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INTRODUCCION.
El ser humano por querer volar ha permitido que el pensamiento vaya evolucionando para
lograr grandes avances tecnológicos en la industria aeronáutica, desde tratar de imitar el vuelo de
un ave con alas echas de madera y plumas colocadas en los brazos sin lograr resultados favorables,
hasta las complejas maquinas voladoras que conocemos en la actualidad.
Volar ha sido uno de Los grandes sueños de la humanidad. Desde la leyenda de Ícaro hasta
el primer vuelo en globo, han sido mucho de los intentos de diseño y construcción de máquinas
capaces de volar
Muchas personas decían que volar era algo imposible para las capacidades de un ser
humano. Pero aun así, el deseo existía, y varias civilizaciones contaban historias de personas
dotadas de poderes divinos, que podían volar.
DESARROLLO
Muchas personas decían que volar era algo imposible para las capacidades de un ser
humano. Pero aun así, el deseo existía y varias civilizaciones contaban historias de personas
dotadas de poderes divinos que podían volar. El ejemplo más conocido es la leyenda de Ícaro y
Dédalo, que encontrándose prisioneros en la isla de Minos se construyeron unas alas con plumas y
cera para poder escapar. Ícaro se aproximó demasiado al Sol y la cera de las alas comenzó a
derretirse, haciendo que se precipitara en el mar y muriera. Esta leyenda era un aviso sobre los
intentos de alcanzar el cielo, semejante a la historia de la Torre de Babel en la Biblia, y ejemplifica
el deseo milenario del hombre de volar.
A partir de entonces, las mejoras se fueron sucediendo, y cada vez se lograban mejoras
sustanciales que ayudaron a desarrollar la aviación hasta tal y como la conocemos en la
actualidad. Los diseñadores de aviones se siguen esforzando en mejorar continuamente las
capacidades y características de estos, tales como su autonomía, velocidad, capacidad de carga,
facilidad de maniobra o la seguridad, entre otros detalles. Las aeronaves han pasado a ser
construidas de materiales cada vez menos densos y más resistentes. Anteriormente se hacían de
madera, en la actualidad la gran mayoría de aeronaves emplea aluminio y materiales compuestos
como principales materias primas en su producción. Recientemente, los ordenadores han
contribuido mucho en el desarrollo de nuevas aeronaves.
Se sabe que alrededor del año 400 a. C., Arquitas de Tarento, un estudioso de la Antigua
Grecia, construyó un artefacto de madera que él mismo bautizó con el nombre de "Peristera" (en
griego: Περιστέρα, "Paloma"), que tenía forma de ave y era capaz de volar a unos 180 metros de
altura. Utilizaba un chorro de aire para alzar el vuelo, pero no se tiene constancia de qué era lo
que producía ese chorro. El objeto volador se amarraba mediante unas cuerdas que permitían
realizar un vuelo controlado hasta que el chorro de aire terminaba. Este artefacto de madera
probablemente fue la primera máquina voladora capaz de moverse por medios propios.
La linterna de Kong Ming, precursora del globo aerostático, era conocida en China desde la
antigüedad. Su invención se atribuye al general Zhuge Liang, y fueron usadas para asustar a las
tropas enemigas. Sobre el año 300 a. C. los chinos inventaron la cometa, que se considera un tipo
de planeador, y desarrollaron técnicas para hacerla volar en el aire. Siglos después, en el año 559
hay documentados vuelos de seres humanos usando cometas. El emperador Gao Yang
experimentó con prisioneros, entre los que se encontraba Yuan Huangtou, hijo del anterior
emperador, Yuan Lang. Les ordenó lanzarse desde lo alto de una torre, y Yuan Huangtou planeó
hasta sobrepasar las barreras de la ciudad, aunque poco después moriría ejecutado.
En el año 852, el andalusí Abbás Ibn Firnás, se lanzó desde el minarete de la mezquita de
Córdoba con una enorme lona para amortiguar la caída, sufriendo heridas leves, pero pasando a la
historia como el precursor de los modernos paracaídas. En el 875, contando con 65 años de edad,
Ibn Firnás se hizo confeccionar unas alas de madera recubiertas de tela de seda que había
adornado con plumas de rapaces. Con ellas se lanzó desde lo alto de una colina, y logró
permanecer en el aire durante un breve espacio de tiempo, aunque hay relatos que afirman que
voló durante más de diez minutos. El aterrizaje resultó muy violento y Abbás Ibn Firnás se fracturó
las dos piernas, pero consideró que la experiencia había sido un éxito, al igual que la gran multitud
de personas que lo observaron.
Este vuelo sirvió de inspiración para Eilmer de Malmesbury, un monje benedictino, que
más de un siglo después, hacia el año 1010, recorrió más de 200 metros en el aire, sobre un
aparato similar al de Abbás Ibn Firnás.
En el 1290, Roger Bacon, un monje inglés, escribió que el aire, al igual que el agua, tenía
algunas características propias de los sólidos. Bacon estudió las ideas de Arquímedes relacionadas
con la densidad de los elementos, y llegó a la conclusión de que si las personas pudieran construir
una máquina que tuviese las características adecuadas, el aire podría soportar esa máquina, al
igual que el mar soporta un navío.
Muy probablemente fue el artista e inventor italiano Leonardo da Vinci la primera persona
que se dedicó seriamente a proyectar una máquina capaz de volar. Leonardo diseñó planeadores y
ornitópteros, que usaban los mismos mecanismos usados por los pájaros para volar, a través de un
movimiento constante de las alas para arriba y para abajo. Sin embargo, nunca llegó a construir
tales máquinas, pero sus diseños se conservaron, y posteriormente, ya en el siglo XIX y siglo XX,
uno de los planeadores diseñados por Leonardo da Vinci fue considerado digno de atención. En un
estudio reciente, se creó un prototipo basado en el diseño de ese mismo planeador, y de hecho, el
aparato era capaz de volar. No obstante, al interpretar el diseño del planeador, se aplicaron
algunas ideas modernas relacionadas con la aerodinámica. Aun así, este diseño es considerado
como el primer esbozo serio de una aeronave.
Según crónicas de la época, el primer vuelo realizado con éxito de un globo de aire
caliente, fue gracias al padre Bartolomeu Lourenço de Gusmão, un portugués nacido en Brasil en
la época colonial, que logró alzar el vuelo de un aerostato, al que denominaría passarola, el 8 de
agosto de 1709 en la corte de Juan V de Portugal, en Lisboa. En la demostración, la passarola se
elevó unos tres metros por encima del suelo, dejando impresionados a los observadores, y
ganándose el apodo de Padre Volador. No se conservaron descripciones detalladas del
acontecimiento, probablemente debido a que fueron destruidas por la inquisición, pero algunos
diseños fantasiosos de la excéntrica aeronave salieron en el periódico vienés Wienerische Diarium
de 1709. Según una crónica de ese periódico, el aparato consistía en un globo de papel grueso,
que dentro contenía un cuenco con fuego, y que consiguió elevarse más de veinte palmos. No
obstante, la passarola no influyó en los desarrollos de la aviación que ocurrirían posteriormente.
