Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
CREDITOS
Resumen
Reece supo que Keeley era su compañero desde el momento
en el que lo encontró, pero Keeley no sólo es humano, además,
también es un hombre. Siendo el Alfa de su propia manada desde
hace solo tres meses, tener a un hombre como compañero, es un
dolor de cabeza que Reece no necesita. Aunque no reclamar a su
compañero no es una opción. Keeley es diferente de cualquier
hombre que haya conocido… desde el extremo de su precioso pelo
rubio miel hasta su trasero, es como las rojas llamas del fuego,
Keeley es caliente. Reece se queda aún más encantado con su
compañero, cuando Keeley pierde la paciencia y le golpea con un
molde de hacer bizcochos.
Capítulo 1.-
Reece miró con desdén sobre la multitud reunida en la penumbra del bar
mientras acariciaba la botella de cerveza que tenía en la mano. Realmente no
quería estar aquí, pero tampoco se le ocurría ningún otro lugar en el que sí
quisiera estar.
Este bar tampoco estaba tan mal como otros bares. La música era fuerte,
la cerveza fría, y las cabinas de madera individuales ofrecían algo de ilusión de
privacidad. Reece veía un par de mesas de billar más allá de la parte de atrás de
los bancos de madera detrás de él. Sin embargo, había algo en el aire esta noche,
algo que le estaba haciendo sentirse muy nervioso, pero maldito si podía
descubrir qué era. Algo le hacía sentirse inquieto e irritable, lo que no era buena
cosa para uno de su especie.
Reece le hizo una señal a la camarera, levantando su cerveza. Tal vez sólo
necesitaba emborracharse y encontrar un buen culo para joder aquella noche.
Le gustaba el sexo, cuanto más duro, mejor. Eso reducía el tipo de chicas
con las que podía tener relaciones sexuales. Su pareja tenía que ser lo
suficientemente fuerte como para aguantar sus fuertes apetitos, no podía
mantener a raya su agresividad dominante cuando tenía la polla
profundamente enterrada en el coño de una mujer.
Sus ojos se posaron brevemente en una mujer esbelta que estaba de pie
junto a la barra antes de descartarla y seguir adelante. En un principio le había
parecido interesante, incluso atractiva, pero por alguna razón no tuvo la
4
capacidad de mantener la atención de Reece durante más de un instante.
Así que ¿Por qué no podía apartar los ojos de este hombre? ¿Qué era lo
que tenía que mantenía a Reece tan cautivado? ¿Sería su cabello rizado de color
rubio miel? ¿Sus ojos verde pálido?. Sin duda no podía ser el pequeño y
delicado cuerpo, oculto bajo holgados vaqueros y una sudadera de color verde
oscuro, que llevaba puesta. ¿Podría ser eso?.
Cuando Reece abrió la puerta del baño de los hombres, pudo escuchar
un grito de miedo, gran cantidad de respiraciones pesadas y los sonidos de una
lucha. Sus ojos de inmediato volaron hacia el último cubículo. Sabía que
simplemente debería dar media vuelta y alejarse. Nada de eso era asunto suyo.
La última vez que había metido la nariz en una situación similar a esta, había
pagado por ello. Todavía estaba pagando por ello. ¿Qué le importaba a él si
alguien estaba atacando a algún humano?. Y ahora podía decir que el hombre
era humano. Podía olerlo. Estaba rodeado por aquel embriagador aroma que
parecía disparar directamente hacia su polla. ¡Maldita sea!
—¡Él es mío!.
sentía al hombre, de lo bien que encajaba en sus brazos, del fragante aroma en
su sedoso pelo, de la piel pálida. Con la mano libre lo agarró de la cadera,
apretándolo más contra el vértice de sus muslos, presionando el cuerpo más
pequeño contra su dolorida erección.
No quería nada más que quitarle la ropa al pequeño ser humano y meter
su dura polla dentro de su calor, pero el olor del otro aún permanecía en la sala,
recordándole que no estaban solos.
Oh, Reece quería besar esos labios aún más de lo que quería tomar su
siguiente respiración, pero había algo que tenía que hacer antes de eso.
Sujetando al hombre pequeño entre sus brazos, Reece alejó su cara de la curva
de su cuello. Alzó la mano y cortó con una garra la suave piel de su cuello antes
de volver a atraer la cabeza del hombre de vuelta a su piel.
Sí, estaba jodido. Reece se dio cuenta cuando se volvió para mirar al
hombre que temblaba en sus brazos. Mediante el intercambio de sangre con él,
se había ligado al ser humano, estarían vinculados por el resto de sus vidas.
Ahora, ¿Qué se suponía que iba a hacer con él?.
¡Oh! Keeley era tan dulce. Tenía un sabor dulce, lo más suculento que
Reece había probado nunca. Podría seguir besando a Keeley durante el resto de
su vida. Acarició sus labios con la lengua, sintiendo como se resistía por un
momento antes de abrir la boca y permitirle la entrada.
Pero, Oh, ¡Vaya beso! Sólo el pensamiento de los labios del hombre de
nuevo en los suyos hacía que sus dedos se encogieran. Había sido besado
algunas veces en su vida, pero nunca había sido así. Había deseado rasgar las
ropa del hombre y lamerlo de pies a cabeza, y luego empezar otra vez.
—¿Keeley?.
Keeley levantó la mirada hacia los ojos negros carbón del hombre.
—¿Qué?
—Me besaste. —Parecía que estaba bien claro para él. Se echó un poco
hacia atrás cuando Reece se rió entre dientes. Podía sentir el ruido en el pecho
presionado contra él.
Él miró fascinado, como las cejas oscuras del hombre se arquearon con
sorpresa.
—Oh sí, eso fue caliente. —Keeley gimió con los ojos descendiendo hasta
los labios del hombre.
Los ojos de Keeley subieron de golpe para encontrarse con los curiosos
ojos del hombre.
—No.
Keeley sintió como si de golpe le hubieran quitado el suelo bajo sus pies.
¿A Reece no le gustaban los hombres? ¿Entonces por qué infiernos le había
besado? ¿Reece sólo estaba jugando con él?. No sería la primera vez que alguien
fingía interés y lo besaba sólo para volverse y golpearlo por ser gay. También
dudaba que esta fuera a ser la última vez.
Dejó caer las manos con las que sostenía su camisa, Keeley intentó dar un
paso atrás sólo para ser detenido por los fuertes brazos que se envolvieron a su
alrededor. Trató de alejar su cuerpo, pero Reece no parecía querer que lo
hiciera, sólo apretaba sus brazos aún más.
Keeley dejó caer la cabeza hacia adelante con resignación cuando dejó de
luchar. ¡Jodidamente perfecto!. El hombre era demasiado grande para poder
luchar contra él. No había manera de que pudiera ganarle. Cerrando los ojos,
Keeley respiró hondo y se preparó para la paliza que estaba seguro iba a llegar.
10
—¿Por qué no? ¿Qué quieres de mi?. —preguntó Keeley antes de meter
la mano en el bolsillo delantero y sacar un fajo de billetes en efectivo,
tendiéndoselos a Reece. —Esto es todo lo que tengo, te lo juro.
—Entonces qué quieres ¿Mi coche? Aquí, ten. —Dijo Keeley sacando las
llaves del bolsillo y dándoselas a Reece. Lo miró desesperado. —No tengo nada
más.
11
Capítulo 2.-
Sabía que era un poco extravagante, pero pensaba que se había ocultado
bien bajo los holgados vaqueros y una sudadera demasiado grande. Ni siquiera
llevaba esmalte de uñas. Así que, ¿Por qué estaba sentado en la camioneta de
un extraño sin saber a dónde iba?. Keeley no tenía ni idea de hacia dónde se
dirigían, o por qué había estado de acuerdo en ir.
Giró la cabeza para mirar al hombre que iba conduciendo. Había algo en
Reece que le llamaba a un nivel muy básico. Keeley sabía que debía estar
perdiendo la cabeza. Reece había admitido que ni siquiera le iban los hombres.
Así que, ¿Por qué había estado de acuerdo en irse con él?. Debería estar
corriendo hacia las montañas gritando. Ni siquiera quería pensar en todo eso
del mordisco. Había sido demasiado extraño.
¡Muy bien! Iba hacia la casa de un hombre hetero que besaba mejor que
nadie que hubiera conocido nunca. ¿Podría ser la vida más complicada?.
Cuando el viril y fuerte aroma del hombre que iba a su lado alcanzó a Keeley,
haciendo que su pene se despertara e implorara atención, suspiró
12 profundamente. ¡Supongo que sí!.
—Bueno, veamos. He sido atacado, no una, sino dos veces, mordido por
un bicho raro, obligado a beber su sangre, besado por un hombre hetero, y
ahora estoy siendo secuestrado y llevado a Dios sabe dónde en contra de mi
voluntad por dicho hombre heterosexual. ¿Qué podría ir mal?.
—Realmente tienes una boca ahí —dijo Reece—, espero que sepas hacer
algo con ella además de adornarla con tus labios.
—Creo que eso está a punto de cambiar—dijo Reece con cierta tristeza.
—Entonces, ¿Qué es? ¿De golpe decidiste cambiar de carril y ver qué se
siente siendo un hombre gay? ¿Será que la curiosidad saca lo mejor de ti? ¿O
sólo estás esperando para soltarme algunas patadas por intentar algo nuevo y
atrevido? —dijo Keeley arrastrando las palabras con sarcasmo.
—¿Por qué yo? ¿No pudiste encontrar a ningún otro pobre incauto al que
secuestrar?. Porque tengo que decirte, tan sexy como te veo, yo no estoy con
hombres heterosexuales—dijo Keeley cruzando los brazos sobre el pecho al
mirar a través del espacio que los separaba en el coche de Reece.
—Está bien, se trata de sexo, pero no sólo de sexo. Hay más que eso.
Contra toda lógica, Keeley no quería que esto acabara nunca. Donde
fuera que Reece le tocara, acababa ardiendo de deseo. Se sentía como si
estuviera en llamas. Y las manos de Reece le tocaban por todas partes.
Cuando el calor del cuerpo de Reece cubrió el suyo, se dio cuenta de que
estaba completamente desnudo. Se sintió un poco tímido hasta que escuchó el
profundo gruñido por encima de él haciéndole mirar hacia arriba. Reece le
miraba como un hombre poseído. Incluso podía ver un débil resplandor en sus
ojos.
Justo cuando pensaba que no podía ser mejor, sintió los dedos de Reece
rodeando su dura polla. Cuando lo apretó con firmeza y empezó a acariciarlo
con rapidez, Keeley estaba seguro de que iba a volverse loco. Ni siquiera prestó
atención cuando Reece empujó sus piernas hacia su pecho. Un instante después,
gritó al sentir la presión de la polla de Reece contra su apretada entrada. Intentó
protestar, decirle a Reece que aún no estaba preparado para él, pero el orgasmo
lo recorrió por todo el cuerpo robándole hasta las palabras.
Keeley no podía hacer otra cosa que no fuera quedarse bajo el enorme
cuerpo que tenía sobre él y aceptar la jodida que estaba recibiendo. Incluso
habiéndose corrido momentos antes, aún quería más. Quería que aquella
sensación de Reece llenándole no terminara nunca.
15
Levantó las piernas y las envolvió alrededor de la cintura de Reece,
lloriqueó cuando la enorme polla rozó su punto dulce al retirarse. Reece lo
golpeó de nuevo cuando empujó dentro de Keeley, no podía parar de gritar una
y otra vez mientras seguía empujando dentro de él. Era glorioso, intenso, no
quería que parara nunca. Aunque su cuerpo tenía otras ideas. Quería otro
orgasmo y tuvo lo que quería gritando el nombre de Reece, rellenando el
espacio entre ellos de nuevo, sus músculos apretando el pene de Reece.
El pecho de Keeley no era tan musculoso como el suyo, era más pequeño.
Tenía músculos, pero no estaban tan definidos. Incluso su abdomen era
delicado, una suave ondulación en medio de los huesos de sus caderas. Sus
piernas, para tratarse de un hombre tan pequeño, parecían no tener fin. Estaba
duro otra vez sólo con mirarlo.
Así que ¿Por qué entonces estaba tan obsesionado con aquel hombrecito?
¿Por qué mirar su pequeño y delicado cuerpo y pensar en estar dentro de él lo
ponía tan duro como una roca?. No podía pensar en nada que quisiera más en
aquel momento que hundir su polla de nuevo en el apretado hueco de Keeley.
