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Historia de la máquina de coser y su

inventor

Muy pocas personas conocen la historia de la máquina de coser y mucho menos quién es el
inventor. Un invento al que debemos mucho más de lo que te imaginas. Por ejemplo, gracias a
ella los precios de la ropa es mucho más económico ya que se pueden confeccionar mucho más
rápido que hecho a mano por un sastre o una costurera. ¿Conoces quién, cuándo y dónde se
inventó? En CurioSfera.com te damos la respuesta a todas estas preguntas y mucho más. ¿Te
apetece? Pues comenzamos.

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Índice de contenidos
 1 Quien inventó la máquina de coser
 2 Evolución de la máquina de coser
o 2.1 ¿Quieres saber más sobre historia?

Quien inventó la máquina de coser


La máquina de coser tardó en aparecer, y éste es uno de los enigmas de la historia de los
inventos. No lo hizo hasta el primer tercio del siglo XIX en Francia, la idea surgió del sastre
lionés Bartolomé Thimonnier, que en 1830 construyó la primera máquinas de coser. Por lo
tanto, la respuesta a las siguientes preguntas es:

Bartolomé Thimonnier es el padre de la máquina de coser

 ¿Quién inventó la máquina de coser?: el inventor de la máquina de coser es


Bartolomé Thimonnier.
 ¿Cuándo se inventó la máquina de coser?: en el año 1830.
 ¿Dónde se inventó la máquina de coser?: en la ciudad de Saint-Étiene, Francia.

La primera máquina de coser de la historia, construida en madera, era tan rudimentaria y


tosca que no trabajaba mucho más deprisa que la mano del hombre, ya que sólo daba una
puntada de un solo hilo. No obstante lo elemental del invento, atrajo la atención del ejército, que
en 1841 compró ochenta unidades.
Primera máquina de coser de la historia
El ejército, necesitado de un medio rápido de confeccionar uniformes militares para su ingente
número de soldados, vio en la máquina de Thimonnier la manera de uniformar rápidamente a la
tropa durante la monarquía de Luis Felipe.

Sería razonable pensar que un invento así haría rico al dueño de la patente, pero lejos de
convertirse en un hombre famoso y respetado Thimonnier estuvo a punto de ser linchado por
una turba de sastres que temían que la máquina acabara con su secular profesión e industria.

El motín de sastres asaltó su casa arrasándolo todo, y tanta fue la inquina que le tomaron que el
pobre Thimonnier tuvo que huir a Londres donde, en 1848 patentó su invento. Tampoco en
Inglaterra hizo fortuna: no vendió ni una de sus nuevas máquinas, muy mejorada a lo largo de
aquellos años

Se asoció con el mecánico Magnin para fabricar máquinas de coser de hierro y


una cosedora-bordadora que hacía punto de cadeneta y daba doscientas puntadas por minuto.
Al pobre sastre no le valió de nada y regresó a Francia donde murió en 1857 pobre,
desconocido y odiado por los de su oficio.

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Evolución de la máquina de coser


Al tiempo que Thimonnier creaba su artilugio el norteamericano Walter Huntpatentaba en
Nueva York la primera máquina de pespunte o labor de costuracon puntadas muy unidas o
punto de lanzadera, pero no pudo comercializarla por falta de financiación, y al serle imposible
seguir adelante vendió la patente al fabricante neoyorquino George Arrowsmith, quien
tampoco tuvo suerte.

Parecía que era imposible hacer dinero con una máquina así, a pesar de lo razonable que parecía
pensar lo contrario. No obstante estos fracasos, el invento de Hunt se convirtió en el cimiento de
otro muy parecido: la máquina con lanzadera sincronizada con la aguja, que patentó Elias
Howe en 1846.
A partir de entonces hubo muchos cambios. En 1851 tuvieron lugar importantes innovaciones.
Dos sastres de Boston, W. Baker y W. Grower patentaron una máquina que introducía la
puntada bifilar —de dos hilos— de cadeneta.

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A su vez, un fabricante de Michigan, A. B.Wilson inventó por entonces un dispositivo de


gancho rotatorio que hacía más rápida la acción de coser. Wilson formó compañía con
N.Wheeler, fabricante de hebillas, y entre ambos mejoraron todavía más su máquina.

Pero el encargado de llevar a la máquina de coser a sus más altas y merecidas cumbres
fue Isaac Merrit Singer, uno de los personajes más importantes en el mundo de la máquina de
coser.

Isaac Merrit Singer y su diseño de máquina de coser


Singer era en 1851 un buen mecánico neoyorquino de origen judío, y como tantos otros
innovadores del mundo del vestido —no olvidemos al inventor de los vaqueros— Singer
revolucionó la máquina de coser.

La introducción del pedal era el detalle que convertía un fracaso en un éxito: ahora se podía
accionar la máquina con el pie; además, la dotó de una rueda dentada que permitía avanzar la
tela entre puntada y puntada.
Creó el prensatelas que evitaba que el tejido se moviera y el pespunte no siguiera su camino.
La máquina de Singer no utilizaba un gancho, como las anteriores, sino una aguja perforada.

Todas estas ventajas hicieron de su máquina de coser el instrumento más perfecto en su


clase. No tardó en darse cuenta de la magnitud del negocio y fundó su propia compañía,
la Singer Manufacturing Company.

Él y su socio, el abogado E. Clark, pusieron en marcha un sistema de ventas revolucionario:


la venta a plazos. Se podía comprar una máquina de coser con una entrada de cinco
dólares y mensualidades de tres, hasta pagar los cien que costaba.

Pero si se compraba al contado, el precio era la mitad. Así vendió su legendario modelo Family.
A diferencia del pobre Thimonnier, Singer murió con una inmensa fortuna en 1875, fecha en la
que su empresa estaba valorada en trece millones de dólares.

Singer hizo de la máquina de coser uno de los instrumentos más decisivos en la


transformación del mundo de la costura e influyó poderosamente en el de la moda, ya que
realizaba los complicados sueños de diseñadores y modistas.

Gracias a esta máquina el vestido se hizo más sofisticado, más rico en detalles, más elaborado.
Por aquella época ni un solo hogar de la clase media carecía de tan notable invento, de modo
que hacia 1861 había en Estados Unidos más de setenta y cuatro fabricantes de
máquinas de coser que llegaron a vender ciento diez mil unidades.

Solo habían pasado treinta años desde que Bartolomé Thimonnier inventara su artilugio. Ningún
invento conoció un desarrollo tan rápido. En 1870 se hablaba de la máquina de coser hasta en
los púlpitos.

Un párroco parisino, en su sermón dominical aludía a ella afirmando: Ciertamente, contribuirá a


la salvación de las almas de sastres y costureras, pues sabido es que cien sastres, cien
costureras y cien tejedores sumaban antaño trescientos ladrones.

En China e India la máquina de coser Singer supuso la revolución de los talleres de


costura. Era la empresa más conocida del país a mediados del XX. Todo el mundo la conocía.
Bastaba con poner Singer en un sobre más el sello, y la carta llegaba a su destino.

En The Great Merchants, el escritor Tom Mahoney cuenta que llegó una carta al consulado de
Estados Unidos con esta dirección: “A su Alta Santidad el Cónsul General de Estados Unidos de
América”, y en letra más pequeña, para orientar al cartero, decía: (junto a la entrada posterior
de la compañía Singer, de coser. Calcuta).

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su inventor te haya sido ameno y sobre todo, muy útil. Si necesitas consultar otros artículos
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Historia de la maquina de coser
octubre 15, 2018 por admin

La historia de las máquinas de coser resulta fascinante. De todos los inventos de la humanidad a lo
largo de los siglos, la máquina de coser cuenta con una de las historias más llena de curiosidades
y contratiempos. Nacida en medio de la Revolución Industrial debido a la necesidad creciente
de acelerar y optimizar el proceso de fabricación de prendas, particularmente para la dotación de
uniformes a los soldados durante la Revolución Francesa.