El primer estudio de aviación publicado fue Sketch of a Machine for Flying in the Air
(Esbozo de una máquina para volar por el aire), de Emanuel Swedenborg, publicado en 1716. Este
esbozo de máquina voladora consistía en un fuselaje y dos grandes alas que se moverían a lo largo
del eje horizontal de la aeronave, generando el empuje necesario para su sustentación en el aire.
Swedenborg sabía que su máquina jamás volaría, pero decía que los problemas que existían en su
diseño serían resueltos en el futuro. Sus palabras fueron:
“Parece más fácil hablar de una máquina capaz de volar, que de construir una capaz de alzar el
vuelo, debido a que esto requiere una mayor cantidad de fuerza de la que el hombre es capaz de generar,
y menos peso que el de un cuerpo humano. La ciencia mecánica tal vez podrá ayudar, como una fuerte
barra en espiral. Si estos requisitos se cumplen, tal vez un día sabremos mejor como usar este diseño y así
realizar las mejoras necesarias para intentar cumplir lo que nosotros actualmente, apenas conseguimos
describir. Tenemos pruebas suficientes y ejemplos en la naturaleza que nos dicen que volar sin peligro es
posible, aunque cuando se realicen los primeros intentos, posiblemente tendremos que pagar por la falta
de experiencia, con un brazo o una pierna (quebrada)”.
La fuerte barra en espiral descrita por Swedenborg es lo que actualmente se conoce como
hélice. Él sabía que la sustentación y la manera de generar esa sustentación serían indispensables
para la creación de un aparato capaz de volar por medios propios.
El primer vuelo humano del que se tiene noticia fue realizado en París el 15 de octubre de
1783, en un globo cautivo. Dos meses más tarde, el doctor Jean-François Pilâtre de Rozier y el
noble François Laurent d'Arlandes, realizaron el primer vuelo libre en una máquina creada por el
hombre. Consiguieron volar durante 25 minutos, recorriendo ocho kilómetros en un globo de aire
caliente, inventado por los hermanos Montgolfier, dos fabricantes de papel. El aire dentro de la
cámara de aire del globo se calentaba por una hoguera de madera. El globo tenía el inconveniente
de que era incontrolable, volaba donde el viento le llevase. Este globo, por ser bastante pesado,
alcanzó una altura máxima de apenas 26 metros. Los hermanos Montgolfier continuaron
fabricando otros globos, logrando varios vuelos con éxito, lo que hizo que la experimentación de
vuelos con globos se extendiera por Europa a lo largo del siglo XVIII. Los globos permitían la
profundización en los conocimientos acerca de la relación entre altitud y atmósfera. Incluso
Napoleón Bonaparte planeó usar globos en una posible invasión francesa a Inglaterra.
En noviembre de 1792, los ensayos realizados por un grupo de artilleros en el Real Colegio
de Artillería de Segovia y después ante el rey Carlos IV de España del vuelo de un globo
aerostático, todos ellos dirigidos por Louis Proust; fueron los primeros realizados en el mundo en
el aspecto militar.
También en España, Diego Marín Aguilera fue el primer hombre, que se tiene noticia que
voló con un aparato que pesaba más que el aire. En la noche de 15 de mayo de 1793, Diego Marín
Aguilera realizó en Coruña del Conde, provincia de Burgos, un vuelo de 360 metros con un
artefacto de hierro y plumas de ave, controlado por el propio piloto que logró alcanzar «cinco a
seis varas» de altura sobre el punto de partida hasta tomar tierra al otro lado del río después de
haber hecho un recorrido de «431 varas castellanas» (unos 360 metros). El motivo del rápido
aterrizaje fue la rotura de uno de los pernos que movían las alas. A la mañana, al enterarse los
vecinos de lo acontecido en aquella noche emotiva de mayo, se mofaron de su convecino Marín,
creyéndole loco, e incendiaron el plumífero aparato como cosa diabólica.
Otros inventores, como el francés Jacques Charles, sustituyeron el aire caliente por
hidrógeno, que es un gas más ligero que el aire. Pero de igual forma, los globos seguían sin poder
ser dirigidos, y solamente la altitud era controlable por los aviadores.
En el siglo XIX, en 1852, el ingeniero francés Henri Giffard inventó el dirigible, que es una
máquina más ligera que el aire, y se diferencia del globo en que su dirección sí podía ser
controlada a través del uso de timones y motores. El primer vuelo controlado de un dirigible se
realizó el 24 de septiembre de ese mismo año en Francia, controlado por el propio Giffard,
logrando recorrer 24 kilómetros, a una velocidad de 8 km/h usando un pequeño motor a vapor. A
lo largo de finales del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, el dirigible fue un método de
transporte de confianza.
Con la invención del globo y del dirigible, los inventores pasaron a intentar crear una
máquina más pesada que el aire, que fuese capaz de volar por medios propios.
En 1856 el francés Jean-Marie Le Bris realizó el primer vuelo que planeó más alto que su
punto de despegue, gracias a su planeador, el L'Albatros artificiel, el cual, para despegar, fue
arrastrado por caballos en la playa. Según afirmó, alcanzó una altura de 100 metros y recorrió una
distancia de 200.
En esa época, Frank Wenham intentó construir una serie de planeadores, pero no tuvieron
éxito. En sus esfuerzos, descubre que la mayor parte de la sustentación de un pájaro parecía ser
generada en la parte frontal, y Wenham dedujo que unas alas finas, largas y fijas, semejantes a las
alas de los aviones actuales, serían más eficientes que las alas similares a las de pájaros o
murciélagos. Su trabajo fue presentado en la recién creada Royal Aeronautical Society de Gran
Bretaña en 1866, y Wenham decidió probar sus ideas construyendo el primer túnel de viento del
mundo, en 1871. Los miembros de la sociedad hicieron uso del túnel y quedaron sorprendidos y
encantados con el resultado: las alas fijas generaban sensiblemente más sustentación que lo que
los científicos habían previsto. Este experimento claramente demostró que la construcción de
máquinas más pesadas que el aire era posible, el problema era como generar el empuje necesario
para mover el aparato hacia delante, ya que habían comprobado que las aeronaves de ala fija
precisaban de un flujo de aire constante pasando por las alas, y aún hacía falta poder tener el
control de la aeronave en vuelo.