Keeley era realmente adorable. Ahora, Reece debía pensar en qué era lo
que iba a hacer exactamente con él. Tenía algunas ideas, pero la mayoría de
ellas incluían estar desnudo y una superficie plana. Para ser un hombre que
nunca había siquiera pensado en estar con otro hombre, estaba sorprendido por
lo mucho que la idea se iba arraigando en él.
—Está bien.
Reece miró sorprendido a Keeley cuando éste cerró los ojos y se durmió
directamente, acurrucándo el rostro en el cuello de Reece.
18 ¡Maldita sea!. Con el pie en alto para subir las escaleras, se detuvo, volvió
a poner el pie en el suelo y se dio la vuelta. Decidido a acabar con esto de una
buena vez.
—Sí. ¿Tienes un problema con eso?. —Reece tenía los pelos de punta por
la actitud de Devlin. Keeley era su compañero y él tendría que aceptarlo. No iba
a darse por vencido. Se sintió un poco aturdido en cuanto se dio cuenta de que
acababa de tomar una decisión. Keeley era suyo, para amarlo y protegerlo y
nadie iba a separarlos.
—No tengo ningún problema con él, pero hay quien sí lo tendrá en
nuestra manada. Es decir, las hembras. Sabes que han estado tratando de
acoplarse contigo desde que te convertiste en Alfa.
—Gracias, pero antes de que te muestres de acuerdo, hay una cosa más
que debes saber. Keeley es humano.
—No, por supuesto que no. Siempre te apoyaré, pero esto hace las cosas
un poco más difíciles—dijo Devlin. Se pasó una agitada mano por el pelo
mirando a Keeley otra vez, luego a Reece—. ¿Él lo sabe?
Los dos pares de ojos se movieron hacia el hombre que Reece tenía en
sus brazos. Ambos asistieron con diversión al momento en el que Keeley abría
los ojos y parpadeaba varias veces mirando hacia ellos.
—Hola.
—¿Explicarme qué? —preguntó Keeley—. ¿Esto tiene algo que ver con el
sexo?.
—¡No! Esto no tiene nada que ver con ah… eso. Ahora…
—Te lo juro Reece, si me dices otra vez que mantenga la boca cerrada, me
largo de aquí. Obviamente esto me concierne, y quiero saber qué es—declaró
Keeley con firmeza.
Keeley miró hacia arriba para ver a Reece, pero inmediatamente se quitó
la chaqueta de los hombros y se la entregó a Reece.
Reece se pasó la mano por la cara antes de ponerlas sobre las caderas
mientras miraba a su pequeño y airado compañero.
Reece gimió, clavando los dedos en la blanda carne del culo de Keeley,
haciéndose con el control del beso, causando estragos en Keeley, saqueando sus
labios con los suyos.
Maldición, besar a Keeley era como besar una toma de luz. Enviaba
descargas eléctricas a través de todo su cuerpo, todas ellas encaminadas
directamente a endurecer su pene.
—Bueno, a menos que seas un asesino en serie, que estés casado, o que
planees compartirme con el tipo del piso de abajo, no se me ocurren muchas
cosas que provoquen que no quiera quedarme aquí contigo.
—No, no es ninguna de esas cosas, pero creo que podría ser peor.
—¿Peor que ser un asesino?. Ahora sí que realmente quiero saber qué es
lo que está pasando—dijo Keeley mientras se apoyaba contra el desnudo pecho
de Reece para poder sentarse—. ¿Qué? ¿Me has traído aquí para hacer películas
porno o algo así?.
24
Capítulo 3.-
—Sí ¿Y?
—¿Eso era todo? ¿Tú gran noticia? —preguntó Keeley—. Reece, ya sabía
que eras un lobo.
—Bueno, las garras y los largos colmillos fueron una pista bastante
buena. Además de eso, uno de mis mejores amigos está acoplado a un hombre
lobo. He estado viviendo con su manada las últimas semanas.
—En realidad, no. Quiero decir, él me habló acerca de todo ese asunto de
la luna llena cuando vi todas las fechas de luna llena marcadas con círculos
rojos en su calendario, así que de eso sé. Sé también que él y Joe se pasan el día
atornillados —Keeley dejó escapar una risita—. De hecho, no creo haber visto
jamás a dos personas tan apegadas la una a la otra, como ellos.
—¿Y qué tiene eso que ver conmigo? —preguntó Keeley sintiéndose de
golpe lleno de aprensión.
—¡No me jodas! Toda esa historia del mordisco que me diste en el cuarto
de baño… ¿Te has acoplado conmigo? —susurró Keeley con asombro.
—¿Es por eso por lo que tuviste sexo conmigo? ¿Porque soy tu
compañero?
—No he dicho eso exactamente, aunque tampoco se puede decir que esté
muy contento con todo esto—dijo mientras se escabullía hasta acomodar su
cuerpo contra la cabecera de la cama. Reece se giró sobre su estómago y lo miró.
—Lo que explica cómo es que sabes tanto sobre joder a otro hombre —
respondió Keeley con sarcasmo.
—Pues… cosas.
Reece no parecía convencido, pero hizo lo que Keeley le había dicho, dejó
caer sus vaqueros al suelo y se subió a la cama plantándose sobre las manos y
las rodillas. Cruzó los brazos y apoyó la cabeza sobre ellos, dejando su trasero
en el aire.
Keeley se arrastró por detrás hasta quedar arrodillado entre sus piernas.
Alzó una mano para acariciar la ondulación de la mejilla redondeada del culo
de Reece, sonrió cuando sintió que Reece se tensaba.
Keeley le dio una palmadita en el culo haciendo que Reece diera un salto.
—¿Lo prometes?
—¡Mierda, sí!
Keeley se acomodó bien entre sus piernas y usó su otra mano para
alcanzar su pene, lo acarició al mismo ritmo con el que empujaba los dedos en
él. Los pequeños gemidos y quejidos que soltaba su gran macho Alfa lo estaban
poniendo tan duro que Keeley tenía que esforzarse para no correrse él mismo.
Esa fue su señal. Keeley se apuró en sacar los dedos del culo de Reece y
los reemplazó con su pene, empujando en él tan profundamente como pudo.
Joder, estaba tan apretado. Sentía su pene aprisionado bajo un férreo control.
Keeley rió.
Reece se inclinó hacia adelante, puso una mano a cada lado de la cabeza
de Keeley, apoyando su peso sobre las manos. Levantó sus caderas y volvió a
descender poco a poco, cerró los ojos con éxtasis.
30
—Más… Keeley, necesito más… —exigió Reece.
primero, luego más y más rápido a medida que las caderas de Reece aceleraban
el ritmo.
Dejó caer las manos para sujetar las caderas de Reece, se empujó dentro
de su compañero todo lo profundo que pudo, regodeándose en la sensación de
los músculos internos de Reece apretándolo. Gritó cuando su pene explotó,
llenando a Reece con su placer.
Keeley tenía los ojos cerrados, su pecho subía y bajaba con rapidez con
cada respiración que tomaba, con la boca ligeramente abierta.
31
—Keeley —dijo Reece rompiendo el silencio que llenaba el dormitorio—,
nunca más Keeley. ¿Me entiendes? —gruñó.
—Lo siento —susurró él, bajando los ojos para evitar la feroz mirada de
Reece. Obviamente había cruzado una línea que no debía cruzar. ¿Qué
esperaba? Reece era un macho Alfa. A ellos no les gustaba ceder el control a
nadie más, en especial a otro hombre.
—Me perteneces ahora, y si alguna vez haces esto con alguien más aparte
de mi, te arrancaré la piel a tiras y no te recuperarás jamás —gruñó Reece.
—¡Diablos, no! Espero que tengas más cosas para enseñarme. Eso fue
algo increíble —dijo Reece con una sonrisa antes de ponerse serio otra vez—.
¿Entendiste lo que dije, Keeley? Nadie más. Sólo nosotros, tú y yo.
Keeley pensó que podría haber exigido algo más que Reece no estuviera
deseando dar, pero luego empezó a sonreír. Su cara se iluminó.
—Quiero ver.
Keeley asintió con la cabeza, sujetando sus rodillas las apretó contra el
pecho abriendo completamente las piernas, descubriéndose a sí mismo a la
hambrienta mirada de Reece.
—Te necesito.
—¿Es esto lo que quieres, cariño? ¿Quieres mi polla en ese apretado culo
tuyo? —gruñó.
Una vez que estuvo totalmente dentro, se inclinó sobre Keeley, con una
mano a cada lado de su rostro. Se inclinó hasta que su nariz casi tocaba la suya.
Keeley abrió los ojos y lo miró con ojos aturdidos y llenos de deseo.
Reece no podía creer lo poderoso que le hacía sentir el saber que había
provocado aquella mirada en los ojos de Keeley. Empezó a mover sus caderas,
consciente, gracias a la rápida respiración de Keeley, de que estaba golpeando
justo en su punto dulce. No había manera de que pudiera fingir la mirada de
éxtasis que había en su rostro. Continuó empujando dentro de él a un ritmo
lento y constante.
Keeley respiraba con dificultad, su erección palpitaba entre ellos con las
palabras de Reece. Apretó las manos contra las de él, sujetándolo firmemente
mientras Reece seguía empujando en él. Era lento y constante, y eso los estaba
llevando a los dos al borde.
—Eso es, bebé, córrete para mí. Muéstrame lo mucho que me quieres —
exigió Reece.
—¡No! Abre los ojos, bebé. Mírame. Quiero ver —ordenó Reece.
Vio como Keeley abría los ojos de nuevo y lo miraba. Su aliento estaba
atrapado en su garganta al ver la mirada en los ojos verde pálido de Keeley. Se
agradaron por la sorpresa, pero fue la mirada de adoración en ellos lo que
detuvo el aliento de Reece.
—Eso es, bebé —susurró Reece mientras Keeley gemía. Movió sus
caderas adelante y atrás, lo suficiente para mantener la estimulación de Keeley.
Reece continuó moviendo sus caderas, sus manos seguían unidas con las
de Keeley mientras dejaba besos tiernos a lo largo de la mandíbula, el mentón,
el cuello. Besó cada pedazo de piel hasta la que pudo llegar con sus labios. Cada
movimiento impulsado por los pequeños gemidos y lloriqueos de Keeley.
Pasó algún tiempo antes de que ninguno de los dos dijera una palabra,
cada uno atrapado en la emoción del momento. Reece estaba sorprendido por
la forma en la que se comportaba con Keeley, como se había convertido en una
obsesión en unas pocas horas. No tenía ni idea de qué pasaría después de unos
días o incluso semanas.
Reece se lo quedó mirando durante tanto tiempo, con una dura mirada
en su rostro, que Keeley empezó a preguntarse si había interpretado mal la
situación. Tal vez no había herido sus sentimientos después de todo. Tal vez a
Reece simplemente no le importase. Keeley se sintió como el imbécil más
grande del mundo, dejó caer sus manos de su cara y miró hacia sus propios
pies.
Supuso que eso lo decía todo. Había visto algo que no estaba allí. Reece
le aceptaba debido a un aumento hormonal excesivo. No lo quería a él, no
realmente. Sólo quería un compañero y al parecer, no le importaba quien fuera.
Keeley cogió la camisa descartada que había llevado antes y se la pasó por la
cabeza antes de subirse a la cama. Se deslizó tan cerca del borde como pudo sin
caerse y se cubrió con las mantas hasta los hombros.
Aquel amor y aquella necesidad, aquella obsesión, eso era lo que quería,
pero no parecía que fuera a conseguirlo con Reece. Aún no sabía qué era lo que
Reece quería de él. En un momento parecía que lo quería, que lo necesitaba, y al
siguiente, ni siquiera quería estar en la misma habitación. Sólo deseaba que se lo
explicara, al menos entonces sabría en qué punto estaba.
Hasta entonces, Keeley supuso que sólo tendría que ir tocando de oído.
Sólo tendría que recordar que Reece no lo quería de la misma manera que él lo
quería. La única razón por la que estaba aquí era porque era el compañero de
Reece.
Cuando escuchó a Reece entrar en el dormitorio cerró los ojos y rezó para
que pensara que ya estaba dormido. No quería hablar con él ahora mismo. No
sabía si podría decir alguna otra cosa que lo hiciera sentirse más estúpido aún.
39
Capítulo 4.-
Keeley abrió los ojos para ver la cama vacía al lado de él. Podía ver la
huella de la cabeza de Reece en la almohada, pero las sábanas entre ellos
estaban frías. Se imaginó que Reece había huido al minuto en que abrió los ojos
para evitarlo.
Keeley suponía que no podía ser tan malo. Tenía un baño, una bonita
vista desde la ventana y una grande y agradable cama para dormir. Asumió
que Reece vendría a visitarlo, aún si sólo fuera para dormir en la cama por las
noches. Después de todo esta era su habitación.