Su invención no puede atribuírsele con certeza a una persona en particular, sus orígenes se
remontan a mediados del siglo XVIII, pero su lenta evolución se extendería hasta finales del siglo
XIX, a lo largo de una serie de intentos, patentes, modificaciones, batallas legales, llegando casi
hasta linchamientos; y por mucho tiempo fue ignorada y vista con recelo antes de llegar a
convertirse en lo que es hoy en día.
Durante más de 20.000 años la costura había sido realizada a mano, generalmente por las amas
de casa con ayuda de costureras, tarea que ocupaba varios días del mes pues la confección de
una prenda podía tomar entre 3 a 14 horas aproximadamente.
Charles Fredrick Wiesenthal

El rastro más remoto que tenemos data de 1755cuando Charles Fredrick Wiesenthal, un
ingeniero inmigrante alemán radicado en Inglaterra; patenta una aguja de coser de doble
punta que mediante dos pares de dedos mecánicos daban vuelta a la aguja y atravesaban la pieza
por completo, simulando el mecanismo de costura manual. Sin embargo, el método de Charles
Frederick Wiesenthal era bastante engorroso y requería de reponer constantemente el hilo para
asegurar la tensión del mismo y su idea nunca cobró forma en una máquina que funcionara.
No sería sino hasta 1790 cuando Thomas Saint, un ebanista londinense, patentó una máquina
para coser cuero y lona. En esta aparece por primera vez el brazo para colocar la aguja, así
como el movimiento vertical de la misma, y la base horizontal de soporte, pero en lugar de
aguja utilizaba una lezna, mucho más resistente para el trabajo con dichos materiales. Usaba una
puntada de cadeneta para trabajos en cuero e incluso velas para barcos. Sin embargo, debido a un
error en el sistema de archivos de patentes londinense de la época, el invento de Saint fue
archivado bajo ‘colas y barnices’, y no fue descubierto sino hasta 1873, por William Newton
Wilson, un fabricante de máquinas de coser que investigaba modelos precursores. Newton se dio
cuenta de que el diseño ideado por Saint era bastante adelantado para la época en que fue
concebido, pero no era funcional, por lo que tuvo que realizar diversas modificaciones para
llevarlo a la realidad.
Pero ya muchos otros antes que Newton habían logrado llevar a la realidad algún diseño para
máquina de coser. Por ejemplo, en 1810 en Alemania, Baltasar Khrems construyó una máquina
para coser gorras, y en 1814 Josef Madersperger, un sastre austriaco, fabricó y desarrolló varios
modelos, pero nunca logró consolidar todas sus ideas en un modelo y murió en la pobreza. En
1818, John Adams Doge, un eclesiástico de Vermont, Estados Unidos, en sociedad con John
Knowles, construyeron una máquina que era capaz de realizar puntadas, pero solo para una
pequeña extensión de material antes de requerir un remontaje muy aparatoso.
Es sólo hasta 1830 en Francia durante los tiempos de la revolución, cuando un sastre
llamado Barthelemy Thimonnier, inicialmente pensando en una máquina para bordado, diseña,
patenta y fabrica la primera máquina de coser similar a las que tenemos
actualmente. Fabricada mayormente en madera, constaba de un brazo horizontal que sostenía
una aguja de púas que activada por medio de un pedal realizaba una puntada de cadeneta,
imitando el modo de costura manual y funcionando sin problemas para cualquier extensión de
tela.
Para 1840, ya Thimonnier contaba con un taller con al menos 80 máquinas de coser, y se
encargaba de proveer de uniformes al ejército francés. Sin embargo, en 1844 los sastres de la
ciudad temerosos de que este invento los desplazara por completo de sus trabajos,
asaltaron el taller destruyendo las máquinas y les prendieron fuego, obligando a Thimonnier
a huir por su vida. Cuatro años más tarde junto a un socio, produjo un modelo mejorado que
efectuaba 200 puntadas por minuto, pero la revolución había detenido la industria, y Thimonnier no
pudo promocionar sus nuevos modelos, por lo cual se fue a Inglaterra y luego a Estados Unidos,
donde obtuvo patentes para sus modelos, pero ya otros inventores habían fabricado modelos más
atractivos y Thimonnier no recibió mucha atención. Luego de gastar todo su dinero y el de sus
patrocinantes terminó exhibiendo su invento por 10 centavos en la carpa de una feria ambulante,
muriendo en la pobreza en 1857.
Walter Hunt

En 1833, Walter Hunt, mecánico y prolífico inventor americano, construye la primera máquina de
coser con punto cadena (lockstitch), logrado al incorporar el funcionamiento de dos piezas de su
invención: la aguja con el ojo en la punta y la lanzadera (bobina). Sin embargo no tuvo mucho
éxito ya que solo podía hacer costuras rectas y muy cortas. Además, Hunt no patentó su
máquina (se dice que por temor a dejar sin empleo a sastres y costureras) pero vendió los
derechos, como hizo con muchos otros de sus inventos (entre los cuales se halla el imperdible) a
los cuales nunca les dió gran importancia y hoy en día son usados extensivamente.
Pero fue Elias Howe, un joven agricultor estadounidense con experiencia en el negocio de las
máquinas quien le daría a las máquinas de coser la prominencia que tienen hoy en día (y sería
también inventor de la cremallera). En 1844, Howe patentó una máquina que al igual que la de
Hunt, contaba con una aguja con ojo en la punta, lanzadera y un flujo continuo de hilo que
resultaba en una costura de punto cadena.
Sin embargo, para llevar a cabo su diseño, Howe necesitaba la suma de 500$, y su salario era de
apenas 5$ semanales, por lo cual le vendió la mitad de los derechos de venta de su patente
a George Fisher, un adinerado amigo suyo, a cambio de materiales y efectivo para financiar el
proyecto.
En seis meses la culminó, pero tenía ciertas limitaciones (sólo cosía unas 6 pulgadas y en
puntadas rectas) por lo cual no lograron vender ningún modelo, incluso luego de organizar una
competencia contra costuras a mano en las que la máquina resultó ganadora, así que Howe envió
a su hermano a Inglaterra, quien viajó por diferentes ciudades sin mucho éxito hasta que consiguió
a William Thomas, un fabricante de corsets que compró la máquina y los derechos británicos e
insistió en que Howe viajara a Inglaterra a mejorar las limitaciones del modelo.
Después de muchos meses sin conseguir ninguna mejora, el trato entre ambos hombres terminó,
cada uno acusando al otro de no honrar los términos del acuerdo. Howe, se vió en la calle, sin
dinero y enfrentando la posibilidad de ir a la cárcel por sus deudas.
Eventualmente consiguió algo de dinero y pudo regresar a Nueva York, donde se encontró con
que durante su ausencia, muchas compañías estaban fabricando máquinas de coser, y
todas ellas usaban de algún modo los principios de su diseño patentado, por lo cual
emprendió una serie de acciones legales contra cada compañía que pudo contactar, y de estar en
bancarrota pasó a convertirse en el segundo hombre más rico en el mundo.
Sin embargo, hubo quienes se le opusieron. Isaac Merritt Singer, junto a Allen
Wilson de Wheeler & Wilson contaban con patentes de algunas innovaciones significativas
ideadas por Wilson de las que Howe carecía, y así comenzó un litigio conocido como “La guerra
de las máquinas de coser” que se extendió desde 1849 hasta 1855 hasta que finalmente en
1856 por propuesta de Oliver Potter de Grover & Baker, otro fabricante, decidieron agruparse
bajo un cartel que se conoció como “La combinación de máquinas de coser”; de manera que
nadie más podía fabricar máquinas de coser sin permiso del grupo y sin pagar una licencia de 15$
por cada máquina fabricada. El dinero obtenido era repartido entre los integrantes del grupo, con la
mayor parte destinada a Howe.

Primera Máquina de Coser Singer


El cartel funcionó hasta 1877, cuando la última de las patentes expiró sin posibilidad de ser
extendida. Un año antes, en la Exhibición Centenaria de Philadelphia, Howe exhibía su modelo
con una inscripción que decía “Elías Howe, inventor de la máquina de coser, 1846”.
Pero Newton Wilson, quien había logrado realizar el modelo a partir de las modificaciones al
diseño de Thomas Saint, logró inscribirse en la exhibición y colocar su réplica al lado del modelo de
Howe, con la inscripción “Thomas Saint, inventor de la máquina de coser, 1790”.

