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¿Cuál es el perdón del que habla Iván Karamázov?

El argumento de Iván se basa en el intento de demostrar que la doctrina

cristiana, fundamentalmente en lo inherente al perdón, no es justificable,

porque el perdón no siempre es posible; y lo demuestra con varios ejemplos

que, con relación a los niños, muestran la crueldad del género humano y la

imposibilidad de conceder el perdón ante determinadas acciones que hacen

incoherente la aplicación de esta doctrina, que promulga la concesión de la

indulgencia, ante cualquier circunstancia. Es este el “perdón” que no acepta

Iván, un perdón que no es, en su opinión, en ningún modo justificable, si para

ello debemos indultar a todo aquel que comete atrocidades contra los niños,

porque éstos, al contrario que los adultos, todavía no han cometido, en

absoluto, ninguna acción por la que deban experimentar el dolor y la crueldad

en forma de pago por sus pecados. Y, siendo este el precio que hay que

solventar para llegar a la “armonía eterna”, él es incapaz de aceptar este fin, si

para ello hay que derramar una sola lágrima de los ojos de cualquier niño.

Reflexión de Iván sobre el mundo.

Esta reflexión se basa, fundamentalmente, en la existencia de un mundo en el

que no existe la justicia divina. Para Iván, el mundo, o más concretamente el ser

humano, tiene una cierta tendencia hacia la maldad y, al contrario que los

animales, se recrea en el sufrimiento de sus victimas. Su visión del mundo la

ejemplifica con casos de gente muy “educada” y de alta sociedad que comenten

crímenes contra los niños, y a los que la justicia, de un modo u otro y por

tratarse de gente “respetable”, acaba otorgándoles el indulto o un castigo leve.

Según Iván, si estas deleznables acciones son “permitidas”, no es posible

aceptar el sufrimiento de los que no son culpables como forma de expiación

para una futura armonía. Es decir, que estos actos son injustificables en todos

los sentidos, y si la iglesia los justifica como único modo o como hecho

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indispensable para que en la mente del hombre se establezca una distinción

entre el bien y el mal, entonces, la existencia de Dios es cuestionable.

¿En qué consiste el argumento de Iván sobre el sufrimiento de los niños?

Esta cuestión puede haber quedado zanjada en los dos puntos anteriores, pues

para explicar el tema del perdón y la reflexión de Iván sobre el mundo, hemos

tenido que ejemplificar el argumento que emplea éste sobre el injustificable

sufrimiento de los niños.

¿En qué consiste la rebelión de Iván?

Esta rebelión es el resultado de su amor por la humanidad, para él, ningún

hombre tiene el derecho a perdonar, pues hay determinados hechos que nadie

puede perdonar aunque se sienta obligado (por la moral cristiana) a hacerlo.

Todo esto lo justifica con casos de niños maltratados, niños que no han

realizado ningún acto perverso y que por lo tanto, deberían estar excluidos del

sacrificio terrenal. Por todo esto, Iván reniega de esa armonía que promulga la

religión, ya que el precio que hay que pagar, para que ésta se produzca, le

parece demasiado caro, y por eso prefiere devolver su entrada al “paraíso”.

¿Qué argumenta Aliocha sobre sus reflexiones?

Aliocha no puede más que asentir a todas las cuestiones esbozadas por Iván,

pues todos los planteamientos de éste último son muy convincentes, incluso

para un hombre de dios. El único punto en el que se atreve a cuestionar a su

hermano es en el referente al perdón, donde Aliocha responde: que sí existe un

ser que tiene el derecho de perdonar, refiriéndose a Cristo. Para responder a

esto, Iván le expone la idea de un poema que pensó componer y cuyo

argumento se desarrolla en el siguiente capítulo.

¿A quién nos recuerda Iván con su pensamiento?

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El personaje de Iván Karamázov representa el papel del joven nihilista imbuido

en las nuevas corrientes filosóficas provenientes de occidente, un prototipo que

también podemos encontrar en otras obras de Dostoievski, principalmente en

“Crimen y Castigo” donde su protagonista, Raskólnikov, se ajusta a estas

características tan peculiares y novedosas en los jóvenes rusos del siglo XIX.

Este modelo de hombre “moderno” y progresista también es utilizado por

Turgueniev en su conocida obra “Padres e hijos”, cuyo personaje principal,

Bazárov, representa al nihilista ruso por antonomasia.

En el pensamiento de estos personajes podemos encontrar un escepticismo

creciente hacia todo aquello que no puede ser demostrado científicamente que

es, como hemos referido antes, el resultado de las diversas corrientes científico-

filosóficas que imperaban en la época. Este tipo de personajes son utilizados,

sobre todo en el caso de Dostoievski, para advertir, de una forma muy objetiva,

de los peligros que, para él, auguraban las nuevas ideas revolucionarias. El

pensamiento de estos personajes aboga por un cambio en él seno de una

sociedad condicionada totalmente por sus viejas costumbres y creencias, y la

abolición de todo aquello que se escape a lo puramente científico como la

literatura y las demás artes.

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