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El objeto de análisis del presente ensayo es el principio de legalidad en el código

Penal Colombiano y su aparente debilitamiento.

Después de la aparición de la Ley 599 de 2000 mejor conocida como código Penal
Colombiano, que remplazo a su antecesor el Decreto Ley 100 de 1980,
encontramos tanto en su desarrollo como en sus normas rectoras una evolución
hacia el estado social de derecho, máxima contemplada en la Constitución Política
de 1991.

En el nuevo código se evidencia un enfoque garantista, en el que el derecho penal


es considerado no como una simple herramienta de coerción punitiva, sino, como
un mecanismo de protección para minimizar el ejercicio de la violencia en el
sociedad, definiendo los límites de lo que se considera delito, de sus respectivos
castigos y también deja en claro cuál es el órgano competente para determinar que
actuaciones se enmarcan dentro de la categoría punible.

Dentro de ese marco y teniendo en cuenta que referimos y discutimos el posible


debilitamiento del principio de legalidad es importante mencionar un elemento muy
importante de este principio, la reserva de ley, elemento mediante el cual se le
confiere únicamente al legislativo la facultad de crear leyes, esto como garantía de
los derechos fundamentales, control al abuso del derecho y separación de los
poderes públicos.

Esta potestad conferida al legislativo para crear las leyes y definir los tipos penales
a incluir dentro del ordenamiento jurídico, es un pilar que sostiene en al principio de
legalidad y que se ve afectado por las nuevas tendencias que se van dando en el
derecho actual. La facultad antes exclusiva o por lo menos pensada de esa manera,
ahora es compartida con la corte constitucional, que por medio de sus sentencias
interpreta, declara inexequible, da validez parcial a la norma y demás atribuciones
que ciertamente violan el principio de estricta legalidad.
Es preciso recordar que para que las normas sean efectivas deben ser precisas y
para evitar la necesidad de la interpretación tanto por parte del operador judicial
como de los destinatarios de las mismas, allí la importancia de la taxatividad para
respetar el principio de mera legalidad, la norma no debe dar lugar a la interpretación
ambigua y debe ser clara para poder garantizar también el derecho a la defensa.

Otros factores a tener en cuenta en el llamado debilitamiento del principio de


legalidad en Colombia son la adopción por parte de la corte suprema de justicia del
Derecho Penal Internacional como fuente de derecho, y las facultades conferidas al
ejecutivo para establecer conductas penales y determinar sus sanciones, esto
último desde la sentencia C-179-94, M.P. Carlos Gaviria Díaz, en ambos casos se
puede apreciar cómo se pasan por alto prohibiciones fundamentales del principio
de legalidad “de las cuales las dos primeras se dirigen al juez, y las dos últimas, al
legislador: la prohibición de analogía, la prohibición del Derecho consuetudinario
para fundamentar o agravar la pena, la prohibición de retroactividad y la prohibición
de leyes penales indeterminadas o imprecisas”… en el derecho penal internacional
es válida la costumbre como fuente del derecho, por lo tanto estaríamos hablando
de manera indirecta de la adopción de costumbre como fuente del derecho en
nuestro sistema judicial y por otro lado, aunado a la facultad del ejecutivo para
tipificar conductas y establecer penas se estaría casi que relegando la competencia
del legislador, violando la reserva de ley, primera manifestación del principio de
legalidad penal, o mera legalidad.

Se puede concluir que en el esfuerzo por darle dinamismo al derecho y evolucionar


junto a las necesidades de la sociedad, se va desdibujando el objetivo primordial
del derecho penal en nuestro estado social de derecho, el de limitar las
intervenciones del poder penal sobre los ciudadanos y ser garante de los derechos
de los mismos.

Al otorgarle las facultades antes exclusivas del legislativo a otras ramas del poder
público, ponemos en riesgo la separación de poderes y la supremacía
constitucional, en el sentido que le confiere atribuciones al ejecutivo para crear sus
propias leyes, perdiendo así la garantía de legalidad penal que da la reserva de la
ley en manos del legislativo, por otro lado la competencia de la corte constitucional
para interpretar la ley, modificarla o sacarla del ordenamiento jurídico, si bien, busca
una protección de los derechos fundamentales genera confusión en los ciudadanos
en el conocimiento de lo que es o no permitido hacer de una manera clara, y con la
adopción del Derecho penal Internacional como fuente agrega un ingrediente más
a la confusión e interpretación amañada de la ley.

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