Isaac Zinger

Isaac Singer aportó algunas contribuciones al diseño de las máquinas de coser, tales como
sustituir las manivelas por un pedal, usar la aguja con movimiento vertical en lugar de horizontal, la
lanzadera transversal (que se movía en línea recta hacia atrás y adelante en lugar de en círculos),
una rueda áspera para arrastrar la tela y el pie de sujeción para evitar que la misma fuera
arrastrada por la aguja; pero su mayor contribución fue llevar las máquinas de coser al ámbito
doméstico, al reducir su tamaño e incorporar agresivas estrategias de venta; permitiendo
pagos en cuotas, pruebas gratis en el hogar, y abriendo múltiples tiendas. Con el aumento de su
popularidad, los otros fabricantes se vieron obligados a mejorar sus modelos para adaptarlos a las
exigencias del público, y luego el mismo Singer en consecuencia tendría que hacer su modelo
menos pesado, siguiendo las mejoras implementadas por Wheeler & Wilson y en 1889 introduce al
mercado las máquinas de coser eléctricas.
Así pues, gracias al trabajo de todos estos pioneros y algunos otros, las máquinas de coser
evolucionaron para llegar a ser lo que soy hoy en día. Gracias a esto, la producción de prendas se
hizo mucho más fácil y rápida, por lo cual éstas disminuyeron de precio, y la gente empezó a gozar
de mayor higiene y comodidad pues tenían acceso a más y mejores prendas. Además provocó un
éxodo laboral por parte de las mujeres, pues muchas de ellas dedicadas a la costura comenzaron
a incursionar en otros oficios. También facilitó la fabricación de otros artículos como tapicerías,
muebles, toallas, cortinas y libros; e incrementó la demanda de otros productos, como por ejemplo
el algodón para las telas, metal para las piezas de las máquinas, así como servicios de
embarcación para transporte de piezas y mercancías.
Las máquinas de coser han seguido evolucionando con el avance del tiempo, antes y ahora, y hoy
en día existen modelos que incluyen cientos de puntadas funcionales o decorativas y cuyo ancho y
largo puede incluso ajustarse, se adaptan a una variedad de materiales con aplicaciones en
diversos ramos, cuentan modernos sistemas de bobinado, arrastre e iluminación, e incluso existen
modelos muy futuristas que incluyen enhebrado automático, carrete auto recargable, alarmas
visuales, sensores, pantallas LED para visualizar todos los parámetros necesarios y hasta modelos
computarizados que incluyen software para resultados más profesionales. A continuación podrás
ver una línea de tiempo de la máquina de coser, donde podrás ver la evolución desde sus inicios.

BREVE CRONOLOGÍA DE LA MÁQUINA DE


COSER
Aquí podrás ver a través de una breve línea del tiempo de la máquina de coser su evolución hasta
el momento actual.

Linea del tiempo de la maquina de coser


 1755: Charles Fredrick Wiesenthal patenta una aguja de coser de doble punta con
dedos mecánicos que simulan la costura manual. Este diseño era muy engorroso y nunca
fue fabricado.
 1790: Thomas Saint patenta una máquina para coser cuero y lona. Aparece por primera
vez el brazo para colocar la aguja, así como el movimiento vertical de la misma, y la base
horizontal de soporte. Usaba una puntada de cadeneta. Debido a un error en el sistema de
archivos de patentes este diseño pasa desapercibido hasta 1873, cuando es redescubierto
por William Newton Wilson, quien logra llevarlo a la realidad luego de múltiples
modificaciones.
 1810: Baltasar Khrems construye una máquina para coser gorras
 1814: Josef Madersperger fabrica y desarrolla varios modelos, pero sin mucho éxito
 1818: John Adams Doge en sociedad con John Knowles construyen una máquina capaz
de realizar puntadas, pero solo para una pequeña extensión de material antes de requerir
un remontaje muy aparatoso.
 1830: Barthelemy Thimonnier diseña, patenta y fabrica la primera máquina de coser
similar a las que tenemos actualmente. Fabricada mayormente en madera, constaba de
un brazo horizontal que sostenía una aguja de púas que activada por medio de un pedal
realizaba una puntada de cadeneta, funcionando sin problemas para cualquier
extensión de tela. Luego de cierto éxito proveyendo de uniformes al ejército francés, sus
máquinas son destruidas por una horda de sastres temerosos de perder sus trabajos.
 1833: Walter Hunt construye la primera máquina de coser con punto cadena (lockstitch),
logrado al incorporar el funcionamiento de dos piezas de su invención: la aguja con el ojo
en la punta y la lanzadera (bobina). Sin embargo no tuvo mucho éxito ya que solo podía
hacer costuras rectas y muy cortas. Hunt no patentó su máquina.
 1844: Elias Howe patenta una máquina que al igual que la de Hunt, contaba con una
aguja con ojo en la punta, lanzadera y un flujo continuo de hilo que resultaba en una
costura de punto cadena. Intenta vender su modelo en Nueva York, pero este aún tiene
ciertas limitaciones y no tiene éxito, por lo que viaja a Inglaterra, sin que le vaya mejor. Sin
embargo al regresar a Nueva York se encuentra que han surgido muchos fabricantes de
máquinas de coser y que éstas usan los principios de su diseño patentado, por lo que
emprende acciones legales que lo convierten en el segundo hombre más rico del mundo,
pero se ve enfrascado en un litigio con Isaac Singer y Allen Wilson, que se prolonga por
5 años hasta que en 1856 forman, junto a Oliver Potter, un cartel llamado “La
combinación de máquinas de coser”, gracias al cual obtienen control total de la
fabricación de máquinas de coser mediante un sistema de licencias que les permite repartir
las ganancias entre los integrantes del cartel, hasta 1877 cuando expira la última patente.
 1849-1852: Allen B. Wilson fabrica su propia máquina de coser, patentando innovaciones
como la bobina rotatoria de doble punta, y la alimentación intermitente de cuatro
movimientos.
 1851: Isaac Singer patenta su primera máquina de coser, capaz de efectuar 900 puntadas
por minuto, muy superior al promedio de 40 por minuto en costura manual profesional.
Introduce el pie de sujeción, el movimiento vertical de la aguja, la lanzadera transversal, y
sustituye la manivela por el pedal como mecanismo de accionamiento.
 1855-56: La I.M. Singer & Co. masifica la máquina de coser doméstica, gracias a agresivas
estrategias de ventas ideadas por Edward Clark, como el “alquiler con opción a compra”,
con pruebas gratis en el hogar y pagos en cuotas, una solución que permite adquirir una
máquina de coser Singer a quien no dispone de todo el capital, mejorando la productividad
y elevando su posición social.
 1877: Joseph M. Merrow inventa y patenta la primera máquina de overlock(remalladora)
 1889: Singer Sewing Co. introduce al mercado las máquinas de coser eléctricas. Al
principio estas eran máquinas regulares con el motor integrado a un lado, pero con el paso
del tiempo el motor pasaría a estar dentro de la carcasa.

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HISTORIA DE LA MÁQUINA DE COSER
INVENTORES Y EVOLUCIÓN TECNOLÓGICA
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HISTORIA DE LA MÁQUINA DE COSER


NOMBRE DEL INVENTOR Y EVOLUCIÓN TECNOLÓGICA

Podemos decir que la historia de la máquina de coser no existiría sin el antiguo arte de coser a mano.
La gente comenzó a coser a mano hace unos 20.000 años, cuando las primeras agujas se hicieron con
huesos o cuernos de animales y el hilo hecho de tendones de animales. Nuestro instinto inventivo
explica la progresión natural para querer mejorar las técnicas de costura y hacerlo menos laborioso. Fue
durante la Revolución Industrial en el siglo XVIII, cuando el aumento de la demanda de prendas creció
fabulosamente y la necesidad de disminuir la costura manual en las fábricas se convirtió en primordial,
para abastecer las exigencias comerciales de esa ápoca.
Se dice que este invento fue el primer producto de la Revolución industrial específicamente concebido
para aligerar las tareas del ama de casa. La máquinas de coser sencillas se emplean para confeccionar
o arreglar la ropa en casa. Los modelos más avanzados se utilizan para la confección industrial.
En cuanto a su funcionamiento, para coser dos piezas de tela, lo primero que hay que hacer es
enhebrar el hilo. Desde el carrete situado arriba a la derecha, el hilo se pasa por varias guías que
controlan su recorrido y tensión, antes de introducirse por un pequeño orificio situado en la parte inferior
de la aguja.

Otro hilo que procede de un carrete (canilla) situado por debajo de la superficie de costura, y se
entrelaza con el hilo superior para formar las puntadas. Las piezas de tela previamente hilvanadas se
colocan junto a la aguja, y se baja el prensatelas para mantener la tela contra dos hileras de dientes
metálicos que hacen avanzar la tela a velocidad uniforme cuando se acciona el pedal de costura.

La historia del invento es muy poco conocida y mucho menos quién fue el inventor.La máquina de coser
tardó en aparecer, y éste es uno de los misterios de la historia de los inventos. No lo hizo hasta el primer
tercio del siglo XIX en Francia, y se cree que la idea surgió del sastre llamado Bartolomé Thimonnier,
que en 1830 construyó la primera máquinas de coser.

La idea de una máquina para coser telas era bastante natural, pues ya existían desde hacía tiempo
ingenios que trazaban dibujos en el tejido sirviéndose de patrones. De lo que se trataba era de fabricar
una máquina lo bastante pequeña y cómoda para uso doméstico.
Para el divulgador científico Isaac Asimov, el invento nació a partir de una serie de prototipos
malogrados, el primero que realmente prendió y que no tardó en ser usado fue el inventado por el
norteamericano Elias Howe (1819-1867). En 1846 obtuvo una patente de su invento, en el cual el ojo de
la aguja estaba situado cerca de la punta. Empleaba dos hilos, y las puntadas se efectuaban mediante
una lanzadera. Howe demostró la utilidad de su máquina compitiendo con cinco mujeres cosiendo a
mano, a las que venció con facilidad.

