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Fundamentos del Riego.

Riego localizado.

Riego por aspersión.

Fundamentos del Riego.

INTRODUCCIÓN.

MÉTODOS DE RIEGO.

 Riego por superficie.


 Riego por aspersión.
 Riego localizado.

EL AGUA EN EL SUELO Y LA PLANTA. PÉRDIDAS DE AGUA.

 El agua en el suelo.

 Medida del contenido de agua en un suelo.

 Pérdidas de agua en el suelo: Escorrentia, filtración profunda,


evaporación.

 Eficiencia, uniformidad y déficit.

PROGRAMACIÓN DE RIEGOS.

 Introducción.

 Necesidades de agua de los cultivos.


 El agua del suelo en relación con el riego.
 Estimación de las necesidades de riego usando el método del
balance de agua.
 Estrategias de riego.
 Calendarios medios de riego. Programación en tiempo real.

Riego localizado.

Principios y tipos de riego localizado.


Componentes de las instalaciones de riego localizado.

Elementos de control, medida y protección. Automatismos.

Criterios de diseño. Programación en riego localizado.


Evaluación de instalaciones de riego localizado.

Mantenimiento de las instalaciones.

Fundamentos del Riego.

INTRODUCCIÓN.

En las últimas décadas, el desarrollo tecnológico y científico ha permitido crear la


infraestructura necesaria para adaptar los riegos a las necesidades de cada
comunidad. El perfeccionamiento de los sistemas de bombeo para dotar al agua de
presión, el mejor conocimiento del comportamiento del agua, el desarrollo de las
técnicas de cultivo, el estudio de las necesidades de agua de los cultivos y una
mejor comprensión del ciclo del agua, han permitido la creación de nuevas técnicas
de riego que se ha difundido y expandido extraordinariamente en los últimos 30
años.

MÉTODOS DE RIEGO.

El uso de un método de riego u otro depende de numerosos factores, entre los que
es preciso destacar los siguientes:

 La topografía del terreno y la forma de la parcela.

 Las características físicas del suelo, en particular las relativas a su capacidad


para almacenar el agua de riego.

 Tipo de cultivo, del que es imprescindible conocer sus requerimientos de


agua para generar producciones máximas, así como su comportamiento en
situaciones de falta de agua.

 La disponibilidad de agua y el precio de la misma.

 La calidad del agua de riego.

 La disponibilidad de la mano de obra.

 El coste de las instalaciones de cada sistema de riego, tanto en lo que se


refiere a inversión inicial como en la ejecución de los riegos y mantenimiento
del sistema.

 El efecto en el medio ambiente.

A su vez, una vez elegido el sistema de riego, existen bastantes tipos de sistemas o
variantes, cuya elección se realizará teniendo en cuenta aspectos mas particulares.

En la actualidad son tres los métodos de riego utilizados:


 Riego por superficie.
 Riego por aspersión.
 Riego localizado.
 Riego por superficie.
Son riegos muy conocidos que, en principio, no crean problemas al agricultor
experto, pero que pueden producir pérdidas de abonos por lavados y arrastres, al
no poder controlarse perfectamente las dosis de agua.

El agua se aplica directamente sobre la superficie del suelo por gravedad o


escurrimiento. El propio suelo actúa como sistema de distribución dentro de la
parcela desde la zona próxima al lugar de suministro, denominado cabecera de la
parcela, hasta llegar a todos los puntos de ella. Finalmente el agua alcanza la cola
de la parcela.

El agua puede llegar hasta la parcela por medio de cualquier sistema de


distribución, bien por tuberías (normalmente a baja presión) o por una red de
canales y acequias donde el agua circula por gravedad. Una vez que el agua esta
en cabecera no es preciso dotarla de presión ya que se vierte sobre el suelo y
discurre libremente, lo que supone evitar tener en la parcela un complejo sistema
de tuberías y piezas especiales para distribuir el agua a presión así como un ahorro
de energía ya que no se precisan sistemas de bombeo. Para distribuir el agua
adecuadamente es muy frecuente disponer de surcos o caballones que favorezcan
la circulación o escurrimiento del agua sobre el suelo, a lo que también contribuye
la pendiente que suelen tener las parcelas de riego en la dirección de escurrimiento
del agua, aun cuando existen parcelas a nivel en las que la pendiente es cero.

+
El riego por superficie es un método particularmente recomendable en terrenos
llanos o con pendientes muy suaves en las que no sea preciso realizar una
explanación del suelo, que es costosa y puede afectar negativamente al suelo. Es el
método de riego menos costoso en instalación y mantenimiento, y una vez que el
agua llega a la parcela no existe coste en la aplicación del agua. Es con diferencia el
sistema de riego que utiliza el agua de forma menos eficiente, aun cuando se
realiza un adecuado diseño y majo de los riegos.

Dada la gran variedad de sistemas diferentes dentro de la aplicación del agua por
gravedad, el riego por superficie puede aplicarse casi a la totalidad de los cultivos,
tanto anuales como leñosos, sembrados en línea (maíz, algodón, etc.), en marco
amplio (árboles) u ocupando la totalidad del terreno (alfalfa por ejemplo).

Inundación: Se inunda completamente la superficie de la parcela. El agua tiene un


movimiento descendente total. Solo es aconsejable en cultivos muy específicos
(arroz).

Calles: El agua tiene un movimiento descendente y lateral. Se reducen las pérdidas


y arrastres de los abonos.

Surcos: El agua tiene un movimiento descendente y lateral hacia los lomos.

Conviene aclarar que tanto la técnica de riego por "calles" como por "surcos", si
bien no son riegos totales, para que sean localizados, tiene que haber un
porcentaje igual o superior al 33% del volumen de suelo, que no se moje, para que
no sufra los efectos de la inundación (asfixia y apelmazamiento, principalmente)
 Riego por aspersión.
Con este método el agua se aplica al suelo en forma de lluvia utilizando unos
dispositivos de emisión de agua, denominados aspersores, que generan un chorro
de agua pulverizada en gotas. El agua sale por los aspersores dotada de presión y
llega hasta ellos a través de una red de tuberías cuya complejidad y longitud
depende de la dimensión y la configuración de la parcela a regar. Por lo tanto una
de las características fundamentales de este sistema es que es preciso dotar al
agua depresión a la entrada en la parcela de riego por medio de un sistema de
bombeo. La disposición de los aspersores se realiza de forma que se moje toda la
superficie del suelo, de la forma más homogénea posible.

Un sistema de riego tradicional de riego por aspersión está compuesto de tuberías


principales (normalmente enterradas) y tomas de agua o hidrantes para la
conexión de secundarias, ramales de aspersión y los aspersores. Todos o algunos
de estos elementos pueden estar fijos en el campo, permanentes o solo durante la
campaña de riego. Además también pueden ser completamente móviles y ser
transportados desde un lugar a otro de la parcela.
En las tres últimas décadas se han desarrollado con gran éxito las denominadas
máquinas de riego que, basándose igualmente en la emisión de agua en forma de
lluvia por medio de aspersores, los elementos de distribución del agua se desplazan
sobre la parcela de manera automática. Aunque su precio es mayor, permiten una
importante automatización del riego.

Los sistemas de riego por aspersión se adaptan bastante bien a topografías


ligeramente accidentadas, tanto con las tradicionales redes de tuberías como con
las maquinas de riego. El consumo de agua es moderado y la eficiencia de uso
bastante aceptable. Sin embargo, la aplicación del agua en forma de lluvia esta
bastante condicionada a las condiciones climáticas que se produzcan, en particular
al viento, y a la aridez del clima, ya que si las gotas generadas son muy pequeñas,
en particular el viento, y a la aridez del clima (las gotas podrían desaparecer antes
de tocar el suelo por la evaporación).
Son especialmente útiles para aplicar riegos relativamente ligeros con los que se
pretende aportar algo de humedad al suelo en el periodo de nascencia o para
aplicar riegos de socorro. También es muy indicado para efectuar el lavado de sales
cuando sea necesario y se prestan a la aplicación de determinados productos
fitosanitarios o abonos disueltos en el agua de riego, aunque no se puede
considerar que sea una aplicación habitual.

Dentro de los riegos por aspersión tenemos:

DE PRESIÓN MEDIA (de 2,5 a 4 atm).

Aspersión.

 Con el riego aéreo se realiza una limpieza de las plantas que en general
dificulta el desarrollo de las plagas.

 Se crea un microclima húmedo que disminuye el riesgo de heladas y el


rajado de frutos.

 No hay problemas en cuanto al tipo de suelos, ni de nivelaciones


imperfectas, si el caudal es inferior a la velocidad de infiltración del suelo.

 No se puede emplear en zonas que haga viento.

 En cítricos retrasa el índice de madurez.

DE PEQUEÑA PRESIÓN (de 0,3 a 2 atm).

Microaspersión. Parecido al anterior pero se puede evitar mojar las plantas.


Trabaja a menor presión y por lo tanto los alcances son menores.

 Los efectos del viento son mas exagerados.

 Cuando se riega todo el terreno crea un microclima húmedo como en el caso


anterior.
 En horas de sol se produce una fuerte evaporación por lo que hay que
incrementar la dosis en un 20-30%.

 No hay problemas de tipo de suelo, estando muy indicado en los arenosos.

Microchorro o Microjet. Derivado del anterior, emite el agua en pequeños


chorros, que pueden abarcar una parte o todo un círculo.
 Se disminuye el efecto negativo del viento, pudiendo dirigir el chorro hacia
abajo.
 Tiene menos pérdidas por evaporación que os anteriores.
 Es un riego localizado en bandas o zonas húmedas, por lo que está muy
indicado en suelos arenosos.
 No crea un microclima húmedo tan marcado como en los casos anteriores.

 Riego localizado.

El riego localizado consiste en aplicar agua a una zona determinada del suelo, no en
su totalidad. Al igual que en el riego por aspersión, el agua circula a presión por un
sistema de tuberías (principales, secundarias, terciarias y ramales) desplegado
sobre la superficie del suelo o enterrado en este, saliendo finalmente por los
emisores de riego localizado con poca o nula presión a través de unos orificios,
generalmente de muy pequeño tamaño.

En estos sistemas es necesario contar con un sistema de bombeo que dote de


presión al agua, así como determinados elementos de filtrado y tratamiento del
agua antes de que circule por la red de tuberías. Con ellos se pretende evitar la
obturación de los emisores, uno de los problemas mas frecuentes. Estos elementos
se instalan a la salida del grupo de bombeo en el denominado cabezal de riego.
Es el sistema ideal para poner en práctica las técnicas de fertirrigación (fertilizantes
disueltos en el agua de riego). El desarrollo de las técnicas y equipos han permitido
una automatización de las instalaciones en distintos grados, llegándose en
ocasiones a un funcionamiento casi autónomo de todo el sistema. De esta forma se
consiguen automatizar operaciones como limpieza de equipos, apertura o cierre de
válvulas, fertilización, etc. que producen un importante ahorro de mano de obra.

Es el método de riego más tecnificado, y con el que más fácil se aplica el agua de
manera eficiente. De igual forma, el manejo del riego es muy diferente del resto de
los sistemas ya que el suelo pierde importancia como almacén de agua. Se riega
con bastante frecuencia para mantener un nivel óptimo de humedad en el suelo.

Requiere un buen diseño, una alta inversión en equipos y mantenimiento


concienzudo, es decir tiene un alto coste que pude ser asumido en cultivos de alto
valor comercial.

Normalmente trabajan a presiones que oscilan entre 0,3 y 1 atm

Microtubos: Localizan el agua en varios puntos. Su uso esta relegado a jardinería


o macetas individuales.

Goteros: Emisores aislados para cada punto

Mangueras: Localizan el agua en bandas por estar los puntos de salida muy
próximos.

Cintas: Fabricadas en material permeable, el agua queda localizada en bandas


EL AGUA EN EL SUELO Y LA PLANTA. PÉRDIDAS DE AGUA.

 El agua en el suelo.

En función de la mayor o menor proporción de agua en los poros del suelo, y su


disponibilidad para la planta se definen cuatro niveles de humedad:
Saturación: Cuando todos los poros están llenos de aire.

Límite superior (LS): Es un nivel de humedad que se consigue dejando drenar el


agua del suelo saturado. Este contenido de agua es la mayor cantidad de agua que
el suelo puede llegar a almacenar sin drenar. También se conoce como capacidad
de campo (CC).

Límite inferior (LI): Si el suelo no recibe un nuevo aporte, la evaporación de


agua desde el suelo y la extracción por parte de las raíces hacen que el agua
almacenada disminuya hasta llegar a este nivel en el que las raíces no pueden
extraer mas cantidad. Aunque el suelo aún contiene cierta cantidad de agua, las
plantas no pueden utilizarla. Se conoce también como punto de marchitez o
punto de marchitamiento permanente.

Suelo seco: Situación en que los poros del suelo están totalmente llenos de aire.

Así pues, las plantas pueden extraer el agua del suelo desde el límite superior hasta
el límite inferior., que es lo que se conoce como Intervalo de Humedad
Disponible (también conocido como agua útil). En la práctica, la mayor cantidad
que el suelo puede almacenar y poner a disposición de las plantas es en torno al
70% de la cantidad de agua representada por el IHD.

Para poder programar los riegos de forma eficaz, es necesario conocer el nivel de
humedad o cantidad de agua que tiene el suelo y los valores tanto de límite
superior como inferior.

NOTA: La experiencia nos dice que en las zonas secas, el agua limita con frecuencia
los rendimientos y que siempre que no haya alguna acción negativa de otros
factores de la producción vegeta, a medida que aumenta el régimen de humedad lo
hacen también los rendimientos.
El incremento de rendimientos suele ser más acusado en los cultivos de regadío.
Estos cultivos suelen dar sus máximos rendimientos cuando se mantiene el suelo
en un régimen de humedad constante por encima del 80% del agua utilizable. Si se
supera la capacidad de campo, se producen descensos importantes de los
rendimientos, lo que justifica la necesidad de drenaje.

En los cultivos de secano se ofrecen los máximos rendimientos en condiciones de


humedad de suelo algo menores: a partir del 60% del agua útil habitualmente.
Mayor contenido de agua no ofrece, a veces, incrementos significativos de
rendimientos, ya que estas especies no están adaptadas a la utilización de grandes
volúmenes de agua.

 Medida del contenido de agua en un suelo.

El contenido de agua en el suelo se puede determinar de forma directa utilizando


muestras de suelo o bien de forma indirecta usando unos aparatos específicos.

MEDIDAS DIRECTAS DEL CONTENIDO DEL AGUA EN EL SUELO

Humedad gravimétrica:

Es el peso de suelo ocupado por el agua. Por ejemplo, si en una muestra de suelo
humedecido 14 grs., son de agua y 65 grs., son de suelo, la humedad gravimétrica
será el resultado de dividir 14 entre 65 y multiplicar por 100, es decir, el 21,5%.
Humedad volumétrica:

Es el porcentaje de peso de suelo ocupado por el agua. Por ejemplo, si en una


muestra de suelo humedecido, 12 cm 3 son de agua y 48 cm 3 son de suelo, la
humedad volumétrica, será el resultado de dividir 12 entre 48 y multiplicar por 100,
es decir, el 25%.

