Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Para la época de los años 20 aparece un aparato que revolucionó al mundo con la
transmisión de programas que se podían escuchar así como: noticias, entrevistas, series, y
por supuesto música del momento. Todo esto gracias a las ondas electromagnéticas que
enviadas a una pequeña caja, este luego descifraba y reproducía el sonido. Gracias a este
aparato innovador por los avances tecnológicos que se venían suscitando desde la aparición
de la energía eléctrica, familias enteras se reunían alrededor de este para escuchar todo lo
que acontecía en el momento cambiando así sus costumbres en sus tiempos libres. Es así
como empiezan a surgir orquestas que tocaban en los salones de bailes y la promoción por
este medio de artistas por parte de las pequeñas compañías disqueras emprendedoras del
momento.
Aunque la Gran Depresión de los años 30 fue una época dura para los músicos de
Jazz, fue durante este periodo cuando surgió un nuevo sonido en el Jazz conocido como
Swing, el cual se originó en los salones de baile de Harlem, Nueva York. Se vendieron más
de 50 millones de discos de Swing durante esa década. El Swing también inspiró otros
bailes populares en esos años como el Lindy Hop (también conocido como jitterbug) Little
Peach, Susy Q, y el Shag. Los músicos de Swing también contaban con numerosos fans y
una gran concurrencia en sus conciertos. Este genero también originó que que los blancos
americanos escucharan música parecida al Jazz por primera vez.
Otro subgénero del Jazz fue la música Big Band. El Big Band se diferenciaba del
Jazz básicamente por el número de integrantes, pues esta última contaba con varios
miembros. El nombre de la banda era usualmente el mismo que el de su líder, quien era
también el que conducía y componía las canciones. Fletcher Henderson es quien comenzó
con el sonido Big Band durante los 20. Otros músicos que encabezaron estas bandas fueron
Duke Ellington, Benny Goodman y Glenn Miller. Las Big Band usualmente están
acompañadas por secciones de ritmo, trompetas, tombón y saxofón.
El Caribe
En estos predios la música tiene la misma conmoción que en México. Fernando
Ortiz (1881-1969) inicia el estudio del folklore que dan una base científica al cambio.
Dos músicos quedan grabados en ella: Amadeo Roldán (1900- 1939) y Alejandro García
Caturla (1906-1940). El nacionalismo cubano alcanza la cúspide con las obras de este
último: Tres danzas afrocubanas (1927) para orquesta, su suite Bembé y Yamba-O
(1929) suponen la entrega a un lenguaje avanzado , audaz con el uso del pentatonismo, la
politonalidad y la polirritmia. Destacados autores de la revolución son: Harold Gramtges
(nacido en 1918), Edgardo Martín (nacido en 1915), Argeliers León y el español Julián
Orbón (1925- 1991), seguidos de Juan Blanco (nacido en 1920) Aurelio de la Vega
(nacido en 1925, Leo Brouwer y Carlos Fariñas.
Entre los países que se unen en esta recuperación de la música figuran: Panamá,
con Roque Cordero con obras como Obertura Panameña y Rapsodia campesina y en
serialismo con obras compuestas a partir de la década de 1940 como Sonatina, Segunda
Sinfonía, Concierto para violín, entre otros; otros paíse que se presentan en el contexto de
la vanguardia son: Guatemala, Jesús Castillo, Enrique Solares y Luis Delgadillo, en Costa
Rica, Bernal Flores y en El Salvador, Gilberto Orellana.
Otro país que se inscribe en este género nacionalista es Perú con José María Riestra
(1858-1925) con una ópera nacionalista Ollanta (1901), seguido por Luis Duncker Lavalle
(1874-1922), especializado en música de piano y canciones, Daniel Alomía Robles, Luis
Pacheco, Federico Gerdes o Manuel Aguirre. Seguidos por los nacidos en el siglo XX
Teodoro Valcárcel, Carlos Sánchez Málaga o Roberto Carpio, cuya inclinación musical es
la nacionalista, en cambio, Rodolfo Holzmann prescinde de ella para poner a sus alumnos
en contacto con las nuevas corrientes europeas de los años 60, seguidas por Enrique
Iturriaga, Celso Garrido Lecca, César Bolaños y Edgard Valcárcel.
En Chile la corriente nacionalista tiene a Pedro Humberto Allende (1885-1959) con
sus Escenas campesinas (1913), la corriente indigenista la sigue Carlos Lavín (1883-1962),
con menos arraigo nacionalista está Adolfo Letelier nacido en 1912, más inclinado al
neoclasicismo. Obras con esta tendencia son: Sonetos de la muerte y Variaciones. A partir
de 1920, la música toma un gran impulso con Domingo Santacruz (1899-1978), a través del
Instituto de extensión musical. La tendencia neorromántica e impresionista y por este
motivo internacionalista enmarca a otros compositores: Enrique Soro (1884-1955), Alfonso
Leng (1884-1974) y Acario Cotapos (1889-1969), Juan Orrego Salas, nacido en 1919,
cuyas obras aparecen en 1940, impregnadas de neoclasicismo como: Cantata en Navidad
(1945), Canciones castellanas (1948). Representantes de los nuevos lenguajes son: Juan
Amenábar, José Asuar, Gustavo Becerra y Fernando García. Argentina y Brasil, seguidos
de Uruguay.
