza un propósito: tender puentes entre
nuestros padecimientos y el cine. Se enfoca en los mártires
porque “recordar a las víctimas es reconocer su existencia
y su sacrificio”. Las horas aciagas de Colombia son todas.
Ahí tenemos veintisiete documentos para enrostrar esa
realidad.
En América Latina el nacimiento del cine tiene diver-
sos orígenes. El cine mexicano, por ejemplo, está inscrito
al nacimiento de su Estado. Pero en el caso colombiano,
el cine, como memoria, como representación y catarsis de
representación de lo que somos, está relacionado con la
violencia producto de los problemas estructurales de su
14
historia. El libro del profesor Agudelo sienta –no una con-
tinuidad temática– sino una mirada sensible y poética de
un apasionado del cine que ve en imágenes las injusticias y
la violación permanente de los derechos humanos. Para de-
cirlo con sus palabras: “un país constantemente atormen-
tado por el olvido de sus habitantes, y en los que aparecen
comprometidos fuerza pública, guerrilla y paramilitares,
en medio de una población civil […] damnificada por [los]
falsos positivos, [los] desplazamientos forzados, [las] desa-
pariciones y reclutamientos indebidos de menores”. El cine
en Colombia es eso, nuestra radiografía cotidiana; desbor-
da la ironía de lo que somos. En esta medida, el libro es una
postura filosófica.
El texto, escrito de forma reflexiva, apasionante, sin
pretensiones de crítico, sí de un escritor que vive el cine
como dechado de la realidad, es un espejo en espiral del
tiempo nuestro. El cine siempre nos regresa a lo que fuimos
y a lo que somos. El doctor Agudelo, en Conflicto armado en
Colombia, invita a visitar el río del filósofo, pero en imagen
–tiempo. Tinieblas, desesperanzas, ilusiones, pesadillas,
las voces perdidas de la infancia... Abundante filmografía
sobre la violencia en Colombia. Uno no imagina tantas pe-
lículas sobre el tema, porque tal vez no hay información
adecuada para un lector desprevenido. Y como lo enfatiza
el mismo autor, “el cine es una oportunidad única para des-
nudar nuestra vergüenza”.
Textos como el del profesor Agudelo nos enseñan que ha-
brá que “repensar la verdad, la política y la moral, teniendo
en cuenta la barbarie”, para usar las palabras de Reyes
Mate3. “La memoria entra en escena como consecuencia de
dos experiencias: que no todo es pensable, es decir, que hay
lo impensable; y que lo impensable ha tenido lugar”, afirma
el mismo tratadista español de la memoria de los vencidos.
3
Reyes Mate, Manuel. Tratado de la injusticia. Barcelona: Anthropos, 2011, p. 193.
15
La perfidia como el constante trasegar del pueblo co-
lombiano no puede permitir más que la tierra y los ríos de
Colombia sigan convertidos en cementerios de insepultos.
Por eso tendrá que hacerse del cine un auténtico espejo en
el que se vean reflejadas las múltiples desdichas de sus
territorios.
A la Universidad, como guardiana del acervo cultural de
la nación, le compete ir más allá. Está obligada a generar
condiciones para adelantar sin temores. A eso le apuesta
el profesor Agudelo. Este esfuerzo es el que la UNAULA
destaca con la publicación de su trabajo. Es nuestra la obli-
gación contribuir a la construcción de una memoria de la
barbarie que nos azota como sociedad, con la íntima espe-
ranza de que alguna vez superemos una fatalidad que ha
condenado por muchos años a generación tras generación.
¡Corten!
16
Foto: Archivo ElEspectador.com
Presentación
19
Cine y conflicto armado en Colombia
20
Capítulo I
1
Armando Neira, “¿Cómo fue la tragedia de Bojayá?”, Revista Semana, dis-
ponible en: http://www.semana.com/nacion/articulo/como-fue-la-tragedia-
de-bojaya/50635-3, consulta: 26 de junio de 2015.
21
Cine y conflicto armado en Colombia
22
Martín Agudelo Ramírez
2
Rüdiger Safranski, El mal o el drama de la libertad, Buenos Aires, Tus-
quets, 2014, p. 268.
3
La Biblia, Madrid, Cristiandad, 1975, pp. 1081-1082.
23
Cine y conflicto armado en Colombia
4
Allá, desplazados en la gran ciudad, César Romero y Natalia Zapata (realizadores),
documental, Colombia, 2013. [Disponible en: http://www.centrodememoriahistorica.
gov.co/centro-audiovisual/videos?start=4-, consulta: 10 de julio de 2015]. Se
sugiere también el documental Bojayá: la guerra sin límites, Memoria Histórica
(realizador), documental, Colombia, 2010. [Disponible en: https://www.youtube.com/
watch?v=ZRsV8mwWA_w, consulta: 3 de octubre de 2015].
