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Annales: de la historia económico-social a la historia cultural

Los saberes disciplinares tal como se habían organizado a fines del siglo XIX aparecían
como ineficaces para pensar lo social; era necesaria una firme integración de la historia a
las ciencias sociales como lo habían proclamado en su momento Bloch y Febvre. Ya en
esos años, sobre todo a partir de la crisis del 29, la economía había ganado peso en el
campo de las ciencias sociales y el título de los Annales. Economía y sociedad así lo
reflejaba. Pero sobre todo fueron los historiadores económicos de la New Economic
History –Meyer, Fogel, Davis y North–, junto a los analistas de los ciclos económicos –
Leontief, Rostow, Marczewski–, quienes tuvieron mayor influencia en la historia
cuantitativa que permitía construir modelos cuantificables en la larga duración. Mediante el
uso de técnicas econométricas, estadísticas y la moderna demografía histórica era posible
reconstruir series de precios, movimientos de población, producción, circulación de
mercancías, etcétera.

También mediante el uso de hipótesis contrafácticas, que en su momento los historiadores


habían cuestionado, como las formula Robert W. Fogel en Los ferrocarriles y el crecimiento
económico de los Estados Unidos (1964), obra en la que trata de demostrar que aunque los
ferrocarriles no se hubieran inventado, igualmente el Estado del norte se hubiese
desarrollado gracias a la existencia de otras vías de comunicación, como las fluviales.
La importancia de las variables económicas apareció reflejada en la obra maestra de la
segunda generación de los Annales, escrita por su figura rectora: Fernand Braudel. En El
mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II (1947) refleja tres
momentos de la historiografía francesa en el largo proceso en que fue escrito, entre 1923-
1947. Al mismo tiempo, dichos momentos refieren a las tres imágenes sobre el mundo
mediterráneo que componen la obra: la de sus constantes, la de sus tardos movimientos y la
de su historia tradicional atenta a los acontecimientos y a los hombres. Descomponiendo
así, sin integrar plenamente, el tiempo histórico en fenómenos de corta duración (historia
política y diplomática), de mediana duración (que se corresponde con los procesos
económicos y sociales) y de larga duración (que hace referencia a las relaciones del hombre
con el medio geográfico).

El prestigio de Braudel creció en estos años junto con el de Annales: su obra fue recibida
con entusiasmo en Polonia, Italia, España, América Latina y, en menor medida, en el
mundo anglosajón. Discípulo de Febvre, lo sucedió tras su muerte en 1956 en la dirección
de la revista, que pasó a denominarse Annales. Économies, sociétés, civilisations. Mientras
los historiadores identificados con ella pasaban a ocupar el centro del campo historiográfico
francés, con cátedras en la Sorbona (Université Paris 1) (Université Paris 4) y el Collège de
France, a las que se sumó la fundación de la VI sección de la École Practique de Hautes
Études, convertida luego en École de Hautes Études en Sciences Sociales.

En este contexto institucional, fue Ernest Labrousse, discípulo de Simiand, el que orientó
los estudios en historia económica y social en una matriz cercana a la que había
recomendado su maestro, y que tanto Bloch como Febvre se habían resistido a adoptar. Ello
implicaba privilegiar la historia regional sobre la dimensión nacional, y la búsqueda de
nuevas fuentes de las cuales extraer datos cuantificables que pudieran ordenarse en series. A
partir de ellas se podría atender a variables tales como: salarios, precios, flujos comerciales,
etc., observadas en la larga duración y analizadas con relación a una estructura invariable
respecto de la cual las crisis coyunturales son una referencia.
La críes de l’économie française (1966), escrita por Labrousse durante la ocupación
alemana, la monumental obra de P. Chaunu, Séville et l’atlantique (1955-60) en 12
volúmenes, y Les paysan de Languedoc (1966), de Emanuel Le Roy Ladurie, son algunas
de las obras más emblemáticas de las orientaciones historiográficas inspiradas por la
segunda generación de Annales.

Entre fines de la década del 60 y comienzos de los 70 se va a producir un nuevo giro en la


revista, esta vez comandado por la generación que se formó en la posguerra junto a Braudel
y Labrousse: G. Duby, F. Furet, P. Nora, M. Aghulon, J. Le Goff, E. Le Roy Ladurie y Marc
Ferro. Estos tres últimos asumieron la dirección de la revista. Sin abandonar plenamente el
análisis cuantitativo, se van a abocar a los problemas culturales y la historia de las
mentalidades, retomando el camino de Bloch y Febvre. Asimismo, inician un diálogo con la
antropología por la vía de Levi-Strauss y Cliford Geertz y valoran la obra inclasificable de
Foucault junto a la de un historiador ajeno a los medios académicos, Philippe Ariés, que en
1960 había publicado La infancia y la vida en el antiguo régimen.

Un muestrario de la diversidad de temas, problemas, métodos y enfoques que caracterizan


esta nueva historia lo ofrecen los tres volúmenes que conforman la obra dirigida por
Jacques Le Goff y Pierre Nora, Hacer la Historia (1974) y el libro que coordinan el propio
Le Goff junto a Revel y Chartier, La Nouvelle histoire (1978). Multitud de campos de
estudios que contrastan con el programa más orgánico que habían esbozado Labrousse y
Braudel: las mentalidades, el imaginario colectivo, las actitudes frente a la vida y la muerte,
la brujería, el cuerpo y la enfermedad, la sociabilidad. Pero además retornos: la historia
política, el acontecimiento, lo singular. Esta diversidad promovió, sino un abandono, sí un
desplazamiento, no siempre explicitado, del proyecto de elaborar una historia total, lo que
llevó a F. Dossé a definirla, de un modo excesivo, como historia en migajas.

Paralelamente, en Italia se estaba produciendo el nacimiento de la microhistoria, cuyas


influencias y los debates que provoca siguen teniendo peso hasta nuestros días1. Surge de
un grupo reducido de historiadores que se habían integrado a la revista Quaderni Storici,
fundada en 1966: Eduardo Grendi, Carlo Poni, Giovani Levi y Carlo Ginzburg.

Precisamente Guinzburg logra con el El queso y los gusanos (1976) un producto renovador
tanto de la historia social como de la historia cultural, además de ser un ejemplo de los
aportes que el diálogo con la antropología podía ofrecer a la historia. Fundamentalmente
cuando se adentraba en los problemas de la cultura popular. Así, el método de la reducción
de escalas permitía atender a las historias individuales, las subjetividades y las prácticas
culturales, reconstruir redes de relaciones sociales concretas, cuestionar los métodos
macrohistóricos y volver a redefinir la relación entre lo singular y lo general

ALGUNAS CONDICIONES PARA SU APARICIÓN


Gonzalo Paroy Villafuerte
E. A. P. Historia
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
xgnzvlo_u_@hotmail.com
[…]pero tanto el uno como el otro no solo nos enseñaron que el historiador
tiene por primera obligación ser sincero, sino que además nunca ocultaron que
el progreso mismo de nuestros estudios se logra gracias a la contradicción
necesaria entre las sucesivas generaciones de trabajadores. Por lo tanto, seré
fiel a sus lecciones criticándolos con toda libertad, ahí donde lo crea útil, como
espero que un día mis alumnos me critiquen a su vez.
(Marc Bloch)
Resumen:
La escuela historiográfica de los Annales hubiera sido imposible en otro
contexto, sin el aporte de numerosos intelectuales conocidos por Bloch y
Febvre. El presente artículo recoge las condiciones que convergieron en la vida
intelectual de los primeros annalistas, necesarias para su surgimiento, además
de recorrer la historiografía “a derrocar”, para entender el porqué de un nuevo
paradigma.
Palabras clave:
Escuela de los Annales, paradigma, historiografía, positivismo, annalistas.
Abstract:
The Annales school of historiography would have been impossible in any other
context without the support of many intellectuals known like Bloch and Febvre.
This article describes the conditions that converged in the intellectual life of the
early Annales necessary for its emergence, in addition to touring the
historiography "to overthrow" to understand why a new paradigm.
Key Words:
Annales´ School, paradigm, historygrafic, positivism, annalist.
2011. Año II, Nº 2
ISSN: 2219-4002Page 2