Lo mas frecuente es calcularla multiplicando la humedad gravimétrica por la


densidad aparente (da) del suelo. La densidad aparente es la relación entre el peso
de una muestra de suelo y el volumen que ella ocupa, y su valor es diferente para
cada tipo de suelo si bien para suelos con textura similar, (da) es muy parecido.
Las unidades mas frecuentes de densidad aparente son gramos por centímetro
cúbico (g/cm3).
MEDIDAS INDIRECTAS DEL CONTENIDO DEL AGUA EN EL
SUELO

Tensiómetros:

Son aparatos que miden la succión o fuerza que ejerce el suelo sobre el agua. A
medida que el suelo pierde agua la succión aumenta, es decir, el suelo ejerce mas
fuerza para retener agua. Por lo tanto observando cómo varía el valor de la succión
podemos saber la evolución del agua en el suelo. Normalmente se instalan dos
tensiómetros a distintas profundidades de esta forma podríamos medir gradientes
hidráulicos y por tanto conocer la dirección de los flujos de agua en el suelo.

Antes de enterrar el tensiómetro en el suelo es necesario llenarlo de agua


eliminando cualquier burbuja de aire. Para ello se introduce en un cubo de agua, y
quitando el tapón que obtura herméticamente el extremo opuesto al que va
situado la cápsula porosa, se llena de agua mediante succión utilizando una bomba
de mano. Una vez el agua rebose por el extremo, cerramos de nuevo el tapón. En
estas condiciones, el agua que llena la sonda esta a la presión atmosférica y el
vacuómetro marca cero.

Como la cápsula cerámica es permeable al agua y a las sales disueltas, el agua del
interior de la sonda acaba adquiriendo la misma concentración salina de la solución
del suelo. Por esta razón no sirve para medir el potencial osmótico, a menos que
vaya equipada con algún tipo de sensor salino auxiliar.
Las medidas de presión hidrostáticas están limitadas a potenciales matriciales
inferiores a 1 atm. Para tensiones superiores, puede penetrar aire en el interior de
la sonda a través de la cápsula porosa y se rompería la continuidad de la columna
líquida

Sonda de neutrones:

Se introduce en el suelo a la profundidad deseada y emite neutrones. Los neutrones


se reflejan más o menos dependiendo del contenido de agua del suelo. Un receptor
cuenta los neutrones reflejados y transforma la señal en contenido de agua.

TDR:

Consta de varillas metálicas que se introducen en el suelo y un emisor receptor de


impulsos magnéticos. Genera un pulso electromagnético y mide el tiempo que tarda
en recorrer las varillas, que será mayor o menor atendiendo al contenido de
humedad del suelo.

 Pérdidas de agua en el suelo: Escorrentía, filtración profunda,


evaporación.

Un suelo es un almacén de agua que cambia la cantidad de agua con el tiempo


debido a que las demandas varían mucho dependiendo de las condiciones
climáticas, el estado de desarrollo del cultivo y de las prácticas de riego. Los
aportes de agua al suelo son la lluvia y el riego, sin embargo no todo el agua
aportada es almacenada y puesta a disposición de las plantas, sino que se producen
pérdidas debido a:

ESCORRENTÍAS:

Representa la cantidad de agua de lluvia o riego que cae sobre la superficie del
suelo pero que este no puede infiltrar. Así, el agua sobrante escurre sobre él sin ser
aprovechada por el cultivo. Puede ser grande en algunos sistemas de riego por
superficie (principalmente riego por surcos), sin embargo no suele ser frecuente
que se produzcan en riegos por aspersión bien diseñados y manejados. Por lo
general, en riego localizado no hay escorrentías.

La relación de escorrentía es la cantidad de agua que escurre sobre la superficie del


suelo regado dividida entre el total de agua aplicada con el riego. Por ejemplo, si en
un riego se aportan 1000 metros cúbicos de agua y se pierden 200 por escorrentía,
la relación de escorrentía será de 0,2 o del 20%.

Relación de escorrentía= Cantidad perdida por escorrentía/cantidad de agua


aplicada
FILTRACIÓN PROFUNDA O PERCOLACIÓN:

Cuando el agua aplicada sobre la superficie del suelo se infiltra, pasa poco a poco
hacia capas mas profundas. Si la cantidad de agua aplicada es mayor que la
capacidad de retención, el agua infiltrará hacia zonas en las que las raíces del
cultivo no pueden acceder, siendo por tanto agua perdida

La relación de filtración, es la cantidad de agua que percola dividida entre el total


de agua aplicada con el riego. Por ejemplo, si en el mismo riego del ejemplo
anterior se pierden 15 metros cúbicos de agua por filtración profunda, la relación de
filtración profunda será de 0,015 o del 1.5%.

Relación de filtración = Cantidad por filtración profunda/Cantidad de agua aplicada.

EVAPORACIÓN:

Proceso por el cual el agua pasa de la superficie del suelo a la atmósfera en forma
de vapor.

 Eficiencia, uniformidad y déficit.

Existen tres índices para determinar en que manera el riego ha sido realizado de
forma correcta tanto para el aprovechamiento de agua por parte del cultivo como
de ahorro de agua. Eficiencia de aplicación (Ea), coeficiente de déficit (CD) y
coeficiente de uniformidad del riego (CU).
Eficiencia de aplicación (Ea):

Es la relación entre el agua que realmente queda almacenada en la zona de raíces


del cultivo (y por lo tanto puede ser aprovechada por ellas) y el agua total aplicada
con el riego (Aplicada).
El coeficiente de déficit (CD):

Índica la relación entre el agua que ha faltado para llenar por completo la zona de
actividad de las raíces (no aportada) y la cantidad total de agua que hubiera sido
necesaria para llenarla totalmente (necesaria). Refleja el porcentaje de volumen de
suelo que debería recibir agua y no lo hace.

El coeficiente de uniformidad (CU):

Índica la uniformidad en la distribución del agua aplicada con el riego


en el suelo. Si la uniformidad es baja existirá mayor riesgo de déficit
de agua en algunas zonas y de filtración profunda en otras.
PROGRAMACIÓN DE RIEGOS.

 Introducción.

En la programación del riego vamos a determinar cuando se ha de


regar y cuanta agua aplicar. Para esto es imprescindible conocer las
características del cultivo, las características físicas del suelo y las
condiciones climáticas de la zona. Con la programación del riego
podemos perseguir una maximización de la producción, de la calidad
de los productos, ahorro de abonos, de agua etc.

La influencia del cultivo y su estado fenológico es importante ya que


las necesidades hídricas dependerán del tipo de planta y de su estado
de desarrollo. A si mismo, las raíces de un cultivo ocupan distintas
profundidades en función de la fase de desarrollo con lo que la
cantidad de agua en distintas zonas debe variar acorde con el
crecimiento. Atendiendo al tipo de suelo tendremos distintas
capacidades para retener agua por lo que las estrategias de riego
serán diferentes. A esto añadimos que las necesidades varían mucho
en función del clima, la radiación solar, el viento, la precipitación, etc.
por lo que se hace necesario conocer las características climáticas de
la zona y del cultivo para programar adecuadamente los riegos.
Todo esto es aplicable a todos los cultivos si bien algunos de ellos
requieren prácticas de riego especiales. También hay que tener en
cuenta las características específicas que un suelo pudiera tener (por
ejemplo la presencia de patógenos). Por la gran variedad de casos
que pueden presentarse, se desarrollará a continuación una
programación genérica sin atender a casos particulares. Sin embargo
es preciso tener en cuenta que la práctica del riego no es algo
independiente sino que esta íntimamente ligada al resto de las
prácticas de cultivo en que este se desarrolla.

 Necesidades de agua de los cultivos.

La determinación de las necesidades de agua de los cultivos es el


paso previo para establecer los volúmenes de agua que será
necesario aportar con el riego.

La cantidad de agua que las plantas transpiran es mucho mayor que


la retienen (la que usan para crecimiento y fotosíntesis). La
transpiración puede considerarse, por tanto, como el consumo de
agua de la planta. Además debemos de considerar que hay pérdidas
de agua por evaporación del agua desde la superficie del suelo.

La cantidad de agua que suponen ambos procesos, transpiración y


evaporación, suele considerarse de forma conjunta simplemente por
que es muy difícil calcularla por separado. Por lo tanto se considera
que las necesidades de agua de los cultivos están representadas por
la suma de la evaporación directa desde el suelo más la transpiración
de las plantas que es lo que comúnmente se conoce como
evapotranspiración (ETP). La evapotranspiración suele expresarse en
mm de altura de agua evapotranspirada en cada día (mm/día) y es
una cantidad que variará según el clima y el cultivo. Aunque en
realidad existe una interacción entre ambos, puede admitirse la
simplificación de considerarlos por separado y por lo tanto la
evapotranspiración se calcula como:

EVAPOTRANSPIRACIÓN DE REFERENCIA.

Para poder calcular la evapotranspiración (ETP) se parte de un


sistema ideado para este fin, consistente en medir el consumo de
agua de una parcela de unas medidas concretas sembrada de hierba,
con una altura de unos 10-15 cm, sin falta de agua y en pleno
crecimiento, donde se ha colocado un instrumento de medida. Al dato
obtenido se le llama evapotranspiración de referencia (ETPr). Como el
cultivo es siempre el mismo, será mayor o menor según sean las
condiciones del clima (radiación solar, temperatura, humedad, viento,
etc.) y del entorno (no es lo mismo calcular la ETPr dentro de un
invernadero o en el exterior). El cálculo empírico de la
evapotranspiración de referencia es difícil y para obtenerla
normalmente recurrimos a las entidades públicas, centros de
investigación, etc.
COEFICIENTE DE CULTIVO.

El coeficiente de cultivo (Kc) describe las variaciones de la cantidad


de agua que las plantas extraen del suelo a medida que se van
desarrollando, desde la siembra hasta la recoleccción.

En los cultivos anuales normalmente se diferencian 4 etapas o fases


de cultivo:
 INICIAL: Desde la siembra hasta un 10% de la cobertura del
suelo aproximadamente.
 DESARROLLO: Desde el 10% de cobertura y durante el
crecimiento activo de la planta.
 MEDIA: Entre floración y fructificación, correspondiente en la
mayoría de los casos al 70-80% de cobertura máxima de cada
cultivo.
 MADURACIÓN: Desde madurez hasta recolección.
Como se observa en la figura superior, Kc comienza siendo pequeño y
aumenta a medida que la planta cubre más el suelo. Los valores
máximos de Kc se alcanzan en la floración, se mantienen durante la
fase media y finalmente decrece durante la fase de maduración. Lo
mejor es disponer de valores de Kc para cada cultivo obtenidos en la
zona y para distintas fechas de siembras, pero en ausencia de esta
información se pueden usar valores orientativos de Kc para varios
cultivos herbáceos y hortícolas como los siguientes, en los que se
observa que aún siendo diferentes para cada cultivo, presentan
valores bastante próximos a ellos.

Para los cultivos leñosos, permanentes, los coeficientes de cultivo


suelen venir expresados por meses y usualmente en función del
grado de cobertura del suelo (que indica el porcentaje de superficie
de suelo que ocupa la masa arbórea).
En caso de que exista algún cultivo implantado entre las filas de los
árboles, los coeficientes de cultivo aumentarían debido al consumo
que tal cultivo implica. Ocurriría lo mismo si existieran malas hierbas.

Ejemplo: Si la ETPr en EL Distrito de Córdoba es de 5 mm/día en el


mes de Mayo, se desearía saber cual es la ETP diaria del cultivo de
maíz situado en las proximidades de Córdoba, que se encuentra en
fase media.

Utilizando las tablas se obtiene un Kc de 1,15 en la fase media. Así


pues la ETP diaria será:

ETP=ETPr x Kc = 5 x 1,15 =5,75 mm/día

 El agua del suelo en relación con el riego.

Antes de calcular el agua que vamos a aportar con el riego, debemos


conocer la profundidad del suelo ocupada por las raíces. A
continuación se muestran algunas profundidades máximas de raíces
para algunas especies.
En algunas ocasiones cuando las condiciones del suelo y agua son
favorables, se han encontrado valores mayores.

La cantidad de agua del suelo que teóricamente está a disposición


para las plantas viene determinado por el Intervalo de Humedad
Disponible (IHD) también llamada Agua Útil (diferencia entre el
límite superior (capacidad de campo) e inferior de humedad (punto
de marchitez)).

Al límite superior también se le conoce como Capacidad de Campo. Si


saturamos un suelo, la cantidad de agua, la cantidad de agua que
queda retenida en los poros sin se arrastrada por el peso de la
gravedad, es la Capacidad de Campo o Capacidad de Retención.
La capacidad de campo se valora por el porcentaje en volumen de
agua existente con respecto al suelo seco. Según diferentes autores
alcanza los siguientes valores:
Suelos arenosos 6%
Suelos ligeros 10-15%
Suelos medios 20-25%
Suelos pesados 35-40%

Al límite inferior también se le conoce como Punto de Marchitez (el


esfuerzo de absorción de las raíces no es suficiente para competir con
las fuerzas de retención que ejercen las partículas del suelo y las
sales existentes). El agua que aún queda, pero que no es capaz de
aprovechar la planta, se llama Agua Inerte o Agua Higroscópica y,
en general, tiene los siguientes valores en volumen con respecto a la
tierra seca:

Suelos arenosos 2%
Suelos ligeros 6%
Suelos medios 9%
Suelos pesados 18 %

El valor del Intervalo de Humedad Disponible (IHD) (Agua Útil)


es diferente para cada suelo dependiendo básicamente de su textura.

Algunos valores orientativos son los siguientes:

Esto quiere decir que en un suelo franco-arcilloso con un Intervalo de


Humedad Disponible de 185 mm de agua por metro de profundidad
de suelo, en un cultivo de algodón que tiene una profundidad de
raíces de 0,9 m., la cantidad de agua teóricamente disponible
corresponde a una lámina de agua de altura:

Como acabamos de ver el agua útil o intervalo de humedad


disponible es la diferencia entre la capacidad de campo y el punto de
marchitez y su valor referido a % en volumen de agua con respecto
al suelo seco se deduce de las tablas anteriores:

Suelos arenosos 4%
Suelos ligeros 5 al 9 %
Suelos medios 10 al 15 %
Suelos pesados 17 al 22 %

Aunque las plantas pueden extraer agua del suelo hasta un nivel de
humedad que corresponde con el límite inferior (punto de
marchitamiento), existe un nivel de humedad entre el límite superior
y el inferior a partir del cual las raíces encuentran dificultades para
extraer el agua (aumenta el esfuerzo metabólico por la succión),
produciéndose una disminución de las transpiración que implican
pérdidas de producción (menor vegetación y frutos más pequeños). A
este nivel se le denomina Nivel de Agotamiento Permisible (NAP)
y normalmente se representa como una fracción del Intervalo de
Humedad Disponible.
Cuando programamos el riego, normalmente empleamos valores
entre 0,6 y 0,8 (un valor de 0,65 se considera muy adecuado), pero
en cultivos con alto valor económico, como por ejemplo las hortícolas,
no debe usarse un valor de NAP mayor de 0,5 para asegurarnos que
el cultivo no sufrirá en ningún momento carencia de agua que
repercutiría directamente en la producción.