Inventor de la Máquina de Coser Elias Howe (1819-1867)


Aunque la invención de la máquina de coser se atribuye a Elias Howe, cuyo aparato, patentado en 1846,
contenía la mayor parte de los dispositivos de la máquina actual, no fue sino el resultado de numerosos
ensayos realizados un siglo o más tiempo antes de dicha fecha. La idea original fue de un inglés, Carlos
F. Weisenthal, que obtuvo una patente en 1755 para un aparato que facilitaba el procedimiento de
bordar, y para perfeccionarlo se hicieron muchas pruebas en Inglaterra, antes que los inventores
americanos dirigiesen su atención a este objeto, ocurriendo en este caso lo mismo que en el de otras
invenciones mecánicas, que son el resultado de los esfuerzos de muchos inventores, alcanzando el
éxito los que se aprovechan de él, mientras que permanecen generalmente ignorados los que más
eficazmente cooperaron al triunfo.

La invención de Weisenthal nunca llegó a aplicarse mucho, porque consistía en el empleo de una aguja
de dos puntas con el ojo en el centro, moviéndose de atrás a delante, por medio de dientes colocados a
los lados.

Es noble reconocer que un par de añoa antes en 1844, el inventor inglés John Fisher diseñó una
máquina de coser que funcionaba de una manera muy semejante a las actuales, es decir, todas sus
piezas trabajaban coordinadamente como un conjunto único de piezas móviles y fue un gran avance
para las próximas creaciones. Un verdadero ejemplo del ingenio humano. Sin embargo, un trabajo de
archivo fallido en la Oficina de Patentes resultó en la pérdida de su patente, por lo que nunca recibió
ningún reconocimiento.
Para otros autores la máquina de coser fue inventada por el francés Barthólemy Thimonnieren 1830.
Daba unas doscientas puntadas por minuto, bastantes más de las que podía dar un sastre a mano, por
muy hábil que fuese. Thimonnier empezó fabricando uniformes para el gobierno. Pero su máquina era
muy simple y la verdadera máquina de coser como la conocemos actualmente la inventa el
bostoniano Isaac Singer en 1851, de quien hablaremos al final deeste post. Singer era mecánico, tenía
dos mujeres y ocho hijos y perseguía el dinero. Un juez decidió que había copiado el invento del
también bostoniano Elias Howe y le obligó a pagarle royalties. Mientras se celebraba el juicio, fundó
la Singer Company en 1853.
La máquina de Thimmonnier es notable por llevar sólo una aguja con punta para atravesar la tela,
estando provista de una entalladura en la que se aloja el hilo. Ea presilla o puntada se formaba por el
hilo envuelto alrededor de la aguja, que le llevaba a través del material. Este se movía hacia adelante
una cierta distancia, para permitir a la aguja descender nuevamente. En esta disposición, las presillas
formando la cadeneta de puntadas se hacían en la parte superior del material.

Tambien impresionados quedaron los amigos del inventor con esta máquina, que adelantaron el dinero
preciso para establecer una fábrica, y la empresa tuvo tanto éxito que algunos años más tarde
trabajaban ochenta máquinas. Pero las costureras y los sastres no vieron el asunto con tanto
entusiasmo. Como ocurrió cuando Hargreave construyó sus telares, creyeron que las máquinas
perjudicaban a sus medios de vivir y procuraron destruir al enemigo común; y fue en aquella ocasión, en
Francia, donde una multitud descontenta de obreros manuales destruyó las máquinas de la fábrica de
Thimmonnier.

Sin desmayar ante esta manifestación de antagonismo violento de la multitud, el inventor continuó sus
esfuerzos y construyó máquinas perfeccionadas, pero no encontró apoyo financiero entre sus amigos,
que, evidentemente, temían otro motín entre los obreros, si se trataba de restablecer los mecanismos
para coser. El inventor desalentado, abandonó sus trabajos.
La máquina de coser fue inventada por el francés Barthólemy Thimonnier en 1830
Y aún quedan dudas, debemos remontarnos al siglo anterior, pues la enciclopedia ENCARTA nos
informa que la primera máquina de coser fue patentada en 1790 por el inventor británico Thomas Saint y
hoy es la mas aceptada en cuanto al origen del invento doméstico. «La máquina de Saint, que estaba diseñada
para coser piel y tela, usaba un único hilo y formaba una puntada en cadena. No se usaba aguja sino una lezna
para perforar el material que se estaba cosiendo. Otro mecanismo colocaba el hilo a través del agujero, tras lo
cual una vara parecida a una aguja con un punto hendido llevaba el hilo a través de la parte inferior, donde un
gancho recogía el hilo y lo llevaba a la parte delantera para la siguiente puntada. Cuando el ciclo se repetía se
formaba un segundo bucle con el primero en la parte inferior de la prenda, creando así una cadena y el cierre de
la puntada. Sin embargo, la máquina de Saint nunca pasó del prototipo.»
Asi que podemos asegurar que la verdadera historia de la máquina de coser esencialmente comienza
aquí. El inglés Thomas Saint diseñó la primera máquina de coser de este tipo. La patente describe una
máquina accionada con una manivela para ser usada en cuero y lona.Nadie sabe si Saint construyó un
prototipo, pero en 1874, William Newton Wilson encontró los dibujos de la patente. Fueron tan
detallados que construyó una réplica, lo que demuestra que funcionó.
Este prototipo era de madera en su mayor parte, con un brazo saliente, en el cual se colocaba una aguja
vertical y una lezna, que hacía los agujeros antes. En la parte superior del brazo tenía una canilla o
carrete que suministraba el hilo continuamente. La puntada era igual a la del aparato de Weisenthal,
llamándosela de «tambor» o de «cadeneta». Se formaba una presilla, empujando la aguja a través de la
tela o cuero; un segundo empuje pasaba los hilos por esta presilla, formando otra segunda, a través de
la cual se empujaba nuevamente la aguja para formar una tercera, apretando la primera en el tercer
impulso.

Esta clase de puntada se empleó durante muchos años para facilitar el trabajo de costuras fuertes.
Parece ser que Saint no consideró práctico su sistema para sustituir en general la costura a mano. A
ésta siguieron, en este sentido, otras invenciones de menor importancia, pero ninguna máquina llamó la
atención.

A pesar de la importancia de este invento, este no fue muy bien recibido por las mujeres.Por aquella
todo se hacía a manos y miles de mujeres cuidaban con esmero la precisión y calidad de su trabajo.
Ellas aducían que la máquina no pudiera ejecutar el trabajo con la limpieza, seguridad y perfección con
que lo realizaban los dedos femeninos. Tantos años de práctica con el uso de la aguja, no podía ser
reemplazado por una máquina rara , que muchas veces se rompía por el exceso de trabajo.

Con el paso del tiempo el uso industrial, en la fabricación de adornos, tejidos y demás artículo demostró
que la producción manual ya no podía competir con el desarrollo de estas máquinas de coser, que hay
aumentar considerablemente la producción bajaban consecuentemente los costos de elaboración.

Utilizando así esta nueva invención, se extendieron los innumerables grandes almacenes especializados
en la fabricación de ropas hechas para ambos sexos, que hoy permiten a todos vestir mejor y a un coste
mucho menor del que pagaban nuestros menos afortunados antecesores.

LAS CONSECUENCIAS EN LA COSTURA A PARTIR DE LA


MÁQUINA DE COSER

La introducción de la máquina de coser necesitó una modificación radical en el arte de la costura.


Muchas de las primeras tentativas hechas para coser a máquina siguieron la idea de imitar la costura a
mano, valiéndose de una aguja que hacía entrar y salir en la tela por «dedos mecánicos o dientes», pero
todas estas invenciones fracasaron. Se consideró preciso abandonar por completo el método
convencional de asegurar las telas, ideando otros medios de unirlas más adecuados al empleo de
máquinas.

En los primeros aparatos construidos se empleaban hilos sueltos, no pudiéndose conseguir una longitud
uniforme en la puntada. Pero pronto se idearon mecanismos donde el hilo podía utilizarse
continuamente, devanándole en un carrete o bobina. Se idearon dispositivos para que a cada puntada
se presentase una nueva e idéntica cantidad de hilo, y así se consiguió una costura del todo uniforme.
En la máquina de costura, la marcha del hilo es continua del carrete a la tela, pasando por el ojo de la
aguja, mientras que en la costura a mano el hilo va fijo a la aguja.