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INTRODUCCIÓN
En la historiografía contemporánea, dos son los modelos enraizados en los
centros universitarios: La escuela positivista y la escuela annalista francesa. El
tema del trabajo está relacionado con la segunda escuela mencionada: los
Annales franceses. Pero ¿cómo es que surgió esta escuela?, ¿cuáles fueron
las condiciones para la “revolución”?, ¿contra quién o qué luchaba esta
revolucionaria escuela? Por condición general, sabemos que nada puede surgir
de la nada. Partiendo de ello, el estudio se encaminó a encontrar y conocer
todo aquello que, de alguna u otra manera, ayudó, apoyó, influenció o
convergió en la formación y surgimiento de esta importante escuela
historiográfica. Con el fin de contestar las preguntas planteadas, la
investigación busca dar cuenta sobre los antecedentes historiográficos, el
contexto y los maestros, antecesores de los primeros dirigentes de la escuela
de los Annales. En 1929 ocurrió otra revolución en Francia, pero ésta se
disponía a derrocar y destruir el antiguo régimen historizante, positivista,
acontecimental, que operaba (y dominaba) en la historiografía francesa y
mundial. Francia era otra vez, el centro de una revolución, pero de índole
científico-social. Por haber derrocado al antiguo régimen, al régimen incluso,
conservador, de la historia-relato, de la historia-hecho político, de la historia-
personaje importante; y darle vuelta a la forma de “hacer historia”, planteando
nuevos paradigmas historiográficos; podemos conocerla (tal y como la llamó
Peter Burke) La revolución historiográfica francesa. “Clío en Francia, tras vivir
parasitariamente en la historia puramente comercial, en la historia mercancía,
se encarna, sobretodo, en una escuela que ha conquistado una posición
hegemónica: la escuela de Annales.”1 Sucedió que en un grupo de estudiosos,
con Marc Bloch y Lucien Febvre a la cabeza, surgió la necesidad de tratar al
estudio y la investigación histórica como la época lo merecía, como el contexto
lo pedía, pues en todo Francia, en todo Europa, hubieron progresos en cuanto
a la concepción del hombre, de la sociedad, y por tanto, también hubo
progresos en la forma de estudiarlos y tratarlos. La escuela durkheminana de
sociología, la escuela vidaliana de geografía, la proliferación de revistas, los
diversos hechos económicos y sociales, convergieron junto a otros tantos
factores, para la conformación de la escuela de los Annales. La época y el
grupo de estudiosos necesitaban “propiciar el espíritu de la libre crítica, la
iniciativa todos sentidos y difundir el conocimiento histórico a todos los
ámbitos”.2
Los aportes e influencias de esta escuela-movimiento para la historiografía y la
actual concepción de las Ciencias Sociales, son innegables. De los numerosos
aportes, son estos los fundamentales:
1 François Dosse, La historia en migajas, pp. 8-9
2 Sofía Jacques y Raúl Rocha, “Los antecedentes culturales de la corriente de los Annales.
Los
fundadores”
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a)
El estudio interdisciplinario:
Una causa principal del atractivo renovador de Annales y de su capacidad para
permanecer largos años en la primera fila de la investigación histórica, es sin
lugar a dudas la audacia e inteligencia con que cooperaron los nuevos
historiadores con las ciencias sociales, logrando [...] federarlas alrededor de la
historia.3
Como afirmó el mismo Lucien Febvre:
Mezclaos con la vida. Con la vida intelectual, indudablemente, en toda su
variedad. Sed geógrafos, historiadores. Y también juristas, y sociólogos, y
psicólogos; no hay que cerrar los ojos ante el gran movimiento que transforma
las ciencias del universo físico a una velocidad vertiginosa.4
La nueva escuela reforzó los lazos de la historia con las ciencias
cercanas que concordaban (y concuerdan) en cuanto a su objeto de
estudio. En el comité de redacción siempre cuentan con especialistas en
las diversas disciplinas. Por ejemplo, cuando inició la revista, el comité
de redacción incluía, además de especialistas en historia antigua y
moderna, Albert Demangeon (geógrafo), a Maurice Halbwachs
(sociólogo), a Charles Rist (economista) y a André Siegried (especialista
en ciencia política).5
b)
El plantear el paradigma de la “historia problema”
Proponen una historia guiada hacia un problema, la historia basada en
un eje central-problemático se constituye más analítica, más crítica.
Sustituye a la tradicional narración de los hechos.
Hemos perdido todos o casi todos nuestros bienes materiales. Pero nada
hemos perdido si nos queda el espíritu. Expliquemos el mundo por el mundo.
Por la historia. Pero ¿qué historia? ¿La que “cuenta” la vida de María
Estuardo? ¿La que proyecta “toda luz” sobre el caballero Eon y sus faldas? ¿La
que durante cincuenta años estudia los dos últimos segmentos del cuarto por
dos patas? Perdón, me confundo.
¡Pues bien, no! No tenemos tiempo. Demasiados historiadores, bien formados
(eso es lo peor) [...] se dejan influir por las pobres lecciones de los vencidos del
70 [...] Hacen historia de la misma manera que tapizaban sus abuelas. Al
puntillo. Son aplicados. Pero si se les pregunta el porqué de todo ese trabajo, lo
mejor que saben responder, con una sonrisa infantil, es la cándida frase del
viejo Ranke: “Para saber exactamente cómo pasó”. Con todo detalle,
naturalmente.6
3 Ibidem
4 Lucien Febvre, Combates por la historia, p. 56
5 Peter Burke, La revolución historiográfica francesa, p. 28. En los capítulos posteriores del
presente
trabajo abarcaré a los representantes y aportes de las diferentes escuelas que influenciaron a
lo hoy
llamamos Annales.
6 Lucien Febvre, op. cit., p. 68
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c) De la convergencia de estas dos características, resulta el estudio de
todo el conjunto de actividades humanas. Y ya no primordialmente
política. Con ello, los annalistes proponen una Histoire Totale o una
Histoire Globale. Es decir, comprende la realidad, al hombre y la
sociedad como una totalidad. Este estudio es posible con las
aportaciones de otras ciencias fronterizas y por la dirección de este
estudio hacia un problema.
Ha nacido una nueva dimensión de la historia global como historia mundial, y
son precisas nuevas tentativas de enfoques globales de la investigación de la
enseñanza y la divulgación de la historia. Para lo cual hay que abandonar la
fallida definición de los nuevos historiadores de la historia total, como un
“horizonte utópico”, que sirvió de coartada para una historia cada vez más
fragmentada.7
I.- Antecedentes historiográficos: La “historia a derrocar”
La historiografía mundial ha pasado por numerosos modelos y vaivenes
acerca de cómo investigar y redactar la historia. Ha habido avances relativos,
progresos, retornos a lo mismo y hasta retrocesos y estancamientos parciales.
Para acercarnos a la historiografía que se buscaba derrocar, es necesario
examinar cómo se ha ido construyendo la historiografía de la época, es decir:
A fin de interpretar las acciones de estos revolucionarios nos es necesario sin embargo
conocer algo del antiguo régimen, no podemos limitarnos a considerar la situación de
Francia alrededor de 1900, cuando Febvre y Bloch eran estudiantes. Es menester que
examinemos la historia de los escritos en el largo plazo8.
1.- Repaso del legado historiográfico de occidente
Desde la época de los mitos y del “padre de la historia”, hasta la época
positivista, (no podemos negar que en parte también hasta la actualidad), la
historia que se ha escrito e impuesto ha sido siempre el “imperialismo” de la
historia-política9. Derivando a lo más en sucesos militares, explicaciones
divinas y mitológicas de sociedades y reyes divinos, crónicas monásticas o
bibliografías de personajes “importantes”. Esto por que la historia era vista con
fines pragmáticos, la historia estaba (y está) relacionada al poder. Se ha hecho
(y se puede seguir haciendo) uso y abuso de la historia.
7 Carlos Barros, “La escuela de Annales y la historia que viene”
8 Peter Burke, La revolución historiográfica francesa, p. 15
9 Sino, recordemos a Herodoto: “para que el tiempo no abata el recuerdo de las acciones de
los hombres,
y que las grandes empresas acometidas, ya sea por los griegos, ya por los bárbaros, no
caigan en olvido”.
Esto es, la historia-suceso militar, en la Grecia antigua, dominaba toda la política.
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De hecho, la historia-biografía imperó en la historiografía greco-romana y el
providencialismo (la idea de un devenir del mundo preordenado por un Dios),
también dominó en el mundo cristiano y en gran parte de la historiografía
medieval.
La historiografía renacentista llevó a la historia-política-pragmática a su
apogeo, como Maquiavelo, asesor político por excelencia, plantea una teoría–
justificación política basándose en ejemplos sacados de la historia. El método
de las autoridades se vuelve método general, es decir se encuentra
sustentación histórica para todo. Europa vio el primer esbozo de ciencia
histórica recién con J. B. Vico, que si bien es cierto, dice que el principio es
Dios,
Vico considera el proceso histórico como un proceso `por el cual los seres humanos
construyen sistemas de lenguajes, costumbres [pero también] leyes, gobiernos, etc..., o
sea, que Vico piensa la historia como historia de la génesis y desarrollo de las
sociedades humanas y sus instituciones.10
La mirada de sólo historia-política cambia a “historia de la génesis y desarrollo
de las sociedades humanas y sus instituciones”. No fue bien recibida ya que la
visión cartesiana de la ciencia aún estaba muy enraizada en el pensamiento de
la época, pero “aquí tenemos por primera vez una idea completamente
moderna acerca de lo que constituye la materia de la ciencia histórica11. Esta