La década de 1880 fue un tiempo de estudios intensos, caracterizados por los gentleman
scientists, científicos que disponían de recursos necesarios para investigar de manera
independiente sin tener que depender de financiación ajena, que hicieron la mayor parte de las
investigaciones en el campo de la aeronáutica hasta la llegada del siglo XX. Se realizaron un gran
número de avances que harían posible disponer de los primeros planeadores prácticos. Tres
nombres en particular aportaron grandes conocimientos: Otto Lilienthal, Percy Pilcher y Octave
Chanute.
Uno de los primeros planeadores modernos fue construido en Estados Unidos por John
Joseph Montgomery, que voló en su máquina el 28 de agosto de 1883, en un vuelo controlado.
Pero tuvo que pasar mucho tiempo para que los trabajos de Montgomery fueran conocidos. Otro
planeador fue construido por Wilhelm Kress en 1877 en Viena.
Lilienthal realizó con éxito varios vuelos hasta 1896, año en el que falleció en un accidente
aéreo el 9 de octubre, causado por un viento lateral repentino, que rompió un ala de su aeronave
en pleno vuelo, haciendo que se precipitara desde una altura de 17 metros. Por todo eso,
Lilienthal es considerado la primera persona que realizó un vuelo planeado controlado, en el cual
era el piloto el que controlaba a la aeronave. Sus últimas palabras antes de morir, al día siguiente,
fueron: «Deben hacerse sacrificios».
En el siglo XIX se realizaron algunos intentos de producir un avión que despegase por
medios propios. Pero la mayoría de ellos eran de pésima calidad, construidos por personas
interesadas en la aviación pero que no tenían los conocimientos de los problemas que trataron
Lilienthal y Chanute.
En 1843, William Henson, un inventor inglés, registró la primera patente de una aeronave
equipada con motores, hélices, y provista de un ala fija, lo que en la actualidad se conoce como
avión. Pero el prototipo construido basándose en los diseños de Henson no tuvo buenos
resultados, y desistió en su proyecto. En 1848, su amigo John Stringfellow construyó una pequeña
aeronave basada en los diseños de Henson, que tuvo éxito en ciertos aspectos, pudiendo despegar
por medios propios, pero lo hacía sin piloto, y podía volar apenas dos o tres segundos.
En 1890, Clément Ader, un ingeniero francés, construyó un avión al que llamó Éole,
equipado con un motor a vapor. Ader consiguió despegar en el Éole, pero no consiguió controlar el
aparato, y solo pudo recorrer unos 50 metros en el aire. Aun así, consideró los resultados
satisfactorios, y se planteó construir una aeronave mayor, cuya construcción le llevó cinco años de
su vida. Pero por desgracia, su nuevo avión, denominado Avión III era demasiado pesado y nunca
fue capaz de despegar.
En 1884 el ruso Aleksandr Mozhaiski diseñó y creó un monoplano con el que logró
despegar gracias a un motor a vapor y recorrer una distancia de entre 20 y 30 metros.
Después de los éxitos de estas pruebas de vuelo, Langley decidió construir un avión que
fuese capaz de volar pilotado por una persona, por lo que comenzó a buscar personas dispuestas a
invertir en su nueva máquina. Es entonces cuando el gobierno estadounidense le subvencionó con
cincuenta mil dólares, gracias al interés que despertaba la idea de disponer de un aparato que
sirviera como observador militar aéreo, ya que en ese momento se iniciaba la guerra hispano-
estadounidense. Langley construyó entonces su Aerodrome A, y pasó a realizar pruebas en una
versión idéntica pero con un cuarto de tamaño con respecto al modelo original, y sin tripulantes.
El prototipo voló dos veces el 18 de julio de 1901, realizando con éxito hasta 1903 algunos
despegues más.
Por toda la labor realizada dentro del mundo de la aviación, Langley fue reconocido por el
Instituto Smithsoniano, una institución educacional ubicada en Washington D. C., como el inventor
del avión, gracias a que Glenn Hammond Curtiss posteriormente haría varias modificaciones en el
Aerodrome A de Langley en la década de 1910, y conseguiría alzar el vuelo.
Meses después, en enero de 1902 logró volar 10 kilómetros sobre Long Island en su
modelo Número 22. Pero antes de eso, algunos testigos confirman un vuelo de 1 km hacia el año
1899. Tanto el modelo Número 21 como el Número 22 eran monoplazas, el primero impulsado
con un motor de 15 CV y el segundo con un motor de 30 CV. El motor aceleraba las ruedas
delanteras para adquirir la velocidad de despegue y el piloto cambiaba la fuerza hacia las hélices.
De esta forma se evitaba el mecanismo de catapulta necesario en el modelo de los hermanos
Wright.
Los planos de los modelos de Whitehead han sido conservados y en 1937, Stella Randolph
recopiló su labor en la obra Los vuelos perdidos de Gustave Whitehead. El reconocimiento a
Gustave Whitehead solo vendría a partir de esa época.
Durante la década de 1890, los hermanos Wilbur y Orville Wright empezaron a interesarse
por el mundo de la aviación, especialmente con la idea de fabricar y hacer volar una aeronave más
pesada que el aire, que pudiese despegar por medios propios. En esa época, ambos administraban
una fábrica de bicicletas en Dayton (Ohio, Estados Unidos), y comenzaron a leer y estudiar con
gran interés, libros y documentos relacionados con la aviación. Siguiendo el consejo de Lilienthal,
en el año 1899 empezaron a fabricar planeadores. A finales de siglo, comenzaron a realizar sus
primeros vuelos con éxito con sus prototipos, en Kitty Hawk (Carolina del Norte), lugar elegido
debido a que en esa zona podían encontrar vientos constantes, que soplaban también en una
misma dirección, facilitando así los vuelos con planeadores. Además de eso, la zona disponía de un
suelo plano, que hacía más fáciles los aterrizajes.
El avión que fabricaron los hermanos Wright era un biplano al que denominaron Flyer
(Volador). El piloto permanecía echado sobre el ala inferior del avión, mientras que el motor se
situaba a la derecha de este, y hacía girar dos hélices localizadas entre las alas. La técnica del
alabeo consistía en cuerdas atadas a las puntas de las alas, de las que el piloto podía tirar o soltar,
permitiendo al avión girar a través del eje longitudinal y vertical, lo que permitía que el piloto
tuviera el control del avión. El Flyer fue el primer avión registrado en la historia de la aviación,
dotado de maniobrabilidad longitudinal y vertical, excluyendo a los planeadores de Lilienthal,
donde el control era realizado a través de la fuerza del propio tripulante.