La humedad correspondiente al Nivel de agotamiento Permisible es la


cantidad de agua que el suelo debería tener siempre, como mínimo,
para que la producción fuera siempre la máxima posible. Para el caso
del ejemplo anterior, la humedad del suelo (expresada como altura
de la lámina de agua) que corresponde a un nivel de agotamiento
Permisible de 0,65, será:
Supongamos un suelo que tiene una humedad correspondiente al
límite superior. A partir de este momento la evapotranspiración
comienza a consumir agua, y esta se va agotando día a día. La
cantidad de agua que va faltando con respecto al límite superior se
denomina Déficit de Agua en el Suelo (DAS) y será mayor a
medida que pasa el tiempo.
 Estimación de las necesidades de riego usando el método
del balance de agua.

El sistema formado por el suelo y el cultivo tiene unos aportes y unas


salidas de agua. Sin tener en cuenta el riego, estas cantidades no son
iguales, por lo que el contenido de humedad del suelo irá cambiando,
quedando de manifiesto el papel del suelo como almacén de agua.

Las entradas de agua pueden ser debidas a la lluvia (LL) o al riego


(R). Por su parte, las salidas de agua se deberán a la
evapotranspiración (ETP), la escorrentía (S) y la filtración profunda
(Fp).

Se considera un sistema de riego bien diseñado aquel cuya


escorrentía y filtración profunda es cero. De esta forma, la cantidad
de agua que necesita el cultivo y se ha de aportar con el riego o
"Necesidades netas de riego (Nm)" corresponderán con la diferencia
entre la cantidad de agua que el conjunto suelo-planta pierde (la
evapotranspiración) y el agua que se aporta de forma natural (la
lluvia).
Esta cantidad de agua, expresada en altura de lámina de agua por
metro cuadrado de superficie de suelo, se denomina lámina de agua
requerida. Por ejemplo, una lámina de agua requerida de 50
milímetros de agua corresponderá a:

50 milimetros = 0,05 metros = 0,05 m 3/m2 = 50 litros/m2 = 500.000


litrso/ha= 500 m3/ha.

Pero no todo el agua que aportamos al suelo es aprovechada por la


planta (parte se pierde por escorrentía, filtración profunda. Definimos
la "Eficiencia de aplicación del riego" al porcentaje de agua que
aprovechan las raíces con respecto del total aplicada. Su valor es
diferente para cada método de riego, aspersión, superficie, riego
localizado y dentro de cada uno de ellos distinto según cada sistema.
A titulo orientativo exponemos los siguientes valores:
En riego localizado los valores más frecuentes se sitúan próximos al
90%.

Por lo tanto conociendo la eficiencia de aplicación se pueden


determinar las necesidades brutas (Nb), o sea, la cantidad real de
agua que ha de aplicarse durante el riego para satisfacer las
necesidades netas de riego. Se calculan utilizando una fórmula muy
simple:
A la lámina de agua que supone la cantidad de agua aportada con las
necesidades de riego brutas se llama lámina aplicada.

En el caso en que haya que destinar una cantidad para el lavado de


sales, las necesidades de riego brutas se calcularán teniendo en
cuenta dicha cantidad. Así, ha de conocerse el valor de las
necesidades de lavado y transformarlas en fracción de lavado
(simplemente dividiendo por 100).
 Estrategias de riego.

Las estrategias de riego se pueden entender como criterios para


decidir el momento de efectuar un riego y la cantidad de agua a
aplicar.

1. Un criterio general es aplicar las necesidades brutas de riego


(Nb) cuando el Déficit de Agua en el Suelo (DAS) sea igual al
Nivel de Agotamiento Permisible (NAP), teniendo en cuenta
estrictamente el balance de agua (agua que se aporta al
sistema suelo-planta menos agua que se extrae del sistema) es
la estrategia mas recomendable, ya que así se evitan
problemas de extracción de agua y por tanto no habrá
repercusiones en la producción final.

2. Si el valor comercial del cultivo es muy alto, nos aseguraremos


de que las raíces de las plantas no tengan problemas en extraer
el agua en ningún momento. Para ello aplicamos las
necesidades brutas de riego antes de que el DAS alcance el
NAP. Así aumentamos el número de riegos, y dependiendo del
método de riego empleado, su coste.

3. En ocasiones es conveniente aplicar una cantidad de agua fija


con los riegos, de manera que se aproveche al máximo el
sistema de riego. Los sistemas de riego automatizados de riego
por aspersión (por ejemplo el pivotante, mas conocido como
"pivot") es un claro ejemplo de aplicación de una cantidad fija,
que depende de la velocidad a la que se desplace la maquina.
En estos casos, el momento de realizar el riego es aquel en el
que el Déficit de agua en suelo iguala a las necesidades netas,
pero teniendo en cuenta que se aplicarán las necesidades
netas.
4. En numerosos sistemas de riego (fundamentalmente en riego
por superficie) existen restricciones para elegir el momento del
riego ya que están organizados por turnos en los que cada
agricultor riega cuando le está permitido. En este caso puede
ser que el Déficit del Agua en el suelo supere al nivel de
agotamiento permisible. Lo mas usual es que el agricultor
procure aplicar el agua correspondiente a las necesidades
brutas, es decir cargar el suelo de agua en previsión de que el
turno de agua se pueda retrasar.
En las estrategias anteriores aplicamos necesidades brutas. Aplicar
cantidades mayores supone incrementar las pérdidas por filtración
profunda o drenaje, mientras que aplicaciones inferiores disminuirían
la evapotranspiración que incidiría negativamente en la producción.

 Calendarios medios de riego. Programación en tiempo


real.

Las estrategias de riego son unos criterios generales, que se


concretan elaborando un calendario medio de riegos en le que se
precisan el momento de riego y la cantidad de agua que se aplica en
cada uno de ellos.

Contando con los datos del cultivo, el suelo y el clima, se puede


establecer un calendario medio de riegos asumiendo el caso más
simple, en el que se supone que la lluvia es nula durante el ciclo del
cultivo y que los valores de evapotranspiración de referencia son los
de la media de los últimos años. Necesitaremos por tanto contar con
los siguientes datos:

 Evapotranspiración de referencia (ETP) de la zona.

 Coeficiente de cultivo (Kc) del cultivo a regar en distintas fases


del desarrollo de éste.

 Profundidad radicular media en distintas fases del cultivo .


 Intervalo de humedad disponible en el suelo.

 Nivel de agotamiento permisible para el cultivo.

 Datos diversos del sistema de riego como por ejemplo la


eficiencia.

Deberá elegirse una estrategia para determinar el criterio con el cual


se calculará el momento de efectuar el riego. Usando parte de los
datos anteriormente citados se calculará el déficit de agua en el suelo
y el nivel de agotamiento permisible que indicará el momento de
riego, mientras que la cantidad de agua a aplicar dependerá del
criterio elegido, aunque lo mas frecuente es que se apliquen las
necesidades brutas.

Ejemplo: Se desea elaborar un calendario medio de riegos para un


cultivo de maíz en una finca situada en el distrito de Córdoba con los
siguientes datos:

Localidad: Maíz
Fecha de siembra: 1 de Mayo.
Eficiencia de aplicación del sistema de riego: 75%
Suelo: Franco con intervalo de humedad disponible de 150 milímetros
por metro de profundidad.
Nivel de agotamiento permisible: 0,65
Profundidad media de las raíces: 0,5 m.

Se establece el criterio de regar cuando el déficit de agua en el suelo


alcance el nivel de agotamiento permisible y aplicamos las
necesidades brutas de riego.

El calendario final de riego es el siguiente:


Calendario Resultante (I)

A continuación explicamos como se ha desarrollado.

1. El primer paso es calcular la evapotranspiración diaria (en


milímetros por día) usando la ETP y el coeficiente de cultivo Kc.

2. El déficit de agua en el suelo se calcula acumulando la


evapotranspiración que se produce cada día. Normalmente no se
utilizan decimales y se indica el valor más próximo en milímetros.
Para el día 4 de mayo se han acumulado 2,3 + 2,3 + 2,3 + 2,3 = 9,2
mm que redondeamos a 9 mm.

3. Calculamos para cada profundidad radicular, cual es la cantidad de


agua en el suelo (en mm de altura) que supone el nivel de
agotamiento permisible.

0,5 m (prof raíces) x 0,150 (IHD) x 0,65 (NAP) = 0,049m. = 49 mm


4. Ahora para cada día se comprueba si el déficit de agua en el suelo
es mayor o menor que el nivel de agotamiento permisible. En el
momento que se supere, será el momento de regar. El día 10 de
Mayo DAS = 23 mm Y NAP=49 mm, es decir DAP<NAP por lo que no
es necesario regar. El 20 de Mayo es el primer día donde DAS>NAP
(DAS= 72 mm y el NAP=68 mm) que nos índica que debemos dar un
riego con las necesidades brutas de riego.

Nb= Nn/Ea X 100 = 68/75 x 100= 91 milímetros

A partir del 20 de mayo el déficit vuelve a ser 0, Comenzamos a


calcular el nuevo déficit según la ETP que se produzca cada día. El
proceso lo continuamos de la misma manera hasta el final de la
campaña. Es decir
Calendario Resultante (I)

Calendario Resultante (II)

Calendario Resultante (III)


Calendario Resultante (IV)

Calendario Resultante (V)


Se denomina programación en tiempo real al que utiliza datos en
tiempo real, es decir medidos diariamente o en fechas cercanas al
momento actual. Llamamos calendario medio al que se elabora
teniendo en cuenta valores medios de varios años.

En realidad es muy difícil encontrar valores de ETPr diarios, por lo


que la programación en tiempo real no suele utilizarse. A este
respecto, los Servicios de Asesoramiento al Regante, como entidades
de apoyo que prestan orientación y recomendaciones en materia de
riegos, son una ayuda valiosa para hacer un uso eficiente del agua.

En los climas mediterráneos las lluvias se producen en otoño,


primavera y ocasionalmente tormentas de verano. En esta situación
se mantienen las fechas de riego obtenidas con un calendario medio
de riego, y restamos el agua de lluvia que ha caído desde el último
riego a la cantidad de agua a aplicar al riego siguiente.

En estas zonas también es una opción bastante recomendable no


regar hasta alcanzar el contenido de humedad correspondiente al
límite superior (que es lo más común), sino dejar parte del
almacenamiento del suelo sin rellenar para aprovechar el agua de
lluvia durante los días posteriores al riego.

Riego localizado.

Principios y tipos de riego localizado.

Introducción

El riego localizado consiste en la aplicación de agua sobre la


superficie del suelo o bajo este, utilizando tuberías a presión y
diversos tipos de emisores, de manera que sólo se moja una parte de
l suelo, la mas próxima a la zona radicular de la planta. El agua
aplicada cada por cada emisor moja un volumen de suelo que se
denomina bulbo húmedo.

En este método de riego, la importancia del suelo como reserva de


humedad para las plantas es muy pequeña en contra de lo que
sucede en el riego por superficie o en el riego por aspersión. Este
riego se realiza en cantidades pequeñas y con alta frecuencia. De
esta manera el contenido de agua en el suelo se mantiene a unos
niveles casi constantes y las posibles sales se mantienen siempre en
la periferia del bulbo.
En algunos casos, como olivar y frutales, la alta frecuencia puede
crear problemas de anclaje del sistema radicular al suelo o falta de
resistencia en periodos de sequía o en aquellos periodos en que no se
pueda dotar a la plantación de todo el agua que necesiten. En estos
casos se aplican frecuencias más bajas y dotaciones más altas a fin
de aumentar el bulbo húmedo.

Los riegos localizados se pueden agrupar según el caudal que


proporcionan los emisores de riego. Suele englobarse con el término
"riego por goteo" a todos los riegos localizados en los que se aplica
bajo caudal, utilizando los emisores denominados goteros, tuberías
porosas, tubería exudantes, etc. Los riegos localizados de alto caudal
pulverizan el agua, que se distribuye a través del aire hasta el suelo y
suelen aplicarse con los emisores denominados microaspersores y
difusores.
Descripción general del método de riego

Este método de riego facilita un ahorro importante de agua. El mayor


o menor ahorro se fundamenta en general en:

 La posibilidad de controlar fácilmente la lámina de agua


aplicada.

 La reducción de la evaporación directa.

 La ausencia de escorrentía.

 El aumento de la uniformidad de aplicación, al reducir la


filtración profunda o percolación.

Para que estas ventajas sean efectivas, es preciso que los


componentes tengan un diseño adecuado y los materiales con que
están fabricados sean de buena calidad. De no ser así, la inversión
realizada en la instalación no producirá ventajas sustanciales.

La aplicación localizada y frecuente de agua evita en muchos casos el


daño por salinidad en las plantas, ya que las sales se encuentran muy
poco concentradas en la zona de actividad de las raíces. De hecho las
sales se concentran en zonas no accesibles por las raíces de las
plantas, mientras que se mantienen diluidas en las zonas de actividad
radicular. Esta es la razón por la que el riego localizado es la única
posibilidad de riego para cultivos sensibles a aguas de mala calidad.

Dado que solo se moja una parte del suelo, se consigue reducir la
infestación por malas hierbas y se hace más simple su control. Sin
embargo, es necesario realizar un seguimiento de la aparición de
malas hierbas en la zona de suelo humedecida, principalmente
cuando el cultivo está en fase de crecimiento o en fase juvenil. Por
otro lado, puede haber un ahorro en las labores de cultivo, ya que en
las zonas secas no crecerán malas hierbas.

Las instalaciones de riego localizado no solo permiten aplicar el agua


a los cultivos, si no que ofrecen la posibilidad de aportar fertilizantes
y otros productos fitosanitarios (insecticidas, fungicidas, etc.). En
este caso es el agua la que se encarga de hacer llegar los fertilizantes
hasta las raíces de la planta, bien de forma continuada o
intermitente. Para que esta técnica sea eficaz es indispensable
disponer de un sistema de riego bien diseñado y con buenos
materiales con objeto de aplicar el agua con alta uniformidad. Esto
permitirá suministrar la misma dosis de abono en todos los puntos,
cubriendo así sus necesidades, evitando pérdidas innecesarias y
reduciendo los efectos medioambientales negativos.

Otra ventaja de tipo económico que alcanza valores importantes con


este tipo de riego, es la reducción de la mano de obra en la aplicación
de agua en la parcela. Además, la aplicación localizada del agua
supone que prácticas como la eliminación de malas hierbas,
tratamientos manuales, poda, recolección, etc. No se vean
dificultadas por el riego. De esta forma el calendario de labores no
tiene por que modificarse por el riego. En cultivos frutales u
hortícolas, donde con frecuencia la recolección ha de adaptarse a la
demanda de los mercados, puede resultar especialmente importante
la no interferencia de l riego en la recolección.

La uniformidad en el reparto del agua en el riego localizado depende


principalmente del diseño hidráulico de la red y no de las
características del suelo ni de las condiciones climáticas
(especialmente el viento), dando en general buena uniformidad de
aplicación para pequeñas diferencias de presión que puedan ocurrir
en la red. La eficiencia de aplicación del agua puede ser elevada si el
diseño y el manejo son correctos.
La inversión inicial en este tipo de riego suele ser elevada, y su coste
depende del cultivo, de la modalidad de riego elegida, de la cantidad
del agua de riego y su exigencia en filtrado, del equipo de
fertirrigación, del grado de automatización de la instalación, etc. La
buena elección de equipos repercute en una disminución de costes de
mano de obra y mantenimiento, ya que, por ejemplo, un buen equipo
de filtrado reducirá la posibilidad de obturaciones en la red y la
frecuencia de operaciones de mantenimiento y por tanto se reducirán
los costes del sistema.

