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NOTA CRÍTICA/Essay

El megarrelato posmoderno

Jaime Osorio*

En tanto corriente filosófica, el pos- Al igual que como sucede con mu-
modernismo obtuvo rápida legitimidad chos cuerpos teóricos –admitiendo la au-
en el campo académico por su corro- sencia de formación filosófica y episte-
siva crítica a los fundamentos de la mológica en los espacios en donde se
modernidad, que considera agotados, enseñan las ciencias sociales y las hu-
tales como la confianza en la ciencia manidades– se han asumido plantea-
como medio para conocer y organizar mientos posmodernos no siempre por
la vida social, la historia como proceso un conocimiento y discusión de sus
que tiende al progreso material y social fundamentos, sino, en gran medida,
y al sujeto como encarnación de metas por el peso de las modas intelectuales
trascendentales. y el afán de “estar al día”, no siempre
Su influencia se ha hecho sentir reflexivo, que reclaman diversos espa-
en amplios territorios de las llamadas cios académicos.
ciencias sociales y en las humanidades, En lo que sigue expondré de ma-
en particular en filosofía, antropología, nera crítica algunas de las posiciones
sociología y en lo que se conoce como de lo que constituyen los núcleos du-
estudios culturales, propiciando otra ros del posmodernismo en materia de
mirada a viejos y nuevos temas de es- conocimiento. Esto implica privilegiar
tudio, aportando términos y categorías su análisis en tanto propuesta filosófi-
y, sobre todo, nuevas posiciones –no co-epistémica. Considero que si bien
siempre explicitadas– sobre el qué y el son cuestionables muchas de las posi-
cómo conocer en dichas disciplinas. ciones que subyacen en el positivismo-

*Profesor-investigador del Departamento de Relaciones Sociales de la uam-Xochimilco. Dirección electrónica:


josorio@correo.xoc.uam.mx
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empirista sobre el quehacer científico, Tras afirmaciones como que “el


principal heredero de la modernidad gran relato ha perdido su credibilidad,
científica y paradigma que terminó eri- sea cual sea el modo de unificación que
giéndose como “el enfoque científico” se le haya asignado: relato especulati-
por antonomasia, no es el posmoder- vo, relato de emancipación” (Lyotard,
nismo la única y mucho menos la me- 1994:73), Jean-François Lyotard ubica
jor base para sustentar tales cuestiona- al posmodernismo a lo menos en una
mientos. posición escéptica frente a los plantea-
mientos que postulan el cambio y la
transformación social. Por ello Daniel
De los tiempos: teoría Bensaid señala que “el rechazo posmo-
desde la derrota derno de los grandes relatos no impli-
ca solamente una crítica legítima a las
Antes de entrar en materia es conve- ilusiones del progreso asociadas con el
niente hacer una breve contextualiza- despotismo de la razón instrumental.
ción. No es un asunto irrelevante el Significa también una de-construcción de
hecho de que el florecimiento y auge la historicidad y un culto a lo inmediato, lo
inicial del posmodernismo en Europa, efímero, lo descartable, donde proyectos
que puede ubicarse en los años seten- de mediano plazo no tienen más cabi-
ta del siglo xx, sea coincidente con los da” (Bensaid, 2004:34).1
tiempos de inicio del proyecto reestruc- El desencanto de una amplia ge-
turador de la economía y de la política neración de intelectuales ubicados en
a nivel mundial, de la mano del gran un amplio espectro de posiciones de
capital internacional, proceso conoci- izquierda (trotskistas, maoístas y liber-
do vulgarmente como globalización, tarios en general) luego de la invasión
período que contempla el derrumbe soviética que puso fin a la Primavera de
del socialismo “realmente existente”, Praga, en Checoslovaquia, y de las re-
la tercera ola de la democratización li- vueltas del mayo francés de 1968, tuvo
beral en la propuesta de Huntington y consecuencias teóricas y políticas que
las formulaciones del “fin de la histo- acentuaron el desencanto de esa gene-
ria” de Fukuyama. Hay algo más que ración con el socialismo en la Unión
pura coincidencia y contingencia en la Soviética y Europa del Este, así como
simultaneidad de estos procesos. su escepticismo frente a la idea de la