Es evidente, por consecuencia, que el hilo sólo puede pasarse a través de la tela, en forma de presilla u
hojal, siendo el medio más conveniente para realizarlo emplear una aguja con el ojo cerca de su punta.
La aguja es empujada justamente lo preciso para atravesar la tela y arrastrar al propio tiempo una
longitud de hilo que forme al otro lado una presilla, levantándose la aguja inmediatamente. Pero, en
lugar de llevar consigo el trozo de hilo que introdujo, éste se retiene por el revés de la tela, asegurándole
con el mismo o con un segundo hilo, que se va desarrollando de una bobina y que se llama «hilo de
relleno». Otra disposición que distingue la costura a máquina es la manera de regular la longitud de la
puntada.

En la costura a mano, naturalmente, la obra no se mueve, determinándose a ojo la longitud de la


puntada, cuyo tamaño es más o menos variable; en tanto que, en la máquina, la tela es la que se mueve
debajo de la aguja, avanzando a impulsos absolutamente regulares, de tal manera que, tanto la longitud
de la puntada como la tensión del hilo, son uniformes.
Por la misma época muchos otros grandes inventores americanos habían
comenzado por aquella época a tratar de resolver los problemas de la máquina de coser.

Las ideas de la aguja con el agujero en la punta y el empleo del doble hilo son completamente
americanas de origen, y esta combinación fue concebida primeramente por Gualterio Hunt, de Nueva-
York, hacia el año 1835. Los defectos de la puntada de cadeneta y ésta constituyó la característica más
saliente de las máquinas anteriores, fueron reconocidos bien pronto.
La rotura de las presillas, en uno y otro punto, hacía que el hilo se soltase, deshaciéndose la costura con
gran facilidad, buscándose la forma de combinar otra puntada libre de este defecto. Esto sólo podía
conseguirse haciendo que cada puntada quedase firme por un nudo. En otras palabras, era necesario
cerrar la puntada, y la mejora a que se debió esta solución creó la costura «a pespunte».

En la máquina de Hunt una aguja curva, con ojo en la punta, colocada en un brazo movible, se
enhebraba en hilo de un carrete, y penetrando en la tela, formaba una presilla por el revés de ésta.
Entonces, una lanzadera, llevando un pequeño carrete de hilo, pasaba por en medio de la presilla,
dejando cogido el hilo, que se atirantaba cuando la aguja subía.

De esta manera se aseguraba la puntada. No obstante, debido al prejuicio que aún existía contra la
máquina de coser, esta invención no se perfeccionó ni se estudió debidamente. Hunt renunció a
patentar sus ideas, y más tarde perdió la oportunidad de hacer una fortuna.

Entonces comenzó la época en que más dispositivos y mejoras se introdujeron en la máquina de coser.
Independientemente de Hunt y sus predecesores, Elias Howe, nacido en Massachusetts, dedicó su
atención a las máquinas de coser en el año 1843.

En 1844 terminó un modelo hecho de madera y alambres, y, aunque primitivo en extremo, contenía la
mayor parte de los dispositivos esenciales de la máquina moderna, patentándola en 1846. Howe fue el
primero en patentar una máquina de pespuntear, pero su invención tenía dos detalles esenciales, la
aguja curva, con el ojo cerca de la punta, y la lanzadera, que había sido ideada por Gualterio Hunt doce
años antes.

Aunque tenía muchas de las invenciones de Hunt y de otros que estudiaron el asunto antes que él, la
máquina de Howe era tan nueva en sus combinaciones y forma en que había sido dispuesta, que se
consideró como una nueva invención. Además de otros detalles, tenía una placa para comprimir la tela y
un dispositivo para dar la tensión al hilo superior.
Comprendía los detalles de nuestra máquina moderna, pero no tuvo éxito. Howe construyó algunos
modelos, pero no los vendió al principio, y cuando lo consiguió los compradores no podían hacerla
trabajar. Ea tensión no era uniforme, y esto era causa de que el hilo formase presillas muy flojas en
ciertas partes de la costura, mientras que otras quedaban muy tirantes. El movimiento del hilo era
defectuoso por la falta de continuidad; la pieza que apretaba la tela tenía que llevarse hacia atrás
cuando llegaba a su límite de avance, apretaba de nuevo la tela y volvía a avanzar.

Howe era un mecánico que tenía poco dinero, y por sí mismo no disponía de capital suficiente para la
fabricación. Sin poder conseguir interesar a los capitalistas de los Estados Unidos, vendió los derechos
de su patente a una casa inglesa, pero su invención era tan poco apreciada que durante algún tiempo
fue ofrecida, sin éxito, a muchos fabricantes e ingenieros importantes.

Pero Howe era un hombre de una perseverancia notable y no abandonó su querida idea de suministrar
a los Estados Unidos máquinas de coser. Ea teoría de su máquina era buena, pero fracasó al aplicarla,
por no encontrar la solución mecánica propia para asegurar el éxito comercial.

El, sin embargo, debía a muchos otros inventores la iniciativa de determinados mecanismos que
completaron esta máquina bienhechora de la Humanidad. Debe recordarse que, no obstante, los
inconvenientes que entonces se señalaban, la máquina de Howe cose actualmente.

Expuso su primer modelo en una fábrica de Boston durante algún tiempo, y los ensayos demostraron
que podía hacer 300 puntadas por minuto, y se ofreció a hacer cualquier clase de costura que se le
exigiese, realizándolo así en una séptima parte del tiempo empleado para hacerla a mano, por la mejor
y más rápida costurera, resultando el trabajo perfecto y sumamente fuerte.

Pero la oposición de los obreros y otras consideraciones impidieron que las comprasen los sastres.
Pronto se hicieron imitaciones de esta máquina de coser, que se vendieron con buenos beneficios,
apreciándose las posibilidades de introducir innovaciones. Se discutieron los derechos de Howe, pero
los pleitos que se siguieron no dejaron respecto a aquéllos ninguna duda.

Por eso comenzó a cobrarlos, incluso durante el pleito seguido contra Singer, cuya sentencia se dio en
1854; pero el valor en dinero de esta invención fue completamente aparente. En 1863 sus derechos
llegaban a 4.000 dólares por día, y se calcula que alcanzaron en total la cifra de 2.000.000 de dólares.
En la serie de la enorme cantidad de pleitos a que dio lugar el negocio comercial de máquinas de coser,
las sentencias afirmaban, una y otra vez, que no se había construido máquina.de esta clase que no
tuviera alguno de los dispositivos esenciales de la patentada por Howe.
Había quedado demostrada la utilidad práctica de la máquina de coser, y a la primitiva se le fueron
introduciendo mejoras, algunas muy originales y de éxito. Uno de los más ingeniosos inventores, y el
segundo únicamente después de Howe en esta especialidad, fue Alien B. Wilson. En 1849 ideó el
sistema de enganche rotativo, combinado con la bobina (sistema de bobina central), que constituyó la
especial característica de la máquina Wheeler y Wilson Su patente de 1850 incluía la invención de una
barra movible, provista de unos dientes que, saliendo por una ranura de la placa sobre que se coloca la
tela, combinaba con otra barra de presión situada encima, marchando la tela interpuesta entre las dos,
merced a los movimientos sucesivos de avance que imprimía la primera.

En 1851 y 1852 solicitó patentes para una mejora en este dispositivo, conocido por «avance en cuatro
tiempos» para mover la tela, así como para el enganchador rotativo, ha ciendo pasar el hilo superior
alrededor de una bobina que contiene el inferior. Con ello señaló el mayor progreso en la costura a
máquina, que desde entonces puede hacerse en líneas curvas, siendo también notable por su
maravillosa sen cillez y perfección mecánica, su sistema de bobina central. Los principios esendales de
sus invenciones se emplean en todas las máquinas actuales de enganche rotatorio.

El avance a cuatro tiempos constituye una de las principales mejoras introducidas en las máquinas de
coser, desde que Saint demostró que la costura a máquina era posible, siendo un dispositivo que figura
hoy en toda máquina de coser. Bajo la placa de presión o prensa telas y a los lados del orificio por
donde la aguja atraviesa la placa, encima de la que corre la tela, hay una o dos pequeñas superficies
con dientes inclinados oblicuamente.
Cuando se ha formado la puntada, esos dientes se levantan uno o dos milímetros y, enganchando la
tela, avanzan apoyando ésta sobre la superficie inferior y lisa del prensatelas, haciendo avanzar también
a ésta en una longitud conveniente. Esto constituye el segundo tiempo, dando lugar al tercero el
movimiento de descenso de los dientes, que sueltan la tela y retroceden en un cuarto tiempo para volver
a su posición primitiva, repitiéndose el mismo ciclo a cada puntada. Introduciendo Wilson este
dispositivo, hizo que el movimiento del material no sólo fuese automático, sino también que la longitud
de la puntada fuese rigurosamente exacta.

