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FOTOGRAFÍA
Luis Alfredo Zapata López
EDICIÓN
Miriam Cotes Benítez
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Formato Comunicación Diseño
IMPRESIÓN
LitoCamargo Ltda.
9 PRESENTACIÓN
11 INTRODUCCIÓN
17 METODOLOGÍA
18 SECTORES DE LA INVESTIGACIÓN
18 Asentamiento de La Reliquia
18 Asentamiento de La Nohora
19 EQUIPO INVESTIGADOR
21 FUENTES DE INFORMACIÓN
26 TRATAMIENTO DE LA INFORMACIÓN
36 PISTAS TRANSVERSALES
PARA ABORDAR LA SEXUALIDAD DE LOS/AS JÓVENES
36 Un panorama de la SSR de los/as jóvenes colombianos/as
38 Desplazamiento, jóvenes y sexualidad en Colombia
39 Corporalidad y autoconocimiento
40 Construcciones de género
42 La socialización de género
43 Diversidad sexual
72 ACTIVIDAD SEXUAL
74 RELACIONES SEXUALES
80 EMBARAZO Y PARTO
6
CINCO 87 RESULTADOS DEL GRUPO DE JÓVENES
DE 15 A 19 AÑOS DE EDAD
89 DESCRIPCIÓN DE LA POBLACIÓN
92 ACTIVIDAD SEXUAL
113 COMUNICACIÓN
115 BIBLIOGRAFÍA
7
PRESENTACIÓN
P ara Save the Children, Reino Unido, y la Fundación Antonio Restrepo Barco
es un placer entregar la publicación de este estudio sobre jóvenes, desplaza-
miento y sexualidad, realizado en áreas de recepción de población en situa-
ción de desplazamiento en Villavicencio.
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JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
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INTRODUCCIÓN
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JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
La población adolescente del país, es decir, los/as jóvenes entre los 10 y los
19 años de edad, asciende a 21% del total de la población. En Colombia,
dicha población enfrenta diversas situaciones que afectan su salud sexual y
reproductiva, tales como el embarazo precoz y no planeado, la desinforma-
ción y precariedad en el desarrollo de competencias cognitivas y prácticas
para la autorresponsabilidad y el autocuidado, la alta incidencia de ITS/VIH/
SIDA y de cáncer de cuello uterino, la baja participación en las ligas de usua-
rios de las EPS, la carencia de programas específicos dirigidos a ellos/as y la
dificultad para la afiliación a los servicios de salud, entre otras.
1 Profamilia. Salud sexual y reproductiva en zonas marginadas. Situación de las mujeres desplaza-
das. Bogotá, 2001.
2 Sistema RUT, Pastoral Social, Villavicencio.
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del total de la población desplazada), seguido por los/as niños/as entre los 3
y los 6 años de edad (14% del total de la población) y los/as niños/as meno-
res de 3 años (8% del total de la población desplazada). En el departamento
de Meta, la situación es similar a la que se encuentra en la ciudad de Villavi-
cencio3.
3 Ibídem.
4 Programa La Casa de la Universidad de los Andes, en el marco de la Alianza entre el Ministerio
de Salud, el Ministerio de Educación, el ICBF y la Fundación Antonio Restrepo Barco. Dinámi-
cas, ritmos y significados de la sexualidad juvenil. Bogotá, 2000.
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JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
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UNO
OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN
OBJETIVO GENERAL
El objetivo general de este estudio fue desarrollar una investigación con la población adolescente y
joven, en situación de desplazamiento, en la ciudad de Villavicencio. Los/as jóvenes y adolescentes
considerados en la investigación estaban ubicados en los asentamientos de La Reliquia y la Nohora.
El fin del estudio fue identificar los conocimientos, las actitudes, las prácticas, los sentidos y los signi-
ficados que configuran sus vivencias de la sexualidad.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
• Caracterizar a la población del estudio por sexo, edad, nivel educativo, procedencia y estado civil.
• Indagar sobre los conocimientos, las actitudes y las prácticas que los/as jóvenes tienen en relación
con aspectos de su sexualidad como la actividad sexual, las infecciones de transmisión sexual (ITS)/
VIH-SIDA, los métodos anticonceptivos, el embarazo y el parto, y el abuso y la violencia sexual.
• Explorar los sentidos y significados que tienen los/as y jóvenes de los asentamientos de La Reliquia
y La Nohora en torno a la sexualidad.
• Explorar la incidencia de la situación de desplazamiento en la sexualidad de los/as jóvenes.
• Identificar el nivel de demanda de los servicios de salud sexual y reproductiva por parte de los/as
jóvenes de los asentamientos de La Reliquia y La Nohora.
• Identificar la existencia y conocimiento de Proyectos de Educación Sexual en instituciones escola-
res de la zona.
• Plantear lineamientos para una estrategia de acción de promoción de la salud sexual y reproductiva
(SSR) de los/as jóvenes de la zona.
METODOLOGÍA
Teniendo en cuenta las necesidades de esta investigación, la metodología utilizada fue la de Evalua-
ción y Respuesta Rápida (ERR)6. Esta metodología ha sido ampliamente difundida y utilizada por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) en el estudio de problemas de salud pública en el mundo
para los que se requiere de un diagnóstico rápido que se utiliza para desarrollar y poner en marcha
mecanismos de atención inmediata.
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JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Con frecuencia, los antropólogos y sociólogos utilizan esta metodología para llevar a cabo evaluacio-
nes locales con el fin de desarrollar o plantear acciones puntuales con resultados prácticos. El objeti-
vo es generar respuestas sobre puntos en particular o problemas concretos, más que contribuir al
conocimiento empírico o teórico. Esta metodología genera lo que podría denominarse una evalua-
ción rápida o diagnóstico rápido asociado a una respuesta rápida. La ERR ayuda a identificar interven-
ciones necesarias, pertinentes y viables para el abordaje de una situación o problema particular e
involucra los elementos ya existentes, como recursos disponibles o requeridos, con sus fortalezas y
debilidades, para su modificación o ajuste, con el fin de responder a las necesidades encontradas.
Para este estudio en particular se utilizó la metodología ERR con miras a identificar aspectos asociados
a la promoción y la prevención de la SSR de los/as jóvenes de los asentamientos de La Reliquia y La
Nohora de la ciudad de Villavicencio. En la investigación se hizo énfasis en los/as jóvenes en situación
de desplazamiento.
SECTORES DE LA INVESTIGACIÓN
Los sectores en los cuales se llevó a cabo la investigación son los asentamientos de La Reliquia y La
Nohora ubicados en Villavicencio, donde Save de Children ha venido adelantando acciones a favor
de la población en situación de desplazamiento y en los cuales, por común acuerdo con la Fundación
Antonio Restrepo Barco, se desea conocer la situación SSR de los/as jóvenes. A continuación se
incluye una breve descripción de cada uno de estos asentamientos:
ASENTAMIENTO DE LA RELIQUIA
Este es uno de los principales y más conflictivos asentamientos de Villavicencio. Está ubicado sobre la
vía Caños Negros al oriente de la ciudad.
7 Taller de Vida es una ONG que realizó esta capacitación en investigación social en 2002 en el contexto del proyecto de niñez
y desplazamiento desarrollado por Save the Children y financiado por la DMF, dentro del cual también se financia esta inves-
tigación.
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DISEÑO METODOLÓGICO
A finales de octubre de 2000, un grupo de más de 2.500 familias ocupó, de hecho, este predio que
tiene una extensión aproximada de 54 hectáreas. Desde la fecha de la ocupación, la administración
municipal, a través de la Inspección de Policía del 20 de julio, adelantó una serie de acciones tendien-
tes a desalojar a las familias. Sin embargo, hasta ahora, estas acciones no han tenido los resultados
esperados por la administración municipal8.
ASENTAMIENTO DE LA NOHORA
Este asentamiento está ubicado a once kilómetros de Villavicencio sobre la vía que comunica con el
Municipio de Acacías.
Desde los últimos meses de 2001, la administración municipal, a través de la Inspección de Policía de
Ciudad Porfía, viene adelantando una acción de desalojo contra las familias no desplazadas que se
asentaron en este predio. Sin embargo, las familias, tanto desplazadas como no desplazadas, están
cada vez más establecidas y no quieren abandonar el lugar, pese a la difícil situación que viven allí.
EQUIPO INVESTIGADOR
El equipo de investigación está compuesto por dos profesionales con formación en psicopedagogía y
psicología. Se trata de educadores sexuales con experiencia en investigación y en la formulación y
desarrollo de proyectos relacionados con la sexualidad de adolescentes y jóvenes.
8 Diócesis de Villavicencio. Secretariado Diocesano de Pastoral Social/Cáritas Villavicencio. Análisis de contexto sobre violencia
y desplazamiento forzado en Villavicencio 2001.
9 Ibidem.
10 Ibidem.
19
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Con estos/as jóvenes se realizó una jornada de trabajo en la que se les explicó en qué consistía el
estudio. Se recogieron sus opiniones acerca de los aspectos sobre los cuales se iba a trabajar y se
planteó cuál iba a ser su papel en la investigación. Este papel tenía que ver con apoyar a los/as
encuestadores/as en la captación de los/as jóvenes de los asentamientos, especialmente los no
escolarizados, a los que se convocó para los grupos focales y, en la aplicación de encuestas puerta a
puerta. Su trabajo en los grupos focales consistía en sistematizar su percepción sobre aspectos de la
participación y dinámica del grupo y en hacer una breve descripción de la discusión que se diera al
interior de los grupos con base en sus propias impresiones y/o comentarios.
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DISEÑO METODOLÓGICO
des puesto que el número de escolarizados/as es menor y, según informantes clave de la investi-
gación, los/as jóvenes de estas edades se encuentran trabajando o no están con sus familias pro-
bablemente por la situación de violencia que se vive en esta parte del país.
Con el fin de trabajar con los/as jóvenes en el grupo de edad de 15 a 19 años, se incluyeron los/
as escolarizados/as, principalmente en el colegio de Caños Negros. Así mismo, en las encuestas
puerta a puerta que se llevaron a cabo, se trató de ubicar principalmente a jóvenes en este grupo
de edad.
FUENTES DE INFORMACIÓN
La investigación utilizó varias fuentes de información con el fin de responder a los objetivos del
estudio. Estas fuentes fueron:
• Jóvenes entre los 10 y 19 años de edad, hombres y mujeres, residentes en los asentamientos de
La Reliquia y la Nohora, escolarizados/as y no escolarizados/as y, principalmente, en situación de
desplazamiento.
• Docentes de los colegios de Benposta en La Reliquia y la Nohora, y del colegio de Caños Negros,
que tuvieran alguna relación con el Proyecto de Educación Sexual de las respectivas instituciones.
• Informantes claves, principalmente representantes de Benposta, que facilitaran información y ac-
ceso al sector donde se llevó a cabo la investigación.
Los datos sobre los/as estudiantes y la encuesta se presentan en las siguiente tablas (ver Tabla 1, Tabla
2 y Tabla 3). Debido al reducido tamaño de la población, no se consideró necesario aplicar ninguna
técnica de muestreo. En consecuencia, el tamaño de la muestra es igual al de la población objeto del
estudio en el momento de la encuesta, es decir, 543 personas.
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JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Además de las encuestas, se realizaron seis grupos focales. Se buscó que quienes participaran en
ellos se sintieran cómodos/as en el marco de una discusión grupal sobre temas de sexualidad, inde-
pendientemente de su condición de escolaridad. Así, para la población escolarizada se les pidió a
algunas de las instituciones educativas que habían colaborado que identificaran, entre los/as jóvenes,
aquellos/as que cumplieran con el perfil y que, de forma voluntaria, quisieran participar. Por su parte,
el grupo de padres y madres adolescentes con los que se trabajó se contactó en la calle. A estos/as
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DISEÑO METODOLÓGICO
jóvenes se les invitó a participar explicándoles el objetivo del estudio y garantizándoles la confidencialidad
del mismo. En este caso, el recurso de los/as jóvenes acompañantes fue de gran ayuda.
ESTRUCTURA DE LA ENCUESTA
En la encuesta se aplicó, a los/as jóvenes entre los 10 y los 19 años, un formulario estructurado,
diseñado de tal manera que todas las preguntas tuvieran alternativas de respuesta preestablecidas,
cada una de ellas con su correspondiente código o valor numérico. El cuestionario constaba de 50
ítems y fue construido mediante el siguiente procedimiento: 1. Elaboración de un instrumento inicial
presentado por el grupo de investigadores a las instituciones del convenio, 2. Revisión y discusión del
instrumento inicial con representantes de Save the Children para realizar los ajustes correspondien-
tes y 3. Prueba piloto con la población objeto en el colegio de Benposta en La Nohora y los/as
jóvenes acompañantes de la investigación.
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Uno de los objetivos centrales de los grupos focales como método es ofrecer un complemento a la
información arrojada por otros métodos investigativos. La dinámica grupal facilita la provisión de
información de diferente naturaleza a la que sería difícil acceder con métodos de corte individual. En
los grupos focales se estimula la discusión en torno a una serie de tópicos. La discusión genera
información de gran valor y permite recolectar un gran número de opiniones y puntos de vista que
son, en últimas, los resultados de la discusión grupal. La discusión, como estrategia, se estimula y
alimenta permanentemente y facilita que los/as participantes se sientan motivados/as a discutir sobre
tópicos “sensibles” desde el punto de vista sociocultural11.
Las categorías que se tuvieron en cuenta para los grupos focales se muestran en la Tabla 6, la Tabla 7
y la Tabla 8.
11 Universidad de los Andes. Programa La Casa. En el marco de la alianza intersectorial entre el Ministerio de Salud, el Ministerio
de Educación, el ICBF y la Fundación Antonio Restrepo Barco. Dinámicas, ritmos y significados de la sexualidad juvenil.
Bogotá, 2000.
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JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
PRUEBA PILOTO
Antes de hacer el trabajo de campo, se realizó la prueba piloto de la encuesta en la que participaron
los/as seis jóvenes acompañantes de la investigación y cinco jóvenes estudiantes del colegio Benposta
en La Nohora con edades entre los 11 y los 20 años (45% hombres y 55% mujeres). El tiempo de
aplicación fue de cuarenta minutos.
Con la prueba piloto se cumplieron los siguientes objetivos: 1. Evaluación del diseño y funcionalidad
del formulario en relación con el lenguaje utilizado, 2. Secuenciación de las preguntas, 3. Alternativas
de respuesta, 4. Diagramación del formulario y funcionalidad de autodiligenciamiento, y 5. Estableci-
miento de los tiempos de entrevista para una mejor planificación del trabajo de campo.
Después de los análisis respectivos, se hizo evidente la necesidad de incluir, en las alternativas de
respuesta, una opción para aquellos/as que ya habían iniciado relaciones sexuales, pero no las habían
tenido en los últimos tres meses. También se ajustó el lenguaje de algunas preguntas que resultaron
confusas especialmente para los chicos/as de 11 a 13 años de edad.
TRATAMIENTO DE LA INFORMACIÓN
Para el procesamiento de la información, las encuestas se digitaron y se construyó una base de datos
con la información de cada persona. La base de datos incluía edad, sexo, estado civil, asentamiento
en el cual vive e información sobre salud sexual y reproductiva. El procesamiento de la información
fue realizado con el paquete estadístico SPSS (Statistical Package for Social Science). La obtención de
tabulados se inició con las distribuciones de frecuencias simples por asentamiento y por grupo de
edad, las cuales permitieron organizar las recodificaciones necesarias para los cruces de variables
(ver Tabla 9).
Los grupos focales fueron grabados y transcritos literalmente. Para el análisis de la información reco-
gida, se realizó una primera lectura por parte de los/as profesionales facilitadores/as del grupo, quie-
nes identificaron unas tendencias iniciales generales. Posteriormente, los/as investigadores/as selec-
cionaron descriptores comunes y categorizaron las respuestas. Finalmente, se realizó una lectura
interpretativa de la información poniéndola en diálogo con el resultado cuantitativo.
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DOS
CUERPO Y SEXUALIDAD: UNA PUERTA DE ENTRADA
PARA LA COMPRENSIÓN DEL SUJETO JOVEN
La investigación sobre sexualidad remite a una de las dimensiones más vitales de lo humano. Implica
preguntas por el cuerpo, el deseo, la cultura, entre otras categorías, desde las que somos y que, a su
vez, nos hacen. Estas categorías las encarnamos cotidianamente en nuestro ser y en nuestra expe-
riencia.
La sexualidad es un aspecto esencial en nuestra constitución como sujetos. Nos narramos cuerpos,
nos narramos deseantes, nos narramos hombres o mujeres, jóvenes o adultos. Las experiencias que
denominamos sexuales se insertan en narrativas con las que damos cuenta de nosotros, para noso-
tros/as mismos/as y para otros/as. Las experiencias sexuales no sólo pasan por nuestra vida sino que
conforman muy fuertemente nuestras biografías.
El cuerpo, entendido más allá de su constitución orgánica, de su sustrato biológico, posibilita expe-
riencias sensibles que nos conectan con la conciencia de ser nosotros/as mismos/as, es decir, el
cuerpo nos abre a la percepción de la mismidad. Más que anatomía, el cuerpo es, entonces,
corporalidad. En términos de Zandra Pedraza, “la corporalidad nos aboca no sólo al cuerpo vivo
sino, además, al cuerpo vivido”12. Sin embargo, esa corporalidad no se configura como un ejercicio
individual. Nuestro cuerpo está habitado por la cultura y, por esto, es una categoría sugerente para
explorar la constitución de subjetividades contemporáneas.
Hoy en día, las representaciones y discursos sobre el cuerpo atraviesan a muchos sujetos. Por ejem-
plo, ya no basta con saberse de un sexo. El cuerpo como construcción cultural nos invita a una
mirada de género y a miradas aún más complejas si la narración como sujetos que tenemos de
nosotros/as mismos/as entra en los terrenos de lo homosexual, lo heterosexual, lo bisexual, o en
otros muchos aspectos de la sexualidad que dan identidad. Es más, nociones como niñez, adoles-
cencia, juventud, adultez, vejez, agregan otras posibilidades para contarnos… ¿Y qué decir si nos
consideramos formales o informales a partir de nuestras estéticas o si alguien, cuando se narra joven,
se pone el apelativo de una cultura específica (rockero, punkero, colegial, etc.)? Incluso hay quienes
no sólo viven una circunstancia de desplazamiento sino que se identifican como desplazados/as.
El cuerpo y su correlato, la sexualidad, son posibilidades para comprender las distintas maneras en que
actualmente nos hacemos sujetos. Así, al proponer un estudio diagnóstico como el presente, se hace
necesario formular preguntas sobre las experiencias corporales de un alguien que es narrado como
12 Pedraza, Zandra. Ponencia sobre intervenciones estéticas del yo en el seminario Debates sobre el sujeto. Universidad Cen-
tral, Bogotá, abril 21 a 24 de 2003.
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JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
joven y que se subjetiva como tal. En este sentido, las experiencias corporales que interesan son aquellas
que caben en la denominación sexualidad, todo esto en contextos culturales específicos como los de
los asentamientos de La Nohora y La Reliquia que, además, se insertan en el contexto cultural de una
ciudad como Villavicencio y viven una circunstancia particular: la situación de desplazamiento.
Abordar la sexualidad de jóvenes como los/as estudiados/as en esta investigación nos acerca a la
comprensión de su subjetividad, de quiénes son, de cómo se narran a ellos/as mismos/as. No se
trata simplemente de identificar prácticas sexuales sino de aproximarse a los significados que éstas
tienen en la vida de un/a joven.
La pregunta sobre qué es ser joven ofrece hoy múltiples respuestas. Una de las perspectivas más
difundidas asume al joven como un cuerpo en preparación para la adultez. Los cambios orgánicos
que un/a joven experimenta durante ese momento de su ciclo vital (el cuerpo crece asumiendo los
rasgos secundarios de cada sexo) son leídos como anuncios para entrar en la adultez, como paso
hacia un nuevo rol social que asumir. Desde esta lógica, hay dificultad en establecer entre qué edades
van generándose dichos cambios y cuándo termina esa etapa de paso. Así, mientras para la Organi-
zación de las Naciones Unidas (ONU) se es joven cuando se está entre los 15 y los 24 años, para la
Organización Mundial de la Salud (OMS), la edad de ser joven cubre el periodo entre los 10 y los 19
años de edad. Por su parte, para la Ley de Juventud colombiana, la etapa de juventud va de los 14 a
los 26 años de edad14.
En términos de Alain Rogers, (mencionado por Sonia Muñoz), la confusión para determinar la edad
de la juventud, evidencia que las determinaciones biológicas son indeterminantes pues son siempre
interpretadas, instituidas, hechas por modelos culturales. En este sentido, Muñoz agrega que “la
13 Valenzuela, José Manuel. “Identidades juveniles” En: Viviendo a toda: jóvenes, territorios culturales y nuevas sensibilidades.
DIU/Universidad Central. Bogotá, 1998. p.38
14 Sin embargo, la ley hace la precisión de que “esta definición no sustituye los límites de edad establecidos en otras leyes para
adolescentes y jóvenes en las que se establecen garantías penales, sistemas de protección, responsabilidades civiles y derechos
ciudadanos.” Ley de la Juventud. Capítulo I, artículo 3 Nº 375 del 4 de julio de 1997.