El 17 de diciembre de 1903, apenas unos meses después de las pruebas sin éxito de
Langley, Orville Wright se convirtió en la primera persona en volar sobre una aeronave más pesada
que el aire, propulsada por medios propios, aunque no sin controversias. El vuelo sucedió en Kitty
Hawk. Los hermanos utilizaron rieles para mantener el aparato en su trayecto, y una catapulta
para impulsarlo. El avión ganó altitud al acabar el recorrido sobre los raíles, recorriendo 37 metros
a una velocidad media de 48 km/h durante los 12 segundos que duró el vuelo. Ese mismo día
realizaron tres vuelos, que fueron presenciados por cuatro socorristas y un niño de la zona,
haciendo que estos fueran los primeros vuelos públicos y documentados. En un cuarto vuelo
realizado el mismo día, Wilbur Wright consiguió recorrer 260 metros en 59 segundos. Algunos
periódicos del estado de Ohio, entre ellos el Cincinnati Enquirer y el Dayton Daily News publicaron
el día siguiente la noticia del acontecimiento.
Los hermanos Wright realizaron diversos vuelos públicos (más de 105) entre 1904 y 1905,
esta vez en Dayton, Ohio, invitando a amigos y vecinos. En 1904, una multitud de periodistas se
reunió para presenciar uno de los vuelos de los Wright, pero a causa de problemas técnicos en su
avión, que no pudieron corregir en dos días, Orville y Wilbur fueron ridiculizados por los medios,
pasando a recibir poca atención, con la excepción de la prensa de Ohio. Varios periodistas de ese
estado, presenciaron diversos vuelos suyos, incluyendo el primer vuelo circular del mundo, y un
nuevo récord de distancia, ya que durante un intento el 5 de octubre de 1905 recorrieron 39
kilómetros en 40 minutos. A partir de 1908, los aviones de los hermanos Wright ya no necesitaron
más la catapulta para alzar el vuelo.
El 7 de noviembre de 1910, realizaron el primer vuelo comercial del mundo. Este vuelo,
realizado entre Dayton y Columbus (Ohio), duró una hora y dos minutos, recorriendo 100
kilómetros y rompiendo un nuevo récord de velocidad, alcanzando los 97 km/h.
El brasileño Alberto Santos Dumont estaba fascinado por las máquinas. En 1891 se mudó
con su padre a París, donde quedó maravillado por el mundo de la aviación. Realizó sus primeros
vuelos como pasajero en globo y posteriormente creó su propio globo, el Brésil (Brasil en francés).
Santos Dumont también creó una serie de modelos de dirigibles, de los que algunos lograron volar
con éxito pero otros no. Los hechos realizados por Santos Dumont en París lo convirtieron en una
persona famosa en esa ciudad.
Santos Dumont, después del 14-bis, inventaría el primer ultraligero, el Demoiselle, que fue
el último aparato que desarrollaría. También realizó importantes avances relacionados con el
control del avión en vuelo y de los alerones de sus aeronaves.
Existe gran controversia en lo relativo a la realización del primer vuelo. Generalmente hay
dos opiniones, los que consideran como autor de esta hazaña a los hermanos Wright
(concretamente a Orville Wright) y los que consideran a Alberto Santos Dumont. Este último
realizó en París el vuelo del 14-bis, el primero de un avión en la historia de la aviación que se logra
sin artificios externos y que queda registrado y publicado. Los especialistas alegan el uso de raíles y
catapultas en las pruebas de despegue de los hermanos Wright, y el testimonio de vuelo del 14-bis
en París por aviadores y autoridades de aviación.
En cuanto a esto, los hermanos Wright no realizaron muchos vuelos públicos, ya que
pretendieron realizar sus vuelos solos o con la presencia de pocos testigos, aunque habían
intentado realizar demostraciones para las fuerzas armadas de los Estados Unidos, de Francia, del
Reino Unido y de Alemania, todas sin éxito, con la intención de evitar el robo de informaciones por
parte de otros aviadores, y en busca de perfeccionar el aparato lo suficiente como para obtener la
patente de su avión (irónicamente, Santos Dumont ponía todas sus invenciones en el dominio
público).
Algunos especialistas en aviación acreditan que los hermanos Wright fueron los primeros
en volar en un avión más pesado que el aire. A pesar de la falta de informes de aviadores y de
organizaciones de aviación, los mismos especialistas también apuntan en el hecho de que, a través
de las noticias publicadas en periódicos de Ohio, el testimonio de habitantes de la región donde
estos vuelos se realizaron y las fotos de estos vuelos, demuestran que estos vuelos ocurrieron,
pero las aeronaves no despegaban por sí solas, sino que utilizaban artefactos que las catapultaban,
haciendo que el vuelo de Santos Dumont sea considerado como el primero en la historia de la
aviación, a pesar de haber ocurrido algunos años después de los primeros vuelos de los hermanos
Wright.
De hecho, los Wright son acreditados en los Estados Unidos, como los primeros en volar
en un avión. Sus primeros vuelos públicos, realizados en presencia de un gran número de testigos,
fueron realizados en 1908 en Le Mans (Francia).
Santos Dumont es considerado el inventor del avión en la mayor parte del mundo, donde
es llamado el padre de la aviación. Varias personas, sin embargo, critican ese título, alegando que
otros aviadores hicieron sus contribuciones en el mundo de la aviación mucho tiempo antes de
Santos Dumont o de los Wright, y que ese título no debería emplearse con ningún aviador en
particular.
Varios aviadores afirmaron haber volado en un avión con anterioridad a los vuelos de los
hermanos Wright y de Santos Dumont, volviendo todavía más controvertido el primer vuelo de la
historia en un avión. Esta controversia fue alimentada por los hermanos Wright, que
permanecieron distanciados de los medios de comunicación mientras preparaban la patente de su
avión, por lo que fueron poco conocidos en su momento por la comunidad de la aviación mundial,
y también por el gran número de posibles primeros vuelos en un avión, por las diferentes
categorías y cualificaciones de las aeronaves y de los medios utilizados para lograr tales vuelos, por
la falta de testigos creíbles y por el orgullo y patriotismo de las naciones de estos aviadores.
Gustave Whitehead afirmó haber volado en una aeronave más pesada que el aire, por
medios propios, el 14 de agosto de 1901. Cometió el error de no documentar su supuesto vuelo,
pero posteriormente, una réplica de su avión denominado Número 21 consiguió alzar el vuelo con
éxito. El estadounidense Lyman Gilmore también dijo haber volado el 15 de mayo de 1902.