historia política se ve en aprietos durante la Ilustración. Esta forma
predominante de concebir la historia fue cuestionada. La influencia de la
escuela empirista inglesa (de Locke a Hume)12 se desarrollaba ampliamente a
mediados del siglo XVIII con Hume, Voltaire y los enciclopedistas a la cabeza:
[...] numerosos escritores y estudiosos de Escocia, Francia, Italia, Alemania y otros
países comenzaron a ocuparse de lo que llamaban la “historia de la sociedad”, una
historia que no se limitara a tratar la guerra y la política sino que debía incluir las leyes
y el comercio. la moral y las “costumbres” que constituyeron el foco de atención del
famoso Essair sur les moeurs de Voltaire.13
Fue en esta época en que la mirada de lo meramente político, biográfico y
militar cambió, desde autores como Edwar Gibbon (Decadencia y caída del
Imperio Romano) que integró la historia sociocultural (recientemente estudiada)
en una narración de sucesos políticos, hasta el viraje a la historia económica,
característico del marxismo del siglo XIX. Llegados a esta época (mediados del
siglo XIX e inicios del siglo XX) es necesario tratar
10 R. G. Collingwood, Idea de la historia, p. 71
11 Ibidem, p. 71
12 Véase R. G. Collingwood, Idea de la historia, pp. 70-82. Para este autor, la escuela
inglesa constituyó
el segundo ataque al cartesianismo. Vico habría sido el primero en defender a la historia y
luego, atacar al
cartesianismo.
13 Peter Burke, La revolución historiográfica francesa, p. 15,(Essair sur les moeurs: Ensayo
sobre
modales, obra de Voltaire).
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[...] a las grandes curvas evolutivas, a las grandes líneas que dibujan el conjunto de los
progresos que los estudios históricos han ido concretando a lo largo de este siglo XX.
Lo cual conlleva también el hecho de centrar la atención, sobre todo, en las grandes
transformaciones, en las modificaciones verdaderamente profundas que han ido
redefiniendo de manera radical el quehacer historiográfico en este periodo del siglo
XX.14
Como apunta Carlos Aguirre15 durante el largo siglo XIX (desde la perspectiva
braudeliana, teoría de larga duración) hubieron cuatro etapas, cuatro
paradigmas historiográficos: el primero se ubica en esa “coyuntura de 1848 a
1870, la coyuntura del nacimiento y primera afirmación del marxismo”16. Le
sigue la hegemonía del mundo germano-parlante, que también podemos
denominar “rankeana” o “positivista”, en auge en el periodo 1870 - 1929
aproximadamente. A esta historiografía es precisamente a la que se enfrenta
Annales. Para Carlos Aguirre, Annales es el tercer momento de la historiografía
contemporánea (1929-1968). Finalmente, el cuarto momento es
[...] hija directa de las grandes transformaciones que 1968 ha traído en todos los
mecanismos de la reproducción cultural de la vida social moderna y en la cual no existe
más ninguna hegemonía historiográfica, sino, por el contrario, una nueva e inédita
situación de policentrismo en la innovación y en el descubrimiento de las nuevas líneas
de progreso de la historiografía.17
2.- Historia “historizante”: historiografía positivista
La hora de la revolución llegó cuando imperaba el positivismo. La llegada de la
historia social, de la historia científica, no podía esperar más. Y contra ello
fueron las estocadas annalistas.
2.1.- Positivismo
La historiografía positivista busca una historia alineada con las ciencias
naturales. Consistía en dos cosas: comprobar hechos y fijar leyes. Del intento
de los historiadores en cumplir con el programa positivista, resulta el intento de
querer comprobar todos los acontecimientos que estaban a su alcance.
El resultado fue un enorme aumento de conocimientos históricos detallados, basados
hasta un grado sin precedentes en el examen exacto y crítico de las pruebas históricas.
14 Carlos Aguirre, op. cit. p. 29
15 Véase “Tesis sobre el itinerario de la historiografía del siglo XX. Una visión desde la
larga duración.”,
En Carlos Aguirre, op. cit., pp. 27-42.
16 Ibidem, p.29
17 Ibidem, p. 29
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Esta fue la época que enriqueció la historia con la recopilación de enormes masas de
materiales cuidadosamente tamizados, como los expedientes de las nominas de
reservas y franquicias: el corpus de inscripciones latinas; nuevas ediciones de textos
históricos, y fuentes de todos las órdenes y el aparato entero de investigación
arqueológica.18
El primer paso del programa positivista, en el caso de la historia, se daba al pie
de la letra y casi a la perfección (comprobación de hechos), pero mientras más
se dedicaban a identificar y a comprobar hechos (ya que su campo era
inagotable y casi inexplorado); más se alejaban del segundo paso (fijación de
leyes). De aquí que, esta historiografía se veía relegada por la sociología, en
la dirección de las ciencias sociales. La sociología se disponía a utilizar la
masa de datos y hechos descubiertos por los historiadores y, de ahí,
mediante lógicas causales, establecer leyes, conexiones, generalizaciones,
etc.
Los historiadores de esta época 19 supieron tratar las fuentes como nadie, pero
ante tanta información, no daban opiniones, propuestas o soluciones, pues “no
era su trabajo”. Por tanto podríamos afirmar que “El legado del positivismo a la
historiografía moderna [...], es una combinación de maestría sin precedentes en
problemas a pequeña escala, con debilidad sin precedentes en el manejo de
problemas a gran escala.”20
2.2.- Historicismo germanoparlante: L. Von Ranke.
La historiografía positivista se reagrupó en Alemania, bajo la bandera de la
escuela rankeana. Lephold Von Ranke, como buen positivista trató con
sabiduría las fuentes estableciendo el “método crítico de las fuentes”. Se
percibe en la investigación de Ranke “una innata necesidad de pulcritud frente
a los testimonios de la vida humana, una necesidad absoluta de las fuentes
más auténticas y más originales, una aversión contra todo lo que ofrece una
semi-autenticidad, contra todo lo turbio.”21 A ello se debe a que Ranke buscara
una historia que sirva “para relatar los hechos tal y como sucedieron en
realidad”, un ideal, al cual se debieron las duras y numerosas criticas que sobre
Ranke y la historia se lanzaron.
Ranke consideraba, para contar los hechos tal y como se dieron, los hechos
políticos como lo más importante, y dejaba en segundo plano la historia de la
sociedad, del arte, de la ciencia. En consecuencia el paradigma que establecía
Ranke, en el fondo y a la larga fue el “marginar o de volver a marginar la
18 R. G. Collingwood, Idea de la historia, p. 129
19 Mommsem es reconocido como el más grande de la época positivista: “Mommsen o
Maitland se
convirtió en el más grande maestro del detalle” (R. G. Collingwood, Idea de la historia, p.
129)
20 R. G. Collingwood, Idea de la historia, p. 134
21 Friedrich Meinecke, El historicismo y su génesis, p. 499
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historia social y cultural”.22 Esta marginación fue la promotora de la revolución
historiográfica francesa, la primera generación de Annales, critica y repudia que
[…] en su afanosa búsqueda de una muy estricta y solo aparente posible “objetividad”
frente a los hechos históricos, haya desembocado al final en una clara renuncia a toda
la dimensión interpretativa y explicativa de la ciencia histórica.23
Una vez más, la historia-política asomaba con fuerza, pero llegaba
acompañada de una erudición sin precedentes. Por lo que hay que reconocer
que: “El historicismo francés se nutre en gran parte de la escuela histórico-
gráfica alemana, de las tesis de Leophold Von Ranke de mediados del siglo
XIX, que influyen poderosamente en los historiadores franceses que de allí
tomaron su bases teóricas.”24 En este grupo, por supuesto, se encuentra
Annales, como seguidores de la teoría Rankeana que complementaron con la
teoría de las ciencias sociales vecinas. Las críticas contra el positivismo
rankeano van dirigidas a la metodología abstracta alemana25 y a
[…] ciertos defectos que se han notado en la historiografía de Ranke [que] guardan
relación con la grandeza de esta concepción. En efecto, se dice que, siguiendo una
anticuada tradición de la historiografía, concedió demasiada atención a los altos hechos
y a los actos de estado [...] e igualmente, se interesó demasiado poco [...] por los
poderes e infraestructuras sociales y económicas.26
Si Ranke, dio los primeros pasos para que la historia política tenga la primacía,
marginando a la historia social, fueron sus discípulos quienes terminaron de
implantar, organizar e imponer este sistema. Esto porque “Los discípulos de
Ranke tenían espíritu más estrecho que el de su maestro y en un momento en
que los historiadores aspiraban a ser profesionales, la historia no política queda
excluida de la nueva disciplina académica.”27
2.3.- Positivismo, historicismo en Francia: Seignobos y Langlois.
En 1898 se publicó un manual en Francia, que fue muy difundido, titulado
Introducción a los estudios históricos “manual que es, por lo demás solo la
variante francesa de esa misma historiografía positivismo rankeana”28
Acá, Langlois y Seignobos seguían al pie de la letra la historiografía que Ranke
predicaba: “La historia se hace con textos y un historiador serio jamás se
22 Peter Burke, La revolución historiográfica francesa, p. 16
23 Carlos Aguirre Rojas, Itinerarios de la historiografía del siglo XX, p. 36
24 François Dosse, La historia en migajas, p. 39
25 “Nada de metodología abstracta a la alemana... Las ideas de un historiador se extraen de
la propia
historia” (Lucien Febvre, citado por F. Dosse, op. cit., p. 57
26 Friedrich Meinecke, El historicismo y su génesis, p. 504
27 Peter Burke, op. cit., p. 16
28 Carlos Aguirre, op. cit., p. 36
