Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Juan 15:1-9
A. El salmo 1:3 dice: “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da
su fruto en su tiempo…”
B. Cristo dijo: “Si alguno tiene sed venga mi y beba” Juan 9:37
A. “Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a
treinta por uno.” Mateo 13:8
a. Una semilla puede ser muy buena pero si el terreno no sirve se pierde.
B. “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la
palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.” Mateo 13:23
b. Si una persona no tiene interés en entender y escuchar lo que Dios tiene que
decirle, es imposible que produzca buenos frutos.
A. La relación que existe entre morir para dar fruto la dijo Cristo con las palabras:
“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda
solo; pero si muere, lleva mucho fruto.” Juan 12:24
a. Cristo aquí habla de su muerte para traer una gran cosecha de almas, sin
embargo ilustra la verdad de que es necesario morir a fin de producir.
A. “y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.” Jn. 15:2b.
a. El hecho de podar sugiere que cualquier rama que este fructificando y empieza a
secarse tiene que ser podada para seguir fructificando.
b. Si alguna rama se infecta con una plaga o si empieza a marchitarse requiere que
se corte la parte afectada.
2. “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos,” Efesios 4:22
V. Permanecer en Cristo
A. “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:5
a. Es imposible que un cristiano que este separado de Cristo pueda dar buenos
frutos.
B. Los buenos frutos que el cristiano puede llevar después de todo son producidos
por Cristo y por el Espíritu Santo, no son frutos que el puede producir por si mismo.
a. “llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y
alabanza de Dios.” Filipenses 1:11
1. Conclusión: La pregunta con la que empezamos este sermón fue ¿Cuáles son las
condiciones necesarias para llevar fruto? La respuesta es: 1. Tener contacto con el
Agua, 2. Ser terreno preparado o sea tener un corazón dócil; 3. Morir al mundo, esto
es dejar de hacer lo malo; 4. Ser podado constantemente, esto es irse desprendiendo
de aquellas cosas que no son saludables en nuestra vida espiritual; 5. Permanecer en
Cristo, esto es dejar que la vida de Cristo haga de nosotros una vida fructífera en El.
LA IMPORTANCIA DE LA
SEMILLA PARA DAR FRUTO EN ABUNDANCIA
Publicado elseptiembre 20, 2014por rubielmontoya
INTRODUCCIÓN
Como hijos de Dios somos puestos para dar fruto, fuimos puestos en un momento
cronológico y demográfico para impactar un contexto y así escribir con leyenda las
páginas de la historia de mi vida, familia, empresa y nación. Son muchos los años que
llevamos de cristianos, hemos escuchado incluso desde muy corta edad la palabra de
Dios, la pregunta sería ¿Por qué tanta esterilidad en mi vida? ¿Por qué no vivo lo que la
Biblia me dice que debo vivir, como hijo de Dios? Miremos algunos elementos
importantes a la luz de “una semilla”
DESARROLLO
La semilla en el contexto Bíblico es vista desde dos (2) ópticas:
La Biblia nos dice que por sus frutos los conoceréis (Mateo 6:20), es decir, el fruto es
extremadamente importante en la vida cristiana, miremos someramente los 2 tipos de
fruto:
a. Fruto Interior. Cuando el cristiano empieza una relación genuina y sincera con Dios,
es evidente la relación con el Espíritu Santo y este empieza a dar fruto, conocido como
el fruto del Espíritu Santo. (Gálatas 5:22-23)
b. Fruto Exterior. La Biblia nos habla de las buenas obras, las obras manifiestan lo que
yo soy, por ello nos insiste en que manifestemos las buenas obras a través de:
i. Reconcíliese con el hermano. (Mateo 5:21-24)
ii. No ser infiel ni con el pensamiento. (Mateo 5:27-28)
iii. No dejar al cónyuge. (Mateo 5:31-32/ Mateo 19:3-9)
iv. Hablar siempre con la verdad. (Mateo 5:33-34,37)
v. Responder el mal con bien. (Mateo 5:38-40)
vi. Amar a nuestros enemigos.