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MARCO CONCEPTUAL
juventud no debe, pues, asumirse como una categoría ya dada sino que debe ser construida a
posteriori: una vez develadas las condiciones históricas culturales y políticas que, en cada sociedad, le
otorga edades y sentido a la juventud15.”
La definición de joven desde la noción de edad implica una concepción de persona en transición. Lo
biológico y lo social se conjugan en este concepto de manera que el cuerpo en transformación indica
un desplazamiento de lugar social: de la juventud se transita a la adultez. Desde estos enfoques, surgen
términos de uso común como el de adolescente, en cuyo significado nos detendremos un poco.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante la reunión sobre embarazo y
aborto en adolescentes llevada a cabo en 1974, definió la adolescencia como un periodo durante el
cual: 1. El individuo pasa de la aparición inicial de las características sexuales secundarias a la madurez
sexual, 2. Vive la evolución de los procesos psicológicos y los patrones de identificación de niño/a a
adulto/a y 3. Se da una transición de un estado de total dependencia económica y social a un estado
relativo de independencia en estas áreas.
La adolescencia nos refiere a un sujeto con un cuerpo que está cambiando y un lugar social en tran-
sición. De hecho, la palabra adolescente (en Latín adoléscens) proviene de adolésco, cuyo significado
es “crecer”, “ir en aumento”, “tomar cuerpo”. Sin embargo, a ese adoléscens muy frecuentemente
se le agregan adjetivos que enfatizan sentidos no sólo de cambio y tránsito sino de carencia, impulsividad,
falta de control, crisis, dependencia, etc. Ya en 1897 nos encontramos con una definición de adoles-
cencia como la siguiente: Adolescentia. f. (de adoléscens = joven). Vivir, obrar, portarse como mu-
chacho, con libertad, poco reparo, con poco miramiento. Hacer el travieso, el petulante17.
Tal adjetivación peyorativa de los/as adolescentes ha hecho carrera incluso en las disciplinas de la
psicología y la psiquiatría. Veamos, por ejemplo, la siguiente definición: “Por adolescencia se entiende
la etapa de desarrollo caracterizada por una serie de cambios físicos, intelectuales, emocionales y
sociales, que se dan ente los 12 y los 18 años aproximadamente (...) La adolescencia constituye un
periodo crítico ya que al comienzo se es niño, dependiendo de sus padres, y al final se debe ser un
individuo responsable de sí mismo con su personalidad estructurada y con una dirección futura ya
señalada18.
15 Muñoz, Sonia. Jóvenes en discusión: sobre edades, rutinas y gustos en Cali. FES, Fundación Antonio Restrepo Barco, Funda-
ción Social, Procívica T.V. Bogotá. 1999. p. 18.
16 Dadas las múltiples diferencias encontradas en la definición de adolescencia, se ha recomendado tener en cuenta un rango lo
suficientemente amplio de edad para tipificarla, así esto haga necesario hablar, de acuerdo con diversos autores, de etapa
temprana de la adolescencia (de los 10 a los 14 años) y de etapa tardía de la adolescencia (de los 15 a los 19 años).
17 De Miguel, Raimundo. Nuevo Diccionario Latino-español etimológico. Saénz de Jubera Editores. Madrid, 1897. p. 22.
18 Vélez, Borrero, Jaime et al. Psiquiatría. Colección Fundamentos de Medicina. 2ª edición. Medellín, 1998. p. 36.
31
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Al uso de la noción de adolescencia con frecuencia subyace una lectura de la juventud como fase de
crisis, que instala al sujeto en una lógica en la que ya no es niño/a, pero tampoco adulto/a. Ejemplo de
esto es la definición de adolescencia como “etapa transitoria que sirve de preparación para el futuro,
en la cual se está pero todavía no se es”19. El presente de un joven no importa tanto como su
inserción a futuro en los lugares sociales esperados.
Desde esta línea de pensamiento, se corre el riesgo de asumir lo adulto como ideal y de que lo
inherente al cambio de un/a joven sea interpretado como carencia, por lo que siempre “le va a faltar
algo.” Se termina por resaltar la indefinición del sujeto, de tal manera que un/a adolescente puede
asumirse como un ser inacabado desde su desarrollo orgánico, inmaduro desde lo psicológico y no
autónomo en la esfera productiva.
A partir de estas perspectivas de lo etáreo, los/as jóvenes también son asumidos como sujetos en
riesgo. Más allá de presuponer como factores de vulnerabilidad las situaciones a las que se enfrentan
a su edad, es el todo del sujeto el que se juzga como riesgo potencial para sí mismo/a. Cuando se
define a priori la juventud como la etapa de crisis, se asume que el/la joven requiere la cercanía, el
apoyo (cuando no la vigilancia) de los/as adultos/as, y al tratarla como una etapa tan especial, se olvida
que los cambios físicos y de personalidad no son un asunto exclusivo de adolescentes y jóvenes20. Sin
embargo, estas lecturas sobre los/as jóvenes, en las que se relaciona la edad con el riesgo o la
carencia, contrastan con las formas cómo muchos de ellos/as confrontan, apoyan, recrean o
reconfiguran su propio momento de juventud desde una lógica de vida más ubicada en su propio
presente y en el desarrollo de subjetividades y culturas específicas.
Con base en lo anterior, en esta investigación utilizaremos la noción de adolescente, pero distancián-
donos de las atribuciones que se le hacen de sujeto carente e inacabado. El uso que se la da es estra-
tégico para hacer visibles a quienes por su rango de edad frecuentemente entran en clasificaciones de
niñez (por ejemplo entre los 10 y los 14 años), pero también son leídos culturalmente como jóvenes.
Otra categoría que es importante profundizar es la de moratoria social, en tanto potencia la pregunta
a los/as jóvenes por aquellas demandas que la sociedad favorece o limita de acuerdo con la definición
de juventud basada en la edad. Por ejemplo, a quienes se considera jóvenes se les demanda una
preparación para el futuro. En ellos/as se acepta cierta posibilidad de equivocación y de ensayo en la
vida. No les imaginamos reproductivos/as ni iniciando una familia y consideramos su estrechez eco-
nómica como rasgo distintivo de este periodo vital. No obstante, al finalizar la moratoria les exigimos
entrar en el sistema productivo, generar ingresos económicos, tomar decisiones, entrar en roles y
horarios funcionales, asumir modelos de pareja y de familia, etc. Estas demandas pueden ser vividas
como un asunto personal, pero también pueden ser resignificadas dentro de una lógica cultural que
se genera para un colectivo específico.
Frente a estas lecturas desde lo transicional ha surgido una perspectiva de investigación de corte
cultural que trasciende la interpretación de los/as jóvenes como sujetos de similar edad enfrentados
19 Departamento de investigaciones de la Universidad Central. Viviendo a toda: jóvenes territorios culturales y nuevas sensibili-
dades. Bogotá, 1998. p. 18.
20 Basta pensar en todo lo que ocurre hacia los dos primeros años de vida o en la cercanía a la meno-andropausia para notar que
el cuerpo y la mentalidad atraviesan crisis muy fuertes durante todo el ciclo de vida.
32
MARCO CONCEPTUAL
en una lucha generacional respecto de los/as adultos/as y que, más bien, los/las reconoce como
grupos diversos atravesados por imaginarios que los hacen objeto de las simbolizaciones que la
cultura tiene sobre ellos/as y para ellos/as. La cultura actual los/as imagina, propone representaciones
y, a la vez, moldea su identidad a partir de estos discursos simbólicos. De acuerdo con José Manuel
Valenzuela, “los imaginarios sociales dominantes han sido los que de manera principal han definido a
los grupos portadores de la condición juvenil”21.
Las representaciones que la cultura comparte sobre los/as jóvenes no sólo los diferencia de otros
colectivos sino que los constituye como sujetos específicos en la dinámica social actual. Su identidad
se configura en referencia a lo que la sociedad a su alrededor imagina para ellos/as, y/o como reac-
ción frente a estos imaginarios. Sin embargo, los/as jóvenes no sólo interiorizan los imaginarios cultu-
rales que se les asignan, sino que los reelaboran y construyen mundos culturales singulares (algo así
como sus propias formas de ser joven). De este modo, los/as jóvenes son re-creadores de la cultura.
En la actualidad, los cambios sustanciales que está sufriendo la sociedad se reflejan directamente en
las formas de ser joven. Una primera impresión es que las juventudes contemporáneas configuran
subjetividades diversas y muchas parecieran ser absolutamente camaleónicas. Nacidas en un mun-
do sin grandes promesas ideológicas o sociopolíticas, en medio de la más avasalladora posibilidad de
información, entre la tensión constante de las pocas raíces locales que quedan y las fuertes influen-
cias globales, son camaleónicas en tanto asumen, a una velocidad insospechada para nuestros/as
abuelos/as, un sistema de vida que les exige un constante cambio para adaptarse.
En nuestro medio, durante un buen tiempo, las representaciones circulantes de los/as jóvenes osci-
laron entre los modelos de consumo global y las imágenes que los vinculan al delito potencial. Aún
hoy se representan como seres proclives al consumo (por ejemplo a las modas) o al pandillismo, la
drogadicción, el satanismo etc. Afortunadamente, por lo menos desde los contextos académicos,
han surgido otras miradas que se han acercado más a sus propias lógicas y sentidos de vida. A partir
de la categoría de culturas juveniles se ha generado toda una oleada de investigaciones que da cuenta
de las estéticas, las simbolizaciones, los códigos de lenguaje, la vinculación desde el sentir que subyace
a la identidad de muchísimos jóvenes: “...De esta manera, se traslada el eje interpretativo desde el
concepto de desviación al de subcultura: articulación en un ‘estilo’ distintivo de un conjunto de
comportamientos, vestimentas, gustos musicales, ídolos cinematográficos, accesorios, lenguajes, re-
presentaciones del espacio y del tiempo... combinados jerárquicamente para dotarlos de sentido”22.
21 Valenzuela, José Manuel. “Identidades juveniles”. En: Viviendo a toda: Jóvenes, territorios culturales y nuevas sensibilidades”.
Op.cit, p.39.
22 Muñoz, Germán y Marín, Martha. “Las culturas juveniles urbanas”. En: ¿Qué significa tener 15 años en Bogotá? Compensar.
Bogotá, 1995. p. 85.
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JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Podría decirse que están emergiendo enfoques en los que la diversidad juvenil se sobrepone a la
mirada uniforme de lo generacional, haciendo visible expresiones y estilos de vida propios, con plena
manifestación en su presente y no como “proyectos de adultos/as”. También se evidencia la capaci-
dad de protagonismo de los/as jóvenes en la trasformación cultural y social y, en este sentido, la
propuesta es considerarlos/as como actores sociales diversos, cuyas formas de ser y existir son
variadas. Se les asume como sujetos sociales heterogéneos, capaces de hacer interlocución con
esos/as adultos/as a su vez muy diversos, para así participar en la creación del mundo social. Si el
adultocentrismo puede escucharlos como un/a otro/a con maneras de ser y entender también váli-
das, probablemente se enriquecerá la convivencia en nuestra sociedad.
De acuerdo con la OMS, la salud ha sido definida como un estado de completo bienestar físico,
mental y social y no sólo la ausencia de enfermedad. Ewles y Simnet (1996) señalan que esta defini-
ción histórica puede ser ampliamente criticada en tres aspectos fundamentales: 1. Es una definición
idealista que poco tiene que ver con la realidad, pues es poco probable que un ser humano logre un
estado completo de bienestar, 2. Implica un estado estático mientras que la vida es un proceso
dinámico. Por eso se ha pensado que es preferible ver la salud como la habilidad para adaptarse
continuamente a las demandas, expectativas y estímulos cambiantes y 3. La atribución de definir la
salud como concepto universal cuando lo que se ve es que la gente tiende a definir su propio estado
de salud de muchas formas. No obstante los anteriores señalamientos, la definición de la OMS se
abre a la importancia de lograr un concepto de salud desde lo positivo en el que ocupan un lugar
importante la salud mental y social.
En esta misma línea, la salud sexual supone un estado de bienestar en la vida sexual de las personas,
es decir, sentirse a gusto y seguro/a acerca del sexo y la sexualidad, ser capaz de evitar ITS y emba-
razos no deseados, asegurar la fecundidad y el embarazo seguro y, de manera indirecta, proteger la
salud de los infantes (Ahrtag, 1994). La OMS identifica tres elementos fundamentales en la definición
de salud sexual y reproductiva (Anza, Cesari y Galán, 1991; Alvarez-Gayou, 1986; Cardinal, 1985;
citados por Posada y Del Río, 1999): 1. La aptitud para disfrutar de la actividad sexual y reproductiva,
adaptándola a criterios de ética social y personal, 2. La ausencia de miedos, sentimientos de vergüen-
za y culpabilidad, de creencias poco fundamentadas y de otros factores psicológicos que inhiban la
reactividad sexual o cohíban las relaciones sexuales, 3. La ausencia de trastornos orgánicos, enferme-
dades y deficiencias que dificulten la actividad sexual y reproductiva. (Posada y Del Río, 1999).
34
MARCO CONCEPTUAL
Si bien esta idea de SSR apunta a integrar aspectos físicos, emocionales, intelectuales y sociales del
sujeto, suele definirse más desde la ausencia de los factores que enferman y, por lo tanto, se ha
hecho necesario aclarar y ampliar este concepto. Por ejemplo, el Programa de Acción de la Confe-
rencia Internacional sobre Población y Desarrollo del Cairo así como la Conferencia Internacional de
Beijing (1994; Cit. por ICBF y Minsalud, 1998; Cerruti, 1997) definen la salud reproductiva como un
estado general de bienestar físico, mental y social, y no de mera ausencia de enfermedades y dolen-
cias, en todos los aspectos vinculados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos...
“Entraña la capacidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria y sin riesgos de procrear y la libertad
para decidir hacerlo, o no hacerlo, cuándo y con qué frecuencia... Lleva implícito el derecho del
hombre y la mujer a obtener información…” (p.12 y p.9 de las referencias). En esta definición se
incluye el derecho a la planificación, al acceso a métodos anticonceptivos seguros y eficientes, el
acceso a servicios de salud adecuados que hagan posibles gestaciones y partos libres de riesgos y que
garanticen el tener hijos/as saludables.
Sin embargo, en este concepto de SSR, a las tres palabras que lo componen, salud, sexual y
reproductiva, subyace un énfasis clínico. Hay un peso médico, epidemiológico y biologicista sobre la
sexualidad. Ya en 1997 investigadores como Cerruti abogaban por una ampliación del concepto de
salud integral (incluida la SSR), que tuviera en cuenta aspectos que van más allá de categorías
epidemiológicas y que incluyeran elementos cualitativos asociados a la calidad de vida y la cotidiani-
dad. Para Cerruti, la salud emerge como un proceso dinámico de construcción personal y colectiva,
donde los aspectos macro del contexto económico, político y social se conjugan con los aspectos
micro vinculados a los individuos y su entorno.
La mirada de lo sexual y reproductivo hacia poblaciones en las que habría que prevenir y promover
comportamientos deja de lado los contextos y las culturas en las que se inscriben el deseo y la
práctica sexual. Nos preguntamos, entonces, si no es momento de agregar otros adjetivos a la salud
sexual y reproductiva para intentar dar cuenta de un sujeto cuya sexualidad es más compleja. Tal vez,
habría que pensar en una salud sexual y del deseo, en una salud sexual del género, en una salud
sexual del sujeto y la cultura, entre otras. No se trata solamente de identificar conductas y moldearlas
o inhibirlas según contribuyan a un modelo de salud. Pensar la sexualidad como elemento importan-
te en la configuración de la subjetividad invita a aproximaciones más complejas sobre la actividad
sexual de las personas. En este sentido, no basta con cuantificar las actividades sexuales de un cuerpo
que narramos como joven. Habría que explorar los sentidos que por ejemplo él o ella les dan a esas
prácticas e indagar por los discursos que median en el contexto específico en el que se ejerce esa
sexualidad. Además de los componentes biológicos, psicológicos y sociales de lo sexual, hay que
reconocer el componente cultural y simbólico, pertinente de estudiar.
Por eso, la presente investigación opta por un diagnóstico de la SSR de los/as jóvenes de La Reliquia
y La Nohora en Villavicencio que no se agote en la identificación de las prácticas sexuales y los
conocimientos y actitudes asociados a las mismas. Sin pretender aún hacer un estudio cultural, se
intenta una aproximación cualitativa hacia los sentidos en los que está inscrito el dato cuantitativo. No
se quiere hablar de las/os jóvenes como un/a otro/a distante y absolutamente diferente a los/as
adultos/as. Su sexualidad no se enfoca hacia el problema porque consideramos que hay mucho de
goce y de experiencia en lo sexual que configura al sujeto. Por lo tanto, no se lo aborda como
problema ni se considera que ser joven sea, esencialmente, un estado de vulnerabilidad y/o de
35
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
riesgo. Sin embargo, esto no obvia que haya situaciones que, por ejemplo, ameriten procesos de
educación y salud específicos para garantizarles a los/as jóvenes la expresión de sí mismos/as.
La salud de la que empezamos a hablar es, entonces, sexual. Pasa por la dimensión reproductiva,
pero se amplía a la dimensión de subjetividad. Nos habla del cuerpo narrado para sí y para otros/as,
de las experiencias que un contexto prefigura, de los goces y los dolores que entran en las biografías
juveniles. La sexualidad constituye, así, un aspecto clave para dar cuenta de un sujeto joven de hoy.
De acuerdo con la encuesta realizada por Profamilia en 200025, la tasa de fecundidad de las mujeres
entre los 15 y los 19 años de edad pasó de 17% en 1995 a 19% en 2000. El estudio del Instituto de
Seguros Sociales (ISS) y Profamilia (1994)26 arroja un promedio de edad de inicio de las relaciones
sexuales en los hombres de 13,4 años y las en mujeres de 14,8 años.
Según una investigación realizada por The Allan Guttmacher Institute (1998)27, cada año aproxima-
damente catorce millones de mujeres adolescentes entre los 15 y los 19 años de edad dan a luz. En
América Latina y el Caribe, del 25% al 50% de las madres adolescentes reportan no haber planeado
su embarazo.
23 DANE, 1999.
24 DANE. Estrategia de escuelas saludables. Ministerio de Salud. Bogotá, 1993.
25 Profamilia y DHS. Encuesta nacional de demografía y salud, 1990. Bogotá, 2000.
26 ISS y Profamilia. Adolescentes: sexualidad y comportamientos de riesgo para la salud. Tomo IV. ISS, Bogotá, 1994.
27 The Allan Guttmacher Intitute. Hacia un nuevo mundo: la vida sexual y reproductiva de las jóvenes, resumen ejecutivo. New
York y Washington, 1998.
36
MARCO CONCEPTUAL
En relación con el aborto, un estudio realizado por la Universidad Externado de Colombia (1994)28
arroja que de cada cien adolescentes embarazadas menores de 19 años de edad, el 44,5% ya ha
tenido una experiencia de aborto inducido. El 14,5% de las mujeres entre los 15 y los 17 años de
edad se ha practicado un aborto.
Los reportes oficiales del Ministerio de Salud30 para 1998 muestran un total de 66 casos de adoles-
centes (entre los 10 y los 14 años de edad) infectados con VIH, es decir, un 4,4% del total de casos
reportados durante el año. El 17,6% de los casos se presentaron en el grupo de 15 a 19 años de
edad. Para el SIDA, se reportaron 61 casos entre los 15 y los 19 años de edad, es decir, un 9,9% del
total de infectados con VIH entre los 15 y los 19 años de edad. La mayoría de estas infecciones
fueron producto de la transmisión por vía sexual, heterosexual. En efecto, se reporta que el 96% de
los casos es producto de la trasmisión sexual y las tendencias mostradas por los reportes oficiales
reflejan un aumento en el número de casos por transmisión heterosexual (56,5%).
En relación con las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), el estudio realizado por el Instituto de
Seguros Sociales apunta a mostrar cambios radicales en el comportamiento sexual en la población de
adultos/as jóvenes y adolescentes31. De hecho, el grupo más afectado es el grupo de personas entre
los 15 y los 44 años de edad con una tasa de 132,45 por cada 100.000 habitantes. La mayoría de los
casos se observan en adolescentes de 15 a 19 años de edad (16,3%), cuando se les compara con los
infectados por VIH (2%). Es posible que la diferencia se deba al subregistro y subdiagnóstico de la
infección por VIH en adolescentes.
Un hecho que debe resaltarse es que algunas patologías como la hepatitis B, el herpes genital y la
sífilis precoz presentan tasas elevadas en el grupo de los menores de 15 años de edad en compara-
ción con el grupo de los de 15 a 44 años de edad. Esto puede explicarse de varias formas: por el
inicio temprano de la actividad sexual en los/as jóvenes sin medidas de protección y por la elevada
frecuencia de casos de abuso sexual, una de las principales formas de maltrato infantil. Estos reportes
sugieren un descenso en las tasas de incidencia de estas enfermedades en los últimos trece años, a
partir de 1987, debido no precisamente a un control adecuado sino a una marcada disminución en
la notificación. La disminución es más notoria para el caso de infecciones como la gonorrea, la sífilis y
la tricomoniasis. No obstante, en países como Perú y Chile, con un patrón epidemiológico similar al
nuestro y que cuentan con un mejor sistema de información, se ha observado una tendencia ascen-
dente en la incidencia de las ITS después de la aparición del SIDA, razón por la cual se esperaría un
incremento similar en Colombia.