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atrevería a afirmar aquello que no pueda respaldar con un documento
escrito”.29 Es decir; la sociología, Ranke y sus discípulos, disminuían, por así
decirse, la cientificidad de la historia que tanto repudian los annalistas, la
misma que rebajaba a la ciencia histórica fue algo que los jóvenes Bloch y
Febvre disconformes, no aceptaron.
La idea vertebral la dio Simiand30, quien se valió de esta obra y de este tipo de
historia para atacar a los historiadores. A su vez, Henri Berr, critica a estos
autores, pero siempre resaltando lo valioso de su pensamiento, no lejano a la
síntesis que él proponía31. La importancia y, a la vez la discrepancia de estos
historiadores, lo hace notar Marc Bloch:
En lo que me opongo, desde el principio y sin haberlo intentado [es] a la Introducción a
los estudios históricos de Langlois y Seignobos.
[...]
Fui alumno de estos dos autores, especialmente de Seignobos […], pero tanto el uno
como el otro no solo nos enseñaron que el historiador tiene por primera obligación ser
sincero, sino que además nunca ocultaron que el progreso mismo de nuestros estudios
se logra gracias a la contradicción necesaria entre las sucesivas generaciones de
trabajadores. Por lo tanto, seré fiel a sus lecciones criticándolos con toda libertad, ahí
donde lo crea útil, como espero que un día mis alumnos me critiquen a su vez.32
II.- Contexto para el surgimiento de Annales
Imposible extraer a esta escuela tan importante de su contexto, así como
resulta casi imposible separar y enumerar aquellos acontecimientos que, de
alguna u otra manera, influyeron y convergieron para formar lo que hoy
llamamos la escuela historiográfica de los Annales. La política militar que se
daba por las guerras mundiales, después de una larga “paz armada”, es
inseparable de sus consecuencias sociales y económicas. Los Estados que
ganaron la Primera Guerra Mundial (entre ellos Francia) intentaron políticas
para la reconstrucción, que “chorreó” en el apoyo a la cultura y a las
universidades y escuelas. A la vez que ideologías y escuelas surgían y/o se
derrumbaban por los fenómenos económicos y sociales de la época,
consecuencia de las guerras.
El surgimiento de regímenes nacionalistas y autoritarios en Italia y Alemania, la
revolución socialista en Rusia y la crisis mundial que alteró definitivamente el
funcionamiento del mercado mundial tal como se había estructurado en el siglo XIX,
impactaron sobre el presente y, al mismo tiempo, sembraron de incertidumbres el
29 Ibidem, p. 36
30 Simiand fue dio varios aportes a los primeros analistas. De él se hablará en la escuela
sociológica
(capítulo IV)
31 Se hablará de ello al tratar a la influencia de Henri Berr sobre los annalistas.
32 Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio del historiador, p. 41
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futuro. Esto llevó a algunos historiadores a replantear los interrogantes formulados a un
pasado que difícilmente podía ser ya visto como resultado de un proceso evolutivo
sostenido en la idea de un progreso indefinido.33
Todo ello se entreveró llevando a una duda y a un posterior rechazo a las
realidades existentes: “[...] el capitalismo con su crisis y contradicciones, que da
como resultado millones de varados, y los regímenes totalitarios como el
fascismo y el nazismo; pero también la solución de una revolución colectivista
de corte soviético”34.Por lo tanto: “Este espíritu de los años treinta es también
una reflexión sobre el declive, la decadencia, la ineficacia de las ideologías [...],
diseñando un lugar para el hombre como personalidad, como singularidad”.35
Como se ve, una división de cómo se vivió en la época, es sumamente difícil,
más aquí, se pretende tratar sobre aquellos fundamentales sucesos antes y
durante la aparición de Annales.
1.- Periodo de Guerras y entreguerras
Ni por todo lo que podemos leer, o todas las películas que podemos ver sobre
las guerras mundiales, podemos saber lo que fue realmente. Fueron periodos
de extrema tensión. La fecha de la aparición de Annales data de enero de
1929, es decir, periodo en que se vivía una reconstrucción de Europa, pero
donde las políticas, anunciaban una especie de revanchismo. El fascismo ya se
asomaba y el entorno alrededor de ese año era agitado para todo el continente.
En “El origen de este nuevo discurso histórico codificado por la revista Annales,
encontramos también el trauma de la guerra de 1914-1918 y sus efectos”36.
Millones de muertos, Europa destruida, pérdidas materiales y económicas. La
historia “separatista”, comenzaba a generar dudas, la idea de nación, patria,
había fracasado, si en 1929 habían dudas sobre ello, después de la guerra de
1939-1945 se corroboró.
Para el historiador, esto significaba el fracaso de una historia-batalla que no ha sabido
impedir la barbarie. La voluntad resueltamente pacifista de la postguerra [...] incita a
superar el relato de una historia puramente nacionalista y patriotera que había sido el
creso de toda una juventud después de la derrota de 1870. Por el contrario, se deseaba
acercar las gentes, los pueblos, y una nueva finalidad se le aparecía al discurso
histórico, que desde entonces fue considerado como el instrumento posible de la paz,
después de haber sido el arma de la guerra.37
El discurso meramente patriotero comenzaba a ser mal visto, y la idea de la
historia comenzaba a cambiar. Sólo faltaba dejar de guiarse por los países que
33 “La historia y los historiadores desde fines del XIX. instituciones, enfoques y
problemas”
34 François Dosse, La historia en migajas, p. 20
35 Ibidem, p. 19
36 Ibidem, p. 17
37 Ibidem, p.17
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dominaban la política, la economía y, hay que decirlo, la historiografía mundial.
Así pues, “La derrota de Alemania, cuna de la historiografía positivista, en las
dos guerras mundiales creó las condiciones geopolíticas para el triunfo
internacional de la nueva historia francesa”.38
2.- Cambios y fenómenos económicos
Estrechamente relacionado a las guerras mundiales, estaban los fenómenos y
cambios económicos. En toda Europa habían políticas de reconstrucción,
mientras que los países que habían ganado la primera guerra y cuyo territorio
no había sido afectado directamente (Japón y EE.UU.), vivían un crecimiento
(recuérdese “Los locos años 20”).
El año de la creación de Annales (1929) fue el año del crack de la Wall Street.
“No es un azar que Annales naciese en 1929, el año de la gran crisis”39. No se
puede decir que este proyecto es una respuesta atenta, directa y puntual a la
crisis económica, por parte de los historiadores (la revista apareció en enero y
la crisis se dio en octubre, y más concordaría decir que fue una respuesta a la
inmediata postguerra40. Pero sí se puede decir que la crisis influenció en el éxito
del proyecto y su visión historia-economía.
No era este el único fenómeno económico de la época. En Francia la política
proteccionista, aminoró -a corto plazo- los efectos de la depresión. “Francia
semejaba a una isla serena y progresista, en medio de la gran crisis mundial.
Pero el gobierno derechista fue incapaz de sostener esa política y en 1931 la
crisis afectó al sistema social, económico y política”.41
En los años veinte,
alrededor del mundo ocurrieron vaivenes económicos por decisiones políticas.
En 1921, Lenin introdujo la NPE en la URSS, después de un proceso
revolucionario, alterando, por supuesto, las relaciones de producción en esos
países. La gran depresión tuvo repercusiones mundiales, siendo América
seriamente afectada. El programa New Deal de Roosevelt fue una reacción
contra el devenir inflacionista en EE.UU. Como se ve: “La economía se
convirtió en aquello a través de lo cual la sociedad de los años veinte o treinta
se pensaba, y fue en este ambiente donde la revista de historia económica se
movió como pez en el agua”42. Se vivía un contexto económico, y por tanto
social, donde se necesitaba entender, explicar y actuar. La historiografía
necesitaba variar su visión. Estos hechos económicos influyeron en el
desplazamiento de lo político a lo económico-social, solamente recordemos el
título con el que apareció la revista: Annales d` Histoire Economique et Sociale.
38 Carlos Barros, “La escuela de los Annales y la historia que viene”
39 Le Goff, citado por François Dosse, La historia en migajas, p. 15
40 François Dosse, op. cit, p. 15
41 Sofía Jacques y Raúl Rocha, “Los antecedentes históricos y culturales de la corriente de
los Annales.
Los fundadores”
42 François Dosse, op. cit., p. 16
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La preocupación por la economía, por los problemas económicos
contemporáneos es omnipresente en el discurso annaliste, podríamos llamarla
incluso una preocupación innata en esta escuela. Así lo revelan títulos de
artículos publicados en la revista en el periodo de 1929-1939 (primer periodo
de la primera generación): “La crisis bancaria en Alemania” (1932), “La crisis
bancaria en Europa Central”(1932), “Las causas y los orígenes de la crisis
mundial del trigo”(1933), “El descontento agrario en el oeste americano”(1936),
“La crisis bancaria y la gran crisis de los Estados Unidos”(1936), “La
colectivización agrícola en URSS”(1938): Estos títulos revelan la preocupación
por lo actual, por lo social-económico, dejando en segundo plano lo meramente
político.
3.- Aspecto y contexto científico-cultural
3.1.-Sobre la concepción de la ciencia
No hay que negar que durante y para las guerras mundiales la ciencia y la
tecnología habían progresado enormemente. La física, la química, la
farmacéutica, la geografía debieron, para que se den los combates y guerras
de la magnitud que se dieron, crear nuevos aparatos, proyectos, formas de
ahorro de energía, etc. Esto permitía una visión, digamos, más avanzada de la