En Nueva Zelanda, el granjero e inventor Richard Pearse construyó un monoplano que alzó
el vuelo el 31 de marzo de 1903. Hay grandes evidencias que dicen que eso ocurrió realmente,
entre relatos y fotografías. Pero el propio Pearse admitiría tiempo después que ese vuelo no fue
controlado y que terminó al chocarse en un monte después de haber volado a una altura de unos
3 metros. El alemán Karl Jatho voló en una aeronave más pesada que el aire el 18 de agosto de
1903. Su vuelo fue de corta duración, pero con la velocidad y el diseño de las alas que poseía,
hacían que el avión no fuera controlable por el piloto. Todavía en 1903, hubo testigos que
afirmaban haber visto al escocés Preston Watson realizar vuelos en Errol, al este de Escocia. Pero a
falta de evidencias fotográficas o documentadas, hacen que sea imposible su verificación.
El ingeniero rumano Traian Vuia también afirmó haber volado en un avión, y que logró
despegar y mantenerse en el aire durante un tiempo razonable, y sin ayuda de ningún elemento.
Vuia pilotó el avión que él mismo diseñó y construyó, el 18 de marzo de 1906 en Montesson, cerca
de París. Ninguno de sus vuelos superó los 30 metros de distancia. En comparación, a finales de
1905 los hermanos Wright ya habían realizado vuelos de 39 kilómetros de distancia y de 40
minutos de duración. Sin embargo, los Wright tuvieron que emplear una catapulta para lograr el
despegue.
Durante estos años, dos inventores, el francés Henri Farman y el inglés John William
Dunne, también estaban trabajando por su cuenta en sus propios prototipos de aviones.
En enero de 1908, Farman ganó el Grand Prix de la aviación, con un avión que recorrió un
kilómetro, aunque antes ya se habían realizado vuelos que habían recorrido más distancia, como
el de los hermanos Wright en 1905, recorriendo un total de 39 kilómetros. Más tarde, el 30 de
octubre de 1908, Farman se convirtió en el primero en realizar un vuelo de ciudad a ciudad,
realizado desde el pequeño pueblo de Bouy y Reims, ambas en Francia (27 kilómetros en 20
minutos).52 El 27 de agosto de 1909 volvió a batir otro récord, llegando a recorrer 180 kilómetros
en poco más de tres horas en su avión, el Farman III, y más tarde 232 kilómetros en cuatro horas,
17 minutos y 53 segundos en ese mismo aparato.
Los trabajos iniciales de Dunne fueron patrocinados por las Fuerzas Armadas del Reino
Unido, y probados en Glen Tilt (Tierras Altas de Escocia). Su mejor diseño fue el D4, que voló en
diciembre de 1908, cerca de Blair Atholl, en Pertshire. Sus principales contribuciones a la historia
de la aviación fueron en lo relativo a la estabilidad de las máquinas, que era uno de los principales
problemas a los que se enfrentaron inicialmente los pioneros de la aviación.
El 14 de mayo de 1908, Wilbur Wright realizó el primer vuelo de un avión cargado con dos
personas, portando a Charles Furnas como pasajero.
Al mismo tiempo que se desarrollaban los aviones de ala fija, los dirigibles se volvían cada
vez más avanzados. Durante las primeras décadas del siglo XX, los dirigibles eran capaces de
transportar mucha más carga y pasajeros que los aviones. Muchos de los avances relacionados con
los dirigibles fueron obra del conde alemán Ferdinand von Zeppelin.
En 1918, Torres Quevedo diseñó, en colaboración con el ingeniero español Emilio Herrera
Linares, un dirigible trasatlántico, al que llamaron Hispania, que llegó a alcanzar el estado de
patente, con objeto de realizar desde España la primera travesía aérea del océano Atlántico. Por
problemas de financiación el proyecto se fue retrasando y fueron los británicos John William
Alcock y Arthur Whitten Brown los que lograron esa hazaña por primera vez, en el año 1919.
El autogiro fue inventado por el ingeniero español Juan de la Cierva, 6970 quien desarrolló
el rotor articulado que más tarde usaría Igor Sikorsky en sus helicópteros, pagando incluso la
patente y los derechos de utilización al inventor español. En su primer vuelo en 1923, el autogiro
logró recorrer 200 metros, y más tarde, realizó el primer viaje entre aeródromos desde Getafe a
Cuatro Vientos en 1924.
En cuanto a hidroaviones, el primero de la historia fue obra del ingeniero francés Henri
Fabre. Lo denominó Le canard (en francés, ‘el pato’), y el 28 de marzo de 1910 despegó del agua y
logró recorrer 800 metros. Sus experimentos fueron seguidos de cerca por Charles y Gabriel
Voisin, que adquirieron varios de sus prototipos para desarrollar el suyo propio, al que
denominaron Canard voisin. En octubre de 1910, el Canard voisin se convirtió en el primer
hidroavión que voló sobre el río Sena, en París,71 y en marzo de 1912 se convirtió también en el
primer hidroavión que fue usado militarmente desde el portaaviones francés La Foundre (en
francés, ‘el relámpago’).
No mucho después de haber sido inventado, el avión pasó a ser usado en servicios
militares. El primer país que usó aviones con ese propósito fue Bulgaria, en ataques sobre
posiciones otomanas durante la Primera Guerra de los Balcanes.
El avión más famoso de la guerra fue el Sopwith Camel, que contaba con más victorias
aéreas que cualquier otro avión aliado, pero también era conocido por su difícil manejo,
responsable de la muerte de varios pilotos novatos. También de este periodo es el Junkers J 1,
avión de fabricación alemana que se convirtió en el primer avión fabricado completamente de
metal en 1915.
Una de las principales razones para explicar estos desarrollos fue la entrega de una serie
de premios que se otorgaban a los aviadores que conseguían establecer récords de distancia
recorrida y de velocidades alcanzadas. Un ejemplo de premio de estas características era el Premio
Orteig, que premiaba con 25 000 dólares a la primera persona que realizara el trayecto
Nueva York-París o viceversa, sin realizar escalas de ningún tipo. Este premio lo ganó Charles
Lindbergh, que en su monoplano de un solo motor Ryan NYP (un Ryan M-2 modificado), bautizado
como Spirit of Saint Louis, despegó del aeródromo Roosevelt (Long Island, Ciudad de Nueva York)
el 20 de mayo de 1927 y tras un vuelo de 33 horas y 32 minutos, aterrizó en el aeropuerto de Le
Bourget, cercano a París. Pero Lindbergh no fue el primer aviador en realizar un vuelo trasatlántico
sin escalas. John William Alcock y Arthur Whitten Brown, dos aviadores británicos, lograron volar
años antes desde Lesters Field, cerca de Saint Johns, Nueva Escocia (Canadá), a Clifden (Irlanda),
del 14 al 15 de junio de 1919 en su avión Vickers Vimy IV (un bombardero modificado). Por haber
logrado esta hazaña, Alcock y Brown ganaron el premio de 10 000 libras esterlinas del periódico
londinense Daily Mail, recibiendo el premio de manos de Winston Churchill. Además un año antes
al vuelo de Lindbergh, el hidroavión español Plus Ultra, tripulado por Ramón Franco, Julio Ruiz de
Alda, Juan Manuel Durán y Pablo Rada, cruzó el Atlántico Sur desde la localidad de Palos de la
Frontera (Huelva, España) hasta Buenos Aires (Argentina), para emular el viaje de Colón, pero por
aire, en vez de por agua.