28 Universidad Externado de Colombia. Encuentro de investigadores sobre el aborto inducido en América Latina y el Caribe.
OMS, Fundación Ford, Allan Guttmacher Institute. Bogotá, 1994.
29 El Tiempo. Aborto en la universidad. Pág. 1A y 6A, Octubre 9 de 1998.
30 Ministerio de Salud. Informe epidemiológico nacional. Vol. 3, No 22. Bogotá, noviembre de 1998.
31 Instituto de Seguros Sociales y Profamilia. Encuesta sobre conocimientos, actitudes y prácticas relacionadas con enfermedades
de transmisión sexual, SIDA, enfermedades cardiovasculares, cáncer y accidentes. Tomos: 1, 2, 3, 4. Editorial Presencia.
Bogotá, 1994.
37
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Toda esta situación refuerza aún más la importancia de trabajar con los/as jóvenes y adolescentes, ya
que se ha establecido que las altas tasas de prevalencia para ITS resultan ser un cofactor importante
de la infección por VIH.
Una arista del desplazamiento interno en las poblaciones es la incidencia no sólo en sus condiciones
materiales de supervivencia o en sus estilos de vida, sino también en la configuración de su propia
subjetividad. Además del conflicto socioeconómico que esto le acarrea al sujeto, de la dificultad
psicoemocional con la que lo sobrecarga, el desplazamiento, como evento de crisis, suele instalarse
en la narrativa personal y colectiva del sujeto. Así, hoy hablamos de los/as desplazados/as casi como
una nueva identidad en el país.
Varios estudios sobre desplazamiento plantean una discusión sobre cómo se entiende (e interviene)
en el tema, de las cuales resaltamos dos tendencias: una es entenderlo como condición, y no como
una nueva identidad y la otra tiene que ver con el tipo de conocimiento que se genera frente a esta
problemática (objetivista o cultural, sistematizado o anecdótico)34.
Una mirada de género, que también contemple la perspectiva de masculinidades, puede abrir cami-
no a investigaciones que den cuenta del cuerpo del hombre en situaciones de conflicto y desplaza-
32 En Colombia se han generado en los últimos quince años más de 1.900.000 desplazados por la violencia, según estimativo de
CODHES. Boletín de la consultoría para los derechos y el desplazamiento. No 28. Bogotá, febrero 22 del 2000.
33 Lair, Eric. “El terror: recurso estratégico de los actores armados”. En: Análisis político. IEPRI, Universidad Nacional de Colom-
bia. Bogotá, 1999.
34 OIM/Pontificia Universidad Javeriana. Desplazamiento interno y atención psicosocial: un estado del arte. Bogotá, 2002.
38
MARCO CONCEPTUAL
miento, por ejemplo, de la constitución de un cuerpo masculino no sólo para la productividad sino
también para la guerra, de la dimensión viril que se compromete al involucrarse en algún grupo
armado y, también, de los sentidos que se reconfiguran en lo masculino ante la pérdida de las seguri-
dades de ingreso que replantean su papel como proveedor en la familia.
CORPORALIDAD Y AUTOCONOCIMIENTO
La sexualidad humana trasciende el ejercicio de la genitalidad. Implica no sólo el cuerpo sino el
conjunto total de lo que una persona es. Desde que nacemos, cada momento de nuestro desarrollo
psicosexual está configurando nuestra personalidad.
Cada ser humano tiene una imagen propia que ha construido a lo largo de su propia historia personal
y que reelabora constantemente hasta su muerte. La imagen de sí mismo/a se instaura desde el
propio cuerpo extendiéndose a la personalidad. Por lo tanto, nuestro cuerpo no sólo es “el estuche
del alma”. Es, sobre todo, el vehículo de manifestación de nuestra propia identidad. Existimos en
tanto cuerpo que llenamos de significados.
La imagen que una persona tenga de sí misma es muy importante en la interacción que establece con
otras. No sólo incide en la propia percepción como sujeto, sino que media en todas las expresiones
hacia los/as otros/as. Esa imagen que se tiene de sí mismo/a (las opiniones, las ideas, los sentimientos
y los juicios de valor) es lo que en psicología se denomina autoestima, la cual, a su vez, está confor-
mada por el autoconcepto y la autovaloración: “... Estos dos conceptos [autovaloración y autoconcepto]
conducen hacia la autoestima, el otro elemento que, junto a la identidad, hemos señalado como
fundamental para la formación sexual y que es el resultado que obtiene la persona al haber elaborado
su propio autoconcepto y posterior valoración”35.
La manera como una persona se relaciona consigo misma se traduce en las prácticas de autocuidado
que asume. Las experiencias relacionadas con el contacto y el reconocimiento del propio cuerpo y el
de los/as otros/as (a lo que denominaremos corporalidad) posibilitan o inhiben actitudes de
autovaloración y de consentimiento. Por esto, la relación corporeidad/autocuidado se vincula estre-
chamente con la salud sexual y reproductiva del individuo.
Investigadoras como Tobón (1997) hacen énfasis en la recuperación de la conciencia de las necesida-
des corporales propias como factor clave para la salud “entendida como búsqueda permanente de
bienestar e integración y no como curación de enfermedades”36. En la cultura occidental se presenta
una desconexión básica con el propio cuerpo. La dicotomía corporeidad/razón ha hecho que la
segunda se valore más en tanto se la asume como la función dominante en la especie. El cuerpo
queda, entonces, relegado a vehículo de la mente o del alma e, incluso, se le ha llegado a considerar
un obstáculo para el espíritu37. Esta desconexión del sujeto con la totalidad de lo que vivencia desde
y para su cuerpo, se reforzaría actualmente por las estéticas hegemónicas que imponen modelos de
belleza generalmente distantes de los fenotipos cotidianos en las diferentes culturas mundiales. Tobón
35 Bonilla, Nelsy. Identidad. Serie Cuadernos de Sexualidad. Proyecto Nacional de Educación Sexual. Cali, 1996, p. 25.
36 Tobón, Mónica. El cuerpo habitado. Serie Artesanía de la Vida. Fundación Restrepo Barco, Programa de Desarrollo de Familias
con Jefatura Femenina. Bogotá, p. 25.
37 Leonardo Romero plantea una concepción sexofóbica en las sociedades con influencia judeocristiana en su libro Elementos de
sexualidad y educación sexual. Barranquilla: CAC, 1998. p. 24.
39
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
plantea la metáfora del “cuerpo que nos invade” y que particularmente entorpece el reconocimien-
to, la aceptación y la expresión de la corporeidad en las mujeres.
La corporalidad es también definitiva en la capacidad afectiva de los seres humanos. Restrepo (1996)
plantea que el cuerpo acariciado, cubierto de seguridad afectiva sin condiciones durante la niñez,
facilitará en el adolescente la capacidad de establecer vínculos afectivos exentos de chantaje y mani-
pulación. La protección emocional que se recibió desde la piel permite asumir cierta dependencia de
los otros sin sacrificar la emergencia de la propia singularidad: “...Los roces tiernos, los deleites sen-
soriales y la actitud cálida y acariciadora, permiten que se produzcan en la conciencia delicados
pliegues simbólicos, recodos imaginativos donde se fomente la divergencia y la creatividad”38 ... La
ternura es el factor protectivo por excelencia del ambiente interpersonal. Como lo opuesto al chan-
taje afectivo y a los diálogos funcionales, la ternura es el único medio idóneo para favorecer la emer-
gencia de la singularidad y el alimento adecuado para la dependencia afectiva. El autoconcepto, la
conexión con la propia corporalidad y la posibilidad de vivenciarse desde la ternura constituyen
elementos que, integrados, dinamizan el cuidado de sí y promueven la propia salud.
CONSTRUCCIONES DE GÉNERO
Cuando se planifican acciones para abordar la SSR, con frecuencia se deja de lado la perspectiva de
género o, sencillamente, no se involucra de forma explícita en los objetivos que se plantean. Por lo tanto,
existe un gran vacío en todos los sectores para el inicio de una transformación en los roles tradicionales
de hombres y mujeres. En ocasiones, equivocadamente se cree que los/as jóvenes, por el solo hecho
de serlo, ya cuentan con unos parámetros diferentes para unas relaciones más equitativas.
Las relaciones de género entre hombres y mujeres jóvenes mantienen diversidades socioeconómi-
cas e inequidades y formas conflictivas de interacción que afectan la posibilidad de compromisos
satisfactorios en la vida sexual y en la procreación de los/as hijos/as, y el desarrollo de la autonomía
necesaria para la construcción de su proyecto y la defensa de sus derechos39. Como lo menciona
Krauskopf (1997), las condiciones entre hombres y mujeres adolescentes se diferencian agudamente
en este momento de su ciclo vital, especialmente en los segmentos poblacionales en situación de
pobreza. Las diferencias entre los sexos llegan a ser más extremas que en la vida adulta, por mante-
ner prácticas culturales formativas determinadas por el género en un contexto patriarcal. La situación
de género es claramente determinante en el inicio de las relaciones sexuales (la primera relación es
más temprana en hombres que en mujeres). El/la adolescente se encuentra en la elaboración indivi-
dual y grupal de su identidad y el género forma parte de este proceso. Por lo tanto, la investigación
debe indagar sobre los valores, las normas y las relaciones sociales impuestas a varones y mujeres en
la vivencia de la sexualidad, con el fin de planear acciones que contribuyan a una transformación que
busque relaciones más equitativas.
Con frecuencia, el género, como categoría para abordar lo social, se asocia exclusivamente con el
cuestionamiento al papel de la mujer en las sociedades occidentales. Sin embargo, el género consti-
tuye una categoría relacional que posibilita repensar las formas en que culturalmente se construye lo
38 Restrepo, Luis Carlos. Ternura. Serie Cuadernos de Sexualidad. Proyecto Nacional de Educación Sexual. Cali, 1996, p.14, 17.
39 Krauskopf, Dina. La sexualidad y la salud reproductiva en las políticas de juventud en América Latina. Reunión regional sobre
salud sexual y reproductiva en la adolescencia. Costa Rica, 1997.
40
MARCO CONCEPTUAL
que es ser hombre y lo que es ser mujer en colectividades humanas específicas. Como lo explican
Claudia Caicedo y Fredy Gómez, el género “da cuenta de la forma como se construye lo femenino
y lo masculino en un tiempo y en un espacio determinado”40. El concepto de género implica, enton-
ces, una reflexión sobre todo aquello que llamamos mujer y a lo que le atribuimos la feminidad, tanto
como sobre todo aquello que denominamos hombre e investimos de masculinidad.
El género nos remite a concepciones de hombre y de mujer que son dinámicas en las culturas y
cambian a lo largo de la historia y del ciclo vital de cada individuo. Por ejemplo, lo que hoy esperamos
que sea una mujer es bastante diferente a lo deseable en la década de los 30. Acontecimientos
mundiales como la Segunda Guerra Mundial y la llamada revolución femenina de los 60 contribuye-
ron a modificar esa “esencia”. El sexo, por su parte, nos remite a nociones biológicas, a características
anatómicas, fisiológicas y hormonales de hombres y mujeres que son permanentes en la especie
humana y que no se modifican esencialmente con el tiempo o para cada grupo humano.
Es así como el género alude a la cultura y el sexo a la biología. Ninguna de las características de
género es natural. Cada individuo las interioriza y las recrea en relación con la cultura específica en
que esté. En consecuencia, ser hombre o ser mujer no es un asunto determinado simplemente por
la naturaleza. Los atributos, los rasgos y los comportamientos valorados como masculinos o femeni-
nos no nacen junto con el sexo biológico del individuo. Sin embargo, es común naturalizar esos
atributos y suponer que se debe ser de X o Y manera “porque así lo determina la naturaleza.”
En la consolidación del género en cada persona influyen diferentes aspectos. Algunos aspectos clave
tienen que ver con los símbolos culturales, los conceptos normativos, la institucionalidad y la identi-
dad subjetiva41. Los símbolos culturales constituyen hitos que regulan el deber ser para cada género.
Símbolos como Eva y la Virgen María, para mencionar sólo dos, cumplen esta función en culturas
predominantemente cristianas. Sin embargo, también podríamos retomar símbolos más recientes,
difundidos por los medios masivos de comunicación, como por ejemplo los Rambos y las Miss
Universo, los cuales también regulan el deber ser de cada sexo en nuestro mundo de hoy.
Las instituciones que son básicas en la estructura social tales como la familia, la escuela, las instancias
políticas y las del mercado laboral, entre muchas otras, también influyen en la configuración de géne-
ro. Por mencionar sólo el caso de la escuela, un reciente estudio de la Universidad Central en Bogotá
muestra cómo un mayor acceso de las chicas a la educación primaria y secundaria no obvia discrimi-
naciones sutiles de género en la implementación cotidiana del currículo43. Los llamados roles de
40 Caicedo, Claudia, Gómez Fredy, Margarita Bernal y otros. Masculinidades y violencia intrafamiliar. Módulo 5, Serie Violencia
Intrafamiliar. Presidencia de Colombia: Haz Paz. Bogotá, julio de 2001.
41 Caicedo, Claudia; Gómez, Fredy, Margarita Bernal y otros. Ibíd.
42 Roig, Monserrata. El feminismo. Salvat. Capítulo 12. Madrid, 1985.
43 Estrada, Ángela María y otros. Proyecto Arcoiris: una mirada transformadora a las relaciones de género en la escuela. DIUC.
Bogotá, 2001.
41
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
género (los comportamientos y los rasgos esperados, así como las representaciones y las valoracio-
nes asignadas a los individuos de cada sexo) son fuertemente modelados por la familia. Tanto las
expectativas de padres y madres hacia el género, como los patrones de crianza, constituyen mensa-
jes claros de las maneras de ser y de sentir esperadas para los niños y las niñas. La identidad de
género, ese reconocimiento subjetivo que la persona hace de sí mismo/a como hombre o como
mujer, resulta de su interacción con los símbolos, las creencias, los valores y las normativas que cada
cultura establece como diferenciados por sexo, así como de la resignificación que personalmente
hace desde su propia historia de vida.
La socialización de género
Al plantear el género como una categoría de interacción resulta importante analizar los procesos y
los escenarios en los que las personas van interiorizando prácticas y representaciones asignadas para
uno u otro sexo. Como ya se planteó, la familia y la escuela son muy importantes en este campo,
pero también lo son los medios masivos de comunicación, los espacios laborales y los mismos
grupos de pares. Estos agentes de socialización educan, muy fuertemente, en estereotipos en los
que las díadas mujer/masculinidad y hombre/feminidad son propuestas como bipolares e irreconci-
liables. El hombre masculino es definido casi por oposición a la mujer y su feminidad. Por ejemplo, el
hombre es asumido como emocionalmente estable, controlado e inexpresivo de sus emociones,
mientras que a la mujer se le considera emocionalmente variable y, al rotulársele como emotiva, se
espera que exprese de manera amplia sus emociones. Es así como las denominadas prácticas sexistas
sustentan los roles de género en la supravaloración de lo masculino, lo atribuido a los hombres. La
inequidad es planteada, entonces, como consecuencia lógica de ser de uno u otro sexo. Por ejem-
plo, el ámbito de lo público, de las grandes acciones y decisiones sociales se considera como esen-
cialmente masculino y específico de los hombres. Por contraste, la esfera de lo privado, de lo domés-
tico, se asume como propio de las mujeres.
Aunque en la actualidad las prácticas sexistas abiertas cada vez se resquebrajan más en el mundo
occidental, aún siguen siendo sutilmente mantenidas. Si bien las mujeres acceden hoy a instancias
públicas, el peso simbólico de las representaciones de lo femenino las asocia, todavía muy fuerte-
mente, al hogar y la reproducción. El fenómeno de la doble jornada de la mujer trabajadora nos
cuenta, en inicios del siglo XXI, de roles de género en los que lo doméstico y la crianza de los hijos
siguen siendo responsabilidad casi exclusiva de la mujer. Esas representaciones sexistas también nie-
gan a los hombres la posibilidad de expresar sentimientos, de asumir comportamientos sustentados
en la ternura o la vulnerabilidad. No en vano los hombres siguen mostrando los porcentajes más
altos de perturbaciones emocionales, alcoholismo y drogadicción44.
44 Al respecto de esto, vale la pena traer a colación un análisis por género incluido en la encuesta del programa presidencial
“Rumbos” sobre consumo de psicoactivos en jóvenes colombianos escolarizados. (Agosto de 2001).
42
MARCO CONCEPTUAL
proponer formas estereotipadas de ser hombre y mujer, genera una multiplicidad de identidades
tanto masculinas como femeninas. El género es resultado específico de la socialización junto a facto-
res como la etnia, la clase social, la generación, el contexto urbano o rural, la religión, la preferencia
sexual y la historia personal.
Para cerrar esta breve mirada a la perspectiva de género, es clave plantear que nociones como el
amor deben analizarse como construcciones culturales diferenciadas para hombres y mujeres45. Por
amor ellos y ellas hacen cosas distintas y comprometen dimensiones diferentes de sí mismos/as.
Incluso las formas de ser madre o padre, el llamado paternaje y maternaje, son variadas según el
grado de hegemonía de las lógicas patriarcales: “Al ser criadas por una mujer, ellas se constituyen en
más cuidadoras y empáticas del otro, pero tienen más dificultades para su autonomía, mientras que
los hombres se angustian más por diferenciarse de lo femenino y prefieren reafirmarse fuera del
mundo doméstico, con la consiguiente dificultad de establecer vínculos de intimidad”46.
DIVERSIDAD SEXUAL
La categoría de diversidad implica, en sexualidad, el reconocimiento de la pluralidad del deseo huma-
no. En nuestra especie, el sexo con el que un individuo nace no determina la orientación de su deseo
e, incluso, sus preferencias pueden variar a lo largo de su ciclo vital. En este sentido, la heterosexualidad
no es la única posibilidad erótica. La homosexualidad y la bisexualidad han estado históricamente
presentes en los/as humanos/as, tanto en los momentos en los que la sociedad las censura como en
los que las aprueba.
En consonancia con las definiciones proporcionadas por el Consejo de la Juventud de España, por
homosexualidad se entiende la orientación sexual de acuerdo con la cual el deseo se presenta hacia
personas del mismo sexo. Se trata de hombres que desean a hombres o mujeres que desean
mujeres. La heterosexualidad, por su parte, se presenta cuando el deseo se da hacia personas de
sexo distinto al propio. En la bisexualidad, la orientación del deseo se presenta de forma indistinta
hacia personas del mismo sexo o del contrario47. Es importante aclarar que en las tres definiciones
esa orientación del deseo puede incluir o no una intención afectiva.
Una de las representaciones todavía difundidas es la que confunde identidad sexual con orientación
sexual. En este caso, se asume que las personas, por el hecho de nacer con un determinado sexo
biológico, desean al otro sexo. Cuando esto no ocurre así, se dictamina que padecen de confusión
en su propia identidad. Sin embargo, hoy sabemos que la mayoría de hombres y mujeres homo-
sexuales están en sincronía con su propio sexo: les gusta ser hombres y desean a otros hombres, les
gusta ser mujeres y desean a otras mujeres. La orientación homosexual no se explica por trastornos
ni de la identidad ni de la personalidad. De hecho, desde 1987 la Asociación Psiquiátrica Americana
no considera esta orientación dentro de la clasificación de trastorno mental. Ya desde hace varias
décadas, Alfred Kinsey (1949) había planteado la orientación sexual como un continuo, de tal forma
que las personas no serían radicalmente heterosexuales u homosexuales. En su trabajo sobre el
comportamiento sexual de los norteamericanos, Kinsey propuso una escala que iría desde una con-
45 Thomas, Florence. Los estragos del amor. Editorial Universidad Nacional. Bogotá, 1994.
46 Jiménez, Carlos. Vínculo familiar y ciudadanía. Pontificia Universidad Javeriana-ICBF. Bogotá, 2001.
47 Consejo de la Juventud de España. Guía para trabajar en el tiempo libre la diversidad de orientación sexual. Madrid, 2001, p. 11.
43
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
ducta exclusivamente heterosexual hasta una exclusivamente homosexual, pasando por una gama
de mínimo seis posibilidades48.
Esta carencia de oportunidades de hacerse visible se acentúa en el caso de las personas bisexuales.
Autores como Giraldo (1982) hablan de la preponderancia del mito de que sólo existen homo-
sexuales y heterosexuales. La bisexualidad no genera, entonces, subculturas, redes sociales o grupos
de apoyo específicos como sí ocurre en las otras opciones sexuales50. La vivencia es, entonces,
asumida como una experiencia bastante unipersonal y aislada de un soporte social que proporcione
al sujeto significados de lo que está vivenciando.