1
Bensaid define el “mediano plazo” como el tiempo político por excelencia. Por ello agrega que “en la
conjunción de los tiempos sociales desajustados, la temporalidad política es precisamente la del mediano
plazo, entre el instante fugitivo y la eternidad inalcanzable” (2004:34).
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revolución, propiciando posiciones que sociales y la sociedad civil, van a estar


afluirán en la gestación del plantea- signadas como reflexiones que emer-
miento de los llamados “nuevos filó- gen bajo el peso y el clima que propicia
sofos” y del posmodernismo. la derrota.
En referencia a Francia en particu- Entre la represión inicial y el con-
lar, Alex Callinicos señala que “la odi- trol posterior, en la academia latinoa-
sea política de la generación de 1968 mericana tiende a hacerse sentido
es crucial para entender la difundida común la idea de que los cuerpos teóri-
aceptación de la idea de una época cos que se abren al análisis de las revo-
posmoderna en los años ochenta. Es luciones sociales (y de la dominación y
ésta la década en que los radicales de explotación, referencias que conducen
los años sesenta y setenta (…) habían sin muchos problemas al marxismo)
perdido toda esperanza en el triunfo de deben ser abandonados o relegados.
una revolución socialista y a menudo Ello va a tener una expresión no sólo
habían dejado de creer incluso que una teórica sino también política: desde
revolución semejante fuese deseable” un contexto en el que predominaba la
(Callinicos, 1998:316). idea de que el cambio societal y la re-
Procesos con iguales consecuen- volución eran posibles, se pasa a otro
cias tienden a producirse en América en que se reclama el “realismo polí-
Latina. Luego de la gran ebullición po- tico”, que no es más que la asunción
lítica y prolífica producción teórica que que no hay cambio de fondo factible y
siguió al triunfo de la revolución cuba- que sólo queda convivir con un orden
na y que se prolonga hasta el fin del social que alguna vez se creyó poder
gobierno de Salvador Allende en Chile superar. Para finales de los ochenta, y
(1970-1973), las violentas políticas de en los noventa, el terreno se encuentra
contrainsurgencia que se desatan en la apto para que al arribo del posmoder-
región, y en algunos países desde antes nismo a América Latina, vía la acade-
del golpe militar en Chile, dan inicio a mia europea y estadounidense, éste se
un período de reflujo teórico que sólo expanda con rapidez.
comenzará a revertirse hacia finales de En este clima asistimos a un acele-
los años ochenta. rado cambio en los referentes teóricos,
Desde esta perspectiva, tanto el con la presencia de muchos más inter-
posmodernismo, que se gesta en Eu- locutores teóricos que los aquí consi-
ropa, particularmente en Francia, así derados, y con perspectivas políticas
como las formulaciones en los años se- diversas. La emergencia de nuevos
tenta y ochenta en América Latina en “temas”, muchos de ellos de relevan-
torno, por ejemplo, a los movimientos cia, no pudo sustraerse al abandono
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de “viejas” teorías que algunos creían Este “pensar desde la derrota” pro-
rebasadas por los nuevos tiempos, con piciará la extraña convivencia posterior
lo cual las nuevas formulaciones apa- de posmodernos con planteamientos
recían como el resultado de una ver- teóricos y políticos inmovilistas, junto
dadera revolución científica, un nuevo a otros que se reclaman de izquierda o
estadio del conocimiento. Así, del sis- progresistas, casi todos abrevando en
tema mundial capitalista se pasará a ha- lo fundamental de Nietszche, Heide-
blar de la globalización; de economías gger, Foucault o Derrida, con lo cual
centrales e imperialistas, a una noción se produce una interesante disputa in-
de imperio, sin centro, dislocado y des- terpretativa sobre estos autores, que se
territorializado; de las clases sociales, a constituyen en los referentes centrales
los movimientos sociales, la sociedad en el discurso posmoderno.
civil y a nuevos y viejos “actores”; de
los debates sobre el poder y el Estado,
a los análisis de las transiciones y a los Un metarrelato que destaca el fin
estudios electorales; de la dominación, de los grandes relatos
a la gobernabilidad; de la determina-
ción a lo contingente, a lo efímero, a Fue desde un escrito de Lyotard que
un mundo social sin condensaciones y el posmodernismo proclamó alguna de
sin relaciones sociales, a lo sumo con sus certezas, sintetizadas en la idea del
redes. Del estudio de “una época (…) fin de los grandes relatos y de toda for-
a través de sus manifestaciones –sus mulación teórica que buscara una ex-
obras– y poner al descubierto las raí- plicación totalizante de la historia, de la
ces sociales de esas formas simbólicas” modernidad (y del capitalismo) (Lyo-
(Altamirano, 2002:12),2 a un pastiche tard, 1994).3 El señalamiento de Lyotard
cultural considerado interdisciplina- en contra de la razón instrumental de
rio, porque toma un poco de todo, en las ciencias y su idea de progreso, en-
la “epistemología del shopping” (como contraba razones en hechos conocidos
quien llena un carrito de supermerca- y de alta sensibilidad, sea en la irracio-
do), con un énfasis por “la gracia so- nalidad de la experiencia nazi o en las
cial, el ritmo y los pasos que moldean prácticas del capital en su entorno am-
la danza de la vida” (García Canclini, biental. Su posición suponía dar vuelta
2006). a la página en cómo reflexionar, y en
los hechos una propuesta de reiniciar

