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En su doctrina de los ídolos Bacon sólo hace un recuento de los errores que reconoce a lo
largo de la historia de las ciencias y no está interesado en ofrecer una clasificación rigurosa,
sino en indicar qué es lo que no se debe hacer en su proyecto de restauración del saber. La
restauración de las ciencias es obstaculizada por los ídolos porque, dificultan el acceso a la
verdad; y molestan a las ciencias que eventualmente han logrado tal acceso.
Siendo los ídolos uno de los principales obstáculos para la restauración del saber, Bacon
procura los medios para su eliminación. El combate contra los ídolos ha de ser persistente.
Ya que son parte de la condición humana, nunca serán eliminados definitivamente. Para la
extirpación de los ídolos Bacon introduce un “simple precepto”. Para ello utiliza una
comparación entre borrar los contenidos preexistentes en la mente y borrar lo escrito en
una pizarra. En el mismo momento que se pone en práctica la nueva ciencia inductiva, se
borran los contenidos idólicos preexistentes en la mente; sin embargo, las expectativas de
expurgación de cada tipo de ídolos dependen de su relación con el método inductivo. Bacon
no encontró una solución única, completamente eficaz y definitiva directamente diseñada
para erradicar los errores del lenguaje y de las tendencias epistemológicas individuales y
genéricas de los hombres. Estas dificultades, no fueron óbice para que emprendiera con
gran optimismo la tarea de la Gran Restauración.
En el segundo libro de la Gran Restauración desarrolla e ilustra su teoría de las formas. Ahí,
expone que para él la forma no es esencia o forma sustancial a la manera de Aristóteles,
básicamente porque el planteamiento de las cuatro causas le parece un camino que, más
que ayudar a acceder al conocimiento del mundo natural, nos extravía en este propósito.
Así, en su opinión, la causa final corrompe a las ciencias, la material y la eficiente son
desilusionantes y superficiales y buscar esencias o formas es una tarea desalentadora.
Para concluir la restauración de las ciencias a la que aspira Bacon no implica la introducción
de lo novedoso, sino el restablecimiento de aquella pura e inmaculada ciencia natural por
medio de la cual Adán impuso nombres a las cosas por su carácter específico. La continuidad
de las ciencias tal como se encuentran ante la aparición del Novum Organum podrá producir
variaciones, pero no progreso. Es preciso interrumpir el diálogo con los conocimientos
antiguos e inaugurar un camino completamente nuevo.
Bibliografía