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ESTÉTICAS PEDAGÓGICAS:

Resignificaciones de la educación estética en el contexto neoliberal.

Fundamentación del problema:

Al parecer las relaciones entre pedagogía y estética son más estrechas de lo que
comúnmente creemos, primero que nada, son dos disciplinas características de la
modernidad. Como indica Roberto Follari (1996) toda sociedad requiere prolongarse en el
tiempo y reproducirse como tal, para tal proceso debe establecer una ligazón entre los
nuevos miembros de la comunidad y los mayores. Durante el Medioevo este proceso estuvo
en manos de la iglesia, posteriormente los acelerados cambios políticos, económicos y
culturales, determinan la emergencia de la escuela como dispositivo productor de
conocimientos. En tanto, la propia modernidad no se puede comprender sin el
protagonismo de la escuela. Por su parte, la dimensión estética la podemos entender como
la radicalización de la esfera individual de la subjetividad, en tanto, la noción de estética
moderna indica el cambio de la teoría del gusto anclada en obras que tematizaban el poder
de la monarquía, a una estética que concentra su atención en la esfera del propio individuo
(Menke, 2011). De esta forma, estética y pedagogía tienen como objetivo principal la
transformación de los sujetos, a través de complejos procesos de subjetivación.

En este sentido, la estética a través de la ligazón de la sensibilidad y las obras de arte va más
allá de las propias obras, y se interesa por los contextos que determinan la sensibilidad y su
recepción en determinados objetos artísticos (Terron, 1970). Por otra parte, la pedagogía
centra su interés en la transformación de los individuos, dotándolos de saberes y
conocimientos para adecuarse a la sociedad. En esta acción la disciplina juega un rol central,
de ahí que disciplina y coacción (Kant,) marquen una impronta importante de la propia
pedagogía.

En este contexto, al hablar de «Educación Estética» estamos propiciando o más bien


conectando dos esferas de la subjetividad que se potencian mutuamente. El concepto
mismo de Educación Estética aparece en Schiller en sus célebres «Cartas sobre la educación
estética», donde este último, restituye la relación entre sensibilidad y razón. De hecho, para
Schiller no hay otra forma de hacer racional al hombre sensible, sino es por el estado
estético (Nitschack, 2010). Debemos considerar aquí la noción de “ estado estético” como
un momento de la conciencia humana que media entre la sensibilidad y la razón, tal
proceso comienza a adquirir un fin en sí mismo, cuando tales principios antagónicos se
piensan en el seno de una determinada dialéctica (Schiller, trad., Feijóo  Seca: 1999) Así,
sensibilidad y razón se suprimen para aparecer en una racionalidad estética, es decir un
accionar que persigue la instrucción ética de los individuos, donde la libertad, el juego, la
autodeterminación, la belleza y la dignidad son los protagonistas en el proceso educativo.
Es desde esta noción de “racionalidad estética” que preguntamos por los procesos de
formación y educación en nuestro contexto socio histórico, sostenemos que hay una esfera
irreductible entre los individuos y el mercado; ante la avalancha neoliberal y los paradigmas
que propician el reduccionismo económico de los ciudadanos, propiciamos la posibilidad
liberadora del la estética y la pedagogía; de ahí nuestra siguiente pregunta o interrogante a
desarrollar.

¿ cómo se relacionan y potencian mutuamente estética y pedagogía en el contexto de la


construcción de procesos emancipadores de la propia subjetividad ?

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