La agencia de correos de Estados Unidos también empleó antiguos aviones militares para
transportar correo entre algunas ciudades estadounidenses, hasta el año 1927, en el que dejaron
de operar estos vuelos, prefiriendo contratar a líneas aéreas para que realizaran ese servicio. Los
correos aéreos tuvieron mucha importancia en el desarrollo de la aviación comercial.
En 1929, la tecnología relacionada con los dirigibles avanzó de manera notable, llegando a
realizar un Zeppelin el primer viaje alrededor del mundo, a los mandos de Ferdinand von Zeppelin.
En esos años, los dirigibles eran usados por numerosas líneas aéreas de Europa, y en los años 30 se
iniciaron las primeras rutas trasatlánticas, que tuvieron gran éxito. La era de los dirigibles terminó
en 1937 cuando el dirigible Hindenburg sufrió un accidente en Lakehurst (Nueva Jersey, Estados
Unidos), en el que murieron 35 personas. El suceso ocurrió debido a que el dirigible estaba lleno
de hidrógeno, un gas altamente inflamable. Después de este acontecimiento, la gente dejó de usar
los dirigibles, a pesar de que tal accidente fue el único sucedido en este tipo de aeronaves.
En lo que respecta a otro tipo de aeronaves, en los años 20 el ingeniero español Juan de la
Cierva y Codorníu comenzó a desarrollar una aeronave de ala rotativa que puede ser considerada
un híbrido entre un avión y un helicóptero, y que recibió el nombre de autogiro. De la Cierva
realizó su primer vuelo en un autogiro en 1923, recorriendo 200 metros, y un año después en otra
prueba logró alcanzar los 100 km/h. El español siguió evolucionando su aparato en Inglaterra y
Estados Unidos con apoyo de inversores particulares, y llegó a tener gran éxito con sus modelos en
los primeros años 30. Pero con la llegada de la guerra civil española, de la Cierva muere y las
investigaciones relativas al autogiro quedan prácticamente paralizadas, centrándose todos los
esfuerzos en el desarrollo del helicóptero aprovechando las investigaciones y avances conseguidos
por Juan de la Cierva con el autogiro, aparato que hoy en día es considerado como el precursor del
helicóptero. Heinrich Focke en Alemania e Igor Sikorsky en Estados Unidos desarrollaron los
primeros modelos operativos de helicópteros a finales de los años 30 y principios de los años 40,
llegando a tener que comprar varias de las patentes del autogiro para desarrollar sus aparatos.
Años antes, otros pioneros realizaron avances en lo relativo a los helicópteros, como en
eslovaco Ján Bahýľ a principios del siglo XX, el argentino Raúl Pateras Pescara, que realizó el primer
vuelo de un helicóptero medianamente controlable en 1916, o el español Federico Cantero
Villamil, que desarrolló uno de los primeros helicópteros eficaces, la Libélula Viblandi, pero la
Guerra Civil Española paralizó sus proyectos.
Durante este periodo, y especialmente en la década de 1930, hubo varias mejoras técnicas
que facilitaron la construcción de aviones más grandes, capaces de recorrer distancias mayores y
de volar más rápido y a mayor altitud, lo que hizo que se pudiera transportar más carga y a más
pasajeros. Los avances en la ciencia de la aerodinámica permitieron a los ingenieros desarrollar
aeronaves cuyo diseño interfiriera lo menos posible en el vuelo del avión. Los equipamientos de
control y las cabinas de los aviones también mejorarían de una manera considerable. Además de
eso, las mejoras en la tecnología de las radiocomunicaciones permitían el uso de equipamientos
de este tipo en los aviones, así los pilotos podían recibir instrucciones de vuelo desde equipos en
tierra, y también se podrían comunicar pilotos de distintas aeronaves entre sí. Todo esto generó
técnicas más precisas de navegación aérea. El piloto automático también comenzó a usarse en los
años 30, lo que permitió a los pilotos tomarse cortos periodos de descanso en vuelos de larga
duración.
El avión más característico de esta etapa fue el Douglas DC-3, un monoplano bimotor que
realizó sus primeros vuelos en 1936. Tenía una capacidad para 21 pasajeros y era capaz de
alcanzar una velocidad de crucero de 320 km/h. Rápidamente se convirtió en el avión comercial
más usado de la época, y es considerado uno de los aviones más importantes que se ha producido
en la historia de la aviación.
1919: Los británicos John William Alcock y Arthur Whitten Brown, realizaron la primera
travesía trasatlántica en un avión. Partieron desde Nueva Escocia (Canadá), hasta Clifden (Irlanda).
El vuelo recorrió 3138 km, y duró aproximadamente 12 horas.
1922: Los aviadores portugueses, Sacadura Cabral (piloto) y el Gago Coutinho (navegante)
realizaron la primera travesía aérea del Atlántico sur.
1924: un equipo de aviadores de las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos
realizan con éxito la primera circunnavegación aérea, durante 175 días, recorriendo más de 42 000
kilómetros.
1926: El hidroavión español Plus Ultra, a los mandos de Ramón Franco y Julio Ruiz de Alda,
cruzó el Atlántico Sur desde la localidad de Palos de la Frontera (Huelva, España) hasta Buenos
Aires (Argentina).
Los franceses Dieudonne Costes y Joseph Le Brix realizaron la primera travesía aérea sin
escalas del atlántico sur, volando desde Saint Louis (Senegal) hasta Natal (Brasil), en un vuelo que
iba desde París hasta Buenos Aires.
1928: Charles Kingsford Smith y Charles Ulm realizaron el primer vuelo sobre el océano
Pacífico, partiendo desde Oakland (California, Estados Unidos) hasta Brisbane (Australia),
realizando escalas en Honolulu y Suva.
El aviador español Juan de la Cierva sobrevoló el canal de la Mancha en un autogiro,
aeronave de ala rotativa inventada por él mismo.
1929: Richard Byrd y su tripulación realizaron el primer vuelo sobre el Polo sur.
1930: Amy Johnson se convirtió en la primera mujer en viajar sola entre Inglaterra y
Australia.