2
La cita indicaría la visión de Mannheim sobre los estudios culturales.
3
Obra publicada en francés en 1979.
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el camino. Más allá de esta pretensión singular y lo diverso pasaron a cons-


fundante, son sus propuestas para ha- tituir el criterio de demarcación de los
cer frente a los males señalados, los objetos de investigación. Con ello se
considerados problemáticos. propició una suerte de reificación de la
La crítica a los grandes relatos pedacería societal.
significaba en los hechos reclamar la El manifiesto posmoderno en-
centralidad de un nuevo metarrelato,4 contró seguidores en un campo mu-
aquel que declara “(al) pequeño relato cho más amplio que aquellos que se
[…] como la forma por excelencia que reconocen filosóficamente con este
toma la invención imaginativa, y, desde enfoque. De manera gradual, temas
luego, la ciencia” (Lyotard, 1994:109). relevados por el posmodernismo y ol-
Lo que se ponía en cuestión no era vidados o relegados con anterioridad,
sólo la idea de un progreso en el de- como el de las identidades, el multicul-
venir de la historia, señalada también turalismo, la pluralidad de movimien-
desde otras vertientes. En el fondo fue tos sociales, etcétera, así como diver-
la razón en tanto capacidad de buscar sas nuevas categorías (entre las más
explicaciones del mundo (social) la que socorridas, deconstrucción, textuali-
se puso en entredicho. Con ello una dad, juegos de lenguaje, significantes,
nueva versión del irracionalismo episte- significados, etcétera), se fueron con-
mológico tomaba forma.5 virtiendo en vocabulario común en la
El reclamo al abandono de pre- academia. En una franja más restrin-
tensiones teóricas generales, de toda gida, sus planteamientos filosóficos y
perspectiva holística, dejó a las cien- los del deconstructivismo derridania-
cias como el receptáculo de reflexio- no pasaron a fundamentar posiciones
nes fragmentarias y contingentes. Lo consistentes.6

4
El propio Lyotard lo señala: “Los grandes relatos se han tornado poco viables. Estamos tentados de creer,
pues, que hay un gran relato de la declinación de los grandes relatos” [el subrayado es mío] (1994:40).
5
Entre las posturas irracionalistas radicales “podríamos citar a los sofistas. Entre ellos se generalizan y
extienden, como actitudes intelectuales, tanto el relativismo (no hay verdad absoluta) como el escepticismo
(si hay verdad absoluta, es imposible conocerla) […]” (Muñoz y Velarde, 2000:365). Allí se establece la
distinción entre el irracionalismo epistemológico, que postula que “la razón no puede conocer lo real (o sólo
en parte)”, por lo que “a lo real se accede por vía de otros conocimientos”, diferentes a los de la razón,
como la intuición o el corazón, posición en donde se ubicaría el posmodernismo, del irracionalismo
metafísico, que señala “el carácter absurdo e insensato de la realidad” (Muñoz y Velarde, 2000:365-367).
6
Es frecuente que se ubique a Jacques Derrida entre los autores “que han insistido en la necesidad de
salir de la tradición filosófica moderna”, por lo que sus posiciones “resultan afines a la sensibilidad
posmoderna” (Abbagnano, 2004:839).
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El malestar con la totalidad del capital organiza la vida material y


