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El lado oscuro del

emprendedurismo
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Redacción :
Plataforma_glr

7 09 2015 | 18:30h
En una columna de “Hildebrandt en sus trece” del viernes último, Francisco
Durand sostiene que la sociedad peruana está atravesando por una
descomposición que no solo augura un mal destino electoral sino que plantea
una crisis de solidaridad y confianza en el otro-prójimo a niveles bajísimos. Esto
último no lo dice Durand específicamente pero es mi conclusión ante su
magnífico artículo, que se centra en el comienzo de la debacle de la bonanza
económica, en una crisis de valores que tiene más de 60, y que nos está
empujando a que “cada cual hace lo que le parece, así haga daño a los
demás”. La transgresión de la norma, no solo social sino legal, es lo que
caracteriza a esta sociedad del emprendedurismo a toda costa. La informalidad
no es el efecto de que las normas sean en exceso burocráticas, sino de una
cultura de transgresión para llegar a los “logros”: el fin justifica los medios.

Lo que Durand denomina “la nueva cultura logrera” es lo que ha permitido la


justificación de la depredación ecológica, social, económica. La cultura logrera
ha menoscabado incluso la educación que, hoy por hoy, no está centrada en lo
que Guillermo Nugent llamaba “pensar en público” (la racionalidad compartida
como base de la universidad) sino en superar una serie de ISOs u objetivos
concretos en planes descabellados que le dan más importancia al manejo de
instrumentos técnicos que al propósito final de utilizarlos. Como dice Durand:
“han aparecido universidades que venden títulos y ha surgido una nueva
generación de rectores millonarios…”.

Esto es el reflejo de un “crecimiento sin desarrollo” apadrinado por toda una


suerte de crisis de valores que, en su cúspide, producen medios de
comunicación centrados en la competencia desmedida aun cuando sea desleal
(¿qué es si no “Combate”?) y noticieros cuyo plato fuerte cada mañana son los
policiales. ¿Hay inseguridad en el Perú? Por cierto que sí: pero si la televisión
SOLO te muestra eso, entonces el peruano de a pie concluye que robar un
celular es el gran problema cuando tenemos tres presidentes regionales
fugados (Tumbes, Ayacucho, Madre de Dios) por corruptos y otros tantos
encarcelados: ¡todos elegidos por nosotros! ¿El robo al menudeo o el gran robo
de la corrupción no televisado es el problema del Perú? Como dice el
humorista Heduardo “si robas un celular te linchamos, si robas millones de
soles, te elegimos…”. Patético.

La cultura de “conseguir logros” aunada a una cultura del consumismo nunca


antes vista es lo que produce un peruano o peruana individualista, desconfiado,
pragmático, violento, racista incluso con los suyos, clasista, transgresor,
gozador del daño al otro, egoísta a mucha honra. Contra esa marea de
antivalores debemos oponer una cultura de la austeridad. No se trata, como
diría Pepe Mujica, de “levantar un monumento al atraso” ni tampoco de elevar
al pobre como paradigma de vida (aunque como sostenía Séneca pobres no
son los que tienen poco, sino aquellos que necesitan mucho para poder vivir)
sino de pensar que el dinero es “vida invertida y gastada en producir”, por eso
no debemos de vivir para comprar sino para ser felices. Siempre me pareció
estúpido gastar mucho más en un objeto porque es de una marca determinada.
El esfuerzo del gasto debería ser por la utilidad del bien, no por lo que
representa para tener status ante los demás. Qué patético es vivir para tener
en lugar de vivir para ser.

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