1931: los pilotos estadounidenses Clyde Pangborn y Hugh Herndon Jr. realizaron el primer
vuelo a través del océano Pacífico sin escalas, entre Tokio (Japón) y Wenatchee (Washington,
Estados Unidos).
1933: Los españoles Mariano Barberán, Joaquín Collar Serra y Modesto Madariaga,
realizaron la travesía del océano Atlántico, entre Sevilla (España) y Camagüey (Cuba), a bordo de
un Breguet XIX GR llamado Cuatro Vientos, siendo la mayor distancia recorrida hasta ese
momento sobre el océano.
1934: El letón Herberts Cukurs, con un avión diseñado y construido por él mismo, partió
de Riga (Letonia) hacia Banjul (Gambia) y vuelve, en un viaje de más de 19 000 km.
1935: Amelia Earhart se convirtió en la primera persona en volar entre América del Norte y
Hawái en un solo vuelo.
1936: Herbert Cukurs, con un avión diseñado y construido por él mismo, partió de Riga
(Letonia) hacia Tokio (Japón), y volvió, en un vuelo de 40 045 km.100
Los cazas a reacción desarrollados a lo largo del conflicto podían desplazarse todavía más
rápido, pero no se usaron hasta el final de la guerra. El primer reactor funcional fue el alemán
Heinkel He 178,104 que realizó su primer vuelo en 1939, poco antes de empezar la guerra. Años
después, en 1944, el Messerschmitt Me 262 se convirtió en el primer caza a reacción que operó en
la guerra, y podía alcanzar una velocidad máxima de 900 km/h. Un prototipo alemán, el
Messerschmitt Me 163 era capaz de alcanzar 970 km/h en vuelos cortos, y sirvió de base para el
Messerschmitt Me 163 Komet, el caza más rápido de la guerra, que se empleó en algunas misiones
al final de la guerra, en 1945. Los alemanes también crearon los primeros misiles balísticos de
larga distancia, el V-1 y el V-2.
Los bombarderos de la Segunda Guerra Mundial eran capaces de cargar el doble de carga
y recorrer el doble de distancia que los existentes antes de la guerra. Los bombarderos de larga
distancia fueron los que causaron más impacto en el transcurso de la guerra, ya que los cazas a
reacción comenzaron a operar al final de la guerra, y la derrota alemana era cuestión de tiempo.
Los misiles V-1 eran ineficientes y los V-2 no fueron producidos en grandes cantidades. El caza
estadounidense North American P-51 Mustang resultó clave junto a los bombarderos pesados, ya
que les servían de protección frente a los cazas enemigos. Otros aviones famosos de la guerra
fueron el caza británico Supermarine Spitfire, considerado como "el salvador del Reino Unido", el
caza japonés Mitsubishi A6M Zero y el bombardero estadounidense Boeing B-29 Superfortress.
Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la aviación comercial pasó a desarrollarse
de manera independiente a la aviación militar. Las empresas fabricantes de aviones pasaron a
crear modelos especialmente diseñados para el transporte de pasajeros y, durante los primeros
años después de la guerra, las líneas aéreas usaron aviones militares modificados para uso civil, o
versiones derivadas de los mismos, entre los que cabría destacar el Boeing 377 Stratocruiser, que
derivaba del Boeing C-97 Stratofreighter, y que se convirtió en el primer avión de dos pisos de la
historia de la aviación, ya que su fuselaje denominado "de doble burbuja" permitía que en la parte
superior albergara una cubierta con asientos, y en la inferior llevara una pequeña sala VIP a la que
se accedía mediante una escalera de caracol, y que a la vez fue el mayor avión comercial hasta la
llegada del Boeing 707 en 1958.
Para resolver este problema, aunque fuera de manera temporal, se desarrollaron motores
turbohélices, que eran propulsores capaces de generar más de tres mil caballos de fuerza. Estos
motores comenzarían a ser empleados en los Vickers Viscount, Lockheed L-188 Electra o Ilyushin
Il-18, aviones capaces de transportar entre 75 y 110 pasajeros entre las ciudades de Nueva York y
París sin escalas y a una velocidad de crucero de más de 500 km/h.
A finales de los años 40, los instructores comenzaro las turbinas usadas en los cazas a
reacción producidos durante la Segunda Guerra Mundial. En un principio, los Estados Unidos y la
Unión Soviética querían turbinas a reacción para producir bombarderos y cazas cada vez mejores,
y así mejorar todavía más su arsenal militar. Cuando comenzó la guerra de Corea en 1950, tanto
los Estados Unidos como la Unión Soviética disponían de cazas a reacción, entre los que
destacaban el norteamericano North American F-86 Sabre y el soviético MiG-15.
Los modelos 727, 737 y 747 son derivados directos del 707. El Boeing 737, cuya
producción fue iniciada en 1964 es el avión para transporte de pasajeros más producido y popular
de la historia, con más de seis mil aviones producidos, y ya entrado el siglo XXI, el modelo continúa
en producción, gracias a todas las mejoras y variantes producidas.
Los aviones de fuselaje ancho son aviones comerciales que poseen tres filas de asientos
separadas por dos pasillos. Se crearon para proporcionar más comodidad a los pasajeros, y facilitar
su movilidad y la de los tripulantes por el avión.
El primer avión que poseía un fuselaje ancho fue el Boeing 747, apodado Jumbo, capaz de
transportar a más de 500 pasajeros en un único vuelo.109 Fue presentado en 1968, y en ese
momento muchos pensaban que no tendría éxito comercial, por lo que Boeing pasó por
problemas económicos durante el proceso de desarrollo del avión.109 Sin embargo, el Jumbo se
convirtió en todo un logro comercial, rompiendo todas las expectativas, y pasando a servir rutas
con mucha densidad de pasajeros. Desde su lanzamiento fue el avión comercial más grande del
mundo hasta la aparición del Airbus A380, ya en el siglo XXI.
El primer birreactor de fuselaje ancho fue el Airbus A300, un avión comercial de medio
alcance, fabricado por el consorcio europeo Airbus.110 La norteamericana Boeing contraatacó con
el Boeing 767, similar al A300 pero que podía operar rutas más largas, y con el Boeing 757 para las
rutas de medio alcance, pero que no disponía de fuselaje ancho. El Boeing 767 revolucionó la
aviación comercial, ya que su largo alcance, sus bajos costes de operaciones y su capacidad de
transporte (podía transportar más de 200 pasajeros) permitían vuelos regulares usando el menor
número de aviones posible en rutas transatlánticas y en rutas anteriormente impracticables
debido a los altos costes operacionales y al bajo número de pasajeros. Gracias a este avión, se
popularizaron los viajes transatlánticos, y a finales de los años 80 y principios de los años 90, había
más Boeing 767 cruzando el océano Atlántico diariamente, que todos los demás aviones
comerciales sumados que operaban esas rutas, y durante los primeros años del siglo XXI, continúa
siendo el avión que más veces es usado para cruzar el Atlántico diariamente, a pesar de la
creciente competencia de aviones más modernos y recientes.