2. LA PALABRA DE DIOS COMO SEMILLA, PARA DAR FRUTO
ABUNDANTE (LUCAS 8:11)
Para poder graficar este segundo punto de la mejor manera es necesario ir a la parábola
del sembrador en Mateo 13:3-8. Estudiemos un poco a lo que se refiere dicha parábola
(Mateo 13:18-23):
¿De qué le serviría a uno ganar el mundo entero si se destruye a sí mismo? ¿Qué dará
para rescatarse a sí mismo?(Mateo 16:26)
CONCLUSION
Es importante recordar que el fruto se manifiesta de acuerdo al estado de nuestro
corazón ya que si la semilla encuentra un terreno con todas las condiciones favorables
para germinar y dar fruto indudablemente esto va a suceder. También es importante ver
a que tenemos que renunciar, a que tenemos que morir para que la semilla de su fruto,
ya que hay comportamientos contrarios a lo que Dios me pide.
avivar
Excitar, animar.
fig.Atizar [el fuego] o hacer que [la luz artificial] dé más claridad.
fig.Encende
Hemos sido creados para dar fruto, pero un buen fruto, porque hemos sido creados a
imagen de Dios, el Dios Supremo de la excelencia.
Lo primero que Dios dijo al hombre después de crearlo y bendecirlo fue: “Fructificad y
multiplicaos”, de tal manera que es nuestro deber dar un buen fruto, pues es parte del diseño
divino de Dios.
A raíz del pecado ese diseño se distorsionó, el hombre se desordenó y su fruto no fue el mejor,
porque estaba viciado por la iniquidad y la desconexión con Dios.
Pero Jesucristo vino a la Tierra para liberarnos del pecado y de la muerte, permitiéndonos alcanzar
la Vida Eterna. Gracias a su sacrificio en la cruz del calvario, podemos ser salvos y entramos a
formar parte del Nuevo Pacto con Dios, pero uno de los requisitos que tenemos que cumplir y que
es un mandato de Dios es el de dar buenos frutos.
Los buenos frutos o las buenas obras no son necesarias para alcanzar la salvación, porque esta la
recibimos por gracia tras el sacrificio de Jesús, sino porque ya somos salvos y pertenecemos a la
familia de Dios y como parte activa de su familia debemos actuar en conformidad con eso. Así
pues el requisito para llegar a Cristo es el arrepentimiento genuino, pero el requisito para ser salvo
es permanecer en Él hasta el final, dando buenos frutos.
Qué significa dar buenos frutos
El arrepentimiento y el recibir a Jesús, no es el fin del proceso. Por el contrario, ese es apenas el
inicio del proceso que nos llevará al premio final que es la Vida Eterna, porque no por ser
salvos tenemos licencia para seguir pecando.
Jesús hizo su parte, pero ahora nosotros debemos hacer la nuestra, que consiste en comenzar un
proceso de transformación, dejando el pecado atrás.
Jesús dijo en Juan 15:1-5 lo siguiente: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo
pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que
lleve más fruto.
Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en
mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.
Permanecer en Jesús significa, permanecer en su Palabra, conocerla, aprenderla, meditarla y
vivirla para que podamos permanecer en obediencia a Él y cambiar de vida. Es estar bajo su
completa autoridad, reconociendo su Señorío en nuestra vida. Debemos permanecer en Él porque
Él es la fuente de poder que nos capacita para ser transformados en personas de bien,
en verdaderos cristianos.
Ningún fruto puede sobrevivir sin secarse al estar fuera del tronco del árbol al cual pertenece.
Cuando un fruto es cortado, pronto se seca y muere porque no recibe la savia que lo alimenta para
mantenerse.
Es por eso que cuando nos convertimos en cristianos debemos dar frutos, no solo buenos, sino
excelentes porque pertenecemos al Dios de la excelencia, pero además porque un día no muy
lejano ya, Él volverá y tendremos que rendir cuentas de nuestro actos. Esa será pues nuestra
prueba final y por eso debemos estar muy bien preparados.
Si este artículo te parece interesante, compártelo. Es esa la forma en que podemos llevar la
Palabra de Dios a todo rincón. Gracias.
8 0 0 9
¡Avive el fuego otra vez!