En el riego localizado hay que prestar interés especial en el


mantenimiento de la red, debido fundamentalmente a la obstrucción
de emisores. Por este motivo el agua debe ser siempre filtrada,
recomendándose un estricto control para que no se dificulte la
aplicación correcta tanto del agua y del abono como de otros
productos fitosanitarios. Si los problemas de obstrucción no son
detectados con rapidez, pueden ocasionarse serios perjuicios en el
cultivo y disminuciones en la producción.

En este tipo de riego no es necesaria la nivelación el terreno, y es


muy adecuado para los cultivos en línea y poco recomendad para
cultivos que ocupan toda la superficie del terreno, como por ejemplo
la alfalfa.

El bulbo húmedo. Manejo del bulbo en condiciones de


salinidad

El bulbo húmedo es la parte del suelo humedecida por un emisor de


riego localizado. Los emisores de riego localizado aplican el agua
sobre el suelo donde se forma un pequeño charco. A medida que
avanza el riego, el bulbo húmedo se hace cada vez más grande, pero
a su vez el suelo se humedece más, la velocidad de infiltración
disminuye y con ello el bulbo húmedo aumenta su tamaño más
despacio.
La forma del bulbo está condicionada en gran parte por el tipo de
suelo. En los suelos pesados (de textura arcillosa), la velocidad de
infiltración es menor que en los suelos ligeros (de textura arenosa), lo
que hace que el charco se mayor y el bulbo se extienda mas
horizontalmente que en profundidad. Si se plica la misma cantidad de
agua en tres suelos con texturas diferentes, la forma del bulbo
variará aproximadamente de la siguiente manera :
Para que el bulbo moje una determinada superficie de suelo y el agua
pueda ser absorbida por las raíces de las plantas adecuadamente, es
importante tener en cuenta como se extiende el bulbo
horizontalmente. La extensión horizontal del bulbo no se puede
aumentar indefinidamente incrementando el caudal del emisor y/o el
tiempo de riego, y para conseguir una extensión de agua adecuada
hay que actuar sobre el número de emisores que se colocan en las
cercanías de las plantas. Por otra parte, la profundidad del bulbo
estará relacionada con la velocidad de infiltración del suelo y con el
tiempo de aplicación. Por ello es preciso tener en cuenta los factores
que afectan a la forma del bulbo húmedo para decidir el número de
emisores a colocar y el caudal que deben suministrar para que se
produzca una buena distribución del agua en el suelo.

MANEJO DEL BULBO EN CONDICIONES DE SALINIDAD.

El movimiento de las sales en el suelo depende del movimiento del


agua. En el riego localizado, el agua se distribuye en el perfil del
suelo formando un círculo más o menos alargado alrededor del
emisor, y este mismo patrón también lo seguirán las sales que se
acumulan en el suelo. El régimen de sales se ve afectado por la alta
frecuencia con la que se aplican estos riegos así como por la
localización puntual del agua.
Tras la aplicación de un riego tanto las sales que contenía el suelo
como las aportadas por el agua de riego se encuentran disueltas. La
evaporación y transpiración hacen que la humedad del suelo sea cada
vez menor y la concentración de sales aumente hasta que se aplica el
riego siguiente. Cuanto mayor sea el tiempo entre riegos, mayor será
la salinidad del suelo. Los riegos frecuentes permiten mantener alta la
humedad del suelo y baja la concentración de sales. El riego
localizado es por tanto muy recomendable cuando el agua de riego
sea salina.

La distribución de sales bajo el emisor de riego localizado presenta


tres zonas características bien diferenciadas:

 Una zona muy lavada debajo del bulbo.

 Una zona de baja salinidad que rodea la anterior

 Una zona donde se acumulan las sales en la periferia del bulbo


y sobre todo en la superficie del bulbo.
Alrededor del bulbo puede observarse una zona blanquecina de forma circular que
se forma debido a que el agua que se evapora no se lleva consigo las sales, por lo
que van acumulándose próxima a la superficie.
Cuando el volumen de agua aplicado con el riego es mayor, aumenta
la zona de intenso lavado y la zona de acumulación de sale se aleja
del centro del bulbo, con lo que se evita que las raíces entren en
contacto con zonas de elevada salinidad. Este objetivo es el que se
persigue aplicando junto con el riego una cantidad de agua extra
denominada fracción lavado, que es el porcentaje de agua extra con
respecto al agua de riego necesaria. Cuando llueve copiosamente, el
agua de riego también contribuye al lavado de sales. Si se producen
lluvias de baja intensidad, se corre el riesgo de que las sales se
muevan hacia zonas de menor salinidad donde abundan las raíces.
Por tanto no es conveniente detener el riego en presencia de lluvias
ligeras.

En cultivos anuales puede ocurrir que en la siembra del año siguiente


las semillas queden en las zonas superficiales muy salinizadas con los
riegos del año anterior, lo que puede afectar a la germinación y
crecimiento de la planta joven. En estos casos es preciso controlar
con detalle el lugar de siembra.

LAVADO DE SALES EN EL RIEGO LOCALIZADO.

El lavado de sales consiste en la disolución por el agua de las sales


del suelo y su desplazamiento hacia capas mas profundas, fuera del
alcance de las raíces. Por sus especiales características, el riego
localizado requiere un manejo especial del lavado. En caso de
disponer de agua suficiente conviene que los lavados sean
frecuentes, y en general se aconseja que cada riego lleve una dosis
de agua de lavado.

El cálculo de las necesidades de lavado se realiza en función de la


salinidad del agua de riego y el umbral de tolerancia de los cultivos a
la salinidad. LA tolerancia a la salinidad es la capacidad del cultivo de
soportar el exceso de sales en la zona radicular, y no es un valor
exacto para cada cultivo sino que depende de numerosos factores
como el tipo de sal, clima, estado de desarrollo del cultivo, régimen
de riego y manejo del suelo. El umbral de tolerancia a la salinidad es
aquella cantidad de sales por encima de la cual el cultivo reducciones
en su crecimiento y producción con respecto a condiciones no salinas,
y suele darse en milimhos por centímetro (mmho/cm) o decisiemens
por metro (dS/m).
Para estimar la cantidad de agua de lavados se utiliza la curva de
necesidades de lavado, pero con anterioridad es preciso calcular el
factor de concentración permisible (F). Éste se obtiene de dividir el
umbral de tolerancia a la salinidad de un cultivo por la salinidad del
agua de riego (que se obtiene a partir de los análisis de agua de
riego).
Es decir el agricultor debe aplicar con cada riego un 25% más de
agua que la estrictamente necesaria para cubrir las necesidades del
olivar.

Tipos de sistemas de riego localizado

En función del tipo de emisor utilizado y su colocación se


distinguen tres tipos de riego localizado:

 Por goteo.

 Por tuberías emisoras.

 Por microaspersión y microdifusión.


RIEGO POR GOTEO

Es el sistema de riego localizado más popular. El agua circula a


presión por la instalación hasta llegar a los goteros, en los que se
pierde presión y velocidad, saliendo gota a gota. Son utilizados
normalmente en cultivos con marco de plantación amplio (olivar,
frutales, etc.), cultivo en invernadero (tomate, pimiento, pepino,
melón, ornamentales), y en algunos cultivos en línea (algodón,
coliflor, repollo, patata, etc).

Los goteros suelen trabajar a una presión de aproximadamente 1


kg/cm2 conocido popularmente por kilo y suministran caudales entre
2 y 16 litros/horas. Lo mas frecuente es que las tuberías laterales y
los goteros estén situados sobre la superficie del suelo, y el agua se
infiltre y distribuya en el subsuelo. Es el riego por goteo en superficie.
En ocasiones las tuberías laterales se entierran entre 20 y 70 cm y los
goteros aportan el agua a esa profundidad, conociéndose entonces
como riego por goteo subterráneo. La profundidad de enterrado del
portagoteros dependerá del tipo de cultivo y del tipo de suelo. Este
sistema esta basado en la utilización de franjas de humedad que
garantizan una buena uniformidad de riego. Tiene como principal
inconveniente la obstrucción de goteros y la dificultad de detectar
fallos en el funcionamiento de estos así como de su reparación.
RIEGO POR TUBERÍAS EMISORAS.

Se caracteriza por la instalación de tuberías emisoras sobre la


superficie del suelo creando una banda continua de suelo humedecido
y no en puntos localizados como en el riego por goteo. Su uso más
frecuente es en cultivos en línea con muy poca distancia entre
plantas. Las más utilizadas son las tuberías goteadoras y las tuberías
exudantes.
RIEGO POR MICROASPERSIÓN Y MICRODIFUSIÓN.

En el riego por microaspersión, el agua se aplica sobre la superficie


del suelo en forma de lluvia muy fina, mojando una zona determinada
que depende del alcance de cada emisor. Esta, indicado tanto para
cultivos leñosos como para cultivos herbáceos de distinto marco de
plantación.

Se distinguen los emisores denominados microaspersores y los


denominados microdifusores. En ambos casos suelen trabajar a
presiones entre 1 y 2 kg/cm2 y suministran caudales de hasta 200 l/h

Componentes de las instalaciones de riego localizado.

Introducción.

Una instalación de riego localizado consta básicamente de tres tipos


de componentes: el cabezal de riego, la red de distribución de agua y
los emisores.

El agua de riego debe entrar en el sistema dotada de la presión


necesaria para hacer funcionar correctamente la instalación. El agua
entra al cabezal donde hay elementos de filtrado y tratan el agua, de
aquí pasa a la red de distribución y de aquí llega a los emisores .
En los sistemas de riego localizado nos encontramos con niveles de
tecnificación y tamaños muy variables atendiendo a la inversión que
pueda soportar el cultivo. Es importante destacar que el uso de
materiales fiables y de buena calidad siempre son rentables a largo
plazo. así además reducimos el riesgo de que la instalación no
funcione según este diseñada.

El cabezal de riego localizado.

Llamamos cabezal de riego al conjunto de elementos destinados a


filtrar, tratar, medir y suministrar el agua a la red de distribución.

Contamos con un grupo de bombeo que dota al agua de la presión


necesaria para alcanzar el punto más alejado de la red. Puede formar
parte del cabezal o estar alojado en un lugar independiente. Hay
casos en los que el agua llega a la instalación a través de una red de
riego a la demanda, con la presión suficiente, no siendo entonces
necesaria la estación de bombeo.

El sistema de filtrado es uno de los componentes principales del


cabezal, y esta compuesto por distintos tipos de filtros con los que se
pretende eliminar las partículas y elementos que lleva el agua en
suspensión y que pueden ocasionar obturaciones en cualquier parte
de la red de riego, principalmente en los emisores. Otro elemento de
vital importancia es el equipo de fertirrigación que añade fertilizantes,
microelementos, fitosanitarios, etc al agua de riego.

SISTEMAS DE FILTRADO.

La obturación de los emisores es uno de los problemas más


importantes de los sistemas de riego localizado. Suele producirse por
partículas minerales (arena, limo, arcilla), partículas orgánicas (algas,
bacteria, restos de plantas o animales), y sales precipitadas que
provienen de los fertilizantes añadidos, o las que están presentes en
el agua de riego. Si se producen obturaciones, el coste de
mantenimiento de la red será mayor, la duración de los componentes
de la instalación se vera reducida y el agua de riego se aplicara con
mayor uniformidad.

Para evitar las obturaciones se colocan una serie de filtros en el


cabezal. Si el agua de riego viene cargada con gran cantidad de
sólidos en suspensión, entonces hay que realizar un prefiltrado a la
entrada del cabezal. Para realizar el prefiltrado se utilizan uno o más
hidrociclones, pero si el agua llega sin presión al cabezal entonces se
utilizan los depósitos de decantación.

Una vez que las partículas más gruesas se han eliminado, el agua
pasa por el equipo de filtrado y queda lista para su distribución por la
red (si hay equipo de fertirrigación, los inyectores añadirán antes los
elementos que hayamos programado al agua de riego). Si el conjunto
de filtros está en paralelo, la capacidad de filtrado será la suma de las
capacidades de cada uno de ellos, y si están en seria será la del filtro
de manos capacidad. Una vez conozcamos la capacidad de filtrado,
sabremos cuantos filtros hay que instalar en paralelo o en serie
atendiendo al caudal que va a circular por la red. Los filtros más
usuales en un equipo de filtrado son:

Filtros de arena.

Se usan fundamentalmente para retener las partículas orgánicas en


suspensión. Son depósitos llenos de arena o grava por la que circula
el agua, dejando las partículas. Tienen una gran capacidad de
acumulación de suciedad.

Filtros de malla.

Retienen todo tipo de sólidos en suspensión. Las impurezas se


retienen en la superficie de unas mallas dotadas de orificios de
pequeño tamaño, fabricadas en material no corrosivo (acero,
plástico).
Filtros de anillas.

Tienen la misma función que los filtros de malla pero aquí las
impurezas quedan atrapadas entre unas anillas ranuradas que se
encuentran agrupadas y ajustadas unas con otras en un cartucho
insertado en la carcasa del filtro.

Actualmente existen en el mercado filtros de mallas o anillas


autolimpiantes que incluyen un mecanismo de inversión del flujo y
aprovechan la misma presión del agua para expulsar la suciedad a un
circuito de drenaje.
Utilidad y funcionamiento de los componentes del sistema
de fertirriego.

La fertirrigación es una práctica imprescindible cuando se riega de


manera localizada. Consiste en la distribución de fertilizante a través
del agua de riego.

El sistema de fertirrigación se coloca después del sistema de filtrado


basto (hidrociclón o arena) y antes de la unidad de filtro de mallas o
anillas.

Los equipos de fertirrigación más usados son:

 Tanques de fertilización: Son depósitos conectados en


paralelo a la red de distribución. El fertilizante se incorpora al
agua por diferencia de presión entre la salida y la entrada.

 Inyectores tipo Venturi: Consiste en un tubo conectado en


paralelo a la tubería principal con u estrechamiento donde se
produce una succión que hace que el fertilizante pase a la red.
 Inyectores: Son dispositivos que introducen la solución
contenida en u depósito accionados por una bomba eléctrica o
hidráulica.

Los tanques son baratos pero presentan problemas de uso por su


poca uniformidad de aplicación. Son depósitos de distinto
(normalmente 50-150 litros) con la solución nutritiva en su interior.
Para su funcionamiento se deriva una cantidad de agua de la red
principal y se hace pasar por el interior del tanque, el agua se va
mezclando con el fertilizante y, arrastrando parte de este, se
incorpora de nuevo a la red principal. con el paso del agua la
concentración disminuye, es decir, el fertilizante no se aporta en
cantidad constante con el tiempo.

Los inyectores Venturi, por su parte, son unos dispositivos muy


sencillos que no requieren energía para su uso y además
proporcionan el abono de forma constante a la red de riego. Sin
embargo generan una gran pérdida de carga en la tubería donde se
instalan, del orden de 0,7 a 1 kilo, lo que limita su uso si se dispone
de poca presión en la red.

Los inyectores eléctricos o hidráulicos inyectan (mediante una


bomba conectada al motor) la solución nutritiva contenida en un
deposito que no está conectado a la red y por lo tanto no esta
sometido a presión. Mantienen una concentración constante de
fertilizante en el agua de riego que puede ser seleccionada con un
dosificador acoplado al inyector.

