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Introducción
1. Propósito y mensaje
3. Planificación
4. El comienzo
5. Desarrollo
6. El final
7. Diseño visual
9. Prepararse
Introducción
Podemos empezar con una pregunta: ¿qué entendemos por presentación? Aceptamos casi
cualquier cosa: una persona que habla a una audiencia sobre un tema concreto y con un propósito
concreto es una presentación. Puede ser una audiencia de 3 o 300 personas, y puede estar
planteada para entretener, enseñar, amonestar, informar, inspirar, persuadir, emocionar.
Podemos pensar en:
Una conferencia.
Sin embargo, algo falla en la capacidad de los que presentan en transmitir su mensaje, porque la
percepción mayoritaria es que éstas presentan defectos importantes, siendo los principales las
siguientes:
1. Se ponen frases completas en las diapositivas, que simplemente se leen en voz alta.
3. Las diapositivas eran difíciles de ver por la elección de colores (falta de contraste).
6. Utiliza muletillas
8. No conecta con el público. Sin entusiasmo, sin pasión. Monótono, plano, lineal
El no pensar realmente en la audiencia nos lleva, según Andrew Abela, a los siete errores
mortales de una presentación:
1. Suponer que la audiencia tiene la misma personalidad que nosotros. Por ejemplo, una
persona orientada al detalle prepararía cientos de diapositivas llenas de información, pero
aquellos de la audiencia más conceptuales estarán dormidos a partir de la tercera. Una
persona resolutiva y orientada a la acción presentaría su mensaje o propuesta nada más
empezar, sin considerar opciones alternativas, pros y contras..., pero una audiencia más
6. Usar demasiado color, sonidos, animaciones, videos… para parecer más profesionales.
Estos artificios si pueden conseguir ese objetivo, pero estropean la comunicación. Sólo
deben añadirse “adornos” que refuercen nuestro mensaje.
7. Usar la pantalla leyendo el texto literalmente. Este es el peor error de todos. La ciencia ha
demostrado claramente que el uso simultáneo de dos canales (voz y texto leído) para
transmitir la misma información es tremendamente perjudicial para nuestra capacidad de
entender y recordar el mensaje. Además, las personas leemos más rápido que hablamos. La
pantalla debe ser un apoyo a nuestro discurso, no competir con él.
Sin embargo, podemos estar de acuerdo en que una buena presentación es la que cumple su
propósito, se entiende y se recuerda. Muchos aspectos diferentes contribuyen a ello: un comienzo
que nos engancha, un contenido y un lenguaje que podemos entender y adecuado al propósito, un
resumen al final…
Si somos capaces de evaluar con cierta objetividad una presentación, y distinguir esos diferentes
aspectos, hemos avanzado mucho para conseguir mejorarlas.
El reflexionar sobre los puntos débiles y fuertes sobre una presentación, distinguiendo sus
diferentes aspectos (la estructura, el apoyo visual, la voz…) es el primer paso para mejorar.
¿Cómo evitar los siete errores mencionados más arriba? Aquí van diez claves a tener en cuenta:
1. Propósito y mensaje
“Si no sabes lo que quieres lograr con tu presentación, tu público nunca lo sabrá”
Harvey Diamond
Entonces define claramente el objetivo Pregúntate: "¿Qué quiero lograr con mi discurso?"
Una respuesta concisa a la pregunta "¿Qué quiero lograr con mi discurso?" te simplificará las cosas
y te ayudará a definir claramente lo principal: tu objetivo.
Una misión potente y correctamente transmitida será recordada. En cambio, un objetivo pobre,
difuso, no tendrá éxito y el mensaje será olvidado fácilmente.
Por ejemplo:
¿Y un buen mensaje?
Una pregunta fundamental sobre la audiencia es ¿Quiénes son? Es obvio que no es lo mismo
dirigirse a niños pequeños, que a estudiantes que a trabajadores experimentados, a expertos en el
tema, al profesor, al jefe, o un público heterogéneo… Otras preguntas pueden ser ¿Cuántos son?
¿Qué es lo que saben? ¿Por qué están allí? … Una vez tengamos las respuestas, ¿qué se puede y
debe adaptar? Todo, desde la duración y la estructura de la exposición, pasando por el lenguaje
utilizado, hasta el diseño y el tipo de información, sobre todo si utilizamos PowerPoint u otro
soporte.
El tamaño de la sala, la colocación de los elementos, la luz ambiental… todo debe considerarse.
¡Cuántas veces hemos visto presentaciones o disertaciones en las que los asistentes de las últimas
filas no podían escuchar al ponente porque hablaba demasiado bajo ni leer las diapositivas
simplemente porque el texto era demasiado pequeño! ¿Qué tipo de impresión se pueden llevar de
esa presentación?