DUTCH SHEETS
“¡Necesito que tus dones vuelvan a vivir otra vez!”, le dijo Pablo a Timoteo. “Necesito
que la pasión vuelva a vivir en ti, la cual inflamará la llama de tus dones”. Cuando el
fuego se apaga, sus dones se van con él. Pablo le recordó a Timoteo que había sido
llamado “con llamamiento santo…según el propósito suyo [de Dios] y la gracia que nos
fue dada en Cristo Jesús” (2 Timoteo 1:9). Propósito (prothesis) significa “establecer el
propósito de alguien (thesis) con antelación (pro)”. Dios tiene un destino para nosotros
y está empeñado en cumplirlo. ¡Él es el principio, el fin y, cuando es necesario, la
renovación entre ambos! Pero hay más en la palabra prothesis.
Lapalabra prótesis se deriva de este término griego. Una prótesis es una parte artificial
del cuerpo, como por ejemplo un brazo o una pierna, que se construye para restablecer
el propósito de aquello que se ha perdido. Pablo estaba animando a su hijo espiritual
Timoteo, diciéndole: “Oye, amigo, no olvides que Dios te dio un destino. Y en el mismo
lugar donde parece que la vida ha tronchado ese destino, Él puede restaurarlo. ¡Ahora,
aviva tu fuego otra vez!”.
El gran versículo que aparece en Romanos 8:28 usa la palabra prothesis. “Y sabemos
que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme
a su propósito son llamados”. Este versículo está diciendo que, sin importar qué parte de
nuestro propósito haya sido cortada, Dios ya ha preparado la prótesis que la
restablecerá. Qué gran promesa para aquellos que sufren de esperanza frustrada.
Horeb, más que ningún otro lugar en la tierra, ilustra este hecho. Allí surgen nuevos
comienzos de las cenizas de la desolación y del dolor de la esperanza frustrada. En este
lugar estéril descubrimos que Dios es más grande que nuestros enemigos, que nuestros
errores, pecados, fracasos y temores. Hay esperanza, incluso en Horeb.
Una querida amiga y gran intercesora a quien Dios ha usado poderosamente a lo largo
de todo el mundo experimentó un nuevo comienzo en su Horeb hace muchos años. No
tengo la costumbre de incluir testimonios muy largos, pero la historia de Bárbara Byerly
es un relato muy poderoso del poder transformador de Dios.
“No hay una manera bonita de decir esto. Tenía veintiocho años y me sentía miserable.
Mi matrimonio se estaba derrumbando luego de diez años. Teníamos tres hijos
pequeños y había abortado dos de manera natural. Mi suegra parcialmente inválida,
Maggie, vivía con nosotros y requería mucho cuidado. Mi padre acababa de fallecer y
yo estaba en un vuelo de New Jersey a Texas para asistir a su funeral. Había perdido la
capacidad de amar y no podía vencer el estrés en mi vida. Me sentía como si estuviera
viviendo con un peso encima de mi cabeza que no me dejaba respirar.
Estaba viajando sola al funeral de mi papá y un japonés que estaba sentado a mi lado en
el avión inició una conversación conmigo y al poco rato me preguntó: ‘¿Conoce usted a
mi Jesús?’.
¡Qué clase de pregunta para hacerme a mí! Era una mujer americana que siempre había
ido a la iglesia. Me retraje y me puse a pensar en los acontecimientos que habían tenido
lugar en mi vida. Enseguida me vino a la cabeza mi madre, que acababa de salir de otra
de sus estadías en un hospital para enfermos mentales, así como otros miembros de la
familia, muchos de los cuales habían ayudado a criarnos a mí y a mis hermanos durante
las numerosas hospitalizaciones de mi madre. Durante los días siguientes la pregunta
del viajero japonés no dejaba de perseguirme. ¿Conocía yo a Jesús?
De repente, sin pensarlo, dije: ‘Un hombre que estaba sentado a mi lado en el vuelo que
cogí para ir al funeral de mi padre me preguntó si conocía a Jesús. La pregunta me ha
estado persiguiendo. ¿Usted cree que yo conozco a Jesús?’.
Salí de esa habitación como una mujer transformada. Incluso el mundo a mi alrededor
parecía estar lleno de colores brillantes. Me di cuenta de que había estado en tal
oscuridad que no había visto llegar la primavera. Cuando llegué a la casa, corrí hacia la
habitación de mi suegra, emocionada por poder contarle a alguien lo que me había
sucedido. Mientras conversaba con ella, el amor milagroso de Dios nos sanó a ambas, a
ella de una enfermedad cardiovascular que la había convertido en inválida durante
nueve años y a mí del resentimiento y la amargura que me habían debilitado. Mi
matrimonio tuvo un nuevo comienzo y me enamoré otra vez del maravilloso hombre
con quien me había casado. La gracia asombrosa de Dios transformó nuestras vidas”.