El trabajo necesario para coser se facilitó muchísimo, no precisando otro cuidado que el de guiar la
labor. De aquí, el que ganase pronto popularidad la máquina en que Wilson introdujo esta mejora.

En 1851, Guillermo O. Grover, sastre en Boston, patentó una disposición para coser con doble
cadeneta, que sirvió de base para la construcción de máquinas conocidas con el nombre de Grover y
Baker. También en 1865, Jaime A. E. Gibbs, labrador en Virginia, ideó un mecanismo para coser en
cadeneta con un solo hilo, lo que caracteriza a las máquinas Gibbs y Baker, mejoradas después por
Willcox y conocidas por Willcox y Gibbs.

Todavía, y, apesar de la actividad de todos estos inventores, entre los años 1830 y 1851, la máquina de
coser no había alcanzado el favor completo del público. Siendo esto debido a la cantidad de invenciones
imperfectas que aparecieron en el mercado, y que dieron tan mal resultado que levantaron una
arraigada sospecha contra los aparatos mecánicos de coser. Este prej uicio, tan largo tiempo extendido,
no podía desaparecer fácilmente, necesitándose muchos años de esfuerzos constantes de los
fabricantes para convencer al público escéptico, cada vez que pretendían demostrar que cada modelo
perfeccionado, no era otra nueva máquina lanzada al fracaso, y que no existía ninguna intención de
engañar.

Pero la máquina de coser llega a un estado en que, inventados sus mecanismos esenciales y
perfeccionados, demuestran su utilidad práctica. Sólo queda por poner en juego, por los hombres de
energía y de negocios, la habilidad necesaria para conti.iuar la fabricación, buscando después los
medios de introducir el producto en el mercado. Aquellos que, en un principio, apreciaron la importancia
de la máquina de coser, como un factor en el avance comercial del mundo, se aplicaron con ardor a
promover la industria. Se establecieron factorías en Bridgeport, Cambridge, Boston y Nueva York, así
como en otras ciudades, pa ra la exclusiva fabricación de estas máquinas.

Ea importancia de Nueva York como centro comercial, fue pronto reconocida por los fabricantes, y allí
se establecieron los principales depósitos y centros de distribución para toda New England.

HISTORIA DE LAS MAQUINAS SINGER


El más importante, no ya de los inventores, sino de los fabricantes, aparece en Isaac M. Singer, cuyo
nombre comienza a conocerse en 1850. Su primera máquina, patentada en 1857, tenía una aguja
vertical, movida por un eje suspendido, movido por una rueda colocada en una entalladura de la mesa.
Un compresor elástico situado a un lado de la aguja, sujetaba la tela, dándose movimiento al brazo que
llevaba la aguja, y a la lanzadera, mediante una transmisión. Se empleaban en ella dos hilos, y hacía el
pespunte cerrado; la presilla del hilo de la aguja se aseguraba en cada movimiento de avance por el de
la lanzadera.
Singer también introdujo el movimiento a pedal, para sustituir el trabajo a mano; pero, aunque parezca
es-traño, siendo hoy el movimiento a pedal una característica umversalmente adoptada, él despreció al
principio este invento y renunció a patentarlo. Se ve que los dispositivos patentados en su máquina no
presentaban grandes diferencias con respecto a las de otros inventores. Era muy parecida a la de
Howe, pero muy superior bajo el punto de vista de la fabricación.

Eas máquinas Singer son notables poi el hecho de que, desde que aparecieron, siempre dieron buen
resultado, cosiendo perfectamente. Como hemos visto, las bases fundamentales mecánicas de la
máquina de coser eran ya conocidas antes de que Singer se ocupase del problema a resolver.

Entonces era ya demasiado tarde para conseguir patentes originales; pero su clara percepción del
trabajo realizado por sus antecesores, y su capacidad para adaptar a la práctica y utilizar, no sólo sus
propias iniciativas, sino las de los demás, le colocó a la cabeza de los fabricantes en esta rama de la
industria.

Tan pronto como se vio que la máquina Singer tenía éxito, los propietarios tuvieron que defenderse
contií las reclamaciones de Elias Howe. Sin ger figuró como el defensor más obstinado, apoyándose en
las invenciones primitivas de Hunt; pero últimamente Singer, y con él todos los demás fabricantes,
tuvieron que ser tributarios de Elias Howe, solicitando, en 1855, una autorización de éste para utilizar
sus patentes.

Singer sufrió un rudo golpe cuando el tribunal sentenció contra él. Su ideal hubiera sido construir una
máquina a precio económico, accesible para las pobres costureras, pero el coste de las patentes de
Howe hicieron esto imposible. No obstante, el auxilio que necesitaba Singer, llegó de una manera
inesperada. Su principal consejero, mister Clark, le propuso ayudarle financieramente y convertir el
negocio en empresa beneficiosa, si le cedía la mitad de los beneficios posibles.

Clark era un hombre de energía, imaginación y entusiasmo sin límites. Aprobó la gran idea de Singer de
introducir la máquina de coser en todos los hogares, y fue tan sólo cuestión de organización y recursos
financieros el realizarlo. Formada la sociedad I. M. Singer y Co, el futuro de la máquina de su nombre
quedó asegurado.

Las primeras máquinas Singer, se construyeron, principalmente, para emplearlas en los trabajos de las
fábricas; pero cuando se vio, claramente, que podía ser también uno de tantos accesorios domésticos,
se hicieron modificaciones para que, conservando sus cualidades características, tuvieran la ligereza y
elegancia propias para adaptarse a los usos domésticos.
La llegada de Singer al campo de la fabricación marcó una nueva era para los aparatos de coser. Con
una maravillosa organización y la aplicación de principios científicos, la Compañía Singer ha tomado
siempre la iniciativa en los perfeccionamientos, introduciendo constantemente nuevos modelos para
toda clase de trabajo, aunque en la forma y estructura general son semejantes a los tipos originales.

La fabricación y venta de estas máquinas, no se ha interrumpido desde que se presentaron en el


mercado, y aunque en él hay muchos competidores, pues los derechos de patente expiraron hacia el
año 1877, la Singer es aún la más extendida. Tanto ésta, como las demás máquinas de coser
modernas, llevan tres combinaciones de mecanismos; uno, para formar la puntada, combinado con
aplicaciones para regular y mantener el grado de tensión de los hilos; dispositivos dispuestos para
sujetar el material a la entrada y salida de la aguja, en la parte en que se forma la puntada, y un
mecanismo regulable y automático para hacer avanzar longitudinalmente la tela, a impulsos iguales, una
vez formadas las puntadas. Se hacen tres clases de costuras; de simple cadeneta o de tambor, de doble
cadeneta y de pespunte cerrado.

En la primera de estas tres formas de coser se emplea un solo hilo; las otras necesitan dos, uno en la
aguja y otro debajo de ésta. Cada clase tiene sus partidarias entre las costureras. El pespunte cerrado
se asemeja, en su formación, al tejido, mientras que la cadeneta, que se deshace fácilmente, se parece
más al punto de media. Se calcula que el 90% de las máquinas domésticas hacen el pespunte cerrado.

Se ha visto que, para hacer el pespunte, el hilo inferior tiene que pasar por la presilla formada por el
superior. Esto se consigue de dos maneras: la primera consiste en hacer pasar una lanzadera que
contiene en su interior una bobina con hilo, a través de la lazada o presilla formada por el hilo superior,
combinando los movimientos alternativos de la lanzadera con los de subida y bajada de la aguja.

El segundo medio de hacer el pespunte se funda en enganchar la presilla formada por el hilo de la
aguja, por medio de un gancho rotativo, que, ensanchando dicha presilla, la hace pasar por una bobina
central, que lleva devanado el hilo y que está alojada en el centro del sistema de enganche. Este
método fue inventado por A. B. Wilson, y es conocido por principio de Wheeler y Wilson o de bobina
central.

Una combinación intermedia entre la lanzadera alternativa y el enganche rotativo es la de las máquinas
de bobina oscilante, introducidas por la Compañía Singer. La lanzadera tiene forma de gancho, no muy
diferente al del sistema Wilson, llevando en el interior una bobina con gran capacidad de hilo. Las
máquinas, tanto de enganche oscilante como rotativo trabajan con gran delicadeza y rapidez. En todos
los casos, para hacer el pespunte cerrado, uno de los mecanismos esenciales está constituido por una
barra, en la que se fija una aguja con el ojo cerca de la punta, por donde pasa el hilo superior, lo mismo
cuando se trata de lanzadera alternativa que cuando se emplea el enganche oscilante o rotativo con la
bobina para el hilo inferior.
Este conjunto de invenciones americanas, forma los tipos de las máquinas hoy en uso. Millares de
patentes han sido concedidos en los Estados Unidos y en Europa por mejoras en las máquinas de
coser; y aunque su eficacia y utilidad han sido notablemente aumentadas, por numerosos accesorios y
detalles, el principio fundamental no ha sido variado todavía.