—Oh, está bien —respondió Keeley mientras se giraba para ver la cara
enojada de Reece—. Olvidé que es tu camisa favorita. Toma, puedes quedártela.
Yo no la quiero—. Keeley agitó la camisa sobre su cabeza y la tiró hacia, un muy
aturdido Reece antes de girarse y dirigirse directo a la habitación, cerrando de
un portazo cuando llegó allí.
Tal vez debería marcharse antes de perder aún más, irse mientras
pudiera. Trató de recordar qué tan lejos estaría del bar donde estaba su coche.
¿Podría caminar hasta allí? ¿Tendría suficiente tiempo antes de que Reece
descubriera que se había ido?
Tirando de ellos se los puso, ciñó la cintura y enrolló las piernas hacia
arriba. Reece era más que un poco más grande de lo que él era y los pantalones
colgaban de él, haciéndole parecer como un niñito jugando a disfrazarse. Keeley
se sentía ridículo, pero al menos estaba cubierto. Ahora solo necesitaba
conseguir sus zapatos y el dinero de la camioneta de Reece e irse antes de que
lo atrapara.
—¿Tú cocina? —preguntó Reece, con una ceja levantada. Keeley sintió la
confusión de Reece. Aún no estaba seguro de por qué no estaba corriendo hacia
las colinas en vez de estar discutiendo con Reece.
Tal vez así era como una persona trataba con hombres dominantes,
golpeándolos con bandejas para hacer bizcochos. Debía recordar mantener
algunas a mano para el futuro, porque no tenía dudas de que volvería a usarlas
contra ellos para golpear alguna cabeza testaruda. También sabía que por
ahora, estaba atrapado aquí. Lo que el mañana depararía, ¿Quién lo sabía? Sólo
tenía que tomarlo día a día.
43
—Sé lo que estás diciendo, pero intentar pedirle al hombre que use ropa.
Viste lo que pasó cuando lo hice —contestó Reece.
—Sí, un par de veces. Parece ser las únicas veces en que no estamos
discutiendo —dijo Reece.
Reece se rió, apoyando sus codos en las rodillas y juntando sus manos,
dejándolas entre sus piernas. Miró hacia el brillante cielo azul, inhalando
profundamente, para luego soltarlo lentamente.
—Jodidamente increíble.
44
—Sí, siempre pensé eso, también —dijo Devlin.
—¿Por qué nunca has traído a alguien a casa? ¿Tenías miedo de cómo
reaccionaría?
—No, desearía que fuera así de fácil. Anoche Keeley estaba bromeando y
me lo tomé mal. Cuando trató de disculparse no se lo permití. Básicamente lo
ignoré por el resto de la noche. Para serte sincero, me quedé bastante
sorprendido de que aún estuviera aquí esta mañana.
Cuando Keeley le había dicho que había admitido ser su compañero bajo
coacción, Reece se había sentido estúpido por ver algo en su acoplamiento que
Keeley no había visto. Él simplemente había querido alejarse lo más rápido
posible para poder lamer sus heridas en privado.
—Le dije que iba a darme una ducha, pero él me siguió. Me dijo que lo
lamentaba, que no había tenido la intención de herir mis sentimientos. Que sólo
había sido una broma. Luego dijo que no nos conocíamos lo suficiente como
para conocer la forma de pensar del otro.
—No lo hice.
—¿Eso fue todo? ¿No dijiste nada? ¿No lo despertaste para hablar con él?
¿Nada? —le preguntó Devlin sorprendido.
—Sabes, a los hombres también les gustan las flores—. Devlin sonrió.
—Me gusta que vista mis camisas, ¿Está bien? —gruñó Reece mientras
levantaba la cabeza y miraba a su Beta.
—Está bien, está bien. ¿Has probado a hablar con el chico? ¿Preguntarle
lo que quiere? Tal vez le gustan las flores y las joyas, cosas como esas. Tal vez le
gusta el romance, los abrazos y besos. A algunos hombres les gusta, ¿Sabes?, y
eso no significa que son menos hombres. Todos necesitamos sentirnos queridos,
Reece, incluso los hombres.
—Creo que ya está enfadado contigo, así que no puedes hacer nada peor
de lo que ya hiciste. Además, si le gusta el sexo podría ponerlo de mejor humor.
A él le gusta el sexo, ¿no es así? —preguntó Devlin con curiosidad.
Reece esperó cerca de dos segundos después de que Devlin se alejó antes
de entrar a la casa y dirigirse a la cocina. Encontró a Keeley enjuagando la
vajilla en el fregadero. Permaneciendo en la puerta, miró a su compañero por
un momento, preguntándose cómo iba a cerrar la brecha entre ellos.
—No importa —dijo Reece, girándose para irse. Obviamente Keeley aún
estaba enfadado con él.
Reece se detuvo y miró atrás por encima de su hombro para ver a Keeley
mirándolo.
Levantando sus labios un poco después, Reece miró hacia abajo a la cara
de Keeley.
—Lo siento, Keeley. Sé que anoche fui un tonto, no tengo escusas. Estaba
molesto por lo que dijiste y debí haber aceptado tu disculpa cuando me la diste.
¿Aceptarás ahora la mía?
49
—Sin embargo, si dijera algo, sería que apestas a sexo. ¿Supongo que
Keeley aceptó tus disculpas? —preguntó Devlin, levantando la ceja con ávida
curiosidad cuando la cara de Reece se puso roja y una sonrisa cruzó sus labios
lentamente.
—¡Sí, maldita sea! —Gruñó Devlin—. Quiero que alguien ponga esa
mirada en mi cara.
Reece sólo sonrió. Sí, él ahora estaba muy satisfecho consigo mismo. No
solo Keeley le había dado un beso de despedida, y algo más, sino que había
aceptado sus disculpas cuando tenía todo el derecho de no hacerlo.
—Sí. Se lo merece.
Reece se quedó callado por unos minutos, pensando en las ideas que
tenía sobre los seres humanos, antes de mirar nuevamente a Devlin.
—No lo sé. Siempre he pensado que los humanos eran… menos que
nosotros. Supongo. Que me parecían tan inescrupulosos y codiciosos, ¿Sabes?
—Creo que eso es sólo por aquellos con los que te has relacionado. No
todos los humanos son así, Reece. De hecho, la mayoría de ellos son bastante
agradables. Es cierto que ellos cuidan de sí mismos, pero eso es porque no
tienen manadas. Creo, que Keeley parece ser muy diferente a ellos.
—¿Cómo es eso?
—Su mejor amigo está acoplado con un cambia formas. Supongo que ha
vivido con su manada las últimas semanas.
—No lo sé, Reece. Nunca he tenido un compañero. Eso es algo que sólo
tú puedes responder. Pero antes has tenido citas. ¿Alguna vez te habías sentido
tan cercano a alguien? ¿Es parecido a lo que estás sintiendo por Keeley?
—No, también es tu casa. Sólo estoy tratando de averiguar por qué estoy
tan desquiciado con todo esto —preguntó Reece.
—Dev, lo haces sonar tan fácil, pero ¿cómo puede ser? ¿Qué sucederá
cuando la manada descubra que me acoplé con un hombre? Sabes que no va a
ser fácil. Luego está toda la cosa esa de ser un humano.
53
Capítulo 5.-
Keeley saltaba de un pie al otro mientras esperaba que Reece entrara con
las maletas, le dio un rápido beso antes de agarrarlas y dirigirse hacia el
interior.
—Oye espera, ¿No quieres las bandejas para hacer bizcochos, Keeley? —
Reece le gritó.
Supongo que debería hablar de eso con él. Hablar parecía más fácil que
ignorar el problema esperando lo mejor, siempre y cuando recuerde no gritar.
Keeley no reaccionaba bien ante sus gritos, lo que parecía ser un problema.
54 Reece tendía a gritar mucho.
Dejando las bandejas para hornear sobre el mostrador, llenó el jarrón con
agua y puso las rosas en él, colocándolo en el centro de la mesa. Agarró la
pequeña tarjeta que venía con las flores y la sacó de su pequeño sobre para
leerla.
Parecía ser lo correcto en ese momento, pero ahora se sentía estúpido. Tal
vez, ¿Debería darle las flores y no la nota? Lo sentía como algo emocional, un
poco sentimental ahora que estaba esperando en la cocina. Tal vez, no debería
entregarle las flores.
—¿Sobre qué?
Reece sintió subir el calor por su rostro mientras ponía la nota de regreso
en su pequeño sobre, colocándola en el centro de las flores.
—Será mejor que tengas razón sobre esto. Si se burla de mí, eres hombre
muerto.
55
1
Planta delicada de flores blancas diminutas típicas de los arreglos de rosas.
—No te fijes mucho en eso, Reece. Puede que no tenga nada en contra de
usar tus cosas. Él está en un lugar nuevo y apenas si conoce a alguien. Quizás
sólo está buscando la comodidad que le dan sus propias cosas.
Reece pensó en eso un momento para luego asentir con la cabeza. Devlin
probablemente tenía razón. Keeley estaba en un lugar desconocido. Si usar su
propia ropa le hacía sentir mejor, Reece debía verlo por lo que era y no que
Keeley no quisiera usar su camisa.
—¿Tenías que comprar tantas? En serio, tío, aquí son como armas de
destrucción masiva —resopló mientras contaba las bandejas para hornear. Miró
a Reece sorprendido —¿Trece? ¿Le trajiste trece bandejas para hornear
bizcochos? ¿Estás loco?
—Él dijo que me perdonaría si le traía más de una bandeja para hornear
bizcochos. No quería correr ningún riesgo. Le compré cada una de las malditas
cosas que encontré. Si hubiese encontrado más, también se las habría comprado.
—Tío, estás loco. Ese hombre es una amenaza con una bandeja para
hornear. Odiaría ver que podría hacer con algo realmente letal. —Devlin
alcanzó una pila de platos. —Sólo mantenlo alejado de los cuchillos de cocina.
—¿En verdad piensas que habrá menos peligro, con una bandeja para
hornear que con un cuchillo de cocina? Creo que lo mejor sería no hacer que se
enfade.
56 —¿Qué?
dos centímetros de alto y sesenta y cinco kilos de peso. Somos tan jodidamente
patéticos
—Ooh, rosas —dijo Keeley —¿Para mí? —preguntó, mirando hacia Reece
con la emoción apenas contenida.
¡Oh Maldición! Estaba doblado tan lejos sobre la mesa que su culo
sobresalía justo ahí, justo en frente de Reece. Comenzó a estirarse para acariciar
57
el apretado culo que estaba frente a él cuando notó que Keeley alcanzaba la
tarjeta que estaba entre las flores. Contuvo el aliento mientras esperaba su
reacción.
No tomó mucho tiempo para que los tres hombres atacaran y comenzar a
comer. Por un rato hubo silencio, todos disfrutaban la comida que Keeley había
preparado. Finalmente, Devlin acarició su estómago y miró a Keeley con
interés.
Decidiendo que sin importar el costo, prefería que Keeley estuviera feliz
en vez de triste, Reece se acercó y tomó a Keeley acomodándolo en su regazo.
Alargó el brazo y con su mano levantó la barbilla de Keeley, forzándolo a que lo
mirara.
—Me gusta el esmalte de uñas, tal vez demasiado. Todo en lo que he sido
capaz de pensar desde que entraste en la habitación es en tirarte sobre una
superficie plana y joderte hasta que ninguno de los dos pudiese caminar.
—Oh, bebé, no es tanto eso. —Reece negó con la cabeza. —Tienes que
recordar que soy nuevo con este tipo de cosas. Y supongo que siendo quien soy,
siempre pensé que había una forma en la que los hombres deberían actuar y
una para las mujeres. Tú no encajas en ese molde.
—¿Y eso es algo malo? ¿Quieres que actúe más como tú? Yo puedo, si es
eso lo que quieres. No tengo que usar el esmalte de uñas y el delineador de ojos
y esas cosas. Yo solo… —Keeley dijo rápidamente.
—No, bebé, no. Me gusta la forma en que te ves. —Reece acarició con sus
manos la espalda de Keeley tratando de calmarlo. —Tan sólo no estoy
acostumbrado a eso. Tienes que recordar, soy el Alfa de mi manada. Mantengo
mi posición por mi poder y fuerza, por ser un hombre. No tengo ninguna
experiencia con alguien como tú.
—Tú… yo… necesito pensar sobre esto —dijo Keeley mientras se alejaba
de Reece y se ponía de pie. —Voy a subir por un rato.