Para automatizar el fertirriego se utilizan los llamados inyectores


proporcionales o las baterías de venturis controladas por
electroválvulas que, aún cuando el caudal sea diferente en distintas
unidades de riego, aplican la misma cantidad de abono, manteniendo
una concentración constante en todo el sistema. Son muy útiles
cuando se buscan concentraciones muy precisas (por ejemplo en
cultivos de invernadero con alto valor económico y cultivos sin suelo
y/o hidropónicos). Los inyectores proporcionales pueden contar con
varias salidas para incorporar distintos tipos de fertilizantes e incluso
otro tipo de productos como ácidos pesticidas, etc.

Utilidad y funcionamiento de los componentes del sistema de


filtrado.

SI EL AGUA PROVIENE DE UN POZO.

lo normal es que no lleve algas en suspensión (por no recibir


directamente la luz solar) , no siendo entonces necesario disponer de
un filtro de arena. Sin embargo el agua puede llevar partículas de
arena o limo por lo que deben colocarse uno o varios hidrociclones a
la entrada del cabezal.

NOTA: Las pérdidas de carga en los hidrociclones están al torno a los


0,3-0,5 kg/cm2 y se mantiene constante en el tiempo sin depender de
la suciedad que se haya acumulado. Es el único filtro que no debe
sobredimensionarse para que el agua alcance la velocidad adecuada y
la limpieza se realice eficazmente.

A continuación del hidrociclón se instala el equipo de fertirrigación (si


no es necesario un filtro de arena) y posteriormente van los filtros de
anillas o mallas. Este orden debe ser invariable para que los filtros de
mallas o anillas retengan los precipitados o impurezas del abono.

Los filtros de mallas y anillas, cuando están limpios generan una


pérdida de carga en torno a los 0,2-0,3 kg/cm2. Normalmente se
colocan dos manómetros a la entrada y salida del filtro o de la batería
de filtros y se ejecuta la limpieza cuando la diferencia entre ambos es
de 0,5 kg/cm2. La limpieza de ambos tipos de filtros se realiza
desmontando el equipo, es decir abriendo la carcasa, extrayendo el
elemento filtrante (malla o anillas) y lavándolas con agua a presión y
con un cepillo. Existe la posibilidad de automatizar la limpieza
mediante sistemas de contralavado, en el que el flujo de agua se
invierte arrastrando toda la suciedad hacia el exterior.

SI EL AGUA PROCEDE DE UN EMBALSE O DEPOSITO.

En estos casos lo más probable es que el agua tenga contacto con la


luz solar y por tanto lleve algas, bacterias y otras sustancias
orgánicas en suspensión, pero que no tenga cantidades importantes
de arenas o limos en suspensión ya que estos, si se hace un buen
manejo del agua se habrán depositado en el fondo del agua. Por lo
tanto, no serían necesarios los hidrociclones, pero si será
imprescindible colocar uno a más depósitos de arena a la entrada del
cabezal, que eliminarán además parte de los limos y las arcillas que
están en suspensión.

Los filtros de arena cuando están limpios generan una pérdida de


carga de 0,1-0,35 kg/cm2. Tienen gran capacidad de acumulación de
suciedad y su lavado debe realizarse cuando la diferencia de
presiones entre la salida y la entrada del filtro alcance como máximo
0,5-0,6 kg/cm2 .
La arena a utilizar debe ser silícea, uniforme y con un tamaño igual al
del paso del agua en el emisor, con objeto de retener partículas de
ese tamaño que pudieran provocar obturaciones. Los filtraos de arena
no pueden instalarse después del equipo de fertirriego para evitar la
proliferación de microorganismos en la arena.

Para limpiar estos filtros es preciso invertir el flujo del agua en uno de
los filtros de forma que entra por abajo, arrastra toda la suciedad y
sale por arriba desaguando por un circuito auxiliar. Es conveniente
utilizar dos dos filtros de arena de menor capacidad, colocados en
paralelo, que uno de solo con el doble de capacidad. De esta manera,
el agua filtrada por uno de los filtros se utiliza para limpiar el otro. La
operación de lavado además de limpiar la suciedad de la arena, sirve
para removerla y evitar que se compacte o se formen grietas.
Después del sistema de fertirrigación deben disponerse filtros de
anillas o malla para retener las posibles sales que precipiten que se
forman al mezclar los fertilizantes con el agua. Además es bastante
conveniente colocar al menos un filtro de mallas o anillas en
determinados puntos de la instalación para eliminar posibles
suciedades que se acumulan a medida que el agua circula por las
tuberías o piezas especiales. Por ejemplo deben colocarse al inicio de
las tuberías secundarias o de las terciarias. No obstante siempre
después de un filtro de arena, se dispondrá uno de malla o de anillas.

Elementos de control, medida y protección. Automatismos.

Introducción

En las instalaciones de riego localizado existen una serie de


elementos con funciones muy diversas y distintos tipos de
accionamiento (mecánico, hidráulico o eléctrico) que permiten
manejar y realizar el riego de forma adecuada. Básicamente se trata
de elementos de medida, de control y de protección. Es muy
importante conocer su función y la forma en que trabajan para
colocarlos en los lugares apropiados, saber interpretar la información
que suministran y en consecuencia realizar los cambios oportunos.

Por la configuración y modo de manejo de las instalaciones de riego


localizado, la aplicación del agua necesaria a cada una de las
unidades de riego es una de las operaciones en las que se invierte
mayor cantidad de tiempo. Por ello, utilizando determinadas
combinaciones de elementos de medida y de control, se pueden
realizar algunas de tales operaciones de forma automática. Asimismo,
dependiendo de la complejidad de la instalación de riego y de los
elementos del sistema de automatismo, el grado de automatización
será mayor o menor.

Elementos de la red de riego

 Elementos de medida

Los mas usuales suelen destinarse para medir el caudal o el volumen


de agua que pasa por un determinado punto de la instalación o bien
la presión en cualquier punto del sistema. Son imprescindibles en las
instalaciones de riego localizado.

Medidores de caudal.

Los medidores de caudal son elementos utilizados para medir la


cantidad de agua que pasa por un punto en la unidad de tiempo.
También son útiles para descubrir la existencia de obturaciones,
roturas o fugas. Además los contadores de volumen, normalmente
llamados contadores, permiten realizar un riego controlado, ya que
podremos saber la cantidad de agua que se ha aplicado
independientemente del tiempo que se este regando. Los medidores
de caudal o volumen más usados son los de turbina y los rótameros.

Los medidores de turbina se basan en el movimiento de una rueda


de paletas que se inserta en la tubería, de forma que cada giro de la
rueda implica un volumen de agua determinado que se va
acumulando en un medidor. Los medidores de turbina más usados
son los denominados Woltman, que son bastante precisos. Suelen
fabricarse para medir el volumen en tuberías con diámetros entre 50
y 300 milímetros y producen una pérdida de carga o diferencia de
presión entre ka entrada y la salida del contador entre 0,1 y 0,3
kg/cm2.
Por su parte los rotámetros miden caudal instantáneo, o sea, la
cantidad de agua que pasa en cada momento. Están formados por un
flotador fabricado normalmente en acero inoxidable, que se mueve
hacia arriba o hacia abajo "flotando" mas o menos según sea el
caudal, que se puede medir en una escala graduada. Suelen medir un
intervalo muy amplio de caudales, desde 1 hasta 25.000 litros por
hora.

Además de estos medidores de tipo mecánico, existen en el mercado


algunos contadores electromagnéticos y de ultrasonidos, muy
precisos pero muy caros, aunque si se desea automatizar el riego por
volúmenes son muy recomendados.

La instalación de estos elementos es conveniente realizarla en lugares


alejados de puntos de la red donde existan piezas especiales como
codos, tes o válvulas, con objeto de que no provoquen alteraciones
del flujo del agua y proporcionen una medida errónea.

Medidores de presión

Con los medidores de presión podemos saber si algún componente


está siendo sometido a presiones de trabajo mayores de las
nominales y tiene por tanto riesgos de rotura. También podemos
localizar perdidas de carga excesivas (por ejemplo en un filtro muy
sucio que necesita una limpieza) o si por el contrario hay una presión
insuficiente para que un elemento trabaje correctamente (por
ejemplo un ramal de goteros donde no hay suficiente presión para
que los emisores goteen).

Los elementos que misen la presión se llaman manómetros, y los más


utilizados son los llamados tipo Bourdon, que tienen un
funcionamiento mecánico.

Es imprescindible medir la presión, como mínimo, a la salida del


grupo de bombeo (para saber la presión de entrada de la instalación),
y a la entrada y salida de filtros. Además es aconsejable medirla en la
entrada de las unidades de riego y de las tuberías terciarías.

Muchas veces lo que mas interesa es conocer la diferencia de


presiones entre dos puntos o mas de la red, por ejemplo a la entrada
y salida de un filtro para determinar el momento de su limpieza.

 Elementos de control

Regulador de presión.

Los reguladores de presión se utilizan para regular y controlar presión


a partir del punto donde se instale. Con estos reguladores podemos
evitar sobrepresiones que pudieran romper tuberías, emisores etc.
Normalmente regulan presiones entre 0,2 y 8 kg/cm2.
Es muy importante colocar un regulador de presión a la entrada de
cada subunidad de riego para mantener la presión constante durante
el funcionamiento de los emisores. Su uso es mas importante cuanto
mas accidentado sea el terreno y mayores las diferencias de presión
en distintos puntos de la instalación.

Reguladores de caudal.

Se utilizan para dejar pasar un caudal determinado. Es muy


conveniente colocar un regulador de caudal a la entrada de cada
unidad de riego para que pase solo la cantidad de agua que se desea
hacia las terciarías y laterales. Los mas usuales son los de diafragma,
que regulan caudales entre 2 y 50 litros por segundo. Su
funcionamiento se basa en un diafragma de material elástico que se
deforma abriendo o cerrando la sección de paso y dejando pasar por
tanto solo el caudal nominal.
Válvulas.

Controlan el paso del agua en una tubería. Se clasifican según el tipo


de accionamiento (automático o manual). Fuera de esta clasificación
están las válvulas antiretorno que impiden que se invierta el flujo y
de esta manera, por ejemplo, que se invierta el giro de la bomba
(que podría dañarla seriamente).

Válvulas de compuerta: Cierra con una compuerta que se mueve de


arriba a abajo moviendo un volante. Son útiles para aislar zonas de la
instalación. Provocan pocas pérdidas de carga cuando están
totalmente abiertas. No sirven para regular el caudal. Suelen
fabricarse de 1/2 a 1 pulgada.

Válvulas de mariposa: El elemento de cierre es un disco o lenteja


vertical el mismo diámetro que la tubería. La pérdida de carga en
apertura total es muy pequeña. Se utiliza para aislar zonas y para
regular el caudal. Los diámetros comerciales varían entre 1 pulgada y
2 metros.
Válvulas de bola o esfera: Consistente en un esfera a la que se le ha
taladrado un cilindro. Al girar la llave se pone el cilindra en la
dirección o no del paso del agua. Se utiliza para apertura o cierre
total y no para regulación de caudal. Se usan en pequeños diámetros
(no mas de 3 pulgadas).

Válvulas hidráulicas: Abren o cierran totalmente el paso del agua


mediante un pistón cuando reciben una presión generada por una
señal hidráulica. Si esta presión cierra la válvula se denomina
normalmente abierta y si por el contrario la abre, se llama
normalmente cerrada. Lógicamente si el riego se va extender durante
muchas horas al día se elegirán válvulas normalmente abiertas y si
son pocas horas, normalmente cerradas. Los diámetros comerciales
varían de 1 a 16 pulgadas.
Válvulas volumétricas: Se trata simplemente de una válvula
hidráulica a la que se le incorpora un contador tipo Woltman. Llevan
un selector donde se indica manualmente el volumen de agua que se
quiere aplicar. Cuando el contador alcanza el volumen indicado, se
produce la señal hidráulica que cierra la válvula.

Electroválvulas: Válvula hidráulica a la que se le incorpora un


dispositivo electromagnético que acciona el mecanismo que produce
la señal hidráulica para cerrarla. Son necesarias cuando se
automatiza el riego, siendo el programado quien acciona la
electroválvula con un impulso eléctrico. También pueden ser
normalmente abiertas o cerradas, pero cuando están accionadas
consumen energía. Para evitar grandes pérdidas de agua se instalan
las electroválvulas tio LACH (que solo consumen cuando abren o
cierran).

 Elementos de protección

Protegen los elementos de sobrepresiones o depresiones.


Normalmente coinciden con la apertura y cierre de válvulas, puesta
en marcha de bombas etc.

Aunque hay diversos tipos de mecanismos, los más utilizados en


riego localizado son las ventosas y los calderines.

VENTOSAS.

Son dispositivos que se instalan en las conducciones de agua para


introducir o evacuar el aire. Se clasifican en:

Purgadores o ventosas monofuncionales: Se encargan de


eliminar el aire que se acumula en las conducciones durante un
funcionamiento normal

Ventosas bifuncionales: Sirven tanto para la evacuación del aire


acumulado en las tuberías durante su llenado, como para la
introducción de este durante su llenado.

Ventosas trifuncionales: Realiza las tres funciones antes descritas,


es decir, purgar, admisión y expulsión de aire en las tuberías.
Las ventosas evitan sobrepresiones de las tuberías durante el llenado
y depresiones durante el vaciado. En ocasiones se producen bajadas
de presión que quedan por debajo de la atmosférica y que pueden
producir el aplastamiento de las tuberías. En estos casos las ventosas
permiten la admisión de aire que funciona a modo de colchón.

En general deben instalarse en los siguientes lugares dentro de una


instalación de riego localizado:

 Puntos altos de la instalación.

 Tramos largos con pendientes uniformes.

 Cambios de pendientes en las conducciones.

 Salidas del grupo de bombeo.


CALDERINES.

Son depósitos metálicos de diferentes tamaños y forma


(normalmente cilíndricos) que contienen en su interior aire y agua a
presión). Alivian la presión del sistema cuando esta sube demasiado,
haciendo que el agua de la red entre en el calderín y el aire que hay
en su interior se comprima (trabaja haciendo un efecto de
amortiguación de la presión).

Si por el contrario la presión en la red disminuye, el aire que está


comprimido en el interior del calderín empuja al agua logrando así
reestablecer la presión adecuada.

Existen dos tipos de calderines, los de contacto, en los que el agua y


el aire ocupan un solo espacio; y los de vejiga, en los que el aire está
confinado en una bolsa elástica y no entra en contacto con el agua.
Los primeros son más recomendados cuando se trabaja con grandes
volúmenes, pero es necesario disponer de un compresor para
mantener el aire comprimido en el interior del calderín.
Automatismos

El grado de automatización de una instalación es tan variable que


puede oscilar desde un nivel denominado "cero", en el que la
apertura y cierre se realiza de una manera manual, hasta un nivel de
automatismo total, en la que la puesta en marcha de los diferentes
elementos se realiza según las medidas de sensores que determinan
la necesidades de agua de las plantas y miden y corrigen
instantáneamente determinados parámetros de calidad del agua
(conductividad y pH).