Aun en su presente estado de alta perfección, las invenciones son, sin embargo, numerosas, y
continuamente se conceden patentes. Lo mismo puede decirse de la maquinaria para producir las
distintas piezas intercambiables de las máquinas de coser; el principio americano de facilitar el recambio
de piezas excesivamente usadas o rotas se realiza con toda extensión en esta industria.

Las máquinas especiales para producir las partes más complicadas de las máquinas de coser, son tan
perfectas, que ejecutan el trabajo con la más notable exactitud y velocidad, y, a menudo, necesitan más
talento inventivo en su construcción que la misma máquina de coser a cuyo trabajo se destinan. En las
fábricas importantes, el departamento de ensayos es el más interesante Allí el inventor tiene toda clase
de facilidades para desarrollar sus ideas y estudiar los resultados de sus ensayos preliminares.

Con frecuencia, se emplea mucho tiempo y mano de obra en la invención y estudio de una nueva pieza
o accesorio, que, después, se ensaya cuidadosamente en el departamento de fabricación,
correspondiente a la clase de trabajo para la que se ha ideado, y, si da resultados satisfactorios, se
instala la maquinaria especial para su construcción que, a veces, tiene que abandonarse, seguidamente,
por haberse descubierto algo nuevo que lo mejora. Aunque el inventor desplegue gran originalidad e
ingenio para mejorar un dispositivo, la invención puede no tener valor, si no se encuentra otro cerebro
de talento que encuentre la manera de que sea comercialmente práctico.

La fabricación de máquinas especiales, construidas para producir, repetidas, cada una de las diferentes
partes componentes de un determinado organismo, de suerte que, reunidas, forman el producto
terminado, fue primeramente llevado a efecto en gran escala en los Estados Unidos; por eso se conoce
generalmente en el mundo por sistema americano.

Con los progresos realizados en el arte de la mecánica y el empleo general de aparatos y máquinas
herramientas, se hizo posible llegar a una, casi, absoluta precisión. Pero el sistema que permitiese
poder construir las distintas piezas de manera que, en el conjunto de un mecanismo, pudiera
remplazarse una de ellas por otra, casi absolutamente idéntica, exigía una perfecta y uniforme exactitud.
Para alcanzarla, en la forma y dimensiones de cada pieza, es necesario emplear normas con qué poder
comprobar la medida, dentro de tolerancias reducidísimas, con un modelo que sirva como tipo de
comparación. A ninguna máquina se aplica, tan rígidamente como a la máquina de coser, este sistema.
Y tan perfecto es, que las diversas piezas pueden adquirirse del comercio en cualquier ciudad del
mundo.

Se han hecho muchas aplicaciones de la máquina de coser para diversas clases de trabajo, y se
suministran numerosos accesorios con este fin, extendiéndose el uso de aquélla de un modo
extraordinario, siendo ahora posible bordar, coser botones, hacer festón, ribetear, preparar y hacer
dobladillos zurcir, fruncir y hacer otros diversos trabajos con gran facilidad en una misma máquina,
mientras en las fábricas y almacenes de confección se emplean máquinas especiales para cada
operación. Su esfera de aplicación ha aumentado persistentemente, extendiéndose, puede decirse, a
todos los oficios en que se precise unir un trozo de material con otro.

Las máquinas son capaces de coser dos trozos de cuero con 50 milímetros de grueso tan rápidamente
como si fuere muselina. No se limitan a lo que pudiera llamarse, exclusivamente, coser. Aseguran los
botones a razón de 10 a 15 por minuto, cosiendo siempre, aunque, naturalmente, el dibujo y detalles de
la máquina varía de acuerdo con el carácter de la obra que ha de ejecutar. Es posible equipar las
máquinas con más de una aguja, siendo el máximo número de ellas el de doce, colocadas unas al lado
de otras para hacer una serie de costuras paralelas, tomando cada una el hilo de su correspondiente
carrete, pudiéndose emplear así, al mismo tiempo, hilosde diferentes colores. La capacidad total de
estas máquinas es de 1.ooo puntadas por minuto, o sean, 150 pespuntes dobles por segundo.

Con las máquinas especiales, cualquier operador inexperto puede aprender, en uno o dos días, a coser
una determinada clase de obra, y, en pocos meses, estará más práctico que cualquier obrero manual
con años de experiencia. Este avance y desarrollo en costuras especiales, aplicado a la industria, ha
producido un enorme beneficio, reduciendo el coste para el comprador y facilitando el éxito comercial al
fabricante, que no hubiera podido alcanzar los resultados actuales sin la máqmna de coser. Los
industriales solicitan constantemente máquinas especiales para determinados trabajosy esto ha dado
lugar a la creación de cientos de distintos tipos y clases de aparatos y millares de variedades o
modificaciones de éstos para adaptarse a las demandas.

Algunas son capaces, por ejemplo, para ajecutar las más complicadas labores de costura de adorno;
otras se construyen para utilizarlas en las grandes fábricas de guantes, zapatos, guarnicionería,
sombrillas y numerosas variedades de trabajo semejantes. Una mejora reciente consiste en un
dispositivo automático para unir alfombras con la máquina de coser; diminuto y compacto mecanismo
que cose a lo largo las alfombras, a razón de cuatro metros por minuto, suprimiendo, por completo, este
pesado y fatigoso trabajo manual, con material tan grueso y duro.

Para la mayoría de las personas que en el transcurso de su trabajo hacen unos pocos ojales, no
parecerá de importancia esta operación, pero si se tiene en cuenta los que son preciso abrir y terminar
en un gran taller de confecciones, en las ropas, en millones de cuellos, puños, camisas y zapatos, se
comprenderá la enorme reducción de tiempo, y economía de mano de obra que representa una
máquina especial para hacer este trabajo. Hay muchos tipos en uso de máquinas de hacer ojales; la
primera de éstas, un aparato primitivo, la patentó Humphrey en 1862; pero la de Reece, patentada en
1881, llevó el arte de hacer ojales a su presente estado de perfección.

Una de las aplicaciones de la máquina de coser que ha hecho verdadera revolución, ha sido la
relacionada con la industria de la zapatería, ha máquina McKay se inventó en 1858 por Lyman R. Blake,
y sus numerosos perfeccionamientos han sido notables, según reconoce su propio inventor. Fue
construida por McKay después de varios años de paciente labor y de gastar más de dólares 130.000,
hasta alcanzar resultados prácticos. Esta máquina se empleó extensamente en los Estados Unidos y en
Europa, pero tenía el inconveniente de que a los zapatos cosidos con ella no podían coserles nuevas
suelas, teniendo que ser éstas clavadas o pegadas, lo que les hacía perder flexibilidad.

En la máquina ribeteadora Goodyear, que fue patentada por primera vez en 1871, se hacía un ribete en
el material, que luego se sujetaba a la suela por una costura exterior. Los zapatos hechos de esta
manera eran mucho más flexibles y podían ser reformados por el zapatero, poniéndoles suelas nuevas
por el procedimiento manual ordinario.
Esta notable máquina, fué, desde un principio, aplicada a la fabricación de botas y zapatos, y, al
presente, se aplica a la confección de las clases más finas. En 1842, J. J. Greenough, patentó una
máquina para coser cueros y otros materiales daros, pero no se generalizó. Al siguiente año, Jorge H.
Corliss, el inventor de la máquina de vapor Corliss, patentó una máquina semejante, que tenía dos
agujas con el ojo cerca de la punta, y trabajaba horizontalmente, aunque los agujeros se hacían
previamente con leznas.

Los movimientos se producían por una excéntrica y el avance era automático. Las máquinas para coser
pieles y cueros se emplean ahora en todas las ramas de esta industria, en la confección de ia parte
superior de los zapatos, y las diferentes costuras que se precisan en la confección de guantes, en
guarnicionería y en talabartería.

Las máquinas de coser, anteriores a la Singer, no disponían de otro medio de ponerlas en movimiento
que la ordinaria manivela. Esto obligaba a ocupar la mano derecha, no dejando libre más que la
izquierda para arreglar y guiar el material que se cosía. Singer introdujo el mecanismo para moverlas
con los pies, y esta fue una gran mejora para utilizar la máquina; pero como algunos predecesores en
esta industria, no creyó haber hecho un gran descubrimiento, y no pidió por él patente especial.

Aunque Singer adoptó ya el pedal en su primera máquina, y, consecuentemente, quedaban libres las
manos para atender a la labor, se han hecho esfuerzos ingeniosos para evitar también el trabajo de los
pies. Naturalmente, en las grandes fábricas, las máquinas se mueven por fuerza motriz, pero se ha
desplegado mucho ingenio para adoptar un motor a las necesidades domésticas.