24
Martín Agudelo Ramírez
5
Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos, Bogotá, Planeta, 2014, pp.
286-288. Véase también Carta a una sombra, Daniela Abad y Miguel Sala-
zar (realizadores), documental, Colombia, 2015, basado en la obra de Abad
Faciolince.
25
Cine y conflicto armado en Colombia
6
Puede consultarse el informe de Gallup de 2014, http://www.infobae.
com/2015/01/04/1618853-colombia-el-segundo-pais-mas-feliz-del-mundo
7
El final de El olvido que seremos resulta ser bastante revelador: “Lo que
yo buscaba era eso: que mis memorias más hondas despertaran. Y si mis
recuerdos entran en armonía con algunos de ustedes, y si lo que yo he sen-
tido (y dejaré de sentir) es comprensible e identificable con algo que uste-
des también sienten o han sentido, entonces este olvido que seremos puede
postergarse por un instante más, en el fugaz reverberar de sus neuronas,
gracias a los ojos, pocos o muchos, que alguna vez se detengan en estas
letras”. H. Abad Faciolince, op. cit., p. 288.
8
Ibíd., p. 144.
26
Martín Agudelo Ramírez
9
“¡Bojayá está en mi memoria!”, Vimeo, disponible en: https://vimeo.
com/41423895, consulta: 3 de octubre de 2015.
10
Primo Levi, Vivir para contar: escribir tras Auschwitz, Barcelona, Alpha
Decay, 2010, p. 30.
27
Cine y conflicto armado en Colombia
28
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11
Jean Delumeau, En busca del paraíso, México, Fondo de Cultura Económica,
2014, p. 164.
29
Cine y conflicto armado en Colombia
12
Viktor E. Frankl, El hombre en busca de sentido, Barcelona, Herder, 1979,
p. 101.
13
Manuel Reyes Mate, Tratado de la injusticia, Barcelona, Anthropos, 2011,
p. 193.
30
Martín Agudelo Ramírez
que esto sea una traba para reconocer que hay límites que
imposibilitan pensar, como cuando se trata de auscultar
cuál ha sido la fuente primordial para que semejante es-
panto haya ensombrecido a un pueblo. Para el filósofo es-
pañol, “la memoria entra en escena como consecuencia de
dos experiencias: que no todo es pensable, es decir, que hay
lo impensable; y que lo impensable ha tenido lugar”14. Es-
tas palabras son perfectamente aplicables el caso Bojayá.
Reyes Mate precisa que los “supervivientes” de Auschwitz
han puesto en evidencia “una experiencia tan extrema de
inhumanidad”, siendo indispensable que se memore, ya
que “la humanidad no puede permitirse una repetición de
ese horror porque sucumbiría en el intento”15. Los colom-
bianos también tendrán que asumir esa faena siguiendo el
rastro de los “supervivientes” de Bojayá.
Asumir el “deber de memoria” implica que se emprenda
un camino arduo de evaluación sobre el conflicto armado
reciente, sin que se pueda marginar la reflexión sobre las
dificultades vividas durante toda la historia del país, por
razones múltiples. La perfidia ha sido una constante en ese
trasegar del pueblo colombiano, y esto es necesario que lo
reconozcamos. Es importante que se haga un autoexamen
y se concrete una confesión sincera que contribuya a que la
memoria se haga visible, aceptando las peculiaridades de
cada sitio en donde se aloja la violencia. No puede olvidarse
que el conflicto en Colombia no tiene parangón.
Una Hidra de Lerna se aposenta en el edén septentrio-
nal de América del Sur. El conflicto se manifiesta como un
monstruo con muchas cabezas, infligiendo daño enorme a
gente que sigue y sigue “sobreviviendo” en medio de un la-
berinto apocalíptico. Parece que aún no se ha llegado al
límite de aguante que tuvo en su momento el inolvidable
14
Ibíd., p. 192.
15
Ibíd., p. 190.
31
Cine y conflicto armado en Colombia
16
Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, Bogotá, Real Academia de
la Lengua Española, 2007, p. 195.
17
Ibíd., p. 195.
32
http://www.proimagenescolombia.com/secciones/cine_colombiano/pelicu-
las_colombianas/pelicula_plantilla.php?id_pelicula=1762
Capítulo II
35
Cine y conflicto armado en Colombia
3
Ibíd., p. 201.
4
Mario Mendoza, La locura de nuestro tiempo, Bogotá, Planeta, 2013, pp.
256-257.