Desde 1973, Weimberg desarrolló la noción de homofobia, “entendida como un miedo irracional,
odio e intolerancia hacia la homosexualidad y todo lo que esto implica”51. Giraldo la asume como una
extensión de la sexofobia general presente en algunas culturas con fuerte influencia de religiones que
condenan y regulan el placer. El rechazo a la mera posibilidad de relaciones sexuales placenteras
entre hombres se difunde en los procesos de masculinización, configurándose, desde el temor, un
referente que afirma o descalifica la virilidad de un individuo. La heterosexualidad monogámica y
reproductiva es exaltada, al tiempo que otras realidades humanas son negadas o significadas peyora-
tivamente. Los/as chicos/as homosexuales crecen, entonces, en ambientes que estigmatizan su pro-
pia preferencia sexual. Los efectos de este tipo de estigmatizaciones quedan muy bien recogidos en
afirmaciones como las siguientes: “Haber crecido entre frases del tipo ‘todas las lesbianas son feas’,
‘esto es de hombres’, ‘el que no haga esto es una marica’, ‘las que son lesbianas es que no han estado
con un verdadero hombre’... no ayuda nada. Mejor dicho, estas frases ayudan a resquebrajar los
cimientos. Éstas y otras no sólo generan confusión, en cuanto mezclan conceptos como identidad y
orientación, sino que, lo que es peor, colocan al chico a o a la chica con orientación homosexual en
una situación de desprestigio social…”52. No es, entonces, extraño que las mismas personas homo-
sexuales introyecten las representaciones negativas de la homosexualidad tan presentes en la cultura.
Se habla así de que entre los propios homosexuales y lesbianas hay homofobia interiorizada, la cual
dificulta la relación consigo mismos/as y la realización personal desde su propia preferencia sexual.
48 Kinsey, Alfred, Pomeroy, W. y C. Martin. Conducta sexual del varón. Interamericana. México, 1949.
49 Ochoa, Elena y Vásquez, Carmelo. El libro de la sexualidad. El Tiempo. Fascículo 20. Bogotá, p.234.
50 Giraldo, Octavio. “Más allá de la heterosexualidad.” En: Revista Avances en Psicología Clínica Latinoamericana. Volumen 1,
1982, p 79-91.
51 Toro, Alfonso. Homofobia internalizada: identificando al opresor que llevamos dentro. Ponencia presentada en el Primer
Congreso sobre Perspectivas sobre la homosexualidad y el lesbianismo en Puerto Rico, 1987.
52 Consejo de la Juventud de España, Op. Cit., p. 27
44
TRES
Si bien la presente investigación tiene un objetivo de tipo diagnóstico y su intención es sugerir una
intervención con una población juvenil específica en el campo de la sexualidad, el análisis de la infor-
mación obtenida (cuantitativa y cualitativa) permite una primera aproximación interpretativa. Dicha
interpretación de ningún modo quiere ser concluyente y, por el contrario, reconoce la pertinencia
de estudios de corte etnográfico que profundicen en las narrativas, los discursos biográficos y el
contexto sociocultural de estos/as jóvenes.
Del análisis de información emergen ocho grandes categorías desde las que se interpretan varios
aspectos claves encontrados en este estudio sobre la sexualidad de los/as jóvenes de los asentamientos
de La Reliquia y La Nohora. El presente capítulo desarrolla en cada título, esos hallazgos, por catego-
ría. Sin embargo, con el ánimo de guiar a los/as lectores/as en este panorama general de resultados,
a continuación se presenta un esquema general de los hallazgos (ver Tabla 10). Es importante resaltar
que esta discusión de resultados apunta a un nivel de interpretación de los hallazgos generales de la
investigación. Una descripción más detallada de lo encontrado por rango de edad se presenta en el
Capítulo 4 (Resultados del grupo de jóvenes 10 a 14 años de edad) y en el Capítulo 5 (Resultados del
grupo de jóvenes de 15 a 19 años de edad).
47
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
48
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
49
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Gráfico 5 Procedencia
50
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
En los/as jóvenes de ambos rangos de edad (10 a 14 años y 15 a 19), tanto en los hombres como en
las mujeres, se evidenció algo así como una dificultad para plantear imaginarios de futuro en la narra-
ción de sí mismos/as. No se trata de proponer que no ven futuro o que no imaginan nada para sí
51
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
mismos/as. Sin embargo, es importante señalar que las conversaciones resultaron un poco más
fluidas cuando se hablaba del presente. Así, cuando se les preguntó sobre cómo veían el futuro,
apareció un marcado escepticismo frente a cómo planearlo y una idea de que los obstáculos del
presente son tan infranqueables que es difícil alcanzar futuros en la lógica del progreso.
En este sentido, mientras que para algunos/as el futuro es algo que no se debe planear, para otros/as
imaginarse en unos años requiere un esfuerzo de abstracción de sus carencias y necesidades del
presente, que no logra hacerse en todos los relatos. Como expresaron estos/as dos jóvenes, su
futuro es un futuro embolatado:
Yo no puedo ver el futuro. Quiero ver, pero no sé si pueda pasar todos esos obstáculos para
llegar allá. No tengo nada definido ni a cinco ni a diez años… No me veo. (Grupo focal de
mujeres de 15 a 19 años de edad/La Nohora).
Cuando estaba en el grupo focal con los niños y se les hizo la pregunta de cómo ven ellos el
futuro, uno dijo que el futuro no hay que planearlo porque el futuro… ¡Qué tal planearlo! Yo
pienso que uno debe tener sueños y pararse en la realidad. (Grupo focal de líderes acompa-
ñantes de la investigación).
Es probable, entonces, que los discursos que proponen una vida que se planea, que asume acciones
secuenciales hacia un futuro en que el hoy mejora y se progresa resulten, por lo menos, ambiguos
para estos/as jóvenes. Conceptos como “proyecto de vida” pueden, entonces, no tener cabida aquí.
En cambio “soñar”, como noción que potencia la imaginación, la esperanza, la utopía de vida, tal vez
tendría más eco en los discursos juveniles en estos asentamientos.
En algunas ocasiones se expresa un discurso mesiánico respecto al futuro. El/la joven se ubica a sí
mismo/a casi como salvador/a en el contexto del futuro económico de su grupo familiar. Se imagina
transformando las penurias del grupo. La idea de “sacar adelante a la familia” (en particular a la mamá)
es recurrente en hombres y mujeres aunque con diferencias sutiles. “Tener cosas” es un imaginario
más fuerte en los hombres, mientras que “aliviar el sufrimiento” es una consecuencia más esperada
por aquellas mujeres que se autoasignan a futuro este rescate.
Entre las dos situaciones, las dificultades del presente y el fututo mejor, no se enuncia un proceso que
conduzca a tal fin. De nuevo, la carencia de certezas obstaculiza la utopía. Por ejemplo, en los relatos
de estos/as jóvenes se da un salto entre su hacer en el presente (estudiar, trabajar, etc.) y el ideal de
logro para ayudar a la familia:
Yo en diez años tengo 25 años y me gustaría ser psicólogo. Es algo que me apasiona, me parece
muy chévere. Me interesa también hacer planos [y] me fascinan los computadores… [Me
gustan] tres temas: la psicología, la arquitectura y la computación… Me gustaría, aunque no he
pensado si casarme o no, tener pareja a los 26 ó 27 años… A mí sí me gustaría tener hijos, tres
hijos… [También] quiero cumplirle el sueño a mi mamá de conocer el mar. Estoy muy agrade-
cido con mi mamá porque se ha esforzado por darme cosas. También [agradezco] a mi papá…
Es un hombre que todos los días se levanta y está pensando en sacarnos adelante y en vernos
convertidos en profesionales, en personas de bien, y creo que lo está haciendo muy bien, y
espero, cuando tenga mi trabajo, cuando esté bien, que ellos no trabajen y recompensarles…
Aunque sé que no es posible porque todo lo que han hecho es grato, sí [quiero] ayudarlos
52
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Se empieza a ser desplazado/a en un contexto cultural con dinámicas distintas a las del lugar de
origen. Un 64% del total de jóvenes encuestados/as reportó algún motivo de desplazamiento y,
específicamente, un 47% de todos/as los/as que respondieron la encuesta reportaron un origen
rural (provienen de un pueblo o vereda). Así, casi la mitad de la muestra habría enfrentado un cambio
de lo rural a lo urbano, con implicaciones como entrar en una lógica del consumo en que la posesión
del dinero es imperativa. En el campo era más viable el alimento porque se cultivaba o se hacía
trueque. En la ciudad, todo debe ser comprado. El poder adquisitivo marca aún más fuertemente las
diferencias de clase en la ciudad, lo que se siente más intensamente recién se llega:
Antes yo tenía una casa bonita, bacana, de dos pisos. En el campo se vivía chévere… [aunque]
se vivía con miedo… Antes tenía más libertad, antes tenía más ropa… Ahora [no tengo] casi
nada. Extraño todo: la papa, la yuca, el pescado. (Grupo focal de hombres de 10 a 14 años de
edad/La Nohora).
Respecto a la sexualidad, es evidente que los/as jóvenes rurales han aprendido sobre ella en contex-
tos donde se combinan creencias tradicionales con conocimientos “modernos” o “científicos” en
aspectos como el cuerpo, la pubertad, la reproducción, la gestación, la prevención del embarazo y
las ITS. Al entrar en contacto con jóvenes de la ciudad, sus concepciones se mezclan con las de
quienes han tenido mayor acceso a información por la influencia de medios como el Internet, los
videos, etc. Por ejemplo, mientras la mayoría de encuestados/as reporta conocimiento de métodos
como el condón (81,2%), también hay quienes refieren otras formas de anticoncepción (6,1%) del
corte de “tomar dos vasos de agua y orinar al terminar la relación sexual”, “utilizar el limón”, “utilizar
plantas de los indígenas”, etc.
El asentamiento también aloja a gentes de distintas regiones. Esta diversidad cultural es nueva para
los/as jóvenes, les confronta con sus costumbres y sus lógicas de vida. Al llegar, desconocen tanto a
su vecino como a lo que les rodea. Por lo tanto, su nuevo entorno, su presente, se vuelve amena-
zante. Nuevos peligros se ciernen sobre el sujeto:
Tenemos que ver que a un asentamiento llega mucha gente de diferentes partes, de diferentes
costumbres, de diferentes formas de ser… [Unos] llegan del campo y otros son delincuentes.
Es un ambiente de muchas costumbres y de muchas… perversiones... y por eso tienen más
riesgo los que están en desplazamiento. (Grupo focal de jóvenes líderes acompañantes de la
investigación).
53
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
La vida de estos/as jóvenes transcurre, así, entre un gran dinamismo cultural que incide en sus mane-
ras de ser y de existir. La juventud es, en el contexto de los asentamientos de La Reliquia y La
Nohora, una noción bastante relativa, que no siempre corresponde a definiciones que tienen que
ver con la edad. Por ejemplo, en el trabajo de campo se encontró dificultad para ubicar a jóvenes
entre los 15 y los 19 años porque la comunidad considera adultos/as a quienes a esta edad ya son
padres y madres. Por lo tanto, no se les refería para colaborar en este estudio.
Hay que destacar que ante las dificultades los/as jóvenes también desarrollan aspectos positivos en sí
mismos/as. Los/as acompañantes de la investigación son una clara muestra de cómo el interés por la
situación de otros/as jóvenes potencia una motivación de capacitarse y de buscar alternativas de
desarrollo personal. Más allá del interés individual de subsistir, se percibe en ellos/as una sensibilidad
por la situación de toda la comunidad.
Las maneras de ser hombre y mujer son claves en la situación de desplazamiento. Hay un contraste entre
esa mujer fuerte, que protege a sus hijos y se hace responsable del hogar en el presente, con la idea de
un hombre que, más bien, espera “sacar adelante a la familia” en el futuro y cuyo papel para la adapta-
ción en momentos de crisis es menos claro. Llama la atención que si bien en el imaginario se continúa
enfatizando el papel del hombre en lo público, en la búsqueda de ingreso fuera del hogar, en las descrip-
ciones de la cotidianidad estos/as jóvenes reconocen que son principalmente las mujeres quienes ga-
rantizan dichos ingresos. Así, desde su narrativa de protección, de garantía del alimento, de cuidado del
núcleo familiar, las mujeres ocupan un lugar central en la reconfiguración del tejido comunitario.
El cuerpo como experiencia y percepción de sí (corporalidad) conecta al sujeto con el goce. Sin
embargo, esos cambios no son simplemente biología. Se expresan en cuerpos inmersos en contex-
tos y miradas culturales específicas. Por ejemplo, aunque para la mayoría de estos/as jóvenes el
autoerotismo representa una forma de sentir placer (21%) y/o algo que no produce daño (24%), su
práctica sigue siendo esencialmente concebida para los hombres. Según los/as muchachos/as, la
masturbación obedece a la naturaleza instintiva del hombre, a una mayor necesidad erótica. Es
conveniente porque evita que su deseo se salga de control y, por ejemplo, dé paso a la violación. Sin
embargo, en exceso, o efectuada precozmente, se convierte en un problema psicológico y puede
generar desgaste del propio cuerpo:
[Sobre la masturbación]… hay varios puntos de vista: es liberar las energías del hombre. No es
mala porque ayuda a que no haya tantas violaciones y otro tipo de perversiones. Es malo en el
nivel corporal [practicarla] todos los días porque… se pierde mucha energía y se va desgastan-
do la persona. (Una mujer del grupo focal de jóvenes acompañantes de la investigación).
54
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Los muchachos, incluso, consideran nociva la masturbación en las mujeres porque despierta deseos
que, en su concepto, se circunscriben a la relación de pareja o porque para ellas constituiría un
mayor daño orgánico en sus genitales, en tanto se supone que su práctica siempre ocurre con un
objeto que sustituye el pene:
Uno piensa, ¿será que la mujer no se hace daño con un objeto de esos? De pronto se infecta…
Yo he escuchado que la masturbación es más peligrosa en la mujer que en el hombre. Tiene
más riesgos o [puede producir] alguna enfermedad por la mugre en las uñas. Es peligrosísima.
(Un hombre del grupo focal de jóvenes acompañantes de la investigación).
Como puede observarse, se sigue manteniendo una perspectiva represiva hacia el placer sexual de
la mujer. Esto también se refleja en el desconocimiento de la anatomía y la fisiología de los órganos
sexuales femeninos.
Hay jóvenes que se van a esos grupos [los grupos armados]… porque no hay salida… Siempre
hay salida, pero ellos como que están frustrados, se sienten tan frustrados que la única salida
para ellos es esa... (Grupo focal de hombres de 13 a 19 años de edad/La Nohora).
...¿Cómo ves tu futuro? [Pregunta la investigadora]. [El joven responde] Malo por los militares,
por la guerra por todos lados, por los paras, por la delincuencia común… No falta el que anda
invitando [a pertenecer a estos grupos]. (Grupo focal de hombres de 10 a 14 años de edad/La
Nohora).
Eso se hace [con] discreción… Primero, se hace un proceso para entrar a la guerrilla o a las
autodefensas… Los van observando y utilizan a jóvenes de la misma edad para el enganche.
(Grupo focal de mujeres de 10 a 14 años de edad/La Nohora).
Por su parte, las chicas sienten que se les vigila más en sus familias, se les limita más su autonomía para
salir, pues en el asentamiento está presente el fantasma de la violación, la posibilidad de ser abusadas
si están hasta altas horas de la noche fuera de la casa o si transitan por ciertos sitios:
¿Ustedes conocen casos de abuso sexual, no en la TV, sino de primos, hermanos, hermanas?
[Pregunta la investigadora]. [Responde el joven] Sí, en la calle del amor. ¿Qué es la calle del
amor? [Pregunta la investigadora] [Responde el joven] Es una calle en la que violaban muchas
veces... (Grupo focal de hombres de 10 a 14 años de edad/La Nohora).
Aquí en La Nohora no nos dejan salir de noche porque un día iban a violar a una niña… El otro
día a una niña la iban a violar y mataron al violador y nadie dijo nada. Todos sabían quién había
sido, pero todo se tapa. (Grupo focal de mujeres de 10 a 14 años de edad/La Nohora).
55
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Llama la atención que si bien desde la información cuantitativa, la violación53 como dato fáctico es
muy poco reportada (21 personas de 543, esto es, el 4%), en la exploración cuantitativa constituye
un hecho al que se alude frecuentemente. Aunque el 4% del total reporta haber sido obligado/a a
tener relaciones sexuales, en el imaginario la frecuencia no importa. Lo que trasciende es el hecho
mismo, la amenaza que representa para el sujeto, el miedo que rodea a las jóvenes e, incluso, se
extiende a los muchachos. En este sentido, hay que tener en cuenta que “la violencia sexual la
constituyen un sin número de actos que atentan contra la dignidad y libertad de una persona median-
te el uso de la fuerza y el atropello a la soberanía corporal logrando humillar y degradar”54.
La ausencia de un dato alto de violación (como hecho penetrativo) no obvia la presencia del abuso
sexual55. Cerca de 31% de estos/as jóvenes ha recibido de otra persona caricias que le incomodan y
al 20% alguien más adulto le ha mostrado sus genitales. El abuso en el contexto familiar se confirma
para un 8%, el cual reporta que alguna vez han intentado desnudarle y/o tocarle sus genitales a la
fuerza.
Si bien los datos cuantitativos reportan cercanía de los porcentajes en violación para ambos sexos,
ese temor está culturalmente más extendido en las mujeres. En cambio, el abuso es un poco más
alto para los hombres del rango de 15 a 19 años (por ejemplo acariciarlos y/o mostrarles los genitales),
lo que se correlaciona con que en los grupos focales el abuso es referido también por los hombres,
particularmente entre pares y en el contexto institucional. Son los chicos mayores quienes seducen
o acosan a otros más pequeños que, incluso, no perciben esto como agresión. Es algo así como
parte de la educación sexual que se recibe de otros “que saben más”.
Ambos sexos perciben en la agresión sexual una invasión a la corporalidad del sujeto, a la autonomía
respecto a sus experiencias sexuales. Sin embargo, trae consecuencias diferentes por género. Por
ejemplo, la agresión sexual con penetración puede dejar la huella reproductiva en el cuerpo femeni-
no, mientras en los muchachos arremete contra la construcción de su virilidad y los aboca al fantasma
de la homosexualidad. Frente al hecho, la consecuencia temida es, entonces, de órdenes diferentes.
En ambos rangos de edad, pero sobre todo en el rango de los 15 a los 19 años, cuando se reporta
abuso sexual (sin penetración) se plantea que proviene de personas cercanas. En este caso, son
importantes los pares, los amigos y los familiares. Como ya se ha confirmado suficientemente en
otros estudios, el abuso sexual no suele provenir de alguien desconocido. Se tipifica, principalmente,
en personas con vínculos cercanos.
53 De acuerdo con Maggie Escartín, “la violación se puede definir como un acto violento, premeditado e intencionado mediante
el cual un niño o una niña son forzados (no existe consentimiento), al acto sexual, en contra de su voluntad. Dependiendo de
la legislación del país, la violación incluye el acto o intento del acto de penetración vaginal, anal u oral.” Las preguntas sobre este
tema y el análisis de las mismas se hicieron tendiendo en cuenta esta conceptualización. En: Abuso sexual hacia los niños y las
niñas: preguntas y respuestas. Asociación Afecto contra el Maltrato Infantil. Bogotá, 2003. Pág. 13.
54 Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Asociación Nacional de Enfermeras de Colombia/ Seccional Antioquia
(ANEC). Lecturas de silencios. Bogotá, 2002.
55 En el marco de esta investigación se retoma la definición de Maggie Escartín sobre abuso sexual: “El abuso sexual hacia los
niños y las niñas ocurre cuando un adulto o una persona físicamente superior a un niño o a una niña abusa del poder o
autoridad que tiene sobre él o ella y/o se aprovecha de la confianza y “respeto” para hacerles participar en actividades sexuales.
El abuso no se limita solamente a la penetración vaginal o anal, también incluye… exhibicionismo, comentarios sexuales
verbales, comportamientos y comentarios provocativos, observaciones pornográficas, caricias y besos inapropiados, felación,
cunilingüismo…”. En: Abuso sexual hacia los niños y las niñas: preguntas y respuestas. Asociación Afecto contra el Maltrato
Infantil. Bogotá, 2003. Pág. 11.
56
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Vale la pena resaltar que se les preguntó a los/as jóvenes si ellos/as alguna vez habían obligado a
alguien a tener relaciones sexuales. El 3,5% contestó afirmativamente (la proporción fue un poco
más alta en el grupo de edad de los 10 a los 14 años y en los hombres). Cabe preguntarse, entonces,
si el abuso y la presión entre pares es un factor que media en el inicio de las experiencias sexuales de
algunos de estos/as jóvenes.
En cuanto a las relaciones sexuales (entendidas como prácticas genitales con otro/a), un 35% del
total encuestado reporta haberlas tenido ya. La edad de inicio se concentra en los 12 años para el
rango de 10 a 14 años de edad y en los 15 para el grupo entre los 15 y los 19 años. Llama la atención
un 12,7% que dice haber iniciado sus relaciones sexuales antes de los 10 años, lo que no siempre es
interpretado por ellos como abuso o violación. La edad de inicio contrasta con la creencia de que la
edad ideal para iniciar debería estar cerca a los 18 años. Hay, así, una tensión entre el deber ser, el
momento cronológico legitimado para las relaciones y la práctica cotidiana de las mismas. La mayoría
de edad representa un momento simbólico que supuestamente da permiso para la decisión y el
ejercicio autónomo de las prácticas sexuales, aunque no se tengan condiciones materiales que posi-
biliten esta autonomía en otros aspectos de la vida de la persona.