El control del riego de forma automática se puede realizar por


tiempos (las válvulas cierran el paso de agua tras un periodo de
tiempo) o por volúmenes (las válvulas cierran tras haber pasado una
cantidad de agua determinada).

AUTOMATIZACIÓN POR TIEMPOS.

Es una forma muy simple de automatización que se basa en


determinar el tiempo que tiene durar el riego teniendo en cuenta la
dosis necesaria, el marco de los emisores y el caudal que suministra
cada emisor
Para efectuar este tipo de automatismo es necesario contar con
electroválvulas y programadores. La automatización por tiempos no
garantiza que el aporte de la dosis de agua sea la determinada para
el cultivo, sino que esta regando un tiempo preestablecido. Si las
condiciones de presión, caudal etc., se mantienen, posiblemente este
cerca de esta dosis, pero si estas condiciones varían a lo largo del
riego, también variará la dosis aplicada.

AUTOMATIZACIÓN POR VOLÚMENES.

Con esta forma de automatización, el paso de agua se corta cuando


ya ha pasado el volumen de agua que es necesario para el riego. Se
requieren válvulas de accionamiento automático (hidráulicas,
volumétricas o electroválvulas) y en algunos casos un programador
de riegos. Dependiendo del tipo de los elementos que se utilicen se
pueden conseguir distintos niveles de automatización.

Nivel 1.

Cada unidad de riego lleva asociada una válvula manométrica que


inicialmente está cerrada y en la que se ha seleccionado la cantidad
de agua que se desea que pase hacia cada unidad. La primera válvula
se abre manualmente y se cierra automáticamente cuando se llega al
volumen deseado. A continuación se abre de forma manual l a
segunda válvula volumétrica que se cerrará al pasar el volumen
predeterminado. de contar con mas unidades se procedería igual .
Nivel 2.

De igual forma cada unidad de riego tiene en cabecera una válvula


manométrica, pero la primera esta conectada a la segunda, esta a la
tercera y así consecutivamente.

La primera válvula se abre manualmente y cuando ha pasado el agua


deseada se cierra y envía una señal hidráulica por un tubo de
conexión a la segunda, que se abre y empieza a dejar pasar el agua.
Esta actuará de forma similar y tras cerrarse abrirá la tercera y así
sucesivamente.

Si las unidades de riego son muy grandes, es necesario disponer de


válvulas volumétricas de gran diámetro, que en general son muy
caras. En estos casos es frecuente efectuar el riego con satélite, en el
que la unidad de riego tiene una válvula volumétrica que deja pasar
agua a una sola subunidad, pero que está conectada a válvulas
hidráulicas dispuestas al principio del resto de las subunidades de esa
unidad. Así las volumétricas podrán ser mas pequeñas y baratas,
reduciendo e costo del automatismo. Solo hay que que accionar
manualmente la volumétrica de la unidad 1 y automáticamente se
conectan sus hidráulicas asociadas. Cuando la volumétrica cierra, se
cierran las hidráulicas y se transmite la señal a la válvula
manométrica de la siguiente unidad y continua el proceso.

Nivel 3.

Esa el sistema mas avanzado de automatización usando válvulas y


programadores. También se le conoce como programación electrónica
por volúmenes. El elemento que ejecuta y coordina todas las
operaciones de riego es el programador de riego enviando y
recibiendo señales de los elementos de control y medidas.
Automatización por ordenador.

El ordenador consigue un grado total de automatización de la


instalación, desde la limpieza de filtros, el control de la fertirrigación,
programación automática según la demanda real del cultivo en
tiempo real, ajuste de parámetros químicos del agua, etc.

Requiere la instalación de sensores de todo tipo, de humedad del


suelo, contadores, manómetros sondas de pH y CE, estaciones
climáticas etc.

El sistema es caro y por tanto solo se utilizan cuando es preciso dar


riegos frecuentes con un control muy estricto de fertilización (cultivos
de elevado valor económico).

Criterios de diseño. Programación en riego localizado.

Introducción

El diseño de una instalación de riego localizado tiene suma


importancia ya que de el dependerá el buen funcionamiento del
sistema de riego. La clave para un buen diseño esta en fijar el caudal,
presión y uniformidad desde el principio e ir diseñando en
consecuencia.. Seguidamente debe realizarse un diseño agronómico
del sistema donde se tiene en cuenta el tipo de suelo, las necesidades
de agua del cultivo tanto en cantidad como en calidad, etc.
Cuando un sistema de riego localizado esta completado, esta se
presta ya a muy pocas modificaciones, de aquí la importancia de
prever desde un principio, todos los detalles.

El proceso de diseño se divide en dos fases, diseño agronómico del


riego, donde determinamos la cantidad de agua que la instalación
tiene que conducir con capacidad para el mes de máximas
necesidades, y el diseño hidráulico donde se calculan las dimensiones
y ubicación de conducciones y componentes para que puedan
satisfacerse las necesidades agronómicas.

Diseño agronómico
Es la parte más importante del proyecto de riego, ya que cualquier
error aquí generara un sistema de riego inadecuado a lo que se
precise, por ejemplo si se estiman unas necesidades de riegos
menores a las reales, repercutirá en la producción, la calidad y
podrían darse problemas de salinidad por falta de lavado de sales.
VOLUMEN DE SUELO HUMEDECIDO.

Tenemos que establecer un mínimo de volumen de riego a


humedecer, que tendrá que ser suficiente para garantizar el
suministro de agua necesario para un óptimo desarrollo.

El volumen de suelo humedecido se sustituye por el de porcentaje de


suelo mojado (P), que es la relación expresada en % entre el área
mojada por los emisores y el área total regada.

El valor de porcentaje mojado mas apropiado depende del tipo de


cultivo (frutales, cultivos herbáceos), clima (húmedo, árido) y del tipo
de suelo. Se recomiendan los siguientes valores:

 Cultivos frutales de marco de plantación amplio: 25%-35%


variando desde el valor inferior al superior al aumentar la aridez
del clima y cuanto más ligera sea la estructura del suelo.
 Cultivos de plantación de marco medio (distancia entre plantas
inferior a 2,5 m): del 40% al 60%, variando según la misma
relación anterior.

 Cultivos de marco de plantación reducido (hortícolas, florales,


cultivos herbáceos en general): El porcentaje de suelo mojado
que se les asigna a estos cultivos está comprendido entre un
70% y un 90% pudiendo variar en algunas ocasiones.

Valores altos de P incrementan la seguridad del sistema, sobre todo


en caso de averías de la instalación o en situaciones extremas de
evapotranspiración. Por el contrario si se toman valores excesivos
incrementaremos el valor de la instalación (mayor cantidad de
emisores, diámetros mayores de las tuberías etc.).

En el riego localizado se persigue una concentración máxima de


raíces funcionales y en la mayoría de los cultivos esto sucede entre
los 15 y los 30 cm de profundidad.

NÚMERO Y DISPOSICIÓN DE LOS EMISORES.

Cultivos con amplio marco de plantación.


Hay que mojar bien toda la superficie de terreno bajo la copa del
arbol para evitar un excesiva evapotranspiración.

Para evitar pérdidas de agua por filtración profunda se instala un


mayor número de emisores y por tanto el porcentaje de suelo
mojado.

Cuando se disponen de emisores en línea en los cultivos con marco


de plantación medio o amplio, hay que procurar que las zonas
húmedas se unan a una profundidad no superior a la de las raíces. De
no ser así, la raíz es posible que no sea capaz de atravesar suelo seco
y la zona salinizada que hay entre los dos bulbos, y por tanto no
colonizarían esa zona. En este caso estaremos desaprovechando una
zona de agua al no estar ocupada por las raíces, es decir estamos
disminuyendo la eficiencia del sistema.
En el caso de los cultivos permanentes tenemos que vigilar el anclaje
y por tanto tenemos que disponer los emisores de forma que la raíz
se desarrolle equilibradamente.
En plantaciones jóvenes se coloca un número menor de emisores que
va incrementándose hasta el número definitivo. En un suelo arenoso
el porcentaje de suelo mojado es mucho menor que en un suelo
arcilloso por lo que aquí es recomendable utilizar microaspersores en
vez de goteros.

Cultivos herbáceos.

En estos casos la solución que se adopta cuando se trata de cultivos


de alta densidad es la de mojar franjas continuas que coincidan con
las líneas de plantas, dejando secos los espacios entre filas.
Generalmente, la distancia entre plantas de una misma línea de
cultivo no coincide con la distancia entre emisores, como
consecuencia muchas plantas están en zonas de mayor salinidad y
menor humedad. Esta es la razón por la que aquí el solape de bulbos
es de vital importancia.

En estos cultivos la disposición típica de riego es una tubería lateral


por cada línea de plantas con emisores muy próximos entre si (20,
33, 40 cm), de tal manera que se produzca un solapamiento de los
bulbos húmedos. También pueden utilizarse tuberías exudantes. A
veces para reducir costes se utiliza una tubería lateral por cada dos
líneas.
FRECUENCIA Y TIEMPOS DE RIEGO.

Para conseguir una alta eficiencia de riego se debe aportar el agua en


riegos cortos y muy frecuentes. Atendiendo al cultivo, suelo, clima
etc, la duración del riego puede variar desde varios riegos en un solo
día hasta intervalos de 3 y 4 días.

El riego debe ser mas frecuente cuanto

 menos profundo sea el suelo

 menor sea la capacidad del suelo para retener agua (arenoso)

 mayor sea la ETP

 peor sea la calidad del agua

No debe regarse las 24 horas del día, ya que debe haber algunas
horas dedicadas al mantenimiento de la instalación, recarga de
abonos y reparación de posibles averías. Se recomienda un tiempo
máximo de riego de 20 horas.

Diseño hidráulico
La aportación de agua por los emisores debe ser lo mas uniforme
posible, uniformidad constituye el punto de partida del diseño
hidráulico.
Para lograr una buena uniformidad será necesaria:

 Que todos los emisores de la instalación sean de buena calidad


(es muy importante que tengan certificado de calidad).

 Que la presión del agua en todos los emisores sea lo mas


parecida posible.

El agua en su recorrido por la red va perdiendo presión debido al


rozamiento, cambios bruscos de dirección, pasos por filtros, etc. A
esta pérdida de carga se la conoce como pérdida de carga.
Lógicamente cuando el recorrido de la tubería de carga sea
ascendente tendremos pérdida de presión y ganancia cuando sea
descendiente.
La longitud de las tuberías laterales está condicionada entre otros
factores por la topografía del terreno.

En terrenos con pendientes muy elevadas las tuberías laterales


siguen las líneas de nivel y las terciarias siguen la pendiente,
disponiendo de reguladores de presión en aquellos lugares donde se
requiera.
Si la pendiente es muy acusada o irregular utilizaremos goteros
autocompensantes. Usando este tipo de emisores podemos ampliar
las longitudes máximas de los laterales de riego.
Siempre que sea posible, trataremos de suministrar el agua a la
tubería terciaría en el punto mas alto para compensar las perdidas de
carga con la pendiente.

Como consecuencia de las pérdidas de carga y de la pendiente del


terreno, en cada una de las subunidades de riego se van a producir
distintas pérdidas de carga. Por lo tanto a la entrada de cada
subunidad de riego la presión de entrada debe ser tal que que el
emisor que esta situado en el punto más desfavorable, reciba la
presión suficiente para suministrar el caudal adecuado.

Para que la presión de entrada en cada subunidad sea similar y no


varíe durante el riego, es preciso instalar un regulador de presión al
principio de cada tubería terciaria.

A mayor diámetro de la tubería reducen las pérdidas de carga pero


aumentan los costes de la instalación.

El caudal del emisor condiciona la longitud de la tubería lateral, de tal


forma que cuanto mayor sea el caudal del emisor, menor será la
longitud del lateral.
La distancia entre emisores también condiciona la longitud del lateral,
de tal manera que cuanto más distanciados estén los emisores,
mayor longitud podrá tener la tubería lateral.

La distancia entre emisores, el caudal que suministran y la distancia


entre tuberías laterales, se determinan en función en función del tipo
de suelo, forma del bulbo a humedecer y marco de plantación o
siembra, y no se debe modificar por criterios hidráulicos de ahorro de
agua o comodidad.

Estos valores son meramente orientativos. No deben tomarse estrictamente.

La presión recomendada en los emisores de riego localizado esta en


torno a 1 kilo y entre 0,5 y 3 kilos para los autocompensantes.

Para determinar la presión necesaria al la principio de la instalación


hay que considerar las pérdidas de cargas producidas por el propio
cabezal de riego, ocasionadas por:

 La diferencia de presión máxima admitida que se produce en


los distintos filtros antes de su limpieza (hidrociclón, filtros de
malla y de anillas):

o En caso de instalar un hidrociclón, hay que considerar que


este elemento produce unas pérdidas de carga
comprendidas entre 0,3 y 0,5 kg/cm2, dependiendo del
caudal a filtrar.

o Las pérdidas de carga que se producen en los filtros de


arena cuando están limpios no deben ser superiores a 0,3
kg/cm2.

o En cuanto a los filtros de mallas y anillas, las pérdidas de


carga que provocan, oscilan entre 0,1 y 0,3 kg/cm

A efectos de cálculo hidráulico se deben considerar las pérdidas de


carga de filtros en situación de colmatación.
 Las pérdidas de carga producidas por el equipo de fertirrigación
(tanque fertilizante, venturis, inyectores, etc).

 Las pérdidas de carga que se producen en los distintos


elementos de medida y control (válvulas, manómetros, etc).

 Las pérdidas de carga producidas en las propias conducciones


del cabezal de riego.

Programación de riegos. Cálculo del tiempo de riego


Vamos a determinar el momento más idóneo para regar,
estableciendo la cantidad de agua a aplicar de forma que se obtenga
una eficiencia de aplicación aceptable y se consiga una buena
producción y calidad de cultivo.
En el riego localizado, la importancia del suelo como almacén o
reserva de agua para el cultivo es mucho menor que en el riego por
superficie o aspersión. En estos casos se aporta el agua que cubra las
necesidades diarias del cultivo, y no se permite que el agua se
almacene en el agua en el suelo y vaya liberando poco a poco el
agua. El agricultor sólo tiene que establecer el tiempo de riego
necesario para aportar las necesidades brutas de riego.

Para calcular el tiempo de riego debemos conocer:

 Necesidades brutas de riego.

 Distancia entre emisores.

 Distancia entre laterales.

 Caudal de los emisores.

A partir de aquí aplicamos la expresión


En número de emisores por m 2 se calcula muy fácilmente si
conocemos la distancia entre los emisores y la distancia entre las
tuberías laterales.

Algunos cultivos como zanahorias, remolacha de mesa, clavel, rosal,


etc se cultivan en las llamadas banquetas o mesillas. En estos casos
la separación entre las tuberías laterales no es uniforme. Para
calcular el número de emisores por m2, distribuimos los laterales
como si tuvieran separaciones uniformes contando con la anchura de
la banqueta y del pasillo.
Otra forma de programar los riegos es mediante la toma de medidas
indirectas del contenido del agua del suelo mediante la utilización de
tensiómetros. Suelen instalarse por parejas, uno en la zona de las
raíces (para detectar la escasez de agua cuando se produce) y otro
por debajo de ella (para detectar la infiltración profunda que nos
estará indicando que se esta produciendo un exceso).
Al ser medidas indirectas del contenido del agua, usaremos los
tensiómetros con precaución. Su uso solo es completamente fiable en
suelos arenosos y homogéneos. En cualquier caso nos indican cuando
regar pero no cuanto regar.