Reece pasó sus manos por su pelo, todo su ser lleno de frustración.
—¿Qué es tan difícil sobre esto? O te gusta la forma en que me veo o no.
Keeley sonrió.
—No. —Reece se rió. —Pero tienes que admitir, que no encajas con el
estereotipo ideal de lo que es un hombre.
—Bien, así que sabes cosas. ¿Qué tiene que ver eso con la comunidad?
—Ahí es donde crecí. Había muchas otras personas como yo. Algunos
podían leer la mente, algunos podían decir si alguien estaba mintiendo, algunas
sabían cosas como yo. Básicamente, todos teníamos algún tipo de habilidad
psíquica. Y todos fuimos mantenidos prisioneros por un hombre llamado…
—Sí, sobre él te estaba hablando. ¿Tú eres el Alfa que envío a Chase y
Donovan a ayudarnos? Ellos nos salvaron, ¿Sabes? El profesor nos mantenía en
—Me acabo de dar cuenta de por qué estás aquí, bebé. —Reece explicó
ante la mirada confundida en la cara de Keeley. —Como Alfa de mi manada,
tomé la decisión de que Chase y Donovan ayudaran, en contra de los deseos de
muchas personas en mi manada. A su juicio no deberíamos involucrarnos, pero
yo no estuve de acuerdo y los envié de todos modos.
—¿Por qué?
—¿Yo soy tu recompensa? ¿Pero que hay con la forma en que visto? ¿El
esmalte de uñas y las otras cosas? —preguntó con cautela Keeley.
—En serio. Y nunca permitas que nadie te diga que no puedes ser quien
quieres ser. Si alguien te molesta pasa sobre ellos —Reece señaló la pila de
bandejas de hornear bizcochos que le había comprado a Keeley —golpéalos con
una de esas.
Keeley miró a Reece para ver si hablaba en serio. La amplia sonrisa en los
labios de Reece le dijo a Keeley que sí hablaba en serio.
Reece empezó a limpiar la mesa, cualquier cosa que lo mantuviera ocupado por
unos pocos minutos.
Reece se sacó la camisa por la cabeza tan rápido que apenas la notó pasar
por encima de su cabeza. La lanzó al suelo, luego se quitó sus vaqueros con la
misma rapidez. No le podría importar menos el que estuviera dejando un
desastre en el suelo. Toda su atención estaba centrada en el glorioso cuerpo que
estaba esperando por él en la cama.
—Sí, pero…
—Quiero hacer esto. —Reece miró hacia abajo, a la polla que tenía frente
a él. Se lamió los labios, luego miró nuevamente a Keeley. —Sólo tengo miedo
de no ser bueno en esto. No quiero decepcionarte.
Reece asintió.
Ahora, sin embargo, quería saber que era la cosa de goma roja que
Keeley tenía en su culo. Se consideraba a sí mismo muy experimentado
sexualmente pero nunca había visto nada como el objeto de goma en el culo de
Keeley.
Se agachó y tiró de él con sus dedos, casi saltó cuando Keeley tembló.
—Un tapón anal. Me estira, así tú no tienes que hacerlo —Keeley dijo sin
aliento.
—Así es, pero algunas veces simplemente hay que llegar a la parte
buena, el tapón me mantiene estirado así puedes joderme cada vez que quieras
—susurró Keeley.
—¿No te duele?
—No.
—¡Infiernos, Sí! —Keeley gimió otra vez. Apretando sus manos en las
sábanas a su lado.
—Entonces, hazlo ya —dijo Reece mientras levantaba sus ojos para mirar
los desesperados ojos de Keeley.
Los ojos de Keeley estaban cerrados, su pecho se movía tan rápido como
el de Reece. Pero tenía una sonrisa muy satisfecha en sus hermosos labios.
—¿Por qué no tienes pelo ahí abajo? —asintió hacia la desnuda ingle de
Keeley.
—Me afeito.
—¿Por qué? —preguntó Reece, confundido. Pensaba que sólo las mujeres
se afeitaban la entrepierna.
—No, me gusta. Supongo que es otra de aquellas cosas a las que no estoy
acostumbrado. Creo que ambos tenemos que estar preparados para que eso
suceda mucho. Pero no quiero que pienses que no me gusta algo simplemente
porque pregunte sobre ello. Sólo tengo curiosidad.
68
Capítulo 6.-
―¿Hola?
―En realidad, bastante bien. Sobre eso quería hablar con Nate. Tengo una
sorpresa para él. Nunca se lo va a creer. ¿Está ahí?
―Quilliam Reece.
―Sip.
―Esta noche voy a conocer al resto de la manada. Estoy tan nervioso que
podría vomitar.
―¿Por qué? Aquí todo el mundo te adora. Estoy seguro de que ellos
también lo harán ―lo animó Nate.
―No estoy seguro. Reece dijo que hay algunas personas en su manada
que no se tomarían favorablemente mi naturaleza salvaje. Luego están las
mujeres solteras que han estado tratando de engancharlo desde que se convirtió
en Alfa. Creo que no voy a ser una persona muy popular.
―Secundo eso.
―Lo suficiente para saber que estás preocupado por nada. Estarás
grandioso ―dijo Reece mientras se acercaba para abrazar a Keeley― Me gusta la
forma en que eres. ¿No te he demostrado eso?
―Sí, pero
―Uh uh, ―dijo Reece mientras colocaba un dedo sobre los labios de
Keeley ―¿Qué te dije sobre los peros?
―Tiene todo que ver con eso, Keeley. Me gusta todo sobre ti, el pelo, las
uñas, tú naturaleza salvaje. Probablemente podría pasar sin las bandejas para
hornear bizcochos sobre mi cabeza, pero más allá de eso, eres perfecto ante mis
ojos y no me importa lo que piensen los demás. Tú y tu naturaleza salvaje van a
ayudarme a poner a esta manada en el siglo actual, ¿recuerdas?
―¿Estás seguro? Podría moderarme un poco esta noche, ¿tal vez sacarme
el esmalte de uñas o algo así? —Keeley preguntó ansioso.
―Ya le dije a Devlin que ocultara tus armas de destrucción masiva, bebé,
así que sólo vas a tener que lidiar con ello. Me aseguraré que nadie sea malo
contigo.
Keeley cruzó los brazos sobre su pecho mientras miraba hacia arriba a
Reece, resoplando mientras hacía un puchero con su labio inferior. —¡Está bien!
Reece gimió. ―Oh, bebé, sabes lo que esa veta obstinada tuya me hace
―dijo mientras se inclinaba para capturar el labio inferior de Keeley con sus
dientes.
72
Reece observaba a los miembros de su manada que merodeaban
alrededor de su sala de estar, manteniendo una estrecha vigilancia sobre su
compañero. Parecía que Keeley lo estaba haciendo bien. Todo el mundo estaba
siendo agradable, sin comentarios o gestos groseros hasta donde él podía ver.
Aunque las uñas de sus manos y pies aún estaban pintadas de rosa.
Reece sonrió cuando vio los pies descalzos de Keeley justo cuando el primer
invitado golpeaba la puerta. Él insistió en andar por los alrededores sin zapatos.
Reece empezaba a preguntarse si Keeley tenía zapatos.
Sin embargo, Keeley se veía sexy, al menos para Reece. Estaba bastante
seguro que esta noche había más de una persona, hombres y mujeres,
interesados en su pequeño compañero. Podía oler la excitación en el aire.
Unos minutos después Keeley resolvió ese problema por Reece cuando
se acercó y miró a la pequeña multitud de mujeres que lo rodeaban. Reece
estaba sentado en una silla grande y mullida cercana a la alta chimenea de
piedras de río, con una mujer sentada en el brazo de la silla. Más mujeres
estaban de pie detrás de él.
―Parece ser muy acogedora ―dijo Keeley, con sus brazos cruzados sobre
su pecho mientras miraba a cada una de las mujeres que rodeaban a Reece.
―¿Muchas amiguitas para hacerte compañía?
―¿Cuánto vale para ti? ―Reece sabía que Keeley estaba haciendo tiempo.
Keeley estaba nervioso. Reece no podía culparlo. Era un humano en una
habitación llena de hombres lobo.
―¿Qué tan lejos quieres que vaya? ¿Solo yo o todo? ―preguntó Keeley.
―No hay nadie como tú, Keeley ―dijo Reece―. Es todo o nada. ―No había
manera de que Reece dejara a Keeley asumir la culpa solo. Quería que la
manada supiera que Keeley era humano, parte de la manada y su compañero.
Quería que nada quedara fuera. Ni siquiera el hecho de que eran amantes.
Levantando su cabeza, Reece trazó con su pulgar hacia abajo por el lado
de la cara de Keeley, amando la mirada aturdida en los pálidos ojos verdes de
Keeley. Siempre parecía igual de sorprendido cuando se besaban. Cada vez,
toda la sangre se iba corriendo directo a su ingle.
― Deberías ser muy cuidadoso con las siguientes palabras que salgan de
tu boca, Douglas ―gruñó Reece mientras levantaba a Keeley de su regazo y lo
dejaba sobre sus pies antes de levantarse él mismo―. Este hombre es mi
compañero.
―¿Y quién decidió eso? Yo estoy más que seguro que no lo hice.
―¿Qué esperaba que hiciera con él? ¿Pretender que no es mío? Usted
tiene compañera, Douglas. Usted sabe cómo es cuando encuentras a tu pareja.
No había manera de que no lo pudiera reclamar, aún si lo hubiese querido
―dijo Reece.
―Ya ha dicho eso, Douglas, pero de dónde vengo el Alfa es el que rige la
manada. La manada no le dice al Alfa qué hacer.
―Le dijimos cuando se hizo cargo del antiguo Alfa que las cosas aquí
eran diferentes. Las familias fundadoras siempre han controlado quien rige la
manada y Adrianna debe regir a su lado.
―No, no, otros han hecho esos planes, pero… ―Douglas comenzó,
retorciéndose sus manos.
―Sí, sí, por supuesto, Alfa, cualquier cosa que desee ―dijo entusiasmado
Douglas.
Reece los vio partir, con una ceja levantada ante lo crédulo que era
Douglas. Reece siempre había sabido que Douglas quedaba corto en el
departamento de cerebros, pero no tenía idea que había caído tan hondo.
―¿Reece? ―Reece se giró para ver a Keeley parado detrás de él, viéndose
muy aprensivo. ―¿Yo provoqué esto?
―No, bebé. No creo que esto tenga que ver contigo. Algo más está
sucediendo. No estoy seguro de qué es, pero lo voy a descubrir ―dijo Reece,
acariciando el brazo de Keeley―. ¿Por qué no vas a la cocina y comienzas a
limpiar mientras me deshago de todas estas personas?
―Sí, seguro. Seremos capaces de planificar algo para otro día, pero creo
78
que la fiesta de bienvenida por el momento ha terminado. Ahora. Ve a la cocina.
Estaré ahí en unos minutos para ayudarte. No queremos que toda la comida
que has preparado se desperdicie. ¿Verdad?
―No, supongo que no ―dijo Keeley con una pequeña sonrisa. Se inclinó
y le dio a Reece un rápido beso en la mejilla y luego se dirigió a la cocina para
limpiar.
Desde luego sentía que ellos necesitaban más oportunidades para llegar
a conocer al maravilloso hombre que era Keeley. La forma en que miraban hacia
la puerta de la cocina por la que Keeley acababa de pasar hizo que a Reece se le
pusieran los pelos de punta. Sintió la profunda necesidad de sacar a todos ellos
de su casa tan pronto como fuera posible y revisar a Keeley.
― Quiero agradecerles a todos por haber venido esta noche. Debido a las
inesperadas circunstancias, me temo que por hoy voy a dar por terminada la
velada ―dijo Reece con voz fuerte y clara. No había una forma cortéz de
decirles a todos que se fueran de una buena vez―. Nuevamente, muchas gracias
por venir.
Reece se giró antes de hacer rodar sus ojos. ¡Qué idiota! Se preguntaba si
todos los miembros de la manada eran tan estúpidos como Douglas o si sólo era
él. Hacerse cargo de la manada desde hace tres meses comenzaba a parecer la
cosa más estúpida que alguna vez hubiese hecho.
Si hubiese sabido toda la mierda que viene junto con ser el Alfa, se habría
quedado como ejecutor. En su lugar, tuvo que ir y tomarlo a la ligera,
desafiando y dándole una paliza a un Alfa completamente desconocido.
Realmente debía dejar de meter su nariz en los asuntos de otras personas.
Le había tomado poco más de una semana para que todo el curso de su
vida cambiara, incluso la forma en que percibía lo que era ser un hombre.