El hecho de que se inicien las relaciones sexuales no implica que, necesariamente, se continúe te-
niéndolas en forma permanente. En la encuesta, de quienes ya habían tenido alguna vez relaciones
(35%), menos de la mitad las había tenido en los últimos tres meses. En éstos/as, la frecuencia para
un 39% es de una vez al mes, aunque hay un 26% que tiene más de cuatro relaciones en el mismo
periodo. Sin embargo, la actividad sexual aumenta con la edad. En todo caso, las relaciones sexuales
se dan principalmente sólo con una pareja (64% del total), que para la mayoría es alguien con quien
hay un vínculo de amistad (38%) o de noviazgo (52%).
Esto permite concluir que si bien estos/as jóvenes están empezando a tener relaciones sexuales a
edades tempranas, no están cambiando de pareja con una frecuencia tan alta como generalmente
refiere el imaginario adultocéntrico. Por lo demás, aunque no todos continúan teniendo relaciones
sexuales, sí hay un grupo importante que las sostiene frecuentemente.
Tanto en las relaciones sexuales en pareja como en la masturbación, hay un común denominador
dado por el contexto: la ausencia de privacidad en la experiencia. Imaginemos por un momento las
condiciones de vivienda de los asentamientos. Lo común es la precaria construcción, sobre todo en
los cambuches de los/as desplazados/as que, en su mayoría, tienen paredes de plástico y piso de
tierra. En La Reliquia el agua se saca de pozos (aljibes) y el baño es frecuentemente una empalizada
que deja el cuerpo bastante a la vista. En los asentamientos hay hacinamiento: en el mismo espacio se
acomodan varias camas para todos los miembros de la familia. ¿Cómo es, entonces, posible pensar
en experiencias de autoerotismo tranquilas con respecto a la mirada del otro/a? ¿Cómo se potencia
un sentimiento de conexión consigo mismo/a, de exploración, de intimidad, cuando el contexto no
deja espacios para estar a solas? ¿Cómo se ejerce el derecho a la intimidad?
La experiencia sexual de estos/as jóvenes entra, así, en el escenario público. Por ejemplo, las relacio-
nes sexuales ocurren en espacios como los parques, los potreros, las cuevas y el caño del río y, casi
siempre, tienen lugar en horas de la noche. En muy pocas ocasiones tienen lugar en sus viviendas,
pues debe haber la coincidencia, poco probable, de que estén solos/as. La sexualidad se vive casi en
un panorama de clandestinidad:
57
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Una amiga me dijo que cuando sale de la discoteca se desaparece una hora y va al parque
infantil, a las siete de la noche y a las dos de la mañana, cuando está oscuro…[También tienen
relaciones sexuales] en los pozos, pero eso es muy sucio. [Mi amiga] me dijo que le gusta
hacerlo en el agua…”. (Mujeres del grupo focal de mujeres de 10 a 14 años de edad/La Nohora).
Yo también opino que las personas [se refiere a los hombres] que hacen eso es por decepcio-
nes... en la relación hombre/mujer... Hay una necesidad de que esas personas se enrolen en su
camino porque no [es]... lo que la naturaleza les dio para que fueran y manejaran su sexuali-
dad... En el nivel psicológico se han distorsionado. Lo biológico no permite y lo psicológico sí.
Lo biológico no permite tener hijos, el placer sí lo sienten. (Grupo focal de líderes acompañan-
tes de la investigación).
Ustedes hablaban hace un momento de gay... ¿Qué significa ser gay? [Pregunta la investigado-
ra]... [Responden los jóvenes] Un hombre que no le gusta el sexo de él, que se cree mujer...
Un hombre marica... Los hombres que les gusta vestirse como mujeres, pero que siguen
siendo hombres... No les gustan las mujeres... Son más femeninos... Tienen más hormonas e
intentan cambiar su sexo... Les da pena ser un hombre... (Hombres del grupo focal de hom-
bres de 10 a 14 años de edad/La Nohora).
Por su parte, la homosexualidad femenina es casi invisible. Sólo se menciona como parte del guión
pornográfico en películas para hombres o como práctica que se asume cuando una mujer excede
sus contactos con otra con la que media una cercanía:
Yo tuve una amiga chévere que iba a mi casa, se metía a mi cama, recochábamos... Yo andaba
mucho con ella. Ella se masturbaba…conmigo. No sabía que ella era... pero todos lo decían...
“Es arepera” y a mí también me decían: “¿Es que usted ya se volvió arepera?” Hasta que yo
pensé... Es que yo no sabía... (Grupo focal de mujeres de 10 a 14 años de edad/La Nohora).
Así, rápidamente los/as jóvenes aprenden sobre la orientación sexual y empiezan a no aceptar el
derecho a la diferencia y a la libertad que toda persona tiene de elegir su compañero/a, a expresar
sus sentimientos, su afecto y su erotismo.
58
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Las ITS se mencionan frecuentemente en los grupos focales como un riesgo probable en las relacio-
nes sexuales. Sin embargo, el conocimiento sobre las mismas no es alto. Sólo el 34% del total
encuestado precisa que las ITS son enfermedades que se transmiten en el acto sexual. 24% las
atribuye a contacto con prostitutas y 28% responde no saber qué son. Así, las ITS se continúan
asociando a grupos a los que se considera riesgosos. Esto, sumado al alto porcentaje que no las
conoce, aumenta la posibilidad de adquirirlas.
Si bien no todos/as los/as jóvenes conocen las ITS por sus nombres médicos, sí hay un adecuado
reconocimiento de los síntomas. Así, la mitad identifica como síntomas de ITS la dificultad y el dolor
al orinar (52,5%), seguidos por el flujo vaginal (45%) y la inflamación en los órganos genitales (41%).
Un 17% reporta no saber nada al respecto de los síntomas de ITS.
El VIH/SIDA ocupa un lugar importante en los riesgos que los/as jóvenes del estudio asocian a las
prácticas sexuales (para el 13,4% es el tema de la sexualidad que más los inquieta). Esta infección es
casi un sinónimo de muerte, una amenaza a la vida, que proviene de las propias acciones.
El estudio indagó sobre el conocimiento de las formas de adquirir el virus. Las respuestas se pueden
agrupar en varias categorías: las que subyacen a prácticas sexuales no protegidas con condón, las que
tienen que ver con uso de agujas de inyectar, las que se asocian a la transfusión y donación de sangre,
y algunas que se asocian a otras creencias.
Con respecto a las prácticas sexuales no protegidas, el riesgo que se percibe mayoritariamente son
las relaciones con el/la novio/a sin utilizar condón (76% del total). En el discurso aparece un deber
ser en cuanto a la protección, inclusive dentro de una relación de noviazgo, lo que podría considerar-
se una ganancia en términos de autocuidado, pero que no necesariamente se correlaciona con el
uso del condón en la pareja heterosexual.
Las relaciones sexuales entre hombres sin utilizar condón son percibidas como una posibilidad alta de
adquirir la infección (63%). Esta percepción no se hace evidente si las relaciones no protegidas son
entre mujeres (39%). Es probable que el imaginario ubique el riesgo sólo en las prácticas que impli-
can la introducción del pene, lo que exacerba la homofobia y muestra ignorancia en cuanto a la
posibilidad de transmisión del virus entre mujeres.
Compartir agujas de inyectar se ubica en el segundo lugar (74%), junto a los tatuajes (61%), como una
práctica riesgosa a la hora de adquirir el VIH/SIDA. Ambos constituyen una percepción de riesgo
configurado en torno a elementos punzantes. Es claro que la mayoría de estas/os jóvenes saben que
59
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
el riesgo tiene que ver con compartir agujas, pero el temor se sigue sintiendo aún cuando se garantizan
medidas asépticas. Es así como la confianza es muy baja en lo que se refiere a la donación y transfusión
de sangre, pues ambos son considerados riesgos potenciales de infección (58% en los dos casos).
Finalmente, estos/as jóvenes reportan tener creencias como que el virus lo transmiten los mosquitos
(64%), se contagia en baños públicos (45%) y se puede adquirir por besar a otro/a en la boca (30%).
Esto podría ser resultado de intervenciones que, si bien han presentado la información, no han
profundizado en los sentidos con que se recibe la misma.
Queda por describir la noción de rechazo de la pareja como riesgo expresado, básicamente por los
hombres, en el componente cualitativo de esta investigación. El rechazo es entendido en dos senti-
dos: como negativa de una chica para acceder al vínculo afectivo y/o sexual o como engaño de ella
(con otro) respecto a un vínculo de pareja establecido. En ambos casos, la construcción masculina se
ve amenazada. Como hombres, esperan liderar la iniciativa erótica y amorosa por lo que un “no”
resulta amenazante para el ego conquistador. El engaño de la mujer (como una arista del rechazo al
hombre) pone en entredicho cierto sentido del “honor” masculino. La traición lo deja ante otros (la
mirada pública) como un “tonto”, un “débil de carácter”, un “incapaz de satisfacer a la mujer”, y/o un
“sometido” a ella.
Aunque tanto los hombres como las mujeres valoran altamente la fidelidad como factor distintivo del
desarrollo personal (por ejemplo como rasgo de madurez), se la considera menos probable en los
hombres, dado su “instinto más incontrolable”. Por lo tanto, los/as jóvenes (sobre todo en el rango
de edad entre los 15 y los 19 años) reclaman un vínculo (noviazgo) monogámico en “sus” mujeres,
pero no en ellos mismos. En contraste, la virginidad como ideario de lo femenino no surgió en
ninguno de los grupos focales.
El uso de MAC es muy bajo en la primera relación sexual. Posteriormente se centra en el condón,
que es el más conocido (81% del total) y al que, como jóvenes, consideran más apropiado. Sin
embargo, conocerlo no significa utilizarlo. Por ejemplo, de quienes tuvieron relaciones sexuales en el
último trimestre, el 58% utilizó el preservativo (un 20% no usó ningún método anticonceptivo).
60
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
El énfasis en el condón contrasta con un menor conocimiento de otros métodos. Por ejemplo, 53%
de los/as jóvenes desconoce las píldoras anticonceptivas, 65% ignora las tabletas vaginales y cerca de
77% no sabe del dispositivo intrauterino ni de la anticoncepción de emergencia. Se presenta, así, una
doble situación: por una parte, la condonización de las relaciones sexuales deja de lado el conoci-
miento de otros métodos también útiles para la prevención del embarazo y, por otra, se
sobredimensiona un método en cuya utilización se interponen muchas barreras de tipo cultural.
Desde lo cualitativo se destacan cuatro aspectos respecto al uso del condón. En primer lugar, éste se
constituye casi en un elemento emblemático de la masculinidad del joven que lo porta. Así no llegue
a utilizarlo, cargarlo le da estatus de hombre en ejercicio de su capacidad de penetrar a la mujer. En
segundo lugar, el uso de condón aparece asociado a la actividad sexual con alguien a quien se desco-
noce. Así, se utiliza con quien no se espera establecer un vínculo duradero o con aquel chico o chica
con quien apenas se ha empezado una relación. Una vez ésta avanza, cuando “ya se tiene más
confianza”, se deja de usar y se remplaza por métodos como el coito interrumpido. En tercer lugar,
el acceso al condón está cotidianamente estigmatizado y representa para un/a joven un costo econó-
mico en un contexto en el que tal vez otras necesidades son más apremiantes. El grupo de investiga-
dores pasó por la anécdota de comprar preservativos en una droguería de uno de los asentamientos.
Ante la pregunta de una de las chicas líderes acompañante de la investigación sobre si se vendían
condones, el dependiente la miró extrañado y preguntó: “¿Para qué los quiere?”. En cuarto lugar,
cabe la pregunta de si en las circunstancias en las que se tienen las relaciones sexuales en estos
asentamientos la lógica de uso del condón es viable. Si hay poca privacidad para las experiencias
sexuales de los/as jóvenes, si, como ya se anotó, esto les aboca hacia escenarios públicos, en lo
oscuro, lo clandestino, lejos de la mirada de los/as otros/as, los riesgos que se perciben ¿serán
suficiente motivación para plantear el uso del condón?
El porcentaje de aborto también es bajo en el total encuestado (sólo dos personas lo reportaron). Sin
embargo, esto no obvia que sea severamente sancionado en el contexto cultural de estos/as jóve-
nes, donde se entiende, básicamente, como un atentado a la vida y como un fracaso de la capacidad
materna de las mujeres.
En el estudio se realizó un grupo focal específico con mujeres jóvenes que ya tenían un/a hijo/a.
Aunque también se planteó la participación de padres jóvenes en dicho grupo, vale la pena anotar
que no fue posible concretar a ninguno para la hora acordada: los padres estaban fuera de la casa y/
o trabajando, lo que obviamente refleja que, en últimas, el cuidado y la crianza de los/as hijos/as sigue
siendo parte del guión de la mujer (el 65% confirma esto en la encuesta).
Si bien la maternidad constituye un hecho que irrumpe abruptamente en la biografía de una joven y
entra a sumarse a los obstáculos presentes que le dificultan imaginar el futuro, al mismo tiempo se
61
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
asume como un motor para la vida. La crianza del/a hijo/a se percibe como un aliciente para logros
personales para los que se considera que antes no había la fuerza necesaria. Así mismo, la materni-
dad entra en el juego de la feminidad hegemónica esperada en el entorno. Así, el embarazo, aunque
no deseado, reafirma la condición femenina y se vincula a un ideal de realización personal como
mujer. Es algo así como la confirmación para sí misma y para otros/as de que la que tiene hijos/as es
muy femenina y cumple el papel que se le ha otorgado en forma natural como parte de la condición
irredimible de ser mujer.
Si el maternar es naturalizado como condición inherente al sexo, es comprensible que las jóvenes
asuman roles de crianza de bebés desde muy chicas, por ejemplo de sus propios hermanos/as
menores. Entonces, cuando llega el propio hijo/a, su cuidado se asume como continuidad del guión
de género que ya se venía asumiendo e internalizando:
La parte positiva de [tener hijos/as siendo joven se relaciona con experiencias que yo había
tenido previamente]...Yo tenía mi sobrina, yo he trabajado con niños, cuidé una niña de un
añito y me pagaban por cuidarla... Lo malo es que [cuando uno tiene un hijo], la vida no es
como antes. Ya no puede salir y tampoco puede trabajar... Le puede salir un trabajo, pero uno
no puede… pues por la niña... A mí no me gusta tenerla con cualquier persona. [No me gusta
que esté] sola no estando yo... Cuando yo me voy, ella se queda con mi mamá, o con el papá
de ella, o con mi suegra, o con mi hermana... El problema es que todos trabajan y ahí ¿como
voy a hacer? A uno le da miedo, le da susto dejarla con cualquier persona. (Grupo focal de
jóvenes madres/La Reliquia).
Probablemente por esto, aunque los padres y las madres de estas jóvenes temen profundamente
un embarazo de sus hijas (“que llegue con la barriga llena de huesitos”) terminan por aceptar y asumir
el hecho, sin que resulte tan dramático como las mismas chicas esperaban.
La presencia del hombre como compañero amoroso, como dador del apellido y como proveedor
económico, es muy fuertemente reclamada en este grupo. Su ausencia rompe el ideal de familia,
implica un vacío en ese núcleo familiar que se funda. Sin embargo, su aporte como cuidador, protec-
tor del/a hijo/a y acompañante en el proceso de crianza se minimiza. De esto, ella es capaz de
encargarse sola. Para el paternaje, entendido como contacto cotidiano con el/la hijo/a, “no hace falta
un hombre en la casa”.
...Desde el momento que supe que quedé en embarazo, me puse contenta, me pareció
chévere. No fue un sentimiento... tenaz de que me van a echar de la casa. No, yo sabía que
contaba con el respaldo de la casa. Además, estaba trabajando. Podía costearme las cosas... El
papá me dijo: “¿Qué piensas hacer?” Yo le dije: “Pues nada, tenerlo” y se cortó la relación
apenas se dio cuenta de eso... [No vino] a conocer al niño hasta [que tenía] seis meses de edad.
En la actualidad, mi hijo tiene 18 años. Se habla con el papá como cada quince días. Él lo
reconoció y le dio el apellido... cuando [el niño] tenía siete años... Después de los ocho años,
empezó a ir [a verlo] cada quince días y [tenemos] una buena relación... aunque no hay nada
de pareja. (Grupo focal de jóvenes madres/La Reliquia).
En general, el discurso de estas jóvenes está marcado por una idealización de la maternidad. Pese a
los mensajes reiterativos que solicitan aplazar la experiencia hasta la adultez, la construcción de mu-
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DISCUSIÓN DE RESULTADOS
jer, la feminidad legitimada en su contexto, pareciera avalar el embarazo precoz. Ser madre las realiza
como mujeres, les implica seguir ejerciendo la labor de crianza que ya han venido llevando a cabo,
les sirve para confrontar al compañero respecto al vínculo amoroso e, incluso, les proporciona la
experiencia de ver a su progenie crecer con la ventaja de la juventud:
...Entonces, la parte linda es... que uno tiene los niños joven y uno los ve crecer. Pero una parte
dificultosa [es que uno] queda como mal con las expectativas de la familia, frustra algunas de las
cosas que quería hacer. (Grupo focal de jóvenes madres/La Reliquia).
Los discursos amorosos permean las distintas prácticas sexuales, desde la masturbación hasta el
embarazo. El erotismo y el afecto no se entienden de manera igual. Su comprensión varía de acuer-
do con la concepción de género que se esté movilizando. Por lo tanto, más allá de afirmar que hay
lógicas machistas instaladas tanto en las jóvenes como en los muchachos, el estudio propone la
presencia de tensiones entre los valores que tradicionalmente se atribuían a los géneros y los nuevos
valores que están surgiendo. Así, encontramos infravaloración de la condición femenina o diferente
(hacia la mujer y los homosexuales) y subordinación al espacio doméstico, simultáneamente a una
cierta emergencia del liderazgo de ellas en la comunidad (por ejemplo en el contexto escolar).
Frente al inicio de las relaciones sexuales, hay en ambos géneros una idea iniciática hacia una dimen-
sión que suponen transformará sus narrativas personales: “Después de tener sexo uno no es el
mismo”, dice un joven. Tanto los hombres como las mujeres presuponen una condición romántica
en esa primera experiencia, al punto de ser la principal razón que reportan quienes ya han tenido una
relación sexual (35,6%). Así, la experiencia genital con otro/a se circunscribe, por lo menos al inicio,
en un ideal amoroso. La experiencia no se da con cualquiera, con un desconocido/a. Se requiere un
vínculo para el inicio de este tipo de relación, ya sea de amistad o de noviazgo. Este vínculo se
inscribe en juegos culturales de manipulación, chantaje efectivo, etc. Por amor, se valida todo:
Uno tiene un novio y la otra quiere conquistarlo. Entonces, uno se lo da para que no la deje...
Si la novia no se lo acuesta, entonces yo me lo acuesto, pero le tengo que ganar la apuesta.
(Mujer del grupo focal de jóvenes de 10 a 14 años de edad).
63
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Si bien tanto los hombres como las mujeres reportan motivarse a tener la primera relación sexual
principalmente por amor, los hombres lo hacen por curiosidad y por deseo en una proporción mayor
que las mujeres. La primera vez es fundamental para la afirmación de su masculinidad. Es una expe-
riencia en la que “se hacen hombres”. Para las mujeres, la experiencia es más bien reafirmante de su
capacidad de seducir y constituye un espejo en el que se espera ver reflejado un ideal amoroso.
...Y entonces de una vez se la va a llevar a la cama... Las cosas tampoco son así. Si él la quiere,
que la sepa esperar hasta que llegue el momento... Respetarse es que se espere a que se
conozcan más. (Grupo focal con jóvenes madres/La Reliquia).
Este requerimiento contrasta con la escisión que muy fuertemente expresan algunos hombres (so-
bre todo los del grupo de edad de 10 a 14 años) en la interacción con las mujeres. Separan la mujer
como objeto de deseo de la mujer como compañera afectiva. En el primer caso, se valora más el
cuerpo y la posibilidad de la relación sexual. En el segundo, se busca el soporte afectivo. Ambos tipos
de relación con una mujer ejercen un rol importante en su presentación como hombre público. La
mujer como objeto de deseo habla a otros de su propia virilidad, de su práctica sexual. La mujer,
como objeto de afecto, es emblema de su posibilidad de ser “responsable”, de su capacidad para
establecer pareja amorosa:
Hay dos tipos de mujer: la mujer para la vida y [la mujer para el] placer. La del placer es [aquella
de] la que a uno le gusta [el] cuerpo, pero no [las] actitudes, ni [la] forma de expresarse. A veces
a uno le da pena andar con ella, pero a uno le gusta…para el placer. [La mujer] para la vida, es
aquella que voy a aceptar como es... Acepto cómo habla, cómo se comporta. A la persona para
la vida, ya uno empieza a darle cariño... (Grupo focal de hombres de 13 a 19 años de edad).
