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Tal era la situación cuando en el siglo trece un grupo de chichimecas venidos del
norte hizo su aparición en el valle de México. Se les llamó los Mexicas o Aztecas.
Ellos reivindicaron su pertenencia a las Siete Tribus Nahuas, que procedían del
mítico Chicomotzoc, las Siete Cavernas, el lugar donde nació el mundo. Según la
leyenda los aztecas vivían en Aztlan, una isla que se encontraría cerca de la
frontera con los Estados Unidos actuales. Siguiendo las indicaciones de su dios
tutelar Huitzolopochtli, migraron desde 1168 para ir a fundar su nueva capital. Pero
los aztecas llegaron al Valle de México bastante tardíamente y debieron hacer frente
a las otras tribus Nahuas que los consideraban como indeseables. A partir de 1256,
ellos ocuparon algún tiempo la colina de Chapultepec, al borde del lago Texcoco;
pero muy pronto fueron expulsados por los guerreros de Azcapotzalco. Se
refugiaron entonces en las tierras de la ciudad de Culhuacán, que les concedió en
1299 un territorio en la región de Tizapán. Pero el entorno era muy hostil, infectado
de serpientes, y los de Culhuacan pensaron así deshacerse de sus huéspedes
indeseados. Sin embargo, los aztecas se adaptaron a la región e hicieron de las
serpientes su alimento. Después se unieron con las mujeres de Culhuacan,
obteniendo así un parentesco con esta tribu de origen tolteca.
El dominio mexica ocupó la mayor parte del centro y sur de la actual República
Mexicana, se extendía, desde el poniente del valle de Toluca, abarcando casi todos
los estados de Veracruz, Puebla, en el centro, Hidalgo, México y Morelos, en el sur;
gran parte de los estados de Guerrero y Oaxaca, así como la Costa de Chiapas
hasta la frontera con Guatemala. Sin embargo, quedaban fuera de su dominio los
señoríos de Meztitlán (en Hidalgo), Teotitlán y Tututepec (en Oaxaca), purépechas
(en Michoacán), Yopitzingo (en Guerrero) y Tlaxcala.
Los aztecas tenían un dios para cada actividad y cada calpulli, eran dioses de
carácter cambiante, asociados a colores y con posibilidad de multiplicarse. De todas
estas divinidades, la más importante fue Hiutzilopochtli, el dios del sol y la guerra,
que tenía su antítesis en Telcatlipoca, concebido como un dios oscuro, lo cual pone
de manifiesto la dualidad existente en la religión azteca. También
fueron importantes Tláloc, dios de la lluvia, y Quetzalcóatl.
Imperio Tarasco
Los dominios del imperio p'urhèpecha se extendían al sur hasta el actual territorio
del estado de Guerrero, al norte hasta el sur de Jalisco y centro de Guanajuato (del
p'urhépecha Cuanashuato: cerro de la rana) y al oriente hasta la región conocida
entonces como Taximaroa, hoy Cd. Hidalgo, Michoacán. Actualmente, la cultura
p'urhépecha sobrevive, y conserva su idioma, en la región central del estado de
Michoacán.
La cultura tarasca es una cultura precolombina de México que floreció
principalmente en la región oriental del estado de Michoacán. La cultura se inició
aproximadamente en el año 1200 d.C. y su esplendor terminó hacia el año 1600. Su
gobierno era monárquico y teocrático. Como la mayoría de las culturas
prehispánicas, eran politeístas. El calificativo tarasco es en nombre considerado
despectivo por los modernos descendientes de las poblaciones que conformaron
esta cultura, que se autodenominan purépechas.