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Sergio López Pedreño

sergio.l.p@um.es
Resumen de Bosquejo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano, J.
A. Condorcet.

Jean-Antoine Nicolás de Condorcet fue un eminente sociólogo, astrónomo y matemático


francés del s. XVIII, con plena implicación en la Revolución francesa. Sus tesis
principales están orientadas al debate en torno al desarrollo social, el progreso y la
racionalidad humana. Es el caso de la obra que aquí nos atañe resumir, Bosquejo de un
cuadro histórico de los progresos del espíritu humano, cuyo contenido incluye una
división de la historia del ser humano en diez etapas distintas, cuyo criterio diferenciador
es el nivel de progreso científico mostrado por la humanidad en cada una de ellas. El
desenvolvimiento de la historia es infinito, en la medida en el que el progreso y desarrollo
de la ciencia también lo es. No obstante, este desarrollo no es producto de un
automatismo, sino que es la racionalidad (concebida como “inteligencia”) la que sirve de
motor al progreso.

Una vez bosquejado el contenido de la obra, pasemos al análisis de esta. El


desarrollo de la historia está determinado por el desarrollo de la ciencia, siendo la
racionalidad el núcleo fundamental que la posibilita. Por una relación de condicional, es
en la racionalidad humana y su expansión donde debe se debe centrar el ser humano para
lograr una evolución significativa y una ruptura con la etapa anterior. La perfectibilidad
humana, en este sentido, es infinita y deseable. Su propio contexto así lo atestigua: el
desarrollo de la Ilustración y, con ella, el desarrollo de la racionalidad humana, han
impuesto sobre la historia la ruptura con el Antiguo Régimen, un derrocamiento del
absolutismo y una fe en el progreso de la humanidad a través de la educación. Esta tesis
recupera la tradición humanística clásica en la medida en la que se asemeja a la reflexión
ciceroniana que postula que es posible idear una estructura social característica que
genere individuos formados en la humanitas que revierta en un beneficio colectivo.

Condorcet realiza un breve análisis del hombre ilustrado, paradigma del progreso
científico y moral, que sirve de modelo de conducta válido para el resto de la historia:
supone una actitud de crítica y emancipación garantista del progreso anhelado. La
posición crítica hace referencia a las dificultades que el hombre debe superar para
alcanzar un nuevo estadio histórico y progresar, como es el caso de las formas de vida
fundamentadas en una tradición no racionalista y los prejuicios morales. La referencia a
la emancipación es desarrollada por Condorcet como proyecto político realizable
socialmente, tanto a nivel nacional como a nivel internacional, a modo de república propia
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Sergio López Pedreño
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del género humano. El desarrollo lleva adherido la idea de ampliación de las fronteras y
de legislación ampliada, de tal manera que, como la paz perpetua kantiana, esto garantice
una connivencia de los hombres bajo un mismo marco común tendiente a la evolución
racional y al progreso científico.

Esta idea de Condorcet puede servir de imagen global de todo el proceso ilustrado
europeo. La Modernidad se concibe, así, como un proyecto político, filosófico, social,
cultural y económico que encuentra en Condorcet uno de sus mayores representantes y
defensores. Este proyecto de Ilustración tendrá, como sabemos, ciertas consecuencias
perniciosas o, cuanto menos, menos deseables de lo que sus pensadores originales
supusieron. No obstante, lo que es innegable es que, unido con las consecuencias
perniciosas que la fe ciega en la razón trajo al siglo XX, este proyecto ha sido uno de los
más ambiciosos realizados por la filosofía y cuyo punto de partida no debe desestimarse.
La reflexión de Condorcet debe servirnos para, aún hoy, cuestionar cuál es el horizonte
de progreso al que tendemos o que deseamos y, junto con La Boétie, preguntarnos: ¿Es
esto vivir? ¿Es este un tiempo vivible?

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