Es así como tenemos mujeres jóvenes que demandan respeto por sus sentimientos, su cuerpo y su
decisión de asumir o no relaciones sexuales, en contraste con hombres jóvenes que desean a unas,
pero se comprometen amorosamente con otras. Tal vez este contraste puede llamarse un discurso
amoroso del desencuentro.
Fue en el discurso sobre el amor y en el rol de la mujer como esposa donde se evidenció una tensión
más grande en lo que se refiere a la construcción de géneros. Varios jóvenes (tanto hombres como
mujeres) plantearon perspectivas en las que se les asignaba a ellas el mundo doméstico, en relación
con la pareja, la casa y la crianza de los hijos, como labores de su naturaleza femenina. Sin embargo,
ante estas posiciones, en el grupo focal siempre emergieron voces en contra que demandaban un
papel más preponderante en lo público y que visibilizaban un rol protagónico de las mujeres en la
acomodación durante el desplazamiento, en la identificación de necesidades de la comunidad y en la
64
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
provisión del sustento para la familia. Esta discusión probablemente refleja una tensión presente en la
cotidianidad, un resquebrajamiento de lógicas patriarcales y machistas que, sin embargo, aún son
predominantes en el contexto.
En cuanto a la salud, se encontró una dificultad de acceso al servicio, que se agrava por la condición
de juventud, en tanto ellos/as dependen de la afiliación de un adulto/a y carecen de ofertas de salud
especializadas (para jóvenes y en temas de sexualidad).
No se identificaron Centros de Salud en la zona, situación que, según algunos de los informantes
clave, se debe a que los asentamientos no son legales, por lo que no es fácil que el gobierno los dote
con la infraestructura local pertinente. Esto contrasta con cierta actividad puntual de varias ARS (Ad-
ministradoras del Régimen Subsidiado), que en algún momento promovieron la afiliación y atención
de personas en desplazamiento, pero cuya presencia no fue referida en el momento en que se
realizó el estudio. Entre la población estudiada hay confusión en cuanto a las posibilidades de afilia-
ción. Si bien la situación de desplazamiento se torna muy fuertemente en identidad de desplazado/a,
no garantiza la atención. Además, en un mismo asentamiento coexisten personas en situación de
desplazamiento con otras que no lo están.
Otro aspecto que se observa en el ámbito de salud, es que si el malestar de la persona no compro-
mete su vida o si ya pasó el tiempo institucional que tipifica la emergencia, es probable que la aten-
ción se dificulte. Así, la lógica de permanencia, de quedarse en Villavicencio, entra en choque con el
discurso institucional de atención como “temporal”56. Como ya se ha reiterado en este estudio, la
situación de crisis tiende a volverse permanente y el desplazamiento se torna en pobreza. Por eso, la
razón de que un 77% del total encuestado no haya consultado en el último trimestre podría no ser
simplemente que no lo necesita, sino que tal vez está en el limbo en el contexto de la lógica institu-
56 El Estado da una respuesta de “emergencia” por noventa días a la población que se certifica como desplazada y que permite
que obtengan atención en salud.
65
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
cional. De los que consultan en sexualidad, el principal motivo tiene que ver con inquietudes por su
crecimiento (11,6%).
En cuanto a la educación, aunque hay un alto porcentaje escolarizado (85% del total), la mayoría
sólo llega al octavo grado. A medida que aumenta la edad, hay menos vinculación a la escuela, de
manera que muy pocos terminan el undécimo grado (2,2 % del total). Así mismo, se observa un alto
índice de extraedad, es decir, de jóvenes que están en un muy bajo grado escolar de acuerdo con su
edad cronológica.
Además de que hay distancias espaciales grandes para el acceso a la escuela (especialmente en La
Reliquia), las propuestas educativas carecen de un componente fuerte en el tema de sexualidad. Al
respecto, se realizó un grupo focal con docentes de los dos asentamientos. Es este grupo focal se
destacaron seis aspectos esenciales: 1. Hay temor en los/as docentes frente a las prácticas sexuales
de sus estudiantes, 2. Se perciben poco preparados/as para afrontar dichas experiencias, 3. Se hace
una lectura de la sexualidad enfocada a las problemáticas, 4. En especial, les preocupa el abuso sexual
y el inicio de las relaciones sexuales con su correlato de embarazo precoz, 5. Aunque expresan
compromiso por la situación de los/as jóvenes, se sienten solos/as frente al tema, y 6. Los proyectos
de educación sexual son fragmentados y no convocan a toda la comunidad educativa
Si bien los/as docentes reclaman una formación en que más allá de la conceptualización sobre la
sexualidad se les brinden elementos y herramientas para apoyarlos/as en las situaciones de sus estu-
diantes, se evidencian acciones pedagógicas orientadas a que los niños y niñas pongan límites frente
a los adultos como mecanismo de autoprotección y a generar la empatía suficiente para que hablen
de las dificultades que les aquejan. A los/as docentes les inquieta lo que los/as jóvenes vivencian en
sus casas y en los escenarios en los que trabajan, pero también lo que pueden experimentar en el
contexto escolar. El colegio también puede ser un sitio de riesgo:
Una compañera trabaja en el otro internado... Me dijo que hay un niño que le contó que allá lo
habían violado y que por eso se había salido del internado: porque un niño mayor lo había
violado...
Un niño nuevo llegó el año pasado a clase y, entonces, empecé a preguntarle por qué no había
dormido. “Yo tengo mucho sueño porque anoche no dormí”. “Y ¿por qué no durmió?” “Por-
que me decían que si me dormía me llevaban en la mala”. “¿Y qué es la mala?” “Pues que me
violaban... Entonces, yo me cuidaba y me arrinconé contra la pared”. (Docentes del grupo focal
de docentes/La Reliquia)
Aquí, los/as docentes expresan una diferencia entre la institución escolar en la que un joven vive (habita
y duerme) y el colegio regular al que sólo asiste durante una jornada. Por ejemplo, perciben que el
abuso sexual (descrito como “acoso y caricias”) es más probable si los/as jóvenes están internados/as.
Entre los muchachos, el acoso y las caricias incluso parecerían ser una práctica frecuente de socializa-
ción entre pares, con lo que la experiencia de abuso de los más grandes hacia los pequeños y/o los
recién llegados no siempre es percibida por estos dos últimos grupos como un acto de agresión.
A los/as docentes también les preocupa el papel de los medios de comunicación en la formación de
la sexualidad, en especial el de la televisión. Identifican plenamente la construcción sociocultural del
cuerpo, la influencia del entorno en la experiencia corporal:
66
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Hay que trabajar en las maneras cómo ellos entienden el cuerpo, en si se sienten bonitos o feos,
en lo que dan de valor a eso. ¿Y cómo se cuidan los muchachos y las muchachas? Yo noto que
medio se cuidan, pero que algunas se embarazan. Me parece que es algo [que tiene que ver] más
como con ellas mismas... [con] como se sienten. (Grupo focal de docentes/La Reliquia).
Por lo tanto, el cuerpo juvenil en el contexto escolar es un aspecto que amerita investigaciones a
profundidad y reflexiones en los procesos de capacitación que se desarrollan con estos/as docentes.
Es clave abordar posibles pautas de condicionamiento y disciplinamiento del cuerpo que se estén
dando en espacios del aula, en contraste con lo que sucede con el cuerpo en espacios informales. A
los/as docentes que participaron en el grupo focal, les preocupa el cuerpo durante el recreo, pues allí
hay más movimiento, más juego y una más alta posibilidad de aproximación erótica. Ante estos
hechos, los/as docentes se preguntan si deben “cuidarlos o castigarlos”.
67
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
La situación de desplazamiento pareciera ser algo que se sabe afecta a muchos/as del asentamiento,
pero que se narra desde la individualidad, que no se comparte, ni convoca a la movilización. No se
encontró una lectura colectiva de esta problemática. Más bien, se asume como un asunto trágico del
destino personal o familiar. Así, aunque se comparten dificultades similares y muchos/as incluso ex-
presan una categoría similar, casi identitaria de “desplazados/as”, los hechos, la crisis, el dolor parecie-
ran entenderse como efecto traumático individual. Tal vez la experiencia no se ha convertido en
memoria colectiva. Es muy probable que la urgencia del día a día no deje espacios para la reflexión,
para la pregunta por la circunstancia social común o que entre las personas que han sido desplazadas
por diferentes actores se generen diferentes perspectivas de la situación, una gran desconfianza y
mucha dificultad de identificarse como un colectivo. Además, los diferentes momentos de llegada de
las familias a los asentamientos dificultan la consolidación de un sentido territorial común, de una
historia zonal compartida. Por esto, quizás, en el momento no se expresa un sujeto comunitario. Sin
embargo, y esto es importante enunciarlo, hay dinámicas personales y vinculares que hacen posible
imaginar tal posibilidad.
68
CUATRO
DESCRIPCIÓN DE LA POBLACIÓN
En el presente estudio, el grupo de 10 a 14 años de edad representa el 66% de la población. De este
66%, 45% son hombres y 55% son mujeres.
Con relación al tiempo de permanencia en los asentamientos, el 65% lleva viendo dos o más años,
el 17,6% un año y el 17% menos de un año. Estos porcentajes muestran que aunque la gente men-
ciona que hay mucha rotación entre la población, un alto porcentaje permanece más de dos años en
el asentamiento, lo que permitiría plantear acciones con un cierto grado de continuidad en el tiempo.
Gráfico 9 Procedencia
El motivo de desplazamiento (ver Gráfico 10) es tenido en cuenta con el fin de identificar caracterís-
ticas de los/as jóvenes que, sumadas al tiempo de permanencia, pueden resultar clave en el momen-
to de adelantar acciones para esta población. Una joven del estudio describe la razón de su despla-
zamiento y los cambios a los que se vio abocada a raíz del desplazamiento forzoso:
71
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Nos sacaron con una pistola... Aquí, el cambio fue total. [Tuve que] dejar la casa, el colegio, el
ambiente, los sitios. Todo cambia, hasta los amigos... Antes paseaba con mis amigas... Siempre
he vivido con una tía [pero ahora] estoy de un lado para otro... Voy y vengo. Ahora no me
dejan salir porque hay muchos peligros, pero yo me escapo a jugar fútbol o con mis amigas, a
chismear. (Mujer del grupo focal de jóvenes de 10 a 14 años de edad).
El 46,8% de los/as participantes en el estudio ha sido desplazado por el conflicto armado y el 33% es
población receptora. Este dato es similar al de aquellos/as jóvenes que dicen proceder de otros
barrios, lo cual refleja que no es fácil identificar a los/as jóvenes en situación de desplazamiento. De
por sí, el dato de desplazamiento es dato importante, pero lo es más cuando se tiene en cuenta
cómo las actividades que ellos/as realizaban antes, su entorno, sus amigos/as han cambiado, lo que
los ha llevado a tener que a adaptarse rápidamente a un nuevo contexto.
Aunque el 81,8% de adolescentes son solteros/as, llama la atención que ya existan uniones “forma-
les” entre estos/as jóvenes. El 11,5% dice estar en unión libre, el 2,8% dice estar viudo/a y el 1,4%
dice estar casado/a (ver Gráfico 11).
Con respecto a la escolaridad de los/as jóvenes que participaron en el estudio, es importante resaltar
que existe un alto porcentaje de jóvenes escolarizados/as (95,8%), ubicado en los grados de prima-
ria, principalmente en tercer grado (20,7%), en cuarto (26,3%) y en quinto (17,6%). Este hallazgo
señala la necesidad de que se haga educación sexual desde la escuela básica para poder cubrir con
acciones pertinentes a estos/as jóvenes y a otros/as en situación similar.
ACTIVIDAD SEXUAL
En este capítulo incluimos aspectos relevantes de la salud sexual de los/as jóvenes como la percep-
ción que tienen frente a los cambios de la pubertad, la masturbación y las fuentes de información que
les generan confianza para consultar sobre sexualidad. Así mismo, presentamos la información que
72
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 10 A 14 AÑOS
tiene que ver con si ellos/as preguntan o no sobre temas relacionados con su sexualidad y en quién
confían para hacerlo. Indagar sobre estos temas tuvo como fin fortalecer las fuentes de información
como factor importante al momento de plantear intervenciones específicas.
En este grupo de edad hay un 11% de hombres y un 9% de mujeres que reporta no haber tenido
cambios físicos con el paso a la adolescencia. Entre quienes sí los han tenido, las mujeres (36%) dicen
sentirse más a gusto con dicho cambios que los hombres (29%). Esto se relaciona con los temas que
más les inquietan: en primer lugar los cambios físicos (32%), seguido por el VIH/SIDA (13,2%) y el
enamoramiento (11,2%), campos en los que los datos son similares para los hombres y las mujeres.
Es interesante ver que más mujeres (5,3%) que hombres (2,8%) manifiestan deseo de conocer
sobre métodos anticonceptivos. Por su parte, el tema de las dificultades en el enamoramiento surge
repetidamente y, de acuerdo con los datos cualitativos, ellas mencionan con frecuencia conflictos con
sus parejas o rivalidades con otras jóvenes:
Yo me enamoré a los nueve [años]. Cuando cumplimos un año [de relación]... empezamos [a
tener] problemas.
Yo también estoy enamorada. Es mi primer novio, pero también hemos tenido problemas por
los demás [chismes].
Cuando uno se enamora de otra persona [que] tiene novia, uno se siente mal, pero sigue a ver
si le pueden dar otra oportunidad. Uno insiste hasta quitárselo. (Mujeres del grupo focal de
mujeres de 10 a 14 años de edad).
Tanto los hombres (16%) como las mujeres (35%) acuden principalmente a la madre para resolver
sus dudas sobre sexualidad. A la consulta a la madre, le sigue la consulta a un/a amigo/a (9,5%) con
una diferencia significativa. Sólo un 6,4% confía en el médico o personal de salud, únicamente un
2,8% confía en los/as profesores y un 23% no consulta a nadie (12% en el caso de los hombres y
11,5% en el caso de las mujeres). El que los/as docentes les generen tan poca confianza es preocu-
pante ya que ellos/as juegan un papel básico en el desarrollo de los proyectos de educación sexual.
El que un tan alto porcentaje de jóvenes no confíe en nadie también resulta preocupante porque
esto quiere decir que, a pesar de tener dudas, no buscan información o asesoría.
73
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Al explorar sobre lo que significa para los/as jóvenes ser líder, pensando en la posibilidad de trabajo
de jóvenes con jóvenes, se encuentran muchas prevenciones en este grupo de edad, donde este
tipo de trabajo no es valorado y, más bien, es visto como un obstáculo.
En la edad en que están estos jóvenes, poco les gusta tomar el liderazgo porque dicen que
siendo líderes se ganan muchos enemigos y... no tienen tiempo para eso. Además, les parece
que es acabar la juventud feamente. (Joven acompañante del grupo focal de mujeres de 10 a
14 años de edad).
... Nosotros aquí tenemos un error [al creer] que muchas personas están mejor cuando una
persona decide por todos... Aquí en La Nohora hay una niña que era supuestamente la líder y
otra la sucesora y hacía todo lo que le decía. Es como si se dejara llevar. (Mujer del grupo focal
de jóvenes de 10 a 14 años de edad).
A los/as jóvenes se les preguntó si conocían la masturbación y el 47% respondió que no sabía (sin
mayores diferencias por sexo). Sin embargo, es importante resaltar que para el 23,8% es un acto
que no produce daño (9,5% para los hombres y 14,3% para las mujeres). El 14,8% reportó que es
una forma de sentir placer.
RELACIONES SEXUALES
Entre los/as jóvenes hay creencias que reafirman los roles sexuales tradicionales y que influyen en su
salud sexual y reproductiva. Dichas creencias tienen que ver con considerar que los hombres nece-
sitan más relaciones sexuales que las mujeres (52,4%). Curiosamente, ésta es una creencia más
propagada entre las mujeres (30,8%) que entre los hombres (21,6%), que refuerza el imaginario de
que se es más o menos hombre de acuerdo con la frecuencia de la actividad sexual y abre una
brecha en el sentido de los encuentros amorosos entre ellos y ellas:
Ellos dicen que los hombres tienen sexo por apuestas, por quedar bien con los amigos o
simplemente por no atrasarse de los demás en la parte del sexo. (Joven acompañante del
grupo focal mujeres de 10 a 14 años de edad).
El 61% considera que la mujer debe tomar la iniciativa en la relación sexual (35,6% de mujeres y
25,5% de hombres). No obstante, 37% considera que los hombres son los que tienen el poder de
decidir. Todas estas creencias se reafirman en lo expresado por las jóvenes en uno de los grupos
focales:
Casi siempre es la mujer la que toma la decisión de tener las relaciones sexuales. (Grupo focal
de hombres de 10 a 14 años de edad).
Del grupo en el rango de edad entre los 10 y los 14 años que participo en el estudio (357 jóvenes en
total), 19% (67 adolescentes) ha tenido relaciones sexuales (ver Gráfico 12). En este caso, se pre-
senta una diferencia significativa entre los hombres y las mujeres: por una mujer que ha iniciado su
vida sexual, tres hombres lo han hecho. Este es un indicador significativo del inicio temprano de la
74
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 10 A 14 AÑOS
actividad sexual. Aunque el 80% no ha tenido relaciones sexuales, es importante considerar que se
habla de un grupo de edad que está empezando su vida reproductiva y, por lo tanto, entre más
temprano inicie, la probabilidad de tener un mayor número de compañeros/as sexuales diferentes
durante su vida es más alta. Igualmente, el riesgo de tener relaciones sexuales sin protección y
embarazos no planeados es mayor.
Del total de jóvenes que iniciaron relaciones sexuales (ver Gráfico 13), el 26% lo hizo a los 12 años
(hombres: 22,4% y mujeres: 4,5%). El 16,4% tuvo su primera relación sexual a los 10 años (hom-
bres: 13,4% y mujeres: 3%). Sin embargo, cuándo se les preguntó cuál es la edad ideal para la
primera relación sexual, el 22,7% contestó que los 20 años, seguido por el 20,2% que respondió
que los 18. Como puede verse, no hay correspondencia entre el ideal y la realidad que están
viviendo. Es probable que las diferentes presiones que reciben los/as jóvenes lleven a iniciar las
relaciones sexuales mucho antes de lo pensado.
75
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
De los/as jóvenes que ya han tenido relaciones sexuales, 21% las ha tenido antes de los 10 años,
principalmente entre los hombres. Este aspecto debe tenerse en cuenta cuando se analiza la libertad
de los niños/as para decidir frente a las relaciones sexuales para tratar en forma directa el tema del
abuso sexual, particularmente entre los hombres.
El motivo principal para tener la primera relación sexual (ver Gráfico 14) es, para las mujeres, el amor
(13,4%), seguido por haberlo hecho contra su voluntad (4,5%). Los hombres manifiestan, en igual
porcentaje, que los principales motivos fueron el amor y el deseo (27%), seguido por la curiosidad (12%).
En los grupos focales, los/as jóvenes se expresan así frente a los motivos para tener relaciones sexuales:
Con las relaciones [sexuales] algunas personas se sienten chévere. [Sienten] que tocan el cielo.
Entonces, los demás quieren saber qué se siente, les causa curiosidad. (Hombre del grupo focal
de jóvenes de 10 a 14 años de edad).
Tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres, el mayor porcentaje menciona que su
primera relación fue con el novio/a (43,3% en el caso de los hombres y 18% en el caso de las
mujeres). En segundo lugar, reportan que esta primera relación fue con un amigo/a (27% en el caso
de los hombres y el 4,5% en el caso de las mujeres). Esto refleja que las relaciones sexuales se inician
principalmente en el marco de una relación afectiva.
Una cuarta parte de los/as jóvenes que han iniciado relaciones sexuales ha tenido actividad sexual en
los últimos tres meses (ver Gráfico 15), principalmente con una pareja (53%). Este dato incluye a
todas las mujeres). Los hombres, por su parte, son los que mayor número de parejas refieren: 29%
ha tenido dos parejas sexuales y 12% más de tres.
La frecuencia de las relaciones de quienes las han tenido en los últimos tres meses es principalmente
de una vez al mes (53%), pero un 23% tiene más de cuatro relaciones en el mismo periodo de
tiempo (ver Gráfico 16). Esto refleja que existe una mayor probabilidad de embarazo a temprana
edad si se tiene en cuenta que el uso de métodos anticonceptivos es bajo.
Las relaciones sexuales han sido principalmente heterosexuales con excepción de un joven que
manifiesta que en los últimos tres meses ha tenido relaciones con otro hombre.
76
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 10 A 14 AÑOS
En cuanto a las ITS, 27% reconoce que son enfermedades que se transmiten en el acto sexual, 25%
considera que son enfermedades de las prostitutas y 34% responde que no sabe. Estos datos mues-
tran un alto desconocimiento de lo que son las ITS y la tendencia a asociarlas a quien las puede trans-
mitir antes que reconocer que se pueden transmitir en las relaciones sexuales independientemente
de la orientación sexual o que la persona se desempeñe como trabajador o trabajadora sexual.
