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MEDICAMENTOS ANTIMIOTICOS

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MEDICAMENTOS ANTIMIOTICOS

¿Qué son los medicamentos antimicóticos?


Los medicamentos antimicóticos son aquellos cuya composición contienen sustancias
que tienen la capacidad de inhibir y destruir los hongos que producen infecciones
fúngicas. Es primordial usarlos bajo supervisión médica para reducir el riesgo de
efectos secundarios.
Representan la mejor solución contra algunas de las infecciones más comunes como
las causadas por hongos.
Es importante considerar que no todos los tipos de hongos son malos para el
organismo. De hecho, la actividad de algunos puede resultar beneficiosa. El problema
es que varios tratamientos antimicóticos son agresivos y pueden afectar también a
estos microorganismos.

¿Objetivo de los medicamentos antimicóticos?


Destruir o detener las infecciones que se producen por la proliferación de hongos.
Estos fármacos tienen la función de reparar esas áreas atacadas por cada uno de los
distintos tipos de hongos, debido a que sus componentes apoyan en el proceso de
regeneración celular del organismo y de este modo, disminuyen los síntomas de la
infección.
Por ejemplo, cuando se receta clotrimazol, una de las variedades de antimicóticos:
Los componentes atacan de forma directa el foco de infección. Su uso hace que se
formen unos pequeños poros en las células fúngicas.
Otro antimicótico destacado es el que se conoce como flucitosina. Este se utiliza para
las infecciones más graves y sistémicas. Su objetivo es evitar que las células fúngicas
continúen creciendo o multiplicándose.

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MEDICAMENTOS ANTIMIOTICOS

La mayoría de los fármacos antimicóticos se utilizan para aliviar infecciones de


hongos en la piel. Sin embargo, también hay algunas variedades que se usan de
forma oral o vía intravenosa, el objetivo de estos es combatir problemas más graves
como las infecciones sistémicas.

A continuación repasamos en detalle sus principales presentaciones y las


enfermedades que se suelen combatir con cada una de ellas.

Antimicóticos tópicos
Se utilizan en su mayoría para tratar las infecciones micóticas de la piel.
Por ejemplo pie de atleta o crecimiento de hongos del cuero cabelludo.
No obstante, también se pueden emplear para la candidiasis vaginal. Es decir, la
infección de la vagina causada por la Cándida albicans. En este tipo de fármacos
antimicóticos podemos encontrar:

 Clotrimazol: se emplea para tratar el sarpullido rojo con escamas en diferentes


partes del cuerpo, infección de la piel en la ingle o glúteos, infección en la piel
en el pie y entre los dedos de los pies.
 Econazol: se usa para tratar las infecciones de la piel como el pie de atleta y la
sarna.
 Miconazol: Su acción consiste en detener el crecimiento de los hongos que
ocasionan la infección.
 Bifonazol: se utiliza para tratar infecciones causadas por hongos en las uñas.
 Terbinafina: se utiliza para el tratamiento de infecciones fúngicas de la piel,
cuero cabelludo y uñas.

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MEDICAMENTOS ANTIMIOTICOS

Este tipo de antimicóticos no suelen causar efectos secundarios. A pesar de esto, se


deben suspender en caso de reacciones alérgicas como enrojecimiento, comezón o
irritación.

Antimicóticos orales:
Se utilizan para tratar los casos más graves de infecciones de piel producidas por
hongos. Algunos ejemplos de este tipo de antimicóticos son:
 Fluconazol: se utiliza para tratar la candidiasis vaginal.
 Ketoconazol: es empleado para las infecciones de hongos en las uñas y la piel.

Sus posibles efectos secundarios incluyen:


Náuseas y vómitos.
Dolor abdominal leve.
Diarrea e indigestión.
Pérdida del apetito.
Cambios en la micción.
Por lo general, estos antimicóticos no se administran en mujeres en etapa de
gestación o lactancia. El médico es quien debe evaluarlo.

Antimicóticos por vía intravenosa


Son menos conocidos pero se emplean en medicina para combatir las infecciones
fúngicas invasivas. En algunos casos se administran como medida preventiva en
pacientes de alto riesgo. Por ejemplo, los que han sido sometidos a un trasplante de
médula ósea.
El más utilizado por vía intravenosa:
Amfotericina B: Se trata de un medicamento de gran alcance que tiene un efecto
tóxico en el cuerpo, por lo que sólo se utiliza cuando se considera que los beneficios
del tratamiento superan los posibles riesgos; se administra solamente en el hospital
de manera que los efectos adversos pueden ser rápidamente detectados y tratados.
En este grupo de fármacos antimicóticos está el llamado anfotericina B, que tiene un
efecto tóxico en el cuerpo. Por lo tanto, su administración solo se realiza cuando los
beneficios superan los posibles riesgos.
Sus efectos secundarios incluyen:
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MEDICAMENTOS ANTIMIOTICOS

Fiebre, escalofríos y temblores.


Náuseas y vómitos.
Pérdida del apetito.
Dolores de cabeza.
Respiración agitada.
Daño renal o nervioso.

El uso prolongado y excesivo de antimicóticos no está recomendado. Por este motivo,


es bueno conocer y recurrir a las opciones naturales que nos brinda la naturaleza con
cada una de las especies de plantas que tienen propiedades que pueden ayudar a
controlar y detener el crecimiento de los hongos, entre estos destacamos los
siguientes:
Aceite de naranja.
Aceite de citronela.
Alicina (ajo machacado).
Aceite de coco.
Aceite de semilla de neem.
Aceite de árbol de té.
Los médicos son quienes deben definir cuáles son los antimicóticos para cada
infección. Por ende, aunque haya opciones de venta libre, se debe evitar la
automedicación.

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