Keeley vestía ropa sexy, esmalte de uñas de colores y delineador, pero era el
hombre más masculino que Reece hubiese conocido. No sabía cómo alguna vez
pudo pensar de otra manera.
Reece recorrió con sus ojos el cuerpo de Keeley tratando de encontrar sus
heridas. Tenía varios cortes profundos y rasguños, algunos moretones y unas
cuantas abrasiones, pero no parecía haber una herida que pudiese producir
tanta sangre. ―Cariño, tienes que decirme dónde estás herido ―le susurró en
voz baja.
Reece usó una de sus garras para cortar la camisa abierta de Keeley,
extendiendo el material para revisar su pecho. Una vez más, además de algunos
cortes, arañazos y pequeñas contusiones, no había heridas profundas. Tampoco
encontró nada cuando le quitó los vaqueros.
Devlin aún parecía confundido, pero hizo lo que Reece le pidió, cerrando
la puerta antes de volver a detenerse en un extremo de la cama. Reece con
cuidado recostó a Keeley sobre la cama antes de sentarse a su lado. Sólo
entonces vio lo que le habían hecho.
―¡Sshhh! Baja la voz. No quiero que nadie sepa lo que pasó hasta que
sepa lo que está pasando. ―Reece le reprendió.
―¿Qué ocurrió?
―Probablemente eso sea una buena idea. Hasta que ellos lleguen aquí, no
quiero que nadie sepa lo que le sucedió a Keeley. Por lo que respecta a los
demás, Keeley se quedó dormido mientras limpiaba la cocina. ¿Entendido?
83
Capítulo 7.-
—Reece.
Reece se volvió rápidamente y se inclinó sobre Keeley cuando oyó murmurar
su nombre. —¿Keeley? Estoy aquí, cariño. ¿Puedes abrir los ojos para mí? Tengo que
ver esos hermosos ojos verdes tuyos.
Reece contuvo el aliento mientras esperaba a que Keeley abriera los ojos para
que pudiera ver su hermoso color verde.
—Reece—susurró Keeley de nuevo—. Necesito a Nate. Trae a Nate.
—¿Nate? ¿Tu amigo Nate? ¿El que está acoplado a un hombre lobo?
—Siiiii, necesito a Nate. Puede ayudar.
—Está bien, Keeley, traeré a Nate—, dijo Reece suavemente, rozó los rizos
suaves de color rubio miel, apartándolos de su cara—. ¿Sabes quién lo hizo Keeley?
¿Has visto a alguien?
—Pe…rra. Adr…
—¿Adrianna? ¿Adrianna te hizo esto?—preguntó Reece asombrado.
Keeley lentamente asintió con la cabeza. Reece le vio una mueca de dolor.
Sabía que su bebé estaba lastimado y lo estaría por un tiempo. Los seres
humanos no se curaban tan rápido como los hombres lobo. Reece, al ver el dolor de
Keeley, rápidamente levantó la mano de su compañero y la apretó contra su mejilla
—¿Qué, cariño? ¿Qué tienes que decirme?
—Te quiero, Qui… Quilliam. No te dejaré—susurró suavemente—. Sólo…
sólo necesito descansar.
Reece podía sentir las lágrimas en sus ojos caer por sus mejillas por la suave
84 declaración de Keeley. Se giró hacia la mano que tenía en su mejilla besando el
dorso—. Lo sé, bebé. Te quiero, también. Cierra los ojos ahora y descansa un poco.
Es necesario que recuperes tu energía. Quiero jugar con la boa de plumas rojas de
nuevo.
Reece apretó los dientes mientras observaba como Douglas asentía con la
cabeza y caminaba de regreso al estudio, cerrando la puerta detrás de él. Oh, él
quería arrancar trozo a trozo de ese hombre. Sabía que su temperamento estaba
pendiendo de un hilo.
Como consuelo, se prometió un trocito de ese tipo cuando todo hubiese
terminado. Hasta entonces, iba a tener que mantener un poco de espacio entre ellos.
Necesitaba información que sólo Douglas podría proporcionar en ese
momento. Tenía que mantenerlo con vida.
Oyendo la puerta del dormitorio abrirse, Reece volvió su mirada para
ver salir a Devlin, suavemente cerrando la puerta detrás de él. Fue un alivio cuando
Devlin miró hacia él y asintió con la cabeza. Chase y Donovan debían estar
en camino de vuelta a casa.
¡Bien! Eso significaba que Devlin podría ocuparse de Douglas, mientras él se
encargaba de Keeley. Reece cruzó la habitación y se dirigió hacia la escalera cuando
oyó una voz que venía del estudio. Se acercó a la puerta y escuchó con curiosidad,
Douglas debería haber sido el único en el cuarto ¿Con quien estaba hablando?
—Sí, sí, ya sé lo que estás diciendo y no, yo no le dije nada a él, pero aún así
creo que sospecha algo. —le oyó decir a Douglas. Hubo una pausa pequeña,
Douglas volvió a hablar.
—No, él se llevó a la pequeña mierda a arriba. Dijo que se quedó dormido
mientras trabajaba.
Otra pausa. —No sé. Me dijo que estaba limpiando después de la fiesta.
Ya que no se oía ninguna otra voz, Reece pensó que estaba hablando por
teléfono. Sólo esperaba que se tratara de una línea de la casa. Hizo un gesto a Devlin
para vigilar la puerta mientras se acercaba y con mucho cuidado cogió el
teléfono, cubriendo la boquilla con la mano.
—¿Y bien? ¿Qué más te dijo? ¿Dijo algo sobre Adrianna? —Una voz
extraña del otro lado le preguntó. Reece estaba bastante seguro de que nunca había
oído esa voz antes. No le sonaba familiar.
—No, bueno, sí. Él dijo que estaba dispuesto a discutir conmigo. Si
pudiéramos deshacernos de ese pequeño juguete con el que está fascinado, creo que
podría llegar a ver las cosas a nuestra manera —dijo Douglas.
88 2
Ha sido un remedio natural de larga duración para varias dolencias. Un baño de
sal de Epson es sabido que alivia miembros dolorosos, la tensión de músculo y el
dolor de espalda. Además, es conocido para reducir: reducen el dolor del
alumbramiento y alivia los resfriados y la congestión. Además, la sal de Epson
evacuará toxinas y metales pesados del cuerpo.
Reece miró los ojos desesperados de Keeley por un momento antes de asentir
con la cabeza. —Está bien, pero no intentarás moverte, ¿Me entiendes? Voy a hacer
todo el trabajo. Tú solo te tumbas ahí. Pero si te hago daño, me lo dices.
—Nunca podrías hacerme daño por amarme, Quilliam—le aseguró Keeley,
suspirando con satisfacción un momento más tarde cuando Reece se acercó a
descansar entre sus piernas, su cuerpo grande cubriendo el suyo.
Reece comenzó en la parte superior del cuerpo de Keeley, dejando algunos
pocos besos a lo largo de la línea de su mandíbula antes de moverse a su
cuello. Prestó especial atención a las pequeñas heridas de incisiones en el cuello,
teniendo en cuenta el sabor amargo que encontró.
Él sabía que iba a recordar aquel gusto durante el tiempo que fuera necesario.
Empujando la camisa de Keeley hasta el cuello, besó el camino hacia sus
pezones, parando a mordisquear en cada uno. Hizo una pausa para mirar a la cara
de Keeley. —¿Alguna vez has considerado ponerte perforaciones?
Reece le preguntó mientras tiraba de un pezón con el dedo.
—¿Te gustaría? ¿Eso te excitaría?— le susurró Keeley.
Reece volvió a mirar sus dedos, tirando suavemente de la pequeña y dura
protuberancia. —Sí, creo que lo haría—dijo, con voz temblorosa, cuando ya se estaba
imaginando el pezón perforado con un pequeño aro de oro—. Creo que sería muy
sexy.
—Entonces haré me que los perforen—respondió Keeley.
Reece miró a Keeley de nuevo, dándole una gran sonrisa. —Me gustaría —
dijo antes de devolver su atención a los pezones de Keeley, inclinándose hacia abajo
para meter uno en la boca.
—Bien, porque me gusta mucho eso—se quejó Keeley.
—¿Te gusta que juegue con tus pezones, bebé?—preguntó Reece con voz
ronca.
—¡Diablos, sí!—gimió Keeley, arqueando su cuerpo, presionando más el
pezón en la boca de Reece—. Se siente tan bien.
Reece sonrió para sí, mientras movía los labios más abajo por el cuerpo de
Keeley, con las manos sobre sus pezones. Gracias a Dios que puedo realizar múltiples
91 tareas, pensó Reece cuando sus labios se movieron hacia abajo sobre el pequeño
punto cóncavo por debajo del ombligo de Keeley y sus dedos apretaban sus
pequeñas protuberancias marrones.
—Aquí está esa palabra otra vez. ¿No se suponía que ya no la utilizaríamos?
—preguntó Keeley.
Reece sonrió. —Vale, vale. Es extraño y vas a tener que lidiar con ello. ¿Qué tal
ahora?—preguntó Reece.
—Mucho mejor, y no puede ser más extraño que la cosa esa del acoplamiento
de la luna llena de la que Nate me habló. Ya tengo una bolsa preparada con mis
mejores tapones para el culo, una gran botella de lubricante, y un lugar escogido
para nuestra noche juntos.
Reece arqueó una ceja mientras levantaba la cabeza y miró a Keeley. —¿El
acoplamiento de luna llena no te molesta? Ya sabes que no estaré totalmente con
forma humana, ¿no? Voy a ser incapaz de controlarme a mí mismo. Te voy a cazar, y
te tomaré y, probablemente te joderé hasta que no puedas caminar.
95
Capitulo 8.-
Reece abrió los ojos y levantó la cabeza para ver a Devlin de pie en la
puerta, levantó su ceja marrón a modo de pregunta. Rápidamente se aseguró de
que las mantas lo estuvieran cubriendo a él y a Keeley antes de encogerse de
hombros y sonreír hacia él.
―Hola, bebé, ¿dormiste lo suficiente? Creo que Devlin nos está dando a
entender que debemos levantarnos, lo cual no sería una mala idea. Nate debería
estar aquí pronto, y por mucho que me guste verlo, prefiero que tu sexy culo
esté vestido antes de que saludes a todos. ―dijo Reece mientras empujaba sus
manos por debajo de las mantas para acariciar la desnuda cadera de Keeley.
Devlin se rió. ―Al menos esta vez no fue una bandeja para hornear
bizcochos.
Devlin asintió, empezaba a salir sólo para detenerse cuando Reece le hizo
volver. ―¿Qué le dijiste?
―Sólo ha pasado una hora más o menos. Le dije que tu pequeño niño
juguete te estaba dando problemas y que estabas lidiando con él.
Keeley negó con la cabeza, con una amplia sonrisa en su rostro. ―Uh, uh.
Me gustan después de que las hayas usado porque huelen a ti. Tú viste las
limpias.
―Voy a bajar las escaleras y reunirme con Dev. Quiero que me prometas
que te quedaras aquí, así Douglas no te verá hasta que nuestros amigos lleguen.
Sin embargo voy a dejar la puerta abierta, si te da miedo o si escuchas algo, sólo
grita tan fuerte como puedas y Dev y yo subiremos corriendo, ―¿Está bien?
―¿Sabes?. Esto sería mucho más fácil si me traes mis bandejas para
hornear bizcochos― Se quejó Keeley.
―No tengo ninguna duda, amor, pero por ahora, simplemente hazlo a mi
manera, ¿De acuerdo?
Keeley hizo rodar los ojos, luego le sonrió a Reece. ―Está bien, me
quedaré aquí como un niño bueno. Pero, date prisa. No se sabe en qué tipo de
travesura me podría meter si me dejas por mucho rato con mis propias
artimañas.
―Oye ¿Quilliam?
98
―¿Sí, bebé?― preguntó Reece, viendo a Keeley sentándose en la cama.
Reece sonrió. Sabía que Keeley se sentía ansioso. ―No, Keeley, no tardaré
mucho, lo prometo.
―Ahí está esa palabra otra vez, Keeley. No nos tenemos permitido usarla,
¿Lo recuerdas? Y no suenas como un cobarde. Suenas como alguien que ha sido
atacado en su propia casa. Tienes miedo, y tienes todo el derecho de tener
miedo― le aseguró Reece.
―¿La mayor parte? ―chilló Keeley―. ¿Qué quieres decir con la mayor
parte?
99
3
En el original está escrito como werewolf que traducido al español es hombre lobo, pero en este caso
para la traducción en español por género estaríamos hablando de mujer lobo.