Es común encontrar que los/as jóvenes no identifican las ITS por sus nombres, pero sí por los
síntomas. 49% reconoce que, cuando se padece una ITS, puede presentarse dificultad y dolor al
orinar, 41% sabe que se puede presentar flujo vaginal de mal olor y 37% asocia la inflamación de los
77
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
órganos genitales con las ITS (ver Gráfico 17). Sin embargo, desconocen que algunas infecciones son
asintomáticas. Las mujeres son las que mejores conocimientos muestran en este aspecto.
La mayoría de los/as jóvenes de este grupo de edad sabe que al tener relaciones sexuales sin con-
dón, heterosexuales o de hombres con hombres, hay riesgo de infectarse con el VIH (ver Gráfico
18). En el caso de relaciones entre mujeres, sólo 39% identifica el riesgo. También se observan
mejores conocimientos en las mujeres que en los hombres sobre este tema. Aún se encuentra la
fuerte creencia de que hay riesgo de infección al donar sangre (56%) y al usar baños públicos (47%).
78
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 10 A 14 AÑOS
Al trabajar sobre información acerca de las ITS con este grupo de edad, debe hacerse énfasis en los
hombres, ya que ellos presentan mayores vacíos relacionados con las formas de transmisión de las
ITS/VIH/SIDA y porque son ellos quienes, en mayor porcentaje, ya han iniciado relaciones sexuales.
Al indagar si han tenido ITS, el 18% reporta no haberlas tenido. Quienes las han tenido, refieren que
ha sido gonorrea (una mujer) y hepatitis B ó C (dos hombres). En estos casos, han acudido principal-
mente a la madre o a los amigos/as para informarse sobre la enfermedad.
79
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
El conocimiento sobre los MAC no necesariamente garantiza su utilización. Así, encontramos que de
aquellos/as que han tenido relaciones sexuales, solamente un 24% utilizó un MAC en la primera
relación sexual (ver Gráfico 20). Quienes han tenido relaciones en los últimos tres meses (25%) han
utilizado principalmente el condón (65%), con una diferencia significativa en su utilización para los
hombres (53%) y las mujeres (12%).
Cuando se les pregunta cuál MAC consideran más apropiado para los/as jóvenes, 67% afirma que el
condón, seguido por la inyección anticonceptiva (9%) y las píldoras anticonceptivas (8%).
Estos datos muestran un alto conocimiento sobre el condón, especialmente si se tiene en cuenta la
doble protección (contra las ITS y el embarazo), pero refleja vacíos con respecto a los otros MAC.
Aquí, vale la pena preguntarse cuál es el acceso real que tienen los/as jóvenes a dicho método.
Frente al uso de los métodos anticonceptivos no sólo basta con tener información. Su utilización
también implica comunicación entre los/as jóvenes para incluir el condón en la dinámica de la rela-
ción. Sin embargo, al preguntarles dónde tienen sus relaciones sexuales, las respuestas muestran que
se trata de lugares que poco favorecen un ambiente adecuado para el uso, por ejemplo de métodos
de barrera, debido a la poca privacidad que dichos lugares ofrecen.
EMBARAZO Y PARTO
Se indagó sobre los conocimientos de los/as jóvenes sobre el embarazo y el momento de mayor riesgo
durante el ciclo menstrual, con el fin de establecer qué tipo de información tienen con respecto al uso
del método del ritmo, un método generalmente muy utilizado por las adolescentes (aunque en este
grupo de edad no se observa un porcentaje significativo que lo conozca o lo use) (ver Gráfico 21).
El 70% dice conocer cómo se produce el embarazo, pero sólo 7% identifica el momento de mayor
riesgo hacia la mitad del ciclo entre menstruación y menstruación. 50% reporta no saber cuál es el
momento de mayor riesgo, sin que en esta respuesta haya mayores diferencias entre hombres y
mujeres.
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RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 10 A 14 AÑOS
Con respecto a las creencias sobre el embarazo, 34% considera que una mujer no puede quedar
embarazada en la primera relación sexual, 29% cree que no se puede presentar un embarazo si no
hay penetración (pene/vagina) y 87% considera que una mujer debe tener los hijos “que Dios le
mande”. Esta creencia está más difundida entre las mujeres que entre los hombres.
Con respecto al papel de los hombres en relación con el embarazo y los/as hijos/as, 48% cree que
a éstos no les interesa proteger del embarazo a su pareja (hombres 13% y mujeres 35%). Por otra
parte, 77% considera que criar los hijos es responsabilidad de las mujeres. Esta percepción está más
presente en las mujeres (44%) que en los hombres (33%).
Estas creencias tienen que ver con otras creencias expresadas por los/as jóvenes de los grupos
focales cuando se les preguntó sobre el significado de ser hombre o mujer. Sus respuestas se relacio-
nan con el papel tradicional del hombre en lo público y de la mujer en lo privado, aunque entre ellos/
as mismos/as se lo cuestionen, ya que han visto que frente a la situación de desplazamiento sus
madres han tenido que asumir lo que ello/as consideran es el papel del hombre.
La mujer se adapta a la casa y el hombre al trabajo. (Hombre del grupo focal de jóvenes de 10
a 14 años de edad).
Los hombres trabajan por fuera y las mujeres se quedan en la casa. Hay mujeres que trabajan...
Tu mamá es panadera. Ella trabaja... Sí consiguen trabajo, [es] en la cocina... Hay mujeres que
están solas, aguantan hambre por darles a los hijos. (Hombre del grupo focal de jóvenes de 10
a 14 años de edad).
Del total de jóvenes entre los 10 y 14 años de edad que han tenido relaciones sexuales (ver Gráfico
22), tres mujeres y un hombre han estado alguna vez en embarazo de los cuales tres han estado en
embarazo en una ocasión y uno en dos ocasiones. En todos los casos reportan haber tenido aten-
ción médica. De quienes han estado en embarazo, dos refieren tener un hijo y uno refiere tener
dos. Sólo en un caso se refiere aborto, el cual fue atendido por personal de salud.
Aunque el porcentaje de embarazo es bajo, las jóvenes sí expresan, en la parte cualitativa del estudio,
que sus padres sienten temor por estar viviendo en un lugar donde no conocen a la gente y que su
hija pueda quedar en embarazo en estas circunstancias.
81
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Extraño mucho lo que hacía allá. Tenía más libertad. Mi mamá, acá, no me deja salir porque hay
muchos niños y sardinos. ¿Cuáles son las razones que te da la mamá para no dejarte salir?
[Pregunta la investigadora]. [Responde la joven] Dice que aquí la gente es cambiadísima, que la
gente… no es igual que antes. [Nos] pueden dejar la barriga llena de huesitos, embarazarnos.
(Mujer del grupo focal de mujeres de 10 a 14 años de edad).
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RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 10 A 14 AÑOS
Se encontró que un 25% se ha visto expuesto a caricias de otra persona aunque les incomode. 14%
ha estado expuesto a adultos/as que le muestran sus genitales, 6,4% a un/a profesor/a que le habla
a solas sobre sexo y 7% a un familiar que intenta desnudarlo/a y/o tocar sus genitales. Todas estas
situaciones muestran la alta vulnerabilidad de abuso sexual al que están expuestos/as y la importancia
de trabajar en la prevención y en la promoción de los derechos sexuales y reproductivos de los/as
adolescentes. 3% refiere que ha sido obligado a tener relaciones sexuales. El porcentaje es más alto
en las mujeres (2%) que en los hombres (1%). 4% ha obligado a alguien a tener relaciones sexuales.
Este porcentaje, por su parte, es mayor en los hombres (3%) que en las mujeres (1%).
La siguiente situación de abuso sexual fue mencionada por las jóvenes en un grupo focal:
Mire, un día estábamos reunidas [con] un chino de 19 años que es casado y también había
niñas pequeñas [de] cinco, nueve años... Él se quitó toda la ropa. Si hubiera sido mi hermanita
la que estaba ahí, ese peladito hubiera quedado sin ganas de volverme a hablar. Le echamos
muchas piedras. Yo lo miraba porque yo no sabía qué hacer. Se supone que uno los ve en las
revistas, en periódicos, pero no [se imagina] tenerlo ahí. (Mujer del grupo focal de jóvenes de
10 a 14 años).
La persona que ellos/as principalmente mencionan como quien ha abusado (ver Gráfico 24) es, en
primer lugar, un familiar (4%), seguido por el novio/a (4%). En el caso de abuso por parte del novio
o la novia, el porcentaje es mayor en el caso de los hombres (3%), que en el de las mujeres (1%).
Este último dato lleva a pensar en la posibilidad de que los hombres jóvenes se vean muchas veces
presionados e incómodos frente a las propuestas por parte de las mujeres, pero no sepan manejarlas
por temor a ser tildados de “poco hombres.”
En el caso del abuso sexual, nuevamente aparece la madre como la persona en quien confían para
contarle sobre éste (56%). Sin embargo, preocupa el hecho de que un 13% no le diría a nadie.
83
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Del total de jóvenes entre los 10 y los 14 años que participaron en el estudio, 58% no conoce el
programa de educación sexual de su institución educativa (ver Gráfico 25). Del 31% que sí lo cono-
ce, 70% lo califica como bueno y 8% como regular. Es importante resaltar que los colegios deben
tener dentro de sus Proyectos Educativos Institucionales (PEI), un Proyecto de Educación Sexual
(PES) que involucre a toda la comunidad educativa.
84
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 10 A 14 AÑOS
El 47% de los/as jóvenes dice estar afiliados/a a un servicio de salud (en este caso, las proporciones
son similares para los hombres y las mujeres), un 28% no está afiliado y 25% no sabe (ver Gráfico
26). En primer lugar están afiliados/as con el SISBEN (21%), en segundo lugar con Saludcoop (19%)
y en tercer lugar con Tayrona (9%).
Quienes han acudido en los últimos tres meses a un servicio de salud lo han hecho principalmente
por inquietudes sobre el crecimiento (14%). Esto podría tener relación con el hecho de que en este
grupo de edad hay un 20% que no ha tenido cambios en el paso de la niñez a la adolescencia. En
segundo lugar han consultado por inquietudes sobre los senos o tetillas (3%). En este tipo de consul-
tas no se encontraron mayores diferencias por sexo (ver Gráfico 27).
85
CINCO
DESCRIPCIÓN DE LA POBLACIÓN
De un total de 510 jóvenes que reportaron su edad en la encuesta (33 más no respondieron este
dato), 153 estaban entre los 15 y los 19 años. Por lo tanto, este rango de edad constituye el 28% de
la población del estudio. De esos 153 jóvenes, cerca del 65% tiene entre 15 y 16 años de edad. Esto
permite afirmar que el estudio hizo énfasis en los/as más jóvenes (ver Gráfico 28). En este rango de
edad se trabajó con más hombres (62%) que mujeres (38%). También se encuestaron más jóvenes
que vivían en el asentamiento de La Reliquia (17,8% del total) que en La Nohora (10,1% del total).
De los 153 encuestados, cerca del 52% lleva viviendo dos años y más en el asentamiento (ver
Gráfico 29). Si bien la ubicación en muchos casos al principio se da por una situación coyuntural de
desplazamiento, no se trata de una situación pasajera. Estos barrios de Villavicencio se constituyen en
su nuevo sitio de vivienda.
La lectura que estos/as jóvenes hacen de los asentamientos se configura desde la percepción que
tienen del día a día. Esencialmente, miran el barrio desde la insatisfacción de necesidades básicas que
identifican (por ejemplo en términos de calidad de vivienda), desde las estrategias para la superviven-
cia que el grupo familiar va creando cotidianamente y, también, desde las redes de relaciones locales
que van configurando (de amistad, de vecindad, etc.)
En los grupos focales no emergen referencias a la historia del barrio. No parece haber una memoria
que ubique al sujeto joven en la conformación del asentamiento. Por ejemplo, en el caso específico
de La Reliquia, esto probablemente se da porque, como trazado urbano, precede la llegada de las
89
INFORME FINAL JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Por supuesto, la relación entre los poseedores que van llegando al asentamiento y quienes ya llevan
más tiempo es tensa y los/as jóvenes de este rango de edad la perciben así:
Una persona en desplazamiento tiene mucha más necesidad que una que no está en desplaza-
miento, [que] está más ubicada… La persona que llega desplazada llega a acomodarse... [y] la
persona que no está en desplazamiento ya sabe cómo es el rol... Por ejemplo, las que llegan de
otras partes no saben cómo son las cosas aquí, se les hacen mas pesadas, les toca sufrir más y
es por eso que están más expuestas a muchas cosas [como las] violaciones... la ignorancia de
trabajos nocturnos y la necesidad simplemente de la plata, de poder subsistir. (Hombre del
grupo focal de jóvenes acompañantes de la investigación).
Si bien un 41% del grupo de este rango de edad no se identifica como desplazado/a, hay un porcen-
taje casi similar (40%) que sí se reporta situación de desplazamiento y que se la atribuye específica-
mente al conflicto armado (ver Gráfico 31). Esta cifra, sumada a la de un 11% que revela la insegu-
ridad como motivo de su desplazamiento, configura un panorama de guerra que afecta
considerablemente la vida de estos/as adolescentes. Cerca de la mitad proviene de zonas rurales. La
mitad se desplazó por motivos asociados con el conflicto y la inseguridad. Todos los/as encuestados/
as entran a compartir condiciones de pobreza en un contexto urbano-marginal.
90
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 15 A 19 AÑOS
Gráfico 30 Procedencia
mueran personas cercanas. Tras el desplazamiento y la subsiguiente ubicación, surge el dolor frente
a la pérdida (de tierra, de arraigos e, incluso, de familiares). La frustración pareciera ser un sentimien-
to reciente en esta crisis, más asociado a la impotencia de satisfacer ahora las necesidades básicas de
la vida.
El paso de un contexto rural a uno urbano (marginal) implica para estos/as jóvenes no sólo una
disminución de su calidad de vida sino un cambio en las lógicas de sentido en las que vivían. Así, en lo
cualitativo no sólo se hace referencia al problema de desarraigo que enfrentan junto a su familia, a la
dificultad de encontrar trabajo, al hambre o a la mala alimentación, sino también a cierta frustración
ante la lógica urbana del consumo: en lo rural se cultivaba o se hacía trueque. No se pagaba por todo
como en la ciudad. En palabras de una joven:
Aquí es más dura la vida. Allá [en el campo] se veía la plata. Acá, uno nunca tiene nada. Si
compra un cuaderno se queda sin comer. (Grupo focal de hombres de 15 a 19 años de edad).
91
INFORME FINAL JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
La gente [en desplazamiento] trabaja en diferentes cosas. [Los] señores y [los] pelados se po-
nen a sacar bultos o a coger líchigo. Miran a ver cómo pueden sobrevivir. En la ciudad
[Villavicencio], que es más grande, los rechazan porque allá todo es más caro. Pero para la
gente en desplazamiento es más fácil estar en La Reliquia porque es como alejadito de la
ciudad. Se sienten como más aceptados. (Grupo focal de jóvenes de 14 a 19 años de edad en
el Colegio de Caños Negros).
Respecto al estado civil, cerca del 88% de los encuestados de este rango de edad son solteros/as.
Cerca de un 10% convivía en pareja al momento de la encuesta, en su mayoría en unión libre (8,5%
en relación con el 1,3% que reportó estar casados/as).
Un porcentaje alto de estos jóvenes llegó al quinto u octavo grado como último curso terminado
(64,1%). Sólo el 6,5% del total reporta haber finalizado el último año de bachillerato (ver Gráfico
32). En sus descripciones de futuro, la continuidad escolar es siempre azarosa y muy pocos/as se
imaginan estudiar en la universidad
ACTIVIDAD SEXUAL
El proceso de crecimiento presenta para los/as adolescentes cambios físicos que les gustan a la
mayoría de los/as encuestados/as del rango entre los 15 y los 19 años de edad (77,8%). El tema de
los cambios físicos constituye uno de los temas de sexualidad que más inquietud les causa (15,7%).
Estos/as jóvenes también se inquietan por las relaciones sexuales y por aspectos de riesgo asociados
a las mismas. Es así como, en conjunto, las ITS y el VIH/SIDA suman un 29,4% cuando se le reporta
como tema que causa inquietud (ver Gráfico 33).
92
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 15 A 19 AÑOS
Tener inquietud sobre un tema de sexualidad y consultarlo con alguien implica una acción dialógica
que puede ampliarles perspectivas a los/as jóvenes y orientarlos/as en la toma de decisiones. Estos/
as jóvenes acuden a la madre y los/as amigos/as en porcentajes cercanos al 30%, siendo un poco
mayor la búsqueda de los amigos en los hombres y de la mamá en las mujeres. Sin embargo, hay un
24% que no consulta a nadie (ver Gráfico 34).
De otro lado, consultar sobre un tema de sexualidad y tener confianza en una fuente no es necesa-
riamente un evento similar. Por ejemplo, los amigos generan mayor confianza (27,5%) que los
padres y las madres (13,7%). El personal de salud ocupa un tercer lugar de confianza. De nuevo, en
esta pregunta hay un 26% que no confía en nadie y que probablemente transita por su desarrollo
psicosexual en silencio.
93
INFORME FINAL JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
En cuanto a las prácticas sexuales, la masturbación es valorada positivamente por más de la mitad
(56%) de los/as jóvenes de este rango de edad. Así, el 32% identifica el autoerotismo como una
forma de placer y el 24% considera que es un acto que no hace daño. La masturbación sigue siendo
más valorada por los hombres como forma de placer (23,5%) que por las mujeres (8,5%). Sin
embargo, cerca del 10% considera que la masturbación produce enfermedad y 2% la asocia a la
culpa. Un 30% respondió no saber qué es.
De los 153 encuestados en este grupo de edad (ver Gráfico 35), 72,5% ya había tenido relaciones
sexuales en alguna ocasión (51% de los hombres y 21,6% de las mujeres). Tanto en el grupo de
hombres como de mujeres, la edad de la primera relación sexual (ver Gráfico 36) se concentra
principalmente en los 14 (23%) y los 15 años de edad (19%).
94
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 15 A 19 AÑOS
El que un 19% haya iniciado sus relaciones sexuales a los 15 años de edad coincide con un porcen-
taje casi similar (19,6%) que considera que esa es la edad ideal para iniciar prácticas sexuales de
pareja (en su mayoría hombres). Por contraste, en el 23% que considera ideal esperar hasta los 18
años, la mayoría son mujeres. Es así como tenemos un grupo de hombres jóvenes que inició sus
relaciones sexuales antes que las mujeres y que, además, considera que la edad ideal para tener la
primera relación sexual es tres años menos que lo que piensan las mujeres.
En cuanto a las motivaciones que llevaron a asumir esa primera relación sexual, el amor es el primer
motivo reportado por hombres y mujeres. En segundo y tercer lugar están el deseo y la curiosidad, los
cuales son reportados en porcentajes más altos por los hombres que por las mujeres (ver Gráfico 37).
Contrario a la creencia tan arraigada en algunos/as adultos/as sobre la “promiscuidad” de los/as jóve-
nes actuales, los/as incluidos/as en este estudio no inician su vida sexual con cualquiera (ver Gráfico
38). Su primer encuentro se circunscribe principalmente a un vínculo definido como noviazgo (49%
de los que ya han tenido relaciones sexuales iniciaron con la novia o el novio).
95
INFORME FINAL JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Los guiones de género son diferenciados en el caso de las primeras relaciones sexuales: el amor es
importante para los hombres y las mujeres, pero el deseo y la curiosidad son más importantes para
ellos. Si bien el noviazgo es clave para ambos, ellos se dan más permiso de iniciar su actividad sexual
con parejas definidas como amigas (el 39% de los hombres respondió que su primera relación
sexual fue con una amiga, frente al 2,7 % de las mujeres que reportó haber tenido su primera
relación sexual con un amigo). En todo caso, sólo un 5% ha tenido su primera relación sexual con
alguien desconocido/a.
Al explorar la actividad sexual en los últimos tres meses, se encontró que de aquellos/as que ya
habían tenido relaciones sexuales alguna vez (111 de los 115 en este rango de edad), la mitad (56
personas) las reportó en ese último trimestre (ver Gráfico 39).
La rotación de parejas no es alta, por lo menos durante el trimestre por el cual se indagó. Del 50%
que reporta relaciones sexuales en los últimos tres meses, la mayoría las ha tenido con una sola
pareja (68%), con frecuencia de una vez al mes para el 34% (ver Gráfico 40). El porcentaje de
frecuencia en la relación sexual es más variable para los hombres (ver Gráfico 41).
96
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 15 A 19 AÑOS
La pareja es básicamente heterosexual. Solamente dos hombres reportan contacto bisexual y sólo
uno reporta contacto homosexual. De hecho, más de la mitad de todos los/as encuestados/as de
este rango de edad considera que los homosexuales y las lesbianas deberían buscar tratamiento
médico. Esto se correlaciona con un discurso altamente homofóbico evidenciado especialmente en
los grupos focales de hombres.
Los homosexuales deben tener el mismo derecho que las demás personas. Debería tratárseles
igual. Hay muchos que lo tienen que ocultar...
“¿Como más se ve aquí la homosexualidad?” Como una cochinada, [se está] más en contra que
a favor... No se mira con muy buena cara, pero se aguanta...Chévere, el homosexual: es buen
amigo, tiene las características de las mujeres. [Es] sensible, no machista, cariñoso, comprensi-
vo. (Mujeres del grupo focal de jóvenes de 15 a 19 años de edad/La Nohora).