Como el canto con guitarra se practicaba en el folclore urbano o rural de todos los
países latinoamericanos, el trío de bolero se difundirá con rapidez por la región, donde se
encontrará con otro repertorio, como la tonada chilena, el vals limeño o la guarania
paraguaya. En Perú se desarrollaba la modalidad más recurrente de vals en la región: el
vals cantado. Este vals rendirá sus máximos frutos en Lima, donde intensificará sus
atributos danzables con trazos de pentafonía andina y de síncopas afroperuanas. Éste ha
sido un vals de gran arraigo en los puertos del Pacífico sur, expandiendo su influencia hasta
Guayaquil en el norte, donde se encuentra con el pasillo ecuatoriano y el estilo cantinero, y
hasta Valparaíso en el sur, donde se incorporará a la llamada “música cebolla”. Cabe
mencionar al ecuatoriano Julio Jaramillo y al peruano avecindado en Chile Lucho Barrios.
La primera etapa del vals limeño, que se prolonga hasta 1930, tuvo a Felipe Pinglo
como su representante más notorio con “El plebeyo”. Se trata de un vals de la calle, o más
bien del callejón, donde se celebraban los santos y se jaraneaba de viernes a domingo. A
partir de los años 50, con la labor de rescate de las tradiciones afroperuanas realizada por la
familia Santa Cruz y con el desarrollo de guitarristas como Óscar Avilés y de compositores
como Mario Cavagnaro con “El rosario de mi madre” y Chabuca Granda con “Fina
estampa”, el vals criollo peruano alcanzará toda su diversidad y pleno reconocimiento
internacional. El fuerte desarrollo del bolero de solista y de trío en los años cincuenta sirvió
de base para que tomara impulso el otro género romántico y bailable de impacto en la
región: la balada. De la mano de la cultura juvenil de masas, la televisión y los festivales de
la canción, la balada romántica será el motor de la industria musical en América Latina
desde mediados de los años 60, confundiéndose con el pop y alcanzando a otros géneros,
como la cumbia, el vallenato, la bachata y la salsa.
Tras la aparición en los años 30 del bolerista ligado a la radio, en los sesenta
aparecerá el baladista ligado a la televisión. Observar su imagen de cerca y en repetidas
ocasiones incrementaba la sensación de cercanía de los astros con su público, al tiempo que
aumentaba su carácter masivo. El baladista de los años sesenta será moldeado por nuevos
escenarios, que producirán un fenómeno de masas caracterizado por la inmediatez, la
enorme exposición mediática y una completa profesionalización del campo de la
producción musical.
Por otra parte, el momento histórico en que se produce la aparición del cine sonoro
parecía en todos los aspectos propicio al auge del musical. Eran los días de la Gran
Depresión, ya presentida en 1927 y que, al producirse el crack de Wall Street en 1929,
herirían durante años la economía de los Estados Unidos de Norteamérica, que repercutiría
en estas latitudes. En estas circunstancias lo que en el musical había de evasión, de lujo, de
optimismo y de espectáculo, convenía no solo a la política gubernamental sino también a
las propias apetencias del público.
El cine sonoro no sólo representó nuevas ganancias a Hollywood, también originó
problemas: los idiomas obstaculizaron su difusión comercial fuera de los países de habla
inglesa. Para superar tal barrera y acallar las protestas en diversos países, Hollywood
ensayó varios recursos, pero ninguno satisfactorio. Para el extenso mercado de habla
española, especialmente el latinoamericano, las soluciones no parecían fáciles. Inicial y
provisoriamente se suprimieron los diálogos en inglés y se dejó solo la música, cantos y
ruidos incidentales; después, se ensayó el doblaje de las cintas en el que se mezclaban
distintos acentos castellanos, y esto fue lo que hizo fracasar este intento. También se
sustituyeron los diálogos en inglés por un narrador que comentaba las peripecias de los
héroes, pero tampoco fue la mejor alternativa otra solución fue la subtitulación de copias
para el mercado latinoamericano, sin embargo el alto índice de analfabetismo en la zona, la
hacía parcialmente inoperante. Y cuando el público rechazó, por una u otra causa las cintas
subtituladas, se decidió producirlas con intérpretes hispano-hablantes, o bien realizar
versiones en castellano de películas exitosas o potencialmente taquilleras sustituyendo
parcial o totalmente al elenco original. Por si fuera poco, en Hollywood trabajaban
luminarias de origen latinoamericano que habían alcanzado reconocimiento internacional
en la época muda, como Ramón Navarro, Dolores del Río, Mona Rico, José Bohr, etc.
En estos musicales la mirada sobre América Latina se caracteriza por una tendencia
a diluir las notas de neta identidad –mexicana, brasileña y argentina son las mas frecuentes
por medio del gusto norteamericano y por la mezcla de rasgos pertenecientes a distintas
naciones.
Entre 1926 y 1930 se realizan numerosas pruebas para demostrar que los films
pueden hacerse entender mediante el diálogo y la canción. Entre las experiencias antiguas
más eficaces para sonorizar las películas figura el Phonofilm (1923), inventado por Lee
Deforest, un pionero de la radio. Lo componían dos cintas: una con las imágenes, la otra
con el sonido impreso ópticamente. Nunca se pudo filmar un largometraje con este método.
Marino, A. (2007 - 2016). HAMAL. Recuperado el 12 de enero de 2019, de Historai Analitica de los
medios Argentinos y Latinoamericanos:
http://www.hamalweb.com.ar/hamal/contenedor_txt.php?id=37
Pérez, M. (noviembre de 2000). Tesis en pdf - Libros Revistas y Tesis. Recuperado el 7 de diciembre
de 2018, de Un siglo de Canciones. Colección Multimedia de la Musica Popular Venezolana del
siglo XX: http://biblioteca2.ucab.edu.ve/anexos/biblioteca/marc/texto/AAN8987.pdf