le otorga su impronta a la vida espiri-
tual, en tanto “iluminación general en
Una de las derivaciones del reclamo la que se bañan todos los colores”, con
posmoderno al fin de los grandes re- lo que es posible una mayor inteligibi-
latos remite al rechazo de la noción lidad. El conocimiento de fragmentos
de totalidad, generalmente asociada y parcelas y de sus singularidades será
con “todo lo que existe”, con lo cual superior entonces si se les ubica en el
se aproxima más bien a la de “comple- terreno de las relaciones en que ellos se
tud” formulada por Morin (1998). En integran y articulan: un mundo social
sus versiones más extremas, enfatizar regido por la lógica del capital.7
la necesidad de la totalidad es sinóni- La mistificación posmodernista de
mo de totalitarismo, visión en lo que el los fragmentos, expresada en la forma
posmodernismo comparte posiciones como aborda la diversidad cultural, la
con el positivismo. Pero ¿qué significa segmentación y dislocación del poder,
aprehender la realidad como totalidad? o las identidades fragmentadas, nos
Dicho de manera breve, dar cuenta de deja en el terreno de la fetichización, de
lo que articula y estructura la vida social, la ausencia de relaciones en un mundo
de aquello que la organiza y jerarquiza capitalista que opera, por el contrario,
y que termina otorgándole sentido en como totalidad, fuertemente articula-
alguna temporalidad específica. No da, sea en materia de poder político,
más, pero tampoco menos. En nuestro económico e ideológico. No es razo-
tiempo, ello se sintetiza en la lógica del nable desconocer el sinfín de cadenas
capital y su afán de valoración, proceso productivas, segmentadas y repartidas
que marca de manera indeleble las rela- por el mundo por el capital industrial;
ciones humanas y el mundo institucio- la desterritorialización propiciada por
nal que las acompaña. el capital financiero, por mencionar
Esa lógica es prioritariamente un algunos asuntos relevantes. Pero esta
campo de relaciones sociales que atra- reflexión peca de unilateralidad, por-
viesan la producción y la reproducción que queda atrapada en la contingencia
social, conformando un entramado desarticuladora, incapaz de ver su con-
que impone su signo sobre toda la tracara y el núcleo que la propicia: la
vida en sociedad. El afán de valoración férrea centralización del poder político

7
Ello porque “en todas las formas de sociedad existe una determinada producción que asigna a todas las
otras su correspondiente rango (e) influencia y cuyas relaciones por lo tanto asignan a todas las otras el
rango y la influencia” (Marx, 1971:27-28).
Nota critica/essay 199