Un aspecto interesante en torno a las relaciones sexuales heterosexuales es el guión de género que
aún lleva a un 53% del total de los/as jóvenes encuestados/as a considerar que los hombres necesi-
tan más relaciones sexuales que las mujeres. La masculinidad es entendida casi como un hecho
biológico, caracterizado por un instinto “natural” que impulsaría a la actividad sexual. Sin embargo,
esta creencia se enfrenta a un cambio cultural que se abre paso: las mujeres tienen posibilidad de
tomar la iniciativa en las relaciones sexuales (50% del total) y los hombres no serían quienes tienen el
poder exclusivo de decidir sobre esta actividad (71% del total).
En el análisis cualitativo para este rango de edad, se destacan lógicas machistas muy arraigadas tanto
en los hombres como en las mujeres. Estas lógicas, al mismo tiempo, son cuestionadas por otros/as
jóvenes. Hay cierta tensión cotidiana frente a los guiones de género patriarcales. Así, se encontraron
97
INFORME FINAL JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Al lado de éstos, hay otros planteamientos que interpelan estas concepciones y, por ejemplo, resal-
tan la valentía de la mujer para sacar adelante a los/as hijos/as, para producir para la casa, para el
barrio e, incluso, para el marido.
Casi el 60% identifica la dificultad y dolor al orinar como síntoma de una ITS. Cerca de la mitad re-
conoce el flujo vaginal abundante (54,9%) y el mal olor y la inflamación de los órganos genitales (51,6%)
como síntomas. Aproximadamente el 18% no sabe nada sobre los síntomas (ver Gráfico 43).
En este rango de edad, las creencias en torno al riesgo de adquirir el VIH/SIDA se asocia particular-
mente al uso compartido de agujas (85,6%) y a la transfusión sanguínea (80,4%). Muy de cerca le
sigue el no uso de condón en las relaciones sexuales con el/la novio/a (76,5%) o entre hombres
(77,1%). Hacerse tatuajes y donar sangre se señala como riesgoso por cerca del 62%.
Este grupo de edad, exhibe ciertas creencias más o menos infundadas en torno al tema de la trans-
misión del VIH. Por ejemplo, hay un 60% que cree que el VIH se puede transmitir por la picadura de
98
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 15 A 19 AÑOS
un insecto y más del 25% reporta como riesgo la asistencia al dentista (26,8%) o besar a alguien en
la boca (27,5%). El porcentaje asciende a 39% cuando se trata de considerar el uso de baños
públicos como posibilidad para infectarse.
La necesidad de una información que despeje dudas y resuelva creencias en torno a las ITS y, espe-
cíficamente sobre el VIH/SIDA, se correlaciona con el hecho de que éstos son temas de alta inquie-
tud para el grupo de jóvenes entre los 15 y los 19 años. Afortunadamente, estas creencias y dudas no
se traducen en una presencia alta de ITS en el grupo encuestado en este rango de edad. Del total de
153 jóvenes, el 69% (106) no ha tenido nunca una ITS. Sólo seis personas reportaron haber tenido
alguna de estas patologías (4 hombres y 2 mujeres), lo que configuran un 4% del total. De ellos, un
hombre respondió haber tenido hepatitis B o C y una mujer sífilis (los otros cuatro no registraron
datos al respecto). La madre y el médico, o el personal de salud fueron las personas a quienes se
consultó en estos casos.
Además del conocimiento de métodos anticonceptivos, se indagó por cuáles se consideran más
apropiados para los/as jóvenes del estudio. De nuevo el condón se considera más apropiado (63,4%).
Sin embargo, el coito interrumpido que, en la pregunta sobre conocimiento de MAC ocupa el cuarto
lugar, es considerado muy poco apropiado para los jóvenes (ver Gráfico 45).
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INFORME FINAL JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Conocer y usar un MAC no son circunstancias ligadas por una relación de causa y efecto. Si bien el
conocimiento de métodos es amplio, en particular del condón, el uso no lo es tanto. Por ejemplo,
de aquellos/as que ya habían tenido alguna vez relaciones sexuales al momento de la encuesta, casi el
66% no usó ningún método en su primera relación. Son los hombres, en un más alto porcentaje,
quienes inician sus prácticas sexuales de pareja sin usar MAC.
100
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 15 A 19 AÑOS
La utilización de MAC se inscribe en dinámicas vitales muy particulares para este grupo de jóvenes, según
se exploró en el componente cualitativo. Por ejemplo, si se valora muy especialmente la espontanei-
dad, lo imprevisto, “la naturalidad” de las relaciones sexuales, es poco probable que se entre en la lógica
de prever el uso de un método anticonceptivo. Esta concepción se expresó más claramente en las
mujeres que en los hombres. Ellas asocian la primera experiencia más a un vínculo amoroso en el que
de pronto surge “la situación” sexual. Algo más planeado puede ser leído como “utilización” de ellas
por parte del hombre. Por su parte, los muchachos expresan una diferencia entre el porte y el uso del
condón. Así, cargarlo da “prestigio” (ante otros hombres), pero proponer su uso implica “más tacto”.
Hay que “saber proponerlo para que ella no lo tome a mal” (ver Gráfico 46).
Si bien el condón es el método más conocido y el que usa alrededor de la mitad de quienes tuvieron
relaciones en el último trimestre, su utilización no es consistente. Existe la creencia en el 56% de los/
as jóvenes encuestados/as de que el uso de doble condón garantiza más protección (esto, en rea-
lidad, aumenta el riesgo de que se rompa). Por lo demás, en los grupos focales se encontró que el
uso del condón se asocia, muy fuertemente, al desconocimiento de la pareja sexual. En otras pala-
bras: el condón se utiliza cuando se tiene sexo con alguien que se empieza a conocer, por ejemplo
en los primeros encuentros sexuales de un noviazgo, pero una vez el vínculo avanza en conoci-
miento y confianza, el condón se deja de usar o se utiliza esporádicamente según se tenga o no en
el momento.
101
INFORME FINAL JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
EMBARAZO Y PARTO
La mayoría de las/os encuestados/as dice saber por qué se produce un embarazo (93,5%), pero
sólo 16,3% identifica correctamente el momento de mayor riesgo para que una mujer quede en
embarazo (hacia la mitad del ciclo entre menstruación y menstruación). De hecho, casi un 30% no
sabe nada al respecto (ver Gráfico 47).
Más allá del conocimiento sobre la biología de la reproducción, las respuestas de los/as jóvenes
evidencian la tensión entre los roles de género respecto a la posibilidad de paternar y maternar: un
56% del total considera que a los hombres sí les preocupa proteger del embarazo a sus parejas,
pero el porcentaje que desconfía de esta preocupación es mucho más alto en las mujeres (25,5% de
ellas respondió negativamente en contraste con 16,3% de ellos).
El que cuidar y criar los hijos sea responsabilidad de la mujer es, de nuevo, una idea un poco más alta
en los hombres (23% respondió afirmativamente en comparación con 17% de las mujeres). Aunque
en total 58% considera que el cuidado y la crianza no son funciones sólo asignadas a las mujeres, cerca
de un 63% cree que por ser mujeres deben tener los/as hijos/as que “Dios les mande”. Nos encon-
tramos, entonces, ante un guión de género que si bien cuestiona la labor criadora y cuidadora de la
mujer, le sigue asignando un lugar particular como reproductora. Esto se expresa también en los gru-
pos focales, donde la discusión sobre el modelo de mujer llevó a ubicar casi como sinónimos la femi-
nidad con el “dar a luz”. Así, una mujer se realiza como tal esencialmente por el hecho biológico de
dar vida, aunque culturalmente se plantee una intervención necesaria del hombre en la crianza.
102
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 15 A 19 AÑOS
El abuso sexual, entendido explícitamente como violación, es reconocido como tal por el 6% del
total de encuestados/as para este rango de edad (nueve jóvenes de 153). Sin embargo, más del 30%
del total (aunque el porcentaje de hombres es mayor en este caso) revela haber sido acariciados/a
por una persona aunque incomode y haber sido expuesto/a a la exhibición de los genitales por parte
de un adulto/a. Esto muestra prácticas que maltratan aunque no configuren una agresión de tipo
penetrativo (ver Gráfico 48).
103
INFORME FINAL JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Si bien sólo cuatro jóvenes de 153 (tres hombres y una mujer) respondieron haber obligado a
alguien a tener relaciones sexuales, en los grupos focales aparece alguna mención al abuso sexual
entre pares, el cual se presenta esporádicamente en el contexto institucional (por ejemplo en chicos
de mayor edad que asedian a algún chico o chica menor). No obstante, esta situación fue expresada
como algo episódico y no arraigado cotidianamente. Por el contrario, la agresión por parte de un
familiar (11% del total) como algo más frecuente, se correlaciona con inquietudes expresadas a los
profesionales de manera individual al finalizar los grupos de discusión y con lo revelado en el grupo
de discusión con docentes.
En cuanto a quiénes abusan sexualmente de los/as jóvenes, los amigos/as (con el 6,5%) y el novio/a
(con el 5,9%) están en los primeros lugares. Familiares (diferentes a los padres, madres, padrastros
o madrastras) y desconocidos se reportan en un tercer lugar con un porcentaje de 5,2% para el total
encuestado en este rango de edad. Las madres, padres, padrastros y madrastras son reportados en
porcentajes que oscilan entre el 0,7% y el 2%.
Ante la pregunta de a quién acudiría en primer lugar en una situación de abuso o violación sexual, de
nuevo es la madre quien genera mayor confianza (44% del total). En segundo lugar están los amigos/
as, seguidos de cerca por el padre. Estos porcentajes son bastantes similares a los que arrojan las
respuestas sobre a quién se le consultan las inquietudes sexuales. En caso de una agresión sexual,
15% no le diría a nadie y, probablemente, viviría en soledad esta experiencia traumática.
Del total de encuestados, 29% (44 jóvenes) dice conocer el programa de educación sexual, es decir,
menos de la mitad de escolarizados/as reporta conocerlo específicamente. Sin embargo, cuando lo
conocen, 73% lo califica como bueno (ver Gráfico 49). En este sentido, cuando se está escolarizado,
el Proyecto de Educación Sexual debe hacer parte de la cotidianidad del joven estudiante. En el caso
contrario, resulta una acción poco protectiva para su salud sexual y reproductiva.
Con respecto a la afiliación a salud (ver Gráfico 50), cerca del 65% respondió tener este servicio, en
contraste con un 29% que no goza del mismo (y, por lo tanto, no reportó dato alguno). Las entida-
des que más se mencionan son Saludcoop (12%) y el SISBEN (17%).
La mayoría de los/as encuestados/as no ha acudido a estas entidades de salud en los últimos tres
meses (82,4%). El 4% que sí solicitó el servicio lo hizo por inquietudes respecto a su crecimiento
(ver Gráfico 51). Aquí, el mayor reto estaría, tal vez, centrado en una especialización de la atención
que fortalezca la demanda de los/as jóvenes. Es probable que un servicio orientado más específica-
mente a ellos/as provoque una demanda más importante de su parte.
104
RESULTADOS DEL GRUPO DE JOVENES DE 15 A 19 AÑOS
105
SEIS
Teniendo en cuenta los hallazgos de la investigación, se proponen cinco ejes en torno a los cuales es
viable articular una estrategia de acción que responda a las expectativas, intereses, necesidades y
características de los/as jóvenes de los asentamientos. Estos ejes son: 1. Formación, 2. Fortaleci-
miento institucional, 3. Comunicación, 4. Iniciativas juveniles y 5. Seguimiento y evaluación.
La propuesta hace énfasis en el/la joven entre los 10 y los 19 años, que se encuentra en condiciones
de marginalidad en contextos específicos como son La Reliquia y La Nohora. Hay que tener en
cuenta que dichos asentamientos constituyen zonas receptoras de población en desplazamiento,
pero que dicha situación de crisis tiende a volverse permanente.
Hay varias dimensiones que idealmente se plantean como transversales a la estrategia de acción: 1.
La noción de juventud (con las acepciones de adolescencia y joven), 2. Los derechos sexuales y
reproductivos de los/as jóvenes, 3. La perspectiva de género, 4. La pregunta por los vínculos y el
tejido social en situación de desplazamiento y 5. La promoción de la salud sexual y reproductiva
La estrategia tiene en cuenta escenarios, actores e instituciones. Entre los primeros se encuentran la
escuela y la comunidad. Entre los segundos están los/as jóvenes, las/os docentes y los/as líderes
comunitarios (con énfasis en las mujeres). En cuanto a las instituciones, nos referimos a organizacio-
nes gubernamentales y no gubernamentales que adelantan acciones relacionadas con la población
juvenil de la zona.
109
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
FORMACIÓN
Se proponen procesos educativos que implican a actores clave identificados en la investigación. Para
todos/as se sugiere una formación que tenga en cuenta la pregunta por sus procesos de subjetividad,
es decir, que parta de sí mismos/as, de las formas de conexión con sus experiencias corporales y de
los vínculos esperados con el otro/a. Se trata de una formación que propicie identidad como sujetos
que conviven en una misma zona y que parta de ellos/as, ya sea como jóvenes o adultos/as, hacia
una proyección con el otro/a y con la comunidad.
110
ALGUNAS PISTAS PARA UNA ESTRATEGIA DE ACCIÓN EN SEXUALIDAD JUVENIL
El estudio encontró que la autorreflexión sobre lo que significa ser joven está casi ausente en los/as
jóvenes y es muy poco explícita en los/as docentes. Este tema es clave porque empodera al joven en
torno a su momento vital y le amplía los horizontes de sentido a su vida. Esa alta inquietud por sus
cambios corporales puede abordarse desde la perspectiva de cómo se construyen, a partir del pro-
pio cuerpo, narrativas de sí mismos/as y discursos vitales propios. Así, el cuerpo que cambia, el sujeto
que deja de ser narrado niño/a y empieza a denotarse como joven y las particularidades del contexto
constituyen dimensiones para iniciar un trabajo de mismidad y desarrollo humano. La idea es que la
formación aporte a este proceso en los/as jóvenes, para que la construcción de sí mismos/as no sea
un hecho signado por el azar de las experiencias de vida.
El discurso amoroso es una aspecto muy relevante en los procesos de subjetivación de estos/as
jóvenes. Las formas de amor evidenciadas son fuertemente machistas, aunque cotidianamente cues-
tionadas. El papel de la mujer que autorrealiza su feminidad como madre es, por ejemplo, un asunto
que puede abocar al embrazo prematuro. Las experiencias sexuales en que el hombre joven sólo
usa el condón cuando “no conoce” a la pareja, abren una posibilidad al no cuidado de sí mismos.
En cuanto a las formas de autocuidado en las relaciones sexuales, tendría que abordarse un proceso
de formación amplio con estos/as jóvenes, que trascienda la información puntual de métodos y
riesgos, y que considere las concepciones, expectativas, motivaciones y sentidos al respecto de su
sexualidad. La condonización de las relaciones sexuales y el miedo al VIH/SIDA no se traducen
siempre en prácticas de autocuidado y, además, hacen invisibles otras consecuencias no deseadas de
las relaciones sexuales, como, por ejemplo, el daño emocional. Por esto, un tema como el desarro-
llo de habilidades para la toma de decisiones es clave en un proceso con estos/as jóvenes.
La misma observación es pertinente para el tema del conocimiento y uso de métodos anticonceptivos.
La amplia referencia al condón no se correlaciona con un uso consistente del mismo: el momento, el
tipo de pareja y la propia capacidad dialógica de/la joven median en su utilización. Además, el poco
conocimiento sobre otras formas de protección frente al embarazo reduce las alternativas al mo-
mento de querer protegerse con otro método anticonceptivo. Así mismo, se hacen presentes,
como ya se anotó en la discusión de resultados, creencias y saberes adquiridos y desarrollados en los
lugares de origen que probablemente se consideran eficaces para el autocuidado, pero que, real-
mente, en la mayoría de los casos no lo son.
111
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
La presencia de abuso sexual (no como dato cuantitativo, sino como referencia cualitativa alta) amerita
un trabajo especial, en tanto se presenta no sólo en los hogares sino también entre pares (de los de
mayor edad a los de menor) y en el contexto escolar.
FORTALECIMIENTO INSTITUCIONAL
El estudio exploró acerca del conocimiento y el acceso a servicios de salud y educación entre los/as
jóvenes. En principio, se encontraron tres colegios legalmente constituidos (dos en La Reliquia y uno
en La Nohora). No se constató la existencia de ningún Centro de Salud en las zonas donde se llevó
a cabo la investigación. En este campo se proponen tres acciones específicas: 1. Articulación interins-
titucional e intersectorial, 2. Jornadas de acceso al servicio de salud integral y 3. Formulación de
Proyecto de Educación Sexual (PES).
Sin embargo, en estos asentamientos se encuentran ONG’s y agencias internacionales que vienen
trabajando en diferentes aspectos vitales para los/as jóvenes como es la salud sexual y reproductiva,
y en algunas acciones adelantadas principalmente por la Secretaria de Salud. Por lo tanto, se requiere
un proceso de coordinación interinstitucional e intersectorial que incluya a las organizaciones guber-
namentales (responsables de la atención a esta población), a las organizaciones no gubernamentales
(que adelantan acciones con jóvenes), a las agencias internacionales y a las organizaciones juveniles.
Este proceso tendría como objetivo la articulación de esfuerzos que apunten a la promoción, pre-
vención y atención en salud integral de los/as jóvenes con énfasis en la salud sexual y reproductiva. En
este punto, es necesario sensibilizar a las diferentes instituciones gubernamentales sobre la situación
de los/as adolescentes en estos asentamientos para que se unan a las organizaciones que trabajan allí
y se logren resultados más eficaces para la vida y el desarrollo de esto/as jóvenes, en el contexto de
las reglamentaciones sobre derechos fundamentales, de acuerdo con la cual el criterio que debe
primar es que los derechos de los niños y niñas prevalecen sobre todos los demás derechos.
112
ALGUNAS PISTAS PARA UNA ESTRATEGIA DE ACCIÓN EN SEXUALIDAD JUVENIL
En consecuencia, debe hacerse énfasis en la revisión y/o formulación de los PES, en la formación de
docentes en sexualidad juvenil y en estrategias pedagógicas pertinentes. Para ello, debe garantizarse
el compromiso de toda la comunidad educativa, teniendo especial cuidado de que los padres y las
madres participen, y la implementación de acciones y espacios de coordinación interinstitucional.
COMUNICACIÓN
La comunicación, en este caso, se plantea en dos sentidos: uno masivo, que posicione el tema de la
sexualidad en la agenda pública, y otro dialógico, en escenarios y con actores específicos.
La comunicación masiva podría hacerse mediante campañas que no sólo miren la sexualidad como
riesgo para el/la joven sino que la enfoquen como experiencia, gozosa, gratificante y constructiva
para el sujeto, sin desconocer temas críticos presentes en el imaginario y/o en las prácticas de estas
comunidades. Un tema crítico para iniciar sería el abuso sexual que emerge como preocupación de
los diferentes participantes en la investigación y que amerita una estrategia masiva de sensibilización.
113
JÓVENES, DESPLAZAMIENTO Y SEXUALIDAD
Sin embargo, es importante aclarar que las acciones de comunicación no se limitan sólo a una cam-
paña. También pueden incluir actividades que movilicen encuentros entre los distintos actores a
propósito de la sexualidad y la juventud. Se trataría de generar espacios para la conversación, para
intercambiar posturas y pensamientos, por ejemplo entre docentes, entre jóvenes, o entre los dis-
tintos actores de la comunidad.
INICIATIVAS JUVENILES
El protagonismo social en los/as jóvenes se puede generar a partir del apoyo a las propuestas que
ellos/as plantean para su propia comunidad. Se trata de considerar a los/as jóvenes como sujetos
capaces de dinamizar el encuentro, el vínculo de quienes les rodean.
Una manera de lograr este objetivo puede ser apoyando iniciativas juveniles que, desde la sexuali-
dad, propicien el encuentro colectivo y la reconfiguración del tejido social57. Se trataría de abrir
convocatorias a propuestas de los/as jóvenes y brindarles apoyo técnico y financiero para su desarro-
llo. Por ejemplo, una línea de propuestas puede estar orientada a la generación de colectivos juveni-
les que brinden soporte a otros/as jóvenes sobre los temas de la sexualidad que les inquietan, tal vez
con un punto de encuentro en el que pueda brindarse asesoría y orientación, facilitar el acceso a
MAC y compartir inquietudes sobre sus experiencias, etc.
Es importante tener en cuenta que durante el desarrollo de los cinco ejes propuestos para la estra-
tegia de acción, hay que garantizar la participación de los/as jóvenes no sólo para consultares sino
para que propongan, interactúen, evalúen, ejecuten y apoyen los diferentes aspectos que van a
desarrollarse.
57 En este punto vale la pena enfatizar que Save the Children y la Fundación Restrepo Barco tienen una amplia experiencia en el
trabajo en sexualidad, participación y organización juvenil. Por supuesto, esta experiencia se utilizará como insumo importante
en la implementación de estrategias en este campo.
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