ciencia. Las ciencias naturales habían tomado la batuta, pero causaron estas
hecatombes, estas destrucciones, estas muertes en el común del pueblo. Esta
desconfianza hacia este tipo de ciencias hizo pensar en el “hombre”, en la
sociedad, en la guerra en cuanto hecho que afecta directamente en la vida del
ser humano. Esto implicaba renovar prácticas, cambiar teorías y dejar de lado
algunas tendencias y concepciones. Lucien Febvre da cuenta que:
[...] las consecuencias de la naturaleza han sufrido los efectos de una verdadera
revolución ideológica [...], que han visto como se hundía gracias a una serie de rápidos
y sorprendentes progresos de la física, toda la construcción teórica elaborada por
generaciones de sabios en los siglos XVII, XVIII y XIX, que el intento de explicar el
mundo mediante la mecánica “racional” ha terminado en fracaso al romper lo concreto
los marcos de lo abstracto; que ha hecho necesario proceder a una revisión de
conjunto de todas las naciones científicas, con los cuales se había vivido hasta ahora
[...], a esa revisión no ha escapado nada 43
Comte había creado “la ciencia de la sociedad”, y ésta ya constituía una fuerte
influencia. Durkheim y sus discípulos se habían constituido ya como científicos,
el positivismo dominaba en la historiografía (historia al servicio de la
sociología). Ranke y Toynbee, entre otros, reafirmaban la escuela positivista
“historizante”.
43 Lucien Fevbre, Combates por la historia, p. 87
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Más tarde aparecían distinciones o intentos de distinguir las ciencias. Se iban
ampliando las ciencias sociales. Dilthey y más tarde Windelband sostenían una
separación entre las ciencias sociales y las ciencias naturales44: las ciencias
naturales buscan explicar, mientras que las ciencias sociales buscan
comprender. Todo ello, concordaba con la nueva “nueva visión de las ciencias”
y con el divorcio de las ciencias histórico-sociales. El hombre siempre desea
conocerlo todo. Necesita conocer y conocerse
Aquí el autoconocimiento no significa el conocimiento de la naturaleza corporal del
hombre, su anatomía y su fisiología; ni siquiera un conocimiento de su mente [o en lo
que] ésta consiste en sentimientos, sensaciones y emociones; sino un conocimiento de
sus facultades cognoscitivas, su pensamiento o comprensión o razón.45
A la llegada de Annales, esta visión mejoró. Ya la historia es ciencia porque es
ciencia. Ya se tiene una concepción clara sobre la cientificidad, y lo que se
hace es aplicarlo a la historia. Los annalistes tienen claro ello. La ciencia no es
aislada, no la hacen unos “ilustrados”, no es sólo una y de ninguna manera es
estática:
[...] no, la ciencia no se hace en una torre de marfil gracias a la íntima y secreta
operación de científicos espiritualizados que viven una vida de intelectualidad pura,
fuera del tiempo y del espacio.
La ciencia-y entiendo por tal la sociedad de las ciencias- se hace gracias a hombres
que se sumergen en el ambiente de su época, y eso vale para los matemáticos, los
físicos, los biólogos... y los historiadores46.
En otros términos: la ciencia no es un imperio en el imperio. No se separa del medio
social en el cual se elabora. Sufre la presión de éste, la imposición de múltiples
contingencias que pesan sobre su desarrollo47.
Y pospuesto “De ahí se sigue que la historia no puede quedar al margen de las
transformaciones de la ciencia”48 La historia debe también, dar el paso al frente.
3.2.- “Nuevas historias”
El progreso de la ciencia histórica y de las ciencias sociales, y de la ciencia en
general, dieron frutos. Aparecían las -podríamos llamarlas- incipientes historias
44 Dilthey “En la Introducción a las ciencias del espíritu adoptó once años antes que
Windelband, la
posición de que la historia maneja individuales concretos y las ciencias naturales
generalizaciones
abstractas”(R. G. Collingwood, Idea de la historia, p.170), e incluso Windelband “Bautizó
pomposamente esta distinción diciendo que había dos clases de ciencia (Wissenschaft):
ciencia
nomotética, que es ciencia en el sentido corriente de la palabra, y ciencia idiográfica, que es
la
historia”(R. G. Collingwood, op. cit., p. 165).
45 R. G. Collingwood, Idea de la historia, p. 201
46 Lucien Fevbre, Combates por la historia, p.86
47 Ibidem, p. 87
48 Ibidem, p. 87
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sociales, e historias económicas. Comte, y sobre todo Marx, significaron
bastante para estas nuevas visiones.
Karl Marx divulgó una nueva teoría que pretendía ser una ciencia general de la
sociedad orientada a comprender los cambios resultantes del desarrollo del capitalismo
industrial y de las revoluciones políticas del siglo XVIII. Las conexiones entre Marx y los
sistemas sociológicos de Comte y Spencer se hicieron evidentes por el campo de
análisis y similares fuentes intelectuales: las historias de la civilización, las teorías del
progreso, el estudio de la sociedad industrial de Saint Simon y la nueva teoría
económica49
La historia de lo social se fundió con la historia de lo económico para formar un campo
especializado y marginado de la historia general, es decir los hechos económicos no
ocurrían aislados de sus efectos sociales. La historia social fue historia económica en
pequeña escala, en cuanto niveles de vida, transporte, sanidad, cercamientos, ley de
pobres y categorías de clase generadas desde la economía. Desde mediados del siglo
XIX hubo formas alternativas de escribir la historia, pero estas permanecieron fuera de
la principal corriente de erudición especializada. El despliegue industrializador y las
transformaciones profundas en el desarrollo capitalista generaron conflictos de clase
que exigían otros instrumentos de análisis. El concepto de sociedad se impuso como
arma de combate antiestatal y bandera de demandas liberales, democráticas y
socialistas50
Todo ello significaba un nuevo y un vivo debate sobre la concepción de la
historia y sobre el papel de las ciencias sociales. En EE.UU. se comenzaba a
practicar una historia que “[...] rompía francamente con la historia de los
acontecimientos políticos”51, así Frederick Jackson y James Hervey decían que
“la historia comprende todo rasgo y vestigio de cuanto el hombre ha hecho”,
“La nueva historia habrá de valerse de todos los descubrimientos que sobre la
humanidad hacen los antropólogos, los economistas, los psicólogos y los
sociólogos.”52
Al mismo tiempo, en Francia y algunos partes de Europa, numerosas revistas e
historiadores aparecían (Monod, Lavisse, Pirenne, Seignobos, etc.) y en las
publicaciones dedicaban (empezaban a dedicar) espacio a las artes, las leyes,
las medidas culturales, etc. “En otra palabras, es inexacto pensar que los
historiadores profesionales oficiales de ese periodo estaban interesados
exclusivamente en la narración de acontecimientos políticos”.53
3.3.- Respuesta cultural: aparición de revistas
En contra de la guerra y de las políticas que se daban (y dieron) desde finales
del siglo XIX hasta los años 20` y 30`, surgían respuestas en el ámbito cultural.
49 Sofía Jacques y Raúl Rocha, “Los antecedentes históricos y culturales de la corriente de
los Annales”
50 Ibidem.
51 Peter Burke, La revolución historiográfica francesa, p. 18
52 citado por Peter Burke, op. cit., p. 18
53 Peter Burke, op. cit., p. 18
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Europa vio surgir una rica diversidad cultural. Desde las “expresiones de los
valores tradicionales en artistas fascistas o nihilistas”54, hasta de
filósofos y escritores tradicionales que construían un orden nuevo y diferente del
Positivismo: la filosofía social de Francois Mauriac, Jules Romains, Georges Duhamel y
Roger Martin du Gard; las novelas involucradas socialmente de André Malraux; los
primeros escritos existencialistas de Jean Paul Sartre y la obra de Emmanuel Mounier,
que inspirara la creación de la nueva izquierda católica.55
La historiografía, la historia y las ciencias sociales no serían ajenas a esta
diversidad cultural que aparecía. Ya las ciencias sociales constituían una fuerte
barricada contra lo tradicional y contra la mera política. La sociología disponía
desde 1897 de L` Année sociologique, órgano desde donde defendía sus tesis.
De igual manera, la geografía disponía desde 1891 de Annales de
Géographie56, que no siempre fue el órgano oficial, ya que las revistas de
geografía regional aumentaron en los años 20` y 30`. Pero fue, sin duda, en el
campo de la historia donde surgirían las mejores propuestas. Existían revistas
sobre historia desde finales del siglo XIX en lugares estratégicos de Europa,
tales como: Historische Zeitschift (1856), la Revue Historique (1876), la English
Historical Review (1886), pero que, como buenos positivistas, declaraban su
concentración en los acontecimientos políticos. A lo más, los ideales de los
historiadores profesionales “se articulaban en una serie de tratados sobre el
método histórico”.57
Sería recién en los años 20`, 30` donde aparecerían las revistas de calidad
como la Economic History Review58, la Revue de Sinthése Historique59
en
Francia, y por supuesto, Annales. “Encontramos nuevos puntos en común entre
el discurso de Annales y `Este espíritu de los años treinta` que animó
numerosos movimientos juveniles de ruptura”60. Como dijo Andreu: “La revuelta
se apropiaba de lo mejor de la juventud intelectual”.61
3.4.- La intervención del Estado en la “nueva historia”
Francia fue azotada por las guerras mundiales, pero no olvidar que en 1789 vio
también en su territorio una revolución. Todo lo que significó, sus estragos, sus
consecuencias, ocupaban aún los recuerdos de la gente en el siglo XIX. El
54 Sofía Jacques y Raúl Rocha, “Los antecedentes históricos y culturales de la corriente de
