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TALLER N°3
Presentado por:
GRUPO:
90003_22
Presentado a:
JENNIFER CORTES
OCTUBRE DE 2019
INTRODUCCIÓN
El pedagogo Julián de Zubiría reflexiona sobre qué tan pertinente es adoptar la ley que se
encuentra en trámite en el Congreso de la República y que busca prohibir el uso de
celulares en los colegios. Desde su perspectiva, es tan equivocada como vender el sofá
para resolver el problema de la infidelidad en el hogar. Estos son sus argumentos.
Lo que hay que hacer con la tecnología es exactamente lo contrario: regularla, para poder
aprovecharla en beneficio de todos. Varios países, después de llegar a acuerdos sobre las
condiciones del servicio prestado y el pago de los impuestos correspondientes, terminaron
por incorporar las plataformas digitales. Prohibirlas es enfrentarse al desarrollo y a la
historia misma, tal como hicieron los ludistas en Inglaterra. En plena revolución industrial,
se opusieron a las máquinas, creyendo que éstas los dejarían sin empleos. Al final, los
empleos se transformaron, pero no desaparecieron, como sucede con la gran mayoría de
cambios tecnológicos. El desempleo que genera en un sector, lo compensa con la
creación de otro.
Según la última Encuesta Nacional de Consumo Cultural del DANE, en el 2017, el 93% de
los jóvenes de 12 a 25 años usa internet y el 94% consulta las redes sociales. Así mismo,
el 77% de los colombianos lee en el celular y el 67% escribe por internet. En este
contexto, prohibir los celulares en los colegios resulta un exabrupto, porque los niños
seguirán accediendo al móvil, a las redes y a los computadores, aunque a partir de ahora,
con menor mediación de los docentes. Lo que hay que hacer es exactamente lo contrario:
mediar su uso, para que la tecnología nos ayude en el propósito formativo del desarrollo
integral y no se convierta en un obstáculo del mismo. El problema no es la tecnología,
sino su uso y eso sólo se puede modificar con mayor educación.
Si una joven envía una foto en la que aparece desnuda a su novio y, luego, esa imagen
termina en manos de sus compañeros de colegio, el problema no es del celular, sino de la
joven. No es el celular el que se equivoca, sino ella. La joven no ha entendido que en las
redes no hay borrador ni marcha atrás y que, a partir de ahora, quedará eternamente
subordinada a sus compañeros. La solución no es quitarle el celular, sino orientarla en las
nuevas realidades virtuales y formarla en autonomía.
Si un niño crea una cuenta falsa para intimidar a un compañero, el problema tampoco es
del celular, sino del acosador. Si no tuviera móvil, lo haría en un mensaje escrito con letras
recortadas de periódico. El problema es la actitud del niño que goza estableciendo una
relación de abuso de poder. Por tanto, no lo resolveremos quitándole el celular de sus
manos, sino ayudándole a que desarrolle la sensibilidad y la empatía para que se ponga
en el lugar del otro, para que comprenda la tristeza y el dolor que causa. Nada de ello se
logra quitándole el móvil.
También nuestros padres sabían de los riesgos de enviar a las calles a menores sin
ningún acompañamiento. Para enfrentarlos, cuando éramos niños salíamos en compañía
de los adultos y padres y hermanos nos preparaban para asumir el reto de manera
autónoma. Ahora el problema es que muchos padres han abandonado su responsabilidad
y dejan que sus hijos menores recorran libremente las autopistas digitales sin el menor
acompañamiento y mediación. Una vez más, el problema está en los padres y no en los
celulares. Seguramente estos progenitores aplaudan la iniciativa de prohibir el celular,
aunque, cuando lleguen a sus casas, es muy posible que no tengan tiempo para asumir la
responsabilidad formativa con sus hijos, por estar ellos mismos muy ocupados mirando
los mensajes por WhatsApp de sus amigos. Entonces, ¿de quién es la responsabilidad?
La calentura no está en las sábanas. Por eso el marido que encuentra a su mujer
teniendo relaciones sexuales con otro hombre no resolverá el problema vendiendo el sofá.
Como tampoco se resolverá el de la dependencia tecnológica prohibiendo los celulares en
los colegios. En el mismo sentido, también se equivocan los profes de matemáticas que
prohíben las calculadoras con el fin de seguir enseñando los mismos algoritmos que han
enseñado, sin entender que el papel de la educación es desarrollar el pensamiento
matemático y no el de dominar algoritmos que son tan simples que cualquier calculadora
los realiza sin errores y más rápido, y tan impertinentes, que afortunadamente los
olvidamos con los años.
No hay que prohibir los celulares en los colegios, lo que hay que hacer es mediar su uso.
Necesitamos repensar los contenidos de las asignaturas para que se comprendan las
imágenes digitales. Hay que enseñar a leer y escribir a nivel virtual. Hay que enseñar a
ver e interpretar propagandas, programas y películas.
Deberíamos usar los celulares en los exámenes para acceder a internet, para consultar
textos o buscar archivos. Deberíamos atraer a los alumnos a “wasapear” en clase para
mejorar la escritura. Deberíamos invitar a los estudiantes a elaborar trinos para fortalecer
sus procesos de síntesis y de construcción de ideas y macro proposiciones. Los
estudiantes deberían enviar sus trabajos en internet y recibir observaciones de sus
profesores por el mismo medio.
Dentro de unos 3 ó 4 años invito a revisar qué pasó con la ley que prohibía el uso de
celulares en Francia. Lo más probable es que concluyan que fue totalmente inocua para
resolver el problema que diagnosticó.
Soy consciente de que lo que pido en esta columna es relativamente difícil de lograr en
una escuela por completo detenida en el tiempo, muy similar a la que recibieron a
nuestros tatarabuelos en el siglo XIX. Una escuela que comprende muy poco el siglo XX y
menos el XXI, y que, por tanto, está muy desadaptada a los cambios que ha tenido el
mundo en el último siglo, relacionados, entre otros, con la globalización, la conectividad,
las redes de datos y la flexibilidad del mundo social y económico.
Mi pronóstico es que también en Colombia será aprobada una ley similar y olvidada o
abandonada en unos pocos años. Al fin de cuentas, la mayoría de nuestros
parlamentarios es poco lo que comprende de educación. Es más, es probable que
muchos congresistas ni lean este artículo, por estar chateando con amigos y colegas de
su partido.
DEFINICIÓN
Exabrupto: Dicho o gesto brusco e inesperado que se manifiesta con enfado y viveza.
Algoritmos: Los algoritmos deben ser precisos e indicar el orden lógico de realización
de cada uno de los pasos, debe ser definido y esto quiere decir que si se ejecuta
un algoritmo varias veces se debe obtener siempre el mismo resultado, también debe ser
finito o sea debe iniciar con una acción y terminar con un resultado
Y enseñar a los
Debemos mediar Nos ayuda en el En facilitarnos
estudiantes a
su uso proceso de nuestro
utilizarlo.
formación integral aprendizaje
El problema no es la
tecnología si no su uso y Aprender a usarlo y
debemos y eso solo se puede comprender la importancia de
modificar con mayor tener nuestra herramienta.
educación.
RELACIONAR LO MENCIONADO EN EL TEXTO CON SITUACIONES
REALES DEL LECTOR.
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