y económico en tiempos de mundia- nuestra época como posindutrial, de


lización (Osorio, 2004). Por ello, un la infomación, del conocimiento, del
asunto clave en la etapa actual es ex- riesgo, etcétera, relegando lo primor-
plicar por qué un sistema tan centralizado dial, la “iluminación general” en donde
reclama hoy de tanta descentralización en su todos estos elementos adquieren signi-
despliegue y funcionamiento. ficación.
Como nunca, en nuestros días el
capital es capaz de procesar y asimilar
a su reproducción la noción de diversi- Realidad y verdad como
dad. El fin del fordismo, por ejemplo, no-problemas epistémicos
ha implicado una organización produc-
tiva que responde de manera expedita Tras su emergencia con un perfil críti-
y eficiente a demandas de segmentos co, el descontruccionismo, que nace en
del mercado específicos, con lo cual se Francia, arriba a la academia de Esta-
ha puesto fin a la producción en serie. dos Unidos en los años ochenta y sien-
Ello va acompañado a su vez de pro- ta sus reales en los departamentos de
ducciones en cadenas altamente seg- letras, dando vuelo a los cultural studies,
mentadas repartidas por todo el globo alejados de la propuesta anglosajona
terráqueo. Todo ello cumple un papel sobre los estudios culturales recorrida
importante en alimentar la idea de un por Raymond Williams, E. P. Thomp-
mundo descentralizado. Pero en esos son, Terry Eagleton, y proseguida por
encadenamientos los núcleos produc- Fredric Jameson y Slavoj Zizek,8 en
tores de conocimiento, de programas donde la cultura no es ajena a un tiem-
y de dirección se ubican en economías po histórico y a la reproducción y con-
del mundo llamado central, quedan- tradicciones de la vida social. Importa
do en la periferia aquellos eslabones destacar que ese paso marcará un giro
con menores cargas de innovación, y en la forma como es asumida la pro-
es la lógica de la valoración la que se puesta teórica de Derrida, “convirtién-
encuentra en esta nueva división inter- dose […] de una corriente filosófica
nacional del trabajo. en, básicamente, un método de análisis
Esa idea de totalidad, de un mundo textual” (Palti, 2005:63).
social que mantiene en lo fundamental Rápidamente el deconstructivismo
un eje que articula y organiza, es lo que se extendió a diversos territorios de las
se pierde a su vez cuando se califica ciencias sociales. Los vulgarizadores,

8
Y que de diversas maneras se hace cargo de lo realizado por Gramsci, Lukács, Benjamin, Adorno, Sartre
y Marcuse, entre otros.
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con todas sus letras, hicieron suya la ty, 2000:100), y causación representacional,
afirmación derridaniana que “no hay en donde “no tiene objeto preguntar si
(nada) fuera de(l) texto” (Derrida, existen realmente montañas o si es sólo
1986), dando vida a lo que se ha cali- que nos resulta conveniente hablar de
ficado como “imperialismo textual” o montañas”, ya que “carece de objeto pregun-
“pantextualismo”: los discursos cien- tar si la realidad es independiente de nuestro
tíficos pueden ser asumidos como un modo de hablar de ella”[cursivas mías], o
discurso más, sin referencia a nada ajeno de nuestras representaciones. Y “care-
a ellos mismos, ignorando “aquello que ce de objeto” porque no tenemos otra
desborda al discurso […] aquello que no forma de referirnos a la realidad más
puede ser reducido al texto, aunque que con lenguajes y algún sistema de
dependa de él para hacerse aparente” representación. Y como entre las pala-
(Grüner, 1998:49). En definitiva, des- bras o representaciones y las cosas no
conocer “una teoría que reconozca al- hay ningún “pegamento metafísico”,
guna diferencia entre lo real y el discur- nada nos asegura que existe algo más allá de
so” (Grüner, 1998:48). las palabras y las representaciones.9
En la base de esta postulación se Lo anterior, al decir de Eagleton,
encuentra un planteamiento particular constituye “un retorno regresivo al
respecto de la relación entre discurso y Wittgenstein del Tractatus Logico-Philo-
realidad, que devalúa filosóficamente la sophicus, donde sostiene que puesto que
significación de la realidad. El camino nuestro lenguaje nos “da” el mundo, no
podría describirse así: el posmodernis- puede simultáneamente comentar su
mo establece una distinción entre in- relación con él”(Eagleton, 1997:67).10
dependencia causal, por ejemplo, que las Pero si no hay realidad ajena al
montañas existen con independencia lenguaje posible de conocer, la propia
de que “la gente tuviera en la mente idea de verdad queda como un asunto
la idea de montaña o en su lenguaje la “no epistémico”, o bien un no-proble-
palabra montaña”, al fin que “una de ma. Por ello Rorty señala que “si reco-
las verdades obvias acerca de las mon- jo lo que algunos filósofos han dicho
tañas es que estaban allí antes de que sobre la verdad, es con la esperanza
empezáramos a hablar de ellas” (Ror- de desalentar a que se siga prestando