Vuelos supersónicos
Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la tecnología necesaria para la realización
de vuelos supersónicos controlados todavía no estaba disponible. Además de eso, los aviones aún
no eran lo suficientemente resistentes para soportar las fuertes ondas de choque generadas por
las velocidades supersónicas. Al nivel del mar, la velocidad del sonido es de aproximadamente
1225 km/h, pero a 15 000 metros de altura, esta es de apenas 1050 km/h. De hecho, algunos
aviadores en la Segunda Guerra Mundial, lograron pasar la barrera del sonido, pero con resultados
catastróficos: las fuertes ondas de choque generadas por la velocidad, destruían los aviones, que
no habían sido proyectados para alcanzar esas velocidades.
En 1962, el avión cohete North American X-15 se convirtió en el primer avión en llegar a la
termosfera, pilotado por el estadounidense Robert White. Logró permanecer a una altura de 95
936 metros durante dieciséis segundos, recorriendo en ese periodo aproximadamente 80
kilómetros. Este fue el primer vuelo de un avión por el espacio. Posteriormente, el X-15 llegaría a
los 107 960 metros de altitud, y también se convirtió en el primer avión hipersónico (5 veces la
velocidad del sonido), rompiendo diversos récords de velocidad, y superando Mach 6 (seis veces la
velocidad del sonido) en diversos vuelos.
Los primeros aviones supersónicos para uso civil fueron creados a finales de los años 60. El
primer avión supersónico comercial del mundo fue el soviético Tupolev Tu-144, que realizó su
primer vuelo el 31 de diciembre de 1968. El Concorde, fabricado por un consorcio franco-británico,
hizo su primer vuelo dos meses después. El Tu-144 comenzó sus primeros vuelos de pasajeros en
1977, pero por causa de problemas operacionales, dejó de ser utilizado como avión para el
transporte de personas al año siguiente. En cuanto al Concorde, realizó sus primeros vuelos
comerciales en 1976, sirviendo en rutas transatlánticas. Ambas aeronaves han sido, hasta el
momento, las únicas aeronaves supersónicas comerciales que se han desarrollado. En el 2004, se
suspendieron sus vuelos comerciales quedando los Concorde como ejemplares en museos de
aviación alrededor del mundo.
Con la carrera espacial siendo uno de los puntos clave de la Guerra Fría entre Estados
Unidos y la Unión Soviética, el cielo dejó, literalmente, de ser el límite, al menos para los vuelos
controlados. En 1957 el satélite soviético Sputnik se convirtió en el primer satélite en orbitar la
tierra, y en 1961, el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se convirtió en la primera persona en viajar
al espacio, orbitando una vez alrededor del planeta, y permaneciendo allí durante 108 minutos.
Los Estados Unidos reaccionaron meses más tarde lanzando al astronauta Alan Shepard al espacio,
y años después, lanzando la primera misión a la Luna dentro del Programa Apolo. El 20 de julio de
1969 Neil Armstrong, comandante de la misión Apollo 11 se convertiría en la primera persona en
pisar la luna.
Desde los años 1970, los aeropuertos y aviones comerciales pasaron a ser uno de los
objetivos preferidos de ataques terroristas. El peor de estos ataques ocurrió en 2001, cuando dos
aviones de American Airlines y dos de United Airlines fueron utilizados en los atentados del 11 de
septiembre. Como consecuencia directa de este acontecimiento, el número de viajeros de avión
disminuyó en la mayoría de líneas aéreas, y muchas de ellas se enfrentaron a grandes dificultades
financieras en los años siguientes. Los efectos del ataque, aunque minimizados, todavía persisten
en varias compañías. El resultado de la amenaza terrorista es el incremento de medidas de
seguridad que se toman en los aeropuertos desde entonces.
Desde el inicio del siglo XXI, la aviación subsónica pretende sustituir al piloto por
aeronaves controladas a distancia o por ordenadores. En abril de 2001, el avión no tripulado
denominado Northrop Grumman RQ-4 Global Hawk voló desde la Base de la Fuerza Aérea
Edwards (California, Estados Unidos) hasta Australia, sin escalas y sin reabastecerse de
combustible, tardando 23 horas y 23 minutos, siendo el vuelo más largo realizado por un avión no
tripulado.
Uno de los Concorde de Air France sufrió un accidente el 25 de julio de 2000, cuando una
turbina del avión comenzó a arder, haciendo que se estrellara en Gonesse (Francia) poco después
de despegar. Hasta entonces, el Concorde era considerado el avión comercial más seguro del
mundo. Pasó por un proceso de modernización hasta el 2003, pero por causa del bajo número de
pasajeros y de los altos costes operacionales, todos los aparatos dejaron de volar en 2003, cuando
British Airways retiró el último en servicio, y desde entonces ningún avión supersónico realiza
vuelos comerciales.
El 27 de abril de 2005, el Airbus A380 voló por primera vez, y el 25 de octubre de 2007, con
la realización de su primer vuelo comercial entre Singapur y Sídney, se convirtió en el mayor avión
comercial de pasajeros del mundo, superando al Boeing 747, que había ostentado ese récord
desde que realizó su primer vuelo en 1969. Pero aun así, el A380 es superado en tamaño por el
Antonov An-225, que realizó su primer vuelo el 21 de diciembre de 1988, y desde entonces es el
mayor avión de la historia.
El sistema de lanzamiento reutilizable, también conocido por sus siglas en inglés RLV
(Reusable Launch Vehicle) es un vehículo de lanzamiento que es capaz de ser lanzado al espacio
más de una vez, gracias a sus cohetes reutilizables, que generarían el empuje suficiente para
alcanzar el espacio y una vez allí, orbitar alrededor del planeta. Estas aeronaves podrán despegar y
aterrizar de la misma manera que los aviones, en pistas de aterrizaje largas. Aunque todavía no
están disponibles, hay varios modelos que se encuentran en fase de pruebas, como el
SpaceShipOne, que se convirtió en el primer vehículo espacial tripulado de capital privado.130 Con
el tiempo podrían usarse para la realización de viajes espaciales, de bajo coste y alta seguridad. No
obstante, para que puedan emplearse en múltiples ocasiones, es necesario que posean una
estructura más resistente para soportar el uso continuado, lo que aumentaría el peso del aparato,
y dada la falta de experiencia con estos vehículos, aún se tienen que considerar los costes que
implicaría su realización.