Aviva el fuego del don de Dios - 2 Ti 1:1-7
(2 Ti 1:1-18) "Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios,
según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús, a Timoteo,
amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de
Jesucristo nuestro Señor.
Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia
conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones
noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para
llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay
en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre
Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo
que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición
de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía,
sino de poder, de amor y de dominio propio."
Introducción
Como ya sabemos, Pablo se encontraba encarcelado en Roma, y
todo le hacía suponer que iba a ser ejecutado en poco tiempo.
Estando en esas condiciones escribió a su amado hijo Timoteo para
advertirle de algunas cosas que estaban pasando en el presente y
de cuáles iban a ser las características de los tiempos que estaban
por llegar en el futuro. Y aunque el panorama que se cernía sobre
ellos era ciertamente sombrío, la confianza del apóstol en el
cumplimiento de los propósitos divinos seguía intacta, y por esa
razón, escribió a su joven colaborador Timoteo para exhortarle y
animarle a tomar el relevo que él mismo estaba a punto de
entregar.
Y por otro lado, mira también hacia el pasado para considerar algunos
hechos fundamentales que habían unido a Pablo y Timoteo de forma
inseparable. En primer lugar vemos que ambos habían aprendido las
Escrituras por medio de sus antepasados judíos. Ya hemos dicho que Pablo
servía a Dios desde sus mayores que eran judíos, y de la misma manera
Timoteo había aprendido desde niño a confiar en las Escrituras que le
habían enseñado su madre y su abuela, que también eran judías
piadosas (2 Ti 1:5) (2 Ti 3:14-15). Pero aun había mucho más, y Pablo
añade que "nos salvó y llamó" de acuerdo al propósito divino que se había
originado antes de los tiempos de los siglos (2 Ti 1:9). Por supuesto, la
salvación es algo que todos los cristianos auténticos comparten, y que les
une en el cuerpo de Cristo que es la Iglesia, pero en el caso de Pablo y
Timoteo, además de la salvación, ambos habían recibido también un
llamamiento muy especial al ministerio. Pablo hace dos referencias en este
pasaje al hecho de que había sido constituido apóstol por la voluntad de
Dios (2 Ti 1:1,11), y luego recuerda también el momento en el que Timoteo
había recibido su propio llamamiento especial por medio de la imposición
de las manos del apóstol (2 Ti 1:6). Había sido Dios quien los había unido
de esta forma en el ministerio.
"Por la voluntad de Dios". No había sido su propia elección, sino que fue un
encargo divino que le había llegado directamente de Cristo (Ga 1:1).
(Hch 24:14) "Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos
llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las
cosas que en la ley y en los profetas están escritas"
(Hch 28:20) "Así que por esta causa os he llamado para veros y
hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta
cadena."
1. "Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que
está en ti"
(1 Ti 4:14) "No descuides el don que hay en ti, que te fue dado
mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio."
Cuando consideramos juntos estos pasajes, tenemos tres
elementos diferentes que aparecen relacionados de algún modo.
Por una parte estaban "las profecías que se hicieron antes en
cuanto a Timoteo", luego la "imposición de las manos del
presbiterio" y finalmente "la imposición de manos de Pablo".
Sabemos que los dones son dados por el Espíritu Santo y no por los
hombres (1 Co 12:7-11), así que lo más probable es que la
imposición de manos fue llevada a cabo en un acto público por el
que la iglesia reconoció mediante sus ancianos el don y la misión
que Timoteo había recibido. Y en este caso, tratándose de un don
de gran importancia para toda la Iglesia, contó también con la
singular identificación del mismo apóstol Pablo.
Por otro lado, tampoco está claro en qué consistía el don que
Timoteo había recibido. Como acabamos de decir, seguramente
implicaba la prolongación del ministerio de Pablo en la persona de
Timoteo. Esto incluía, por supuesto, dones relacionados con el
pastoreo, la evangelización y la enseñanza (1 Ti 4:13) (2 Ti 2:2) (2
Ti 4:2-5).