Reece aún no entendía como Keeley había sido capaz de evitar caer bajo
el hechizo de Adrianna. Nunca había oído que algo como eso hubiese pasado
antes. Simplemente estaba agradecido de que hubiera pasado ahora.
Tal vez, ¿era porque Keeley estaba acoplado con un hombre lobo o por
sus propias habilidades? Y tal vez, ¿Era porque su pequeño compañero era
mucho más fuerte de lo que todos creían?
100 Reece negó con la cabeza. ―No más de lo que mi mordisco te podría
convertir en un hombre lobo. No funciona así. Lo único que pasará es que te
dolerá el cuello por unos días. Aparte de eso, no debería haber otros efectos.
―¿Debería? ¿Eso quiere decir que no estás seguro?― preguntó Keeley con
ansiedad.
Reece respiró hondo, y luego lo dejó salir. ―Debo admitir que no sé todo
lo relacionado con los chupasangre, y francamente, tampoco quiero. Sin
embargo, todo lo que sé es que estarás bien.
―¡Keeley!
―¿Qué?
Reece suspiró. ―Está bien, los chupasangre beben sangre para sobrevivir.
Nosotros bebemos sangre para consolidar nuestro vínculo con nuestros
compañeros. Los chupasangre no pueden cambiar de forma, pero nosotros
podemos. Sin embargo, son tan fuertes como nosotros.
Reece sólo esperaba que no fueran tan inteligentes. Necesitaba algún tipo
de ventaja para conseguir sacar a su compañero de esta situación.
―¿En serio?
101
Reece asintió con la cabeza. ―Sí. Por lo que me han enseñado y he sido
capaz de aprender por mi cuenta, los chupasangre y los hombres lobo vivieron
juntos, incluso se acoplaron entre ellos. Pero en algún punto, hubo algún tipo
de pelea entre ellos. Eso prácticamente terminó las cosas. Y todos fuimos por
caminos separados.
Reece asintió.
Reece deseaba saberlo. Por lo que había sido capaz de entender hasta
ahora, Keeley debería haber muerto cuando fue mordido. Reece apretó sus
manos cuando ese simple pensamiento pasó por su mente. No iba a permitir
que eso sucediera.
―¿Eso crees?
―Está bien, puedo entender eso pero… ¿Qué tiene que ver conmigo?
102
―¿Recuerdas esa pequeña cosa que te dije, que no puedo tener relaciones
sexuales con nadie más, excepto con mi compañero? Bueno, si mi compañero es
asesinado, mi vínculo contigo se rompe y me puedo acoplar otra vez. Y,
aparentemente, ellos realmente quieren emparejarme con Adrianna.
Y era uno que Reece tenía la intención de mantener sin importar con
quien tuviera que pelear. Así fuera poco el tiempo que había transcurrido desde
que Reece conoció a Keeley, el pequeño hombre había llegado a significar más
que su propia vida.
―Lo sé, lo sé― dijo Keeley mientras agitaba su mano hacia Reece. Se
deslizó hacia un lado de la cama―. Nadie más que tú puede ver mi sexy culo.
Lo estaba volviendo loco el no saber qué estaba pasando abajo. Tuvo que
hacer grandes esfuerzos para no colarse en la planta baja y espiar la
conversación que se estaba teniendo en el estudio. Sólo apostaba que sería muy
103
esclarecedora para todos los involucrados.
las cosas fueran difíciles, ellos estarían jodidos cuando las cosas fueran
normales.
Normal… ahora eso le daba risa. La vida de Keeley no había sido normal
desde el día en que tuvo su primera visión. No creía que estar acoplado con un
hombre lobo fuera a ser normal a corto plazo.
Keeley inclinó su cabeza hacia atrás para mirar a Reece. —¿Me necesitas en este
momento?
―¿Sobre qué?
Reece vio a Keeley y a Nate subir las escaleras y correr por el pasillo
hacia la habitación, cerrando silenciosamente la puerta detrás de ellos. Se giró
para mirar a Joe desconcertado. ―¿Qué acaba de pasar aquí?
105 Reece levantó una ceja interrogativamente. ―¿Y qué significa eso
exactamente?
―¿Es por eso que insistió tanto en que Nate estuviera aquí? ¿Por qué es
un empático?
―Tal vez, pero creo que es más porque Nate también es un detector de
mentiras humano. Él puede decir si alguien está mintiendo o no. Un leve efecto
secundario de ser un empático. ―Respondió Joe.
Joe estalló en risa. ―Deberías intentar estar acoplado con él. No puedo
dejar pasar ni una puñetera cosa.
―Está bien, supongo que puedo ver que puede ser de utilidad pero, ¿no
lo encuentras un poco extraño?―. Reece lo haría. Aún estaba tratando de lidiar
con el hecho de que Keeley tenía premoniciones.
―No es más extraño que descubrir que estás acoplado con un hombre
lobo― respondió Joe.
Donovan asintió. ―En realidad no tuve mucho que ver con eso. Chase
llamó a unos pocos amigos y ellos fueron los que los liberaron. Estaba
demasiado ocupado haciendo que me dispararan.
Reece pudo sentir que se sonrojaba un poco. ―Sí, bueno, qué puedes
hacer cuando encuentras a tu compañero, ¿eh?
Reece, sonriendo para sí, vio la tierna mirada que Jim le dio a Donovan.
Se preguntaba si tenía esa misma mirada en su rostro cuando miraba a Keeley.
Probablemente la tenía.
―Chase se quedó en Wolf Creek ―dijo Donovan―. Uno, con Joe viniendo
hasta aquí, su Alfa necesitaba un ejecutor que le ayudara. Dos, Chase también
ha descubierto a sus compañeros y está lidiando con los dos pequeños
alborotadores. Tiene sus manos llenas. Supusimos que con Joe y Jim aquí, no lo
extrañarías.
―Tengo que ir a Wolf Creek. Donde quiera que vea, mis amigos y
familiares están encontrando a sus compañeros, y yo ni siquiera he tenido sexo
en semanas. Debe haber algo en el agua por allí. ―Devlin suspiró
profundamente, haciendo que todos se rieran.
―Bueno, no haría daño hacer un pequeño viaje hasta allá, Dev― contestó
Donovan―. Desde que Chase liberó a los alumnos del Profesor hay hombres
solteros corriendo por todo el lugar. ―Se inclinó y juntó sus manos sobre su
boca ―Yo diría que libres y sexys, pero aún quiero tener sexo esta noche.
―Escuché eso― gruñó Jim, mirando a Donovan, pero la sonrisa que tenía
en su cara decía que no se lo había tomado en serio.
―Ssshh ―lo reprendió Reece, haciendo señas a Devlin para que vigilara a
Douglas antes de mirar nuevamente a Joe―. Mantén la voz baja, Douglas está
en el estudio.
―¡Joder!
―Sí, exactamente eso pensé. ―Reece pasó la mano por su pelo antes de
continuar. Se estaba sintiendo muy nervioso ―Aparentemente, los planes
involucraban que yo me acoplara con Adrianna. Quién, resultó ser, mitad mujer
lobo y mitad chupasangre. Me convierto en el compañero de ella, la dejo
embarazada, y ellos me sacan de la ecuación, haciéndose cargo como
guardianes de mi hijo, y por lo tanto, gobernar la manada.
―Pero, si ya estas acoplado, cómo puedes… es por eso que ellos trataron
de matar a Keeley, para romper el vínculo que tienes con él―susurró Donovan
asombrado.
Reece asintió. ―¿Ahora ven por qué necesitaba que vinieran a casa? No
sé quién más está involucrado a excepción de Adrianna y Douglas. Podría ser
cualquier persona de nuestra manada.
―No tengo ni idea de por qué Keeley quería que Nate estuviera aquí,
pero pidió que él viniera, y, bueno… ― Reece se encogió de hombros.
Joe sonrió, asintiendo con la cabeza. ―Si puedes darle algo que tu
compañero quiere, lo haces. Lo entiendo, Reece. Pero te lo advierto, no
permitiré que Nate sea lastimado de ninguna forma. Estoy seguro que él estará
dispuesto a ayudar, pero…
110
Capitulo 9.-
―Entonces, ¿Te gusta estar acoplado a un hombre lobo?― preguntó Nate
mientras se sentaba en el lateral de la cama y se apoyaba en el codo para mirar
hacia arriba a Keeley con curiosidad.
Nate asintió con la cabeza. ―Sé lo que quieres decir. Hay algo acerca de
los fuertes tipos alfa que hace que te bombeé la sangre, ¿no?
―Y aún más― dijo Keeley ―. Hemos estado juntos por poco tiempo, pero
no puedo ni siquiera imaginar estar con nadie más. Reece es así, bueno, él es
sólo tan...
―¡Sí!
―¿Cómo es eso?
Keeley entornó los ojos mientras miraba hacia atrás a Nate. ―Perdónalo,
por favor. Su pie es más grande que su boca, pero aún así trata de comérselo.
―Él gritó y se frotó la nalga después de que Reece le pellizcara.
―¡Reece!
―Sí, tú. ―Joe se sentó al lado de Nate, atrayéndolo a sus brazos― Siempre
parece estar en el meollo de las cosas, como mi propio bebé aquí presente.
―¿Golpeas a Reece con una bandeja para hornear?― Joe le preguntó con
asombro.
―Lo sé. Odio la idea de que Nate sienta dolor. Recuerdo lo mucho que
siempre le dolía cuando el profesor lo utilizaba. Volvía a casa después de una
sesión y pasaba unos días en cama, recuperándose. Era horrible, Reece.
Reece levantó la cabeza para fruncir el ceño a Joe. ―¿Me veo como que
realmente me importa?
Keeley sonrió, apoyado en los dedos de los pies para dar a Reece un
rápido beso en la mandíbula. ―Vamos, hombre grande, nosotros podremos
besarnos todo lo que quieras después de tratar con el estúpido.
114
―Sabes, a veces ser el responsable es una mierda― Reece se quejó,
mientras tomaba la mano de Keeley y se iba con él a la puerta del estudio. Se
detuvo, volviendo a mirar hacia abajo a Keeley.
―Yo no quiero que te molestes por cualquier cosa que yo diga cuando
estemos ahí dentro. Voy a tratar de darle cuerda a Douglas y eso significa
que podría decir cosas que encuentres objetables. Sólo quiero que sepas que no
las quiero decir.
―Está bien, sólo que no te pases de la raya demasiado o podría tener que
golpearte de nuevo.
Miró más allá de Keeley a donde Joe estaba de pie, con su brazo
alrededor de los hombros de Nate. ―¿Ustedes están listos?― Tan pronto
como asintieron con la cabeza, Reece soltó la mano de Keeley y respiró hondo
antes de abrir la puerta y caminar dentro.
Sus rasgos eran como la piedra, su cuerpo estaba rígido cuando fue a
sentarse en una silla frente a Douglas.
―Ahora, Douglas, ¿qué ibas a decirme de por qué tengo que gobernar
con Adrianna a mi lado? ―preguntó Reece, tamborileando con los dedos
115 mientras miraba a Douglas.
―Yo sí, y eso debería ser suficiente para ti. Cada uno de ellos entiende las
delicadezas... involucradas de ser un Alfa o de hacer parte de un círculo selecto.
Harán lo que les diga cuando sea el momento adecuado.
―¿Está seguro?
Keeley casi puso los ojos en blanco. Si Douglas sólo supiera. Podía pensar
en varios hombres que tenían a otros hombres a su lado. Apostaría que había
más por ahí de los que él no sabía nada.
―¿Crees que yo soy incapaz de gobernar esta manada por estar con
Keeley? ―preguntó Reece.
―No, por supuesto que no, pero bueno, eso simplemente no se hace,
Alfa. Es un hombre y ese tipo de comportamiento simplemente no está bien, no
es correcto. Usted tiene que acoplarse con Adrianna para que pueda
proporcionar cachorros a la manada. Esa es la manera adecuada de hacer las
116 cosas.
―Usted tiene que entender, Alfa, que todo este asunto depende de su
acoplamiento con Adrianna y de que tengan cachorros. Si usted está acoplado
a él, no puede aparearse con ella. Usted no podrá proporcionar cachorros. Si eso
ocurre, este acuerdo fracasa.
―Alfa…
―Alfa, yo…
Podía ver los ojos de Joe ampliarse con sorpresa, y la cara de Nate estaba
sorprendida, también. Sí, lo sabía. Estaba cavando un agujero enormemente
profundo. Sólo esperaba que la pala fuera lo suficientemente grande para
desenterrarse después.
