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Magistrado Ponente:
MANUEL ISIDRO ARDILA VELÁSQUEZ
Ahora, ya en lo que toca con el despacho del cargo, denótase cómo incólume la sentencia en
lo relacionado con las condenas deducidas contra la sociedad demandada, preciso es entonces
partir para cualquier efecto de que fue el incumplimiento por parte de ésta a su obligación de
pagar el precio, lo que dio lugar, a petición de la prometiente vendedora, a la resolución del
contrato de promesa de compraventa objeto del presente litigio.
La una, relacionada con la naturaleza del contrato prometido y el motivo de resolución del
mismo; pues acaecido este fenómeno, como antes se dijo, en virtud de no haberse pagado el
precio, la normatividad que ha de aplicarse al tema de las restituciones entre las partes que de
ello se derivan, no será la que en general regula el evento del cumplimiento de la condición
resolutoria -artículos 1544 y 1545 del código civil-, sino el 1932 de dicho ordenamiento,
aplicable por interpretación extensiva, dado que la composición fáctica encaja plenamente en
las previsiones de este último precepto.
Asunto bien conocido es, en efecto, que la resolución del contrato, a la vez que apareja como
principal consecuencia la extinción del conjunto de obligaciones surgidas del mismo -efectos
ex nunc-, tiene además eficacia retroactiva -ex tunc- en aquellos eventos en que, no siendo
negocios de tracto sucesivo, verifícanse actos de cumplimiento entre las partes; se trata, pues,
de colocar a los contratantes, en cuanto sea posible, en la posición en que se hallaban antes
de celebrar el contrato. Es así como el artículo 1544 establece como principio general el de
que "cumplida la condición resolutoria, deberá restituirse lo que se hubiere recibido bajo tal
condición..." (véase al respecto Cas. Civ. Sent. 081 de 15 de junio de 1993).
Por este último aspecto de la retroactividad, sin embargo, como se señalara en casación de 6
de julio de 2000- expediente 5020-, dada la esencia de la condición resolutoria -ordinaria o
tácita- se presentan algunas singularidades, por ejemplo la de que verificada la misma y salvo
que la ley, el testador, el donante o los contratantes hayan dispuesto otra cosa, no se deberán
los frutos percibidos en el espacio intermedio -artículo 1545 ibidem-.
Lo que no ocurre en el evento de resolución del contrato de venta por no haberse pagado el
precio, pues en este caso, el vendedor tendrá derecho, según el artículo 1932, "para que se le
restituyan los frutos, ya en su totalidad, si ninguna parte del precio se le hubiere pagado, ya
en la proporción que corresponda a la parte del precio que no hubiere sido pagada";
resolución esta que, a su turno, repercutirá seriamente en el derecho que, a su vez, tiene el
comprador "para que se le restituya la parte que hubiere pagado del precio" -inciso 2º
artículo 1932-, punto este, por cierto, que en el caso sub-examen constituye la espina dorsal
de la acusación.
No es entonces ciertamente indiferente el colocar el asunto bajó la égida del artículo 1544 o
bajo la del 1932; y, se repite, es esta ultima la disposición que, por vía de interpretación
extensiva, rige la materia de las restituciones en el presente evento, en donde, a más de la
mav. exp. 7748 2
I.- Antecedentes
Consideraciones
Véase ante todo que allí no hay sitio para las obligaciones alternativas
que proclama el casacionista. Por ningún lado, en efecto, se descubre
que en el punto objeto de discusión fuesen dos cosas las adeudadas.
Por modo que si se alega que existía la opción de hipotecar, no es que
propiamente surja otra cosa a deber, pues la deuda siempre será la
misma, sólo que en su caso se caucionaría con garantía real.
Pero, más allá de esto, lo importante para los efectos de este recurso
es destacar cómo el recurrente limítase a exponer el entendimiento
que la promesa de contrato le merece, y a proclamar que, frente a la
del sentenciador, es la suya la comprensión correcta en torno a ella;
pasa, pues, por alto la presunción de certeza que ampara la
providencia, queriendo aniquilarla nada más que con afirmar que él
está en lo correcto y el tribunal, en cambio, está equivocado. Y allí se
echa de menos la demostración del manifiesto error de hecho
endilgado al fallador, demostración imprescindible para hacer
prevalecer el propio criterio sobre el de la corporación, como que sin
ella el cargo no puede menos que fracasar.
Sentencia sustitutiva
IV.- Decisión
Resuelve