3. Planificación
Un error muy común al plantear una presentación es empezar abriendo PowerPoint o Prezi,
buscar una plantilla que nos guste y ponerse a rellenar diapositivas.
4. El comienzo
“Comienza dando una razón para que te sigan escuchando”
José María Palomares
5. Desarrollo
Un primer consejo puede ser introducir variedad en nuestra presentación, en varios aspectos:
variedad en la voz (más alto, más bajo, más rápido, más despacio), variedad en lo que contamos
(una estructura con partes diferenciadas), variedad en el lenguaje (más generalista, más técnico),
variedad de recursos (hablar, preguntar, sacar un objeto, hacer una encuesta, contar una
anécdota, mostrar un ejemplo…), etc.
6. El final
En cualquier caso, un error muy común es dejar de hablar de pronto, sin más, y no queda claro si
hemos acabado o no, creando un momento embarazoso para la audiencia: ¿hay que aplaudir ya?
Una frase final como “gracias por vuestra atención” o simplemente “gracias” soluciona el
problema, aunque no es la única posibilidad.
Por eso, dedica tiempo a diseñar tu conclusión para lograr un verdadero impacto. Busca abrirte un
hueco en sus mentes y con tus últimas palabras convertirte en la semilla que genere el cambio y/o
la reflexión.
7. Diseño visual
Hoy en día es muy habitual acompañar casi cualquier tipo de presentación con un “PowerPoint”,
pero… ¿es obligatorio hacerlo? ¿Cuál debe ser su función? Las diapositivas en la pantalla, si se
utilizan, deben ser un apoyo visual a lo que estamos contando, deben reforzar el mensaje, ayudar
a comprenderlo y a cumplir el propósito de la presentación. El enfoque visual (usando
fundamentalmente imágenes y gráficos) ayuda mucho en este sentido, a diferencia del uso
excesivo de texto, que es redundante con nuestro discurso y en lugar de complementarlo y
ayudarlo, interfiere con él.
Pero más importante es incidir en lo que no debe ser el PowerPoint: no debe ser unos apuntes
para recordar lo que nos toca decir, como si fuera una “torpedo”, pero que todos pueden ver.
Alguien ha dicho que se arreglarían muchos problemas de las presentaciones simplemente
diseñando el PowerPoint pensando en la audiencia y no en el que presenta.
¿Cómo se traduce esta idea general en el diseño concreto de las diapositivas? Pues simplemente
primando el uso de imágenes y gráficos, en diapositivas sencillas y limpias que ilustren
claramente nuestro mensaje en ese momento. Intentando no insertar la mayor cantidad posible
de información.
Conociendo estos factores, deberíamos ser capaces e interesarnos por entrenar y reconocer la
importancia del resto de elementos que influyen en la transmisión de nuestro mensaje. Sería
interesante variar “la voz” intentando modificar algunos de sus parámetros: empleando pausas
para enfatizar y hacer reflexionar; modulando el tono (graves, agudos) para evitar caer en la
monotonía, variando el volumen (alto y bajo) para captar la atención en ciertos momentos y
controlando el ritmo de palabras. Se puede mejorar la condición vocal mediante la realización de
ejercicios específicos. Los aspectos no verbales pueden ser más difíciles de cambiar ya que muchos
son instintivos, pero aun así se pueden entrenar. Sería recomendable dar la exposición de pie
antes que sentado, mantener el contacto visual con la audiencia buscando su seguimiento a
nuestro mensaje, mover adecuadamente los brazos y nosotros mismos por la tarima, evitar
muletillas verbales y sustituirlas por pausas, reducir el número de tics corporales, etc
9. Prepararse
La perspectiva de hablar en público genera miedo y ansiedad, de hecho es uno de los momentos
más temidos en la vida de las personas. Pero pueden ofrecerse muchos consejos para reducirlo:
identificar nuestros miedos, conocer técnicas de relajación, anticipar los acontecimientos, etc. El
ensayo “intensivo”, y en condiciones reales, es la mejor medicina para controlar los nervios, la
postura, el tiempo y, en definitiva, favorecer la entrega eficiente y eficaz de la presentación. Como
resumen intentar buscar siempre el estar “en flujo” con la audiencia, una especie de conexión
total y consciente con la misma que aporta gratas sensaciones y una sensación de total control de
la presentación.
Recuerda:
La práctica hace al maestro, pero nosotros agregamos, la práctica deliberada, lo que Daniel
Goleman llama: “práctica inteligente”.
Y ahora…manos a la obra ¡Aprovecha todas las oportunidades para practicar y hazlo con
entusiasmo!