Reece hizo su mejor esfuerzo por no entornar los ojos cuando Douglas se
sentó en su silla, mirándole un poco más cómodo. —Mi amigo Joe aquí,
entiende, ¿Verdad Joe? Nate es su compañero, pero ya que él también es un ser
118 humano... ― dijo Reece, sonriendo ante la repentina mirada de pánico de Joe.
―Oh, Alfa Reece, mis más sinceras disculpas. Yo no entendía cómo eran
las cosas. Si hubiera sabido cómo realmente se sentía, sin duda no habría
ocultado ninguna información de usted― Douglas respondió rápidamente.
―Dice la verdad.
―¿Y ahora?
―Bueno, yo no creo que pueda hablar por los demás, pero si usted es
serio sobre la consideración de gobernar con Adrianna a su lado, yo creo que
sería mejor contar con su apoyo en estos planes. ―dijo Douglas.
―Muy bien―, dijo Douglas. Reece podía decir que no le gustaba la idea.
―Hicimos estos planes antes de que se convirtiera en Alfa, con nuestro antiguo
Alfa. Originalmente él iba a acoplarse con Adrianna, no tú.
―Oh, no, pero necesitaba aparearse con ella. Todo depende de eso.
Voy a apostar a que es así, pensó Reece. ―Entonces, ¿de qué se trata?
―Se supone que nuestro Alfa, usted en este caso, se apareará con
Adrianna y gobernarán nuestra manada juntos. Este acuerdo solo se
consolidará una vez que ella haya dado a luz al primero de sus cachorros.
―Oh no, no. Ella es medio chupasangre y medio mujer lobo. Hicimos un
trato con su aquelarre para proporcionarles sangre de lobo a cambio de dinero y
el territorio de nuestra manada― dijo Douglas rápidamente.
―Es un afrodisíaco para las sanguijuelas. Ellos adoran esas cosas, incluso
más que la sangre humana. Si les proporcionamos un suministro constante
de sangre de hombre lobo, nos van a pagar en oro, el oro suficiente como para
comprar todas las zonas circundantes para añadirlas a nuestro terreno de caza.
―Es por eso que ya no tenemos 300 miembros. ―dijo Devlin en voz baja.
Douglas se volvió hacia él, asintiendo con la cabeza. ―Sí, es cierto, pero él
nunca tocó a los miembros principales, usted me entiende. Nuestras familias
están fuera del alcance de los chupasangres. Eso fue parte de nuestro trato con
ellos.
―Bueno, la mayor parte de ellos son los que usted ha conocido en los tres
meses que ha estado como Alfa aquí. Otros querían primero tener una idea
sobre como era usted antes de conocerle. También está mi familia, por
supuesto, y la familia de mi hermano. Básicamente, además de nosotros, están
las cinco familias fundadoras de esta manada.
a mirar a Joe, que aún estaba de pie detrás de él. ―A menos que, por supuesto,
le gustara entrar en esto. ¿Cuántos miembros tienen en su manada?
―Los suficientes para comenzar las cosas hasta que esté el programa de
cría en marcha, pero tendría que hablar de esto con mi Alfa antes de poder
darle el visto bueno. Querrá saber lo que hay para él. Mientras tanto, yo le
podría dar algunos nombres para empezar. Hay algunos miembros de nuestra
manada, que no me importaría ver desaparecer. ―dijo Joe.
―¿Y los demás miembros de la manada? ¿Qué pasa con ellos? ―preguntó
Devlin.
―Ellos no saben nada acerca de esto, y prefiero que siga siendo así. Entre
menos gente lo sepa, con menos gente tendremos que compartir —dijo Douglas
al volverse para mirar a Devlin.
―¿Y estás seguro de que nadie más lo sabe excepto las familias
principales? Si estoy de acuerdo con este plan, no quiero compartir ―dijo Reece.
Y también estaba ese pequeño detalle de estar totalmente asqueado con todo el
asunto.
―Tengo una última pregunta, Douglas. ¿Qué tiene que ver este plan con
mi acoplamiento con Adrianna? ¿Por qué es tan importante para ella gobernar a
mi lado? ¿No podemos poner en práctica el programa de cría sin ella?
―Te quiero tanto, bebé, y siento tanto haber tenido que decir aquellas
cosas. ―susurró él en el pelo de Keeley.
―Siempre.
124
Capitulo 10.-
Reece negó con la cabeza. ―No lo sé, bebé. Ellos deben ser detenidos. No
estoy seguro de cómo hacerlo.
―Donovan, has estado aquí tanto como yo. ¿Alguna idea de quienes son
las familias que no pertenecen al núcleo?
Reece asintió. ―¿Podrías ir con Joe y Nate, y sacarlos de aquí? Diles que
es una orden de su Alfa, y que deben irse inmediatamente llevándose sólo las
cosas imprescindibles para sus necesidades más importantes.
125 Donovan asintió con la cabeza. ―¿Qué vas a estar haciendo?
―Espero poner fin a sus planes. Después de eso, estaremos justo detrás
de ti.
Reece miró a Joe. ―¿Tú manada puede utilizar uno o dos ejecutores más?
―Pero…
―Verdad―contestó Nate.
―Verdad.
Keeley hizo rodar sus ojos. ―Está bien, está bien, te creo. Vamos a vivir
en Wolf Creek y tú vas a ser un ejecutor al igual que Joe.
126
―Por supuesto, eso significa que puedes visitar a Nate cuando quieras
hacerlo. No te olvides de eso, Keeley―se apresuró a añadir Joe.
―No estoy seguro que ese sea un buen punto de venta, Joe. ¿Te puedes
imaginar en los problemas en que se podrían meter los dos? ―Donovan se rió
mientras daba palmaditas en la espalda de Joe. ―¿Nate no tiene ninguna
bandeja para hornear bizcochos, verdad?
―¿No tenéis todos trabajo por hacer?―Keeley gritó mientras miraba a Joe
y a Donovan.
Reece asintió. ―Gracias. No sabes cuánto aprecio esto. Por favor también
dale mis agradecimientos a tu padre.
―Creo que así es como debe ser― se rió Nate mientras seguía a Joe hacia
la puerta.
―Oye, ¿Reece? ¿Pensé que yo era tu recompensa por hacer cosas buenas?
Reece se rió ante el ligero puchero en los labios de Keeley. Lo agarró del
brazo y tiró de él más cerca de su pecho, inclinándose para acariciar la parte
superior de su cabeza. ―Estás aquí para volverme loco y hacerme preguntas
como esa.
―Keeley.
―Me gustaría preguntarte por cuanto tiempo, pero los dos sabemos que
no puedes decirme la hora― dijo Keeley mientras daba un paso atrás. Inhalando
profundamente, miró a Reece en serio ―¿Qué necesitas que haga?
―¿Keeley?
Una vez que tuvo una agradable pila sobre la cama, buscó alrededor de
la habitación algo en donde meterlo todo. Empacó todo lo que tenía en su pila,
y cualquier otra cosa que se le ocurriera.
Cuando sus ojos se posaron en una pequeña botella de vidrio que estaba
129 en la mesita de noche, sabía que tenía algo más que empacar. Agarrando la
botella, quitó la tapa de corcho y olfateo los pétalos de rosa en el interior.
No quedaba mucho olor, pero los recuerdos de las primeras flores que le
había dado Reece iban a durar para siempre. Con cuidado envolvió la botella en
una camisa y la colocó en la maleta y la cerró. Ahora lo tenía todo.
Keeley golpeó una mano sobre su boca para evitar reírse. Esto en
realidad podría ser un poco divertido. Él sabía que ellos estaban en peligro,
incluso probablemente de vida o muerte, pero no había nada que dijera que no
pudiera ponerle un poco de humor a la situación.
―Ya está listo, señor, tal como lo ordenó―dijo en voz baja antes de
sentarse en el piso entre las piernas de Reece, cruzando sus manos juntas sobre
su regazo. Mirando a través de sus pestañas pudo ver a Douglas asintiendo con
su cabeza satisfecho.
Keeley se volvió y miró hacia arriba a Reece, con una real sonrisa en su
rostro. ―Sí, señor, así es.
Keeley quería estar enojado con Reece por estar de acuerdo en dejar a
Douglas tenerlo, salvo que él había aceptado sólo si seguía con el plan y Keeley
131 sabía que él nunca aceptaría el plan de Douglas.
―¿Señor?―
―Por supuesto, señor― dijo Keeley, con una pequeña sonrisa en sus
labios mientras trataba de decirle a Reece que había entendido lo que Reece
estaba diciendo ―Si usted cree que el plan es bueno, estaría más que feliz de ser
su recompensa.
132 No podía creer que después de todo lo que había dicho Douglas sobre
que él no podía estar acoplado a un hombre y lo malo que eso era, Douglas en
realidad quería que él compartiera a Keeley. No se había dado cuenta hasta
ahora lo bien que lo había convencido de que estaba considerando su pequeño
programa de reproducción.
―No tengo dudas, una vez que vea lo bueno que es este plan, estará de
acuerdo con esto, Alfa ―dijo Douglas mientras levantaba sus ojos para mirar
nuevamente los de Reece ―Va a traernos todo lo que alguna vez hemos
deseado.
133 Keeley se volvió para ver a Reece de pie en la puerta de la cocina, con
sus brazos cruzados sobre su amplio pecho. ―Lo estaría haciendo mucho mejor
si nuestro baboso residente se hubiese ido, pero salvo eso, lo estoy llevando
bien. ¿Qué hay de ti?
―No hay nada que pueda hacer para sacar el hedor de él. ¿Puedes creer
que en verdad quería que me compartieras después de decir una y otra vez lo
erróneo que era?
―Sólo para mí― murmuró Reece justo antes de bajar sus labios a los de
Keeley. Su boca cubrió la de Keeley con hambre. Los dedos de Reece se
deslizaron sensualmente sobre sus desnudos brazos mientras tiraba de Keeley
hacia él.
―Keeley, no pienso que eso sea… ―Reece comenzó mientras sus ojos
volaban hacia la puerta y luego de regreso.
―Date le vuelta y deja caer tus pantalones― gruñó Reece, sus manos ya
iban hacia sus propios vaqueros.
Keeley podía sentir las manos de Reece curvadas en garras contra su piel.
Sabía que Reece iba a dejar marcas en sus caderas. Eso sólo hacía que se excitara
más al saber que su amante comenzaba a perder el control.
Keeley no sabía qué pensarían los demás, pero él pensaba que el nudo
136
era una de las mejores cosas de estar acoplado con un hombre lobo. No sabía
cómo había podido vivir sin el nudo antes de conocer a Reece. Esperaba no
tener que volver a hacerlo nunca más.
137
Capitulo 11.-
Reece oyó gritar a Keeley mientras se incorporaba para mirar hacia atrás,
con horror, la retirada de Douglas. Reece al instante volvió a mirar Keeley, con
la preocupación escrita en la cara.
Keeley negó con la cabeza. ―No, está bien. Ve tras él, Reece. Lo sabe. Va
a contárselos ―dijo Keeley, rápidamente empujando a Reece lejos de él. Se
estremeció y dejó escapar un gemido cuando la polla de Reece salió de su
cuerpo―. ¡Ve!
Reece agarró sus pantalones y los subió por las piernas, se apuró en
subir la cremallera. Miró a su compañero una vez más. A Reece le dolió el
corazón cuando vio la pequeña gota de sangre untada en el labio de Keeley.
―Keeley, yo…― Reece comenzó sólo para ser detenido por el dedo de
Keeley sobre sus labios.
―Reece, estoy bien, pero no sé si ese loco vaya junto a sus amigos y les
advierta de que conoces su plan. Ahora ve a buscarlo mientras me limpio. Será
solo un momento― dijo Keeley mientras empujaba a Reece hacia la sala de
estar.
De mala gana, pero sabiendo que Keeley estaba en lo cierto, Reece se giró
138 y corrió hacia la sala de estar. Llegó justo a tiempo para ver a Douglas saltar en
su coche y salir a la carretera. Bueno. ¡Mierda!
de Devlin, Reece se dirigió hacia el estudio. Abrió la puerta y anduvo solo para
detenerse de golpe cuando vio a Devlin tendido en el suelo junto a la
chimenea, con una herida roja en la frente y un pequeño charco de sangre bajo
su cabeza.
―Ah, quieres decir que te atrapó. Bueno, eso te enseñará a no tener sexo
en la cocina. ¿Esta bien Keeley?
Reece asintió y se puso de pie. ―Sí, está bien. Un poco avergonzado, pero
bien. ―Reece le tendió una mano y tiró de Devlin para ponerlo en pie. Dio un
paso más cerca para obtener una mejor visión de la herida en la frente de
Devlin ―La pregunta es ¿Cómo estás tú?