los Annales”
55 Ibidem
56 De las importancias e influencias de éstas, trataré en el capítulo IV.
57 Peter Burke. La revolución historiográfica francesa, p. 16
58 En el primer momento, Annales “parecía más o menos el equivalente o el rival francés
de la Economic
History Review. Sin embargo, en 1939 se anunciaba la intención de la revista de
establecerse en el
`terreno casi virgen de la historia social`”(Peter Burke, op. cit., p. 28-29)
59 De gran importancia e influencia para Annales, de ella hablaré en un punto importante
del capítulo IV.
60 François Dosse, La historia en migajas, p. 18
61 P. Andreu, citado por François Dosse, op. cit., p. 18
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Estado de turno debía enfrentar ello. Para hacerlo, echaron mano de una
antigua arma: la historia.
En la parte del siglo XIX, la misión del historiador francés consiste en reconciliar la
nación, superar los desgarros nacidos en la revolución de 1789, legitimándola,
instituyéndola como fundadora de los tiempos nuevos en que las contradicciones y los
conflictos se desvanecerían gracias a la realización de las aspiraciones de un pueblo
reunificado.62
El Estado francés, para bien o para mal, comenzó a tener relevancia en la
ciencia y en la historia. Ya se habló de las nuevas nociones sobre ciencia e
historia, pues con la convergencia de ambas, no podemos negar la aparición o
el progreso de la investigación y de la erudición: “Esta [nueva] concepción de la
historia hizo progresar la investigación, atendiendo especialmente a las fuentes
y a su clasificación, desarrollando la erudición. Este progreso de la erudición,
en el caso de la escuela francesa, durante el siglo XIX, descansó sobre el
aparato del Estado”.63
Hay que admitir que en Francia, gracias al apoyo estatal, creció el número de
investigadores. “El Estado se vuelve historiador”64: financia historiadores,
proyectos de investigación e instituciones de carácter histórico, y, lo más
importante, la investigación se organiza y se racionaliza.
3.5.- Educación francesa: Vida académica de los primeros directores de
Annales.
La educación francesa era de las mejores en las épocas cuando Bloch y
Febvre eran estudiantes y cuando ambos fueron profesores: es decir, en el
periodo de entre guerras. Recordemos que el Estado había ayudado en la
mejora del sistema universitario. Estos primeros directores siempre estuvieron
rodeados de profesores, colegas y estudiantes de altísimo nivel, con quienes
se podía tener una abierta conversación o un vivo debate. No sólo con
profesores historiadores, sino de un multidisciplinario equipo de profesores.
“Los dos fundadores de Annales no fueron, como ellos y sus herederos gustan
de presentarse, marginales”.65 Ambos fueron estudiantes en la Ecole Normale
Supérieure, ambos serían luego profesores en la universidad de Estraburgo y
ambos “se beneficiarían además de una coyuntura universitaria favorable. En
un sistema universitario en renovación, pueden aspirar a ocupar una plaza en
62 François Dosse, op. cit., p. 32
63 Ibidem, 32
64 Ch. O. Carbonell, citado por François Dosse, op. cit., p. 32
65 François Dosse, op. cit., p. 43
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tanto que gozan ya del prestigio de la Ecole Normale Supérieure y de la
agregación de filosofía”.66
Quizás por ello
Sus maneras de abordar la historia eran singularmente semejantes, aunque ambos
hombres tenían temperamentos muy diferentes. Febvre, ocho años mayor que Bloch,
era hombre expansivo, vehemente y combativo, con tendencia a increpar a sus colegas
si éstos no hacían o que él deseaba; en cambio Bloch era sereno, irónico y lacónico,
con un amor casi inglés por la reserva y los sobreentendidos. A pesar o quizás a causa
de ellas estos dos hombres trabajaron juntos y armonizadamente durante los veinte
años del período transcurrido entre las dos guerras.67
L. Febvre y M. Bloch ingresaron a la Ecole Normale Supérieure
alrededor de 1887. “En esa época, la Ecole estaba completamente separada
de la universidad de París. Era un colegio pequeño pero intelectualmente
vigoroso”68, donde Gustave Bloch (padre de Marc Bloch) y el reconocido filósofo
Henri Bergson eran profesores. “La enseñanza se impartía por seminarios, no
por lecciones, y esos seminarios estaban dirigidos por estudiosos distinguidos
de diferentes disciplinas”.69
Obviamente, en dicha casa de estudios, trataron con estudiosos (profesores y
compañeros) que tuvieron gran influencia en la formación, cultura, obra e
historiografía de los primeros annalistas. Peter Burke70 menciona la principal
influencia de cinco de ellos: Un geógrafo, Vidal de la Blache (de influencia
mayoritaria en Febvre), dispuesto a colaborar con las demás ciencias sociales;
el filósofo y antropólogo Levy-Bruhl, quien dedica parte de su obra a lo que él
llamaba “pensamiento psicológico” o “mentalidad primitiva”, que se hará notar
en las obras de Bloch y Febvre; el lingüista Antoine Meillet, interesado por los
aspectos externos (sociales) del lenguaje; no podía faltar un historiador, Emile
Mâle, “uno de los primeros en concentrarse, no en la historia de las formas,
sino en la historia de las imágenes”, en la iconografía, como se le llama
generalmente y el último de ellos, el sociólogo reconocido, Emile Durkheim (de
influencia mayoritaria en Bloch) con su vital concepto de “hecho social”.
La atracción que sentía Bloch por la geografía era menor que la de Febvre, en tanto
que su interés por la sociología era mayor. Sin embargo, ambos hombres pensaban de
una manera interdisciplinaria […]. Evidentemente los dos hombres tenían que llegar a
conocerse. Y la oportunidad llegó cuando fueron nombrados para ocupar cargos en la
universidad de Estraburgo.71
66 Ibidem, p. 22
67 Peter Burke, La revolución historiográfica francesa, p. 20
68 Ibidem, p. 20
69 Ibidem, p. 20
70 Ibidem. pp. 20-23
71 Ibidem, p. 23
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Ambos fueron profesores desde 1920 en la mencionada universidad (este
periodo, donde se encontraban casi a diario duró 13 años: de 1929 a 1933).
Alsacia (nombre del lugar donde se encontraba la universidad) era recién
reconquistada de los alemanes, consecuencia de la Primera Guerra Mundial.
En esta época, la universidad de Estraburgo “se convirtió en una universidad-
modelo. Debía mostrar a los alemanes aquello de los que eran capaces los
investigadores franceses. Estraburgo fue entonces la segunda universidad
después de París, por la importancia de sus profesores”72
Este medio y estos 13 años fueron de crucial importancia para Annales.
Primero, porque estaban en un centro de la más pura investigación. Donde
Bloch y Febvre crearon cátedras más modernas, donde se beneficiarían
gracias a la caja de investigaciones científicas, donde la facultad de Derecho
retenía y recogía lo mejor de los juristas franceses que, mediante sus estudios
comparados y multidisciplinarios, otorgarán el original nombre de facultad de
Derecho y Ciencia Política, y por si fuera poco, donde los institutos de historia
medieval y el de historia moderna “estaban contiguos y la puerta que los
separaba siempre estaba abierta”73.
Segundo, porque las discusiones y debates entre Bloch y Febvre -o podrían
ser- compartidas y terminadas por un selecto grupo de científicos sociales,
también relacionados con la universidad, y que, en su mayoría, después
colaborarían con la revista Annales. Así tenemos entre los más importantes al
geógrafo Bauliy, a los sociólogos Maurice Halbwachs y Gabriel Le Bras, al
psicólogo Charles Brondel y a los historiadores André Piganiol, Charles Edmon
Perrin y Georges Lefebvre. “Lucien Febvre y Marc Bloch [...] ocuparon una
posición estratégica en seno de este rico vivero intelectual”.74
III.- Principales escuelas y personajes influyentes en los annalistas
Como expliqué es imposible sacar a una escuela tan importante como fue
Annales, de su contexto, análogamente, resulta completamente imposible
pensar o afirmar que esta escuela surgió de la nada, sin antecedentes, sin
maestros, sin colabores. Como ya se ha visto un poco en el capítulo II, fueron
numerosas escuelas, pensadores que influenciaron a la primera generación de
los Annales.
Repitiendo una vez más, el progreso de la ciencia hizo tambalear los
presupuestos de los diversos pensadores y científicos sociales y naturales de
la época. Los nuevos descubrimientos y avances, hicieron surgir escuelas.
Normalmente se suele aceptar a tres como las que convergieron para formar
72 François Dosse, La historia en migajas, p. 43
73 Ibidem, p. 44
74 Ibidem, p. 43
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Annales o como dice Dosse sobre la conquista de la hegemonía historiográfica
por parte de Annales: “Esta conquista es la constante de una escuela que lleva
mejor su ofensiva en tanto que desarrolla una estrategia nacida de la
enseñanza de un triple fracaso [...], para obtener una ciencia social unificada”75.
Se habla pues de la escuela geográfica (con Vidal de la Blache a la cabeza), de
la escuela sociológica (o durkhemiana, con E. Durkheim y Simiand a la
cabeza), y el proyecto de síntesis en Historia de Henri Berr.
1.- Escuela sociológica
Una de las ciencias vecinas más importantes fue ésta, encabezada por
la escuela durkhemiana y representantes como Simiand. Como es sabido,
Comte y la sociología aparecieron con la intención de “subyugar” a la historia.
Para ello criticaron y de alguna manera, se burlaban de la historia.
Augusto Comte, por ejemplo, se burlaba de lo que llamaba las “menudos detalles”
infantiles estudiados por la irracional curiosidad de ciegos compiladores de inútiles
anécdotas” y abogaba por lo que llamaba, según una famosa frase, la “historia sin
nombres” Herbert Spencer se quejaba de que “las biografías de monarcas (y nuestros