36
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5
G. García Márquez, op. cit., p. 225.
6
Juan Gabriel Vásquez, El arte de la distorsión, Bogotá, Alfaguara, 2009,
pp. 31-43.
37
Cine y conflicto armado en Colombia
7
Centro de Memoria Histórica, Basta ya: Colombia, memorias de guerra y
dignidad, Bogotá, Centro de Memoria Histórica, 2013.
8
No hubo tiempo para la tristeza, Centro Nacional de Memoria Histórica
(realizador), documental, Colombia, 2013, relata distintas tragedias ocurridas
en el país a partir de la década de los noventa del siglo pasado: Chorrera,
Bojayá, San Carlos, cercanías al río Carare, Valle Encantado y Comuna 13
de Medellín. (Disponible en: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/
micrositios/informeGeneral/documental.html, consulta: 7 de octubre de 2015).
38
Martín Agudelo Ramírez
9
Gabriel García Márquez, El otoño del patriarca, Bogotá, Norma, 2008, p. 39.
10
William Ospina, Pa’que se acabe la vaina, Bogotá, Planeta, 2013, p. 228.
39
Cine y conflicto armado en Colombia
11
Héctor Arenas Amorocho y Antonio Girón Serrano, Gotas que agrietan la
roca, Bogotá, Siglo del Hombre Editores, 2014, p. 185.
12
W, Ospina, op. cit., p. 219.
40
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13
Según Koessl: “El Estado formal reconoce, protege, cuida, demanda, exige,
ofrece y da todos los derechos y las obligaciones que en un país significan
la presencia estatal […] Sin embargo, en la práctica cotidiana y la mayoría
de la población no percibe esta presencia, y esto sucede no solo en zonas
con presencia armada, sino en todo el país”. Manfredo Koessl, Violencia y
habitus: paramilitarismo en Colombia, Bogotá, Siglo Editores, 2015, p. 83.
14
Ibíd., p. 83.
41
Cine y conflicto armado en Colombia
42
http://www.grandmagazine.gr/uploaded_images/articles/1280/LaSirga-
640x360.jpg
Capítulo III
45
Cine y conflicto armado en Colombia
1
P. Montoya, op. cit., p. 168.
2
Oswaldo Osorio, Realidad y cine colombiano: 1990-2009, Medellín,
Universidad de Antioquia, 2010, p. 20.
46
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47
Cine y conflicto armado en Colombia
3
M. Reyes Mate, op. cit., p. 250.
4
Frankl señala: “Cuando un hombre descubre que su destino es sufrir, ha de
aceptar ese sufrimiento, porque ese sufrimiento se convierte en una única
y peculiar tarea. Es más, ese sufrimiento le otorga el carácter de persona
única e irrepetible en el universo. Nadie puede redimirle de su sufrimiento,
ni sufrir en su lugar. Nada le sirve, ni el sufrimiento mismo: se personifica
según la actitud que adopte frente a ese sufrimiento que la vida le ofrece
como una tarea”. V. Frankl, op. cit., p. 102.
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Cine y conflicto armado en Colombia
50
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5
Impunity, Hollman Morris y Juan José Lozano (dirs.), Colombia, 2011.
51
Cine y conflicto armado en Colombia
52
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6
R. Safranski, op. cit., pp. 191-192.
7
Miguel Cabanillas, “‘Pequeñas voces’: el conflicto colombiano, en dibujos
animados”, El Espectador, disponible en: http://www.elespectador.com/
entretenimiento/agenda/cine/pequenas-voces-el-conflicto-colombiano-
dibujos-animados-articulo-222823, consulta: 21 de junio de 2015.
53
Cine y conflicto armado en Colombia
54
http://www.proimagenescolombia.com/secciones/cine_colombiano/peliculas_
colombianas/galeria_de_imagenes_peliculas.php?nt=274
Capítulo IV
1
M. Reyes Mate, op. cit., pp. 210-212.
57
Cine y conflicto armado en Colombia
58
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2
W. Ospina, op.cit., p. 230.
59
Cine y conflicto armado en Colombia
3
O. Osorio, op. cit., 2010, p. 39.
4
Ibíd., p. 40.
60
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5
La sombra del caminante, Ciro Guerra (dir.), Colombia, 2004.
61
Cine y conflicto armado en Colombia
6
Guillermo Pérez La Rotta, Cine colombiano: estética, modernidad y cultura,
Popayán, Universidad del Cauca, 2013, p. 223.
62
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7
Ibíd., pp. 223-224.
63
http://montages.no/files/2010/10/retratos-en-un-mar-de-mentiras.jpg
Capítulo V
1
M. Koessl, op. cit., pp. 66-68.
67
Cine y conflicto armado en Colombia
2
M. Mendoza, op. cit., pp. 208-209.
3
Ibíd., p. 210.