9
En esta lógica, siguiendo a Wittgenstein, Rorty se pregunta: “¿has encontrado algún modo de meterte
entre el lenguaje y su objeto…?” (2000:124).
10
Eagleton señala que “el Wittgenstein de los últimos tiempos acaba por renunciar a esa perspectiva
monística”, y dejó de pensar el “lenguaje como una totalidad” considerando “actos discursivos […] que
se relacionan con el mundo”, proveyendo éste “la razón para aquéllos” (1997:67).
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atención a este tema más bien estéril” particularidades de cada quehacer. En


(2000:23). este sentido queda claro que, en strictu
sensu, Borges no es filósofo.13
En este contexto, desde la lógica
Las ciencias sociales y la filosofía del posmodernismo deconstructivista,
como discursos literarios la teoría pierde significación. Importa
más la estética del discurso que la rigu-
Una consecuencia de este proceso ha rosidad epistémica y conceptual, asun-
sido la literaturización del discurso en tos estos últimos que son asumidos
ciencias sociales, que al hacerse auto- como barreras a la libertad creativa. El
rreferencial, sin las constricciones de discurso científico no es más que un
un “algo” más allá al texto, ha propi- “juego de lenguaje”.
ciado el desdibujamiento de las fron-
teras entre literatura y ciencias, y entre
literatura y filosofía.11 Derrida fue claro La devaluación de la filosofía
en su distancia frente a este tipo de po-
siciones. Tras excusarse por tener que El quehacer académico se realiza en
“hablar un poco brutalmente”, señaló: el contexto de viejos problemas que
“jamás traté de confundir literatura y atraviesan a las ciencias sociales, reno-
filosofía o de reducir la filosofía a la vados y reciclados por el auge posmo-
literatura”, en respuesta a posturas en derno-deconstructivista. Tal es lo que
tal sentido en la academia estadouni- acontece respecto de la antigua y con-
dense y de Rorty en particular.12 flictiva relación entre ciencias sociales
No desconocemos que la filosofía y filosofía.
puede hacer uso de recursos literarios Desde el posmodernismo, esta re-
y que la literatura de recursos filosó- lación tiende a perder significación ya
ficos. Allí está la producción de Jorge que desconoce la especificidad del dis-
Luis Borges para ponerlo de manifies- curso de las ciencias frente a cualquier
to. Pero esto no supone desconocer las otro discurso,14 lo que termina por

11
Una defensa de esta postura puede verse en Rorty (1993:125-182).
12
Véase la postura de ambos en Mouffe (1998).
13
No desconozco los planteamientos que señalan que en general todos los hombres (como especie)
somos filósofos. Pero esta afirmación, tras su aparente generosidad y benevolencia, termina por diluir la
especificidad de la filosofía. De igual modo podría afirmarse que todos somos poetas, físicos o músicos.
14
Para Rorty, “la ruptura de la distinción entre filosofía y literatura es esencial para la desconstrucción”, ya
que su filosofía lleva “en la dirección de ‘una textualidad general indiferenciada’” (1993:125) (subrayado
en el original).
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anular ficticiamente aquel conflicto, al de los problemas del posmodernismo