Evaluación de instalaciones de riego localizado.


Introducción

Es muy importante que el que el personal técnico cualificado, realice


una evaluación completa una vez que se hayan terminado las obras,
de forma que se garantice al agricultor el funcionamiento adecuado
de la instalación en referencia al proyecto que presentaron. En dicha
evaluación debe obtenerse como mínimo la uniformidad de riego que
se había estipulado en el citado proyecto.
Complementando esta primera evaluación, el agricultor debe hacer al
menos dos evaluaciones más durante la campaña de riego, una al
inicio y otra a mediados, para controlar la uniformidad. Siempre que
se sospeche de algún problema en la instalación debe repetirse el
control de uniformidad. Si el problema pudiera ser de gran
envergadura se realizará una evaluación completa por personal
especializado.
Evaluación de los componentes de la instalación
Una vez que la empresa instaladora finaliza realizaremos la siguiente
evaluación para constatar el correcto funcionamiento de la instalación
y poder reclamar inmediatamente en caso de detectar alguna
anomalía.
EQUIPOS DE FILTRADO.

En la evaluación de los sistemas de filtrado mediremos la presión a la


entrada y a la salida de cada filtro. Deben limpiarse cuando la
diferencia de presión entre estos dos puntos sea de 0,5-0,6 kg/cm 2 (a
excepción del hidrociclón cuya limpieza no depende de la pérdida de
carga que genera). Si los filtros son autolimpiantes también será
necesario controlar las pérdidas de carga.

 En los filtros de arena la capa de arena dentro del filtro debe


ser uniforme y tener un espesor mínimo de 50 cm.

 En los filtros de malla no se deben usar mallas con un número


de mesh superior a 200 mesh para evitar los riesgos de
colmatación.

 En los filtros de anillas todas las anillas deben tener las mismas
características en cuanto a color, tamaño, etc. y la presión del
paquete de anillas debe ser la correcta.

EQUIPO DE FERTIRRIGACION.

El equipo de fertirrigación debe evaluarse al menos dos veces por


campaña.

Se realizaran controles periódicos de pH y CE en distintos emisores


de la instalación para constatar el correcto funcionamiento de los
inyectores de ácido y fertilizantes (si existen). El funcionamiento de
los inyectores también deben de evaluarse de una forma directa,
comprobando los tiempos de apertura de las electro válvulas del
equipo de fertirrigación (no confundirlas con las electro válvulas que
dan paso al agua de riego a las distintas fases). Los tanques de
fertilizantes deben limpiarse con agua a presión cada 15 días.

ELEMENTOS DE CONTROL, AUTOMATISMOS Y PIEZAS ESPECIALES.

Se toma nota de la cantidad de estos elementos que existen de cada


uno de estos elementos en la instalación y de su situación dentro de
la instalación, así como de su diámetro y demás características que
sen necesarias para comprobar su correcto funcionamiento.

Debemos comprobar todas las juntas para asegurarnos que no se


producen fugas.

UNIDADES DE RIEGO

Para evaluar las unidades de riego se tomará nota del número de


unidades y la superficie de cada una de ellas. Es conveniente tener a
mano un croquis de la parcela en la que se señale la disposición e las
distintas unidades y subunidades de riego. Hay que señalar si al
comienzo de la unidad o la subunidad hay instalado algún contador
del volumen de agua aplicada y anotar si el control de riego es por
tiempo o por volumen.

LATERALES Y EMISORES

Los últimos componentes que se consideran en la evaluación son los


laterales y los emisores. Realizaremos un croquis señalando la
posición y diámetros de los laterales así como la disposición de los
emisores.

Tomaremos los datos correspondientes al tipo, caudal nominal y


diámetro mínimo del paso de agua de los emisores y los distintos
tratamientos que van a utilizarse para evitar las obturaciones. Hay
que tener una especial cautela a la hora de utilizar emisores sin
marca o con un alto coeficiente de variación. No merece la pena
arriesgar el funcionamiento de la instalación completa para ahorrar
un porcentaje ínfimo del coste total.

Detectar las posibles fugas y rotura en laterales y emisores, así como


los emisores atascados.

Evaluación de la uniformidad del riego

 Evaluación de la uniformidad de riego

Los problemas que se derivan de una mala uniformidad se traducen


en un mal reparto de agua y abonos, encontrándonos con plantas
encharcadas y otras deficitarias, plantas con exceso de nutrientes con
riesgos de fitotoxicidad y/o quemado, derroche de abonos y otras
carentes de ellos. Habrá una alteración del desarrollo del cultivo y por
tanto de la producción.

Para evaluar la uniformidad de un sistema de riego, elegiremos la


unidad más representativa de la instalación, que será aquella de
tamaño medio, con pendientes que representen la media de la
instalación, que esté situada a ser posible en la zona central de la
instalación y cuyos laterales tengan una longitud media. Sería
conveniente tomar también la unidad que presente las condiciones
más desfavorables, es decir la más alejada o la más cercana al
cabezal, con los laterales o terciarías mas largas y con las mayores
pendientes.

Una vez escogida la unidad mas representativa, escogemos la


subunidad también más representativa, que será en donde
realicemos la evaluación.

En primer lugar determinamos el coeficiente de uniformidad en la


subunidad elegida y posteriormente en la unidad de riego.

Si la unidad es poco uniforme, realizaremos la evaluación en todas


ellas.

 UNIFORMIDAD DE LA SUBUNIDAD DE RIEGO.

UNIFORMIDAD DE LA SUBUNIDAD DE RIEGO.

Para evaluar la uniformidad se utilizan dos coeficientes: El


Coeficiente de uniformidad de caudales (CUC) y el Coeficiente
de uniformidad de presiones (CUP). Con estos valores
detectaremos faltas de eficiencia y solucionaremos pequeños
problemas que mejorarán el funcionamiento de la instalación.
Para calcular el coeficiente de uniformidad de caudales, se elegirá un
número determinado de emisores distribuidos uniformemente dentro
de la subunidad de riego representativa del conjunto de la
instalación. En general, se recomienda seleccionar 16 emisores para
calcular este coeficiente. Para ello, se eligen los laterales más cercano
y más lejano de la toma de la tubería terciaria y los dos intermedios.
En cada lateral se seleccionan 4 emisores siguiendo el mismo criterio,
es decir, el más cercano y el más lejano de la toma lateral y los dos
intermedios.

Con una probeta o vaso graduado se medirá el volumen suministrado


por los emisores que se hayan seleccionado en un tiempo
determinado. Este tiempo será igual para todos ellos, de tres a cinco
minutos para goteros y un minuto para tuberías goteadoras y
exudantes. Con los datos obtenidos mediremos el caudal.

Una vez conocido el caudal en cada uno de los emisores


seleccionados, se calculará el coeficiente de uniformidad de caudales
siguiendo los pasos que se indican a continuación:

1. Se calcula la media de los caudales de los emisores que


representan la cuarta parte de mas bajo caudal (q 25%). En caso
de seleccionar 16 emisores calculariamos la media de los 4 de
menor caudal.

2. Se calcula la media de los caudales medios en todos los


emisores, qm.
3. Una vez se conocen la media de los caudales de los emisores
que representan la cuarta parte de más bajo caudal y la media
de todos los caudales medios (q25 qm) se calcula el coeficiente
de uniformidad mediante la siguiente fórmula.
Para concluir el estudio de la uniformidad de la subunidad, se calcula
el coeficiente de uniformidad de las presiones (CUP), que
determina la homogeneidad de la subunidad en cuanto a presiones de
los emisores. Para determinar este coeficiente medimos las presiones
en cada uno de los emisores siempre que sus características o forma
de inserción en el lateral lo permitan.

El coeficiente de uniformidad de presiones se calcula igual que el de


caudales, es decir seleccionando un número de terminado de
emisores representativos de la subunidad de riego elegido,
normalmente 16. Como en el caso anterior, se medirá la presión en
cada uno de los emisores con la ayuda de un manómetro. Con los
datos de presión obtenidos:

1. Se calcula la media de las presiones medias en los emisores


que representan la cuarta parte de mas baja presión, p25%.
2. Calculamos la media de presiones en todos los emisores, pm.

3. Una vez ser conoce la media de las presiones de los emisores


que representan la cuarta parte mas de mas baja presión y la
media de todas las presiones (p 25% y pm) se calcula el
coeficiente de uniformidad debido a presiones mediante la
siguiente fórmula:

En esta fórmula, x es el coeficiente de descarga y se trata de una


característica del emisor que el fabricante tiene que facilitar. El
coeficiente de descarga es muy bajo (menor de 0,5) para los
emisores cuyo caudal se ve muy afectado por las variaciones de
presión, y mas lato (mayor de 0,5) a medida que los cambios de
presión influyen menos en el caudal que suministra.

El coeficiente de uniformidad debido a presiones no es necesario para


el cálculo de la uniformidad de la instalación. Sin embargo, es
conveniente conocerlo para detectar las posibles diferencias de
presiones que se puedan producir a lo largo de la red de riego y así
poder solucionarlas mediante la instalación, por ejemplo, de un
regulador de presiones. En todo caso, esta determinación es
imprescindible en la evaluación que debe realizarse a la recepción de
la obra para verificar que las dimensiones tanto de la red como de los
elementos de regulación son las correctas.

 UNIFORMIDAD DE LA INSTALACIÓN.
Una vez conocida la uniformidad de caudales de una subunidad de
riego localizado (CUC) se podrá calcular el coeficiente de uniformidad
de la unidad (CU) sabiendo que:
Para calcular el factor de corrección, habrá que medir la presión más
desfavorable en cada tubería terciaria de la unidad. Para realizar
estas medidas deberá tenerse en cuenta si la tubería terciaria está
situada a favor o en contra de la pendiente:

 Si la tubería terciaria esta a nivel o en contra de la pendiente,


la presión más desfavorable se medirá al final de la tubería,
donde comience el último lateral.

 Si la tubería terciaria esta colocada a favor de la pendiente, la


presión más desfavorable se podrá medir aproximadamente en
los 2/3 de su longitud. La primera vez que se realice esta
prueba es conveniente medir varias veces al final de la tubería
terciaria por si acaso el punto situado en los 2/3 no fuera el de
menor presión. Si resultará otro punto distinto a este, se
marcaría en la tubería, se tomaría nota en la ficha de
evaluación y este sería el punto de referencia para todas las
evaluaciones.

Una vez medida la presión más desfavorable de cada tubería terciaría


de la unidad se calcula P25% y Pm siendo:

 P25% la medida de las presiones medidas en las tuberías


terciaria que representa la cuarta parte de mas baja presión.

 Pm la medida de todas las presiones medidas en las tuberías


terciarias de la unidad.

Con estos valores, fc se calcula como:


Teniendo en cuenta que x es el coeficiente de descarga, el mismo que
se ha utilizado para calcular la uniformidad debida a presiones en la
subunidad.

Finalmente, la uniformidad de la instalación será igual a la


uniformidad calculada para la unidad elegida como representativa de
la instalación. Es preciso recordar que para que esto se pueda
considerar válido, las subunidades y unidades de riego deben ser
relativamente homogéneas en cuanto a superficie y forma. No debe
caerse, por tanto, en la rutina de hacer la evaluación en una
subunidad cualquiera y dar por buena o mala la uniformidad de toda
la instalación.

Dependiendo del valor del coeficiente de uniformidad obtenido, la


calificación la calificación de la instalación será la siguiente:
Además de las medidas de presión que se realizan para calcular el
coeficiente de uniformidad de la instalación, será conveniente medir
las presiones a la entrada de cada unidad de riego, por ejemplo en el
gotero más cercano a la entrada. Si la diferencia de presiones entre
dos unidades cualesquiera con respecto a la media entre ambas es
mayor del 15%, se considera que dichas unidades riegan muy
desigualmente y por lo tanto será necesario:

1. Poner reguladores de presión en el inicio de cada unidad de


riego, o bien,

2. Medir el caudal de al menos 16 emisores en cada unidad de


riego, distribuidos de manera homogénea dentro de la unidad y
calcular la media para ver el volumen que se esta aplicando en
cada una de ellas. Si las unidades que se están valorando
tienen el mismo cultivo y este se encuentra en la misma fase de
desarrollo, las necesidades de agua serán las mismas en todas
ellas. Si los caudales medidos son diferentes, habrá que
emplear tiempos de riego proporcionales a estos para conseguir
el mismo volumen de agua en las unidades evaluadas.

La falta de uniformidad de una instalación de riego localizado se


deberá principalmente a:

1. Variaciones en el caudal de los emisores. Estas variaciones


pueden ser causadas por distintos motivos como la variabilidad
que se produce en el proceso de fabricación, defectos a la hora
del montaje de los emisores, obturaciones, etc. Un indicador de
calidad de los emisores y de su estado de conservación es la
diferencia entre el coeficiente de uniformidad de caudales y el
de presiones dentro de la misma subunidad.
2. Diferencias de presión dentro de la subunidad, debidas a
pérdidas de presión a lo largo de la tubería terciaria y de los
laterales y también a factores topográficos. El coeficiente de
uniformidad debido a presiones es un buen indicador de las
diferencias de presión en la subunidad.

3. Diferencias de presión entre diferentes subunidades. Estas


diferencias se deberán a la ausencia de reguladores de presión
a la entrada de cada subunidad, o a su mal funcionamiento y/o
mal manejo o mal cálculo de la red secundaria. LA importancia
de estas diferencias de presión se estima mediante la diferencia
entre el coeficiente de uniformidad de la unidad y el coeficiente
de uniformidad de la subunidad.

4. Diferencias de presión entre diferentes unidades, debidas a la


ausencia de reguladores de presión a la entrada de cada unidad
de riego. al mal funcionamiento y/o mal manejo de los mismos
en caso de haberlos, a al mal diseño hidráulico de la red
primaria o secundaria.

 Evaluación del manejo de riego


Para completar la evaluación de una instalación de riego localizado,
será necesario comprobar si el manejo que se está haciendo del riego
es correcto, una vez analizados los componentes de la instalación y la
uniformidad del riego. Para ello será necesario conocer la frecuencia y
la duración de los riegos, así como el método utilizado para controlar
la cantidad de agua aplicada y los perfiles humedecidos en cada riego
(medidas y formas del bulbo húmedo).
LA persona encargada de hacer la evaluación estimará las
necesidades de agua netas y brutas en los días anteriores a la
evaluación y comprobará si la cantidad de agua aplicada en los
últimos riegos coincide o no con las necesidades brutas.

Mantenimiento de las instalaciones.

Introducción
Una instalación de riego localizado debe funcionar correctamente a lo
largo del tiempo. El mantenimiento de una instalación se hace
necesario para que la duración de los componentes que forman parte
de ella sea la máxima posible y para que la uniformidad y la eficiencia
del agua aplicada no disminuya con el paso del tiempo.
Un buen mantenimiento implica la puesta a punto de todos los
componentes de la instalación antes del inicio de la temporada de
riego, así como la revisión y evaluación de los mismos durante la
campaña y cuando ésta finalice.