68
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Mi apá me lo decía
las cosas que usted quiera,
las puede ir consiguiendo
4
Retratos en un mar de mentiras, Carlos Gaviria (dir.), Colombia, 2010.
69
Cine y conflicto armado en Colombia
5
Ibíd.
6
Ibíd.
70
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7
Corte Interamericana de Derechos Humanos, sentencia de 1 de julio de
2006, caso de las masacres de Ituango vs. Colombia.
71
Cine y conflicto armado en Colombia
8
M. Reyes Mate, op. cit., p. 204.
72
Martín Agudelo Ramírez
9
Cfr. M. Koessl, op. cit., pp. 97-98.
73
http://www.proimagenescolombia.com/secciones/cine_colombiano/peliculas_
colombianas/galeria_de_imagenes_peliculas.php?nt=2008
Capítulo VI
77
Cine y conflicto armado en Colombia
1
Human Rights Watch, “El rol de los altos mandos en falsos positivos: Evi-
dencias de responsabilidad de generales y coroneles del ejército colom-
biano por ejecuciones de civiles”,disponible en: http://www.hrw.org/es/
news/2015/06/24/colombia-altos-mandos-militares-vinculados-con-ejecu-
ciones-extrajudiciales, consulta: 28 de junio de 2015.
78
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79
Cine y conflicto armado en Colombia
80
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81
Cine y conflicto armado en Colombia
2
Jean Delumeau, En busca del paraíso, México, Fondo de Cultura Económica,
2014, p. 163.
3
Ibíd., p. 159.
82
http://www.proimagenescolombia.com/secciones/cine_colombiano/peliculas_
colombianas/galeria_de_imagenes_peliculas.php?nt=1893
Capítulo VII
85
Cine y conflicto armado en Colombia
1
William Ospina, “Los colores de la montaña”, El Espectador, disponible en:
http://www.elespectador.com/opinion/los-colores-de-montana, consulta: 4
de octubre de 2015.
86
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2
Pequeñas voces, Jairo Carrillo (dir.), Colombia, 2011.
87
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89
Cine y conflicto armado en Colombia
3
Natalia Springer, Como corderos entre lobos: del uso y reclutamiento de
niñas, niños y adolescentes en el marco del conflicto armado y la criminalidad
en Colombia, Bogotá, Springer Consulting Services, 2012, p. 31.
4 Ibíd., p. 40.
90
http://www.proimagenescolombia.com/secciones/cine_colombiano/peliculas_
colombianas/galeria_de_imagenes_peliculas.php?nt=2118
Conclusión
1
G. García Márquez, El otoño del patriarca, op. cit., p. 167.
93
Cine y conflicto armado en Colombia
2
Ibíd., p. 182.
3
Ibíd., p. 284.
94
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4
P. Montoya, op. cit., p. 278.
5
Ibíd., p. 279.
6
Manuel Reyes Mate, Justicia de las víctimas. Terrorismo, memoria, recon-
ciliación, Barcelona, Anthropos, 2008.
95
Cine y conflicto armado en Colombia
7
S. Gamboa, op. cit., p. 218.
8
Ibíd., p. 219.
96
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9
M. Reyes Mate, Tratado de la injusticia, op. cit., p. 205
10
A propósito, siguiendo a Paul Ricoeur, resulta decisivo afrontar los dilemas
que plantea la relación entre ofensa, confesión y perdón. Se comprende que
la reconciliación deberá agrupar víctimas y no víctimas, todas articuladas
en una sociedad civil que debe recomponerse de las fracturas manifiestas,
gracias a la generosidad de sus integrantes. Cfr. Paul Ricoeur, La memoria,
la historia, el olvido, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004.
11
S. Gamboa, op. cit., p. 220.
97
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12
M. Reyes Mate, Tratado de la injusticia, op. cit., p. 259.
13
G. García Márquez, El otoño del patriarca, op. cit., p. 286.
14
G. Pérez La Rotta, op. cit., p. 225.
98
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15
Primo Levi, Si esto es un hombre, Barcelona, El Aleph, 2011.
99
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Bibliografía
101
Cine y conflicto armado en Colombia
102
Martín Agudelo Ramírez
103
Filmografía
105
Cine y conflicto armado en Colombia
106
Cine y ConfliCto armado en Colombia
se terminó de imprimir en marzo de 2016
Para su elaboración se utilizó papel Propalibros beige 70 g
en páginas interiores y Propalcote 250 g en carátula.
Fuente tipográfica: Century Schoolbook 10.5 pt