hijos no aprenden otra cosa) no arrojaran ninguna luz sobre la ciencia de la sociedad”.
De manera análoga, Emile Durkheim desechaba los hechos particulares (événements
particuliers) por considerarlos sólo “transformaciones superficiales”, lo aparente antes
que la verdadera historia de una nación dada76
Pero esta crítica, en fin, sirvió para fortalecer a la ciencia histórica. De todas
maneras, tres fueron las razones por las cuales se reconoce la influencia de la
sociología: Primero, porque Emile Durkheim fue, como dije ya, profesor de
Marc Bloch en la Ecole Normale Supérieure. En la obra de Bloch se nota esos
rasgos sociológicos77
durkhemianos78. Cabe recordar que Durkheim es
reconocido como uno de los fundadores de la sociología moderna al establecer
y sustentar lo dicho por Comte, en instituciones como la Ecole o la universidad
de Burdeos en 1887.
La segunda razón, es por la revista, órgano para defender y difundir sus tesis,
L` Année sociologique: “En sus últimos años, Bloch reconocía la profunda
deuda que tenía con la revista de Durkheim, Anée Sociologique, leída con
entusiasmo por numerosos historiadores de su generación”.79
75 François Dosse, La historia en migajas, p. 9
76 Peter Burke, La revolución historiográfica francesa, p. 17
77 Marc Bloch sitúa en el centro de su análisis categorías sociológicas como hecho social:
“a los que
somete así a la prueba de la historia”(F. Dosse, op. cit. p. 55)
78 Uno de los padrinos de la línea de Annales resultó ser Emile Dukheim, de quien Marc
Bloch se
reconocía deudor. “Nos enseñó a pensar con más profundidad, a tocar más cerca los
problemas, a pensar
mejor.”(F. Dosse, op. cit. , p. 23)
79 Peter Burke, La revolución historiográfica francesa, p. 23
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Por último, también es fundamental la crítica de la historia que hace François
Simiand en su explosivo artículo de 1903: “Methode historique appliquée aux
sciences sociales”.
[…] constituye el desafío más radical que la disciplina histórica haya conocido [...]. Se
encuadra dentro de un dispositivo global de ofensiva conducida por la sociología, la
cual emplaza a los historiadores a rendirse ante sus argumentos, someterse a su
problemática y convertirse en recolectores empíricos de materiales interpretables por la
sola ciencia social con vocación nomológica, la sociología80
Para su artículo, Simiand tomó la obra de Seignobos (Methode historique
appliquée aux sciences sociales) difundidísima en ese entonces como síntesis
del método de los historiadores. Desenvainó el ataque: los historiadores deben
deshacerse, de una vez por todas de “los ídolos de la tribu de los
historiadores”. Según Simiand los historiadores estaban subyugados a tres
inútiles ídolos, del cual debían liberarse81: el “ídolo político”, es decir, el lastre
de la perpetua preocupación por la historia política, por los hechos político-
militares; el “ídolo individual”, el pensar a la historia como las acciones de
grandes personajes, héroes o instituciones; y el “ídolo cronológico”, la mala
costumbre de perderse en los estudios de los orígenes. Aunque, objetando,
hay que reconocer que
Existen falsas polémicas, de la misma manera que existen falsos problemas. En todo
caso, el diálogo del sociólogo y del historiador constituye casi siempre un falso diálogo.
Cuando François Simiand polemiza con Charles Seignobos piensa estar hablando con
la historia, cuando en realidad lo está haciendo con una cierta historia, aquella que fue
bautizada por Henri Berr con el nombre de historizante82
Cabe señalar sobre este sociólogo que también fue él el inspirador de la
verdadera historia económica:
Él es el auténtico precursor de una historia económica fundada sobre un aparato
estadístico que permite discernir unos ciclos regulares en los movimientos de conjunto
que incluyen a toda la sociedad. Permitió establecer un puente entre los estudios
monetarios, los estudios sociales sobre los niveles de vida, pero también con lo que él
mismo califica como psicología colectiva, diferente según los grupos sociales.83
Es notorio entonces que “Esta intervención de Francóis Simiand constituye una
pieza de un conjunto de debates y controversias que afecta a todas las ciencias
80 F. Dosse, op. cit., p. 24
81 Dicho artículo fue publicado en 1903 por la Revue de Sinthése Historique, y por la
revista Annales en
1960. Véase Peter Burke, La revolución historiográfica francesa, pp. 18-19 o F. Dosse, La
historia en
migajas, p. 24
82 Fernand Braudel, La historia y las ciencias sociales, p. 108
83 F. Dosse, op. cit., p. 68
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humanas y especialmente a las de carácter colectiva”84. Por lo tanto, también
“Hay que inscribir la intervención de Simiand tanto contra el ideografismo de los
historiadores como contra el “monotetismo” de los economistas”85
Por lo expuesto, es imposible no reconocer el éxito e importancia de Simiand.
Su artículo “conocería un importante éxito en la medida en que la escuela de
Annales retomó punto por punto su programa para combatir la historia
historizante y promover una historia nueva”.86
2.- Escuela geográfica
Otra ciencia social limítrofe con la historia es la geografía para ser más exacto,
la geografía vidaliana es quien da otro impulso al surgimiento de Annales. Paul
Vidal de la Blache fue un historiador al principio, pero “que a partir de 1872,
después de la derrota francesa, se orientó hacia la geografía para afrontar el
desafío de una Alemania más dedicada que Francia al estudio del mundo
contemporáneo”.87
Podría señalar cuatro razones de la importancia de la
geografía vidaliana por los cuales Annales se identifica e influencia
directamente. Primero, Vidal de la Blache fue profesor de Lucien Febvre en la
Ecole Normale Supérieure. Febvre logró asimilar las tesis de la geografía
vidaliana, que en ese momento debatía con una escuela geográfica alemana:
Lucien Febvre se convirtió en el abogado de Vidal de la Blache contra la escuela
geopolítica alemana de Ratzel. Integra el proyecto geográfico en el horizonte histórico
[...]. Incluso proclama, en 1945, que fue la geografía vidaliana la que engendró la historia
de Annales. Pero estas alabanzas disimulaban la voluntad de someter a la geografía
como ciencia auxiliar de la historia.88
Segundo, de igual manera, esta geografía contaba con la revista Annales de
Géographie como instrumento de difusión. Los annalistas sacarían de esta
revista el “formato” de Annales d` Histoire Economique et Sociale. Tercero, por
sus importantes apuntes, como
Su sistematización del objeto geográfico [que] sirvió de modelo a la futura escuela de
Annales. La geografía nacida en Francia alrededor de los años 1880, se constituyó,
como más tarde Annales, como reacción contra el positivismo de la escuela histórica.
Pretendía dejar a un lado el acontecimiento, lo político, anclarse en lo actual e
interesante en lo que permanece en el presente, en lo estable que constituye el trazo de
nuestros paisajes.89
84 Ibidem, p. 24-25
85 Ibidem, p. 25
86 Ibidem, p. 25-26
87 Ibidem, p. 26
88 Ibidem, p. 55
89 Ibidem, p. 26
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Para la geografía vidaliana “El hombre humaniza la naturaleza al mismo tiempo
que se da una naturalización del hombre”90. Se inspira en conceptos biológicos
con los cuales construye una geografía humana:
En la economía del discurso vidaliano, la comunidad se asimila a la célula, el pueblo
rural o urbano a un tejido celular, la región a un órgano y la nación a un organismo. No
puede haber sino una relación de complementariedad en aquello que se da como
organismos, los componentes del cual aseguran el buen funcionamiento del ser vivo.91
La vieja escuela de Annales supo sacar provecho del legado de la geografía humana
francesa de los Vidal de la Blache, Demangeon, Sorre, etc., como se puede advertir en
libros tan admirables como La terre et l` evolution humaine de Febvre o, sobre todo, en
la Historia rural francesa de Bloch.92
Y cuarto, por lo bien implantada que estaba la geografía en las universidades93.
De Martonne, yerno de Vidal y sucesor de éste en la Sorbona fue quien
organizó la escuela vidaliana “multiplicando el número de cabezas visibles de la
nueva geografía no sólo en París, sino también en provincias”94 y manteniendo
la revista.
La importancia, vitalidad y vigencia de esta escuela se reconoce en la geografía
transformada en la actual geohistoria, nacida justamente del encuentro entre el
vidalismo y el annalismo: “Marc Bloch y Lucien Febvre se hacen cargo en este
momento del desafío lanzado por una escuela geográfica brillante. No dudaron,
como tampoco lo hicieron sus sucesores, en recorrer en todos los sentidos el
territorio geográfico antes de apropiarse de él”95. Acá se preconiza una historia-
problema -modelo annalista de la historia problema-, se restringe los espacios
para un estudio más adecuado -se analizan dimensiones geográficas
restringidas, en lugar de espacios vastos- y se da la tesis fundamental: “La
naturaleza no es una entidad neutra que condiciona la vida humana, está
humanizada desde el comienzo, ya profundamente transformada por el
hombre”.96
3.- Henri Berr y la Revue de Sinthése Historique
Podríamos decir, con toda seguridad, que la verdadera escuela francesa, la
historia seria, empieza alrededor de la revista de Henri Berr: “En sentido amplio,
la historia de Annales comienza aquí”97
90 Ibidem, p. 27
91 Ibidem, p. 27
92 Joseph Fontana, La historia después del fin de la historia, p. 67
93 “La escuela geográfica tenía la ventaja sobre la escuela durkheimiana de una mejor
implantación
universitaria” (F. Dosse, La historia en migajas, p. 28)
94 François Dosse, op. cit., p. 28
95 Ibidem, p. 77
96 Ibidem, p. 79
97 Ibidem, p. 39
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En la historiografía contemporánea, caracterizada por una profunda revolución de