Los ojos de Keeley eran casi blancos. ―Ya vienen. Douglas les llamó
mientras él estaba en el baño. Tenemos que irnos. No podemos esperar más,
Reece. Ellos quieren matarnos, a todos nosotros. Tenemos que irnos ahora.
―dijo Keeley como loco cuando miró a Reece.
―Reece, maldita sea, ¿De qué diablos está hablando Keeley? ¿Cómo sabe
que Douglas hizo una llamada telefónica? ―Devlin gritó cuando él golpeó su
mano sobre el escritorio y se inclinó sobre éste―. ¿Está Keeley metido en esto?
―¿Cómo puedes estar tan seguro? Tal vez lo plantaron allí para atraerte
hacia él―respondió Devlin.
―Devlin, sé que estás tratando de mirar todo esto con objetividad, pero
estoy absolutamente seguro de que Keeley no está involucrado con Douglas.
―Sí, y también la tuya. ―Reece podía ver a Devlin mirarlo confuso. Por lo
menos, lo entendió. No había tenido la oportunidad de contarle a Devlin lo de
la capacidad de Keeley.
―Me gustaría dar mi último aliento por Reece― dijo una voz suave desde
la puerta. Reece se volvió para ver a Keeley allí, con su aliento atrapado en su
garganta, por la promesa brillando en los ojos de color verde de Keeley.
una de ellas. Había toda una gama de cosas eróticas en lo que a Keeley se
refería.
―¿Vienes, Dev?― gritó por encima del hombro mientras salía del estudio.
Observó a Keeley dejar de luchar para mirar por encima de él. Le dolió el
corazón cuando la luz de la luna atrapó las lágrimas en el rostro de Keeley. ―Te
quiero, Keeley.
―Te quiero― sollozó Keeley a través de sus lágrimas―. Más te vale que
vuelvas a mí, Quilliam Reece. ¿Me oyes? Voy a estar esperándote.
―Iré muy pronto, bebé. Ahora, ve, ve con Devlin― dijo Reece en voz baja.
Sintió el escozor de las lágrimas en la esquina de sus ojos al ver a Devlin
escoltar a Keeley hacia atrás a la casa y cerrar la puerta cuando entraron en ella.
Keeley pasó su brazo sobre sus ojos para secar las lágrimas cuando
Devlin lo sacó por la puerta trasera a través del patio directamente hacia los
árboles. A los pocos pasos fueron devorados completamente por las sombras.
Con una mano delante de él para apartar las ramas y que no lo golpearan
en la cara, y la otra mano en el brazo de Devlun, Keeley le seguía ciegamente en
medio de la oscuridad más allá del patio trasero. El único sonido que podía oír
era el latido rápido de su corazón y sus pasos corriendo por el bosque.
tiempo había estado corriendo cuando sintió que le empezaba una pequeña
punzada en la nuca.
Por un instante, temió que los hubieran seguido, que estuvieran a punto
de ser capturados. Entonces, un pequeño zumbido comenzó a filtrarse a través
de su mente hasta que se convirtió en una voz. Se hizo más alto y más, hasta
que Keeley dejó de andar y agarró su cabeza.
Sí, cariño, soy yo. He oído que pedías ayuda. Yo no sabía que podías hablar
telepáticamente.
Llama a Joe y Nate. Díles que Reece está en la cabaña y que está en grandes
problemas. La manada vino a por él. Hizo que me fuera con Devlin, pero él está
absolutamente solo, Taylor. Es fuerte, pero no creo que sea lo suficientemente fuerte
como para enfrentarse a todos ellos él solo. Por favor, Taylor, tienes que ayudarlo.
Bueno, Taylor respondió mentalmente, voy a llamar a Joe, pero quiero que
vuelvas junto a tu compañero. Tengo un plan, pero necesito que estés allí para que
funcione.
Uh, está bien, pero no estoy seguro de cómo librarme de Devlin, Keeley
respondió, le echó un vistazo a Devlin a través de sus pestañas. No hay forma en
que me vaya a dejar volver con Reece. No después de que Reece le dijera que me
144 mantuviera a salvo.
¿Golpearlo con algo? ¿Has visto lo grandes que son estos tipos? Keeley
preguntó.
Sí, parece que Justin y yo nos acoplamos con el hermano de Devlin, Chase. Sé
exactamente lo grandes que son.
Whoa, amigo, ¿en serio? Eso hizo a Keeley parar. Levantó la vista a tiempo
para ver a Devlin a su vez mirarlo con confusión. Rápidamente hizo una
búsqueda sobre el terreno, de algo con lo que pudiera golpear a Devlin.
Bueno, Taylor, estoy en camino de regreso a la cabaña. ¿Cuál es ese gran plan
tuyo? Keeley envió a Taylor.
145
Reece cruzó los brazos sobre el pecho y vió a la gente que caminaba
lentamente hacia él. A algunos de ellos los reconoció, al igual que a Douglas y a
Adrianna. A otros no los conocía. Sin embargo, un conteo básico, le dijo que era
casi la mitad de su manada, lo que significaba que era probable que todos
estuvieran involucrados con el programa de cría.
―Perra, reina, es casi lo mismo para mí. Aún así, seré la responsable―dijo
Adrianna dando un paso adelante―. Y esta seguirá siendo mi manada.
―Por ahora...
―Mátalo―susurró Adrianna.
Con ese pensamiento en mente, Reece se lanzó hacia el hombre lobo más
cercano, golpeándole con sus garras antes de pasar al siguiente.
147 Reece sintió el agarre de alguien por detrás, tirándole contra el suelo. Y
sntes de que pudiera luchar, para que de alguna forma pudiera alcanzar su
libertad, más cuerpos se abalanzaron para sugetarlo hasta que fue incapaz de
moverse.
―No eres tan peleón ahora, ¿verdad? ―ella le dijo arrastrando las
palabras―. Me pregunto si vas a serlo cuando tenga a tu pequeña mascota en
mis manos. Tal vez lo drene lentamente y te permita verlo. ¿Te gustaría verlo,
Alfa?
Reece le hizo a Adrianna una mueca. ―Se ha ido. No podrás llegar a él.
―Ah, ¿pobre niño herido? Déjame besar esto, te sentirás mejor ―dijo
Adrianna cuando ella se inclinó y lamió la sangre sobrante de los labios de
Reece, gimiendo cuando la potencia de la sangre de hombre lobo de
Reece golpeó su sistema.
que caía por el rostro de Adrianna cuando se puso de pie hizo que todo el
dolor valiera la pena.
Reece se preparó, esperando que el golpe fatal cayera. Cerró los ojos y
envió una oración final para que Devlin tuviera tiempo de poner seguro a
Keeley y luego se resignó a su inminente muerte.
149
Capitulo 12.-
Lo que más lo asustó fue ver a Reece de rodillas entre dos hombres lobos
inmensos. Sólo tuvo el tiempo suficiente para asimilar la pequeña sonrisa en la
cara de Reece antes de que Adrianna comenzara a gritar.
― ¡Mátalo ahora!
―Así que la pequeña mascota ha decidido salir a jugar ―se rió entre
dientes Adrianna mientras se volvía para enfrentar a Keeley.
―Oh, yo no, pero ellos lo harán ―dijo Keeley mientras apuntaba hacia el
pequeño claro. Podía ver que la sorpresa llenaba la cara de Adrianna, seguido
rápidamente por declarado terror cuando los hombres empezaron a aparecer de
la nada. Ellos cercaron a Adrianna y a su pequeño grupo de hombres lobos
hasta que fueron completamente rodeados.
―No juego bien con otros, Adrianna, pero me gusta invitar a mis amigos
a una fiesta ―dijo Keeley mientras caminaba un par de pasos hasta que estuvo a
un paso de ella. ―Ahora, deja ir a Reece, y puede que te permita vivir.
Keeley cruzó sus brazos sobre su pecho y le levantó una ceja. ―Sí, ¿y
qué?
―Bla, bla, bla. Maldición, te gusta oírte hablar, ¿No es así?― la incitó
Keeley. Podía sentir sus piernas temblar cuando Adrianna lo miró, sabiendo
que ella iba ir tras él a cualquier segundo.
Tenía que alejarla lo suficiente de Reece para que los otros pudieran
ayudarlo a liberarse. Luego ellos podrían lidiar con su alteza real. Parecía que
estaba haciendo un muy buen trabajo incitándola, Keeley dio un pequeño paso
hacia atrás mientras Adrianna avanzaba hacia él.
Escuchando una pesada respiración sobre él, Keeley giró su cabeza para
ver la gigante figura de peluche de pie encima de él. Él se echó hacia atrás
cuando unas manos con inmensas garras se inclinaron sobre él antes de ver los
sombríos ojos negros mirándolo.
―Reece― susurró Keeley mientras alzaba una mano hacia el hombre lobo
parado sobre él. En el momento que fue levantado, Keeley lanzó sus brazos
alrededor de su pareja, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Reece y
sujetándolo con fuerza contra su cuerpo.
152 ―¡Mío!― Reece gruñó en el oído de Keeley, su voz era profunda y grave,
mientras se inclinaba sobre él.
Una dorada ola de pasión y amor fluyó entre ellos mientra Reece
continuaba empujando en el apretado cuerpo de Keeley. Las manos de Reece
comenzaron a explorar las suaves líneas de la espalda, cintura y caderas de
Keeley.
―¿Reece?
―Juro por Dios, Keeley, que si me golpeas una vez más, te voy a ahogar
mientras duermes. ¿Con qué demonios me golpeaste esta vez?― gritó Devlin
mientras miraba a Keeley.
―Keeley, si tú…― cuando Devlin comenzó otra vez, Reece decidió que
era tiempo de intervenir. Tenía mayores preocupaciones que el que Keeley
hubiera golpeado en la cabeza a Devlin. Es decir, la gente de afuera.
―Sí, Taylor, gracias por todo. También dale a los chicos mis
agradecimientos. Fueron de mucha ayuda. Nosotros deberíamos ir a Wolf
Creek tan pronto como recojamos nuestras cosas, así que te iré a ver en un par
de días.
―Me parece bien. Nos vemos, amigo― dijo Taylor. Él levanto una ceja y
sonrió mientras chasqueaba sus dedos… luego simplemente desapareció.
―Uh, ¿Keeley? ¿Hay algo que debas decirme?― preguntó Reece mientras
se volvía a mirar a su pareja, alucinado.
Reece dejó escapar un gran suspiro mientras pasaba sus manos por su
cara. Respiró hondo y se volvió para mirar a Keeley. ―Desde el principio,
Keeley. ―Sus labios se retorcieron en una sonrisa mientras miraba a Keeley
poner sus ojos en blanco.
―No quería dejarte luchar solo por tu cuenta. Tenía miedo de que nunca
volviera a verte, así que, mientras Devlin y yo estábamos corriendo por el
bosque, llamé a unos pocos de mis amigos de antes cuando…
―Es uno de los estudiantes que se encontraba detenido y era usado por el
profesor, al igual que Nate y yo. Chase y Donovan nos ayudaron a liberarnos―
Keeley se volvió para mirar a un Devlin sorprendido, luego a Reece ―¿No le
explicaste esto a él?
Reece negó con la cabeza. ―No tuve tiempo. He estado muy ocupado
luchando con una perra psicótica que trataba de matar a mi compañero. Un
compañero que aún está en problemas porque no buscó su seguridad como yo
le había dicho.
Keeley hizo ondear su mano hacia él, luego cruzó sus brazos sobre su
pecho. ―Oh, ya supéralo. Tú eres mi compañero, no mi amo. Haré lo que me
digas sí creo que es una buena idea. Sí no…― Keeley se encogió de hombros.
―Esto es tan gracioso. Desearía tener una cámara de video, porque Chase
y Donovan nunca van a creer esto. Keeley es al menos treinta centímetros más
bajo y cuarenta y cinco kilos más ligero que tú. Por si fuera poco él es un
humano. Y de verdad no creo que haya nada en ti que lo intimide. ―Se rió
Devlin.
había reclamado en el estudio, pero Keeley sólo le había recordado a Reece que
le debía una manicura y le había pedido su camisa.
158
Capitulo 13.-
―¡Hey, bebé, estoy en casa!― una voz gritó desde el piso de abajo.
―Estoy aquí― le llamó Keeley. Sonrió al oír el ruido sordo de pasos que
corrían por las escaleras justo antes de que la puerta del dormitorio se
abriera. Keeley alzó la vista mientras soplaba sobre las uñas una vez más.
―¿Y por qué debo estar celoso de este amante tuyo?― preguntó.
-Fin-
161