Durante los primeros veinte años de la máquina de coser, después de su introducción en el comercio, se
concedieron numerosas patentes para conseguirlo, ha mayoría de ellas se basaba en la acción de un
resorte de acero arrollado, que necesitaba envolverse de la misma manera que en un reloj. Sin
embargo, estas fantásticas ideas, no dieron el menor resultado práctico a sus ingeniosos inventores.
Pero al llegar a ser la electricidad de aplicación universal, se produjo un cambio completo. Hoy puede
funcionar la máquina de coser, independientemente de los pies y de las manos, si hay corriente eléctrica
en la casa.
Un pequeño motor, con la fuerza aproximada de un octavo de caballo, se coloca en la parte superior o
debajo de la mesilla, y alimentado por un enchufe instalado en el muro o en cualquier portalámpara con
su interruptor correspondiente, siendo el gasto del trabajo casi el mismo que el del alumbrado de una
lámpara de mediana intensidad. Con esto se consigue una mayor velocidad media, que llega a 800
puntadas por minuto, en lugar de las 200 a 400 que se alcanzan con el uso del pedal. L,& velocidad de
la costura se regula de una manera muy ingeniosa, actuando, sencillamente, por presión sobre el mismo
pedal.

No hay mejor demostración de la superioridad de la máquina de coser americana que su enorme venta
en el extranjero. Los Estados Unidos son los que exportan en mayor cantidad en el mundo; siendo el
mayor país importador Gran Bretaña, al que sigue Alemania. Todas las grandes fábricas
norteamericanas tienen sucursales en el extranjero, donde la mano de obra puede conseguirse más
económicamente que en aquel país, estando dichas sucursales equipadas con maquinaría america-na y
con todos los útiles necesarios para producir máquinas iguales, acornódándolas a las necesidades de
los mercados extranjeros.

Algunas de estas sucursales tienen inmensas proporciones, y su producción es superior a la de las


tábricas norteamericanas. Se ha calculado que el número de máquinas americanas vendidas al
extranjero, más el de las producidas en éste, es igual al número de las que se fabrican en los Estados
Unidos para el consumo nacional. Las ventas exceden hoy de 2.000.000 de máquinas al año, y se
calcula que el valor de la exportación tota) de los Estados Unidos, desde que se concedió la patente de
Howe, suma cerca de cien millones de dólares.

El número mayor de máquinas vendidas corresponde a las fabricadas para uso doméstico, y la mayoría
de ellas las adquieren gentes sin capital, que no pueden pagar al contado; pero con objeto de facilitar la
colocación de estas máquinas, la Compañía Singer ideó, en 1856, el sistema de venderlas a plazos, y
esta forma se extendió por el mundo con gran éxito. Por este medio, el comprador paga su máquina por
pequeñas cantidades semanales o mensuales y, con frecuencia, gana con ellas lo suficiente para
costear el importe de la compra eventual.

Desde el principio fue muy bien acogida la idea por el público. Se establecieron oficinas y depósitos en
todas las ciudades importantes de los Estados Unidos, y las poblaciones de su proximidad, de tal suerte,
que hasta las aldeas entraron en la organización.

Fue un nuevo método de hacer los negocios, encontrando en él los consumidores las ventajas de la
compra directa, además de poder hacerla a plazos, y la comodidad de poder surtirse fácilmente de
accesorios y piezas de recambio, y cuando cualquier mejora importante se introducía en el sistema de
las máquinas, se establecían condiciones ventajosas para adquirir los nuevos modelos, cambiándolos
por los antiguos.
El sistema dio resultados tan satisfactorios, que hacia el año 1863, siete años después de establecerse,
las ventas habían subido, de 21.000 máquinas al año, a 42.000 en 1867, mientras que en los siguientes
cuatro años la producción aumentó tan rápidamente que en 1871 alcanzó la cifra de 181.600 máquinas.
Después de retirarse con grandes fortunas, los dos principales socios de la primitiva compañía, se
constituyó otra nueva, que extendió sus operaciones a todos los países del mundo.

Lo mismo los chinos que residen en los límites del Tibet, que los labradores del Cáusaso, como los
solitarios pastores que viven en el círculo polar ártico, pueden adquirir la máquina de coser a plazos, con
la misma facilidad que las mujeres que residen en Nueva York, Londres o París.

La factoría primitiva está en ELizabeth, Nueva Jersey, pero ha sido superada en importancia por otra de
la misma compañía en Clydebank, Escocia, que es la mayor del mundo dedicada a máquinas de coser.
En tiempos normales da empleo a más de 14.000 personas. La compañía es, también, propietaria de
grandes bosques en América, donde corta la madera necesaria para las cajas y ebanistería de las
máquinas Singer, siendo enorme su consumo anual de hierro, acero y otros metales.

Pero esta explotación persistente no ha sido sola la causa de que se haya extendido tanto la máquina
de coser. Esto ha obedecido a la perfecta, rápida y fácil manera de ejecutar el trabajo. Ha sido
simplificada y pefeccionada en grado extraordinario, y sus varias aplicaciones se van ampliando
constantemente, gracias a los distintos accesorios y dispositivos que se idean con éxito. Como medio
productor industrial casero, no se ha inventado jamás mecanismo tan útil y práctico como esta máquina.

Con el objeto de realzar el valor comercial y estético del buen gusto en el diseño industrial, en lo
referente a los artefactos para el hogar, se van mejorando los productos, dotándoles de buenas líneas y
decorándoles sin demasiada exageración. Con respecto a ello, las máquinas de coser eléctricas que se
han desarrollado dejan de tener la apariencia de su función, y aparecen como bellísimos gabinetes de
sala, dignos de incorporarse entre los demás muebles, sin que se sospeche su verdadera función.

La máquina de coser moderna es también más fácil de manejar, y mas versátil en sus funciones, pues
forman parte de la máquina varias piezas que anteriormente debían de ser adquiridas. Incluidos en la
máquina eléctrica está el motor, y además dos medios para poner la máquina en marcha, uno que
funciona con el muslo y otro con el pie, también una lamparilla eléctrica enfocada hacia el trabajo que se
hace.

Finalmente, para que una ciega pueda usar la máquina sin el peligro de que la aguja le lastime la mano,
hay un método especial que emplea las células fotoeléctricas para detener el motor en seguida que la
mano interrumpa el circuito al acercarse demasiado a la aguja.

Ver Las Primeras Máquina de Coser «SINGER»


Fuente Consultada:
Colección Moderna de Conocimientos Universales Tomo IV – La Industria – Editores W.M. Jackson, Inc.
– La Maquina de Coser

Partes de la máquina de coser

 Disco de control de tensión superior. Se presenta como una rueda que tiene como función mantener en
control la tensión del hilo superior de la máquina.
 Cabezote. Aquí se encuentran los mecanismos que transportan la tela y que crea la puntada.
 Lanzadera. ...
 Aguja. ...
 Volante. ...
 Mueble. ...
 Tapa frontal. ...
 Dientes.


Más elementos…

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Máquina
de
coser
 INTEGRANTE:
TIPOS DE MÁQUINA DE COSER
 DEFINICIÓN

 FUNCIONAMIENTO
Entre las diferentes máquinas usadas en la costura tenemos:
Máquina de coser de puntada recta: Llamada también de pespunte. Puede co
 INTRODUCCIÓN
agujas. Realiza una costura cerrada. Cuando la máquina tiene 2,3 agujas se con
 INVENTOR Máquina Remalladora: También conocida como Overlock. Esta máquina real
 TIPOS DE MÁQUINA DE COSER de sobrehilado evitando que los orillos se deshilachen.
o HISTORIA Existen tres tipos de remalladoras: Liviana, Standar y pesada para tejidos grues
 Mapa del sitio Máquina Recubridora: Máquina de costura plana especial para tejidos de pun
costuras centradas y pespuntes.
Máquina Collaretera: Similar a la recubridora. Trabaja con un embudo por do
la cinta que es doblada para hacerribeteados o fileteados de zonas curvas como
mangas.
Máquina bastera: Realiza una puntada invisible para hacer dobladillos en fald
de vestir.
Máquina atracadora: su función es asegurar presillas, bolsillos, aberturas etc.
Máquina Botonera: Pega botón plano de cualquier medida. De dos o cuatro oj
de bola
.Maquina ojaladora: Para hacer ojales y cortarlos en forma automática.
Máquina Cerradora: Máquina que realiza una puntada francesa con puntada d
cerrar pantalones Sport wear, cerrar mangas y costados en camisas etc.
Máquina elástiquera: Máquina overlock ideal para aplicar elásticos.
Maquinas de corte: Cortan cantidad de patrones de acuerdo a la longitud de la

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