eliminar a uno de los elementos en ten- es la unilateralidad de su propuesta.
sión. Por estas vías el posmodernismo No termina de comprender qué con-
ha desvirtuado el sentido de la filoso- tingencia, discontinuidad, parte, etcé-
fía, en tanto una práctica de la razón tera, constituyen expresiones de una
orientada al saber.15 El propio queha- realidad que necesariamente contiene
cer filosófico, desde una postura filo- la otra dimensión, que con esos tér-
sófica, termina siendo devaluado. minos se pretende negar, como son
Todo lo anterior no implica que necesidad, continuidad, totalidad, et-
el posmodernismo no establezca una cétera.
plataforma filosófica. Apoyándose en ¿En qué sentido asumir en la vida
Wittgenstein, niega “la posibilidad de social las trasnochadas ideas de que
un metadiscurso omnicomprensivo”; vivimos en la incertidumbre o en la
“su ruptura con la razón totalizante se contingencia? ¿Cuál es su significa-
presenta como un ‘adiós’ a las grandes ción? Porque para millones de sujetos
narraciones –les grands récits– (emanci- este mundo se mueve, en cuestiones
pación de la humanidad, por ejemplo), centrales, con una gran certidumbre:
por una parte, y al fundamentalismo por saben que si no salen día a día a vender
otra”; “el grand récit de la filosofía, la su capacidad de trabajo se mueren de
ciencia... ha dejado de ocupar el papel hambre. Y que si no encuentran traba-
prioritario y ha dejado de ser el prin- jo o encuentran un trabajo con salarios
cipio legitimador” (Muñoz y Velarde, paupérrimos, como de manera crecien-
2000:369). te tiende a ocurrir, tendrán que realizar
La resignificación del pequeño rela- alguna otra actividad, como vender
to y de la fragmentación, despreciando algo en la vía pública, ofrecer algún
toda búsqueda de explicaciones gene- servicio en algún crucero (como lim-
rales y de la noción filosófica de tota- piar cristales de autos), pedir limosna,
lidad; el rechazo a las condensaciones robar o salir de sus fronteras aunque
estructurales y a la idea de continuidad sea sin documentos. Las actividades a
(y con ello de proceso) en la historia, realizar pueden ser inciertas y contin-
lleva a destacar sólo las contingencias, gentes, pero todas derivan de una gran
las discontinuidades, lo incierto. Uno certeza.

15
Así, de acuerdo con “la definición que aparece en el Eutidemo platónico: la filosofía es el uso del saber
para ventaja del hombre” (Abbagnano, 2004:485).
Nota critica/essay 203

Temas como los hasta aquí expues- iluminan como problemas centrales,
tos ponen de manifiesto los equívocos así como sobre los puntos ciegos que
de quienes suponen una tajante sepa- tienden a presentar.
ración entre ciencia y filosofía, como
en el caso de los positivistas,16 pero A manera de conclusión
también de quienes, como los posmo-
dernos, terminan por diluir todo en Poner de manifiesto asuntos como los
simples “juegos de lenguaje”, haciendo aquí abordados no significa un rechazo
perder la especificidad de la filosofía y de todo lo que determinada escuela o
de las ciencias. corriente filosófica produce y propone.
Desde esta perspectiva, no es un Tampoco significa desconocer su legí-
problema menor la ausencia de cursos timo papel y lugar en el mundo de las
de filosofía y en particular de episte- ideas en el campo académico. Este tipo
mología en los programas de estudios de ejercicios debiera hacerse con todas
de las carreras de ciencias sociales, las corriente teóricas y filosóficas. Nin-
tanto a nivel de licenciatura como de guna debiera estar excluida del juicio
posgrado.17 Conocer los fundamentos de la razón. Pero asistimos a un clima
filosóficos de las teorías permite po- de época académico en donde prevale-
ner al descubierto los supuestos sobre ce el “todo se vale”, que bajo un manto
las cuales éstas se construyen, y nos de aparente respeto y tolerancia a lo di-
otorgan mejores bases para compren- verso, constituye en realidad un fuerte
der el horizonte de visibilidad que nos signo de intolerancia (y de rechazo),
ofrecen, tanto en lo que privilegian e por la vía de la indiferencia.

16
Para éstos, aún con mayor razón, hay que distanciarse de la metafísica para hacer ciencia. Pero mientras
le cierran la puerta, ésta entra por la ventana de sus propuestas: así, la economía neoclásica o la teoría
política del racional choice suponen en su construcción “naturalezas humanas” egoístas, racionalistas,
calculadoras, etcétera. Que yo sepa, no aparece aún ningún gen en el que se deposite alguna de esas
cualidades. Estamos así en la metafísica.
17
Asuntos que no se resuelven con los tradicionales cursos de “metodología” cuantitativa y cualitativa.
Más bien, esos mismos cursos responden a determinadas posturas filosóficas sobre el conocer, la realidad,
etcétera, lo que reclamaría justamente la discusión de sus premisas nunca dichas.
204 Frontera Norte, Vol. 21, Núm. 42, julio-diciembre de 2009

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