conceptos y de métodos, constituye incuestionable entidad [...] las novedades de la
“escuela Francesa”. Un sector de la misma escucha temprano la crítica procedente del
campo filosófico [...] y se aparta de la manera de entender y reconstruir el pasado que
venía practicándose durante la segunda mitad del siglo XIX. Aunque no faltaron
resistencias, aquellos disidentes, poco a poco, fueron imponiéndose, hasta prevalecer.
Hubieron que luchar con la rutina académica, atrincherada en las cátedras y sostenida
por los manuales; el arma fue la Revue de Sinthése Historique. Creada en 1900 por
Henri Berr, en su torno agrupó un conjunto de colaboradores heterogéneos a los que
unía el común horror a las limitaciones de los especialistas a ultranza: ellos influyeron en
la formación de la generación siguiente, que concretó aspiraciones y precisó anhelos.98
Henri Berr estudió filosofía en la Ecole Normale Supérieure donde más tarde
fue profesor de letras. Nunca hizo estudios formales de historia, pero su interés
por ella como ciencia fue de vital importancia en la formación de historiadores
como Bloch y, principalmente, Febvre99, discípulo cercano de Berr y participante
destacado en el Centre International de Synthése (Centro Internacional de
Síntesis), también dirigido por Berr. Es más, el interés mismo de la creación de
una revista, nació de la participación de estos jóvenes historiadores en la
Revista de Síntesis Histórica. Pero más tarde “En el mismo año de fundada la
revista [Annales] se dio el rompimiento entre Febvre y Berr y de 1945 en
adelante, los Annales no hicieron ninguna alusión a la revista de síntesis ni a las
aportaciones que les había dejado su maestro”100. Debe aclararse que Henri
Berr escribió su texto principal La síntesis en la historia de la lectura de Langlois
y Seignobos, de la crítica y de sacarle el jugo a sus propuestas. Es en la
erudición positivista y en el método de “acumular millones de hechos” de donde
extrajo la idea una historia global que debe ser sintetizada.
Entre los intentos y aportes, Berr plasmó -o intentó plasmar- en su revista lo
siguiente:
a) Planteaba un proyecto de síntesis erudita, para ello, propuso relacionar a la
filosofía con la historia, además de analizar y sintetizar en colaboración de las
otras ciencias. Henri Berr “estaba en mejor posición que nadie para situarse al
margen de las normas institucionales y corporativas, para reclamar que se
destruyesen las barreras y se llevase a cabo una síntesis entre todos los
esfuerzos científicos”.101
98 Felipe Ruiz, en el prólogo de: Braudel, Fernand, La historia y las ciencias sociales, pp.
7-8
99 Lucien Febvre “colaboró muy pronto en la revista, desde 1905, fecha de su primer
artículo y se
convirtió rápidamente en miembro de la redacción [...]. Esta experiencia hizo de él el
heredero
inconfundible de Henri Berr [...]. Encontramos en ambos el placer por el combate, el debate
polémico, la
importancia concedida a las críticas, a la historia-problema, al dominio de lo psicológico, la
misma
ambición de síntesis y finalmente la búsqueda de una historia total” (François Dosse, op.
cit., p. 41). Marc
Bloch se unió a la revista en 1912. “La óptica del joven historiador Bloch, su misma
terminología, eran
notablemente similares a las de H. Berr” (M. Siegel, citado por F. Dosse, op. cit., p. 41)
100 Sofía Jacques y Raúl Rocha, “Los antecedentes culturales de la corriente de los
Annales. Los
fundadores”
101 François Dosse, op. cit., p. 40. En su texto La síntesis en la historia (p. 10), Henri Berr,
cita a Jean
Réville: “La siempre creciente complejidad de los estudios históricos y la excesiva
creciente complejidad
de los estudios históricos particulares nos obligan a reducirnos más cada vez al campo
especial que
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b) Resaltaba una ciencia histórica y su relación con la psicología: Berr
“Consideraba la historia como una ciencia de ciencias cuya esencia era de
naturaleza psicológica”102. Se le debe incluir a él como uno de los estudiosos del
“sentido psicológico que resulta ser parte del sentido histórico. El historiador
parte de la curiosidad de todo lo que es humano, lo cambiante y lo complejo de
la vida”103. Antecedente directo de la historia de las mentalidades.
c) En los estudios, el factor social es “base de la síntesis histórica”, en todo
momento relaciona la sociedad y relaciona el presente, con el pasado
colectivo.104
d) Incita a la investigación constante pues toda síntesis siempre es solo
provisional, necesita ser superada cada vez, lo cual requiere la proliferación de
estudios.105
Se dio el rompimiento entre los primeros annalistas y Berr, “el proyecto tenía
ciertas deficiencias e insuficiencias (por ejemplo, Berr no quiso constituir una
escuela a su alrededor). Apareció Annales y se abanderó de las propuestas de
Berr. Bloch y Febvre sacaron partido de estas deficiencias.
Merced al feliz entendimiento de Lucien Febvre y de Marc Bloch se funda en 1929 los
Annales d` Histoire Economique et Sociale, a través de cuyas páginas los estudiantes
de entonces no satisfechos con la monotonía sin alcances de los cursos ordinarios, son
alentados con sugerencias y orientadas instituciones106
CONCLUSIONES
1.
La escuela francesa de los Annales es considerada una revolución
historiográfica, la más grande del siglo XX, por haber establecido el
cultivamos. Sin embargo, los estudios históricos de las diversas épocas y medios son
solidarios. Nada más
funesto que encasillarse en torrecilla y desconocer todo lo demás del mundo Esta es la
manera más segura
de comprender deficientemente aun aquello que estudiamos aun con una tan exclusiva
solicitud”
102 Ibidem, p. 40
103 Sofía Jacques y Raúl Rocha, op. cit.
104 Ibidem
105 “Así, pues, las síntesis bien realizadas tienden a establecer, en determinados extremos,
algo definitivo,
evitando tener que volver a comenzar el trabajo. Y, no obstante, se declara que toda síntesis
es
provisional. Es que toda síntesis –y tanto más cuanto mejor lograda sea- revela vanos,
lagunas del
conocimiento, valora los grados de certeza y apela a una síntesis posterior que, sin
invalidarla, la
completará. Y por eso toda síntesis bien realizada significa una ayuda para ir más lejos y es
a la vez un
desemboque y una etapa, un inventario y un programa” (Henri Berr, La síntesis en historia,
p. 6)
106 Felipe Ruiz, en el prólogo de: Fernand Braudel, La historia y las ciencias sociales, p. 8
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paradigma de la historia-problema, por intensificar y establecer el estudio
interdisciplinario e introducir nuevos conceptos y estudios como la historia
total o la historia de las mentalidades.
2.
Esta escuela se conformó alrededor de una revista: Annales d` Histoire
Economique et Sociale, medio que estaba de moda en ese momento, por
lo que era muy difundida. Numerosas revistas hubieron, de las cuales
Annales se inspiraron.
3.
Es vital el estudio del legado historiográfico occidental, porque solo así se
explica contra qué luchó Annales, que tipo de historia buscaba derrocar.
4.
El principal blanco de los ataques annalistas es a la escuela alemana
rankeana, de la historia-cuadro, la historia historizante como la bautizaron
los franceses, hija del legado occidental de la historia política y de la
concepción de la ciencia que tenía el positivismo.
5. Resulta imposible abstraer esta escuela de su contexto. Pese a lo que
pareciera negativo o atrasador por la coyuntura de tensión establecida por
las guerras mundiales o los fenómenos económicos, había una nueva
concepción de la ciencia y por ende, de la historia. El estado francés
comenzaba sus políticas de reconstrucción, lo cual implicaba un apoyo
hacia la educación y la cultura. Ambos convergieron en el momento que
Annales iniciaba sus ataques.
6.
Los fundadores de Annales siempre estuvieron relacionados y no lo
contrario como se cree. L. Febvre y M. Bloch estudiaron en la Ecole
Normale Supérieure, aunque recién se conocieron en la universidad de
Estraburgo, donde trabajaron juntos por trece años con un selecto grupo
de profesores científicos sociales, y donde el sistema universitario iba
mejorando.
7. Esta nueva ciencia y este nuevo sistema universitario conllevaron a una
“nueva historia” que se iniciaba en EE.UU. y sobre todo, en Francia. La
historia económica se fundía en la historia social, y ésta a la vez, en una
historia de las mentalidades sociales.
8.
Fueron tres las principales escuelas que aportaron métodos, ideas,
conceptos y metas a los primeros annalistas: escuela sociológica, escuela
geográfica y escuela de síntesis.
9.
Durkheim (aporta los conceptos sobre “hecho social”) y el durkhemiano
Simiand impulsan los combates de Febvre y Bloch. Simiand con sus
críticas a los “ídolos de los historiadores y sus apuntes y estudios sobre la
historia económica es reconocido por los annalistas y por historiadores
contemporáneos por iniciar la crítica a la historiografía positivista de
Langlois y Seignobos y por iniciar la verdadera historia económica.
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10. Vidal de la Blache fue dirigente de una escuela de geógrafos que
impulsaron el proyecto annalista, tales como: geografía humana,
geohistoria, además de su revista y sus clases en la Ecole Normale
Supérieure.
11. Henri Berr dirigió el proyecto más ambicioso al ser el primero en intentar el
estudio interdisciplinario, en querer sintetizar los “saberes” humanos y en
introducir factores psicológicos en la concepción de la historia, que, para él,
es la ciencia de ciencias. Febvre y Bloch se influenciaron directamente de
él, a través de su revista, donde participaron en la redacción y la
publicación

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