Uno de los principales problemas del riego localizado es la obturación


de los emisores, lo que ocasiona una pérdida de uniformidad y en
consecuencia un desarrollo poco homogéneo del cultivo, que se
traduce finalmente en una disminución de la producción. Por esto,
además de un buen mantenimiento del sistema de riego, es muy
importante prevenir las obturaciones de los emisores y de los demás
elementos con secciones de paso del agua muy pequeñas, como
filtros de malla y de anillas, ya que existe el peligro de que se
produzcan depósitos de partículas orgánicas, minerales, sales, etc,
que impidan el paso del agua.

El problema de las obturaciones


La obturación de los elementos de un sistema de riego localizado es
el principal y más delicado problema que se presenta en este tipo de
instalaciones, ya que su solución no es nada fácil. Cuando se
producen obturaciones, el caudal de los emisores disminuirá en
función del grado de obturación, por lo que las necesidades de agua
del cultivo pueden quedar en algunos casos sin cubrir. Además, el
grado de obturación no afectará de forma homogénea a todos los
emisores de la instalación. lo que originará diferencias en los caudales
emitidos. Esta variación de caudales producirá una disminución de la
uniformidad y eficiencia de riego, que afectará de forma negativa a
un desarrollo homogéneo de todo el cultivo y con ello a su
rendimiento.
la mejor lucha contra la obturación de los componentes de una
instalación es la prevención, ya que normalmente se detecta cuando
el grado de obturación es bastante avanzado. En estos casos una
limpieza de emisores y conducciones puede resultar muy cara y a
veces el daño en el cultivo puede ser irreversible.

La sensibilidad de los emisores a las obturaciones es muy importante


para su selección y prevención de futuras obturaciones. El riesgo de
obstrucción de un emisor depende de factores tales como el diámetro
mínimo de paso, la velocidad del agua y el propio diseño del emisor,
entre otros. Además la aplicación de fertilizantes con el agua de riego
también aumenta el riesgo de obturaciones, por ello, el equipo de
riego debe estar bien dimensionado para impedir el paso de
partículas cuyo diámetro sea tal que pueda provocar la obturación y
su elección se debe hacer en función de la calidad del agua de riego.
Es necesario que exista al menos un filtro de malla o anillas entre la
salida del equipo de fertirriego y la conducción general.

Cuando un emisor se obstruye es mejor cambiarlo por uno nuevo


antes que intentar desatascarlo con la ayuda de un alambre o algún
objeto similar (el emisor podría quedar seriamente afectado). Si es
autocompensante jamás debería introducirse un alambre por el
agujero de salida del agua por que se corre el riesgo de perforar la
membrana o dispositivo que produce el efecto autocompensante y
romper definitivamente el emisor.

Los emisores de bajo caudal, es decir aquellos con un caudal menor


de 16 litros/hora, presentan mayor riesgo de taponamiento por tener
diámetros de paso del agua más pequeño. Según el diámetro
mínimo, la sensibilidad a obturaciones en los emisores será la que
aparece en el siguiente cuadro:

Tipos de obturaciones
Según el tipo de material o elemento que provoquen las
obturaciones, estas se pueden clasificar en:

 FÍSICAS: Producidas bien por materias físicas (arenas, limos,


arcillas) u orgánicas (algas, bacterias, fitoplancton) que lleva el
agua de riego en suspensión, denominadas obturaciones
internas, o bien por materiales que acceden al interior de los
emisores desde el exterior, llamadas obturaciones externas.

 QUÍMICAS: Provocadas por la precipitación en el interior de la


instalación de sustancias que traspasan los filtros disueltas en
el agua de riego, o de sustancias fertilizantes que se incorporan
a ella.

 BIOLÓGICAS: Debidas a organismos, como algas raíces de


malas hierbas, insectos, microorganismos, etc., que se
encuentran en el agua de riego o que acceden desde el exterior
y que se desarrollan dentro de la instalación hasta ocasionar los
problemas.

Prevención y tratamiento de obturaciones de tipo físico


Las obturaciones provocadas por partículas gruesas se pueden evitar
con la instalación en el cabezal de riego localizado de un equipo de
filtrado adecuado al tipo de agua y a la cantidad de sustancias en
suspensión que tenga. Si el agua lleva gran cantidad de sólidos en
suspensión será necesario instalar también un equipo de prefiltrado
para eliminar parte de los contaminantes antes de su paso por los
filtros.

Las obturaciones también pueden producirse por partículas muy finas


que atraviesan los filtros y se van depositando en las conducciones y
paso de los emisores formando partículas de mayor tamaño. Para
prevenir esto, los filtros deben dimensionarse adecuadamente
procurando que el diámetro de paso sea el adecuado. Si las
obturaciones se producen por la entrada de partículas sólidas desde
el exterior, la mejor prevención es evitar el contacto de la salida de
los emisores con el suelo utilizando pinzas u otros elementos
adecuados, instalando las tuberías con los orificios hacia arriba,
colocando las tuberías y los emisores a una determinada altura, etc.

Un posible tratamiento de este tipo de obturaciones es la limpieza de


la instalación con agua a presión, siempre que el diseño y las
características del sistema de riego lo permitan. Además, deberá
realizarse un mantenimiento periódico de limpieza en el sistema de
filtrado para impedir el paso de partículas sólidas a la red de riego.

En las instalaciones que cuentan con emisores enterrados, se puede


prevenir la entrada de raíces con la aplicación de herbicidas usando la
propia red de riego. El uso de esta técnica debe ser controlado por
personal especializado para determinar el tipo de herbicida, la dosis
del mismo y las condiciones y método de aplicación. También existen
en el mercado emisores impregnados de herbicida que van liberando
la sustancia activa a lo largo del tiempo. En este mismo tipo de
instalaciones, uno de los problemas más importantes es la succión de
suciedad por los emisores al dejar de regar. Para esto no ocurra, la
instalación debe dotarse de sistemas de inyección de aire a presión,
que se activan en el momento de dejar regar, o elegir emisores que
dispongan de dispositivos antisucción.

Prevención y tratamiento de obturaciones químicas


PRECIPITADOS DE CALCIO:
Se producen sobre todo en forma de carbonatos y en aquellos puntos
donde el agua queda en reposo entre un riego y otro, o en la salida
de los emisores, donde la concentración de sales aumenta como
consecuencia de la evaporación.
El tratamiento preventivo que suele que suele hacerse para evitar la
aparición de este tipo de precipitados, es la adicción de ácido al agua
de riego en dosis adecuadas para que la precipitación de las sales no
tenga lugar. La dosis de ácido que se aplique dependerá de las
características del agua, por lo que habrá que determinarla en un
laboratorio tras un análisis químico. Puesto que la dosis de ácido
variará para cada caso, es necesario consultar con personal
cualificado.

El ácido convenientemente diluido, puede aplicarse desde el equipo


de fertirrigación durante todo el riego o en la última parte de este
(unos quince minutos) cuando el volumen de ácido a aplicar no sea
muy elevado. Así se consigue que el agua que queda al final en el
interior de la red de riego no produzca precipitaciones.

El volumen de agua que se necesita para que el ácido llegue a todos


los emisores de la red de riego puede calcularse de una manera muy
fácil, midiendo el volumen de la instalación y multiplicando el
resultado por dos o tres como garantía. La cantidad de ácido que se
añada al agua para los tratamientos preventivos o de limpieza de la
instalación, estará en función del volumen de agua a tratar. Como
dosis orientativas, se recomienda un cuarto de litro por metro cúbico
de agua de riego en casos de tratamientos de prevención, y unos tres
litros por metro cúbico para tratamientos de limpieza.
En el tratamiento preventivo contra la formación de precipitados de
calcio se pueden utilizar varios ácidos, sulfúrico, clorhídrico o nítrico,
siendo el ácido nítrico el más utilizado.

Una vez se ha producido la precipitación de sales de calcio los


tratamientos correctores son de eficacia muy variable según el grado
de obturación y el tipo de emisor. Normalmente se consiguen
despegar las incrustaciones, pero es frecuente que queden pequeñas
partículas en le agua y formen de nuevo precipitados que den lugar a
nuevas obturaciones. Estos tratamientos consisten en la aplicación de
ácido a altas concentraciones, hasta que el porcentaje de ácido en el
agua de riego oscile entre el 1 y el 4%.

En algunas ocasiones, cuando el grado de obturación es muy elevado,


los emisores se deben limpiar individualmente, sumergiéndolos en
ácido al 1-2% durante unos quince minutos. Este tratamiento puede
ser eficaz en el caso de emisores desmontables, pero supone un
importante gasto en mano de obra, por lo que en algunas ocasiones
es más rentable limpiar las tuberías y poner emisores nuevos que
realizar este tipo de limpieza. Además, una vez obturados los
emisores, la limpieza no suele resultar efectiva ya que el ácido no
disuelve del todo las incrustaciones si no que las disgrega, quedando
pequeñas partículas de calcio circulando por el emisor que pueden
volver a causar obturaciones.

El tratamiento de limpieza de obturaciones implica la utilización de


altas concentraciones de ácido, lo que lo hace un proceso muy
delicado que debe realizarse por personal especializado. Los ácidos
son corrosivos y extremadamente peligrosos. Hay que manejarlos con
guantes, gafas etc., incluso cuando se encuentran diluidos.

PRECIPITADOS DE HIERRO:

Se producen en aguas ácidas que llevan hierro disuelto, que al


oxidarse precipita y forma depósitos color marrón en filtros y goteros.
Con menor frecuencia pueden aparecer problemas similares con el
manganeso. La prevención de estos precipitados consiste en evitar la
entrada de hierro en la red de hierro, para lo que generalmente se
realiza una agitación mecánica que provoca la oxidación y
precipitación del hierro antes de su paso por los filtros de arena, que
retendrán las partículas de precipitado.

Si la aireación del agua de riego no es posible, por ejemplo por que


se bombea directamente desde un pozo a la red de tuberías, se
puede aplicar un agente oxidante como hipoclorito sódico, que
provoca la oxidación y su precipitación. En el caso que el problema
éste causado por la presencia de manganeso, se debe tener cuidado
al aplicar el hipoclorito porque el manganeso se oxida mas
lentamente que el hierro y su precipitación puede producirse después
del filtro de arena. En cualquier caso se debe realizar un análisis del
agua para determinar la dosis de oxidante a aportar.

El tratamiento para eliminar precipitados de hierro en la red de riegos


se realiza con ácido. El procedimiento es el mismo que en el caso de
los precipitados de calcio pero en este caso se utilizará ácido
sulfúrico. Éste disolverá los sedimentos que se hayan formado por la
precipitación del hierro y al mismo tiempo, mantendrá en solución el
que haya en el agua para que no precipite.

PRECIPITADOS PROCEDENTES DE FERTILIZANTES:

En las instalaciones de riego localizado, riego y fertilización suelen


hacerse de forma conjunta. El principal inconveniente de esta práctica
es la obturación de los emisores por la precipitación de los
fertilizantes, una mala disolución o incompatibilidad de estos al
preparar la solución nutritiva, o reacciones con algún elemento propio
del agua de riego. Para seguir esto se deben seguir algunas normas
en la preparación de las soluciones fertilizantes y en su aplicación.
Además se debe instalar un filtro de malla o anillas después del
equipo de fertirrigación.

Los tres principales puntos a tener en cuenta para evitar obturaciones


en la instalación son:

 Utilización de abonos totalmente solubles.


 Mezcla de abonos adecuados. ES importante conocer los
fertilizantes que se van a mezclar ya que no todas las
combinaciones son compatibles.

 Manejo apropiado de la fertirrigación. Inicio y finalización del


riego solo con agua.

Cuando las medidas preventivas no son suficientes y aparecen


obturaciones por precipitación de las obturaciones, el tratamiento
para eliminarlas será, como en los casos anteriores a base de ácido.
El tipo de ácido que se utilice dependerá de la naturaleza del
precipitado que se forme, es decir se aplicará ácido nítrico, fosfórico o
sulfúrico, según el caso.

Prevención y tratamiento de obturaciones biológicas


Las obturaciones biológicas están causadas principalmente por la
acumulación de algas, bacterias, o algún resto vegetal en la red de
riego.

Si el agua de riego permanece estancada en las albercas, balsas o


depósitos antes de pasar a la red de riego, se desarrollarán algas con
facilidad gracias a las condiciones de reposo, iluminación,
temperatura etc. Para prevenir la aparición de estas algas es
conveniente cubrir el depósito con una malla de sombreo o tratar con
algún alguicida si lo anterior no fuera posible. El sulfato de cobre,
hipoclorito sódico o permanganato potásico se recomienda para este
fin, frente a otros alguicidas que darán el mismo resultado aunque a
mayor precio. Además, el permanganato potásico no deja residuos
tóxicos en el agua de riego. El tratamiento preventivo con alguicida
deberá hacerse cada vez que se renueve el agua, al menos una vez a
la semana en verano y una vez al mes en invierno. Las dosis de
alguicidas recomendadas son las que aparecen en la siguiente tabla.

El cloro disuelto en el agua actúa como un potente agente oxidante,


que ataca vigorosamente a microorganismos tales como bacterias o
algas, destruyendo la materia orgánica. Así, la cloración es una
solución efectiva y económica al problema de obstrucción de los
componentes de la instalación por acumulación de microorganismos.

La mejor medida de prevención de la aparición de algas y bacterias


en la red de riego es la cloración del agua con hipoclorito sódico. Este
tratamiento puede ser continuo o intermitente según el fin que se
proponga. Si el objetivo es controlar el crecimiento biológico en
filtros, tuberías y emisores, tratamientos intermitentes serán
suficientes, pero si el agua es más rica en hierro, la cloración deberá
ser continua. Los tratamientos preventivos con hipoclorito sódico se
deben hacer siempre antes de de la entrada de los filtros, para evitar
el desarrollo de algas en el interior de los mismos: Habrá que tener
especial precaución cuando el aporte de cloro se realice al regar
cultivos sensibles a este elemento.

Si se detectan obturaciones en la red de riego por el desarrollo de


microorganismos, el tratamiento con hipoclorito sódico será mas
intenso, en cuyo caso se recomienda realizarlo cuando no haya
cultivo. Si esto no fuera posible, tras el tratamiento es necesario
realizar una aplicación importante de agua para diluir el cloro en el
bulbo húmedo.
Es muy importante tener en cuenta que no pueden mezclarse los
tratamientos con hipoclorito sódico con tratamientos con ácidos,
porque el cloro se desprendería como gas, resultando muy venenoso.

Mantenimiento
Mantener un buen estado de conservación en todos los elementos
que forman parte de una instalación de riego localizado es
imprescindible para su buen funcionamiento a lo largo del tiempo.
Esto implica la preparación de todos los componentes de la red de
riego antes de que comience la temporada de riego, así como la
realización de revisiones periódicas de todos ellos durante el tiempo
que estén en funcionamiento y al finalizar el periodo de riego.
Antes de iniciar el primer riego se hace imprescindible una limpieza
concienzuda, haciendo que circule el agua por la red con algo más de
presión de la habitual. Deberán dejarse abiertos los finales de las
tuberías (incluidas las laterales), lo que permitirá evacuar los restos
de plástico generados por el montaje y la suciedad acumulada en el
interior de la red.

Mantenimiento del equipo de filtrado, antes de la temporada


de riego:
Mantenimiento del equipo de filtrado, durante la temporada de
riego:

Mantenimiento del equipo de filtrado, después de la


temporada de riego:

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